Javier Corcuera: “Me sorprende que hayamos normalizado a personas como Trump”

Javier Corcuera, documentalista peruano

Por Mané SanMar

Javier Corcuera (Lima, 1967) es uno de los máximos exponentes del cine de autor documental contemporáneo. Durante su carrera ha puesto su mirada al servicio de un compromiso social de altura, a través de la narración de historias que denuncian, cada una en su forma y latitud, estos últimos 20 años de mundo globalizado y perverso. Lamentablemente no es muy conocido en España, a pesar de haber trabajado bajo producciones de Elías Querejeta o Javier Bardem, quienes apostaron por su talento.

El Festival ‘Alcances’ rinde tributo a su trayectoria, que se confecciona con una filmografía salpicada de reflexión sobre las realidades de América, España y otros rincones del mundo. Tenemos la fortuna de repasar junto a él su currículum fílmico y conversar sobre cine en los momentos previos al homenaje.

¿Qué supone el homenaje que el festival Alcances te brinda en este momento de tu carrera?

Estoy agradecidísimo, porque además me invita a reflexionar sobre toda mi obra y nunca hablo sobre todas las películas que he hecho tan de seguido. Entonces es curioso, porque de repente piensas, “oye, pues no estuvo mal hacer esto y aquello”. Uno tampoco anda todo el tiempo pensando en su filmografía, sino más bien en la siguiente que tienes que hacer. Por otro lado, que se reconozca tu trabajo siempre es muy gratificante, y para mí ha sido muy útil porque me ha invitado a pensar en esas películas y también en las que vienen.

¿De dónde te nace esa mirada de compromiso social que impregna todo tu cine?

Por nacer en un país como el Perú y vivir esa realidad desde chico, en mi entorno familiar, donde siempre estuvo sobre la mesa lo que se vivía en el país, sus problemas y realidades.

¿Cuál es el modus operandi que empleas para elaborar las historias de tus películas?

En general no hay un patrón general a la hora de trabajar. Muchas historias se me cruzan por el camino, otras las busco… cada una lo abordo de una manera distinta a la hora de crear un método de trabajo para cada una de ellas, porque al trabajar con realidad no existe una única forma. Cada historia impone sus momentos, sus leyes, por esto cada vez que empiezo un nuevo proyecto es como si fuera una primera película. Cuando estoy en esa antesala, siempre surge el mismo vértigo de cuando ruedas por primera vez.

¿Dónde empieza y dónde termina el guion de un documental para ti?

Normalmente, el guion en un documental abarca todas las etapas de la vida de la película. Desde la fase más embrionaria, la propia investigación, que es donde se empieza a diseñar la película; durante la misma, pues se va revisando continuamente y cambiando cosas; hasta la posproducción, quizá la etapa más importante, porque es cuando el guion se arma definitivamente y cobra sentido. Durante el rodaje es donde el guion sufre más alteraciones respecto a lo escrito inicialmente. Con ‘La espalda del mundo’, por ejemplo, recuerdo que para el primer relato quisimos incorporar una escena que vimos idónea sobre el terreno y que no figuraba en la escaleta primigenia. Pero ocurrió algo totalmente improvisado y maravilloso, que nos hizo sustituirla sin dudarlo. Y esto sucede bastante al hacer documental, pues estás jugando con la realidad continuamente. En el caso de la ficción es diferente, ya que está más planificado de inicio a fin y los actores hacen su trabajo ciñéndose a una escaleta con un orden cerrado.

¿Cuáles han sido tus referentes a la hora de hacer cine?

Muchos. Uno coge un poquito de allí y otro poquito de allá. En documental, el cine latinoamericano; el cine de Perú, sobre todo el que se hizo en los años 80; autores europeos; o el cine documental de figuras como Patricio Guzmán. En ficción, autores como Ken Loach. No todo te influye y tampoco te podría decir si tengo más de este que de aquel, pero vas sumando un poco de cada cual.

¿En qué medida crees que la industria del cine valora el documental como producto?

Pienso que la industria del cine no valora el potencial que tiene, la cantidad de público que hay y lo que le gusta a la gente el buen cine hecho a partir de la realidad. Yo creo que no se dan cuenta porque hay un mercado y lo están depreciando. También considero que la televisión se equivoca, pues no alberga espacios para el cine de autor. ¿En España dónde vemos cine de autor documental, qué cadena pública lo emite?

Las plataformas online ahora parece que están apostando un poco más…

Sí, bueno, Netflix tiene algo de oferta, aunque Filmin sobre todo es la plataforma que más apuesta por el cine de autor. Insisto en que la televisión pública, al ser masiva y de todos, debería decantarse por los documentales de autor, porque además generarían público para este tipo de películas.

¿Qué nos puedes contar sobre tu última película ‘El viaje de Javier Heraud’, que se estrenará en la Seminci?

Es la historia de un poeta peruano que escribió toda su obra desde los 18 a los 21 años, y luego decidió incorporarse en el año 63, a partir de estar en Cuba, a un grupo guerrillero para cambiar la situación del Perú. La historia está contada desde su sobrina nieta, que abre como el baúl de los recuerdos y va descubriendo quién era su abuelo reconstruyendo su vida, buscando a las personas que lo conocieron o viajando al lugar donde lo mataron. Es un trayecto por su vida y su poesía.

‘La espalda del mundo’ fue tu primer largometraje, uno de los más premiados y reconocidos a día de hoy, cuya producción corrió a cargo del emblemático Elías Querejeta. ¿Fue fácil trabajar con él?

