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¿Filmicidad vs Teatralidad?

Fotograma del filme El gabinete del doctor Caligari (1919) de Robert Wene

Por Roberto Pérez León

Voy a referirme a algo que ha hecho correr primero chorros y chorros de tinta y luego ha hecho realizar millones de pulsaciones sobre teclados digitales, me refiero a la filmicidad del teatro y a la teatralidad del film.

El teatro nace con la condición humana. Sin embargo el cine es un suceso muy joven. No es axiomático decir que el cine ha alcanzado una independencia total del teatro o que el teatro tiene una ruta autónoma con relación al cine.

¿Cuándo el teatro aparece en el cine tenemos un subgénero cinematográfico? ¿Existe una jerarquía entre cine y teatro? ¿Cómo repercuten uno en el otro o entre sí? ¿La noción de performatividad pertenece solo al mundo teatral, aunque existe en el cine el fundamento deleuciano de la imagen-movimiento? ¿Qué pasa cuando en la diégesis cinematográfica entra el teatro?

Todas estas consideraciones pueden constituir un tema de autorreflexión por parte de cineastas y teatreros. El tema hasta sugiere un metadiscurso teórico que nutre al ejercicio creador en ambos medios.

Hoy por hoy las tecnologías de la información y la comunicación hacen tanto del cine como del teatro artefactos narrativos de receptividades intermediales concurrentes que se manifiestan como constructos operantes en el contexto socio-cibercultural.

Como el Festival de Teatro de La Habana 2021 será una propuesta que nos hará a todos espectadores digitales, el elemento fílmico digital será la enunciación manifiesta y tendremos que revestirnos de una mirada crítica que abarque el espacio de creación teatral en la pantalla.

El ambiente digital donde se producirá el Festival será un acicate para vincular al cine con el teatro y al teatro con el cine.

En realidad lo más cercano que tenía el cine para inspirarse en sus orígenes fue el teatro. Tal vez sería más correcto decir las artes escénicas: los musicales, el circo con todos sus números, los cafés cantantes; por supuesto, hasta la literatura folletinesca con su esquematismo dramatúrgico; y, también toda la gran literatura decimonónica intervino en los orígenes del cine.

En la medida que el cine empezó a incorporar novedades tecnológicas tuvo períodos de independencia, fueron signos de ello el desarrollo del montaje, la división de planos para mostrar la acción, la superación de lo profílmico en la imagen fílmica resultante, el raccord, la constitución de una gramática y una sintaxis para la escritura cinematográfica.

La enunciación cinematográfica primitiva, llamada modelo de representación primitivo (MRP) parte del discurso de la escena teatral de los inicios del siglo XX: frontalidad absoluta, escenografía a modo de decorados acartonados, un único espacio, sobre-expresión actoral. Entonces solo el cine tenía una cámara fija fiel al punto de vista frontal del espectador teatral, y que solo a través de una manipulación de apertura y cierre de la lente concebía la separación de los distintos actos de la “representación”.

Hay que decir que el desarrollo del montaje y las genialidades de Eisenstein y Griffith no lograron apartar aquel cine de una latente teatralidad que además fue sustentadora de la grandeza cinematográfica de muchas obras de la época.

En medio del traspaso de estrategias discursiva entre ambos medios se logran obras únicas desde los primeros años. Pienso en El gabinete del doctor Caligari (1919) donde se conservan las estructuras teatrales de manera alarmante. Un caso emblemático donde el teatro emplea al cine fue en los años veinte cuando Piscator empieza a usar los proyectores en sus montajes.

Cuando el cine pierde la frontalidad gracias al desarrollo tecnológico de las cámaras y estas pueden andar por la escena y variar el punto de vista, junto a la incorporación del sonido, se consigue una expectación más singular.

El cine se hace más narrativo y el teatro más mostrativo o viceversa. Pero tanto en la narratividad como en la mostración hay huellas de lo teatral como de lo fílmico.

Con el movimiento de cámaras y el sonido el cine adquiere una narrativa de más posibilidades, aunque sigue apegado a una teatralidad matizada por las convenciones escénicas, esto lo vemos en la retórica hollywoodense de los años 50: plano secuencia, movimiento interno, profundidad de campo; en cuanto al nivel temático recordemos que mantenían el peso del diálogo y la actuación: argumentos teatrales, como los llamó Kracauer.

Y, no obstante, con todos estos elementos que estructuraron el lenguaje cinematográfico con una estética propia, reconocida, el cine no deja de transfusionarse con el teatro, tenemos la obra de Peter Greenway o Ingmar Bergman por poner solo dos cineastas paradigmáticos para el séptimo arte y sin embargo muy maridados con el teatro.

Llegado el momento el posmodernismo emprendió una carrera de rupturas que tocó de manera simultánea tanto al teatro como al cine: fragmentaciones de la imagen, artificiosidad, narrativas despedazadas, enunciaciones sin centro, etc., etc.

Hemos llegado a una espectacularidad de la teatralidad a través de la escritura de un discurso por medio de un artefacto dialógico medial. Sería errático considerar diferencias o semejanza entre el cine y el teatro. Se trata de interacciones que sustancian procesos creativos que pueden fundirse y el texto resultante escapa de lo meramente fílmico marcado por lo teatral o sencillamente de lo teatral marcado por lo fílmico.

Los sistemas significantes tanto del cine como del teatro disfrutan de categorías formales y estéticas propias; cuando se articulan se singularizan en el nuevo contexto que ya no es el de origen, lo que no quiere decir que se conviertan en metacinematográficas o metateatrales; crean en sus conjunciones y propósitos sémicos un universo de expresiones que se manifiesta no en contrapunto sino como puesta en forma artística portadora de un evento de logicidad particular en sus aspectos estéticos y narrativos.

Hoy, en un ambiente posdrámático en pleno desarrollo, el escenario no es el único marco para el teatro, por otro lado el presupuesto dramático-literaria cada vez es menos significativo para la teatralidad.

Si nos guiamos por la historia del cine podemos pensar en estos momentos en una reteatralización del cine. No son pocos los ejemplos, tenemos a Lars von Trier cuando hace en 2003 Dogville y Manderley en 2007.

Para muestra de la fruición que provoca lo fílmico en lo teatral está la casi milagrosa y ritual vivencia teatral, en vivo y en directo siempre, de La Fura dels Baus, paradigma del experimentalismo donde hasta a veces se atropellan videografía, audiovisualidad, representación escénica, realidad aumentada, espectáculo-instalación.

Las tecnologías de la información y la comunicación han producido una consolidación tal del lenguaje cinematográfico que podría provocar posiciones extremas que bogarían a favor o en contra de las consideraciones sobre la teatralidad en la filmicidad o contrariamente.

Ni rompe el cine con el teatro ni el teatro deja de hacerles marcas al cine.

Tomado de: Cubarte

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Galaxia K puede ser un punto de partida para la educación en el arte de la animación”

Ivette Ávila, cineasta cubana

Por Rubén Ricardo Infante @RRdoInfante

Desde finales de junio del presente año conozco del proceso creativo de la realizadora Ivette Ávila y su equipo en la concepción de la serie de diez cápsulas sobre el arte de la animación que actualmente se transmiten por el canal Cubavisión. Lo que comenzó siendo un proyecto que incluía sus propias experiencias en talleres se convirtió en un programa de televisión, sobre el cual asegura su directora y guionista que no es “un producto perfecto, pero sí un punto de partida”.

El equipo de trabajo de Galaxia K cuenta con dos productores, Elaine del Valle y Aramís Acosta; en la fotografía Jorge Ramírez y Alain Pérez; Omar Batista en la dirección de arte; mientras que Jean Alex Noa se encarga de la edición y efectos visuales y Ramiro Zardoya de la animación 2D.

Ivette, me gustaría comenzar por el principio, ¿cómo surge la idea de hacer el programa?

Producciones Cucurucho es un grupo creativo que integramos Ramiro Zardoya y yo, junto a otros animadores y colaboradores que entran y salen de los talleres y eventos que organizamos; llevamos más de diez años haciendo talleres, hemos hecho más de 60 por toda Cuba. A través de estos talleres creamos una metodología que queríamos compartir con otros; en un primer momento pensamos en escribir un manual…, pero con todo esto de la pandemia provocada por la COVID-19 y la imposibilidad de hacer talleres presenciales, surge esta idea de Minerva Rodríguez, directora del British Council Cuba, de hacer unos videos para enseñar el ABC de la animación, orientados al proyecto nacional Cámara Chica.

Cámara Chica es un proyecto del Consejo Nacional de Casas de Cultura con un apoyo importante del British Council, con el cual hemos mantenido un vínculo importante. Hemos impartido talleres en sus sedes de Villa Clara, Granma, Pinar del Río y en los dos festivales nacionales que se han hecho allí. Estos talleres han sido muy breves, pero han generado una gran expectativa. El proyecto Cámara Chica tiene niños de todo el país y realmente cuesta mucho trabajo aglutinarlos en un espacio para que reciban estos talleres y más aún, en tiempos de pandemia.

Entonces Minerva se acercó a nosotros, nos planteó su idea sobre las cápsulas y pensamos en hacer algo sencillo, filmado en casa. Pero le comentamos la idea a Ester Hirzel, la directora de Animados Icaic y ella se motivó muchísimo y decidió colaborar también con el proyecto. Con la entrada de Animados Icaic vimos la oportunidad de hacer algo más complejo siempre pensando en las redes, que pasara de mano en mano o que se pudiera divulgar mediante las Casas de Cultura. La posibilidad de producir con un poco más de comodidad nos hizo repensarnos el proyecto y es cuando entra la idea de incluir secciones que hablaran de la historia, de curiosidades, de personalidades y diferentes modos de hacer dentro del arte de la animación.

Así es como surge el programa, tal como está concebido hoy. Siempre en las clases me gusta decir que la animación es un universo infinito y queríamos que el programa fuera ese universo. Nos empezamos a debatir en el nombre, teníamos la palabra galaxia, un viaje por la galaxia de la animación, pero finalmente pusimos la letra K, por la palabra Kino (prefijo en griego que significa movimiento y palabra que en alemán significa cine), y es que la animación es movimiento. Los animadores estamos obsesionados con dibujar, con reflejar el movimiento, la animación es ilusión de movimiento. Por eso la letra K en la Galaxia, y después lo usamos en los nombres de las secciones: Expedientes K (jugando con esto de expedientes desclasificados), AnímateK, anímate en la Galaxia K, o sea anímate a animar.

Una vez que filmamos comenzamos a editar, a desarrollar las cápsulas, a completar el programa, y Rafael Pérez Ynsúa, director de Cubavisión, conoció de Galaxia K y habló con nosotros para valorar la posibilidad de estrenarlo en la Televisión Cubana. Todas las partes estuvimos de acuerdo y gracias a ello Galaxia K está saliendo los miércoles a las 5 de la tarde por Cubavisión para todo el país.

¿Cuáles han sido tus motivaciones profesionales a la hora de concebirlo?

Creemos que Galaxia K puede ser un punto de partida para la educación en el arte de la animación. La idea de incluir las secciones complejizó la producción, hemos tenido que investigar muchísimo y buscar gran cantidad de imágenes y videos para graficarlas, pero era vital que aprovecháramos esta posibilidad espectacular de divulgar peculiaridades sobre la animación que mucha gente ignora. Creo que la concepción general que tienen las personas es que la animación son “muñequitos”, que la animación es un qué…, un género. La animación es un cómo, es un medio de expresión de infinitas posibilidades, que puede funcionar lo mismo para un documental o una ficción. Desde que estoy en el ámbito profesional de la animación, porque provengo del mundo de la ciencia, estoy tratando de reivindicar de cierta forma conceptos que tienen que ver con el mundo animado. Yo veía la posibilidad de transmitir eso que estaba enseñando en la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) o en los talleres, de crear una expectativa en un público mayor, que los espectadores sientan eso de que la creación es infinita, que la animación lo hace todo posible y que todo lo que existe se puede animar.

En el caso de las clases me propuse ofrecer consejos prácticos de técnicas que los niños pudieran reproducir en sus casas con los elementos que tienen, con objetos, con juguetes, con recortes de cartulina o collage, etc.

