Textos prestados

Código rojo: la emergencia climática causada por los humanos exige una acción inmediata

El término “megasequía” se utiliza actualmente para describir a las sequías que duran décadas, que resecan y desertifican el paisaje

Por Amy Goodman y Denis Moynihan

Grandes incendios forestales están incinerando bosques en el oeste de Estados Unidos y en otras partes del mundo como Turquía, Grecia y Siberia, destruyendo millones de hectáreas, quemando pueblos enteros y cubriendo vastas regiones con columnas de humo que se extienden por miles de kilómetros. El término “megasequía” se utiliza actualmente para describir a las sequías que duran décadas, que resecan y desertifican el paisaje y provocan que los niveles de agua de los embalses, que antes rebosaban, estén ahora peligrosamente bajos y amenacen con dejar ciudades enteras sin agua. En Alemania y China, una serie de tormentas torrenciales vertieron recientemente el equivalente a un año de lluvia en cuestión de días, causando inundaciones que arrastraron a cientos de personas a la muerte y desplazaron a otras miles de sus hogares. Los huracanes y tifones están ocurriendo antes de lo previsto, con mayor frecuencia y fuerza, devastando países insulares y comunidades costeras.

“La influencia de la actividad humana en el sistema climático es ahora un hecho indiscutible” afirma el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, el IPCC, ganador del Premio Nobel de la Paz, en su sexto informe de evaluación sobre el cambio climático, recientemente publicado. Es su primera revisión importante de esta amenaza medioambiental desde 2013. El informe destaca además que “en 2019 las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono fueron las más altas en al menos dos millones de años”.

El secretario general de la ONU, António Guterres, describió al informe como un “código rojo para la humanidad”. El documento presentado consta de 4.000 páginas y ofrece una síntesis detallada de más de 14.000 artículos científicos, minuciosamente revisados por 234 expertos de 66 países. Los expertos contaron con la ayuda de más de 500 autores colaboradores y recibieron más de 78.000 comentarios editoriales antes de la publicación. El informe incluye la advertencia de que “a menos que haya reducciones inmediatas, rápidas y a gran escala en las emisiones de gases de efecto invernadero, la meta de limitar la temperatura global del planeta a cerca de 1,5 grados Celsius o incluso a 2 grados Celsius será imposible de alcanzar”.

Esas dos temperaturas definen lo que los científicos, los legisladores, los líderes mundiales y los activistas contra el cambio climático han identificado durante mucho tiempo como el estrecho margen para mantener el calentamiento global dentro de un rango seguro. Es decir, los límites de temperatura inferior y superior del calentamiento global causado por los humanos, que nosotros, como especie, podemos permitir que ocurra si queremos mantener un planeta habitable. Según este nuevo informe del IPCC, ya hemos aumentado la temperatura del planeta en aproximadamente 1,2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Si bien este nivel puede parecer pequeño, ya ha tenido impactos en el planeta.

El experto en clima Bob Kopp, uno de los autores del informe del IPCC, expresó en una entrevista con Democracy Now!: “No deberíamos pensar en esto como si hubiera una línea mágica en un grado y medio [Celsius] o en cualquier otro nivel por debajo del cual estamos a salvo y por encima del cual no lo estamos. Cualquier nivel de calentamiento […] aumenta los riesgos a los que nos enfrentamos”.

En 2015, casi todas las naciones del mundo firmaron el Acuerdo de París, el histórico tratado sobre el clima que afirmó el compromiso de cada país de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Más de cinco años después, aún no se han acordado las reglas en base a las cuales se implementará dicho acuerdo.

Estados Unidos —como el país más rico del mundo y uno de los mayores contaminantes históricos del planeta— tiene la responsabilidad de actuar, no solo para hacer su propia transición de los combustibles fósiles a fuentes de energía más limpias, sino para ayudar a financiar esa transición a nivel mundial.

Durante su campaña electoral, Joe Biden prometió tomar medidas ambiciosas para abordar la crisis del cambio climático, en marcado contraste con su predecesor, Donald Trump, que es un gran negacionista del cambio climático. Después de asumir el cargo, Biden bloqueó de inmediato la construcción del oleoducto Keystone XL, pero permitió que el oleoducto Dakota Access siguiera funcionando. En otra decepción para los activistas contra el cambio climático, Biden también se negó a detener la construcción del oleoducto Línea 3 de la empresa Enbridge en el estado de Minesota, en donde en los últimos meses miles de personas se han unido a las protestas lideradas por las comunidades indígenas para reclamar por la detención de la construcción del oleoducto y muchas han sido violentamente arrestadas. El presidente de Estados Unidos también ha instado a los países integrantes de la OPEP a aumentar la producción de petróleo para reducir los costos del combustible.

Sin embargo, Biden ha incluido elementos de un New Deal ecológico en su programa denominado “Reconstruir mejor”, estableciendo estándares nuevos y más altos para la eficiencia energética y la energía limpia. Asimismo, ha ampliado los incentivos para la generación de electricidad mediante fuentes de energía limpia y para la fabricación de vehículos eléctricos y el uso de energías limpias en la industria; y ha creado un Cuerpo Civil del Clima, un programa gubernamental que creará nuevos empleos destinados a combatir la crisis climática. El presidente de la Comisión de Presupuestos del Senado, el senador Bernie Sanders, acaba de presentar una propuesta presupuestaria de 3,5 billones de dólares para financiar estas iniciativas y otras en el mismo sentido. El líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, se ha comprometido a aprobar el proyecto de ley para mediados de septiembre utilizando el “procedimiento de reconciliación”, un proceso legislativo para la aprobación de presupuestos que solo requiere una mayoría simple y que evitaría el obstruccionismo republicano.

Mientras tanto, la ONU sigue adelante con los planes de realizar en noviembre de este año la COP26, la próxima cumbre mundial contra el cambio climático que fue cancelada en 2020 debido a la pandemia y que se llevará a cabo en la ciudad escocesa de Glasgow.

“La COP26 de Glasgow será quizás la cumbre climática más importante que habremos tenido hasta el momento”, dijo el científico bangladesí experto en clima Saleemul Huq a Democracy Now! “Es hora de que los países ricos hagan lo que acordaron hacer en París: mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 grados Celsius y proporcionar 100 mil millones de dólares al año a los países en desarrollo para que puedan abordar el cambio climático. Prometieron hacer todo eso, pero no cumplieron con su palabra”.

Los costos de hacer la transición hacia una sociedad libre de combustibles fósiles y con energías renovables serán enormes. Pero los costos de la inacción son infinitamente más altos, no solo en términos económicos, sino en sufrimientos, desplazamientos, destrucción y muertes. Los movimientos populares que luchan por la justicia climática, muchos liderados por jóvenes, están creciendo en todo el mundo. Esa es, en última instancia, la mayor esperanza de cambio que tenemos durante esta ventana crucial y cada vez más estrecha para salvar el planeta.

Tomado de: Democracy Now!

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¿Dialogamos?

Alex Falcó Chang (Cuba)

Por Fernando Buen Abad Domínguez @FBuenAbad

Dialogar es un hecho social que a muchos les indica «civilidad». Dialogar tiene «buena prensa» y normalmente es la mejor estrategia para dirimir (bien o mal) acuerdos o desacuerdos. Y muy raramente un diálogo verdadero omite la igualdad de oportunidades y, principalmente, la igualdad de condiciones.

Sabemos que el requisito principal para desarrollar un diálogo, en toda su extensión semántica y práctica, radica en voluntades abiertas, verificables y proactivas para escuchar, nos guste o no, lo que un interlocutor piensa y hace. Que tal voluntad de escucha, en su proactividad, pide también disposición para alcanzar acuerdos pertinentes, concretos y conjuntos, con cambios de actitudes. Que el siguiente paso de un buen diálogo sería una convivencia armónica. Pero se requiere igualdad (no uniformidad) de posiciones objetivas y subjetivas. ¿Es eso posible en sociedades divididas en clases?  Solo los pueblos hermanos dialogan honestamente.

Aun en condiciones desiguales, es posible cierto nivel de diálogo, pero será siempre un diálogo determinado por las asimetrías, y es de importancia metodológica primordial observar cómo y cuánto influyen tales asimetrías en las características del diálogo, y sus consecuencias a corto, mediano y largo plazos. Esto parecería perfecto si no fuese porque se detectan emboscadas generalmente abusivas, que traicionan lo que pudo parecer una voluntad civilizada para resolver diferendos. Hemos visto diálogos revestidos con sonrisas y discursos muy promisorios, inmediatamente traicionados con mil y una canalladas, como fueron traicionados los diálogos de Paz por Colombia, como las farsas dialoguistas del Movimiento (golpista) San Isidro en Cuba. Y miles de ejemplos más.

La historia de los diálogos está plagada por las más diversas experiencias, que incluyen el parto de los saberes (en la mayéutica de Sócrates) hasta las falsificaciones en el uso del diálogo manipulado como emboscada ideológica para poner tramposamente, «en pie de igualdad», lo que es simplemente irreconocible, inadmisible e inmoral. Tal como suelen ser los diálogos convocados por el imperio, o los diálogos obrero-patronales; los diálogos usados en la televisión como ejemplos de democracia burguesa farandulizada, o los diálogos propuestos a la juventud para que se crea el cuento de que «todos somos iguales» bajo el capitalismo. Y muchos caen ingenuamente.

Bajo las condiciones actuales de dominación capitalista, acudir a una mesa de diálogo, o exigirla, implica hacer explícitas las agendas concretas, el currículum de los interlocutores y todas las desigualdades que rodean a la iniciativa. No podemos dialogar sobre la pobreza en el mundo si alguno de los dialogantes acude hambriento. No se puede dialogar sin denunciar las coacciones, las amenazas o las limitaciones impuestas antes o durante el diálogo. No se puede dialogar sobre la paz si ellos son dueños de la industria bélica planetaria; no se puede dialogar sobre cultura si ellos son los dueños de las máquinas de guerra ideológica, que disfrazan como «medios de comunicación»; no se puede dialogar sobre democracia si ellos mantienen bloqueados a nuestros países. Nada de eso se parece al diálogo ni a la civilización. Podemos ir a sus mesas, pero jamás iremos ingenuamente.

