Cine cubano en el Festival de La Habana: La Obra del Siglo. Por: Dean Luis Reyes*

Fotograma del filme, "La obra del siglo". Director: Carlos Machado.

Fotograma del filme, “La obra del siglo”. Director: Carlos Machado.

La Obra del Siglo es uno de los contendientes más serios que presenta Cuba a concurso dentro del 37mo. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Se trata del segundo largometraje de ficción de Carlos Machado, quien dirigiera su opera prima, La piscina, en 2012.

Después de recibirse como director en las dos academias cubanas que forman realizadores audiovisuales (la Facultad de los Medios de Comunicación Audiovisual – FAMCA, adjunta al Instituto Superior de Arte, y la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños – EICTV), Quintela consiguió organizar la producción de esta película a través de un esquema de financiamiento internacional y gracias a la participación del argentino Hernán Masaluppi y su productora Rizoma Films.

Thomas Humphrey, de Cineuropa, calificó La Obra del Siglo como “un peso pesado de la nueva ola latinoamericana”. La Muestra Joven ICAIC, el espacio más importante para las nuevas voces del audiovisual cubano, la eligió para inaugurar su edición de 2015, en mayo pasado. Dos decenas de festivales en EE.UU. han cursado invitaciones al filme de Quintela, así como muchos más alrededor del mundo.

La Obra del Siglo cuenta la historia de tres hombres de distintas generaciones conviviendo en un apartamento de la Ciudad Nuclear de Juraguá, urbanización de la provincia de Cienfuegos, donde quedó inconclusa la que iba a ser la primera central de energía nuclear del Caribe. La desaparición de la URSS dejó el proyecto a medias. Esos restos sirven a los realizadores para referir la crisis humana que el desencanto deja, para revisar el pasado reciente cubano y para hacer un comentario universal en torno al destino de la utopía.

Su estructura ha despertado el interés de la crítica y el público que la han visto. Consta de un relato de ficción ambientado en la Juraguá del presente, combinado con el fuerte peso documental de ese universo aislado y del que no se dice nada en la esfera pública de la Cuba actual. El tercer elemento que construye sentido narrativo es el profuso material de archivo rescatado por los realizadores y que pertenece a reportes de prensa y registros televisivos hechos en la década de 1980 durante distintos momentos de la construcción de la electronuclear.

El trenzado de ese material dota a la película de un carácter desusado para el cine cubano reciente. Su tono general orbita entonces entre el balance de un momento histórico, cierta necesidad testimonial y una suerte de discurso del desencanto. Ello no está exento de humor, con un dejo agridulce que no se decide ni por la amargura doliente ni por la ironía abierta.

El peso de la anécdota central recae fundamentalmente en tres actores: la leyenda de la actuación cubana Mario Balmaseda (De cierta maneraBaraguáEntre ciclones); Mario Guerra, uno de los intérpretes cubanos más maduros y solicitados de hoy, y el debutante Leonardo Gascón. Balmaseda podría estar entre los candidatos al Coral a Mejor actor, pues consigue aquí una caracterización de enorme complejidad, que sostiene un universo de referencias y contradicciones que está entre lo mejor logrado del guion.

La escritura del libreto para La Obra del Siglo corrió a cargo de Abel Arcos, colaborador habitual de Machado Quintela. Según me contara el director en una entrevista publicada por la revista Cine Cubano: “Esto empezó con un guion que Abel Arcos, el mismo autor de La piscina, escribió hace tiempo, titulado El balcón, que tenía a tres hombres que vivían solos. Comencé a reescribirlo y, mientras estudiaba en la EICTV, pasé casualmente un taller de guion en la Ciudad Nuclear, con el grupo de teatro La Fortaleza. Viéndola de cerca, decidí que ese era el sitio para estos tres personajes. Porque es un lugar olvidado, no hay siquiera señales de tráfico para llegar allí”.

Pero ese guion no fue camisa de fuerza, sino un modelo a partir del cual la película adquirió un carácter menos previsible: “En el guion estaba la historia de hombres de tres generaciones que conviven bajo un mismo techo, cada cual con un dilema sin solución. Uno que está allí porque lo dejó la novia (Gascón); el viejo (Balmaseda), que tiene un carácter posesivo y está todo el tiempo luchando contra todo sin ninguna lógica, como lo hacen muchos viejos en nuestro país; el de Mario Guerra, un ingeniero que se quedó ahí. Todo relacionado con el caos y la irregularidad. La estructura es muy abierta y por el camino se va enrareciendo más, después vuelve a ser como una película normal y se acaba”.

