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El régimen de los ‘chaebol’

Foto: La verdad noticias

Por Eduardo García Granado @eduggara

Cuando las posibilidades de transformación radical son pequeñas, las distopías abundan en los espacios culturales e ideológicos. En ellos se pueden sentir con nitidez las dinámicas perversas del modelo. Cualquiera que haya visto El juego del calamar en las últimas semanas habrá sentido la pérfida lógica del capitalismo de la (no) libre elección. Los años de la libre competencia en los que la creatividad, el ingenio y la capacidad de ofrecer algo de la mejor y más eficiente forma al resto determinaban el acceso al éxito del mejor capitalista entre los capitalistas quedan lejos. Hoy la concentración de capital es tan gigante, la diferencia de poder entre la alianza de clases dominante y el resto es de una magnitud tal que solo queda para quienes están al borde de “caerse” del sistema el azar y la suerte que el mismo capitalismo ofrece.

Los liberales más honestos ideológicamente dirán con inocencia que esto no es capitalismo; los más desvergonzados armarán una y otra vez campañas apelando a la libertad de oportunidades o al mérito. Importa poco si los voceros de estos grandilocuentes conceptos son conscientes o no de que ambos son incompatibles con el capitalismo en su actual fase de desarrollo. Cínicos o crédulos no importa; sino que efectivamente cumplen la tarea de estirar hasta el infinito el chicle del no capitalismo que, en definitiva, ejerce como sostén ideológico de las lógicas de explotación: “si hay desigualdad, no es capitalismo; si hay corrupción estatal, no es capitalismo; si hay abusos, no es capitalismo…”.

Puesto que se va a hablar de Corea, traigamos a Han Byung-chul para esta idea. En el régimen neoliberal, la explotación se produce “como libertad”, nos dirá. Cojamos con pinzas esta afirmación, puesto que efectivamente los grandes poderes del capitalismo surcoreano continúan teniendo a su disposición el aparato represivo del Estado como lo tuvieron durante la dictadura de Park Chung-hee. También disponen de vínculos tan grandes con los grandes partidos del país que pueden conservar y profundizar la legislación en contra de la protección estatal a los trabajadores, así como en contra de la organización obrera. Y, por supuesto, tienen la capacidad de explotar a las periferias vía extracción de recursos, empleo de mano de obra e intercambio desigual. Pero ¿quiénes son los grandes poderes del capitalismo surcoreano? Los chaebol, la forma coreana de la tendencia del capitalismo a la concentración del capital.

Y ¿de qué manera se expresa esa explotación en “libertad” en Corea del Sur? A través del esfuerzo descomunal de las familias de clase trabajadora (familias de ‘cuchara de tierra’) por acceder a los escasos espacios de comodidad que se les ofrecen en el régimen político de los chaebol. En Corea, ese acceso se presenta por lo general en forma de hilo: nacer en una familia instalada favorablemente en la estructura de clases te ofrece un background más favorable para tu desarrollo académico; tu mejor desarrollo económico (medido en la capacidad y el mérito solo parcialmente) te facilita el acceso a una mejor universidad (mediadas todas ellas por cuestiones de clase); tu acceso a una mejor universidad te permite aspirar con acceder a alguna rama productiva de una de las grandes empresas del país; tu presencia en una de esas empresas, te permite soñar con ascender. Quedan fuera de esta lógica, claro, “el resto”, que no son ni más ni menos que la mayoría.

Los chaebol y la concentración de capital en Corea del Sur

“El surgimiento de los monopolios, como resultado de la concentración de la producción, es una ley general y fundamental de la actual fase de desarrollo del capitalismo”, escribió Lenin. Si se le pudiera traer de vuelta a la vida y mostrarle lo que los monopolios capitalistas privados han instalado en Corea, probablemente se enorgullecería de sí mismo al comprobar que lo que dispuso en El imperialismo, fase superior del capitalismo se constató; aunque también se decepcionaría al ver que la caída del régimen capitalista que tan cercana le pareció un día no aconteció casi un siglo después de su muerte.

A Lenin se le podría invitar a conocer Samsung Town, en Seúl. De hecho, la concentración de capital que se genera alrededor de Samsung es tan grande y su consiguiente “combinación” de “distintas ramas de la industria” (por seguir citando a Lenin) tan diversa que se le podría organizar todo un tour por Corea únicamente consumiendo productos y servicios Samsung. Podría ir a ver fútbol (Suwon Samsung Bluewings), baloncesto (Seoul Samsung Thunders o Yongin Samsung Blueminx) e incluso eSports (Samsung Galaxy). Podría hospedarse en algún hotel Shilla, pasar un día en el parque de atracciones Everland y, si tiene ganas de hacer una de sus afiladas críticas, consultar alguna publicación del think tank SERI. Y, por supuesto, si se llegase a torcer el tobillo en las calles de Gangnam, siempre podría acudir al Centro Médico Samsung.