No es intransigente exigir condiciones dignas. Lo inaceptable es prestarse a una trampa, que nos han tendido miles de veces, abusando de su poderío autoritario y clasista. No es arrogancia exigir igualdad de oportunidades e igualdad de condiciones. No es petulancia someter a revisión minuciosa el contenido de las agendas y, especialmente, hacer valer nuestro derecho a incluir en las agendas los temas que nos importan y preocupan históricamente.

¿Hay que dialogar con todos? Solo si respetan a los pueblos, si merecen la confianza de las luchas. Necesitamos instrumentos científicos y ayudas teórico-metodológicas para acudir suficientemente informados a una mesa de diálogo, acudir suficientemente advertidos sobre toda posible triquiñuela burguesa, acudir nutridos por la experiencia que da la lucha desde las bases. Evitar, a toda costa, obedecer cualquier agenda inconsulta, aunque la disfracen de colectiva. Asistir seguros de que hablaremos lenguajes comunes, sin palabrerío «técnico», sin enredos semánticos que no entendamos o no se nos hubieren consultado. Asistir con la fuerza moral de nuestras historias de lucha y nuestras grandes victorias revolucionarias. Pero jamás asistir ingenuos. «Por el engaño nos han derrotado más que por la fuerza», decía el gigante Simón Bolívar, que bastante sabía de diálogos.

Tomado de: Granma

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Introducción al libro “Che y Fidel: imágenes en la memoria”

Por Aleida March de la Torre

Resulta difícil poder expresar en simples palabras, cuando uno guarda muy dentro —casi como un santuario―, lo más querido de estos dos hombres extraordinarios que me guiaron por los senderos misteriosos del saber. Pudiera parecer sencillo reflejarlo en imágenes, como pretendemos en este libro que tienen en sus manos “Che y Fidel. Imágenes en la memoria”. Sin embargo, cada fotografía seleccionada es portadora de un hecho o testimonio singular muy complejo de ceñir en breves líneas, porque reproducen por sí solas esa unión indisoluble que vibró entre ellos.

Antes de conocerlos, ¿qué sabía yo sobre la palabra mágica Revolución? A penas como maestra algo que nos tocaba, como a distancia, sobre la revolución francesa, la independencia de las 13 colonias y, aún más lejana y misteriosa, la Revolución de Octubre. Por supuesto, un poco más cercana a nosotros, la lucha antiesclavista en Haití y, sin dudas, la revolución mexicana y su influencia en todo el continente latinoamericano.

Encontrar en la historia hombres extraordinarios que luchan juntos por ideales de justicia no es casual y existen ejemplos sorprendentes, tales como Carlos Marx y Federico Engels, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre y Fidel y el Che, por solo citar algunos que nos tocan muy de cerca.

Sobre estos últimos versa este libro, devuelto en imágenes que pretenden recorrer etapas definitorias de sus vidas en común. Es imposible retrotraerse a los días de su primer encuentro en México sin acudir a documentos o a testimonios que ellos mismos emitieron en algún momento y que forman parte ya de la historia reciente. Por los sucesos acaecidos y lo que representan las imágenes seleccionadas, sentimos que se percibe como una oleada admirable de identidad y complicidad que nos llega, para suerte de todos.

De las reflexiones hechas por Fidel sobre esos primeros contactos, se aprecian los juicios que va haciendo de aquel joven —un poco aventurero―, que llegó hasta él por intermedio de su hermano Raúl y que, desde el primer día de ese encuentro, permanecerían unidos en la lucha, primero en Cuba y más tarde en el anhelo de alcanzar un mundo mejor con otros horizontes por delante. Sin dudas, eran dos soñadores favorecidos por conocimientos profundos y sedimentados, que me hace imaginar cuánto me hubiera gustado haber participado de esos primeros encuentros.

Sobre esos días quedan algunas imágenes de cuando fueron detenidos junto a un grupo de futuros expedicionarios, en la estación migratoria situada en Miguel Schultz, en el DF de México, a partir del 21 de junio de 1956, además de haber sido narrado por el propio Fidel, años más tarde: «…uno tiene la impresión de una presencia permanente del Che, por lo que simboliza, por su carácter, por su conducta, por sus principios. Era un gran número de cualidades realmente excepcionales. Yo lo conocía muy bien, muy bien desde que entré en contacto con él en México…».

La similitud de sensaciones y cualidades son sintetizadas, también, por el Che en sus Pasajes de la guerra revolucionaria, cuando expresa: «Hubo quienes estuvieron en prisión cincuenta y siete días, contados uno a uno, con la amenaza perenne de la extradición sobre nuestras cabezas (somos testigos el comandante Calixto García y yo). Pero en ningún momento perdimos nuestra confianza personal en Fidel Castro. Y es que Fidel tuvo algunos gestos que, casi podríamos decir, comprometían su actitud revolucionaria en pro de la amistad. Recuerdo que le expuse específicamente mi caso: un extranjero, ilegal en México, con toda una serie de cargos encima. Le dije que no debía de manera alguna pararse por mí la revolución, y que podía dejarme; que yo comprendía la situación y que trataría de ir a pelear desde donde me lo mandaran y que el único esfuerzo debía hacerse para que me enviaran a un país cercano y no a la Argentina. También recuerdo la respuesta tajante de Fidel: “Yo no te abandono”. Y así fue, porque hubo que distraer tiempo y dinero preciosos para sacarnos de la cárcel mexicana. Esas actitudes personales de Fidel con la gente que aprecia son la clave del fanatismo que crea a su alrededor, donde se suma a una adhesión de principios…».

Después, le sigue la lucha en Cuba por nuestra verdadera independencia. El Che conocía nuestro país por Fidel y de esa manera se entrega todo para dar lo mejor de sí. Es el propio Fidel, con su genio político y estratégico, quien comprende mejor que nadie la valía de aquel joven de origen argentino pero cubano por convicción.

Al inicio se produjeron días de enfrentamiento terribles para los bisoños combatientes, entre los que se encuentran el combate de Alegría de Pío, donde muchos cayeron y otros fueron prisioneros, pero Fidel estaba vivo y seguiría guiando al resto, dispuesto a dar las batallas imprescindibles para alcanzar lo que el pueblo cubano esperaba con ansia, la definitiva libertad. Se van sumando campesinos y hombres de la ciudad, los que con el ejemplo de los primeros se nutre y se forma el Ejército Rebelde.

Es así, que la Sierra Maestra se convierte en la gran escuela de lucha, incluyendo el combate contra la corrupción, la traición y la cobardía de toda especie, en la que se decantan los hombres y va emergiendo lo más valioso. Muchos fueron las ocasiones en que Fidel y el Che tuvieron que intercambiar opiniones y quizás hasta una que otra discrepancia con relación a alguna táctica a seguir dentro de la estrategia que se perseguía. Existen documentos que confirman esa toma de decisiones sobre si se debía o no atacar una patrulla enemiga o mejor hacerlo a un cuartel, no solo por el número de armas a conseguir, sino también por la importancia o relevancia política del enfrentamiento.

En el Uvero se tiene un ejemplo de lo expresado. Para el Che significó un paso más en su madurez como combatiente y por qué no decirlo, como médico, por la confianza depositada cuando Fidel le ordena conducir a los heridos, curarlos y, lo más importante, defenderlos del ataque enemigo. Sabía Fidel que ya podía confiar plenamente en aquel hombre que había conocido un tiempo atrás.

Siguen tiempos difíciles, la lucha se extiende, el Che es nombrado el primer comandante de la fuerza combativa, ahora se sienten más fuertes y debaten entre ellos las estrategias a seguir. Se crea una nueva columna al mando del Che denominada columna 4 para despistar al enemigo, aunque en realidad era la segunda por no existir ninguna otra organizada. Posteriormente, parten dos nuevas columnas para formar nuevos frentes de lucha, el primero, bajo las órdenes de Raúl Castro, constituyéndose el II Frente y el tercero, dirigido por Juan Almeida; ambos jefes habían demostrado su valía desde el histórico asalto al cuartel Moncada en 1953, en Santiago de Cuba.

En el archivo documental del Centro guardamos celosamente un documento en el que Che hace mención a la idea original que tenía Raúl y él de trabajar juntos en el futuro II Frente, pero finalmente Fidel, al pensar en una estrategia mayor, envía al Che para Minas de Frío, escuela formadora de combatientes, pensando ya en extender la lucha a todo el país. Durante ese tiempo, el lugar les facilitó a ambos el intercambio de cartas y notas sobre disímiles temas.

Son los momentos en que Fidel decide enviar a Camilo, hasta entonces jefe de la vanguardia de la Columna 4, a los llanos de Oriente, en abril de 1958. Según mi opinión, ya Fidel comienza vislumbrar lo que el Ejército Rebelde podía ejecutar fuera de los predios de la Sierra Maestra al haber realizado hazañas decisivas y poner en jaque al alto mando del ejército de la dictadura.

Para mayo de 1958, comienza la ofensiva del ejército enemigo con 10 mil hombres, sin embargo, a los dos meses y medio fueron derrotados con dos mil bajas, entre muertos y heridos. A juicio del Che el ejército «salió con la espina dorsal rota» aun cuando todavía no estuviera vencido; sin dudas, sirvió para desarrollar la estrategia final diseñada por Fidel, en tres puntos claves de la geografía del país: Santiago de Cuba bajo su mando personal, la invasión a occidente, con el Che hasta Las Villas y Camilo hacia Pinar del Río.

La marcha de la invasión se expande desde el 31 de agosto de 1958, ocurriendo una separación momentánea entre Fidel y el Che hasta su reencuentro el 5 de enero de 1959, en el aeropuerto de Camagüey, con posterioridad al triunfo de la Revolución. El Che se traslada en un avión de carga hasta esa provincia donde se efectúa el contacto con el «Gigante» como le llamara Camilo. Para ese entonces, el Che se había convertido en un destacado estratega militar al aplicar lo aprendido, no solo durante la travesía hacia Las Villas, sino por las tácticas empleadas para conducir la tropa bajo su mando en la toma de la provincia, que según cálculos conservadores debía durar un mes y se hizo en apenas unos días.

