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La desigualdad en las vacunas: fracaso moral del capitalismo

En dos meses caducarán 241 millones de dosis de vacunas contra el Covid-19, sin contar los 34 millones que ya se vencieron y fueron descartadas en EEUU.

Por Pasqualina Curcio @pasquicurcio

En dos meses caducarán 241 millones de dosis de vacunas contra el Covid-19, sin contar los 34 millones que ya se vencieron y fueron descartadas en EEUU. Estos 241 millones forman parte de los 1.200 millones de dosis que les sobran a EEUU, Canadá, Reino Unido, Japón y la Unión Europea, las cuales también están próximas a vencerse e irán a parar al basurero si no son donadas y aplicadas antes de diciembre de este año (Informe de Arirfinity sobre pronóstico y caducidad de las vacunas contra el Covid-19 para 2021 y 2022).

A pesar de esto, los países ricos antes mencionados y miembros del G-7 siguen cerrando contratos con las empresas farmacéuticas para adquirir vacunas contra el Covid-19. Según la programación de compras hasta junio 2022 y considerando incluso que apliquen una tercera dosis a su población, les estarían sobrando y muy probablemente caducando 2.228 millones de vacunas para mediados del próximo año, cantidad que equivale al 41% de los 5.400 millones de dosis que se requieren para vacunar al 70% de la población de los países de bajos y medianos ingresos. De estos 2.228 millones de dosis excedentes, el 40% estará en los depósitos de EEUU, el 5% en el de Reino Unido (121 millones), el 45% en los países de la Unión Europea (999 millones de vacunas) y el 5% en Canadá (111 millones) (Airfinity).

El hecho de que 1.200 millones de vacunas se estén venciendo en los países ricos mientras más de la mitad de la población mundial espera ser inmunizada es una manifestación más de las grandes e inhumanas desigualdades que caracterizan al sistema económico que impera en más del 95% de los países del mundo. Es una señal más, entre muchas otras, del fracaso del capitalismo para dar respuesta a las mayorías, el mismo que, basado en la explotación, da prioridad a la ganancia de unos pocos por encima de la vida de muchos, ese mismo sistema económico que algunos insisten en defender y en calificar de exitoso por su supuesta “eficiencia”.

Al respecto, Tedros Adhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo: “Debo ser franco: el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico, y el precio de este fracaso se pagará con las vidas y el sustento de los países más pobres”. Denunció que incluso aun cuando defienden el acceso equitativo, algunos países y empresas continúan dando prioridad a los acuerdos bilaterales, evitando el mecanismo COVAX, lo que está provocando un aumento de los precios y mayores ganancias para la industria a costa de menor acceso para los pueblos.

A la fecha, se han producido 7.500 millones de dosis de vacunas contra el Covid-19 incluyendo la producción de China. Se están produciendo unos 1.500 millones al mes, al parecer, la industria farmacéutica ha acelerado la producción. De seguir este ritmo, para diciembre de 2021 se habrán fabricado 12.227 millones (Airfinity). Es el caso que, en el mundo se requieren 11.300 millones de dosis para inmunizar al 80% de la población mayor de 12 años. Eso significa que, si los países ricos no acumularan y concentraran las vacunas que luego se les terminan venciendo en sus depósitos y, por el contrario, hubiese habido una distribución justa, es decir, humana, de las vacunas, no solo hubiésemos podido alcanzar la meta de inmunización antes de finalizar el 2021, sino que se podría evitar 1 millón de muertes de aquí a junio 2022. Desde que comenzó la pandemia han muerto 4.757.000 personas.

Antonio Guterres, director general de Naciones Unidas informó en la reciente Cumbre de ese organismo celebrada el 22 de septiembre que, hasta el momento se han administrado más de 5.700 millones de dosis de vacunas en el mundo (se han vacunado 3.490 millones de personas, el 44% de la población mundial), pero que el 73% de ellas se aplicaron en sólo diez países. Dijo que: “los países de ingresos altos han administrado 61 veces más dosis por habitante que los países de ingresos bajos. Solo el 3% de los africanos se ha vacunado”. Los países pobres no han vacunado ni el 2% de su población.

La cada vez mayor acumulación y concentración de capital, y por lo tanto de poder, es uno de los objetivos y de las principales características del modo de producción que hoy impera en el mundo sin importar a costa de qué o, mejor dicho, a costa de quiénes y de cuántos. La humanidad ha llegado al punto que, en esta fase superior del capitalismo, la concentración y con ella la desigualdad es tan bárbara que, no solo el 1% de la población mundial se apropia del 84% de lo que produce la clase trabajadora (OXFAM), sino que 5 empresas privadas tienen hoy el monopolio y el poder de decidir quiénes viven y quiénes mueren en el mundo, nos referimos a Pfizer/BioNtech, Moderna, Astrazeneca, Johnson & Johnson y Novavax que se reparten el 45%, 24%, 12%, 12% y 6% respectivamente del mercado mundial de 100.000 millones de dólares en vacunas contra el Covid-19. Poder que, obviamente, está por encima del de los gobernantes y de la propia ONU. A los hechos nos remitimos.

La propuesta planteada esta semana por Joe Biden en la 76° Asamblea Nacional de la ONU de comprar 500 millones más de dosis de vacunas a la empresa Pfizer para donarlas a los países pobres, no solo es inmoral y descarada cuando acaban de botar 34 millones de dosis vencidas y cuando igual destino pudiesen tener 576 millones que están por vencerse de aquí a diciembre de 2021 en ese país, sino que termina siendo una trampa para seguir garantizando ventas, ganancias y poder a las farmacéuticas.

La verdadera solución a la pandemia no pasa por gotear caridad, sino por intervenir sobre la causa de la desigualdad en el acceso a las vacunas, nos referimos a eliminar el monopolio del complejo médico farmacéutico lo que, a su vez, pasa por levantar uno de los mecanismos más inhumanos que inventó el capitalismo para legalizar y legitimar la mayor concentración de capitales y con ésta dichos monopolios/poderes privados: los derechos de propiedad intelectual y las patentes.

El asunto de la concentración de los capitales que derivan en monopolios privados es tan perverso que los propios padres del monetarismo/neoliberalismo (lo más salvaje del capitalismo) lo reconocen. Friedrich von Hayek, escribió en su libro “Los fundamentos de la libertad”: “…si existe peligro de que un monopolista adquiera poder de coacción, el método más eficaz para impedirlo consiste, probablemente en exigirle que sus precios sean los mismos para todos y prohibirle toda discriminación entre sus clientes”.

Por su parte, Milton Friedman, discípulo de Von Hayek, escribió en su libro “Capitalismo y libertad”: “…la elección entre los males del monopolio privado, del monopolio público o de la regulación pública no puede hacerse de una vez para siempre independientemente de las circunstancias de los hechos. Si el monopolio técnico lo es de un servicio o artículo que se considera esencial, y si su poder monopolístico es considerable, puede ser que incluso los efectos a corto plazo de un monopolio privado, sin regulación, fueran intolerables. En este caso la regulación o la propiedad estatal sería lo más conveniente.” ¿Qué tal? Y resulta que en este mundo capitalista en el que vivimos y en medio de la peor pandemia, los inmorales gobiernos de los países ricos se oponen a la eliminación de las patentes y por el contrario, insisten en legalizar el monopolio y el poder de la industria farmacéutica privada sin importar cuántos mueran.

Tomado de: Alainet

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El racismo: una sombra que recorre Bolivia

La alcaldesa de Vinto por el MAS, Patricia Arce, sufrió los vejámenes de los jóvenes de la Resistencia Juvenil Cochala. Foto Página/12

Por Orietta Hernández Bermúdez @orietta82

En octubre de 2019, la derecha boliviana acusó sin pruebas al Movimiento al Socialismo (MAS) de cometer un fraude monumental en las elecciones generales. Como consecuencia, campesinos, originarios, militantes de ese partido, sufrieron los ataques de hordas racistas que, bajo el argumento de la defensa de la democracia y la libertad, cundieron de pánico las calles, apaleando y amenazando a todos los por su apariencia vinculaban con el masismo.

La aparición de grupos irregulares, sus vínculos con los líderes de la derecha, y la protección ofrecida por el gobierno de facto de Jeanine Añez, no son un hecho menor y pusieron al descubierto uno de los flagelos que afecta al país: el racismo, que se manifestó como una de las verdaderas causas del golpe de estado al gobierno de Evo Morales.

Sería oportuno entonces preguntarse ¿es el racismo un fenómeno nuevo que ha afectado al país a partir de los acontecimientos del 2019? La respuesta desafortunadamente es no. El racismo y la discriminación constituyeron prácticas habituales desde la etapa colonial en Bolivia, que fueron configurando las estructuras y relaciones de poder, haciendo uso de la violencia y condenando a algunos sectores a la invisibilización.

