Revelaciones

A los 106 años, murió el actor Norman Lloyd

Vaya paradoja. Debutó en el cine muriendo —en una de las escenas más recordadas del período clásico de Hollywood—, pero luego se convirtió en el actor más longevo de la historia del cine, hasta que el martes pasado falleció en su casa de Los Angeles, a los 106 años de edad. Amigo y colaborador de Alfred Hitchcock y Orson Welles, de Charles Chaplin y Jean Renoir, entre otros grandes, Norman Lloyd fue una figura insoslayable del teatro, el cine, la radio y la televisión estadounidense. Y aunque su nombre nunca alcanzó la fama de otros intérpretes que parecían eternos, como Kirk Douglas y Olivia de Havilland, con quienes tácitamente parecía competir por el premio a la supervivencia, con su muerte se va uno de los últimos testigos de la era de oro del espectáculo de su país.

La famosa escena en cuestión es nada menos que el final de Saboteur (1942), una de las obras maestras de Alfred Hitchcock, cuando un saboteador nazi (Norman Lloyd), a quien el protagonista había perseguido durante toda la película, quedaba suspendido en el vacío, colgando desesperado desde lo más alto de la Estatua de la Libertad, mientras el héroe (interpretado por Robert Cummings) lo sujeta como puede por la manga del saco, para salvarlo de una muerte espantosa. Hitchcock filma un primerísimo plano de la manga, que se va descosiendo hilo a hilo por el hombro… Hasta que el saboteador, en un primer plano angustioso, se da cuenta de que su caída desde ese faro -que simboliza todo aquello contra lo que había luchado- es inevitable.

“Debería haberse conseguido un sastre mejor”, sentenció sardónicamente el guionista Ben Hecht de una escena que hizo historia. A Norman Lloyd, esa película le granjeó una amistad de por vida con Hitchcock, que volvió a convocarlo primero para el rol secundario —los secundarios eran su especialidad: nunca fue protagonista— de un paciente mental en Cuéntame tu vida (1945). Y luego como productor y director de su famosa serie de televisión Alfred Hitchcock Presenta. “Amaba trabajar con Hitchcock. Fue un hombre maravilloso conmigo, e hizo cosas por las cuales nunca podré agradecerle lo suficiente” dijo Lloyd en una entrevista.

Antes de su llegada a Hollywood, Norman Lloyd (nacido Norman Perlmutter en New Jersey, 1914, hijo de inmigrantes húngaros y rusos) fue un consumado actor de teatro en Nueva York, donde formó parte del elenco estable del Mercury Theatre de Orson Welles. Interpretó al poeta Cinna en la adaptación antifascista de Welles del Julio César de Shakespeare, la producción de Broadway de 1937 que llevó al joven Orson, entonces de 22 años, a la portada de la revista Time.

En 1940, Lloyd siguió Welles a Los Ángeles para actuar en lo que habría sido la primera película del joven maravilla, una adaptación de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, pero los conflictos presupuestarias con la RKO demoraron el rodaje hasta su definitiva cancelación. Entonces, Lloyd regresó a Nueva York y se perdió de participar en el siguiente proyecto de Welles, su célebre Citizen Kane. “Siempre me arrepentí de eso”, confesó Lloyd décadas después al crítico Todd McCarthy, sobre su decisión de abandonar a Welles, a quien también había ayudado en sus años neoyorquinos en la producción de sus programas radiales.

En Hollywood, tuvo la fortuna de trabajar con realizadores de la talla de Jean Renoir (Amor al terruño, 1945), Lewis Milestone (Un paseo al sol, 1945), y Joseph Losey (M, el maldito, 1951). El rostro anguloso y los rasgos prominentes de Lloyd eran ideales para películas de época, ya fueran ambientadas en la Revolución francesa (La sombra de la guillotina, 1949, Anthony Mann) o en la Italia medieval (El halcón y la flecha, 1950, Jacques Tourneur).