Todas las mencionadas (y otras) son filiales de la misma casa matriz. Pongámoslo en datos: únicamente Samsung concentraba en 2017 el 28% del índice de precios de acciones de Corea del Sur. Si se incluyen en esa ecuación a apenas los cuatro conglomerados que le siguen en la lista (Hyundai, SK, LG y Lotte), el porcentaje del mismo índice se elevó en hasta el 51%. Es decir, en cinco casas matrices se concentra más de la mitad del índice de precios de acciones de todo un país en el que viven 50 millones de personas.

Este enorme dominio lo ejercen gracias a su presencia en ramas productivas de lo más variadas, que van desde la electrónica hasta el sector financiero, pasando por la biotecnología, el deporte, la refinación de petróleo, la automovilística o las telecomunicaciones. El mismo dominio se expresa en datos como que el 0.1% de los individuos más ricos del país concentran más del 4% de los ingresos personales o que, de todo el PIB nacional, el 84% corresponde a los 64 mayores conglomerados y, más concretamente, el 20% corresponde a Samsung, el 11% a Hyundai y el 10% a SK Group.

A tal nivel de concentración, la capacidad y la valía empresarial rigen poco a la hora de determinar el éxito. Por supuesto, dentro de las corporaciones subsisten mecanismos para el ascenso, pues de ninguna forma podría perpetuarse en el tiempo una situación tan frustrante si solo se fundase en mentiras. Se puede ‘trepar’ a la interna de un chaebol, conseguir un puesto más elevado en la cadena de mando y un mejor salario. Aunque, claro, en una estructura piramidal siempre serán más quienes queden abajo y, de nuevo, no necesariamente es la eficacia la que impulsa tal movilidad. La cultura popular refleja esto. En los noventa, las series que mostraban aspectos de la vida corporativa dibujaban el perfil de un trabajador leal a la empresa, capaz de sacrificar tiempo, salud y vida social en pos del beneficio “colectivo” (quizá la forma más pintoresca de referirse a la extracción de plusvalía). Este era el empleado que ascendía. Recientemente, se ha mostrado más bien un perfil capaz de competir con el de al lado y de engañar al de arriba para utilizar “a su favor” el aparato de la compañía. En fin, todos ellos modelos de ascenso que no se vinculan precisamente con la capacidad creativa y la habilidad en ese capitalismo del mérito del que hablan.

Monopolio y dictadura, relación de conveniencia

El anticomunismo es todo un asunto en la política surcoreana. Sus orígenes son incluso previos a la Guerra de Corea (1950-1953), remontándose a los debates internos en el marco de la lucha política por la independencia. El éxodo hacia el sur de miles de colaboracionistas con el Imperio Japonés y de antiguos terratenientes huyendo de la política de expropiación de tierras que comenzó antes de 1950 Kim Il-sung en el norte, junto con el control directo de Estados Unidos en los años de la post liberación de 1945 y su posterior influencia ideológica marcan precedentes claros. No puede dejarse fuera de la ecuación, por supuesto, la masacre de la isla de Jeju (1948-1949) en la que entre 30.000 y 60.000 militantes de la izquierda coreana fueron asesinados bajo mandato de Rhee Syngman. Incluso hoy, varios de los líderes de los principales partidos del país reivindican su desprecio hacia los comunistas y hacia el norte en general.

La realidad es que el desarrollo económico en Corea del Sur nunca se llevó muy bien con la democracia. Y, por supuesto, nunca tuvo en alta estima a la izquierda política. Rhee Syngman, Park Chung-hee, la Ley de Seguridad Nacional, la represión a los huelguistas, etc: Se cuentan por multitud los ejemplos históricos. Y aunque no sería del todo exacto decir que los chaebol son los máximos exponentes de esto, sí es innegable que han sacado provecho sin ningún pudor de ello. La Ley de Seguridad Nacional, vigente desde 2018, viene sirviendo como marco normativo bajo el cual se ha ejecutado la represión, la persecución y la exclusión de la izquierda política en el país, a menudo bajo la forma de censura a quienes difundan textos o ideas vinculadas con el juche norcoreano o exalten a sus líderes.

