Textos prestados

La biografía cósmica de Lula

Por Emir Sader

Después de diez años de innumerables horas de entrevistas con Lula, con otras personas y de investigación, el conocido periodista brasileño Fernando Morais publicó el primero de dos volúmenes de su biografía de Lula.

Desde que dejó la Presidencia de la República —con un 87% de apoyo— Lula soñó con este libro. Una obra que reprodujera, lo más fielmente posible, su experiencia de gobierno.

Varias veces que hablé con él en el Instituto Lula me mostró los muchos materiales que tenía guardados para el libro. Un sueño que empezó a realizar con Fernando Morais nada más dejar el gobierno. El libro —entre las casi 100 páginas de ilustraciones— reproduce una foto de 2011 con Lula abatido por el tratamiento del cáncer de garganta que lo aquejaba, grabando una entrevista para el libro.

¿Qué tipo de biografía es esta? Hegel dijo que hay biografías que son historias privadas, individuales, particulares. Otras son biografías cósmicas, cuando la trayectoria del sujeto está en el centro de grandes acontecimientos, cuando refleja el espíritu del tiempo.

Este es el caso de la biografía de Lula, cuya trayectoria se entrelaza con la historia de Brasil, en los períodos más importantes del país. Primero, como migrante del nordeste del país, nacido en la región más sufrida de Brasil, víctima del modelo de desarrollo capitalista, que favoreció al Centro-Sur, en detrimento de otras regiones, especialmente del nordeste.

Víctima de las grandes sequías de la década de 1950, emigró al sur, con su madre y siete hermanos, en un viaje de 13 días en un pau-de-arara, comiendo azúcar morena (rapadura) y harina, vistiendo la misma ropa. Él, que iba a buscar agua todas las mañanas con el balde en la cabeza, que comió pan por primera vez solo a los siete años, llegó al sur, junto a millones de personas del nordeste, en busca de mejor suerte en San Pablo.

Lula era parte de una nueva generación de la clase trabajadora brasileña que construiría la riqueza de San Pablo. Allí Lula fue lustrabotas, repartidor de ropa en tintorería, cadete de oficina, hasta que pudo hacer el curso técnico de tornero mecánico. “Ese curso fue lo mejor que me pasó en la vida”, dijo.

El libro dedica un análisis detallado del período en el que Lula pasa, en poco tiempo, de una fábrica a ser un dirigente sindical y líder del nuevo sindicalismo. Un período esencial en la vida de Lula y en la historia de Brasil, porque abarca el período de dictadura militar y transición democrática. En él, Lula empieza a ocupar un lugar destacado en la vida política brasileña, ya que pasa de la conciencia individual a la sindical y de allí a la política, participando activamente en la fundación del PT y la CUT, además de apoyar el surgimiento del MST.

El libro no sigue una secuencia cronológica. El primer capítulo trata sobre el decreto de detención de Lula, reconstruyendo todo el clima que vivimos en el Sindicato de Metalúrgicos anticipándonos a la decisión de resistir o rendirse a la policía. Momentos dramáticos, en las conversaciones de Lula y en la maduración de su decisión, después de haber descartado ya el exilio, ya había cruzado la frontera uruguaya en la Caravana Sur, para que pudiéramos comer carne del otro lado de la frontera y no caer nunca en tentación de pedir asilo. También descartó la posibilidad de resistir y pasar a la clandestinidad. Le molestaba mucho la hipótesis de los titulares que anunciarían que Lula había huido del país o que era un prófugo.

Lula eligió, en contra de la opinión de la gran mayoría de la masa presente en el Sindicato, presentarse y demostrar que era inocente. Aunque su detención no se demoró pocos días, como esperaba, sino 581, su opción resultó ser la correcta. Después de haber presenciado las dolorosas escenas de su presentación política, todos pudimos, después de acompañarlo en la vigilia, verlo partir y regresar al mismo sindicato y retomar el discurso que se había truncado cuando anunció que se iría a presentar a la policía.

El primer volumen del libro concluye con la entrada plena de Lula a la vida política, con su frustrante candidatura al gobierno de San Pablo y con su consagración de la elección como diputado más votado de Brasil.

Fernando Morais anuncia que el segundo volumen contará la trastienda de las tres derrotas de Lula en las elecciones presidenciales, las vivencias de los dos mandatos presidenciales, el gobierno de Dilma y la crisis que atraviesa Brasil desde 2013. Es difícil que todo esto encaje en un solo volumen, más aún que la vida política de Lula continúa, con su probable regreso a la presidencia de Brasil.

Porque es una biografía que, además de cósmica, es un proceso abierto, coincidente con la historia de Brasil. Del que se puede llamar Luiz Inácio Lula do Brasil.

Tomado de: Página/12

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Por una sociedad de mujeres libres ¿Quién asume la responsabilidad de tanto dolor gratuito y arbitrario que sufrimos las mujeres?

Foto: 20 minutos

Por Paula Ruiz Roa

Un síntoma al que acompañan otros como la desigualdad, la discriminación, la brecha salarial, la falta de oportunidades y promoción social, la dependencia económica y psicológica, la asignación arbitraria del trabajo de cuidados y doméstico o la cosificación y objetualización de la mujer como mera mercancía sexual.

Y todo ello, en un contexto ideológico y económico que llamamos capitalismo y que se nutre parasitariamente del patriarcado para normalizar el reparto desigual de papeles sociales en función del sexo y el género y la gestión masculina de la sociedad.

Centrándonos en el significado social y político del 25N, el recuento de mujeres asesinadas a manos de los hombres, con los datos extraídos de las diferentes fuentes (feminicidios.net; los oficiales del Ministerio de Igualdad; los contabilizados por la CGT…), aun mostrando ciertas diferencias, hablan por sí solos de manera muy significativa y elocuente, ya que en todas las fuentes se sobrepasa muy ampliamente el millar de muertes.

Desde hace años, CGT viene desplegando mes a mes (cada día 25) una campaña de denuncia pública sobre la existencia de la violencia machista en su máxima expresión como es el asesinato. Al consultar su página web, en el contador de terrorismo machista de que dispone, desde el 1 de enero de 2008, vemos que se contabilizan 1.352 asesinatos producidos por violencia machista, es decir, por el mero hecho de ser mujeres o tener relación directa con ellas. Mujeres con nombres y apellidos, edad y lugar donde han sido asesinadas.

En lo que llevamos de este año 2021 vuelven a ser muchas las decenas de mujeres asesinadas más varios niños y niñas. Sencillamente, atroz, insoportable, inasumible, injustificable desde cualquier punto de vista. Esta realidad nos interpela y obliga a no seguir mirando para otro lado; nos interroga como sociedad y debe obligarnos a replantear con radicalidad los pilares de nuestro sistema de relaciones humanas, de los valores y la ética que sostiene este sistema.

Con que solo hubiera una víctima, algo que algún sector social negacionista del terrorismo machista podría calificar de anecdótico, sería suficiente para luchar por la erradicación de la violencia machista, pero este reguero de muertes continuado y extendido a lo largo y ancho de todo el país y todas las capas de la sociedad, esta sangría que se produce ante nuestros ojos con absoluta impunidad, nos conduce a hablar de sistema social fallido, de un sistema patriarcal y machista obsceno, brutal, salvaje, casposo, al que tenemos que poner fecha de caducidad porque nos va la vida y la felicidad en ello.

Este número de mujeres asesinadas en nuestro país se dispara a centenares de miles de víctimas en todo el mundo, ratificando, con ello, que el patriarcado y el capitalismo andan de la mano y que ninguna mujer del mundo puede sentirse tranquila.

¿Quién asume la responsabilidad de tanto dolor gratuito y arbitrario que sufrimos las mujeres?

La conclusión es absolutamente contundente. La sociedad tiene que abrir los ojos y reconocer esta realidad que vivimos las mujeres. La mayoría de las mujeres los estamos abriendo cada vez más y con ello estamos pasando a la acción y la rebeldía que nos libere de tanto dolor, tanto yugo y nos conduzca a la emancipación.

Desde el mundo de la cultura, la educación, la investigación, la creación, la vida laboral, la vida social… cada vez son mayores las redes de solidaridad, de cordialidad (como nos enseñaron nuestras anarquistas Mujeres Libres), de apoyo mutuo, que estamos tejiendo para construir una sociedad alternativa a este sistema de connivencia que mantiene el capitalismo y el patriarcado.

Cada vez más las mujeres seguimos abriendo los ojos para no mirar a otro lado y afrontar la cruda realidad de la violencia machista. Pero no basta, hay que seguir ampliando en calidad y cantidad nuestro compromiso con la erradicación de la violencia.

Aunque la conmemoración por separado de efemérides (8M, día del Orgullo, día en defensa del Aborto Libre, día Contra la Violencia Machista, etc.), sin duda, tiene un carácter simbólico, nos permite una mayor presencia mediática y de denuncia ante la opinión publica de las discriminaciones que sufrimos las mujeres, sin embargo, debemos afrontar esta lucha de manera global, de manera permanente, hasta que la verdadera igualdad se instale en las relaciones humanas y sociales.

Nos matan por ser mujeres, nos violan por ser mujeres, nos discriminan salarialmente por ser mujeres, nos explotan sexualmente por ser mujeres, nos consideran personas de segunda por ser mujeres, nos asignan el trabajo doméstico por ser mujeres, no ocupamos puestos de responsabilidad por ser mujeres, no nos dejan decidir sobre nuestro cuerpo y maternidad por ser mujeres…, en definitiva, en todos y cada uno de los planos de la vida y de la sociedad sufrimos una enorme desigualdad por ser mujeres.

El problema, por tanto, es de todo el sistema social, político y económico. Y ese sistema tiene un nombre. A nivel político se llama neoliberalismo, a nivel económico se llama capitalismo, a nivel social se llama patriarcado y machismo. Mientras no cambiemos el sistema en su conjunto para erradicar todas las desigualdades e instaurar una sociedad de igualdad, justicia y libertad, las mujeres vamos a seguir siendo asesinadas impunemente.

La tarea es ardua, compleja, siendo muchos los campos y ámbitos sobre los que intervenir. Las mujeres estamos unidas cada vez más y tenemos claro que la revolución necesariamente tiene que ser feminista, anarcofeminista. Cada día, en cada instante, desde cada ámbito, en cualquier circunstancia, estamos prendiendo pequeñas mechas en pro de esta revolución y cada vez más somos muchas las mujeres que lo estamos llevando a cabo.

La lucha que llevamos las mujeres es inclusiva porque reconocemos la diversidad de seres humanos, de identidades sexuales, de culturas, de circunstancias sociopolíticas, pero esta lucha es liberadora y se produce sin ningún tipo de tutelas de culturas machistas.

Tomado de: El Salto

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Estados Unidos: A 400 años de la primera celebración del Día de Acción de Gracias, la resistencia indígena está en ascenso

Foto El País

Por Amy Goodman & Denis Moynihan

Wampanoag, Massachusett, Nipmuc, Mohegan, Pequot, Narragansett, Passamaquoddy, Miꞌkmaq. Estos son solo algunos de los pueblos originarios que conforman lo que actualmente se denomina Nueva Inglaterra, región donde se celebró la primera cena de Acción de Gracias hace 400 años, en el otoño boreal de 1621. El mito de esa comida compartida se ha ido transformando a lo largo de los siglos, hasta convertirse en una representación de la amistad y la cooperación entre los colonos ingleses que se asentaron en la ciudad de Plymouth, en el estado de Massachusetts, y los miembros de la tribu Wampanoag que habían estado allí durante al menos 10.000 años. Si bien ese encuentro fue pacífico, en el mejor de los casos fue una tregua simbólica en el curso del genocidio que los colonos europeos estaban llevando a cabo contra las poblaciones nativas. Mientras las familias estadounidenses se reúnen en todo el país para celebrar el Día de Acción de Gracias de 2021, las comunidades indígenas que han sobrevivido a siglos de violencia, desplazamiento y racismo sistémico continúan en pie de lucha, defendiendo la tierra, el agua y su propia existencia.