En 1947, Lloyd y el productor John Houseman estrenaron en el teatro Coronet de Los Angeles el Galileo de Bertolt Brecht, protagonizado por Charles Laughton, con dirección Joseph Losey. Esta asociación con artistas de izquierda, le valió a Lloyd ser incluido —como Brecht, Losey y Mileston— en las listas negras del macartismo. Durante este período nefasto, Charles Chaplin, otra víctima de la caza de brujas, le dio un papel en su último film estadounidense, Candilejas (1952). “Cuando lo conocí, Chaplin se encontraba en medio de un enorme conflicto creativo: ¿se esfumaría su imagen con la edad? El suyo era el ego más fuerte que he conocido en mi vida, puesto al servicio del arte”, recordaba Lloyd en una entrevista realizada por el historiador Kevin Brownlow.

En 1957, Hitchcock volvió a contratar a Lloyd, esta vez en calidad de productor asociado para su serie de televisión Alfred Hitchcock Presenta. Debido a las listas negras, los ejecutivos de la CBS no querían contratarlo, pero Hitchcock insistió: “Quiero a Lloyd”. La serie fue un éxito que duró siete temporadas y luego fue expandida a La hora de Alfred Hitchcock. El trabajo de Lloyd consistía en elegir las historias, contratar a los actores y directores, y supervisar los guiones y la producción de los episodios. Entre los jóvenes directores a los que Lloyd dio sus primeras oportunidades estuvieron Robert Altman y William Friedkin.

El propio Lloyd dirigió él mismo algunos de los mejores episodios de la serie, eligiendo relatos de autores como Roald Dahl, John Cheever y de su amigo Ray Bradbury, su escritor favorito. “Hice muchos episodios con Ray. El material de Bradbury para la serie era realmente sensacional”. Su carrera como director también incluye varios largometrajes para televisión, uno de los cuales, Companions in Nightmare (1968), al parecer muy hitchcockiano, es hoy un film perdido. Solo sobrevive la partitura original de Bernard Herrmann.

Para las generaciones más jóvenes, Norman Lloyd es conocido ante todo por su interpretación de Mister Nolan, el ultraconservador director de escuela de La sociedad de los poetas muertos (1989), de Peter Weir, con Robin Williams. Casi cincuenta años después de la caída de la Estatua de la Libertad, Lloyd volvió a tener aquí una escena final a esa altura, en la inolvidable secuencia donde intenta vanamente acallar a los estudiantes que se rebelan contra él, entonando los versos de Walt Whitman “O’ Captain! My Captain!” Su último trabajo para el cine fue en la comedia Trainwreck (2015), dirigida y protagonizada por Amy Schumer.

Tomado de: Página/12

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Pino Solanas, apuntes de su discurso

Cientos de veces me he preguntado cómo es posible que en un país tan rico la pobreza y el hambre alcanzara tal magnitud? ¿Qué sucedió con las promesas de modernidad, trabajo y bienestar que pregonaran políticos, empresarios, economistas iluminados y sus comunicadores mediáticos, si jamás el país conoció estos aberrantes niveles de desocupación e indigencia? ¿Cómo puede entenderse la enajenación del patrimonio público para pagar la deuda, si el endeudamiento se multiplicó varias veces comprometiendo el futuro por varias generaciones? ¿Cómo fue posible en democracia tanta burla al mandato del voto, tanta degradación de las instituciones republicanas, tanta sumisión a los poderes externos, tanta impunidad, corrupción y pérdida de derechos sociales?

Responder a los interrogantes que dejó la catástrofe social o repasar los capítulos bochornosos de la historia reciente, sería imposible en los limitados márgenes de una película: hacen falta muchas más, junto a investigaciones, debates y estudios para dar cuenta de la magnitud de esa catástrofe.

