La cámara lúcida

Detroit’s Rivera: un robusto ensayo visual (+Video)

Detroits Rivera (Estados Unidos-Puerto Rico, 2017) de Julio Ramos

Por Octavio Fraga Guerra @CineReverso

Siempre es maravilloso reencontrar un filme documental que se desentiende de la entrevista como recurso central del relato. Impera, en la centenaria historia de la no ficción, una pluralidad de piezas que apuestan por el cruce de palabras para legitimar puntos de vista, construir miradas transversales y el legítimo, también necesario, diapasón de argumentos. Un triángulo que distingue al género, que aspira, como génesis de su evolución, a cimentar “verdades profundas”. También, como parte de su cimentado encargo social, el socializar ideas, culturas, historias, compartidos valores.

Este distintivo recurso narrativo del cine documenta se justifica y se materializa, para desprender los anclados pensamientos que afinca el discurso homogenizante, multiplicado en todos los estratos de la sociedad contemporánea.

La búsqueda y materialización de otros derroteros artísticos y estéticos es una necesidad perenne del cine documental, esencial para conectar con un público, protagonizado por los nativos digitales, asediado por fórmulas simplonas de realización audiovisual.

Somos testigos y parte, de lectores que se multiplican en torno a una arquitectura de datos móviles, diseñados para encandilar pupilas que migran, en sucesivas oleadas, hacia las pantallas de usar y tirar.

Detroit’s Rivera (Estados Unidos-Puerto Rico, 2017), del cineasta Julio Ramos, es una pieza fílmica ejemplar, de sólidos resortes ideoestéticos, rubricado para el estudio, el goce estético y la retrospección histórica.

Un documento que legitima la recreación de lo bello, lo sublime, signo esencial del arte, que no está reñido con lo sustantivo de la historia, con la practica de reflexionar sobre temas profundos que son esenciales conocer. Una pieza de autor donde el blanco negro sublima los colores de un tiempo pretérito, cuyo protagonista de convergencias es el muralista mexicano Diego Rivera.

Julio Ramos toma de varios archivos para materializar su filme, entre ellos, los que forman parte de la producción cinematográfica de la Ford Motor Company Moving Pictures Division. Una empresa impulsada por Henry Ford, quién fue también productor y comerciante de cine, fundada para documentar los procesos industriales de su fábrica, en la década de los años veinte del siglo pasado.

En trazos de justificados paralelismos, el cineasta puertorriqueño Julio Ramos contextualiza los tenues granos de sobrios planos, resueltos en un montaje de reciclados. En ellos se jerarquiza, denota, subraya, la evolución de los frescos pintados por Rivera, quién materializó obras de alto valor artístico, acompañado por la cómplice presencia de su compañera, Frida Kahlo.

Seremos, frente a esta pieza de experimentales soluciones fílmicas, lectores activos de sustantivos trazos asentados en paredes de grandes dimensiones, todas ellas de valor simbólico. Se erigen como renovadas lecturas que documentan los convulsos tempos de la era industrial, en una ciudad donde los tonos grises parecen copar los estratos sociales de una economía en evolución, donde emergieron las duras confrontaciones sociales.

Mientras discurre el tiempo del documental, moramos en ese período, donde los conflictos fabriles entre la patronal y los obreros de Detroit es reescrito por la sabia de Julio Ramos, quien los solventa con dinámicas interpretaciones del montaje que evoluciona, in crescendo, para “fotografiar” lo icónico de Rivera, un artista comprometido con los empeños y las luchas de la clase obrera.

En una tercera línea narrativa Ramos suma, en clara distinción dramatúrgica y estética, los archivos del colectivo The Worker’s Film and Photo League, que documentaron las confrontaciones que tuvieron lugar en Detroit, previo a la llegada de Diego y Frida a esos escenarios sociales, del que el muralista se nutrió para materializar su obra.

La investigación es la base medular, también creativa de Detroit’s Rivera. El descubrimiento, y posterior dialogo con las fuentes, aporta riquezas y soluciones narrativas que nacen de una visualidad coral convergente con los argumentos del autor fílmico.

Como recursos significantes, textos reciclados que Ramos dibuja en líneas fílmicas de robustas soluciones, tras su conformación estructural, como un ensayo visual, se borronean esos legados. Son resignificaciones donde el pasado es trazado en los prólogos del presente.

El resultado en los encuadres del documental, en los bordes del espacio temporal fílmico, es una sustantiva interpretación de las interconexiones entre el arte mural del artista mexicano y el trabajo fabril y las confrontaciones sociales, catapultadas por la profunda depresión económica protagonizada por los Estados Unidos en ese período.

Escenas audiovisuales y fotos fijas que sobre ese período consumado habitaron en los anaqueles, son superpuestas en el filme con un hilo de envoltura quebrada, desarrollado por un guion nada escolástico, que dicta los límites del encuadre.

Se trata entonces de redimensionarlos en su condición de archivos “pasivos”, reescritos en el presente del documental como textos vivos de renovadas lecturas. El tiempo pretérito, se contemporánea con virtuosas narrativas y esenciales abordajes de legítimas soluciones, donde el relato es parte del proceso de construcción de una mirada de autor, rebosada, también soportada, por el arte fotográfico.

En este cortometraje la música es voz en off, es dialogo multidireccional. No se trata solo de construir atmosferas, de significar hechos vencidos. Las melodías que soportan el arte documental del filme interpretan los parlamentos de los personajes significados en los encuadres de un montaje coral, donde también son acentuadas las individualidades. No solo las de Diego, Frida y sus colaboradores, también la de personajes anónimos que deambulan en los espacios citadinos, parte protagónica y, a la vez secundaria, de esta pieza de ejemplar factura.

Son también figuras jerarquizadas los obreros, actores de los conflictos que emergen en la pantalla simbólica con sus rostros velados por una fotografía que se presta para autentificarlos como parte de las muchas confluencias humanas que convergen en Detroit’s Rivera.

Julio Ramos, quién también es escritor y académico de la Universidad de California, en Berkeley, se apropia de esa memoria congelada en los archivos para narrar, con auténticos retratos grupales e individuales, las duras grietas de familias pobres que viven en los límites de lo periférico.

Son vidas signadas por los truncos horizontes de la pobreza extrema, que persiste anclada con fuerza en las pupilas de sus vidas. Esa visión de modernidad estética es un acierto del autor documental, que nos sublima con la fuerza de ese recurso resuelto para asumir la interpretación.

La banda sonora se torna ejemplar, narradora, dialogante. Pero esta, por sí sola, no es auténtica sin la corporeidad de los colores fabriles que avistan maquinarias empeñadas en no torcer su voluntad de existir, aun en nuestro presente. Son parte de esa estética documental los humos que estas despojan de sus fauces, o las esteras y piezas que engrosan las dinámicas de un tiempo de cimientos y retóricas.

El expresionismo de las escenas que distinguen al filme, no está dado por las tonalidades de la fotografía. Julio Ramos respeta los colores de ese pasado consumado. La fuerza de esta no ficción se materializa por las muchas escenas que empastan en cada tramo, tomadas para resolver un relato temporal, que se torna en hoy, en el ahora mismo, siempre en constante evolución.

El entrecruzamiento de las tres fuentes que colma virtuoso cada minuto de pantalla se erige en Detroit’s Rivera con organicidad, determinado por una declarada intención de advertir sobre el curso de la obra del pintor en esta ciudad. El cineasta documenta los suntuosos murales de Rivera, materializados desde la “inmediatez” de los acontecimientos que destronaron la “normalidad” de una ciudad, marcada por los signos de dispares clases sociales.

Los detalles son significantes para potenciar el discurso autoral, el cineasta Julio Ramos lo potencia como parte de una gama de recursos descollantes. No solo el que nos aportan los materiales audiovisuales y fotográficos presentes en el filme en racionados cortes.

El paneo de la cámara que registra la evolución del trabajo de Diego Rivera, heredado de esos archivos tomados de baldas congeladas, entronca con la economía de testimonios que “nos comparte” Frida Kahlo. El cineasta le da vida con una visualidad artística (letras que emergen en una máquina de escribir) resuelta con palabras en primera persona y que narran los avatares, conflictos e interrogantes de su compañero.

Si de apropiaciones se trata, las publicaciones de la época “asumen”, en el filme el desempolvarse con otras tintas para lubricar y fotografiar contextos, circunstancias, evoluciones y datos que son parte del panorama histórico social, en los que se movió el personaje Diego Rivera, quien legó para la historia del arte y la cultura, portentosos murales en la ciudad de Detroit, que son patrimonio de la humanidad.

Visionar Detroit’s Rivera es descubrir “otras” maneras de narrar, es tocar con alucinada mirada acentos estéticos que entroncan con eficacia narrativa ante un lector disuelto en los pliegues de una nube, donde en verdad solo convergen, ceros y unos.

Ficha técnica

Título: Detroit’s Rivera

Género: Documental

Duración: 34 minutos

País: Estados Unidos, Puerto Rico

Dirección: Julio Ramos

Año: 2017

Formato: Digital.

Color: B/N.

Idiomas: Inglés

Productor: Julio Ramos

Guion: Julio Ramos

Editor: Tatiana Rojas, Martín Yarnezian

Música Original: Max Heath

Diseño de sonido: Max Heath

Productora: Palenque Films

Detroit’s Rivera (Estados Unidos-Puerto Rico, 2017) de Julio Ramos. Documental completo

Detroit´s Rivera_ subtitulada from Julio Ramos on Vimeo.

Leer más

Volver a Palestina. Por: Octavio Fraga Guerra* (VIDEO)

Camino a Nahr Al BaredNo es posible imaginar el silencio sin la complicidad del futuro. Ese futuro que es una larga pausa -aún no consumada-, que viste con falda de entresijos y curvaturas en forma de rompecabezas sin final a la vista. Tampoco podría imaginar el presente sin avistar el pasado. Ese pasado que persiste bajo los cimientos del silencio.

