Ensayo sobre la lucidez. Por: Daniel Fernández López

Ensayo lucidezPobre autoridad aquella que necesite tirar de galones

a todas horas para hacerse obedecer ” [1]

José Saramago

Una lectura politológica

Introducción 

En 1998, la Academia Sueca concedió el premio Nobel de Literatura a José de Sousa Saramago (1922-2010) –el único escritor en lengua portuguesa que lo ha recibido– destacando su capacidad de “volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía” [2]. No obstante, una de las cualidades del autor luso no citadas por el jurado fue la provocación. ‘Provocar’, vocablo compartido tanto por el portugués como por el español, es una conjunción del prefijo griego ‘pro’ (antedelante de) y del término latino ‘vocare’ (llamadollamar) que, con el paso de los años, ha adoptado un significado similar al de mover o incitar [3] a alguien a hacer algo. Dicha evolución ha determinado que, en la actualidad, se equipare con verbos tales como hostigar, insinuar o desafiar. Será en esta última acepción como se atribuya aquí la provocación a José Saramago: el desafío ante la realidad.

La narrativa en la etapa madura de Saramago vino ocasionalmente determinada por historias derivadas de un acontecimiento disruptivo y repentino, un cortocircuito en la cotidianeidad y el ordinario devenir de los seres humanos: la invidencia del Ensayo sobre la ceguera (1995) [4] y la eternidad de Las intermitencias de la muerte (2005) tuvieron su antecedente en El año de la muerte de Ricardo Reis (1984), donde el autor reflexionaba sobre qué sucedería si la Península Ibérica se escindiera de Europa [5].

En la obra que propicia el presente texto, Ensayo sobre la lucidez (2005), un alto porcentaje del electorado decide, por sorpresa, votar el blanco. A partir de ese momento, el de Azinhaga plantea una serie de escenarios que merecen una revisión [6] por su contenido desafiante. Es sabido que los estudios políticos incluyen “el análisis comparativo que examina paralelamente las estructuras y los procesos políticos de diferentes sistemas políticos” [7], así como el “comportamiento político de individuos y grupos, que examina la formación de opiniones y actitudes y cómo éstas influyen en sus conductas” [8]. Dado que la literatura, al igual que el cine, es un lugar donde se proyecta la existencia (si no la, sí, al menos, una) la presente obra de Saramago es un objeto de estudio susceptible de ser analizado desde la Ciencia Política.

Outopos

La provocación del escritor portugués comienza desde el título gracias a la connotación de verosimilitud asociada al término Ensayo y, sobre todo, a la malévola profundidad que –aunque el lector todavía no lo sepa– va a implicar la lucidez [9]. Basta con abrir el libro para encontrar, tras la dedicatoria a Pilar del Río, un nuevo indicio: “A Manuel Vázquez Montalbán, vivo” [10]. El autor catalán (1939-2003), considerado “un rebelde, un teórico sin teoría cerrada, un intelectual de izquierdas” [11], recibía así cumplido homenaje en el primer libro publicado por Saramago tras su muerte. Finalmente, la certeza de afrontar una obra provocadora se consuma en la primera línea del texto: “al tiempo para votar” [12].

Tan escuetas palabras no pertenecen al narrador omnisciente, recurso del que se vale Saramago, sino al presidente de la mesa electoral número catorce de una ciudad sin nombre, de la que únicamente se afirma que es capital de un país igualmente anónimo. No obstante, sí se da detalle de un rasgo que permite identificar la urbe como una de tantas en Occidente, uno de esos emplazamientos que albergan lo que se han dado a llamar sociedades civilizadas: los comicios. Por ello, a pesar de no situarse en unas coordenadas concretas, podría ubicarse prácticamente en todas: el no-lugar, aquí, se transforma en cuasi-omnipresencia.

