Hurgar para la creación

Entre los realizadores del audiovisual, hay consenso sobre lo importante que resulta, en la labor de investigación, el trabajo previo a la filmación para la búsqueda de un resultado artístico.

Dentro del menú de acciones que cada creador debe realizar en esta indispensable fase de trabajo, se encuentra la búsqueda de datos que “garantiza” la credibilidad de la obra, que va desde la lectura y el análisis de documentos, el visionado de materiales fílmicos, hasta entrevistas a personas vinculadas con el tema. Y  es que estas acciones van enriqueciendo el espectro de enfoques que le da diversidad de colores a la idea inicial.

Es cierto que existen realizadores que prefieren un estilo espontáneo, sin la carretera que el guión establece y suelen subvalorar la curva de la investigación, descansando en el “instinto creativo” que les predispone hacia otro modo de hacer.

Sin embargo, este proceso concreto va más allá de descubrir “curiosidades” para la obra documental. En el enriquecedor ejercicio de hurgar en datos y responder el cúmulo de preguntas que van surgiendo, diversos puntos de giro pueden alterar el planteamiento inicial que el realizador o investigador podría haber tenido en ese momento.

Muchos textos publicados aportan herramientas para esta faena, y comparten estantería con reediciones de otros que resultan clásicos. Me arriesgo a sugerir uno que a mi criterio tiene la virtud de cubrir las expectativas de todo tipo de lector: estudiantes que asumen la realización de su tesis o proyecto de grado, personas que abordan un trabajo de campo en torno a variadas temáticas que implica la investigación colectiva, periodistas, ensayistas y por supuesto, realizadores de cine documental.

Cómo convertirse en un hábil investigador, de los autores Wayne C. Booth, Gregory G. Coloma y Joseph M. Williams, es una obra que desmenuza de manera inteligente herramientas propias del tema.

Estructurada en 15 capítulos, desarrolla de manera evolutiva los diferentes procesos que caracterizan una investigación: las razones para hacerla, el abordaje de elaborar un tema, la búsqueda de información en los distintos tipos de fuentes, los modos de construir argumentos –tan importantes en una obra de cine documental–, propuestas de diversos esquemas de trabajo en el proceso de investigación desde la racionalidad y la planificación de esta fase. No menos significativos resultan los capítulos titulados “La comunicación visual de la evidencia” y “La revisión de la organización y del argumento”.

De todos los capítulos que conforman este libro, me detendré en uno que resulta capital para el éxito de cualquier proyecto de cine documental, titulado “De los temas a las preguntas”.

A muchos realizadores noveles les resulta complejo elaborar un tema, esencial para la arrancada de cualquier obra de esta naturaleza. La voracidad de abordar el abanico de asuntos que nos agobia atenta contra la pérdida de perspectiva para centrar lo que queremos abordar. Este asunto tiene estrecha relación con la necesidad de profundizar en lo que hagamos en materia de cine documental, que muchas veces constituye un tibio reportaje adornado de muchos temas y carente de un punto de vista.

Este capítulo, sin embargo, nos va conduciendo a un binomio de reflexión combinado con ejercicios prácticos que nos ayudan a evitar caer en estos errores de base que tienen posterior repercusión en el resultado final de la obra.

Los autores diseñan en esta parte una cadena lógica que tiene que ver con la elaboración del tema y las interrogantes necesarias para resolver este problema. La importancia y diferenciación entre un tema general y uno específico son conjugaciones que plasman en una exquisita y natural redacción, alejada del academicismo vacío de otros textos que sobre este mismo asunto han sido publicados.

La manera de resolver la definición de un tema para un proyecto está muy bien resuelto apelando al ejercicio de interrogantes que nos debemos hacer. Terminologías como: creación de preguntas desde una entidad dinámica, sus variaciones, las utilizaciones que puede tener el tema visto desde la sociedad, son algunas de variables que caracterizan este capítulo. La razón por la cual me detengo en este capítulo está asociada al hecho de que no pocos realizadores que comienzan en estos menesteres del audiovisual, caen en la trampa de la dispersión, en las surtidas preguntas sin respuestas, en la pluralidad temática que suele traducirse en ausencia de profundidad, de rigor.

Al cine documental lo distingue el abordar un asunto hasta desmenuzarlo en toda su magnitud y apela no solo a los argumentos, a la mirada crítica y objetiva. El posicionamiento del realizador se incluye en esta lista, pero la necesidad de concretar o definir el tema es esencial para el éxito de la obra.

Este texto se ocupa de otras temáticas de la investigación que son esenciales para encauzar una buena obra documental, pero prefiero “hacer silencio” para estimular su lectura.

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