Resistir. Por: Octavio Fraga Guerra*

Obra del pintor cubano Agustín Bejarano

Obra del pintor cubano Agustín Bejarano

Para mi padre

Aunque las corrientes de mares desnudos de montañas se tornen adversas. La metralla redoble surcos y agriete paredes plomizas. La furia de un bastón enfurecido nos reviente los cantos y los poemas. Nos destruya los brazos y contamine la jungla enardecida de nuestras calles, nos toca resistir.

Cuando la llevamos con celo en nuestro equipaje por la vida significa que la dignidad nos importa. Que el miedo nos parece un verso velado y gris. Un verso que hemos de hacer un pequeño y anónimo pañuelo. Un pañuelo insulso, desencajado y sin norte.

Nos asiste el impostergable deber de encarar los tiempos del silencio y la soledad tardía con todas nuestras voces y nuestra mirada abierta. Las campanas embrutecidas y ruinosas no han de ensordecer nuestros sueños, pues sus repiqueteos solo buscan torcer las rutas de nuestros pies descalzos.

La naturaleza humana es ese limpio espejo de luz y no el vasto cerco de neblinas amuralladas. Es ese cerco que persiste escurridizo y adoquinado. Agazapado y cautivo. Como queriendo destruir los ventanales de la aurora para que no veamos la paz y el brazo arado.

La firmeza nos hace crecer. Nos ilumina el agreste trazo que aún nos queda por andar en esta vida que llora, en esta casa que duele. Porque están ausentes todas las meridianas palabras de sustantivos acentos, que deberíamos sembrar en un árbol de largos brazos y raíces profundas.

Resistir no es una epopeya, ni una victoria conquistar. Es la forja que debemos de tallar para florecer los nardos de la vida y destruir las grutas del paso adverso.

Nos toca caminar con los pies hambrientos, en medio de los acantilados del silencio y la soledad tardía. Nos urge ver la tristeza del que no conoce el pan y la letra entera. Nos toca doblar la espalda ante el atropellar de los denigrados de este mundo ruinoso y mezquino. En esta casa se hablará de libertad cuando ellos también sepan cultivar los sueños.

Cuando has aprendido a resistir te toca avanzar. Empieza la forja de esa otra obra que nunca tiene fin. Como ese libro interminable que los escribas van tejiendo con grafito, sacado de las gotas de rocío y las plumas de aves silvestres abandonadas al vuelo.

En esas páginas no ha de faltar el canto de un coro de niños reunidos. O las barcas de velas teñidas de sal, para cabalgar por los horizontes de mares urgentes. Un faro de luz y un piano de cola tendrán presencia en estas páginas cubiertas por solapas de hojas secas.

La soledad solo se destierra con la rítmica estrofa de un adagio por la vida. Una carta de amor, un poema inconcluso. Una metáfora ardiente y ventanal carcomido por el salitre. Todo ellos han de ser personajes de estos folios atornillados y altivos.

Poblar páginas en blanco significa darle sentido al futuro, a las rutas y al tiempo. Esta escritura es también para tus abrazos, para tus acentos y tu vida toda. En ella faltas tú, me lo han dicho los escribas de árbol.

*Editor del blog www.cinereverso.org

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