De acuerdo con la opinión de los investigadores Andrés Calla y Khantuta Muruchi: “En Bolivia el racismo fue silencioso pues no precisó expresarse abiertamente, ya que sus víctimas solían internalizarlo y se situaban mansamente en los espacios que les asigna la estructura. En cambio, para los sectores excluidos mayoritarios, indígenas, campesinos y sectores populares, los cambios significan la posibilidad de acceder y posesionarse en espacios de poder político que hasta ahora les fueron negados”. i

Es por eso, que el triunfo del MAS y la llegada al gobierno de Evo Morales, el primer presidente indígena en Bolivia, el año 2006, significó un duro golpe que quebró el imaginario de la élite económica-política que hasta ese momento había monopolizado el poder del Estado, tal y como lo resume Álvaro García Linera: “Para la historia racializada del país, fue como si el cielo se hubiera caído, como si los acerados desprecios de inferiorización escalonada con los que la sociedad colonial ordenó el mundo a partir de los colores de piel y apellidos, se convirtieran en polvo ante la insolencia de un campesino entrando al Palacio de Gobierno”.ii

Es que el racismo, opera en la subjetividad y la representación social de los individuos y es consecuencia de la colonización interna. El odio y desprecio al indio, está asociado también a su estigmatización como un ser inferior, ignorante, representante de la pobreza y el atraso cultural.

La aprobación de la nueva constitución en el año 2009, dio paso al nacimiento del Estado Plurinacional de Bolivia, que reconoció y dignificó la existencia de las 36 etnias que habitan en el país. A partir de entonces, fueron notables los esfuerzos por eliminar la discriminación y el racismo. Uno de los logros más significativos fue la promulgación de la Ley contra el racismo y toda forma de discriminación en el año 2010, que de acuerdo con lo expresado en su artículo I, “persigue el objetivo de establecer mecanismos y procedimientos para la prevención y sanción de actos de racismo y toda forma de discriminación en el marco de la Constitución Política del Estado y Tratados Internacionales de Derechos Humanos”.iii

Sin lugar a dudas, el proceso de cambio liderado por Evo Morales influyó positivamente en la autopercepción de los indígenas, originarios y campesinos que, como resultado de las políticas públicas de redistribución de las riquezas, llevada a cabo por el MAS, no sólo salieron de la pobreza extrema, sino que se incorporaron a la vida económica y social como una clase media emergente con la autoestima fortalecida. Por primera vez en la historia de Bolivia, apellidos como Quispe, Mamani, Condori, Pary, Choquehuanca, por solo citar algunos ejemplos figuraron en las listas de altos cargos públicos y políticos.

Sin embargo, la clase media, los comités cívicos, así como políticos conservadores, aun cuando se beneficiaron del indiscutible crecimiento económico del país, durante el proceso de cambio, jamás lo aceptaron y lo percibieron además como una invasión de “sus espacios naturales”. No fue suficiente la normativa legal para desmontar el racismo del imaginario social, se mantuvo como adormecido pero presente, hasta el golpe de estado de 2019.

A propósito de estos acontecimientos, el pasado mes de agosto, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (GIEI), llegó a Bolivia para hacer entrega de un informe sobre la violación de los derechos humanos en el país andino durante el último trimestre de 2019. Entre los problemas estructurales señalados en el capítulo IV del documento se encuentra el racismo y el irrespeto a los símbolos indígenas. Es por eso que de las 36 recomendaciones que hace el GIEI, al menos 6 tienen que ver con el racismo y la discriminación.

Entre ellas destaca: «Que los líderes políticos y sociales se abstengan de utilizar la problemática del racismo para generar discursos de odio, estigmatización o violencia”. En esta misma línea de pensamiento, más adelante en el propio informe se enfatiza que “El clima de polarización ideológica en la población creció en la medida en que los líderes políticos incentivaron o toleraron la violencia que ejercían sus respectivos simpatizantes, a lo que se sumó la ineficaz intervención de las autoridades del Estado».iv

Esta afirmación interesante y oportuna nos permite reflexionar sobre el papel de los principales líderes de la derecha que incitaron situaciones de violencia, a lo que resulta necesario añadir el rol desestabilizador y cómplice de los medios de comunicación y redes sociales.

No hay que olvidar que fue Carlos Mesa, el líder de Comunidad Ciudadana, quien el 20 de octubre de 2019, en la noche, cuando aún no se conocían los resultados finales para elegir al presidente del país, anunció una segunda vuelta electoral y llamó a sus seguidores a defender el voto en las calles. Este fue el inicio de una escalada de violencia que devino en la quema de Tribunales Electorales Departamentales y propiedades privadas de diputados y gobernadores del MAS, así como agresiones físicas a campesinos e indígenas en varias ciudades bolivianas.

Estas movilizaciones y luego el establecimiento del gobierno de facto encabezado por la autoproclamada presidenta Jeanine Añez, coinciden con el surgimiento en la región de una derecha radical con rasgos fascistoides que enlaza en varios puntos con un fenómeno que ha ido abriéndose paso en América Latina en los últimos años: el populismo de derecha.

El auge de esta corriente podríamos ubicarla a partir del 2015, unida a la emergencia a escala internacional de fenómenos similares, como el representado por Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil, Mauricio Macri en Argentina y Lenin Moreno en Ecuador. Este es un populismo que se manifiesta como gestor de la restauración conservadora y de la acción golpista.

Al respecto, las investigadoras Bárzaga y Hernández, destacan: «El discurso populista de derecha en la región, tiene como centro las emociones y como escenario fundamental los medios de comunicación y redes sociales. Todo es válido en la lucha contra el progresismo y otras fuerzas políticas y populares. De acuerdo con la narrativa de los gobiernos de derecha, una victoria electoral de la izquierda es sin dudas un fraude monumental, un mandato extendido y autoritario de la derecha es cuando menos necesario para mantener la democracia y por supuesto un mandato prolongado de la izquierda es una “dictadura corrupta”».v

El discurso de los líderes populistas de derecha, en el caso de Bolivia, tiene un profundo sentido racista y de fanatismo religioso, camuflado tras una supuesta lucha contra la corrupción. El golpe de estado al presidente Morales en el año 2019, no fue una acción democrática de las masas enardecidas ante la supuesta corrupción del gobierno del MAS, fue un linchamiento por parte de la derecha contra los indígenas, campesinos y originarios, que se atrevieron a incorporarse a la vida política, económica y social del país a la par de la ya establecida clase media. De esta forma, todo lo relacionado con el MAS, era identificado con la corrupción, el fraude y debía ser eliminado.

Si analizamos el tema desde el punto de vista simbólico, debemos detenernos en la entrada de los golpistas al Palacio Presidencial con la Biblia, el rosario y la bandera tricolor boliviana, cumpliendo la promesa hecha ante el cabildo de Santa Cruz de hacer que Dios regresara al Palacio. A propósito de este hecho, uno de los líderes golpistas Luis Fernando Camacho, el 10 de noviembre de 2019, publicó en sus redes sociales: “¡Dios volvió al palacio y 15 min después empezaron las renuncias de todos los delincuentes de este país! ¡A quienes no creyeron… les digo que Dios existe y ahora va a gobernar Bolivia para todos los bolivianos! Mañana iniciamos procesos a los senadores, diputados, ministros, viceministros y todos los que humillaron a nuestro pueblo… no es odio ni venganza, ¡es justicia! ¡Dios bendiga Bolivia! ¡Dios bendiga nuestra juventud!”.

En una primera lectura de esta declaración de Camacho, se pueden identificar dos elementos preocupantes, que corroboran el efecto negativo de la incitación a la violencia de algunos líderes políticos, señalado por los expertos del GIEI. En primer lugar, la utilización de la religión como bandera, señalando como infieles y herejes a los indígenas y sus creencias tradicionales.

En segundo lugar, la manera en que involucra y convoca a la juventud, específicamente a aquellos que protagonizaron acciones “en defensa de la democracia y la libertad”, antes del golpe de estado de noviembre de 2019, que devinieron en actos violentos y racistas que causaron daños físicos y morales a todos aquellos que identificaban con el Movimiento al Socialismo.

No es posible destacar estos hechos sin mencionar dos organizaciones cuyo accionar antes del golpe y durante el gobierno de facto de Jeanine Añez denota un marcado carácter racista, nos referimos a la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) y la Resistencia Juvenil Cochala (RJC).

El primero de estos grupos, la Unión Juvenil Cruceñista, creada en 1957, es considerada el brazo armado del Comité Cívico de Santa Cruz. Este grupo se autodefine como cívico y autonomista, pero la Federación Internacional de Derechos Humanos lo ha descrito como “grupo paramilitar fascista”.

Los unionistas abiertamente expresan su admiración por grupos como los Ustachas de Croacia y las SS de la Alemania nazi e incluso adoptan frecuentemente en sus reuniones el saludo fascista con el brazo extendido. Sus miembros, menores de treinta años tienen una tendencia violenta y racista, muchos de ellos han sido procesados judicialmente por estos delitos.