Esos primeros 100 colonos, popularmente conocidos como “peregrinos”, llegaron al territorio del pueblo Wampanoag en 1620. Después de atravesar el primer invierno, asolados por las enfermedades y el hambre, el número de esos colonos se redujo a 54. Los indígenas acudieron en su ayuda y les enseñaron a cultivar los productos locales. Llegado el momento de la cosecha, los colonos lograron almacenar suficiente comida para sobrevivir el siguiente invierno y organizaron un banquete para celebrarlo. Mientras tanto, los Wampanoag acababan de sufrir una epidemia que había durado varios años y diezmado a varias poblaciones nativas de la región, por lo que, según creen los historiadores, la tribu buscó una asociación estratégica con los colonos. En ese entonces, el rey Jacobo I de Inglaterra fomentaba el proceso de colonización e incluso afirmaba que la epidemia mortal que había sufrido el pueblo Wampanoag había resultado beneficiosa. En una proclama emitida en 1620, el rey Jacobo calificó a esa epidemia como una “peste maravillosa” que había provocado “la destrucción, la devastación y el despoblamiento de todo ese territorio”.

El historiador Bernard Bailyn, fallecido el año pasado a la edad de 97 años, describió a esa época como “los años bárbaros”, ya que los llamados “peregrinos” cometían masacres y montaban campañas militares cada vez más crueles contra las comunidades nativas para quedarse con sus tierras. Luego del rey Jacobo I, otros líderes se expresaron sobre el genocidio en curso de una manera más diplomática e implementaron iniciativas coloniales como la denominada “Destino Manifiesto” y la Ley de Reorganización Indígena de 1934 que cimentaron el sistema moderno que promueve el empobrecimiento y abandono de las reservas indígenas.

Uno de los reclamos que enumeró la Declaración de Independencia de Estados Unidos contra el rey Jorge III fue su apoyo a los supuestos ataques que “indios salvajes y despiadados” perpetraban contra los colonos. Desde 1777 hasta 1868, Estados Unidos firmó al menos 368 tratados con naciones originarias y no cumplió con ninguno de ellos. Canadá tiene un historial similar en ese sentido. Las comunidades indígenas de ambos países no han dejado de exigir que se respeten esos tratados y la soberanía de los pueblos nativos.

En noviembre de 1969, un grupo de activistas indígenas estadounidenses ocupó la prisión federal de la isla de Alcatraz en la bahía de San Francisco, que estaba cerrada y abandonada, y emitió un manifiesto de carácter sarcástico. En esa proclama, los activistas “exigían” que Alcatraz se convirtiera en una reserva, ya que tenía todas las características de una: estaba aislada; no contaba con sistema de agua corriente ni saneamiento; no había acceso a la atención médica, a la educación ni al empleo; y sus ocupantes serían tratados como prisioneros. La ocupación duró 19 meses, involucró a miles de personas e inspiró a los pueblos indígenas de América del Norte a exigir justicia. Posteriormente, en 1973, un grupo de activistas del recién fundado Movimiento Indígena Estadounidense tomó el control de Wounded Knee, una pequeña localidad situada en la reserva indígena de Pine Ridge, en el estado de Dakota del Sur. La ocupación impulsó la solidaridad internacional por los derechos indígenas.

En 2016, la resistencia indígena llegó a la primera plana de los medios mundiales cuando las tribus Lakota y Dakota establecieron campamentos en la reserva Standing Rock para oponer resistencia a la construcción del oleoducto Dakota Access. Luego de que la empresa propietaria del oleoducto, Energy Transfer Partners, atacara a golpes a los defensores indígenas del agua y azuzara perros contra ellos, el número de ocupantes de los campamentos aumentó de manera drástica a más de 10.000 personas, entre las que se contaban representantes de más de 200 naciones y tribus indígenas. El oleoducto finalmente se construyó, pero había surgido una nueva era de resistencia indígena.

En la actualidad se están construyendo varios oleoductos para transportar el petróleo extraído de las arenas bituminosas del oeste de Canadá, lo que implica el traslado del combustible fósil más contaminante del mundo a través de territorios indígenas y ecosistemas frágiles. La resistencia liderada por indígenas contra el oleoducto Línea 3 de la empresa Enbridge en el norte del estado de Minesota lleva varios años en curso. La líder de la tribu Anishinaabe, Winona LaDuke, ha estado en la primera línea de esa resistencia. LaDuke criticó al presidente Joe Biden por no tomar ninguna medida contra la construcción de la Línea 3 de Enbridge. En una entrevista con Democracy Now!, la activista se refirió a la decisión de Biden de designar a Deb Haaland como Secretaria del Interior, la primera persona indígena en ocupar un cargo en un gabinete presidencial de Estados Unidos.

“Joe, no designes en tu gabinete a personas indígenas solo para quedar bien. Déjalas hacer su trabajo. Este Gobierno colonial necesita el aporte de la comunidad indígena. Es la forma de que las cosas cambien”.

En la provincia canadiense de Columbia Británica, la nación soberana de Wet’suwet’en viene llevando adelante una lucha contra la construcción del gasoducto Coastal GasLink, de la empresa TC Energy, un proyecto que costará miles de millones de dólares. Esta semana, la policía federal canadiense puso fin a un bloqueo de varios meses de duración en el sitio de perforación del gasoducto. La policía irrumpió violentamente, con un hacha y una motosierra, en una de las casillas montadas por los activistas y arrestó a los defensores de la tierra que estaban dentro. Luego, la policía quemó completamente la casilla.

El mito de esa exuberante comida que los colonos y los indígenas compartieron hace 400 años sigue enmascarando y ocultando la miseria que sufren las comunidades indígenas, desde la pobreza, hasta el abuso de sustancias, pasando por la actual epidemia de mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas. Pero las comunidades nativas, resilientes y organizadas, se han puesto en pie de lucha y continúan resistiendo. Demos gracias por eso.

Tomado de: Democracy Now!

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Indigentes en la cárcel y tanquetas en las barriadas

Por Joaquín Urías

Charles Andrew vive en Barcelona, en la calle. Es lo que ahora se llama un ‘sin techo’. Durante unas protestas independentistas en Barcelona fue detenido cuando tenía medio cuerpo dentro de un contenedor de basura. Él dice que estaba rebuscando basura aprovechable y de hecho entre sus pertenencias había numerosos objetos recuperados así. Unos policías municipales lo sacaron a la fuerza del contenedor y lo acusaron de estar quemándolos y de haber prendido también fuego a unas papeleras. Era una acusación muy sospechosa porque ese día a esa hora no ardió ningún contenedor ni ninguna papelera en la ciudad. Aun así un juez ordenó su ingreso en prisión. Se pasó cinco meses en la cárcel hasta que por fin otro juez lo puso en libertad. En el juicio, hace unos días, el fiscal pidió para él seis años de cárcel. Finalmente ha sido absuelto por la absoluta y evidente falta de pruebas.

Quien se atreva a decir que al final no ha sido condenado porque la justicia ha funcionado solo puede ser un malnacido insensible. Pasar cinco meses en prisión sin haber hecho nada es una barbaridad. Vivir después muchos meses más asustado, en espera de juicio y con el riesgo de acabar seis años en prisión, un suplicio inexplicable. Pero con Charles no ha fallado el sistema. No se trata de un error humano. Los policías que lo detuvieron sin motivo, el juez que lo mandó a prisión y el fiscal que intentó hundirle la vida no se equivocaron al azar. Si Charles no fuera un indigente que vive en la calle comiendo las sobras de los restaurantes que rescata de la basura no habría vivido este calvario. Seguramente ha influido también que los hechos sucedieran durante unas protestas independentistas, pero su caso es un ejemplo terrible del modelo de sociedad egoísta, clasista y despiadada que defienden los (cada vez más derechizados) poderes fácticos de nuestro país.

¿Alguien cree que el hijo de un juez se pasaría nunca cinco meses en la cárcel porque unos policías lo han visto rebuscando algo y lo acusan sin prueba alguna? Es imposible. Mucho menos que el caso llegara a juicio y el fiscal pidiera seis años, nada menos, de cárcel. Los que se llenan la boca reivindicando la presunción de inocencia del rey emérito pese a las pruebas evidentes de que es un tipo deshonesto y ladrón son los mismos que minimizan encarcelar sin pruebas a un indigente. Ese es el modelo de sociedad que están imponiendo entre jueces, fiscales, policías, empresarios y en general quienes ejercen cualquier tipo de poder. El aparato estatal, bajo su retórica vacía plagada de alusiones a la independencia de los jueces, el respeto al Estado de derecho y el valor de los derechos humanos, machaca despiadadamente a los débiles mientras protege a los poderosos

En una sociedad solidaria y humanista orientada hacia el bien común las personas sin hogar que sobreviven en la pobreza merecen una especial atención pública. Son más vulnerables que nadie y por eso mismo los poderes públicos deben protegerlas preferentemente. Una sociedad con valores humanos se vuelca en atender a los más débiles, a los pobres a quienes la vida trata peor porque es una exigencia de justicia social. No hay libertad que valga si a la hora de luchar por ella no partimos todos de un mínimo de igualdad efectiva.

Frente a ello, el liberalismo que intentan imponer las élites, y que seduce irresistiblemente a los que aspiran a serlo, se basa justo en lo contrario. La mayoría de quienes tienen poder y una vida económicamente desahogada desprecian a los pobres. Hacen fortuna a su costa y precisamente por eso, los miran con superioridad y cierto temor. Por eso no les tiembla la mano a la hora de meter a un indigente en la cárcel. Vivimos en una sociedad en la que la policía se ceba impunemente en las personas más vulnerables. Actúan como guardianes de los poderosos y no se cortan a la hora de maltratar, incluso físicamente, a quienes viven en la pobreza más absoluta. Menos aún en acusarlos falsamente.

Estos días están protestando los trabajadores del metal de la provincia de Cádiz. Es la última industria relevante en una provincia arruinada hace tiempo con unas tasas de desempleo inaceptables. Los obreros que ven peligrar su sustento han cortado algunas calles y carreteras. El Ministerio de Interior no ha dudado en enviar una tanqueta militar –en concreto un blindado medio sobre ruedas cedido por el ejército de tierra–  a frenar las protestas en la barriada Río San Pedro de Puerto real, uno de los lugares más empobrecidos del sur de España. El vehículo pasa entre las calles de la humilde barriada con un policía subido en la torreta que dispara a discreción pelotas de goma prohibidas en muchos lugares por su peligrosidad. Nunca veremos este tipo de vehículos, con su carga simbólica, patrullando por los barrios elegantes de Madrid o Barcelona, por mucho que sus habitantes corten el tráfico o se salten un confinamiento epidemiológico. La mano dura sólo se usa con los débiles. Se usa en Cádiz cuando los estudiantes que saben que en sus ciudades no tienen ningún futuro se unen a los trabajadores empobrecidos. El Estado parece querer resolver con represión y amenazas los problemas estructurales derivados de la pobreza. Para quien no cree en el ideal igualitario ni en la solidaridad social es más fácil reprimir a los pobres que crear condiciones que permitan a todo el mundo una vida digna.

