El niño de Gaza. Por: Octavio Fraga Guerra*

El niño y la pizarraLa soldadesca israelí desató su furia y su artillería, contra los límites de un espacio cuyas paredes han arropado saberes, historias y recuerdos que hoy, solo anidan en las miradas. Ametrallaron ventanas, -las pocas que convivieron en ese lugar-, para triturar las alas de la luz y el trazo de la metáfora.

Proyectiles al acecho cercenaron descascaradas sillas y mesas escolares, para dejarlas huérfanas, tullidas de dolor y sin acento ante la nostalgia. En tiempos de pobrezas compartidas, -en sus pies- habitaron los nardos de la danza. Ellas han sido el sostén de los cuadernos y de la risa. De personitas reunidas que vinieron a ese lugar de culto y de esperanza.

Ellos también querían hacerse gigantes. En ese espacio de sosiego y juegos, de risas y escrituras veladas. Sintieron que eran algo más que nacer y morir. Algo más que nada.

Todo está derruido como hojas secas en medio del infierno. Las paredes gravitan teñidas de balas, de gruesos morteros escupidos como lanzas. Escenifican hoy quebradas posturas, pues amenazan con desplomarse ausentes de algún destello y la compañía de extrañas miradas.

Los pliegos y enredaderas de polvos desmenuzados se golpean entre si, tras la brasa de proyectiles que aún transitan frescos en sus gargantas. El troquelar de sus mortíferas puntas, han hecho sórdidas huellas del horror ante los predios donde habitó la palabra.

Nadie puede anular la esperanza de los saberes y la virtud de escuchar una prosa destellada. Todas ellas valen para encender el lirismo en medio de la nada, de esa otra nada.

No hay acento mortífero que con sus encendidos brazos, queme la empeñada idea de tomar la palabra. No existen bombas ni proyectiles secos que entierren vocabularios, mapas antiguos o cuentos de quebradas.

En ese lugar emergió la música, la poesía horonda y los colores del agua. Vino un niño a dibujarlos todos, poblando canciones, polvos de estrellas y gritos de esperanza. En donde hoy han quedado los boquetes de la muerte, el los regó con las epístolas de sus miradas.

*Editor del blog: www.cinereverso.org

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