El cartel cubano de cine en serigrafía. Por: Reinaldo Morales Campos* (Especial Cultura Cubana)

Cartel

En Cuba el temprano empleo de la serigrafía artística en carteles para anunciar películas con sublimes representaciones pictóricas, contrastadas texturas y formulaciones visuales seductoras lo inició, en 1943, el artista de la plástica y pintor Eladio Rivadulla Martínez; este hecho sin antecedentes en el país ocurrió cuando se hizo necesario sustituir la propaganda impresa, de poca aceptación por el público cubano, que traían los filmes mexicanos y argentinos para informar de sus presentaciones en las salas de cine.

Indistintamente, en la década del cincuenta, también se realizaron esas reproducciones por los Studio Cilleros y Machado y el Studio Almela; pero no obtuvieron éxitos y desde 1957, quedó solamente Eladio Rivadulla Martínez. En esos carteles, en cumplimiento de encargos de los propietarios de las 66 distribuidoras de películas que existieron hasta finales de ese decenio; con formatos de 71 X 91 centímetros, sus espacios visuales eran cubiertos con los títulos, principales protagonistas e imágenes de escenas trascendentales de los filmes y para lograr una mayor venta de las entradas, mostraban representaciones pictóricas femeninas eróticas y semidesnudos.

Después del triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959, para promover un cine que expresara su condición de arte y carácter educativo fue creado, el 24 de marzo, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC); primera institución cultural constituida por el Gobierno Revolucionario y aunque en su fase de estructuración logró firmar para el 26 de julio de ese año su primer documental, titulado Sexto Aniversario; con el desfile de campesinos en la Plaza Cívica, actual Plaza de la Revolución; Eladio Rivadulla Martínez continuó diseñando y reproduciendo carteles para anunciar películas, encargados por dueños de distribuidoras privadas de filmes como: películas Europeas S.A., United Artistas, Columbia Pictures, Cuba-México, Distribuidora Fénix S.A. y Organización Rank que actuaron hasta finales del año 1960.

Y aunque en aquel momento, con sus evidentes interés lucrativos, también ejercieron sus influencias carteles de películas producidos en otros talleres de serigrafías particulares, como los de: Abelardo, Barrios y Castell; los más demandados por su belleza y brillantez fueron los de Rivadulla; quien también diseñó y reprodujo los encargados por Pelicuba, distribuidora de películas perteneciente al Partido Socialista Popular (PSP), que creada en 1959 y hasta su fusión al ICAIC a mediado de 1961, se ocupó de la exhibición de los filmes procedentes de la Unión Soviética y los demás países socialistas.

En un contexto de presumible invasión militar de Estados Unidos a Cuba y de Estado de Alerta Combativa a toda la Nación, que se extendió hasta el 20 de enero de 1961; el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), con el cartel para el estreno mundial, el 30 de diciembre de 1960, del primer largometraje de ficción cubano: Historias de la Revolución, inició la edición de los carteles del nuevo cine cubano. En ese primer cartel, impreso en offset y con un lenguaje susurrante, se rompieron los patrones estereotipados y mercantilistas, su diseñó lo aportó Eduardo Muñoz Bachs quien para la formulación de su mensaje, utilizó una foto de una de las escenas del filme; tomada desde el interior del tren blindado que simbolizaba la Batalla de Santa Clara. Entre quienes en el ICAIC propiciaron su continuo empleo estuvieron: Alfredo Guevara, Director fundador de esa institución cultural, Héctor García Mesa, primer Director de la Cinemateca de Cuba y Mario Rodríguez Alemán, crítico de cine y Jefe de la Oficina de Información.

En el diseño y reproducción de los primeros carteles en serigrafía participaron Eduardo Muñoz Bachs, Rafael Morante Boyerizo y Eladio Rivadulla Martínez. Para el 6 de febrero Rafael Morante Boyerizo embozó el de la conmemoración del Primer Aniversario de la Cinemateca de Cuba, en el que con una formulación sintetizadas a dos colores introdujo por primera vez la representación de Chaplin; devenida en figura símbolo más recurrente del cartel del cine cubano. Seguidamente en los creados por Eduardo Muñoz Bachs para los filmes cubanos: Cuba Baila y   Realengo 18, estrenados el 8 y 21 de abril respectivamente, predominaron el uso de la línea, con preferencia a la ilustración en lo formal y colores de pocas intensidades sobre fondo blanco.