Elías Querejeta quería hacer una película el año que se cumplía el aniversario de la carta de Derechos Humanos. Yo le presenté mi idea, que consistía en una pieza estructurada en tres relatos, pero su intención era contar una sola historia, entonces le propuse un relato único dividido en tres actos, y que cada uno representara un artículo de los Derechos Humanos. Él justo venía de producir ‘Familia’, el primer largo de Fernando León, y aceptó mi proyecto entrando éste en el filme como guionista de fondo, en la función de supervisar que no nos desviáramos de lo acordado. Trabajé muy a gusto con Fernando y desde entonces somos amigos.

Con ‘Invierno en Bagdad’ rodaste antes y durante la guerra de Irak. ¿Cuál es tu visión sobre los EE.UU. como país?

Mi visión sobre los Estados Unidos creo que es como la de todo el mundo, terrible. Me sorprende que hayamos normalizado a personas como Trump. Nunca imaginé algo así, pero ahí está. Es terrorífico, porque van surgiendo esos mismos personajes en otros lugares del mundo. Tenemos el caso de Bolsonaro en Brasil, alguien que dice tan tranquilamente que las mujeres son inferiores y sigue ahí, como jefe de Estado, al que todo el mundo le da mano y van a su toma de mando, es decir, que mantenemos unas relaciones diplomáticas maravillosas con una persona que escupe ese tipo de cosas por la boca. Y, bueno, aquí también tenemos nuestra versión nacional, que son los de VOX. Ojalá que todo esto no dure mucho y volvamos a otro tipo de políticos.

‘La guerrilla de la memoria’ es de los pocos documentales dedicado a los maquis, un capítulo de la posguerra civil poco conocido. ¿Qué opinas sobre la memoria histórica a este respecto?

Que un país como España tenga todavía a un dictador en un mausoleo es un termómetro de lo que viene a ser la memoria histórica en este país. Es decir, tras varias décadas de democracia ahí está. No lo pueden sacar. La gente sigue en fosas comunes; hasta hace poco no se podían cambiar los nombres de las calles; nunca hubo una comisión de la verdad ni un museo de la memoria; en la escuela no se estudia bien la Guerra Civil… Creo que hay un déficit muy grande y me parece que no es un tema baladí si se quiere construir una sociedad democrática. Pienso que es una asignatura pendiente, aún.

En ‘Invisibles’ realizaste el capítulo ‘La voz de las piedras’ sobre la guerra interna en Colombia. ¿Cómo se fraguó el proyecto en el que compartiste cartel de dirección con otros nombres de talla internacional?

Cuando me ofrecieron participar en una película colectiva donde cada director haría una historia y en la cual iban a estar Wim Wenders, Isabel Coixet o mi amigo Fernando León, lo primero que pensé fue: “tengo que estar a la altura de lo que vayan a hacer ellos”. La produjo Javier Bardem y la verdad es que fue muy agradable, porque nos dio total libertad para que hiciésemos los que nos diera la gana. Había una lista de lugares y de historias y cada uno hizo lo que le apetecía. Después, Bardem le dio un orden a las historias, pues la idea partía de él y de Médicos Sin Fronteras, que querían hacer como un mapa audiovisual de los conflictos olvidados del mundo.

Tu penúltima película, ‘Sigo siendo’ visibilizas la cultura ancestral del Perú en forma de alegato. ¿El Estado Peruano se preocupa por sus raíces culturales?

Perú es un país donde hay millones de quechuahablantes. Solo en la Amazonia se hablan 40 lenguas distintas. Es un país evidentemente plurinacional, pero la Constitución no lo reconoce como tal, sino como un país único, y hay muchísimo trabajo que hacer en favor de los derechos de los pueblos indígenas, de las relaciones que hay en el Perú. Pero no se está trabajando en esa dirección, pues no hay una educación bilingüe, no se está haciendo lo que hay que hacer para construir una sociedad más democrática. Ojalá esto empiece a cambiar, por eso esta película invitaba a reflexionar sobre quiénes somos y de la identidad desde la música popular. Tuvo mucha repercusión allí, pues estuvo doce semanas en las salas de cine y se escribió mucho sobre ella desde distintos ámbitos como la filosofía, la sociología, la antropología… también desde la música. Ahí opinó todo el mundo y yo creo que ese era el objetivo del filme, aparte de dejar un documento único y imprescindible de la música peruana, porque la mayoría de los músicos estaban al final de sus vidas y ahora se han inmortalizado con esta cinta, al no estar ya con nosotros muchos de ellos. Si no se hubiera rodado en ese momento, ya no existiría ningún registro de estas personas contando lo que cuentan en esa película.

¿Para cuándo tu primera película de ficción?

No sé si quisiera, la verdad, porque ningún productor me ha querido financiar una película de ficción hasta ahora. Todo el mundo me pregunta eso, pero nadie me dice: “te financio una de ficción”. Me gusta mucho y como espectador veo mucho más cine de ficción que documental. Incluso las influencias en mi obra son más fuertes por parte del primero. De momento tengo varios proyectos de documentales y aunque no existe ninguna propuesta de ese tipo todavía, a lo mejor me lanzaría. Tal vez surja alguna historia que solo se pueda contar desde la ficción. Me he cruzado con historias que había que contarlas usando mucho más las herramientas del documental. Por ejemplo, mi película ‘La guerrilla de la memoria’ es un documental puro y duro. En cambio, otras veces he jugado más con los instrumentos de la ficción, aunque tenga fragmentos de realidad. De todas maneras, en el cine de ahora es frecuente ver una película documental que parezca de ficción y viceversa, o mitad-mitad. Cada vez se cruzan más las fronteras.

Tomado de: https://www.kamchatka.es

Mané SanMar

Editor y periodista. En defensa de los DD.HH. y las libertades colectivas. Aliado Radfem. Sus trabajos son incluidos en la publicación Kamchatka

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