(VIDEO) El Dalai Lama, un documental cariñoso.

La trasnochada TV                            

Tras el dilatado goce -con aires de éxtasis- de ese marco anillado de plásticas proporciones que exhibe como portada un cristal de sabor amargo. La fisonomía de un caballero adicto a sus “dotes”, exhibió para los transeúntes del bulevar una larga barba de nimbos en forma de helechos que fueron de verdor con sabor a luz para derivar -de manera irreversible- en un gris destilado. Los que se asomaron a su ventana visionaron la fisonomía de un hombre salido de las entrañas del silencio y la soledad.

Meses de sesiones continuas, de adicciones desmembradas, de telenovelas construidas para el heroísmo y la calculada lágrima del sentimiento envenenado. No faltaron continuadas maquetas de reality show donde lo que vale, es gritar más y “hacerse respetar” ante una fauna humana que convive enjaulada en lucha por el protagonismo descorchado, por el “gran premio”, que será para “vencedor de la selva televisiva”.

Se suma a esta juerga audiovisual las temporadas de fútbol, que tienen su punto álgido de adrenalina irrepetible en los contratos y la suma de dineros a contar para las arcas de los protagonistas de turno.

Este universal deporte alterna pasiones -en los grandes medios de comunicación-, con ese rebaño de máquinas turbo dinámicas de motos y coches de carreras, que asumen el rol virulento de exhibir ese dulce amargor de huesos quebrados, tras unas cuantas piruetas de saltos mortales que son verdaderos tópicos para el cotilleo y la fanfarria.

En la composición de este “escenario vital”, no faltan los sabios de tertulias que bajo el tapiz de corbatas de hermosa textura van apostillando argumentos mezclados desde la única dramaturgia: la del tono altisonante, la del verbo conjugado tomado de la fraseología vulgar –ajena a la realidad social-, diseñado para la construcción de un modelo de pensamiento distante de la lucidez y la responsabilidad social.

Bajo esta misma juerga, otros lumbreras de lentejuelas hablan de tener la fuente más acertada, la última noticia de figuras que empezaron siendo privadas para ser públicas y circenses.

No falta en esta jungla de cristal la foto más espectacular, la infidelidad confirmada sin dejar espacio para la lectura que critica toda esa banalidad de aposentos. El primerísimo plano del modelo de ropa, zapatos o complementos que tendrán –sin lugar a  dudas-, un futuro efímero cierra esta madeja de lumbreras televisivas hechas para embobecer y anonadar.

Disección sobre la caja boba

Estas surrealistas notas que sirven de metáfora introductorias, son aproximaciones de una realidad que nos rodea bajo formas y contenidos subliminales. En las últimas décadas y -cada vez más- los grandes medios de comunicación marcan pautas de comportamiento, conducen actitudes y lo que es peor. Fabrican argumentos que nos alejan de los hechos y de la historia, tergiversando la realidad al punto de reescribirla desde las más burdas formas, ajenas a toda ética de veracidad periodística.

Desconocer o desentenderse del entramado de los grandes medios de comunicación, es ignorar las rutas que nos quieren implantar bajo el tamiz de un pensamiento único, que suele ser excluyente.

Este añadido de categorías impuestas, desconoce otras visiones que pasan por ignorar o subvalorar la historia, las tradiciones, las costumbres, la cultura o la sociología que dibuja y construye una identidad colectiva. Estos capítulos que son pilares de cualquier sociedad son fulminados bajo el prisma ajeno a la evolución de esos otros territorios, que no solo son una delimitación geográfica.

Esta avalancha de mediocridad y desinformación no desaprovecha el más mínimo recodo de grietas y puertas quebradas vestidas de palabras cultas. Este panorama –visto desde la perspectiva del realizador documental-, impone a su labor de cineasta que tenga un peso mayor en la búsqueda de la información que deberá ser contrastada y analizada en toda su dimensión.

El oficio de identificar las fuentes, de sopesar los puntos de vistas, de investigar o releer las curvas de la historia no deben faltar en nuestros hábitos de lectura, que no solo se debe suscribir al marco de nuestras apuestas de especializaciones.

Los peldaños de la “veracidad informativa” están construidos como naipes, que se destruyen tras ese necesario juicio de valor que parte de no aceptar esa primera fuente como, “la verdad”. Esta idea no insita a la actitud paranoica de “no creer en nada”. Las posturas extremas son verdaderos detonantes para llevarnos a otra dimensión: el de la irrealidad, el del hermetismo sociológico.