Fernando Solanas (Marzo 2004)

La historia de la gran nación argentina es mucho más que dictadores vestidos de generales, presidentes corruptos vendidos al mejor postor o senadores que miran para “ninguna parte”. Su pueblo presume de contar con muchos hombres dignos e incorruptibles, capaces de darlo todo por su país, por el honor de su tierra. En esa inmensa lista de nombres imprescindibles, está Fernando “Pino” Solanas, (Buenos Aires, 1936).

Forjado en el teatro, la música y el derecho es hoy un cineasta vital, de referencia en Latinoamérica entera. Su primera gran obra es sin dudas: La hora de los Hornos (1968), trilogía documental que aborda el neocolonialismo y la violencia de su país y de América Latina. Esta pieza fílmica se abre, despojada de entrecomillas como una gran puerta para el diálogo,  forzando al espectador a reflexionar y cultivar el ejercicio del pensamiento, desnudando toda posición cómoda ante una época convulsa y brutal. Esta pieza, está considerada por muchos de los estudiosos del género un magistral ensayo cinematográfico y político. En esta obra, Solanas no le teme a la práctica de un didactismo impregnado en la filmografía de la época, y apunta su trabajo trazando un discurso estético desde la argumentación, desde los hechos, desde la fidelidad de la historia siendo una pieza que supera el conocido concepto de arma de combate ideológico, afirmación de la que no se siente avergonzado.

En 1975 termina Los hijos del Fierro, su primer largometraje de ficción. Con la instauración de la dictadura, es amenazado de muerte por la Triple A y más tarde, en 1976, es víctima de un fallido secuestro perpetrado por un comando de la Marina. Parte al exilio hacia España, radicándose en Francia.

Tras la caída de la dictadura en 1983, regresa a su gran Buenos Aires y en 1985, filma una de sus obras más notables: El Exilio de Gardel, de la que Vincent Ostria escribió para Cahiers du Cinéma: “Solanas juega la metáfora sin reservas, al pie de la letra (todo el film no es más que una gigantesca metáfora)… Tangos es un ejercicio constante de tuteamiento de lo imaginario y lo onírico. La nostalgia y su motor, el exilio, están expresados sin distancia, con un verbo lleno de colores, un talento para la evocación y una puesta en escena de alegorías fellinianas”.

Sur (1988), El viaje (1992) y La nube (1998), son tres piezas de ficción del autor, que vienen a confirmar la vitalidad de este gran cineasta que no está restringido a géneros, estéticas y temáticas cerradas.

Tras la descomunal crisis económica, política y social acaecida en Argentina, responsabilidad de la clase política de la época que fue escenificada por los gobiernos de Carlos Saúl Menen y Fernando de la Rúa. Con Memoria del saqueo, (2004) viene a tomarle el pulso de los acontecimientos y a denunciar la barbaridad institucional que estaba aconteciendo por aquellos años, que tuvo su iconografía en las manifestaciones a golpe de cacerolazo. Solanas no pierde un instante y sale con su cámara para tomar nota de los acontecimientos en plena efervescencia popular. En los inicios de esta gesta cinematográfica, no tenía claro el discurso cinematográfico con el construiría este documento. Los procesos sociales se fueron sucediendo y su mirada dejaba constancia de ello.

Al final quedó una obra de gran calado moral, una pieza fílmica que apunta –sin medias tintas y palabras rebuscadas-, a los responsables de esta “fiesta”. El FMI, el Banco Mundial, las grandes transnacionales de Estados Unidos y Europa, los ejemplares bancos que sudan la gota gorda desangrando la pobreza y por supuestos los políticos argentinos. Sobre esta sentencia, el realizador apela a la lente y nos desnuda el vacío de la Casa Rosada y los interminables pasillos y salones del senado, que muestran la frialdad que legitimó el ejercicio de una corrupción que afloro prodiga de mentiras y sucias estratagemas. El contrapunteo de esta verdad hecha fotografía documental, tiene su espacio de denuncia en la revelación de la precariedad del mundo periférico, de la marginalidad vestida de pobreza y de un futuro incierto.

