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Chile: malos tiempos para la ética política

Foto Sputnik Mundo

Por Marcos Roitman Rosenmann

En Chile la ilusión de estar viviendo un proceso constituyente radical, de transformación democrática se desvanece. Las macroelecciones dejan un resultado poco esperanzador. Dentro de un mes, el posible triunfo de la extrema derecha pinochetista es un mal presagio. Pero no podemos dejar pasar el nuevo mapa que se dibuja tras las elecciones parlamentarias. La derecha controla ambas cámaras. El pacto de transición (1988-90), entre las fuerzas armadas y los representantes políticos que le dieron vida, llega a su fin. El parlamento, ya en crisis, tiene nuevos actores y hay que reinventar alianzas y pactos. Si hablamos de la derecha, la coalición hegemónica Chile Podemos Más cohabitará con una derecha neofascista, cuya presencia ha dejado de ser marginal. Se trata del Frente Social Cristiano, encarnado en la figura de José Antonio Kast, y formado por el Partido Republicano y el Partido Conservador Cristiano. En este contexto, UDI, RN y Evópoli, con 59 diputados, seguirán siendo la principal fuerza parlamentaria, pero deberán pactar a su derecha con el Frente Social Cristiano. Sus 15 diputados serán necesarios para articular mayorías. El chantaje será el arma política para mantener atada en corto a la derecha que negoció la transición, y según Katz abandonó sus postulados para plegarse a los designios de la izquierda marxista. Asistiremos, con seguridad, a un discurso más beligerante y anticomunista. Pero no ha sido este el único desprendimiento en la derecha, el Partido por la Gente, con seis diputados, creado ad hoc y legalizado en julio de 2021, inaugura su andadura. Para ello candidateó a Franco Parisi, economista conocido por sus programas de radio y televisión, adulador de la economía de mercado, quien ha fijado su residencia en Estados Unidos, sin participar en los debates. Cuesta creer que 891 mil 566 chilenos le otorgasen su voto, convirtiendo a Parisi en el tercer candidato más votado, por delante de Sebastián Sichel, de Chile Vamos. Sus motivos para “pedir asilo”, según sus declaraciones, se deben al proceso judicial que le condena a pagar una millonaria deuda de pensión alimentaria a sus hijos.

Por el otro lado, los partidos que han configurado la Concertación, hoy Nuevo Pacto Social, acaban haciendo aguas. Aunque se mantiene la alianza entre socialistas, democratacristianos, Partido Radical y Partido por la Democracia, sus resultados no han sido mejores que Apruebo Dignidad, donde se agrupan el Frente Amplio, el Partido Comunista, Comunes y Verdes. Ambas coaliciones han obtenido igual número de escaños: 37. La novedad es la juventud de sus diputados. La vieja generación de líderes y dirigentes ha sido desbancada, lo cual supone un cambio que acabará repercutiendo en los discursos, los comportamientos y actitudes a la hora de enfrentar los pactos, lo cual no necesariamente debe traducirse en un ideario más a la izquierda, anticapitalista y contra el neoliberalismo.

Así, en segunda vuelta, a pesar de en­tender que el triunfo de Kast, el 19 de diciembre, sería la confirmación de la peor de las opciones posibles, el probable triunfo de Gabriel Boric, dejaría un presidente debilitado. La derecha, con mayoría en ambas cámaras, podrá desarrollar una política de cortapisa, retrotrayendo el país a los años más oscuros del pinochetismo político y, de paso, convertirse en un dique a la Convención Constituyente, aislando a sus convencionales situados a la izquierda y decididos a cambiar el modelo. En esta tarea contaría con la colaboración de una parte importante de los independientes, socialdemócratas y democristianos de los partidos que firmaron el 15 de noviembre de 2019 el pacto de la traición.

Si dentro de un mes, votar a Gabriel Boric se piensa como freno a José Antonio Kast, sus opciones están en buscar alianzas con la socialdemocracia y la democracia cristiana, en otros términos, con la vieja Concertación, y atraerse los votos del progresista Marco Enrique Ominami (7.61 por ciento) y de Unión Patriótica, Eduardo Artés (1.47), secretario general del Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria). Sin olvidar la necesidad de movilización social. Los índices de abstención se elevan a 52 por ciento. De los 15 millones 30 mil 973 ciudadanos con derecho a voto, lo ejercieron 7 millones 93 mil 303. En pocas palabras, uno de cada dos chilenos se abstuvo. La despolitización, la corrupción, el descrédito de los partidos, la pérdida de confianza en las instituciones públicas, la falta de una opción ilusionante en la izquierda, un proyecto real, por encima de discursos grandilocuentes, genera desafección y desinterés. Ahí está otro triunfo cultural del neoliberalismo chileno, relegar la política a un espacio emocional de marketing electoral, desligándola de su sentido ético de construcción de dignidad y ciudadanía plena.

En definitiva, la disyuntiva en Gabriel Boric y Jose Antonio Kast pierde relevancia si entra en la ecuación la nueva composición parlamentaria, sin por ello restarle importancia. No son lo mismo. Pero la realidad es tozuda. Boric, si quiere recuperar terreno, deberá buscar la confianza de los sectores medios, los empresarios, las trasnacionales y los organismos internacionales, lo cual le conduce a posicionarse en favor de la economía de mercado, los tratados de libre comercio y suavizar su rechazo al neoliberalismo. Entre la espada y la pared, si triunfa, su gobierno dará tumbos entre el desencanto y la frustración. José Antonio Kast es el candidato de la derecha, todas las derechas, y harán lo posible para suavizar el discurso xenófobo, racista y violento, maquillando sus declaraciones. Si lo consiguen, tendrán mucho ganado. El Chile real dista mucho de aquel imaginado hace apenas un año con el proceso constituyente. La tendencia es a reconstituir el proceso neoliberal bajo nuevas formas y para ello, da lo mismo ocho que 80.

Tomado de: La Jornada

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Salir, irse, virar, regresar: Debate del Último Jueves de Temas

Este jueves 28 de octubre se realizó a través del grupo en Telegram, el debate del Último Jueves dedicado a la migración: lea aquí las primeras intervenciones de los panelistas.

(Realizado, vía Telegram, el 28 de octubre de 2021).

Como cada mes, se realiza el debate del Último Jueves de la revista Temas, dedicado este 28 de octubre a la migración: “Salir, irse, virar, regresar”.

A través de nuestro grupo en Telegram, a las 4:00 p.m. inicia la discusión de las diferentes aristas y visiones sobre la temática en un audiochat que estará desarrollándose hasta las 6:00 p.m.

A continuación, Catalejo publica las primeras respuestas de los panelistas invitados:

Panelistas:

Isabel Cristina López Hamze. Mamá de dos hijos varones y teatróloga. Licenciada en Arte Teatral, 2011 y Master en Ciencias en Procesos Formativos de la Enseñanza de las Artes, 2016. Trabaja como profesora de la Universidad de Las Artes.

Cristina Escobar. Periodista y analista de política internacional de la Televisión Cubana. Becaria Chevening, beca del gobierno británico que le permitió viajar a estudiar una maestría a Londres, y posteriormente trabajó en BBC World Service. Es una cubana que salió del país a estudiar, y un año y medio después regresó. Ha cubierto temas de la política exterior cubana incluyendo los eventos entorno al deshielo entre los Estados Unidos y Cuba, y los diálogos con la Unión Europea. Fundadora del sitio para emprendedores www.eltcp.com.

Robenson Glesile. Haitiano. Reside en Rosario, Argentina, desde hace nueve años. Profesor de francés. Integrante del Grupo de Estudios sobre Migraciones (Universidad Nacional de Rosario). Vice coordinador de la Fundación Jèn Mapou.

Arturo López-Levi. Politólogo. Se graduó del Instituto Superior de Relaciones Internacionales en La Habana en 1992 y luego realizó estudios de Maestría en Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Carleton (Ottawa) y la Universidad de Columbia (Nueva York). Experto en política latinoamericana y estadounidense. Fue analista político del gobierno cubano entre 1992 y 1994. Es consultor de la fundación New America y de Diálogo Interamericano sobre temas de Cuba y política estadounidense hacia Latinoamérica. Coautor del libro Raúl Castro y la Nueva Cuba: una visión cercana del cambio (McFarland, 2012). Miembro del consejo editorial de Cuban Studies. Actualmente es catedrático de la Universidad de Texas (Rio Grande Valley). Es copresidente de Cuban-American for Engagement (CAFE).

¿Cómo ha cambiado el patrón migratorio en los últimos diez años? ¿Quiénes emigran? ¿Es posible saber cuál es su composición social o demográfica?

Isabel Cristina López Hamze: Es siempre un riesgo hablar sobre el fenómeno de la migración. Un tema complejo que atraviesa los ámbitos económicos, políticos y culturales, pero también los afectivos, sentimentales y familiares. Acepté la invitación de Rafael para participar en este debate con la condición de que mis intervenciones serían desde la perspectiva teatrológica. El teatro ha sido el espacio para reencontrarme con la historia y la memoria, con el pasado y el presente de mi país. Un país habitado por los de aquí y los de allá, por el adentro y el afuera.

La migración es uno de los temas más abordados por los dramaturgos cubanos. Las variaciones del patrón migratorio son analizadas por las ciencias sociales, son expuestas en forma de estadísticas y análisis de políticas migratorias, análisis sociológicos. El teatro las analiza desde otros resortes. La mayoría de las obras que abordan el tema están movidas por deseos opuestos: el deseo de los personajes de regresar y el sueño de irse. Así estos dos extremos han sido explotados históricamente por los dramaturgos. Hay obras que tratan sobre las ganas de irse, como “Puerto de Coral” de Maikel Chávez, donde tres hermanas en un pueblo de pescadores sueñan con México, Barcelona y Nueva York o “Nevada” de Abel González Melo, en la que sus protagonistas son jóvenes marginales que se prostituyen y luchan a toda costa por el sueño de irse. Mientras para las primeras, el deseo está marcado por una visión romántica, para los segundos, el irse significa escapar, significa salvarse de una realidad que los agobia. El teatro también ha puesto en perspectiva quiénes emigran. Y podemos encontrar una obra donde los personajes emigran por razones económicas, familiares, para huir de sus contextos agrestes. Pero también podemos hallar otros puntos de vista, por ejemplo, en un espectáculo como “Departure”, de El Ciervo Encantado, que conecta las vidas de artistas que han emigrado por causas políticas e ideológicas.

En la dramaturgia de los últimos diez años he visto cómo el teatro que aborda la migración ha variado. Ha pasado de esa clásica dicotomía del querer partir y el querer regresar a la discusión de otros puntos y el protagonismo se ha mudado del personaje que emigra a una suerte de personaje coral que rodea al emigrante. Una obra como “Callejón Desagüe”, de Laura Liz Gil, estrenada y publicada en 2018, se centra en las relaciones de los personajes que se quedan, mientras el hombre que se va, es solo el pretexto poético para enlazar a dos mujeres, su esposa y su amante que, en la espera interminable, se unen, se entienden, se acompañan de un extraño modo. Ha cambiado el abordaje de la migración en la última década también en términos de estéticas. Podemos encontrar muchas obras desde concepciones realistas que discursan sobre la insularidad y esas ganas de “saltar el charco”, pero van apareciendo otras escritas por jóvenes que indagan en las consecuencias de la emigración, más que en las causas. Podemos encontrar obras epistolares, performances, espectáculos de cabaret teatro, autoficciones, parábolas y una obra para niños “Cabeza de caballo”, de Yerandy Fleites, que por primera vez toca el tema en el teatro para niños en Cuba.

Habrá que ver cómo el teatro del futuro registra los cambios en el patrón migratorio luego de estos dos años pandémicos y convulsos en todos los sentidos. Hay que esperar. Las motivaciones para emigrar están planteadas. Y también las motivaciones para quedarse. Habrá que ver cuáles son las consecuencias de una u otra decisión, las heridas o las nuevas perspectivas de futuro.

¿Qué motiva a los emigrantes?  ¿Qué factores sociales, económicos, psicológicos, culturales, políticos, impulsan la emigración?

Robenson Glesile: En primer lugar, migrar es un fenómeno natural. Luego existen distintos factores que impulsan a la gente a emigrar. El ser humano está siempre en búsqueda de oportunidades. Lamentablemente, vivimos en un mundo dominado por la desigualdad. Las guerras, las inestabilidades sociopolíticas impulsan las personas a migrar. Según ACNUR, a finales de 2019 el número de personas desplazadas en el mundo era de 79,5 millones. De ellos, 26 millones eran refugiados. La falta de trabajo es uno de los factores que motivan a los haitianos y las haitianas, por ejemplo, a elegir el camino de la emigración. Directamente, el equilibrio mental de las personas que emigran en medio de las crisis se ve afectado. Hay que mencionar también el factor ecológico como una causa que impulsa a la migración.

Isabel Cristina López Hamze: La gente de teatro siempre parte de esa “maldita circunstancia del agua por todas partes” de la cual hablaba Virgilio Piñera en ese gran poema que es “La isla en peso”. La noción de insularidad, es ya una condición para el deseo posible de la migración. El peso simbólico que tiene haber nacido en una isla es muy fuerte. El teatro cubano ha develado, como pocas expresiones artísticas, el drama que envuelve a los que regresan y a los que se van.

Las motivaciones para emigrar son diversas. Dependen de los individuos, del contexto histórico, de las edades y de otros muchos factores. Si tomamos un evento como el éxodo por el Mariel, que representó una de las más grandes oleadas migratorias de la historia y ponemos a dialogar las motivaciones de los personajes protagónicos de cuatro obras que abordan el tema, podemos advertir la variedad de motivos.

“La Familia de Benjamín García”, de Gerardo Fernández, escrita y representada en los años 1982 y 1985, respectivamente, y publicada por Letras Cubanas, en 1989, está contada desde la perspectiva de Benjamín, un viejo padre. La acción tiene lugar durante la ocupación de la embajada del Perú. Fernando, el hijo de Benjamín, se asiló allí y su idealista padre cree que está cumpliendo una misión secreta; no quiere reconocer que ha traicionado los ideales que le inculcó durante años. Los motivos del personaje que quiere emigrar no están claros porque la mirada se enfoca en su padre, pero, por antonomasia, se advierten las motivaciones ideológicas y económicas.

Ulises Rodríguez Febles es otro autor que aborda el éxodo por El Mariel de forma cuestionadora y desprejuiciada. “Huevos” tiene lugar en dos tiempos diferentes, 1980 y 1993. Luego de verse obligado por sus padres a abandonar el país cuando era un niño, Oscarito regresa a casa de su abuela Pastora en los difíciles años del inicio del Período especial. El personaje era un niño y las motivaciones de sus padres fueron la reunificación familiar.

Otra obra como “El grito”, de Raúl Alfonso, narra el reencuentro de dos amigos. Uno que fue llevado por sus padres en los 80, cuando era adolescente, por motivos ideológicos, y otro que se quedó en Cuba. Ambos jóvenes se justifican, se desnudan y se conectan después de muchos años en un encuentro visceral.

Otra obra como “10 Millones”, de Carlos Celdrán, se concentra en uno de sus pasajes más intensos, en el dilema de un padre que se asila en la Embajada del Perú, con el deseo de reencontrarse con su familia, luego de esperar años para que ese encuentro fuera posible.

