Ese pedazo de tierra te pertenece. Por: Fernando León Jacomino*

Kelvis Ochoa, un músico de profundas raíces cubanas.

Kelvis Ochoa, un músico de profundas raíces cubanas.

Hace unos días, la periodista cubana María Matienzo publicó en Diario de Cuba un artículo titulado Háblame del mar, marinero, sobre el regreso a Cuba de varios artistas radicados desde hace algún tiempo en el exterior. La motivación del texto es la falta de “conciencia ciudadana” de “los músicos que regresan”, los cuales “evitan hablar de política y se niegan a condenar la represión” en su país. Luego sobreviene un inventario de músicos que han vuelto, la mayoría definitivamente, y que se han presentado en diferentes espacios de la capital. En este grupo se incluye a Kelvis OchoaRaúl Torres, Argelia Fragoso, Issac Delgado, Tanya, El Médico de la Salsa, Bonny y Kelly, y Descemer Bueno; y se menciona de paso a otros artistas que han permanecido en la Isla.

Todo esto sería más de lo mismo de no ser por el contexto en que se inscribe el artículo. Antes del jueves 19, Diario de Cuba se venía ocupando de temas relacionados con la música. Primero fue la presentación de Boris Larramendi en la sede de Estado de Sats, con transmisión paralela sobre los participantes en la respuesta gubernamental al denominado Encuentro Internacional de Derechos Humanos y Pactos de la ONU. Simultáneamente, Matienzo nos actualizaba sobre los incidentes previos al festival de Hip-Hop Puños Arriba y luego su Diario nos informó sobre el regreso triunfal a Madrid de Aldo Menéndez y del propio Boris,  así como de sus respectivas declaraciones en el aeropuerto de Barajas. Agotados los incidentes locales, y luego de pasar lista a los que han vuelto sin pronunciarse en contra de quienes los reciben, la corresponsal echó mano a las noticias de Internet y sorprendió a Kelvis, Descemer y David Torrens defendiendo su trabajo artístico en el exterior, sin aludir a la represión en Cuba; algo solo explicable porque “han hecho de la política parte de su discurso”. Claro que, hasta donde puede investigar, ellos tampoco han hablado a favor del proceso político cubano, lo cual implica un reconocimiento tácito, nada menos que del Diario de Cuba, de que si un artista cubano se presenta en el exterior y no habla de política, a favor ni en contra, ello favorece al gobierno cubano. ¿Quién nos iba a decir que la prensa que tanto nos hostigó porque no dejábamos volver a los emigrados, se pondría tan intransigente cuando esos mismos emigrados optaran por el regreso?

Por eso me pica aquí

Volviendo al artículo publicado el 19 de diciembre, es interesante cómo la autora habla hasta por los codos de artistas e historias que desconoce, lo que podría indicar o bien que ignora parte de la información o bien que miente, sin descartar una variante mixta o estudiada combinación de desconocimiento con intenciones aviesas. Una vez más, la periodista, en pos de una “verdad” preestablecida, tropieza sin parar, mezcla y confunde cosas y organiza un puzle que descalifica de antemano la inteligencia del lector. Para empezar, ninguno de los artistas que Matienzo acusa disfrutan en Cuba de subsidio estatal, sino que trabajan en condiciones de oferta y demanda y los ingresos que perciben provienen mayoritariamente del bolsillo de las personas que pagan por disfrutar de sus conciertos. Fuera de la administración de los locales donde les contratan y el mecanismo empresarial que les representa y garantiza prestaciones legales y de seguridad social, estos artistas no reciben nada del Estado; y tanto ellos como sus músicos y equipos de producción si no convocan a una cifra numerosa de espectadores, no cobran; tal como les ocurriría en Madrid, Barcelona o Miami. Luego, en Cuba nadie le regala nada a estos artistas que regresan, ni se les recibe como héroes, simplemente se les trata como las figuras públicas que son, y es esa condición peculiar la que potencia su visibilidad, más allá de la efímera noticia del regreso.