Hay que frenar esta deriva excluyente del Estado democrático o será demasiado tarde. En la imaginación popular las dictaduras están dirigidas por un sátrapa personalista que, prácticamente solo, impone su voluntad al país. La realidad es mucho más compleja y todos los sistemas totalitarios se han sostenido siempre con el apoyo del aparato estatal y las élites económicas, únicos beneficiados reales del régimen. Actualmente, las alternativas de extrema derecha, tras su máscara de nacionalismo y tradición, propugnan sistemas liberales en los que la sociedad se orienta exclusivamente al bien de unos pocos: dejamos fuera a los inmigrantes que se mueran en la pobreza; bajamos los impuestos para que sólo quien tenga recursos económicos pueda acceder a servicios esenciales de calidad; privatizamos servicios públicos para que con ellos se enriquezcan unos pocos y no toda la sociedad. Es un modelo  que se sustenta en la desigualdad y contraviene los valores del Estado social y democrático de derecho. Pero ha impregnado ya nuestras instituciones y se manifiesta en decisiones sesgadas que prostituyen las normas jurídicas en beneficio siempre de la misma minoría poderosa.

El derecho del Estado democrático es el instrumento que permite que la sociedad elija su propio destino, encaminándola al bien común. Requiere que la participación sea real, sin obstáculos que impidan la igualdad efectiva. Solo así la ley actúa como mecanismo de integración social legitimando el sistema. La ley democrática no puede utilizarse como un instrumento de los poderosos frente a los débiles. Cuando los jueces persiguen con saña a los pobres haya pruebas o no y la policía se excede con impunidad en los barrios marginales se abre una puerta por la que sólo pueden entrar truenos.

Joaquín Urías es profesor de Derecho Constitucional. Exletrado del Tribunal Constitucional.

Tomado de: CTXT

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Y los Borbones volvieron a tomar el trono

Franco estableció las bases para el futuro monárquico de España en 1947, con la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, que declaraba a España Reino y otorgaba al Jefe del Estado la facultad de proponer a las Cortes la persona que lo sucedería a título de rey.

Por Víctor Arrogante

Fue un 22 de Noviembre de 1975, cuando Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey de España. Sustituía como jefe de Estado, al dictador Francisco Franco, muerto dos días antes. Fue una proclamación que no una coronación. Franco impuso un régimen continuador del Movimiento Nacional: una «monarquía del Movimiento». El tránsito a la democracia culminó en 1978 con la Constitución y como forma política del Estado la monarquía parlamentaria. El rey, hoy fugado a Arabia Saudí por sus negocios y comisiones poco esclarecidas, ni juró ni prometió la Constitución. Solo la sancionó. Su poder era previo, franquista y monárquico.

Juan Carlos I nació en 1938 en Roma, donde se exilió su abuelo Alfonso XIII, quien abandonó España tras la instauración de la Segunda República. Juan Carlos, hasta su abdicación en 2014, sostuvo uno de los reinados más largos de la dinastía borbónica en España. La historia de los borbones en nuestro país es turbulenta y la inestabilidad como signo de identidad, por responsabilidad directa de la Corona, o por cuestiones impuestas por la convulsa Europa. Juan Carlos no fue el primer Borbón ‘pacificador’, aunque sí el que se acercó más, gracias al tiempo en el que reinó y el contexto histórico que le proporcionó la incorporación de España a la Unión Europea.

Franco estableció las bases para el futuro monárquico de España en 1947, con la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, que declaraba a España Reino y otorgaba al Jefe del Estado la facultad de proponer a las Cortes la persona que lo sucedería a título de rey. A Franco le hubiera gustado ser rey de España, por la gracia de dios, y usurpó prerrogativas reales, concedió títulos nobiliarios bajo palio y con guardia mora. Vivió como un rey, con el boato y protocolo franquista, parecido a la corte real de Alfonso XIII, pero con guerrera blanca, camisa azul y boina roja, España era una democracia orgánica, sin democracia, además de un reino sin rey.

Ya había reino sin trono, sustentado por una cruel dictadura; faltaba elegir a la persona, al sucesor; y no iba a ser el heredero del anterior rey −Alfonso XIII había sido declarado culpable de alta traición, degradado de sus dignidades y expropiados sus bienes por las Cortes de la República−. Franco cerró la puerta a su hijo Juan en la propia Ley de Sucesión: El Jefe del Estado puede proponer a las Cortes la exclusión de la sucesión a aquellas personas reales carentes de la capacidad necesaria para gobernar o que «por su desvío notorio de los Principios Fundamentales del Estado o por su actos, merezcan perder derechos de sucesión establecidos por esta Ley». Don Juan no reunía las características adecuadas; parece que era demasiado liberal, pero su hijo podría resultar. El 14 de mayo de 1977 tuvo lugar uno de los hechos políticos más relevantes para la historia de la actual monarquía española, la renuncia de Don Juan de Borbón a sus derechos dinásticos en favor de su hijo Juan Carlos.

Algunos apuntes sobre la historia de los borbones en España. Tras la muerte sin descendencia del último Austria, las dos grandes dinastías europeas utilizaron España como campo de batalla de una guerra internacional: la Guerra de Sucesión. Fernando VI fue el primer rey Borbón nacido en España y asumió el trono con 16 años. No estaba preparado. Llegó al trono con la intención de frenar la política exterior española. Se ganó el apodo de El Prudente, pero no lo fue tanto. Fue el responsable de la Gran Redada contra los gitanos de 1749, separando a los hombres de sus mujeres e hijos y destinando a unos al trabajo forzado y a otros a prisión.

Carlos III llegó a España con experiencia de gobierno tras reinar en las Dos Sicilias. Y fue, con diferencia, el menos excéntrico de los primeros borbones. Puso en marcha las grandes reformas bajo el despotismo ilustrado. El motín de Esquilache, que acabó en revuelta popular por ordenar que los madrileños dejasen el sombrero de tres picos y la capa larga, para mayor seguridad pública. Dio un impulso definitivo a la ciudad de Madrid con ensanches, avenidas, plazas, y monumentos como la Cibeles, el Museo del Prado o la Puerta de Alcalá.

Carlos IV, llegó al trono con 40 años pero algo despreocupado de sus obligaciones como monarca. El peso político recayó en Manuel Godoy, principal responsable de que las tropas francesas se asentaran en España en su camino hacia Portugal. El motín de Aranjuez, que termina con Godoy, provoca la abdicación de Carlos IV y el ascenso efímero de su hijo Fernando VII. Napoleón convoca a ambos en Bayona y consigue que Fernando renuncie al trono, sin conocer que su padre había traicionado a la dinastía borbónica, prometiendo a Napoleón concederle los derechos de sucesión de la corona, que más tarde transferirá a su hermano José Bonaparte, nunca reconocido como rey por las Cortes españolas quienes aprobaron la Constitución de 1812 en Cádiz.

Fernando VII, el deseado, es el rey peor recordado por la historia. Fue incapaz de acabar con la situación económica en la que España había quedado tras la guerra de independencia. Su primera medida fue derogar La Pepa. Con el tiempo, mientras Europa avanzaba social, económica e incluso democráticamente, España continuaba inmersa en guerras internas por la cuestión sucesoria. Isabel II, heredó la corona a los tres años, siendo su madre María Cristina regenta. Las Cortes acabaron por nombrar mayor de edad a Isabel con 13 años, por 193 votos a favor y 16 en contra.

Durante el llamado Sexenio Democrático, la política nunca se olvidó de los borbones. No lo hizo Cánovas del Castillo, que fue la principal voz defensora de la opción de Alfonso XII. Ocupó el trono, por un golpe de Estado, gracias a un pronunciamiento militar en diciembre de 1874 tras el pronunciamiento en Valencia del general Martínez Campos. Con fama de preparado (les suena), se le conoció como el pacificador. Fue un período marcado por el tradicional turnismo gubernamental entre Cánovas y Sagasta.

Alfonso XII murió en el exilio en 1885 de manera inesperada, y con su mujer, María Cristina de Habsburgo, embarazada. Ante el miedo a otro conflicto sucesorio como el que protagonizaron carlistas e isabelinos, Sagasta paralizó el proceso de sucesión hasta conocer que había nacido un varón: Alfonso XIII nació siendo monarca de España, aunque fue su madre la que tuvo que lidiar durante el proceso de regencia con el desastre del 98, la pérdida de las últimas posesiones de ultramar y el trauma nacional.

Durante el reinado de Alfonso XIII, España se enfangó en el Rif y la campaña militar llevó al país a otro descalabro que hizo mella en la opinión pública, ya radicalizada. El monarca consintió la deriva autoritaria de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, lo que supuso su sentencia. Mientras, los políticos de todo el espectro se sentían desamparados por el rey, crecía el republicanismo que supondría su punto final. Tras las elecciones municipales de 1931, entendidas en clave plebiscitaria en las grandes ciudades, el abuelo de Juan Carlos I abandonó España y se exilió en Roma.

Durante el franquismo, se produjeron demasiadas intrigas e intereses para la reinstauración (o instauración según lo dijeran unos u otros) de la monarquía. Tras descartar al heredero legítimo Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII, se eligió al hijo del pretendiente. Un niño al que se le podría adoctrinar en la ideología del régimen. Se le cambió el nombre de Juanito, a Juan Carlos y no es hasta el 22 de julio de 1969, cuando con el título de Príncipe de España, Juan Carlos jura como sucesor de Franco. (Ley 62/1969, de 22 de julio, por la que se provee lo concerniente a la sucesión en la Jefatura del Estado).

Ese fue el primer acto institucional en su camino al trono de España. Jura fidelidad a los principios del Movimiento, acepta ser sucesor de Franco a título de rey, «recibiendo de Su Excelencia, la legitimidad política surgida del 18 de julio». Aseguraba para él y los suyos la corona que hoy ostenta su hijo; y el régimen garantizaba el franquismo sin Franco, convencidos de que un príncipe que jurase fidelidad a los principios y leyes del Movimiento, traicionando a su padre, sería fácil de manejar. Pero ya se sabe, quién traiciona a su padre, traiciona a dios y al diablo si en ellos dice creer y es necesario.

Juan Carlos fue nombrado sucesor del dictador. Franco delegó en él en dos ocasiones por motivos de salud, por lo que podría decirse que el rey emérito «ejerció de dictador suplente» en dos ocasiones. El monarca se acomodó al sistema, y el pueblo se acostumbró a un rey, al que mantenía económicamente, sin opinión, salvo el día de nochebuena, delante de un Belén con sonidos de zambomba y pandereta.

La monarquía, por su naturaleza, es antidemocrática; atenta contra la igualdad de oportunidades y al principio constitucional de igualdad ante la ley. Es un órgano del Estado, sobre el que el propio Estado no tiene ningún tipo de control: ni político, ni económico, ni de ninguna naturaleza. Las Cortes que representan a la soberanía nacional, no tienen competencia alguna sobre la gestión de la Casa Real. La persona del rey es inviolable constitucionalmente, lo que le sitúa por encima de la ley. La corona es un órgano opaco, nada transparente, que no da cuentas a nadie, sobre nada ni de todo. Es tiempo de pensar en cambiar el Sistema, por cuestión de salud democrática.

Durante la Transición se establece la monarquía parlamentaria como modelo político del Estado. Todo fue posible por el acuerdo tácito de pasar página; por miedo y por el ansia y anhelo de libertad. La Constitución fue un trágala para salvar la monarquía, una operación de blanqueo e hipnotismo ejemplar: «o te comes la manzana con gusano o no hay manzana», decía el profesor Vicenç Navarro.

El rey ostentaba la legalidad fáctica heredada de Franco, y la legitimidad dinástica de su padre, pero no fue hasta el 23F en el que pasó, de ser el rey de Franco, a salvador de la democracia. Se trataba de consolidar al rey, ya fuese con el triunfo del golpe de Estado o con su fracaso. Y lo consiguieron.