De hecho, para este tipo de animación, porque nos centramos en la animación artesanal es vital tener un trípode, que puede ser caro o difícil de conseguir, entonces una de las clases es cómo hacer un trípode de papel y otra de las clases es como descargar y usar un software libre que está en internet que se llama Stopmotion Studio y cómo usarlo para capturar, editar, poner el sonido. De modo tal que después que los niños vean la temporada completa puedan tener un cúmulo de conocimientos, de ideas prácticas para hacer sus primeras películas animadas.

En Cuba la animación no se estudia como especialidad en ningún medio de enseñanza, ni media, ni superior, no existe como carrera y es una solicitud que hemos hecho en muchos espacios. Creo que el programa puede ser un punto de partida para que la demanda de que se establezcan esas carreras se haga viable. Porque es una oportunidad de divulgar, de generar un interés, y de crear también una necesidad.

Como espacio propicia la creatividad y el desarrollo de habilidades en los niños, ¿crees que estamos necesitados de programas de este tipo en la televisión cubana? ¿Qué hacer para remediar esta problemática?

Estamos en una era donde los niños no son simples consumidores, ni siquiera somos los padres los que diseñamos los contenidos que los niños ven, en la mayoría de los casos. Los niños pueden diseñar sus propias parrillas televisivas, con lo que tienen en las computadoras, en los teléfonos, grabado en memorias, cada vez son más activos en la forma en que consumen y para eso lo ideal es que estén educados, que sepan determinar lo que está bien o lo que está mal, lo que es más valioso desde el punto de vista estético y qué contenidos son más adecuados para ellos.

Ahora mismo los niños y los adolescentes no son solo consumidores, ellos con sus teléfonos son generadores de contenido, filman su realidad inmediata y a veces filman cosas inadecuadas, por eso llevamos años hablando de la necesidad de una alfabetización audiovisual, sea desde la escuela, sea desde los medios de comunicación, pero lo ideal es ofrecer herramientas para que, si van a producir contenido lo hagan de forma valiosa; porque además ellos observan el mundo de forma muy aguda, muchas veces ven lo que los adultos no vemos. En ese sentido creo que Galaxia K puede ser un aporte a esa alfabetización audiovisual. Nosotros queremos que el programa pase de mano en mano, que se socialice a través de las Casas de Cultura, que se ponga a disposición del Ministerio de Educación, que se pueda copiar y dejar en los departamentos de arte de las escuelas.

Creo que no es producto perfecto, pero sí un punto de partida.

Cuáles han sido tus referentes, o proyectos que te han servido de base en la concepción del diseño del programa.

En realidad, no hemos tenido un referente, más bien nos hemos guiado por nuestras experiencias en los talleres que hemos impartido con niños de todas las edades. Es un programa bastante genuino en ese sentido de la forma en que ha nacido. Hace años vi una serie argentina que se llamaba Caloi en su tinta, que estaba enfocada en los dibujos animados como tales, y Caloi los comentaba y se ponían los materiales completos, ese programa me encantó. Siempre sentí que sería tan bueno tener un programa así en la Televisión Cubana, para que la gente aprendiera de animación, desarrollara una sensibilidad y sacara la animación de ese encasillamiento que habita en el imaginario del público e incluso de los académicos.

Entonces se puede decir que Caloi en su tinta, se convirtió en una inspiración para Galaxia K. Porque realmente la forma en que lo hemos armado y construido ha sido desde nuestra experiencia práctica, desde lo que hemos experimentado en la enseñanza.

¿Cómo articulas las tres secciones que integran el programa de acuerdo a la temática de cada capítulo?

La primera idea era que todas las secciones y la clase práctica estuvieran conectadas en cuanto a contenido en cada capítulo, pero cuando armamos los temas que íbamos a impartir, en ocasiones resultaba complejo encontrar una personalidad asociada a un contenido particular o un dato histórico. Entonces en algunos capítulos se imbrica muy bien, pero en otros sencillamente lo que tratamos de dar es una conexión entre la personalidad y el tema histórico que estamos tratando. Por ejemplo, en un capítulo Expedientes K habla del gran animador de los monstruos del cine (antes de la era digital) Ray Harryhausen y luego en El agujero del tiempo tratamos sobre películas muy famosas de la Historia del cine, de la ciencia ficción, que utilizaron animación artesanal para sus efectos visuales.

Pero realmente el objetivo principal de cada programa es el aspecto práctico y que el niño lo pueda llevar a cabo, y a veces no tenemos una conexión directa entre la clase y las secciones. También el propósito de las secciones es que el programa sea más atractivo, más vistoso, más abarcador…

En las secciones hemos tratado de hablar del surgimiento de muchas artes dentro de la animación, por ejemplo, de la animación digital, de la historia de la animación en Cuba, de cómo llegó el stop motion a la Televisión Cubana y como se desarrolló el stop motion en los Estudios de Animación Icaic…, pero también hemos hablado del primer largometraje animado, de técnicas poco conocidas como lo es la rotoscopia, tenemos una gran variedad de contenidos y una gran variedad de personalidades como son: Ray Harryhausen, Quirino Cristiani, Lotte Reiniger, Jan Svankmajer, Ladislaw Starevich, Norman McLaren…

Es una Galaxia llena de luces y colores, y como equipo trabajamos con la ilusión de que nos acompañen en este viaje maravilloso por el mundo de la animación.

Tomado de: La Jiribilla

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Cinexcusas: Sofía 87

Sofía Loren, actriz italiana

Por Luis Tovar @luistovars

Usted lo sabe, señora Sofía: cuando se habla de alguien que, como es el caso, se ha ganado todos los elogios y reconocimientos posibles, suele ser el ocaso vital quien ayunta la memoria, de cuya nobleza no cabe dudar, con lo que muchas veces sólo es oportunismo. Estas líneas quieren ir a contrapelo de ese hábito, no aguardar guadañas indeseables y aprovechar que apenas el pasado lunes 20 usted alcanzó la edad de ochenta y siete años, tan bien vividos, tan pletóricos de luz, celebridad y gloria que no tendría caso intentar, en un espacio así de breve, un recuento pretendidamente completo, sin olvidar que la intención de este irredento admirador suyo no es sino festejar su nueva vuelta al sol. Por lo demás, se antoja imposible la exhaustividad: ¿cómo, si hace siete décadas y un año, en un 1950 ya lejano, en su debut no firmó Loren sino Scicolone, apellido que de inmediato cambió por Lazzaro? No sólo eso sino, por ejemplo, su participación sin crédito en Quo Vadis?, complican otro poco la tarea.

Más valioso que la enumeración sería ponderar, a lo largo de un periplo que comenzó cuando tenía usted apenas dieciséis años y sigue hasta el presente –apenas en 2020 protagonizó La vida por delante, de Edoardo Ponti–, la transformación a la que usted misma sometió su presencia en las pantallas: que suene lo menos obvio posible pero su belleza física, insoslayable hasta lo paradigmático –la rebautizaron como Princesa del Mar, Sirena del Adriático, Señorita elegancia…–, habría bastado para garantizarle fortuna y fama cinematográficas, y sin embargo, en compañía de Carlo Ponti, a su tremendo impacto icónico y su simpatía irresistible amalgamó a partes iguales lo que tuvo desde siempre: talento, sensibilidad y vocación por el arte, no por el mero espectáculo.

Digo lo último porque Hollywood, esa máquina trituradora de personalidades, quiso considerarla suya y todavía hoy se ufana de ser su demiurgo, vaya falsedad: antes, durante y después de la Paramount, Cary Grant, Frank Sinatra, George Cukor, Sidney Lumet y Michael Curtis, estuvieron Vittorio de Sica, Claudia Cardinale, Gina Lollobrigida, Ettore Scola… y deliberadamente dejo hasta el final a Marcello Mastroianni, por razones que sin duda sabe de antemano pero, antes de aludir a ellas, querría dejar dicho y redicho que salvo De Sica, Scola y Mastroianni, con quienes me atrevo a decir usted se sabe indisoluble –y nada importa que la muerte los alcanzó a ellos antes–, el resto pueden considerarse honrados por Fortuna, por haber tenido el privilegio de compartir guión, set y créditos con una diva que sí merece ser llamada así, y más: una que antes y después de serlo ha sabido ser ella misma, sin los andamios de la pose ni la lejanía que mistifica, no obstante haber ganado todo lo ganable en materia de premios y reconocimientos –Palma, César, Concha, Oscar, BAFTA, Globo, David de Donatello…– y ser, desde un principio constatado hasta la fecha, El Rostro del mejor cine hecho en Italia.

Desde luego están o, mejor dicho ustedes son, Filomena y Domenico del Matrimonio a la italiana; la vendedora de cigarros, la enjoyada y la prostituta de Ayer, hoy y mañana; Giovanna y Antonio amorosísimos de Los girasoles, todas bajo el genio de De Sica, más las otras siete u ocho que protagonizó al lado de Marcello, pero es difícil no decirlo con la frase recurrente: para la inmortalidad les habría bastado con ser la Antonietta y el Gabriele de Una jornada particular, esa obra maestra de Ettore Scola, por mil razones: el entendimiento histriónico absoluto entre ustedes, desde luego, pero sobre todo lo que encarnan en sus personajes: el sufrimiento que infligen intolerancia, autoritarismo, tradicionalismo, y la protesta sutil e insospechada en contra de esos males, resumidos en la palabra fascismo, ejerciendo las virtudes más humanas: solidaridad, empatía, compasión…

Se termina el espacio, señora Loren, y bien sé que rozo apenas las orillas de su biografía. Terminaré deseándole larga vida; en este mundo, porque el de la posteridad ya le pertenece.

Tomado de: La Jornada Semanal

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El racismo: una sombra que recorre Bolivia

La alcaldesa de Vinto por el MAS, Patricia Arce, sufrió los vejámenes de los jóvenes de la Resistencia Juvenil Cochala. Foto Página/12

Por Orietta Hernández Bermúdez @orietta82

En octubre de 2019, la derecha boliviana acusó sin pruebas al Movimiento al Socialismo (MAS) de cometer un fraude monumental en las elecciones generales. Como consecuencia, campesinos, originarios, militantes de ese partido, sufrieron los ataques de hordas racistas que, bajo el argumento de la defensa de la democracia y la libertad, cundieron de pánico las calles, apaleando y amenazando a todos los por su apariencia vinculaban con el masismo.

La aparición de grupos irregulares, sus vínculos con los líderes de la derecha, y la protección ofrecida por el gobierno de facto de Jeanine Añez, no son un hecho menor y pusieron al descubierto uno de los flagelos que afecta al país: el racismo, que se manifestó como una de las verdaderas causas del golpe de estado al gobierno de Evo Morales.

Sería oportuno entonces preguntarse ¿es el racismo un fenómeno nuevo que ha afectado al país a partir de los acontecimientos del 2019? La respuesta desafortunadamente es no. El racismo y la discriminación constituyeron prácticas habituales desde la etapa colonial en Bolivia, que fueron configurando las estructuras y relaciones de poder, haciendo uso de la violencia y condenando a algunos sectores a la invisibilización.

De acuerdo con la opinión de los investigadores Andrés Calla y Khantuta Muruchi: “En Bolivia el racismo fue silencioso pues no precisó expresarse abiertamente, ya que sus víctimas solían internalizarlo y se situaban mansamente en los espacios que les asigna la estructura. En cambio, para los sectores excluidos mayoritarios, indígenas, campesinos y sectores populares, los cambios significan la posibilidad de acceder y posesionarse en espacios de poder político que hasta ahora les fueron negados”. i

Es por eso, que el triunfo del MAS y la llegada al gobierno de Evo Morales, el primer presidente indígena en Bolivia, el año 2006, significó un duro golpe que quebró el imaginario de la élite económica-política que hasta ese momento había monopolizado el poder del Estado, tal y como lo resume Álvaro García Linera: “Para la historia racializada del país, fue como si el cielo se hubiera caído, como si los acerados desprecios de inferiorización escalonada con los que la sociedad colonial ordenó el mundo a partir de los colores de piel y apellidos, se convirtieran en polvo ante la insolencia de un campesino entrando al Palacio de Gobierno”.ii

Es que el racismo, opera en la subjetividad y la representación social de los individuos y es consecuencia de la colonización interna. El odio y desprecio al indio, está asociado también a su estigmatización como un ser inferior, ignorante, representante de la pobreza y el atraso cultural.