El primer blanco directo de Matienzo fue Kelvis Ochoa, quien “no da una entrevista a Diario de Cuba, pero sí canta en tribunas abiertas. Su ausencia en el concierto de Habana Abierta, en el Salón Rosado de la Tropical, en 2011, marcó distancia. Esa era una cita ineludible”. Además de no mencionarse en qué tribuna abierta cantó Kelvis y cuándo, la acusación permite inferir que él se negó a cantar en el Salón Rosado, cosa que Matienzo no se molesta en demostrar.  ¿Y si hubiese ocurrido que Kelvis estuvo en la mejor disposición de cantar allí, pero no pudo hacerlo por decisión de sus compañeros de viaje? Tampoco se habla nada de los gestores y financiadores de aquella “cita ineludible”, resultante de un diálogo con las instituciones cubanas e impulsado desde Cuba por la productora Diana Alcántara y el guitarrista Nam San Fong. Nueve días antes del show, Radio Cadena Habana publicaba que “El concierto está patrocinado por el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano de la Música, tendrá como objetivo principal, no sólo reafirmar la idiosincrasia e identidad musical cubana, como muestra la carrera profesional desarrollada por los miembros de Habana Abierta en estos últimos 15 años en España, sino transmitir también las experiencias y conocimientos adquiridos en sus contactos con otros ritmos y sonoridades del mundo, como el flamenco, el blues y el rock and roll” .

Hasta donde conozco, no ha sido esta la única visita del grupo desde entonces. Desde mi casa y por la televisión he sabido de otras presentaciones, e incluso antes de este gran evento disfruté de un concierto en Bellas Artes de Luis Alberto Barbería y supe de su gira por varias provincias de Cuba. En los días posteriores al concierto, hablé telefónicamente con Vanito para que participara de un espacio que coordinábamos en el Gabinete Caligari, de Holguín; pero finalmente no pudo asistir porque le coincidía con la firma de un contrato para un proyecto discográfico en Cuba. Estos hechos, que me parecen harto elocuentes, demuestran que Habana Abierta no es un grupo enemigo, atrincherado en Madrid, que entró clandestinamente en La Habana y cantó a media noche en un garaje de Lawton. Algo muy diferente expresan las declaraciones de sus integrantes nada menos que a La Jiribilla, relacionadas con un concierto que reventó el más importante local para bailables de Cuba. “Para nosotros −declaraba Medina días antes del show− es un momento muy bueno porque, más allá del Atlántico, están las cosas muy jodidas y este es un encuentro de sanación”. ¿De veras Matienzo cree que eso se puede lograr en Cuba sin la voluntad y el apoyo de las instituciones?

Lo que se esconde cuando nos escamotean toda esa información es la incapacidad para reconocer que el grupo de trovadores que después se llamarían Habana Oculta y, finalmente, Habana Abierta, gestaron en La Habana un producto cultural genuinamente cubano que desbordaba las posibilidades de producción y circulación de su contexto y que ellos, en consecuencia, decidieron gestionar hacia otros mercados, incompatibles en ese momento con su residencia en la Isla. Era y es una decisión legítima y, hasta donde sé, no estuvo motivada por causas políticas.  Por otro lado, la circulación de sus obras en Cuba por vías no alternativas, que efectivamente fue muy limitada durante los primeros años de su estancia en Madrid, se ha incrementado notablemente. ¿Qué tiene de malo entonces que cualquiera de estos artistas decidan un día volver definitivamente a su país? ¿Qué nos obliga a politizar esa decisión, deseable desde tantos puntos de vista?

