Archives for

Vivian Rivas: Si no escribimos nuestra historia, alguien lo va hacer por nosotras

Vivien Rivas. Cineasta guatemalteca

Por Ilka Oliva Corado

Vivian Rivas es documentalista guatemalteca radicada en Estados Unidos, ha realizado los documentales “Ebb Tide” y “Mr. Bob”. Con “Ebb Tide” participó en 16 festivales en Estados Unidos, Grecia, Inglaterra y Chipre. ¿Cómo se cuenta una historia atrás de una cámara? Pues eso mismo y un poco más nos cuenta Vivian en esta entrevista.

Yo utilizo la palabra documentar cuando tomo videos o fotografías del día a día pero, en sí, Vivian, ¿qué es documentar?, ¿por qué es necesario documentar?

Yo diría que lo que me mueve no es documentar. Me mueve un impulso muy fuerte de contar historias, y la única forma que yo conozco es con imágenes. Que es la única forma en la que yo puedo expresarme. Me mueve contar historias de personajes que son interesantes para mí, que tienen historias muy humanas y universales, pero a la vez muy únicas.

En tu búsqueda, en tu necesidad de crear surgió el cine y en un país como Guatemala, ¿cómo fue para ti crecer en ese ambiente y con ese anhelo tan grande?

Siempre me ha gustado la creatividad. Desde muy niña, me encantaba la música, tocaba órgano, dibujaba, pintaba y hacía casas y muebles de cajas de cartón. También, me encantaba ver películas con mi mamá. Mi referente, era el cine clásico de Hollywood y además iba a las salas comerciales de cine y a la Alianza francesa a ver las películas que llegaban a Guatemala. Sabía que quería estudiar cine. Pero no existía una escuela de cine en Guatemala. Entonces, lo más parecido era la carrera arquitectura. Así que estudié la carrera de arquitectura en la Universidad Rafael Landívar. Cuando estaba a media carrera, El cineasta guatemalteco Justo Chang regresa a Guatemala después de hacer un doctorado en la Universidad de La Sorbona, en París. Empecé a recibir sus cursos de Técnicas de Cine los sábados de mañana y recuerdo que esperaba el sábado con muchas ansias. Me gradué de arquitecta y puse mi oficina con una buena amiga y colega.

Un día, Justo, me presentó a su amigo, el director Luis Argueta que me ofreció la oportunidad de trabajar en el primer largometraje filmado en Guatemala: “El Silencio de Neto”. Eventualmente, Luis me contrató para venir a trabajar a New York en su empresa productora Morningside Movies en 1993.

Eventualmente te vas a vivir a Estados Unidos, siempre persiguiendo el sueño del cine. ¿Qué encontraste o no en Estados Unidos? Porque siempre existen desencuentros, ¿cómo es tocar puertas fuera de tu país de origen, tocarlas en Estados Unidos?

Yo ya conocía New York porque ya había venido de paseo con mi familia. Siempre pensé que era una ciudad fascinante. Cuando ya me vine a trabajar aquí, yo ya había estado estudiando 6 meses aquí recibiendo cursos de fotografía, producción, etc. Ya me había enamorado de esta ciudad y ya conocía el estilo de vida. Así que no fue nada nuevo para mí. Venía ya con trabajo y ya conocía a Luis Argueta y la gente de su empresa. El primer invierno, me empecé a sentir deprimida, pero Luis me dijo: “cómprate una bicicleta y te vas a andar en el frío a la hora de almuerzo.” Dicho y hecho, cuando le hacés frente a algo nuevo, tenés que hacerlo al 100%.

¿Qué se hace con la frustración? ¿Hay forma de enfrentarla desde el trabajo creativo?

Creo que el haber sido atleta desde joven, me ha servido mucho para superar retos. Fui jugadora de voleibol por muchos años en Guate en el equipo del Colegio Belga y además estuve en Selección Nacional por varios años. Ahora ya no juego voleibol, pero juego tenis. Dicen que el tenis es 60% mental. Pues a mí me fuerza a estar presente y a resolver. Es como una meditación en movimiento para mí. Definitivamente no podría trabajar en una oficina teniendo una rutina de trabajo como la mayoría de gente. Allí sí, viviría en una continua frustración.

El arte es político, todo es político en esta vida, ¿qué tiene de político para ti hacer documentales? ¿Es también una resistencia? 

Definitivamente las historias que yo cuento tienen un subtexto político, sin ser partidistas. Los temas y los personajes que me parecen interesantes son los que tienen contradicciones, los que te hacen cuestionar y te llevan en un viaje humano. Los temas de justicia y derechos humanos siempre están presentes en mis historias sin ser historias “panfleteras”. No me gusta explicar e ilustrar, me encanta que la audiencia le ponga su parte y llene los vacíos.

Tu documental “Ebb Tibe” cuenta una historia extraordinaria de humanismo, no tiene fronteras ni idiomas y cualquiera lo puede entender. ¿Cómo nacen las ideas de tus documentales? De contar esas historias.

¡Gracias!, Te lo agradezco. Me encanta que a la gente de diferente cultura y edad que mi personaje se identifique y les guste esta historia. Esta idea en particular nació porque soy amiga de Zee desde hace más de 10 años. Durante todos estos años, ella hablaba mucho de sus días como maestra en Harlem con mucha nostalgia y alegría. Por 25 años guardó todos los poemas de sus alumnos, videos en VHS, recortes de periódico, fotos, etc. Tenía todo este material en una caja, muy bien ordenado. Cuando me tocó empezar a escribir mi tesis para la maestría, me pareció que ésta era una historia que podría contar en no más de 15 minutos, que era el tiempo máximo que podía durar el proyecto. Nunca me imaginé que esta historia iba a resonar y participar en más de 16 festivales alrededor de los Estados Unidos y además en Grecia, Inglaterra y Chipre. ¡Y sobre todo, ganar 6 premios!

¿Cómo se levanta una mujer todos los días sin decaer y seguir persiguiendo sus sueños?

Pues, me levanta la pasión por contar historias. Trabajo como “freelance” Script Supervisor o Continuista. Nunca sé en qué ni dónde me va a tocar trabajar hasta un par de días antes del trabajo. Y si no tengo trabajo, pues trabajo en mis proyectos personales o cuido perros. Me levanta el no tener rutina. Me encanta el cambio de estaciones en NY y la energía que esta ciudad tiene. La gente interesante que he conocido y sigo conociendo. Me encanta que me puedo perder en mi ciudad y ser anónima, pero a la vez tengo gente que me apoya y es muy querida.

Digamos que un documental de 15 minutos o 30 minutos, ¿cuánto tiempo puede llevarte desde la idea inicial hasta cuando dices ya está terminado y listo para presentarlo? ¿Cuántas personas pueden estar involucradas en su realización?

Yo estudié la Maestría en Cine Documental en City College. El programa dura dos años intensos (4 semestres). La tesis la empezamos a escribir en el segundo semestre de la carrera.

El cine es un arte y una industria colaborativa. Pero no necesariamente todos trabajan al mismo tiempo en un proyecto. Durante la etapa de producción: El equipo humano de un documental de poco presupuesto, en general, es más pequeño que en un trabajo de ficción. En general, se trabaja con un director/a de fotografía, sonidista y director/a. En mi tesis Ebb Tide: yo la dirigí, fui directora de fotografía y también sonidista. Sólo un día tuve una segunda cámara y un sonidista adicional. Ebb Tide es un retrato íntimo, así que era importante estar yo sola trabajando con mi personaje.

Durante la post-producción: Se trabaja con editor/a, ingeniero/a de sonido para hacer diseño y mezcla final y se hace un retoque de color con un colorista. En Ebb Tide yo hice la edición. Para los documentales, durante la edición se vuelve a re-escribir la historia. Más o menos se calcula de 7 a 8 horas de trabajo por cada minuto terminado de edición. Para el sonido, contraté a Quentin Chiappetta que tiene su estudio profesional de sonido. El es muy creativo y experimentado e hizo el trabajo con presupuesto de estudiante. Como la historia tenía mucha música, para mí era muy importante que la mezcla de sonido fuera muy eficiente y a la vez expresiva. Mi colorista fue Niko David, que se graduó 4 años antes que yo del mismo programa de City College. Ella es directora de documentales, colorista y además es una buenísima fotógrafa, y una gran amiga.

¿Cuál es el alma de un documental?

Para mí, lo que me atrapa en un buen documental, es el punto de vista. Que el tema sea oportuno y vigente, pero a la vez no debe tener caducidad. Individual, pero a la vez universal. Una buena historia tiene varios niveles o capas, así que el subtexto es muy importante. Tiene un punto de vista o varios. Pero a la vez, que no quiera imponer una verdad absoluta.

¿Puede un documental, curar una herida? 

Yo todavía estoy aprendiendo con cada proyecto a encontrar mi voz. Pero a la vez, trato de honrar cada historia de la mejor manera posible. Cuando uno estudia los trabajos de cineastas con trayectorias largas, se da uno cuenta de que los temas se repiten y se repiten, aunque las películas sean diferentes. Para mí, hacer un documental, es una manera muy personal de hablar de los temas que a mí me interesan. Los documentales llevan mucho tiempo y el compromiso que uno hace con un tema, tal vez sea un proceso de investigación, pero a la vez es un proceso de sanación. Uno comienza con una idea que uno escribe, pero la historia va evolucionando y se va moldeando

Vivian, hiciste tu sueño realidad aunque lejos de Guatemala, ¿cómo es esa sensación?

Yo me siento muy feliz y agradecida con la vida. No mucha gente en Guatemala tiene la oportunidad que yo tuve y estoy muy consciente de eso. Por eso quiero aprovecharla al máximo. Y quiero pasar mi conocimiento a mujeres en Guatemala. Me llamaba mucho trabajar una documental en Guatemala, por eso lo estoy haciendo ahora.

¿Hay algún documental en el que estés trabajando actualmente?

Sí, en este momento estoy haciendo mi primer largometraje en Guatemala. El tema tiene que ver con la niñez desprotegida y de cómo el estado de Guatemala no sabe nada de la niñez y la criminaliza. Es un proyecto que está todavía en producción.

Y en este mundo donde el amor al arte pues sí existe, pero hay que costear los recursos materiales, ¿cómo podría hacer digamos una mujer en un arrabal latinoamericano, sin recursos, pero con el sueño infinito de realizar un documental? ¿Qué podrías decirles a todas ellas?

La Revista Forbes Centroamérica dijo este año que Guatemala era el peor país de América Latina para ser mujer. Hay 9 femicidios por cada 100,000 mujeres. Sólo en el 2018 hubo más de 6,000 muertes violentas de mujeres y la mayoría sufrió agresiones sexuales, según los médicos forenses.

Ya hay grupos de mujeres muy interesantes haciendo cine feminista en Guatemala. Por ejemplo, el Colectivo Lemow. La directora Camila Urrutia acaba de ganar varios premios en España con el largometraje “Pólvora en el Corazón”.

Ya se están abriendo espacios con el trabajo de muchas mujeres talentosas y valientes. Yo no puedo decirles nada, porque ya están contando sus historias en un país tan patriarcal que sólo me queda admirarlas mucho y apoyar su trabajo. El 22 de noviembre, se celebró el Día del Cine Feminista en la Universidad de San Carlos con la presentación de un mini festival.

Pues todo esto para decir que Guatemala está lista. Ahora es posible hacer cine, sin tener grandes presupuestos. La accesibilidad a equipo técnico se ha hecho cada vez más fácil, ya que la tecnología se ha reducido en costo y en tamaño. Lo que yo veo en Guatemala es una deficiencia académica en las escuelas de cine. Se debe enfatizar el estudio y formación de investigadores y escritores de guión para ficción y documental. Por supuesto, además de la formación técnica. No se pueden contar historias si no aprendemos a escribirlas. También se debe aprender a ver cine, de todo tipo y a dialogar sobre cine. En Guatemala, las salas de cines comerciales están dominadas por las películas comerciales de Hollywood. Y en general, la audiencia quiere ir al cine para evadirse por un par de horas de la realidad en que vive. Pero éste no es el cine que se debe hacer en Guate. Se debe encontrar la voz propia.

