Cuba: “La mano, el corazón y la vida”. Por: Octavio Fraga Guerra

Hace un par de días quedé con una amiga. De esas que el azar te hace descubrir por una foto y compartir –sin un temario previo-, sobre los más profundos y necesarios temas de la vida y las relaciones humanas.

En verdad la noche fue intensa. De las que te dejan con un sabor de querer dialogar más. De seguir “exprimiendo la naranja” para dejarla “exhausta y moribunda”.

Hablo de una mujer culta, con plenas capacidades para escabullirse horonda sobre los más diversos tópicos de la vida. Goza de un fino humor que declara como parte de sus dotes y atributos. En medio de tantos intercambios de impresiones y reflexiones complejas, me hace la “pregunta de rigor”. ¿Extrañas a Cuba?

Alguna respuesta le di. Francamente no me acuerdo con exactitud cuáles fueron mis palabras y los derroteros de sus composiciones. De alguna manera me fui de vuelta a casa –en medio de muchas sensaciones-, con la percepción que no era la respuesta que hubiese deseado darle. No por impropia, más bien por imperfecta.

Debo confesar que no me abriga el “espíritu de la telenovela”. La nostalgia y el desasosiego no son parte de mis atributos. A Cuba la tengo presente de muchas maneras. El recuerdo resulta efímero. La distancia no es razón y forma para caer en las litúrgicas de Corin Tellado.

A Cuba se le recuerda luchando por ella. Pero he de ser preciso: a la Revolución Cubana. Le doy: “la mano, el corazón y la vida”. No pretendo explicar ese trío de metáforas. Eso lleva todo un ensayo que prefiero llevarlo a la práctica y no caer en las mareas teóricas que son múltiples y complejas.

La historia, la cultura, la educación, la solidaridad y la lucha “por los pobres de la tierra”, son algunos de los pilares que me atan a mi país. Por supuesto la familia y los amigos, esos que uno “cultiva” como un devoto jardinero para que no se marchiten.

Hace muchos años que lucho por los ideales de la vida. En el Estado Español hago continuidad de lo que entiendo, ha de ser “Un mundo mejor”. Desde la ideas, desde la palabra. Con la cultura y la educación que la Revolución Cubana me ha dado. Labrada por lecturas, debates, reflexiones y la praxis de decir, haciendo.

Pero he de volver al origen de esta crónica. Un texto que parte de la “nostalgia y el recuerdo” por esa hermosa “Isla iluminada”.

Soy una persona intensamente ocupada. Las “rutas” de mi vida se mueven entre un oficio que desarrollo por el bienestar y la salud de las personas sin hogar en Madrid y la inquebrantable labor, por el arte y la cultura de nuestros pueblos.

Los desarrollo sistemáticamente en la mítica Tele K del barrio obrero de Vallecas, la Librería Traficantes de Sueños, las colaboraciones en la publicaciones progresistas y de izquierdas en España, y este blog que se empeña en compartir los más lúcido del arte, la cultura, la historia y el pensamiento de las naciones Iberoamericanas.

Este jueves estuve en un acto que rememora la tradición de lucha y la Rebeldía del pueblo cubano. Cada 26 de julio-en Madrid-, se desarrolla una marcha donde participan españoles, amigos de otras naciones del mundo radicados en esta hermosa ciudad y los cubanos que no claudicamos en los principios y los valores de una nación, claramente Antiimperialista, Humanista y Revolucionaria.

La marcha salió de Atocha a las 8 de la tarde. Al igual que el año anterior, se fueron sumando banderas cubanas, del 26 de Julio, de los Comunistas Españoles y las telas que expresan el compromiso de los amigos de siempre. Por el ideal de mantener viva la historia y los valores de un pueblo que sabe de batallas y de victorias.

Muchos rostros de hombres y mujeres incondicionales estuvieron esa tarde. También –y es lo más importante-, muchos jóvenes que enarbolaron las banderas y las consignas que son historia y memoria de una Cuba inquebrantable.

Yo me sentía en casa. Estaba entre amigos y amigas –muchos conocidos-, con lo que he compartido charlas, actos y algún que otro baile al ritmo de ese esplendido Compay Segundo. Su voz retumba basta y viril por estos lares, como para no quedarte quieto en medio de la marea de la música y el sonido de ese son desbordados.

En el acto estuvieron hombres y mujeres sin rostros y sin nombres. Son personas dignas y heroicas que El País, La Razón, El Mundo, ABC o el “progre” Público, no le darán cobertura con toda la fuerza y legitimidad que exige el periodismo. Una profesión que anda trasnochada en tiempos de crisis.

Vuestra palabra, vuestro accionar y vuestro talento, son la expresión de la complicidad, el respeto y la entrega hacia una nación bloqueada por el Imperio de los Estados Unidos.

Ante vuestra entrega, me he de “quitar el sombrero”. Para expresar mi más profundo y sincero agradecimiento. Ustedes son parte de ese gran pueblo que está haciendo –hoy-, historia frente al capitalismo salvaje y mezquino que impera en la nación ibérica.

No les llama el dinero para hacer causa por Cuba. No les inspira el show mediático que abunda por estos tiempos de mediocridad y seudocultural. No les corroe la fama y la suma de votos, que no siempre expresan la legitimidad de una idea o una causa.

Son ustedes parte de ese pueblo anónimo y comprometido, que hoy toma las calles de esta ciudad para “pararle las patas”, a la soberbia y a la prepotencia de los poderes de turno. Me refiero a esos “gobernantes” que han claudicado ante los “verdaderos jefes de estado” del mundo: el capital.

Son ustedes también –en definitiva-, los que alimentan mi voluntad y mis ganas de seguir haciendo por Cuba: sin prisa, pero sin pausa

Me pegunto si los mercenarios cubanos, que la prensa mediática devota del capitalismo se empeñan en llamar como “disidentes”, compartirían vuestra causa.

La respuesta es obvia.

Son los que se pliegan de patas antes las “divinas voluntades” del Imperialismo norteamericano.

Son los que hacen mutis, cuando el estado genocida israelí masacra al pueblo palestino.

Son los mismos que apoyan y celebran los golpes de estado en Honduras y Paraguay.

Son los mismos que hacen “el avestruz”, cuando se ha exigir justicia por el encierro, la tortura y el horror en la Base Naval de Guantánamo. Ocupada por el gobierno norteamericano en contra de la legítima voluntad del pueblo de Cuba.

Son los mismos que apoyan o callan como cobardes, para justificar, el genocida bloqueo económico, comercial y financiero, instrumentado contra el pueblo cubano”.

Son los mismos, que –en definitiva-, vienen a este país como “refugiados políticos” y terminan pateados por sus “amigos”.

La cobardía, la desmemoria, el mercenarismo, la claudicación y el servilismo no entiende de ideales, de valores y de noblezas.

Ustedes son parte de una lucha que ha de terminar con la refundación de un mundo, donde ni impere el dinero, sino la solidaridad.

Esa es la labor que hacen –desde hace muchos años- por Cuba, desde “el silencio”.

 

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