(VIDEO) Santa Ana se ha quedado muda

El documental Los hijos de los pastores del realizador Luis Alfaro en “La cámara lúcida” de Tele K

España vive un “dilema” que tiene que ver con el conflicto entre tradición y modernidad. El desarrollismo urbano y las “bondades” de la civilización occidental han resquebrajado y hundido historias de vida o tradiciones que han construido identidades y valores culturales que son parte esencial de una nación que gestó sus potencialidades desde los cimientos de la tierra.

Esta explosión urbanística aceleró los flujos de población que se movieron desde la periferia de aldeas, pueblos y comunidades de alto valor histórico cultural hacia los núcleos urbanos donde el “desarrollo” está vestido con otros ropajes, con otras andaduras donde las relaciones humanas confluyen a velocidades insospechadas.

Los hijos de los pastores (2010), documental del realizador español Luis Alfaro escribe algunas de estas y otras ideas, -que no las muestra de manera directa-, narradas tomando como ejes testimoniales a dos personajes que huelen a historia, que destilan palabras nacidas desde la virginidad de sus parlamentos, desde los tapices de sus entornos que -aún hoy- se aferran a combatir contra su verdadero enemigo, nosotros mismos.

Los hermanos José y Pedro Blazqués Cuerda, -dos hombres curtidos en el arte de pastorear en entornos hermosos y duros-, son parte esencial y núcleo de esta obra cinematográfica que se define y construye desde la simpleza testimonial del arte documental.

Obviamente esta adjetivación no es una terminología despectiva que apunte a simplificar este filme. El asunto que ocupa a su realizador y el equipo creativo que le acompaña, justifica una puesta en escena que permee el discurso desde los mínimos abalorios cinematográficos posibles.

La palabra narrada, el acento de los personajes, sus historias de vida, frustraciones y fortalezas han de estar despejadas de todas las hojarascas que nublen la naturaleza fílmica de esta pieza. La sobriedad del discurso en este documental no es un síntoma de carencias cinematográficas, es la estrategia acertada y consecuente para hacer visible lo que parece tardío y olvidado.

La realidad que nos muestra Los hijos de los pastores, no admite distorsiones posmodernistas y ese es -sin dudas- un acierto del realizador y el guionista, a la hora de conformar las pautas de realización.

Este filme nos traslada a otra dimensión de la realidad. Sobre esta idea juega un papel sustancial la fotografía concebida y marcada por Carlos Fernández. Su encuadre nos va mostrando de manera gradual y ascendente los parajes que pueblan la vida de estos hermanos. Estas “escenografías” son parte consustancial de múltiples ventanas que son testigos y actores de la puesta.

En cada encuadre y plano hay una intencionalidad bien lograda. El abanico es muy basto, desde los pliegos de los ojos, las manos o el caminar de los Blazqués Cuerda, hasta el interior de la casa donde habitan, donde “casi todo es igual que antes”, pasando por esa aldea que va agonizando de ausencias, de despedidas sin retornos.

En ese “ir y venir de la cámara”, nos topamos con primeros planos que nos desvelan a dos hombres curtidos por el fraguar de la vida. Pero de soslayo van apareciendo en escena –y esto es muy importante-, los objetos que aún persisten en la cotidianeidad de sus vidas, las maneras de “dialogar” con sus cabras y ovejas, o el revisitar de un entorno natural que aún conserva cierta virginidad -reflexión romántica-, donde aparece amenazante en varias secuencia una verdad descollante: los molinos eólicos que pueblan los vastos territorios de montañas y valles de España, pintando de otro color los avatares de la naturaleza.

La banda sonora está edificada por capas. En primer lugar la voz y el acento de los hermanos que no cesan de hacer su dilatada cotidianeidad, ni se inmutan ante la presencia de extraños creadores cinematográficos en la que no hay un pacto escénico y es que estos personajes siguen su andar sin importarles estos visitantes de honor

Sus voces son ese testimonio tardío y antiguo donde hablar lo es casi todo. Las palabras son tomadas con legitimidad y acierto para ponerlos en “primer plano”. Ellos son el alma de esta historia, ellos son el pretexto de esta pieza en la que se justifica el darle a la voz toda la libertad y la jerarquía que exige este documental.

Detrás aparecen las cabras y las ovejas, que son esos otros “personajes” que cierran la puesta cinematográfica y los animales domestico que son cómplices de José y Pedro. En las bambalinas los sonidos del viento, los cencerros de los animales o el rasurar de una afeitada que aún persiste en medio de la nada o ese fuego domestico que fortalece y reviven las tradiciones de una casa aferrada a su memoria.