En estas cuatro obras las motivaciones de los personajes son distintas, sin embargo, todas tienen un factor común: el saldo nefasto a nivel familiar, marcado por las circunstancias de la emigración en aquellos años. Quién emigró por Camarioca en un avión, no tiene la misma experiencia de quien emigró en los 80 y fue víctima de los actos de repudio. Quién emigró en una balsa en el 94, no guarda en su cuerpo y en su mente las mismas cicatrices de quien emigra hoy con su maleta de rueditas y su pasaporte visado. Aunque los estudios de migración han sido profusos en términos de exponer causas, creo que el teatro ha sabido poner sobre la escena las consecuencias de la emigración. Más que las motivaciones, les interesa a los dramaturgos exponer el reflejo de la emigración en el universo familiar.

Arturo López-Levi: Como elementos estructurales de empuje habría que apuntar la brecha de desarrollo entre Cuba y el principal destino de la emigración cubana que son los Estados Unidos. Agréguese a eso: 1) la política de bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, 2) la típica cancelación de soluciones individuales por el sistema leninista a los problemas tradicionales en cualquier sociedad de transporte, casa, alimentación, y recreación, 3) la cancelación a la versión liberal-democrática de las libertades civiles y políticas que acompaña este tipo de sistema.

Mas que propuesta de solución colectiva a los problemas de la nación (concepto de éxodo en la narrativa sionista y evocado por ejemplo en un programa de la FNCA), la emigración o el exilio aparecen como opción individual o de grupo político. La Cuba que viene desde la Guerra de independencia hasta antes de 1959, y hasta hoy, tiene más continuidad en la Isla que en la diáspora.

En términos de la coyuntura hay que apuntar los problemas asociados a la transición cubana a un nuevo modelo económico, desde una economía estatalizada de comando, no sostenible en ausencia de sus socios en la URSS y el CAME. Desde ese origen, se transita a una economía y sociedad signadas por un aumento de las lógicas de mercado. Aquí habría que apuntar la dilación de políticas complementarias a reformas adoptadas a partir de equilibrios de reforma parcial que han beneficiado a los tempranos ganadores y a funcionarios en posiciones ventajosas de poder.

En esos contextos de poca conciencia sobre los costos de un excesivo gradualismo (no se cruza un precipicio paso a paso) se produce un cambio de valores en el cual cuentan brotes predecibles de inflación, corrupción, comportamientos predatorios y aumentos de pobreza y desigualdad. Dado el nivel de educación de la población cubana y su exposición a una campaña que ha apostado a demostrar que el cubano puede tener una mejor vida en cualquier lugar (es una forma de decir fundamentalmente el Norte industrializado) menos bajo el sistema leninista imperante en Cuba, la opción de emigrar y la atracción de hacerlo aparece como óptima.

En otro plano, hay que recordar que el retorno de Trump a la política de hostilidad no solo agudiza la situación desesperada en la isla sino restaura un diagnóstico de Cuba como una especie de Corea del Norte o Alemania nazi en el Caribe, en el marco de la cual es políticamente imposible aplicar un criterio objetivo a los pedidos de refugio político, no importa la derogación de la política de “pies secos-pies mojados”. ¿Cómo enviar de vuelta al otro lado de la cerca a los escapados del supuesto “campo de concentración” que, al antojo de la derecha pro-bloqueo, Pompeo definió en su última semana en el departamento de Estado como “país terrorista”?

¿En qué medida existe realmente una migración circular? ¿Un flujo de salida-entrada-vuelta a salir-regreso? ¿Qué peso específico tiene? ¿A qué responde?

Isabel Cristina López Hamze: El regreso es una de las aristas más abordadas por la dramaturgia con temática de migración. Desde un clásico de Alberto Pedro como “Weekend en Bahía” en el que dos antiguos amantes se encuentran un fin de semana en un apartamento. Como ocurre con otros textos de encuentros entre dos personajes, uno que vuelve y otro que permanece, se desmontan las falsas utopías y se desacralizan el “haberse ido” y “el haberse quedado”. Quien se fue es infeliz y quien se quedó también lo es. Porque la migración implica rupturas, desprendimientos, soledad, aunque también pueda significar nuevos horizontes.

Otra obra publicada en 2020, “Maneras de usar el corazón por fuera” de Yerandy Fleites, también trata el tema del regreso. Una actriz vuelve una y otra vez a Cuba a montar una obra de teatro que es su propia vida, el recuerdo de lo que fue su vida antes del exilio o lo que nunca fue más allá del teatro y la memoria.

Las obras que tratan los retornos lo hacen desde la angustia de haberse ido y reencontrarse con un panorama desolador. Si bien, los personajes sobredimensionan esos paisajes fríos, anhelados, ese sueño americano o cualquier espejismo del “afuera”, también es cierto que, al retornar, la imagen real que les devuelve la ciudad, la casa, la familia no concuerda con ese recuerdo idealizado.

Ese círculo de constantes entradas y salidas, de esperanzas y decepciones, también marca la dramaturgia. Siento que los personajes se encuentran en una especie de limbo entre el aquí y el allá. En un espacio intermedio de recuerdos, cuestionamientos, esperanzas, alegrías, tristezas. Ese espacio no físico que habita gran parte de los que emigran. Ese espacio simbólico que persiste a pesar de los años, que conecta el corazón con la familia, pero también con las calles, con el aire, con la gente, es a mi juicio lo que condiciona una migración de retorno.

¿Existe una migración de retorno?  ¿Cuál ha sido la experiencia de la repatriación?

Robenson Glesile: Este es un fenómeno complejo. Gestionarlo depende del lugar de origen o de destino. Los migrantes de retorno según la ONU son personas que regresan a su país de origen después de haber sido migrantes internacionales (a corto o largo plazo) en otro país y que tienen la intención de permanecer en su propio país durante al menos un año.

Haití, por ejemplo, no está preparado para recibir a los migrantes de retorno y nunca hubo políticas públicas para aquellas personas que decidieron voluntariamente volver a su tierra o la gente que fue expulsada como lo que estamos viviendo ahora con las decisiones del gobierno de los Estados Unidos. Es un alivio para ese país y un gran problema para Haití. Por otro lado, Haití es uno de los países más afectados por la fuga de cerebros.

¿Qué impactos sociales y económicos tiene actualmente la emigración? ¿Las remesas? ¿Cómo incide sobre la desigualdad? ¿Sobre la fuerza laboral? ¿Qué significa y qué consecuencias tiene la construcción de proyectos de vida fuera del país?

Cristina Escobar: La emigración es un proceso natural para todos los países en desarrollo. No es exclusivo de Cuba, ni sus efectos se perciben solo en la realidad cubana, pero sin dudas, para nuestro contexto tiene peculiaridades especiales.

La Revolución cubana, proyecto cultural emancipador y que desafía cada minuto el orden mundial imperante, se centró en lo que los líderes sabían serían la fortaleza más importante de este país: las personas. El acceso a la educación gratuita, universal, de calidad, hasta los más altos niveles, creó un capital humano de impresionante preparación, seres humanos instruidos y listos para ser empleados. No obstante, el proyecto revolucionario, que se sigue haciendo todos los días, ha fallado en proveer empleo de calidad a ese enorme potencial humano. Por tanto, la contradicción puede ser explicada de una manera simple: en Cuba se estudian varias carreras nucleares, y no hay ninguna central nuclear funcionando. Y si bien estos son conocimientos que tienen aplicación en la medicina, durante décadas han sido formados Físicos Nucleares e Ingenieros Nucleares que han terminado en otras latitudes buscando aplicar su altísima preparación, ya que estudiaron en un país cuyas oportunidades de empleo no pueden cubrir el crecimiento intelectual que puede desarrollar un joven estudiante.

La primera salida para eso es la emigración, aunque no la única. También la emigración hacia otros sectores de trabajo, y por supuesto la opción de trabajar en empleos que requieren menor calificación.

Sin personas, el valor más importante que tiene el proyecto emancipatorio de la Revolución, se debilita, inexorablemente.

La emigración tiene por supuesto una alta incidencia en la desigualdad, porque el emigrado provee una remesa, principal tipo de ayuda económica socorrida, que pone a su familia, sin importar su aporte en la sociedad, en una escala superior de ingresos porque recibe un dinero en una moneda dura.

Pensar que el único proyecto de vida es el de emigrar, y construir en otra geografía un nuevo concepto de felicidad, limitado por la lejanía a la familia, y al lugar que nos ha visto nacer, es cada día más común, y expresarlo, más normalizado. Y lo digo con gran pesar, pero negarlo sería mirar para otro lado. El costo es ser un país-beca, donde estudio, crezco, pero no hago familia, y no me involucro en casi nada que no me reporte de manera directa una ventaja con respecto a mi otra vida añorada, o buscada, la del emigrante.

Robenson Glesile: Las remesas tienen un aporte considerable sobre la economía de los países de las personas que emigran, que tienen en cuenta a sus seres queridos que dejaron atrás. En el caso de Haití, el impacto social y económico de las remesas es muy importante, no a una escala macro, pero a nivel micro ayudan a la mayoría de la población. Sirven para los gastos domésticos, la educación, algunos mini proyectos familiares etc. Así, los hogares haitianos son muy dependientes del envío de remesas.

Pensar un proyecto de vida fuera de su país de origen siempre va a ser una decisión difícil y triste. Es muy personal. En el caso de Haití, hay una conexión mágica o inexplicable que nos une con esa tierra tan compleja.

¿Cuáles han sido los efectos de la política migratoria vigente? ¿Ha cambiado la relación entre los que residen afuera y adentro? ¿Cómo? ¿Por qué?

Cristina Escobar: La política migratoria vigente solo se puede entender desde la comparación con el orden de cosas anterior. Recuerdo cuando quitaron la llamada “carta blanca”, trabajaba en la revista televisiva Buenos Días, y la ascensorista del ICRT, con quien jamás había cruzado más que formales saludos, me preguntó con ansiedad si era cierto. Yo no sabía, hasta que llegué a la redacción y me tocó a mí leer aquel editorial que anunciaba el tan retrasado cambio de política.

Fue la adquisición de un derecho que nunca debió haber estado privado para nadie. Pero las decisiones en políticas migratorias en Cuba siempre han estado marcadas por la política migratoria de los Estados Unidos, que sí ha sido instrumentalizada para crear un desorden interno que derroque al gobierno revolucionario.

Los efectos han contribuido a normalizar la acción de viajar, democratizarla, y que muchas personas la usen como fuente de empleo, al viajar a comprar, importar y vender, sea legal o no. Ha desplazado las limitaciones para viajar al país destino, y no ya a limitaciones puestas por Cuba. Es ahora decisión de los gobiernos extranjeros ofrecer visa o no.

La relación entre los de afuera y adentro ha cambiado. Primero se ha difuminado más la noción del de adentro y el de afuera. La posibilidad de estar hasta dos años fuera del país sin perder los derechos como ciudadano y residente cubano ha contribuido a que las personas decidan vivir un poco afuera y un poco adentro. Las relaciones entre los emigrados y los residentes en el país se han vuelto, por tanto, más fluidas. La posibilidad de viajar ha permitido también que las personas trabajen fuera e inviertan el dinero en Cuba, o que dependan menos de los recursos disponibles en el país, y se conviertan en importadores para emprendimientos de cualquier tipo.

Robenson Glesile: Las fronteras se vuelven cada día más difíciles de cruzar. El tema de la migración entra en los grandes debates políticos de varios países. Decenas de miles de personas desesperadas intentan llegar a Europa en condiciones peligrosas cada año. El mundo mira para otro lado. En Argentina, en 2018, el gobierno neoliberal de Mauricio Macri exigió un visado a todos los haitianos, y los requisitos para obtenerlo son muy difíciles para un haitiano.

Es muy complicado entrar a países con esos tipos de política migratoria y los que ya están adentro tienen dificultad para regularizarse o tener acceso a los derechos básicos para los “no nacionales”. Así, la reunificación familiar se hace más difícil.

Arturo López-Levi: El mayor efecto de la reforma migratoria de octubre de 2013 es la expansión de lo transnacional de la comunidad política cubana. Por transnacional implico aquí las relaciones sociales, económicas, culturales y políticas del país, como sociedad y Estado, más allá de las fronteras e influencias nacionales. Aquí el mito de la sociedad cubana cerrada, que nunca lo fue, se quiebra con mayor estruendo. Además de los movimientos circulares de ir y venir, hay que notar que los que viven fuera son influidos y están conectados con mayor exposición a lo que ocurre en el país, mientras que los que viven en el país también viven en mayor exposición a las dinámicas del mundo exterior. No se trata solo de los viajes, también de las redes sociales, las dobles ciudadanías, un aumento evidente de los matrimonios y reconciliaciones a través del estrecho de la Florida y los trabajos temporales que sirven de formas de acumulación y estrategias familiares de sobrevivencia.

Esta expansión de lo transnacional plantea posibilidades de reconciliación y comunicación, y resuelve problemas asociados con la separación y la falta de encuentro, pero también implica la agudización de conflictos de valores, intereses, paradigmas de sociedad, narrativas oficiales u oficiosas sobre los pasados nacionales y locales. La unidad de la comunidad política (polity) cubana se expone ahora a nuevas tensiones, dada la larga historia de mirar a paradigmas diferentes, pero con rasgos similares de identidad no siempre positivos, por ejemplo, una cultura en Cuba y Miami que alaba la intransigencia política, con preferencia por lo contencioso, no el compromiso.

¿Se puede hablar de la emergencia de un espacio social trasnacional, donde los sujetos no solo se desplazan, sino desarrollan relaciones laborales,  construyen  proyectos de vida, que funcionan a nivel económico-material, y mediante redes y sentidos de pertenencia, modos de vida, hábitos, patrones, conectados con culturas y sociedades diferentes?

Cristina Escobar: Existe un espacio social trasnacional, anclado en la realidad del país; solo así se entiende que en Miami se vea tanta televisión cubana, o que los cubanos emigrados debatan y exijan a su país de origen lo que no son capaces de exigir o pedir en sus países adoptivos.

Ese espacio ha sido aprovechado también por el emprendimiento privado, donde el extranjero o el cubano nacionalizado emplea al cubano de adentro, o donde los modos de vida en el exterior siguen regímenes y rutinas locales. Las redes sociales han precipitado esta conexión, pero desafortunadamente, sigue habiendo muchos muros. El primero es el tratamiento particularmente desventajoso que tiene el cubano a la hora de pedir una visa, para cualquier lugar. Al obtenerla, muchos leen este evento como una oportunidad única, que han de aprovechar quedándose en el país de destino, porque dudan que vuelva a dárseles esta oportunidad. Esta ecuación ha sido además multiplicada por el cierre de los servicios consulares de los Estados Unidos en La Habana, aunque realmente, ese comportamiento se repite no solo con los que quieren emigrar a ese país.

Isabel Cristina López Hamze: Para responder esta pregunta quiero referirme a la metáfora de las raíces al viento, usada por Eugenio Barba, uno de los genios teatrales más importantes del mundo que mucho ha influido en los teatristas cubanos. El Odín Teatro es un grupo que tiene su sede en Holstebro, Dinamarca, pero está compuesto por actores, músicos y artistas de diversas partes del mundo. Por eso surge la metáfora de las raíces al viento, como expresión de una identidad que se consolida en el aprendizaje de otras culturas. Cada actor habla en su idioma y en los espectáculos se aprovecha esa diversidad también como una manera de llegar a otros con hábitos y patrones de vida diferentes.

En el teatro hemos aprendido a ser un gremio que se resiste a separarse. Muchas veces se habla de la dramaturgia o del teatro de la Gran Cuba, para hacer referencia a los que escriben desde aquí o desde allá, ya sea Estados Unidos, o cualquier otra latitud. Muchos de los teatristas cubanos que viven fuera de Cuba publican, estrenan en la Isla y participan en los eventos auspiciados por las instituciones.

