Para Maribel Permuy
A esta nueva cita fueron más. En la Calle Serrano número 75 de Madrid, sede de la Embajada de los Estados Unidos en España, se aglutinaron nuevas y más voces para exigir justicia por el vil asesinato del cámara español José Couso.
La acera de enfrente de esta inmunda sede diplomática, no era suficiente para acoger a los que exigen una definitiva justicia. Las voces de hombres y mujeres venidos de todas partes se hicieron notar con palabras, con frases llenas y con canciones.
El silencio no fue el discurso de esta tarde de dignidad, amor a sus hijos y recobrada memoria. En este país donde aún aguardan en cunetas y fosas comunes para ser enterrados dignamente, miles de gloriosos españoles asesinados por las tropas fascistas del dictador Francisco Franco, también se quiere anular la historia reciente.
Los lacayos e indignos gobernantes del Estado Español hacen oídos sordos para “no poner de mal humor” a su amo imperialista. Una potencia que agoniza pues su único “discurso” es de la guerra. El de la ocupación militar, el del intervencionismo. Se resisten a entregar a los responsables de la muerte de José Couso para que se haga justicia. Un joven al que se la truncado la vida y sin embargo, hoy está más vivo que nunca.
Maribel Permuy, madre de José Couso les puso nombre a los responsables de este cobarde asesinato. Thomas Gibson, Philip de Camp y Philip Wolford, asesinos profesionales del ejército de los Estados Unidos son los responsables directos de esta injusta muerte. Ante la moral, la justicia y la historia, una madre no ha de callar por la muerte de su hijo y todos los hijos de este mundo que caen bajo la furia de una bala o de cientos de ellas, que aniquilan la vida, la palabra y el tiempo.
Levanto la voz en nombre de su familia, en nombre de todos lo allí presentes y puso bien en alto, la dignidad, la entereza y la gallardía de todas las mujeres que -como ella-, se enfrentan sin miedo a la fuerza de un imperio y a los cobardes que le secundan.
Y se ha de hablar también de cobardía, de miedos y de corazas. Esta tarde se redobló la presencia de las Unidades de Intervención Policial ante la sede de la ensangrentada embajada yanqui. Furgonetas y policías alineados en la otra acera, estaban expectantes ante el clamor y legítimo discursos de todas voces allí convocadas. Tal parece que el miedo cómplice ante la fuerza de la palabra hizo que duplicaran el cordón policial, en tiempos donde la indignación se agiganta y las voces de los anulados se hacen notar como una marea de olas indomable, que van haciendo grietas en los acantilados del miedo.
La cultura estuvo presente en este acto de reafirmación y entereza. Las voces de Amaral, Samba da Rua y Vetusta Moral hicieron lo suyo para estar en el lugar que les corresponde. El compromiso de los intelectuales y los artistas por causas que trascienden todas las ideologías se hizo notar en esta cita que ha de ser de todos los que aman la paz, la justicia y el decoro de los hombres y mujeres de esta tierra Mediterránea. No solo regalaron canciones, también apuntaron con sustantivas verdades a los responsables de un asesinato, que se empeñan en engavetar para esconderla en los anaqueles del olvido.
Este acto terminó con las voces de todos. Con palabras encendidas y esbeltas para seguir exigiendo la justicia sin descanso. Era un espacio de dos escenarios. Los de acá, los de la dignidad, los defensores de la justicia. Los amantes de la paz y el calor sublime de la cultura. En el otro lado, los viles asesinos apertrechados en una embajada de murallas, puertas enrejadas y cámaras vigilantes que de seguro hicieron fotos, ante el miedo de una creciente furia que no se amilana.
Una batucada hizo estremecer las paredes de la Calle Serrano. Un repiqueteo de tambores cerró el final de este acto para mellar las grietas de unos muros ensangrentados en suelo español. En este grito de todos se dijo también ¡José Couso crimen de guerra!
*Editor del blog: www.cinereverso.org
Revolución. Tema de Amaral interpretado en este acto.