Por otro lado, el espectro partidista lo componen tres partidos: el Partido de la Derecha, el Partido del Medio y el Partido de la Izquierda; lo que a juicio Giovanni Sartori, la principal referencia académica en lo que a sistemas de partidos se refiere, supondría un modelo de “pluralismo moderado” [13]. Dicho sistema presenta, siguiendo al autor italiano, tres características principales: “1) una distancia relativamente corta entre sus partidos más importantes; 2) una configuración de coalición bipolar; 3) una competición centrípeta.” [14] Para el de Florencia, la competición centrípeta designa diferencias ideológicas débiles entre los partidos en disputa, aunque, como se verá, tal detalle no es relevante aquí. Sí conviene recordar que Sartori atribuía un alto nivel de apoyo y de legitimidad ciudadana al pluralismo moderado, concesión que Saramago pone en entredicho.

Dichas elecciones, si se entienden como “el procedimiento por el que los miembros de una organización escogen a un número menor de entre ellos para ocupar determinados cargos” [15], no presentan, en principio, ninguna objeción. El problema para las autoridades se plantea ante un fenómeno novedoso: el alto abstencionismo que reflejan las urnas. La primera explicación se atribuye al lluvioso clima que acompaña al domingo en la capital; sin embargo, como explica el politólogo Juan Carlos Monedero recordando a Henry Louis Mencken (1880-1956): “para cada problema complejo hay una solución simple pero equivocada” [16]. La escasa afluencia se había reproducido en otras zonas del país donde el tiempo había sido más favorable, lo que extendió el nerviosismo entre los dirigentes, especialmente los pertenecientes al Parido de la Derecha, que se encuentra en el poder. Las televisiones, mientras tanto, dan la voz de alarma:

Una abstención sin paralelo en la historia de nuestra democracia amenaza gravemente la estabilidad no sólo del régimen, sino también, mucho más grave, del sistema” [17].

Ante semejante circunstancia, el ministerio de Interior decide prorrogar unas horas el término de la votación hasta que, finalmente, “los electores se apiñaban dentro del edificio” [18] para ejercer su legítimo derecho. La nueva y definitiva sorpresa surge a la hora de finalizar el escrutinio, ya que “los votos válidos no llegaban al veinticinco por ciento” [19], repartidos del siguiente modo:

– Partido de la Derecha: 13%

– Partido del Medio: 9%

– Partido de la Izquierda: 2,5%

– Votos en blanco: más del 70%

El “procedimiento formal y estable por el que periódicamente se desarrolla la votación y que constituye el sistema electoral” [20] ha conseguido nuevamente “transformar las preferencias de los electores en efectivos resultados” [21]. Sin embargo, el nerviosismo entre los gobernantes es ya generalizado y el Primer Ministro comparece en televisión para anunciar la repetición de las elecciones municipales “de acuerdo con las leyes vigentes” [22].

Civismo

Por delante esperan siete días de introversión y análisis, sin embargo, el Gobierno confía en que tales reflexiones corran a cargo únicamente de los electores y apela, de forma significativa, a “la dignidad y el decoro” [23] de los ciudadanos para que ejerzan “el deber cívico” [24] del sufragio; se entiende, en un sentido distinto al mostrado en las elecciones precedentes. No obstante, por si la responsabilidad moral de los representados no resultara suficiente, el Ejecutivo decide infiltrar espías –profesionales y voluntarios– entre las filas de votantes que el domingo acuden de forma “masiva” [25] al llamado electoral. El resultado, anunciado entre temblores por el Primer Ministro, acentúa la crisis:

– Partido de la Derecha: 8%

– Partido del Medio: 8%

– Partido de la Izquierda: 1%

– Votos en blanco: 83%

El presidente del Gobierno califica el escrutinio de “error a enmendar” [26], no con nuevos comicios, “sino a través del riguroso examen de conciencia” [27] al entender que “los electores de la capital [se han] desviado del recto camino” [28], y añade: “para el corazón humano no existe falta que no pueda ser perdonada, siendo sincera la contrición, siendo el arrepentimiento total” [29]. La actitud paternalista adoptada por el segundo máximo dirigente del país entronca con uno de los aforismos más célebres del filósofo rumano Emil Cioran (1911-1995), quien en sus Cuadernos sostiene: “La paradoja trágica de la libertad es que los únicos que la permiten no son capaces de garantizarla” [30]. La libre materialización del derecho de sufragio voltea el normal funcionamiento del sistema político y la principal autoridad representativa, lejos de leer el profundo mensaje del escrutinio, explica el fenómeno desde la pérdida del decoro cívico.

