Pino Solanas, apuntes de su discurso

Cientos de veces me he preguntado cómo es posible que en un país tan rico la pobreza y el hambre alcanzara tal magnitud? ¿Qué sucedió con las promesas de modernidad, trabajo y bienestar que pregonaran políticos, empresarios, economistas iluminados y sus comunicadores mediáticos, si jamás el país conoció estos aberrantes niveles de desocupación e indigencia? ¿Cómo puede entenderse la enajenación del patrimonio público para pagar la deuda, si el endeudamiento se multiplicó varias veces comprometiendo el futuro por varias generaciones? ¿Cómo fue posible en democracia tanta burla al mandato del voto, tanta degradación de las instituciones republicanas, tanta sumisión a los poderes externos, tanta impunidad, corrupción y pérdida de derechos sociales?

Responder a los interrogantes que dejó la catástrofe social o repasar los capítulos bochornosos de la historia reciente, sería imposible en los limitados márgenes de una película: hacen falta muchas más, junto a investigaciones, debates y estudios para dar cuenta de la magnitud de esa catástrofe.

Fernando Solanas (Marzo 2004)

La historia de la gran nación argentina es mucho más que dictadores vestidos de generales, presidentes corruptos vendidos al mejor postor o senadores que miran para “ninguna parte”. Su pueblo presume de contar con muchos hombres dignos e incorruptibles, capaces de darlo todo por su país, por el honor de su tierra. En esa inmensa lista de nombres imprescindibles, está Fernando “Pino” Solanas, (Buenos Aires, 1936).

Forjado en el teatro, la música y el derecho es hoy un cineasta vital, de referencia en Latinoamérica entera. Su primera gran obra es sin dudas: La hora de los Hornos (1968), trilogía documental que aborda el neocolonialismo y la violencia de su país y de América Latina. Esta pieza fílmica se abre, despojada de entrecomillas como una gran puerta para el diálogo,  forzando al espectador a reflexionar y cultivar el ejercicio del pensamiento, desnudando toda posición cómoda ante una época convulsa y brutal. Esta pieza, está considerada por muchos de los estudiosos del género un magistral ensayo cinematográfico y político. En esta obra, Solanas no le teme a la práctica de un didactismo impregnado en la filmografía de la época, y apunta su trabajo trazando un discurso estético desde la argumentación, desde los hechos, desde la fidelidad de la historia siendo una pieza que supera el conocido concepto de arma de combate ideológico, afirmación de la que no se siente avergonzado.

En 1975 termina Los hijos del Fierro, su primer largometraje de ficción. Con la instauración de la dictadura, es amenazado de muerte por la Triple A y más tarde, en 1976, es víctima de un fallido secuestro perpetrado por un comando de la Marina. Parte al exilio hacia España, radicándose en Francia.

Tras la caída de la dictadura en 1983, regresa a su gran Buenos Aires y en 1985, filma una de sus obras más notables: El Exilio de Gardel, de la que Vincent Ostria escribió para Cahiers du Cinéma: “Solanas juega la metáfora sin reservas, al pie de la letra (todo el film no es más que una gigantesca metáfora)… Tangos es un ejercicio constante de tuteamiento de lo imaginario y lo onírico. La nostalgia y su motor, el exilio, están expresados sin distancia, con un verbo lleno de colores, un talento para la evocación y una puesta en escena de alegorías fellinianas”.

Sur (1988), El viaje (1992) y La nube (1998), son tres piezas de ficción del autor, que vienen a confirmar la vitalidad de este gran cineasta que no está restringido a géneros, estéticas y temáticas cerradas.

Tras la descomunal crisis económica, política y social acaecida en Argentina, responsabilidad de la clase política de la época que fue escenificada por los gobiernos de Carlos Saúl Menen y Fernando de la Rúa. Con Memoria del saqueo, (2004) viene a tomarle el pulso de los acontecimientos y a denunciar la barbaridad institucional que estaba aconteciendo por aquellos años, que tuvo su iconografía en las manifestaciones a golpe de cacerolazo. Solanas no pierde un instante y sale con su cámara para tomar nota de los acontecimientos en plena efervescencia popular. En los inicios de esta gesta cinematográfica, no tenía claro el discurso cinematográfico con el construiría este documento. Los procesos sociales se fueron sucediendo y su mirada dejaba constancia de ello.

Al final quedó una obra de gran calado moral, una pieza fílmica que apunta –sin medias tintas y palabras rebuscadas-, a los responsables de esta “fiesta”. El FMI, el Banco Mundial, las grandes transnacionales de Estados Unidos y Europa, los ejemplares bancos que sudan la gota gorda desangrando la pobreza y por supuestos los políticos argentinos. Sobre esta sentencia, el realizador apela a la lente y nos desnuda el vacío de la Casa Rosada y los interminables pasillos y salones del senado, que muestran la frialdad que legitimó el ejercicio de una corrupción que afloro prodiga de mentiras y sucias estratagemas. El contrapunteo de esta verdad hecha fotografía documental, tiene su espacio de denuncia en la revelación de la precariedad del mundo periférico, de la marginalidad vestida de pobreza y de un futuro incierto.

Supo sopesar el deshielo de los grandes edificios, -copias de un modelo arquitectónico seudo cultural-, con la suma de pobrezas que pululan en los accesos de las grandes moles que simbolizan la falsedad de una economía prospera. La aguda voz de Pino Solanas, afinca su tono y expone desde el discurso acusatorio, la cronología de la vergüenza, el trayecto de un saqueo que estremeció cualquier pronóstico.

Esta batalla librada desde el arte documental no ha terminado para Pino Solanas, con La dignidad de los nadies (2005), se perfila una nueva apuesta que sirve de continuidad para desnudar los hechos que sacaron del subsuelo, la inmoralidad de una crisis. El hacer de esta obra, dibuja con la agudeza de un abanico de colores, una galería de personajes que construyen una crónica apremiante ante pueblo castigado. Su filosofía, es un verdadero alegato contra la idea de la derrota. No veremos ante la gran pantalla una patina que nos aleje de la realidad, el esqueleto de un país fracturado esta editado por personajes sin nombres que van cerrando el verdadero puzzle de la sociedad argentina de esa década, que aún sana su dolor.

El ejercicio de hacer de la realidad una obra de arte para el gran Pino Solanas, no acaba con esta pieza, incorpora a su filmografía tres nuevos trabajos que registran la temperatura de un país tejidos de dolor, Argentina Latente (2007), Próxima Estación (2008) y Tierra Sublevada (2009), confirma la estatura de su verbo y su discurso, confirmando su sentido de responsabilidad y entrega ante la nación que le a hecho suya.

Su labor intelectual no se ciñe al arte cinematográfico, sus ensayos: La Mirada (1989); Cine, Cultura y Descolonización (1971) en colaboración con Octavio Getino; y el texto de investigación Yacyreta: Crónica de un despojo” (1996), confirman su virtud como intelectual y como hombre comprometido con su tiempo. Conocido es su compromiso con la acción de la Madres de la Plaza de Mayo y de los organismos a favor de los derechos humanos.

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