La UJC, que casualmente tuvo como vice presidente a Luis Fernando Camacho, el golpista, se destaca por su profundo odio hacia los “indios”, mujeres que visten polleras y cualquier otra persona que no comulgue con sus intereses políticos. Por ese motivo desde la llegada al gobierno de Evo Morales, se declararon abiertamente opositores y protagonizaron acciones violentas y desestabilizadoras, con fines separatistas.

Días antes de las elecciones de 2019, durante el cierre de campaña del Movimiento al Socialismo, en Santa Cruz, miembros de la UJC, agredieron verbal y físicamente a varios de los asistentes. Era el preludio de una ola de violencia en la que los unionistas usurparon funciones de la policía, patrullando la ciudad y violando varios derechos humanos elementales. Sobre este tema el presidente Luis Arce Catacora, refiriéndose a lo señalado por el GIEI, comentó:

“El informe refiere de manera directa la conducta asumida por el Comité Cívico pro Santa Cruz, en el establecimiento de prácticas no amparadas en el derecho a protesta, al extremo de suspender derechos, creando situaciones de excepción, que dependen únicamente de decisiones estatales. Una organización privada no puede limitar y controlar la libre circulación de personas y mucho menos emitir permisos de circulación, arrogándose funciones que no le competen”vi

Todas estas acciones de la Unión Juvenil Cruceñista, contra los militantes y simpatizantes del MAS, contaron con el apoyo de los cívicos de Santa Cruz e inspiraron la aparición de un grupo irregular en Cochabamba; la autodenominada Resistencia Juvenil Cochala (RJC), quienes se autodefinen como una fuerza pacífica, una plataforma ciudadana sin lideres formada para combatir la tiranía y luchar por la democracia en Bolivia.

Pese a que algunos lo catalogan como un grupo espontáneo los hechos demuestran que se trata de una construcción fascista y paramilitar, que se distingue por su profundo odio hacia Evo Morales y su rechazo por los campesinos, indígenas y mujeres de pollera.

Los miembros de la RJC operaban encapuchados, montados en sus motocicletas y portando armas caseras. De esta forma atacaban en grupo a personas vulnerables y aisladas, así consta en un video que circuló en las redes sociales, donde integrantes de la Resistencia golpearon a dos mujeres de pollera.

Agredieron además a la alcaldesa de Vinto en Cochabamba, Patricia Arce, la obligaron a caminar descalza, le arrojaron pintura, la ofendieron, humillaron, maltrataron y le cortaron el cabello, solo por ser miembro del MAS, por ser mujer, por ser indígena.

Una vez instalado el gobierno de facto se comprobó que la Resistencia Juvenil Cochala contaba con el apoyo explícito del gobierno. El ministro Arturo Murillo dijo que la RJC fue «muy útil» durante los días del conflicto. «Los cochabambinos estamos muy agradecidos por toda su labor que realizaron anteriormente. Si quieren ser un grupo de seguridad, pueden presentar sus papeles al ministerio de Gobierno, todo tiene que ser documentado. Necesitamos orden», señaló Murillo en conferencia de prensa.vii

La impunidad acompañó a estos grupos irregulares durante el gobierno de facto de Jeanine Añez. La Unión Juvenil Cruceñista y la Resistencia Juvenil Cochala continuaron alentando la violencia, la discriminación y la polarización del país.

Esa realidad cambió con el triunfo del MAS en las elecciones generales del 2020, cuando el 55,1% de los bolivianos decidió en las urnas, recuperar la democracia. Sin embargo, aún existen tensiones, que obstaculizan el camino a la unidad del país. La más reciente manifestación de racismo y discriminación tuvo lugar el 24 de septiembre durante los actos conmemorativos por el 211 Aniversario del grito libertario de Santa Cruz.

La celebración transcurrió en un ambiente de tensión, promovida principalmente por el vergonzoso y ofensivo comportamiento de autoridades locales. Es el caso de Rómulo Calvo, presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, quien, como una clara señal de desprecio, dio la espalda a los asambleístas departamentales del Movimiento al Socialismo y como si no fuera suficiente la afrenta, desinfectó con un atomizador de alcohol su entorno, así como las manos de algunos que saludaron a las autoridades del partido de gobierno.

El golpista Luis Fernando Camacho, ahora gobernador de ese departamento, inició su discurso sin saludar al vicepresidente David Choquehuanca, quien se encontraba allí como presidente en ejercicio del Estado Plurinacional. Durante su intervención, utilizó frases provocativas y despectivas contra el Movimiento al Socialismo y sus seguidores. Aprovechó el espacio para acusar a las autoridades del gobierno central de intentar desestabilizar Santa Cruz e impidió el uso de la palabra al presidente en ejercicio al concluir:” Esta es fiesta cruceña y quienes vienen a agredir a Santa Cruz no lo van a hacer. Con mi discurso, el acto se da por cerrado”viii

Nuevamente el racismo, la sombra que recorre Bolivia se hizo presente. No fueron solamente las autoridades masistas y algunos líderes de movimientos sociales las víctimas de discriminación y en algunos casos agresiones verbales y físicas. Al final del acto en medio de insultos la Whipala fue retirada, desconociendo y discriminando uno de los símbolos nacionales que representa a los indígenas y originarios.

Estos actos racistas y discriminatorios causan descontento, enfrentamientos y división. Son la expresión del pensamiento de la derecha radical, que continúa saboteando al gobierno del MAS.

Conclusiones

El auge del racismo en Bolivia, como preludio del golpe de estado del 2019, coincide con la presencia del populismo de derecha en el continente americano. Los discursos de los líderes golpistas bolivianos utilizaron la religión como bandera, para esconder sus profundos sentimientos de odio y de racismo.

El papel de líderes políticos de derecha como Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho promovieron la violencia y la actuación de grupos con tendencias fascistas como la Resistencia Juvenil Cochala y la Unión Juvenil Cruceñista que incurrieron en graves violaciones de los derechos humanos, documentadas en el Informe del GIEI. Sus ataques a los indígenas, campesinos y originarios demuestran que aún está latente el racismo en la sociedad boliviana.

Actualmente varios de sus miembros están siendo procesados por la justicia en el marco de las investigaciones del Caso Golpe de Estado. Por su parte, el presidente Luis Arce Catacora, ha anunciado que se trabajará en la desarticulación de estos grupos irregulares. Sin embargo, estas acciones no serán suficientes para eliminar esta sombra que recorre Bolivia. Será necesario continuar la labor iniciada por el gobierno de Evo Morales e insistir en el ámbito educativo y familiar en el fomento del respeto y la igualdad.

Teniendo en cuenta que el racismo fue una de las verdaderas causas del golpe de estado del 2019, cabe decir que urge su eliminación, para garantizar la estabilidad del nuevo gobierno del MAS que a diario debe sortear los intentos golpistas y separatistas de la derecha.

i Calla, Andrés , Muruchi, Khantuta:“Transgresiones y racismo “ en la Revista:” Observando el racismo. Racismo y regionalismo en el proceso constituyente”. Defensor del Pueblo. La Paz.2008.

ii García Lineras, Álvaro :”Las Tensiones creativas de la Revolución. Quinta Fase del Proceso de cambio”.Disponible en: https://www.bivica.org/files/tensiones-creativas.pdf

iii Véase el texto completo de la Ley en https://www.cancilleria.gob.bo/webmre/sites/default/files/LEY%20%20045CONTRA%20EL%20RACISMOY%20TODA%20%20

FORMA%20DE%20DISCRIMINACION.pdf

iv El informe completo está disponible en https://cancilleria.gob.bo/webmre/system/files/pdf_banner/2021-GIEI-Bolivia-informe-final.pdf

v Bárzaga, Mayra, Hernández, Orietta: “El Populismo como estilo Comunicativo en América Latina”. Centro de Investigaciones de Política Internacional. La Habana. Cuba.2021.

vi El discurso completo está disponible en: https://www.listennotes.com/podcasts/red-patria-nueva/discurso-presidente-luis-elXI6GWZqRh/

vii Ver más en https://www.pagina12.com.ar/246636-que-es-la-resistencia-juvenil-cochala

viii “El racismo y la discriminación empañan el aniversario de Santa Cruz” disponible en file:///C:/Users/Cuba/Downloads/PERIO%CC%81DICO%20AHORA%20EL%20PUEBLO%20-%20EDICIO%CC%81N%20148.pdf

Tomado de: CIPI

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¿Pueden las ciudades seguir creciendo de forma ilimitada?

Foto La Vanguardia

Por Juan Manuel Ros García @rosjuanma

«La contención coordinada y sostenible del sistema representa una oportunidad global de revisión urgente del modelo actual de crecimiento desmedido que haga posible vivir de forma segura en nuestras ciudades», reflexiona el profesor e investigador Juan Manuel Ros García.

Como un presagio, hace ya cincuenta años (en 1971), el libro Los Angeles: The Architecture of Four Ecologies del crítico inglés Reyner Banham analizaba de forma innovadora las relaciones que se establecían entre los habitantes y la ciudad como un lugar de complejas interconexiones.