Un silencio mordaz, imprevisto, presente, que intuía temporal y finito. El final –que aún está por llegar-, forma parte de la ilusión, de la metáfora que sigue marcada por el silencio. Ese es el sabor de un futuro incierto, de un futuro insospechado y febril. Mientras discurre el tiempo yo me aferro a la ira, al dolor, a lo incierto. Tratando de darle cuerpo, a mi vida, con los vestigios de mi pasado. Pretendiendo construir un motor de cambio y el deseo –sustentado en la razón y en los principios-, de volver a casa.

Esta escritura es la esencia del documental. Camino a Nahr Al Bared, del realizador español Sebastián Talavera. Retrata con acertada nitidez, el sinuoso escenario de los refugiados palestinos que viven en el Líbano. Un retrato multiplicado y presente, una suma de verdades y vidas congeladas tras infinitas puertas, que perduran bajo un largo tamiz que transita en compás de espera. En esta inmaterial verdad el milagro está ausente. Por lo menos en esta verdad que no puede desprenderse de la acidez del silencio: la fecha para un retorno.

Sebastián y su equipo de realización, transitan por escenarios de simbólicas dimensiones en el campo de refugiados de Nahr Al Bared en el Líbano, espacio que pervive bajo la patina de la ruina. Con la aparición de los escombros aparece la perspectiva del tiempo. De un pasado que lo sigue siendo, que se actualiza en ese jugar con la memoria. Y que muestra un futuro que nunca fue y lo que trasciende a primera vista, es el escenario.

Esas ruinas generan nuevos espacios, nuevas historias que son realidades construidas bajo las coyunturas del presente. Fueron revolucionando diálogos, actualizando testimonios, enfatizando gestualidades no escuchadas o no vistas que el cine hace multiplicar y con el género documental se particulariza y se desdoblan todas las preguntas.

Si tomamos la metáfora inicial y la sometemos al paralelismo de las crónicas del activista irlandés Michael Birmingham, -publicada en rebelión.org en octubre de 2007 bajo el título: ¿Qué sucedió en Nahr Al Bared?, descubriremos similitudes esenciales en los contenidos de ambos textos.

“Algo terrible ha sido cometido contra los residentes de Nahr al Bared, y al pueblo libanés se le ocultan los detalles. Durante las últimas dos semanas, desde que el campo fue parcialmente reabierto a unos pocos de sus residentes, muchos de los que hemos estado allí nos sorprendimos ante la espantosa realidad. Más allá de la masiva destrucción de las casas después de tres meses de bombardeo, han quemado pieza tras pieza, casa tras casa. Fueron quemadas desde adentro. Entre las cenizas en el suelo, están las entrañas de lo que parecen haber sido neumáticos”.

Y continua expresando: “Por los muros corre hollín producido por lo que evidentemente de haber sido algún producto inflamable con el que fueron pulverizados. Habitaciones, casas, tiendas, garajes –todo son ruinas ennegrecidas-, a pesar de no haber sufrido daños por bombas o combates. Fueron quemados deliberadamente por gente que entró y les prendió fuego”.

El texto de Birmingham, traza una historia construida en su presente y que toma Sebastián como referente atemporal para desgranar otro presente, que exhibe una nueva realidad: las ruinas de Nahr al Bared. Pero no es la escenografía el eje de su trabajo, son los refugiados palestinos que construyen -en complicidad con el autor cinematográfico-, las partituras de historias que nacen desde las entrañas del silencio. De un presente que no se puede desprender de ese pasado abortando nuevas realidades.

La tónica del discurso cinematográfico parte de un encuadre fotográfico que cala con acertada agudeza los cimientos de esa realidad. Cuando hablo de cimientos no me refiero a las estructuras urbanas descascaradas, multiformes y ruinosas que son parte de la historia.

Los peldaños de su narración se revelan en una dimensión mayor. Discurre desde esa fotografía sinuosa, tranquila, expectante. Dispuesta a desnudar las esencias del dolor y el sin futuro que entraña esa perenne condición de refugiado.

El abanico generacional del trazo fotográfico no deja al margen ninguna mirada esquiva. Un abanico ajeno a cualquier homogeneidad confesional. Toma partes, trozos, sumas de personas y compone un diálogo que surca dos de los objetivos de esta obra audiovisual. Romper el muro de silencio impuesto por las “bondades” de los grandes medios de comunicación y dar voz, a los que no la tienen.

En esa diversidad de narraciones sacadas bajo un exquisito trabajo de preparación, se escucha la voz grupal e individual de palestinos que claman por el retorno a su nación. Voces, gestualidades, cuerpos y temperamentos que nada tienen que ver con esa burda mirada de terroristas islamistas o fanáticos del fundamentalismo machacado al uso. Tan solo para desvelarnos otras fisonomías, otras bondades que son esencia y virtud de ese pueblo.

Sebastián es sobrio en cuanto al tempo para el testimonio. Con dosis que no satura, se aleja de ese vicio que aún persiste en buena parte del cine documental testimonial, donde el pensamiento y la historia forman parte de sus contenidos.

Pero la cámara de Camino a Nahr Al Bared, tiene un olfato peregrino. Es como ese observador que empieza a merodear desde afuera –después de andar por largos caminos-, y en las paradas se toma su tiempo, no irrumpe de manera abrupta. Tan solo vaga buscando desvelar verdades desprovistas de cualquier hojarasca, para llegar a donde toca, a las esencias. Esta afirmación está resuelta por la acertada pluralidad de planos y encuadres que usa para salvar el escollo de las confesiones.

Planos cerrados que afloran los sentimientos, el dolor y -porque no-, la verdad. O primeros planos que sintetizan el cúmulo de situaciones que se van generando ante una cámara que está presente y tan solo toma la evolución que nace desde el silencio para darle flujo a la palabra. Palabras de sustantivas oraciones. Huellas reales de historias que nos han querido contar. Apelar al plano general, significa tomar la dimensionalidad del escenario, de ese escenario desmedido, antiguo –no por el tiempo-, si no por la fragilidad de sus marcas.

Sin alejarse de una estética narrada fotográficamente, esta obra documental tiene la honradez de aportar información desde la mirada de sus protagonistas, incorporando otras arista sobre la realidad d Palestina, sobre el estatus de refugiado perenne.

Por esa necesaria búsqueda del rigor estético, el realizador nos desvela auténticas fotografías de valor periodístico documental. Estas encierran la simbología de la precariedad, la iconográfica de la ausencia de todo valor material que es la parábola del vacío, de una realidad sin futuro.

La música es capital en cualquier obra de arte. En el cine es personaje cuando no es compañía dramatúrgica. Cuando no está tejido como un segundo plano. En esta pieza fílmica es también la otra lectura donde la trama revela tonos y matices que son imprescindibles escuchar. No participaremos ante el visionaje de esta obra audiovisual con tonos y apuntes de melodías tele novelesca.

Sírvase en acoger la esencia de otra voz que está presente como una “gran dama de presumida palabras”. Son acordes denotados en arte mayor, timbres que traspolan la voz de los refugiados. Exhibe en trazos inminentes, alegorías musicales que no van soterradas por los parajes del silencio.

El trabajo de los compositores Jean Philippe Risse y Rodger Hughes, delata el pulso del dolor ante una ira acumulada. El flujo del desasosiego, el trazo amargo del debate al interior de Nahr Al Bared, está inserto reposando sonidos inquietantes. Son frases de lúdicas estrofas vertidas como páramos que dialogan en complicidad con los actores de este reino de paredes en ruinas.

Los autores musicales no pretenden escenificar a los protagonistas de esta dura realidad. Tan solo parten del hecho de sopesar cada curso dramático, construido desde una triada de difícil curvatura.

Por una parte el equipo de realización, -en particular su director- que asume también la magia de la fotografía, emite imágenes que van desde lo periodístico hasta el más puro arte del retrato. Del paisaje visceral que está ausente o de pasada en nuestra retina. De esa realidad que sabemos existe pero no logramos alcanzarla del todo.

En una segunda dimensión, están los actores de este reino, de un reino vestido de trampas. Una tercera pieza bien clarificada, es el añadido de argumentos que van floreciendo en el trayecto de esta obra documental. Argumentos en forma de palabras. Pruebas materiales que son imágenes dibujadas por la lente y que la música le toma el pulso con esa dosis que hace perdurar en nuestra memoria como una “realidad vivida”.

Pero el tiempo transcurrido en el documental cierra un concepto que sirve para afianzar los postulados de esta obra. Somos espectadores de una crónica hecha desde la luz y la sombra. Esa luz y esa sombra que no solo nos da el entorno material que es el escenario. Participamos de esa luz y esa sombra que elige Sebastián Talavera para acercarnos a sucesos que nos son distantes, logrando darle corporeidad ante nosotros.

En esta obra documental, hay algo que amerita como significar como arte, como puesta fílmica. Sin bien el realizador es cuidadoso en no saturar al filme con los testimonios de los actores, dentro del encuadre de su puesta jerarquiza el valor sentimental y testimonial de niños y adolescentes que desde la individualidad y en colectivo, suman voces que legitiman el punto de de vista del filme. Esta evidencia audiovisual parte del hecho de la autenticidad que tiene ante cualquier espectador los parlamentos que nos aportan estos singulares personajes.

Visitar la obra Camino a Nahr Al Bared, es adentrarse con meridiana claridad por la vida de un refugiado palestino que afronta un dilatado estado de permanencia sin luz para el futuro. Sin un camino para el retorno, sin un “volver a Palestina”.

Título: Camino a Nahr al Bared

Duración: 55’ /68’ / 75’

Año de producción: 2009

Sinopsis

Camino A Nahr Al Bared es una mirada a la situación de un campo de refugiados palestinos, a través de los testimonios de cinco refugiados con edades comprendidas entre los 9 y los 62 años. Yaser nos cuenta que la lucha estalló en Nahr al Bared, el hogar de 35.000 civiles palestinos. Raed sigue añorando su antigua escuela mientras intenta olvidar todo lo sucedido atendiendo a su recién comprado ternero. Israa, quiere ser profesora. Mustafa está aprendiendo a soldar, quiere encontrar un trabajo lo antes posible para poder ayudar a su familia. Ali tiene 62 años y lanza un mensaje de paz al mundo.

