Impresiones de un documental necesario. Mujeres de la clandestinidad. Por: Lissy Vilar Muñoz

Mujeres de la clandestinidadLa vi llorando y no era solo el llanto del dolor infinito que queda impregnado en el cuerpo después de tantos años, era el llanto de quien rememora en una sala de cine su historia, la historia de tantas mujeres que lucharon por un sueño…

Yo estaba ahí, y sentí en lo más profundo de mi sensibilidad los horrores que dejó una dictadura. Al agradecerles por contar sus historias, momentos que nunca se olvidan, porque fueron los duros golpes que te hacen sentir viva después, me dijo una de ellas entre lágrimas: “la juventud debe conocer esto para que nunca pasen por ello”. Y mis ojos tampoco se quedaron quietos, quizás también naufragaron…

Es difícil poder comunicar los sentimientos en líneas y palabras ordenadas por formatos y normas. Es complejo mucho más escribir sobre lo que no se ha vivido, sin embargo intentaré dejar las impresiones de una realidad vivida por mujeres y hombres comunes… puestos de regalo en Mujeres de la clandestinidad. El documental de la realizadora Consuelo Elba, sin ser una producción de códigos vanguardistas ni utilizar técnicas de una producción de avanzada, tiene el mayor mérito del mundo, pues le permitió a diez mujeres reencontrarse con los recuerdos oscuros que también dejan los sueños, para así poder aliviar el alma.

La cámara pausada y cortés, en la mayoría de los momentos, se atrevió a desafiar el equilibrio narrativo en una entrevistada: los movimientos continuos mostrando el cuerpo vestido de una mujer que fue torturada desnuda, a la que le robaron su cuerpo en instantes prolongados, y que los silencios, que en el documental se desatan ―imprescindibles en el cine―, pudieron decir más que los planos y que las palabras. Esa misma mujer que apuesta por la juventud, y otras tantas a las que golpearon sin medida, a las que le metían los dedos en las narices para que la sangre corriera, a las que le mataron los amores de la clandestinidad, los hijos e hijas, los amigos de lucha.

La primera entrevistada, Natalia Bolívar, recuerda su labor con el Directorio Revolucionario y rememora el ataque a Palacio Presidencial el 13 de marzo, cuando se encontraba en la parte trasera del edificio que colinda con el Museo Nacional de Bella Artes donde trabajaba. Los tanques empezaron a disparar a los quince minutos del ataque… Quedó presa tras que la señalaran por ser la amiga de José Luis Gómez Wangüemert y la golpearon. Confiesa que a partir de ese momento se incorpora de lleno a la lucha contra Batista. A Natalia su mística la acompañan en todo momento, incluso cuando afirma que un collar de Oggún evitó que la asesinara un esbirro de la tiranía.

Limbania Jiménez también cuenta su historia y nunca olvida cuando en medio de la calle San Lázaro se le cayeron del bolso unos volantes del Movimiento 26 de julio y detrás venía un policía batistiano… “Que susto pasé”, afirma.

Thelma Bornot pertenecía al Grupo de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio en Guantánamo y trabajaba en la Base Naval. Desde allí contribuyó a la extracción de pertrechos de guerra. También la detuvieron. Después, en marzo de 1958 fue para La Habana y se dedicó al Movimiento a participar en las acciones revolucionarias.

Mirta Hechavarría cosió los brazaletes del movimiento y desde ese momento comenzó a formar parte de una de las células. El amor va de la mano de toda Revolución: Mirta y su compañero Raúl se casaron durante el proceso convulso de la lucha contra Batista, nos cuenta.

María Antonia Figueroa pertenecía a la ortodoxia de Eduardo Chibás y narra una singular historia en el hospital militar cuando ingresada recomendada por el esbirro Salas Cañizares, Frank País estuvo de visita y nos cuenta entre risas lo sucedido.

Hasta las sayas paradoras (inspiración gráfica del cartel del documental) sirvieron para que Nuria García y otras combatientes llevaran ocultas pistolas, dinamita, fulminante… También recuerda el asesinato de uno de los jóvenes más convencidos de la lucha contra las dictaduras, el militante Frank País. Las excelentes imágenes documentales que enriquecen la película de Consuelo Elba muestran el acompañamiento por parte del pueblo del cadáver del líder del Movimiento de Acción y Sabotaje en Santiago de Cuba. Se recordó también el llamado de Vilma Espín para la participación en una manifestación organizada por el Frente de Mujeres Martianas aprovechando la estadía en Cuba del embajador norteamericano Smith quien se reuniría con los batistiano en el Ayuntamiento.

Mi historia es la primera vez que la hago, dice Neida Álvarez. Comencé mi actividad con 13 años, pero recuerdo un hecho significativo: cuando Fidel empezó a venir a mi casa a tomar café y a contarnos sobre La historia me absolverá.

En la Quinta estación de policía expresa Digna Abreu, pasó los momentos más amargos de su vida. “Nos dieron muchos golpes. Eras más de catorce esbirros que nos golpeaban, que nos daban con los puños, también patadas. Por último me metieron los dedos en la nariz y los chorros desangre corrían por mi vestido. Estuve encerrada desde noviembre del 58 hasta el 1 de enero de 1959”.

Pilar Sa con una enorme tristeza en sus ojos cuenta que era una muchacha con muchas inquietudes, que se incorpora al Movimiento para ayudar a los compañeros a recoger dinero, transportar armas y bombas.

¿Nos hemos preguntado alguna vez el peligro que corrían esas mujeres y hombres?; pero en la dictadura no se podía vivir. A penas puede rememorar la historia que vivió, el dolor no se olvida y la muerte de sus compañeros de lucha la acompañan, pero agradece a Consuelo por el respeto de cada una de las historias de las clandestinas.

Hideliza Esperón pertenecía a la Logia Masónica y allí conoció a jóvenes que la vincularon con el Movimiento 26 de Julio. Sus silencios fue lo que más me impactó. Y a ella fue a la que me aproximé cuando terminó el filme. “Tenía el pelo muy largo”, dice y la sacaron desnuda… Fue hasta la habitación pequeña donde la torturaron. Menciona el nombre del primero que la “maltrató”: Pantoja. “Se burlaban de mí ―dice Hideliza― porque decían que yo era muy bonita. Mira la guapita esta y tan bonita que es, pero de aquí va a salir diferente, escupían los esbirros”. En la madrugada la llevaron al Cementerio de Colón para asustarla, y le gritaban: -Corre hija de puta, corre- y ella no se podía mover. Mirabal le dio un golpe con la Thompson y la entró al carro, entonces ella gritó: “Estoy viva. Yo pensé que estaba muerta. Y pregunta retóricamente: ¿Tú sabes que es verte viva?”

Y aunque esta historia me impactó tanto por la brutalidad que sufrió, más que con la tristeza, me queda la oportunidad de conocer estas historias para contarlas, para que nunca perdamos el derecho mis amigas y yo, la juventud toda, a ser libres, a construir nuestro país, el país que queremos, a respetarnos, para saber que esa no es una historia lejana, es la historia que ha hecho que Silvio Rodríguez pida perdón a los muertos de su felicidad.

Tomado de: http://www.cubainformacion.tv

Deja un comentario

AlphaOmega Captcha Classica  –  Enter Security Code
     
 

* Copy This Password *

* Type Or Paste Password Here *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.