Marta Díaz: “Muchas maneras de mirar nuestra realidad” (II parte y final). Por: Octavio Fraga Guerra*

 

Marta Díaz, decana de la Facultad de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes de Cuba

Marta Díaz, decana de la Facultad de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes de Cuba

Los vínculos de la FAMCA con las facultades de la Universidad de las Artes y con las productoras afines al sentido social de esta casa de estudios, está entre los temas con los que reiniciamos nuestra entrevista con Marta Díaz, decana de la facultad de audiovisuales de Cuba. ¿Qué inquieta a estos jóvenes creadores? Es de las interrogantes resueltas en nuestro diálogo, haciendo un aparte sobre las singularidades de los profesores y alumnos. Para el cierre de esta entrega, la decana nos aporta un pronóstico, a tomar en cuenta, sobre el audiovisual cubano a corto plazo.

¿Existe una relación orgánica, natural, entre los estudiantes de audiovisuales y los de las facultades que conforman la Universidad de las Artes? ¿Qué frutos cosecha esa experiencia?

Natural sí, pero no la que debería de existir. El hecho de que la FAMCA esté a siete u ocho kilómetros del ISA tiene sus ventajas, aunque creo que son más las desventajas. Una de ellas es que pierden ese “ecosistema” artístico creativo que puede estar existiendo allí todo el tiempo ¿Quiénes lo aprovechan más? Los que viven en la residencia estudiantil (el 40 porciento el curso regular diurno en la FAMCA). La convivencia con alumnos de danza, música, teatro, propicia relaciones de amistad, profesionales, y otros acercamientos e intimidades que muchas veces los llevan a hacer proyectos conjuntos.

Este curso, por ejemplo, desde que empezó el semestre, publicamos las asignaturas optativas de la Facultad de Artes Visuales para que los muchachos puedan elegir algunas. ¿Por qué no se impulsan proyectos de graduación en los cuales haya estudiantes de varias facultades? Esa es una idea que he defendido en el ISA. Detrás de esa carencia hay una razón económica, pero sobre todo de integración, imprescindible en la creación artística, mucho más en el audiovisual, cuyas fronteras son cada vez más porosas.

Pensemos en una tesis de la FAMCA ¿Por qué los estudiantes tienen que utilizar música de archivo si en el ISA se instruyen jóvenes como compositores e instrumentistas? ¿Por qué tienen que buscar a un actor y pagarle un dinero que no tienen si allí se forman actores y actrices, muchas veces buenísimos? ¿Por qué tienen que buscar a un diseñador escenográfico o de arte, si allí se preparan jóvenes en esas especialidades?

Un proyecto de tesis de la FAMCA, pudiera ser un proyecto en el que de una manera muy orgánica y natural podrían estar implicadas varias facultades, varios estudiantes. Pero eso tenemos de tejerlo desde el diseño curricular y borrar las fronteras, los límites que todavía están en los papeles, y también en las cabezas.

¿Cuáles son los temas y denotadas preocupaciones más recurrentes en sus trabajos de curso?

Los estudiantes miran todo el tiempo hacia su entorno, su realidad. El período de la vida que están viviendo los lleva a plantearse muchas veces: dónde estoy y hacia dónde voy, cuáles son mis proyecciones futuras, qué expectativas tengo, cuáles aspiraciones puedo tener hoy y qué posibilidades de realización como profesional y persona tengo para el futuro.

Entre los temas más recurrentes está la sexualidad, que por momentos pareciera tomar un carácter de moda; la diversidad (no solo sexual) y la actitud de la sociedad frente a ese asunto; la prostitución en todas sus variantes.

Otros son la cuestión racial, la emigración, las posibilidades de realizarse en alguna esfera específica y las limitaciones que encuentran en su entorno. También, la comunicación en la familia, que está presente de muchas maneras en todos los cortos. Es un espectro temático muy amplio. No te podría decir que hay un único tema, todos giran alrededor del período de la vida en que están viviendo.

¿A qué joven no le preocupa su futuro, su realización? La problemática de la droga también sale en sus trabajos, el alcoholismo. Desde hace unos años observamos la presencia de un enfoque de género, que no se veía antes. Obviamente, tiene que ver con las asignaturas que reciben, con pertenencias a grupos o talleres en los que han participado y que abordan esta problemática.

Cuando la incorporamos como asignatura obligatoria vinieron estudiantes a protestar, y nuestra respuesta fue radical: un realizador debe asumir responsabilidades con lo que hace, trasmitir valores, enseñar. Por tanto, les toca. El plan de estudios no es a la carta.