Las maneras de desdibujar los escenarios locales, nacionales y globales, pasan –como una de sus modalidades periodísticas-, por etiquetar los grupos sociales de diversas tendencias y posiciones políticas, que son apuestas tergiversadoras y simplistas.

Según los cánones construidos por estos medios de comunicación, palabras como violentos se le podría atribuir a los portuarios de Asturias, que en el año 2009 se manifestaron en defensa de sus derechos laborales. A los jóvenes que en Europa luchan contra la proliferación del fascismo, llevan el sello de izquierdistas radicales. Una lucha por un fascismo que fulminó la vida de millones de personas y hoy renace con otras vestiduras de ambiguas proporciones y posmodernas formas desde las antiguas iconografías.

La reflexión necesaria

El trabajo de los documentalistas parte del conocimiento de la realidad que pretende tratar. Bajo los resortes del género desarrollan los ejes temáticos desde la premisa del punto de vista que asume el autor, que suele ser el realizador de la obra. Sobre la desinformación hay kilómetros de ejemplos que sirven para dibujar esta idea.

Recuerdo que en marzo del año 2008, en vísperas de la celebración de las olimpiadas de Beijing se desarrollaron en varios países de Europa y los Estados Unidos, manifestaciones que levantaban como bandera la independencia del Tibet y el apoyo a su “líder espiritual” Dalai Lama.

Lo que no cuentan los mass media.

La base teórica de esta idea esta sustentada en la afirmación que hace el periodista español Pascual Serrano en su libro, Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo, cuando sentencia: “Los conflictos o coyunturas internacionales parten de unos antecedentes y una historia que es omitida por la noticia caliente. Si a ello le añadimos la ausencia de tantos elementos que inciden en el panorama y se ignoran, o que incluso son desconocidos para el propio periodista, el resultado es una información que impide al ciudadano comprender la noticia en su amplitud”.

Desde esta acertada reflexión, comparto algunos apuntes que tomaré prestado de informaciones relacionadas con este significativo tema.

En el curso de los dos siglos anteriores a 1951, fecha en que el Partido Comunista Chino toma el poder político en esa nación, ni un solo gobierno del mundo había reconocido al Tibet como un país independiente. Ya en 1950,la Indiaafirmaba que el Tibet era parte integrante de China. Inglaterra, -nación que colonizó ala Indiaentre los años 1857 y 1947-, compartía el mismo planteamiento.

En 1956 las autoridades Chinas decidieron aplicar una reforma agraria en los territorios tibetanos de la provincia de Sicuani. La elite local no aceptó que sus propiedades se vieran afectadas conduciendo al levantamiento armado de 1959. Esta se preparó durante varios años bajo la dirección de los servicios secretos norteamericanos,la AgenciaCentralde Inteligencia (CIA).

Los hechos están documentados en tres libros, el primero: “The CIA’s Secret War in Tibet” (La guerra secreta de la CIAen el Tibet) de Kenneth Conboy (University Press of Kansas, 2002) una obra sobre la cual el especialista de la CIA, William Leary, escribió: “Un estudio excelente e impresionante sobre una de las operaciones secretas de la CIA más importante durante la guerra fría”.

Para dar continuidad a las citas, tomo de Christopher Robbins, autor del texto: Air América. Historia de la línea aérea secreta de la CIA, texto del año 1979 quien escribía: “La idea era adiestrar a los más prometedores guerreros tibetanos en trucos de la lucha de guerrillas, equipándolos con armas muy modernas para enviarlos de nuevo al Tibet, bien a pie o por medio de paracaídas. Lo importante era que la base de los Estados Unidos reuniese unas condiciones similares a las del Tibet, donde la altitud media es de cuatro mil quinientos metros, La Agencia se decidió por Leadville, una población situada en las Montañas Rocosas en el centro de Colorado, la más alta del país”.

En otra parte el autor continúa con nuevos datos. “En 1957 se trasladó al campamento a los primeros tibetanos, y se puso en marcha un duro programa de entrenamiento de cara a la operación. El apoyo aéreo lo proporcionó la Intermountain Aviation, otra de las ya numerosas filiales de la Agencia. Una vez terminado su entrenamiento, aquellos hombres serían enviados otra vez al Extremo Oriente, tanto a Taiwán como a Chiang Mai, en Tailandia. Allí estarían los primeros campamentos y desde ellos se infiltrarían en el Tibet o en China, en operaciones de sabotaje de largo alcance”.