El desconcierto lo confirma el gabinete de crisis en el que se dan cita los ministros y el presidente del Gobierno, quien interioriza: “la patria ha sido víctima de un infame atentado contra los cimientos básicos de la democracia representativa” [31]. Por su parte, el ministro de Defensa y el Jefe del Estado coinciden en calificar la situación como “una carga de profundidad lanzada contra el sistema” [32]. Finalmente, instigados por el espíritu marcial del ministro de Defensa, el Gobierno adopta una medida definitiva: declarar el Estado de excepción. Es interesante observar cómo Saramago, desde la trinchera propia del narrador oculto, posa ahora su mirada sobre los medios de comunicación, consciente de su relevancia en las democracias del nuevo siglo:

Se cortó el nudo gordiano que los medios de comunicación, sobre todo los periódicos venían intentando desanudar con más o menos sutileza (…) pero siempre con el cuidado de que no se notase demasiado la intención, desde el infausto resultado de las primeras elecciones y, más dramáticamente, desde las segundas. Por un lado era su deber, tan obvio como elemental, condenar con energía teñida de indignación cívica, tanto en los editoriales como en artículos de opinión encomendados adrede, el irresponsable e inesperado proceder de un electorado que, enceguecido para con los superiores intereses de la patria por una extraña y funesta perversión, había enredado la vida política nacional de un modo jamás antes visto, empujándola hacia un callejón tenebroso del cual ni el más pintado lograba ver la salida. Por otro lado era preciso medir cautelosamente cada palabra que se escribía, ponderar susceptibilidades, dar, por así decir, dos pasos adelante y uno atrás, no fuera a suceder que los electores se indispusieran con un periódico que pasaba a tratarlos como mentecatos y traidores después de tantos años de una armonía perfecta y asidua lectura.” [33]

En efecto, con la declaración del Estado de excepción se había caído en la tentación de “instrumentalizar los medios para crear el clima de opinión que algunas minorías pretenden imponer que llegue a los ciudadanos” [34], una de las mayores perversiones a las que se ve expuesta la información. Con los medios bajo control y las libertades y derechos civiles suspendidos, las autoridades retienen e interrogan a “quinientos sospechosos cazados en la fila de electores” [35]; sospechosos, naturalmente, de haber votado en blanco.

Para justificar la maniobra, el ministro de Interior emitió un comunicado en el que “daba las gracias, en nombre de todo el gobierno, a los quinientos ciudadanos ejemplares que en los últimos días se habían presentado motu propio a las autoridades, ofreciendo su leal apoyo y toda la colaboración que les fuese requerida para el avance de las investigaciones en curso sobre los factores de anormalidad verificados durante las últimas elecciones” [36]. La ironía con la que el autor portugués retrata la oratoria política resulta tan efectiva porque semejante retórica (en el sentido peyorativo del término) es la que cabría escuchar en un caso real. Ya advertía Vicki Baum (1888-1860): “las palabras no hacen más que ocultar la realidad” [37]; al menos, así lo refleja el premio Nobel.

Los sospechosos negaron las acusaciones de quienes habían acudido expresamente para interrogarlos. Ocurre que, en el preciso instante en que éstos se disponían a hacer uso del polígrafo como último recurso, Saramago da con la clave de la obra:

El único crimen de esta gente fue votar en blanco, no tendrían importancia si hubieran sido los habituales, pero fueron muchos, fueron casi todos, qué más da que sea tu derecho inalienable si te dicen que ese derecho es para usarlo en dosis homeopáticas.” [38]