Eladio Rivadulla Martínez aunque en los primeros momentos colaboró con diseños de carteles para el ICAIC —como el realizado para la presentación en el mes de marzo de 1961 del filme soviético El Músico Ciego; en el que con una reducida configuración de colores logró una acertada expresión poética de significada sensibilidad humana—su mayor aporte, estuvo asociada a su reproducción en serigrafía. El mismo recibía los bocetos y ampliaba al formato real del cartel las imágenes y los textos, realizaba su calado, corte manual con cuchilla por cada color y para su reproducción establecía el orden de impresión de las tintas según las coloraciones determinadas.

En los posteriores aportes sucedidos, en 1961, por Eduardo Muñoz Bachs y Rafael Morante Boyerizo, se formularon los principales rasgos gráficos que caracterizaron al nuevo cartel de cine. Ambos artistas con sus técnicas y estilos propios iniciaron una fase de experimentación de búsqueda de símbolos y de elementos gráficos que le permitieron obtener una acertada configuración entre imagen y el texto, que sin el empleo de efectos melodramáticos propiciaron, representaciones pictóricas, que junto al titulo, brindaron la inmediata identificación con la trama principal del filme que se le presentaba al público.

Eladio Rivadulla con su apasionada entrega permitió dar continuidad al tradicional quehacer del cartel en serigrafía, en los que no obstante la presencia de los colores planos; sin medio tonos y las restricciones al uso de la tipografía, le infirió cualidades que lo diferenciaron de otros de temáticas culturales, en tal empeño cuando por consecuencia de las primeras medidas del bloqueo económico de los Estados Unidos, como la dictada el 30 de octubre de 1960, que prohibía las exportaciones a Cuba, comenzaron a escasear solventes y pinturas, adecuó tintas comerciales de colores y la aprovechó para imprimir en serigrafía. Igualmente cuando comenzó a escasear el papel bond blanco; utilizó papel de envolver regalos en las tiendas y cuando estos también se agotaron, acudió al empleo de periódicos viejos, solicitado en el archivo del periódico El Mundo, lo cual fue aceptado por la dirección del diario siempre que en la parte sin imprimir no aparecieran las noticias de las personas fallecidas.

Continuamente, en ese periodo de instauración del poder revolucionario, el ICAIC que desde el 6 de junio de 1960 había iniciado la realización de sus noticieros semanales; que trabajaba en la filmación de nuevos largometrajes, dibujos animados y cortos propagandísticos de orientación social, ante el incremento de las exhibiciones de películas nacionales y de otros países, para satisfacer la demanda de sus carteles, integró a su plantilla a los diseñadores Olivio Martínez Viera y Horbein López Martínez; quien se ocupó del explane de la revista Cine Cubano. Indistintamente participaron: Silvio Gayton, Raimundo García, Luís Vega de Castro, Aldo Amador, Antonio Fernández Reboiro, Alfredo Rostgaard González, José Lucci y Manuel Custilla. Igualmente brindaron sus aportes Julio Eloy Mesa y Raúl Oliva; que trabajaban como escenográfos y René Azcuy que se ocupaba de los diseños para los anuncios de prensa, en los cuales se plasmaron conmovedores contrates del color negro sobre la superficie blanca del papel, que enriquecieron el contenido de las paginas culturales de periódicos y revistas.

Con el aporte del emblemático pintor René Portocarrero de una obra pictórica para el cartel del filme Soy Cuba; coproducción cubana-soviética, estrenada el 30 de julio de 1964, en el que estuvieron presentes su estilo con predominios del barroco y sus imaginarias mujeres delineadas por flores en las que enlaza color y fantasía se inició la contribución de los artistas de las artes plásticas a la gráfica cinematográfica. Desde un primer momento por el carácter social de los temas abordados en los filmes cubanos y los seleccionados procedentes de otros países, para su exhibición en las diversas salas cinematográficas, los afiches del ICAIC empleados para anunciar los títulos y el argumento principal de los mismos: además de ser portadores de expresiones artísticas culturales también lo fueron en sobrentendidos aspectos de contenido ideológico. Ejemplos: Historias de la Revolución, Realengo 18, Cuba Baila, Muerte al Invasor Alba de Cuba, en las cuales se reflejaron momentos de la obra de la Revolución Cubana.