A través de esa estructura y forma de edificar un relato, La Obra del Siglo se distancia del cine cubano reciente. Su director reconoce la necesidad de aproximarse a un modo de contar más universal, donde encuentren el balance la expresión de una realidad y costumbres locales y un tratamiento asequible a toda clase de  público.

Comenta Machado Quintela: “Intento que lo cubano esté en el paisaje, porque el paisaje solo habla y va a ser cubano aunque yo no lo quiera. Eso sí: intento contar una historia que sea internacional, que se entienda en todas partes, que lo profundo del conocimiento del relato no se dé a través de lo cubano, pero que no deje de serlo por ello. Se supone que uno quiere hacer un cine propio, que está en tu acervo, y que gente de cualquier lugar entienda mi mundo, aunque sea un delirio. Quitando el cine de Hollywood, una película de cualquier país uno la debería comprender. Y el cine cubano necesita de eso. Cuando lo logre se va a ubicar de nuevo en el pedestal en que estuvo en los 60”.

La cinta articula, además, una serie de interrogantes en torno a la administración de la memoria acerca de la historia reciente del país. Es esta una cuestión que recorre el cine cubano del último año. Títulos como La emboscada (Alejandro Gil), La ciudad (Tomás Piard) y Retorno a Ítaca (Laurent Cantet) indagan en cuestiones como la participación militar cubana en África y la emigración de cubanos debido a prejuicios ideológicos.

Refiere Machado Quintela: “La Obra del Siglo es política, pero no política solamente. Uno de sus puntos centrales es observar cómo lo fallido de aquel proyecto penetró la familia. Y no tiene miseria; la miseria está en la familia, en las relaciones humanas, no en que no tienen qué comer. La primera vez que montamos la película era realista, pero imagínate ir a la Ciudad Nuclear a hacer una película realista: no me va a quedar bien, porque no soy de allí. Estando ahí durante un mes aparecieron cientos de historias enterradas mejores que esta, doscientas posibles películas, que no están aquí. La Obra del Siglo utiliza un poco eso, pero va por otro camino. Es una película social, política, que utiliza el realismo cuando lo necesita. Que desentierra un montón de cosas que es necesario poner sobre la mesa”.

La obra del siglo fue coproducida entre Cuba, Argentina, Alemania y Suiza. En enero de 2015 mereció uno de los premios Hivos Tiger, que otorga el Festival Internacional de Cine de Rotterdam, Holanda, el primero en ese certamen para un filme cubano. En marzo inauguró el apartado “Tributo al cineasta independiente cubano”, que organizara el Festival Internacional de Cine de Miami.

Luego mereció el Premio FIPRESCI de la crítica internacional en el festival Cinélatino – Rencontres de Toulouse, Francia. Le han seguido trofeos a la Mejor edición (Yan Vega) y Mejor banda sonora original, ambos en Cine Ceará, Brasil.

Si los jurados de La Habana deciden decantarse por obras arriesgadas e innovativas (lo cual no suele ocurrir muy a menudo), La obra del siglo debería estar incluida en el palmarés de 2015. Para el público, no obstante, será este un título acerca del cual discutir largamente.

Tomado de: http://www.cubacontemporanea.com

Dean Luis Reyes*Licenciado en Comunicación Social, Universidad de La Habana, 1996. Tiene más de 15 años de experiencia como periodista en diferentes medios de comunicación cubanos: prensa impresa, radio, televisión y revistas culturales. Se ha destacado en programas como “Pantalla Documental”, “Secuencia” y “Voces Cruzadas”.

Desde 1995 es colaborador regular de La Gaceta de Cuba. Su obra ha aparecido en buena parte de los medios especializados del país. Entre 2004 y 2010 trabajó en la EICTV. Inicialmente, como editor de la revista digital Miradas; a partir de 2007 y hasta 2010, como profesor y Coordinador de la Cátedra de Humanidades de esa institución y se ha mantenido vinculada a la misma a través de talleres. Desde 2011 es creador independiente.

Ha sido merecedor de premio como: “Premio Caracol” y “Premio Nacional de Periodismo Cultural “Rubén Martínez Villena”. Ha participado como jurado en Festivales tanto nacionales como internacionales.

Deja un comentario

AlphaOmega Captcha Classica  –  Enter Security Code
     
 

* Copy This Password *

* Type Or Paste Password Here *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.