En un acto de presentación de la Maestría de Realización Audiovisual usted expresó: “… en el centro mismo de la reafirmación de la identidad nacional de nuestros países y frente a la cada vez más agresiva y al mismo tiempo sofisticada influencia de los medios, demanda por tanto de los espacios de formación una reactualización constante de sus saberes”. ¿Cuáles son las líneas prácticas de estas medulares ideas en la facultad?

Nosotros hemos sido pioneros en muchos temas alrededor del audiovisual y vamos atrasados en ese escenario. El camino no es, “no veas esto, no veas aquello”. Tienen que ver de todo porque mientras más lo prohíbas más lo van a ver. Yo creo que nuestra función, muy modesta, es enseñarles, mostrarles, lo que puede tener de valioso cada obra audiovisual.

Los estudiantes tienen absoluta libertad para escoger los temas que tratan en sus trabajos. Aquí lo que se les enseña es a ser responsables, a tener conciencia de lo que tienen en sus manos. Y eso es parte de mi asignatura Teoría de la Comunicación.

Esa conciencia de quiénes son, del camino escogido profesionalmente y del poder tan grande que tienen en sus manos, están entre los enfoques que la escuela debe enseñarles desde el primer día de clases. También, los sentimientos y mensajes que quieren trasmitir, cómo llegar a los demás. Nuestra identidad, el amor al país, a su gente, a su cultura.

Respetamos la honestidad y la firmeza sobre lo que ellos piensan. Eso no significa que estemos de acuerdo. Hemos tenido discusiones muy fuertes en tesis y ejercicios docentes, con planteamientos que subyacen en el primer discurso de la puesta en pantalla. Más allá de la estética de la obra, estamos hablando de los valores, de la ética, de los principios. ¿Qué es lo que están queriendo decir?

Alentamos los trabajos por encargo. Expresiones como: “esta es mi obra”, “esto es lo que yo quiero decir”, olvidando la comunicación con el público y la huella que van a dejar, se aparta de nuestras estrategias formativas.

Es función de los maestros llegar al fondo de esas discusiones, aunque después el estudiante diga: “sí, pero eso es lo que yo quiero decir”. Perfecto. Pero que no sea por ingenuidad o ignorancia, o por la ausencia de un ejercicio del debate.

¿Existen relaciones de trabajo entre la FAMCA y las productoras del cine y la televisión cubana?

Existen. No hay otra manera de suplir nuestras grandes carencias materiales. Hace tres años logramos introducir en el Canal Educativo una asignatura que posibilita a los estudiantes estar una semana, dos fines de semana, según lo que este programe de acuerdo a la disponibilidad de los estudios de grabación. Los de cuarto año han practicado allí todos los perfiles: swticher, fotografía, iluminación y sonido en estudio, con mucha disposición y apoyo de parte de la alta dirección del ICRT. Sin embargo, las dificultades reales que tiene nuestra televisión hacen difícil esta experiencia, a la que no renunciamos y aspiramos que crezca.

Sin embargo, esos vínculos con las productoras deben de ser más naturales, menos traumáticos y desgastantes, para poder concretar acciones formativas en esos espacios.

Los estudiantes no solo tropiezan contra las propias limitaciones materiales que tienen esas instituciones, sino también con los prejuicios que prevalecen contra ellos. Hay una discusión generacional que debemos vencer, un diferendo, y no me ciego con mis alumnos. Algunos de ellos llegan a estos espacios creyendo que saben mucho, que tienen la última palabra.

Tenemos un profesor de dirección de cine que dice: ‘ningún graduado de la FAMCA iría a trabajar conmigo como director, tendría que ganárselo. Todos entrarían como asistentes’. Y yo le respondo: ‘estoy de acuerdo, pero tienes que darle la posibilidad de ser asistente de dirección. No puede ocurrir cuando lleve 10 años de graduado. O como ha pasado en algunos casos en el ICRT, donde les exigen un curso de habilitación durante tres meses’. Son asuntos que debemos de limar, que están en el ámbito de las ideas.

El sueño sería que la Facultad tuviera un estudio de televisión, tras 28 años de existencia de la escuela. No entiendo que no lo tenga, igual que carece de un estudio de radio y de sonido. Hay otras facultades en Cuba que no se dedican a formar realizadores audiovisuales y los tienen. Realmente hay una deuda en ese sentido. No pretendemos contar con un estudio de última generación.

Marta Díaz, decana de la Facultad de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes de Cuba

Marta Díaz, decana de la Facultad de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes de Cuba

¿Podría hacer un dibujo humano y académico del claustro de profesores que componen la FAMCA?