Hay que considerar que de los años noventa a la fecha las reglas para la comercialización de la música en Cuba han evolucionado. Hoy Habana Abierta, en caso de que deseen continuar funcionando como grupo, podría regresar libremente, hacerse representar por una agencia o empresa capitalina y armar una banda de excelentes músicos cubanos como la que siempre les acompaño en sus discos, pensados para el mercado español pero consumidos a gran escala en las universidades y ambientes intelectuales de la Isla. Podrían por lo tanto comercializarse en condiciones de oferta y demanda, con garantías legales y de seguridad social e ingresos según popularidad y con tratamientos tributarios diferenciados. También podrían, por ejemplo, viajar libremente y emplear parte de sus ingresos en adquirir una casa y hasta un carro, sin necesidad de ilegalidades ni cartas de autorización. Nada de esto era posible en el momento en que ellos tomaron la decisión de radicarse en España, donde al parecer tampoco encontraron niveles de circulación económicamente sustentables, sobre todo por no querer  renunciar a las cotas de elaboración artística que los caracterizan. ¿Que, una vez en Cuba, deberán sobreponerse a un sistema empresarial todavía muy lejos de ser eficiente? Sin dudas. ¿Que nadie les regalará un video clip para que reaparezcan y seduzcan a los más jóvenes? Tampoco se lo regalan a Qva Libre ni a X Alfonso. ¿Que deberán vencer prejuicios y actitudes burocráticas de todo tipo? Eso mismo le acaba de suceder a Buena Fe y Descemer Bueno, con un video de Ian Padrón que luego figuró entre los más populares del año. Así se expresa nuestra igualdad en ese campo, con tantas imperfecciones como potencialidades. ¿Se ha preguntado Matienzo cómo funcionan estos procesos en otras latitudes? ¿Por qué no nos concede al menos una aproximación por contraste? Un problema tan complejo y en el que Cuba ha avanzado tanto en los últimos 10 años, no se puede resumir con frases de los peores setenta, como aquella de que “El talento no sobrevive en una isla de miserias y censuras”. Le aseguro que ninguno de los artistas que gozan de popularidad en Cuba y que no paran de trabajar y de percibir ingresos, sin que nadie les pregunte qué van a cantar ni les moleste por lo que ganan o dejan de ganar, repetirían consignas de ese tipo ni suscribirían dogma semejante. Créame que las preocupaciones de esos creadores, incluidos Raúl TorresEduardo Sosa y muchísimos más, son otras y hablan muy bien y sin la menor retórica de su compromiso con la realidad cubana.

Tocante a Boris Larramendi, que desde el 2008 no forma parte de Habana Abierta, interpretar su concierto en Estado de Sats como un hecho aislado implicaría desconocer con entusiasmo su trayectoria política más reciente. Larramendi hace varios años viene desarrollando un activismo político, tan activo como su labor musical y muy hostil a la revolución cubana.  Sin embargo Boris, que visita frecuentemente a su familia en La Habana, cantó varias veces aquí antes de su aparición en Miramar, el pasado 12 de diciembre. Por eso Antonio Rodiles no se atribuye el mérito de haberlo hecho venir en exclusiva para el mencionado encuentro y admite que “A Boris no lo conocía personalmente, tenía referencia de su música, pero ahora lo considero un amigo cercano porque, a diferencia de esos que vienen con la cabeza baja a Cuba, el hombre ha hecho algo muy bueno para todos”.

Luego supimos que el hombre, es decir Boris, “partirá hacia España el viernes por la noche en un vuelo de la aerolínea Air Europa”, adonde arribó horas después, sin percance alguno, para calificar de inmediato lo sucedido como “una experiencia que necesito tiempo para procesar”. Y uno se pregunta inmediatamente qué tiene que ver un artista auténtico y emprendedor como Boris Larramendi con la tribuna cerrada que le armaron los de Estado de Sats. Por supuesto que cada cual puede cantar donde se le antoje (siempre que no sea en una tribuna abierta, claro está); sin embargo esta politización sí estimula a María Matienzo y la motiva lo suficiente como para increpar a Kelvis sobre la inclusión de una o varias canciones suyas entre las que sonaron por el audio estatal que hizo contrapartida al mencionado evento; como si a Kelvis, o a cualquier otro artista, se le consultara cada vez que se coloca una grabación suya en la radio o en una plaza pública. Para un desconocedor del contexto, la asociación de Kelvis con el incidente Boris, precedida por la acusación que se le hace de participar en tribunas abiertas, podría interpretarse como un enfrentamiento entre dos antiguos colegas, aun  cuando Kelvis no estaba por todo aquello el día en que ocurrieron los hechos. Eso explica por qué Matienzo, que todos sabemos qué respuesta buscaba con su provocación,  cataloga el “No sé de qué me estás hablando” de Ochoa como la respuesta esperada. Yo no recuerdo a Kelvis en ninguna tribuna abierta, pero sí lo recuerdo acampado en Nueva Gerona, integrando la Brigada Martha Machado, que fue para los cubanos mucho más que “la banda de Kcho”. Ellos permanecieron durante meses en Isla de la Juventud y luego recorrieron numerosas comunidades de todo el país, compartiendo con los damnificados de varios huracanes.  Me consta que no cobraron un peso por todo el tiempo y el talento entregado a esas personas, en una actitud que, desde mi humilde parecer, debería clasificar como “cultura ciudadana”. Luego lo volví a encontrar en un concierto frente a la Casa de las Américas, el 18 de febrero de este año, donde cantó nada menos que la Canción de la Columna Juvenil del Centenario, de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, que no me parece en absoluto un tema complaciente para con la realidad cubana.