Existe una voluntad por parte de la institución de trenzar experiencias y conectar gente valiosa, vivan donde vivan. Un ejemplo clarísimo es la antología Dramaturgia de la Revolución (1958-2008), publicada en 2010 por la casa Editorial Tablas-Alarcos y compilada por el teatrólogo Omar Valiño. De las treinta obras incluidas, más de la mitad aborda el tema de la migración. Y un dato importante para entender las relaciones entre el adentro y el afuera es que ocho fueron escritas por autores que residen fuera de Cuba.

Quiero terminar con una cita de Rine Leal, maestro de mis maestros.

Una isla es siempre un sitio a donde llegar, y también de dónde partir y en el caso de Cuba la insularidad convierte a la isla en una expresión histórica que vence los límites geográficos. (…) Nuestra Isla es siempre un territorio de acercamientos y lejanías, un espacio donde la geografía deviene rápidamente historia. Y nuestra historia cultural (concebida como expresión acumulativa de la identidad) nos muestra y demuestra que la expresión artística del cubano ha sido siempre unívoca y resistente a la separación.

¿Existe una política de Estado que se haga cargo de la emigración actual, que la refleje y logre aprovecharla en función del interés nacional, minimizando sus costos, y maximizando sus beneficios? ¿Qué políticas podrían implementarse para lograrlo? ¿Deberían reconocerse todos los derechos ciudadanos a los emigrantes? ¿Incluyendo el acceso a la salud, la educación, la seguridad social?

Cristina Escobar: El discurso oficial se ha referido, en reiteradas ocasiones, a la voluntad política de integrar a la emigración a los caminos de actualización del modelo económico, pero me sobran más los ejemplos de limitaciones y dolores de emigrados patriotas, que de lo contrario.

Un país que sufre crisis combinadas, y sediento de inversión y moneda dura, ha de abrirle las puertas y ofrecer todo tipo de incentivos y certezas al emigrado patriota que quiera invertir en el país. Eso, en la concreta, hasta este momento, es solo discurso. Todo el inversionista cubano que vive en el exterior invierte desde y por caminos oscuros, alegales o ilegales.

Los ciudadanos emigrantes que, para entrar a su país, han de tener un pasaporte cubano vigente, con los altísimos costos que esto implica, deben tener todos derechos reconocidos, si pagan impuestos de alguna manera, deberían tener derecho a la salud, educación, y seguridad social, pero solo si se encuentran formas de que contribuyan en forma de impuestos. Debería ser un camino, así como la participación política, con el costo, los riesgos y los beneficios que esto trae.

El cubano emigrado sigue percibiéndose como se le construye desde el discurso cotidiano: el otro, el que se fue, el que no es parte. Eso hay que cambiarlo. El desafío más grande es que el cubano emigrado, a veces de hace pocos años o meses, repite el discurso de la agenda intervencionista contra Cuba, olvidando sus propias experiencias de hace pocos meses, asimila de manera automática, como una forma de encajar rápidamente, deja que colonicen sus percepciones, recuerdos y sentimientos, y esto se traduce en comportamientos de hostilidad, de odio, y de acciones como calificar a la familia que quedó en Cuba como enemigos, a los que hay que empujar en sus penurias y carencias cotidianas para que se alcen de una vez contra el gobierno, una petición desde una cómoda distancia.

Al emigrado hay que sumarlo. Probablemente la persona más fervientemente patriota que he conocido en mi vida no es una persona que viva en Cuba, la conocí en Londres, y trabaja día y noche por el bien de Cuba, cuando la dejan, como la dejan, y saltando las más altas vallas. El bien de Cuba no es monopolio de unos pocos, ni solo de los que habitamos este espacio-isla; es de todos los cubanos patriotas, decentes, estén donde estén.

Arturo López-Levi: Para pensar la política migratoria conviene enfatizar los factores que la determinan. Aquí hay apenas espacio para enunciarlos y plantearse la pregunta de cómo la actual coyuntura política cubana influye y se ve conformada por los siguientes grupos de determinantes:

1)      El papel de los intereses socioeconómicos en Cuba en relación con las visiones, intereses y posturas de los emigrantes cubanos en la diáspora. Esos intereses se expresan a través de la acción de grupos de interés afines en la política burocrática, el intercambio de opinión entre las élites al interior del sistema leninista de partido único y en la opinión pública. Hay cambios importantes en el entendimiento del papel de la migración cubana en estos tres niveles.

2)      La política exterior y la diplomacia de la cual la política migratoria es parte. Aquí habría que apuntar la importancia del conflicto con los Estados Unidos, lugar donde se asienta, fundamentalmente en el enclave de Miami, el núcleo principal de la emigración cubana. Ese conflicto hoy se ha recrudecido.

3)      La acción resultante de dinámicas de coordinación, afinidad y conflictos de misión y objetivos de las instituciones del Estado con impacto político hacia la migración. Es evidente que el gobierno cubano está expandiendo el espacio de interacción con los emigrados más allá de la DACRE, los consulados, el sistema de inmigración y extranjería del Ministerio del Interior. Por ejemplo, la apertura a las MPYMES abre una interacción que puede ser cardinal a la presencia emigrada y los potenciales de reforma económica a nivel de los municipios. De concretarse, implicaría dinámicas de ganancia y pérdida de poder de diferentes actores políticos al interior del partido-Estado.

4)      El impacto de las normas del derecho internacional, particularmente derechos humanos, en la confección y argumentación de la política migratoria. En este sentido, es notable cómo el debate sobre la política migratoria, antes y después de la reforma de 2013, estuvo signado por referencias a las prácticas internacionales, argumentos desde los estados y normas en torno a la libertad de movimiento.

Tomado de: Catalejo. El blog de Temas

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En la mente de los conquistadores, Aznar y los gachupines

Sergio Rufo (España)

Por Marcos Roitman Rosenmann

No nos llamemos a engaño. España se ubica geográficamente en Europa, eso sí en su periferia. Durante la tiranía de Francisco Franco la península ibérica se definía como una excentricidad en medio de un continente cuyo pasado cultural y político se enraizaba en el nacimiento de la civilización judeocristiana. De forma caricaturesca, la expresión popular: África comienza en los pirineos, retrataba a España como un país de reyezuelos, dictadores y caciques. Para los gachupines era sangrante y doliente. España había sido un imperio no una colonia. Este trato de sus vecinos del norte era hiriente. Su respuesta fue un comportamiento altanero, propio de una personalidad atormentada que no logra estar en paz con su historia. Se enrocó en un discurso ampuloso donde reivindicó su grandeza. Desde don Pelayo, con quien se inicia la reconquista, pasando por los reyes católicos, forjadores del Estado moderno, siguiendo con la saga de los Habsburgo, hasta llegar a los Borbones, se construyó un mito: España una, España grande, España libre. La leyenda rosa apaciguó los espíritus torturados por el genocidio y el etnocidio ininterrumpido durante los tres siglos de control colonial. Fernando VII torturó, descuartizó, empalizó y siguió esclavizando a los pueblos originarios. No era el siglo XVI, era el siglo XIX.

El arma de la mediocridad y el poco talento se hizo fuerte entre los historiadores franquistas, tocados por la gracia del caudillo y su militancia falangista. Ellos fueron las voces oficiales de la leyenda rosa. Mario Hernández Sánchez-Barba o Manuel Ballesteros Gaibrois la esculpieron hasta darle la forma que se enquista en la mente de Aznar, Casado, Abascal, etcétera. Así se han educado generaciones. Cortés, Pizarro, Valdivia, amén de virreyes, se trasformaron en prohombres, libertadores, semidioses. Así la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no tiene empacho al decir que España llevó desde su origen al continente americano, la universidad, la civilización, Occidente y los valores que siguen sustentando democracias liberales prósperas y con ello la libertad. De paso, acusó a quienes desacreditan el legado de España, tildándolos de indigenistas, la nueva cara del comunismo en América Latina. Conquistadores todos, sus descubrimientos, conquistas y batallas han sido considerados auténticas epopeyas, sólo comparables con las emprendidas por Julio César o Carlo Magno. No resulta extraño que el portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, educado en esa tradición, declare que España nunca tuvo colonias, sino territorios.

Quienes se han opuesto a esta visión, desde todos los ámbitos del conocimiento, han sido y son vapuleados, tildados de antiespañoles, antipatriotas, renegados y comunistas. En la continuación de la Inquisición. José María Aznar es el prototipo de acomplejado cuya vida se reduce a seguir la voz del amo. Un hombre sin honor ni dignidad. Mentiroso compulsivo. Mintió cuando llevó a España a la guerra e invoco la existencia de armas de destrucción masiva, mintió en los atentados de Atocha, señalando a ETA como responsable, mintió cuando negó los sobresueldos y el financiamiento ilegal de su partido, mintió al decir que en su gobierno no hubo corrupción, mintió, en definitiva, durante todo su gobierno, y miente ahora al contar una historia de España que sólo existe en su mente, y en la de quienes siguen la leyenda rosa del franquismo.

Fue un siquiatra, cuyo texto se convirtió en un referente de la lucha de liberación en África y un referente obligado en las concepciones descolonizadoras quien mejor describe la mentalidad de los colonizadores: Frantz Fanon, cuya temprana muerte a los 36 años nos privó de un pensamiento liberador de grandes dimensiones. Pero su libro Los condenados de la tierra, con prólogo de Jean Paul Sartre, publicado poco antes de su muerte, en 1961, dejó claro cuál es el propósito que anida en la mente del colonizador cuando relata su historia:

El colono hace la historia y sabe que la hace. Y como se refiere constantemente a la historia de la metrópoli, indica claramente que está aquí como prolongación de esa urbe. La historia que escribe no es la historia del país al que despoja, sino la historia de su nación en tanto que ésta piratea, viola y hambrea. La inmovilidad a que está condenado el colonizado no puede ser impugnada sino cuando el colonizado decide poner término a la historia de la colonización, a la del pillaje, para hacer existir la historia del país, la historia de la descolonización.

No pidamos a España, esta España, la que clausuró el periodo más democrático de su historia, la II República, que asesinó a sus poetas, llevó al exilio a sus mejores hombres y mujeres bajo el eslogan de muera la inteligencia, sea capaz de verse en el espejo, asumir su historia y dejar de mentirse. Los hechos no se pueden cambiar, pero si verlos a la luz de una nueva realidad. Y, por favor, que la historiografía oficial española no se refugie en el tópico de no aplicar valores de hoy a un pasado de tres siglos. De ser así, ni critica al patriarcado, el machismo, el racismo o la lucha contra la esclavitud.

Tomado de: La Jornada

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Bill Gates ha dado $ 319 millones a los medios de comunicación para promover su agenda global

Bill Gates. Foto BBC

Por Alan Macleod

Hasta su reciente divorcio complicado, Bill Gates disfrutaba de una especie de pase gratuito en los medios corporativos. Generalmente presentado como un nerd amable que quiere salvar el mundo, el cofundador de Microsoft fue bautizado de manera poco irónica como “Saint Bill” por The Guardian.

Si bien los imperios mediáticos de otros multimillonarios son relativamente bien conocidos, la medida en que el efectivo de Gates respalda el panorama de los medios modernos no lo es. Después de clasificar más de 30,000 subvenciones individuales, MintPress revela que la Fundación Bill y Melinda Gates (BMGF) ha realizado más de $ 300 millones en donaciones para financiar proyectos de medios.

Los destinatarios de este dinero incluyen muchos de los medios de comunicación más importantes de Estados Unidos, incluidos CNN,  NBC, NPR, PBS y The Atlantic. Gates también patrocina una gran cantidad de organizaciones extranjeras influyentes, incluidas la BBC,  The Guardian, The Financial Times y The Daily Telegraph en el Reino Unido; destacados periódicos europeos como Le Monde (Francia), Der Spiegel (Alemania) y El País (España); así como grandes emisoras globales como Al-Jazeera.

El dinero de la Fundación Gates que se destina a programas de medios se ha dividido en varias secciones, presentadas en orden numérico descendente, e incluye un enlace a la subvención correspondiente en el sitio web de la organización.

Premios directamente a los medios de comunicación:

NPR $ 24, 663,066

The Guardian (incluido  TheGuardian.org) $ 12, 951,391

Cascade Public Media $ 10, 895,016

Public Radio International (PRI.org/TheWorld.org) $ 7, 719,113

La conversación $ 6, 664,271

Univision $ 5, 924,043

Der Spiegel (Alemania) $ 5.437.294 dólares

Proyecto Syndicate $ 5, 280,186

Semana de la Educación  $ 4, 898,240

WETA $ 4, 529,400

NBCUniversal Media $ 4, 373,500

Nation Media Group (Kenia) 4.073.194 dólares

Le Monde (Francia) 4.014.512 dólares

Bhekisisa (Sudáfrica)  $ 3, 990,182

El País  $ 3, 968,184

BBC $ 3, 668,657

CNN  $ 3, 600,000

KCET  $ 3, 520,703

Population Communications International (Population.org)  $ 3, 500,000

The Daily Telegraph $ 3, 446,801

Chalkbeat  $ 2, 672,491

The Education Post  $ 2, 639,193

Rockhopper Productions (Reino Unido)  $ 2, 480,392

Corporación de Radiodifusión Pública  $ 2, 430,949

UpWorthy $ 2, 339,023

Financial Times  $ 2, 309,845

The 74 Media $ 2, 275,344

Texas  Tribune $ 2, 317,163

Ponche (Nigeria)  $ 2, 175,675

News Deeply  $ 1, 612,122

The Atlantic  $ 1, 403,453

Radio pública de Minnesota  $ 1, 290,898

YR Media  $ 1, 125,000

The New Humanitarian  $ 1, 046,457

Sheger FM (Etiopía)  $ 1, 004,600

Al-Jazeera $ 1, 000,000

ProPublica $ 1, 000,000

Crosscut Public Media  $ 810,000

Revista Grist $ 750,000

Kurzgesagt  $ 570,000

Corporación de Radiodifusión Educativa $ 506,504

Clásica 98.1 $ 500,000

PBS $ 499,997

Gannett $ 499,651

Mail and Guardian (Sudáfrica) 492,974 dólares

Inside Higher Ed. $ 439,910

BusinessDay (Nigeria) $ 416,900

Medium.com $ 412,000

Nutopía  $ 350,000

Independent Television Broadcasting Inc. $ 300,000

Servicio de Televisión Independiente, Inc. $ 300,000

Caixin Media (China) $ 250,000

Servicio de noticias del Pacífico $ 225,000

Revista Nacional $ 220,638

Crónica de la educación superior $ 149,994

Belle y Wissell, Co. $ 100,000

Fideicomiso de los medios $ 100,000

Radio pública de Nueva York $ 77,290

KUOW – Radio pública de Puget Sound $ 5,310

En conjunto, estas donaciones suman $ 166, 216,526. El dinero generalmente se destina a asuntos cercanos al corazón de Gateses. Por ejemplo, la subvención de la CNN de 3,6 millones de dólares se destinó a “informar sobre la igualdad de género con un enfoque particular en los países menos desarrollados, produciendo periodismo sobre las desigualdades cotidianas que padecen las mujeres y las niñas en todo el mundo”, mientras que el Texas Tribune recibió millones para “Para aumentar la conciencia pública y la participación de los problemas de la reforma educativa en Texas”. Dado que Bill es uno de los partidarios más fervientes de las escuelas autónomas, un cínico podría interpretar esto como la introducción de propaganda a favor de las escuelas autónomas en los medios de comunicación, disfrazada de información objetiva.