Es un país muy complejo a todo nivel, pero es también un país donde todavía no se han hecho muchas cosas y no se han abierto muchos espacios. ¡Ese es el reto! Visibilizar las historias que no se han contado y abrir los espacios. Y sí, romper esquemas y prejuicios en Guatemala, es una labor muy dura, porque el sistema está basado en el patriarcado. Incentivo perfecto para que las mujeres contemos nuestras historias. Si no escribimos nuestra historia, alguien lo va a hacer por nosotras.

Tomado de:  https://cronicasdeunainquilina.com

Leer más

¿Cómo, por qué y para qué debemos conocer a Santiago Álvarez?

Santiago Álvarez junto al fotógrafo Iván Nápoles

Por Andy Muñoz Alfonso

En una realidad convulsa como la nuestra, como la que vive el Tercer Mundo, el artista debe autoviolentarse, ser llevado conscientemente a una tensión creadora en su profesión.

Santiago Álvarez

En el siguiente texto se repetirán constantemente las palabras “revolución”, “política”, “didactismo” y “panfleto”. Aclaro esto desde el principio, en primer lugar, para que aquellos a quienes les provoca picazón estas palabras detengan la lectura, o se pongan alertas, o se extrañen, o se sonrían. Al final, lo importante, tanto en el arte como en la vida, es la honestidad con uno mismo para luego poder serlo con el otro, incluso con el enemigo. Y en segundo lugar, porque vamos a hablar sobre Santiago Álvarez, uno de los genios del documental cubano, cuya bandera era precisamente la honestidad a la hora de crear.

I.- ¿Cómo?

Para entender las obras de Santiago Álvarez hay que conocer primero cómo las concebía y cuáles eran sus posturas estéticas. Santiago estableció un curioso mecanismo de creación. Como no estudió cine, ni ninguna de las llamadas «bellas artes», optó por realizar sus obras basándose en algo que sí conocía bien y para lo cual tenía una sensibilidad tremenda, a fuerza de trabajar tantos años en los archivos de la emisora CMQ: la música.

Santiago traducía los fenómenos que quería narrar en ideas-sonidos. Hallaba primero la naturaleza rítmica de los personajes, paisajes y sentimientos, y buscaba temas musicales cercanos a tales ritmos y cadencias. Si no los encontraba, los mandaba a componer. Fue uno de los defensores de Silvio, Pablo y la Nueva Trova, en general, cuando nadie los apoyaba; y les había puesto imagen a sus canciones –por cierto, cualquier semejanza a un intento temprano de videoclip no es pura coincidencia–, además de su estrecho vínculo con el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC.

Luego de hallar esa esencia rítmica y la canción/efecto sonoro que mejor se acercaba a esta, tenía entonces el ritmo del montaje. Es así muy notable, en la mayoría de sus documentales y Noticieros Latinoamericanos, una subordinación de la imagen al ritmo de los sonidos, como si los planos estuvieran obligados a bailar al compás de la banda sonora.

Esto explica en parte el extenso uso «alvareziano» del fotomontaje, los cortes rápidos, el juego con referentes visuales provenientes de casi cualquier lugar (una revista, un Western, un periódico, una caricatura) y el montaje intelectual. Para hacer danzar las imágenes al antojo de los sonidos y, a la vez, transmitir una idea compleja, tenía que «sacrificar» la apacibilidad de una secuencia larga –entiéndase voyerista– por un puñado de imágenes aparentemente inconexas pero que, dialogantes con la música y los efectos sonoros, generaban ese discurso fílmico que el realizador quería transmitir.

En el afán de comunicar con el lenguaje propio del cine, Santiago Álvarez colocó los códigos del lenguaje audiovisual en función de la narración y la dramaturgia de las historias que relataba. Así creó un estilo de trabajo y de representación de los hechos a partir de ideas propias que él tenía de los acontecimientos. Estas particularidades de su propuesta ideoestética, mezcla de periodismo cinematográfico y «periodismo subjetivo» (del cual hablaremos más adelante), lo ubican dentro de los paradigmas de la documentalística cubana y mundial.

Pero, ¿por qué es tan importante la banda sonora en Santiago Álvarez? El cine, en general, así como su música, en particular, heredaron directamente recursos, prácticas y costumbres de las artes escénicas que los precedieron. En la primera década de cine sonoro, cada quien estableció diferentes usos y costumbres en su proceso de conversión al sonido, sin embargo, la industria estadounidense universalizó e impuso modos que fomentaron ciertos parámetros, al punto de estandarizar la banda sonora como simple acompañamiento musical, repleta de clichés formales que no incidían directamente en la significación ni en la creación de sentidos.

Contrariamente, Santiago Álvarez hizo que la banda sonora rigiera los procesos sígnicos y encauzara el mensaje a partir de su intencionalidad, teniendo en cuenta que tanto imagen como sonido son códigos interrelacionados. No manejaba los sonidos como complemento de lo visual sino como parte vital del relato y el discurso final de la obra. La banda sonora interpretaba las ideas establecidas el montaje, generalmente utilizado en el documental como recurso probatorio de los hechos y que Santiago empleaba para crear relaciones, enfrentar realidades o establecer correspondencias. Por tanto, el creador utilizaba los recursos expresivos del lenguaje audiovisual para probar su interpretación de los acontecimientos.

¿Cómo conocer entonces la obra de Santiago? Desde la agudeza de los sentidos. Prestándole atención a cada imagen en relación con la banda sonora que la acompaña. Sabiendo que el sonido va a interrogar siempre a la imagen.

II.- ¿Por qué?

Hay algo sobre lo cual no nos detenemos mucho a pensar, pero que da la medida de la importancia de la obra de Santiago Álvarez, no solo como cineasta sino como periodista: fue el primer Premio Nacional de Periodismo José Martí, en 1990. Este hecho demuestra varias cosas.

Primero: la fuerza que tuvo el Noticiero ICAIC Latinoamericano –del que fuera fundador y director hasta que desapareció– durante los primeros treinta años de Revolución. El Noticiero… dio voz a los nuevos protagonistas del proceso (campesinos, obreros, mujeres emancipadas…); ensalzó a sus principales líderes; mostró cada paso de la construcción de una sociedad nueva. Fue el ojo de ese profundo proceso de subversión política, ideológica y cultural que fue finalmente la Revolución Cubana. Puede incluso decirse que Santiago Álvarez fue el creador de su imaginario, además del narrador más exquisito y persistente. Lo mismo registró el discurso más encendido de Fidel Castro que la producción de carteras a partir de la piel de ranas.

Segundo: su concepto de periodismo subjetivo como pilar fundamental de trabajo. El realizador no creía en la objetividad del ejercicio periodístico. Él mismo declaró: «no creo en la objetividad de nadie, por lo tanto, no soy un periodista objetivo, al contrario, muy subjetivo». A propósito de esto mismo, cuenta Nicolás Dorr que en el universo creador de Santiago Álvarez existía una condicionante: la sensibilidad; y que, asumida como método de creación, eclipsaba la presumible exigencia de «objetividad descriptiva» del género documental.

¿Por qué, entonces, conocer la obra de Santiago? Porque informa desde la honestidad, desde un posicionamiento ideológico claro, desde la certeza de que no hay verdades absolutas, a pesar de que defiende su verdad particular. Porque era consciente de que no existe la objetividad cuando se trata de periodismo o de cine documental. Es por eso que en su obra Despegue a las 18:00 explica que «van a ver un film didáctico, informativo, político y panfletario…». Es la máxima expresión de la autoconsciencia.

III.- ¿Para qué?

Un proceso tan complejo como fue –y es– la Revolución Cubana necesitó a un cineasta como Santiago Álvarez para narrarla. Un cineasta que supiera captar la vorágine de los cambios que iban sucediendo en Cuba, que confiara y estuviera a la altura del momento. Y siempre lo estuvo. Cuando hubo errores en el funcionamiento del sistema-país, allí estaba él y su equipo para cuestionar, filmar, críticar. O simplemente para hacer periodismo y cine, esa combinación que tanto amó (del periodismo utilizaba sus técnicas y del cine la estética) y que lo llevó a acuñar el término «documentalurgia», como definía la dramaturgia de los hechos narrados en el documental puestos para hacer pensar a través de la razón. ¿Para qué, entonces, conocer la obra de Santiago? Para conocernos y contarnos mejor lo nuestro a nosotros mismos.

Tomado de: http://www.muestrajoven.cult.cu

Leer más

La 7ma puerta nos ha reservado el filme Colette (+Tráiler)

Colette (2018), de Wash Westmoreland

Por Octavio Fraga Guerra

El escritor y crítico de cine, Rolando Pérez Betancourt, presentador del espacio televisivo La 7ma puerta de la Televisión Cubana, nos tiene reservado para este viernes 20 de diciembre, el filme Colette (2018), del cineasta británico Wash Westmoreland.

Después de mudarse a París, la escritora Sidonie Gabrielle Colette (Keira Knightley) acepta ser la autora de una novela semibiográfica sobre su esposo, el también autor Henry Gautheir-Villas “Willy” (Dominic West). Su éxito la inspira a luchar por los derechos de autor y enfrentarse a los contratos de principios de siglo XX.

Este filme está avalado por importantes reconocimientos: Premios Independent Spirit, certamen donde fue nominada al mejor guion; British Independent Film Awards, donde alcanzó cuatro nominaciones y Satellite Awards, donde fue nominada a la mejor banda sonora y vestuario.

La crítica ha sentenciado:

“… lo que más sorprende de este biopic es su cuidada producción, el acertado guion y una gran puesta en escena, que delatan el concienzudo trabajo que hay detrás de esta película que no aspira a ser el retrato de una escritora conocida sin más”. (Angel Silvelo, Todo Literatura).

“Es un deleite entregarse a la licenciosa vida de esta artista multidisciplinar (…) Hasta Keira Knightley, siempre tan remilgada, parece contagiada de esta mujer (…)” (Andrea G. Bermejo, Cinemanía).

“Disposición para lecturas no maniqueas por encima de lo que podríamos temer en un biopic (…) ‘Colette’ va más allá en finura y matices de lo esperable sin mezclar inspiración con superficialidad. (…)” (Antonio Trashorras, Fotogramas).

“‘Colette’ es uno de los grandes papeles por los que Keira Knightley será recordada (…) Consigue relacionar su historia a la de la época, al mismo tiempo que profundiza en sus aventuras amorosas con otras mujeres”. (Peter Debruge, Variet)

Ficha técnica

Título original: Colette

Año: 2018

Duración: 112 min.

País: Reino Unido

Dirección: Wash Westmoreland

Guion: Richard Glatzer, Wash Westmoreland y Rebecca Lenkiewicz

Música: Thomas Adès

Fotografía: Giles Nuttgens

Reparto: Keira Knightley, Dominic West, Denise Gough, Fiona Shaw, Robert Pugh, Rebecca Root, Eleanor Tomlinson, Aiysha Hart

Productora: Bold Films / Killer Films / Number 9 Films / BFI Film Fund

Género: Drama biográfico

Tráiler del filme Colette (2018), de Wash Westmoreland

Leer más

Libertad para Julian Assange. Declaración de la Red en Defensa de la Humanidad

Libertad para Julian Assange

En un comunicado público del primero de noviembre último, el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura, Nils Melzer, expresó “su alarma por el continuo deterioro de la salud de Julian Assange desde su arresto y detención a principios de este año, al afirmar que su vida está ahora en peligro”.(1)

Melzer, en su informe de mayo, había expresado: “En 20 años de trabajo con víctimas de guerra, violencia y persecución política, nunca había visto a un grupo de Estados democráticos unirse para aislar, demonizar y abusar deliberadamente de un individuo durante tanto tiempo y sin respetar la dignidad humana ni el estado de derecho”. Él acababa de visitarlo con un equipo médico especializado en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, Londres.

Una de sus conclusiones es que el detenido “mostró todos los síntomas típicos de una exposición prolongada a tortura psicológica, estrés extremo, ansiedad crónica y trauma psicológico”.