Equipo técnico y artístico

Director: Sebastián Talavera

Producción: Sara Talavera

Guión: Sebastián Talavera

Producción ejecutiva: Sara Talavera

Música: Jean Philippe Risse y Rodger Hughes

Fotografía: Sebastián Talavera

Sonido: José Ferrando

*Editor del blog: www.cinereverso.org

Nota: Esta reseña la escribí hace unos años. En un período en el que tuve la satisfacción de escribir, presentar y dirigir el espacio La cámara lúcida, en la Televisora Comunitaria Tele K asentada en el popular barrio de Vallecas en Madrid. Este filme fue presentado en este espacio. Me parece útil darle nueva luz en medio de los bárbaros acontecimientos que se vienen produciendo en estos días contra el pueblo palestino. Un régimen que lidera el criminal de guerra Benjamín Netanyahu.

Leer más

(VIDEO) El “Cuarto Poder”, en “La cámara lúcida” de Tele K. Por: Octavio Fraga Guerra

Las sombras corrosivas de los medios de comunicación son cada vez más visibles. La sociedad española y de buena parte del mundo se enfrenta a un dilema ético y trascendental de cara a la imperiosa necesidad de estar informados, que significa también tener cultura. La visión de los ciudadanos sobre “sus medios” ha pasado de la “festiva pasarela al inaceptable retrete”.

La credibilidad, la ética, el compromiso con la información ante la sociedad, pasan por el punto de mira agudo y crítico de los “habituales lectores” de los medios.

Las redes sociales, los medios alternativos de comunicación, los videoactivistas, e incluso el cine documental, que tiene la virtud de hilvanar, condesar y redefinir tópicos y temas medulares, son hoy parte los protagonistas de estos urgentes asuntos.

El excelente filme documental “Cuarto poder” reconstruye y disecciona sobre este tema con agudeza, responsabilidad, rigor ético y estético. La participación de importantes estudiosos y académicos de los mass medias son una garantía de visionar un filme que nos llevará hacia otros derroteros. Otros discursos distantes y necesarios para entender la madeja que arropa esta realidad mutilada.

Bajo la dirección de Pablo M. Roldán y Miriam Díaz-Crespo, con la complicidad del grupo de realización Tres y un perro, se hace un alto en el caminos sobre las interioridades y evoluciones de un crucial asunto.

El colectivo nos presenta el filme de esta manera:

“A pesar de las supuestas diferencias ideológicas de los grandes medios de comunicación españoles, sus informaciones coinciden unánimemente en condenar y caracterizar al gobierno venezolano como una amenaza para la paz en la región y la democracia.

El equipo de Tres y Un Perro sale a la calle para indagar en los hábitos de consumo de información de los españoles, su percepción acerca del papel de los medios y sus conocimientos de política nacional e internacional.

Sorprendentemente, los encuestados pueden no saber quién es el primer ministro italiano o británico, el presidente ruso o la presidenta argentina, pero todos conocen al presidente venezolano, Hugo Chávez, a quien consideran un dictador.

Este es el punto de Partida de Cuarto Poder, un documental que indaga en la función social de los medios de comunicación, abordando cuestiones como la concentración mediática, la libertad de expresión, el derecho a la información, la propaganda y la creación de opinión pública”.

En esta obra de 62 minutos participan las siguientes personalidades:

Pascual Serrano, periodista y escritor. Autor de libros como “Desinformación: cómo los medios ocultan el mundo”, Península 2009; o “Traficantes de información: la historia oculta de los grupos de comunicación españoles”, Foca, 2010.

Carlos Fdez. Liria, filósofo y ensayista. Autor de libros como “Comprender Venezuela. Pensar la democracia”, Hiru, 2006; o “El materialismo”, Síntesis, 1998.

Luis Alfonso Albornoz, doctor en ciencias de la información y profesor titular en el departamento de periodismo y comunicación audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid y presidente de ULEPICC (Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura).

Ángeles Díez Rodríguez, doctora en sociología y profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid, ha desempeñado una extensa actividad investigadora. Entre sus obras destaca “Manipulación y medios en la sociedad de la información“, Ediciones de la Torre, 2008.

Aurora Labio, vicedecana de la Facultad de Periodismo y comunicación audiovisual de la Universidad de Sevilla, es especialista en estructura, historia y contenidos de la comunicación. Ha escrito numerosos artículos y estudios académicos. Entre sus obras destaca “Comunicación, periodismo y control informativo”, Anthropos, 2006.

Concha Mateos, doctora en ciencias de la información y profesora en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Con una amplia carrera profesional en prensa y radio, ha desempeñado también una extensa actividad investigadora.

Juan Carlos Monedero, doctor en ciencias políticas y profesor titular en la Universidad Complutense de Madrid, ha trabajado en México, Colombia y Venezuela. Es autor de numerosos artículos, estudios y libros, entre los que destaca “El gobierno de las palabras: política para tiempos de confusión”, Fondo de Cultura Económica, 2009.

El documental está estructurado por capítulos temas que contribuyen a introducirnos en los pilares y enredaderas de su propuesta. Estructura, derechos y libertades, información y propaganda, caso de Estudio Venezuela y el Epílogo son las partes que forman esta obra de obligada lectura audiovisual.

“Cuarto poder” será presentado mañana jueves 18 de octubre, a las 7:15 de la tarde (HORA DE ESPAÑA) en el espacio “La cámara lúcida” de Tele K. Se podrá ver la web www.vallecas.org y por la tele –para los madrileños-, por los canales 30, 25 y 28. Para la presentación del filme, contaremos con la presencia de uno de sus realizadores, Pablo M. Roldán.

Leer más

(VIDEO) “La cámara lúcida” renueva documentales. Por: Octavio Fraga Guerra

David Segarra (Director del filme, “Enjambre, las reglas han cambiado”)

Después de una breve temporada sin emitir en pantalla, -propia del período vacacional-, vuelve el programa “La cámara lúcida” a sus habituales andares.

Nuestro programa es el espacio de cine documental iberoamericano de Tele K. Una televisora comunitaria sin ánimo de lucro radicada en el barrio obrero de Vallecas de Madrid.

Para esta nueva temporada de “rodaje televisivo” que comienza el próximo jueves 4 de octubre, el estreno corre a cargo del filme: “Enjambre, las reglas han cambiado” del realizador español David Segarra. La presentación la hará la Plataforma Bolivariana de Madrid, como parte de un ciclo mensual en el que venimos trabajando y que continuará en lo que queda de 2012 y 2013.

En este nuevo período de “nuestra Cámara lúcida” pretendemos “poner al día” lo más relevante del género producido en nuestros países, así como retomar filmes ya antológicos que por sus contenidos son imprescindibles socializar.

Una de las novedades en este apartado es la incorporación a la programación de la filmografía de Bolivia y Colombia, hasta hoy inéditas en nuestro espacio después de casi dos años de emisión en pantalla.

Temas como la Memoria Histórica estará presente con los filmes “111 Brigada Mixta” de Pere Moral y “Salamanca 1936, residencia oficial de Franco” de Agustín García. Estos dos textos audiovisuales junto a otros largometrajes de igual temática, aspira a defender un asunto de vital importancia para la historia del Estado Español y los países de nuestra América.

Otros filmes de Argentina, Chile, Cuba, España y Nicaragua, continuarán incorporándose a nuestra parilla durante este nuevo ciclo que cierra –como cada año-, en el mes de julio.

Cabe destacar que –en próximas emisiones-, haremos la presentación de una selección de documentales producidos por la mítica Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, con sede en la Habana. Durante dos programas compartiremos las obras más relevantes de esta escuela realizadas por estudiantes egresados de esta academia, que hoy son importantes cineastas en nuestros países.

Debo apuntar que en el año 2013 haremos un ciclo de obras producidas o realizadas por indígenas. Esta oferta aspira a compartir una realidad invisible entre nuestros pueblos.

Para continuar fortaleciendo la labor comunicacional de nuestra “Cámara Lúcida”, se emitirá cada sábado en la sección Pantalla Fílmica de este blog, la entrevista realizada al invitado -previo a la puesta en pantalla del filme- junto al documental. Siempre y cuando, cuente con la expresa autorización del realizador o la productora responsable de la obra cinematográfica.

Cabe recordar que nuestro programa se emite todos los jueves, -excepto los días feriados y festivos- a las 7 de la tarde hora de España. Puede ser visto por los madrileños sintonizándolo por la TDT en la frecuencia 30 o por internet en www.vallecas.org

Esperamos contar con un mayor público televidente en tiempos donde este trascendental género no ha logrado el lugar que le corresponde, en medio de tanta banalidad y un flujo interminable de información tóxica y fragmentada. Espero disfruten -como nosotros- de cada minuto de buen cine documental desde “La cámara lúcida”.

www.cinereverso.org

Leer más

(VDEO) El cineasta Ángel Palacios denuncia a la CIA

“La naturaleza social del cine demanda una mayor responsabilidad por parte del cineasta. Si no se comprende esa realidad se está fuera de ella, se es intelectual a medias”. Esta contundente reflexión es del documentalista cubano Santiago Álvarez.

Desde otra perspectiva, el cineasta boliviano Jorge Sanjinés afirmada: “Todas estas películas están en la etapa de testimonio. Personalmente creo que ahora debemos dejar esa etapa, creo que ahora debemos entrar en una etapa mucho más agresiva, ya no defensiva sino ofensiva, debemos desenmascarar a los culpables de la tragedia Latinoamericana

Estas dos reflexiones son pasto para el debate, para la construcción de sustanciales interrogantes. Las afirmaciones de estos intelectuales latinoamericanos, rebasa los “límites” de cine para entrar en el terreno de la ética y la responsabilidad del cineasta ante su tiempo, ante su historia.