Siguiendo sobre esta misma tónica comparto los apuntes del volumen: “Buddha’s Warriors–The story of the CIA-backed Tibetan Freedom Fighters”, (Los guerreros de Budha. La historia de los combatientes tibetanos de la libertad apoyados porla CIA), de Mikel Dunham (Penguin, 2004). Su autor explica cómola CIAllevó cientos de tibetanos a los EEUU, les condujo y les armó, les mandó paracaídas cargados de armas sobre su territorio, les formó en la utilización de las armas de fuego a la vez que se movían a caballo.

Estos tres libros revelan un capítulo esencial del tema Tibet, la participación de una organización de espionaje de otro país -Estados Unidos- en un conflicto ajeno a su territorio, que exponen una clara intervención en los asuntos internos de otra nación.

El artículo titulado: “El tercer ojo y el Dalai Lama”, título que encabeza el trabajo del periodista José Steinsleger del diario La Jornadade México desvela nuevos elementos de valor documental. “Libertad en el exilio” (1990), autobiografía del Dalai Lama, es muy interesante. Publicado luego que casualmente le dieran el Premio Nobel de la Paz en el emblemático año de 1989 (¡fin de la historia! ¡fin del comunismo!), el autor admite que durante los años 60 fue agente de la CIA, a cambio de la módica suma de 1.7 millones de dólares anuales y 186 mil de salario personal para armar, entrenar y pagar a los “guerreros de la libertad” enfrentados a la China de Mao”.

Jean-Paul Desimpelaere redactor de Solidaire confirma esta información en su trabajo: La CIA, patrocinadora del Dalai Lama. “¿Quiénes son los patrocinadores? En un parte de su artículo, comenta: “De 1959 a 1972: 180.000 dólares anuales para sus gastos personales, en las hojas de pago de la CIA (documentos desclasificados por el gobierno usamericano; el Dalai Lama lo negó hasta 1980), y 1,7 millones de dólares anuales para organizar su red de solidaridad internacional. Después se pagó la misma cantidad a través de la NED, una organización no gubernamental usamericana cuyo presupuesto depende del Congreso. El Dalai Lama dice que sus hermanos administran “sus negocios”. La CIA reclutó a sus dos hermanos, Thubten Norbu (un lama de rango superior) y Gyalo Thondrup en 1951, al primero para recaudar fondos y dirigir la propaganda y al segundo para organizar la resistencia armada”.

En otra parte de su artículo rompe con otro de los argumentos que sirven de bandera para atizar el tema tibetano en el escenario internacional.

Cuando Patrick French era director de la «Free Tibet Champaign» (Campaña por la independencia del Tíbet) en el Reino Unido, fue el primero que pudo consultar los archivos de Dalai Lama. Se llevó una sorpresa. ¿Liquidaron los chinos a los tibetanos?

Llegó a la conclusión decepcionante de que las pruebas del genocidio tibetano supuestamente perpetrado por los chinos se habían falsificado, así que dimitió de inmediato como director de la campaña por la independencia del Tíbet.

En los años sesenta, bajo la dirección del hermano del Dalai Lama, Gyalo Thondrup, se habían recogido testimonios entre los tibetanos refugiados en India. French comprobó que las cifras de muertos se habían añadido al margen posteriormente. Otro ejemplo: un mismo choque armado narrado por cinco refugiados distintos se había contabilizado cinco veces. Mientras tanto, la cifra de 1,2 millones de muertos “por culpa de los chinos” había dado la vuelta al mundo.

French afirma que eso es sencillamente imposible, ya que todas las cantidades correspondían a hombres y entonces sólo había 1,5 millones de tibetanos varones, por lo que hoy en día apenas quedarían unos pocos. Pero la población ha aumentado hasta cerca de 6 millones de habitantes, el doble que en 1954. Una cifra proporcionada tanto por el Dalai Lama como por las autoridades chinas, esta vez asombrosamente de acuerdo.

Los observadores internacionales (el Banco Mundial,la Organización Mundialdela Salud) también avalan estas cifras; sin embargo, todavía hoy el Dalai Lama sigue diciendo que los chinos fueron los causantes de la muerte de 1,2 millones de tibetanos”.

El documental

Entonces cabe el análisis desde el punto de la objetividad y el rigor del documental: El Dalai Lama realizado por Joshua Dugdale.