Assange se refugió en junio del 2012 en la embajada de Ecuador en Londres. En agosto el gobierno del presidente Rafael Correa le concedió asilo político. El no poder salir de ahí, pues sería arrestado y seguramente extraditado a Estados Unidos, lo convirtió en un prisionero. “La nacionalidad ecuatoriana que se le otorgó en diciembre de 2017 no fue suficiente para cambiar su situación”

El 11 de abril de este año el nuevo presidente de Ecuador, Lenin Moreno, a pedido del gobierno estadounidense, le retiró el asilo y la nacionalidad. Entonces fue entregado a las autoridades británicas, quienes lo confinaron en Belmarsh. Aislado, y sin poder preparar su defensa, está a la espera de un juicio que decidirá su extradición a Estados Unidos donde bajo los cargos actuales podría ser condenado hasta a 175 años de cárcel.

Assange, editor de WikiLeaks, está acusado por Washington de “conspiración” y “espionaje”, al haber hecho partícipe a muchos medios de prensa en el mundo de los “Diarios de Guerra”. Estos son miles de documentos militares y diplomáticos sobre múltiples crímenes de guerra estadounidenses en Afganistán e Irak.

El Relator Melzer dijo sobre esto: “Mientras el gobierno de Estados Unidos procesa al Sr. Assange por publicar información sobre graves violaciones de derechos humanos, incluyendo tortura y asesinato, los funcionarios responsables de estos crímenes continúan gozando de impunidad”.

Entre otros, su trabajo fue reconocido en 2011 con el Premio Walkley por su Contribución Destacada al Periodismo; el Premio Martha Gellhorn de Periodismo; el Premio Índice de Censura; el New Media Award de The Economist; el New Media Award de Amnistía Internacional y el Premio Gavin MacFayden de 2019. WikiLeaks también fue nominado en 2015 para el Premio Mandela de la ONU y siete veces para el Premio Nobel de la Paz (de 2010 a 2015 y en 2019).

Hace unas semanas un grupo de periodistas y comunicadores iniciaron una campaña por su libertad. En ella se proclama: “Si el Gobierno de Estados Unidos puede procesar a Julian Assange por publicar documentos clasificados, despejará el camino para que los gobiernos enjuicien a periodistas en cualquier parte del mundo, lo cual sentaría un peligroso precedente para la libertad de prensa a nivel mundial […] En una democracia, se deben poder revelar crímenes de guerra y casos de tortura y abuso sin tener que ir a la cárcel. Ése es, precisamente, el papel de la prensa en una democracia”. (2)

A la fecha no han respondido ni mil periodistas a ese Llamado. Muy pocas organizaciones de derechos humanos han asumido seriamente la defensa de su caso.

¿Por qué esta actitud hacia Assange? El Relator Especial, Melzer, tiene una explicación: “Después de haber sido deshumanizado mediante el aislamiento, el ridículo y la vergüenza, fue muy fácil privarlo de sus derechos fundamentales sin provocar la indignación de la opinión pública mundial”.

El editorial de Le Monde diplomatique de diciembre 2018, dice: “La persecución al señor. Assange por parte de las autoridades estadounidenses se ve alentada por la cobardía de los periodistas que lo abandonan a su suerte, e incluso se deleitan con su desgracia”.

Por tanto, nosotros, integrantes de la Red en Defensa de la Humanidad y quienes tengan a bien sumarse a este llamado, exigimos el respeto al debido proceso, la no extradición y la liberación inmediata de Julian Assange. Instamos a los organismos nacionales e internacionales, a los intelectuales y a periodistas y sus medios a poner fin a la campaña emprendida contra este valiente ser humano por el delito de revelar crímenes de guerra contra la humanidad. Exigimos que se comunique verazmente a la opinión pública sobre esta terrible violación a sus derechos fundamentales.

Como dice el Llamado de los periodistas: “Los tiempos peligrosos exigen un periodismo valiente”.

Notas:

1) – https://www.ohchr.org/EN/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=25249&LangID=

–  https://news.un.org/es/story/2019/11/1464781

2) https://speak-up-for-assange.org/periodistas-alzan-la-voz-en-defensa-de-julian-assange/

Tomado de: https://culturayresistenciablog.wordpress.com

Leer más

El cine en un continente que sufre

Bacurau (2019), de Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles

Por Esther Barroso Sosa

Ya lo anunciaba en conferencia de prensa días antes de comenzar el Festival, su presidente, Ivan Giroud: “veremos los temas más candentes de la actualidad en América Latina”. La sentencia venía a colación, sobre todo, por la fuerte presencia una vez más de documentales en el certamen, dentro y fuera de competencia. Como ejemplo directo de ello, habría que mencionar el largometraje Latinoamérica, Territorio en disputa. También fue dicho a propósito del nacimiento de la sección Mujeres ante la cámara, que ha traído a La Habana varias piezas que muestran las batallas por los derechos de la mujer que en los últimos dos años han recorrido buena parte del continente. Un filme como Marighella, dirigido por el brasileño Warner Moura, va directo al grano. Coloca en las pantallas del convulso presente regional, la figura de un guerrillero comunista negro durante la dictadura de los años 60 en Brasil. No puede pasar inadvertida una inmersión en un personaje histórico de esta magnitud que ocurre en el momento en que el gigante suramericano vive otra de las peores etapas de su historia más reciente. Y es coherente con ello que su director se declara un hombre de izquierda y crítico del actual régimen brasileño encabezado por Bolsonaro. La película, que se comenzó a rodar durante el gobierno de Dilma Rousseff, ve la luz ahora y ha sido fuertemente boicoteada por la derecha brasileña.

En más de una ocasión, incluso aquí en La Habana por estos días, Moura ha insistido en que su filme se hizo para hablar del pasado y mostrar un ejemplo de resistencia que se ha intentado borrar de la memoria de ese país. Pero no deja de reconocer, tanto él como mucha de la crítica que ha valorado la obra, que una historia de este tipo es importante para lo que vive hoy Brasil. Pero tal vez uno de los aspectos más atractivos de este Festival haya sido la concurrencia de largometrajes de ficción hechos en Latinoamérica que cuentan historias muy particulares de situaciones, familias o grupos humanos enfrentados a determinados desafíos o incluso a sucesos extraordinarios, los cuales no van tan directamente al grano. Sin embargo, colocan en la pantalla grande como telón de fondo – a veces con esmerada sutileza, lo que los hace aún más interesantes- algunos de los más acuciantes problemas de la realidad actual y de la historia reciente del continente. Iniciando el Festival, ya La odisea de los giles, que ha abarrotado las salas en sus exhibiciones posteriores, anunciaba esta matriz. Dice Wikipedia que es una aventura y drama. Así de simple la presenta. Pero no hay que ser un avezado en el cine argentino para sospechar que una película de Sebastián Borensztein no va a conformarse con un simple episodio donde un grupo de vecinos intentará recuperar una gran suma de dinero ahorrado que les ha sido arrebatada por un estafador en complicidad con un banquero. El hecho ocurre en 2001, la crisis conocida como el cacerolazo está a punto de comenzar en Argentina. Y estos giles (personas cumplidoras, lentas, sin maldad) según el cineasta “somos todos excepto una docena de tipos que manejan todo”. En aquel año, no tan lejano, por cierto, el gobierno argentino ordenó congelar los fondos bancarios. Ello provocó fuertes protestas reprimidas por órdenes del mandatario Fernando de la Rúa que dejaron un saldo de más de 30 muertes y dieron lugar también a una crisis política en la cual se sucedieron varios presidentes en unas semanas, dicho rápido y fácil. El evento destruyó la vida de miles de familias en ese país. Y aunque La odisea de los giles, de tan bien hecha que está, arranca las carcajadas de los espectadores, basta con un cartel que aparece en algún instante de los primeros 10 minutos: 2001, para saber que esto no es solo risas. Con La llorona, el guatemalteco Jayro Bustamante evoca la tragedia que su país vivió entre 1960 y 1996. En medio del conflicto armado, las masacres contra poblaciones indígenas se sucedieron y aún continúan sin recibir justicia. Pero sabiamente este realizador coloca la trama en una familia blanca encabezada por un militar ya anciano y retirado que ha sido absuelto de uno de aquellos crímenes. La fábula de la llorona, subvertida por Bustamante le sirve para conseguir que 30 años después de una de las tantas matanzas que ocurrieron en Guatemala, el espíritu de una mujer indígena consiga hacer justicia por su cuenta. Y también por su cuenta tendrá que ir el espectador a buscar luego –en sus datos de internet si los tiene o en su memoria si la tiene, ojalá que en algún libro- qué pasó en Guatemala y tal vez diga: “y si de verdad existieran las lloronas…”. Un filme que utiliza el lenguaje del género de terror para colocar otra vez en la palestra uno verdadero: el terror político.

Y lo hace con maestría. Voy a terminar con una película-monstruo, también de Brasil, pero antes dejo unas líneas para una pieza que, sin los grandes recursos, ni económicos ni estéticos, de los ejemplos antes mencionados, se corresponde con esa matriz de decirlo todo allá en el segundo o tercer plano, donde hay que mirar con agudeza. Los lobos, una coproducción México/EE.UU., dirigida por Samuel Kishi, no es una película pequeña. Otra vez el foco está en una familia. En esta ocasión, madre soltera con dos hijos pequeños que emigra de México a Albuquerque. No sabremos cómo lo lograron. Pero lo que sí veremos son los desafíos de la supervivencia en un medio de una hostilidad más bien silenciosa. Una película que apela también a la sutileza para expresar aquello que no por manido deja de ser verdadero: la genta emigra tras el sueño americano, también con la esperanza de subsistir, y puede convertirse en una opción a veces más dura que la dejada atrás. A Bacurau hay que ir a verla sin saber nada de ella, ni la más mínima referencia. Así el choque con la historia será un encontronazo cinematográfico de esos que penetran en el cerebro bien a dentro y allí estallan. De las películas que no se olvidan. Uno de los codirectores la presentó en el cine Yara y dijo estar conmovido y feliz – se notaba- porque pudiera verse ante este público de La Habana que es especial.

En eso insisten casi todos los cineastas latinoamericanos que nos han visitado a lo largo de décadas. Ojalá ese público pueda ver-leer esta gran metáfora que, otra vez, lo que cuenta es un episodio, por allá por una pequeñísima comunidad en los confines de Brasil. Sus pobladores enfrentarán algo siniestro que ocurrirá como resultado de una alianza entre una autoridad local y un grupo de extranjeros…. Estadounidenses, por más señas. No digo más. Quien quiera ver una parábola de la situación actual de Brasil, que la vea. ¡Pero cuidado!: aquí los infelices, olvidados, ignorantes, pobres, en fin, los ninguneados –como gustaba decir a Eduardo Galeano- tendrán que acudir a la violencia extrema y triunfarán. Habrá, desde luego, quienes hagan las enormes colas de los cines de La Habana buscando solo pasar el rato con una buena ficción, actuaciones de primera, guiones bien armados, la posibilidad de reír o de llorar… que para eso es el cine, obviamente. Pero, quiéranlo o no, se llevarán a casa el panorama de un continente que sufre, que ha sido expoliado y que por mucho que intenta levantarse, vuelve a precipitarse en largas caídas.

Tomado de: http://laventana.casa.cult.cu

Leer más

Los pueblos de indios en Cuba y sus fuentes históricas

Evangelización de los indios

Por Carlos Venegas Fornias

Las primeras descripciones de los asentamientos indígenas de Cuba y la distribución de su población aparecen recogidas en fuentes históricas permeadas por la polémica sobre la capacidad y el derecho del indio para gobernarse por sí mismo, como un ser humano libre. Los dos cronistas principales de las Antillas, Bartolomé de Las Casas y Gonzalo Fernández de Oviedo, mantuvieron puntos de vistas opuestos dentro de este debate que dividió la experiencia colonialista española desde las primeras décadas del siglo XVI en dos tendencias: la necesidad de mantener sujeto al indio a la tutela del colonizador español y la de dejarlo libre como vasallo bajo la protección de la Corona, sujeto a un proceso civilizador gradual.

En la documentación generada por estas tendencias no se puso en duda la existencia de los pueblos de indios con anterioridad a la conquista, aunque se tratara de formas de habitar diferentes a la experiencia del invasor español. Más bien se discutió la conveniencia de mantener o no las formas primitivas de habitar de los indígenas y sus localizaciones originales, bien fuera para lograr una mejor explotación de su fuerza de trabajo, o para hacer más efectivos los criterios humanistas de protección y evangelización. La separación residencial o, por el contrario, la convivencia entre el indio y el español en las nuevas poblaciones, se convirtió en una de las alternativas más discutidas de la colonización temprana.