¿Se contraponen una con otras? ¿Son complementos para el fortalecimiento del género documental como “escenario” de la realidad? ¿Responden a la responsabilidad del documentalista con la sociedad?

Las respuestas están en muchas obras cinematográficas de este esencial género. En la historia de un importante y diverso movimiento de cine documental que sigue floreciendo en América Latina, en Europa y en otras regiones del planeta con matices y recorridos de “ida y vuelta”, que son parte de la naturaleza evolutiva del “arte verdad”.

Tomo como “estudio de caso”, el filme: La CIA contra la Revolución Bolivariana, del cineasta venezolano Ángel Palacios, que forma parte de la serie InjerenCIA.

La obra evoluciona desde la cronología. La primera parte del filme esboza las principales conexiones de los procesos históricos relacionados con el tema que ocupa a este fundamental capítulo de la serie.

Los primeros cambios sociales producidos en la Venezuela Bolivariana. La reescritura de la carta magna conocido como “La Constituyente”. Las leyes que favorecieron en la primera etapa de mandato del Presidente Chávez a los sectores históricamente más desfavorecidos de la Gran Venezuela.

Muchos otros “apuntes” cinematográficos con claros preceptos de envoltura histórica se tejen en esta obra, con énfasis y acento en construir verdades imbricadas. Tanto en la propia Venezuela, como en otras naciones y gobiernos relacionados con el tema que aborda el filme.

Estos trazos cinematográficos presentes en la parte orgánica e introductoria del filme, se contrapuntean –a manera de reconstrucción-, con las declaraciones y posteriores acciones que “dieron pie” a los “conocidos” actos intervencionistas del Gobierno de George W. Bush, incluido el fallido de Golpe de Estado contra el Presidente Hugo Rafael Chávez Frías.

Palacios hace un acertado y necesario recuento de la geopolítica que se “dibujó” en la Casa Blanca bajo el amparo del terrorista internacional residente en la “Casa Oval”. Eran los cimientos de las grandes Corporaciones Económicas y Militares en la sede del gobierno más poderoso del planeta tierra.

En ese momento, se sentaron las bases para el intervencionismo militar contra países como Irak y Afganistán, hechos “ampliamente” conocidos, donde impera la guerra, la tortura y la masacre de civiles inocentes. Acciones que han tenido continuidad en Libia y el actual conflicto desatado en Siria.

Obviamente cada uno de estos procesos de guerra exhibe características muy específicas. Responden a la intención de dibujar otro mapa global con el objetivo de lograr el control de los recursos más “demandados” en las dos últimas décadas: el gas y el petróleo.

La solución cinematográfica del realizador para este fundamental capítulo es el uso del grafismo compaginado con imágenes de archivo. Estas responden a la pretensión de un mensaje directo y demoledor. De una rápida comprensión –claramente lograda-, sobre la madeja entre la alta política con las mega empresas, transnacionales y Corporaciones Militares. Este arsenal estético no busca la contundencia del mensaje. Más bien perfila dejar el trazo exacto de un cardinal proceso que -a fecha de hoy-, tendrá un peso específico en el ajedrez político y económico de los próximos años.

En esa estrategia global entra en “escena” -no deseada por La Casa Blanca-, el presidente Chávez. Las declaraciones de algunos personeros del gobierno de Bush, son tomados en cuenta por el documental para visualizar lo que posteriormente se materializó. Un golpe de estado amparado y apoyado por los Gobiernos de Estados Unidos y España. En esta etapa estaba al frente del Gobierno José María Aznar.

Desde la óptica -hacia el interior del país-, el filme La CIA contra la Revolución Bolivariana, construye otra necesaria ruta cinematográfica. La poderosa –económicamente hablando-, oposición contra las políticas del gobierno de Chávez, es “fotografiada” con precisión periodística.

Este capítulo parte de la necesidad de responder a la intencionalidad del filme. La cronología es también la solución estructural de esta entrega. La manera en que evoluciona el documental refleja un desdoble de otras alternativas estéticas y tomas de recursos. Obviamente para llevar al espectador a ese clímax histórico pero también dramatúrgico.

En esta nueva fase del filme, la incorporación de testimonios de amplio espectro humano y profesional. La toma de documentos desclasificados, -entre otras-, por la CIA, la NED y otras afines. O la ilegal e inmoral detención del Presidente Chávez por parte de los golpistas, son esos “otros recursos integradores”, que van componiendo el puzzle final de una obra que acierta en datos, en composición de la imagen, en argumentos históricos.

Todos estos apuntes orgánicos, acompañados por la suma de ideas en cuanto a la realización y estructura de un guión, responden a la preguntas que la historia ha dejado para la reflexión y el análisis. También para el posicionamiento crítico ante la responsabilidad de los cineastas y los intelectuales sobre estos tópicos, que son necesario refundar.

Al principio del texto dejaba sin contestar otra cita que es propia del entorno del creador. Quizás lo más importante que debo de señalar sobre esta nota, es que el autor cinematográfico, ante la necesidad de “tomar partido” por los derroteros que la sociedad nos impone, se expresa y articula meridianamente en un tema que urge leer. Ante la reiteración cíclica de la historia, que siguen siendo construidas para desvirtuar la esencia humana de este planeta.

Este filme nos aporta parte referencial y de memoria inmediata, en tiempos donde la verdad anda descafeinada. Palacios se compromete abiertamente, ante hechos que fueron manipulados por los de siempre. Los grandes medios de comunicación, que responden a las Mega Empresas y las transnacionales de “las bambalinas”.

No estamos ante un hecho aislado e inédito. La historia de la humanidad ha recogido ejemplos de similares vestiduras y evoluciones que son esos antecedentes que no podemos olvidar. Este documento fílmico no es una obra más. Es una acertada contribución al ejercicio y al deber del arte documental para reconstruir la historia.

El mérito de este texto fílmico no es solo de valor histórico. La ética del cineasta forma parte de ese otro mensaje –no explicito-, que se “redacta” de manera colateral en una pieza que acerca a los que aún no conocen el entramado de un pasaje de la historia de Venezuela, muchas veces silenciada o tergiversada.

José Ángel Palacios Lascorz, nació en Caracas, el 8 de diciembre de 1966. Cineasta y director de fotografía venezolano. En su juventud fue Secretario de Comunicaciones de la Federación Nacional de Cineclubs en la Universidad Simón Bolívar, donde cursó estudios. Fue Miembro principal del Comité Directivo Regional del Estado Miranda de la UJR y de la Comisión Nacional de Propaganda. Viajó a Cuba, a la Escuela internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, para profundizar sus estudios de cinematografía, siempre con un trasfondo social.

Tomado de la web www.cinelatinoamericano.org

El filme: La CIA contra la Revolución Bolivariana, se presentará hoy jueves a las 19:00 en el espacio La cámara lúcida de Tele K. Contaremos en el estudio con la presencia de Pedro Barea, miembro de la Plataforma Bolivariana de Madrid.

Para los madrileños se emite por el canal 30 de la TDT, sintonizándolo por la frecuencia de 546000 khz. También se puede ver por la web www.vallecas.org.

Leer más

(VIDEO) Pescadores sin alas

¿Cuántos documentales habrá que hacer para que la humanidad conozca y entienda el genocidio que comete el estado israelí contra el pueblo palestino?

¿Cuántos libros y artículos habrá que seguir escribiendo, para que “sepamos” de una vez y por todas, la verdadera historia de un pueblo sumido en el dolor, la muerte, la tortura y la humillación sostenida?

Somos la solución de un gran problema. Somos el núcleo y los ejes de un mundo global del que tanto nos gusta hablar.

¿De qué nos vale el incuestionable logro de la comunicación planetaria acelerada por las herramientas del internet, si no somos capaces de ser consecuentes con las urgentes respuestas ante las claras atrocidades que persisten en el mundo?

No hemos sido capaces de contener y salvar a un pueblo que sufre, -en pleno siglo XXI-, la humillación de vivir en un gran campo de concentración. Debo decir a los “no enterados” de esta dilatada historia, que no quedan exonerados de la responsabilidad de hacer algo y mucho más, por la dignidad de los hombres, las mujeres, los niños y las niñas de Palestina.

Ya no pocos nos ven, como que no hemos hecho nada o lo suficiente para alcanzar la Paz, que significa el pleno y absoluto reconocimiento del estado Palestino y la vuelta a casa de los millones de hombres y mujeres de ciudadanos de ese gran país, que viven o mal viven en campos de refugiados.

Cuando visioné el filme “Puertas al mar”, una producción española del año 2011, me quedé con ese claro sabor en la boca. La contundencia y la versatilidad narrativa de este filme, parte de una historia local que tiene connotaciones no solo para sus pobladores. También para todo ese gran pueblo que sabe del dolor sufrido por las tropas de ocupación israelí.

Los realizadores de este filme, nos desvelan una particular historia que ha sido construida desde los clásicos ingredientes del género. La entrevista vital para el testimonio de cualquier documento fílmico. La música que sirve de clímax redentor y examen para transpolar las secuencias. La fotografía situacional concebida para enrolarnos en las partes fundamentales de esta verdad mutilada y en último lugar –sin dudas lo más importante-, los personajes: los pescadores de la Franja de Gaza.

Ellos son el punto de mira de los creadores de este contundente documental. Ellos son la raíz y el árbol de esta pieza cinematográfica, que abunda en anécdotas, narraciones vividas y experiencias “contadas” por los pescadores, con la complicidad de los creadores de esta pieza de cine.

“Puertas al mar” crece desde los derroteros periodísticos, para autentificar y visibilizar una realidad que se impone escribir en un género cinematográfico, nacido para seguir cabalgando en medio de tanta polución “artística y cultural”.