La aprobación de la nueva constitución en el año 2009, dio paso al nacimiento del Estado Plurinacional de Bolivia, que reconoció y dignificó la existencia de las 36 etnias que habitan en el país. A partir de entonces, fueron notables los esfuerzos por eliminar la discriminación y el racismo. Uno de los logros más significativos fue la promulgación de la Ley contra el racismo y toda forma de discriminación en el año 2010, que de acuerdo con lo expresado en su artículo I, “persigue el objetivo de establecer mecanismos y procedimientos para la prevención y sanción de actos de racismo y toda forma de discriminación en el marco de la Constitución Política del Estado y Tratados Internacionales de Derechos Humanos”.iii

Sin lugar a dudas, el proceso de cambio liderado por Evo Morales influyó positivamente en la autopercepción de los indígenas, originarios y campesinos que, como resultado de las políticas públicas de redistribución de las riquezas, llevada a cabo por el MAS, no sólo salieron de la pobreza extrema, sino que se incorporaron a la vida económica y social como una clase media emergente con la autoestima fortalecida. Por primera vez en la historia de Bolivia, apellidos como Quispe, Mamani, Condori, Pary, Choquehuanca, por solo citar algunos ejemplos figuraron en las listas de altos cargos públicos y políticos.

Sin embargo, la clase media, los comités cívicos, así como políticos conservadores, aun cuando se beneficiaron del indiscutible crecimiento económico del país, durante el proceso de cambio, jamás lo aceptaron y lo percibieron además como una invasión de “sus espacios naturales”. No fue suficiente la normativa legal para desmontar el racismo del imaginario social, se mantuvo como adormecido pero presente, hasta el golpe de estado de 2019.

A propósito de estos acontecimientos, el pasado mes de agosto, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (GIEI), llegó a Bolivia para hacer entrega de un informe sobre la violación de los derechos humanos en el país andino durante el último trimestre de 2019. Entre los problemas estructurales señalados en el capítulo IV del documento se encuentra el racismo y el irrespeto a los símbolos indígenas. Es por eso que de las 36 recomendaciones que hace el GIEI, al menos 6 tienen que ver con el racismo y la discriminación.

Entre ellas destaca: «Que los líderes políticos y sociales se abstengan de utilizar la problemática del racismo para generar discursos de odio, estigmatización o violencia”. En esta misma línea de pensamiento, más adelante en el propio informe se enfatiza que “El clima de polarización ideológica en la población creció en la medida en que los líderes políticos incentivaron o toleraron la violencia que ejercían sus respectivos simpatizantes, a lo que se sumó la ineficaz intervención de las autoridades del Estado».iv

Esta afirmación interesante y oportuna nos permite reflexionar sobre el papel de los principales líderes de la derecha que incitaron situaciones de violencia, a lo que resulta necesario añadir el rol desestabilizador y cómplice de los medios de comunicación y redes sociales.

No hay que olvidar que fue Carlos Mesa, el líder de Comunidad Ciudadana, quien el 20 de octubre de 2019, en la noche, cuando aún no se conocían los resultados finales para elegir al presidente del país, anunció una segunda vuelta electoral y llamó a sus seguidores a defender el voto en las calles. Este fue el inicio de una escalada de violencia que devino en la quema de Tribunales Electorales Departamentales y propiedades privadas de diputados y gobernadores del MAS, así como agresiones físicas a campesinos e indígenas en varias ciudades bolivianas.

Estas movilizaciones y luego el establecimiento del gobierno de facto encabezado por la autoproclamada presidenta Jeanine Añez, coinciden con el surgimiento en la región de una derecha radical con rasgos fascistoides que enlaza en varios puntos con un fenómeno que ha ido abriéndose paso en América Latina en los últimos años: el populismo de derecha.

El auge de esta corriente podríamos ubicarla a partir del 2015, unida a la emergencia a escala internacional de fenómenos similares, como el representado por Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil, Mauricio Macri en Argentina y Lenin Moreno en Ecuador. Este es un populismo que se manifiesta como gestor de la restauración conservadora y de la acción golpista.

Al respecto, las investigadoras Bárzaga y Hernández, destacan: «El discurso populista de derecha en la región, tiene como centro las emociones y como escenario fundamental los medios de comunicación y redes sociales. Todo es válido en la lucha contra el progresismo y otras fuerzas políticas y populares. De acuerdo con la narrativa de los gobiernos de derecha, una victoria electoral de la izquierda es sin dudas un fraude monumental, un mandato extendido y autoritario de la derecha es cuando menos necesario para mantener la democracia y por supuesto un mandato prolongado de la izquierda es una “dictadura corrupta”».v

El discurso de los líderes populistas de derecha, en el caso de Bolivia, tiene un profundo sentido racista y de fanatismo religioso, camuflado tras una supuesta lucha contra la corrupción. El golpe de estado al presidente Morales en el año 2019, no fue una acción democrática de las masas enardecidas ante la supuesta corrupción del gobierno del MAS, fue un linchamiento por parte de la derecha contra los indígenas, campesinos y originarios, que se atrevieron a incorporarse a la vida política, económica y social del país a la par de la ya establecida clase media. De esta forma, todo lo relacionado con el MAS, era identificado con la corrupción, el fraude y debía ser eliminado.

Si analizamos el tema desde el punto de vista simbólico, debemos detenernos en la entrada de los golpistas al Palacio Presidencial con la Biblia, el rosario y la bandera tricolor boliviana, cumpliendo la promesa hecha ante el cabildo de Santa Cruz de hacer que Dios regresara al Palacio. A propósito de este hecho, uno de los líderes golpistas Luis Fernando Camacho, el 10 de noviembre de 2019, publicó en sus redes sociales: “¡Dios volvió al palacio y 15 min después empezaron las renuncias de todos los delincuentes de este país! ¡A quienes no creyeron… les digo que Dios existe y ahora va a gobernar Bolivia para todos los bolivianos! Mañana iniciamos procesos a los senadores, diputados, ministros, viceministros y todos los que humillaron a nuestro pueblo… no es odio ni venganza, ¡es justicia! ¡Dios bendiga Bolivia! ¡Dios bendiga nuestra juventud!”.

En una primera lectura de esta declaración de Camacho, se pueden identificar dos elementos preocupantes, que corroboran el efecto negativo de la incitación a la violencia de algunos líderes políticos, señalado por los expertos del GIEI. En primer lugar, la utilización de la religión como bandera, señalando como infieles y herejes a los indígenas y sus creencias tradicionales.

En segundo lugar, la manera en que involucra y convoca a la juventud, específicamente a aquellos que protagonizaron acciones “en defensa de la democracia y la libertad”, antes del golpe de estado de noviembre de 2019, que devinieron en actos violentos y racistas que causaron daños físicos y morales a todos aquellos que identificaban con el Movimiento al Socialismo.

No es posible destacar estos hechos sin mencionar dos organizaciones cuyo accionar antes del golpe y durante el gobierno de facto de Jeanine Añez denota un marcado carácter racista, nos referimos a la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) y la Resistencia Juvenil Cochala (RJC).

El primero de estos grupos, la Unión Juvenil Cruceñista, creada en 1957, es considerada el brazo armado del Comité Cívico de Santa Cruz. Este grupo se autodefine como cívico y autonomista, pero la Federación Internacional de Derechos Humanos lo ha descrito como “grupo paramilitar fascista”.

Los unionistas abiertamente expresan su admiración por grupos como los Ustachas de Croacia y las SS de la Alemania nazi e incluso adoptan frecuentemente en sus reuniones el saludo fascista con el brazo extendido. Sus miembros, menores de treinta años tienen una tendencia violenta y racista, muchos de ellos han sido procesados judicialmente por estos delitos.

La UJC, que casualmente tuvo como vice presidente a Luis Fernando Camacho, el golpista, se destaca por su profundo odio hacia los “indios”, mujeres que visten polleras y cualquier otra persona que no comulgue con sus intereses políticos. Por ese motivo desde la llegada al gobierno de Evo Morales, se declararon abiertamente opositores y protagonizaron acciones violentas y desestabilizadoras, con fines separatistas.

Días antes de las elecciones de 2019, durante el cierre de campaña del Movimiento al Socialismo, en Santa Cruz, miembros de la UJC, agredieron verbal y físicamente a varios de los asistentes. Era el preludio de una ola de violencia en la que los unionistas usurparon funciones de la policía, patrullando la ciudad y violando varios derechos humanos elementales. Sobre este tema el presidente Luis Arce Catacora, refiriéndose a lo señalado por el GIEI, comentó:

“El informe refiere de manera directa la conducta asumida por el Comité Cívico pro Santa Cruz, en el establecimiento de prácticas no amparadas en el derecho a protesta, al extremo de suspender derechos, creando situaciones de excepción, que dependen únicamente de decisiones estatales. Una organización privada no puede limitar y controlar la libre circulación de personas y mucho menos emitir permisos de circulación, arrogándose funciones que no le competen”vi

Todas estas acciones de la Unión Juvenil Cruceñista, contra los militantes y simpatizantes del MAS, contaron con el apoyo de los cívicos de Santa Cruz e inspiraron la aparición de un grupo irregular en Cochabamba; la autodenominada Resistencia Juvenil Cochala (RJC), quienes se autodefinen como una fuerza pacífica, una plataforma ciudadana sin lideres formada para combatir la tiranía y luchar por la democracia en Bolivia.

Pese a que algunos lo catalogan como un grupo espontáneo los hechos demuestran que se trata de una construcción fascista y paramilitar, que se distingue por su profundo odio hacia Evo Morales y su rechazo por los campesinos, indígenas y mujeres de pollera.

Los miembros de la RJC operaban encapuchados, montados en sus motocicletas y portando armas caseras. De esta forma atacaban en grupo a personas vulnerables y aisladas, así consta en un video que circuló en las redes sociales, donde integrantes de la Resistencia golpearon a dos mujeres de pollera.

Agredieron además a la alcaldesa de Vinto en Cochabamba, Patricia Arce, la obligaron a caminar descalza, le arrojaron pintura, la ofendieron, humillaron, maltrataron y le cortaron el cabello, solo por ser miembro del MAS, por ser mujer, por ser indígena.

Una vez instalado el gobierno de facto se comprobó que la Resistencia Juvenil Cochala contaba con el apoyo explícito del gobierno. El ministro Arturo Murillo dijo que la RJC fue «muy útil» durante los días del conflicto. «Los cochabambinos estamos muy agradecidos por toda su labor que realizaron anteriormente. Si quieren ser un grupo de seguridad, pueden presentar sus papeles al ministerio de Gobierno, todo tiene que ser documentado. Necesitamos orden», señaló Murillo en conferencia de prensa.vii

La impunidad acompañó a estos grupos irregulares durante el gobierno de facto de Jeanine Añez. La Unión Juvenil Cruceñista y la Resistencia Juvenil Cochala continuaron alentando la violencia, la discriminación y la polarización del país.

Esa realidad cambió con el triunfo del MAS en las elecciones generales del 2020, cuando el 55,1% de los bolivianos decidió en las urnas, recuperar la democracia. Sin embargo, aún existen tensiones, que obstaculizan el camino a la unidad del país. La más reciente manifestación de racismo y discriminación tuvo lugar el 24 de septiembre durante los actos conmemorativos por el 211 Aniversario del grito libertario de Santa Cruz.

La celebración transcurrió en un ambiente de tensión, promovida principalmente por el vergonzoso y ofensivo comportamiento de autoridades locales. Es el caso de Rómulo Calvo, presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, quien, como una clara señal de desprecio, dio la espalda a los asambleístas departamentales del Movimiento al Socialismo y como si no fuera suficiente la afrenta, desinfectó con un atomizador de alcohol su entorno, así como las manos de algunos que saludaron a las autoridades del partido de gobierno.