Las Casas fue testigo de la organización espacial originaria de la población india antillana y, tanto en La Española como en Cuba, sus descripciones tienen el valor del testimonio, como un cronista que participó desde 1502 en la ocupación de las islas. Sus testimonios, muy parciales y a menudo exagerados, han quedado expresos en sus obras. Atribuyó a la Isla de Cuba una población original de 200 000 indios y un patrón de asentamientos con pueblos de 100, 200 o 500 casas comunales o colectivas, en las cuales vivían de 10 a 15 vecinos de un mismo linaje por casa.[1] Teniendo en cuenta que los términos españoles de linaje y vecinos empleados por Las Casas eran sinónimos de parentesco y cabezas de familia, su empleo implicaba la agrupación de numerosas personas dentro de cada unidad residencial o caney, una construcción circular de unos 10 o 12 metros de radio cuyos miembros estaban unidos por lazos de parentesco que no fueron precisados por el cronista, pero que integraban una especie de clan o familia ampliada.

El orden del espacio ocupado por estos asentamientos no estaba basado sobre la propiedad familiar o individual del territorio y carecía de la dualidad entre lo público y lo privado manifestada en casas unifamiliares, calles, parcelas, cercas, propias de los pueblos europeos. Se trataba de un conjunto disperso y solo jerarquizado por una referencia visual dominante: la presencia de un espacio rectangular, barrido o allanado, frente al cual se levantaba la casa del cacique que ejercía la tutela sobre la población y que el cronista llamaba rey o señor. Este espacio recibía el nombre de batey? en su lengua juego de pelota?, una actividad a la vez lúdica y ritual que le atribuía una excepcional importancia social y sagrada. La casa del cacique se distinguía no solo por el lugar privilegiado que ocupaba frente al batey, sino por ser de mayor tamaño; en ocasiones las llamó casas grandes, pues también servían para congregar a la población.

El diseño del batey o espacio abierto era el módulo que articulaba el conjunto, pues se repetía con menor tamaño en otras áreas al aumentar las dimensiones del asentamiento, tal vez para alojar un tipo de autoridad que el cacique delegaba en otro subordinado, de acuerdo con el linaje o parentesco, mediante un mecanismo que el cronista no describió, o tal vez no pudo percibir con claridad, pero al menos dejó señalado el papel que desempeñaba este espacio en la forma característica de organizar los poblados indios y su crecimiento:

En esta Isla Española y en la de Cuba y en la de San Juan y Jamaica y las de los Lucayos, había infinitos pueblos, juntas las casas, y de muchos vecinos juntos de diversos linajes, puesto que de uno se pudieron haber muchas casas y barrios multiplicados; y porque en esta Isla y en las demás era muy asentada la paz y conformidad de unos pueblos y reinos con otros, y no había bestias dañosas ni otras cosas exteriores que a los vecinos y habitadores dellas molestasen, por esto no tuvieron necesidad de se ajuntar mucha gente y constituir poblaciones muy grandes, y ansi comúnmente había en esta y en las ya dichas islas los pueblos de ciento y doscientos y quinientos vecinos, digo casas, en cada una de las cuales diez y quince vecinos con sus mujeres e hijos moraban.

…en una casa de paja que tendrá comúnmente treinta o cuarenta pies de hueco, aunque redonda, y que no tiene retretes ni apartados, pueden vivir diez o quince vecinos toda la vida, sin que los maridos, ni las mujeres con las mujeres, ni los hijos con los hijos, tengan reyertas.

Los pueblos de estas islas no los tenían ordenados por sus calles más de que la casa del rey o señor del pueblo estaba en el mejor lugar y asiento, y ante la casa real estaba en todos una plaza grande y más barrida y mas llana, mas luenga que cuadrada, que llamaban en la lengua de estas islas batey, que quiere decir el juego de pelota (…) También había casas cercanas a la dicha plaza y si era el pueblo muy grande había otras plazas o juegos de pelota menores que la principal (De las Casas, 1967, pp. 243-244).

El primer párrafo citado alude a las causas esenciales que podían justificar la agrupación de los hombres en poblaciones ?interpretaciones sobre el origen de la vida en sociedad que el descubrimiento de otras culturas americanas despertaba en la conciencia de un europeo?, como eran la defensa ante la guerra y de los animales salvajes, pero al considerarlas inexistentes en las islas solo quedaba el linaje, la familia como una fuente generadora de las agrupaciones de viviendas sobre el territorio; una circunstancia que indudablemente favorecía formas de organización poco concentradas.

Los rasgos atribuidos por Las Casas a los pueblos de indios de las Antillas Mayores y de las Bahamas (Lucayas) resumían comportamientos básicos, muy extendidos por todas las islas, pero sin duda los descubrimientos arqueológicos revelan la existencia de espacios excepcionales que superan lo recogido en sus textos. Los espacios cercados con muros, como el recientemente encontrado en Jácana, sur de Puerto Rico ?un probable batey rodeado de petroglifos?, demuestran cuántas diferencias pueden haber quedado desterradas de las síntesis de los cronistas y la necesidad de aceptar sus afirmaciones como esquemas sumarios de una realidad que pudo haber sido más diversa y compleja de acuerdo con la importancia y función de la comunidad, bien fuera una simple aldea o un centro ceremonial.[2] En el siglo XIX el geógrafo español Miguel Rodríguez Ferrer describió un espacio de forma rectangular en la región de la punta de Maisí que llamó cuadrado terreo, terraplenado y rodeado por restos de un muro, y lo vinculó a la cultura aborigen.[3]

En el caso de Cuba, el mismo Las Casas registró en uno de sus primeros memoriales una evidente diferencia entre los indios guanahatabeyes, un tipo de población ubicada en el extremo occidental de la Isla que vivía en cuevas, no en casas, sin comunicación o trato con los demás, y a los que calificó de salvajes, o sea de una cultura inferior. Del mismo modo, identificó otro grupo, los zibuneyes o habitantes de los cayos de los archipiélagos del Rey y de la Reina, al norte y sur de la Isla, y les atribuyó un origen más antiguo, como primeros pobladores, también portadores de una organización menos compleja, muy similar a los de los indios lucayos que habitaban las Bahamas, pero sobre estos no afirmó que vivieran sin orden de pueblos. Habían sido sometidos por una oleada más reciente, de solo unos cincuenta años antes según Las Casas, de indígenas provenientes de La Española, últimos grupos que se consideran pertenecientes a la cultura taína.[4] En conjunto, la población indígena de Cuba precolombina se encontraba escalonada en tres estamentos, y el más aislado de todos aprovechaba las formaciones naturales para vivir.

Estas primeras observaciones antropológicas sobre la población de Cuba, expuestas por el cronista desde 1516, y luego ampliadas o repetidas en obras posteriores, nos revelan una temprana idea que sería predominante en el discurso lascasiano, la noción de la historicidad de las culturas humanas como estadios relativos, en diferentes etapas de desarrollo, que debían ser medidos y analizados dentro de su propio contexto y no comparándolos con modelos dominantes, una inclinación que halló una más completa formulación en la Apologética historia…, donde esbozó una historia natural del hombre aplicada al Nuevo Mundo, basada en los criterios de Aristóteles, y caracterizó la ciudad verdadera, como una aspiración humana para «conseguir el fin último y felice de la ciudad o vida social, cuanto sin fe y verdadero cognoscimiento de Dios en esta vida se puede alcanzar, que es la paz…», una condición finalista que servía de prueba para justificar el grado de civilización y humanidad de los hombres americanos y sus culturas precolombinas.

Las poblaciones indias del Caribe y las Antillas se le revelaban entonces, a la altura de la redacción de este texto, como las más primitivas, un primer estado partiendo del cual pasó a describir la forma de asentamiento de los indígenas delnorte de Venezuela y Colombia, a los cuales les atribuyó un estado más adelantado, más prudentes y sociales, pues tenían comunidades organizadas de una manera más compleja que él calificaba como pueblos, lugares, villas o ciudades, «poco más o menos», según las regiones donde habitaban.

Afirmaba que toda la costa continental caribeña estaba poblada de pueblos grandes de 10 000 casas, apartadas unas de otras, no en la forma compacta de la urbanización española, pero juntas bajo un gobierno, «…en razón de pueblo, de la manera en que ellos era ordenado y acostumbrado». Esta última frase de Las Casas resulta reveladora porque pretendió hacernos llegar con ella una advertencia sobre el relativismo de las formas de agrupación espacial de cada sociedad y la posible existencia de un orden reflejado en el espacio de los pueblos indígenas, pero de modo distinto a las consabidas calles, plazas y viviendas unifamiliares unidas características de la urbanización europea.

Los conceptos de límite o jurisdicción, de urbanización concentrada o dispersa de los naturales, no eran los mismos de la sociedad colonizadora, pero podían ser igualmente válidos para satisfacer los principios sobre la urbanización y el grado de civilización planteados por los filósofos clásicos del pensamiento europeo. El esquema evolutivo que Las Casas aplicaba a América terminaba por encontrar su culminación o madurez en las ciudades y centros ceremoniales de las civilizaciones aztecas e incas.

Pero parte de la cuenca del Caribe y casi todas las Antillas, si bien quedaban en un nivel relativamente inicial dentro de este esquema, fue apreciada por Las Casas como un territorio de cierta unidad manifestada en la manera de describir el orden de los pueblos aborígenes, y esta apreciación testimonial nos resulta muy valiosa comparativamente, porque la región estaba ocupada entonces, predominantemente, por pueblos de la cultura arauaca, también extendida por gran parte de la América del Sur, desde las selvas del Amazona hasta el arco de las Antillas. Los pueblos de indios de Cuba quedaban así inscritos dentro del gran panorama trazado por el cronista, como una manifestación de un área cultural homogénea y más amplia, que podemos calificar como de cultura predominante arauaca.

En La historia de las Indias expuso de manera ocasional, siguiendo el curso del relato de la conquista, otros aspectos importantes de los pueblos de indios de la Isla. Durante su viaje por el interior de Cuba con las tropas de Pánfilo de Narváez, su autor fue testigo de una cruel matanza de los indígenas llevada a cabo en el pueblo de Caonao en Camagüey; su descripción nos deja entrever la organización espacial del pueblo centrada en torno a un batey o plazuela frente al cual se situaba un gran bohío o casa grande, sitios donde se refugiaban atemorizados unos 500 nativos;[5] fuera de allí existía un espacio abierto similar, muy cercano, habilitado con una casa grande que servía de hospedaje a Las Casas y a unos 40 indios acompañantes. Caonao era un caso de pueblo calificado como grande por el cronista, y allí se hallaban reunidos en su batey unos 2 000 indios, atraídos desde los alrededores por la presencia de los españoles y sus caballos. Estaba no muy del mar y de un río que desembocaba en la costa sur de Cuba, pero durante el trayecto hacia este último asentamiento, el cronista pudo identificar numerosos pueblos más pequeños. Las ubicaciones de una aldea o pueblo en un sitio intermedio o equidistante de ambientes singularizados por el tipo de alimentación que proveían? la costa, el río, el bosque? favorecía el desarrollo paralelo de la recolección, la caza y el cultivo, con una economíabalanceada dentro de un sistema ecológico de amplio espectro. (Guarch J.M., Del Rosario y Guarch, E., 1993, p. 17). Las Casas también describió pueblos costeros adentrados en el mar sobre palafitos en el norte de Cuba, donde el esquema distributivo habitual pudo haber presentado notables diferencias por su adaptación al medio, con respecto a los pueblos asentados sobre la tierra firme interior. No obstante, los resultados de las investigaciones arqueológicas llevados a cabo recientemente en el asiento de Buchillones, en un sitio costero, han arrojaron la localización de la planta de una vivienda circular o caney que tanto en su diámetro como en los restos de su estructura coincide muy de cerca con la información resumida y codificada por el cronista.