En la progresiva aceptación del cartel de cine que en los primeros años tuvo como principal espacio para establecer su comunicación social en: paredes de los vestíbulos, en atriles ubicados al lado de la puerta principal y fachadas exteriores de las salas de cine del país, para entonces se contó con la motivación de Juanita Marcos; Directora de Publicidad, quien se ocupó de insertar muestras de los ejemplares impresos en anuncios de prensa de periódicos y revistas, así como la de Saul Yelin, Director del Departamento de Relaciones Internacionales; quien envió impresos a los concursos de carteles que se convocaban durante los festivales internacionales de cines, iniciativa que permitió al cartel de Antonio Fernández Reboiro, para el filme japonés Harakiri, obtener el Primer Premio en un concurso organizado en 1964 en Sri Lanka; primer reconocimiento internacional a la gráfica cubana.

A partir de 1965; periodo en que el ICAIC, poseía más de 30 diseñadores y artistas plásticos que colaboraban en la edición de sus carteles, que los creativos que formaron parte de su plantilla aportaron no menos de 6 bocetos cada mes, en sus diseños se adjudicaron las influencias de la vanguardia artística del periodo; como el arte pop, mostradas por: Raúl Martínez González; en el del filme cubano Lucia, en el creado por Antonio Fernández Reboiro; para Juego de Masacres, en la de matizada configuración de ingenuidad expuesta por Eduardo Muñoz Bahs en el de: Por Primera Vez y la de alusión metaforizada formulada por Alfredo Rostgaard para el de la presentación de la cinta documental ICAIC. Décimo Aniversario; igualmente estuvieron los realizados por Antonio Fernández Reboiro bajo el influjo del art nouveau, en el del filme Carmen la de Ronda y el art deco, en el de la película Moby Dick.

Tales predominios pictóricos se conjugaron con los caracterizados por sus síntesis comunicativas, de hasta el sólo empleo del color negro sobre el blanco de la supeficie del papel, como el de René Azcuy para el filme Marilyn Monroe; así como las creaciones de Antonio Pérez “ÑIKO”; que con sus efectivas alucinaciones, figuraciones, efectos ópticos y cinéticos, en armonía con las configuraciones de las influencias de la vanguardia pictórica, confluyeron en la multiplicidad de colores derivadas de las atribuciones psicodélicas de moda en Europa y los preponderancias de las expresiones gráficas polaca, japonesa y norteamericana.

Durante esa segunda mitad de la década del sesenta, periodo de consolidación del poder revolucionario y de los ideales socialistas, de sistemáticas expresiones solidarias de los cubanos con otros pueblos y de floreciente empeño cultural; el cartel del ICAIC además de advertir la exhibición de significativos filmes cubanos, de las cinematografías soviética y demás países socialista, las que denunciaban la opresión racial y el no respeto de los derechos civiles en Estados Unidos; así como de directores japoneses, españoles, italianos y franceses, en los que se reflejaban el modo de vida occidental, también se emplearon los portadores de acciones gráficas comunicativas de significadas connotación ideológica, como los realizados para saludar la realización en La Habana, en enero de de 1966, de la Primera Conferencia de Solidaridad Tricontinental; con los pueblos de África, Asia y América Latina.

En las expresiones de solidaridad formuladas en carteles del ICAIC, se distinguieron la de los filmes titulados: Hanoi. Martes 13, La Guerra Olvidada y Madina Boe con mensajes que interpretaron el contenido temático de esa trilogía de documentales, realizados por una sección fílmica que se instituyó conjuntamente con la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL) y en la cual colaboraron los profesionales, asociados al quehacer cinematográfico: Iván Nápoles, Dervis Pastor Espinosa, Argelio Pérez; José Martínez, Jorge Pucheaux, Pepin Rodríguez, Adalberto Hernández, Idalberto Gálvez, Gloria Arguelles, Norma Torrado, Carlos Fernández, Arturo Valdés, Julio Capote y Enrique Pineda Barnet; con música de: Leo Brouwer, Luigi Nono y Roberto Valdés.