El golpista Luis Fernando Camacho, ahora gobernador de ese departamento, inició su discurso sin saludar al vicepresidente David Choquehuanca, quien se encontraba allí como presidente en ejercicio del Estado Plurinacional. Durante su intervención, utilizó frases provocativas y despectivas contra el Movimiento al Socialismo y sus seguidores. Aprovechó el espacio para acusar a las autoridades del gobierno central de intentar desestabilizar Santa Cruz e impidió el uso de la palabra al presidente en ejercicio al concluir:” Esta es fiesta cruceña y quienes vienen a agredir a Santa Cruz no lo van a hacer. Con mi discurso, el acto se da por cerrado”viii

Nuevamente el racismo, la sombra que recorre Bolivia se hizo presente. No fueron solamente las autoridades masistas y algunos líderes de movimientos sociales las víctimas de discriminación y en algunos casos agresiones verbales y físicas. Al final del acto en medio de insultos la Whipala fue retirada, desconociendo y discriminando uno de los símbolos nacionales que representa a los indígenas y originarios.

Estos actos racistas y discriminatorios causan descontento, enfrentamientos y división. Son la expresión del pensamiento de la derecha radical, que continúa saboteando al gobierno del MAS.

Conclusiones

El auge del racismo en Bolivia, como preludio del golpe de estado del 2019, coincide con la presencia del populismo de derecha en el continente americano. Los discursos de los líderes golpistas bolivianos utilizaron la religión como bandera, para esconder sus profundos sentimientos de odio y de racismo.

El papel de líderes políticos de derecha como Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho promovieron la violencia y la actuación de grupos con tendencias fascistas como la Resistencia Juvenil Cochala y la Unión Juvenil Cruceñista que incurrieron en graves violaciones de los derechos humanos, documentadas en el Informe del GIEI. Sus ataques a los indígenas, campesinos y originarios demuestran que aún está latente el racismo en la sociedad boliviana.

Actualmente varios de sus miembros están siendo procesados por la justicia en el marco de las investigaciones del Caso Golpe de Estado. Por su parte, el presidente Luis Arce Catacora, ha anunciado que se trabajará en la desarticulación de estos grupos irregulares. Sin embargo, estas acciones no serán suficientes para eliminar esta sombra que recorre Bolivia. Será necesario continuar la labor iniciada por el gobierno de Evo Morales e insistir en el ámbito educativo y familiar en el fomento del respeto y la igualdad.

Teniendo en cuenta que el racismo fue una de las verdaderas causas del golpe de estado del 2019, cabe decir que urge su eliminación, para garantizar la estabilidad del nuevo gobierno del MAS que a diario debe sortear los intentos golpistas y separatistas de la derecha.

i Calla, Andrés , Muruchi, Khantuta:“Transgresiones y racismo “ en la Revista:” Observando el racismo. Racismo y regionalismo en el proceso constituyente”. Defensor del Pueblo. La Paz.2008.

ii García Lineras, Álvaro :”Las Tensiones creativas de la Revolución. Quinta Fase del Proceso de cambio”.Disponible en: https://www.bivica.org/files/tensiones-creativas.pdf

iii Véase el texto completo de la Ley en https://www.cancilleria.gob.bo/webmre/sites/default/files/LEY%20%20045CONTRA%20EL%20RACISMOY%20TODA%20%20

FORMA%20DE%20DISCRIMINACION.pdf

iv El informe completo está disponible en https://cancilleria.gob.bo/webmre/system/files/pdf_banner/2021-GIEI-Bolivia-informe-final.pdf

v Bárzaga, Mayra, Hernández, Orietta: “El Populismo como estilo Comunicativo en América Latina”. Centro de Investigaciones de Política Internacional. La Habana. Cuba.2021.

vi El discurso completo está disponible en: https://www.listennotes.com/podcasts/red-patria-nueva/discurso-presidente-luis-elXI6GWZqRh/

vii Ver más en https://www.pagina12.com.ar/246636-que-es-la-resistencia-juvenil-cochala

viii “El racismo y la discriminación empañan el aniversario de Santa Cruz” disponible en file:///C:/Users/Cuba/Downloads/PERIO%CC%81DICO%20AHORA%20EL%20PUEBLO%20-%20EDICIO%CC%81N%20148.pdf

Tomado de: CIPI

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¿Pueden las ciudades seguir creciendo de forma ilimitada?

Foto La Vanguardia

Por Juan Manuel Ros García @rosjuanma

«La contención coordinada y sostenible del sistema representa una oportunidad global de revisión urgente del modelo actual de crecimiento desmedido que haga posible vivir de forma segura en nuestras ciudades», reflexiona el profesor e investigador Juan Manuel Ros García.

Como un presagio, hace ya cincuenta años (en 1971), el libro Los Angeles: The Architecture of Four Ecologies del crítico inglés Reyner Banham analizaba de forma innovadora las relaciones que se establecían entre los habitantes y la ciudad como un lugar de complejas interconexiones.

Contra la ortodoxia establecida del Movimiento Moderno, en dicho libro, la ciudad se estudiaba de acuerdo a cuatro subsistemas topográficos:

– La zona de las playas (surfurbia),

– La red de autopistas (autopía),

– Las llanuras,

– Y las colinas con sus grandes mansiones.

Sobre cada uno de ellos actuaban las variables de geografía, clima, economía, demografía, técnica y cultura.

Sólo un año más tarde, en 1972, el mítico informe Los límites del crecimiento hablaba también de evitar riesgos ecológicos previsibles si no se coordinaban urgentemente todos los factores de crecimiento de las ciudades según la densificación residencial. El objetivo era no romper el equilibrio y así buscar una proporcionalidad sostenible. Así se evitaría el consumo impulsivo del suelo. Casualmente, en su versión actualizada del 2004, el informe pronosticaría un fatal desenlace para el año 2020. Las predicciones llevan tiempo cumpliéndose.

Hacia el colapso de las ciudades

Según recientes informaciones del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, se espera que para el año 2050 casi el 70 % de la población mundial viva en las ciudades.

El aumento de las poblaciones en busca de nuevas oportunidades ejerce una enorme presión sobre la ciudad. Es de tal magnitud que el gran reto global se plantea actualmente en términos de evitar el colapso ‘multiorgánico’ del sistema con medidas eficaces que permitan la interacción responsable de los habitantes con el medio ambiente y su conservación.

La realidad es que tan solo el 13% de las ciudades del mundo cuentan con viviendas asequibles. Algo más de 800 millones de personas habitan precariamente en barrios marginales. Las cifras no paran de alarmar y ponen aún más en peligro el ya difícil equilibrio actual del ser humano sobre el planeta Tierra.

El problema se agudiza de manera progresiva e inexorable con la colmatación del medio urbano, cada vez más hipertrofiado respecto al resto del territorio, que lo disuelve en regiones urbanas. Se estima que a mediados de siglo los migrantes internacionales en el mundo hacia las grandes ciudades alcanzarán la cifra de 230 millones de personas.

Será un avance desigual, acentuado en los países en desarrollo o de menor renta. Estos verán incrementadas sus ciudades, especialmente las que tienen menos de un millón de habitantes. El crecimiento urbano acelerado viene asociado a un empeoramiento en las desigualdades sociales contempladas en el Índice de Pobreza Multidimensional Global.

El ecosistema urbano

Desde hace ya un tiempo, hablar con propiedad de las ciudades significa apoyarse en el modelo interdisciplinar de la llamada ecología urbana.

Por un lado, es necesario establecer los límites de crecimiento del hábitat acotando el número máximo de viviendas en coordinación con las infraestructuras viarias o de equipamiento urbano que la ciudad pueda proporcionar. Por otro lado, el modelo urbanizador tradicional de los grandes suburbios periféricos va en contra de la sostenibilidad funcional, reconocida por el contrario en los procesos de densificación y compactación.

En esta dirección apunta la Agenda Urbana Española al pedir que las ciudades sean convivientes, saludables y concienciadas. Concretamente, en su objetivo estratégico 2, aconseja evitar la dispersión urbana y revitalizar la ciudad existente. Para ello parece conveniente operar con unidades básicas escalables de crecimiento urbano, capaces de definir y proporcionar la transformación urbana en nuevas centralidades, sin excesivos consumos de suelo difuso, proporcionando cohesión social.

Al mismo tiempo, al abandonarse las áreas rurales de mayor biocapacidad productiva, y congestionándose las zonas urbanas, que tienen menos, se está contribuyendo al aumento insostenible del déficit ecológico, incluyendo recursos hídricos y gestión de residuos. En el caso de España, el 85 % de su población vive tan sólo en el 30 % de su territorio.

Tal y como puede desprenderse de la ecuación de sostenibilidad urbana, un desarrollo viable exige el impulso de una economía verde, instrumentada por energías renovables con la implantación de comunidades energéticas locales y el fomento de soluciones de autoconsumo en red. Conviene recordar que actualmente más del 70% de la energía producida en el mundo se consume en las ciudades. Será allí donde haya que actuar contra la emergencia climática, mitigando el riesgo y adaptándose al daño.

En 2014, el sociólogo Jeremy Rifkin, presidente de la Fundación de Tendencias Económicas de Washington, proponía como parte de la solución el desarrollo de un nuevo tipo de economía basada en la denominada sociedad colaborativa de coste marginal casi nulo. Ésta favorecería un crecimiento sostenible ecológico compartido. La gestión del tiempo colaborativo como nueva unidad relativa condicionará el crecimiento y competitividad de las ciudades en el futuro.

Salud urbana

Recientemente se ha constatado, debido a la pandemia, que las ciudades constituyen una cuestión de salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de ONU-Hábitat acaba de publicar el manual de referencia para la salud urbana llamado Integrar la salud en la planificación urbana y territorial. Se trata de una extensión del Global report on urban health: equitable healthier cities for sustainable development (Informe mundial sobre la salud urbana: ciudades más sanas y equitativas para un desarrollo sostenible).

Más allá del conocido urbanismo táctico y de iniciativas de concienciación como la Baukultur, cada vez es más urgente la necesidad de ofrecer ámbitos suficientes de naturalización urbana, atenuación de ruido y adecuada calidad del aire en las grandes ciudades. Allí se producen más de 7 millones de muertes prematuras anuales por disfunciones ambientales. Ello podría suponer un regreso feliz para muchas personas a los supuestos del medio rural, actualmente desocupado y disponible.

El segundo objetivo estratégico de la Agenda Urbana Española también defiende “perseguir no solo que la ciudad se adapte a la naturaleza, sino que la naturaleza entre en las ciudades. Se trata de fomentar infraestructuras verdes y azules que garanticen la biodiversidad y que conecten las tradicionales zonas verdes urbanas con la propia naturaleza, para acercarla al ciudadano de manera accesible y saludable”.

Según la OMS, por cada habitante son necesarios entre 10 y 15 m² de área verde que debe distribuirse en el hábitat. Parece pertinente proponer un nuevo factor de evaluación medioambiental de calidad de vida urbana, que mida la relación que se produce entre la superficie de espacio público urbano naturalizado –es decir, caracterizado medioambientalmente por su cobertura arbórea, peatonalización, calidad del aire…– y la densidad de población.

Dicho factor podría denominarse índice de activación del espacio público (IAEP). Permitiría establecer un nuevo marcador de calidad de vida y un indicador global de sostenibilidad, para ayudar a evaluar el efecto devastador de las ciudades.

Con esta perspectiva, podemos seleccionar las cinco áreas en términos de consumo de recursos naturales necesarios para hacer posible el desarrollo de la vida urbana. También se pueden entender como los cinco vectores para medir actualmente el problema del crecimiento distópico de las ciudades. Estos son:

  1. Los flujos migratorios de descompensación territorial y la explosión demográfica, como riesgo de vulnerabilidad urbana y acelerador postindustrial del cambio climático.
  2. El mantenimiento energético sostenible y eficiente de los cada vez mayores niveles de exigencia social de calidad de vida.
  3. La logística de abastecimiento de bienes y servicios que no comprometa la huella ecológica en origen, ni el ciclo de vida completo del producto final.
  4. La gestión oportuna de la nueva revolución tecnológica aplicada al orden expansivo de las ciudades (información, transporte y energía).
  5. La ciudad entendida como espacio urbano alternativo agregador de actividades, garante de la salud humana positiva, que fortalezca sus capacidades a favor de la comunidad.

La contención coordinada y sostenible del sistema representa una oportunidad global de revisión urgente del modelo actual de crecimiento desmedido que haga posible vivir de forma segura en nuestras ciudades.

