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60 millones de latinoamericanos padecemos hambre y 267 millones inseguridad alimentaria

Foto Santiago Times

Por Rubén Armendáriz

El hambre en América Latina y el Caribe está en su punto más alto desde 2000, con sesenta millones de habitantes que padecen hambre y 267 millones que sufren inseguridad alimentaria. Entre 2019 y 2020 aumentó 30%, casi 14 millones, el número de personas que enfrentan inseguridad alimentaria, alertaron varias agencias de la ONU.

En un nuevo informe, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, la Organización Panamericana de la Salud, el Programa Mundial de Alimentos y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia muestran cómo en sólo un año el número de personas que viven con hambre ha crecido en 13.8 millones, para un total de 59.7 millones de personas.

Si bien el coronavirus representa su propia amenaza para la salud, las consecuencias económicas de la pandemia también han significado alacenas vacías. Los meses de cierre y las restricciones a los viajes han afectado especialmente a los trabajos informales, en una región en la que faltar al trabajo un día puede significar tener poco que comer al día siguiente.

El panorama regional de seguridad alimentaria y nutricional 2021 apunta a que la prevalencia del hambre en el área se ubica actualmente en 9.1 por ciento, la más alta de los últimos 15 años. Esto se traduce en que cuatro de cada 10 personas en la zona –267 millones– experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave en 2020, 60 millones más que en 2019.

Además, en Sudamérica, la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave aumentó 20.5 por ciento entre 2014 y 2020, mientras en Mesoamérica hubo un aumento de 7.3 puntos durante el mismo periodo.

No obstante, señalan las agencias, la inseguridad alimentaria grave, es decir, personas que se han quedado sin alimentos o han pasado un día o más sin comer, alcanzó 14 por ciento en 2020, lo que supone un total de 92.8 millones, un fuerte incremento en comparación con 2014, cuando afectaba a 47.6 millones.

Dentro de este panorama de inseguridad alimentaria, por otro lado, no se han visto afectados de igual forma hombres y mujeres, ya que en 2020, 41.8 por ciento de las mujeres de la región experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave, en comparación con 32.2 por ciento de los varones. Esta disparidad incluso ha ido en aumento en los últimos seis años.

Debemos decirlo fuerte y claro: América Latina y el Caribe enfrentan una situación crítica en términos de seguridad alimentaria. Ha habido un aumento de casi 79 por ciento en la cantidad de personas con hambre entre 2014 y 2020, denunció el representante regional de la FAO, Julio Berdegué, quien indicó que si bien la pandemia ha agravado la situación el hambre ha ido en aumento desde 2014.

La producción de alimentos que se pierden o se desperdician representan anualmente más de ocho por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo, aunque en el caso de América Latina y el Caribe no se cuenta con datos que permitan determinar cifras exactas y evaluar la situación real por país.

La pérdida de alimentos se refiere a la disminución de la masa de comida que tiene lugar las primeras etapas de la cadena de suministro, desde que cosecha y produce hasta que se distribuye. Los desperdicios, en tanto, son las pérdidas que suceden cuando los alimentos se comercializan y se consumen. Pero mucho de los alimentos desperdiciados son codiciados por aquellos que deben recurrir a los desperdicios de otros para alimentarse.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), de todos los alimentos que se producen en el mundo 14 por ciento se pierde y 17 por ciento se desperdicia. Para los especialistas resulta inaceptable que se pierdan esos alimentos cuando en la región el hambre y la inseguridad alimentaria siguen siendo un enorme desafío

Las estimaciones previas subestimaban la magnitud del desperdicio de alimentos por parte de los consumidores. La cantidad de desperdicios en la realidad, según el reporte, es más del doble que la reportada previamente.

Las mujeres pasan más hambre que los hombres en toda la región, según la ONU. En 2020, aproximadamente el 42% de las mujeres sufría inseguridad alimentaria moderada o grave, frente al 32% de los hombres. Esta disparidad ha aumentado constantemente en los últimos años, con un incremento del 6,4% al 9,6% en el primer año de la pandemia.

En Guatemala, cerca de la mitad de la población sufre inseguridad alimentaria. Y en El Salvador y Honduras, las cifras son casi tan crudas, con cerca del 47% y el 46% de su población pasando hambre, respectivamente. Estos tres países son los puntos de partida de las caravanas de migrantes que se dirigen a la frontera sur de Estados Unidos en busca de una vida mejor.

En Sudamérica, Argentina experimentó el aumento más drástico de la inseguridad alimentaria en los últimos años, según el informe, con más de un tercio de la población con acceso limitado a los alimentos, resultado de una prolongada depresión económica que trajo de vuelta el espectro de la hiperinflación.

Década perdida

Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), la pobreza y la pobreza extrema alcanzaron en 2020 en América Latina niveles nunca observados en los últimos 12 y 20 años, respectivamente, así como un empeoramiento de los índices de desigualdad en la región y en las tasas de ocupación y participación laboral, sobre todo en las mujeres, debido a la pandemia de la Covid-19 y pese a las medidas de protección social de emergencia que algún   os países han adoptado para frenarla,

La pobreza en América Latina alcanzó a 210 millones de personas, casi 34% de la población de la región, gracias a las políticas de los gobiernos neoliberales y la pandemia del covid 19. Asimismo, la pobreza extrema afectó a 78 millones de personas, el peor registro en 20 años. Las cifras son para el término de 2020 y no consideran el permanente deterioro social en los meses transcurridos de 2021.

Uno de cada tres latinoamericanos vive bajo el umbral de la pobreza y ocho de cada diez son vulnerables, según el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que reveló que Honduras, país con poco más de nueve millones de habitantes, registró una tasa de pobreza del 57,8 %, lo cual se traduce en un retroceso de dos décadas en su desarrollo. El estudio señaló que Nicaragua y Guatemala presentaron tasas de pobreza de 55,7 % y 50,9 % respectivamente.

Antes de la covid-19, el porcentaje de personas en esa situación ya llevaba un lustro de crecimiento ininterrumpido. El virus, sin embargo, ha sido la puntilla final a esta preocupante tendencia. La mayoría de los países latinoamericanos experimentará un potente deterioro distributivo, un flanco siempre sensible en la región: quienes más han sufrido, están sufriendo y sufrirán los estragos de la pandemia serán los que partían de una situación peor.

“Como siempre, los grandes perdedores están siendo los pobres”, resumió gráficamente la jefa de la Cepal, Alicia Bárcena

Asimismo, la pobreza extrema, donde no están cubiertas las necesidades más básicas, habrá escalado hasta su nivel más alto desde el año 2000. El 12,5%, uno de cada ocho latinoamericanos, está ahora en esa situación; más de un punto porcentual que hace un año, cuando una crisis sanitaria era una opción remota, y casi cinco puntos más que en 2014, cuanto tocó el nivel más bajo de siempre, el 7,8% de la población.

La desigualdad en América Latina aumentó 5.6 por ciento el año pasado medida con el coeficiente de Gini. Nos espera otra década perdida y ni con el rebote de crecimiento en 2021 y los próximos dos años se logrará recuperar los niveles de la actividad económica anteriores a la pandemia, expuso Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

En términos monetarios la pobreza en América Latina y el Caribe tiene un claro sesgo intergeneracional: la incidencia de pobreza para el grupo de niños, niñas y adolescentes de hasta 14 años es mayor en 19 puntos porcentuales que la del grupo de personas entre 35 y 44 años, y 31 puntos porcentuales más con respecto a personas de 65 años o más.

De no tomarse en cuenta esta condición de privación de la población infantil en el diseño de políticas sociales, se corre el riesgo de repetir los ciclos intergeneracionales de la pobreza en la región.

Según las nuevas proyecciones de la Cepal, en 2022 América Latina y el Caribe crecerá 2,9% en promedio, lo que implica una desaceleración respecto del rebote de 2021. Nada permite anticipar que la dinámica de bajo crecimiento previo a 2020 vaya a cambiar.

Los problemas estructurales que limitaban el crecimiento de la región antes de la pandemia se agudizaron y repercutirán negativamente en la recuperación de la actividad económica y los mercados laborales más allá del repunte del crecimiento de 2021 y 2022.

En términos de ingresos per cápita, la región continúa en una trayectoria que conduce a una década perdida, advierte el informe. En el último año, la tasa de pobreza extrema habría alcanzado el 12,5% y la de pobreza el 33,7%. Las transferencias de emergencia a los sectores más vulnerables permitieron atenuar el alza de la pobreza en la región en 2020 (pasó de 189 millones en 2019 a 209 millones pudiendo haber sido de 230 millones, y de 70 millones en 2019 a 78 millones pudiendo haber sido 98 millones en el caso de la pobreza extrema).

Estas transferencias beneficiaron a 326 millones de personas, el 49,4% de la población. Sin embargo, la desigualdad en la distribución del ingreso aumentó (2,9% del índice de Gini). En tanto, la inseguridad alimentaria moderada o grave alcanzó a 40,4% de la población en 2020, 6,5 puntos porcentuales más que en 2019. Esto significa que hubo 44 millones de personas más en inseguridad alimentaria moderada o grave en la región, y 21 millones pasaron a sufrir inseguridad alimentaria grave.

Sobrepeso y obesidad

Otra de las grandes preocupaciones en América Latina sigue siendo el sobrepeso y la obesidad. El informe d los organismos de Naciones Unidas advierte que se está perdiendo la batalla contra otras formas de malnutrición: 106 millones de personas, lo que supone que uno de cada cuatro adultos, padecen obesidad. Entre 2000 y 2016 se notificó un aumento de 9.5 por ciento en el Caribe, 8.2 en Mesoamérica y 7.2 en América del Sur.

El sobrepeso infantil también ha ido en aumento desde hace 20 años; hasta 2020 se reportó que 3.9 millones de niños y niñas –7.5 por ciento de ellos menores de cinco años– tenían sobrepeso, casi 2 por ciento por arriba del promedio mundial.

En este contexto, América del Sur muestra la mayor prevalencia de sobrepeso en niños y niñas, con 8.2 por ciento, seguida por el Caribe con 6.6 y Mesoamérica con 6.3.

En América Latina y el Caribe, el Covid-19 ha empeorado una crisis de malnutrición preexistente. Con los servicios interrumpidos y los medios de vida devastados, las familias tienen más dificultades para poner alimentos saludables en la mesa, lo que deja a muchos menores con hambre y a otros con sobrepeso, lamentó el director regional de Unicef para América Latina y el Caribe, Jean Gough.

Esta situación ha llevado a la ONU a pedir acciones urgentes para detener el aumento del hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición, por lo que ha llamado a los países de la región a tomar medidas para transformar sus sistemas agroalimentarios y hacerlos más eficientes, resilientes, inclusivos y sostenibles.

Rubén Armendáriz. Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

Tomado de: Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico

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Trauma y represión a seis años de la operación Pandora II

Foto Público

Por Quim Gimeno

En octubre se cumplieron seis años de la operación Pandora II, en la cual diez personas fuimos detenidas bajo la ley antiterrorista. Seis años pueden parecer poco, pero, a día de hoy, mi vida —así como seguramente la de muchos del resto de encausados— ha cambiado mucho y hay cosas que las miro ya con el regusto de boca de haber quedado atrás. En los últimos años he dedicado mucho de tiempo a entender lo que me ha pasado en relación a diferentes procesos personales, entre ellos la represión. Esta búsqueda me ha llevado a descubrir y entender el trauma y como actúa en diferentes esferas de nuestra vida.

