José Couso, doce años después, sigue vivo. Por: Octavio Fraga Guerra* (+Fotos)

JCEs la tercer vez que voy a esta cita, tal vez la cuarta. Pero no es de esas citas de estar para quedar bien. Para el ejercicio baldío de la formalidad o el hacerse notar ante personas que están por convicción, por fidelidad, por sentido del deber y por la incansable defensa de la justicia. Y esas son las razones por las cuales yo también volví asistir a un acto simbólico. Un lugar de permanente recurrir donde afloran las emociones, el dolor y la ira. El tiempo y la coherencia nos exigen estar posicionados. Expuestos y comprometidos, ante los retos y las pruebas que la propia vida nos pone en el camino.

Era el acto por el Doce Aniversario del cobarde asesinato del cámara español José Couso Permuy. Un hecho aún impune, cometido por la soldadesca de las tropas yankis en territorio iraquí. Un episodio mortal, que no ha sido juzgado por tribunal alguno. A pesar de las demoledoras pruebas reveladas y puestas ante la opinión pública del mundo, que reflejan la naturaleza bárbara de estos miserables. Y pone en evidencia, la cobardía del gobierno español, que no ha sido capaz de enfrentarse por la muerte de un hombre que hizo de la noticia y la verdad, la obra de su vida.

Estábamos esta mañana un nutrido grupo de personas, que acompañamos a la familia Couso Permuy. El dolor y el silencio ante el desprecio por la justicia, ha de ser compensado con el abrazo, con esa palabra encendida o el multiplicado canto que desafió una embajada, -la del gobierno de los EE.UU.- que no deja de ser parte y cómplice de un hecho que la historia ha puesto en el pedestal de la memoria presente.

Una batucada estremecedora, -o dos-, para agrietar los anquilosados pilotes de la elitista calle Serrano. La voz caribeña del trovador cubano Orlis Pineda que puso bien en alto la Guantanamera de Joseito Fernández. O el verbo encendido y acusador de Los Chikos del Maíz, que con su rap de poesía y recurrentes verdades, tocaron fibras y destronaron silencios. Y no faltó la palabra. La de los amigos, la de otras voces invitadas y la familia de José, que agradecida y entre lágrimas -que son de humanidad-, clavaron la verba acusatoria ante los demonios del silencio.

José Couso estaba entre nosotros. El nos miró orgulloso, risueño y supo –una vez más-, que no estaba solo. Que su vida trunca no quedará silenciada. Y que su obra, la de enfrentarse con su cámara para dar luz no ha sido en vano. Y es que de gratitud y ejemplo se ha forjado su historia.

*Editor del blog: https://cinereverso.org

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Hermano de José Couso

Hermano de José Couso

Hermana de José Couso

Hermana de José Couso

Orlis Pineda

Orlis Pineda

Los Chikos del Maíz

Los Chikos del Maíz

La batucada

La batucada

Embajada de los EE.UU. en Madrid-

Embajada de los EE.UU. en Madrid-

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