El actual rey, ni pía ni pasma, pero nada es todo lo que parece; son otros quienes le mantienen en el trono y no es por España, sino por su propia conveniencia.

Tomado de: Nueva Revolución

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¿Hacia dónde va Chile?

Foto DW

Por Emir Sader

Chile entró en una dinámica determinada cuando comenzaron las mayores movilizaciones desde el regreso de la democracia, hace dos años. Movilizaciones que conquistaron la convocatoria de una Convención Constituyente, con la elección de parlamentarios, con mayoría de representantes electos independientes, con el Frente Amplio —organización de la nueva izquierda— en primer lugar.

La nueva Constitución, con paridad de género y con representación directa de los mapuches —quienes eligieron a la presidenta de la Constituyente, Elisa Loncón—, ya comenzaba a elaborarse, siempre en una dinámica progresista. Cuando empezó la dinámica de la elección presidencial, el proceso constituyente quedó medio en la sombra y se proyectó una disputa que tuvo un resultado contradictorio con las tendencias de la nueva carta magna.

Tras fluctuaciones en las urnas, el resultado de la primera vuelta colocó al candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, en primer lugar, con una diferencia de alrededor del 2% frente a Gabriel Boric, del Frente Amplio. La noticia más importante fue el voto de un candidato que parecía bizarro, Franco Parisi, que hizo campaña desde Alabama, en Estados Unidos, porque no puede regresar a Chile debido a una multa millonaria de pensión que le debe a su exmujer. Quedó en tercer lugar, superando a la presidenciable del Partido Socialista y la Democracia Cristiana —coalición que había gobernado el país desde la vuelta a la democracia— y al candidato del presidente de mala reputación Sebastián Piñera.

La proyección para la segunda vuelta favorece, en una primera evaluación, a Kast, que podría contar con los votos de Parisi y Sebastián Sichel, el candidato de Piñera, que suman el 25% de los votos. Mientras que Boric debe contar con los votos de los candidatos de la Democracia Cristiana-Partido Socialista, Yasna Provoste y del Partido Progresista, Marco Enriquéz-Ominami, cuyos sufragios combinados rondan el 20%. En caso de que se produzcan estas transferencias, Kast ampliaría su ventaja a alrededor del 7%.

¿Cuáles son los nuevos factores que cambiaron las encuestas y proyectaron el favoritismo del candidato de extrema derecha en la segunda vuelta?

Antes que nada, está la presencia en Chile del mismo fenómeno que hay en otros países latinoamericanos —Brasil y Argentina, entre otros— con la proyección ascendente de candidatos de extrema derecha. En Chile, Kast exploró temas como la lucha contra la corrupción y la vieja política —se distanció de Piñera, también para no sufrir el desgaste del actual presidente—, contra el Estado y a favor de la privatización, la lucha contra la violencia, la lucha contra la inmigración —un tema delicado en el norte del país— y un programa económico neoliberal, reivindicando tanto a Pinochet como a Bolsonaro, mientras que en otros países, incluso la derecha intentó distanciarse del presidente brasileño.

El candidato del Frente Amplio, Gabriel Boric, defiende un programa clásico de la nueva izquierda: antineoliberal en la economía, defensor de las políticas para preservar el medio ambiente, las políticas de los movimientos de mujeres, la descentralización política, favoreciendo a las regiones más atrasadas del país.

Parisi defiende un programa económico neoliberal, antipolítico y antiestatal, con una apariencia liberal, en defensa del “pueblo”, como lo expresó en nombre del partido que creó: el Partido de la Gente. Terminó capitalizando el voto de jóvenes, que solían abstenerse, en la primera vuelta.

Chile aprobó hace unos años el fin del voto obligatorio, lo que provocó una caída radical de la participación electoral. Una gran parte de los jóvenes ni siquiera se inscribió en el padrón electoral. Los presidentes, como la propia Michelle Bachelet, fueron elegidos con menos del 30% de los votos. Más de la mitad de los chilenos comenzaron a abstenerse.

Incluso con las movilizaciones de los últimos dos años, la participación electoral en estas elecciones se mantuvo baja: 47, %, es decir, con abstención de más del 50%. Este universo sigue siendo la variable que eventualmente puede cambiar el resultado de la primera a la segunda vuelta.

En cualquier caso, el panorama político de Chile ha cambiado. La extrema derecha muestra mucha fuerza. Los partidos tradicionales —Partido Socialista y Democracia Cristiana— prácticamente desaparecen como fuerzas importantes, aunque mantienen una cierta banca en el nuevo Parlamento. La nueva izquierda, el Frente Amplio, ocupa el centro de las alternativas del progresismo.

Una eventual victoria de Kast dejará a Chile en una situación de aislamiento, contando con el gobierno brasileño, en el último año del mandato de Bolsonaro. Si Lula es elegido, la alianza de los tres países más grandes de América Latina —Brasil, Argentina y México— contribuirá de manera decisiva a consolidar este aislamiento.

La segunda vuelta, el 19 de diciembre, será muy disputada y los resultados dependerán de la transferencia de votos de los otros dos candidatos a Kast, manteniendo el universo actual de votantes. O de que la izquierda logre descifrar a los abstencionistas y movilice a una parte significativa de ellos, volviendo a repartir las cartas del juego y consiguiendo el voto a su favor. Los jóvenes, que fueron protagonistas fundamentales en las movilizaciones de los últimos dos años, pueden ser decisivos para este giro.

Tomado de: Página/12

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Mercenarios

Mercenarios de los EE.UU. que intentaron invadir a Cuba apresados en Playa Girón

Por René González Barrios

Hace algo más de tres años, conversando con un cubano de honor, camarógrafo de una agencia de prensa extranjera en La Habana, con pinta de extranjero, me contaba con amargura y tristeza una experiencia vivida en La Habana Vieja. Dos jóvenes se le acercaron y manifestaron, “…yuma; si nos pagas 10 CUC a cada uno, gritamos contra el gobierno, lo que tú quieras, pa que nos filmes.”

Como cubano que ama su patria, aquel relato, me estremeció. Me costaba trabajo pensar, que, con los inmensos esfuerzos realizados por nuestra Revolución desde su triunfo, en pos de una educación y cultura de excelencia, existan jóvenes educados por ella, que tengan alma de mercenarios.

Le expliqué al confligido amigo que no se deprimiera, que el enemigo, desde nuestras guerras por la independencia, había dividido a los cubanos utilizando a asesinos, marginados, desclasado, y todo tipo de lumpen y escorias, en contra de la causa de la libertad.

Apenas comenzada la gesta de los Diez Años, el brigadier del ejército español, Francisco Acosta y Albear, cubano de nacimiento, ofreció recursos, dinero y su espada a España. Organizó un batallón de movilizados llamado «Del Orden», que se formó con ex presidiarios y otros forajidos, en su casi totalidad escorias sociales hijos del país, con el que sembró de muerte y desolación los territorios donde operó. Era el mismo terror que imponían las guerrillas cubanas al servicio de España, asesinos, verdaderos perros de caza tras las huellas de los libertadores y sus familiares en la manigua insurrecta.

En su estrategia de dividir al pueblo cubano, el gobierno colonial movilizó y contrapuso a las tropas insurrectas, en las que el componente negro era mayoritario, tropas negras españolas, perfectamente armadas, e impecablemente uniformadas.

Entre marzo y julio de 1874, el Capitán General de la Isla José Gutiérrez de la Concha, intentó formar doce batallones con libertos, de 1 000 plazas cada uno. Su plan preveía la formación de un «gran ejército de pardos y morenos», integrado sólo por negros, libertos y esclavos que, elegantemente vestidos y bien alimentados, una vez en la manigua, fuese capaz de neutralizar y desmoralizar a los mambíses negros, provocar su desmovilización y deserción masiva. Este Plan no se llegó a ejecutar, entre otros factores, por el temor a que, una vez armados, se sublevaran contra España.

El 22 de abril de 1878, el generalísimo Máximo Gómez, a su llegada a Jamaica, enviaba al periodista Juan Bellido de Luna a Nueva York, un pequeño libro de su autoría titulado El Convenio del Zanjón. Relato de los últimos sucesos de Cuba. En la obra, el patriota dominicano patentizaba el dolor que le produjo a su salida de la Isla por el puerto de Santiago de Cuba, el espectáculo protagonizado por cubanos ajenos a la revolución o al servicio de España:

“…la curiosidad del pueblo era tal que la marina estuvo llena casi completamente por curiosos por algunas horas: triste y dolorosa impresión me causó la vista de aquellas masas, allí había más de tres mil hombres útiles para las armas; allí estaban sordos como hacía ya nueve años a la voz del patriotismo y solo una curiosidad pueril les traía a vernos: poco después oímos una música militar y no tardamos mucho en ver desfilar los heridos del Batallón de Sn Quintín tenidos en un encuentro con fuerzas del general A, Maceo; iban custodiados por hijos del país con uniforme de voluntario: cuantos pensamientos se agolparon en mi imaginación y no pude menos de exclamar volviéndome hacia mis compañeros. Cuba no puede ser libre.”

Durante la guerra del 95, el general Valeriano Weyler Nicolau, al ser nombrado capitán general de la isla de Cuba, acudió nuevamente al factor racial para contrarrestar la influencia del Titán de Bronce. Conocedor que entre las tropas de Maceo el componente negro era importante, convocó la formación del Tercio de Voluntarios y Bomberos Movilizados, y dentro de estos últimos, escogió 30 negros con un oficial voluntario al frente, todos cubanos, para formar su escolta. Como el mismo confesaría en su libro “Mi mando en Cuba”, se trataba de una “medida política, para dar una prueba de confianza a esa raza, tan adicta a España en otros tiempos.” Con esa escolta y parte de las tropas negras, pasó a Pinar del Río a combatir en la Sierra del Rosario al general Antonio y a tenderle emboscadas en la Línea del Mariel para evitar su paso a La Habana.

Muerto en combate el general Antonio Maceo, el 11 de diciembre de 1896 regresaba Weyler a la capital, donde fue recibido con manifestaciones de júbilo por amplios sectores de la sociedad habanera. Fueron dos días de fiestas, con fuegos artificiales, mucho vino y comidas en honor al Capitán General. Vivas a Weyler, al Rey y a la infantería española, atronaban por doquier.

El general José Miró Argenter, jefe del Estado Mayor del Lugarteniente General Antonio Maceo, refería con dolor en sus Crónicas de la Guerra, como cubanos, habitantes de las barriadas pobres de La Habana, repetían jubilosos los vivas españoles, cuando los dueños de bodegas, cafetines y fondas, les dieron de beber y comer gratis, hasta hartarlos y emborracharlos. La ocasión luctuosa para miles de cubanos, la manipuló España, convocando, con algún éxito, a la creación de Batallones de voluntarios cubanos para pelear contra los libertadores.

Imponiendo una política de atracción, el gobierno español logró la deserción del coronel del Ejército Libertador Juan Masó Parra, quien, con parte de sus fuerzas, formó la Brigada Cuba Española, compuesta íntegramente por cubanos. Aún no se ha estudiado a profundidad los miles de cubanos que, desde las filas del Ejército Español, defendieron con las armas el colonialismo en Cuba.

Los órganos militares y represivos de la República pre revolucionaria, dieron cabida a delincuentes y corruptos que impusieron el terror y se codearon con la mafia y la delincuencia organizada. Fulgencio Batista es el más vivo ejemplo de militar inescrupuloso y oportunista, que, vinculado a la mafia estadounidense, hizo fortuna a costa del sufrimiento y pobreza del pueblo. Siguiendo el ejemplo del dictador Gerardo Machado, se valió de verdaderos asesinos para reprimir con saña, a todo el que consideraba adversario de su espurio gobierno.