Sin querer entrar mucho y utilizando una descripción poco precisa, cuando hablo aquí de trauma me refiero al estado en que se queda nuestro cuerpo —en concreto partes del cerebro y del sistema nervioso autónomo— al ser expuestos a situaciones que no podemos procesar. Cuando acontece la herida traumática, nuestra psique se fragmenta, aislando la parte en que queda la memoria traumática, manteniéndose los mecanismos de protección ante el peligro en alerta, e impidiéndonos, a pesar de que a menudo de forma inconsciente, volver al estado de reposo inicial. Las consecuencias de esto pueden ser hipervigilancia y reactividad, estados de depresión y ansiedad, revivir eternamente la situación traumática a partir de flashbacks o pesadillas, estados de ánimo alterados, etc.

La historia de lo que hoy en día denominamos trauma, a pesar de tener un largo recorrido, cambia drásticamente a partir de diferentes experiencias de guerra del siglo pasado. Al volver, los soldados (sobre todo norteamericanos) a casa, muchos de ellos llegaban con heridas psíquicas que les impedían retomar sus vidas con normalidad. Esto fue especialmente significativo en la guerra de Vietnam, la cual dejó una elevada tasa de suicidios entre los “veteranos”. Es en este momento cuando diferentes organismos e instituciones norteamericanas empiezan a invertir mucho en investigación. Gracias a esto la neurociencia pudo entender mucho sobre cómo funcionaba y qué impacto tenía el trauma.

Algo de lo que se dieron cuenta era que las mismas huellas cerebrales y neuronales que observaban en los soldados, quedaban en personas que habían sufrido otras vivencias: maltrato de diferente tipo, supervivientes a catástrofes naturales o de asesinatos, etc. De hecho, la evolución de estas investigaciones nos ha enseñado que el trauma no es algo que pase solo a partir de hechos tan impactantes como una guerra o en situaciones que podemos considerar como altamente dramáticas, sino que también con experiencias que vivimos cotidianamente. La realidad es que la mayoría de personas tenemos en mayor o menor medida nuestra propia huella traumática.

Volviendo al tema que nos ocupa, la represión, estas investigaciones aportan luz sobre factores interesantes a la hora de afrontarla. Cuando, durante las guerras mundiales, aparecieron masivamente casos de trauma, uno de los primeros debates médicos se centró en el carácter moral de los pacientes. Desde la ética marcial de la época, un soldado tenía que ser un guerrero glorioso y no tenía que mostrar ningún tipo de emoción. Por lo tanto, en muchos casos estos pacientes eran vistos como inferiores, o incluso como holgazanes o cobardes. Algunos médicos llegaron a describirlos como inválidos morales. Poco a poco las investigaciones fueron demostrando el contrario: este tipo de daños también se manifestaban en quienes tenían una personalidad moral muy alta. De hecho, salieron a la luz casos de soldados que, a pesar de haber destacado por su valentía en el combate, habían acabado sufriendo lo que entonces denominaron neurosis de guerra. Finalmente, las autoridades médicas acabaron asumiendo la evidencia: cualquier soldado expuesto al peligro durante cierto tiempo podía desarrollar las mismas heridas psíquicas.

Si extrapolamos esto a nuestro mundo, podemos observar analogías muy claras: todos y todas podemos salir heridos de experiencias traumáticas como la represión. De hecho, a veces también insistimos al mantener la imagen moral del guerrero revolucionario, el cual no tiene miedo y se enfrenta a la lucha con la verdad como espada y la conciencia social como escudo; pero lo cierto es que este guerrero, si existe, también es susceptible de ser herido cuando se expone a una situación traumática. Somos vulnerables y, cuanto antes lo aceptamos, antes lo podremos integrar. Esto es algo importante de nombrar, ya que existe un tipo de pacto de silencio que nos impide hablar públicamente de ciertas cosas, como si nos volviera débiles o se generalizara un estado de miedo, y no nos damos cuenta de que es precisamente esto lo que nos debilita. Muchas personas que afrontan la represión con fortaleza y dignidad, detrás de los comunicados políticos y de las declaraciones judiciales, sienten el peso emocional de la experiencia que están pasando y lo viven en silencio. Esto solo sirve para aislarnos y,  consecuentemente, es un factor que tiende a debilitar nuestras comunidades.

Enlazado con esto, otra cosa que descubrieron es que lo más efectivo a la hora de afrontar y superar la herida traumática no era ni la moral marcial, ni el patriotismo, ni el odio al enemigo; era nada más y nada menos que el amor que sentían los soldados entre ellos. Los lazos interpersonales les ayudaban a superar la situación. Esta es, sin duda, una información de mucha relevancia: a la hora de afrontar la represión, nuestra mejor salvaguardia son los vínculos comunitarios que establecemos. Si las relaciones interpersonales que tenemos están dañadas, somos más susceptibles de no poder afrontar ciertos procesos. Esto es más importante todavía cuando estalla la represión, momento en que la tensión y el miedo acostumbran a suponer que nuestras diferencias crezcan. Nos guste o no, la represión es capaz de romper incluso los grupos que aparentemente están más unidos. Es por ello que es vital que esta unión sea más efectiva —y afectiva— que aparente.

A día de hoy diría que los vínculos humanos lo son todo en un movimiento revolucionario: la base, la estructura y la finalidad. Una de las mayores derrotas políticas que podemos vivir es la ruptura y disgregación de nuestras comunidades, cosa que muchas hemos podido experimentar y de lo que a menudo nos damos cuenta cuando ya es tarde.

Aun así, la lógica del trauma puede llevar implícita una tendencia al aislamiento. El daño en las relaciones no es algo secundario, sino que los acontecimientos traumáticos tienen un efecto directo en el sistema de vinculación que une el individuo con el grupo. Además, el trauma empuja a las personas a rehuir las relaciones íntimas y, al mismo tiempo, a buscarlas desesperadamente. La ruptura en la confianza básica, los posibles sentimientos de vergüenza e inferioridad y la necesidad de evitar situaciones que recuerdan al trauma llevan a las personas a rehuir las relaciones próximas. A la vez, el miedo intensifica la necesidad de protección. Es por ello que la persona traumatizada puede tender a aislarse y aferrarse de forma ansiosa e incoherente. Si entendemos que, además, las situaciones traumáticas muchas veces afectan todo un grupo, podemos imaginar las dificultades que atravesará este para poder afrontarlas.

Es importante que aprendamos a dejar de escondernos en los discursos y análisis sociológicos, hay otros factores importantes a atender a la hora de afrontar procesos colectivos. Se trata de poner nuestros propios cuerpos en el centro de lo que denominamos política o, en todo caso, entender que cuando vivimos ciertas situaciones es difícilmente eludible. Para finalizar quiero aclarar que no todo lo que tiene que ver con la represión nos habla de fragilidad, ni mucho menos, también lo hace de fuerza, coraje y determinación. Tendemos a pensar que una cosa y una otra son excluyentes, pero de lo que realmente se trata es de aprender a integrar la relación entre ambas.

El autor, una de las personas represaliadas en aquella operación policial ordenada por la Audiencia Nacional de España, profundiza en las investigaciones sobre el trauma psicológico y la fuente de información que aportan a la hora de afrontar procesos represivos como el que ha vivido.

Tomado de: El Salto

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Las luchas feministas en la Argentina

Foto: France 24

Por Gabriela Mitidieri

Una historia de las luchas feministas plantea desafíos: ¿cómo contar sin que parezca que todo estuvo ahí puesto para desembocar en un presente de derechos expandidos? ¿Toda lucha de mujeres es feminista? ¿Sólo hay mujeres en las luchas del feminismo? El recorte que aquí se propone es arbitrario. Al centrar la mirada en ciertos hitos existe la posibilidad de reconstruir un clima de época particular que atravesó –y moldeó– a lxs protagonistas de estas luchas. Verlos de cerca revela las complejidades, tensiones y ambivalencias de todo proceso histórico.

La obtención de derechos políticos hacia 1947 fue heredera de un largo recorrido previo iniciado hacia fines de la década de 1910, con la labor de militantes socialistas, comunistas y “librepensadoras” como Alicia Moreau, Julieta Lanteri y Elvira Rawson. El gobierno de Juan Domingo Perón inauguró la participación electoral de las mujeres –como sufragantes y como candidatas– tomando nota de su activa presencia dentro del movimiento peronista y del liderazgo indiscutible de Eva. Con el derrocamiento de Perón en 1955, la participación femenina tomó otros cauces. Fueron mujeres las que estuvieron detrás de algunas de las principales publicaciones durante la Resistencia Peronista. También fueron mujeres las que continuaron participando con nuevas estrategias dentro de sus sindicatos y partidos políticos contrarios al régimen de facto.

En 1968, el gobierno de Onganía derogó la minoridad legal de las mujeres casadas e introdujo la posibilidad de divorcio por consentimiento mutuo. Este mínimo gesto parecía querer tapar el sol con la mano. En todas partes, se gestaban cambios de proporciones inéditas que sacudían los cimientos del orden global: la Revolución Cubana, los procesos de descolonialización en Asia y África, los feminismos de la segunda ola, la oposición a la guerra de Vietnam, los movimientos de liberación sexual, el Mayo Francés. A nivel local, el Rosariazo y el Cordobazo, entre otras manifestaciones de repudio al onganiato, contaron con una activa participación femenina dentro de sindicatos, organizaciones de izquierda de viejo y nuevo cuño y como parte del movimiento estudiantil. Eran presencias que generaban tensiones. La falta de registro de lo específico de su participación en los relatos clásicos sirve de indicio de las jerarquías e invisibilizaciones que sufrieron las mujeres en el seno de la mayoría de los espacios revolucionarios. Hacia 1967, un grupo de maricas –sindicalistas, fugados de sus partidos, oriundos de Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja y Buenos Aires–se reunían en el conurbano bonaerense para crear un boletín llamado Nuestro Mundo. Uno de sus principales reclamos era la derogación de los edictos policiales que permitían el arresto de “amorales”, quienes terminaban en el penal de Villa Devoto. Aquellas reuniones serían el germen del Frente de Liberación Homosexual (1971).

La segunda ola

En nuestro país, el feminismo de la segunda ola tomó cuerpo en nuevas organizaciones a comienzos de la década de 1970. Militantes viajeras que tradujeron y circularon textos, artistas, intelectuales y compañeras desencantadas de sus espacios políticos estuvieron entre sus protagonistas. La Unión Feminista Argentina (1970), el Movimiento de Liberación Femenina (1972) y el Movimiento Feminista Popular (1974) fueron algunos de los nuevos grupos en los que no faltaron desacuerdos: la doble militancia de algunas entre el feminismo y partidos políticos, la identidad lesbiana de otras, y los posicionamientos encontrados frente a sucesos de la coyuntura implicaron resquebrajamientos y distancias. Entre tanto, la ONU señalaba 1975 como “el Año Internacional de la Mujer” y la realización de una conferencia en México en la que se definirían acciones para erradicar la discriminación hacia las mujeres en el mundo. En la Argentina, el Frente de Lucha por la Mujer (1974) –coalición de organizaciones feministas–, elaboró un pliego de reivindicaciones de cara al acontecimiento del año 75. Salario para el trabajo hogareño, potestad y tenencia compartida de los hijos, ley de divorcio, derogación del decreto que prohibía el uso de anticonceptivos y aborto legal fueron algunas de las demandas. Expresaban un momento del feminismo local que atendía a libertades civiles, derechos laborales y posibilidades de sexualidad libre y maternidad no obligatoria.