Supo sopesar el deshielo de los grandes edificios, -copias de un modelo arquitectónico seudo cultural-, con la suma de pobrezas que pululan en los accesos de las grandes moles que simbolizan la falsedad de una economía prospera. La aguda voz de Pino Solanas, afinca su tono y expone desde el discurso acusatorio, la cronología de la vergüenza, el trayecto de un saqueo que estremeció cualquier pronóstico.

Esta batalla librada desde el arte documental no ha terminado para Pino Solanas, con La dignidad de los nadies (2005), se perfila una nueva apuesta que sirve de continuidad para desnudar los hechos que sacaron del subsuelo, la inmoralidad de una crisis. El hacer de esta obra, dibuja con la agudeza de un abanico de colores, una galería de personajes que construyen una crónica apremiante ante pueblo castigado. Su filosofía, es un verdadero alegato contra la idea de la derrota. No veremos ante la gran pantalla una patina que nos aleje de la realidad, el esqueleto de un país fracturado esta editado por personajes sin nombres que van cerrando el verdadero puzzle de la sociedad argentina de esa década, que aún sana su dolor.

El ejercicio de hacer de la realidad una obra de arte para el gran Pino Solanas, no acaba con esta pieza, incorpora a su filmografía tres nuevos trabajos que registran la temperatura de un país tejidos de dolor, Argentina Latente (2007), Próxima Estación (2008) y Tierra Sublevada (2009), confirma la estatura de su verbo y su discurso, confirmando su sentido de responsabilidad y entrega ante la nación que le a hecho suya.

Su labor intelectual no se ciñe al arte cinematográfico, sus ensayos: La Mirada (1989); Cine, Cultura y Descolonización (1971) en colaboración con Octavio Getino; y el texto de investigación Yacyreta: Crónica de un despojo” (1996), confirman su virtud como intelectual y como hombre comprometido con su tiempo. Conocido es su compromiso con la acción de la Madres de la Plaza de Mayo y de los organismos a favor de los derechos humanos.

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Santiago Álvarez, la genialidad del artesano

“Un hombre o un niño que se muera de hambre o de enfermedad en nuestros días no puede ser espectáculo que nos haga esperar a que mañana o pasado mañana, el hambre y la enfermedad desaparezcan por gravitación. En este caso inercia es complicidad: conformismo es incidencia con el crimen.”

Santiago Álvarez

Santiago Álvarez (La Habana, 1919 – 1998), es de esos hombres que podría presumir de inequívoca grandeza, pero su coraza humana enarbola el manto de la humildad. Lo conocí cuando las canas le poblaban la envoltura de su pelo y su postura de acento sereno, avistaba la pose de un sabio curtido por la ruta de la vida. Cuando se explora en los oficios que antecedieron su prolifera carrera cinematográfica, los estereotipos saltan por los aires. Con 15 años fue aprendiz de cajista y linotipista, su pasión por la radio lo llevó a dirigir una hora dominical en dos emisoras. Su marcha hacia los Estados Unidos, le trajo la experiencia de lava platos y el duro batallar en las minas de carbón de Pensilvania.

Tras el triunfo de la Revolución en 1959, regresa a Cuba y funda junto a otros intelectuales la sociedad cultural Nuestro Tiempo y luego el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), donde creó el Departamento de Cortometrajes y dirigió el Noticiero ICAIC Latinoamericano por más de veinte años.

Autor de 600 noticieros y casi 120 documentales, resulta imposible desarrollar una exhaustiva valoración de su trabajo en estas páginas, pero su obra amerita la escritura de estas líneas. Se podría afirmar que fue un creador con una arrancada tardía, pues su primera obra cinematográfica la realizó con 42 años.