Siguiendo el curso de las fuentes de los historiadores de Indias, nos encontramos con la obra de otro contemporáneo de los primeros tiempos de la colonización de las Antillas, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo. No puede ser considerado un testigo presencial de los primeros años de la colonización, pero desde 1514 se mantuvo activo dentro de los territorios del Caribe y las Antillas por cierto tiempo, hasta radicarse definitivamente en La Española en 1530, ya desarticulada totalmente la organización indígena. Su descripción de los pueblos de indios en su obra Sumario de la natural historia de las Indias, publicado en 1526, presenta una visión de la diversidad de las locaciones donde estaban situados, y del equilibrio con el medio ambiente. Se detiene en los tipos de casas y en la técnica de su construcción, e incluso, en los cambios introducidos por los españoles en el uso y la distribución del espacio interno, y en las técnicas de construcción o carpintería. Particularmente fue el cronista que mejor describió la técnica de construcción de los caneyes, y señaló la existencia de un tipo de casa, llamada bohío en tierras del continente, más grande que los caneyes y propia de hombres principales e caciques, que se distinguía además por ser de planta rectangular, cubierta a dos aguas y con portales que servían de zagúan o rescibimiento:

…la una y otra son de muy buenas maderas, y las paredes de cañas atadas con bejucos, que nacen colgados de los árboles, con estas atan las maderas y ligazones de la casa; y las paredes son de cañas juntas unas con otras, hincadas en tierra cuatro o cinco dedos de hondo y alcanzan arriba y hácese una pared de ellas buena y de buena vista, y encima son las casas cubiertas de paja o yerba larga, y muy buena y bien puesta, y dura mucho, y no se llueven las casas, antes es tan buen cubrir para seguridad del agua como la teja.[6]

La calidad de la edificación descrita por el cronista introduce otro tema de interés: la relativa perdurabilidad de los asientos y el posible nomadismo de sus habitantes, muy relacionados con las posibilidades de producir alimentos en el sitio y mantener las prácticas agrícolas. Las huellas residuales o basureros han permitido a los arqueólogos plantearse hipótesis sobre la organización o trazado de los pueblos sobre el territorio y sobre la colocación de sus casas, pero sobre una base de información aún bastante débil para sustentarlas. Tanto Las Casas como Colón señalaron la limpieza de los interiores barridos, de los indígenas, lo que nos obliga a pensar que la localización de sus basureros no tenía por qué coincidir necesariamente con el número de las viviendas de una comunidad. Las Casas afirmó el uso de fuego dentro de los caneyes y describió aberturas para el humo en su parte superior, pero las huellas de hogueras mezcladas con abundantes residuos de sus dietas permiten también suponer la existencia de edificaciones externas a las viviendas, como cobertizos o bahareques, para proteger de la intemperie los fogones y otras actividades cotidianas realizadas fuera de las casas de habitar (Guarch J.M., Del Rosario y Guarch, E., 1993, p. 25, 35 y 36).

Con respecto a la forma de los pueblos en sí, las habitaciones de las casas, Oviedo insistió en la dispersión de estas habitaciones y en la diversidad de los asientos naturales escogidos por los indígenas, tal vez con el interés de señalar un signo de desorden y de caos que contrastara con el modelo de ciudad compacta, al modo español, que describió con tanto entusiasmo y admiración en el moderno trazado a regla y cordel de la nueva ciudad colonial de Santo Domingo; también destacó la correlación entre el vasto territorio ocupado por los pueblos de los aborígenes y la obediencia de sus habitantes a un solo cacique, donde su olfato de colonizador veía sin duda una ventaja para facilitar el control y sometimiento de los nativos bajo este mecanismo de obediencia a un solo líder:

…en las habitaciones de los pueblos son diferentes porque unos son mayores que otros en algunas provincias, y comúnmente en la mayor parte pueblan desparcidos por los valles y en las laderas y en otras partes y alturas, y en otras cerca de los ríos, y a veces apartados de ellos, y sembrados a la manera que están en Vizcaya y en las montañas, unas casas desviadas de otras; pero muchas de ellas y mucho territorio bajo la obediencia de un cacique, el cual es en gran manera obedecido y acatado de su gente, y muy servido… (Guarch J. M., Del Rosario y Guarch, E., 1993, p. 25, 35 y 36).

Las observaciones anotadas por Colón en su diario mientras navegaba en 1492 por la costa nororiental de Cuba no se contradicen ni añaden mucho a lo apuntado por Las Casas y Oviedo.[7] El 29 de octubre?un día después de su llegada a las costas de la Isla?, el Almirante observó dos construcciones de mayor calidad que las encontradas en las islas Bahamas:

Las casas diz que eran ya mas hermosas que las que habian visto, y creía que cuanto mas se allegase á la tierra firme serian mejores. Eran hechas a manera de alfaneques, muy grandes, y parecian tiendas en real sin concierto de calles, sino una acá y otra acullá, y de dentro muy barridas y limpias, y sus aderezos muy compuestos. Todas son de ramas de palma muy hermosas (Colón, 1961, p. 75).

La comparación de Colón estaba sostenida sobre la forma de cono de los alfaneques[8] y la disposición de las tiendas de campaña en los campamentos o en los pabellones de las ferias, ambos tipos de construcciones poco perdurables, aunque más grandes que el caso que observaba. Sin embargo, Colón estaba predispuesto a encontrar pueblos mayores, con casas más valiosas, dignas de las lecturas sobre el imperio del Gran Can que le servían de referencia y ansiaba descubrir. Varios días después, creyéndose ya en territorio de la India, envió dos emisarios para reconocer el interior del territorio y estos se adentraron unas doce leguas? aproximadamente 48 km? pasando por poblaciones no mayores de cinco casas, hasta llegar a una de 50 casas y 1 000 vecinos, o sea, unos 20 vecinos en cada una, «porque viven muchos en una casa».

Esto nos indica que coexistieron muchas calidades de asentamientos de acuerdo con el tamaño y que no era posible reducirlos todos a un esquema dimensional promedio. La magnitud de los asentamientos y su continuidad en el espacio deben haber respondido a la disposición de recursos naturales de la región y su capacidad para garantizar el sustento de los habitantes. La separación de las viviendas no mostró regularidades a los ojos de los cronistas que permitieran trazar esquemas distributivos reiterados e identificables en el espacio: todos insisten en una dispersión donde las casas no estaban juntas, aunque estas distancias no impidieran reconocer la pertenencia a un asiento de conjunto controlado por una autoridad. Sin embargo, esto continúa siendo un tópico discutible desde el punto de vista de las actividades productivas, pues el tipo de cultivo en rozas o bien el de montones pudieron influir en la distribución de las viviendas y poblados entre sí, en la medida que las siembras se situaban en medio de estos espacios y podían determinar la forma de aprovechar la tierra y organizar el emplazamiento, además de su perdurabilidad.

Existía un conjunto de unidades o pueblos, mayores o menores, que los españoles agruparon bajo los términos de provincia y aldeas, conceptos tal vez muy distintos a la realidad indígena, pero que permitían designar unidades mayores o agrupaciones de pueblos bajo la autoridad de un solo jefe o líder, circunstancia que resultó favorable a los conquistadores para ajustar su dominio sobre el territorio y trazar su propio orden. Estas agrupaciones tenían nombres propios e identificables, que los españoles tomaron de los indios y les dieron el nombre de provincias de igual forma que lo hicieron con algunos pueblos. El hecho de designar un sitio bajo un nombre determinado indica una peculiaridad de agrupación sobre el territorio, de modo que estos indicios nos permiten asegurar que los propios aborígenes reconocían de modo consciente límites y separaciones espaciales, productos de unas formas de organización sobre el espacio, aunque estas no siempre coincidieran con los contenidos dados por los colonizadores al nombre de pueblo o provincia.

La dicotomía entre población dispersa y población concentrada, los significados atribuidos respectivamente a estos términos como estados de barbarie y civilización, no pueden entenderse fuera del contexto histórico del siglo. Tanto Las Casas como Oviedo compararon los pueblos de indios y sus viviendas con ejemplos específicos del norte de la península española, donde las montañas imponían una dispersión excepcional. Las Casas señaló la semejanza de las poblaciones de algunas regiones indias dispersas en las sierras, como las que halló en Guatemala,[9] con la manera que estaban pobladas las sierras en Galicia, pobladas a trechos, o por barrios. Oviedo por su parte también comparaba las casas de los indios con las casas rurales de los villajes y aldeas de Flandes.

La cultura cristiana y la literatura grecorromana que servía de soporte al pensamiento europeo occidental, apreciaban la ciudad como una manifestación suprema de la condición del hombre en sociedad o colectividad. La intención de adaptar el indio a un estilo de vida urbano semejante al español, y al europeo en general, terminó por atribuir un rango teórico y un valor de modelo a la urbanización concentrada en calles y plazas propia de la cultura dominante y condujo a depreciar y destruir la relación estrecha y orgánica con el medio que constituía la base de los asentamientos indígenas y de muchas de sus creencias animistas. El plano fundacional ordenado se transformó desde el inicio en una figura cargada de prestigio como instrumento colonizador.

La aparición de las encomiendas en La Española en 1503 y las medidas para repartir los indios entre los colonos destruyó los pueblos o asientos originales, pues de cada pueblo se hacían numerosos repartimientos de indios, y estos eran sacados a las minas y separados de sus mujeres e hijos, lo que terminó por convertirse en un factor más de aniquilamiento de la población autóctona. Las instrucciones dadas entonces al gobernador Ovando para congregar o reducir en nuevos espacios a los indios, luego repetidas a Diego Colón, y las contenidas en las Leyes de Burgos de 1512 para crear nuevos pueblos de indios segregados, pero organizados a la manera europea, también tuvieron un efecto catastrófico: en 1508 quedaban unos 60 000 indios en La Española, pero en 1514 habían disminuido a 25 000, y cinco años más tarde no llegaban a 11 000 en la que había sido la isla más poblada de las Antillas.

En este contexto tan conflictivo por la rápida desaparición de la fuerza de trabajo del indio se produjo el inicio de la conquista y colonización de Cuba. La carta de relación del adelantado Diego Velázquez, fechada el primero de abril de 1514, aludía a la forma que había adoptado para hacer los repartimientos en la Isla y planteaba una innovación tendiente a conservar los asientos originales de los pueblos de indios, sin deshacer la estructura existente para evitar así los efectos negativos experimentados antes: «Y por no repartir los caciques en personas, sino que los de un pueblo sirviesen juntos en una parte, porque no se agraviasen, siendo la primera vez, señaló a cada cristiano un pueblo de indios, conforme a la calidad de su persona…» (Pichardo, 1977, p. 67).

Esto obligó también a veces a dar repartimientos de pueblos en compañía, o sea, a encomendar un pueblo a más de un español, de acuerdo con su tamaño, como se hizo con Las Casas y su amigo Pedro de Rentería en la fundación de la villa de Trinidad y durante el repartimiento de sus indios, cuando ambos recibieron juntos el pueblo de indios de Canarreo, considerado un buen pueblo. La organización india del cacicazgo quedó asimilada así como una herramienta de dominio territorial a la fundación de las primeras villas españolas en la Isla, un hecho que se inscribió dentro de una tradición que a la larga dará lugar a instituciones como la mita en las tierras continentales.

La posición de los pueblos de indios nunca había estado orientada con respecto a la explotación minera, pues eran la pesca, la caza, la recolección y la agricultura las actividades que constituían la base de su existencia. Preferentemente habitaban en zonas cercanas a la costa y a los ríos, sin un alto grado de interiorización, pues el monte cerrado que debió ser abundante en la Isla no les resultaba un medio favorable como hábitat, debido a la poca capacidad para la transformación del medio natural y la exuberancia de la vegetación tropical que se convertía en un obstáculo.