El terrorismo de estado iba a interrumpir e intentar silenciar experiencias políticas emancipadoras como aquellas. El exilio de feministas en esos tiempos habilitó intercambios entre compañeras en lugares como Brasil y México. Mientras, en distintos puntos del país, madres de detenidxs-desaparecidxs comenzarían su lucha incansable por memoria, verdad y justicia.

El retorno democrático fue lugar propicio para ciertas demandas feministas. En 1983 se conformaba la Multisectorial de la Mujer, reuniendo sindicalistas, militantes de partidos y feministas, que liderarían la convocatoria a una masiva marcha del 8 de marzo al Congreso en Buenos Aires el año siguiente. Su dinamismo se expresaba en conquistas de derechos como la patria potestad compartida (1984) y la Ley de Divorcio Vincular (1987). Ese año haría su aparición la bandera de los Cuadernos de Existencia Lesbiana –publicación lésbico-feminista– en la marcha del 8 de marzo. Un año antes tendría lugar el primer Encuentro Nacional de Mujeres. Y en 1988, la creación de la Comisión por el Derecho al Aborto, de la mano de la militante Dora Coledesky.

Los 90

Cabe recordar efemérides significativas al calor del neoliberalismo más crudo: la creación de la Asociación de Travestis Argentinas (1991) y el agite de compañeras en las revueltas de Cutral-Có y Plaza Huincul (1996). El inagotable accionar de referentas como Lohana Berkins, Nadia Echazú y Diana Sacayán sería también semilla de esa coalición de coaliciones que haría posible la Ley de Identidad de Género (2012). Entre tanto, 2001, asambleas, piquetes y cacerolas fueron terreno fértil para el nacimiento de diversas iniciativas que culminarían en la creación de la Campaña Nacional por el Aborto Legal Seguro y Gratuito, luego del XVIII ENM en Rosario.

Cada año, un nuevo Encuentro Nacional sirvió para poner en común agendas y para multiplicar y potenciar las luchas. El carácter fascinante y complejo de nuestro feminismo actual le debe mucho a esa red federal construida. Pandemia mediante, se sintió la falta del Encuentro ahora nombrado Plurinacional de Mujeres, Travestis, Trans, Lesbianas, Bisexuales y No Binaries, denominación que condensa también la amplitud de miras y diversidad de lxs sujetxs que cabemos ahí dentro del feminismo local.

En este flamante primer año de aborto legal, de cupo laboral travesti-trans y de iniciativas estatales para la erradicación de la violencia de género, cabe la pregunta por nuestra agenda por venir. Recuperarnos del Covid involucró reflexiones feministas en torno al cuidado, al teletrabajo, al trabajo informal, a los límites del lenguaje de derechos para imaginar futuros posibles. Ojalá un próximo Encuentro nos entrecruce para seguir pensando juntxs.

Tomado de: Caras y caretas

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«No se puede confiar en el imperialismo ni tantito así, nada»

Comandante Ernesto Che Guevara (1928-1967)

Por Ernesto Che Guevara

Discurso pronunciado por Ernesto Che Guevara en la inauguración combinado industrial de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1964.

Compañeros parientes de los mártires del 30 de Noviembre y de todos los sucesos revolucionarios que durante los días de la contienda libertadora se efectuaron casi a diario en esta ciudad de Santiago;

Compañero embajador de la República Socialista de Checoslovaquia.

Compañeros todos:

Hoy nos reunimos aquí para recordar, en un mismo acto, la celebración luctuosa y heroica de la Jornada del 30 de Noviembre y la inauguración de un Combinado Industrial.

El 30 de Noviembre tiene para todos los revolucionarios, y particularmente para aquellos que nos tocó el honor de acompañar a Fidel en el «Granma», una significación extraordinaria.

¿Por qué sucede el 30 de Noviembre? Ese hecho, y su relativo fracaso, tiene una explicación larga. Quizás la primera explicación podría decirse que nace en las luchas independentistas de nuestros mambises; pero luego tiene un antecedente cercano, también de derrota, también luctuoso y heroico: fue el 26 de Julio de 1953. En aquel memento quedaba abierta la batalla definitiva contra la dictadura batistiana y se abrían además cauces nuevos de extraordinaria significación para el pueblo de Cuba, también para los pueblos de América, y quizás —en alguna medida— para los pueblos del mundo.

A pesar de aquel fracaso, de los asesinatos en masa cometidos en el cuartel Moncada, de la prisión de los dirigentes del intento revolucionario, el espíritu revolucionario siguió en pie. Bajo la presión de las masas populares a todo lo largo y ancho del país, el Gobierno de Batista tuvo que decretar una amnistía, y Fidel Castro salió de la cárcel para preparar la batalla definitiva.

Allá en México se sucedieron días de extraordinaria tensión y de angustias infinitas. Presionados por la debilidad de muchos compañeros que todavía no habían adquirido el temple que la Revolución da a través de los golpes que hay que soportar día a día; presionados por las condiciones difíciles de un medio extraño, por las injerencias del gobierno batistiano, que por todos los medios trato incluso de asesinar a nuestro líder máximo; presionados, además, en el tiempo, por la existencia de un delator en nuestras filas, que ya había entregado una parte de nuestros cargamentos de armas, había denunciado a la Embajada cubana de aquel entonces y a la policía federal de México la existencia del yate invasor, de los aparatos de transmisión, de otros armamentos más importantes, y de núcleos de revolucionarios que iban a intentar cumplir de todas maneras la consigna lanzada aquel año de 1956, que era «Seremos libres o seremos mártires»; presionados por aquel cumulo de circunstancias adversas, con el peligro —día a día— de ser denunciados y de pasar nosotros revolucionarios auténticos por la vergüenza de ser considerados como todos aquellos falsos revolucionarios que desde Miami inventaban todos los días expediciones y se autodenunciaban a las autoridades para impedir llegar, y salir en los periódicos, como sucediera tantas veces a lo largo de nuestra gesta libertadora final, decidió Fidel salir de todas maneras, en cualquier forma aun cuando las condiciones no estaban totalmente creadas.

Y fue así como en los últimos días de noviembre del año 1956, teniendo ya la sospecha de haber individualizado al delator, pero sin que nos constara en absoluto esto, se salio del Puerto de Tuxpan una noche de tormenta en que la navegación estaba prohibida, y 82 expedicionarios iniciamos aquel viaje, sin experiencia, sin preparativos, sin orden ninguno.

Una consigna se hizo llegar a las diferentes organizaciones del 26 de Julio, pues nosotros pensábamos llegar el 30 de Noviembre a tierras cubanas. Sin embargo, toda una serie de factores adversos, inconvenientes del tiempo y de la navegación, nuestra falta de experiencia, dificultades en los motores del pequeño yate «Granma», hizo que solo llegáramos el 2 de Diciembre a la playa de Las Coloradas.

Sin embargo, las organizaciones del Movimiento habían recibido el anuncio de nuestra llegada, y encabezados por Frank País, y a la cabeza de toda la nación, los combatientes de Santiago escribieron aquella página heroica del 30 de Noviembre, con la cual se pretendía crear un clima en el país que impidiera a las tropas de Batista marchar rápidamente a combatir nuestra columna invasora.

El resultado ustedes lo conocen: tras algunos éxitos parciales sucedió aquí el aplastamiento de la insurrección popular, con su cortejo de mártires, como siempre sucede. Pocos días después del 2 de diciembre, el día 5 de diciembre, fue sorprendida nuestra pequeña tropa expedicionaria, que tras de pasar 7 días de navegación sufriendo mareos por la falta de costumbre, por la pérdida de las medicinas contra el mareo en aquella vorágine del minuto final de la partida, después de haber caminado durante horas enteras en las ciénagas, perdidos, sin haber podido hacer contacto con el Movimiento, extenuados hasta el límite de la resistencia humana, fuimos sorprendidos al atardecer del 5 de diciembre, y nuestra columna fue deshecha; y apenas grupos aislados de compañeros logramos ganar —por una u otra causa— la Sierra Maestra, que fuera nuestra vivienda, nuestro seguro albergue, el teatro de batallas importantes de la Revolución, una página histórica en la Revolución de Cuba y la catapulta que impulsara después, primero, a las columnas de Raúl Castro y Almeida para la invasión de la zona oriental de Oriente, después a Camilo Cienfuegos en la invasión de los llanos, y por ultimo las columnas expedicionarias hacia Las Villas.

En el curso de los 25 meses que durara la guerra tuvimos que pasar muchos sinsabores, muchas dificultades; estuvimos a punto de ser exterminados varias veces, sufrimos reveses. Pero cada vez, guiados por la fuerza moral, por el entusiasmo revolucionario y el empuje visionario de nuestro Jefe, nos recuperábamos de la derrota e íbamos ampliando nuestra fuerza.

Y en aquellos momentos sentíamos cercano a nosotros como ninguna ciudad de la Republica, como incluso algunas otras que geográficamente estaban más cerca, la presencia militante de Santiago de Cuba.

Los mártires cuya muerte recordamos hoy, no son más que un eslabón en la larga cadena de martirologio que acompaño durante dos años de Revolución a la ciudad de Santiago. Y todos los días hombres humildes del pueblo daban su sangre aquí, en las inmediaciones de esta ciudad, y en las columnas del Ejército Rebelde que llenaron también con sus hijos, por la libertad de Cuba.

La primera inyección de gente que venía de los llanos para incorporarse a nuestra exigua columna, que no podía crecer a pesar de haber transcurrido ya cuatro o cinco meses de Revolución, la recibimos una noche de abril o mayo, y venia en su mayoría de Santiago de Cuba, y era enviada a nosotros por el conductor que tuvimos aquí que se llamó Frank País.

Después muchas veces nosotros estábamos pensando en los peligros que corría la gente de la ciudad, pensábamos en lo difícil que era para un revolucionario tan conocido mantenerse en la clandestinidad, condenado a muerte ya por los esbirros batistianos. Y así, una noche del mes de julio —de los últimos días del mes de julio— del año 1957, en el instante de formarse dos columnas del Ejército Rebelde, todos sus oficiales enviaron una carta de agradecimiento a Frank País y a toda la ciudad de Santiago, por su acción heroica, firme y sostenida en el mantenimiento de la lucha revolucionaria. Pero esa carta ya no llego a su destinatario, porque Frank País también pago con su vida la insurgencia contra la dictadura batistiana.

Y así, muchas mujeres que hoy están presentes, recuerdan en el día de hoy sus hijos, sus maridos, sus padres, sus parientes más cercanos, que desaparecieron en las mazmorras de la policía, aparecieron un día balaceados en las inmediaciones de Santiago, o la noticia de cuya muerte llego también desde nuestro campo rebelde de la Sierra Maestra.