Traición

De nuevo a instancias del ministro de Defensa, dado el fracaso de la investigación, el Gobierno propone un paso más al frente en su estrategia: declarar el Estado de sitio sobre la ciudad. Se produce así lo que el politólogo Jorge Verstrynge denomina “ley de ascenso a los extremos” [39], en virtud de la cual “a lo largo del conflicto los bandos van a terminar utilizando el total de su poder bélico” [40]. El antiguo Secretario General de Alianza Popular aplica el citado principio a la denominada ‘guerra asimétrica’ –aquella en la que un ejército regular y poderoso se enfrenta contra un oponente difuminado entre la población civil y de menor potencial bélico–, de modo que la definición se ajusta a la disputa entre las autoridades de la capital y sus ciudadanos [41], debido a que aquéllas cuentan con las Fuerzas Armadas y éstos forman, en sentido estricto, la población civil. “[Los ciudadanos] no son dignos de confianza y como tal deben ser tratados” [42], sentencia el ministro de Defensa.

Tras descartar que un movimiento anarquista internacional estuviera implicado en el “boicot electoral” [43] –así lo denominan los gobernantes, quienes también adoptan eventualmente el término “peste blanca” [44] –, las escisiones comienzan a resquebrajar la estabilidad de un Ejecutivo que hasta entonces se había mantenido unido. De mayor relevancia es la nueva medida adoptada y promulgada por el Primer Ministro:

A las fuerzas militares y a las fuerzas policiales (…) les cabe la patriótica tarea de reconducir el redil a la grey descarriada (…) Y, recuerden, deben hacerlo todo para que esos que, por ahora, sólo son nuestros adversarios, no acaben transformándose en enemigos de la patria. Que dios les acompañe y les guíe en la sagrada misión para que el sol de la concordia vuelva a iluminar las conciencias y la paz restituya a la convivencia de nuestros ciudadanos la armonía perdida. ” [45]

Acto seguido, se decide bloquear militarmente las salidas de la capital con el fin de establecer una suerte de ‘cordón sanitario’ y evitar así que la peste blanca se propague a otras zonas del país. La táctica forma parte de la estrategia del Ejecutivo de intentar que aparezcan los supuestos instigadores del voto en blanco masivo. Sin embargo, apenas unas fechas más tarde, el día amanece con una multitudinaria manifestación (transgrediendo la norma que prohíbe la reunión de más de cinco personas) y es ahora cuando, “con ánimo de partirle el espinazo a la resistencia” [46], el Primer Ministro sugiere la retirada múltiple del Gobierno de la capital: “tengo la certeza de que nos conducirá a la victoria total y al regreso de la normalidad democrática” [47], declara. La idea es que la ciudad, al verse ingobernada, estalle y termine implorando el regreso a la citada normalidad democrática.

Finalmente, el Gobierno huye con nocturnidad, a las tres de la madrugada, dejando tras de sí un reguero acusatorio de ventanas mudas y luces encendidas. Al día siguiente, ya con las autoridades a buen cobijo, el Jefe de Estado comparece por televisión para explicar, en consonancia con el discurso sostenido por el Primer Ministro, la sorpresiva retirada:

Habéis traicionado la memoria de vuestros antepasados (…) ellos levantaron, piedra a piedra, el altar de la patria, vosotros decidisteis destruirlo, que la vergüenza caiga pues sobre vosotros (…) Quiero creer que vuestra locura será transitoria (…) quiero pensar que mañana (…) el arrepentimiento entre dulcemente en vuestros corazones y volveréis a congraciar con la comunidad nacional (…) Ahora sois una ciudad sin ley (…) ninguna autoridad os protegerá de ladrones, violadores y asesinos, ésa será vuestra libertad, disfrutadla. ” [48]

José Saramago, a pesar de definirse a sí mismo como un “ateo moderado” [49], consigue hacer evolucionar la actitud de los dirigentes desde el paternalismo complaciente propio del Dios del Nuevo Testamento, a la amenaza y el desdén característico de la deidad presente en el Antiguo. ¿Qué hay, mientras tanto, de los ciudadanos, quienes en cuestión de días han visto cambiar diametralmente las condiciones en su entorno? Se han limitado a aguardar con paciencia y a ofrecer una explicación tan lógica como profunda: el voto en blanco se debió a que “estaban desilusionados y no encontraban otra manera de expresar de una vez por todas hasta dónde había llegado la desilusión” [50].