Partiendo de su experiencia como colonizador en La Española y en Cuba, Las Casas elevó a la Corona en 1516, junto con otros religiosos, un memorial que esbozaba el primer proyecto de distribución de la población indígena conocido en América, una hermosa utopía, que debía llevarse a cabo en la Isla, puesto que dada su colonización reciente aún conservaba más indios que las demás Antillas. El memorial proponía una separación espacial tajante entre indios y colonos españoles y una convivencia regulada por la iglesia, sin encomiendas o repartimientos personales. El plan eliminaba los asentamientos o pueblos de indios autóctonos y sustituía esta estructura original por una aureola de nuevos pueblos de indios, planificados racionalmente en forma radial en torno a las villas españolas, muy dentro del gusto renacentista por la simetría y el orden. Aunque no se llevó a cabo, su propuesta en parte fue incorporada a las instrucciones dadas a los padres Jerónimos al encomendárseles el gobierno de las Indias en 1517, que contemplaban reunir los indígenas en nuevos asentamientos o reducciones organizados en calles y plazas.

Movidos por el afán de evangelizarlos, el gobierno de estos frailes en La Española llevó a cabo la traslación de los indios a nuevos espacios y, según afirma Oviedo, solo consiguieron con esto acelerar su exterminio después de una epidemia de viruelas que se extendió a las demás Antillas. En lo tocante a los pueblos de indios de Cuba, la breve administración de los frailes no parece haber cambiado sustancialmente la situación de sus emplazamientos, antes bien, la Isla era para ellos un ejemplo a imitar en cuanto a la conservación de los asientos primitivos de los indios, y así lo refiere un documento que recoge la opinión de fray Bernardino de Manzanedo, que en 1518 recomendaba que los repartimientos no excedieran la cifra de 80 indios y que los españoles que tuvieran indios pertenecientes al mismo cacicazgo lo hicieran en sociedad para conservar la unidad del pueblo, «…como me dicen que se hace en Cuba, porque estando juntos los indios que son de un asiento consérvanse mejor»… (Papeles existentes, 1931, p. 57).

Abundan los testimonios sobre la resistencia de los indios antillanos a abandonar sus comunidades y el profundo efecto de desarraigo que esto les causaba. Los sentimientos telúricos del aborigen, su apego a la tierra nacían de una noción de supervivencia y adaptación al ambiente que sustentaba profundas creencias animistas. Los emplazamientos formaban parte de lo sagrado. Si bien mantener los asientos primitivos sin dividir fue un medio utilizado en Cuba para evitar el desequilibrio y la rápida aniquilación de la mano de obra autóctona, como había sucedido antes en las otras Antillas, no lograron en este sentido evitar su disminución bajo el maltrato y la intensa explotación. En 1522, en todas las provincias de Camagüey y Guamuhaya se habían suicidado más de las dos terceras partes de los indios. El propio Las Casas afirmaría que en solo tres o cuatro meses murieron 100 000 indios en las minas, la mitad de la población india que en alguno de sus textos había atribuido a toda la Isla.

Las referencias documentales posteriores sobre los asentamientos indígenas en Cuba no permiten en ningún caso afirmar que se hubiera llevado a cabo una nueva distribución o reemplazamiento de sus asientos originales, como sí sucedió en La Española, ni bajo los efectos de las reglamentaciones de la Corona, ni por iniciativa de los colonos o encomenderos de la Isla. Las reuniones o juntas de procuradores que se efectuaron en Santiago de Cuba periódicamente mientras se mantuvo la fundición de oro, ilustran con sus acuerdos algunos aspectos de la existencia del indio ya convertido en un sobreviviente, pero sin la desaparición de sus pueblos. En 1528 los procuradores de las villas, temerosos de las sublevaciones de los indios que se habían multiplicado ante la emigración de muchos colonos hacia las tierras del continente, afirmaban que los indios cantaban en sus areítos, tanto lo alzados como los pacíficos, «…que ya no podemos (los españoles) durar mucho en esta tierra por que no quedan en ella syno los enfermos y los que poco pueden». Las minas, yacimientos de aluvión donde eran conducidos a trabajar por los españoles, se consideraban sitios donde estaban «…más seguros de los levantamientos y ceremonias de sectas a que son inclinados (…) por estar como están fuera de sus pueblos y asientos e apartados de la conversación de los viejos obstinados que son los que siempre los atraen y echan a diversos daños…». Las sublevaciones indígenas se hicieron muy frecuentes a partir de la muerte del adelantado Velázquez en 1524 y las agresiones de los indios rebeldes a aquellos que habitaban en los pueblos de paz, encomendados a los vecinos, o en las villas españolas, se convirtieron en una noticia común en los documentos de estos años (Ibarra, 1976, p. 61).

De modo similar el gobernador de la Isla en 1537 daba cuenta a la Corona del estado de los indios naturales y pedía la supresión de los cuatro meses de libertad que una reciente ordenanza real les conferían para no asistir a trabajar en las minas debido a que en ese tiempo «…hacen en puntos señalados suyos sus areitos, que en comarca de cincuenta sesenta leguas no queda ningún indio que no venga a ellos, y pocas veces salen de esos areitos que no salgan muertos de ellos; los otros muy desabridos». La cita nos permite suponer la existencia de lugares ceremoniales aún sobrevivientes y ejerciendo una atracción regional extraordinaria (Colección, IV, 1888, p. 424).

Las jurisdicciones de las primeras villas españolas se extendían hasta donde marcaban los límites de estos pueblos de indios repartidos entre los colonizadores, y eran fronteras discutidas en ocasiones por las autoridades. Los procuradores pedían que fueran bien señalados los términos para que «…cada uno dellos sepa en que parte e provincias tiene su jurisdicción, porque hay confusión, especialmente en proveer los indios que se encomiendan e dan a tutela y de las visitas que hacen los alcaldes a los indios y señalar que caciques son de término e jurisdicción de un pueblo, ciudad o villa». Las villas asentaron sus territorios o jurisdicciones sobre un pasado precolombino, basado en la estructura espacial de la sociedad tribal precedente, asimilada en forma de pueblos y cacicazgos repartidos. En 1524, la Audiencia de Santo Domingo había tomado parte en estas querellas y determinado que los alcaldes de las villas y ciudades de Cuba visitaran solo los indios de su propia jurisdicción y no los de otras. Aún en 1577 el ayuntamiento de La Habana reconocía como su límite jurisdiccional el espacio abarcado por los pueblos de indios que les habían sido encomendados originalmente y solo se comprometía a tener despejados y abiertos los caminos hasta la entrada a su jurisdicción «…que es lo que habían antiguamente los yndios de esta villa».[10]

La persistencia de los pueblos de indios en Cuba experimentó una disolución gradual, tanto por la violenta disminución de la población, en 1556 se calculaban solo unos 2 000 indios naturales de la Isla, como por el mestizaje y la introducción de esclavos indios y africanos. El trasplante de indios esclavos desde otras regiones, sin arraigo en el suelo, comenzó muy temprano. Desde 1516 se había comenzado a traer indios desde las Bahamas y desde antes la Isla había sido receptora de indios que escapaban desde La Española, y algo similar ocurrió entre los indígenas cubanos que huían a refugiarse en los cayos de la plataforma insular y también en La Florida. A esto se agrega que en 1534 ya los vecinos de Cuba importaban indios esclavos desde México a cambio de bestias de tiro, caballos y mulos de sus haciendas, en cantidades considerables de un centenar de indios por cada bestia. Desde 1529 los esclavos africanos habían comenzado a ocupar el lugar de los indios naturales e importados en el trabajo de las minas.

La convivencia de los indios con los españoles siempre fue intensa. Los españoles incorporaron muchos indios a sus servicios como criados, guías, remeros e intérpretes de sus lenguas, y su unión con las mujeres indias en las poblaciones españolas fue muy frecuente. En 1534, de un total de 17 vecinos de Trinidad y Sancti Spíritus, nueve estaban unidos a indias y había una docena de hijos mestizos.

La aparición de reducciones de indígenas con el fin de preservarlos de la desaparición fue ensayada en Cuba con anterioridad a la abolición de las encomiendas por iniciativa de la Corona. En 1528 los procuradores reunidos en Santiago de Cuba pedían al rey que suspendiera la misión concedida poco antes a los frailes dominicos Pedro Mejía y Reginaldo Montesino para hacer una experiencia de indios en Cuba. No obstante, el experimento se llevaba a cabo ya en 1532 en Bayamo, donde un centenar de indios, cuyo encomendero había fallecido, fue separado y puesto a vivir aparte y en libertad, sin servidumbre, aunque este poblado fue luego desactivado por el gobernador. El obispo había recibido por entonces una real cédula con el fin de reducir todos los indios de la Isla a solo dos poblaciones. En 1544, cuando se trataban de aplicar en Cuba las leyes de disolución de las encomiendas, el Obispo se oponía nuevamente argumentando que para liberar los indios debían disponer de un religioso «…en cada pueblo do tienen su asiento, porque si de allí los sacan, luego son perdidos y ahorcados». Pero esa iniciativa se tomaría dos décadas más tarde. En 1553 se abolieron las encomiendas en Cuba y los indios liberados fueron reunidos en tres reducciones y en barrios anexos a las villas, como fue el de Campeche en La Habana y otros en Camagüey y Bayamo.

No se puede afirmar que los pueblos de indios desaparecieran del todo a causa de estas medidas reductoras. Entre 1571 y 1574 el cosmógrafo de Indias Juan López de Velazco afirmaba que, en Cuba, además de las tres reducciones de indios, Guanabacoa, Trinidad y El Caney, aún existían ocho pueblos de indios que llamaban cimarrones. Muy pronto estos pueblos de indios sobrevivientes fueron erradicados, como el que se encontraba localizado en la jurisdicción de La Habana, en un sitio nombrado Macurijes cercano al río Hatibonico, y que fue ocupado y desactivado en 1576 por el regidor habanero Cristóbal de Soto, sin violencia, y conducidos sus 60 o 100 habitantes a la reducción de Guanabacoa. Los indios macurijes pertenecían a una etnia residual o anterior al avance de la cultura taína tanto en La Española como en Cuba, y hubo varios sitios en el occidente de la Isla asociados a su nombre y caracterizados por cierta irreductibilidad y rebeldía ante el conquistador.

En 1608 el obispo Altamirano envió un informe al rey con observaciones generales sobre las poblaciones de la Isla. Es notable que señalara entonces solo dos reducciones indígenas: una en Baracoa, considerada como un pueblo de indios españolados, y otra en Guanabacoa; en ambas los indios estaban «…distintos por sí de los españoles», sin embargo, no mencionaba la reducción El Caney, en las cercanías de Santiago de Cuba, que también databa del siglo XVI. En otras tres poblaciones de la Isla, Bayamo, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba, los indios aún perduraban en barrios o arrabales asimilados en sus márgenes, «…pero como los pueblos en sí, por miedo del fuego no están en la forma de España de ahí nace que todos están mezclados y son ya como españolados». Los indios naturales de la Isla se encontraban en su mayoría en Santiago de Cuba, pues en el resto predominaban los advenedizos de la Nueva España. A pesar de las posibles inexactitudes, el informe del Obispo hace ver una creciente disolución de las cualidades étnicas originales de los indocubanos al iniciarse el siglo XVII, pero no solo a causa del contacto y mestizaje con el español (los indios españolados), o con el africano, sino también por los efectos de la temprana emigración de otros indígenas desde áreas continentales.

La relativa perdurabilidad de los pueblos de indios distinguió a Cuba de las otras Antillas en la historia temprana de su colonización y dio origen a una permanencia de los pueblos de indios, que fueron asimilados dentro de los límites más perdurables de las nuevas jurisdicciones municipales de las villas y ciudades hasta su total desaparición. En un sentido histórico americano el hecho guarda relación como antecedente del comportamiento de las formas de sometimiento tributarias y de explotación del trabajo que se impusieron a los indios para mantenerlos dentro de un régimen de explotación aún después de dictadas las leyes nuevas que abolieron la encomienda, como fue el caso de la aparición de la mita entre los indios del continente. Muy señaladamente esta convivencia de españoles y nativos sobre un mismo asiento, que sobrevivió durante varias décadas posteriores a la conquista, explica que muchos de los asentamientos arqueológicos aborígenes detectados en el país sean por lo regular sitios de testimonios de una manifiesta transculturación.

Bibliografía citada

Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana. Con un prefacio y un estudio preliminar de Emilio Roig de Leuchsenring, tres tomos, municipio de La Habana, Habana, 1937-1946 (en las citas ACAH).