Esta ciudad se ganó plenamente el reconocimiento de todo el país. Oriente —que tradicionalmente había sido la cabeza de las luchas revolucionarias desde la época de Martí y Maceo y Máximo Gómez, aun antes, desde la época de Carlos Manuel de Céspedes— volvía a ponerse a la cabeza de la lucha contra la dictadura. Mucha gente de la que esta aquí recuerda con orgullo y con horror aquellos días pasados en Santiago. Hoy estamos cerca de celebrar ya el Sexto Aniversario de la culminación de nuestra lucha revolucionaria; hoy hay un nuevo espíritu en todo el país, una nueva alegría reconquistada para todos los cubanos. Y, además, la sensación nueva y cada día repetida de ser los forjadores de su propia libertad, de tratar a la libertad como algo propio y conquistado, como algo que se ha ganado con el sudor y con la sangre, con la lucha ininterrumpida, y la satisfacción siempre creciente de que el nombre de Cuba recorre los campos de América y recorre también los campos de otros países del mundo que luchan por su libertad, significando siempre lo mismo: la imagen de lo que se puede conseguir mediante la lucha revolucionaria, la esperanza de un mundo mejor, la imagen con la cual vale la pena arriesgar la vida, sacrificarse hasta la muerte en los campos de batalla de todos los continentes del mundo. Y esa es nuestra gloria, y de esa gloria participa particularmente la provincia de Oriente y la ciudad de Santiago de Cuba.

Pero en el día en que nos reunimos a recordar otro aniversario de una fecha triste todos debemos sentir orgullo; todo los que hoy estamos vivos y los parientes de los que hoy están muertos, pensando en lo que significó el sacrificio de sus parientes queridos, el sacrificio de sus hijos, de sus esposos o de sus padres.

Y hoy presentamos a ustedes otra nueva obra de la Revolución, que tiene también la significación de ser una obra hecha en conjunto con uno de los países socialistas que más ha contribuido con nosotros al desarrollo del campo industrial: la Republica Socialista de Checoslovaquia.

Hemos sido compañeros de tribuna del Embajador en varios actos en varias provincias de nuestro país. Y todavía no se ha acabado nuestra reunión, porque tendremos que inaugurar más fábricas construidas con la ayuda de la Republica Socialista de Checoslovaquia.

Hoy se inaugura oficialmente este combinado que lleva el nombre de la fecha gloriosa del «30 de Noviembre», y cuyas unidades llevan los nombres de los mártires que cayeron aquel día. Este es un combinado de la rama metalúrgica que se dedicara a la producción de tornillos en general, de tuercas y arandelas, de bolas forjadas de acero, de tornillos para carpintería y de cubiertos de mesa. Es una unidad mecánica. Trabajaran en ella cerca de cuatrocientos compañeros. Y tiene, además, la significación de que doscientos de estos compañeros pertenecen a aquel barrio insalubre que existía en los días de la Revolución en esta ciudad, que fue erradicado como una de las primeras medidas de la Revolución, y que hoy, cerca de aquí, ofrece las bellezas de una nueva vida que nosotros hemos bautizado como «Nuevo Vista-Alegre».

Cuando este a plena producción podrá satisfacer la mayoría de las necesidades del país en estos rubros.

Pero todavía nuestra deuda con Santiago no está ni remotamente saldada. Tenemos que seguir construyendo fábricas en esta ciudad, porque es una gran ciudad, capital de nuestra provincia de Oriente, y porque las necesitamos para darles trabajo a todos los compañeros que hoy lo necesitan, y a los nuevos muchachos que van saliendo de la adolescencia y necesitan también ganarse el pan diario.

Antes en esta zona habíamos pensado hacer un gran combinado automotriz; después, razones de índole económica nos obligaron a dejar para más tarde esta tarea. También habíamos pensado en el establecimiento de una siderúrgica, y también razones de índole técnica y económica nos aconsejaron retardar esta inversión y, además, trasladarla de lugar, ya que los grandes yacimientos de mineral de hierro están en la zona norte de la provincia de Oriente, en las zonas de la Bahía de Nipe o de Moa. Sin embargo, tendremos que seguir aquí nuestro trabajo de promoción industrial; seguirlo de tal manera que se instalen fábricas modernas que puedan competir con las fábricas similares del mundo en su tipo, y que den el suficiente trabajo para nuestro pueblo. Además, hay que hacer toda una serie de tareas de urbanización, de creación de condiciones necesarias para que esa gran obra industrial pueda llevarse a cabo.

Por eso se inició —y ya está en su fase final— la construcción de la gran termoeléctrica de «Rente», que tendrá en su primera etapa una capacidad de 100 000 kilovatios, y que esta diseñada de tal manera que puede aumentarse hasta 500,000 kilovatios.

Para darse una idea de la magnitud de esa cifra, deben ustedes pensar que hoy en Santiago todas las plantas de la Empresa Eléctrica apenas alcanzan un poco más de 30,000 kilovatios. Es decir, la primera fase triplicara la capacidad instalada, y la última fase multiplicaría por 15 la capacidad actual.

Además, tendremos que unir la red eléctrica de Oriente con la red eléctrica de Occidentes para formar un solo conjunto de unidades, que permita un trabajo mucho mejor.

Aquí en Santiago se están haciendo las obras de represamiento y canalización necesarias para que pueda contar con agua la ciudad y3 por lo tanto, poder desarrollar nuevas industrias. Y además, se desarrolla una tarea de urbanización bastante grande.

Todavía queda mucho por hacer aquí, como queda mucho por hacer en cada lugar del país. Pero eso lo debemos conquistar nosotros con nuestro esfuerzo cotidiano. Y tenemos para ello muchos deberes, pero hay dos que son los deberes fundamentales. Uno, el de la preocupación diaria por el trabajo, por la producción; por la producción y también en otros trabajos que no son directamente de producción, porque es tan importante trabajar en una máquina para sacarle el máximo de rendimiento como atender bien a algún ciudadano que va a cualquiera de las tiendas de nuestras organizaciones especializadas en ello, o de los restaurantes, o para un medico asistir con el mayor amor, el mayor interés, a cada uno de los pacientes que le son encomendados. Es decir, la tarea del trabajo debe estar constantemente a la orden del día.

Y dentro de toda esa tarea, y sobre todo para Oriente, la mayor productora de azúcar del país, debe estar presente en estos meses, como una tarea adicional, la tarea de la zafra azucarera.

Este año tendremos mucha más caña que el año pasado; tendremos, además, combinadas que nos ayudaran, pero el esfuerzo del hombre —y de la mujer, también—, es imprescindible para la zafra. Naturalmente que en las tareas de corte en general, las mujeres no rinden mucho trabajo —una gran cantidad—, en general digo yo, en general. Tampoco un burócrata en general rinde mucho trabajo, pero también los burócratas vamos a cortar caña y ponemos nuestro granito de arena, y por lo menos los burócratas entre los cuales yo corte el año 1964, por lo menos fuimos costeables, nos pagamos la comida con nuestro trabajo. Yo creo que las mujeres también pueden hacer eso, y si no, ayudar en muchas de las cosas, hay muchas otras tareas en las que se puede ayudar. Pero la zafra este año tiene que ser una tarea de todos, para todo el pueblo, pero sobre todo, para la provincia de Oriente, que es la mayor productora y que este año tiene muchísima caña. De manera que esa caña hay que cortarla, producirla en azúcar y después podremos gozar de los bienes que con esa azúcar compramos.

Esa es una tarea, la otra tarea es la de la capacitación; esa que estamos remachando y remachando, y remachando. Ahora hay una consigna que es la lucha por el sexto grado. Pero acuérdense, recuérdenlo bien, que dentro de unos años —no vamos a decir que año—, pero dentro de unos años, el que tenga sexto grado nada más, será analfabeto, será el analfabeto de sexto grado. De manera que sexto grado no es una meta a la cual hay que llegar y cruzarse de brazos, hay que seguir adelante, sobre todo la juventud, pero todos.

También los viejitos tienen que poner su parte y no convertirse en analfabetos, porque la Revolución viene avanzando a pasos gigantescos, y cuando él se crea que esta cómodo porque tiene sexto grado, de pronto se va a encontrar con que es analfabeto ya de nuevo. De manera que tiene que seguir, con un pasito tranquilo, pero continuo, aumentando sus conocimientos.

Y los jóvenes —yo entre ellos, me considero de los jóvenes—, tenemos que estudiar, y estudiar fuerte. Para nosotros no hay eso de que la vista me duele, que no me entra la lectura, que se me cansa, que no hay espejuelos, que tengo mucha guardia, que los niños no me dejan dormir, todas esas cosas que andan por ahí sueltas. Hay que estudiar de todas, todas, sin ninguna apelación. Recuérdenlo bien. Y acuérdense que esto, «sin ninguna apelación», es sin ninguna apelación moral, porque nadie le va a poner una bayoneta en la barriga a uno para que estudie, sino simplemente que es una obligación revolucionaria estudiar.

Fidel ha lanzado la consigna de la Revolución Técnica. Esa revolución técnica se está produciendo en el mundo entero, no solamente aquí. Los capitalistas también tienen su revolución técnica. ¿Para qué les sirve? Para multiplicar sus ganancias, para dejar más obreros sin trabajo, para bajar los salarios, para explotar más a todo el mundo sometido al dominio imperialista. Pero para nosotros tiene que tener un significado distinto, tiene que tener el significado de que todos alcancemos la posibilidad de modificar las cosas que tenemos a nuestro alcance, de crear nuevas maravillas de la técnica con nuestro propio esfuerzo.

Nosotros agradecemos mucho, por ejemplo, a la Republica de Checoslovaquia toda su ayuda. Me siento profundamente agradecido de la amabilidad del compañero Embajador, que siempre nos acompaña en todos estos actos para inaugurar fabricas que están construidas en todo lo sustancial de su equipo con la ayuda de Checoslovaquia. Pero les confieso que me sentiría muchísimo más a gusto si nuestro Embajador en Checoslovaquia, el embajador cubano, va a inaugurar una fábrica en Checoslovaquia, que se hace con maquinarias hechas en Cuba. Claro que de aquí a allá hay mucho que andar, pero hay que andarlo y hay que empezar a andar hoy.

La división internacional del trabajo va estableciendo la necesidad de que determinados países se dediquen a determinadas cosas. Y a medida que el mundo socialista se ensanche —y se ensanchará, inexorablemente— tendrá que ir organizándose el trabajo también, las especializaciones en el trabajo. Y algo de eso también nos tocara a nosotros, y más nos tocara cuanto más seamos capaces de ir produciendo nuevas cosas con la nueva técnica. De esa manera, eso que podría parecer simplemente un chiste, puede cumplirse. Porque Checoslovaquia hoy es un país muy adelantado que exporta fabricas a un sinnúmero de países del mundo, y exporta equipos a todos los países. Sin embargo, en algún momento nosotros podríamos exportar a Checoslovaquia o algunos otros países socialistas nuestros equipos, nuestra tecnología en algún punto determinado.