Los cineastas conciben la fotografía desde dos perspectivas “geográficas”, integradores y complementarias. La dinámica cotidiana del mar junto a  la artesanía de pescar, asiento de buena parte de las historias de esta puesta. Por la otra, la distribución y venta de sus escuálidas presas para la sobrevivencia de los pobladores. Amabas dos son ese juego de paralelismos ante la obvia conexión entre la labor de captura y su destino.

No estamos ante pescadores que desarrollan su faena de manera fluida y libre en pleno mar. “Compartimos” las restricciones, las humillaciones y los peligros de hombres que navegan por una cuerda floja.

La humillación de los soldados israelíes, -ejecutores de la política de su gobierno-, de limitar el espectro de pesca hasta tres millas, tiene un efecto negativo en el desarrollo y el bienestar de estos trabajadores de la mar. Los desmejorados pescados, son la cara visible y la huella de ese bloqueo que se aferra en limitar “los poderes naturales” de los pescadores.

Estas arbitrarias restricciones, sirven -tan solo- para doblegar el empeño de hacer del futuro de estos hombres un tiempo de decoros. Esta rotunda verdad está construida por el equipo de realización, partiendo del análisis de la cronología histórica de Palestina a partir de la ocupación israelí. Evoluciona resuelto con grafismos que apuntan a salvar el escollo del desconocimiento.

Pero lo más importante estriba en la suma de parlamentos integradores de esta puesta, que acopia en su desarrollo evidencias de un “fenómeno local” que tiene efectos y multiplicaciones similares en toda Palestina. Esta realidad de bloqueo se repite en otras esferas de la vida económica y social de los palestinos.

Recuerdo el filme, “El color de los olivos” de la realizadora mexicana Carolina Rivas que trata una historia de similares texturas, donde sus personajes eran campesinos que sufrían la arbitrariedad de la soldadesca israelí. Por sus “eventuales voluntades”, dejaban pasar al cabeza de familia al “otro lado del muro” para atender sus cultivos que muchas veces perdían, ante la imposibilidad de una atención sistemática.

Llamo la atención sobre los vastos parlamentos y escenas integrados en esta pieza cinematográfica. Lo “casual” es también lo cotidiano. Una contundente escena clarifica este concepto. El equipo fílmico se ve envuelto en una dinámica de confrontación con una patrullera israelí.

El fuego de metralla –que pone en peligro la vida de los pescadores- y los chorros de agua que apuntan a desestabilizar la ruta y la estabilidad de la embarcación, son parte del anecdotario acopiado para esta pieza fílmica y son –en resumen- testimonios-pruebas de una obra que redunda en apuntes de claros valores documentales.

El hecho de que los creadores sean testigos de esta agresión, a la parecen “estar acostumbrados” los palestinos, la incorporan como parte del clímax narrativo donde lo puntual es evidencia. Es importante señalar lo esencial de este capítulo en una obra cinematográfica de este perfil.

Desde una perspectiva teórica valdría la pena señalar, que esta acción registrada cinematográficamente gracias al “carácter temporal del medio”, donde el discurso fotográfico le caracteriza la instantaneidad, requerirá siempre de un espacio de representación “real”, de naturaleza escenográfica o humana, conocido en el “mundillo” de la teoría como “profílmico”, les exige a los documentalistas una “puesta en escena”.

Vale la observación pues el cine documental –salvo imprescindibles excepciones con vestiduras de ficción-, no son propias las “obras montadas para la ocasión”. La realidad no soporta imposiciones externas o artísticas donde se vulnere el principio de la ética y el rigor con la realidad.

Bill Nichols sentencia: “El documental, como otros discursos de lo real, conserva una responsabilidad residual de describir e interpretar el mundo de la experiencia colectiva, una responsabilidad que en modo alguno es una cuestión menor”

Los creativos de “Puertas al mar, “se apegan” a la auto-representación de otras realidades a través del documental, como parte de una herramienta para el conocimiento de las “periferias del mundo”. Van afianzando los techos de una obra cinematográfica explícitamente comprometida con esta causa que aún está por terminar.

El gran merito de este documental, es su declarada capacidad de hacer visible la persistencia de hechos deplorables en tiempos de una connotada obsesión por lo visual.

Somos parte de una generación que presume de “conocer” la historia pasada y presente desde el audiovisual. Esa conjugación de lo particular ante una historia compleja, le da riquezas y argumentos para engrosar la filmografía selecta y necesaria del cine documental español que aborda la brutalidad y el genocidio del estado israelí contra el pueblo palestino.

Sinopsis

 

20, 12, 6, 3 millas náuticas. Los pescadores palestinos de la Franja de Gaza ven como el área de faena se reduce cada vez más. Sus barcos van y vienen junto a la costa, pescan lo poco que encuentran en unas aguas altamente contaminadas. Se ganan la vida entre límites cambiantes que el ejército israelí impone con disparos. El mar, que siempre les dio de comer, ahora tiene puertas que no pueden cruzar.

Según lo establecido en 1994 en el marco de los Acuerdos de Oslo, por la Organización para la Liberación de Palestina e Israel, los pescadores palestinos están legalmente autorizados a adentrarse hasta 20 millas náuticas en las aguas frente a la franja de Gaza. Las autoridades militares israelíes redujeron esa área a 12 millas coincidiendo con la retirada unilateral de Israel de la Franja de Gaza en 2005. El bloqueo al que está sometida la franja desde la victoria en las elecciones de Hamas, en el 2006, redujo esta distancia a 6 millas. Desde la “Operación Plomo Fundido” en diciembre de 2008, el límite está fijado en 3 millas. Testigos locales e internacionales informan de que ese límite se impone con fuego real.

Entre diciembre de 2010 y enero de 2011 los ataques del ejército israelí en el mar de Gaza provocaron al menos 14 personas detenidas, entre ellas 2 niños, 2 barcos confiscados y daños en equipos.

Este documental es parte de un proyecto de rehabilitación de barcas, distribución de equipos y formación en Derechos Humanos desarrollado por UAWC y la Fundación APY en la Franja de Gaza. Un total de 886 familias de pescadores se beneficiaron de este proyecto, que contó con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID).

Dirección y realización: Nacho García, Inés Grocin, Anxela Iglesias, Carlos Sordo.
Cámaras: Mayadeen Media Group (Gaza), Nimrod Zin.
Montaje y Edición: Nimrod Zin
Música compuesta y arreglada por: JazzyFreak
Mezcla de sonido: Pepe González aka JazzyFreak
Formato: HDV, Color.
País de producción: Palestina, España, U.S.A.
Año: 2011
Duración: 23 min.

Este documental se presentará el próximo jueves 22 de marzo a las 7 de la tarde, en el programa “La cámara lúcida” de Tele K. La emisión se puede ver en www.vallecas.org o por el canal 30 de la TDT para Madrid.

Puertas al Mar from Puertas Al Mar on Vimeo.

Leer más

(Entrevista) Benito García en La cámara lúcida

Para la presentación de este filme del realizador italiano Flavio Signore, tuvimos como invitado en nuestro programa “La cámara lúcida” a Benito García Pedraza de la Plataforma NO A LA GUERRRA IMPERIALISTA.

www.noalaguerraimperialista-madrid.blogspot.com 

Leer más

(VIDEO) Flavio Signore: un corresponsal de la Paz

Recibí un mensaje de una amiga y fiel colaboradora de “La cámara lúcida”, alertándome del documental, 100 % Libia Libre. El “detalle” es que este filme aborda un tema que supera la geografía del programa. Nuestro espacio televisivo nació para promover el cine documental iberoamericano o producciones de otras geografías que “toman nota” sobre nuestro hemisferio, sobre nuestras realidades.

Sin embargo la llamada de esta estupenda compañera que tiene el buen ojo de sugerir filmes “urgentes”, me hizo obviar esta “camisa de fuerza” y buscar la copia que había pre gestionado para nuestra parrilla de programación.

El filme 100 % Libia Libre del realizador italiano Flavio Signore, entra dentro del espectro de temas urgentes. Nuestro proyecto televisivo no puede darse el lujo de cerrar los ojos a las prioridades de estos tiempos y accedimos gustosamente incluirlo con la mayor brevedad posible.

¿Qué razones me motivaron para obviar los principios fundacionales de “La Cámara lúcida”? ¿Cuáles son los ingredientes cinematográficos y de contenidos de este filme como para valorar su inmediata inclusión en nuestro programa?

Vivimos tiempos de guerra. Las “tropas de élites” comandadas por el Premio Nobel de la Paz” Barack Obama, y secundadas por la alianza militar de occidente -junto a los mercenarios de Oriente Medio-, forman ese “triángulo” oscuro, sombrío y lúgubre que da pasos acelerados para reordenar la geopolítica internacional.

La lucha acelerada por el control de los recursos energéticos de la región, hacen de esta furia belicista un asunto que la humanidad debe de tomar nota y partido. Somos “testigos” de la masacre y la impunidad de los “Gladiadores” del Siglo XXI. Permítanme decirlo también, somos responsables de esta ofensiva belicista, que a mí juicio no ha tenido –a nivel global- la enérgica respuesta de la Comunidad Internacional.

Permítame también precisar que para mí, ese término no está asociado a los dignatarios de Occidente que se reúnen para mandatar acciones hostiles en nombre de nosotros. La Comunidad Internacional es el pueblo que ha pronunciarse –de una vez y por toda-, contra esta escalada de guerra que debemos de “pararle los pies”.

Recuerdo los primeros síntomas previos a ofensiva militar contra el pueblo y el gobierno Libio. El predecible leguaje terminológico de la “Gran Prensa” y los mass media, avizoraba lo que ocurrió después. La intervención militar de la OTAN (Organización Terrorista Anti Natura) en territorio Libio.

Cumbres de jefes de estado. Resoluciones de la desprestigiada Naciones Unidas. Incursión de mercenarios venidos de varias naciones colindantes con las fronteras Libias y un sinfín de “síntomas” propios de la evolución de la historia pretérita. Hechos ocurridos en un pasado nada distante de nuestra memoria, estamos hablando del año 2011.