Sobre Isaac Delgado hay que decir que los cubanos hemos recibido con alegría la noticia de su regreso. Es un artista muy querido en Cuba, que ganó su prestigio con mucho trabajo y que luego, por decisiones familiares o de cualquier otra índole, decidió partir. Estaba en todo su derecho de elegir aquella opción, tanto como lo está hoy de tomar la decisión contraria y sería muy oportunista de nuestra parte condicionar su regreso con determinadas declaraciones que nada tienen que ver con su labor y que no cambiarán en absoluto las cosas. Su presentación del pasado 14 de diciembre tuvo lugar en el Centro Cultural El Sauce, un espacio de ARTEX que normalmente no se anuncia por televisión, independientemente del artista programado, sino que se promueve por otros medios como mensajes de texto, correos electrónicos, etc.  Algo similar sucederá con la Cena Concierto que ofrecerá Delgado el fin de año, en la Plaza de la Catedral.

Después Matienzo la emprende contra Argelia Fragoso, que “ha regresado en la más absoluta grisura. Su Encuentro de Voces Populares apenas recibe promoción”. Un periodista debería respetar la decisión soberana de cualquier persona, especialmente de un artista, de volver a su país y  desarrollar en él proyectos que trasciendan la promoción de su obra, ¿o acaso esto no incrementa la legitimidad social del artista en cuestión? ¿Quién dijo que los Encuentros de Voces Populares que organizan Argelia y su equipo no tienen promoción en Cuba? A juzgar por Diario de Cuba, la gran artista cubana puso a dormir en un catre, en la sala de su casa, a colegas de gran prestigio internacional como Totó la Momposina y Lila Downs, entre otros artistas que, a su vez, y en contradicción con semejante desamparo, se presentaron en el Teatro Nacional de Cuba, con gran afluencia de público y amplia cobertura promocional, televisión incluida.

Para la frase que reza  “Argelia Fragoso ha regresado en la más absoluta grisura” no encuentro mejor respuesta que las declaraciones de la propia intérprete, hace apenas cuatro meses, a propósito de un concierto que marcó su reencuentro con el público capitalino: “Era un encuentro después de algunos años sin saber qué estaba haciendo o cómo estaba. (…) Fue un contacto muy cercano que nos dejó con mucha satisfacción. Y es bonito que ese resultado se vea también premiado en un evento como el Cubadisco, con dos nominaciones: Canción en Vivo y Making Off. También estaba a la expectativa respecto a cómo me iba a recibir el público después de algunos años, y estuvo muy bien, se creó un ambiente de complicidad. El concierto concluyó con la canción del festival y se hizo un coro gigante, la gente con las lágrimas en los ojos recordaba los viejos tiempos. En realidad fue muy emotivo”, según lo reflejado por el portal Cubahora. Tampoco sabemos de dónde saca Matienzo que Argelia ha optado por “el magisterio como salida”, cuando la propia artista declaró a la propia publicación: “Siempre he tenido la vocación del magisterio, mi madre y mis tíos fueron maestros y eso viene con uno, pero se puede desarrollar con la vida”.    

Pero lo más risible de todo es el ataque a Descemer Bueno. Miren, por favor, en qué consiste su gran pecado: “En Nueva York aprendió una lección: hay que vender. Sus coqueteos no han sido políticos, sino comerciales”. Sin embargo, abriendo el texto se incluye a Bueno en la lista de los que “han hecho de la política parte de su discurso”, dislate que la autora percibe y trata de atenuar declarando más abajo que evitar el encuentro con Diario de Cuba, “de alguna manera, también es una actitud política”. Pero es que Descemer, sin dudas el artista más popular de Cuba durante el año 2013, tampoco se ha hecho entrevistar por Granma, ni ha tocado en acto político alguno. Y ahora resulta que eso también es una actitud política, por demás hostil a Diario de Cuba. Lo que sí ha hecho Descemer, y eso me consta, es trabajar, como tantos otros colegas suyos, y no faltar adonde se le reclame. Pero también ha mantenido y puesto en función de sus canciones a un eficiente equipo de producción y a una pléyade de músicos jóvenes de la mayor calidad y prestigio, que lo ven como mucho más que su empleador, probablemente porque ha sabido tratarlos y remunerarlos como se merecen, o simplemente porque lo aprendió en Nueva York, que eso es lo de menos. ¿Que él ha cobrado por esos conciertos? Naturalmente. Pero nada de eso ha ocurrido al margen de la ley y aquí nadie duda del talento y las posibilidades de Descemer ni le pide la fotocopia de su entrevista en Granma como condición para contratarle. Todo el mundo sabe que ha alcanzado su éxito tras 20 años dando batalla entre los músicos cubanos y colaborando con muchos de ellos.  Una miradita al currículo de Bueno como productor discográfico ayudaría a comprender por qué “todos en la Isla quieren algo de él”.