Ahora, esto se logra empezando a caminar hoy y siguiendo mañana y pasado mañana, y así constantemente por el sendero ese, que empieza en lo que se llamaba antes Seguimiento, ahora se llama Superación Primera, después Superación Segunda, sexto grado, después viene la Secundaria Básica, después el Pre-Universitario, después las carreras universitarias, las carreras tecnológicas y por ese camino es por donde nosotros tenemos que transitar. De manera que eso es importantísimo, y es importante que se grabe, no solamente en el pueblo de Santiago, en todo Oriente. Todavía quedan algunos campesinos por ahí que son analfabetos, no analfabetos de sexto grado, sino analfabetos de cero grado, y hay que caer arriba de ellos. Yo ayer me encontré con uno en Moa, analfabeto de cero grado. Hay que caerles arriba a esos compañeros, para que estudien, no dejar a nadie que se quede en esas condiciones. Y acordarse que eso es continuo, no se debe parar nunca. Y además, después de un punto que ustedes alcancen, se encontraran como solos, tienen ganas de estudiar, como cada vez que se adquiere un conocimiento sólidamente, se abre una base nueva para empezar a adquirir nuevos conocimientos. Y así, poco a poco, se va extendiendo esto, se va haciendo más necesario; los jóvenes podrán llegar a ser universitarios, los que no son tan jóvenes podrán llegar a ser técnicos, en fin, pero todos, tenemos que seguir por este camino.

Por último, quisiera recordarles una cosa: hoy celebrábamos esta fecha de que ya habláramos, con ese doble significado de la construcción en el país nuevo y de la muerte de los mártires indispensables desgraciadamente en esta época de la historia para que se produzca el advenimiento de los pueblos al socialismo.

Sin embargo, nosotros seguro aquí en América, y quizás en otros lugares del mundo, inauguramos una etapa nueva. Hemos demostrado como se puede hacer una Revolución al lado, en las fauces del imperialismo yanqui. Y no solo hacer, declarar socialista la Revolución, y no declararla de palabras, declararla expropiando a los explotadores, desarrollarla, resistir los embates del imperialismo, unirse cada vez más firmemente al campo de los países socialistas, extender nuestra influencia, nuestra voz, en el gran campo de los países llamados no alineados, que son no alineados en su gran mayoría, porque no han firmado pactos militares —como nosotros tampoco los hemos firmado con ninguna potencia— pero que, sin embargo, son antimperialistas y luchan por la extinción del imperialismo.

Nuestra lucha victoriosa trajo dos consecuencias: el despertar de los pueblos de América, que vieron que se podía hacer la Revolución, que palparon como se podía hacer una Revolución, como no estaban cerrados todos los caminos y como no era indispensable el mantenerse constantemente recibiendo los golpes de los explotadores y, como aquel camino podía ser no tan largo como pensaran algunos dirigentes de los partidos que están llevando la lucha tesoneramente contra las oligarquías y contra el imperialismo en cada país; y, al mismo tiempo, abrimos los ojos del imperialismo.

El imperialismo empezó a prepararse también para ahogar en sangre las nuevas Cubas que pudieran existir. Y antes de morir ya Kennedy había dicho que no admitiría nuevas Cubas en el Continente, y lo han reiterado sus sucesores que, además, son lobos de la misma camada, así que no habría por que pensar que fueran a tener una filosofía diferente.

Pero, además de reiterarlo, han demostrado sus intenciones de llevar a cabo esa acción, llevarla a cabo no solamente en América, sino en todos los países del mundo en que se creara la lucha, se desarrollara la lucha revolucionaria.

Ellos trataron de masacrar a Argelia, pero Argelia fue libre; tratan hoy de liquidar al pueblo de Vietnam, pero el pueblo de Vietnam es más fuerte que ellos y el pueblo de Vietnam sigue, día a día, anotándose nuevas victorias sobre el imperialismo y haciéndole cobrar, cobrándole también en sangre de sus soldados, la inmensa cantidad de víctimas que el imperialismo hace en el pueblo de Vietnam del Sur. Y la lucha sigue y seguirá hacia la victoria. Empezó, incluso, antes que la nuestra, en el Norte, se consolido antes de que nuestra revolución pudiera siquiera llegar triunfante a La Habana, pero todavía debe seguir luchando. Y Laos esta en las mismas condiciones, y en África hay varios pueblos que han tornado ese camino, con mayor o menor fortuna, pero han tornado ese camino; la Guinea portuguesa está triunfando en sus luchas. Pero hoy tenemos quizás más presente, más patente que ningún otro, el recuerdo del Congo y de Lumumba.

También en Latinoamérica la lucha se extiende. Los patriotas venezolanos, al occidente y al oriente de Caracas, tienen zonas liberadas. ¿Y qué hacen los casquitos en Venezuela? Lo que hacían los nuestros: desalojan campesinos, tiran bombas de Napalm, bombardean, ¿bombardean que en aquellas inmensidades?, bombardean casas de campesinos, siembran el terror y la muerte entre los habitantes pacíficos de las zonas rurales, pero siembran el odio también. Y el odio crece y se convierte en una fuerza de combate que cada vez es más peligrosa para el imperialismo.

Y lo mismo sucede desde hace dos años en Guatemala, donde las fuerzas de liberación luchan, y lo mismo sucede también en Colombia, donde en la región de Marquetalia las guerrillas orientadas y dirigidas por el Partido Comunista de Colombia uno de cuyos dirigentes nos honra hoy con su presencia aquí, el compañero José Cardona, luchan allá los patriotas y también allí el ejército asesina campesinos y bombardea poblaciones indefensas; pero también siembra el odio. Y también triunfaran.

Ahora en ese Congo tan lejano de nosotros y, sin embargo, tan presente, hay una historia que nosotros debemos conocer y una experiencia que nos debe de servir. El otro día los paracaidistas belgas tomaron por asalto la ciudad de Stanleyville, masacraron una cantidad grande de ciudadanos y, como acto último, después de haberlos ultimado bajo la estatua del prócer Lumumba, volaron la estatua del expresidente del Congo. Eso nos indica a nosotros dos cosas: primero la bestialidad imperialista, bestialidad que no tiene una frontera determinada ni pertenece a un país determinado. Bestias fueron las hordas hitlerianas, como bestias son los norteamericanos hoy, como bestias son los paracaidistas belgas, como bestias fueron los imperialistas franceses en Argelia, porque es la naturaleza del imperialismo la que bestializa a los hombres, la que los convierte en fieras sedientas de sangre que están dispuestas a degollar, a asesinar, a destruir hasta la última imagen de un revolucionario, de un partidario de un régimen que haya caído bajo su bota o que luche por su libertad.

Y la estatua que recuerda a Lumumba —hoy destruida pero mañana reconstruida— nos recuerda también, en la historia trágica de ese mártir de la Revolución del mundo, que no se puede confiar en el imperialismo, pero ni un tantito así, nada.

Bajo la bandera de las Naciones Unidas en el Congo fue asesinado Lumumba. ¡Y esas eran las Naciones Unidas que pretendían los norteamericanos que vinieran a inspeccionar nuestro territorio, esas mismas Naciones Unidas!

Pero esa es la gran lección que tenemos que aprender nosotros con los pueblos del mundo, la lección de estar decididos y firmes a no ceder ni una pulgada ante el imperialismo, porque es una guerra sin cuartel; porque independientemente de que Francia una vez haya sido símbolo, por ejemplo, de los pueblos libres del mundo, cuando luchaban contra la libertad del pueblo argelino esos soldados se convertían en bestias furiosas; y la pequeña Bélgica que gimió hace poco bajo la bota del imperialismo alemán, se convierte —en el Congo— también en una hueste de asesinos de hienas prácticamente, de chacales de la peor especie. Y para que hablar de nuestro «querido» conocido, el imperialismo norteamericano, cuyas huellas tantas veces han quedado aquí.

Entonces tenemos que aprender esa lección, que aprender también la lección del odio necesario, porque contra esa clase de hienas no puede haber otra cosa que el odio, no puede haber otra cosa que el exterminio. Y cuando los patriotas congoleños o de cualquier país del mundo tomen bajo su mano a aquellos que asesinaron inmisericordemente a tantos miles de infelices mujeres, criaturas, ancianos, hombres que no habían participado en la lucha, ¡hay que recordar! ¡Hay que recordar como recordamos nosotros después de la liberación, para que los crímenes no queden impunes para que no puedan miserables como Tshombe, por ejemplo, retirarse después a otro país, cuando pierdan la guerra que necesariamente va a perder!

Y esa lección de odio, de cohesión necesaria de todo el pueblo para luchar hasta el último hombre contra el imperialismo, tenemos que tenerla presente, porque nuestros peligros no han pasado; porque la alegría presente al construir nuestras fábricas, al inaugurar centros de trabajo, centros de recreación o de servicios de cualquier especie, todos los días se ve empañada por la acción del imperialismo. Y a veces en el intermedio de los centros de producción que nosotros vamos a inaugurar, tenemos que celebrar un acto donde despidamos algún soldado muerto en Guantánamo, algún patriota asesinado por los gusanos en cualquier lugar del país.

¡Y no bajar la guardia! Esta es la tercera de las importantísimas cosas que tenemos que tener presente.

Entonces, recordemos hoy, en la fecha de nuestras acciones gloriosas del pasado, el día que honramos a nuestros mártires, que el socialismo que estamos construyendo esta aquí cerca, pero que ese socialismo tiene como cimientos la sangre de muchos de los mejores de sus hijos de este pueblo, de los que nunca escatimaron su sacrificio, el riesgo de su vida para cumplir las tareas, y que ese socialismo tendrá todavía que basarse en un numero grande de nuevas víctimas, que de una forma u otra cobren los enemigos imperialistas. Y que tenemos que estar firmes y unidos para responder golpe por golpe y para construir en medio de la batalla. Y que nuestras consignas deben ser estas que más o menos he explicado: la del trabajo creador día a dia, la de la capacitación para hacer más fructífero ese trabajo, y la del odio inextinguible al enemigo imperialista que nos haga estar constantemente alertas y nos haga ser inflexibles en el cumplimiento de nuestro deber de revolucionarios.

Y recordemos siempre que la presencia de Cuba, viva y batallante, es un ejemplo que da esperanzas y que emociona a los hombres del mundo entero, que luchan por su liberación, y particularmente a los compatriotas de nuestro Continente, que hablan nuestra lengua, que tienen nuestra cultura, que tienen nuestros hábitos, nuestras costumbres, y que están cada día en mayor número comenzando a luchar por su liberación definitiva. Cumplamos, pues, a cabalidad, hoy, mañana y todos los días, la consigna que nos impone el deber sagrado de construir el socialismo en el país y de ser ejemplo vivo para todos los pueblos del mundo. ¡Patria o Muerte! (Aplausos y gritos de: «Venceremos»).

Tomado de: Centro de Estudios Che Guevara

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Rendición de cuentas

Niños separados de sus padres en la frontera México-Estados Unidos. Foto El Periódico

Por David Brooks

En imagen de hace unos días, migrantes esperan en La Joya, Texas, luego de haber cruzado el Río Bravo, que llegue el autobús de la patrulla fronteriza que los regresará a México. En este contexto, un informe de Doctores por Derechos Humanos confirmó que niños y padres separados en la frontera –algunos de menos de un año de edad– durante la política de “cero tolerancia” del ex presidente Donald Trump, están mostrando señales de trauma sicológico severo y trastornos mentales.