Al hablar de desilusión, el escritor portugués trabaja con una interpretación del voto en blanco similar a la que es comúnmente aceptada, esto es, cuando se entiende que el ciudadano “acepta el sistema, pero no le convence ninguna de las formaciones que concurren” [51]. El electorado confió originalmente en sus representantes –sugiere Saramago–, sin embargo, éstos traicionaron la esperanza de los primeros en un momento indeterminado de su mandato.

Una posible explicación de tal suceso la encontramos en James Madison (1751-1836). Madison fue elegido como cuarto presidente en la historia de los Estados Unidos después de ser uno de los más influyentes escritores políticos de la época. En su obra más destacada, El Federalista [52], planteaba que el representante es capaz de conocer con nitidez los intereses del elector, tanto, que se arroga legítimamente la capacidad de perseguirlos [53]. Entre su planteamiento y el Ensayo median dos siglos y resulta evidente, empero, que la distancia real es mayor que el tiempo transcurrido si se considera que, a tenor de las dos elecciones celebradas, el deseo de los ciudadanos no era ver su hogar sitiado y bloqueado por el Ejército. Un error de lectura por parte de la clase dirigente que se suma a la desafección previa que motivó el masivo voto en blanco.

No es el cometido del presente escrito continuar detallando la trama que acompaña las trescientas páginas restantes de la novela, por lo que –habida cuenta del detalle con el que se han descrito suficientes cuestiones de interés– la incursión en ella termina aquí.

Conclusiones

Habrá quien piense que un octogenario cansado y en el invierno de su vida ya no se encontraría en plenitud de facultades para escrutar con perspicacia la realidad. Al contrario, el autor portugués gozó en sus últimos años de una lucidez y actividad propias de una persona joven, tal y como refleja el documental José e Pilar, de Miguel Gonçalves Mendes. En él, Saramago deja entrever su pesimismo, el mismo que impregna Ensayo sobre la lucidez: “Todos los tiempos tienen cosas buenas, todos los tiempos las tuvieron malísimas, pero como comunidad la especie humana es un desastre”. [54]

El desastre en su obra se concentra y toma forma en la denuncia frente la ausencia de “sensibilidad” [55] por parte del Gobierno, un concepto presente [56] a lo largo de una de las obras de referencia de la representación política: El concepto de representación (1967), la tesis doctoral de Hanna Pitkin. Allí, la politóloga estadounidense explica que la “representación significa actuar en interés de los representados, de una manera sensible ante ellos” [57]. Y enfatiza:   “el representante tiene que actuar de tal manera que no haya conflicto, o si éste surge, se hace precisa una explicación”. [58]

El resultado es el conflicto sin explicación. Los ciudadanos perciben que, de otro modo, los dirigentes habrían permanecido inalterables frente a sus demandas. En un pasaje uno de los miembros del Gobierno se atreve a afirmar: “Qué pretenden conseguir, las manifestaciones nunca han servido para nada, de otra manera nunca las autorizaríamos”. [59] Si los políticos son huidizos, Saramago consigue volver comprensible la realidad [60] exagerándola, convirtiendo la novela en una suerte de fábula extendida.

Al hilo de todo ello, es ilustrador rescatar una reciente reflexión del filósofo Jacques Rancière sobre el cine de Béla Tarr: “La belleza de las imágenes no es un objetivo, jamás” [61]. Parafraseando al hoy profesor emérito de Estética en la Universidad París VIII, cabría afirmar que la verosimilitud de las imágenes literarias proyectadas por Saramago sí tienen un objetivo: “<< sacudir >> << movilizar conciencias >>” [62], según afirmó el autor en la presentación de la obra en Lisboa. Ello sitúa al lector en una posición privilegiada para interiorizar la didáctica del Ensayo ya que, como plantea Hannah Arendt (1906-1975), “sólo el espectador, jamás el actor, puede conocer y comprender aquello que se ofrece como un espectáculo” [63].

