Por Abel Prieto Jiménez
Con esa frase, “No dejen morir el Congreso”, el Presidente Díaz-Canel exhortó a los escritores y artistas cubanos a seguir buscando soluciones para cada uno de los problemas que fueron identificados durante el proceso preparatorio de aquel evento memorable y en el Congreso mismo.
Durante los seis meses transcurridos desde su celebración, ese ha sido el empeño principal de Morlote y del equipo que dirige hoy la organización. Junto a ellos, permanentemente, han estado el Ministerio de Cultura, sus Institutos y Consejos, sus empresas, las direcciones provinciales, todas aquellas entidades que tienen responsabilidades en la puesta en práctica de nuestra política cultural.
Además, han tenido lugar dos encuentros de trabajo convocados por el propio Presidente Díaz-Canel para evaluar la marcha de los acuerdos que se aprobaron.
Morlote describió en su Informe la dimensión de los retos que tenemos delante los cubanos y aseguró que “desde la creación artística y literaria es mucho lo que podemos ofrecer para fortalecer el cuerpo social de la nación”.
Los miembros del Consejo Nacional reflexionaron sobre la enseñanza artística, los vínculos cultura-educación y cultura-turismo, la falta de una crítica rigurosa y aguda que apoye la formación de públicos y el establecimiento de jerarquías, la urgencia de combatir las manifestaciones de colonialismo cultural que florecen en los sitios más inesperados, las conductas marginales y el empuje de los pícaros advenedizos, pujantes, habilidosos, que se las arreglan para acceder a ese Olimpo equívoco que llaman “fama”.
Como dijo el Ministro, no podemos confundir la más amplia democratización del acceso a la cultura, que es uno de los pilares de la Revolución, con abrir las puertas a la mediocridad. Los limitados recursos que tenemos, subrayó, debemos emplearlos en proyectos de calidad.
Al propio tiempo, destacó Alpidio, en el Consejo Nacional se discutieron temas medulares, realmente esenciales. Es evidente que han quedado atrás exorcismos, catarsis y pedestres reclamos gremiales. El papel de vanguardia de la organización se hizo visible de manera particular.
De ahí que el Ministro realzara la significación de contar con la UNEAC para batallar contra toda distorsión de la política cultural. Ahondó al propio tiempo en las complejidades de la actualidad, en el reforzamiento del cerco del Imperio contra Cuba y en la necesidad de construir día a día la unidad de creadores e instituciones (algo que les duele a nuestros enemigos y que siempre han pretendido quebrar) para contribuir, juntos, a la defensa espiritual de la patria. A su defensa ideológica y moral.
A todos los que tuvimos el privilegio de asistir a este encuentro nos acompaña hoy la certeza de que ni la UNEAC ni el Ministerio de Cultura han dejado morir el IX Congreso.
Tomado de: https://elvuelodelgato.home.blog
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