Un informe emitido la semana pasada por Doctores por Derechos Humanos confirma que niños y padres separados a la fuerza en la frontera México-Estados Unidos –más de 5 mil menores, algunos menos de un año de edad mientras mil 727 de ellos aún no han sido reunificados con sus familias– bajo la política de “cero tolerancia” de Trump están mostrando señas de trauma sicológico severo y trastornos mentales (https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0259576). ¿Alguien, el ex presidente, el arquitecto de su brutal programa Stephen Miller, y los cómplices en el gabinete, tendrán que rendir cuentas ante esta violación fundamental de derechos humanos?

Washington ha desplegado sus fuerzas armadas en el extranjero cientos de veces desde 1798 al presente (https://sgp.fas.org/crs/natsec/R42738.pdf); y esto no incluye las innumerables ocasiones en que se han realizado intervenciones y acciones clandestinas. Aunque casi todas estas acciones fueron proclamadas en nombre de “la democracia”, muchas violaron los principios democráticos e incluso aniquilaron expresiones democráticas. ¿Pero algún comandante en jefe, gabinete o jefes militares que fueron obligados a rendir cuentas para estas acciones y los crímenes de guerra que se cometieron incluyendo tortura, asesinato de civiles, destrucción de hospitales y escuelas y más?

Sin rendir cuentas por los actos ilegales y hasta terroristas de Estados Unidos contra Cuba a lo largo de más de medio siglo, el canciller y el equipo de política exterior de Washington siguen pretendiendo en público que su obsesión con el cambio de régimen en esa isla tiene que ver con “principios democráticos”, o afirmando que les importa el proceso electoral democrático en Honduras sin mencionar su apoyo del golpe de Estado ahí durante el gobierno de Barack Obama. No se le ocurre que su autoridad moral es nula sobre el asunto de la democracia justo por no rendir cuentas sobre su historia de intervenciones, apoyo a golpes de Estado y asesinatos políticos de líderes democráticos.

Tal vez el fraude financiero más grande de la historia hizo estallar la economía en Estados Unidos en 2007-2008, con la peor recesión desde la Gran Depresión y todas sus consecuencias sociales. Nadie ha rendido cuentas; ningún banquero fue enviado a la cárcel.

Expertos calculan que casi medio millón de personas en Estados Unidos (entre ellos muchos inmigrantes) perecieron “innecesariamente” durante el primer año de la pandemia por la irresponsabilidad de los políticos en la respuesta a la pandemia. ¿Quién rendirá cuentas?

Una amplia y creciente gama de políticos, intelectuales, militares y hasta empresarios han estado sonando la alarma de que la democracia estadunidense está en jaque. Un relator especial de la oficina de derechos humanos de la ONU concluyó que en Estados Unidos se está “minando la democracia” con medidas en varios estados buscando suprimir el voto de las minorías. Otro informe, del Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral concluyó que la democracia estadunidense está “en retroceso” al señalar “un deterioro visible de los ideales democráticos” con la disputa de resultados electorales legítimos, esfuerzos para suprimir participación electoral y actos de represión oficial contra protestas, entre otros factores. ¿Quiénes rendirán cuentas por sofocar la propia democracia en casa?

Sin rendición de cuentas no hay democracia, afirma Estados Unidos cada vez que enjuicia la política de otros países. ¿Pero aplica lo mismo para sí mismo?

“…. toda la gente equivocada está en la cárcel y toda la gente equivocada está fuera de la cárcel, toda la gente equivocada está en el poder y toda la gente equivocada está fuera del poder”, escribió el historiador Howard Zinn, afirmando que eso persiste porque “nuestro problema es la obediencia civil” frente a tanta injusticia. Ante ello, argumentó, a veces se requiere la desobediencia civil justo para obligar que el poder rinda cuentas y con ello defender esa esencia de la democracia.

Tomado de: La Jornada

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La muerte de Antonio Machado en un campo de concentración de Francia

Por Félix Población

España Democrática era el órgano en Montevideo (Uruguay) del Comité Nacional Pro Defensa de la República Democrática Española. En su número del 8 de marzo de 1939, semanas después del fallecimiento del poeta sevillano, da a conocer su muerte “en un campo de concentración en Francia”, no en el modesto hotel Bougnol-Quintana de Collioure donde encontró refugio gracias a las indicaciones del jefe de estación de la localidad, cuando don Antonio, su madre, su hermano José, la esposa de este y Matea Monedero, la asistenta de la familia, llegaron en tren el 28 de enero de 1939. Los acompañaba también el escritor Corpus Varga (Andrés García Corpus de la Varga, 1887-1975).

Fue en el citado hotel, como es sabido, donde con pocos días de diferencia fallecieron Antonio Machado y su madre, Ana Ruiz. El redactor de la información a la que aludo debió dejarse llevar por la gran tragedia humana que supuso para miles de republicanos españoles ser internados en los campos de concentración franceses,  una vez cruzada la frontera de los Pirineos. No estuvo don Antonio entre los muchos que perecieron en aquella invernal intemperie de miseria y hambre con la que obsequió aquella república a los republicanos españoles. El dolor de los vencidos que cabe imaginar en su ánimo y en el envejecido aspecto que presentaba en sus últimas fotografías influyó sin duda en que su vida se apagara 29 días después de su llegada a Francia, el 22 de febrero de 1939.

Se cuenta que, muy al contrario de lo que ocurrió con miles de sus compatriotas, internados en los campos de concentración franceses, las autoridades de aquel país pretendieron trasladar a París el cadáver de don Antonio para rendirle honores, pues se le consideraba a la misma altura que Paul Valery, pero su hermano José se negó a ello. El poeta español fue enterrado de prestado en el pequeño cementerio de Collioure, hasta donde acuden cada año miles de sus lectores.

Hasta 1958, los restos mortales de Machado ocuparon un nicho cedido por una amiga de la señora Quintana, dueña del hotel. Después pasaron al lugar que hoy ocupa, gracias a una colecta en la que colaboraron, entre otros,  Albert Camus, René Char, André Malraux y Pau Casals. El músico se ofreció a tocar en el segundo sepelio del poeta, pero por oposición de la familia a un acto público Casals tocó su violonchelo con el cementerio vacío. Nadie sabe, por lo tanto, si entonces se escuchó el conmovedor Cants del ocells (Canto de los pájaros), adaptación para el chelo de la popular canción catalana.

Según el periódico España Democrática, desconocedor de los últimos derroteros de la vida de don Antonio en esas cuatro semanas que duró su exilio, el poeta falleció “confundido entre la multitud de evacuados a raíz de la caída de Cataluña”. Tanto en el titular como en el texto de la noticia se une el nombre de Antonio Machado al de Federico García Lorca. Asesinado éste por los militares felones, para el redactor de la información no contrastada y solo supuesta a tantos kilómetros de distancia “era Machado la más alta expresión de la poesía lírica”.

La muerte de ambos poetas es glosada así por el periódico: “Federico, muerto a balazos, asesinado por la espalda, sobre la cinta blanca de una carretera bajo el cielo de Granada. Machado, confundido entre la multitud de hombres, mujeres y niños que desde hace casi tres años sufren la más dolorosa de las tragedias, puso punto final a su emocionante peregrinaje a través de los campos de su patria, muriendo de dolor y de pena, en un campo de concentración, bajo el cielo de Francia. Triste, doloroso destino el de estos dos grandes de las letras española. Triste y doloroso, pero heroico. Han muerto los dos, confundidos con los ideales de su pueblo; defendiendo su libertad y su derecho, en el terreno que les correspondía hacerlo; denunciando al mundo que la reacción fascista encarnaba fundamentalmente la negación de la cultura”.

No faltan en las dos páginas que España Democrática dedicó a la noticia ni el poema que don Antonio escribió con motivo del asesinato del autor de La casa de Bernarda Alba, ni los dos sonetos a la España vendida y al general comunista Enrique Líster. También se nos recuerda en la información que Antonio Machado no quería dejar Madrid cuando el gobierno del Frente Popular se trasladó a Valencia, ante el asedio de las tropas sublevadas a la capital de la República en el otoño de 1936. Encontramos igualmente en la misma página que ilustra este artículo un poema a la primavera y otro titulado Al otro conde don Julián, “que abrió las puertas de España a la invasión sarracena”. El que más me llama la atención quizá de todos los que se publican es el que el poeta escribió durante su estancia en Valencia en Villa Amparo, primera etapa de su camino hacia el exilio:

Otra vez el ayer. Tras la persiana,/ música y sol; en el jardín cercano,/ la fruta de oro; al levantar la mano,/ el puro azul dormido en la fontana./ Mi Sevilla infantil, ¡tan sevillana!,/ ¡cuál muerde el tiempo tu memoria en vano!/ ¡Tan nuestra! Aviva tu recuerdo, hermano./ No sabemos de quién va a ser mañana./ Alguien vendió la piedra de los lares/ al pesado teutón, al hambre mora,/ y al ítalo las puertas de los mares./ ¡Odio y miedo a la estirpe redentora/ que muele el fruto de los olivares,/ y ayuna y labra, y siembra y canta y llora!

El documento hemerográfico nos lo ha facilitado mi estimado amigo Manuel Álvarez Machado a través de su Revista machadiana, que siempre leo con sumo interés y en la que Manuel no deja de aportar de modo regular documentación muy valiosa sobre la vida y obra del poeta, a quien releo desde mi adolescencia con toda la frecuencia a la que me obliga mi temprana admiración por su persona y lo que dejó escrito.

Tomado de: El Salto

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7 datos que muestran cómo la violencia machista afecta las mujeres en América Latina

Los datos no son alentadores. La violencia machista sigue gozando de buena salud en América Latina y el Caribe, a pesar de que hoy hay más visibilidad del problema, presión de los colectivos feministas y mayor respuesta estatal, en comparación a los años anteriores.

El feminicidio, reconocido como la «forma más letal y extrema de la violencia de género», sigue afectando a más de 4.000 mujeres en la región, según los datos recopilados en 2020, aunque muestran una ligera disminución si se equiparan a las cifras registradas en 2019.

El más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), lanzado en el contexto del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, alerta sobre la necesidad de implementar políticas efectivas para erradicar los feminicidios y el resto de las violencias que padecen las mujeres y niñas, mientras que la ONU ya califica esta realidad como una «pandemia en la sombras».

¿Cuáles son los datos más alarmantes?

1) 4.091 feminicidios

De acuerdo al informe de la Cepal, en 2020 hubo un total de 4.091 feminicidios tipificados en 26 países de la región: 17 en América Latina y 9 en el Caribe. Sin embargo, el organismo destaca que uno de los problemas que tienen esos datos es que «no hay una metodología común para este delito».

Aunque hay una disminución de 10,6 % en la cifra de asesinatos de mujeres por razones de género, si se compara con 2019, cuando se produjeron 4.576 casos, los números demuestran que esa forma de violencia sigue afectando a miles de mujeres cada año.

Honduras, con 4,7 casos por cada 100.000 mujeres, encabeza la lista de feminicidios en América Latina en 2020, seguido por República Dominicana (2,1) y El Salvador (2,1), aunque esas tres naciones reportaron una disminución de este delito con respecto al año anterior. Lo mismo ocurrió en Bolivia, Brasil, Colombia, Guatemala, Paraguay, Puerto Rico y Uruguay.

2) Mujeres entre 30 y 44 años: las principales víctimas

Los datos que maneja la Cepal revelan que las mujeres de entre 30 y 44 años conformaron el tramo de edad con mayores víctimas de feminicidio, al registrar 344 casos el año pasado.