El 7 de enero ocurre el segundo encuentro en la provincia de Matanzas. Yo no estuve en la reunión, pero ese día sí pude conocer a Fidel, encuentro para mí inolvidable. Después del 8 de enero, día de la entrada victoriosa de Fidel a La Habana, se suceden semanas y meses de intensa actividad y de múltiples acontecimientos de gran relieve para el pueblo de Cuba.

El 17 de mayo se firma la Ley de Reforma Agraria, piedra angular de la Revolución y, ya para el 12 de junio, el Che inicia su primer viaje al exterior donde contacta con los países que conformaban el Pacto de Bandung. Es un recorrido muy especial, previamente debatido con Fidel por su importancia estratégica dentro de la política exterior de Cuba, teniendo en cuenta el aporte decisivo de esos países en la Asamblea General de la ONU si se producía una agresión de fuerzas contrarias al ejemplo que emanaba de la Cuba revolucionaria.

Fuimos, sin dudas, un faro para los luchadores de Nuestra América, pero también el enemigo aprendió las lecciones. La oligarquía nacional abandonaba la Isla con la esperanza quizás de que, en el transcurso del tiempo y derrotada la Revolución, pudieran volver a recuperar los bienes expropiados y seguir explotando al pueblo, una parte que ni siquiera sabía leer y escribir. Con esa lección por delante, las oligarquías y las burguesías latinoamericanas se han mantenido en sus respectivos países como fuerza de contención ante cualquier manifestación de rebeldía.

Ejemplos recientes se han visto en Venezuela, Ecuador, Paraguay y otros países, donde apoyados por el imperialismo norteamericano, han ejecutado golpes de estado e intentos de atentados contra sus presidentes con el intento de frenar las ansias libertarias de los pueblos.

Los primeros años de revolución presentan serias dificultades internas. En 1961, mientras nos enfrascábamos en eliminar el flagelo del analfabetismo, bandidos pagados por el enemigo se alzan en algunos parajes del territorio nacional, los que fueron eliminados por el pueblo armado, convertido en aguerridos milicianos, quienes junto a al Ejército Rebelde lucharon para no dejarse arrebatar las conquistas alcanzadas. De igual forma, en ese período surgen manifestaciones de sectarismo, donde un grupo de hombres que creíamos confiables quisieron arrebatar el poder que se había conquistado. Sin embargo, imperó la unidad de las fuerzas revolucionarias con el tesón y el carisma personal de Fidel, y donde, por supuesto, el Che se destaca por sus análisis y posiciones críticas.

Para 1962 la lucha continúa, solo que esta vez cobra dimensiones superiores al estallar la denominada Crisis de Octubre, conocida también como crisis de los mísiles. Para el Che fue un momento singular, con huellas indelebles, sintetizadas en su carta de despedida y leída por Fidel en la constitución del primer comité central de nuestro partido: «He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días […]. Pocas veces brilló más alto un estadista, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.»

Unido a ese gigantesco esfuerzo, Fidel, en múltiples ocasiones, ha explicado cómo enfrentamos tareas inmensas para barrer el pasado y construir una nueva sociedad. En el caso particular del Che, ha expuesto cómo ejerció diversas funciones y cada vez que hacía falta un hombre para un cargo importante siempre estaba dispuesto a realizarlo. Lo cierto es que, en todo el tiempo transcurrido, los que tenemos el deber de respetar y admirar esa unión de pensamiento y de ideas, entre estos hombres que nunca podremos separar, debemos imaginarnos, por intermedio de las fotografías compiladas, la empatía que se respira y la sugerencia de los que se conversa en tono íntimo y muy personal.

De igual modo, así lo deja plasmado el Che en su carta de despedida, cuando partió para solidarizarse con la lucha de los pueblos africanos: «Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti.»

Texto introductorio escrito por Aleida March de la Torre para el libro “Che y Fidel. Imágenes en la memoria” publicado por Ocean Sur en el año 2013 como parte del Proyecto Editorial Che Guevara.

Tomado de: Centro de Estudios Che Guevara

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Se cumplen 85 años de la masacre de Badajoz, contada por el periodista Jay Allen

Un grupo de sacerdotes preparado para el fusilamiento. Foto: Canarias Semanal

Por Félix Población

Entre los días 14 y 15 de agosto de 1936, celebración religiosa de  la Asunción de la Virgen en la iglesia católica que apoyó la sublevación militar en España, unos días como los de hoy de mucho calor en la provincia de Badajoz, se perpetró una de las mayores y atroces represiones llevadas a cabo por la llamada Columna de la Muerte del ejército faccioso en su avance desde el sur de España durante el llamado “verano sangriento”.

Al mando de ese ejército formado por legionarios y regulares marroquíes estaba el teniente coronel Juan Yagüe, que hace poco recuperó la calle de su nombre como general en la ciudad de Oviedo. La masacre la contó el periodista norteamericano Jay Allen (1900-1972) en una crónica para el diario Chicago Tribune: Slaugther 0f 4000 at Badajoz, City of horrors (Matanza de 4.000 en Badajoz, ciudad de los horrores), años después de haber sustituido en París como corresponsal a su amigo el escritor Ernest Hemingway.

Dos años antes de 1936 había sido trasladado a nuestro país al objeto de escribir sobre la reforma agraria en Andalucía y Extremadura. También informó Allen de la Revolución de Asturias que tuvo lugar en octubre de 1934. Su crónica de la represión en aquella región, publicada en el Chicago Daily News, fue motivo para que fuera detenido.

Ya durante la Guerra de España fue uno de los contados periodistas extranjeros que logró entrevistar al general Francisco Franco. La conversación se celebró en Tetúan, el 27 de julio de 1936, poco después del inicio del golpe militar. A la pregunta de Allen sobre cuánto tiempo se podría prolongar la situación ahora que el golpe había fracasado, el general felón replicó que no podía haber ningún acuerdo, ninguna tregua: Salvaré a España del marxismo a cualquier precio. ¿Significa eso que tendrá que fusilar a media España?, repreguntó el periodista. He dicho a cualquier precio, contestó el general.

No iba a tardar Allen en comprobar sobre el terreno la firme y brutal voluntad expresada por Franco. Apenas tres semanas después, el cronista norteamericano asistió a la masacre que tuvo lugar en Badajoz y que el corresponsal contó desde la vecina localidad portuguesa de Elvas. Fechada el 30 de agosto de 1936, la crónica fue valorada como una de las más importantes del periodismo de guerra. A su regreso a Estados Unidos, el impacto de aquellos hechos hizo que el periodista se volcara en ayudar desde allí a la segunda República española.

Recordemos siempre lo vivido por quienes lo contaron para que jamás ocupe la barbarie crónicas como la de este fragmento de la de Jay Allen:

“Esta es la historia más dolorosa que me ha tocado escribir. La escribo a las cuatro de la madrugada, enfermo de cuerpo y alma, en el hediondo patio de la Pensión Central, en una de las tortuosas calles blancas de esta empinada ciudad fortificada. Nunca más encontraré la Pensión Central y nunca querré hacerlo. Vengo de Badajoz, a algunas millas de aquí, en España. Subí a la azotea para mirar atrás. Vi fuego. Están quemando cuerpos. Cuatro mil hombres y mujeres han muerto en Badajoz desde que la legión y los moros del rebelde Francisco Franco treparan por encima de los cuerpos de sus propios muertos para escalar las murallas tantas veces empapadas de sangre. Intenté dormir. Pero no se puede dormir en una sucia e incómoda cama en una habitación que está a una temperatura similar a la de un baño turco, donde los mosquitos y los chinches te atormentan igual que los recuerdos de lo que has visto, con el olor a sangre en tu propio cabello y una mujer sollozando en la habitación de al lado”

“Miles fueron asesinados sanguinariamente después de la caída de la ciudad. Desde entonces, de 50 a 100 personas eran ejecutadas cada día. Los moros y legionarios están saqueando. Pero lo más negro de todo: la “policía internacional” portuguesa está devolviendo gran número de gente y cientos de refugiados republicanos hacia una muerte certera por las descargas de las cuadrillas rebeldes (.) Aquí [en la plaza de la catedral] ayer hubo un ceremonial y simbólico tiroteo. Siete líderes republicanos del Frente Popular fueron fusilados ante 3000 personas (.) Todas las demás tiendas parecían haber sido destruidas. Los conquistadores saquearon según llegaron. Toda esta semana los portugueses han comprado relojes y joyería en Badajoz prácticamente por nada (.) los que buscaron refugio en la torre de Espantaperros [torre medieval de Badajoz] fueron quemados y fusilados.”

“De pronto vimos a dos falangistas detener a un muchacho vestido con ropa de trabajo. Mientras le agarran, un tercero le echa atrás la camisa; descubriendo su hombro derecho se podían ver las señales negras y azules de la culata del rifle. Aun después de una semana se sigue viendo. El informe era desfavorable. A la plaza de toros fui con él. Fuimos entre vallas al ruedo en cuestión (.) Esta noche llegará el pienso para el “show” de mañana. Filas de hombres, brazos en aire. Eran jóvenes, en su mayoría campesinos, mecánicos con monos. Están en capilla. A las cuatro de la mañana les vuelven a llevar al ruedo por la puerta por donde se inicia el “paseíllo”. Hay ametralladoras esperándoles. Después de la primera noche se creía que la sangre llegaba a un palmo por encima del suelo. No lo dudo, 1800 hombres —había mujeres también— fueron abatidos allí en doce horas. Hay más sangre de la que uno pueda imaginar en 1800 cuerpos.”

“Volvimos al pueblo pasando por la magnífica escuela e instituto sanitario de la República. Los hombres que los construyeron están muertos, fusilados como ‘negros’ porque trataron de defenderlos. Pasamos una esquina, ‘hasta ayer había aquí un gran charco de sangre renegrida’, dijeron mis amigos. ‘Todos los militares leales a la República fueron ejecutados aquí, y sus cuerpos se dejaron durante días a modo de ejemplo’. Les dijeron que salieran, así pues, dejaron sus casas precipitadamente para felicitar a los conquistadores y fueron fusilados allí mismo, y sus casas saqueadas. Los moros no tenían favoritos.”