Contra la ortodoxia establecida del Movimiento Moderno, en dicho libro, la ciudad se estudiaba de acuerdo a cuatro subsistemas topográficos:

– La zona de las playas (surfurbia),

– La red de autopistas (autopía),

– Las llanuras,

– Y las colinas con sus grandes mansiones.

Sobre cada uno de ellos actuaban las variables de geografía, clima, economía, demografía, técnica y cultura.

Sólo un año más tarde, en 1972, el mítico informe Los límites del crecimiento hablaba también de evitar riesgos ecológicos previsibles si no se coordinaban urgentemente todos los factores de crecimiento de las ciudades según la densificación residencial. El objetivo era no romper el equilibrio y así buscar una proporcionalidad sostenible. Así se evitaría el consumo impulsivo del suelo. Casualmente, en su versión actualizada del 2004, el informe pronosticaría un fatal desenlace para el año 2020. Las predicciones llevan tiempo cumpliéndose.

Hacia el colapso de las ciudades

Según recientes informaciones del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, se espera que para el año 2050 casi el 70 % de la población mundial viva en las ciudades.

El aumento de las poblaciones en busca de nuevas oportunidades ejerce una enorme presión sobre la ciudad. Es de tal magnitud que el gran reto global se plantea actualmente en términos de evitar el colapso ‘multiorgánico’ del sistema con medidas eficaces que permitan la interacción responsable de los habitantes con el medio ambiente y su conservación.

La realidad es que tan solo el 13% de las ciudades del mundo cuentan con viviendas asequibles. Algo más de 800 millones de personas habitan precariamente en barrios marginales. Las cifras no paran de alarmar y ponen aún más en peligro el ya difícil equilibrio actual del ser humano sobre el planeta Tierra.

El problema se agudiza de manera progresiva e inexorable con la colmatación del medio urbano, cada vez más hipertrofiado respecto al resto del territorio, que lo disuelve en regiones urbanas. Se estima que a mediados de siglo los migrantes internacionales en el mundo hacia las grandes ciudades alcanzarán la cifra de 230 millones de personas.

Será un avance desigual, acentuado en los países en desarrollo o de menor renta. Estos verán incrementadas sus ciudades, especialmente las que tienen menos de un millón de habitantes. El crecimiento urbano acelerado viene asociado a un empeoramiento en las desigualdades sociales contempladas en el Índice de Pobreza Multidimensional Global.

El ecosistema urbano

Desde hace ya un tiempo, hablar con propiedad de las ciudades significa apoyarse en el modelo interdisciplinar de la llamada ecología urbana.

Por un lado, es necesario establecer los límites de crecimiento del hábitat acotando el número máximo de viviendas en coordinación con las infraestructuras viarias o de equipamiento urbano que la ciudad pueda proporcionar. Por otro lado, el modelo urbanizador tradicional de los grandes suburbios periféricos va en contra de la sostenibilidad funcional, reconocida por el contrario en los procesos de densificación y compactación.

En esta dirección apunta la Agenda Urbana Española al pedir que las ciudades sean convivientes, saludables y concienciadas. Concretamente, en su objetivo estratégico 2, aconseja evitar la dispersión urbana y revitalizar la ciudad existente. Para ello parece conveniente operar con unidades básicas escalables de crecimiento urbano, capaces de definir y proporcionar la transformación urbana en nuevas centralidades, sin excesivos consumos de suelo difuso, proporcionando cohesión social.

Al mismo tiempo, al abandonarse las áreas rurales de mayor biocapacidad productiva, y congestionándose las zonas urbanas, que tienen menos, se está contribuyendo al aumento insostenible del déficit ecológico, incluyendo recursos hídricos y gestión de residuos. En el caso de España, el 85 % de su población vive tan sólo en el 30 % de su territorio.

Tal y como puede desprenderse de la ecuación de sostenibilidad urbana, un desarrollo viable exige el impulso de una economía verde, instrumentada por energías renovables con la implantación de comunidades energéticas locales y el fomento de soluciones de autoconsumo en red. Conviene recordar que actualmente más del 70% de la energía producida en el mundo se consume en las ciudades. Será allí donde haya que actuar contra la emergencia climática, mitigando el riesgo y adaptándose al daño.

En 2014, el sociólogo Jeremy Rifkin, presidente de la Fundación de Tendencias Económicas de Washington, proponía como parte de la solución el desarrollo de un nuevo tipo de economía basada en la denominada sociedad colaborativa de coste marginal casi nulo. Ésta favorecería un crecimiento sostenible ecológico compartido. La gestión del tiempo colaborativo como nueva unidad relativa condicionará el crecimiento y competitividad de las ciudades en el futuro.

Salud urbana

Recientemente se ha constatado, debido a la pandemia, que las ciudades constituyen una cuestión de salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) a través de ONU-Hábitat acaba de publicar el manual de referencia para la salud urbana llamado Integrar la salud en la planificación urbana y territorial. Se trata de una extensión del Global report on urban health: equitable healthier cities for sustainable development (Informe mundial sobre la salud urbana: ciudades más sanas y equitativas para un desarrollo sostenible).

Más allá del conocido urbanismo táctico y de iniciativas de concienciación como la Baukultur, cada vez es más urgente la necesidad de ofrecer ámbitos suficientes de naturalización urbana, atenuación de ruido y adecuada calidad del aire en las grandes ciudades. Allí se producen más de 7 millones de muertes prematuras anuales por disfunciones ambientales. Ello podría suponer un regreso feliz para muchas personas a los supuestos del medio rural, actualmente desocupado y disponible.

El segundo objetivo estratégico de la Agenda Urbana Española también defiende “perseguir no solo que la ciudad se adapte a la naturaleza, sino que la naturaleza entre en las ciudades. Se trata de fomentar infraestructuras verdes y azules que garanticen la biodiversidad y que conecten las tradicionales zonas verdes urbanas con la propia naturaleza, para acercarla al ciudadano de manera accesible y saludable”.

Según la OMS, por cada habitante son necesarios entre 10 y 15 m² de área verde que debe distribuirse en el hábitat. Parece pertinente proponer un nuevo factor de evaluación medioambiental de calidad de vida urbana, que mida la relación que se produce entre la superficie de espacio público urbano naturalizado –es decir, caracterizado medioambientalmente por su cobertura arbórea, peatonalización, calidad del aire…– y la densidad de población.

Dicho factor podría denominarse índice de activación del espacio público (IAEP). Permitiría establecer un nuevo marcador de calidad de vida y un indicador global de sostenibilidad, para ayudar a evaluar el efecto devastador de las ciudades.

Con esta perspectiva, podemos seleccionar las cinco áreas en términos de consumo de recursos naturales necesarios para hacer posible el desarrollo de la vida urbana. También se pueden entender como los cinco vectores para medir actualmente el problema del crecimiento distópico de las ciudades. Estos son:

  1. Los flujos migratorios de descompensación territorial y la explosión demográfica, como riesgo de vulnerabilidad urbana y acelerador postindustrial del cambio climático.
  2. El mantenimiento energético sostenible y eficiente de los cada vez mayores niveles de exigencia social de calidad de vida.
  3. La logística de abastecimiento de bienes y servicios que no comprometa la huella ecológica en origen, ni el ciclo de vida completo del producto final.
  4. La gestión oportuna de la nueva revolución tecnológica aplicada al orden expansivo de las ciudades (información, transporte y energía).
  5. La ciudad entendida como espacio urbano alternativo agregador de actividades, garante de la salud humana positiva, que fortalezca sus capacidades a favor de la comunidad.

La contención coordinada y sostenible del sistema representa una oportunidad global de revisión urgente del modelo actual de crecimiento desmedido que haga posible vivir de forma segura en nuestras ciudades.

Juan Manuel Ros García, Profesor Titular del Área de Proyectos Arquitectónicos, Universidad CEU San Pablo

Tomado de: Theconversation

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Por el camino de hierro de Benguela

Tropas cubana en Angola. Foto Cubadebate

Por René Rodríguez Rivera

Al día siguiente se informó que el puente entre Katanga y Luau había quedado semidestruido, por lo que no podían pasar tropas por el mismo. Además, según informaciones, del lado enemigo las tropas de mercenarios habían comenzado a retirarse, quizás al tener conocimiento de la llegada de las nuestras.

A media mañana me mandó a buscar el Comandante Valles Lazo y me dijo que le planteara mis necesidades para la asistencia médica, porque iba a comenzar la ofensiva nuestra hacia el Este. Le dije que necesitaba un cirujano y un anestesista. Abrió los ojos y me dijo: “¿Ud. no es cirujano?” Le dije que tenía cierta experiencia pero que esa no era mi especialidad y que en Cabinda yo tenía donde evacuar heridos, cosa que aquí era muy difícil por las distancias. Comprendió y me dijo que los iba a pedir a Luanda.

A media tarde comenzamos a llenar vagones del ferrocarril con tropa y armamento. Me subí a un vagón con el Comandante Colas y el Político; me acomodé en una esquina sobre mi mochila, con el fusil sobre las piernas. El tren comenzó a moverse lentamente; serían aproximadamente las 5pm.