La Fundación Gates también ha donado casi $ 63 millones a organizaciones benéficas estrechamente alineadas con los grandes medios de comunicación, incluidos casi $ 53 millones para BBC Media Action, más de $ 9 millones para la Fundación Staying Alive de MTV y  $ 1 millón  para The New York Times Neediest Causes Fund. Si bien no financia específicamente el periodismo, aún deben tenerse en cuenta las donaciones al brazo filantrópico de un reproductor de medios.

Gates también continúa financiando una amplia red de centros de periodismo de investigación, por un total de poco más de $ 38 millones, más de la mitad de los cuales se han destinado al Centro Internacional de Periodistas con sede en DC para expandir y desarrollar los medios africanos.

Estos centros incluyen:

Centro Internacional para Periodistas $ 20, 436,938

Premium Times Center for Investigative Journalism (Nigeria)  $ 3, 800,357

The Pulitzer Center for Crisis Reporting  $ 2, 432,552

Fundación EurActiv Politech  $ 2, 368,300

Fundación Internacional de Mujeres en Medios de Comunicación  $ 1, 500,000

Center for Investigative Reporting $ 1, 446,639

Instituto de encuestas InterMedia $ 1, 297,545

La Oficina de Periodismo de Investigación $ 1, 068,169

Red de Internews $ 985,126

Centro de Medios del Consorcio de Comunicaciones $ 858,000

Instituto de Noticias sin Fines de Lucro $ 650,021

The Poynter Institute for Media  Studies $ 382,997

Centro Wole Soyinka de Periodismo de Investigación (Nigeria) $ 360,211

Instituto de Estudios Avanzados de Periodismo $ 254,500

Foro Global para el Desarrollo de los Medios (Bélgica) $ 124.823 dólares

Centro de Mississippi para Informes de Investigación $ 100,000

Además de esto, la Fundación Gates también provee a las asociaciones de prensa y periodismo con dinero en efectivo, por una suma de al menos $ 12 millones. Por ejemplo, la Asociación Nacional de Editores de Periódicos, un grupo que representa a más de 200 medios, ha recibido 3,2 millones de dólares.

La lista de estas organizaciones incluye:

Asociación de Escritores de Educación $ 5, 938,475

Asociación Nacional de Editores de Periódicos $ 3, 249,176

Fundación Nacional de  Prensa $ 1, 916,172

Consejo de Washington  News $ 698,200

Fundación de la Sociedad Estadounidense de Editores de Noticias $ 250,000

Comité de Reporteros para la Libertad de Prensa $ 25,000

Esto eleva nuestro total acumulado a $ 216,4 millones.

La fundación también aporta el dinero para capacitar directamente a periodistas en todo el mundo, en forma de becas, cursos y talleres. Hoy en día, una persona puede formarse como reportero gracias a una subvención de la Fundación Gates, encontrar trabajo en un medio financiado por Gates y pertenecer a una asociación de prensa financiada por Gates. Esto es especialmente cierto para los periodistas que trabajan en los campos de la salud, la educación y el desarrollo global, en los que el propio Gates es más activo y donde el escrutinio de las acciones y motivos del multimillonario es más necesario.

Las subvenciones de la Fundación Gates relacionadas con la formación de periodistas incluyen:

Universidad Johns Hopkins $ 1, 866,408

Teachers College, Universidad de Columbia  $ 1, 462,500

Universidad de California Berkeley $ 767,800

Universidad de Tsinghua (China)  $ 450,000

Universidad de Seattle $ 414,524

Instituto de Estudios Avanzados de Periodismo $ 254,500

Universidad de Rhodes (Sudáfrica) $ 189,000

Universidad Estatal de Montclair $ 160,538

Fundación de la Universidad Pan-Atlántico $ 130,718

Organización Mundial de la Salud  $ 38,403

El proyecto Aftermath $ 15,435

La BMGF también paga por una amplia gama de campañas de medios específicas en todo el mundo. Por ejemplo, desde 2014 ha donado $ 5,7 millones a la Population Foundation of India para crear dramas que promuevan la salud sexual y reproductiva, con la intención de aumentar los métodos de planificación familiar en el sur de Asia. Mientras tanto, asignó más de $ 3.5 millones a una organización senegalesa para desarrollar programas de radio y contenido en línea que incluyera información sobre salud. Los partidarios consideran que esto está ayudando a los medios de comunicación críticamente subfinanciados, mientras que los oponentes podrían considerar que un multimillonario usa su dinero para plantar sus ideas y opiniones en la prensa.

Proyectos de medios apoyados por la Fundación Gates:

Centro Europeo de Periodismo $ 20, 060,048

Servicio Universitario Mundial de Canadá $ 12, 127,622

Well Told Story Limited $ 9, 870,333

Solutions Journalism Inc. $ 7, 254,755

Fundación de la Industria del Entretenimiento $ 6, 688,208

Fundación de Población de la India $ 5, 749,826

Medios de participación: $ 3, 914,207

Réseau Africain de l’Education pour la santé  $ 3, 561,683

Nueva América $ 3, 405,859

Fundación AllAfrica $ 2, 311,529

Steps International $ 2, 208,265

Centro de Defensa e Investigación $ 2, 200,630

El taller de sésamo $ 2, 030,307

Panos Institute West Africa $ 1, 809,850

Laboratorio de Ciudades Abiertas $ 1, 601,452

Universidad de Harvard $ 1, 190,527

El aprendizaje importa $ 1, 078,048

Centro de Investigación sobre el SIDA de Aaron Diamond $ 981,631

Fundación Thomson  Media $ 860,628

Centro de Medios del Consorcio de Comunicaciones $ 858,000

StoryThings  $ 799,536

Centro de Estrategias Rurales $ 749,945

The New Venture Fund $ 700,000

Helianthus Media $ 575,064

Universidad del Sur de California $ 550,000

Organización Mundial de la Salud $ 530,095

Phi Delta Kappa International $ 446,000

Ikana Media $ 425,000

Fundación Seattle $ 305,000

EducaciónNC $ 300,000

Beijing Guokr Interactive $ 300,000

Subida $ 246,918

La Academia Africana de Ciencias $ 208,708

Buscando aplicaciones modernas para la transformación real (SMART) $ 201,781

Coalición de Video del Área de la Bahía $ 190,000

Fundación poderosa $ 185,953

Congreso de Padres y Maestros de la PTA Florida $ 150,000

ProSocial  $ 100,000

Universidad de Boston $ 100,000

Centro Nacional para el Aprendizaje de las Familias  $ 100,000

Development Media International $ 100,000

Universidad Ahmadu Bello $ 100,000

Sociedad Indonesia de eSalud y Telemedicina $ 100,000

The Filmmakers Collaborative $ 50,000

Foundation for Public Broadcasting in Georgia Inc. $ 25,000

SIFF $ 13,000

Total: $ 97, 315,408

$ 319.4 millones y (mucho) más

Sumados, estos proyectos de medios patrocinados por Gates suman un total de $ 319,4 millones. Sin embargo, hay claras deficiencias con esta lista no exhaustiva, lo que significa que la cifra real es indudablemente mucho más alta. En primer lugar, no cuenta las subvenciones, es decir, el dinero que los destinatarios dan a los medios de comunicación de todo el mundo. Y aunque la Fundación Gates fomenta un aire de franqueza sobre sí misma, en realidad hay poca información pública valiosa sobre lo que sucede con el dinero de cada subvención, salvo una breve descripción de una o dos frases escrita por la propia fundación en su sitio web. Solo se contabilizaron las donaciones a las propias organizaciones de prensa o proyectos que pudieran identificarse a partir de la información del sitio web de la Fundación Gates como campañas de medios, lo que significa que miles de subvenciones que tienen algún elemento mediático no aparecen en esta lista.

Un ejemplo de ello es la asociación de BMGF con ViacomCBS, la empresa que controla CBS News, MTV, VH1, Nickelodeon y BET. Los informes de los medios en ese momento señalaron que la Fundación Gates estaba pagando al gigante del entretenimiento para que insertara información y anuncios de servicio público en su programación y que Gates había intervenido para cambiar las historias en programas populares como ER y Law & Order: SVU.

Sin embargo, al comprobar la base de datos de subvenciones de BMGF, “Viacom” y “CBS” no se encuentran por ninguna parte, la subvención probable en cuestión (por un total de más de $ 6 millones) simplemente describe el proyecto como una “campaña de participación pública destinada a mejorar las tasas de graduación de la escuela secundaria y tasas de finalización de estudios postsecundarios dirigidas específicamente a padres y estudiantes”, lo que significa que no se contabilizó en el total oficial. Seguramente hay muchos más ejemplos como este. “Para una organización benéfica con privilegios fiscales que tan a menudo pregona la importancia de la transparencia, es notable lo intensamente reservada que es la Fundación Gates sobre sus flujos financieros”, dijo a MintPress Tim Schwab, uno de los pocos periodistas de investigación que ha examinado al multimillonario de la tecnología.

Tampoco se incluyen las ayudas destinadas a la producción de artículos para revistas académicas. Si bien estos artículos no están destinados al consumo masivo, regularmente forman la base de las historias en la prensa convencional y ayudan a dar forma a las narrativas en torno a temas clave. La Fundación Gates ha contribuido ampliamente a fuentes académicas, con al menos $ 13,6 millones  destinados a la creación de contenido para la prestigiosa revista médica The Lancet.

Y, por supuesto, incluso el dinero otorgado a las universidades para proyectos puramente de investigación eventualmente termina en revistas académicas y, en última instancia, en los medios de comunicación. Los académicos están sometidos a una gran presión para publicar sus resultados en revistas de prestigio; “Publicar o perecer” es el mantra en los departamentos universitarios. Por lo tanto, incluso este tipo de subvenciones tienen un efecto en nuestros medios. Ni estas ni las subvenciones que financian la impresión de libros o el establecimiento de sitios web cuentan en el total, aunque también son formas de medios.

Tentáculos largos y de perfil bajo

En comparación con otros multimillonarios de la tecnología, Gates ha mantenido su perfil como controlador de medios relativamente bajo. La  compra de The Washington Post por 250 millones de dólares por parte del fundador de Amazon, Jeff Bezos, en 2013 fue una forma muy clara y obvia de influencia mediática, al igual que la creación de First Look Media, la empresa propietaria de The Intercept, del fundador de eBay, Pierre Omidyar.

A pesar de volar más bajo el radar, Gates y sus empresas han acumulado una influencia considerable en los medios. Ya confiamos en los productos de Microsoft para la comunicación (por ejemplo, Skype, Hotmail), las redes sociales (LinkedIn) y el entretenimiento (Microsoft XBox). Además, el hardware y el software que usamos para comunicarnos a menudo es cortesía de Seattleite. ¿Cuántas personas que leen esto lo hacen en un teléfono Microsoft Surface o Windows y lo hacen a través del sistema operativo Windows? No solo eso, Microsoft posee participaciones en gigantes de los medios como  Comcast y AT&T. Y la “MS” en MSNBC  significa Microsoft.

Guardianes de Media Gates

El hecho de que la Fundación Gates esté respaldando una parte importante de nuestro ecosistema de medios genera serios problemas de objetividad. “Las subvenciones de la fundación a las organizaciones de medios plantean cuestiones obvias sobre conflictos de intereses: ¿cómo puede ser imparcial la información cuando un actor importante tiene el control del bolsillo?” escribió el Seattle Times local de Gates   en 2011. Esto fue antes de que el periódico aceptara dinero de BMGF para financiar su sección de “laboratorio de educación”.

La investigación de Schwab ha descubierto que este conflicto de intereses llega directamente a la cima: dos columnistas del New York Times habían estado escribiendo con entusiasmo sobre la Fundación Gates durante años sin revelar que también trabajan para un grupo, la Solutions Journalism Network, que, como se muestra arriba, ha recibido más de $ 7 millones de la organización benéfica del multimillonario tecnológico.

A principios de este año, Schwab también se negó a co-informar sobre una historia sobre COVAX para la Oficina de Periodismo de Investigación, sospechando que el dinero que Gates había estado inyectando en el medio haría imposible informar con precisión sobre un tema tan cercano al corazón de Gates. Efectivamente, cuando el artículo se publicó el mes pasado, repitió la afirmación de que Gates tuvo poco que ver con el fracaso de COVAX, reflejando la postura de la BMGF y citándolos en todas partes. Solo al final de la historia de más de 5,000 palabras reveló que la organización que defendía pagaba los salarios de su personal.

“No creo que Gates le haya dicho a la Oficina de Periodismo de Investigación qué escribir. Creo que la oficina, implícitamente, aunque inconscientemente, sabía que tenían que encontrar una manera de contar esta historia que no estuviera dirigida a su financiador. Los efectos de sesgo de los conflictos financieros son complejos pero muy reales y confiables”, dijo Schwab, y lo describió como “un estudio de caso sobre los peligros del periodismo financiado por Gates”.

MintPress también se puso en contacto con la Fundación Bill y Melinda Gates para hacer comentarios, pero no respondió.

Gates, quien amasó su fortuna construyendo un monopolio y protegiendo celosamente su propiedad intelectual, tiene una gran culpa por el fracaso del lanzamiento de la vacuna contra el coronavirus en todo el mundo. Aparte del fiasco de COVAX, presionó a la Universidad de Oxford para que no hiciera que su vacuna financiada con fondos públicos fuera de código abierto y estuviera disponible para todos de forma gratuita, sino que se asociara con la corporación privada AstraZeneca, una decisión que significó que aquellos que no podían pagar fueron bloqueados. Que Gates haya hecho más de 100  donaciones a la universidad, por un total de cientos de millones de dólares, probablemente jugó algún papel en la decisión. Hasta el día de hoy, menos del 5% de las personas en países de bajos ingresos han recibido incluso una dosis de la vacuna COVID. El número de muertos por esto es inmenso.

Desafortunadamente, muchas de estas críticas reales a Gates y su red están oscurecidas por teorías de conspiración locas y falsas sobre cosas como insertar microchips en vacunas para controlar a la población. Esto ha significado que las críticas genuinas al cofundador de Microsoft a menudo se desmonetizan y se suprimen algorítmicamente, lo que significa que los medios están fuertemente disuadidos de cubrir el tema, sabiendo que probablemente perderán dinero si lo hacen. La escasez de escrutinio del segundo individuo más rico del mundo, a su vez, alimenta sospechas extravagantes.

Gates ciertamente se lo merece. Aparte de sus vínculos profundos y potencialmente de décadas con el infame Jeffrey Epstein, sus intentos  de cambiar radicalmente la sociedad africana y su inversión en el controvertido gigante químico Monsanto, es quizás el impulsor clave del movimiento de las escuelas autónomas estadounidenses: un intento de esencialmente privatizar el sistema educativo estadounidense. Las escuelas autónomas son profundamente impopulares entre los sindicatos de maestros, que ven el movimiento como un intento de disminuir su autonomía y reducir la supervisión pública sobre cómo y qué se les enseña a los niños.

Todo el camino al banco

En la mayor parte de la cobertura, las donaciones de Gates se presentan en términos generales como gestos altruistas. Sin embargo, muchos han señalado las fallas inherentes a este modelo, señalando que permitir que los multimillonarios decidan lo que hacen con su dinero les permite establecer la agenda pública, lo que les otorga un enorme poder sobre la sociedad. “La filantropía puede y se está utilizando deliberadamente para desviar la atención de las diferentes formas de explotación económica que sustentan la desigualdad global en la actualidad”, dijo Linsey McGoey, profesora de sociología en la Universidad de Essex, Reino Unido, y autora de No Such Thing as a Free Gift.: La Fundación Gates y el precio de la filantropía.

Agrega: “El nuevo ‘filantrocapitalismo’ amenaza la democracia al aumentar el poder del sector empresarial a expensas de las organizaciones del sector público, que enfrentan cada vez más restricciones presupuestarias, en parte al remunerar excesivamente a las organizaciones con fines de lucro para brindar servicios públicos que podrían ser entregado más barato sin la participación del sector privado”.