«Carta de fray Bernardino de Manzanedo» y «Visita del obispo Juan del Castillo en 1570», en: Papeles existentes en el Archivo General de Indias relativos a Cuba y muy particularmente a La Habana (donativo de Néstor Carbonell), Colección de Documentos, Academia de la Historia de Cuba, vol. 7, t. 1, Imprenta El siglo XX, La Habana, 1931, pp. 57 y 227 respectivamente.

 

«Carta del obispo Sarmiento al Emperador, 1544», en: Hortensia Pichardo, Documentos para la historia de Cuba, La Habana, 1977, pp. 67 y 96, respectivamente.

Cassá, Roberto: Los taínos de La Española, Universidad Autónoma de Santo Domingo, República Dominicana, 1974.

Colón, Cristóbal: Diario de navegación, Comisión Nacional Cubana de la Unesco, La Habana, 1961.

Fernández de Oviedo, Gonzalo: Sumario de la natural historia de las Indias, Fondo de Cultura Económica, México, 1950.

Guarch, José M., Lourdes del Rosario y Elena Guarch: Bariay. Viaje al Plus Ultra, Holguín, 1993, p. 17.

Guarch Delmonte, José M.: Ensayo de reconstrucción etnohistórica del taíno de Cuba, Academia de Ciencias de Cuba, Instituto de Arqueología, La Habana, 1973.

Ibarra, Jorge: «La gran sublevación india de 1520 a 1540 y la abolición de las encomiendas», Santiago, Universidad de Oriente, no. 22, Santiago de Cuba, junio de 1976, p. 61 y ss.

Las Casas, Bartolomé de: Apologética historia sumaria, Unam, México, t. 1, pp. 243, 1967.

Rodríguez Ferrer, Miguel: Naturaleza y civilización de la grandiosa Isla de Cuba, Madrid, 1976, p. 181.

Bibliografía consultada

Bernand, Carmen: Descubrimiento, conquista y colonización de América a quinientos años, Fondo de Cultura Económica, México, 1994.

«Carta del licenciado Vadillo a la emperatriz, 24 de septiembre de 1532», «Provisión de los oidores de la audiencia de Santo Domingo enviada a Cuba para regular el orden de los indios, 1524» y «Peticiones a S. M. acordadas en Junta de Procuradores de la ciudad y villas de la Isla Fernandina», en: Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de Ultramar, 2ª Serie, publicada por la Real Academia de la Historia, t. 1 y 4, Madrid, 1885 y 1888, pp. 1, 238 y 229 respectivamente.

«Copia del expediente sobre legitimidad y nobleza de diversas personas», legajo 1672, no. 83560, Fondo Gobierno Superior Civil, Archivo Nacional de Cuba.

Domínguez, Lourdes: «Reconstrucción histórica de los sitios agroalfareros del centro y sur de Cuba», Anales del Caribe, no. 7-8, Casa de las Américas, 1978-1988, p. 187.

Freide, Juan: Bartolomé de Las Casas: precursor del anticolonialismo, México D. F., 1974.

Gussinyer I. Alfonso, Jordi: «Congregación indígena y pueblos de indios en las Antillas: 1500-1525», Boletín Americanista, Universitat de Barcelona, no. 44, Barcelona, 1944, pp. 73-110.

Hanke, Lewis: Los primeros experimentos sociales de América, La Habana, 1950.

Hernández González, Pablo J.: «De los pueblos de indios en Cuba. Segunda mitad del siglo XVI». http://www.estudiosculturales2003.es/historia/pablohdez_pueblosdeindios.html

«Información contra Gonzalo de Guzmán a nombre de las ciudades y villas de la Isla. 1528», legajo 23, nro.17, Fondo Academia de la Historia, Archivo Nacional de Cuba.

«Información tomada por Manuel de Rojas en Sancti Spíritus y Trinidad en 1534», legajo 34, no. 24, Fondo Academia de la Historia, Archivo Nacional de Cuba.

Jardines, Juan E. y Elena Guarch: «Los poblados aborígenes agroalfareros cubanos», Revista de Historia, año 2, no. 3, Holguín, 1987, pp. 51-58.

Jardines, Juan y Jorge Calvera: «Estructura de las viviendas aborigenes en Los Buchillones», en: El Caribe arqueológico, nro.3, Casa del Caribe, 1999, pp. 53-56.

—–Historia de las Indias, Fondo de Cultura Económica, México, 1951.

—–Los primeros memoriales de fray Bartolomé de Las Casas, Cuadernos H, Serie Documentos I, Universidad de La Habana, 1972.

López de Velazco, Juan: Geografía y descripción universal de las Indias, Madrid, 1894.

Mira Caballos, Esteban: «Cacicazgos y pueblos indígenas en Cuba», en: Las Antillas Mayores, 1492-1550 (ensayos y documentos), Vervuert-Iberomericana, 2000, pp. 197-201.

Morales Patiño, Oswaldo: «El período de transculturación indohispánica», Contribuciones del grupo Guamá, nros. 5-6-7,La Habana, 1945.

Núñez Jiménez, Antonio: Cuba: dibujos rupestres,La Habana, 1975.

«Relación o extracto de una carta que escribió Diego Velázquez, 1ro. de abril de 1514».

Wright, Irene. The Early History of Cuba: 1492-1586,New York, 1916.

[1] Bartolomé de Las Casas: Apologética historia sumaria, Unam, México, 1967, t.1, p. 243. En otra de sus obras le atribuyó a la isla de Cuba poblaciones entre 200 y 300 casas con muchos vecinos. Ver Historia de las Indias, Fondo de Cultura Económica, México, 1951, t. 2,p. 350 y pp. 506-550.

[2] En La Española y Puerto Rico se han encontrado restos de cuatro de estos espacios o bateyes cercados con piedras; los dos de la primera Isla presentaron figura circular y los de la segunda eran rectangulares. Confirmaron la afirmación de Oviedo de que los bateyes se rodeaban con muros de piedra y tierra. Roberto Cassá, Los taínos de La Española, República Dominicana, 1974, pp. 94 y 95.

[3] Se trataba de un espacio rectangular de 258 por 98 varas, dimensiones notables que han hecho pensar en otro uso distinto de un batey. Miguel Rodríguez Ferrer: Naturaleza y civilización de la grandiosa Isla de Cuba, Madrid, 1976, p. 181.

[4] El poblamiento arauaco de las Antillas se produjo por oleadas sucesivas desde el sur, a través del arco de las islas menores. En Cuba penetraron por el oriente y a lo largo del tiempo fueron marginando las penetraciones anteriores hacia el occidente y los cayos adyacentes. La cultura llamada taína representa el estado más evolucionado de este tipo de poblamiento logrado en las Antillas hasta la llegada de los conquistadores.

[5] Las cifras de Las Casas pueden no ser confiables, pero su testimonio resulta siempre convincente, como al describir que los indios llenos de pavor trataron de escapar de la muerte trepando por las vigas del techo del bohío. Un motivo más para entender que se trataba de casas muy cerradas, casi sin huecos o ventanas, salvo una o dos puertas de entrada.

[6] Gonzalo Fernández de Oviedo. Sumario de la natural historia de las Indias, Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 135. Posteriormente el cronista volvería a reiterar estas descripciones. Ver Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, Editorial Guaranía, Paraguay, 1944, t. 3, p. 295.

[7] No es de extrañar las coincidencias, pues del diario fue transcrito y anotado por Las Casas.

[8] Casas típicas de la población nómada en medios desérticos.

[9] La observación de Las Casas, conocedor de los pueblos mayas, resulta interesante por establecer una posibilidad de comparación entre la dispersión del hábitat de los arahuacos y la forma de poblar de los primeros pertenecientes a altas culturas.

[10] Actas capitulares…, t. 3, 1946, p. 11.

Tomado de: http://www.perfiles.cult.cu

Leer más

Intelectuales y tartufos

Obra del artista plástico cubano Marcelo Pogolotti

Por Julio Antonio Mella

Con el tiempo las grandes palabras, que expresaban grandes ideas, se han ido corrompiendo como ríos que encontrasen cerrados sus desagües propios. El torrente se convierte en pantano, la verdad en mentira, porque el torrente, como la verdad, necesita del movimiento constante, de la agitación fecunda.

Libertad. Igualdad. Fraternidad. Patria. Derecho. Son bellas palabras aún que fueron grandes ideas ayer. Hoy, libertad es el permiso de una casta a esclavizar a otras. Igualdad, el abrazo que se dan al asesinarse mutuamente los hombres en las luchas fratricidas. Fraternidad, la camaradería de los miserables esclavizados por un mismo amo. Patria, el huerto donde los pocos comen los frutos que los más cultivan. Derecho, la defensa de los más fuertes, al saciar sus apetitos.

Una nueva palabra va entrando en la clasificación anteriormente expuesta, en el rango de las palabras tambor, diríamos así, por tener mucha sonoridad y estar vacías como los parches guerreros.

Esta palabra es: intelectual.

Al patricio inculto, al señor feroz, al clérigo taimado, al noble vanidoso, al militar fatuo, ha venido a sustituir al momento presente el intelectual rastrero. Pretende bajo un nombre, que encierra una gran idea, establecer una nueva forma de tiranía tan odiosa como la del patricio, la del señor, la del clérigo, la del noble, la del militar. Concentra en sí todos los vicios capitales de los antiguos amos, más el refinamiento de su cultura que le permite con gran hipocresía aparentar que no los tiene formando así sus legiones de prosélitos.

Ha triunfado y ocupa todos los puestos altos de la vida, no los puestos cumbres.

Una montaña es una cumbre, un carrusel es una altura.

Están en las academias, en las universidades, lo mismo entre los profesores y rectores que entre los alumnos, y en los puestos, del gobierno han encontrado su mejor habitación. Son como las pulgas en el órgano auditivo de los perros.

Intelectual es el trabajador del pensamiento. ¡El trabajador!, o sea, el único hombre que a juicio de Rodó merece la vida; es aquel que empuña la pluma para combatir las iniquidades, como otros empuñan él arado para fecundizar la tierra, o la espada para libertar a los pueblos, o los puñales para ajusticiar a los tiranos.

A los que denigran su pensamiento esclavizándolo a la ignorancia convencional, o, a la tiranía oprobiosa no debe llamárseles jamás intelectuales. Guardemos las bellas palabras, que son pocas, para las cosas grandes, que son más pocas todavía.

A los que venden las ideas como las hijas de la alegría sus cuerpos impuros, no les llamemos intelectuales, si fuesen del sexo femenino ya habríamos encontrado el epíteto; llamémosles tartufos, pero nunca intelectuales.

Intelectual fue Prometeo, tartufo Hermes. Intelectual Demóstenes, tartufo Alejandro. Intelectual Catilina, tartufo, mil veces tartufo, Cicerón. Intelectuales los poetas y filósofos e historiadores y tribunos de la Revolución Francesa, tartufos los poetas y filósofos e historiadores (tribunos no podían existir) de la época del llamado Rey Sol.

En el mes pasado dos figuras simbolizaron a los intelectuales y tartufos. A los últimos: Benavente, el arlequín comediógrafo. A los primeros: Unamuno, el gladiador de la pluma.

El autor de Los intereses creados al recibir la condecoración con que el gobierno premia su mediocridad servil, exclama: «¡No sé cómo hay quien dice que en España no hay libertad…!» Mientras tanto el ex-Rector de Salamanca, grita su palabra, a nadie se doblega, a todos ataca, se diría que su pluma quiere convertir a España en un nuevo Judío Errante, quiere hacerla caminar, para ver si de esa manera la hace vivir. Y el gobierno lo condecora con el laurel del destierro, como premio a su actividad sublime.

Uno se arrodilla al recibir la condecoración palatina, el otro se dispone a rifar su cruz de latón como quien rifase un buen ejemplar de la raza canina en una feria.

En la América, también en los últimos días, hemos visto a los intelectuales en funciones de su sacerdocio. Vasconcelos al dirigirse a los estudiantes peruanos, ridiculiza y conmueve el solio del trono capitalista del más rastacuero y sanguinario de los tiranos americanos, Leguía.

Ingenieros llama a este simio y al bisonte[1] de Venezuela; «los dos ascos de la náusea continental».

Varona, el Maestro de la juventud universitaria de Cuba, lanza su palabra condenatoria desde las páginas de nuestra revista.