Es un grupo muy heterogéneo, conformado por artistas activos en los medios, en su inmensa mayoría. Muchos de ellos llevan años en la Facultad, con un compromiso en la formación de realizadores, sin el merecido reconocimiento. A veces el salario mensual, el maestro se lo gana en un día en cualquier otra actividad dentro de su profesión. Sin embargo, aprendiendo a enseñar se han hecho mejores artistas y también mejores personas.

Está claro que no están aquí por un salario, sino que tienen una vocación, un compromiso. Predomina una relación con sus alumnos que trasciende por el reconocimiento de sus cualidades como artistas. Cuando el maestro no es respetado profesionalmente y visto como un paradigma, se hace difícil ejercer influencias.

¿Una vez que un estudiante termina un material, cuál es la ruta que sigue su obra en términos de comunicación? ¿Qué rol juega la Facultad en este importante capítulo de los jóvenes creadores?

Además del Festival Imago, estamos pidiéndole al ICAIC un cine de la calle 23 para poner esa retrospectiva de premios de varias ediciones del evento. Por otra parte, hemos logrado en los últimos años que el ICRT incorpore a la parrilla de programación, algunos de los materiales de los muchachos.

Cada vez, son más los graduados de FAMCA que tienen programas en la televisión. O que, aunque no son directores, participan en equipos de realización. Juan Carlos Travieso, Maysel Bello, Boris Luis, Frank Lage y Magda González Grau, entre otros, han incluido en sus proyectos trabajos de la Facultad.

La adaptación de una obra de literatura es un ejercicio de cuarto año que el ICRT también apoya. A veces me parece que tienen criterios muy rígidos, pero los respeto. Son los criterios de la televisión cubana.

El año pasado hubo una tesis muy buena, Wagner y los cabrones, dirigida por Leonardo Blanco y basada en un cuento. El autor asistió a la defensa de la tesis y le dijo al estudiante: ‘tu obra es espectacular, infinitamente mejor que mi cuento’. La televisión la trasmitió dos veces en la programación de verano, pero le quitaron la palabra cabrones, y le pusieron Wagner y los malditos. Entendían que ese término era muy fuerte. Entonces, frente a las habituales películas de los sábados y sus obscenos lenguajes, esto es una paradoja. Por supuesto, le dije al muchacho que debía estar muy feliz de que le hayan puesto dos veces su tesis en la televisión, a pesar del inexplicable cambio en el título.

Creo que el ICAIC debería incluir materiales de la Facultad como parte de su programación en los cines. Los mandamos como paquete a todos los eventos, al festival Almacén de la Imagen (que organiza la Asociación Hermanos Saíz), a la Muestra de Jóvenes Realizadores, al Festival del Cine Pobre, de Gibara y al Festival de documentales Santiago Álvarez in Memorian.

Cuando hemos tenido oportunidad también los hemos enviado a algunos festivales fuera de Cuba, lo cual se nos hace cada vez más difícil al requerirse que los materiales sean subidos a youtube o a una nube. Además, se los hemos ofrecido a los Joven Club para ‘la mochila’, con el fin de que sean socializados. Me han comentado, incluso, de la presencia de trabajos de la Facultad en el famoso paquete.

El gran teórico y cineasta cubano Julio García Espinosa me confesó una vez que su mayor conocimiento sobre cine lo había adquirido a través de los libros y no del audiovisual ¿Son nuestros estudiantes lectores activos?

Hay estudiantes que nos sorprenden por sus conocimientos, por su cultura, que han leído mucho más allá del audiovisual y tienen una formación cultural amplia, diversa. Pero muchos otros se cierran a lo más cercano, al mundo del audiovisual y no leen todo lo que deben. A veces son eruditos en la historia del cine y está claro que eso solo no basta. Pero esa es una responsabilidad de los maestros, que deben exigir mucho más. Los realizadores han de ser personas cultas.

¿Apelando a tu condición de sicóloga, cómo caracterizaría a los estudiantes de esta Facultad?

En general son estudiantes motivados por su profesión, por el camino que han escogido. Son jóvenes inquietos que miran todo el tiempo a su alrededor, a lo que pasa con sus vidas, con su realidad, sus maestros. Son hijos de su tiempo y de nuestra realidad sociopolítica, de las contradicciones y de los conflictos que todos vivimos. No pueden ser diferentes. Hay temas que nos parecen muy cercanos y que ellos ven como muy lejanos. Porque no hemos sabido llegar con suficiente efectividad.

¿Cómo usted compagina su labor de decana con la de jefa de prensa del prestigioso Festival del Nuevo Cine Latinoamericano y, además, profesora de la Facultad de sicología de la Universidad de La Habana?