Ante estas “sabidas verdades”, ¿Qué aporta la obra de Flavio Signore? El cineasta parte de la estética del “road movie”. Su equipo toma carretera hacia varios destinos de Libia buscando –y esto es muy importante-, los testimonios ajenos a cualquier sospecha gubernamental. Algo que el documentalista podía haber realizado pues es su licencia creativa, es su responsabilidad y derecho ante la construcción de un Punto de Vista.

Su puesta audiovisual evoluciona, partiendo de la tesis de que la esencia discursiva ha de descansar en los testimonios de los civiles, que son las víctimas y parte fundamental de este “conflicto”.

Las cámaras que acompañan a Flavio Signore, toman rumbo hacia algunas ciudades que son los territorios esenciales de esta historia. Trípoli, Bengasi, Zawiya, Wazen. Son los destinos donde “toma” historias de vida, vivencias, alertas y manifestaciones ante la materialización de una intervención militar desproporcionada, inmoral e injustificada.

Cuando uno se “encuentra” con este texto audiovisual, nos ayuda a confirmar la urgente necesidad de “sacar de nuestro diccionario” la palabra GUERRA. Flavio Signore y su equipo de realización toman rumbo por la búsqueda de la verdad. No desde esa vapuleada objetividad que transita ajena al sentido común y la ética, que debe primar en tiempos de crisis de valores. Cuando hablo de ética, no solo me refiero a la que debe de distinguir a todos los hombres y mujeres de este mundo. Mi énfasis se apega más, para los que trabajamos en los medios de comunicación o con ellos.

Son varias, sustanciosas y suficientes las escenas que van dándole cuerpo a este filme. Un documental en el que prima la voz de hombres y mujeres dispuestos a legitimar su punto de vista ante la cámara. Voces que confluyen para hacer valer la paz y el sin sentido de actos belicista que tan solo mutilan o hieren la vida de hombres y mujeres. Sin dejar de nombrar el lógico efecto de exacerbar los odios. El odio de todos los ciudadanos que forman parte de esa convulsa región. Esa premeditada idea va convirtiendo a la zona –poco a poco-, en una “bomba de relojería”.

La cámara –con marcado acento periodístico-, hurga en los testimonios que rompen con el discurso de una “fauna mediática”. Unos medios que están dispuestos a seguir mintiendo y manipulando, para darle respuesta a los patrocinadores de siempre. Al final, depositan la ética periodística en el retrete.

No son pocos y sustanciosos las manifestaciones presentes en este filme a favor de Gadafi y su gobierno. Algunos confiesan que no eran del grupo de partidarios y con las bombas, reconvierten su rumbo a favor de su continuidad. Sin embargo –y hago un paréntesis sobre el filme-, hemos sido testigos de la impunidad con que fue asesinado el presidente de Libia, sin tan siquiera, recibir el más elemental derecho a ser juzgado ante los tribunales de su país.

La cámara absorbe acontecimientos y hechos que forman parte de la realidad que han sido ocultas. La tomas de heridos en los hospitales de Libia, víctimas de los “opositores” al gobierno de Gadafi son parte corpórea de este filme. Los heridos y mutilados son esa huella del intervencionismo militar. El realizador se apropia de estos hechos para conformar parte de un dibujo cinematográfico que ha sido obviado por los que pretenden construir una realidad fragmentada.

Otra singular secuencia, registra la gallardía y la entereza de personas de a pie, que se manifiestan –y estos es muy importante-, contra los medios de comunicación asentados en territorio Libio. Esa expresión popular denota dos apéndices fundamentales. La primera, el compromiso con la verdad. La segunda, el reconocimiento del pueblo del papel inmoral que no pocos medios de comunicación juegan el rol, -como ya había expresado en un principio-, de poblarnos de mentiras y tergiversaciones de la historia y los hechos.

No faltan en este recorrido cinematográfico, la participación de observadores internacionales que desarticulan esa tejida inoculación de las ONG y organizaciones internacionales de dudoso pronunciamiento, que secundan ese discurso oportunista, comprometido con la mentira para justificar la invasión, el genocidio, la matanza y –reitero-, la siembra de los odios.

En un tercer nivel dramatúrgico, Flavio se apropia de grabaciones “caseras”, tomadas con los móviles y cámaras fotográficas domésticas. En estas esenciales escenas, se expresa cinematográficamente el comportamiento de los “separatistas” y los mercenarios venidos de muchas partes. Son –en resumidas cuentas-, los verdaderos terroristas que han tenido el aval de esa otra comunidad internacional. La de los mandatarios de occidentes que visten sus mejores galas en Cumbres y Convenciones, bajo la mampara de una larga lista de medios que siguen inoculando mentiras bien pagadas. Son los que detentan el poder desde la violencia y la gradual inoculación del terror.

Este bloque de secuencias está acompañado de clarificadores testimonios de libios que fueron testigos de estas atrocidades, que cierran el círculo de información oportuna ante una obra de calado documental y periodístico. Este es el tipo de documental, que nunca llegará a surcar los límites de la gran pantalla. Quedará para hacer la ruta entre las organizaciones sociales, los grupos alternativos y progresistas. Se multiplicará de mano en mano, para hacer valer la verdad sobre la mentira.

La obra de Flavio Signore, entra dentro del espectro de documentales críticos, oportunos, necesarios, ante un edulcoramiento que se disfraza de otras vestiduras, ajenas a su naturaleza creativa, periodística y comprometida con los preceptos de sus iniciadores.

Calibrar el filme 100 % Libia Libre, significa, darle oportunidad a la verdad, a la lucha por la paz y al futuro de la humanidad sin armas y sin mentiras calculadas. La obra de este realizador italiano forma parte de la tradición de los Corresponsales de Guerra, aunque Signore en una breve entrevista que publicaré próximamente se define como un “Corresponsal de la Paz”.

Ficha técnica:

Duración: 30 min.

Formado: HDV

Versión original: árabe, español, inglés y otros idiomas.

Subtítulos disponibles en: español, inglés o italiano.

Dirección, imagen y montaje: Flavio Signore

Imagen adicional: Jordi Gonzales y varios

Postproducción: Yamila Fernández

Foto fija: Alex Zapico

Coordinación traducción y subtítulos: Olga Fajardo

Producción de campo y localización: Jamal Al Rishi, Leonor Massanet y Fact Find Mission

Sinopsis:

Libia Freedom Mia Mia es la historia de la Libia bajo las bombas de la OTAN y el ataque de los rebeldes, la guerra narrada desde el lado de la sociedad civil y los olvidados de este conflicto.

El retrato de Un país que lucha para sobrevivir y que ya no existe: la Libia de Gadafi y de su resistencia. Es también el intento de retratar el conflicto con los matices y contradicciones que le caracterizan, una encuesta periodística y rigurosa de los hechos que se dieron por ciertos al principio del conflicto sin  la posibilidad de contrastar las noticias y sus fuentes.

Protagonistas de este documental son los civiles, en cuantos a víctimas por todos los lados y en cuantos actores positivos capaces de encontrar la fuerza, bajo las bombas y los ataques de tierra, de resistir, solidarizar y Impulsar iniciativas de paz.

Encontramos unos grupos de escudos humanos que ofrecen sus cuerpos para parar los bombardeos de la OTAN Cerca de objetivos civiles.

Entre ellos voluntarios de todo el continente africano que rechazan las acusaciones de ser mercenarios. Refugiados y desplazados internos cuentan los horrores vividos, la huida desde los hogares y el peligroso desplazamiento en un país partido en dos por una guerra civil.

Los  sobrevivientes de las ciudades tomadas por los rebeldes y después liberadas  cuentan las atrocidades y presiones subidas. Vemos los hospitales, los escenarios de los bombardeos nocturnos en Tripoli, encontramos ONG y delegaciones extranjeras de solidaridad y por la paz.

El trabajo de los reporteros de guerra y sus medios, que en este conflicto han jugado un rol determinante para orientar la opinión pública mundial y respaldar la intervención militar.

Este filme se presentó en La cámara lúcida de Tele K el 9 de febrero, teniendo como invitado a Benito García, miembro de la plataforma, NO A LA GUERRA IMPERIALISTA. www.noalaguerraimperialista-madrid.blogspot.com

El realizador de este filme manifiesta su disposición a presentar su documental en todos los “escenarios posibles”. Los interesados pueden contactar con el documentalista a través del correo: flaviosignore@gmail.com

Leer más

(VIDEO) Volver a Palestina

No es posible imaginar el silencio sin la complicidad del futuro. Ese futuro que es una larga pausa -aún no consumada-, que viste con falda de entresijos y curvaturas en forma de rompecabezas sin final a la vista. Tampoco podría imaginar el presente sin avistar el pasado, ese pasado que persiste bajo los cimientos del silencio.

Un silencio mordaz, imprevisto, presente, que intuía temporal y finito. El final –que aún está por llegar-, forma parte de la ilusión, de la metáfora que sigue marcada por el silencio. Ese es el sabor de un futuro incierto, de un futuro insospechado y febril. Mientras discurre el tiempo yo me aferro a la ira, al dolor, a lo incierto tratando de darle cuerpo a mi vida con los vestigios de mi pasado, pretendiendo construir un motor de cambio y el deseo –sustentado en la razón y en los principios-, de volver a casa.

Esta escritura es la esencia del documental. Camino a Nahr Al Bared, del realizador español Sebastián Talavera. Retrata con acertada nitidez, el sinuoso escenario de los refugiados palestinos que viven en el Líbano. Un retrato multiplicado y presente, una suma de verdades y vidas congeladas tras infinitas puertas, que perduran bajo un largo tamiz que transita en compás de espera. En esta inmaterial verdad, el milagro está ausente, por lo menos en esta verdad que no puede desprenderse de la acidez del silencio: la fecha para un retorno.

Sebastián y su equipo de realización, transitan en escenarios de simbólicas dimensiones en el campo de refugiados de Nahr Al Bared en el Líbano, espacio que pervive bajo la patina de la ruina. Con la aparición de las ruinas aparece la perspectiva del tiempo. De un pasado que lo sigue siendo, que se actualiza en ese jugar con la memoria. Y que muestra un futuro que nunca fue y lo que trasciende a primera vista, es el escenario.