Un llano interminable se ofreció ante nuestras miradas, mientras el tren avanzaba. En horas altas de la noche llegamos a una pequeña estación de ferrocarril que a su costado tenía un letrero, en grandes letras negras, que decía: LUACANO.

Se abasteció a la máquina de leña y agua, y continuamos la marcha hasta que en la madrugada llegamos a otra estación ferroviaria, en un pueblito llamado CAIFUCHE. Aquí se dio la orden de desembarcar hombres y armas, incluyendo artillería y tanques.

Ocupé una esquina en el suelo del pequeño local de la estación; mi mochila de almohada y el fusil a mi lado, como siempre.

Dormiría una hora o algo más, hasta que amaneció. Hice un recorrido por los alrededores y llegué hasta donde los soldados estaban abriendo trincheras. Un poco más allá, en la tierra húmeda, se veían las huellas de carros blindados y el Político dijo: “Hasta aquí llegaron los surafricanos”.

A las 9 am ya habíamos organizado el Puesto Médico, en una pequeña habitación de la estación de ferrocarril. A esa hora habían hecho café y me senté a degustarlo al lado del Comandante Colas. Me dijo: “Médico, hasta nuevo aviso no continuaremos avanzando; el enemigo está unos kilómetros mas allá. Pensamos que no va a atacar y que seguirá retirándose, pero hay que ser precavidos”.

Ese día todo fue calma y descansé un poco de tanto ajetreo que con mis cuarenta años ya se sentían.

Temprano, al siguiente día, recorrí las trincheras y comprobé si había algún combatiente enfermo, pero todos estaban bien, al parecer.

Serían aproximadamente las 10 am cuando el telefonista de la estación del tren llegó corriendo hasta donde nos encontrábamos el Comandante, el Político y yo conversando, para comunicar que un avión había bombardeado Texeira de Souza (Luau). Nos miramos con asombro porque esto parecía darle un vuelco a la guerra, ya que hasta ahora nadie había utilizado la aviación. Se reportaban muertos y heridos entre la población. Inmediatamente el Comandante y otros compañeros fueron a informar a los combatientes que estaban en las trincheras y en áreas de descanso; se tomaron medidas para camuflajear la técnica de combate.

Transcurrió aproximadamente una media hora cuando apareció en el cielo un avión de combate. Su fuselaje brillaba al sol. Se produjo el clásico corre-corre para las trincheras y debajo de los árboles. El avión dio dos vueltas a cierta altura sobre nosotros, quizás por temor a que le dispararan con esos cohetes antiaéreos que llevan los combatientes. Estuve todo el tiempo con el Político, bajo un árbol próximo a las trincheras. Cuando el avión desapareció el Comandante reunió a los Oficiales y dio una serie de instrucciones por si volvía y atacaba. Tres hombres se situaron en un triángulo con sus respectivos cohetes, para dispararle si regresaba por cualquier dirección. Al llegar la noche nos sentimos más tranquilos y me acosté pensando en cómo sería el siguiente día, con esta nueva variante de la guerra.

Al amanecer recorrí las trincheras, comprobando cómo estaban los combatientes. Serían aproximadamente las 8 de la mañana cuando en una de las trincheras en que me senté a conversar con algunos compañeros se presentó el Comandante Valles Lazo, Jefe de las tropas en aquella zona. Yo estaba dentro de la trinchera y sin previo saludo me dijo: “Salga de ahí, que quiero hablar con Ud”. En el mismo borde de la trinchera me dijo: “Recoja sus cosas que se tiene que ir en el tren para Texeira”. Me quedé unos segundos sin saber que decir, pero él no me dio tiempo: “Llegaron un cirujano y un anestesista, y ud. debe ir para allá, a crear mejores condiciones para atender las posibles bajas. Aquí Ud. solo no puede hacer mucho”.

Media hora después monté en un vagón de ferrocarril tirado por una locomotora y salimos en dirección a Luau. En el vagón íbamos tres combatientes, dos enfermos cubanos y yo. La locomotora llevaba dos maquinistas y dos ayudantes, todos angolanos. Uno de los enfermos me dijo: “Debemos estar preparados por si aparece el avión y saltar de este tareco si ataca”. Esta variante jamás la tuve presente en mi mente, pero son cosas de la guerra.

El viaje fue tranquilo, pero con la zozobra de si aparecía el avión. Cuando llegamos a Texeira nos encontramos con un pueblo fantasma. Ni un alma en las calles. A la terminal del tren nos fue a esperar un Oficial cubano. Montamos en un todo-terreno y nos llevó al hospital. Descendí del vehículo y en la entrada del pequeño hospital nos esperaban el Dr. Juan I. Robert, cirujano, y el Licenciado en anestesia Olirio González Godínez, ambos compañeros conocidos del Hospital C.J. Finlay y el Naval (Luis Díaz Soto), respectivamente. Nos abrazamos.

Tomado de: Segunda Cita

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Secretos australianos en el golpe de Pinochet

General golpista y dictador chileno Augusto Pinochet

Por Gustavo Veiga

Australia no es todo lo que parece. Una nación multicultural, estable y sin cortocircuitos que causen alarma internacional. Pero la diáspora chilena que la habita —la cuarta detrás de Argentina, EE.UU y España— está atravesada por un conflicto que ya lleva 48 años. Desde que el dictador Augusto Pinochet derrocó a Salvador Allende. Muchos de esos migrantes esperan un gesto del gobierno local que nunca llega: la desclasificación de documentos sobre la intervención australiana en el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. El secretismo de esta monarquía constitucional todavía subordinada a un gobernador que representa a la reina de Inglaterra les impide saberlo. Exigen una respuesta convincente sobre el papel que cumplieron los servicios de inteligencia en el derrocamiento del presidente socialista. Quieren saber por qué prestaron asistencia a la CIA en un país ubicado a casi 13 mil kilómetros de distancia. No les resulta fácil porque les niegan la información. Pese a todo, lograron pequeños avances gracias a la presentación judicial de un académico y ex militar llamado Clinton Fernandes, a filtraciones que difundió el Archivo Nacional de Seguridad —una entidad privada con sede en Washington—, (https://nsarchive.gwu.edu/preview-link/node/3573/7b8f062e-66b0-4348-8ed0-4efd2f9348fc), y a periodistas que investigaron el caso como pudieron.

Los perseguidos políticos de la dictadura chilena no fueron los primeros de esa nacionalidad que llegaron a Australia. En 1837, a un prócer de la Independencia trasandina, Ramón Freire —Buenos Aires tiene una calle con su nombre—, lo desterraron a Sydney.

La historia que une a los dos países comenzó a escribirse en el siglo XIX y en los años ’70 del XX vivió su capítulo más convulsionado. El 7 de octubre de 1974 el diario Sydney Morning Herald tituló un artículo del periodista Ian Frikberg: “Espías australianos ayudaron a la CIA a planificar el derrocamiento de Allende”. Fue el primero entre otros tan esporádicos que no llegaron a mover el amperímetro informativo.

Un año antes, cuando se produjo el golpe, el gobierno del laborista Gough Whitlam cerró la agencia de la ASIS —que hasta hoy se ocupa de la inteligencia en el exterior— en Chile. Al menos tres espías habían estado en Santiago conspirando contra Allende desde 1971. El primer ministro liberal, William McMahon, había aprobado en diciembre de 1970 el contubernio con la CIA para deponer a Allende. Su sucesor Witlam, más contradictorio, condenó la asonada militar pero su gobierno reconoció a la dictadura de Pinochet el 11 de octubre de 1973. Hacia adentro de su partido Laborista hubo tal revuelo que quedó dividido en dos.

Fernandes, un especialista en Inteligencia y profesor de la Universidad de Nueva Gales del Sur que sigue el tema, obtuvo documentos del Archivo Nacional de Washington. En ellos se demuestra la complicidad del gobierno de Canberra con la agencia de inteligencia de EE.UU. Dos periodistas en Australia también investigaron el caso y aportaron testimonios para la cadena SBS que le dieron una mayor visibilidad: Claudianna Blanco y Florencia Melgar Hourcade. La primera escribió el 11 de septiembre pasado, en el aniversario del bombardeo al Palacio de la Moneda: “Un telegrama enviado por el jefe de ASIS, William T. Robertson, en mayo de 1973 al personal en Santiago para informarles de la decisión de cerrar las operaciones, explica además que a Whitlam le costó mucho tomar la decisión de clausurar la estación, dada su preocupación sobre cómo esto sería recibido por la inteligencia estadounidense”.

El temor del primer ministro era fundado. En 1975 fue depuesto por un golpe palaciego que pergeñaron entre la CIA, su homólogo el M15 británico y el gobernador de su majestad, John Kerr. La salida de la ASIS de Santiago, la amenaza de cierre de la base satelital estadounidense de Pine Gap en el desierto australiano y algunas demostraciones autónomas en política exterior, predispusieron mal a los enemigos de Witlam. El laborista había retirado a las tropas australianas de Vietnam, se opuso a las pruebas nucleares de Francia en el Pacífico y restableció relaciones diplomáticas con la China de Mao. Falleció en 2014 a los 98 años.