En primer lugar, trabajo mucho. Mi labor en el Festival de Cine es una herencia y la cumplo con mucho gusto. Era mi responsabilidad mientras fui directora del Centro de Información del ICAIC.

Desde los cuatro años pasaba largas horas en los edificios de esta institución. Incluso, mi mamá todavía trabaja en la Casa del Festival. Muchos de los profesores de la FAMCA me vieron crecer en el ICAIC y eso me ha ayudado. Cuando asumí como decana vi la posibilidad de potenciar a mis alumnos dentro del Festival. Todos son acreditados y así participan en los espacios teóricos. A veces les digo que voy a pasar asistencia. Se dan conferencias muy buenas, clases magistrales, de profesionales a los que no les podríamos pagar jamás para que vinieran a dar una clase en la escuela. Durante esos diez días se suspenden las actividades en la Facultad porque esos momentos son irrepetibles dentro de un proceso docente.

También forman parte del noticiero del Festival, trabajan en los espacios teóricos del tema Industrias que convoca el evento, moderan conferencias de prensa respaldados por los conocimientos que tienen sobre historia del cine y la apreciación cinematográfica.

Mi trabajo no empieza con la apertura del festival, sino dos meses antes. A veces me apeno con los compañeros de la Casa del Festival, porque muchas de las reuniones hay que organizarlas a partir de las cinco de la tarde.

Desde que era alumna ayudante impartía clases en la Facultad de Sicología, de la Universidad de la Habana. Es mi escenario natural. Cuando me gradué me quedé como profesora. Al incorporarme al ICAIC continué impartiendo docencia. Ese vínculo me obliga a mantener un nivel de actualidad en mi profesión. Disfruto de esa relación con los estudiantes de sicología.

¿Qué le ha aportado ser decana de la Facultad de Comunicación Audiovisual?

He aprendido a conocer mucho más sobre los secretos de la realización audiovisual. Eso me satisface. Las personas que sientan que todos los días tienen algo que aprender son más felices. Me ha aportado un mayor conocimiento de mi propio país, al tener estudiantes muy heterogéneos, procedentes de todos los puntos de Cuba. También sobre la complejidad del momento en que vivimos y cómo son nuestros jóvenes.

Usted tiene la excepcional posibilidad de conocer lo que cada año producen los creadores de la FAMCA ¿Desde esa vivencia, cómo será nuestro cine en los próximos años?

Creo que en términos estéticos no va a ser muy diferente y eso me preocupa. El cine no es solo una historia que contar. Para mí es, principalmente, una buena historia que contar: las grandes historias de amor que conmueven al ser humano, que dejan una huella, aquellas que tienen tantísimos siglos son las más importantes. Esas grandes historias sin muchos efectos, sin muchos presupuestos que siguen conmoviendo a todo el mundo. De manera que, lograr un equilibrio entre la tecnología y lo que se quiere contar y dejar como huella, es para mí la principal preocupación. Entonces, hablando del futuro, y lo veo muy inmediato, en términos estéticos y del lenguaje, va hacer muy parecido al que estamos viendo hoy.

Falta espíritu de experimentación. También me pregunto si ese aliento tiene que empezar en la Facultad o mucho antes. En el sistema educacional, en la enseñanza, como resorte cultural que trascienda la memorización de conocimientos.

A los muchachos les falta ver mucho cine. Yo les digo, miren para atrás, muy para atrás. En términos de contenido ellos van a traer a la pantalla muchas maneras de ver nuestra la realidad, de explicarse el pasado, el presente y de abordar el futuro. Estemos abiertos a esa realidad.

La ruta final/Epílogo

Un recorrido por las instalaciones de la FAMCA ancladas en tres grandes casas, todas ellas asentadas en la calle 14 entre 1ra y 3ra, en el barrio de Miramar, fue el epílogo de esta entrevista. Las humedades, las grietas en algunas de sus paredes, las declaradas filtraciones que impiden el aprovechamiento de todos los espacios, son algunos de los signos visibles. Un asunto que amerita ser atendido con celeridad y rigor, pues la cercanía de este centro docente con el mar aceleró los niveles de deterioro de las edificaciones.

Tomado de: http://www.lajiribilla.cu

*Licenciado en Comunicación Audiovisual (Instituto Superior de Arte). Editor del blog CineReverso. Productor y guionista de cine y televisión. Articulista de la revista cultural La Jiribilla. Colaborador de las publicaciones Cubadebate, Cubarte y Cubainformación, esta última de España.

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