Con su manifiesto desencanto y prosa hiriente, José de Sousa Saramago; veterano militante comunista, ateo resignado ante la proximidad de la muerte, escritor de vocación tardía y postrero reconocimiento, hombre triste y reservado, devoto sastre de las letras incluso a unos meses del ocaso y, sobre todo, anciano rejuvenecido por el amor hacia Pilar; lega todavía un halo de esperanza:

Si toda la gente buena, si toda la gente amante de la belleza, si toda la gente amante de lo justo y de lo honesto pudiera reunir esfuerzos y oponerse contra la barbarie del mundo, el mundo sería capaz de dignificar al Hombre, al Ser Humano que somos. El mundo, quizá, pudiera tener un futuro” [64].

[1] SARAMAGO, José: Ensayo sobre la lucidez; Alfaguara; 2004; Madrid; p. 270. En línea: http://litrus.net/book/read/120494?p=18 (Última visita, 6 de diciembre de 2013).

[2] http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/1998/index.html

[3] Provocar, en el diccionario de la RAE: http://lema.rae.es/drae/?val=provocar

[4] La obra, según el Instituto Nobel, se encuentra entre los cien mejores trabajos de la literatura universal: http://www.infoplease.com/ipea/A0934958.html

[5] El pensamiento político de Saramago incluía una visión unitaria de España y Portugal denominada por él mismo ‘Iberia’. De hecho, en 2007, el propio autor creó la fundación ibérica José Saramago con sedes en Azinhaga (el pueblo portugués donde nació), Lanzarote y Castril (la localidad granadina de su mujer, Pilar del Río):http://internacional.elpais.com/internacional/2007/07/15/actualidad/1184450405_850215.html

[6] Teniendo presente que la literatura, al igual que el cine, cuentan entre sus misiones, precisamente, con el planteamiento de escenarios cuyo fin es ampliar los horizontes del imaginario.

[7] VALLÈS, Josep María: Ciencia política. Una introducción; Ariel; Barcelona; 2007; p. 65.

[8] Ibídem; p. 66.

[9] Autores de la talla del catedrático de Teoría Política en la Universidad Complutense de Madrid, Javier Roiz, argumentarían que, en la sociedad vigilante en la que vivimos, la luz es (por contraposición a la oscuridad y derivados) entendida como una cualidad positiva. De ahí que, según la RAE, lúcida sea aquella persona clara en el pensamiento y en la expresión:http://lema.rae.es/drae/?val=lucidez

[10] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 7.

[11] CANO, Enrique: “Manuel Vázquez Montalbán atravesó el Espejo”; Espacioalternativo.org; 18 de octubre de 2003. En línea: http://www.espacioalternativo.org/node/119?id_syndic_article=6376&id_syndic=83 (Última visita, 6 de diciembre de 2013).

[12] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 11.

[13] SARTORI, Giovanni: Parties and Party Systems; Cambridge UP; Cambridge; 1976; p. 179.

[14] Ibídem.

[15] MOLINA, Ignacio: Conceptos fundamentales de Ciencia política; Alianza Editorial; Madrid; 1998; p. 46.

[16] MONEDERO, Juan Carlos: “Ante la crisis del modelo de acumulación, la respuesta del capitalismo es la guerra”; Alainet.org; entrevista de Fernando Arellano Ortiz; 23 de marzo de 2011. En línea: http://alainet.org/active/45303&lang=pt%3Cfont%20color= (Última visita, 6 de diciembre de 2013).

[17] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 30.

[18] Ibídem; p. 31.

[19] Ibídem.

[20] MOLINA, Ignacio: Conceptos fundamentales… Op. Cit; p. 47.

[21] Ibídem.

[22] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 35.

[23] Ibídem.

[24] Ibídem.

[25] Ibídem; p. 42.

[26] Ibídem; p. 46.

[27] Ibídem.

[28] Ibídem; p. 47.

[29] Ibídem.

[30] CIORAN, Emil: Cuadernos (1957-1972); Tusquets; 2012. Citado en URRERO, Guzmán: “La melancolía en el cine”; Guzmanurrero.es; 21 de abril de 2009. En línea:http://www.guzmanurrero.es/Cine-clasico/la-melancolia-en-el-cine.html (Última visita, 8 de diciembre de 2013).