Melgar Hourcade se enteró de la participación de los servicios de ASIS en el golpe de Pinochet cuando investigaba en Uruguay a los represores de la dictadura en su país. Es montevideana. Un día entrevistando al coronel Gilberto Vázquez en la cárcel, éste le sugirió que siguiera la pista australiana en Chile. En 2013, a 40 años de la caída de Allende y con un equipo de la SBS, recogió los testimonios de varios exiliados chilenos que viven en Australia desde la década del ’70. La mayoría coincidió en que deben desclasificarse los documentos.

Víctor Marillanca es uno de ellos: “Debería haber una investigación porque algunas personas que estuvieron directamente involucradas, aún están por aquí, algunos de los que hicieron el trabajo sucio. Y creo que se debería investigar por lo que se hizo en Chile; miles de personas fueron asesinadas, miles fueron torturados. Australia, como una democracia y como el país democrático que decimos que es, debería hacerlo porque esto es una marca negra en su política internacional. Creo que el gobierno debería aclarar esto”. En el sexto país más grande del mundo hay cerca de 25 mil chilenos y varios miles más si se cuentan a sus descendientes.

La colectividad en Australia y dentro de ella el grupo de exiliados que empezó a llegar en los ’70, es una porción pequeña de las víctimas que ocasionó el régimen cívico-militar entre 1973 y 1990. Hubo 3.227 asesinados o que continúan desaparecidos y alrededor de 200 mil se vieron forzados a escapar de Chile durante el régimen que duró casi 17 años según la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura o Comisión Valcech.

Los sobrevivientes que siguen en Australia exigen reparación. El grupo más activo le envió una carta a la ministra de Relaciones Exteriores actual Marise Payne. En el tramo más crítico del texto describen la “más profunda decepción y repugnancia absoluta” con la participación de los servicios de inteligencia en el derrocamiento de Allende.

En el documental Allies (Aliados) de Marian Wilkinson estrenado en 1983 (https://vimeo.com/ondemand/alliesronin), el ministro de Inmigración australiano en aquella etapa, Clyde Cameron, comentó que al asumir su cargo descubrió que había entre veinte y veinticuatro puestos con agentes de inteligencia distribuidos por el mundo y que se hacían pasar por funcionarios de su ministerio. “Cuando descubrí el papel que había jugado la inteligencia australiana en el derrocamiento del gobierno de Allende en Chile en 1973, me horroricé al pensar que mi propio departamento estaba involucrado en este tipo de trabajo, y que nuestros agentes de inteligencia actuaban como el intermediario de la CIA, si se quiere, que no podía operar en Chile en ese momento. Entre la CIA y la junta de Pinochet”.

El ex militar Fernandes, de origen indio pero nacionalidad australiana, consiguió en EE.UU lo que no pudo en su propio país. En el Archivo Nacional de Seguridad de Washington se topó con los primeros documentos que hasta ahora le niega el Estado que dirige el liberal Scott Morrison y por los que ha recurrido al Tribunal Administrativo de Apelaciones (AAT) local.

“El gobierno australiano insiste en el secreto para evitar tener que admitir ante el público australiano que ayudó a destruir la democracia chilena”, explicó mientras espera hacerse de las pruebas. Se las ocultan bajo el argumento de que ponen en peligro la seguridad nacional casi medio siglo después.

Tomado de: Red en Defensa de la Humanidad. Capítulo Argentina

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Rumbo a Luau

Tropas cubanas en Angola

Por René Rodríguez Rivera

El 2 de Enero de 1976 llegamos al aeropuerto de Cabinda. Fui en el último grupo con la Retaguardia de la Compañía. Montamos en un avión de dos motores con unos 50 asientos. El aparato tomó rumbo al mar y se alejó de la costa, quizás algo más de un kilómetro. Un compañero que se sentó a mi lado me dijo: “Todo ese territorio norte está en manos del FNLA”, cosa que por demás ya yo sabía. Mobutu tenía ocupado el territorio norte con su títere Holden Roberto.

Al llegar a Luanda nos esperaban en el aeropuerto oficiales cubanos y fuimos a pernoctar a la Misión Cubana en Luanda. Al amanecer vino a verme el Jefe de los médicos cubanos Milton Echevarría (ya fallecido) y me dijo que si quería quedarme en Luanda él podía resolverlo, pero yo preferí continuar con mi Unidad Militar, con la que había estado en Cabinda.

En la mañana nos llevaron al aeropuerto y comenzamos a cargar un avión de dos motores de la época de la Segunda Guerra Mundial que todos llamaban Don Atlas. Antes nos habían explicado que nos dirigíamos a Saurimo, en el lejano este angolano. El norte estaba en manos del FNLA y el sur lo controlaban los surafricanos y la Unita. Volaríamos sobre una larga y estrecha franja parcialmente  controlada por el MPLA. La situación no podía ser peor.

Me acerqué al aparato y vi como subieron al mismo los equipos médicos que solo estaban comprendidos por una caja de mediano tamaño y en su interior material quirúrgico y medicinas. Le pregunté a un cubano si no se pesaba la carga y me dijo que no, que no había tiempo ni medios para hacerlo. Después de la carga montamos los hombres con nuestros fusiles y nos sentamos en esos asientos de tiras de lona que se ven en las películas de paracaidistas, con la espalda en la pared. Lo que no había eran paracaídas. Nos acomodamos junto a la carga compuesta de morteros, cañones 75, municiones de todo tipo y recipientes con gasolina de avión. A mi lado se sentó el Capitán Alfonso Pérez Isaac y me dijo: “Médico, son dos horas de vuelo hasta Saurimo”.

Habríamos volado unos 20 minutos cuando bruscamente se abrió la puerta de la cabina del piloto y salió un cubano gordito en camiseta y ordenó: “A ver, rápido, traigan todas esas mochilas del fondo hacia acá, pero apúrense”. La operación se hizo rápidamente y Pérez Isaac me susurró al oído: “Eso fue porque la carga va desnivelada”. Un tiempo después sobrevolamos la ciudad de Malanje en el centro norte del país, que estaba en manos del MPLA. Sería más menos medio día cuando aterrizamos en el aeropuerto de Saurimo, el que había sido una base aérea muy utilizada por los portugueses.

Descansamos toda la tarde y la noche en una base militar aledaña al aeropuerto o pertenecientes a él. Dormí en una camita pequeña pero cómoda y en la mañana volvimos a tomar aquel viejo avión rumbo a Luau (antes Texeira de Souza), un pueblo en la frontera con la provincia congolesa de Katanga, la misma en que asesinaron a Patricio Lumumba. Volamos muy próximos a la tierra hasta que aterrizamos en la pista del pueblito. Descendí del avión con mi fusil y mochila y nos recibió el Comandante Colas; también estaban Vecino Alegret y otros oficiales. Nos llevaron a un local en donde estaríamos hasta nuevo aviso. El Comandante reunió a los Oficiales y nos informó de la situación.

Del otro lado de la frontera había una tropa de mercenarios que amenazaba atacar a Luau. Nuestra unidad tenía la misión de defender el pueblo, destruir el puente del ferrocarril y después avanzar hacia el este, rumbo a la capital de la provincia Luso (hoy Luena). Al anochecer el Comandante me ordenó preparar condiciones para garantizar la asistencia médica pues esa noche se destruiría el puente del ferrocarril. Me asignaron un jeep con un chofer y entre un sanitario y yo preparamos todo lo que estimábamos necesario.

Serían aproximadamente las nueve de la noche cuando me dieron la orden de dirigirme hacia el puente. Me recibió el Mayor Olachea, Segundo Jefe de La Unidad, y me dijo: “Sitúense aquí, bajo esos árboles, y no enciendan luces. Si comienzan a disparar desde el otro lado protéjanse en esa zanja de la carretera”. Y nos señaló el sitio en cuestión.

El tiempo no parecía transcurrir, hasta que de pronto escuchamos una poderosa explosión en dirección al río y pensamos que era la voladura del puente. Unos minutos después pasaron en un alarido sobre nuestra posición lo que interpretamos como proyectiles de artillería, que fueron a caer varios cientos de metros detrás de donde estábamos. Inmediatamente respondió nuestra artillería reactiva (BM 21), con ese terrible sonido ensordecedor. El sanitario, el chofer y yo nos acurrucamos en la zanja e inmediatamente cesó el fuego de ambas partes. Unos minutos después llegó el Político y me dijo: “Médico, misión cumplida; no hay bajas, pueden retirarse para el pueblo”. Arrancamos el Jeep y contentos regresamos por la oscura carretera a Luau.

Dormí a pierna suelta.

Tomado de: Segunda Cita

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Al borde del abismo y en sentido equivocado

Antonio Guterres, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU)

Periódico La Jornada

Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), lanzó una fuerte advertencia a los líderes mundiales al inaugurar el debate anual de alto nivel de la Asamblea General de ese organismo. Para el jefe de la diplomacia global, es necesario hacer sonar la alarma porque “estamos al borde del abismo y actuando en el sentido equivocado; el mundo nunca ha estado tan amenazado o tan dividido”.