Tomado de: El Salto

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Sobre Anfibia, Cosecha Roja y la NED, una fundación ligada al departamento de Estado

Por Conrado Yasenza @conradoyasenza

Hoy recibí por correo una interesante nota de la Agencia Paco Urondo: Los vínculos de Revista Anfibia y Cosecha Roja con una polémica fundación norteamericana, escrita por Santiago Gómez, donde el autor nos informa que un usuario de internet,  Diego Fernando Gutiérrez, analista de política internacional, encontró que la Asociación Civil Cronos que edita las revistas Anfibia y Cosecha Roja recibió US$80.000 de la Fundación para la Democracia (NED por sus siglas en inglés) para formar periodistas cubanos para que cubran “la violencia y crisis en la pandemia Covid-19”. Ambas publicaciones dependen de la Universidad Nacional de San Martín, afirma el autor de la nota.

“El CEO de la NED es Damon Wilson, quien trabajó en el Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos como director de asuntos del centro, este y norte de Europa”, agrega Gómez.

La nota despertó mi interés y decidí comunicarme con CronosLab para averiguar un poco más. Recibí una contestación en modo comunicado de prensa. Copio: “Todos los financiadores y alianzas de Cronos (Cronos es una Asociación Civil que hoy se dedica a la formación de periodistas y al periodismo a través de dos medios: Anfibia y Cosecha Roja) pueden consultarse acá: https://cronoslab.org/alianzas/. Son públicos. Del mismo modo que son públicas todas las actividades que hemos realizado.

Cada periodista que hemos formado, es periodista. Lo mismo cada editor. Cada docente de los cursos o programa de formación es un maestrx del oficio o un referente. Anfibia, Cosecha Roja, como hoy Cronos, están comprometidos desde siempre con la búsqueda de un mejor periodismo y con la independencia periodística.

Las convocatorias a programas de formación, la cantidad de alumnxs, la producción, son parte de un trabajo integral que pretende transformar el periodismo de América Latina. Periodistas cubanos —que desde una mirada progresista y democrática han creado medios independientes— han participado de programas de formación y producción de contenidos.

La UNSAM no participa puntualmente de este programa de formación que recibe financiamiento de NED. El vínculo de UNSAM con Cronos es exclusivamente a través de la edición de la revista Anfibia.

Con respecto al vínculo de Cronos con Open Society Fundation, Cronos ha formado más de cien periodistas de medios importantes de toda América Latina con un proyecto financiado por OSF. En la última edición, la formación estuvo dedicada a directores de medios.

Y con cada “aliado” o financiador de los que figuran en la web —NED, OSF y tantos otros— hemos tenido o tenemos proyectos en marcha vinculados a la formación o producción de contenidos periodísticos.”

Ante esta respuesta repregunté: “Algo que agregar sobre lo nodal de la nota de APU: Sorprende que una revista vinculada a una universidad pública del conurbano bonaerense se preste a recibir financiamiento de un organismo ligado al Departamento de Estado, que financia organizaciones para interferir en la realidad de otros países con el argumento de fortalecer la democracia y generar proyectos comunicacionales que formen periodistas independientes” Respuesta: “Todo está dicho en lo que te mandé”.

Volví a repreguntar, y cité a Rafael Correa -citado a su vez en la nota: “Según declaró el expresidente Rafael Correa a Página/12 la NED es una agencia de la CIA que financia organizaciones no gubernamentales y fundaciones para desestabilizar a los países de la región.” Respuesta: “¿La CIA?”, y emoticón de risa.

Realicé varias preguntas más: -Encontré una nota de Anfibia dónde se posicionaban de modo más contundente sobre la injerencia norteamericana en la región a través de Ned y otras fundaciones. Respuesta: Vaga … no hay mucho más.

-¿No hubo un cambio editorial en Anfibia con relación a la región, especialmente Cuba y con relación al populismo?; ¿Tienen una posición más contundente con relación a Ned y la injerencia de EEUU. en la región a través de fundaciones y ONG’s? Respuesta a esta última: La posición contundente es la autodeterminación de los pueblos.

Y seguí intentando: ¿Cuáles son específicamente los proyectos financiados por Ned en Anfibia sobre Cuba? Respuesta: Formación de periodistas.

Insistí: ¿Cuál sería la postura sobre Cuba por ejemplo? La de Ned es clara, es un régimen, una dictadura. ¿Podés responder en tu texto algunos de estos interrogantes? Respuesta: “La finalidad del proyecto de formación/producción que se hizo con NED es la misma que se hizo con otros financiadores en otros proyectos: se trabaja en formato de talleres, se busca mejorar las producciones, trabajar sobre la calidad del trabajo periodístico”.

Nada.

Volví a preguntar: ¿Cuál sería la calidad y rigurosidad periodística si cuesta tanto dar una posición sobre Ned? ¿Qué financia, y para qué y quién?

Respuesta: “Eso que lo respondan Ned o OFS (Open Society Fundation, creada por George Soros) Insisto con algo: los financiadores, aliados, socios, los nombres pueden cambiar según el proyecto, según qué tipo de alianza, etc., están ahí. El 100% de las actividades son públicas, se publicitaron, se convocaron, se contaron casi en tiempo real en las redes, las producciones que salen de esos talleres también son públicas. Después, si se quiere cuestionar quién financia, está bien. Lo que nos importa resaltar es que en cada proyecto el objetivo siempre es el mismo.”

Repregunté, nuevamente: ¿Y cuál es el objetivo, hay que entenderlo en abstracto, escindido de la función de Ned como fundación con injerencia en la región?

De nuevo: Proyectos periodísticos, de formación y algunas producciones periodísticas.

Desistí con un breve texto: Da la impresión de que no se puede hablar en profundidad del vínculo con NED y OFS. Bueno, no vamos a avanzar. Esperaba otro tipo de respuestas y no casi un comunicado de prensa.

Me inquietaba este tema, ahora me preocupa más. No pude obtener nada en profundidad; y este hecho intranquiliza por los medios que estamos leyendo, en algunos casos, muy ingenuamente. Los lectores de Anfibia, si son rigurosos y atentos, deberían hacerse estas preguntas, como con cualquier medio, que debe responder por sus alianzas financieras, si hablamos de una verdadera democracia.

Al parecer, de Anfibia no se puede hablar. En la consulta, Cronos tenía el cassette puesto con el tema de formar periodistas independientes que respeten la autodeterminación de los pueblos. Si la NED y la OFS financian Anfibia y sus proyectos periodísticos no creo que estas fundaciones dejen de lado su accionar injerencista contra gobiernos populares de la región, más allá de las buenas intenciones de formación de profesionales rigurosos que Cronos alega. Es llamativo el prestigio que han construido cubriendo problemáticas como la minería, el extractivismo o las diversidades sexuales a través de una narrativa que se apoya en defender la democracia, la libertad y los DD.HH., con proyectos financiados por fundaciones que se vinculan con el departamento de Estado y que se preocupan por la calidad del periodismo y la democracia en la región. Preocupa también la construcción de una cultura de la corrección política que opera sobre un lector autodenominado progresista, preocupado por demandas afines a este posicionamiento, pero complacientes con no preguntarse por el origen de la financiación de proyectos de comunicación y formación de periodistas que hoy están cubriendo las demandas sociales en Cuba. ¿Se puede dejar de lado los intereses de NED y la OFS que presentan a Cuba como una dictadura?

Lo mismo puede aplicarse a Venezuela, Bolivia o Perú, o incluso a Argentina. Preocupa además porque Anfibia es una revista que edita la Universidad de San Martín, universidad pública. Aunque en las respuestas que Cronos me dio en forma de comunicado de prensa, aclaran que a la Universidad no la financia la NED ni la OFS.

Arrojo un posicionamiento personal: CronosLab (Anfibia, Cosecha Roja) es el Establishment formando “periodistas independientes” con dos fines claros: el más banal, hacer del periodismo una carrera exitosa, una promesa de periodismo y prestigio, y la segunda, crear una nueva narrativa desde la cual generar un sentido común alineado a la estandarización en clave corrección política de conceptos como independencia, democracia, periodismo independiente y DD.HH. Claro, también está la cobertura “independiente” de los procesos de cambio que vive la región.

En definitiva, una narrativa anfibia acorde a tiempos de excesivo pragmatismo financiero neoliberal, con una interesante pátina de formación periodística que permea mucho entre les estudiantes de las universidades públicas del conurbano, que ven en Anfibia un modo moderno de hacer periodismo independiente.

Tomado de: Agencia Paco Urondo

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Los gais durante el franquismo. Discursos, subculturas y reivindicaciones (1939-1977)

Autor: Geoffroy Huard

¿Cómo vivieron los gais durante el franquismo? ¿Qué discurso tenían sobre su sexualidad? ¿Estaba realmente condenada la homosexualidad? El historiador Geoffroy Huard intenta responder a estas preguntas a partir de numerosos periódicos, libros, testimonios, informes policiales y médicos, documentos de archivo de los tribunales de “Vagos y Maleantes” y de “Peligrosidad y Rehabilitación Social” (sin estudiar desde el regreso de la democracia a España). Mediante una reconstrucción meticulosa, rigurosa y documentada del mundo gay en nuestro país, Huard nos muestra, más allá de las ideas recibidas, cómo se ejercía la justicia de clase contra los homosexuales, una represión restringida principalmente a las clases populares cuando su forma de vida tenía un vínculo con la delincuencia, la vagancia o la prostitución, mientras que a los homosexuales de las clases medias y la burguesía que podían justificar un trabajo e ingresos “honestos” no se los condenaba. Son esos estilos de vida de las clases populares y esa justicia de clase lo que el autor restaura aquí.

Geoffroy Huard es profesor titular de historia contemporánea de España en CY Cergy Paris Université. Es autor de Los antisociales. Historia de la homosexualidad en Barcelona y París, 1945-1975 (Marcial Pons, 2014), Los gais bajo el franquismo (Egales, 2020) y coeditor junto con Víctor Mora de 40 años después. La despenalización de la homosexualidad en España, 1978-2018 (Egales, 2019). En la actualidad está preparando otro volumen colectivo, junto con Javier Fernández Galeano, sobre el papel de los archivos en la recuperación de la memoria LGBT.

Tomado de: Txalaparta

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Mi amigo Fidel

Ignacio Ramonet y Fidel Castro

Por Ignacio Ramonet

En el panteón mundial consagrado a aquellos que con más empeño lucharon por la justicia social y que más solidaridad derrocharon en favor de los oprimidos de la Tierra, Fidel Castro —le guste o no a sus detractores— tiene un lugar reservado.