[31] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 51.

[32] Ibídem.

[33] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 57.

[34] PALACIOS EXEVARRÍA, Alfonso: “Medios de comunicación y manipulación”; Rebelion.org; 17 de septiembre de 2013. En línea http://www.rebelion.org/noticia.php?id=174060 (Última visita, 8 de diciembre de 2013).

[35] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 62.

[36] Ibídem; p. 64.

[37] Citado SIN FIRMA en “De palabras y otros guineos”; Laprovincia.es; 9 de enero de 2007. En línea: http://www.laprovincia.es/opinion/1296/palabras-guineos/71055.html (Última visita, 8 de diciembre de 2013).

[38] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 71.

[39] VERSTRYNGE, Jorge: “Entrevista a Jorge Verstrynge sobre su libro: ‘La Guerra Periférica y el Islam Revolucionario’ y otras cuestiones”; Kaosenlared.net; 6 de septiembre de 2007. En línea: http://old.kaosenlared.net/noticia/entrevista-jorge-verstrynge-sobre-libro-guerra-periferica-islam-revolu (Última visita, 8 de diciembre de 2013).

[40] Ibídem.

[41] Ya que las medidas adoptadas por el Gobierno no discriminan entre quienes votaron en blanco y quienes lo hicieron siguiendo las pautas hasta entonces habituales, esto es, ceder el sufragio a uno de los partidos.

[42] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 78.

[43] Ibídem; p. 79.

[44] Ibídem.

[45] Ibídem; pp. 86-87.

[46] Ibídem; p. 99.

[47] Ibídem.

[48] Ibídem; pp. 125-126.

[49] MOLINA, Margot: “El CAT estrena una obra contra la intolerancia de José Saramago”; Elpaís.com; 12 de diciembre de 2007. En línea:http://elpais.com/diario/2007/12/12/andalucia/1197415336_850215.html (Última visita, 8 de diciembre de 2013).

[50] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 133.

[51] HERNÁNDEZ, M; SANJUAN, H; MENGUAL, E: “¿A quién beneficia el voto en blanco?”; Elmundo.es; 19 de mayo de 2011. En línea:http://www.elmundo.es/elmundo/2011/05/18/espana/1305719351.html (Última visita, 10 de diciembre de 2013).

[52] Escrita junto a Alexander Hamilton (1757-1804) y John Jay (1745-1829).

[53] PITKIN, Hanna: El concepto de representación; Centro de Estudios Constitucionales; Madrid; 1985; pp. 218-219.

[54] GONÇALVES MENDES, Miguel: José e Pilar; Jumput, El Deseo, 02 Filmes; Portugal; 2010; min: 01:09-01:10. En línea: http://www.youtube.com/watch?v=iesonOSVTBQ (Última visita, 10 de diciembre de 2013).

[55] PITKIN, Hanna: El concepto de… Op. Cit; p. 260.

[56] ‘Insensible’ fue el término utilizado expresamente en los últimos tiempos por el cineasta Pedro Almodóvar para referirse al Gobierno de España.

[57] PITKIN, Hanna: El concepto de… Op. Cit; p. 234.

[58] Ibidem.

[59] SARAMAGO, José: Ensayo sobre… Op. Cit; p. 172.

[60] Utilizando las palabras del jurado que le concedió el Premio Nobel seis años antes.

[61] RANCIÈRE, Jacques: Béla Tarr, el tiempo del después; Contracampo Shangrila; Santander; 2013; pp. 12-13.

[62] PINTO, Margarida: “José Saramago llama al voto en blanco en su ‘Ensayo sobre la lucidez’”; Elpais.com; 31 de marzo de 2004. En línea:http://elpais.com/diario/2004/03/31/cultura/1080684002_850215.html (Última visita, 11 de diciembre de 2013).

[63] ARENDT, Hannah: La vida del espíritu; Paidós; Barcelona; 2012; p. 114.

[64] GONÇALVES MENDES, Miguel: José… Op. Cit; min: 1:09:34-1:10:23.

Texto tomado de la publicación: http://www.rebelion.org

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