Igualmente formaron parte de las diversos mensajes los insertados en el plan nacional por la conmemoración en la provincia de Santa Clara del XV Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada y los de la campaña gráfica comunicativa por los Cien Años de Lucha, tales realizaciones se hicieron efectivas cuando ya el ICAIC, disponía desde 1967 de su propio taller de serigrafía donde se lograron tiradas de carteles que alcanzaron 200 copias para los de presentación de los animados, 500 para filmes extranjeros y 1000 para cortos y largometrajes cubanos; con reproducciones que alcanzaron hasta 30 colores.

En ese momento de confluencia de la vanguardia pictórica y de diversidad temática, el cartel del ICAIC, además de su ubicación en vestíbulos y entrada de los cines para comunicar el título y el argumento de un filme, amplió sus influencias en exteriores y comenzaron a mostrarse en soportes metálicos, similar a una sombrilla o paraguas, que fueron ubicadas en principales arterias viales de la capital y prolongaron su atribuida función en interiores de oficinas y hogares.

-Trascendencia internacional

En la postrimería de la década del sesenta, el cartel cubano se situó a la par de las restantes manifestaciones de la plástica: la pintura, dibujos y grabados. En ese momento de esplendor de la gráfica cubana, el cartel de cine con sus continuadas influencias del art nouveau, art deco, pop y el sicodelismo, intensas coloraciones, esplendorosa textura y dramatizadas composiciones del blanco y el negro, comenzaron a ser conocidos en el mundo como los Afiches del ICAIC y con su proverbial luminosidad emergieron como una de las vertientes de la cartelistica cubana, con la configuración de elementos visuales que lo hacen diferentes a los presentes en las restantes expresiones graficas culturales editados por: el Consejo Nacional de Cultura (CNC), Casa de las Américas (CA) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), que aunque poseían configuraciones especificas y comunes entre si; a su vez eran diferentes a la de la promoción cinematográfica.

Dos paradigmas de las singulares configuraciones presentes los afiches del ICAIC, se mostraron en los realizados por: René Azcuy, de sintetizada ilustración y reducida gama cromática para el del filme francés Besos Robados; y el de Antonio “ÑIKO” Pérez González; Si salgo llego, si llego…triunfo de enfatizada influencia de la llamada forma sicodélica, efectos ópticos y ondulantes; ambos han trascendido como obras emblemáticas de la cartelística cubana. Junto a esas importantes contribuciones también se sumaron las aportaciones para las películas: Pirosmani, de procedencia soviéticacreado por Damián González, Waterloo, coproducción italo-soviética; diseñado por Jorge Dimas y para el documental cubano Versos Sencillos; con esbozo de Luis Vega.

Demandado internacionalmente, en los años setenta, por coleccionistas y entendidos en el campo de las artes visuales los afiches del ICAIC recibieron también los primeros lugares en diversos concursos, como el del Premio al Mérito obtenido en el Concurso Internacional de Carteles Filmexpo celebrado en Ottawa; Canadá (1972), Primer Premio en el Segundo Concurso Internacional de Carteles de Cine del XXVII Festival Internacional de Cines de Cannes (1974) y premios a las creaciones de Eduardo Muñoz Bachs, Antonio Fernández Reboiro, René Azcuy Cardenas y Antonio “ÑIKO” Pérez González; otorgados en la exposición Internacional de Carteles de Cine del Primer Festival Cinematográfico Internacional de París (1975).

Ese momento de ascenso comunicativo, de premiación y reconocimiento internacional del afiche del ICAIC, coincidió con el inicio de la campaña de propaganda por el proceso institucional del país y en el que en el cartel de temática política; junto a las expresiones gráficas sintetizadas estuvieron también los poseedores de descripciones pictóricas, las cuales se sucedieron con las nuevas versiones de intensas coloraciones, esplendorosa textura y dramatizada composiciones del blanco y el negro, que promovieron filmes, como: Asuntos del corazón de Julio Eloy, Tres mosqueteros de Eduardo Muñoz Bachs y Soy timido… pero me defiendo; de Antonio Pérez González “ÑIKO”.