La caridad, como señaló el ex primer ministro británico Clement Attlee, “es una cosa fría y gris sin amor. Si un hombre rico quiere ayudar a los pobres, debe pagar sus impuestos con gusto, no repartir dinero por capricho”.

Nada de esto significa que las organizaciones que reciben el dinero de Gates —los medios de comunicación o de otro tipo— sean irremediablemente corruptas, ni que la Fundación Gates no haga ningún bien en el mundo. Pero sí introduce un evidente conflicto de intereses por el cual las mismas instituciones en las que confiamos para responsabilizar a uno de los hombres más ricos y poderosos de la historia del planeta están siendo financiadas silenciosamente por él. Este conflicto de intereses es uno que los medios corporativos han tratado de ignorar en gran medida, mientras que el filántropo supuestamente altruista Gates sigue enriqueciéndose, riendo todo el camino hasta el banco.

Alan MacLeod es académico y periodista. Es redactor del personal de Mintpress News y colaborador de Fairness and Accuracy in Reporting (FAIR). Es el autor de Bad News From Venezuela: Twenty Years of Fake News and Misreporting.

Tomado de: The Grayzone

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Ese oro que sangra en vez de brillar

Extracción de oro en la Amazonía peruana causa la pérdida de 4.437 hectáreas de bosque por año

Por Sergio Ferrari

Cada año se extraen 3.300 toneladas de oro a nivel mundial. El 49% del mismo se utiliza para fabricar relojes y joyas, un 29% como inversión, 15% lo compran los bancos centrales y el 7% restante se destina para dispositivos técnicos.

Su precio explota. La segunda semana de noviembre alcanzó el récord de los últimos seis meses. Los últimos días su precio oscilaba en los 1.875 dólares estadounidenses por onza.

Entre el 50% y el 70% del total global se refina en Suiza. De las siete mayores procesadoras a escala internacional, cuatro residen en ese país alpino, no sólo el segundo importador mundial, sino también el mayor exportador de este metal precioso, aunque no cuente ni con un solo yacimiento dentro de sus fronteras.

Es síntesis, la mayor parte del oro que circula por el mundo, pasa por Suiza. Llega sin refinarse y parte con deslumbrante “pureza”. Un negocio que le representa entre 70.000 y 90.000 millones de francos anuales (1 franco = 1,09 dólares estadounidense). Si bien se extrae oro al menos en 90 países, prácticamente la mitad de todas las importaciones del metal procesado y refinado en Suiza provienen de Gran Bretaña, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Hong Kong. Paradójicamente, ninguna de esas naciones cuenta con extracción nacional. Por otra parte, una cantidad significativa llega de países productores cuyas economías dependen, en gran medida, de su exportación, como Burkina Faso, Ghana, Mali y Perú, entre otros.

Según un informe oficial de la Oficina Federal de Aduanas de Suiza, en 2017 este país importó 2.404 toneladas métricas de oro, con un valor aproximado de 70.000 millones de francos suizos. Ese mismo año exportó oro por un valor de 67.000 millones de francos suizos. Es otras palabras, en 2017 el tráfico de oro representó el nada despreciable 24% de las exportaciones y el 31% de las importaciones helvéticas. Para contextualizar estas cifras, en ese mismo periodo, la industria relojera helvética exportó por 20.000 millones de francos, lo que equivaldría a unos 24 millones de relojes.

Las ventajas fiscales también influyen en la importación del metal precioso, debido a que en este país no se aplican impuestos al oro adquirido como inversión ni a las monedas de oro importadas ni al oro procesado. Las aleaciones con otros metales también pueden declararse como oro y, en consecuencia, eximirse de impuestos. Tal es el caso de la plata, que, aunque sólo contiene un 2% del metal precioso, puede importarse libre de tasas.

Sangra la tierra

Aunque todas estas cifras son públicas, el informe The Impact of Gold, (El Impacto del Oro) que publicó la segunda semana de noviembre la organización WWF Suiza (World Wide Fund for Nature – Fondo Mundial para la Naturaleza) les da nueva relevancia.

El camino del oro desde la mina hasta nuestro país —sostiene dicho informe— “es especialmente problemático. Suele ser opaco y difícil de rastrear porque los intermediarios mezclan ese mineral proveniente de diferentes fuentes”. Sin trazabilidad —concluye el informe— “no se puede descartar que el metal utilizado fue producido en condiciones sociales y ecológicas inaceptables”. https://www.wwf.ch/sites/default/files/doc-2021-11/2021_11_WWF_The%20Impact%20of%20Gold.pdf

La publicación de WWF Suiza sistematiza conceptos y constataciones.

El oro se extrae a menudo en condiciones sociales y ecológicas deplorables, con consecuencias nefastas para el medio ambiente y las poblaciones locales.

Abrir nuevas minas y construir las infraestructuras necesarias requiere grandes superficies. Ahí donde se descubren vetas se talan enormes extensiones de bosque, muchas veces de forma ilegal. Sólo en Brasil, su extracción supone la destrucción anual de una superficie natural del tamaño de 14.000 campos de fútbol.

Por otra parte, su extracción requiere casi sistemáticamente productos químicos altamente tóxicos, como el mercurio y el cianuro. Estas sustancias se expanden en el aire, el suelo y el agua. En consecuencia, la biodiversidad se resiente, así como la salud de la población local. Entre otras enfermedades, dichos venenos pueden causar ceguera, daños cerebrales, tumores y malformaciones fetales.

La recuperación del oro tiene, además, un impacto directo en la calidad y la disponibilidad del agua en las regiones afectadas.  Finalmente, son evidentes los efectos nocivos sobre el clima, debido al alto consumo de energía ya que la producción de un kilo de oro genera unas 12 toneladas de emisiones de CO2.

La organización ambientalista WWF Suiza subraya que, junto con el enorme impacto medioambiental, la extracción suele asociarse con condiciones laborales deplorables, esclavitud, tráfico de personas, trabajo infantil y prostitución forzada. Muchas veces los pueblos indígenas o las comunidades autóctonas son expulsados de sus tierras, ahora convertidas en yacimientos a cielo abierto.

La dramática Amazonia peruana

Hacia mediados del 2019, Perú exportaba unas 60 toneladas de oro producido ilegalmente en su suelo, gran parte del cual iba directamente a las refinerías suizas. La región de Madre de Dios (con Puerto Maldonado como capital), en la Amazonia peruana, es históricamente uno de los principales centros de extracción aurífera del país sudamericano.

Un reciente reportaje de la agencia española de noticias EFE señala que “desde el aire, el paisaje es desolador: allí donde antes hubo bosque amazónico, ahora rebosan cráteres de fango, árboles talados y arenales yermos tapizados en mercurio y morralla. Un páramo depredado por la *fiebre del oro* aluvial, que a ras de suelo creó un infierno clandestino y sin ley en la selva peruana. Se trata de La Pampa —entre los kilómetros 98 y 115 de la carretera interoceánica—, un territorio dentro del escudo protector de la reserva nacional de Tambopata que durante años ha sido el epicentro de la minería ilegal en la región peruana de Madre de Dios, y en donde este suculento negocio, más rentable que la cocaína, arrebató en las últimas décadas 25.000 hectáreas de una de las selvas con más biodiversidad del planeta”.

Dicho reportaje, elaborado in situ, señala que “hoy a pesar de los esfuerzos millonarios destinados a echar a los mineros ilegales de la zona, el flagelo sigue en brasas, el desastre ambiental intacto, y la trata de personas, el sicariato y la explotación laboral y sexual continúan proliferando como efectos colaterales de esta tragedia. Allí se extiende una suerte de poblado sin nombre, en donde hoy viven unas 40.000 personas dedicadas a actividades vinculadas a la minería ilegal. En esta ciudad improvisada escasean los lujos, pero sobran hoteles, restaurantes, bares y, sobre todo, prostitución, al más puro estilo del ‘salón’ de las películas de vaqueros”.

En Madre Dios se produce el 70% del oro artesanal de Perú, que es el primer productor de oro de Latinoamérica y el 5to a nivel mundial. En Madre de Dios, el 70% de la economía tiene que ver con la minería, pero solo el 10% es legal.

A comienzos del 2019, el Gobierno peruano puso en marcha la Operación Mercurio en la región de La Pampa, un mega operativo para tratar de erradicar las actividades no legales. Según la publicación digital peruana Actualidad Ambiental, si bien se ha logrado reducir la minería ilegal en un 98%, existe evidencia de que la misma ha migrado a áreas circundantes.

A pesar de más de 700 operativos policiales en menos de dos años y de la expulsión de 25.000 mineros ilegales, un informe de Monitoreo de Deforestación en la Amazonía indica que, tras el inicio de la Operación Mercurio, 1.100 nuevas hectáreas quedaron deforestadas debido a la actividad aurífera, y se constató la aparición de seis nuevos puntos de extracción no autorizada: Pariamanu, La Pampa (en dos zonas ubicadas al norte de dicha región), Camanti, Chaspa (Puno) y Apaylon. En síntesis, toda política represiva de estas actividades cuando no van acompañadas de propuestas productivas y de reinserción laboral parece estar condenadas al fracaso.

Autocrítica helvética

El Consejo Federal suizo (poder ejecutivo colegiado) “es consciente de que existe el riesgo de que se importe en Suiza oro extraído ilegalmente, con las posibles violaciones de los derechos humanos que esto representa”.

Así lo afirman las autoridades federales en el informe “Comercio de oro producido en violación de derechos humanos”, presentado ante el parlamento a fines de 2019, como respuesta a una interpelación que cuatro años antes presentó el senador nacional ecologista Luc Recordon.

El Gobierno le encargó a un grupo independiente que realizara un análisis del sector del oro en Suiza, sus principales actores y los posibles riesgos y desafíos. Como parte de este proceso, el grupo se puso en contacto con representantes del sector privado y de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) activas en derechos humanos, medio ambiente y cooperación al desarrollo.

El informe acepta como probable que las actividades de las empresas en toda la actividad aurífera tengan repercusiones negativas en una amplia gama de derechos humanos, como: maltrato de los trabajadores y violaciones de la legislación laboral, en particular en lo que se refiere a condiciones de trabajo seguras y saludables y a una remuneración que proporcione una vida digna. También reconoce posibles violaciones del modo de vida tradicional de los pueblos indígenas, su autodeterminación y sus tierras. Así como impactos negativos en las comunidades locales: reasentamiento y desplazamiento forzado, violación de los derechos de propiedad, de la libertad de asociación y de opinión y expresión.

El informe habla de los eventuales daños al medio ambiente y no excluye la posibilidad que las empresas auríferas cometan violaciones contra el estado de derecho. Finalmente, el Gobierno recomienda asegurar mayor transparencia en todas las actividades relacionadas con el oro que llega a Suiza. Recomienda, además, estimular a las asociaciones involucradas en la industria y el comercio del metal (por ejemplo, la Asociación Suiza de Fabricantes y Comerciantes de Metales Preciosos y la Swiss Better Gold) a que mejoren la manera como operan y a entablar un diálogo con las ONG interesadas en los desafíos pendientes en este sensible sector de la economía helvética.

Entre las recomendaciones de su informe de noviembre, WWF reclama leyes que obliguen a las empresas con sede en Suiza que compran y procesan oro a cumplir normas sociales y ecológicas mínimas y hacer público su comportamiento. Y llama a los consumidores a que asuman actitudes más responsables al adquirir productos que contienen oro. Ciertos sellos de calidad existentes como FairTrade y FairMined contribuyen a promover una extracción más responsable y transparente y a minimizar la potencial destrucción futura del medio ambiente.

500 años después, las carabelas repletas de metales preciosos provenientes del Nuevo Mundo se ven reemplazadas por buques o aviones de carga que llegan a destinos europeos. Se les agregan otros, provenientes de África y de Asia. Una gran parte del oro importado por Viejo Mundo desemboca en las sofisticadas refinerías de Suiza, principal plataforma giratoria del comercio mundial. Casi todo legal, aunque no siempre justo y, por eso mismo, tampoco ético.

Tomado de: América Latina en movimiento

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El despertar de una generación

Jóvenes alfabetizadoras en la Plaza de la Revolución

Por Graziella Pogolotti

Conviven entre nosotros varias generaciones, cada una de ellas modelada por tiempos y circunstancias diferentes. De la más antigua —ayer denso y frondoso bosque— el paso de los años va dejando árboles dispersos. Sus raíces se hunden en el recuerdo de las luchas contra la tiranía, en las vivencias de una República en proceso de descomposición y en los albores épicos del triunfo de enero de 1959.

La siguiente surgió con el anhelo de cumplir tareas de gigantes. Tuvo la oportunidad de hacerlo cuando, apenas a la salida de la infancia, fue convocada a participar en la Campaña de Alfabetización. Estamos arribando a las seis décadas de aquella hazaña portentosa, asociada simbólicamente a la cartilla y al farol.

Transcurría el año 1961, en el cual se sentaron dos pilares fundamentales para la conquista de la soberanía: la victoria de Playa Girón y el inicio de una revolución en el terreno de la educación, decisiva para el logro de la plena emancipación humana, cimentada en la formación de un sujeto crítico, consciente y participativo, capaz de potenciar al máximo sus facultades creativas.

En secuencia célebre de Memorias del subdesarrollo, Sergio contempla la ciudad a través de un catalejo. El conflicto planteado por Tomás Gutiérrez Alea en ese clásico de la filmografía latinoamericana se adscribe al debate de ideas que caracterizó a la década del 60 del pasado siglo. Desde los ángulos más diversos —la economía, la sociología, la política y la cultura— se llevaba a cabo un sistemático desmontaje de las formas de opresión colonial y sus consecuencias en la vida de las naciones emergentes.

Roberto Fernández Retamar se refirió reiteradamente a la dramática contradicción entre países subdesarrollantes y subdesarrollados, porque la dependencia engendra deformaciones estructurales de la economía, con sus repercusiones en el abismo de desigualdades creado en la sociedad y en la cultura. En este último caso se manifiesta en un reducido sector ilustrado con visos de modernidad, instalado sobre un trasfondo que permanece al margen de la historia.

Con la Campaña de Alfabetización, sus protagonistas, aquellos adolescentes formados en contextos urbanos, descubrieron la violencia impuesta por el subdesarrollo a través de la miseria extrema, las vidas cercenadas por la falta de acceso a los servicios médicos, así como las expresiones de otra cultura y de otros valores. Lo hicieron a través de la convivencia cotidiana en territorios regidos por el más absoluto desamparo y la ausencia de información.

Fue un aprendizaje que rebasaba las enseñanzas de los libros de historia y revelaba, con la crudeza de la confrontación directa, las realidades siempre silenciadas que configuraban la esencia y el destino del país. Como antecedente de esa experiencia, en conmemoración del 26 de Julio, más de medio millón de campesinos pudieron visitar La Habana, acogidos muchos de ellos en hogares capitalinos.

El rescate de la soberanía de la nación y el enfrentamiento al imperialismo pasaban por el reconocimiento del otro, por la redefinición del concepto de cultura y por la valoración de la naturaleza del subdesarrollo. Constituían el fundamento de una larga lucha por la emancipación, que imponía la necesidad de superar una pesada carga en lo interno, acumulada a través de siglos de dominación colonial.