Guterres sostuvo que “enfrentamos la cascada de crisis más grande de nuestras vidas” por la confluencia del cambio climático, la pandemia, así como las amenazas a la paz y a los derechos humanos. Para conjurar esta crisis multidimensional, dijo, es urgente un nuevo contrato social que permita superar seis brechas: la de la paz entre y dentro de los países, la del clima, la existente entre pobres y ricos, la brecha de género, la de confianza entre gobernantes y gobernados, y la generacional.

Los datos que sustentan la existencia y profundidad de tales brechas resultan demoledores. Por citar sólo dos casos, el abismo entre ricos y pobres es tal, que mientras los multimillonarios hacen turismo espacial –que para colmo, tiene un altísimo costo ambiental–, más de 800 millones de personas pasan hambre; por su parte, la doble división generacional y de confianza política es tal, que 60 por ciento de los jóvenes se sienten traicionados por quienes dicen representarlos.

Pero acaso la más lacerante de estas desigualdades es también la que sería más fácil de remediar con un mínimo de voluntad, sentido común y ética: aquella que ha marcado las posibilidades de supervivencia de los habitantes del planeta ante el Covid-19 de acuerdo con su riqueza personal y la del país en que viven. Por ello, Guterres no dudó en calificar de “obsceno” y de ser “una acusación moral del estado de nuestro mundo” el que una mayoría más rica ya esté vacunada –y, cabe agregar, ya esté recibiendo incluso terceras dosis, sin que haya comprobación científica de su utilidad– cuando más de 90 por ciento de la población africana sigue esperando por su primera dosis.

Lo denunciado por el secretario general es nada menos que un extravío civilizatorio, a resultas del cual la humanidad se enfila a una catástrofe irreversible en material ambiental, al tiempo que se asfixia en una pandemia para la que no hay siquiera una fecha tentativa de solución. Paradójicamente, el mejor indicador de la exactitud de este diagnóstico, cuyo origen último se achacó a la ausencia de solidaridad, se halla en el vacío que el discurso de Guterres mereció en los medios, enfocados en resaltar la “nueva era” de la diplomacia anunciada por el presidente Joe Biden, y que no consiste sino en la enésima redición del intransigente imperialismo estadunidense.

Tomado de: La Jornada

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Días difíciles. Derrota en Lumeje

Tropas cubanas en Angola

Por René Rodríguez Rivera

Tuve una larga conversación con Robert y Olirio, donde intercambiamos nuestras experiencias en Angola. También revisamos y ordenamos el material médico para facilitar la atención a posibles heridos; organizamos un pequeño salón de operaciones. Luego del almuerzo con sardinas y arroz, nos sentamos a conversar en el portal del hospitalito, conversación que fue bruscamente interrumpida por el ruido de un avión a reacción. Corrimos hacia el terreno frente al hospital y nos “refugiamos”  debajo de una frondosa mata de mangos. El avión pasó muy alto, por lo que los compañeros de los cohetes no dispararon. Ellos se encontraban cubriendo el pueblo con un triángulo defensivo. Al día siguiente hicimos una trinchera en L debajo de la mata de mangos.

Tres largos y tediosos días pasamos entre aquella mata de mangos y el hospital. Olirio se negó a ir al “refugio” y dijo que él estaba seguro en el hospital. Robert y yo fuimos a la trinchera las dos veces que volvió a pasar el avión,  siempre muy alto, y no volvió a bombardear. Al cuarto día llegó la orden de “recoger” y embarcarnos en el ferrocarril hacia Luacano.

Después las tropas avanzaron y llegamos a Caifuche, donde llegó aquella mujer que no podía parir y que tuvimos que evacuar en nuestro nuevo avance hacia otro pueblito llamado Cassaigare y falleció en el camino. Esta historia ya la hice en SC; muy triste.

Días después nuestras tropas tomaron el pueblo de Lumeje con muy poca resistencia del enemigo. El puente sobre el río estaba semidestruido y nuestras tropas no podían continuar avanzando. Ocupamos una casa grande en el poblado y en ella establecimos el puesto médico. El día 4 de febrero de 1976 el Comandante Colas avanzó hacia el sureste por el camino a otro poblado nombrado Busaco. Al Capitán Pérez Isaac se le dio la orden de ocupar una cabeza de puente al otro lado del río y establecer una línea defensiva; fue con un pelotón mixto de angolanos y cubanos, sin artillería ni tanques, debido al puente que estaba en pésimas condiciones.

Nuestra casa quedaba en las afueras del poblado y detrás de nosotros, a unos 500 metros se encontraba la artillería reactiva y los tanques, en una espesa arboleda.

Esa noche del día 4 nos acostamos temprano y aproximadamente a la 1 de la madrugada nos despertó un grupo de compañeros que traían a Bárbaro (no recuerdo el apellido), un combatiente que en el acto nos dimos cuenta de que ya estaba muerto; era un explorador que había caído en una escaramuza del otro lado del rio. Aquello me impidió volver a conciliar el sueño y estuve despierto fumando en silencio hasta las 5am., en que Olirio comenzó a hacer café; me senté en el portal y allí me lo llevó Olirio en un jarrito metálico.

Transcurrieron unos minutos mientras saboreábamos el café; de pronto, en dirección al río que se encontraba a unos 500 metros, comenzó un intenso fuego de fusilaría con algunas explosiones. No había dudas de que las tropas de Pérez Isaac combatían allí.

No puedo decir exactamente cuánto tiempo duró el tiroteo; quizás 20 minutos, más o menos. Los disparos fueron disminuyendo y cesaron totalmente mientras nos preparábamos para las bajas que pudiéramos recibir. De pronto la artillería reactiva a nuestras espaldas comenzó a disparar y un ruido ensordecedor llenó el amanecer. Los cohetes pasaban sobre nosotros porque las BM21 estaban a nuestras espaldas. La tormenta de fuego duraría unos 10 minutos y ceso´ repentinamente. A nuestra casa llego el Oficial de la Contrainteligencia y nos dijo que nos preparáramos pues teníamos bajas en el río.

Sobre la 8 am comenzaron a llegar nuestras bajas; uno de los primeros en llegar fue Urquiza, un compañero que trabajaba aquí en el ICRT y se encargaba del ferrocarril por la parte cubana. Tenía una herida en la cabeza pero estaba vivo. Unos minutos después llegaron dos cadáveres: el del Capitán Alfonso Pérez Isaac y el de un joven rubio que en Cabinda se subía en las matas de coco; no recuerdo su nombre pero está recogido en la relación de nuestras bajas. A Pérez Isaac un disparo le había seccionado la arteria femoral derecha; le habían robado su pistola y el reloj. Y así fueron llegando hasta el número de 10 cubanos y 8 angolanos muertos; también sufrimos 28 heridos entre cubanos y angolanos. Tropas de refuerzo cruzaron el puente para mantener las posiciones. Según relataron algunos heridos, los atacaron más de 300 hombres y les hizo mucho daño una especie de escopeta lanzagranadas denominada M79. Dos horas después llegó un avión bimotor y se llevó a los heridos. Los muertos fueron enterrados en tumbas abiertas en la tierra, a un costado del aeropuerto. Se les enterró con su chapilla en la boca, para su posterior identificación. Fue un da muy triste. En la tarde llegó la orden de que trasladáramos el Puesto Médico nuevamente a Caifuche, varios kilómetros atrás. Tres días después avanzaríamos hacia al sureste por el camino a Busaco.

Tomado de: Segunda Cita

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El papel de las ciencias sociales

La Habana Foto Agencia EFE

Por Graziella Pogolotti

En su acción y su palabra, el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez insiste en la necesidad de vincular el enorme potencial de saber acumulado con la toma de decisiones para encontrar respuestas eficaces a los desafíos que hoy afrontamos.

Su prédica se sustenta en los resultados tangibles alcanzados en el campo de la biotecnología con la producción de vacunas, conquista impensable en cualquier país del tercer mundo sometido a un implacable y prolongado acoso económico. Disponemos ahora de los beneficios de una estrategia diseñada por Fidel desde el triunfo de la Revolución, cuando se emprendió, a un mismo tiempo, la Campaña de Alfabetización, la Reforma Universitaria, la creación de avanzadísimas instituciones de investigación científica y se implementó un sistema de becas para rescatar talentos diseminados por todo el país.

El impulso a la biotecnología se traduce en el enfrentamiento a la pandemia, en el fomento de empleos altamente calificados y en la producción de bienes con significativo valor agregado. Similar conducta puede aplicarse también a otros sectores, como la agricultura, apremiante para el bienestar requerido por nuestro pueblo y para la apertura hacia mercados externos.