Esas ruinas generan nuevos espacios, nuevas historias que son realidades construidas bajo las coyunturas del presente. Fueron revolucionando diálogos, actualizando testimonios, enfatizando gestualidades no escuchadas o no vistas que el cine hace multiplicar y con el género documental se particulariza y se desdoblan todas las preguntas.

Si tomamos la metáfora inicial y la sometemos al paralelismo de las crónicas del activista irlandés Michael Birmingham, -publicada en rebelión.org en octubre de 2007 bajo el título: ¿Qué sucedió en Nahr Al Bared?, descubriremos similitudes esenciales en los contenidos de ambos textos.

“Algo terrible ha sido cometido contra los residentes de Nahr al Bared, y al pueblo libanés se le ocultan los detalles. Durante las últimas dos semanas, desde que el campo fue parcialmente reabierto a unos pocos de sus residentes, muchos de los que hemos estado allí nos sorprendimos ante la espantosa realidad. Más allá de la masiva destrucción de las casas después de tres meses de bombardeo, han quemado pieza tras pieza, casa tras casa. Fueron quemadas desde adentro. Entre las cenizas en el suelo, están las entrañas de lo que parecen haber sido neumáticos”.

Y continua expresando: “Por los muros corre hollín producido por lo que evidentemente de haber sido algún producto inflamable con el que fueron pulverizados. Habitaciones, casas, tiendas, garajes –todo son ruinas ennegrecidas-, a pesar de no haber sufrido daños por bombas o combates. Fueron quemados deliberadamente por gente que entró y les prendió fuego”.

El texto de Birmingham, traza una historia construida en su presente y que toma Sebastián como referente atemporal para desgranar otro presente, que exhibe una nueva realidad: las ruinas de Nahr al Bared. Pero no es la escenografía el eje de su trabajo, son los refugiados palestinos que construyen -en complicidad con el autor cinematográfico-, las partituras de historias que nacen desde las entrañas del silencio, de un presente que no se puede desprender de ese pasado abortando nuevas realidades.

La tónica del discurso cinematográfico parte de un encuadre fotográfico que cala con acertada agudeza los cimientos de esa realidad. Cuando hablo de cimientos no me refiero a las estructuras urbanas descascaradas, multiformes y ruinosas que son parte de la historia.

Los peldaños de su narración se revelan en una dimensión mayor. Discurre desde esa fotografía sinuosa, tranquila, expectante. Dispuesta a desnudar las esencias del dolor y el sin futuro que entraña esa perenne condición de refugiado.

El abanico generacional del trazo fotográfico, no deja al margen ninguna mirada esquiva, un abanico ajeno a cualquier homogeneidad confesional. Toma partes, trozos, sumas de personas y compone un diálogo que surca dos de los objetivos de esta obra audiovisual: romper el muro de silencio impuesto por las “bondades” de los grandes medios de comunicación y dar voz, a los que no la tienen.

En esa diversidad de narraciones, sacadas bajo un exquisito trabajo de preparación, se escucha la voz grupal e individual de palestinos que claman por el retorno a su nación. Voces, gestualidades, cuerpos y temperamentos que nada tienen que ver con esa burda mirada de terroristas islamistas o fanáticos del fundamentalismo machacado al uso,. Tan solo para desvelarnos otras fisonomías, otras bondades que son esencia y virtud de ese pueblo.

Sebastián es sobrio en cuanto al tempo para el testimonio. Con dosis que no satura, se aleja de ese vicio que aún persiste en buena parte del cine documental testimonial, donde el pensamiento y la historia forman parte de sus contenidos.

Pero la cámara de Camino a Nahr Al Bared, tiene un olfato peregrino. Es como ese observador que empieza a merodear desde afuera –después de andar por largos caminos-, y en las paradas se toma su tiempo, no irrumpe de manera abrupta. Tan solo vaga buscando desvelar verdades desprovistas de cualquier hojarasca, para llegar a donde toca, a las esencias. Esta afirmación está resuelta por la acertada pluralidad de planos y encuadres que usa para salvar el escollo de las confesiones.

Planos cerrados que afloran los sentimientos, el dolor y -porque no-, la verdad. O primeros planos que sintetizan el cúmulo de situaciones que se van generando ante una cámara que está presente y tan solo toma la evolución que nace desde el silencio para darle flujo a la palabra. Palabras de sustantivas oraciones, huellas reales de historias que nos han querido contar. Apelar al plano general, significa tomar la dimensionalidad del escenario, de ese escenario desmedido, antiguo –no por el tiempo-, si no por la fragilidad de sus marcas.

Sin alejarse de una estética narrada fotográficamente, esta obra documental tiene la honradez de aportar información desde la mirada de sus protagonistas, aportando otras arista sobre la realidad Palestina, sobre el estatus de refugiado perenne.

Por esa necesaria búsqueda del rigor estético, el realizador nos desvela auténticas fotografías de valor periodístico documental. Estas encierran la simbología de la precariedad, la iconográfica de la ausencia de todo valor material que es la parábola del vacío, de una realidad sin futuro.

La música es capital en cualquier obra de arte, en el cine es personaje cuando no es soporte de compañía, cuando no está tejido como un segundo plano. En esta pieza fílmica, es también la otra lectura donde lo dramatúrgico revela tonos y matices que son imprescindible escuchar. No participaremos ante el visionaje de esta obra audiovisual, con tonos y apuntes de melodías tele novelesca.

Sírvase en acoger la esencia de otra voz que está presente como una “gran dama de presumida palabras”. Son acordes denotados en arte mayor, timbres que traspolan la voz de los refugiados. Exhibe en trazos inminentes, alegorías musicales que no van soterradas por los parajes del silencio.

El trabajo de los compositores Jean Philippe Risse y Rodger Hughes, delata el pulso del dolor ante una ira acumulada. El flujo del desasosiego, el trazo amargo del debate al interior de Nahr Al Bared, está inserto reposando sonidos inquietantes. Son frases de lúdicas estrofas vertidas como páramos que dialogan en complicidad con los actores de este reino de paredes en ruinas.

Los autores musicales, no pretenden escenificar a los protagonistas de esta dura realidad. Tan solo parten del hecho de sopesar cada curso dramático, construido desde una triada de difícil curvatura.

Por una parte el equipo de realización, -en particular su director- que asume también la magia de la fotografía, emite imágenes que van desde lo periodístico hasta el más puro arte del retrato, del paisaje visceral que está ausente o de pasada en nuestra retina, de esa realidad que sabemos existe pero no logramos alcanzarla del todo.

En una segunda dimensión, están los actores de este reino, de un reino vestido de trampas. Una tercera pieza bien clarificada, es la añadido de argumentos que van floreciendo en el trayecto de esta obra documental. Argumentos en forma de palabras, pruebas materiales que son imágenes dibujadas por la lente y que la música le toma el pulso con esa dosis que hace perdurar en nuestra memoria como una “realidad vivida”.

Pero el tiempo transcurrido en el documental, cierra un concepto que sirve para afianzar los postulados de esta obra. Somos espectadores de una crónica hecha desde la luz y la sombra, esa luz y esa sombra que no solo nos da el entorno material que es el escenario. Participamos de esa luz y esa sombra que elige Sebastián Talavera, para acercarnos a sucesos que nos son distantes, logrando darle corporeidad ante nosotros.

En esta obra documental, hay algo que amerita un valor destacado como puesta fílmica. Sin bien el realizador es cuidadoso en no saturar al filme con los testimonios de los actores, dentro del encuadre de su puesta jerarquiza el valor sentimental y testimonial de niños y adolescentes que desde la individualidad y en colectivo, suman voces que legitiman el punto de de vista del filme. Esta evidencia audiovisual, parte del hecho de la autenticidad que tiene ante cualquier espectador los parlamentos que nos aportan estos singulares personajes.

Visitar la obra Camino a Nahr Al Bared, es adentrarse con meridiana claridad por la vida de un refugiado palestino, que afronta un dilatado estado de permanencia sin luz para un futuro, sin un camino para el retorno, sin un “volver a Palestina”.

Título: Camino a Nahr al Bared

Duración: 55’ /68’ / 75’

Año de producción: 2009

Sinopsis: Camino a Nahr Al Bared es una mirada a la situación de un campo de refugiados palestinos en Líbano a través de los testimonios de cinco refugiados de distintas edades. A su alrededor, un entorno desolador que encierra a los protagonistas y una escuela como epicentro e hilo conductor del relato.

Este documental se presentará en el espacio La cámara lúcida el próximo miércoles 16 de noviembre a las 6:45 de la tarde (HORA DE ESPAÑA) en Tele K de Madrid. El programa se podrá ver por www.vallecas.org Para esta cita contaremos con la presencia Noemí Artal, coordinadora de la Muestra de Cine Palestino en Madrid quién nos aportará las novedades de la Segunda Edición a realizarse del 25 de noviembre al 4 de diciembre próximos.

www.muestradecinepalestino.com

Leer más

(VIDEO) El fascismo en España: un asunto urgente.

Para las acabadas reflexiones sobre los más diversos capítulos de la historia y la sociedad, nos hemos de nutrir de las más disímiles fuentes. El estudio de cualquier tema –por muy poco sustancioso que parezca-, se ha de apertrechar de fuentes que aporten desde sus esencias creativas y de realización, un prisma de aristas para completar ese trazo de nulidad informativa o de idea preliminar en torno a tópicos que la sociedad van concibiendo. En este escenario sociológico los medios de comunicación juegan un rol determinante. Sin embargo no siempre es constructivo y enriquecedor.

Es muy “conocido” en España la barbarie cometida por las hordas franquistas como parte de triángulo histórico de la vieja Europa, en la que debemos de sumar a la Alemania de Hitler y a la Italia de Mussolini. Estos tres ejes fueron los principales responsables de la mayor guerra y sus atroces consecuencias en la historia de la humanidad.