Para las manos encallecidas en el duro laboreo, adaptarse al manejo del lápiz constituyó un desafío. Había que asumirlo cada noche, robar horas al sueño al cabo de la jornada de trabajo, alumbrados tan solo por el farol parpadeante. Valía la pena sobreponerse al cansancio e intentar la tarea. Significaba, ante todo, un acrecentamiento de la autoestima, un paso decisivo en la conquista de la dignidad. No tendrían que volver a padecer la humillación de firmar con una cruz documentos de implicaciones desconocidas.

Representaba también, para ellos y para sus hijos, la posibilidad de incorporarse a una acelerada dinámica social, de construir proyectos de vida y de constituirse en sujetos actuantes en la transformación del país. Sin esa acción precursora, convertida en una auténtica y profunda revolución cultural, no hubiéramos podido lograr el desarrollo científico que hoy nos enorgullece.

Fue una hazaña sin precedentes. Pulverizó los pronósticos de los más calificados especialistas a nivel internacional. Nació de la confianza depositada en las potencialidades latentes en el pueblo, convocado a participar en un empeño redentor. Entre los actores se contaban los muchachos procedentes de las capas urbanas y aquellos otros, deseosos de adueñarse de la letra confiados en la construcción de un porvenir mejor, así como los pedagogos formados en la mejor tradición cubana que supieron elaborar métodos de instrucción ajustados a las posibilidades de maestros neófitos.

Al cumplir su sexagésimo aniversario, la evocación de la Campaña de Alfabetización no puede reducirse a un homenaje formal. Sigue constituyendo fuente de aprendizaje. Incita a la relectura productiva de las razones y el sentido del proceso revolucionario cuando la confrontación con el poder hegemónico pasa por la economía y alcanza la sociedad, la cultura y los medios de comunicación. Hoy como ayer, en un contexto de creciente complejidad, se impone hurgar en lo profundo de nuestra realidad mediante el estudio y el empleo de las herramientas de la ciencia para sentar las bases, a través del diálogo con el otro, de una hegemonía cultural con vocación emancipadora.

Tomado de: Juventud Rebelde

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El inhumano juicio contra Assange: un riesgo para la justicia de todos

Julián Assange, editor del sitio web WikiLeaks

Por John Pilger

La reciente audiencia sobre el caso Assange estuve ausente de la autollamada “prensa libre”. La mayoría de la gente no sabe que un tribunal en el corazón de Londres juzga sobre su propio derecho a saber, a cuestionar y disentir.

La primera vez que vi a Julian Assange en la prisión de Belmarsh —durante el 2019, un poco después de que le quitaran su calidad de refugiado en la embajada de Ecuador— me dijo “creo que estoy enloqueciendo”.

Había adelgazado y estaba demacrado, con los ojos hundidos. Lo delgado de sus brazos se acentuaba por una tela identificadora de color amarillo amarrada alrededor de su brazo izquierdo, un símbolo que evoca el control institucional.

Durante todo el tiempo que duró mi visita, estuvo confinado a una celda aislada en un ala conocida como “atención sanitaria”, un nombre orwelliano. En la celda contigua, un hombre claramente perturbado gritaba durante toda la noche. Otro sufría de cáncer terminal. Otro estaba gravemente discapacitado.

“Un día nos dejaron jugar monopolio”, me dijo, “como terapia. ¡Esa fue nuestra asistencia sanitaria!”

“Esto es Alguien voló sobre el nido del cuco”, le dije.

“Si, sólo que más loco”.

El humor negro de Julián lo rescató muchas veces, pero ya no más. Las insidiosas torturas que sufrió en Belmarsh han tenido efectos devastadores. Hay que leer los informes de Nils Melzer, Relator especial de la ONU sobre la tortura, y las opiniones clínicas de Michael Kopelman, profesor emérito de neuropsiquiatría en el King College de Londres y del Dr. Quinton Deeley, y reservar el desprecio para el sicario estadounidense en los tribunales, James Lewis QC, que calificó esto como un “proceso de enfermedad (malingering)”.

Me conmovieron especialmente las palabras expertas de la Dra. Kate Humphrey, neuropsicóloga clínica del Imperial College, de Londres, quien declaró el año pasado al Old Bailey que el intelecto de Julian había pasado de estar en “el rango superior, o mejor dicho, probablemente muy superior” a “un nivel significativamente por debajo” de su nivel óptimo, hasta un punto donde le costaba mucho retener información y “rendir en un rango bajo a medio”.

En otra escena judicial de este vergonzoso drama kafkiano, pude ver cómo a Julián le costó recordar su nombre cuando el juez le pidió que lo dijera.

Estuvo encerrado durante la mayor parte de su primer año en Belmarsh. Ante la negación de realizar ejercicio adecuadamente, recorría su pequeña celda, ida y vuelta, ida y vuelta, para “mi propio auto-maratón” me dijo. Se podía sentir la desesperación. Encontraron una hojilla de afeitar en su celda. Escribió “cartas de despedida”. Llamó varias veces a los samaritanos.

Primero le negaron sus lentes de lectura, abandonados en la brutalidad de su secuestro de la embajada. Cuando los lentes finalmente llegaron a la cárcel, tardaron días en entregárselos. Su defensor, Gareth Peirce, se cansó de escribir cartas al director de la cárcel, reclamando por la retención de sus documentos legales, la negación del acceso a la biblioteca de la prisión y al uso de una laptop básica que tenían preparada para un caso como este. La prisión se tomó semanas, incluso meses en responder. El gobernador, Rob Davis, fue galardonado con la Orden del Imperio Británico.

Los libros que le envió un amigo, el periodista Charles Glass, sobreviviente de una toma de rehenes en Beirut, fueron devueltos. Julian no podía llamar a sus abogados estadounidenses. Desde el comienzo, estuvo constantemente medicado. Una vez, cuando le pregunté qué le estaban dando, no pudo responderme.

A finales de octubre, durante la audiencia ante la Corte Suprema para decidir si finalmente Julián iba a ser o no extraditado a Estados Unidos, solo pudo comparecer —brevemente, durante el primer día— por video-conferencia. Se veía indispuesto e inquieto. A la Corte se le dijo que no había asistido “excusado” por su “medicación”; pero su compañera, Stella Moris, declaró que Julian había solicitado asistir y que el permiso fue negado. No hay dudas de que comparecer ante el tribunal que te va a juzgar es un derecho.

Este hombre, profundamente orgulloso, también exige el derecho a mostrarse fuerte y coherente en público, como hizo en Old Bailey el año pasado. En ese momento, consultó constantemente con sus abogados a través de las rendijas de su jaula de cristal. Tomó muchas notas. Se puso de pie y protestó, con una rabiosa elocuencia, contra las mentiras y abusos del proceso.

No quedan dudas sobre el daño que se le ha hecho a Julián durante esta década de encarcelamiento e incertidumbre, incluyendo más de dos años en Belmarsh (cuyo brutal régimen es celebrado en la última película de Bond).

Pero tampoco quedan dudas sobre su coraje y su heroica capacidad de resistencia y resiliencia. Esto podría llevarlo a superar la actual pesadilla kafkiana (si logra sobrevivir al infierno estadounidense).

Conocí a Julian cuando llegó a Gran Bretaña en 2009. En nuestra primera entrevista, me habló del imperativo moral detrás de WikiLeaks: el derecho a la transparencia de los Gobiernos y el Poder es un derecho democrático básico. Lo he visto aferrarse a este principio incluso en detrimento de sus condiciones de vida.

Casi ninguno de estos notables rasgos de su carácter ha aparecido en la llamada “prensa libre”, cuyo futuro, según dicen, está en riesgo en caso de que Julian sea extraditado.

Obviamente, porque esa “prensa libre” no ha existido nunca. Lo que ha existido son periodistas extraordinarios que han ocupado cargos en “los medios” —clausurada esta opción, el periodismo independiente se ha visto obligado a volcarse en internet—.

Allí, se ha convertido en un “quinto poder” un samizdat de trabajo voluntario, sostenido por quienes fueron excepciones honorables en los medios, ahora reducidos a una cadena de clichés. Palabras como “democracia”, “reforma”, “derechos humanos” son despojadas de su significado en el diccionario y la censura funciona por omisión o exclusión.

La reciente audiencia fatídica ante la Corte fue “desaparecida” de la “prensa libre”. La mayoría de la gente no sabe que una Corte en el corazón de Londres se sentó a juzgar su derecho a la información; el derecho a cuestionar y discernir.

Muchos estadounidenses, si saben algo del caso de Assange, creen en la fantasía de que Julián es un agente ruso responsable de la derrota de Hillary Clinton contra Donald Trump en las elecciones presidenciales del 2016. Esto es sorprendentemente similar a la mentira de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, lo que justificó la invasión a Irak y la muerte de —aproximadamente— un millón o más de personas.

Es poco probable que sepan que el testigo principal de la investigación que sustenta uno de los cargos inventados contra Julián admitió recientemente que mintió, fabricando su “evidencia”.

Tampoco habrán oído o leído sobre las revelaciones de que la CIA, bajo su antiguo director Mike Pompeo (un imitador de Hermann Goering), planeaba asesinar a Julián. Nada nuevo. Desde que conozco a Julián, ha estado bajo amenaza (y cosas peores).

En su primera noche en la embajada de Ecuador durante el 2012, figuras oscuras se arremolinaron frente a la embajada golpeando las ventanas, tratando de entrar. En EE. UU., figuras públicas —incluyendo a Hillary Clinton, recién llegada de destruir Libia— tienen mucho tiempo pidiendo el asesinato de Julián. El presidente actual, Biden, lo denominó un “terrorista tecnológico”.

La ex primera ministra de Australia, Julia Gillard, tuvo tantas ganas de complacer a los que llamó “nuestros mejores amigos” en Washington, que pidió que se le quitara el pasaporte —hasta que le advirtieron que eso sería ilegal—. El actual primer ministro, Scott Morrison, un diplomático, cuando se le preguntó sobre Assange, dijo: “debería dar la cara”.

La temporada de caza contra el fundador de WikiLeaks empezó hace más de una década. En 2011, The Guardian explotó el trabajo de Julián como si fuera propio, acumulando premios de periodismo y acuerdos con Hollywood, para luego volverse en contra de su fuente.

Vinieron años de condenables ataques contra el hombre que se negó a ser parte del club. Fue acusado de no cuidar, en la redacción de los documentos, los nombres de las personas que podían entrar en riesgo. En un libro de The Guardian, escrito por David Leigh y Luke Harding, Assange es citado diciendo, durante una cena en un restaurante en Londres, que no le importaba si los informantes nombrados llegaran a sufrir daños.

Ni Harding ni Leigh estaban en esa cena. John Goetz, un periodista de investigación de Der Spiegel, sí estuvo allí, y en su testimonio declaró que Assange no dijo nada de esto.

El gran denunciante Daniel Ellsberg declaró al Old Bailey el año pasado que Assange había redactado, personalmente, 15.000 documentos. El periodista de investigación neozelandés, Nicky Hager, quien trabajó con Assange en las filtraciones de la Guerra de Afganistán e Irak, describió cómo Assange tomó “precauciones extraordinarias en la redacción de los nombres de los informantes”.

En 2013, le pregunté al cineasta Mark Davis sobre esto. Un respetado locutor radial de SBS-Australia, con Davis como testigo, acompañó a Assange durante la preparación de los archivos filtrados para su publicación en The Guardian y The New York Times. Me dijo: “Assange fue el único que trabajó día y noche extrayendo los 10.000 nombres de personas que podían ser fichadas por la revelaciones de los registros”.

En una conferencia ante un grupo de estudiantes de la Universidad City, David Leigh se burló de la idea de que “Julian Assange terminará en un traje anaranjado”, despreciando con sorna lo “exagerado” de sus temores. Más tarde, Edward Snowden reveló que a Assange lo tenían sujeto a un “cronograma de persecución”.

Luke Harding, quien coescribió con Leigh el libro de The Guardian en donde se reveló la contraseña de los cables diplomáticos que Julián había confiado al periódico, estaba fuera de la embajada de Ecuador cuando Julián pidió el asilo. Parado junto a una línea de policías, se regodeó en su blog: “Scotland Yard puede reírse de último”.

La campaña fue implacable. Los columnistas de The Guardian escarbaron hondo. “Él es, realmente, la cagada más grande”, escribió Suzanne Moore de un hombre que no conocía.

El editor que presidió todo esto, Alan Rusbridger, se ha unido últimamente al coro que repite que “defender a Assange es proteger la prensa libre”. Después de publicar las revelaciones iniciales de WikiLeaks, Rusbridger podría preguntarse si la posterior excomunión de Assange de The Guardian será suficiente para proteger su propio pellejo de la ira de Washington.

Es probable que los jueces de la Corte Suprema anuncien su decisión sobre la apelación estadounidense el próximo año. Lo que ellos decidan determinará si el poder judicial británico ha destruido, o no, los últimos vestigios de su criticada reputación. En el país de la Carta Magna este vergonzoso caso debería haber salido de los tribunales hace tiempo.

El tema acá no es el posible impacto sobre una cómplice “prensa libre”. Es la justicia negada —voluntariamente— para un hombre perseguido.

Julian Assange es un narrador de verdades cuyo único crimen ha sido revelar los crímenes y mentiras del Gobierno en una gran escala, realizando así uno de los más grandes servicios públicos que he visto en toda mi vida. ¿Necesitamos recordar que la justicia para uno es la justicia para todos?

Tomado de: Investig Action

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Rittenhouse y el racismo institucional

Kyle Rittenhouse portando un rifle semiautomático AR-15
Foto WFLA

Por La Jornada

Un jurado de Kenosha, Wisconsin, absolvió de todos los cargos a Kyle Rittenhouse, el joven que el 25 de agosto de 2020 asesinó a dos personas e hirió a una más durante una manifestación contra la brutalidad policiaca en esa ciudad del Medio Oeste estadunidense. En anticipación de que la sentencia absolutoria enardeciera a una comunidad tocada por la protección judicial a quienes actúan en nombre del racismo, el gobernador Tony Evers llamó a “mirar hacia adelante, juntos”, y el presidente Joe Biden pidió a los inconformes que “expresen sus opiniones de forma pacífica con apego a la ley”.

El caso de Rittenhouse reaviva el debate en torno a dos de los mayores demonios de la sociedad estadunidense: el racismo y el culto a las armas de fuego, y está llamado a convertirse en paradigma de la incapacidad de las instituciones de esa nación para procesar estos problemas.

Para hacerse una cabal idea de las hondas implicaciones del fallo dictado ayer, es necesario remontarse a sus primeros antecedentes. El 23 de agosto de 2020, un oficial de policía de Kenosha disparó siete veces por la espalda al afroestadounidense Jacob Blake cuando éste trataba de abordar su vehículo en el curso de una pelea doméstica. Este incidente ocurrió en momentos en que se encontraba a flor de piel la indignación por el asesinato del también afroestadounidense George Floyd, quien fue asfixiado hasta la muerte por el policía blanco Derek Chauvin, y desató una serie de protestas que incluyeron episodios de violencia como incendios de negocios. En respuesta a estas manifestaciones contra el racismo y la brutalidad policiaca, grupos de ultraderecha convocaron a “proteger” a la ciudadanía y la propiedad privada, y Rittenhouse se unió a uno de los contingentes armados que acudieron a amedrentar a quienes protestaban por tercera noche consecutiva.

La inocultable simpatía de muchos agentes del orden hacia estos grupos, que suelen combinar el supremacismo blanco con el culto a las armas, terminó de configurar el escenario de la tragedia: el 25 de agosto, elementos policiacos vieron a Rittenhouse y otros hombres pasear por las calles de Kenosha con armas de alto poder mientras regía el toque de queda, pero no sólo no los detuvieron, sino que les ofrecieron agua y hasta les agradecieron su presencia, todo lo cual consta en video. Aunque en el momento del ataque Rittenhouse tenía sólo 17 años y era, por tanto, demasiado joven para portar el rifle semiautomático AR-15 con que tomó dos vidas, ya había participado en el Programa de Cadetes de Seguridad Pública del Departamento de Policía de Grayslake, Illinois, que ofrece la oportunidad de viajar en autos patrulla y da entrenamiento en el uso de armas a menores de edad.