Del mismo modo, las adolescentes y mujeres adultas jóvenes, entre los 15 y 29 años, integran el segundo rango etéreo con más víctimas, con 355 casos en 2020; mientras que al menos 40 niñas y menores de 15 fueron asesinadas por razones de género en ese mismo período.

3) 357 niños y niñas sin sus madres o cuidadoras

Además de la violencia letal contra las mujeres, el estudio de la Cepal también contempla a las otras víctimas de los feminicidios: los niños, adolescentes y otros dependientes que quedan sin el amparo de sus cuidadoras.

Según el conteo, al menos 357 niños, niñas y adolescentes padecieron las secuelas de esta violencia en estos países de América Latina: Argentina, Chile, Costa Rica, Panamá, Paraguay y Uruguay.

4) 11 % de mujeres víctimas de violencia sexual

En América Latina y el Caribe, al menos 11 % de las mujeres y adolescentes mayores de 15 años han sido víctimas de violencia sexual al menos una vez en sus vidas, lo que representa el doble del promedio mundial, detalla la Organización Mundial de la Salud (OMS).

5) 1 de cada 2 mujeres, víctimas de violencia durante la pandemia

El más reciente informe de ONU Mujeres, titulado ‘Midiendo la pandemia en la sombra: violencia contra las mujeres durante el covid-19’, detesta que al menos una de cada dos mujeres «habían experimentado alguna forma de violencia desde el inicio de la pandemia».

El estudio, realizado con base en encuestas de 13 países, detalla que las mujeres que denunciaron ser víctimas de estas violencias tenían «1,3 veces más probabilidades de presentar un aumento del estrés mental y emocional que las mujeres que no lo hicieron».

6) 1 de cada 4 mujeres se siente menos segura en su hogar

Los datos que maneja ONU Mujeres también evidenciaron que al menos una de cada cuatro mujeres dijo sentirse «menos segura» en su propio hogar y que los conflictos dentro de su propia casa se incrementaron desde el inicio de la pandemia de coronavirus.

El maltrato físico (21 %) fue una de las razones más esgrimidas por las mujeres, mientras que otras comunicaron haber sido víctimas de daños por parte de otros miembros de la familia (21 %). Un 19 % reportó que otras mujeres en su hogar sufrían malos tratos.

7) 40 % de las mujeres se sienten más inseguras en la calle

Además de la inseguridad en su propio lugar de residencia, el temor a la violencia en las calles es una constante para las mujeres, ya que al menos 40 % de las encuestadas afirmó que se sentía menos segura al pasear solas por la noche.

«Cerca de tres de cada cinco mujeres también piensan que el acoso sexual en espacios públicos ha empeorado durante la covid-19», precisa ONU Mujeres.

En esa línea, la directora ejecutiva de ese organismo, Sima Bahous, ha destacado que la violencia contra las mujeres «es una crisis mundial existente» que se expande a la par de otras coyunturas y conflictos, y que contribuye a que «vivan con sensación de peligro, incluso en sus propios hogares, vecindarios o comunidades».

Esa situación, ya preocupante en sí misma, se agravó durante la crisis sanitaria del covid-19 debido a las medidas de confinamientos y aislamiento social que se implementaron, dando paso «a una segunda pandemia de violencia en la sombra contra mujeres y niñas, ya que a menudo se encontraban confinadas junto con sus maltratadores».

Tomado de: Cuba en Resumen

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Hola, lector

Moro (Cuba)

Por Ricardo Riverón Rojas

Pudiéramos, erróneamente, pensar que hemos hecho lo suficiente para enrumbar con buen timón la promoción de la lectura, pero nos estaríamos engañando. Tenemos buenas instituciones dedicadas a la tarea, pero cada día merman lectores.

Los escritores —es cierto— deberíamos escribir con la única esperanza de que nos lean; por mi parte no concibo mayor recompensa que los ojos de quien —con nuestras palabras como único aliciente— nos regala sus horas de reflexión y esparcimiento. Pero, ¡ay!, las dinámicas de la contemporaneidad nos obligan a escribir con el propósito de ganarnos la vida ejerciendo el oficio. Parece justo, pero entraña riesgos y no pocos derrumbes éticos mientras sonríe desde sus torres la falacia de un éxito cuyas fronteras solo el mercado certifica.

Las políticas de ampliación de posibilidades para la expresión artística en nuestro país, entre ellas la literaria, de alguna manera culposa minimizaron el papel de los receptores en la cadena comunicativa: el rol del emisor acaparó protagonismos, y no totalmente para bien. Las estrategias y acciones para propiciar su formación y desarrollo no tuvieron su parigual, con similar eficiencia, en el caso de los receptores, pese a la existencia de programas al respecto.

Es sabido que la formación de un lector a través de políticas públicas no se configura con acciones fundidas en la inmediatez, sino tras una construcción compuesta de capas sucesivas de influencias, con inicio en el hogar, continuidad en el sistema de educación (la más importante) y completamiento en hábitos de consumo cultural derivado del accionar de especialistas. No es algo que se coseche a corto plazo, ni que empiece por el final enfrentando al lector improvisado con un producto literario de esmerada elaboración.

Leer, para una buena parte de las digitalizadas generaciones actuales, discurre en la vida pública como un acto carente de elegancia, anticuado, y supuestamente inútil. En una época en que la apariencia importa demasiado y proyectarse como un ser globalizado implica distinción, plantarse a la vista de todos con un libro en las manos es visto, con bastante frecuencia, como costumbre demodé; leer en privado se evalúa, en no pocos espacios familiares, como esfuerzo innecesario que podemos sustituir con la ingestión de audiovisuales, bien sea en la pantalla de la TV o del teléfono móvil.

Que no se trata de un fenómeno privativo nuestro lo demuestra esta reflexión de Pedro César Cerrillo Torremocha, de la Universidad de Castilla La Mancha:

Aunque nunca se ha leído tanto como ahora ni nunca han existido tantos lectores, leer no está de moda; al contrario, es una actividad muy poco valorada por la sociedad, por los medios de comunicación y, particularmente, por los jóvenes: a muchos adolescentes, de los que leen habitualmente, les da vergüenza reconocer ante sus amigos que son lectores. Por otro lado, históricamente, los grandes lectores han sido considerados como “tipos raros” o locos.[1]

Como consecuencia de la generalización de la lectura virtual sobre la objetual se instauran unos saberes más sensoriales que cerebrales, se difumina la honda concentración que la lectura exige; se sustituye así entonces el trabajoso, pero deleitoso proceso de asimilación de estilos y contenidos por una degustación pasiva cuyas marcas en nuestro intelecto apenas rozan, con poco fijador, la corteza cerebral.

Respecto a lo anterior, aunque también el contexto difiera, resulta interesante este otro punto de vista, del español Andrés Hoyos:

…un libro, cuando sale bien, es la forma más potente que se conoce de concentrar el pensamiento sobre cualquier tema. Y vaya que el mundo contemporáneo exige que se le piense mucho, así que ¿la orfandad de los libros es indicativa de alguna decadencia? Sí y no o todo lo contrario, como se dice desde el tiempo de los romanos.[2]

Lo que con toda propiedad llamamos “un lector” no tipifica a alguien que engorda colecciones con libros que en su mayoría no leerá; ni quien visita las bibliotecas y librerías o asiste a eventos literarios y nutre su cultura con la oralidad de los coloquios. El auténtico lector se forja más en el silencio y el anonimato cómplices, preguntando al texto y elaborando sus respuestas a partir de su propia cultura y las inquietudes que este le despierte. El lector inteligente es el que elabora su sistema íntimo de referencias a partir de fundir la observación con las definiciones que otros lograron en su lucha con las palabras.

Múltiples han sido las estrategias que las instituciones culturales cubanas han desplegado a lo largo de varias décadas para fomentar el hábito de leer, pero nuestro modo de medirlo se centró demasiado en estadísticas: cantidad de títulos publicados, de visitas y préstamos bibliotecarios, asistentes a las ferias del libro y ventas de ejemplares. La pauta cualitativa solo la hemos recibido por encuestas de instancias investigativas, basadas en muestras cuya selección, por muy apegada que esté a las normas de la Estadística-Matemática, no dejan de ser aproximaciones. La única terapia efectiva, a mi modo de ver, solo la podríamos hallar en el incremento de la cantidad, profundidad y rigor con que sumemos y evaluemos contenidos literarios a la enseñanza primaria, media y universitaria.

La cantidad e intensidad con que se imparte la literatura como asignatura curricular ha mermado cuantitativa y cualitativamente con el paso de las décadas. En mi etapa estudiantil —hace ya tantos años, aunque ya en Revolución— en la enseñanza media y media superior recibí importantes contenidos de literatura española, hispanoamericana, universal y cubana. Tengo referencias de que hoy no es así. De igual forma, en la enseñanza superior se aspira a que los cursos de extensión —optativos y algo esquemáticos en la época en que los conocí— aporten el costado humanístico en aquellas carreras de perfil científico y técnico. No peco de absoluto, pero lo considero una carencia que urge superar.

La programación cultural de las instituciones está llamada a completar la formación y suplir las lagunas culturales de muchos profesionales, pero la baja intensidad de esos contenidos en los currículos académicos determina una disfunción que les impide a esos receptores, supuestamente idóneos, apropiarse de los mensajes culturales con todos sus matices y subjetividades profundas.

Tengo la certeza de que muchos de los desencuentros de ciertas zonas de la población con la institucionalidad revolucionaria se hubieran evitado, o minimizado, si la profilaxis de una cultura humanística profunda les hubiera permitido a esos actores hacer una lectura correcta de nuestra historia, de nuestra poesía, de nuestra épica y de nuestro —aun incompletamente realizado— proyecto de país. No es este el único problema dentro del complejo entramado que motivó esos acontecimientos, pero sí subyace, en los fondos esenciales, como brújula errática para maximizar descontentos.

Se ha dicho y se ha repetido: para cada problema, sino una solución, una política. Un giro drástico al rol que se le ha asignado a la cultura requiere de esas políticas nuevas en aras de hacer de nuestros compatriotas personas que, con códigos culturales sólidos como sostén, enfrenten y resuelvan los nuevos desafíos de una contemporaneidad que nos agrede —externa e internamente— cada vez de manera más desembozada, no solo desde lo burdo, sino también desde lo sutil.

Notas:

[1] Pedro César Cerrillo Torremocha: “Los nuevos lectores: la formación del lector literario”, Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, [en línea, disponible en: www.cervantesvirtual.com, fecha de consulta, 23 de noviembre de 2021].

[2] Andrés Hoyos: “Los libros huérfanos”, en El Espectador, 21 de julio de 2021, [en línea, disponible en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/andres-hoyos/los-libros-huerfanos/, fecha de consulta, 23 de noviembre de 2021].