La sinopsis de este trabajo fílmico sentencia: “Este asombroso y revelador programa es el resultado de dieciocho meses de acceso sin límites al Dalai Lama. Se trata de un retrato íntimo de uno de los grandes enigmas de nuestro tiempo, que se desarrolla mientras el Dalai Lama lucha por negociar un acuerdo con China y estudia la posibilidad de su sucesión. El espacio ofrece un estudio único, entre bastidores, de la vida activa del Dalai Lama, muestra su lucha diaria mientras trata de mantener el equilibrio entre una vida comprometida con el budismo y el ejercicio de una política exterior basada en los intereses prácticos, requisito necesario para apaciguar a China”.

Este documental se estrenó en el año 2008, en vísperas de las olimpiadas de China. Según expresa su realizador en el filme, estuvo tres años junto a este caballero “siguiendo sus pasos.

¿Cómo es posible que un hombre de esta catadura moral, financiado por una organización de espionaje comola CIA pueda calar y provocar actitudes de apoyo de envergadura internacional a una causa fabricada y sin ningún antecedente histórico que lo sustente? Dejo esta interrogante para el ejercicio de otras lecturas.

En torno a este personaje hay una aureola mediática que tapa su esencia de instrumento de una organización con un historial repugnante. Estos apuntes son el perfecto boomerang para el análisis del documental.

Para el análisis de esta obra audiovisual transitaré por dos vertientes: la realización audiovisual y la objetividad de los hechos, partiendo del presupuesto que esta obra se centra en Dalai Lama.

Desde la perspectiva audiovisual, con este documental de Dugdale asistimos en verdad a un gran reportaje -que en todo caso-, presume de no aportar ninguna novedad en cuanto al trabajo de fotografía, montaje y composición de la banda sonora.

El montaje en particular, es de una predecible linealidad que resulta cansino como para el ejercicio reiterado del bostezo. Está adornada desde la óptica de los recursos más arcaicos y convencionales o reiteraciones al uso, que se contrapone con la exclusiva posibilidad de acceder a un personaje de esta envergadura como para hacer una obra de mejor calado.

Es evidente la búsqueda y construcción edulcorada de un personaje que por momentos parece un mito en franca combinación con el retrato de un buda afable y bonachón, capaz de tener tiempo para atender las carencias, nostalgias y amarguras de sus mortales. El tópico no da para más.

El realizador “persigue” a este personaje en diferentes retratos de su vida en la que abundan los encuadres cariñosos, -eso sí- faltos de valor cinematográfico. La persecución de Dugdale, se centra en el mito-hombre, obviamente un mito previamente construido. Dialoga con el “personaje”, le fotografía comiendo, en debates con sus asistentes o en interacción con sus fieles que el realizador no desaprovecha para acentuar el lado amable de “hombre venerado”-

Desde la objetividad de la historia, el autor de esta obra no hace ninguna alusión a su relación asalariada conla AgenciaCentralde Inteligencia (CIA). Esta vertiente curricular del personaje escapa en esta “obra de cine documental”. Sin dudas, este “realizador cinematográfico”, apuesta por la construcción maquillada sin entrar en calados mayores. Aborda “relajadamente” el conflicto del Tibet, pero desde una perspectiva parcializada y compone en su trabajo “cinematográfico” una sola mirada.

Podría haber desarrollado desde la cronología, la historia de este longevo personaje, sin embargo prefiere obviarlos.

El autor de cine documental, -como todo creador de una obra de arte-, tiene una responsabilidad ante los hechos que construye de cara al espectador y este ejemplo de “historia reconstruida”, padece del mal de poner el primer ladrillo desde la azotea. ¿Se sostendrá esta obra eternamente?

La omisión, la manipulación intencionada, la búsqueda de una caritativa mirada no son cualidades que distinguen a la historia del cine documental. Este tema de alcance global requiere una nueva lectura audiovisual.

El ejercicio de la crítica, de la veracidad de los hechos, del punto de vista basado en la construcción de la historia son los verdaderos valores del arte documental, capaz de transformar la realidad o al menos, ser consecuente con la práctica responsable de la historia de cineastas que han enaltecido el género y siguen haciendo su apuesta fílmica a favor de un peldaño mayor: el de la dignidad.

Nota: Este documental su título original es, “The unwinking gaze”, en su versión en español se ha presentado como: “El Dalai Lama”.

Título original: The unwinking gaze

Director: Joshua Dugdale

Año: 2008

Nacionalidad: Reino Unido

Duración: 52 min

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