Se trata de una historia en que la violencia engendra violencia, y las instituciones encargadas de prevenir crímenes se convierten en sus ejecutores o cómplices. A propósito, debe recordarse que ya en 2016 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresó su “profunda preocupación ante un patrón reiterado de impunidad frente a los asesinatos de afrodescendientes a manos de la policía”. El caso de Rittenhouse representa la extensión de este manto de impunidad no sólo a quienes asesinan a personas negras, sino incluso a quienes disparan contra personas blancas –como lo eran las tres víctimas del joven– que levantan la voz para acabar con el racismo institucional que aqueja a la autoproclamada “mayor democracia del mundo”.

Tomado de: La Jornada

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Máximo Gómez, dominicano de nacimiento, y cubano de corazón

Máximo Gómez Báez (Baní, República Dominicana, 18 de noviembre de 1836 – La Habana, Cuba, 17 de junio de 1905) fue general en la Guerra de los Diez Años y el General en Jefe de las tropas revolucionarias cubanas en la Guerra del 95.

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

Máximo Gómez se calificaba a sí mismo como “dominicano de nacimiento, y cubano de corazón”, palabras que fueron ratificadas durante más de la mitad de su vida dedicada a la causa independentista en la Isla, desde que arribó junto a su familia en 1865. Cuando no llegaba a los 30 años y como oficial de la reserva militar española, tuvo que exiliarse, al ser derrotada su causa en la convulsa situación de su país.

Tenía experiencia militar por haber combatido junto a las milicias dominicanas contra las incursiones haitianas y en las propias contiendas civiles, en las que participó activamente.

El futuro Generalísimo del Ejército Libertador Cubano nació en el poblado rural de Baní, Santo Domingo, el 18 de noviembre de 1836, hace 185 años, y en su hogar le dieron una formación basada en la honorabilidad, la severidad y el virtuosismo, cualidades que serían el derrotero de su vida.

Tras llegar a Cuba se estableció con su familia en la finca El Dátil, cerca de Bayamo. En 1866 fue dado de baja del ejército español y al parecer su vida estaba predestinada a transcurrir en su proyecto de mejorar la situación económica de los suyos, incrementando la explotación de sus fértiles tierras, pero su gran sensibilidad ante la injusticia y la inhumana esclavitud lo llevaron a involucrarse en el movimiento independentista y fue de los primeros en seguir a Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868.

El joven dominicano se destacó dentro de las inexpertas tropas mambisas, al utilizar tácticas de combate diferentes a las tradicionales aplicadas por el ejército peninsular que también conocía, al concebir las acciones guerrilleras de emboscadas, de rehuir los enfrentamientos en grandes batallas en las cuales los colonialistas podrían desplegar su superioridad de fuerzas con la utilización de la caballería y artillería a sus anchas.

La gran lección sería el 26 de octubre de 1868, en que Gómez con unos 40 infantes armados en su mayoría solo con machetes se escondieron entre la tupida vegetación a ambos lados de la Tienda del Pino de Baire, aproximadamente a un kilómetro por el camino vecinal al oeste del poblado, y a su orden se lanzaron contra una columna hispana de más de 500 hombres y le hicieron más de 200 bajas en la que sería la primera carga al machete.

Ese fue solo el comienzo de la extraordinaria trayectoria militar de quien sería considerado por renombrados militares extranjeros como el primer guerrillero de América, y que le valieran fuera ascendido a General por Carlos Manuel de Céspedes.

Después vendría el Pacto del Zanjón y el destierro de 17 años afrontando vicisitudes en la pobreza y enfermedades de su familia, pero sin que dejara de pensar en la independencia de Cuba cuando intentó un nuevo estallido junto a Antonio Maceo.

En esas condiciones le escribió Martí en 1892 para integrarlo a la preparación de la Guerra Necesaria: […] Yo ofrezco a usted sin temor a negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres” y Gómez le responde: “Desde ahora puede Ud. disponer de mis servicios”.

En la nueva contienda reverdecerá su excepcional talento militar y junto con el Titán de Bronce llevará en la invasión la guerra a todo el país para en batallas memorables derrotar a las más selectas tropas colonialistas.

Pero después de la muerte de Martí y Maceo, fue la única máxima figura de la Revolución y tendría que sufrir la intervención yanqui en la guerra y el establecimiento de la neocolonia en 1902, facilitada por la división y la traición del anexionista y primer presidente cubano Tomas Estrada Palma y su grupo.

Al final de la guerra expresó: “La situación pues, que se le ha creado a este pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía.”

Años después cuando Estrada Palma, antes de culminar su período presidencial en 1906, decidió reelegirse de forma fraudulenta el invicto jefe del Ejército Libertador se opuso decididamente.

En junio de 1905 realizó un viaje acompañado de su familia a Santiago de Cuba, pero sobre todo para continuar con su campaña contra la reelección de Estrada Palma.

Fueron tantas las muestras de afecto y cariño del pueblo hacia él, que al recibir numerosos apretones de mano se le infectó una pequeña herida que se generalizó y le causaría la muerte el 17 de junio de 1905, como consecuencia de su campaña cívica de unidad contra el engendro reeleccionista del anexionista Estrada Palma.

Esa fue su última batalla librada por el amor hacia Cuba que mantuvo inalterable desde aquellos lejanos días de octubre de 1868, aunque esta vez la libraría contra los males de la falsa república que solo culminaría con los cambios definitivos de la alborada revolucionaria del primero de enero de 1959.

Tomado de: Agencia Cubana de Noticias

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Discurso de aceptación del Premio Nobel

José de Sousa Saramago fue un escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo portugués. En 1998 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura. (1922-2010)

Por José Saramago

El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer.

Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama.

Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable.

Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado.

Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: «José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera». Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera.

Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea.

Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba.

Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: «¿Y después?».

Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo.

Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa.

Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: «No hagas caso, en sueños no hay firmeza».

Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños.

Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: «El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir». No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada.

Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver.

Muchos años después, escribiendo por primera vez sobre éste mi abuelo Jerónimo y ésta mi abuela Josefa (me ha faltado decir que ella había sido, según cuantos la conocieron de joven, de una belleza inusual), tuve conciencia de que estaba transformando las personas comunes que habían sido en personajes literarios y que ésa era, probablemente, la manera de no olvidarlos, dibujando y volviendo a dibujar sus rostros con el lápiz siempre cambiante del recuerdo, coloreando e iluminando la monotonía de un cotidiano opaco y sin horizontes, como quien va recreando sobre el inestable mapa de la memoria, la irrealidad sobrenatural del país en que decidió pasar a vivir.

La misma actitud de espíritu que, después de haber evocado la fascinante y enigmática figura de un cierto bisabuelo berebere, me llevaría a describir más o menos en estos términos un viejo retrato (hoy ya con casi ochenta años) donde mis padres aparecen. «Están los dos de pie, bellos y jóvenes, de frente ante el fotógrafo, mostrando en el rostro una expresión de solemne gravedad que es tal vez temor delante de la cámara, en el instante en que el objetivo va a fijar de uno y del otro la imagen que nunca más volverán a tener, porque el día siguiente será implacablemente otro día.

Mi madre apoya el codo derecho en una alta columna y sostiene en la mano izquierda, caída a lo largo del cuerpo, una flor. Mi padre pasa el brazo por la espalda de mi madre y su mano callosa aparece sobre el hombro de ella como un ala. Ambos pisan tímidos una alfombra floreada. La tela que sirve de fondo postizo al retrato muestra unas difusas e incongruentes arquitecturas neoclásicas». Y terminaba: «Tendría que llegar el día en que contaría estas cosas. Nada de esto tiene importancia a no ser para mí. Un abuelo berebere, llegando del norte de Africa, otro abuelo pastor de cerdos, una abuela maravillosamente bella, unos padres graves y hermosos, una flor en un retrato ¿qué otra genealogía puede importarme? ¿en qué mejor árbol me apoyaría?».

Escribí estas palabras hace casi treinta años sin otra intención que no fuese reconstituir y registrar instantes de la vida de las personas que me engendraron y que estuvieron más cerca de mí, pensando que no necesitaría explicar nada más para que se supiese de dónde vengo y de qué materiales se hizo la persona que comencé siendo y ésta en que poco a poco me he convertido.

Ahora descubro que estaba equivocado, la biología no determina todo y en cuanto a la genética, muy misteriosos habrán sido sus caminos para haber dado una vuelta tan larga. A mi árbol genealógico (perdóneseme la presunción de designarlo así, siendo tan menguada la sustancia de su savia) no le faltaban sólo algunas de aquellas ramas que el tiempo y los sucesivos encuentros de la vida van desgajando del tronco central.

También le faltaba quien ayudase a sus raíces a penetrar hasta las capas subterráneas más profundas, quien apurase la consistencia y el sabor de sus frutos, quien ampliase y robusteciese su copa para hacer de ella abrigo de aves migratorias y amparo de nidos. Al pintar a mis padres y a mis abuelos con tintas de literatura, transformándolos de las simples personas de carne y hueso que habían sido, en personajes nuevamente y de otro modo constructores de mi vida, estaba, sin darme cuenta, trazando el camino por donde los personajes que habría de inventar, los otros, los efectivamente literarios, fabricarían y traerían los materiales y las herramientas que, finalmente, en lo bueno y en lo menos bueno, en lo bastante y en lo insuficiente, en lo ganado y en lo perdido, en aquello que es defecto pero también en aquello que es exceso, acabarían haciendo de mí la persona en que hoy me reconozco: creador de esos personajes y al mismo tiempo criatura de ellos.

En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé. Considero que sin ellos no sería la persona que hoy soy, sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser.

Ahora soy capaz de ver con claridad quiénes fueron mis maestros de vida, los que más intensamente me enseñaron el duro oficio de vivir, esas decenas de personajes de novela y de teatro que en este momento veo desfilar ante mis ojos, esos hombres y esas mujeres, hechos de papel y de tinta, esa gente que yo creía que iba guiando de acuerdo con mis conveniencias de narrador y obedeciendo a mi voluntad de autor, como títeres articulados cuyas acciones no pudiesen tener más efecto en mí que el peso soportado y la tensión de los hilos con que los movía.

De esos maestros el primero fue, sin duda, un mediocre pintor de retratos que designé simplemente por la letra H., protagonista de una historia a la que creo razonable llamar de doble iniciación (la de él, pero también, de algún modo, la del autor del libro, protagonista de una historia titulada «Manual de pintura y caligrafía», que me enseñó la honradez elemental de reconocer y acatar, sin resentimientos ni frustraciones, sus propios límites: sin poder ni ambicionar aventurarme más allá de mi pequeño terreno de cultivo, me quedaba la posibilidad de cavar hacia el fondo, hacia abajo, hacia las raíces.

Las mías, pero también las del mundo, si podía permitirme una ambición tan desmedida. No me compete a mí, claro está, evaluar el mérito del resultado de los esfuerzos realizados, pero creo que es hoy patente que todo mi trabajo, de ahí para adelante, obedeció a ese propósito y a ese principio.

Vinieron después los hombres y las mujeres del Alentejo, aquella misma hermandad de condenados de la tierra a que pertenecieron mi abuelo Jerónimo y mi abuela Josefa, campesinos rudos obligados a alquilar la fuerza de los brazos a cambio de un salario y de condiciones de trabajo que sólo merecerían el nombre de infames. Cobrando por menos que nada una vida a la que los seres cultos y civilizados que nos preciamos de ser llamamos, según las ocasiones, preciosa, sagrada y sublime.

Gente popular que conocí, engañada por una Iglesia tan cómplice como beneficiaria del poder del Estado y de los terratenientes latifundistas, gente permanentemente vigilada por la policía, gente, cuántas y cuántas veces, víctima inocente de las arbitrariedades de una justicia falsa. Tres generaciones de una familia de campesinos, los Mau-Tempo, desde el comienzo del siglo hasta la Revolución de Abril de 1974 que derrumbó la dictadura, pasan por esa novela a la que di el título de «Alzado del suelo» y fue con tales hombres y mujeres del suelo levantados, personas reales primero, figuras de ficción después, con las que aprendí a ser paciente, a confiar y a entregarme al tiempo, a ese tiempo que simultáneamente nos va construyendo y destruyendo para de nuevo construirnos y otra vez destruirnos.

No tengo la seguridad de haber asimilado de manera satisfactoria aquello que la dureza de las experiencias tornó virtud en esas mujeres y en esos hombres: una actitud naturalmente estoica ante la vida. Teniendo en cuenta, sin embargo, que la lección recibida, pasados más de veinte años, permanece intacta en mi memoria, que todos los días la siento presente en mi espíritu como una insistente convocatoria, no he perdido, hasta ahora, la esperanza de llegar a ser un poco más merecedor de la grandeza de los ejemplos de dignidad que me fueron propuestos en la inmensidad de las planicies del Alentejo. El tiempo lo dirá.

¿Qué otras lecciones podría yo recibir de un portugués que vivió en el siglo XVI, que compuso las «Rimas» y las glorias, los naufragios y los desencantos patrios de «Os Lusíadas», que fue un genio poético absoluto, el mayor de nuestra literatura, por mucho que eso pese a Fernando Pessoa, que a sí mismo se proclamó como el Super-Camoens de ella? Ninguna lección a mi alcance, ninguna lección que yo fuese capaz de aprender salvo la más simple que me podría ser ofrecida por el hombre Luis Vaz de Camoens en su más profunda humanidad, por ejemplo, la humildad orgullosa de un autor que va llamando a todas las puertas en busca de quien esté dispuesto a publicar el libro que escribió, sufriendo por eso el desprecio de los ignorantes de sangre y de casta, la indiferencia desdeñosa de un rey y de su compañía de poderosos, el escarnio con que desde siempre el mundo ha recibido la visita de los poetas, de los visionarios y de los locos.

Al menos una vez en la vida, todos los autores tuvieron o tendrán que ser Luis de Camoens, aunque no escriban las redondillas de «Sobolos rios». Entre hidalgos de la corte y censores del Santo Oficio, entre los amores de antaño y las desilusiones de la vejez prematura, entre el dolor de escribir y la alegría de haber escrito, fue a este hombre enfermo que regresa pobre de la India, adonde muchos sólo iban para enriquecerse, fue a este soldado ciego de un ojo y golpeado en el alma, fue a este seductor sin fortuna que no volverá nunca más a perturbar los sentidos de las damas de palacio, a quien yo puse a vivir en el teatro en el escenario de la pieza de teatro llamada «Que farei con este livro?» («¿Qué haré con este libro?»), en cuyo final resuena otra pregunta, aquélla que importa verdaderamente, aquélla que nunca sabremos si alguna vez llegará a tener respuesta suficiente: «¿Qué haréis con este libro?».

Humildad orgullosa fue ésa de llevar debajo del brazo una obra maestra y verse injustamente rechazado por el mundo. Humildad orgullosa también, y obstinada, esta de querer saber para qué servirán mañana los libros que vamos escribiendo hoy, y luego dudar que consigan perdurar largamente (¿hasta cuándo?) las razones tranquilizadoras que quizá nos estén siendo dadas o que estamos dándonos a nosotros mismos. Nadie se engaña mejor que cuando consiente que lo engañen otros.