Su documental Now (1965), aborda la discriminación racial en los Estados Unidos, está pieza cinematográfica está considerada por los especialistas del género como pionera del video clip actual. Este trabajo de tan solo 6 minutos, discurre bajo la voz incorruptible de la cantante Lena Horne. En esta puesta, prima el contrapunteo imagen/banda sonora, tejida con la precisa contundencia para convertir el discurso en una cerrada denuncia.

Es un filme construido bajo la estética de un artesano que no desecha nada, por muy intrascendente que pueda parecer. En un breve espacio de tiempo, toma prestado fragmentos de periódicos, imágenes de telediarios, fotos que configuran un texto genuino y renovador dentro del lenguaje cinematográfico. Su lente se centra en un capítulo de la tragedia humana, distante del espectador que persigue el morbo de la tragedia como espacio de goce, como puerta de diálogo vacío. Apunta con precisión ante el horror de un período de la historia de los Estados Unidos, ejemplificado en la filosofía reaccionaria del gobierno de turno y el extendido movimiento de los Ku Klux Klan (KKK).

Con 79 Primaveras (1969), dibuja con acertada nitidez uno de los conflictos bélicos más horrendos de la historia: la invasión del ejército norteamericano al pueblo vietnamita. En este trabajo, revela su estética que roza la artesanía del concepto, la contrición del mensaje, la puesta que busca la culminación de una idea central y apela a todos los medios para resaltar ese arte final. En un singular apartado del texto fílmico, cuelga algunos fotogramas de soldados caminando por las selvas vietnamitas y en contrapunteo, pone en un pedestal el sonido de ametralladoras para al final destruir el fotograma. Santiago en esta pieza como en toda su filmografía, agudiza su postura y su punto de vista. Su relación con el género la define de la siguiente manera: “el cine documental no es un género menor, como se cree, sino una actitud ante la vida, ante la injusticia, ante la belleza y es la mejor forma de promover los intereses del Tercer Mundo”.

Otra pieza vital de su filmografía es: La guerra necesaria (1980). Recoge desde la estructura del testimonio, los antecedentes históricos y la preparación que motivaron la gesta de la Revolución Cubana. Una obra que se rodea del intimismo de sus narradores e interlocutores para desdoblar la compresión de los hechos convertidos en historia, en realidad presente. La palabra de Fidel Castro, Juan Almedida Bosque o Celia Sánchez Manduley, se enriquecen con el verso emotivo de los colaboradores que en México participaron en la preparación de la gran epopeya. Santiago dibuja la fotografía de este documental, hurgando en los perfiles de sus interlocutores, en la gestualidad de sus pausas, en la potencia o nitidez de sus voces favoreciendo la contribución de los testimonios, eje central de esta obra que contó con “actores de excepción”. Pero este sustantivo filme no renuncia a la dramaturgia de la música, la obra de Leo Brouwer, Silvio Rodríguez y el propio Juan Almedia Bosque –autor de importantes piezas de la cancionística cubana-, subrayan y enfatizan el sentido de filme que se define en si mismo como documento, una de las virtudes del género.

En la mayor parte de su obra de cine documental, está ausente la entrevista. En la construcción dramatúrgica de su trabajo recurre a las letras de las canciones, a la música y una diversidad de elementos expresivos que lo definen como artista renovador, un experimentador del género, distante del tono convencionalista que fatiga el acto creativo. Su discurso periodístico es incisivo y su obra se potencia por su genialidad como artesano del montaje.

Sobre la perenne dualidad entre arte y política Santiago definía: “La eficacia artística y política de una obra cinematográfica reside fundamentalmente en la clara posición ideológica con que ha sido realizada, porque en definitiva la forma se hace hermosa cuando se basamenta en un contenido hermoso y no se es artista revolucionario si se produce un divorcio entre contenido y forma”.