Juan Manuel Ros García, Profesor Titular del Área de Proyectos Arquitectónicos, Universidad CEU San Pablo

Tomado de: Theconversation

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Por el camino de hierro de Benguela

Tropas cubana en Angola. Foto Cubadebate

Por René Rodríguez Rivera

Al día siguiente se informó que el puente entre Katanga y Luau había quedado semidestruido, por lo que no podían pasar tropas por el mismo. Además, según informaciones, del lado enemigo las tropas de mercenarios habían comenzado a retirarse, quizás al tener conocimiento de la llegada de las nuestras.

A media mañana me mandó a buscar el Comandante Valles Lazo y me dijo que le planteara mis necesidades para la asistencia médica, porque iba a comenzar la ofensiva nuestra hacia el Este. Le dije que necesitaba un cirujano y un anestesista. Abrió los ojos y me dijo: “¿Ud. no es cirujano?” Le dije que tenía cierta experiencia pero que esa no era mi especialidad y que en Cabinda yo tenía donde evacuar heridos, cosa que aquí era muy difícil por las distancias. Comprendió y me dijo que los iba a pedir a Luanda.

A media tarde comenzamos a llenar vagones del ferrocarril con tropa y armamento. Me subí a un vagón con el Comandante Colas y el Político; me acomodé en una esquina sobre mi mochila, con el fusil sobre las piernas. El tren comenzó a moverse lentamente; serían aproximadamente las 5pm.

Un llano interminable se ofreció ante nuestras miradas, mientras el tren avanzaba. En horas altas de la noche llegamos a una pequeña estación de ferrocarril que a su costado tenía un letrero, en grandes letras negras, que decía: LUACANO.

Se abasteció a la máquina de leña y agua, y continuamos la marcha hasta que en la madrugada llegamos a otra estación ferroviaria, en un pueblito llamado CAIFUCHE. Aquí se dio la orden de desembarcar hombres y armas, incluyendo artillería y tanques.

Ocupé una esquina en el suelo del pequeño local de la estación; mi mochila de almohada y el fusil a mi lado, como siempre.

Dormiría una hora o algo más, hasta que amaneció. Hice un recorrido por los alrededores y llegué hasta donde los soldados estaban abriendo trincheras. Un poco más allá, en la tierra húmeda, se veían las huellas de carros blindados y el Político dijo: “Hasta aquí llegaron los surafricanos”.

A las 9 am ya habíamos organizado el Puesto Médico, en una pequeña habitación de la estación de ferrocarril. A esa hora habían hecho café y me senté a degustarlo al lado del Comandante Colas. Me dijo: “Médico, hasta nuevo aviso no continuaremos avanzando; el enemigo está unos kilómetros mas allá. Pensamos que no va a atacar y que seguirá retirándose, pero hay que ser precavidos”.

Ese día todo fue calma y descansé un poco de tanto ajetreo que con mis cuarenta años ya se sentían.

Temprano, al siguiente día, recorrí las trincheras y comprobé si había algún combatiente enfermo, pero todos estaban bien, al parecer.

Serían aproximadamente las 10 am cuando el telefonista de la estación del tren llegó corriendo hasta donde nos encontrábamos el Comandante, el Político y yo conversando, para comunicar que un avión había bombardeado Texeira de Souza (Luau). Nos miramos con asombro porque esto parecía darle un vuelco a la guerra, ya que hasta ahora nadie había utilizado la aviación. Se reportaban muertos y heridos entre la población. Inmediatamente el Comandante y otros compañeros fueron a informar a los combatientes que estaban en las trincheras y en áreas de descanso; se tomaron medidas para camuflajear la técnica de combate.

Transcurrió aproximadamente una media hora cuando apareció en el cielo un avión de combate. Su fuselaje brillaba al sol. Se produjo el clásico corre-corre para las trincheras y debajo de los árboles. El avión dio dos vueltas a cierta altura sobre nosotros, quizás por temor a que le dispararan con esos cohetes antiaéreos que llevan los combatientes. Estuve todo el tiempo con el Político, bajo un árbol próximo a las trincheras. Cuando el avión desapareció el Comandante reunió a los Oficiales y dio una serie de instrucciones por si volvía y atacaba. Tres hombres se situaron en un triángulo con sus respectivos cohetes, para dispararle si regresaba por cualquier dirección. Al llegar la noche nos sentimos más tranquilos y me acosté pensando en cómo sería el siguiente día, con esta nueva variante de la guerra.

Al amanecer recorrí las trincheras, comprobando cómo estaban los combatientes. Serían aproximadamente las 8 de la mañana cuando en una de las trincheras en que me senté a conversar con algunos compañeros se presentó el Comandante Valles Lazo, Jefe de las tropas en aquella zona. Yo estaba dentro de la trinchera y sin previo saludo me dijo: “Salga de ahí, que quiero hablar con Ud”. En el mismo borde de la trinchera me dijo: “Recoja sus cosas que se tiene que ir en el tren para Texeira”. Me quedé unos segundos sin saber que decir, pero él no me dio tiempo: “Llegaron un cirujano y un anestesista, y ud. debe ir para allá, a crear mejores condiciones para atender las posibles bajas. Aquí Ud. solo no puede hacer mucho”.

Media hora después monté en un vagón de ferrocarril tirado por una locomotora y salimos en dirección a Luau. En el vagón íbamos tres combatientes, dos enfermos cubanos y yo. La locomotora llevaba dos maquinistas y dos ayudantes, todos angolanos. Uno de los enfermos me dijo: “Debemos estar preparados por si aparece el avión y saltar de este tareco si ataca”. Esta variante jamás la tuve presente en mi mente, pero son cosas de la guerra.

El viaje fue tranquilo, pero con la zozobra de si aparecía el avión. Cuando llegamos a Texeira nos encontramos con un pueblo fantasma. Ni un alma en las calles. A la terminal del tren nos fue a esperar un Oficial cubano. Montamos en un todo-terreno y nos llevó al hospital. Descendí del vehículo y en la entrada del pequeño hospital nos esperaban el Dr. Juan I. Robert, cirujano, y el Licenciado en anestesia Olirio González Godínez, ambos compañeros conocidos del Hospital C.J. Finlay y el Naval (Luis Díaz Soto), respectivamente. Nos abrazamos.

Tomado de: Segunda Cita

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Una rubia hitchcockiana conoce a un ladrón (+Video)

Por Daniel Céspedes

El reconocido productor de cine David O. Selznick (King Kong, Prisioneros de Zenda, Nace una estrella, Lo que el viento se llevó, Retrato de Jennie, El tercer hombre…) es quien convence al director británico Alfred Hitchcock para que se traslade a Hollywood. En Estados Unidos su talento sería más apreciado, le sugirió. Selznick era muy bueno para convencer, pero no cumplía con todo lo prometido. El productor era y seguiría siendo en mucho tiempo la figura más influyente del cine. Era quien ejercía más control de una película menor o mayor. Él fue hasta capaz de ofrecer más a Hitchcock como en una subasta. Sin escusas, lo dio todo ante su colega Samuel Goldwyn.

Para 1939 el futuro director de Rebeca (1940) estaría instalado en la nación norteña. Esta primera colaboración entre ambos le deparó —como era de esperar— serios problemas, pues mientras el productor pedía insistentemente fidelidad a la obra literaria adaptada, decidía en la elección y la dirección de los actores y, para colmo, se metía en cuestiones del montaje, Hitchcock tenía otra idea de sus cuidadosas puestas en escena.

Su hiperactividad creativa, a la que se suma su regusto por el puzle en favor del suspense y el thriller psicológico, ocasionaron —no se sabe cómo— que Selznick le diera mayores libertades, como no se las había dado a ningún cineasta hasta la fecha. Tal fue así que el propio Hitchcock llegó a decir: “[Selznick] era el gran Productor. (…) El productor era el rey. La cosa más halagadora que Mr. Selznick nunca haya dicho de mí —y esto muestra el grado de control—es que yo era el único director al que confiaría una película”.

Para 1955 el director tenía varios proyectos en mente, como Pero… ¿quién mató a Harry? y la serie de historias (Alfred Hitchcock Presents.) que, producidas por la CBC (Columbia Broadcasting System), iniciarían su colaboración con la televisión estadounidense.

Este año, 1955, es el del estreno de Atrapa a un ladrón, filme exhibido recientemente en Multivisión. Ya tenía a Selznick bien lejos. Para la fecha, Hitchcocksolía producir sus propias películas. Cuanto más, llamaba a otro productor que, contra cualquier obstáculo, pudiera controlar. Fue su tercera película con Grace Kelly —una de sus rubias preferidas— y la tercera colaboración con Cary Grant, por quien sintió una admiración profesional indudable. Lo volvería a llamar luego para uno de los personajes centrales de Con la muerte en los talones o Intriga internacional (1959).

Atrapa a un ladrón está clasificada como comedia policíaca. Hitchcock no se propuso recrear otra gran historia. Sin embargo, está el paquete completo de lo que él solía ofertar: intriga en la historia, doble sentido en los diálogos, la utilización del símil como recurso expresivo que es remarcado por el montaje paralelo, la limpieza fotográfica, los grandes decorados, escenas de persecución, muerte y, entre otras, el juego con las apariencias para volver a avivar miedo o ansiedad.

Las emociones emanadas por el cine de Hitchcock son consecuencias del aprovechamiento de los recursos más técnicos del cine que el director terminó transformando en constancia estilística sobre su obra. El voyerismo se instala aquí en la manera de encuadrar, comprendido, a su vez, en los aciertos del montaje.

Aunque Atrapa a un ladrón se trata de una historia sencilla, “película ligera”, como  el director reconociera, presenta todos esas segundas intenciones que Hitchcock podía sugerir sin necesidad de mostrar abiertamente. Ya se había expuesto sutil frente al Código Hays con La soga (1948). De manera que para 1955 pudo ser más atrevido en la relación entre el ladrón retirado John Robie (Cary Grant) y la joven rica norteamericana Frances (Grace Kelly). Mas, la película no se centra en un romance, sino, sobre todo, en desentrañar el misterio de quién es el verdadero ladrón. Ocurre que, como obra de Hitchcock, el componente psicológico no se abandona en beneficio de los giros argumentales. Todo lo contrario: prevalece la seducción en ese intento de descubrir y dejar que la identidad fluya e influya en la apreciación ajena.

El director trabajó duro con su elenco. Supo a quienes había llamado: Kelly y Grant, Jessie Royce Landis y John Williams, Brigitte Auber, Barry Norton y Charles Vanel. Ellos están estupendos. Pero les pidió no enseñar al espectador todos los contornos que un personaje puede y de hecho tiene. Es conveniente convencerse de lo supuesto para después convencer con la realidad de los acontecimientos.

Basada en la novela del mismo nombre de David Dodge, Atrapa a un ladrón ganaría un Óscar a la mejor fotografía. También consiguió dos nominaciones (mejor dirección artística y mejor vestuario). Alfred Hitchcock sabía que por esta obra no se llevaría el Óscar ni por mejor película y menos por dirección. Cuando demostró su enorme talento con Rebeca, de las trece nominaciones en las que competía para los premios de la Academia en 1941, solo ganó en el apartado de mejor fotografía George Barnes y el de mejor película. Pero el de mejor película iba a parar en las manos del productor. De manera que lo volvería a obtener David O. Selznick. El Óscar de Hitchcock llegaría en 1971 en la “generosa” categoría de Premio a la Trayectoria Profesional.

Tomado de: Cubacine

Tráiler del filme Atrapa a un ladrón (Estados Unidos, 1955) de Alfred Hitchcock

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‘Mediterráneo’: la huella de Open Arms en el mar (+Video)

Marcel Barrena. director de cine español

Por Aida M. Pereda

Desde su origen en 2015, Open Arms ha conseguido salvar a más de 100.000 personas. Los miembros de esta organización humanitaria atesoran tantas historias en su memoria como personas han salvado en su trayectoria, pues cada vida cuenta y cada vida tiene su propia historia. Con ese punto de partida se presentó ayer, 23 de septiembre, en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián la película Mediterráneo, cuyo estreno en cines está previsto el próximo 1 de octubre.

“Estamos muy contentos de estrenar Mediterráneo en esta cita internacional”, contaba su director, Marcel Barrena, unas horas antes de su proyección en el Teatro Victoria Eugenia de la capital gipuzkoana en una entrevista concedida El Salto. La historia, basada en esta ONG impulsada por dos socorristas de Badalona, Òscar Camps y Gerard Canals, pretende remover las conciencias de los espectadores de todo el mundo, viendo, a través de sus ojos, la tragedia humanitaria que se vive todos los días en aguas del Mediterráneo. “Siempre son los mismos los que amenazan. No les vamos a convencer, pero si alguno ve la película y cambia de idea pues mejor”, dice en tono afable.