En Girón, la brigada mercenaria estuvo compuesta por una cifra no despreciable de lumpen. Aquella era la vanguardia del andamiaje militar organizado por las fuerzas armadas de los Estados Unidos, listas para intervenir, de haberse consolidado la cabeza de playa.

Miembros de la escoria derrotada, marcharon al Congo por órdenes de la CIA, para masacrar al empobrecido pueblo congolés que nacía a la independencia. Pilotos cubanos pertenecientes a la Brigada 2506, se encontraban entre los principales protagonistas del genocidio. Aquellos mercenarios del aire, cazaban y masacraban a los congoleses como a bestias. El periodista e historiador español Vicente Talón, en su libro titulado “El diario de la guerra del Congo”, expresaba:

“Yo los traté en Leopoldville, en el bar la “Pérgola”, que era su cuartel general, y les vi actuar en Stan (Stanleyville) en la zona de Albertville, arando la selva con sus ametralladoras. Eran los únicos, en esa época, que decían estar allí para “combatir el comunismo”, pero, más tarde, cuando una parte de los mercenarios se sublevaron contra Mobutu, los bombardearon a mansalva con la misma determinación empleada antes contra los simbas. Se trataba en realidad de mercenarios. E incluso mercenarios de la peor clase, de la más ventajista y cobarde.”

Mercenarios cubanos marcharon a Vietnam, Laos y Cambodia e hicieron carrera en las filas del ejército de los Estados Unidos. Algunos fueron a Bolivia a combatir contra el Che, y otros a Centroamérica, contra las guerrillas de izquierda en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Otros tomarían nuevamente el camino de África en Angola, apoyando a Sudáfrica y a las bandas de la UNITA de Jonas Malheiro Savimbi, “combatiente por la libertad” para Ronald Reagan, y del FNLA de Holden Roberto. Mercenarios de Girón, en 1975 abrieron en Miami oficinas de reclutamientos de cubanos y otras nacionalidades, para enfrentar a los internacionalistas cubanos. Fundaron incluso el Comando Militar 2506 con el que fueron a Angola a entrevistase en 1978 con los principales jefes de la UNITA y el FNLA.

Buscando en Internet datos sobre la presencia de hispanos en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, encontré, en el sitio Web LatinoBlogs.htm del emporio de las infocomunicaciones American Ol Line (AOL), un edulcorante artículo titulado Los Inmigrantes comparten la lucha en el Ejército de los Estados Unidos, publicado en Marzo 18 de 2008 por American Immigration Law Foundation. El artículo anuncia las supuestas bondades de la pertenencia al “Ejército mundial de la paz y el antiterrorismo.” Más de una veintena de comentarios de jóvenes latinoamericanos, aparecen mostrando su interés en ingresar. Duele, sin embargo, encontrar entre las opiniones, la de un joven cubano, quien con fecha 6 de mayo de 2008 escribía:

“18. hola, soy cubano, estoy legal en usa, pero aun no tengo mi residencia, desearia saber que requisitos deveria tener para entrar al army, soy un chico de 21 anos que ama la libertad y me gustaria luchar por un mundo mejor, por esto mismo desearia integrar al army, espero que puedan darme una respuesta sobre los requisitos que deba cumplir para alistarme lo mas pronto posible, grasias”

Jóvenes incautos que, nacidos en nuestra patria, y educados por nuestra Revolución en valores y principios solidarios, deshonran sus raíces vistiendo el uniforme yanqui en las guerras imperialistas y genocidas de Iraq o Afganistán, o en cualquier rincón del mundo. Guiados por los cantos de sirenas, se sumergen hoy en el mundo de las transnacionales de las armas y la muerte, prestándole baratos y míseros servicios al imperio que los utiliza despiadada e inescrupulosamente.

No olvidemos nunca que terroristas cubanos como Luis Posada Carriles, ex miembro del Ejército de los Estados Unidos, y Orlando Bosh, responsables confesos de horrendos crímenes contra nuestro país, incluida la voladura de un avión de pasajeros en Barbados, murieron tranquilamente en Miami, protegidos por el Imperio. Cuba espera aún por la explicación del gobierno de los Estados Unidos sobre el ataque con armas de fuego, a nuestra sede diplomática en Washington.

A los mercenarios de ayer, y de siempre, se une hoy la escoria delincuencial y despreciable que protagonizaron actos criminales, de vandalismo y violencia, el pasado domingo 11 de julio. Que a nadie le quepa duda que esos serán, en el hipotético caso de una intervención militar de Estados Unidos en Cuba, la punta de lanza, quinta columna y vanguardia, de las fuerzas invasoras. En esos delincuentes, encontrará la contrarrevolución de Miami y el imperio, el brazo ejecutor del llamado a tres días para matar comunistas y revolucionarios, e imponer el terror a un pueblo noble que solo aspira a construir un futuro de paz y solidaridad.

Los pueblos son sabios, y el nuestro, conociendo la historia de la formación de la nación, mayoritariamente abraza el proyecto de Revolución socialista, soberana, antimperialista y solidaria que de conjunto nos trazamos bajo la guía de Fidel. No se atemoriza ante estos mercenarios de siempre, a los que derrotamos en Girón, en la lucha contra bandidos, y en cada agresión perpetrada contra nuestro país. Ante cada traidor, se levantan cientos de patriotas. En esta Cuba libre e independiente, los mercenarios y traidores, los vándalos y delincuentes, encontraran siempre un valladar inexpugnable: el pueblo revolucionario.

Tomado de: Razones de Cuba

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El internacionalismo de Fidel

Por Roberto Regalado

“Los tiempos son muy difíciles, pero tengo la más absoluta convicción de que con el valor y la inteligencia de nuestro pueblo y con la solidaridad de ustedes, que de forma tan espontánea y tan generosa se ha expresado en esta reunión, el pueblo cubano, en el que tendrán ustedes el más firme y leal compañero de lucha, sabrá luchar, sabrá cumplir con su deber y sabrá llevar adelante su propósito de salvar la patria, la Revolución y las conquistas del socialismo.”

Fidel Castro Ruz, discurso de clausura del IV Encuentro del Foro de São Paulo, La Habana, 24 de julio de 1993

Si bien fue una obra colectiva, como lo es toda obra de la Revolución Cubana, la Segunda Declaración de la Habana constituye la síntesis original, integral e imperecedera del ideario tercermundista y latinoamericanista de Fidel. En los ya casi sesenta años transcurridos desde que el 4 de febrero de 1962 fue aprobada, con vítores y a mano alzada, por más de un millón de hombres y mujeres reunidos en la Plaza de la Revolución “José Martí” de La Habana, en representación de inmensa mayoría del pueblo cubano, mucho han cambiado las condiciones, características, medios y métodos de las luchas populares en el mundo. Sin embargo, los valores y principios internacionalistas, tercermundistas y latinoamericanistas plasmados en este histórico documento siempre han de ser la brújula imperdible con la que el partido, el gobierno, las organizaciones de masas y sociales, y la sociedad socialista cubana en general, realicen las imprescindibles actualizaciones y adecuaciones periódicas a sus respectivas relaciones internacionales.

“Del pueblo de Cuba a los pueblos de América y del mundo” es el encabezamiento de la Segunda Declaración de La Habana que, luego de citar el más conocido fragmento de la carta inconclusa de José Martí a Manuel Mercado, del 18 de mayo de 1895,[1] afirma:

Ya Martí, en 1895, señaló el peligro que se cernía sobre América y llamó al imperialismo por su nombre: imperialismo. A los pueblos de América advirtió que ellos estaban más que nadie interesados en que Cuba no sucumbiera a la codicia yanqui, despreciadora de los pueblos latinoamericanos. Y con su propia sangre, vertida por Cuba y por América, rubricó las póstumas palabras que, en homenaje a su recuerdo, el pueblo de Cuba suscribe hoy a la cabeza de esta Declaración.

Sería imposible reseñar en estas líneas, ni aun en sus términos más generales, la solidaridad internacionalista, civil y militar, brindada por la Revolución Cubana a otros pueblos de todas las latitudes del orbe. Sin pretensiones de llenar ese vacío, aventuro unas palabras sobre el pueblo cubano, en su condición de “más firme y leal compañero de lucha” de América Latina y el Caribe, como lo definió Fidel en el IV Encuentro del Foro de São Paulo.

Las primeras tres décadas de vida de la Revolución transcurrieron en una era bipolar en la que resaltaba el auge de las luchas de liberación nacional —anticolonialistas, antiimperialistas y anticapitalistas— y la acción del Movimiento de Países No Alineados, en pos de un Nuevo Orden Económico Internacional y otras reivindicaciones enarboladas por el entonces llamado Tercer Mundo.

El triunfo del Ejército Rebelde en Cuba, el 1 de enero de 1959, fue catalizador del surgimiento de nuevas formas de lucha popular en América Latina. En correspondencia con los requerimientos de la etapa, el internacionalismo cubano tuvo sus más connotadas expresiones en la región con la participación de combatientes de la Isla en la gesta de Che en Bolivia, el respaldo al gobierno del presidente Salvador Allende en Chile, la amistad y colaboración con los gobiernos militares progresistas de Juan Velasco Alvarado en Perú y Omar Torrijos Herrera en Panamá, el estrechamiento de las relaciones con las naciones del Caribe, el apoyo a las luchas de los pueblos contra los Estados de “seguridad nacional” impuestos por el imperialismo norteamericano, y como colofón de la etapa, en la hermandad con la Revolución Sandinista en Nicaragua y el gobierno del Movimiento de la Nueva Joya en Granada, ambos triunfantes en 1979.

En las tres décadas recién pasadas, signadas por la impronta del derrumbe del bloque socialista europeo nucleado en torno a la Unión Soviética —acontecimiento que el imperialismo aprovechó para invisibilizar su propia crisis sistémica, y la socialdemocracia para encubrir su capitulación total ante el neoliberalismo—, en vez de quedar inmovilizada por nostálgicos recuerdos y concepciones superada por la historia, la Revolución Cubana dio todo su apoyo a la apertura y ampliación de los nuevos horizontes de la transformación social revolucionaria y la reforma progresista en el subcontinente.

Siempre atento a los tiempos y a los procesos políticos internacionales y continentales, en la década de 1980, que resultó ser la década transicional entre la bipolaridad y la unipolaridad mundial, Fidel posicionó a Cuba en la primera línea de las grandes batallas políticas de finales del siglo XX e inicios del XXI. Con coherencia, armonía y sentido de complementariedad:

guió al partido en el titánico combate político para demostrar que la crisis terminal en que se hallaban sumidos los países socialistas de Europa Oriental y la propia Unión Soviética, no presagiaba ni determinaba la extinción de las luchas emancipadoras, y lo condujo por la senda del establecimiento y estrechamiento de relaciones con los nuevos movimientos políticos —nacidos, revitalizados y/o potenciados, según el caso, en medio de la decadencia y la derrota de las dictaduras militares y las plutocracias de la época—, en su condición de fuerzas emergentes que incorporaban a sus luchas una amplia variedad de reivindicaciones y temas sociales;

lideró al gobierno para que, junto a sus pares de la región, fuese participante activo en el abordaje de los tres principales problemas continentales de la década: el apoyo a la solución negociada del conflicto centroamericano —en cuyo epicentro se hallaban las fuerzas revolucionarias de Nicaragua y El Salvador—, el respaldo a la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, y el rechazo a las onerosas condiciones impuestas a los pueblos a raíz de la crisis de la deuda externa; y,

comprendió, respetó y estimuló a las organizaciones de masas y sociales cubanas, que a tono con sus respectivos contenidos de trabajo, perspectivas, intereses y sensibilidades, desarrollaron una estrecha y fecunda interacción con los movimientos populares del resto del continente, los cuales marchaban en la punta de vanguardia de la lucha contra la reestructuración neoliberal y toda forma de opresión, explotación y discriminación.