Entrevistó a importantes personalidades del mundo de la política y el arte como: Fidel Castro, el Che, Ho Chi Min, Salvador Allende y Agostinho Neto, al cineasta Joris Ivens, Santiago lo consideraba su maestro. Más de 80 premios avalan su inagotable obra. Fue nombrado maestro perenne de la prestigiosa Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, de La Habana.

Hombre fundamental en el que siempre destaca la fuerza de sus imágenes.

Georges Sadoul (Crítico e historiador cinematográfico).

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Octavio Cortazar: un artista inconfundible

Muchos cineastas han hecho crónica documental de la Revolución Cubana. Sin dudas uno de los indispensables del cine cubano es Octavio Cortázar.

Sus comienzos en el audiovisual despuntan en 1956, donde trabajó como redactor de textos publicitarios, director de programas de televisión y jefe de producción del Canal 7 TV hasta 1958.

En el año 1959 comienza a trabajar  en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC) como asistente de producción. A finales de los 60 organiza y dirige la Enciclopedia Popular, serie de cortometrajes estructurado como notas didácticas siendo estos sus inicios en la realización de cine. De1963 a 1967 estudia dirección cinematográfica enla Universidad Carolina de Praga.

Su regreso de Checoslovaquia, se tradujo en formar parte de la nomina de los directores del Noticiero ICAIC. Considerada por algunos críticos como “la reseña fílmica de la actualidad cubana”.

Su mayor obra documental Por primera vez (1967), -un clásico del género-, aborda la llegada y el impacto del cine en una población serrana ubicada en la más oriental provincia de Cuba.  Es una puesta cinematográfica que representa el valor de la cultura que irrumpe con los límites geográficos, para hacerla de todos.

De su filmografía documental, vale subrayar obras como: Al sur del maniadero, Acerca de un personaje que unos llaman San Lázaro y otros Babalú, Con las mujeres cubanas, El Programa del Moncada, En un fin de curso, Sobre un primer Combate, ¿OVNIS en Cuba? 50 años de misterio y Hablando del punto cubano.

Los temas de sus textos fílmicos han sido –entre otros- la cultura y la educación en Cuba, el sabotaje del barcoLa Coubredesde la retrospectiva, la música tradicional campesina cubana, o la mujer en la sociedad.

Incursionó en la ficción con tres películas muy valoradas de la cinematografía cubana. El brigadista, Guardafronteras y Derecho de asilo. Dos de estos filmes fueron de los más taquilleros del cine cubano.

Cortázar fue fundador dela Escuela Internacionalde Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, y profesor en el Instituto Superior de Arte de La Habana. Paralelamente a su labor como cineasta, dirige espectáculos artísticos y musicales.

En los últimos años sin dejar de hacer y producir, dirigía y conducía el espacio televisivo Pantalla Documental que se transmitía semanalmente en el Canal Educativo de la Televisión Cubana. Presidía el Centro de desarrollo del documental Hurón Azul dela UNEAC y era Vicepresidente dela Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Sus múltiples premios y reconocimientos, corroboran su altura intelectual.

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Daniel Diez: el padre de la “criatura”

Siempre que se habla de la “Escuela Cubana de Cine Documental”, se le define como uno de los movimientos artísticos más importantes de la Gran Nación Caribeña de los últimos 50 años. En ella se formaron muchos de los cineastas que hoy son referentes de varias generaciones.

El legado de estos creadores trasciende las fronteras de “la gran isla”, para hacer de sus filmografías “textos” de permanente lectura. Nombres como Santiago Álvarez, Julio García Espinosa, Octavio Cortázar, Pastor Vega, Víctor Casaus, Sara Gómez, Manuel Pérez, Miriam Talavera, Luis Felipe Bernaza, Rebeca Chávez, José Massip, Rogelio París y Mayra Vilasis, son algunos de los documentalistas que dejaron una huella en la memoria, para todos los que vemos a este cine como un “Arte Mayor” y para el gran público.