Lo conocí en 1975 y conversé con él en múltiples ocasiones, pero, durante mucho tiempo, en circunstancias siempre muy profesionales y muy precisas, con ocasión de reportajes en la Isla o la participación en algún congreso o algún evento. Cuando decidimos hacer el libro Cien horas con Fidel, me invitó a acompañarle durante días en diversos recorridos. Tanto por Cuba (Santiago, Holguín, La Habana) como por el extranjero (Ecuador). En coche, en avión, caminando, almorzando o cenando, conversamos largo. Sin grabadora. De todos los temas posibles, de las noticias del día, de sus experiencias pasadas y de sus preocupaciones presentes. Que yo reconstruía luego, de memoria, en mis cuadernos. Luego, durante tres años, nos vimos muy frecuentemente, al menos varios días, una vez por trimestre.

Descubrí así a un Fidel íntimo. Casi tímido. Muy educado. Escuchando con atención a cada interlocutor. Siempre atento a los demás, y en particular a sus colaboradores. Nunca le oí una palabra más alta que la otra. Nunca una orden. Con modales y gestos de una cortesía de antaño. Todo un caballero. Con un alto sentido del pundonor. Que vive, por lo que pude apreciar, de manera espartana. Mobiliario austero, comida sana y frugal. Modo de vida de monje-soldado.

Su jornada de trabajo se solía terminar a las seis o las siete de la mañana, cuando despuntaba el día. Más de una vez interrumpió nuestra conversación a las dos o las tres de la madrugada porque aún debía participar en unas «reuniones importantes»… Dormía solo unas cuatro horas, más, de vez en cuando, una o dos horas en cualquier momento del día.

Pero era también un gran madrugador. E incansable. Viajes, desplazamientos, reuniones se encadenaban sin tregua. A un ritmo insólito. Sus asistentes —todos jóvenes y brillantes de unos 30 años— estaban, al final del día, exhaustos. Se dormían de pie. Agotados. Incapaces de seguir el ritmo de ese infatigable gigante.

Fidel reclamaba notas, informes, cables, noticias, estadísticas, resúmenes de emisiones de televisión o de radio, llamadas telefónicas… No paraba de pensar, de cavilar. Siempre alerta, siempre en acción, siempre a la cabeza de un pequeño Estado mayor —el que constituían sus asistentes y ayudantes— librando una batalla nueva. Siempre con ideas. Pensando lo impensable. Imaginando lo inimaginable. Con un atrevimiento mental espectacular.

Una vez definido un proyecto, ningún obstáculo lo detenía. Su realización iba de sí. «La intendencia seguirá», decía Napoleón. Fidel igual. Su entusiasmo arrastraba la adhesión. Levantaba las voluntades. Como un fenómeno casi de magia, se veían las ideas materializarse, hacerse hechos palpables, cosas, acontecimientos.

Su capacidad retórica, tantas veces descrita, era prodigiosa. Fenomenal. No hablo de sus discursos públicos, bien conocidos. Sino de una simple conversación de sobremesa. Fidel era un torrente de palabras. Una avalancha. Que acompañaba la prodigiosa gestualidad de sus finas manos.

La gustaba la precisión, la exactitud, la puntualidad. Con él, nada de aproximaciones. Una memoria portentosa, de una precisión insólita. Apabullante. Tan rica que hasta parecía a veces impedirle pensar de manera sintética. Su pensamiento era arborescente. Todo se encadenaba. Todo tenía que ver con todo. Digresiones constantes. Paréntesis permanentes. El desarrollo de un tema le conducía, por asociación, por recuerdo de tal detalle, de tal situación o de tal personaje, a evocar un tema paralelo, y otro, y otro, y otro. Alejándose así del tema central. A tal punto que el interlocutor temía, un instante, que hubiese perdido el hilo. Pero desandaba luego lo andado, y volvía a retomar, con sorprendente soltura, la idea principal.

En ningún momento, a lo largo de más de cien horas de conversaciones, Fidel puso un límite cualquiera a las cuestiones a abordar. Como intelectual que era, y de un calibre considerable, no le temía al debate. Al contrario, lo requería, lo estimulaba. Siempre dispuesto a litigar con quien fuera. Con mucho respeto hacia el otro. Con mucho cuidado. Y era un discutidor y un polemista temible. Con argumentos a espuertas. A quien solo repugnaban la mala fe y el odio.

Pocos hombres conocieron la gloria de entrar vivos en la leyenda y en la historia. Fidel es uno de ellos. Perteneció a esa generación de insurgentes míticos que, persiguiendo un ideal de justicia, se lanzaron, en los años 50, a la acción política con la ambición y la esperanza de cambiar un mundo de desigualdades y de discriminaciones, marcado por el comienzo de la Guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos.

En aquella época, en más de la mitad del planeta, en Vietnam, en Argelia, en Guinea-Bissau, los pueblos oprimidos se sublevaban. La humanidad aún estaba entonces, en gran parte, sometida a la infamia de la colonización. Casi toda África y buena porción de Asia se encontraban todavía dominadas, avasalladas por los viejos imperios occidentales. Mientras las naciones de América Latina, independientes en teoría desde hacía siglo y medio, seguían explotadas por privilegiadas minorías, sometidas a la discriminación social y étnica, y a menudo marcadas por dictaduras cruentas, amparadas por Washington.

Fidel soportó la embestida de nada menos que diez presidentes estadounidenses (Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo). Tuvo relaciones políticas con los principales líderes que marcaron el mundo después de la Segunda Guerra Mundial (Nehru, Nasser, Tito, Jrushov, Olaf Palme, Ben Bella, Boumedienne, Arafat, Indira Gandhi, Salvador Allende, Brezhnev, Gorbachov, François Mitterrand, Juan Pablo II, etc.). Y conoció a algunos de los principales intelectuales y artistas de su tiempo (Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Arthur Miller, Pablo Neruda, Jorge Amado, Rafael Alberti, Guayasamín, Cartier-Bresson, José Saramago, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, Noam Chomsky, etc.).

Bajo su dirección, su pequeño país (100 000 km², 11 millones de habitantes) pudo conducir una política de gran potencia a escala mundial, echando hasta un pulso con Estados Unidos, cuyos dirigentes no consiguieron derribarlo ni eliminarlo, ni siquiera modificar el rumbo de la Revolución Cubana. Y finalmente, en diciembre de 2014, tuvieron que admitir el fracaso de sus políticas anticubanas, su derrota diplomática e iniciar un proceso de normalización que implicaba el respeto del sistema político cubano.

En octubre de 1962, la Tercera Guerra Mundial estuvo a punto de estallar a causa de la actitud del Gobierno de Estados Unidos que protestaba contra la instalación de misiles nucleares soviéticos en Cuba, cuya función era, sobre todo, impedir otro desembarco militar como el de Playa Girón u otro directamente realizado por las fuerzas armadas estadounidenses para derrocar a la Revolución Cubana.

Desde hace más de 50 años, Washington (a pesar del restablecimiento de relaciones diplomáticas) le impone a Cuba un devastador embargo comercial (reforzado recientemente con las 243 medidas adoptadas por la administración de Donald Trump) con trágicas consecuencias para los habitantes de la Isla. Washington sigue conduciendo además una guerra ideológica y mediática permanente contra La Habana a través de las redes sociales para inundar a Cuba de propaganda como en los peores tiempos de la Guerra fría.

Por otra parte, varias organizaciones terroristas —Alpha 66 y Omega 7— hostiles a Cuba tienen su sede en la Florida donde poseen campos de entrenamiento, y desde donde enviaron regularmente, con la complicidad pasiva de las autoridades estadounidenses, comandos armados para cometer atentados. Cuba es uno de los países que más víctimas ha tenido (unos 3 500 muertos) y que más ha sufrido del terrorismo en los últimos 60 años.

Ante tan permanente ataque, las autoridades cubanas han preconizado, en el ámbito interior, la unión a ultranza. Y han aplicado a su manera el viejo lema de San Ignacio de Loyola: «En una fortaleza asediada, toda disidencia es traición». Pero nunca hubo —lo prohibió explícitamente Fidel— ningún culto de la personalidad. Ni retrato oficial ni estatua ni sello ni moneda ni calle ni edificio ni monumento con el nombre o la figura de Fidel, ni de ninguno de los líderes vivos de la Revolución.

Cuba, pequeño país apegado a su soberanía, obtuvo bajo la dirección de Fidel Castro, a pesar del hostigamiento exterior permanente, resultados excepcionales en materia de desarrollo humano: abolición del racismo, emancipación de la mujer, erradicación del analfabetismo, reducción drástica de la mortalidad infantil, elevación del nivel cultural general… En cuestión de educación, de salud, de investigación médica y de deporte, Cuba ha obtenido niveles que la sitúan en el grupo de naciones más eficientes.

Su diplomacia sigue siendo una de las más activas del mundo. La Habana, en los años 1960 y 1970, apoyó el combate de las guerrillas en muchos países de América Central (El Salvador, Guatemala, Nicaragua) y del Sur (Colombia, Venezuela, Bolivia, Argentina). Las fuerzas armadas cubanas han participado en campañas militares de gran envergadura, en particular en las guerras de Etiopía y de Angola. Su intervención en este último país se tradujo por la derrota de las divisiones de élite de la República de África del Sur, lo cual aceleró de manera indiscutible la caída del régimen racista del apartheid.

La Revolución Cubana, de la cual Fidel Castro era el inspirador, el teórico y el líder, sigue siendo hoy, gracias a sus éxitos y a pesar de sus carencias, una referencia importante para millones de desheredados del planeta. Aquí o allá, en América Latina y en otras partes del mundo, mujeres y hombres protestan, luchan y a veces mueren para intentar establecer sistemas inspirados por el modelo cubano.

La caída del muro de Berlín en 1989, la desaparición de la Unión Soviética en 1991 y el fracaso histórico del socialismo de Estado no modificaron el sueño de Fidel Castro de instaurar en Cuba una sociedad de nuevo tipo, más justa, más sana, más igualitaria, mejor educada, sin privatizaciones ni discriminaciones de ningún tipo, y con una cultura global total.