Sucesivamente la celebración, en diciembre de 1979, del Primer Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano motivó que dos años después se realizara el Primer Concurso Latinoamericano de Diseño de Carteles Cinematográficos donde Fernando Pimienta; obtuvo el Primer Premio, Eduardo Muñoz Bachs; el Segundo Premio y Orlando Chacon; el Tercer Premio. Igualmente el debut en 1979 en las pantallas de cines del largometraje del animado de Elpidio Valdés, creado por Juan Padrón, propició la creación de carteles, en los que al igual que sus filmes, lograron instituir su imagen de escenificada representación simbólica de la valentía, dignidad, amor a la patria, la tenacidad y el humor criollo, con acertada influencia en la formación patriótica de niños y jóvenes.

En la década del ochenta, momento en que se tornaron nuevas amenazas de invasión militar contra Cuba y que como consecuencia del bloqueo económico se acentuó la escasez de insumos para la industria gráfica, la que unidas a aspectos organizativos y burocráticos afectaron la calidad artística de los carteles de temática política; en el cartel de cine, se logró evadir tales insuficiencias y gracia a su fusión mantenida con la serigrafía conservó su calidad estética y la habitual ostentación.

Entre las aportaciones más significantes de los años ochenta se pueden evocar las que sucedieron de la creatividad de Eduardo Muñoz Bachs, quien con su peculiar sello de simplicidad, frescura e inocencia continuó obteniendo revelantes premios y conservó la identidad comunicativa de la cartelistica del ICAIC, dos de sus logros fueron: Cayita. Una leyenda Niños desaparecidos. Igualmente se sucedieron significantes contribuciones de artistas de las artes plásticas como las de los pintores: Servando Cabrera Moreno para el filme cubano sobre la emancipación de una mujer: Retrato de Teresa; con una imagen femenina que mostró su influencia del dibujo con líneas quebrantadas matizadas por la combinación de los colores, Francisco Álvarez; con una de su obra para la cinta Habanera y Zaida del Río; para la presentación de Una Novia para David.

-Preservación y vigencia de la gráfica

Tras los sorpresivos acontecimientos de la desaparición de la Comunidad Socialista en 1989 y posteriormente, en 1992, la desintegración de la Unión Soviética; donde Cuba realizaba el 85 por ciento de su intercambio comercial, se produjo una crisis económica en el país y se inició lo que ha sido denominado como Periodo Especial. En esa coyuntura se redujo el consumo del combustible en más de un cincuenta por ciento y desaparecieron prácticamente las fuentes externas de financiamiento el gobierno de Estados Unidos, para recrudecer el bloqueo y exterminar a la Revolución, aplicó en 1992 la Ley Torricelli.

Ante la nueva situación se redujeron las posibilidades de adquirir filmes en otros países y continuar la realización de los nacionales, e igualmente se agudizó la escasez de los insumos para la impresión en serigrafía y sólo se editaron determinados afiches para promover algunos de los realizados en coproducíón con fílmicas de otros países. Simultáneamente se produjo un éxodo de diseñadores que tradicionalmente habían realizado diseños para carteles de cine y de otras temáticas, algunos marcharon a vivir o trabajar al exterior, otros se dedicaron a la pintura u otras actividades artísticas.

Para revitalizar el diseño gráfico de la propaganda cinematográfica el ICAIC propició la vinculación de jóvenes graduados de diseño gráfico, que mediante el empleo de la computación, del arte digitalizado introdujeron elementos visuales renovadores a los afiches de cine, entre los participantes estuvieron: Eduardo Marín, Reinerio Tamayo, Manuel Marcel, Ernesto Ferraz, Paris Volta, Irenaldo Fumero y Nelson Ponce; los cuales desempeñaron sus aportes junto a jóvenes y experimentados artistas de la plástica, ejemplos: Moises Finalés, Umberto Peña, Rafael Morante Boyerizo y Flora Fong; posibilitaron una identidad visual renovada a la grafica cinematográfica.