Pero esta gran escuela o movimiento, -como algunos otros la califican-, tuvo un parto mayor, una “criatura” que ha cimentado en Cuba una pauta fílmica para los que siguen apostando por el arte del conocimiento.

Por la huella del conocimiento desde la memoria. Construida desde la antropología o desde la búsqueda de la realidad en permanente dialogo con la comunidad que es la protagonista de su cine y -a la vez- juez y parte de lo que allí se produce. La casa tiene un nombre: TV Serrana.

Nació para quedarse en contra de todos los pronósticos. La obra que allí se sigue haciendo es parte de ese legado, cuyo origen está en muchos de los creadores que enaltecen al cine cubano.

Su fundador Daniel Diez la defendió y de alguna manera, la definió en el documental, “Tiempo de Seca” con las siguientes palabras: “Para mí es la televisión más Revolucionaria que hay en el país”.

¿Qué argumentos tiene su creador para definirla de esa manera tan categórica? La respuesta es llana.

El estar asentada en una zona montañosa (San Pablo de Yao, municipio de Buey Arriba, provincia de Granma), distante de las urbanidad y los circuitos culturales de la capital cubana. Su permanente relación de trabajo y retroalimentación con los pobladores de la zona. La labor colectiva que desarrollan los miembros de esta TV, son algunas de las claves de su persistencia y prestigio. Su autoridad se ensancha dentro del espectro de televisoras de Cuba y de buena parte de Latinoamérica.

Pero ¿quién es Daniel Diez? Ante todo es un revolucionario, un martiano de vocación y acción. Un hombre comprometido con su país y con la obra que en Cuba se ha construido y que sigue en permanente renovación, en constante cambio. Para hacer de la nación cubana un estado más socialista, más revolucionario, donde el hombre y la mujer es el eje de todas sus voluntades.

Daniel Diez (La Habana, 1946) es graduado de periodismo. Como profesional del arte y la cultura ha desarrollado una extensa carrera como director de programas de TV, documentalista y grabador de sonido.

Sus inicios fueron en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficas (ICAIC). Durante quince años fue sonidista y musicalizador de antológicos documentales y más de 500 “Noticieros ICAIC Latinoamericano”.

Títulos como: En un fin de Curso y Yo quiero ser (Idelfonso Ramos), Estampida, De América soy hijo… a ella me debo, Y el cielo fue tomado por asalto, El Sol no se puede tapar con un dedo, (Santiago Álvarez), Sobre un primer combate (Octavio Cortázar), Arcaño y sus Maravillas (Oscar Valdés), Bojeo a Cuba (Bernabé Hernández), 4000 Niños (Fernando Pérez), son algunos de los más significativos documentales donde Daniel a puesto “sus manos”.

En 1981 pasó a trabajar en el Instituto Cubano de Radio y TV (ICRT), como Jefe de Información de la Revista de la Mañana y Director de Programas de TV.

Fue fundador y Director de la TV Serrana, “escenario” donde continuó trabajando como documentalista. Este proyecto auspiciado -en sus inicios- por el ICRT y la UNESCO, funciona -desde 1993- en las montañas de la Sierra Maestra. Sigue cosechando obras de un gran acabado artístico constituyendo un verdadero sello dentro de la filmografía cubana.

En esta gran escuela, -que es TV Serrana-, Daniel ha creado el Centro de Estudios para la Comunicación Comunitaria en las Montañas de la Sierra Maestra, las “Video Carta” como fórmula de comunicación alternativa y los “Grupos de Creación Alternativos”, que son el núcleo de sostén y vitalidad de esta inédita propuesta televisiva.

Se desarrolló como Vicepresidente para la Creación Artística del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) entre los años 2001 y 2006. Desde la Televisión Cubana, ha participado en la creación del Canal CH-TV que transmite para la Ciudad de La Habana (hoy Canal Habana). Para no pocos entendidos, una de las propuestas más interesantes del espectro audiovisual cubano.