Hasta la víspera de su fallecimiento a los 90  años, seguía movilizado en defensa de la ecología y del medio ambiente, y contra la globalización neoliberal, seguía en la trinchera, en primera línea, conduciendo la batalla por las ideas en las que creía y a las cuales nada ni nadie le hizo renunciar.

Tomado de: Juventud Rebelde

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La utopía como escenario de disputa

Por Yosvani Montano Garrido

En la navidad de 1991 millones de personas vieron desde sus televisores como la bandera roja era retirada del Kremlin. Yo contaba con apenas unos meses de nacido. Una década después leería el simbolismo de esas imágenes que redondearon el suicidio del llamado socialismo real existente. Dos mundos culturalmente irreconciliables terminaban, al menos en apariencia, una batalla que desbordó los límites creados por los bloques políticos establecidos. El recurso del fin de la historia y el posmodernismo con su golpe a los grandes relatos fueron el epílogo de la encrucijada vivida por el sistema comunista de valores.

La gran derrotada resultó ser la esperanza de las mayorías. La palanca propagandística que se ensayó primero en el Chile de Pinochet y se proyectó luego contra el poder social en la URSS, mutiló progresivamente los valores de autodeterminación y soberanía que alimentaron la personalidad cívica de los pueblos al concluir el episodio bélico de 1945. Su potencia logró imponerse ante una historia de más de 26 millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial. La ficción protagonizada por una multitud de héroes y villanos resolvió linealmente la lucha política y resintió la conciencia de clase. En el llano de la simplificación, el binarismo, la polarización y el odio, tuvo lugar el Waterloo del socialismo soviético.

Los factores que abrieron la puerta al desplome están analizados en una cuantiosa literatura publicada en los últimos treinta años. Lo sucedido alrededor de aquel socialismo representa, todavía, un reto teórico y un desafío práctico de primer orden para el marxismo, el pensamiento radical y la izquierda contemporánea. En el plano simbólico, el efecto derrame dañó la gestación de nuevas propuestas, objetivos y programas ideológicos, indispensables para reanimar un movimiento progresista que sufrió el repliegue en estampida de una parte de sus mejores pensadores. Un aspecto agravado por la gestión deficiente del conflicto resistencia-alternatividad, la insuficiente sobreadapatación a contextos de las plataformas políticas y sus liderazgos, y los obstáculos para disputar efectivamente la hegemonía.

Cuba, por su parte, respondió al deslinde de los noventa con soluciones internas muy complejas encadenadas a una estrategia de sobrevivencia política. En el propio año 1990 se divulgó la convocatoria al IV Congreso del Partido Comunista. La defensa de la soberanía nacional, el perfeccionamiento de las labores de los órganos del Estado, la administración y la reconfiguración de las organizaciones de masas en el país, junto a las reformas económicas coparon los análisis. Un rasgo del Congreso, explícito desde la misma convocatoria, fue el replanteamiento de agendas y alianzas internas. Las movilizaciones con un hondo carácter popular para discutir problemas centrales de la transición socialista distinguieron el período.

La participación fue la dimensión fundamental de la estrategia de recuperación ideológica en los noventa. Haciendo uso de la persuasión, aquellas prácticas políticas incidieron en los métodos de trabajo institucional, el desencartonamiento de la comunicación social, la incorporación de las ciencias sociales a la modelación de escenarios, el debate sobre la noción de la seguridad nacional y el cambio generacional en sectores dirigentes. En uno de los momentos más difíciles de la vida de la nación, la narrativa ecuménica y un esfuerzo pedagógico descomunal, diferenciaron los procedimientos en aras de la orientación y la movilización de sentidos, en un saldo solo comparable con los primeros años de la Revolución.

Ese torneo de ajedrez político se libró en medio de la readaptación obligada a un mundo en el que la confrontación política añadió la lucha por el dominio de los lenguajes, la participación de operadores tecnológicos y una creciente corporativización de los medios de prensa como señales distintivas.

En medio de la crisis, el vacío doctrinario generado a partir de la retirada del marxismo y la incertidumbre expandida en las filas de una izquierda concentrada más en exponer “los defectos genéticos” del socialismo real, que, por construir alternativas, hizo que nuestras dificultades fueran dobles. Hubo que trabajar por restablecer la utopía del socialismo, al tiempo que se vencía un programa de guerra cultural intensificado estridentemente. Como tantas otras dificultades, las formas de la guerra no convencional pasaron a ocupar a los trabajadores del campo de las ideas, a políticos y a los agentes del orden interior.

Quedaron expuestas ante nosotros dos aristas de un mismo problema, que no permiten las superficialidades: la primera implica las lógicas con las que se identifican, a nivel operativo, los esquemas de financiación, la actividad enemiga directa contra Cuba y las estrategias de desestabilización del orden revolucionario mediante el ataque al bloque institucional, la persecución económica y el asedio internacional; la segunda y probablemente más compleja, se desprende de la actividad cultural del capitalismo, encaminada por vías y recursos muy variados al asesinato de la ideal social, a fabricar simpatías en segmentos muy estudiados de la población y a reproducir un patrón de consumo y prosperidad irresponsable, excluyente y nocivo.

La guerra cultural es un concepto-sistema atravesado por categorías, formulas y metodologías provenientes de un grupo muy nutrido de ciencias específicas que crecieron exponencialmente durante la segunda mitad del pasado siglo. Trabaja, por tanto, en todos los sectores de la realidad. En el centro de los manuales contemporáneos, las conductas, los proyectos de vida, las representaciones sociales, los imaginarios, las formas de entender la felicidad, las expectativas y proyectos colectivos; constituyen ejes de gigantescas operaciones de marketing que persiguen afirmar la adaptabilidad social mediante la espiral del silencio como fórmula de anulación de individualidades, haciendo uso de la opinión pública y la necesidad humana de aceptación, toda vez que secuestran las subjetividades políticas hegemonizando la vida cotidiana.

En el teatro de operaciones está desplegado un abanico transmedial y multifactorial, de naturaleza ubicua, que cubre el espacio noticioso, la opinión pública, resemantiza la noción de la democracia y somete al linchamiento las prácticas alternativas de una forma brutal. En esa red de significaciones están también dispuestos los enfoques clasistas, las filosofías en enfrentamiento y la idea general del modelo de bienestar por el que se trabaja. Todos aspectos profundamente conectados con la imaginación sociológica y el carácter antropológico de la actividad cultural.

Es necesario ampliar el análisis de cada aspecto diferente del problema y conectarlo con nuestras propias insuficiencias. La lectura primaria de cualquier documento de guerra no convencional permite entender que al despliegue de cualquier narrativa le antecede la creación de las condiciones que garanticen el éxito del dispositivo emocional. Tenemos que aprender a trabajar, en nuestra contraofensiva con estas pautas o de antemano cada iniciativa estará condenada al fracaso. Si las maniobras se organizan para agredir el tejido de la vida real, entonces habrá que establecer allí el campamento.

Sería muy positivo enfrascarnos en una batalla cultural orientada a movilizar los valores socialistas de forma creativa, con la energía suficiente para restaurar un ciclo heterodoxo en la cultura nacional, engrasar la maquinaria de los aparatos ideológicos del Estado en su conjunto, promover la intervención quirúrgica de zonas muy estancadas del pensamiento social donde tumorizó el conservadurismo social, enfrentar prácticas internas que operan en detrimento de la profundización del socialismo y mantener una discusión popular activa que sea positiva no por su edulcoraciones, tonos apocalípticos o adjetivos polarizantes, sino por su capacidad de enfocar aspectos concretos de la vida ciudadana y movilizar la inventiva popular en su solución.

En este caso cuenta decisivamente el telón de fondo de cada situación. Desconcertarnos con operaciones en redes sociales, permitirnos ser arrastrados a debates de laboratorio, reforzar cualquier práctica excluyente, con excepción de las que frenen intenciones incorregiblemente reaccionarias; reduce nuestras posibilidades de éxito. Hay que concentrase en un ejercicio de alfabetización popular que trabaje más sobre el método de “los maestros ambulantes” que con las iluminaciones pretenciosas que asoman por ratos la cabeza. No basta con que un grupo marche con una verdad política a la delantera, si es incapaz de hacer de esos conceptos, nociones y preocupaciones, un patrimonio que eleve la conciencia política del pueblo, entonces apenas está cumpliendo su función.

La identidad, el nacionalismo radical, el patriotismo y sus relaciones con las resistencias y revoluciones de este pueblo, estuvieron siempre más cerca de los actos que estimularon la capacidad de movilización del pensamiento, que de los que se levantaban como dueños irrestrictos de verdades. Es bueno recordar que esos valores fueron mucho más efectivos en el reclutamiento cuando embistieron a la razón, enfocando situaciones concretas con voluntad transformadora.

Lo esencial, no cabe duda, es que partamos de lo decisivo que para Cuba resulta esta batalla. Conocer, divulgar, denunciar y combatir la colosal maniobra de restauración capitalista puesta en marcha; implicó ayer, como hoy, una demanda por fortificar la capacidad refractaria de la cultura cubana ante las múltiples formas con las que el consumo va nivelando un modelo único de pensamiento.

Hay que trabajar en las redes, y hay, por sobre todas las cosas que trabajar, mucho y bien, en la realidad real. Resulta injustificable que nuestras escuelas carezcan de programas de recepción crítica, desestimen el entrenamiento para abordar de forma exitosa este desafío y reduzcan la formación en humanidades al simplismo más rampante. También es un error monumental que sigamos rehenes de un trabajo político ideológico chato que acude a la propaganda descolorida o a las justificaciones para emprender su cometido, aferrado a un sello de “verdad oficial” licuado hace décadas por el cambio de paradigma en la comunicación.

Hay que cortar la trasmisión que anticipa soluciones epidérmicas en el aspecto ideológico. Por otra parte, impulsar la producción de contenido simbólico efectivo que se encadene con el universo de relaciones económicas, y sea capaz de incidir en los proyectos colectivos y en las individualidades, sistematice las tareas de profundización de la hegemonía revolucionaria y enfrente la propensión a que lo nacional cada vez importe menos. Son asuntos planteados durante años en informes y discusiones, incluso han llegado a formar parte del discurso de los políticos cubanos más atrevidos, pero todavía es gigantesca la brecha respecto a la realidad.