Entre los novedosos diseños tributados por los integrantes de la nueva gráfica vanguardia gráfica, para películas cubanas, se pueden citar: Talco para lo negro y Fresa y Chocolate; de Ernesto Ferrand y Vampiros en La Habana; por Nelson Ponce. Estas creaciones confluyeron junto a las creaciones de habituales diseñadores del ICAIC como las realizadas por Nestor Coll; para Confesión de Laura y Vida Paralela; de Rafael Morante. Igualmente estuvieron las representadas en un proyecto expositivo que auspició el Centro de Desarrollo Visuales, en La Habana: el de Alicia Leal para el filme Gemas y el Paris Volta e Irenaldo Fumero para el XIX Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de 1997, así como las de los pintores Carlos José Núñez; para Clandestinos y de Flora Fong; Miel para Oshun

El ICAIC, teniendo en cuenta su cotidiano empleó del cartel en serigrafía y los significados reconocimientos internacionalmente alcanzados, realizó en los años noventa la reedición de los impresos más distinguidos de sus primeros años de creación y simultáneamente en continuidad a diversos artículos publicados sobre sus cualidades artísticas por los periodistas o escritores: Alejandro G. Alonso, Adelaida de Juan, Marisol Trujillo, Reynaldo González, Alejo Carpentier, Graziella Pogolotti y Jorge R. Bermúdez; para contribuir a conservar su memoria histórica también fueron publicados los libros: La otra imagen del Cine Cubano; de Sara Vega y Alicia García y el Cartel Cubano de Cine, del crítico e investigador Jesús Vega, con valiosos testimonios de artistas vinculados a la labor gráfica del cine cubano.

Consecutivamente desde comienzo del nuevo milenio junto a los carteles para presentar los filmes exhibidos por el ICAIC, también han formado parte de la propaganda cinematográfica los empleados para la celebración de las convocatorias anuales de los festivales de cine pobre __en la actualidad “Festival Internacional del Cine Pobre de Humberto Solás” y los de laMuestra de Jóvenes Realizadores, que en la categorías de ficción y animación concluyó recientemente su octava edición. Eventos que cuentan al igual que el Festival Latinoamericano de Cine, con sus convocatorias a concursos y exposiciones de carteles, en los que convergen cine y gráfica.

Con agraciadas tonalidades, renovada codificación visual en los que convergieron el simbolismo gráfico, intensas coloraciones, textos integrados al dibujo, fotografía contrastada y otras de reducidas gamas cromáticas, las muestras de esos jóvenes creadores, muchos estudiantes de diseño o artes plásticas, en correspondencia con los títulos de las obras fílmicas que representan, muestran sus enfoques personales de los acontecimientos y hechos que repercuten en la sociedad. Entre los premiados se distingue el otorgado, el 8va Muestra de Jóvenes Realizadores, que diseño Pablo Monterrey para Malos en una ciudad mala.

Junto al patrimonio cinematográfico que a sus 50 años de creación ostenta el ICAIC hay que añadir el de poseer el legado testimonial de sus afiches, únicos en el mundo a los que se le han mantenido su tradicional reproducción en serigrafía y los que además de anunciar la presentación de un filme, han desempeñado una importante función comunicativa como medio de orientación social y de motivación para incentivar el interés por la apreciación de las manifestaciones artísticas reflejadas en sus grafías por diversa generaciones de diseñadores gráficos y pintores; que con sus diversidades de estilos han plasmado ilustraciones pictóricas surrealistas, efectos ópticos y cinéticos, la línea ondulantes del art noveau, tonalidades brillantes del art pop y las configuraciones decorativas del art deco.

-BIBLIOGRAFÍA

-Adelaida de Juan “Pintura cubana. Temas y variaciones” Ediciones Contemporánea. Editorial Unión UNEAC. La Habana, Cuba,1978

-Adelaida de Juan. Pintura y diseño gráfico de la Revolución. Departamento de Historia de Artes, Universidad de La Habana, Cuba,1983

-Jesús Vega. El Cartel Cubano de Cine. Editorial Letras Cubanas, La Habana,1996-

–(1999)- Marina Rodríguez Gonzáles, El Cartel Cubano Conversando con Rostgaard. Editora política, La Habana, Cuba.

-Jorge R. Bermúdez. La Imagen Constante. El Cartel Cubano de Siglo XX. Un Cartel para tres continentes. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba. pp 173-187,2000

Texto tomado de la publicación: www.rebelion.org

*Investigador de la Memoria Histórica del Cartel Cubano. Licenciado en Historia, más de treinta años de experiencia en acciones de publicidad y propaganda. Miembro de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC), Asociación Cubana de Comunicadores Sociales (ACCS), de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU) y de la Asociación de Historiadores de Cuba (AHC)

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