La película, protagonizada por Eduard Fernández, Dani Rovira, Anna Castillo, Álex Monner, Sergi López, Melika Foroutan y Patricia López Arnaiz, ha contado además con la participación de un millar de migrantes reales, refugiados en campos de Grecia, que se han sumado a este proyecto audiovisual con el deseo de contar la traumática experiencia de navegar a la deriva jugándote la vida con la incertidumbre de mirar a un futuro mejor. “Eran ellos los que querían ser parte de su propia historia”, destaca Barrena.

“Los psicólogos de los campamentos de refugiados nos dijeron que había que tener cuidado, porque para ellos podía ser malo revivir el trauma que supuso su viaje”, cuenta su director, así que tuvieron en cuenta eso a la hora de seleccionar el reparto.

Las historias de Marcel Barrena buscan la credibilidad por encima de todo. “Necesitaba ser lo más fidedigno posible a la realidad”, afirma. Ya en Cien metros, su anterior película, donde contaba la historia de Ramón Arroyo, un hombre diagnosticado de esclerosis múltiple que decide correr una maratón, contó con enfermos reales. “Trabajar con gente que no es actor profesional es más complicado, pero desprenden mucha naturalidad y el ambiente que se creó según llegaron los refugiados al rodaje fue muy especial. De hecho, nada más llegar, estaban tan implicados con el proyecto que eran ellos los que nos contaban cómo recordaban su viaje y cómo lograron pisar tierra firme”.

La historia que narra la película se remonta a septiembre de 2015, cuando dos socorristas de Badalona, Òscar (Eduard Fernández) y Gerard (Dani Rovira), viajaron a Lesbos, impactados por la fotografía de un niño ahogado cuyo cuerpo aparece en la playa turca de Bodrum, para ayudar en las tareas de rescate.

La imagen de Aylan Kurdi en la arena conmocionó al mundo entero y ayudó a poner el foco en lo que estaba ocurriendo en aguas del Mediterráneo, si bien a día de hoy parece que se nos ha olvidado o que preferimos mirar hacia otro lado. “En todo este tiempo no ha cambiado nada y ahora, con el problema de Afganistán, hay más gente que puede verse abocada a esta situación”, destaca Barrena.

Pero lo que iba a ser un viaje de un par de días a la isla de Lesbos para echar una mano se convirtió en un compromiso que dura ya seis años. Y es que Òscar y Gerard se sobrecogieron al ver que ante la realidad de miles de personas que arriesgaban su vida cada día, por su cuenta y riesgo, huyendo de conflictos armados, cruzando el mar en precarias embarcaciones, nadie hacía nada por ayudarles.

Así, junto a Esther (Anna Castillo), Nico (Sergi López) y otros voluntarios, Òscar (Eduard Fernández) y Gerard (Dani Rovira) crearon un equipo de salvamento con el que luchar por salvar vidas, convirtiendo su viaje en compromiso firme y auténtico, en una batalla por la supervivencia.

Origen del proyecto

“Todo surgió hace cinco años. En ese momento estaba haciendo Cien metros, con Dani Rovira, y vimos en el periódico a Òscar Camps contando lo que estaba sucediendo en el Mediterráneo y le dije a Dani: ‘Tenemos que parar, hay que contar esto’. Y al día siguiente estábamos comiendo con él y le pedimos por favor que nos dejara contar su historia”, recuerda Barrena. “Él no nos creía cuando le dije que queríamos hacer una película. Nos decía sí, sí, muy bien, como si estuviera hablando con dos locos”, asegura. “Pero cuando vio que nos lo tomamos muy en serio, que íbamos a Lesbos con él y conseguimos financiación para la película ya vio que la cosa iba muy en serio, lo que pasa es que luego apareció el covid y la enfermedad de Dani entre otras cosas”, advierte.

Con respecto a la heroicidad de personas anónimas como los voluntarios de Open Arms, acostumbrados a recibir amenazas por parte de ciertos sectores, no tiene ninguna duda de su buen hacer. “Las vidas humanas no entienden de política y los miembros de Open Arms cumplen la ley, porque hacen lo que la ley del mar dice, que es universal”, subraya.

“Igual que en la película Náufrago no entenderíamos que no se salvase a Tom Hanks, no se entiende que haya quienes prefieran dejar morir a los centenares de personas que cruzan el Mediterráneo cada día”, destaca. “Los marineros tienen el deber de rescatar a cualquier náufrago, independientemente de dónde venga o a dónde vaya. Y los miembros de Open Arms hacen eso. Luego ya los socorristas son responsables de lo que les suceda en tierra, sino que es responsabilidad de los dirigentes”, señala.

Las complicaciones del rodaje

Después de más de cuatro años de trabajo de documentación, en los que el director viajó en diversas ocasiones a Lesbos y trabajó codo con codo con el equipo de Open Arms y con personas refugiadas, el rodaje de Mediterráneo se realizó hace justo un año, en septiembre de 2020. “Nos han ayudado mucho durante todo el proceso de realización de la película. Desde la escritura del guión y el rodaje hasta el estreno. Han estado presentes mientras rodábamos y nos han asesorado para conducir las lanchas como ellos, para aprender a nadar y hacer rescates”, detalla Barrena.

Sin embargo, también se han encontrado dificultades por el camino, ya que fueron muchos los obstáculos que tuvieron que sortear en su rodaje, que duró ocho semanas, y que tuvo Barcelona, Lesbos y Atenas como escenarios principales y el mar Mediterráneo como nexo común. A la peligrosidad de rodar en el mar, con sus vaivenes y sus condiciones meteorológicas adversas, se sumaron las limitaciones surgidas a raíz del covid. “Había días que no podían venir los actores porque habían confinado el campo de refugiados al detectar algún caso positivo y teníamos que cambiar de planes”, advierte.

Llegaron a sufrir un huracán en pleno rodaje, pero sin duda, asegura Barrena, lo más difícil de superar fue la enfermedad de Dani Rovira, diagnosticado con un linfoma de Hodgkin en marzo de 2020. “Dani es amigo ya desde que trabajamos juntos en Cien metros y he seguido con mucha emoción su día a día”, indica el director, que contó con él desde los orígenes del proyecto. “Después se sumó Eduard Fernández, que es un actorazo y además es que es clavado al Óscar Camps verdadero”, cuenta entre risas. “A pesar de que nos pasó todo lo inimaginable y más, yo sentía que había una energía que nos protegía y que esto tenía que salir bien”, concluye.

Mediterráneo cuenta una historia de amor. “Es una historia de amor, pero no de amor romántico, sino de seres humanos que sienten que son humanos”, destaca su director. Así, Mediterráneo invita a hacer un viaje a buen puerto y nos ofrece un mensaje de optimismo y esperanza en medio de tempestades y de aguas turbulentas, que emociona por su realismo y por la constatación de saber que cuenta la vida de personas reales y anónimas con un corazón enorme latiendo bajo su pecho.

Tomado de: El Salto

Tráiler del filme Mediterráneo (España, 2021) de Marcel Barrena

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La luz reflejada a través de las cosas. Conversaciones con Jean-Claude Rousseau

Autores: Francisco Algarín Navarro y Carlos Saldaña

En su prefacio a las Notes sur le cinématographe de Robert Bresson, Le Clézio se preguntaba si son las preguntas del cineasta las que conducen a las películas o si son las películas las que suscitan las preguntas que se hace el cineasta. Al igual que Bresson, particularmente en la época de los recurrentes viajes al valle cerrado, Jean-Claude Rousseau fue dejando por escrito una serie de aforismos en correspondencia directa con las películas que comenzaba a adivinar – el conjunto de estas notas, íntimamente redactadas, se publica poco antes que este libro, bajo el título Les Draps froissés du grand lit. Entre la aspiración y el rechazo, el cineasta fue formulando y reformulando un pensamiento aparentemente indefectible y categórico –el conocimiento frente al saber, la presencia frente a la representación, la profundidad frente a la perspectiva…–, el cual ha podido llegar a veces al punto de dar forma a un sistema.

A lo largo de estas nueve conversaciones mantenidas con Jean-Claude Rousseau entre diciembre de 2020 y enero de 2021, convencido de que no se trataba para él de la fabricación de un pensamiento inmutable o conclusivo, nos propusimos comprender qué había más allá de esos supuestos axiomas. Aun reconociendo la ley que organiza cada película, un punto de partida cero, admitir que lo propio de la regla es querer la muerte de la excepción permitió abrir, como mínimo, un tiempo para la vacilación. Poco a poco se fueron así perfilando las sinuosidades de ese mismo camino, ya no recto pero sí vacío, el mismo que conducía al resurgimiento, a la gruta, al agujero negro. La inversión compartida de las expectativas o los inesperados descubrimientos tanto para unos como para el otro desembocaron siempre en las revelaciones más felices: el encuentro del sonido de unos caballos trotando en el agua con la imagen temblorosa del óculo del Panteón –ante nuestros ojos y nuestros oídos, la piedra transformándose en poesía.

Al conservar siempre las colas entre los cartuchos, en sus cinco películas filmadas en Super 8, Jean-Claude Rousseau preservó siempre la integridad de la bobina. Sin recurrir a las cualidades propias del montaje en cámara (elaboración del ritmo entre las tomas, memorización de los trazos anteriores, compresión de los tiempos de filmación) el cartucho, conservado de principio a fin, devino igualmente una unidad métrica. A pesar de tomar la bobina como elemento de medida, la película continuaba fabricándose después de la filmación en las sucesivas transformaciones y en las correspondencias entre las pilas. Sólo la atención y la escucha podían conducirnos hacia el centro inaudito.

Evitando cualquier tipo de crítica especulativa, procurando ver aquello que no se había distinguido la primera vez, hablando de las películas sin recurrir a un vocabulario literario, fieles como Rousseau a un solo mundo de imágenes –por ejemplo, Yasujirō Ozu encontrándose con Michael Snow–, nos hacemos cargo de esa historia y recogemos su testimonio. Además de las cinco películas realizadas en Super 8 entre 1983 y 1995, estas conversaciones se remontan a las escenas neoyorquina y parisina del cine experimental de los años 70 y 80, de las cuales Jean-Claude Rousseau fue un testigo privilegiado; el contexto de las artes plásticas de aquellos años (por ejemplo, el movimiento Supports/Surface); la génesis de un guion que relata la imposibilidad de su realización (Le Concert champêtre)– o el fractal de la arborescente La Mesure du temps; así como la vida individual de las primeras «antigüedades» (La Rotonde o el Forum de Trajan) o, más recientemente, los procesos de hinchado, etalonaje, positivado o digitalización de sus películas (por ejemplo, las bobinas de prueba para la digitalización de Jeune femme à sa fenêtre lisant une lettre).

Así pues, se trata de la conversión, sí, pero tomada como una liberación de lo sensible. El deseo amoroso y el erotismo, la emoción y la imaginación, la historia y la leyenda, la sensualidad y el secreto –dejar de lado el pudor cuando se trata de dedicar una película a una madre– e incluso, finalmente, la aceptación de la contradicción, la contradicción del sueño.

El anhelo de ver «la luz reflejada a través de las cosas» en ningún caso conlleva una impugnación, la negación dogmática de la continuación de ese posible axioma («…y no ver las cosas reflejadas a través de la luz»). Frente a toda clase de principio jerárquico o de contraposición entre lo revelador y lo revelado, en lugar de afirmar la existencia de una luz indiferenciada y absoluta, como si lo único que viéramos fueran las intensidades variables de una misma hylé eterna, fluyendo en todas las direcciones, insistimos precisamente en la heterogeneidad de la luz, de las luces –aquello que sería lo contrario de la beatificación de la visión– y acogemos, más bien, toda la diversidad de este cine de las materias.