En medio de los avatares económicos la incipiente industria cultural que empezaba a desarrollarse en los noventa permanece descapitalizada. Ha abandonado la proyección de encontrar soluciones renovadoras y creativas para permear la realidad con el contenido axiológico de sus producciones. Es una aventura difícil, pero de ella depende, en gran medida, la ampliación de nuestras capacidades para enfrentar el fenómeno sobre el que estamos razonando.

Frenar la descomposición de las ideas socialistas y los valores revolucionarios implica la articulación de un frente creativo con la capacidad de repensar integralmente nuestras soluciones ideológicas. Exige garantizar, mediante procesos firmes y sucesivos, el crecimiento del poder de las mayorías sobre las decisiones importantes y el manejo cotidiano de la sociedad. Ir más allá del condicionamiento material de nuestro contexto. Requiere análisis, debates, conocimientos y divulgaciones. Demanda que nos exijamos más. Que seamos capaces de atrevernos a interrogar de manera nueva nuestra realidad sin olvidar que cuando la gente hace cola para entrar voluntariamente en el infierno, ha empezado funcionar el mejor truco del diablo.

Tomado de: La Jiribilla

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España: los que ganaron mucho dinero con la pandemia

Su volumen de primas el año pasado ascendió a 2.732 millones de euros, con un 29,5% de cuota de mercado. Foto: El Español

Por Pascual Serrano @pascual_serrano

Casi año y medio después de que la OMS declarase la pandemia de COVID, es indiscutible que la economía ha sufrido una crisis que ha afectado a la población mundial. En el caso de España los datos son elocuentes, el porcentaje de población española en riesgo de pobreza o exclusión social subió 1,1 puntos en 2020, año marcado por el coronavirus, y se situó en el 26,4%, el dato más elevado desde 2017, según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE).

La pandemia ha empujado al paro a 2,14 millones de trabajadores, según el Servicio Público de Empleo Estatal español (SEPE), el 59,4% de los 3,4 millones de desempleados registrados. De ellos, se pueden considerar ya parados de larga duración, por llevar más de seis meses sin trabajo, 1,21 millones, más de la mitad. No hubo un aumento tan brusco desde 2009, cuando según los registros del SEPE experimentó un alza del 58,96%.

La consecuencia es que debido a la pandemia un cuarto de millón de familias españolas han acabado en las llamadas colas del hambre, ya son un millón y medio las que necesitan ayuda para poder llenar su nevera, lo que supone una de cada doce en un país con poco más de 18 millones de hogares. Eso en cuanto al Programa de Ayuda Alimentaria del FEGA (Fondo Español de Garantía Agraria), un organismo del Ministerio de Agricultura, y sin tener en cuenta la distribución de alimentos de otras ONGs y de las redes de apoyo de los barrios.

Esta es la situación más o menos conocida por todos y ampliamente difundida por los medios. Sin embargo, hay otra circunstancia que merece nuestra atención, se trata del otro lado de la balanza, los sectores, colectivos o empresas que, mientras se nos complicaba la economía a la mayoría, ellos han disparado sus beneficios, bien durante los momentos más duros de la pandemia o bien más tarde, como consecuencia de la pandemia.

Como ya contaba Noemi Klein en su libro La doctrina del shock, determinadas tragedias son aprovechadas por algunos sectores para tomar decisiones impopulares y hacer negocios. Veamos quiénes son.

Empecemos por la banca. El Ibex 35 es el principal índice bursátil de referencia de la bolsa española y está formado por las 35 empresas con más liquidez que cotizan en las cuatro bolsas españolas. Pues bien, los cinco grandes bancos del Ibex35 (Bankínter, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Santander) cerraron el primer semestre del 2021 con unos beneficios netos en el mercado doméstico de 3.773 millones de euros, según los resultados semestrales remitidos a la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores).

Si se incluye el negocio internacional, los beneficios de los cinco grandes bancos suman 8.224 millones. Esto supuso multiplicar por cuatro sus beneficios frente a los obtenidos en el mismo periodo de 2020.

El panorama quedaba así en el primer semestre del año actual: Santander ganaba 3.675 millones hasta junio, el mayor beneficio en un primer semestre desde 2010; BBVA, 1.911 millones; CaixaBank tuvo unos beneficios de 1.278 millones sin contar los extraordinarios de la fusión con Bankia; el Sabadell gana un 51% más (220 millones) y  Bankinter hasta 1.140 millones.

Lo más insultante es que el beneficio de los bancos se debe a la desgracia de los demás. La pandemia ha disparado la demanda de crédito por parte de las empresas y los autónomos, a quienes el parón de la actividad económica generó problemas de liquidez que les hizo recurrir a la banca, ya fuera directamente o mediante operaciones públicas como los avales del ICO (Instituto de Crédito Oficial), es decir gracias al Estado. Los bancos subieron los intereses y a hacer caja.

Otra fuente de aumento de ingresos de la banca a costa de las familias en plena crisis por la pandemia es el incremento de las comisiones que cobran por mantener una cuenta. Según se recoge en el barómetro sobre comisiones bancarias elaborado por la organización de consumidores Asufin (Asociación de Usuarios Financieros), disponer de una cuenta corriente y de una tarjeta para operar le cuesta en España una media de 140,16 euros al año a los clientes de las principales entidades financieras.

En algunos casos, como Bankinter y Santander, alcanza los 180 y los 240. Y todo en unos tiempos en los que, reduciendo cada vez más sus trabajadores en plantilla y ahorrándose esos sueldos, todos los servicios están automatizados y las gestiones las hacemos por internet o en el cajero.

Para redondear sus beneficios, la banca ha utilizado la pandemia para formalizar más de 15.000 despidos de trabajadores.

El resultado de todo ello será el reparto, según los analistas, de unos de 7.000 millones de euros entre sus accionistas.

Vayamos ahora a otro sector que se ha forrado durante esta pandemia. Agárrense, las eléctricas ganan en España un millón más cada día con el recibo de la luz que ha disparado su precio.

Las tres principales compañías eléctricas españolas, Endesa, Iberdrola y Naturgy, que controlan el 85% del mercado eléctrico español, han aumentado sus ganancias más de un 6% en la primera mitad de este año, cuyos dos últimos meses han registrado un desconocido encarecimiento del coste de la electricidad que soportan los hogares y empresas.

Los datos proceden de los resultados que esas mismas compañías han remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) donde reflejan unos beneficios conjuntos de 3.233 millones de euros del 1 de enero al 30 de junio de este año, 195 millones más que en el mismo periodo del anterior.

Han ganado cada día un millón más que el año pasado y han elevado hasta casi 750.000 euros por hora el ritmo de los beneficios. Destaca el caso de Naturgy que alcanzó un beneficio neto ordinario fue de 557 millones de euros.

Como estos beneficios no les parecen suficientes también acuden a la ventanilla del Estado a hacer caja. Iberdrola se embolsó el pasado mes un préstamo del ICO por valor de 6 millones de euros para generar hidrógeno verde en Barcelona.

Al importe del préstamo se suma una subvención de 3,7 millones de euros, procedente de la iniciativa Connecting Europe Facility (CEF) de la Unión Europea.

El negocio eléctrico ya lo están oliendo algunos. El hombre más rico de España, Amancio Ortega, el fundador de Inditex, a través de su sociedad Pontegadea Inversiones, ha entrado en el capital del grupo Red Eléctrica (REE) con una participación del 5% del capital, valorada en unos 456 millones de euros, el máximo que le permite la ley. Además también adquirió el 12% de la empresa homóloga portuguesa, Redes Energéticas Nacionais (REN), valorado en unos 190 millones de euros.

Hay que reconocer que la pandemia ha tenido sus consecuencias negativas en Amancio Ortega, su empresa inversora recortó su beneficio neto en 2020 y “solo ganó” 666 millones. Toda nuestra solidaridad, los ricos también lloran. Pero no nos preocupemos demasiado, se espera que en 2021 Ortega reciba cerca de 1.300 millones en dividendos de Inditex. Nos quedamos más tranquilos.

Pero volvamos a la energía. Repsol obtuvo un beneficio neto de 1.235 millones de euros en el primer semestre del año. Aunque para eso fue necesaria la solidaridad (involuntaria) de los españoles, que pagaron y siguen pagando un 21% más caro los carburantes que el año anterior. En julio la gasolina iba por su octava subida consecutiva.

Si una gran mayoría de los ciudadanos se ha quedado con su economía temblando tras la pandemia, no parece que haya sucedido lo mismo con las grandes empresas. No olvidemos que las grandes corporaciones en España pagan un tipo medio del Impuesto de Sociedades del 5,11% frente al 12,24% de las pymes.

Seguimos. Durante el primer semestre de este año Telefónica multiplicó por diez su beneficio neto respecto al año anterior, llegando al récord de 7.743 millones de euros.

Otra de las grandes, la tecnológica Indra, ha obtenido en el primer semestre del año un beneficio neto de 55 millones de euros, no solo supone dejar atrás las pérdidas del 2020 sino elevar un 63% el beneficio respecto a 2019.

No solo es que algunas empresas ya estén superando sus beneficios de antes de la pandemia, es que otras ganaron en plena crisis. Es el caso de la cárnica Campofrío, que ganó 11,4 millones de euros en 2020, un 58% más, y facturó 2.169 millones. Si bien durante la pandemia sufrió fuertes caídas en su negocio destinado a hostelería debido al cierre de bares y restaurantes, lo compensó con las ventas en el supermercado.

Hasta una tragedia como una pandemia sanitaria tiene beneficiarios. Los seguros de salud privados, durante 2020, batieron sus récords en España, tanto en número de asegurados (más de 11 millones) como en el porcentaje que este representa sobre el total de la población (23,4%) y en su facturación. El negocio superó por primera vez la barrera de los 9.000 millones de euros en 2020, según datos de la patronal aseguradora Unespa.

Si vemos la evolución durante el primer semestre de 2021, observamos que estos seguros de atención sanitaria han incrementado sus ingresos en un 4,8% frente a 2020 y un 10% si la comparación se efectúa con 2019.

El ranking lo lidera el SegurCaixa Adeslas, que integra a Caixabank y a Mutua Madrileña. Su volumen de primas el año pasado ascendió a 2.732 millones de euros, con un 29,5% de cuota de mercado.

