Ni tantito así… (Nota editorial)

El Che y FidelQuizás nunca antes hemos necesitado tanto al Che a nuestro lado, para con su voz despertar a quienes se hacen falsas ilusiones con cantos de sirena

Tal vez entre los mayores homenajes que se le rinden al comandante Ernesto Guevara de la Serna desde su caída en combate está la permanente convicción de lo más avanzado del pueblo cubano, expresada hace 47 años por Fidel, de que la vida y el ejemplo del Guerrillero Heroico representan el más alto paradigma ético en que debe inspirarse la formación de cada nueva generación de patriotas. Por eso, en toda ocasión significativa para los niños que integran la Organización de Pioneros José Martí, ellos manifiestan la aspiración de ser como el Che.

No todos los que repitieron ese inmenso compromiso han sabido honrarlo con sus actos. Pero otros muchos han llevado sobre sí el decoro de sobrepujar con dignidad las durísimas pruebas de estos años difíciles, pese a la acrecentada hostilidad imperial, y asegurar la defensa y continuidad de la obra, que nos consagra como nación independiente y soberana, justa y solidaria. Y es gracias a estos hombres y mujeres de todas las generaciones e identificados con la dirección histórica que afortunadamente nos ha conducido hasta hoy, que la Revolución Cubana, la de Martí y Fidel, sigue siendo esperanza y ejemplo de resistencia, y del batallar por el bienestar y la felicidad para las grandes mayorías.

Ello no podría ser resultado de la descuidada espontaneidad que en la vida social conduce a las conductas viciosas y deleznables. El fruto precioso y la virtud ciudadana se cultivan con ciencia y conciencia, con sacrificio y amor. A propósito, volvamos al inapreciable legado ideológico del Che: “Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad […] En esas condiciones, hay que tener una gran dosis de sentido de justicia y de la verdad para no caer en extremos dogmáticos, en escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas. Todos los días hay que luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos que sirvan de ejemplo, de movilización”.

La profunda crisis económica en que nos sumió la debacle del socialismo europeo, con inevitables réplicas en lo político y social, golpeó muy fuerte en nuestra colectividad e individualidades humanas. Pero continuó fraguando héroes como nuestros Cinco combatientes antiterroristas y decenas de miles de nuevos internacionalistas, que nos enorgullecen con su conducta solidaria en más de un centenar de países y aportan el mayor ingreso en divisas al país. Aunque no pocos intentaron un escape en retroceso, al asumir un feroz individualismo, abrir oídos a cantos de sirena, expandir comportamientos marginales y, desde diferentes estratos de la sociedad, convertir en vergonzosos modos de vida la indisciplina, la vagancia, el irrespeto, la irresponsabilidad, la agresividad, la vulgaridad, la desfachatez, el delito, la corrupción y la tolerancia cómplice, entre otras lamentables y peligrosas desviaciones en el ideario y la práctica social y personal de muchos en nuestro entorno.

La gravedad del problema fue crudamente denunciada por Raúl ante la Asamblea Nacional en julio del pasado año. Y con la misma energía convocó a todo el entramado institucional y al pueblo a librar esta nueva batalla, no con campañas transitorias, sino con una honda concientización y articulación de un accionar concertado, coherente, sistemático, sostenido y eficaz.

Tales actitudes negativas, que en el desempeño de funciones públicas se asocian además al indolente burocratismo, la injustificable pasividad, la tolerancia de lo mal hecho y la corruptela, pudieran, en sus efectos, emparentarse con los pérfidos propósitos del enemigo, empeñado en subvertir desde dentro el orden revolucionario, liquidar la opción socialista y regresarnos al pasado de sometimiento, injusticia y miseria sin esperanzas de futuro.

El mejor antídoto para esos antagónicos designios es fortalecer nuestra unidad, integrar diversidades, solidificar alianzas sin exclusiones ni discriminación, en la lucha desde las bases laborales –estatales o no-, estudiantiles y comunitarias, por modificar conductas, sumar, lograr una gestión eficiente y exitosa. Quizás nunca antes hemos necesitado tanto al Che a nuestro lado, para con su voz recordarles a quienes se hacen falsas ilusiones con cantos de sirena “Que no se puede confiar en el imperialismo, pero ni tantito así, nada”.

Texto tomado de la publicación: http://www.bohemia.cu

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