De Fidel y Lula surgió la iniciativa de efectuar, en julio de 1990, el Encuentro de Partidos y Organizaciones Políticas de Izquierda de América Latina y el Caribe, luego rebautizado con el nombre Foro de São Paulo, dentro del cual el PCC acompañó en forma activa y constructiva el proceso de reestructuración organizativa y redefinición programática de la izquierda y el progresismo de la región.

Con idéntico compromiso, las organizaciones de masas y sociales cubanas participaron en el Foro Social Mundial, nacido en Porto Alegre en 2001, y en las diversas las redes y campañas latinoamericanas y caribeñas, entre ellas, la Asamblea de los Pueblos del Caribe, la conmemoración de los 500 años de resistencia indígena, negra y popular, las acciones contra la guerra, la militarización y las bases militares, la lucha contra el ALCA y los encuentros anuales sobre globalización y problemas del desarrollo organizados por la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba desde 1999 hasta 2010.

La vida demostró que el curso de acción promovido por Fidel era el correcto: a sólo seis años, once meses y doce días de la disolución de la Unión Soviética, formalizada el 25 de diciembre de 1991, que sirvió de base para que alguien vaticinara el «fin de la historia», Hugo Chávez ganaba por primera vez la presidencia de Venezuela, el 6 de diciembre de 1998, y con ese triunfo forjaba el primer eslabón de una larga y fructífera cadena de elecciones y reelecciones de gobiernos latinoamericanos de izquierda y progresistas.[2]

En medio de un mapa político regional nunca antes visto, el internacionalismo, el latinoamericanismo y el caribeñismo de Cuba florecieron en todas sus manifestaciones y dimensiones. Con la misma coherencia, armonía y sentido de complementariedad de las que hizo gala a lo largo de las dos décadas anteriores, Fidel:

guió al partido hacia el estrechamiento, el fortalecimiento y la adecuación a las nuevas condiciones de la interacción constructiva con las fuerzas políticas de izquierda y progresistas, que en unos países gobernaban y en otros, aunque no llegaron a ejercer el gobierno, ocupaban espacios institucionales sin precedentes, política que en modo alguno implicó discriminar ni restarle valor o importancia a hermandad y la solidaridad con los sectores de la izquierda habían avanzado menos o no habían incursionado en ese terreno;

lideró al gobierno en función de un salto cualitativo en las relaciones bilaterales con las naciones gobernadas por fuerzas de izquierda y progresistas, del mejoramiento de las relaciones con otras naciones no gobernados por la izquierda y el progresismo, pero a las que la correlación regional de fuerzas estimulaba a acercarse a Cuba, y de la inserción de nuestro país en la red de mecanismos de concertación política e integración económica formada por el ALBA‑TCP, el MERCOSUR hegemonizado por el progresismo, el CARICOM, la UNASUR y la CELAC; y

comprendió, respetó y estimuló a las organizaciones de masas y sociales cubanas, que multiplicaron y potenciaron su fraternal acción común con los movimientos populares cuya fuerza y combatividad los había erigido en el pilar fundamental de la elección y la sostenibilidad de los gobiernos de izquierda y progresistas.

De la correlación regional de fuerzas favorable a los movimientos populares, la izquierda y el progresismo, es preciso destacar que la labor de Cuba en los tres ámbitos mencionados, el partidista, el gubernamental y el social, indisolublemente fundidos en el ideario internacionalista de Fidel, fue una contribución decisiva a:

El nacimiento de una familia solidaria, latinoamericana y caribeña, con la que Cuba estableció una relación fraternal mutuamente ventajosa, que en gran medida la ayudó a neutralizar las consecuencias del doble bloqueo y el período especial, cuyos devastadores efectos sufrió, con máximo rigor, a partir del colapso de la URSS.

La victoria política obtenida por esa familia solidaria al lograr que la OEA anulara la expulsión de Cuba del Sistema Interamericano, acordada el 30 de enero de 1962, en Punta del Este, Uruguay, por la VIII Reunión de Consulta de esa organización, a la que pueblo cubano respondió mediante la Segunda Declaración de La Habana. Gracias a la acción concertada del ALBA‑TCP, el MERCOSUR, la UNASUR, el CARICOM y el Grupo de Río (poco después convertido en CELAC), aquella sanción fue suspendida por la XXXIX Asamblea General de la OEA, en San Pedro Sula, Honduras, el 3 de junio de 2009. Aunque Cuba jamás reingresará a la OEA, sí reconoce el simbolismo de ese acto de desagravio.

El proceso de normalización de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, realizado por los gobiernos de Barack Obama y Raúl Castro, conducente al restablecimiento de los vínculos diplomáticos en diciembre de 2014, la apertura de embajadas en agosto de 2015, y el relajamiento parcial de un mínimo de los elementos del bloqueo económico. Una de las motivaciones principales de la parte estadounidense en este proceso fue salir del aislamiento continental en que el rechazo latinoamericano y caribeño al bloqueo a Cuba lo había colocado.

Con la conducción personal de Fidel contaron las multifacéticas relaciones exteriores de Cuba hasta que una grave afección de salud lo llevó a emitir la Proclama del 31 de julio  de 2006, que a la postre marcaría el cese de sus funciones al frente del partido y el Estado cubanos. No obstante, tan pronto como su recuperación relativa se lo permitió, retomó la difusión de sus ideas, mediante el nuevo método consistente en publicar sistemáticamente sus reflexiones en la prensa, labor que continuó casi hasta el momento de su desaparición física, el 25 de noviembre de 2016.

América Latina y el Caribe atraviesan de nuevo por tiempos muy difíciles, no iguales, pero sí comparables por su complejidad y peligrosidad a los que se refirió Fidel en la clausura del IV Encuentro del Foro de São Paulo. Aquellos eran tiempos en los que el imperialismo norteamericano, que desde principios de la década de 1980 imponía al mundo la globalización neoliberal, como medio para contrarrestas su pérdida de competitividad económica y hegemonía política, aprovechaba el fin de la bipolaridad para anunciar un nuevo orden mundial.

En ese contexto, en América Latina y el Caribe sustituía a los Estados de seguridad nacional de las décadas de 1960 a 1980, por “democracias neoliberales”,[3] subordinadas a mecanismos transnacionales de control y sanción.

La incompatibilidad absoluta entre las contradicciones económicas y sociales en extremo agudizadas por la reestructuración neoliberal y la institucionalidad democrático‑liberal mediante la cual se pretendía legitimar la nueva forma de expoliación, es uno de los factores explicativos de la cadena de elecciones y reelecciones de gobiernos de izquierda y progresistas iniciada en diciembre de 1998, a los que en ningún momento dejaron de intentar destruir las administraciones de William Clinton, George Bush Jr., Barack Obama, Donald Trump y Joseph Biden.

Mediante la desestabilización de espectro completo, las llamadas estrategias de lucha noviolenta, y las guerras de cuarta y/o quinta generación, el imperialismo norteamericano y las oligarquías latinoamericanas, también con apoyo de sus aliados europeos, desdibujaron el mapa político favorable a los movimientos populares y las fuerzas políticas de izquierda y progresistas de la década de 2000. Golpes de estado de diversos tipos en Honduras (2009), Paraguay (2012), Brasil (2016) y Bolivia (2019), derrotas electorales en Argentina (2015), El Salvador (2019) y Uruguay (2019), viraje a la derecha de un presidente elegido en Ecuador (2017), y recrudecimiento de los ataques y bloqueos contra los restantes gobiernos de izquierda y progresistas, incluido el de Cuba, caracterizan estos tiempos muy difíciles. Suma importancia tiene la elección de gobiernos de orientación popular en México (2018), Argentina (2019), Bolivia (2020) y en Perú (2021), pero no basta para revertir la adversa correlación de fuerzas.

Los espacios y mecanismos globalizadores que el imperialismo norteamericano construyó, mediante la amenaza y el uso de la fuerza, en los años ochenta y noventa del pasado siglo, con el fin de utilizarlos en función del restablecimiento de su supremacía económica y su hegemonía mundial, se agotaron y se revirtieron en su contra.

A Donald Trump le correspondió renegar de ellos, destruirlos o convertirlos en espacios funcionales a sus necesidades e intereses actuales, quien no hizo otra cosa extremar e imprimirle su tragicómico sello personal al unilateralismo del “America First”, la política de sanciones económicas y cerco militar contra sus rivales (Rusia y China), las presiones a sus propios aliados (Unión Europea y Japón) para que compartan los costos de la dominación mundial estadounidense, y el retroceso de América Latina y el Caribe a un esquema transnacional de dominación, control y sanciones semejante al impuesto en la década de 1990, solo que ya no “legitimado” con democracias neoliberales, sino con democracias de excepción, como las de Mauricio Macri, Jair Bolsonaro o Jeanine Áñez.

Como parte de esa estrategia mundial y continental es que, después de la “preparación artillera” realizada con las 243 medidas de endurecimiento del bloqueo adoptadas por la administración Trump, y de un prologado aprovechamiento del impacto económico y social de la covid‑19, el imperialismo norteamericano decide escalar la estrategia de “lucha no violenta”, sistematizada por Gene Sharp, contra Cuba, a sabiendas de que no podrá crear una correlación de interna fuerzas a favor del “cambio de régimen”, pero sí con la intención de sumar adeptos para el recrudecimiento de la extraterritorial del bloqueo, con el propósito de “castigar” al pueblo de Cuba, aún más de lo que lo ha hecho durante seis décadas, por su respaldo a la Revolución.

En estos tiempos muy difíciles, como en los tiempos muy difíciles de la crisis terminal y el derrumbe del bloque socialista europeo y la URSS, del Período Especial y de la Batalla de Ideas, los valores y principios internacionalistas, tercermundistas y latinoamericanistas plasmados en la Segunda Declaración de La Habana han de ser la brújula con que el partido, el gobierno, las organizaciones de masas y sociales, y la sociedad socialista cubana en general, realicen la necesaria actualización y adecuación de sus respectivas relaciones exteriores, con la coherencia, la armonía y la complementariedad correspondiente con el legado de Fidel.

[1]       “Ya puedo escribir… ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber… de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso… Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos, más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas, el camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América al Norte revuelto y brutal que los desprecia, les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo y le conozco sus entrañas; y mi honda es la de David.”

[2]       En Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras, Paraguay y El Salvador, y más recientemente en México, en Argentina y Bolivia recuperación del gobierno, y en Perú.

[3]     La democracia neoliberal se caracteriza por el culto a los elementos formales de la democracia burguesa, tales como el pluripartidismo, las elecciones periódicas, el voto secreto, el rechazo al fraude, la alternancia en el gobierno y otros, pero con un Estado desprovisto de la capacidad de ejercer el poder político real y, por consiguiente, ubicado fuera del espacio de confrontación gramsciano, en el que la izquierda y el movimiento popular pudieran arrancarle concesiones en materia de política social y redistribución de riqueza. Este «modelo» se complementa con un concepto de los derechos humanos que enfatiza las libertades civiles destinadas a legitimar ese ejercicio antidemocrático, pero excluye, incluso cuando los acepta de palabra, la satisfacción de los derechos económicos y sociales. Ver a Roberto Regalado: La izquierda latinoamericana en el gobierno: ¿alternativa o reciclaje?, Ocean Sur, México, 2012, pp. 53‑54.

Tomado de: La santa mambisa

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Leonard Peltier: El preso político con más años de encarcelamiento en Estados Unidos

Leonard Peltier, preso político con más años de encarcelamiento en los Estados Unidos

Por Jennifer Bendery

El FBI puso al activista nativo americano tras las rejas hace 44 años basándose en mentiras, amenazas y sin pruebas de que cometió un delito. ¿Por qué sigue ahí?