Daniel sigue realizando documentales e imparte clases en el Instituto Superior de Arte, en la prestigiosa Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, que en este mes cumple 25 años de fundada, así como en la Escuela de Periodismo de la Universidad de la Habana.

Este gran intelectual es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la Unión de Periodistas (UPEC), del Movimiento Nacional del Video, del Consejo Latinoamericano de Cine y Video de los Pueblos Indígenas (CLACPI). Es también miembro del Consejo Asesor de Chiapas /Media Project.

Ostenta una significativa suma de medallas y distinciones. Entre las más importantes: “Distinción por la Cultura Nacional”. (Ministerio de Cultura), “Artista Laureado” (Sindicato de la Cultura), Orden “Juan Marinello” por el trabajo en favor de la Cultura. (Ministerio de Cultura), “Medalla de la Alfabetización” y Distinción “Feliz Elmuza” (Unión de Periodistas de Cuba).

Ha sido jurado de prestigiosos festivales de cine: Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Festival de Video Cine y Sociedad. Mérida. México, Festival Anaconda de los Pueblos Indígenas de América Latina, Festival de Cine y Video, San Salvador de Bahía, Brasil, Festival Santiago Álvarez In Memorian, entes muchos otros.

En congresos, talleres y encuentros de cineastas ha desarrollado una labor de comunicación y promoción del trabajo comunitario a través del audiovisual.  Seminario Taller Internacional de Capacidad en Derechos de los Pueblos Indígenas y Participación en los Foros y Convenios Internacionales. El Encuentro de investigadores, “El Cine y el Audiovisual Comunitario de América Latina y el Caribe”, convocado por la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, son algunos de los espacios donde ha dejado su huella.

Su labor académica no se limita a su país. Ha impartido cursos y talleres de sus diversas especialidades en países como: Argentina, Bolivia, Ecuador, Guatemala, México y Venezuela, entre otras naciones.

Su obra fílmica ha sido merecedora de más de 50 premios, tanto nacionales como internacionales. Premios Caracol que otorga la UNEAC, del Movimiento Nacional de Video, Premio de la Fundación “De la Naturaleza y el  Hombre”, Premio del Festival de Video del Museo Nacional de Historia Natural, Premio “Tina Modotti”, que otorga la Federación de Mujeres, Premio “Abril” por el trabajo realizado con niños y jóvenes, por citar unos pocos.

En el entorno internacional cabe destacar, el Premio en el encuentro Norte Sur (Ginebra, 1990) por el documental, “Sublime Profesión de Amor”, así como Mención de Honor “Grand Prix” (Berlín, 1991), por el mismo título. Mejor Documental (CBU) Caribbean Broadcasting Unión (1997), por el filme “Un cariño poderoso”, Mejor Documental América Latina “4ta Olimpiada Internacional de Video”. (Sudáfrica, 1998), por “Como una Gota de Agua” y Segundo Premio del Festival de Video de la Juventud de La Haya (Holanda, l999).

El cineasta Daniel Diez sigue cosechando éxitos en su carrera profesional. El 2 de diciembre se le acaba de conceder el Premio “Las Cámaras de la Diversidad”, auspiciado por la Oficina Regional de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en colaboración con la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL).

Sobre esta distinción el diario de la juventud cubana tomaba nota de este acontecimiento. “Alquimia Peña, directora general de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (que preside el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez), refirió entre otros empeños el de integrar al quehacer cinematográfico a las comunidades de América Latina y el Caribe, tanto de áreas urbanas como rurales”.

En otra parte de la nota señalaba Juventud Rebelde: “Desde su constitución, la Televisión Serrana recoge la voz e imagen de los campesinos de las zonas montañosas más orientales de Cuba, hermosa experiencia que posibilita el rescate e integración cultural de localidades de difícil acceso”.

Para este grande del cine cubano nuestro reconocimiento.

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