El sonido también toma la curva del aire. O las aspas de esos molinos que van permeando de “modernidad” la virginidad de una naturaleza que parece haber cedido a los gestos abruptos del tiempo presente.

Esta no es una obra que legitima la nostalgia tardía. Este no es un documental escrito para contemplar la avalancha que se nos avecina. Los hijos de los pastores nos invita a reflexionar en torno a un asunto meridiano que parte de la necesidad de replantearnos el rumbo de nuestras vidas –la de todos, sin que esto signifique la renuncia a las virtudes de las nuevas tecnologías.

La manera en que está escrito este documental de descollante acento poético metafórico, nos permite entrar en este y otros debates. La sobriedad de esta obra da pie a que entremos en ese arsenal de preguntas que son urgentes hacernos ahora.

No visitaran a dos hermanos nostálgicos arrepentidos de sus vidas. Las historias que nos cuenta y sus valores como hombres nacidos en los altos de una aldea hoy muda, son parte de esa ramificación que se mueve entre o sociológico y lo antropológico.

Obviamente no estamos ante un filme que desarrolla un estudio de campo. La manera en que está escrito lo ubica en ese territorio donde el arte es su mejor vestimenta. Sin embargo los extractos que confluyen en torno a la periferia del documental, denotan una capacidad que abre ese espectro más allá de los códigos que caracterizan al cine que nace de la realidad.

Este corto me deja en dos polos: el de entender la síntesis de la historia para acertar en motivar mi reflexión urgente y a la vez estimular la necesidad de afrontar el tema desde los nichos del género, donde han de surgir nuevas historias.

El director de esta obra cierra con un tema que reafirma el origen de su documental, su punto de vista. Las sonoridades y los instrumentos de acento ecléctico dejan escuchar un texto que claman por una reflexión multiplicada y sociológica en la que todos debemos participar.

Este documental ha obtenido los siguientes premios: Premio Mirada Womad Festival Envideo 2010 (Cáceres), 1er Premio Festival de Cine Documental Memoria Rural en Santa Cruz de Moya, Mejor Documental Festival de Cortometrajes de Temática Social (Barcelona, Premio Videocreación Abycine y Mejor Documental y Mejor Guión Festival de Cine de Ciudad Real.

Luis Alfaro es Licenciado en Ciencia de la Información por la Universidad Politécnica de Valencia. En su filmografía se incluyen los siguientes trabajos. La luces de Defalé (2006), Isabel Coraje (2010), 11M:2007 (2010). Ha trabajado como realizador de CNN+ (Informativos y programas) y como editor del espacio Cuatrosfera. Cuenta con experiencia como profesor de Reporterismo audiovisual y Edición en Avid.

Sinopsis:

Pedro y José son hermanos, solteros, y han sido pastores desde que tenían 8 años. Ellos son los últimos habitantes de Santa Ana, una pequeña aldea de la sierra de Albacete. Después de más de 60 años de profesión quizás ha llegado el momento de dejar su rebaño. Este documental llega justo a tiempo para recoger los últimos meses de un paisaje que se deshabita, un modo de vida sin herederos. Recuerdos de infancia, balances de toda una vida de trabajo solitario y el orgullo de los que han sobrevivido a las más duras circunstancias; últimas imágenes de un mundo a punto de perder su propia memoria.

Ficha técnica

Título: Los hijos de los pastores

Dirección: Luis Alfaro

Guión: Narcho Bernaldo de Quirós

Fotografía: Carlos F. Balsera

Ayudante de dirección: Susana Ramírez

Sonido directo: Javier Palomeque

Post-producción de sonido: Javier Benavides

Colorista: Antonio Muñoz Molina

Música: Juan Alfaro

Tiempo: 30 minutos

Año: 2010

País: España

Este documental se presentará en el programa La cámara lúcida el próximo miércoles 2 de noviembre a las 6:45 de la tarde (HORA DE ESPAÑA) en Tele K de Madrid. El espacio se podrá ver por www.vallecas.org Para esta cita contaremos con la presencia de Nacho Bernaldo de Quirós (Guionista) y Carlos F. Balsera (Fotógrafo).                                                               

Nuestro agradecimiento a la Plataforma de Nuevos Realizadores y a Belén Herrera quien ha colaborado en la materialización de este programa.

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