La Segunda Guerra Mundial caló muy hondo en varias generaciones. Quedaron importantes documentos que son necesarios revisitar no solo para conocer de ese pasado. Es imprescindible precisar las claves de aquellos episodios, ante la amenaza –cada vez más creciente-, de una nueva ola de fascismo disfrazada de otras vestimentas. Sobre todo, para los lectores irregulares de la historia y la geopolítica, que se les hará difícil reconocer los diversos trazos de esta verdad mutilada.

Ante esta necesaria introducción cabe una pregunta. ¿Hay o ha habido fascismo en España tras la muerte del dictador Francisco Franco? La respuesta primaria sería No. El machacoso mensaje de que con el postfranquismo y la transición modélica se ha eliminado esa lacra sería la segunda argumentación. Cerrarían los más devotos del tema con una frase de subtitulaje: “Este es un estado de derecho”.

Obviamente no pretendo meterme en estos polémicos derroteros, lo cierto es que en los últimos tiempos esta idea se está descafeinando en cierto sector de la sociedad española. Los jóvenes expresan inquietud y preguntas que se hacen más visibles, ante una crisis económica y social que exacerba todas las posiciones críticas que estaban dormidas o anuladas. Quizás el ejemplo más evidente es el Movimiento del 15M.

Sin embargo bajo ese prisma de las “múltiples fuentes”, si uno se adentra en la lectura de libros como: “Rebeldes y reaccionarios. Intelectuales, fascismo y derecha radical en Europa”, editado por Ferran Gallego y Francisco Morente de la Editorial  “El viejo topo”. O el título: “La huella de la bota. De los nazis del franquismo a la nueva ultraderecha”, escrito por Joan Cantarero, publicado por la Editorial “Temas de hoy”, nos percatamos que es “otro fascismo” el que subyace en la sociedad española de los últimos treinta años.

Entonces cabe la búsqueda de otros recursos artísticos para configurar ese espectro de causas, cronologías, evoluciones históricas y sociales, ante un fenómeno degradante que la sociedad debe de conocer y rechazar en todas sus manifestaciones, por muy insignificantes que parezcan.

Cuando visioné el filme documental: “Ojos que no ven. Víctimas del fascismo desde la transición” (2011), del cineasta español Luis Moles, comprendí que estábamos ante un tema de calado social muy hondo. Ante ciertos oídos sordos y estrategias tergiversadoras de las causas, esencias y ramificaciones de un proceso que no ha dejado de estar en la España del Siglo XXI, se impone una lectura serena del filme.

La obra de este autor cinematográfico parte de una herramienta “propia” del cine documental: la entrevista. Este recurso en el filme no es solo un medio para desvelar testimonios y vivencias de víctimas, amigos y personas vinculadas al mapa evolutivo del fascismo “Hoy”.

Esta idea -de una sucesiva y reciclada presencia del dialogo interpersonal dentro del filme-, responde a la necesidad de visibilizar un tema oculto o diluido en medio de una abrumadora suma de medios de comunicación que pactan con el silencio tergiversador. Son “entes comunicativos” que no indagan a priori, que no revelan los apéndices de esta realidad, que no investigan a profundidad los cimientos y evoluciones que caracterizan los resortes de esta peligrosa tendencia social.

El trazo narrativo construido por el realizador, parte de singularizar los tópicos fundamentales que caracterizan a esta huella subterránea. Convoca a un amplio espectro de personas-tipos, para dibujar todo un mapa de historias que han de ser conocidas.

En este trazo de testimonios, participan inmigrantes, organizaciones de izquierda, transexuales, empresarios del arte y la cultura, Organizaciones No Gubernamentales vinculadas al tema, familiares de las víctimas del fascismos, o estudiosos de esta verdad inoculada, así como otros claves testimoniantes que han realizado procesos de investigación que en muchos de los casos han quedado truncados o minimizados.

Este amplio espectro de “personas tipos”, contribuyen de manera muy clara en la conformación intelectual de las características y tendencias de este proceso vigente. La manera que en el realizador narra el filme parte de una línea de retrospectiva, buscando no dejar fuera ninguna de las esencias que imperan en este nefasto proceso de acciones violentas.

Ahora bien, no debemos obviar un asunto que Luis Moles y su equipo de creación nos “han hecho ver” y que para ciertos “lectores fílmicos” podría ser “temas para la sorpresa”.

En ese proceso de búsqueda de la verdad en la que se ha de pactar con los rigores de la historia, es recurrente la participación de funcionarios del estado (policías, guardias civiles, miembros del ejército) en acciones claramente fascistas. ¿Estamos ante hechos casuales? La respuesta no está dada en el filme. Desde mi punto de vista, este asunto requiere de otro filme de investigación para descifrar esta otra historia oculta y tardía.

El filme parte de la idea de indagar en este apéndice muy relevante donde aflora la impunidad. La evidente falta de voluntad de los que administran justicia para encauzar y juzgar a los responsables de estos actos vandálicos, se resume en “pactos sellados”, que se diluyen en el camino. Notorios son cada uno de los ejemplos.

La manera en que los entrevistados “dibujan” sus historias vividas, nos hacen trasladar a esos hechos en todas sus fases. Desde los actos violentos claramente fascistas, hasta el “proceso de investigación judicial” que se escurre en condenas simbólicas, a pesar de la gravedad de los hechos cometidos.

Moles ha preferido estructurar su documental en partes temáticos. Su manera de construir el filme contribuye a poner en primer plano, las partes en un todo. Esos “monólogos” ante la cámara permiten hilvanar toda esa gama de preguntas tocadas en el tiempo de cine.

Ante una obra de este calibre, debemos empezar a tomar partido ante hechos que no pueden ser tolerados por la sociedad. Esta clara intencionalidad del autor cinematográfico, se expresa de manera transparente, en ese concepto del “punto de vista”. La selección de los entrevistados, la estructura por subtemas y los titulares que le antecedente, son parte de ese discurso traído para el debate y la oportuna reflexión colectiva. Sin dudas este es un acierto notable en el filme, que logrará sensibilizar a todos los que vea el documental, ante la fortaleza de los testimonios.

No cabe dudas que el documental: Ojos que no ven…, es el resultado de un acto de creación “guerrillero”. Un proceso de realización compartido, donde el punto de mira de todos participa en la materialización de esta obra. Su naturaleza cinematográfica está enfocada en jerarquizar la idea, a legitimar -ante la sociedad- el tema “tomado por todos”. Cuando hago uso de esta metáfora, me refiero al proceso creativo como voluntad de muchos para visibilizar un todo. Este fantástico género audiovisual nació ante la necesidad de “decir cosas con arte sobre la realidad”, eso es muy importante.

El arte cinematográfico debe activar el pensamiento y la reflexión colectiva. Esta obra de notables valores cinematográficos y periodísticos, la convierten en visita obligada para “tocar” la necesaria sociabilización de un hecho que lacera la dignidad humana.

Luis Moles, quién se mueve entre el cine documental y el teatro, ostenta un currículum a destacar. Como documentalista ha realizado y producido los filmes: “Asomarse a la Cornisa” (2005), “Tri-Ci-Dad” (2006), “1979-2009, 30 Años por la Escuela Pública” (2009). Como productor ejecutivo participó en el corto: “Ellos tienen que jugar” dirigido por Nancho Novo y seleccionado para la sección oficial de la Seminci de Valladolid.

En el teatro, 2008 a 2010, fue productor asociado en “Sobre Flores y Cerdos, más Nancho que largo” producido por Iria Producciones con el actor Nancho Novo. De 2010 a 2012, responsable de audiovisuales, prensa y marketing de “El Cavernícola” de Rob Becker, producido por Iria Producciones, Theater Mogul e interpretada por Nancho Novo y de la obra de “Sombra de perro” escrita y dirigida por Nancho Novo, producido por Iria Producciones y Smedia Producida e interpretada por José Coronado, Sonia Castelo, Camilo Rodríguez, Natalia Moreno y Felix Cubero.

Se suma a su currículum, la producción, responsable de audiovisuales, prensa y marketing de “Animales” de Ricky Gervais, producido por Iria Producciones, Theater Mogul y Smedia Producciones e interpretada por Juanra Bonet, así como la obra, “El Cavernícola” de Rob Becker, producido por Iria Producciones, Theater Mogul e interpretada por Josep Julien.

Sinopsis

Ojos que no ven… Víctimas del fascismo desde la transición”, es un documental Creative Commons que, mediante entrevistas a víctimas de la ultraderecha española desde noviembre de 1975 hasta hoy, trata de sacar a la luz esta violencia. Las agresiones fascistas (que incluyen cerca de un centenar de asesinatos) están dirigidas contra gentes de izquierdas, inmigrantes, indigentes, homosexuales, transexuales, independentistas, jóvenes, etc. Las víctimas son las protagonistas y sus discursos son la tesis del documental. Desde la memoria y la elaboración colectiva de la historia será la única forma de reparar las injusticias cometidas en el pasado, y de evitar que se continúen cometiendo.

Ficha técnica

Título: Ojos que no ven. Víctimas del fascismo desde la transición

Duración: 55 min

V.O: castellano y catalán (subtítulos inglés, francés, catalán, galego, euskara) Año: 2011

Copyleft: Creative Commons

Realización: Hecho a mano producciones

Producción: Iria Producciones SL

Guión: Gonzalo Wilhelmi y Luis Moles

Edición y postproducción: el taller Esperanza

Para la presentación del documental contaremos con la presencia del realizador en nuestro plató. El filme está programado para el próximo jueves 26 de enero a las 19:00 de la tarde (HORA DE ESPAÑA) en Tele K de Madrid. Para los madrileños, se emite por el canal 30 de la TDT, sintonizándolo por la frecuencia de 546000 khz. También se puede ver por www.vallecas.org

www.ojosquenoven.org  

Leer más
Page 1 of 41234»