Se aproxima ahora un hombre que dejó la mano izquierda en la guerra y una mujer que vino al mundo con el misterioso poder de ver lo que hay detrás de la piel de las personas. El se llama Baltasar Mateus y tiene el apodo de Siete-Soles, a ella la conocen por Bilmunda, y también por el apodo de Siete-Lunas que le fue añadido después porque está escrito que donde haya un sol habrá una luna y que sólo la presencia conjunta de uno y otro tornará habitable, por el amor, la tierra.

Se aproxima también un padre jesuita llamado Bartolmeu que inventó una máquina capaz de subir al cielo y volar sin otro combustible que no sea la voluntad humana, ésa que según se viene diciendo, todo lo puede, aunque no pudo, o no supo, o no quiso, hasta hoy, ser el sol y la luna de la simple bondad o del todavía más simple respeto. Sontres locos portugueses del siglo XVIII en un tiempo y en un país donde florecieron las supersticiones y las hogueras de la Inquisición, donde la vanidad y la megalomanía de un rey hicieron levantar un convento, un palacio y una basílica que asombrarían al mundo exterior, en el caso poco probable de que ese mundo tuviera ojos bastantes para ver a Portugal, tal como sabemos que los tenía Bilmunda para ver lo que escondido estaba. Y también se aproxima una multitud de millares y millares de hombres con las manos sucias y callosas, con el cuerpo exhausto de haber levantado, durante años sin fin, piedra a piedra, los muros implacables del convento, las alas enormes del palacio, las columnas y las pilastras, los aéreos campanarios, la cúpula de la basílica suspendida sobre el vacío.

Los sonidos que estamos oyendo son del clavicornio del Doménico Scarlatti, que no sabe si debe reír o llorar. Esta es la historia del «Memorial del convento», un libro en que el aprendiz de autor, gracias a lo que le venía siendo enseñado desde el antiguo tiempo de sus abuelos Jerónimo y Josefa, consiguió escribir palabras como éstas, donde no está ausente alguna poesía: «Además de la conversación de las mujeres son los sueños los que sostienen al mundo en su órbita. Pero son también los sueños los que le hacen una corona de lunas, por eso el cielo es el resplandor que hay dentro de la cabeza de los hombres si no es la cabeza de los hombres el propio y único cielo». Que así sea.

De las lecciones de poesía, sabía ya alguna cosa el adolescente, aprendidas en sus libros de texto cuando, en una escuela de enseñanza profesional de Lisboa, andaba preparándose para el oficio que ejerció en el comienzo de su vida de trabajo: el de mecánico cerrajero. Tuvo también buenos maestros del arte poético en las largas horas nocturnas que pasó en bibliotecas públicas, leyendo al azar de encuentros y de catálogos, sin orientación, sin alguien que le aconsejase, con el mismo asombro creador del navegante que va inventando cada lugar que descubre.

Pero fue en la biblioteca de la escuela industrial donde «El año de la muerte de Ricardo Reis» comenzó a ser escrito. Allí encontró un día el joven aprendiz de cerrajero (tendría entonces 17 años) una revista – «Atena» era el título – en que había poemas firmados con aquel nombre y, naturalmente, siendo tan mal conocedor de la cartografía literaria de su país, pensó que existía en Portugal un poeta que se llamaba así: Ricardo Reis.

No tardó mucho tiempo en saber que el poeta propiamente dicho había sido un tal Fernando Nogueira Pessoa que firmaba poemas con nombres de poetas inexistentes nacidos en su cabeza y a quien llamaba heterónimos, palabra que no constaba en los diccionarios de la época, por eso costó tanto trabajo al aprendiz de las letras saber lo que ella significaba. Aprendió de memoria muchos poemas de Ricardo Reis («Para ser grande sê inteiro/Põe quanto és no mínimo que fazes»), pero no podía resignarse, a pesar de tan joven e ignorante, a que un espíritu superior hubiese podido concebir, sin remordimiento, este verso cruel: «Sábio é o que se contenta com o espectáculo do mundo». Mucho, mucho tiempo después, el aprendiz de escritor ya con el pelo blanco y un poco más sabio de sus propias sabidurías se atrevió a escribir una novela para mostrar al poeta de las «Odas» algo de lo que era el espectáculo del mundo en ese año de 1936 en que lo puso a vivir sus últimos días: la ocupación de la Renania por el Ejército nazi, la guerra de Franco contra la República española, la creación por Salazar de las milicias fascistas portuguesas. Fue como si estuviese diciéndole: «He ahí el espectáculo del mundo, mi poeta de las amarguras serenas y del escepticismo elegante. Disfruta, goza, contempla, ya que estar sentado es tu sabiduría».

«El año de la muerte de Ricardo Reis» terminaba con unas palabras elancólicas: «Aquí donde el mar acabó y la tierra espera». Por tanto no habría más descubrimientos para Portugal, sólo como destino una espera infinita de futuros ni siquiera imaginables: el fado de costumbre, la saudade de siempre y poco más. Entonces el aprendiz imaginó que tal vez hubiese una manera de volver a lanzar los barcos al agua, por ejemplo mover la propia tierra y ponerla a navegar mar adentro.

Fruto inmediato del resentimiento colectivo portugués por los desdenes históricos de Europa (sería más exacto decir fruto de mi resentimiento personal), la novela que entonces escribí – «La balsa de piedra» – separó del continente europeo a toda la Península Ibérica, transformándola en una gran isla fluctuante, moviéndose sin remos ni velas, ni hélices, en dirección al Sur del mundo, «masa de piedra y tierra cubierta de ciudades, aldeas, ríos, bosques, fábricas, bosques bravíos, campos cultivados, con su gente y sus animales», camino de una utopía nueva: el encuentro cultural de los pueblos peninsulares con los pueblos del otro lado del Atlántico, desafiando así, a tanto se atrevió mi estrategia, el dominio sofocante que los Estados Unidos de la América del Norte vienen ejerciendo en aquellos parajes.

Una visión dos veces utópica entendería esta ficción política como una metáfora mucho más generosa y humana: que Europa, toda ella, deberá trasladarse hacia el Sur a fin de, en descuento de sus abusos coloniales antiguos y modernos, ayudar a equilibrar el mundo. Es decir Europa finalmente como ética. Los personajes de «La balsa de piedra» – dos mujeres, tres hombres y un perro – viajan incansablemente a través de la Península mientras ella va surcando el océano. El mundo está cambiando y ellos saben que deben buscar en sí mismos las personas nuevas en que se convertirán (sin olvidar al perro que no es un perro como los otros). Eso les basta. Se acordó entonces el aprendiz que en tiempos de su vida había hecho algunas revisiones de pruebas de libros y que si en «La balsa de piedra» hizo, por decirlo así, revisión del futuro, no estaría mal que revisara ahora el pasado inventando una novela que se llamaría «História do Cerco de Lisboa», en la que un revisor trabajando un libro del mismo título, aunque de historia, y cansado de ver cómo la citada historia cada vez es menos capaz de sorprender, decidió poner en lugar de un «sí» un «no», subvirtiendo la autoridad de las «verdades históricas».

Raimundo Silva, así se llamaba el revisor, es un hombre simple, vulgar, que sólo se distingue de la mayoría por creer que todas las cosas tienen su lado visible y su lado invisible y que no sabremos nada de ellas, mientras no les hayamos dado la vuelta completa. De eso precisamente trata una conversación que tiene con el historiador. Así: «Le recuerdo que los revisores ya vieron mucho de literatura y vida, Mi libro, se lo recuerdo, es de historia. No es propósito mío apuntar otras contradicciones, profesor, en mi opinión todo cuanto no sea vida es literatura.

La historia también. La historia sobre todo, sin querer ofender. Y la pintura, y la música. La música va resistiéndose desde que nació, unas veces va y otras viene, quiere librarse de la palabra, supongo que por envidia, pero regresa siempre a la obediencia. Y la pintura, mire, la pintura no es más que literatura hecha con pinceles. Espero que no se haya olvidado de que la humanidad comenzó pintando mucho antes de saber escribir. Conoce el refrán, si no tienes perro caza con el gato, o dicho de otramanera, quien no puede escribir, pinta, o dibuja, es lo que hacen los niños. Lo que usted quiere decir, con otras palabras, es que la literatura ya existía antes de haber nacido, sí señor, como el hombre, con otras palabras, antes de serlo ya lo era.

Me parece que usted equivocó la vocación, debería ser historiador. Me falta preparación profesor, qué puede un simple hombre hacer sin preparación, mucha suerte he tenido viniendo al mundo con la genética organizada, pero, por decirlo así, en estado bruto, y después sin más pulimento que las primeras letras que se quedaron como únicas. Podía presentarse como autodidacta producto de su digno esfuerzo, no es ninguna vergüenza, antiguamente la sociedad estaba orgullosa de sus autodidactas.

Eso se acabó, vino el desarrollo y se acabó, los autodidactas son vistos con malos ojos, sólo los que escriben versos o historias para distraer están autorizados a ser autodidactas, pero yo para la creación literaria no tengo habilidad. Entonces métase a filósofo. Usted es un humorista, cultiva la ironía, me pregunto cómo se dedicó a la historia, siendo ella tan grave y profunda ciencia. Soy irónico sólo en la vida real. Ya me parecía a mí que la historia no es la vida real, literatura sí, y nada más. Pero la historia fue vida real en el tiempo en que todavía no se le podía llamar historia. Entonces usted cree, profesor, que la historia es la vida real. Lo creo, sí.

Que la historia fue vida real, quiero decir. No tengo la menor duda. Qué sería de nosotros si el deleatur que todo lo borra no existiese, suspiró el revisor». Escusado será añadir que el aprendiz aprendió con Raimundo Silva la lección de la duda. Ya era hora.

Fue probablemente este aprendizaje de la duda el que le llevó, dos años más tarde, a escribir «El Evangelio según Jesucristo». Es cierto, y él lo ha dicho, que las palabras del título le surgieron por efecto de una ilusión óptica, pero es legítimo que nos interroguemos si no habría sido el sereno ejemplo del revisor el que, en ese tiempo, le anduvo preparando el terreno de donde habría de brotar la nueva novela. Esta vez no se trataba de mirar por detrás de las páginas del «Nuevo Testamento» a la búsqueda de contradicciones, sino de iluminar con una luz rasante la superficie de esas páginas, como se hace con una pintura para resaltarle los relieves, las señales de paso, la oscuridad de las depresiones.

Fue así como el aprendiz, ahora rodeado de personajes evangélicos, leyó, como si fuese la primera vez, la descripción de la matanza de los Inocentes y, habiendo leído, no comprendió. No comprendió que pudiese haber mártires de una religión que aún tendría que esperar treinta años para que su fundador pronunciase la primera palabra de ella, no comprendió que no hubiese salvado la vida de los niños de Belén precisamente la única persona que lo podría haber hecho, no comprendió la ausencia, en José, de un sentimiento mínimo de responsabilidad, de remordimiento, de culpa o siquiera de curiosidad, después de volver de Egipto con su familia.

Ni se podrá argumentar en defensa de la causa que fue necesario que los niños de Belén murieran para que pudiese salvarse la vida de Jesús: El simple sentido común, que a todas las cosas, tanto a las humanas como a las divinas, debería presidir, está ahí para recordarnos que Dios no enviaría a su hijo a la Tierra con el encargo de redimir los pecados de la humanidad, para que muriera a los dos años de edad degollado por un soldado de Herodes. En ese Evangelio escrito por el aprendiz con el respeto que merecen los grandes dramas, José será consciente de su culpa, aceptará el remordimiento en castigo de la falta que cometió y se dejará conducir a la muerte casi sin resistencia, como si eso le faltase todavía para liquidar sus cuenta con el mundo.

«El Evangelio» del aprendiz no es, por tanto, una leyenda edificante más de bienaventurados y de dioses, sino la historia de unos cuantos seres humanos sujetos a un poder contra el cual luchan, pero al que no pueden vencer. Jesús, que heredará las sandalias con las que su padre había pisado el polvo de los caminos de la tierra, también heredará de él el sentimiento trágico de la responsabilidad y de ella la culpa que nunca lo abandonará, incluso cuando levante la voz desde lo alto de la cruz: «Hombres, perdonadle, porque él no sabe lo que hizo», refiriéndose al Dios que lo llevó hasta allí, aunque quien sabe si recordando todavía, en es última agonía, a su padre auténtico, aquel que en la carne y en la sangre, humanamente, lo engendró.

Como se ve, el aprendiz ya había hecho un largo viaje cuando en el herético evangelio escribió las últimas palabras del diálogo en el templo entre Jesús y el escriba: «La culpa es un lobo que se come al hijo después de haber devorado al padre, dijo el escriba, Ese lobo de que hablas ya se ha comido a mi padre, dijo Jesús, Entonces sólo falta que devore a ti, Y tú, en tu vida, fuiste comido, o devorado, No sólo comido y devorado, también vomitado, respondió el escriba».

Si el emperador Carlomagno no hubiese establecido en el norte de Alemania un monasterio, si ese monasterio no hubiese dado origen a la ciudad de Münster, si Münster no hubiese querido celebrar los 1.200 años de su fundación con una ópera sobre la pavorosa guerra que enfrentó en el siglo XVI a protestantes anabaptistas y católicos, el aprendiz no habría escrito la pieza de teatro que tituló «In Nomine Dei». Una vez más, sin otro auxilio que la pequeña luz de su razón, el aprendiz tuvo que penetrar en el oscuro laberinto de las creencias religiosas, ésas que con tanta facilidad llevan a los seres humanos a matar y a dejarse matar.

Y lo que vio fue nuevamente la máscara horrenda de la intolerancia, una intolerancia que en Münster alcanzó el paroxismo demencial, una intolerancia que insultaba la propia causa que ambas partes proclamaban defender. Porque no se trataba de una guerra en nombre de dos dioses enemigos sino de una guerra en nombre de un mismo dios. Ciegos por sus propias creencias, los anabaptistas y los católicos de Münster no fueron capaces de comprender la más clara de todas las evidencias: en el día del Juicio Final, cuando unos y otros se presenten a recibir el premio o el castigo que merecieron sus acciones en la tierra, Dios, si en sus decisiones se rige por algo parecido a la lógica humana, tendrá que recibir en el paraíso tanto a unos como a otros, por la simple razón de que unos y otros en El creían.

La terrible carnicería de Münster enseñó al aprendiz que al contrario de lo que prometieron las religiones nunca sirvieron para aproximar a los hombres y que la más absurda de todas las guerras es una guerra religiosa, teniendo en consideración que Dios no puede, aunque lo quisiese, declararse la guerra a sí mismo. Ciegos.El aprendiz pensó «Estamos ciegos», y se sentó a escribir el «Ensayo sobre la ceguera» para recordar a quien lo leyera que usamos perversamente la razón cuando humillamos la vida, que la dignidad del ser humano es insultada todos los días por los poderosos de nuestro mundo, que la mentira universal ocupó el lugar de las verdades plurales, que el hombre dejó de respetarse a sí mismo cuando perdió el respeto que debía a su semejante.

Después el aprendiz, como si intentara exorcizar a los monstruos engendrados por la ceguera de la razón, se puso a escribir la más simple de todas las historias: Una persona que busca a otra persona sólo porque ha comprendido que la vida no tiene nada más importante que pedir a un ser humano. El libro se llama «Todos los nombres». No escritos, todos nuestros nombres están allí. Los nombres de los vivos y los nombres de los muertos.

Termino. La voz que leyó estas páginas quiso ser el eco de las voces conjuntas de mis personajes. No tengo, pensándolo bien, más voz que la voz que ellos tuvieron. Perdonadme si os pareció poco esto que para mí es todo.

Tomado de: El Viejo Topo

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