Reconocer el papel de la alta tecnología no implica soslayar el peso decisivo de quienes, atrás de la tierra y en la base de la pirámide, construyen con el paciente laboreo cotidiano de sus manos y sus mentes. Por ese motivo, resulta imprescindible mantener actualizado el diagnóstico de los entresijos de una realidad social compleja y en constante mutación, razón por la cual, sin menoscabo de la inversión necesaria, habrá de llevarse a cabo en el curso del próximo año un nuevo Censo de Población y Viviendas.

El análisis demográfico no se limita a una simple recopilación estadística. Para entender lo que somos y las circunstancias que presiden nuestra existencia en lo material y en lo espiritual, la información habrá de someterse al examen por parte de otras disciplinas de las ciencias sociales. Así nos lo enseñó el historiador y demógrafo Juan Pérez de la Riva, singular personalidad que merece rescatarse del olvido con la relectura de trabajos fundadores, como el ineludible sobre el barracón, indispensable para valorar la dramática consecuencia de un legado histórico, conformador de mentalidades y de expresiones de una cultura de la pobreza.

Juan Pérez de la Riva había nacido en cuna de oro. Los cinco miembros de su escasa familia se perdían en el inmenso espacio del palacio hoy destinado al Museo de la Música. Espíritu sensible, se unió a la causa de los humildes. Se introdujo en el conocimiento del marxismo y se opuso a la dictadura de Machado. Nacido por casualidad en Francia, el hecho sirvió de pretexto para su expulsión de Cuba en tanto extranjero indeseable.

Su estancia en Europa le abrió el horizonte hacia las tendencias modernas de la demografía y la historia. De regreso a la Isla, se refugió en la administración de su finca en los alrededores de la Sierra del Rosario. Conoció de cerca la dura condición del campesino. Al triunfar la Revolución, antes de que se produjera la Reforma Agraria entregó su tierra y vino a La Habana en procura de trabajo. Desde entonces, se dedicó a la investigación y a la formación de las nuevas generaciones. Con sus alumnos, realizó trabajos de campo en las zonas más agrestes del país.

Lengua, acriollamiento, mestizaje cultural y tradición histórica compartida aseguran la unidad de la nación. Pero soslayar el peso de las diferencias territoriales constituiría un error de perspectiva. Juan Pérez de la Riva analizó esa realidad.

Favorecida por el paso de las flotas, La Habana se enriqueció con los beneficios de una temprana economía de servicios. Luego, la trata negrera devino fuente de acumulación de capitales que impulsaron la industria azucarera en la zona occidental del país. La región oriental, en cambio, sobrevivió con la precaria producción de frutos menores y el comercio de contrabando con el área del Caribe, hasta su suplantación por los extensos latifundios cañeros y ganaderos que sometieron a extrema explotación a los pobladores. De ahí el origen de una emigración interna, animada por el espejismo que ofrecía la apariencia rutilante de la capital. En el transcurso de los 60 del pasado siglo, afirmaba el historiador y demógrafo, se implementaron políticas de desarrollo urbano con vistas a mejorar el entorno de las provincias preteridas.

Referente necesario para la toma de decisiones, la demografía ofrece una síntesis del comportamiento de la sociedad en un momento dado. Conviven en ella el hoy y el ayer, así como factores objetivos y subjetivos. Para la cabal interpretación de los datos se requiere la aproximación multidisciplinaria y transdisciplinaria del conjunto de las ciencias sociales, desde la historia, la economía, la sociología, hasta la sicología social y la antropología. Similar perspectiva integradora de saberes habrá de resultar de extrema utilidad para el diseño de las acciones que ahora se emprenden en nuestros territorios más vulnerables.

La solución de los problemas más apremiantes exige la adopción de medidas que conduzcan a favorecer, a mediano plazo, transformaciones sustantivas en las mentalidades de los pobladores, en tanto protagonistas conscientes de la modificación de su realidad.

Tomado de: Juventud Rebelde

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La sociopatía, fase superior del capitalismo

La erupción volcánica en La Palma que se inició el pasado domingo ha ocasionado el desalojo de miles de personas de sus hogares. Foto El País

Por Carmen Romero @carmenrogo10

Con diecisiete años me fui de mi pueblo para estudiar periodismo en la Universidad de Sevilla. Gracias a las becas públicas, pude permitirme alquilar un piso sin suponerle una carga económica a mis padres. La casera al principio fue muy amable. Tras varios meses, empezó a hacer lo que se viene conociendo como “putearme” para que dejara el piso y convertirlo en un AirBnb, es decir, convertirlo en un sacaperras de guiris. Ahora, por culpa del coronavirus y la crisis del turismo tiene un anuncio colgado en Facebook en el cual alquila aquel piso por un precio incluso más barato de lo que me lo alquilaba a mí, porque ya no hay tantos guiris en Sevilla para tanto cara dura.

El término especular tiene varios significados. Entre ellos destaca el de “Comerciar, traficar”. Otro de ellos es el de “Procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil”. Pero mi favorito es el que proviene del latín, specularis; espejo, lo cual en este sentido significa: “Dicho de una cosa reflejada en un espejo”.

Si colocamos paralelamente dos espejos perfectos uno frente a otro y una canica entre ambos, estos supuestamente forman lo que se conoce como reflexiones infinitas. Es decir, se produce una especie de bucle infinito de las propias imágenes de los espejos y la canica, que no es real. Se multiplica el número de figuras de la canica, cuando realmente solo hay una colocada físicamente entre los dos espejos. Esto es lo que hacen los rentistas cuando especulan con el precio de la vivienda. Lo que multiplican son los beneficios, es decir, ese reflejo de la canica en un bucle infinito de espejos. Pero, realmente, físicamente solo tenemos una canica. Realmente, la especulación de un derecho básico como el de la vivienda, no es más que un bucle infinito donde los rentistas, que actúan como espejos colocados uno frente a otro, deciden inflar esos precios para crear ese bucle de beneficios.

La erupción volcánica en La Palma que se inició el pasado domingo ha ocasionado el desalojo de miles de personas de sus hogares. Agricultores han perdido sus casas, sus lugares de trabajo, sus medios de vida. Por no hablar de los daños en carreteras e infraestructuras. Muchos de esos evacuados pasan los días en casas de amigos o familiares.

En medio del caos, la tristeza y la lava, los buitres de siempre pretenden hacer dinero a través del turismo volcánico. Las carreteras se llenan de turistas que quieren acercarse a la lava. Instagram, la red social del exhibicionismo extremo, se llena de fotografías de esos turistas posando frente a las ruinas que deja la erupción del volcán. Mientras tanto, en la vida real, gente que lo ha perdido absolutamente todo. A su vez, esos rentistas especulan con el precio de la vivienda en los municipios cercanos al volcán.

En medio de una catástrofe natural donde la gente sufre, hay quien decide sacar tajada e inflarse el bolsillo. Que suba el precio de la vivienda en medio de una catástrofe natural no es el mercado, aquel mantra de los liberales, sino la sociopatía, la fase superior del capitalismo.

Durante el confinamiento, los debates relacionados con lo público tomaron más peso que nunca. Sin duda alguna, la crisis del coronavirus demostró una vez más que, sin la clase trabajadora que abre cada día las calles, los sanitarios que nos cuidan y la importancia del dinero público para financiar servicios básicos e infraestructuras, las consecuencias serían aún peores. La catástrofe de La Palma lo vuelve a demostrar. Sin el trabajo de bomberos, sanitarios, protección civil y policías, todos trabajadores públicos, las consecuencias del desastre hubieran sido de película de terror.

Cansa el mismo debate de siempre. Cansa tener que recordad que, el que los ricos paguen más impuestos, no es solo una cuestión moral, sino hacer política útil para afrontar riesgos como estos. Cansa ver cómo condecoran día sí y día también a Amancio Ortega y le pintan una áurea encima de la cabeza cuando no paga los impuestos que debe en nuestro país para una mejor financiación de lo público que nos salve. Cansa que los influencers creadores de opinión pública repitan cada día que los impuestos son un robo y que por eso se marchan a Andorra. Pero ojo, cuando en Andorra, donde pagan un 10% de impuestos, ocurre una catástrofe de este tipo, Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado español son las que realizan el trabajo a través del Convenio del 2 de septiembre de 2015 en materia de lucha contra la delincuencia y seguridad, ya que Andorra carece de ningún cuerpo de seguridad de este tipo debido a la baja recaudación de impuestos con la que cuenta.

Que las personas desalojadas de sus hogares tengan que recurrir a la ayuda de amigos y familiares porque el Estado no puede llegar a todos por igual, significa que tenemos un problema. Cuando la familia, eso que representa al Estado represor, tiene actuar como núcleo social de resistencia antineoliberal porque el Estado no te proporciona un marco de seguridad para vivir medianamente bien perteneciendo a una clase social determinada, significa que lo que hay ahí fuera es mucho peor. Y lo que hay ahí fuera es un modelo económico empeñado en hacer trizas lo público. Un sistema con una cartera adicta al dinero. Un sistema que especula en el caso de La Palma con el derecho a una vivienda digna convirtiéndolo en un bien de mercado.

Tomado de: Eulixe

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