Palabras que podrán ser anuladas en estos momentos; pero que la juventud sabe oír y guardar, como quien guarda un puñal en el pecho, para el «tiempo futuro que será mejor» tiempo, en que la juventud de hoy gozará el triunfo «por haber perseverado en un propósito noble y levantado».

Nota:

1] Se refiere a Juan Vicente Gómez, también llamado “Juan Bizonte”

(*) Es textual: publicada en la revista Pensamiento Crítico, n° 39, pp. 39-41. La Habana. Cuba. Abril de 1970

Tomado de: https://elsudamericano.wordpress.com

Leer más

Este miércoles, Fresa y Chocolate en De nuestra América (+Tráiler)

Cartel de Fresa y Chocolate (1993), de Tomás Gutiérrez Ale y Juan Carlos Tabio

Por Octavio Fraga Guerra

Este miércoles 18 de diciembre, en el espacio televisivo De nuestra América, que conduce el crítico de cine y escritor Frank Padrón, se presentará el filme cubano Fresa y Chocolate, de los cineastas Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío.

Producida en el 1993 por Cuba, España y México, está basada en el cuento de Senel Paz El lobo, el bosque y el hombre nuevo, que el escritor adaptó como guion de cine.

Esta fue la primera película cubana que obtuvo una nominación, en la categoría de Mejor Película Extranjera, en los Premios Oscar, en 1994. Realizó un amplio recorrido de Festivales, entre los más significativos, el de Berlín y Chicago.

La cinta obtuvo el Premio Goya al mejor largometraje extranjero de habla hispana en la edición celebrada el 21 de enero de 1995. Otro premio relevante fue el de Mejor película en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Sinopsis

Un homosexual culto y marginado, que ama a su país y sus tradiciones, conoce a un joven estudiante universitario con inquietudes literarias, pero militante de la Juventud Comunista. Entre los dos se establece una relación amistosa que derrumba incomprensiones, prejuicios e intolerancias.

Ficha técnica

Dirección: Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío

Guion: Senel Paz

Producción: Miguel Mendoza

Fotografía: Mario García Joya

Edición: Miriam Talavera Fernández y Osvaldo Donatién

Música Original: José María Vitier García-Marruz

Sonido: Germinal Hernández Veitía

Dirección de Arte: Fernando Pérez O’Reilly

Intérpretes: Jorge Perugorría, Vladimir Cruz, Mirtha Ibarra, Francisco Gattorno, Joel Angelino y Marilyn Solaya.

Género: Ficción

Año: 1993

Tráiler del filme Fresa y Chocolate de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío.

Leer más

Ir al cine con Julio

Julio García Espinosa. Cineasta cubano. Premio Nacional de Cine en el 2004.

Por Enrique Sacerio-Garí

No hay nada peor que cuando desaparece la imperfección, cuando seguimos clavados al vacío del perfeccionamiento, a los ficticios horizontes felices. No hay puntos de línea recta en la vida… y la bola del arte desinteresado sabe demoler la nada cotidiana con recursos legítimos.

Así empecé al recordar lo que fue para mí ir al cine con Julio. Fue haciendo mi vida lejos de Cuba, donde tuve la dicha de encontrarme con Julio y Lola en un Festival de Cine de Filadelfia. Se presentaba Reina y Rey. Julio dijo unas palabras después de la proyección. Ayudé algo a la intérprete y terminé, días después, llevando a Lola y a Julio al aeropuerto. Nos buscábamos, nos volvimos a ver en Washington y durante mis viajes a Cuba. Nunca dejé de visitar a Julio cada vez que pasaba por La Habana. Nunca dejamos de conversar del cine y de sus ensayos. Siempre terminábamos hablando de Brecht. De una de las conversaciones que grabé transcribo este pasaje que define lo que fue Julio, el artista y el ser humano, para mí y para Cuba:

La dramaturgia institucionalizada, como la llaman, es una dramaturgia que permite poca información. Si das mucha información se convierte en un didáctico. Mientras que una dramaturgia como la que se desprende de los postulados de Brecht admite más información sin que sea un didáctico. Yo te digo, por ejemplo, soy heredero, me considero heredero, de una generación que trató de darle una respuesta estética a la posición política. Es decir, yo creo que lo más importante del nuevo cine latinoamericano es que trató de conciliarse vanguardia artística y vanguardia política, y yo personalmente he tratado de no fragmentarme entre artista y ser humano sino de ver cómo se conciliaban uno con el otro. Yo no creo en la objetividad, creo en la honestidad. La objetividad, para mí, en el mundo en que vivimos, es farisea. Yo abierta y claramente declaro que la objetividad no existe… yo muestro personajes, no los juzgo, para que el espectador saque sus propias conclusiones. Es decir, que la objetividad me parece que o es un fariseísmo o es hacerse el tonto o es hacer de tonto porque el que esté aspirando a la objetividad está totalmente ajeno a que hoy vivimos en un mundo en que la espontaneidad y la objetividad son fabricadas. Y, por lo tanto, no soy objetivo. Yo no puedo, frente a una situación como la que tienen los palestinos, decir no. Yo no puedo pensar que viene un hombre y le da una patada a un niño y decir vamos a ver cuál es la opinión de uno y del otro… no, no, este no puede dar la patada. Eso es lo que me sostiene a mí como cineasta y como ser humano… y es un esfuerzo tremendo ser honesto con esas posiciones. Y te lo digo yo que cuando hago una película no puedo planificarla. Puedo ser muy cartesiano a la hora de hacer un ensayo o a la hora de hablar contigo, pero a la hora de realizar una película no puedo ser cartesiano. Es decir, no puedo hacer un storyboard. No puedo planificar cómo va a ser la puesta en escena. Yo le puedo decir al productor: “Mañana la cámara debe estar aquí y vamos a utilizar este espacio, pero lo que va a ocurrir ahí…” Él sabe que va a haber dos actores y va a haber unos muebles…, todo lo sabe para que lleguen los iluminadores y empiecen a poner las lámparas y demás. Pero cómo va a ser resuelta la escena que va a tener lugar en ese espacio con esos actores, no lo sé yo hasta que no llego allí y empiezo a sentir… y entonces viene una respuesta que improviso en ese momento. Pero al mismo tiempo te digo: tengo una posición definida desde el punto de vista político que no es de una vez y por todas sino que se va enriqueciendo o va retrocediendo o va desarrollándose, porque eso en el fondo es la lucha para ser fiel a uno mismo, que para mí es el mayor triunfo que puede tener alguien.

Julio no se dedicó a hacer películas para ganar premios. Su arte no lo concibió para competir sino para compartir, para compartir ideas. Su búsqueda era incesante, por eso era de aspecto imperfectivo; las palabras y las imágenes en un proceso incesante de identidad. To be or not to be, son o no son, somos o no somos en La Habana tanto como en Filadelfia. Como dice uno de sus personajes: “Uno lo extraña todo aunque no lo haya visto”. Por eso desapareceremos en el todo, no en la nada, por eso somos y hay son en las dos orillas.

Para mí, el milagro fue seguir conversando con Julio aun después de sus limitaciones por la salud. Nunca dejó de asombrarme una frase dentro de múltiples silencios, como las dos partes de Reina y Rey: silencios, verbosidad cubana, persianas de luz y sombra y las soledades de La Habana. Nos vimos por última vez en marzo de 2015, sentados en los dos sillones, con Zeus inquieto entre los dos y las sonrisas cariñosas de Lola.

Cuando íbamos al cine nos sentábamos en la última fila. No siempre terminábamos de ver la película. Si todo estaba demasiado bien hecho, con artificios de sobra, no daba para espíritu crítico. Julio y su cine siguen con nosotros, son una búsqueda de identidad fiel a sí misma, como Cuba.

Tomado de: http://www.uneac.org.cu

Leer más

Women Make Film, la historia del cine a través de mujeres (+Tráiler)

Women Make Film (2019), de Mark Cousins

Más de mil fragmentos de películas rodadas a lo largo de 13 décadas y en los cinco continentes. Women Make Film es un análisis de la historia del cine a través de la lente (y la mirada) de algunas de las mejores directoras del mundo. Algunas muy conocidas. Otras, muchas, a reivindicar. Este excepcional proyecto está estructurado en cinco bloques y 40 capítulos, cada uno de ellos narrado por una cineasta, como Tilda Swinton o Jane Fonda, entre otras.

Mark Cousins (con su particular estilo) plantea cómo se hace una película, cómo se rueda y se monta, cómo se da forma a una historia y cómo el cine describe y refleja la vida cotidiana. Del encuadre a la presentación de personajes, pasando por los géneros fílmicos o el sentido de un travelling, este influyente teórico vuelve a bucear en las imágenes para evocar la grandeza del cine.

Una nueva road movie a lo largo de la historia del cine

Women Make Film, una nueva road movie a lo largo de la historia del cine es una visita guiada por la historia, el arte y el oficio del cine a través de la lente de la mujer. Este excepcional proyecto tiene 14 horas de duración. Está estructurado en capítulos, cada uno de ellos narrado por una mujer del mundo del cine.

Años de trabajo han dado forma a esta audaz continuación de The Story of Film: Una odisea de Mark Cousins, que muestra con más de mil secuencias cómo se hace una película. Consta de 40 capítulos y plantea diferentes cuestiones: ¿cómo se hace un buen plano de apertura?, ¿cómo se encuadra una imagen?, ¿cómo se presenta un personaje?, ¿cómo se rueda el sexo, la danza o la muerte?, ¿cómo se representan el trabajo y el amor en el cine? o ¿cómo funcionan los géneros como la comedia, el melodrama o la ciencia ficción?

Estas cuestiones se resuelven empleando exclusivamente secuencias de películas dirigidas por mujeres, entre las que figuran las directoras más conocidas, pero también otras mujeres olvidadas de todas las épocas del cine y en todos los continentes. Women Make Film es una revelación, una celebración del oficio del cine y un j’accuse a la historia del celuloide.

La mayoría de las películas están dirigidas por hombres. La mayoría de los llamados «clásicos del cine» los han dirigido hombres. Pero a lo largo de trece décadas y a lo ancho de los cinco continentes en los que se hace cine, miles de mujeres también han dirigido películas. Algunas de las mejores. ¿Qué películas hicieron? ¿Qué técnicas emplearon? ¿Qué podemos aprender del cine a través de ellas? La historia cinematográfica ha sido machista por omisión. Women Make Film revisita el cine desde los ojos de directoras de todo el mundo. Un nuevo viaje través del cine. No trata sobre la vida de las cineastas. No es una historia cronológica. No es un análisis de las diferencias entre directoras y directores de cine. Tampoco es una de esas listas de mejores películas de la historia. No. Va en líneas más claras que eso. Es una película sobre las películas, sobre las escenas. Responde a preguntas prácticas: ¿Cómo enganchar desde el principio con un filme? ¿Cómo dejar claro el tono? ¿Cómo hacerla creíble? ¿De qué manera original puede introducirse un personaje? ¿Cómo hacer que un travelling sea mágico?

Preguntas que un cineasta se plantea cuando hace películas y cuando las ve. ¿Y las escenas de sueños, coreografías, el lugar de trabajo o la política? ¿Cómo se graban los cuerpos? ¿Cómo enseñar el amor? ¿Y la tensión, el recuerdo o la muerte? Se plantean 40 preguntas como estas en 40 capítulos. 40 montajes en carretera. 40 historias sobre la grandeza del cine. Es una especie de escuela de cine donde solo hay profesoras. Una Academia de Venus. Incluye muchísimos ejemplos, un montaje de escenas de películas de todo el mundo y de muchas décadas.

Puede que tus películas favoritas no aparezcan, puede que tus directoras favoritas no salgan. El documental no pretende ser exhaustivo. Es más, se ha evitado poner algunas de las más famosas. Pero hay sorpresas, revelaciones. Hay motivos para enfadarse porque muchas de estas grandes películas están infravaloradas, pero también para deleitarnos con el medio cinematográfico y con las mujeres sobre cuyos hombros nos alzamos.

Tomado de: https://macguffin007.com

Tráiler del filme documental Women Make Film (2019), de Mark Cousins

Leer más