Índice

Óculo

Una cámara familiar. Los primeros viajes a Nueva York

La génesis de Le Concert champêtre y el fractal imaginario La Mesure du temps

Las tres etapas del artista plástico: papel quemado, papel arrancado, papel plegado

París, años 80: el cineclub de Saint-Charles y la escena del cine experimental

Dar la vuelta al cuadro: sobre Jeune femme à sa fenêtre lisant une lettre

Algunas cartas que no llegaron a escribirse: la postal de Venise n’existe pas

Keep in Touch. Frío/caliente: Walt Disney y unas revistas porno.

Métrica, deseo, desdoblamiento: Les Antiquités de Rome

El movimiento de los átomos es eterno. Retorno y orientación de los elementos en La Vallée close

Tomado de: Lumière

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Buen Abad y las claves para entender la semiótica comunicacional latinoamericana

Fernando Buen Abad Domínguez. Filósofo y escritor mexicano, doctor en Filosofía. Foto: Eduardo Flores/Andes

Por Patricia María Guerra Soriano @Patri99_Guerra

Pensar la comunicación política semióticamente implica el desarrollo de una epistemología insurgente centrada en interpretar las lógicas de sociabilidad, estructurarlas y a la vez desconfigurarlas tras la búsqueda de sentidos enunciados por la propia historia.

En ese universo de discursos, formas y representaciones políticas, que encuentran lugar también en los medios de comunicación como plataformas divulgativas e interpretativas de los fenómenos sociales, la semiótica se ocupa de la significación de las formas simbólicas que estructuran lugares y hacen predecibles determinados acontecimientos.

Aunque siempre existe una realidad que se resta a los códigos políticos y comunicacionales, el Doctor Fernando Buen Abad, especialista en Filosofía de la Imagen, Comunicación, y Crítica de la Cultura, repiensa la semiótica de la comunicación política latinoamericana y reditúa el interés por construir una semiótica de la emancipación que promueve la construcción de un proyecto teórico-metodológico regional capaz de oponerse a la agresión simbólica del capitalismo.

Whastapp mediante, las respuestas de Buen Abad destilan a ratos pesimismo por el estado actual del campo de la comunicación en América Latina y a ratos —como él mismo declara— un cierto optimismo que confía en la construcción de políticas concretas que democraticen la información y la comunicación como derechos legítimos de la ciudadanía.

Los medios de comunicación son uno de los frentes de lucha donde los comunicadores (periodistas, cientistas de la información, comunicadores sociales, diseñadores) disputan la hegemonía de las influencias. ¿Qué distingue a los medios de comunicación de la izquierda cuando comunican política? ¿Qué signos marcan su discurso?

Hay una serie de distintivos históricos y políticos que marcan diferencias radicales entre cualquier proyecto de “comunicación hegemónica” desarrollada por el capitalismo y las alternativas llamadas de izquierda, revolucionarias o progresistas, que no se someten a los intereses de clase y que en todo caso ponen de relieve los intereses de las mayorías. Esta gran distinción central marca un recorrido totalmente distinto desde la elección de los temas, es decir desde la base semántica de los proyectos de comunicación, hasta las estrategias tácticas y de interlocución, vocabulario, formas, medios y modos para hacer explícitos y colectivos los contenidos que quieren transferirse o compartirse.

Otra distinción está en la base misma de la definición de la palabra comunicación. En algún sentido, la lógica hegemónica descarga la idea de que comunicación son los medios; mientras, desde la otra perspectiva, comunicación significa construcción de comunidad, poner en común.

Ahora, ¿cómo la tecnología se desarrolla? ¿a qué objetivos se orienta? Eso también marca definitivamente la diferencia entre los proyectos comunicacionales. En el campo del pensamiento hegemónico o capitalista de la comunicación, es la tecnología por la tecnología misma e incluso se hace del formalismo, del ornato; finalmente, se construye un discurso que pasa a ser mercancía.

De ahí que la idea de las herramientas subordinadas a un proyecto de puesta en común desde las bases con un proceso democrático de selección, tanto de los temas como de las formas y de las interlocuciones, implica una modificación sustancial.

En resumen, están en pugna teorías y metodologías concebidas, cuya práctica tiende a puntos totalmente distintos y contrapuestos de resultados; mientras que en un caso la lógica de la mercancía es lo que prima para el uso de las herramientas de la comunicación y conjunto con ello la subordinación de las consciencias, de los grupos; en el otro lado, se tiende a todo lo contrario: a la democratización de las herramientas y de los discursos y al proceso de transformación revolucionaria permanente que debe estar implícita en todo aquello que se proponga el desarrollo de la humanidad en condiciones de igualdad y acceso libre a las herramientas para el desarrollo, incluidas las herramientas de comunicación.

En una entrevista reciente apuntaba: “El tema de la comunicación debería ser agenda urgente en todo frente de lucha emancipatoria y en realidad vemos que no es así”. ¿Qué deficiencias están determinando la construcción de una comunicación política desde los medios de comunicación de la izquierda? ¿Por qué?

Nos ha tomado mucho tiempo, a mi entender, la valoración de los alcances, las oportunidades, las riquezas, incluso las fuerzas que nos añaden en la lucha cotidiana la incorporación de herramientas de comunicación entendidas como herramientas de apoyo, como instrumentales que con sus características ayudan a enriquecer tanto cuantitativa como cualitativamente la interlocución con los distintos frentes y grupos

Los movimientos emancipadores de izquierda que recorren todos los espectros teórico-metodológicos y confían en la verdadera emancipación de los seres humanos a partir de sus propias fuerzas organizadas libremente, deberían contar con capacidades específicas para la transmisión de los conocimientos y el enriquecimiento dialéctico de las ideas.

Esa dinámica social y política no ha tenido un crecimiento en términos de sus formas y sus diversificaciones y creo que, en más de una ocasión, se ha desaprovechado a pesar de la existencia y desarrollo de importantes ideas transformadoras de justicia social, de un humanismo revolucionario que revoluciona también al humanismo y que revoluciona las relaciones humanas.

No hemos logrado crear una gran corriente que provoque, anime, estimule y convenza a los frentes importantes que están en las bases de los pueblos y que están aguardando esas oportunidades de articulación, de consolidación de ideas y de acciones; incluso, en esos frentes en los cuales se cocina la cotidianidad y se resiste el peso de todas las injusticias del capitalismo, ha tomado mucho tiempo identificar madurar y consolidar tácticas y estrategias de comunicación. No quiere decir esto que no existan o que no hayan habido experiencias exitosas de comunicación social en las bases, por el contrario, hay muchas pero muy desarticuladas.

En el mundo entero y en nuestro continente han proliferado vocaciones comunicacionales. Me gusta la metáfora de un gran archipiélago de voluntades comunicacionales, pero se trata de un archipiélago inconexo y paradójicamente inconexo porque no hemos logrado las estrategias de intercomunicación entre todos esos frentes, lo cual refleja también algún proceso todavía de maduración lenta sobre la utilidad de las herramientas de comunicación.

No quiere decir que las herramientas para la comunicación o las estrategias de comunicación por sí mismas automáticamente modificarán las sociedades, pero bien cierto es que sin esas estrategias hoy nos vemos en desventaja frente a los modelos hegemónicos que imponen modos de pensar, modos de ser, estilos de vida, estilos ideológicos, en fin el aparato ideológico hegemónico del capitalismo que se despliega a través de todas las argucias imaginables mediante sus herramientas de comunicación. A veces de manera excesivamente pasiva, se desconocen sus estrategias narrativas, sus recursos semióticos y su diversificación de llegadas con distintos interlocutores o destinatarios.

Sin negar las importantes victorias que se han tenido y que se tienen, creo que estamos en una desventaja seria, con debilidades que hay que analizar y poner en la mesa del debate porque en ese sentido de la desigualdad comunicacional vamos a un territorio con grandes desventajas.

Se habla con mucha frecuencia sobre el control ejercido por los grandes emporios mediáticos de derecha que responden a los intereses del capital y no hacen más que promover un pensamiento chatarra plagado de falacias, ¿cómo funciona en estos casos la comunicación política? ¿sobre qué herramientas semióticas se sostienen hasta el punto de lograr su propósito e influenciar a una estimable audiencia?

La comunicación política hegemónica es un medio de la democracia burguesa que se dedica a vender ilusionismos, por ejemplo, hacer creer en un candidato o candidata por determinada apariencia, por cierto palabrerío, discursos, algunos de ellos más o menos articulados (en general los menos), al acudir a un golpe bajo de manipulación de la sensibilidad social, de chantaje emocional, psicológico. Lo cierto es que con el uso de ese conjunto de ingredientes de la mecánica mediática hegemónica se llega al éxito.

Hemos visto en toda la región, una y otra vez, episodios de uso de las herramientas de comunicación en manos de la derecha donde la subestimación de la inteligencia de los interlocutores es de por sí una ofensa y no obstante, logran algún tipo de solidaridad de clase e ideológica. Las promesas que se saben no serán cumplidas porque se está manipulando la sensibilidad de los pueblos, son utilizadas como coartadas perfectas para sus engaños mediáticos. En realidad constituyen experiencias muy aberrantes y dolorosas que nacen de la contradicción de que el propio elector termina votando por un “payaso” que se muestra como una especie de salvador o un mesías, mientras algunos sectores del pueblo no alcanzan a identificar la gravedad de las falacias que se le presentan.

En ese sentido se promueve un pensamiento chatarra hegemónico que se vuelca sobre las estrategias narrativas de la publicidad y propaganda políticas.  De modo que urgen herramientas que nos permitan dar una batalla comunicacional, desmontar espectáculos de propaganda decadente y habilitarnos para saber cómo trabajar la construcción de un proyecto discursivo y narrativo de la política que sea totalmente distinto, usando la radio, la televisión y cuanto medio tengamos pero con táctica y estrategias narrativas. Es una urgencia, un campo de problematizaciones diversas tanto para el análisis como para la producción de discurso político de fondo verdaderamente transformador.

¿Cómo construir, desde los medios de comunicación, una semiótica para la emancipación?

Por lo pronto creo que se requiere un cuerpo teórico sólido de ideas que permita crear a la vez una definición teórico-metodológica capaz de ubicar y redefinir a la semiótica, a la propia comunicación y a la propia idea de emancipación en el contexto contemporáneo y en el contexto específico de las distintas luchas comunicacionales que están dándose.

Es fundamental el desarrollo de una semiótica emancipadora, es decir, una disciplina que estudie la producción de signos a fondo no solamente para defendernos de la agresión simbólica del capitalismo sino para propiciar estrategias narrativas, discursivas de nuevo orden, frente a lo cual se necesita  un desarrollo científico más amplio y que pasemos a una época en la que no tengamos miedo de meternos en el debate de la comunicación y aprovechemos todos los aportes que se vienen recogiendo desde distintas escuelas teórico-metodológicas en las que el marxismo ha hecho muchas contribuciones.

La esencia está en consolidar una semiótica para la emancipación como un movimiento capaz de enriquecerse con experiencias múltiples, con trabajos teóricos y científicos de fondo y con los ingredientes de la riqueza cultural y la chispa imaginativa de los pueblos.

A pesar de que tengamos grandes avances e importantes autores y escuelas, está por construirse una semiótica para la emancipación. Estamos acudiendo a esa necesidad con algunas intuiciones, con muchos errores de apreciación y de ensayo, pero con la claridad de que hay un campo “vacío” en el desarrollo teórico y científico que exige creatividad e imaginación, audacia teórica y metodológica y que nos coloca como desafío los escenarios de la vida política que no son solamente los de las elecciones, sino aquellos que hay que disputar con argumentos dinámicos y renovados sin perder las tradiciones.

A mí me parece que nosotros ni siquiera hemos alcanzado todavía a corporizar una herencia de la semiótica marxista que podíamos y deberíamos ya tener en marcha y sin embargo, veo lentitud en todos nosotros con el debido respeto correspondiente a cada quien. Es un cuerpo teórico-metodológico que está ahí aguardando con sus herramientas no para repetir de manera arqueológica ideas sino para dinamizar los instrumentales básicos de este cuerpo del marxismo y ser capaces de, con esa reserva importante de propuestas filosóficas, teológicas, políticas, avanzar hacia el desarrollo dialéctico de nuevas herramientas para el presente. Una semiótica para la emancipación posee un espacio promisorio pero necesitamos ir consolidándola como un cuerpo cada día más afianzado, con más objetos de estudio consolidados y con más desarrollo teórico y producción práctica.