Leonard Peltier ha estado en prisión durante 44 años por un crimen que dice que no cometió. Su juicio estuvo mal conducido y plagado de faltas y errores que nunca se sostendrían hoy en un tribunal de los propios Estados Unidos. Los fiscales ocultaron pruebas claves. El FBI amenazó y obligó a los testigos a mentir. Un miembro del jurado admitió que estaba en contra de la raza de Peltier en el segundo día del juicio, pero se le permitió quedarse de todos modos.

Nunca hubo pruebas de que asesinara a dos agentes del FBI durante ese tiroteo de 1975 en la reserva Pine Ridge en Dakota del Sur. Pero el FBI necesitaba a alguien que asumiera la responsabilidad. La agencia acababa de perder a dos agentes y los coacusados de Peltier fueron absueltos en base a la defensa propia. Esto sucedía cuando el FBI alimentaba las tensiones en la reserva como parte de una campaña encubierta para reprimir las actividades del Movimiento Indígena Estadounidense, o AIM, un grupo de activistas de base centrado en llamar la atención sobre las violaciones de los derechos de los tratados federales, la discriminación y la brutalidad policial dirigidos contra los nativos americanos.

Peltier, miembro de AIM, estuvo allí ese día. Por lo tanto, basado completamente en el testimonio de personas que habían sido amenazadas e intimidadas por el FBI, y que operaba dentro de un sistema de justicia penal de la década de 1970 inclinado a favor del gobierno de los EE. UU. y en contra de los activistas de los derechos indígenas como Peltier, la Oficina del Fiscal de EE. UU. lo acusó con éxito de asesinato.

Según todas las apariencias, el FBI quiere que Peltier muera en prisión mientras cumple dos cadenas perpetuas.

Pero Peltier todavía está vivo, ahora tiene 77 años y está enfermo en una penitenciaría de Florida. Es quizás el prisionero político más antiguo de Estados Unidos, un vestigio de una era de justicia diferente. Aquí, en 2021, su historia todavía mueve a cientos de miles de personas a firmar peticiones en apoyo de su liberación. Una asombrosa mezcla de líderes de derechos humanos ha instado a su liberación a lo largo de los años, incluidos el Papa Francisco, el Dalai Lama, la Madre Teresa, Nelson Mandela y Coretta Scott King. Artistas destacados como Willie Nelson, Bonnie Raitt, Jackson Browne y Rage Against The Machine han realizado conciertos en su nombre. Los líderes tribales electos y el Congreso Nacional de Indios Americanos han aprobado resoluciones en las que instan al indulto.

Y ahora, con Joe Biden en la Casa Blanca, sus partidarios sienten una renovada esperanza de que Peltier pueda, por fin, tener la oportunidad de vivir sus últimos años como hombre libre.

Biden ha demostrado su voluntad de abordar las injusticias pasadas contra los nativos americanos. Ha convertido en una prioridad examinar la desagradable historia de los internados indios del gobierno de los Estados Unidos, proteger los sitios sagrados indígenas y los recursos culturales, y abordar la crisis de las mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas. Canceló el oleoducto Keystone XL, una gran victoria para las tribus nativas americanas y los ambientalistas.

También eligió a Deb Haaland para dirigir el Departamento del Interior, convirtiéndola en la primera indígena secretaria del gabinete de gobierno de la nación. Haaland abogó por la liberación de Peltier de la prisión en su papel anterior como congresista estadounidense.

Para los seguidores de Peltier como James Reynolds, todos estos son motivos de esperanza. Reynolds fue el fiscal de los Estados Unidos que ayudó a poner a Peltier en prisión en la década de 1970. En una carta extraordinaria de julio a Biden que no se ha hecho pública hasta ahora, Reynolds dice que se ha dado cuenta a lo largo de los años de lo injusto que fue el juicio de Peltier, y que haría justicia dejarlo irse a casa.

“Escribo hoy desde una posición poco común para un ex fiscal: suplicarle que conmute la sentencia de un hombre a quien ayudé a poner tras las rejas”, escribió. “Con el tiempo, y el beneficio de la retrospectiva, me he dado cuenta de que el enjuiciamiento y el encarcelamiento continuo del Sr. Peltier fue y es injusto. No pudimos probar que el Sr. Peltier cometió personalmente ningún delito en la Reserva Pine Ridge”.

Reynolds le ruega a Biden que conceda el indulto a Peltier como un paso hacia la curación de “la relación rota” entre los nativos americanos y el gobierno de Estados Unidos.

“Le insto a trazar un camino diferente en la historia de la relación del gobierno con sus pueblos nativos a través de una muestra de misericordia en lugar de una indiferencia continua”, dijo. “Le insto a que dé un paso hacia la curación de una herida en la que yo participé”.

Aquí hay una copia de la carta de Reynolds:

Los miembros del Congreso también esperan que Biden libere a Peltier. El mes pasado, el representante Raul Grijalva (D-Ariz.) encabezó a otros 10 demócratas de la Cámara de Representantes en una carta al presidente y al fiscal general Merrick Garland instando a una liberación acelerada de Peltier. Señalan que Peltier tiene serios problemas de salud con diabetes y un aneurisma aórtico abdominal.

“Dado el impacto sin precedentes de la pandemia de COVID-19 en nuestro país, así como las condiciones de salud y la edad subyacentes del Sr. Peltier, solicitamos que se tomen medidas inmediatas para liberarlo de la custodia federal”, se lee en su carta. “Señor. Peltier aún no ha recibido un juicio justo que esté libre de violaciones constitucionales. Ha cumplido más de 43 años en el sistema penitenciario federal, algunos de los cuales han estado en confinamiento solitario. El apoyo a la solicitud de clemencia del Sr. Peltier es a la vez generalizado y firme”.

Grijalva le dijo al HuffPost que Peltier ha sido castigado por mantener su inocencia. Tenía la oportunidad de ser liberado en 2009 cuando estaba en libertad condicional, pero le habría obligado a admitir que asesinó a los dos agentes del FBI.

No lo haría. Se le negó la libertad condicional.

“Cualquier castigo que se suponía que se le iba a imponer a Leonard ya se ha cumplido. Está hecho”, dijo el congresista de Arizona. “El hecho de que se haya aferrado a su inocencia no debería ser una razón para negar esto. Ha sido constante sobre su posición desde el principio, desde que fue arrestado hasta encarcelado hasta el día de hoy”.

Los hechos pueden estar del lado de Peltier. Biden puede ser el presidente más receptivo hasta ahora en pedir que se ponga fin al encarcelamiento de Peltier. Pero todavía existe este problema persistente con su caso: nadie en los escalones superiores del gobierno de los Estados Unidos parece querer hablar de ello.

Un portavoz de la Casa Blanca no respondió a múltiples solicitudes de comentarios sobre si Biden consideraría el indulto para Peltier.

Un portavoz del Departamento de Justicia se negó a comentar.

El FBI se negó a comentar.

La pregunta más obvia sigue siendo la más simple: ¿por qué Leonard Peltier sigue en prisión?

“Esa es la pregunta de los $ 64,000”, dijo Kevin Sharp, quien es el abogado pro bono de Peltier. “Es por eso que me duele la cabeza tratando de resolver esto”.

Sharp no supo quién era Peltier hasta hace unos años. Un ex juez de la corte de distrito de los EE. UU. Él es un ex Juez de una corte de distrito designado por el presidente Barack Obama, había estado en el cargo durante seis años cuando renunció en 2017 por su disgusto con las leyes de sentencia obligatoria que lo obligaban a encarcelar a personas que de otra manera no habría encarcelado en absoluto. Se dio la vuelta y se convirtió en el abogado de una de las personas que acababa de encarcelar.

En un giro inesperado de los acontecimientos, se conectó con Kim Kardashian West y consiguió una reunión con el presidente Donald Trump en la Oficina Oval, donde presionaron a Trump para que concediera el indulto a dos personas en cuyos casos se habían involucrado. Ambas personas por las que abogaba fueron liberados, y no pasó mucho tiempo antes de que la historia fuera noticia nacional de modo que el teléfono de Sharp no paraba de sonar con personas que pedían ayuda con casos de clemencia.

Una de las personas que se acercó fue la ex esposa de Willie Nelson, Connie Wilson, una simpatizante de Peltier desde hace mucho tiempo. Le envió a Sharp un paquete de materiales sobre el caso de Peltier, un paquete que era tan grande que Sharp se sentó y comenzó a revisarlo por curiosidad. Ocho horas más tarde, después de estudiar detenidamente las transcripciones del juicio, los recortes de periódicos y las opiniones del caso, Sharp dijo que estaba “anonadado” por todos los problemas con el caso de Peltier.

“Esto está tan plagado de acciones y conductas impropias y decisiones judiciales rotundas que nunca sucederían hoy”, dijo Sharp. “Retenían pruebas balísticas que demostraban que no era el arma de Leonard. Como mínimo, se habría necesitado tener otro juicio… Ni siquiera habrían obtenido una acusación formal porque no tenían pruebas, a excepción de tres niños presionados para decir que lo vieron. Se retractaron de toda esa evidencia. Y dijeron que estaban amenazados”.

También había un elemento más oscuro en el caso. Entre los documentos que recibió Sharp se encontraba un memorando interno del FBI, obtenido a través de una solicitud de la Ley de Libertad de Información, que ordenaba a los fiscales estadounidenses que pusieran todos sus recursos en condenar a Peltier. Todos sus coacusados fueron absueltos. El FBI necesitaba a alguien para ir a prisión. Peltier era la única persona que quedaba para ensañarse.

Otro memorando del FBI expuso la estrategia más amplia de la oficina para reprimir AIM, que es lo que llevó al tiroteo en primer lugar. El plan de la agencia era “acosar, arrestar y acusar continuamente” a los miembros de AIM para mantenerlos atados en la corte, dijo Sharp, para que “no puedan protestar por su propio trato”.

Los miembros de AIM que operan desde la reserva Pine Ridge estaban apoyando a los miembros de las tribus locales para exigir al gobierno de los EE. UU. que les devolvieran sus tierras y el FBI quería que se detuvieran sus reclamos, incluso si eso significaba incitar a la violencia. El FBI estaba ayudando al presidente de la tribu, que era corrupto y trabajaba con el gobierno de los Estados Unidos para sus propios fines, a llevar a cabo actos de violencia contra los miembros de AIM.

“Parte de lo que está sucediendo es una política de exterminio”, dijo Sharp. “Estamos tomando su tierra, sus minerales. Vamos a deshacernos de ti por completo… Eso es lo que lo inició. Eso es lo que estaba ejecutando la contrainteligencia”.

El caso de Peltier también estaba sucediendo pocos años después del reinado de J. Edgar Hoover en el FBI, una era marcada por sus secretos abusos de poder y tácticas destinadas a acosar a activistas políticos en un esfuerzo por acumular archivos secretos sobre líderes políticos.

Al conectar todos estos puntos, Sharp dijo que tenía que aceptar el caso de Peltier.

“Estoy leyendo todo esto como un juez federal que dice: ‘Dios mío, todo esto está probado’”, dijo. “Vuelvo con Connie Nelson y le digo: ‘Sí, te ayudaré. Lo haré pro bono. … Esto es demasiado importante. Ya no se trata de un indio. Se trata de la Constitución”.

Entonces, ¿por qué, nuevamente, Peltier sigue en prisión, a pesar de todas las pruebas condenatorias que se alinean a favor de su condena injusta?

“Política”, dijo Sharp. “Para obtener el indulto, es necesario que el FBI participe. Tienen un conflicto inherente. Tiene que conseguir que la Oficina del Fiscal de los Estados Unidos participe. Mintieron para meterlo en la cárcel. Tienen un conflicto inherente. No van a decir ‘Ups, lo siento”.