Y voy a rascarme allá

Como es sabido, cada modelo de interlocución tiene su lenguaje, lo que implica que cada gesto y palabra son leídos a la luz de ese sistema de códigos. En el caso de nuestra relación con la prensa hostil, la actitud ante algo que hacemos o decimos es contestarnos hablando de otra cosa, relacionada con el tema que les molesta, pero minuciosamente aislada de aquel. Dicho en otras palabras, ante la picazón en cuerpo propio, el doliente se lanza inmediatamente a rascar el cuerpo ajeno, que efectivamente ha provocado la picazón pero no la padece. Pero sucede que el uso indiscriminado de este método de rascado defensivo, para nosotros se ha convertido en un indicador de efectividad. Por eso la arremetida de Matienzo no nos debe confundir. No debemos creer en su presunta incomodidad porque nuestros artistas no combatan al gobierno cubano apenas saquen un pie de la Isla, o incluso desde dentro, porque ese no es realmente el problema. El verdadero problema es que varios de los artistas emigrados, pesos pesados incluidos, están regresando y declarando espontáneamente que desean vivir en Cuba y que esas decisiones individuales y soberanas están siendo favorecidas por el Estado cubano. Dicho en otras palabras: se reduce peligrosamente la nómina de exiliados del sector cultural, y eso, al parecer, afecta los intereses de Diario de Cuba. Esto además altera la correlación de fuerzas entre el afuera y el adentro y hace pensar en la fragilidad de una tendencia al éxodo que hasta ahora se consideraba irreversible. Yo puedo entender la incomodidad de una prensa que pidió durante años libertad de movimiento para todos los cubanos sin calcular que ello podría volverse en su contra, pero igual considero que tal situación no debería conducirles a publicar artículos tan endebles como el de Matienzo.

El texto al que me he estado refiriendo culmina con una entrevista a Manolín, El médico de la salsa, que no tiene desperdicio; sobre todo porque no aparecen nunca las respuestas esperadas. Por eso no me referiré directamente a esa zona del artículo firmado por Matienzo, lo cual no me impide apropiarme de una frase del entrevistado, que me pareció inmejorable para titular estas líneas. No tengo el gusto de conocer personalmente a este peculiar músico, pero admiré siempre y admiro su capacidad para fabular con el gracejo popular y he sido testigo cotidiano de que sus grabaciones de antaño se siguen escuchando en toda Cuba.

Para terminar tengo muy malas noticias. He sabido que otros escritores y artistas cubanos de mucho prestigio están en conversaciones para regresar a su país, aun a riesgo de engrosar la lista del Diario de Cuba; lo cual, de concretarse, contribuiría a reforzar esa tendencia al retorno que es directamente proporcional a nuestra capacidad para actualizarnos en todos los sentidos y elevar la calidad de vida de esa abrumadora cifra de cubanos que ha permanecido en su país y que, afortunadamente, nunca ha dejado se escuchar a Isaac Delgado,  Habana Abierta y Argelia Fragoso.

Texto tomado de la publicación: http://www.lajiribilla.cu

Fernando León Jacomino*Poeta y crítico teatral cubano. Yaguajay, 1968. Ha publicado los libros de poesía Apuntes de verso y canto (Ed. Luminaria 1991, 1996) y Figuraciones (Editorial Sed de Belleza, 1996). Textos suyos de crítica teatral han aparecido en las revistas Tablas, Conjunto, El Caimán Barbudo, La Jiribilla y La Gaceta de Cuba, entre otras. Ha trabajado como asesor teatral de los grupos Teatro de los Elementos y Teatro del Puerto y asesorado los espectáculos, Inmigrantes, Entonces la mujer de Lot miró, La Tejedora y Carahabanera, entre otros.

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