Una de las claves para enfrentar la concentración monopólica de los medios de comunicación es democratizando sus herramientas, componente que depende, principalmente, de la voluntad política de los Gobiernos, ¿cómo, desde los medios, insuflar en la ciudadanía ese reclamo, y esa necesidad de ver la democratización de la comunicación como un derecho legítimo?

Es cierto que es necesaria la voluntad política de los Gobiernos para avanzar hacia una iniciativa democratizadora de las herramientas de la comunicación, pero también de la construcción de sentido ajustado a las condiciones concretas del desarrollo social.

Ahora hay que preguntarse cuáles Gobiernos porque los Gobiernos burgueses, al servicio del capitalismo, si bien han logrado esa especie de apropiación de instrumentos y herramientas, también han trabajado en el proceso de cercenar el derecho social a la comunicación y a la información. No basta con tener igualdad de oportunidades sino que además hay que tener igualdad de condiciones. Se trata de una disputa porque más de uno se contenta en los discursos con hablar de las oportunidades en abstracto, pero raras veces hay una disquisición profunda, un análisis serio sobre las condiciones objetivas que se requieren.

La democratización de las herramientas para un proyecto de comunicación que no sea el hegemónico y de subordinación de conciencias, necesita una revisión profunda sobre qué clase de tecnología va a requerir. Me atrevo a pensar que debemos discutir si realmente necesitamos la televisión con la infraestructura que hoy presenta y cuál es la televisión que se requiere en términos no solamente de sus contenidos, sino de sus instrumentos. Hay que preguntarse lo mismo para la radio, para la prensa, en función de repensar el proceso de distribución de información con el propósito de satisfacer el derecho de los pueblos a estar informados y a comunicarse.

Este espectro de discusiones, que no aparece fácilmente en las agendas de las políticas de los distintos gobiernos, nos hace preguntar por los costos que tiene la dependencia tecnológica de ese modelo hegemónico, la transferencia brutal de los recursos para consumir una tecnología por otro lado perfectamente sellada por un proceso de caducidad al cual nos someten y nos obligan tras el objetivo de renovar el gasto y el consumo de esa tecnología en todo el continente.

La discusión merece profundizarse a título de saber si no estamos también en un escenario histórico que nos empieza a cuestionar sobre qué tecnología para la comunicación estamos necesitando hoy, tomando en cuenta los problemas educativos de la región y la historia profunda depositada en las raíces mismas de cada uno de los pueblos donde las experiencias de comunicación originarias han sido sustituidas por otras.

En otras ocasiones también se ha referido a la importancia de construir una metodología diferente, una semántica del proceso de transformación, ¿cómo construir una metodología actualizada? (acciones para comenzar a trabajar).

Es cierto que quienes tenemos deseos de no solamente una revolución de la comunicación sino una comunicación revolucionaria, estamos pensando, como requisito, el desarrollo de un dispositivo teórico y metodológico que recoja las tradiciones de los procesos históricos más importantes para que todos los pueblos puedan expresar, desde sus diversidades, sus proyectos de lucha de manera conjunta.

Por tanto, se construye como reclamo un material de organización conceptual porque no creo que la vida del ensayo y del error con algunas posiciones “anarquistas” o “anarquizadoras” nos vayan a dar algún resultado medianamente útil. Tampoco hay tiempo que perder en función de cómo está el desastre de la desigualdad comunicacional e informativa en el mundo, al extremo de que se han legitimado, como la nueva mercancía de ese circo, las fake news y el deporte de engañar a la gente haciendo pasar por verdad una mentira y haciendo que esa mentira satisfaga y además, produzca resignación o indiferencia en los pueblos.

Necesitamos un cuerpo de ideas teóricas y prácticas con las que podamos  reconstruir la noción de lo colectivo como fundamento esencial para definir la información y la comunicación. Hay que actualizar métodos de participación, incluso métodos de los modelos expresivos de los distintos pueblos, pues nuestro continente tiene la magnificencia de poseer una riqueza de proyectos sintácticos de pueblos que hablan cada cual a su manera, desde la diversidad y tienen mucho para decir, aportar y contribuir, desde la denuncia, pero también desde la creatividad. Eso ya propone un esfuerzo ordenador y orden, en este sentido, significa desarrollo del pensamiento crítico en función de los contextos y las coyunturas históricas.

Ese cuerpo metodológico debe ser autocrítico permanente de sí mismo y  además una herramienta para perfeccionarse como una condición sine qua non al constituir un proyecto que pretenda transformar la realidad de la dominación y la del desastre que se ha hecho en materia de comunicación e información en el mundo.

¿Cuál es el estado de la enseñanza en las universidades donde se forman los futuros comunicadores? A su entender, ¿cuáles deberían ser las herramientas imprescindibles en esa preparación?

Alrededor del año 1978, se realizó en México un primer encuentro latinoamericano sobre la enseñanza de la comunicación en el que participaron teóricos como Armand Mattelart, Héctor Schmucler, Ariel Dorfman y otros muchos nombres importantes de la época y del presente que también apuntaron algunos temas centrales en la enseñanza de la comunicación. Uno de ellos, tenía que ver con transparentar cuáles son los ejes teóricos-metodológicos dominantes en la enseñanza de la comunicación. De ahí que se caracterizaron tres grandes ejes: la escuela funcionalista, la estructuralista y la marxista y luego se llamó a revisión la producción bibliográfica al respecto ubicada en las universidades.

Desde ese momento quedó asentada la necesidad de transparentar ante el estudiantado, los ejes teóricos a partir de los cuales trabajaban las escuelas, centros de investigación o de enseñanza. Era indispensable contar con la anuencia de los estudiantes para decidir qué les interesaba y qué no, o por lo menos para no ser engañados al “venderles” teorías y metodologías sin aclarar de qué vertientes nacían.

Este sigue siendo un requisito ético fundamental al que no muchas escuelas o facultades o academias acuden con puntualidad, de hecho hay un tráfico ideológico permanente en el que predomina, en cerca de las mil facultades de comunicación de América Latina, la lógica de la concepción mercantil de la información y de la comunicación.

Habría que definir también en esos marcos teóricos de qué sociedad ideal están hablando, de qué clase de conducta colectiva hablan, a partir de qué esquemas de participación, de organización, de legislación. En muchos casos, las escuelas como la estructuralista y no toda, pero alguna parte de ella, plantea la necesidad de introducir cambios en la sociedad, no obstante sin afectar al capitalismo.

Por otra parte, están las posiciones que convocan al debate sobre la revolución dentro de las comunicaciones y aquí la palabra revolucionario necesitaría un tiempo que no tengo para repensarla en clave de las transformaciones profundas y definitivas para contrastar lo que se tiene con lo que se necesita y ver cómo avanzamos hacia la solución de estrategias alternativas y tecnologías que habiliten a todo el mundo en el marco de las nuevas dinámicas, hacia un humanismo de nuevo género, un humanismo revolucionario y revolucionado también y que dignifique al ser humano para terminar con la explotación, con la acumulación del capital que somete a inmensas mayorías al capricho de un sector.

Eso en general, no aparece como una condición en los programas de estudio. Suele escasear la lógica de la transformación radical y profunda y revolucionaria de las herramientas de comunicación, de su uso, distribución y acceso. No hay propiedad común de la comunicación tampoco como eje profundo de nuevas teorías y aunque hay que decirlo, no quiero con esto desautorizar o desconocer los magníficos intentos de muchas escuelas, corrientes y movimientos académicos para abrir paso a formas de pensar y de hacer desde las universidades con la comunicación y la información, en términos generales, las condiciones objetivas son muy asimétricas, incluso hay datos específicos de persecución de profesores y atosigamiento a investigadores, teóricos, ensayistas que piensan de manera no hegemónica la comunicación.

También es verdad que hay proclividad a premiar, becar, aplaudir y celebrar e insertar en el marco laboral a todos aquellos que disciplinadamente no protestan, se leen el santoral completo de las biografías que les imponen y después dan cuenta de una buena memoria y nunca interpelándola ni  abriendo campos de debate que son tan urgentes en la enseñanza de la comunicación.

Los medios de comunicación que promueven una ideología de izquierda tampoco deben resultar complacientes ante lo mal hecho por su propio movimiento, ¿cómo practicar la crítica desde este frente?

Es cierto que una de las condiciones para pararse en ese vector llamado de izquierda es la crítica y desde luego la autocrítica y también la necesidad de interpelar esos dos conceptos para saber exactamente qué tienen que significar en esta corriente de comunicación de izquierda transformadora revolucionaria, no obsecuente con los modelos de dominación. Hace falta mucho trabajo de concitación de esfuerzos para trabajar de manera inter, multi y transdisciplinaria. Soy de los que cree que la crítica aplicada a la acción significa ordenar las realidades, es conocer lo urgente, lo impostergable, desarrollar el pensamiento crítico como una herramienta que permite a la propia construcción, distribución e interpretación del conocimiento una dinámica diferente porque nadie se “traga” ningún enunciado como si fuese la verdad absoluta, porque nadie está obligado a aceptar como tesis agotadas e intocables aquellas que están probando en el campo del conocimiento apenas su vinculación con las verdaderas transformaciones históricas que la humanidad está necesitando. Es importante que se ejerza un sentido profundo de autocrítica constante, un rigor de ciencia a su vez móvil, divertida, que nos produzca felicidad por ser justamente un ejercicio de profundización sobre los conocimientos.

Tenemos pendientes desafíos del corto plazo, debemos corregir errores, preconcepciones y luego arreglar definiciones a propósito de la organización de las herramientas democratizadas para la comunicación, la propia redefinición de la democracia social, la concepción de la participación entre iguales y la ruptura con las formalidades de la democracia burguesa para entrar a una fase de revolución democrática y por supuesto, de democracia revolucionaria.

Después de la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en la que 33 países debatieron desde antípodas ideológicas, se destacó, en el punto 42 de su declaración final, la importancia de las tecnologías de la información y la comunicación como herramientas para fomentar la paz, la inclusión social, el bienestar humano, el desarrollo y el conocimiento, ¿confía realmente en el cumplimiento de este objetivo en función de empoderar a la ciudadanía contra la manipulación mediática? ¿por qué?

Me permito ser escéptico respecto a los enunciados que se hacen a veces en las reuniones cumbre y después su cumplimiento en la práctica, sobre todo si las condiciones objetivas para esa práctica lo que indican es exactamente lo contrario a lo que se propone en el papel.

Algo me conduce a cierto nivel de pesimismo, por una parte cuando veo que las condiciones objetivas de los procesos de monopolización se han acelerado, cuando veo cómo esos procesos de concentración monopólicos son un peligro contra las democracias en la región, cuando veo que las voces múltiples no se verifican en las estructuras de comunicación privada, incluso en algunas públicas. Me queda como el sabor de cierta impotencia porque por buena y oportuna que sea una declaración de una reunión, de ahí a la solución o la intervención sobre los problemas hay a veces plazos demasiado largos.

Espero que al mirar las necesidades que se van presentando de gran urgencia hoy en la región, tengamos la capacidad de organizar las políticas concretas que van a permitir la democratización de la comunicación y la información. Todo eso está por verse, espero que no se quede este punto 42 de la declaración de la Cumbre de la Celac, en un buen deseo o en una consigna simplemente al aire hueca por no contar con un instrumental concreto, con un proyecto teórico- metodológico, con un calendario, con un sistema de medición específica para analizar los logros y los avances, errores y retrocesos y que en la siguiente oportunidad que surja, dar cuenta clara de qué pasó entre el dicho y el hecho, entre la voluntad y la realidad.

De todas maneras, a pesar de tener un reconocimiento con cierto nivel de expectativa pesimista, soy de la idea de que, tarde o temprano, va a resurgir una gran importante corriente de comunicación emancipadora que logre romper con el aislamiento de las distintas voluntades de comunicación que han nacido en todo el continente.

Ojalá que eso lo permita la propia Celac y entiéndase, de una vez por todas, que sin un proyecto auténticamente revolucionario en materia de comunicación, no se puede completar el otro conjunto de tareas revolucionarias que se necesitan en las distintas escalas de lo que entendemos por revoluciones a fondo en las ciencias, en las artes, en la literatura, en las organizaciones políticas y desde luego, en las tareas de la comunicación.

Tomado de: Cubaperiodistas

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