“Es este vestigio del FBI”, agregó.

Sharp presentó la petición de indulto de Peltier ante el gobierno de Biden en julio.

No ha recibido ninguna respuesta.

HuffPost habló con varias personas que han desempeñado un papel combatiendo o preservando del encarcelamiento de Peltier a lo largo de los años: abogados internacionales de derechos humanos, funcionarios de alto nivel de la administración Obama, aliados de Peltier desde hace mucho tiempo, y todos señalaron la misma razón para que permanezca en prisión: resistencia del FBI.

Justin Mazzola, subdirector de investigación de Amnistía Internacional EE. UU., dijo que él y sus colegas quedaron “completamente sorprendidos” cuando Obama se negó a conceder el indulto a Peltier al final de su presidencia. Amnistía Internacional Estados Unidos dedicó toda una campaña a la liberación de Peltier y creía que Obama cumpliría.

“Realmente creo que es el peso que tienen el FBI y el Departamento de Justicia lo que impide que los presidentes otorguen el indulto”, dijo Mazzola, sugiriendo que el caso de Peltier genera banderas rojas y alertas especiales. “No solo porque fue condenado por matar a 2 agentes del FBI, sino que todos estos problemas en el juicio se reducen a problemas del FBI y los fiscales estadounidenses que estuvieron involucrados en su caso”.

“Es una parodia de la justicia”, agregó.

Yendo más atrás, algunos de los partidarios de Peltier dicen que el presidente Bill Clinton parecía dispuesto a conceder el indulto a Peltier hasta que el FBI señaló que le causaría problemas.

“Nos dijeron en ese momento que los Clinton estaban agonizando, que la noche antes de dejar el cargo, estaba agonizando por el caso Peltier”, dijo Jack Magee, un viejo amigo de Peltier y organizador del Comité Internacional de Defensa Leonard Peltier, un eje de comunicación entre Peltier y el público, los líderes políticos y tribales y los medios de comunicación. “A la mañana siguiente, el nombre de Leonard desapareció [de la lista de indultos]”.

Días antes, el liderazgo del FBI había señalado en silencio la aprobación de casi 500 empleados activos y retirados del FBI que se reunían frente a la Casa Blanca para protestar por la posible liberación de Peltier por parte de Clinton. Eso, en sí mismo, fue una ruptura impresionante con la disciplina.

“Creo que Bill Clinton quería liberar a Leonard”, dijo Magee. “Pero [el FBI] tenía elementos que podían usar contra él. Tenía la opción de, ‘Ve y vive una buena vida, obtén un cuarto de millón de dólares por un buen discurso, o haz esto y te lastimaremos, te haremos la vida miserable’ “.

Sharp estaba presionando fuertemente a Trump para que liberara a Peltier en sus últimos días en la Casa Blanca. Incluso tenía colegas hablando por teléfono con Jared Kushner e Ivanka Trump una mañana, y dijo que estaba “buscando cualquier cosa para apalancar” para defender su caso a favor de Peltier. Pero dejó de recibir llamadas al mediodía.

Y al igual que sus predecesores en la Casa Blanca, Trump finalmente se desentendió del asunto.

La resistencia del FBI a liberar a Peltier no parece haber cambiado mucho en cuatro décadas, pero la cultura y las actitudes a su alrededor sí lo han hecho.

El asesinato de George Floyd y el movimiento Black Lives Matter han forzado conversaciones sobre los problemas fundamentales de la nación con el racismo y la aplicación de la ley. En una época de profunda polarización política en el Congreso, la reforma de la justicia penal cuenta con un fuerte apoyo de ambas partes. El presidente de los Estados Unidos está dando pasos históricos importantes para rectificar las injusticias pasadas contra los nativos americanos y ha realizado importantes contrataciones de indígenas dentro de su administración.

En todo caso, el activismo de Peltier de hace décadas ha cerrado el círculo.

“Absolutamente”, dijo Grijalva. “Por lo que se estaba luchando, para definir la historia en términos indígenas, no solo en términos de los blancos, esa era la batalla. Y eso continúa”.

Pero todavía hay un hombre en la cárcel que no debería estar allí. Y dada su mala salud, la última oportunidad de Peltier a la libertad casi con certeza recae en Biden.

“Está fuera de las apelaciones”, dijo Mazzola de Amnistía Internacional. “No tiene oportunidades reales”.

HuffPost solicitó una entrevista con Peltier, ya sea por teléfono o en persona en su prisión. Pero Sharp dijo que es la Oficina Federal de Prisiones tiene que darle permiso a Peltier para hablar con los reporteros, y ello es “casi imposible” lograrlo.

Un portavoz de la Oficina Federal de Prisiones no respondió de inmediato a la solicitud de HuffPost de una entrevista.

Reynolds, el ex fiscal federal, dijo que sigue pensando en cómo Peltier fue acusado de asesinato por estar presente durante una escena violenta en la que murieron personas, las mismas circunstancias para cientos de partidarios de Trump durante el ataque al Capitolio el 6 de enero, excepto que todos simplemente se fueron después a casa.

No puede deshacerse de la injusticia de todo esto. Y el racismo que hay debajo.

“¿Por qué no todos los alborotadores del 6 de enero están acusados de asesinato? Estaban todos ahí. La gente fue asesinada. ¿Cuál es la diferencia?” preguntó. “Leonard al menos tenía un argumento más legítimo que presentar, que estaba protestando por la conducta del gobierno y su trato a los indios”.

Reynolds dijo que no ha hablado con Peltier desde que ayudó a ponerlo en prisión hace tantos años. Cuando se le preguntó qué le diría ahora, si pudiera decir algo, se quedó callado. “Lo siento”, dijo finalmente Reynolds. “Lamento no poder convencer a nadie más de que deberías poder ir a casa y morir”.

Jennifer Bendery es reportera política senior del HuffPost. Ha cubierto el Congreso y la Casa Blanca para el HuffPost desde abril de 2011.

Tomado de: América Latina en movimiento

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Crímenes del franquismo, crímenes contra la humanidad

Se estima en 130.000 las víctimas del régimen franquista (según números de las asociaciones de Memoria Histórica), datos que resultan incompletos

Por José Arturo Val del Olmo

No hay tregua en la lucha por rescatar del olvido los crímenes franquistas, y son la tenacidad de sus víctimas y la movilización por la recuperación de la memoria histórica las que pueden garantizar la ruptura del muro de impunidad que ha construido la justicia española para que no haya ni verdad, ni justicia, ni reparación.

La enmienda presentada por PSOE y Unidas Podemos al Proyecto de Ley de Memoria Democrática señalando que “todas las leyes del Estado español, incluida la ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía, se interpretarán y aplicarán de conformidad con el Derecho internacional convencional y consuetudinario y, en particular, con el Derecho Internacional Humanitario, según el cual los crímenes de guerra, de lesa humanidad, genocidio y tortura tienen la consideración de imprescriptibles y no amnistiables”, o las enmiendas de ERC y EH BILDU para derogar la Ley de Amnistía de 1977 responden a esa lucha pero no aciertan a exponer con claridad por qué después de más de 40 años la impunidad de los crímenes del franquismo constituye, hoy por hoy, un muro infranqueable.

Cualquiera que haya leído la última resolución del Tribunal Constitucional (Auto 80/2021, de 15 septiembre), a propósito de la demanda de Gerardo Iglesias por torturas durante el franquismo debido a su pertenencia al Partido Comunista y a CCOO, puede comprender que el problema para juzgar en España crímenes de lesa humanidad no es la Ley de Amnistía de 1977, que solo se refiere a delitos de intencionalidad política, sino la oposición de la cúpula del poder judicial, cuya prepotencia se gestó durante la Transición debido a la falta de depuración de una justicia reaccionaria, seleccionada durante 40 años de dictadura, que fue, además, la encargada de aplicar una legislación democrática en la que no creían. Esta justicia conservadora, endogámica, y corporativa, alcanza su mayor poder en 2013, cuando la mayoría absoluta del PP garantiza una mayoría en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), órgano que decide todos los puestos claves de la justicia española y ejerce la capacidad disciplinaria sobre los jueces. Desde entonces, esta cúpula judicial —Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo, CGPJ o Audiencia Nacional— interpreta aún más restrictivamente las normas, al servicio de las derechas y del poder económico, como se puso de manifiesto en las sentencias relativas a los abusos del sector bancario.

Como consecuencia, hay ya una consolidada jurisprudencia del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo, en respuesta a múltiples recursos de amparo, “para no investigar penalmente hechos acontecidos durante la Guerra Civil y la Dictadura Franquista”, y una actitud obstructiva frente a las exigencias de Naciones Unidas o a los requerimientos de la justicia penal argentina. Interpretan sobre los crímenes del franquismo que no hubo una vulneración sistemática de derechos y que delitos como la tortura eran aislados y no están por tanto amparados por el derecho imperativo internacional (ius cogens). Sostienen que la figura de crímenes contra la humanidad no existía durante el franquismo, y como no se incorporó al derecho penal español hasta 2004, se debe respetar el principio de legalidad: “No hay delito ni pena sin ley previa, escrita, estricta, pública y cierta”. Al mismo tiempo, cuestionan el fundamento normativo, alcance y contenido del deber de perseguir y penalizar crímenes internacionales de primer grado (genocidio o crímenes contra la humanidad) con el argumento de que no hay consenso y resultan discutibles. Al considerar así los crímenes del franquismo como delitos comunes, y no como delitos contra la humanidad, oponen la prescripción, transcurridos más de 20 años desde los hechos, y su cobertura por la Ley de Amnistía de 1977.

Muy distinta es la interpretación de la justicia argentina. La resolución del Juzgado criminal y correccional federal 1 de Buenos Aires imputa al exministro franquista Martín Villa como autor mediato de los asesinatos de marzo del 76 en Vitoria-Gasteiz, y otros, debido a que ocupaba una posición preponderante en una estructura de poder que mantuvo sus normas, agentes, y practicas represivas durante la Transición, asegurando a las fuerzas del orden público la impunidad de su actuación por todos los medios a su alcance. Y lo argumenta, curiosamente, en base a la propia doctrina del Tribunal Supremo español, en su sentencia 798/2007, seguida contra el exmilitar argentino Scilingo, acusado de asesinato mediante los “vuelos de la muerte” bajo la dictadura de Videla, en la que se afirma la competencia de los tribunales españoles en base a la Justicia Universal porque “el contexto de ataque generalizado y sistemático contra una parte de la población civil en el que se cometen determinados crímenes comunes, como asesinatos, torturas, detenciones ilegales, y otras, es válido para encuadrarlos en el ámbito de los crímenes contra la humanidad aunque estos no estuvieran tipificados como tales en el momento de la comisión de los hechos”.

Una Ley de Memoria Democrática es necesaria para rescatar del olvido y de las fosas a las víctimas, anular las sentencias represivas durante la dictadura, llevar la enseñanza de este pasado criminal a las escuelas, combatir la mentira, investigar el golpe de estado contra la II República, la guerra, la dictadura, y la transición, pero el camino de la justicia, que hay que ensanchar, requiere continuar con la denuncia y la movilización, en nuestro país, en apoyo a la Querella argentina y ante los tribunales de justicia europeos porque, en palabras de Miguel Hernández, “quien se para a llorar, quien se lamenta contra la piedra hostil del desaliento, quien se pone a otra cosa que no sea el combate, no será un vencedor, será un vencido lento”.

José Arturo Val del Olmo. Abogado y miembro de la Asociación de Víctimas 3 de Marzo – Martxoak 3 Elkartea.

Tomado de: El Salto

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