Su éxito empresarial no fue consecuencia de la asistencia que prestaron a los enfermos de COVID, sino de la preocupación de la ciudadanía por la afectación de la asistencia pública en otras patologías ante la alta demanda de recursos sanitarios que supuso el COVID.

Y si de beneficios y sanidad se trata, los del gran pelotazo han sido las farmacéuticas de la vacuna contra el Covid. Pfizer, AstraZeneca, Moderna y Johnson & Johnson (J&J), matriz de Janssen, consiguieron un beneficio neto de 24.522 millones en el primer semestre de 2021, lo que supone un aumento del 66% respecto a 2020. (Pfizer, 8.845 millones; Moderna, 3.377; AstraZeneca, 1.782 y J&J, 10.500). Esos beneficios también se han reflejado en sus colaboradoras españolas: Rovi, 51 millones; Reig Jofre, 3,56; PharmaMar, 43,2.

Y ya se han dado cuenta que el negocio no ha hecho más que empezar. No solo están planteando la necesidad de una tercera dosis, sino que, según el diario británico Financial Times, el precio de la dosis de Pfizer pasará de 15 a 19,50 euros, y el de Moderna subirá de 19 a 21.

Y como de lo que se trata es de ganar dinero y pagar pocos impuestos, uno de los principales grupos de sanidad privada en España, los dueños de HM Hospitales, crearon nada más decretarse el estado de alarma una sociedad instrumental en Luxemburgo. Este mes de julio ya habían llevado allí 25 millones de euros.

No podemos olvidar uno de los grandes beneficiados con la pandemia, Amazon. El gigante de comercio electrónico cerró su año fiscal 2020 con unas ganancias netas de 17.700 millones de euros, casi el doble que en 2019, gracias al gran impulso de las compras por internet a consecuencia de la pandemia de COVID-19. Pero es que en el primer trimestre de 2021 registró un beneficio neto de 6.706 millones de euros, lo que supone triplicar la cantidad obtenida en el mismo periodo de tiempo del pasado año.

En general todo el sector informático ha salido beneficiado con el COVID. De acuerdo con los datos más recientes de la consultora International Data Corporation (IDC), la venta de portátiles, sobremesas y tabletas ha crecido cerca del 50% mundialmente en la última década. Si acotamos la tendencia únicamente a España, durante 2020, en plena crisis del coronavirus, la venta de portátiles creció un 300%, según los datos anunciados por la empresa PcComponentes.

En España, durante la pandemia, hasta ha hecho caja la familia del dictador Francisco Franco. Gracias al aval del Estado han logrado vender un hotel de lujo en Madrid y así embolsarse 114 millones de euros.

Y si alguien piensa que los beneficios de las grandes empresas favorecieron por igual a trabajadores y directivos se equivoca.

La pandemia provoca una caída sin precedentes del salario bruto medio en España. Según informó El País, la remuneración anual por trabajador se situó en 2020 supuso un retroceso del 2,6%, el mayor desde que empezó a elaborarse la Encuesta anual de coste laboral en 2008.

El dato contrasta con la evolución de los sueldos de los directivos. Los consejos de administración de las compañías del Ibex 35 ganaron 123,5 millones de euros en el primer semestre de 2021, cantidad que supone una mínima caída del 0,45% respecto a la masa salarial del mismo periodo del año anterior. En el caso de los miembros de la alta dirección de las compañías del Ibex 35, la masa salarial sumó 182,2 millones de euros, con un retroceso del 1,78%.

Ahora los beneficios agregados de las empresas del mercado continuo entre enero y junio de 2021 sumaron 30.304 millones de euros (en el Ibex el beneficio conjunto fue de 28.835 millones), poco de ese dinero irá para sus trabajadores.

Veamos algún dato al respecto. Según un informe de la plataforma InfoJobs, el 19% de la población activa señala que hace entre 1 y 2 horas extra a la semana no controladas o remuneradas; otro 19% indica que realiza entre 3-5 horas de más; y un 13% afirma incluso que cubre más de 5 horas extra a la semana sin recibir compensación económica alguna.

En conclusión, la mitad de los trabajadores españoles realiza horas extra que no están controladas o pagadas.

Por otro lado, según el Servicio Público de Empleo (SEPE), el 22% de los contratos firmados en la hostelería dura menos de una semana.

Una vez más se confirma que los tiempos de crisis son tragedia para muchos, pero de oportunidad para algunos. Hemos repasado el caso español, pero nos tememos que no será muy diferente en otros países. Lo triste es que tanto la tragedia como la oportunidad parece que siempre se repiten para los mismos.

Tomado de: Sputnik Mundo

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El pensamiento revolucionario

Los textos de Fidel y el Che son portadores de contribuciones de primer orden a la historia del pensamiento revolucionario

Por Graziella Pogolotti

Desde Aristóteles hasta Hegel, todos los filósofos que elaboraron sistemas de pensamiento integrales trabajaron en un ambiente propicio a la reflexión y el ejercicio del magisterio. El pensamiento revolucionario se ha ido haciendo impregnado por el fragor del combate.

Carlos Marx se sumergió en los archivos para acopiar la información necesaria para su estudio del capital, atento siempre a la participación en los debates que amenazaban con fracturar la unidad de la Internacional. Buena parte de la obra de Lenin se produjo al calor de las interrogantes planteadas al sentar las bases constitutivas de la Unión Soviética. Antonio Gramsci esbozó en la cárcel algunos de sus textos de mayor alcance.

La historia del pensamiento revolucionario no puede circunscribirse, sin embargo, a las ideas formuladas en el primer mundo desarrollado. Muy vigente en la actualidad, el proyecto emancipador encontró terreno fértil en los países históricamente sometidos al colonialismo. Teniendo en cuenta el antecedente bolivariano, José Martí comprendió la necesidad de emprender una segunda y verdadera independencia de América Latina, a la vez que advertía en Estados Unidos las señales del naciente imperialismo.

En el siglo XX se consolidó la alianza entre las oligarquías nacionales y el imperialismo en expansión. La violencia social y económica se complementaba con la multiplicación de las dictaduras. Para América Latina se hacía apremiante el llamado a una segunda y definitiva independencia, único modo de instaurar una auténtica justicia social.

El conocimiento de las ideas de Marx ofrecía el instrumental idóneo para analizar nuestras realidades específicas y elaborar plataformas programáticas que no constituyeran calco de modelos surgidos de otras realidades.

A contracorriente, venciendo obstáculos de toda índole, prosiguió la elaboración de un pensamiento revolucionario. El peruano José Carlos Mariátegui indagó acerca de los problemas de su país. Difundió sus ideas a través de Amauta, una publicación con nombre quechua que significa sabiduría.

El cubano Julio Antonio Mella, fundador de la FEU, del primer Partido Comunista y de la Universidad Popular José Martí, tendió puentes entre la tradición martiana y el pensamiento marxista. En su cuerpo atlético, dotado de poderosa energía vital, anidaba una inteligencia preclara. Fue asesinado en plena juventud por esbirros enviados a México por el tirano Machado. Se tronchaba así la existencia de un conductor capaz de mover montañas.

Según reiterada confesión personal, Fidel se hizo revolucionario en la Universidad. Tras la simbólica escalinata, en la entonces llamada Plaza Cadenas, se mantenía viva la memoria de la lucha antimachadista. Allí, el intercambio entre estudiantes de distintas facultades se imbricaba con el de maestros que habían participado en aquellos acontecimientos.

Leyó intensamente sobre historia de Cuba. Entró en contacto con los clásicos del marxismo. Se acrecentó su cercanía a la obra de José Martí. Se inició en la práctica de la política. Vivió en Bogotá la reacción popular ante el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Fueron jornadas intensas que le permitieron pulsar de manera directa la realidad latinoamericana. De ese aprendizaje emanó la sustancia de una visión estratégica y de un pensamiento dialéctico que articulaba los problemas de la Isla con los del mundo, desde una perspectiva descolonizadora y antimperialista.

Después del triunfo de la Revolución siguió acudiendo a la Universidad. Aparecía sorpresivamente. Al saber la noticia, la muchachada llegaba en tropel desde todas partes. En el diálogo informal, los jóvenes planteaban inquietudes e interrogantes. Fidel transmitía sus ideas, a veces muy audaces. Volvió al Aula Magna al cumplirse medio siglo de su ingreso en la Facultad de Derecho. Su discurso en esa ocasión propone una reflexión atemperada a los desafíos de los tiempos que corren.

En México, durante una larga noche de conversación, se produjo el encuentro entre Fidel y el joven médico argentino Ernesto Guevara de la Serna, quien había tocado con las manos los males de nuestra América y vivido los dramáticos sucesos del bombardeo y la invasión a Guatemala.

Combatiente heroico, encargado de importantes responsabilidades después del triunfo de la Revolución Cubana, el Che produjo una imprescindible obra intelectual. En Pasajes de la guerra revolucionaria afincó la mirada en los rasgos humanos de los combatientes. Convencido de la necesidad de profundizar los aspectos teóricos planteados por la construcción del socialismo, estimuló el debate sobre temas económicos, advirtió con lucidez las fisuras existentes en el proceso soviético y sometió a un riguroso análisis crítico los manuales de Economía Política elaborados en aquel país.

A no dudarlo, los textos de Fidel y el Che, dispersos muchos de ellos en discursos y apuntes, nacidos al calor de una práctica concreta, son portadores de contribuciones de primer orden a la historia del pensamiento revolucionario y conservan dramática vigencia en los momentos actuales.

Fidel nos convoca a tener plena conciencia del momento histórico cuando en todas partes se manifiesta la presencia de agrupaciones de inspiración fascista, entre ellas las que realizaron el muy notorio asalto al Capitolio, matizado por el ejercicio de la violencia a partir de una plataforma xenófoba, misógina y racista. Su extrema peligrosidad se proyecta hacia el dominio del universo, socava la soberanía de los pueblos y, como lo denunciara Fidel, sus efectos depredadores amenazan la supervivencia de la especie.

Por otra parte, la aplicación de políticas neoliberales ha producido estallidos en los países que bordean el costillar andino de nuestra América. En ese contexto, la resistencia antinjerencista de Cuba sitúa a la Isla, una vez más, en el fiel de la balanza para el equilibrio del mundo.

Tomado de: Juventud Rebelde

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