Tomado de: La Jiribilla

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Telepredicadores

Por Francisco Sierra Caballero

En tiempos-encrucijada como estos, la incertidumbre y crisis de confianza son propiciatorios para el pastoreo y sermonear a costa, casi siempre, del bien común. Así, los discípulos de Torquemada proliferan en España y América Latina, con el nacionalcatolicismo del más rancio espíritu castellano y las cruzadas evangélicas de los corruptos diputados brasileños o bolivianos, que, en una suerte de pogromo de los macarras de la moral, forzaron los límites de la democracia para encarcelar a Lula, tratar de liquidar a Evo Morales y, no nos hagamos los pendejos, en el fondo perseguirnos a todos pues, hablamos de un problema global que trasciende el continente americano. Como el lawfare, esta realidad es común y se manifiesta a diario en España. Lean si no el último libro de Juan José Tamayo (La internacional del odio, Icaria Editorial, 2021) que disecciona magistralmente una realidad que da que hablar y que debe hacernos pensar. Quizás por ello, el otro día tuve la tentación (bendito pecado) de ver El reino, una serie sobre el ascenso a la presidencia de la República Argentina de un pastor evangélico, recién estrenada en una plataforma de pago. La obra, dirigida por Marcelo Piñeyro, lejos de resultar una distopía puede ser visionada como una crónica del presente hegemónico en Latinoamérica. El impacto de la misma da cuenta de la anticipación de los creadores de la serie. En la mayoría de los 190 países donde ha sido estrenada ha conquistado altos índices de audiencia y, particularmente, en el país austral los debates, memes, discusiones sobre la trama de la serie siguen generando una reflexión a tomar en cuenta en nuestro país sobre el papel de la justicia, el poder de la iglesia, la irregularidad financiera del poder eclesial o el rol de la política en la construcción de la ciudadanía, de la función de los medios a las operaciones encubiertas de los servicios de inteligencia del Estado que lo mismo nos ocultan por décadas golpes de Estado mediáticos o los consabidos casos de corrupción. Puede pensar el lector que viendo la agenda informativa, deberíamos hablar de otras cosas. Quizás de Afganistán, pero es lo que tiene la licencia de una columna: actuar incluso al borde de la ficcionalización o de la ocurrencia. Claro que habrá quien seguro consiga dar sentido a estas líneas, sin pregón ni oración posible. Al menos si conocen la realidad de Latinoamérica, donde el avance de la política purista de lo peor ha sido más que notoria en las últimas décadas, si bien tiene una génesis más antigua que explica el bloqueo de toda estrategia de mediación en grandes naciones como Brasil. Hablamos, sí, del origen del neoliberalismo.

Hace cinco décadas, la población evangélica constituía el 3% en América Latina, hoy suman el 20% y constituye un actor político de primer orden en subregiones como Centroamérica, Brasil y México. Si leen el Documento de Santa Fe I y II, entenderán geopolíticamente por qué. También cuál es el hilo negro de esta historia en la construcción del reino de Hazte Oír. Tal y como analizamos en La guerra de la información (CIESPAL, Quito, 2016), Reagan y la política de roll-back procuró en todo momento atenuar lo que consideraban una influencia maléfica en la doctrina de la Iglesia, la teología de la liberación. Junto a los nuevos think tanks como Heritage Foundation, los telepredicadores proliferaron en la guerra sucia contra Nicaragua y hoy respaldan a candidatos en Costa Rica o dominan la agenda mediática en Brasil con una amplia red de centros y radios comunitarias. Con Trump, esa hegemonía se tornó absoluta en Estados Unidos. El presidente republicano impuso y normalizó otra vuelta de tuerca, esparciendo por la vasta red de medios de los telepredicadores la mentira y su repetición, a lo Goebbels. Esta vuelta de tuerca puede resultar desternillante, de risa, una mala opereta de un actor de segunda, como lo fue Reagan. Lo grave es que terminará destornillando, como vemos, la democracia americana, haciendo inservible las instituciones de representación en EE.UU. y previsiblemente con la americanización de la comunicación política también en la UE, como ya ha sucedido de hecho en Brasil. Por ser más concisos y concretos, en España, la iglesia tiene más de 60 publicaciones periódicas diocesanas, 256 revistas, 145 canales de radio, la COPE, Radio María, 13 TV, Cadena 100 y una libertad o armisticio fiscal sin parangón en Europa. Y todo ello no precisamente por el carácter emprendedor de la cúpula episcopal. Añadan las redes de radio y televisión local evangélicas, sumen el duopolio televisivo y la ausencia de medios nacionales progresistas y hablemos de guerra cultural, de Vox y de derechos constitucionales. Aquí y ahora. En el terreno yermo de la distopía. Cosas en fin de mi síndrome postvacacional. Debe ser. Así es y así se lo hemos contado.

Tomado de: Mundo Obrero

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Rittenhouse: el símbolo que buscaba el supremacismo

Por Pablo Muñoz Rojo

Que las personas que Kyle Rittenhouse mató el 25 de agosto en Kenosha no eran víctimas ya lo sabíamos. Lo dejó claro el juez previamente al juicio cuando estableció que no se les podría considerar durante el proceso judicial como tal, pero sí como “matones” o “saqueadores”. Ya sabíamos por tanto que en este caso víctimas, de haberlas, solo podía haber una y se sentaba en el banquillo de los acusados.

No busco entrar a desarrollar la presunción, a la que me adhiero, de que si Rittenhouse no hubiera sido un chico blanco el resultado del juicio habría sido otro. Es más, la propia situación que derivó en la muerte de dos personas, difícilmente se hubiera llegado a dar siendo un joven no blanco fuerte y visiblemente armado introduciéndose en una manifestación de supremacistas blancos. La policía directamente no le habría permitido llegar a tal punto de una forma u otra. Por el contrario, Rittenhouse y otros como él llegaron a dar botellas de agua a la policía esa noche. Un joven visiblemente musulmán con determinada estética nunca hubiera llegado tan lejos. De alguna forma esa imagen hubiera generado más amenaza que un hombre blanco portando un fusil.

Si bien no hay duda de que lo anterior es especular, tampoco la hay en que tal especulación se apoya en un proceso histórico, en los datos sobre la judicialización de unas poblaciones y otras; los datos sobre las brechas del gatillo fácil de la policía sobre unos y otros; en los datos sobre las diferencias en condenas y sentencias; los datos de los ataques terroristas supremacistas en los últimos 20 años en el país superando por mucho a cualquier otro tipo de terrorismo; etc. En definitiva, en una historia de larga trayectoria que llega a nuestros días.

Tal premisa —la que relaciona sospecha y raza— está ampliamente documentada. Podemos acordarnos de Tamir Rice, un niño negro de 12 años que fue asesinado por la policía cuando portaba una pistola de juguete. Rittenhouse caminaba con un fusil entre la policía y nunca fue alertado, muchos menos disparado, ni antes de que matara a dos personas ni después. Pero superando y aceptando esta idea demos paso otro elemento que considero clave para entender el veredicto.

La justicia en Estados Unidos está marcada claramente por el carácter socioeconómico de quienes pasan por ella. Es una justicia que condena a las personas pobres, quienes no se pueden permitir el costo de los mejores abogados, sobre todo en un sistema basado, en parte, en jurados civiles. El asunto es que ese carácter socioeconómico no viene solo, sino que está profundamente racializado pues la pobreza y las clases asalariadas vienen a estar fuertemente racializadas, igual que la riqueza y los dueños de los medios de producción. Ahora bien, esa justicia que está condicionada por los recursos económicos no duda en llegar a salvar a determinadas personas en función de los intereses de la defensa de un estatus quo definido desde la blanquitud.

La defensa de la blanquitud está relacionada con el poder y eso implica las estructuras económicas dominantes y quienes las controlan. La defensa legal de un joven blanco de familia de clase obrera no habría sido altamente financiada por otros hombres blancos (anónimos) —se lo que estoy diciendo— si no fuera porque el caso implicaba el juicio político contra un hombre que salió a defender la blanquitud acompañado de un fusil y que tal acto, terminó de una de las formas que entraban dentro de lo probable, matando a dos personas e hiriendo a otra. Cuando vas fuertemente armado a otra ciudad y te adentras en una manifestación ideológicamente contraria en un contexto de muchísima tensión, que termines disparando a una de esas personas con lo que ello puede implicar no debería sorprender a nadie. Los dos millones de dólares que recibió para costear su defensa no llegaron porque fuera un joven de familia obrera, sino por su condición racial explicitada en su manifiesta ideología frente al antirracismo.

Así, la amplia financiación de la defensa, esencial para entender el resultado del juicio, no se da porque interese lo que le pase a un joven blanco obrero, sino por lo que representaba simbólicamente. El supremacismo, que controla entre otras cosas el capital, salió en defensa de sí mismo a sabiendas de cómo funciona la justicia. Esos dos millones de dólares dan entre otras cosas para que la defensa genere dos simulacros de juicio con sus propios jurados. Una suerte con la que no cuenta la amplia mayoría de quienes pasan por los tribunales.

A partir de ahí el éxito viene dado. El verdugo pasa a ser víctima y el relato vuelve a estar dominado por ellos. Ahora vendrán entrevistas que buscarán humanizar la respuesta inhumana que tuvo, y buscarán situarlo ya no solo legalmente sino socialmente, y lo que es peor, moralmente como en el lado bueno de la historia. Ya se ha anunciado la publicación de un documental próximamente en el popular medio de extrema derecha Fox News. Rittenhouse era el símbolo que supremacismo necesitaba y por eso no dudó en invertir en él.

Debe entenderse que con esto no solo se refuerza el símbolo, sino que se crea la legitimidad legal, moral e incluso política para los futuros Rittenhouse. Al final, este joven solo dio un paso más de aquel matrimonio que apareció fuertemente armado en San Luis apuntando a los manifestantes del Black Lives Matter desde la puerta de su casa y que se convertirían en imagen de la campaña de Trump llegando a aparecer en alguno de sus mítines.

El peligro de esta sentencia viene de la creación de un precedente: la ausencia de consecuencias para cualquiera que se presente armado contra una manifestación antirracista. Todo ello bajo la premisa de que la amenaza siempre parte de los otros. Y esto es precisamente lo que se ha venido legislando en diferentes estados del país como Misuri, Oklhahoma o Florida en relación con las personas que decidieron embestir con sus coches durante las protestas de Black Lives Matter en el 2020. Según Ari Weil, investigador sobre terrorismo del proyecto Seguridad y Amenazas de la Universidad de Chicago, desde el inicio de las protestas el 27 de mayo hasta el 5 de septiembre habían tenido lugar por lo menos 104 casos de personas arrollando con sus vehículos a manifestantes entre los que, por lo menos en 43 de ellos, se evidenció malicia y premeditación. La consideración del coche como un arma de legítima defensa amparada en diferentes legislaciones, como en el caso de las armas de fuego, viene a blindar jurídicamente a aquellos que bajo una sensación de amenaza deciden, como en este caso, disparar contra personas en una manifestación.

Se ampara así parte de los comportamientos y formas de actuar que el supremacismo ha venido realizando y que ha terminado con la vida de personas que estaban ejerciendo su derecho a la protesta por el fin del racismo. Se evidencia así la connivencia del racismo estructural desde lo legislativo a lo judicial a partir de toda una arquitectura, que marcada por la racialidad de las clases sociales, sirve para determinar el devenir y las consecuencias legales de los actos en función de quien los perpetúe y a su vez en función de los intereses políticos, económicos e ideacionales de quienes tienen la capacidad de financiarlos. Todo ello forma parte de la violencia invisible, estructural, que es codificada por el capitalismo racial.

Tomado de: El Salto

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