Claro que la Ley, revisada y aplicada con mayor moderación en las últimas décadas, es una broma si se compara con el régimen de Park Chung-hee, quien sustentó por un lado el crecimiento económico de las grandes familias del país y, por el otro, reprimió a la izquierda y al movimiento obrero.

Del golpe de Estado de 1961 salió Park Chung-hee como Presidente de la República sobre la base de dos aspectos ideológicos concretos: el primero, un fuerte nacionalismo que tenía mucho que ver con el pasado de maltrato japonés sobre la Península; el segundo, una creencia sólida en el papel del Estado como director del desarrollo económico que le valió la inicial desconfianza de algunas figuras estadounidenses en un tiempo en el que la tutela yanqui sobre el país era más profunda. Algunos veían en él a un comunista ‘oculto’. Probablemente, la tensión de la Guerra Fría les impedía apreciar varios factores clave: en primer lugar, que siempre las clases capitalistas se valieron del estado en una u otra forma para el desarrollo económico de la burguesía nacional; en segundo lugar, que el espacio del pensamiento político marxista en Corea estaba (y, en parte, está) fuertemente vinculado al marco ideológico del marxismo norcoreano; en tercer lugar, que Park Chung-hee, como tantos otros líderes políticos surcoreanos a lo largo de la historia, estaba atravesado por el conflicto norte-sur, defendiendo una posición anti norte.

De hecho, el gobierno de Park Chung-hee (1961-1979) fue profundamente anti comunista, así como también fue el gobierno de la expansión económica del país y de la emergencia de los chaebol como actores económico-políticos centrales. Durante la década de los sesenta, quienes habían fundado las firmas que se terminaron desarrollando hasta la forma actual de chaebol eran ya insultantemente ricos, muchos de ellos gracias al marco de posibilidades (para unos pocos, claro) que supuso el régimen corrupto de Rhee Syngman. El régimen de Park Chung-hee solo vino a potenciar esta concentración a través de un acuerdo win-win (para los grandes capitalistas y para el régimen de Park).

La oferta era la siguiente: el Estado otorgaría licencias, favores y buenas condiciones para que los grandes capitalistas siguieran disfrutando de la absurda lógica del capitalismo: acumular capital con el fin de acumular más capital. A cambio, debían aceptar las directrices estatales al respecto del tipo de industrias en las que debían invertir su capital para fomentar la exportación. Los fundadores de LG, Samsung, Hyundai, SK… fueron muchos los “emprendedores” que aceptaron la tutela económica del régimen.

Durante los primeros años de su gobierno, impulsó a la industria privada textil para la exportación. Los beneficios fueron colosales. Una de las marcas estrella en este ámbito fue Cheil Wool Textile Company que, vaya, era filial de Samsung. Otro ejemplo de la “meritocracia” en la acumulación de la riqueza del capitalismo surcoreano fue el de Daewoo. La marca fue fundada en 1967 y obtuvo gigantes beneficios durante toda una década gracias a la cuota de exportación a Estados Unidos que obtenía su presidente y fundador, Kim Woo-chung, gracias al vínculo que su padre había forjado con el Presidente Park al haber sido su profesor.

El régimen de Park manejó, por ejemplo, el paso de una economía de exportación centrada en la industria ligera hacia una que miraba más a la industria pesada y a la electrónica. Entre tanto, la posición ventajosa (no por mérito, sino por contacto) que el Estado surcoreano brindó a unos cuantos conglomerados facilitó que la ley general de la tendencia a la concentración se diera con mayor fuerza en Corea del Sur que en otros países. En su proyecto de abarcar las múltiples ramas productivas que iban ocupando la posición central en los planes económicos, los chaebol absorbían, aplastaban y hacían desaparecer a pequeños y medianos productores del país.

La dictadura también ayudó a los chaebol a partir de la exclusión política de la izquierda política en general y de los comunistas en particular. En 1961 el régimen introdujo la Ley Anti-Comunismo, que afectaba a movimientos y personas vinculadas directa o indirectamente con organizaciones comunistas. Conviene poner esto en contexto: el marco internacional de la Guerra Fría, la superioridad económica y militar que por aquel entonces ostentaba el norte y la histórica inserción que había venido teniendo el marxismo en el seno de los movimientos de trabajadores en la Península; todos ellos factores que no hacían sino asustar a las grandes familias del país.

Tal herencia nos lleva hasta nuestros días, en los que el anticomunismo se vincula más que nunca con las posturas anti norte, definiendo resultados electorales y obstaculizando la resolución pacífica del conflicto peninsular. En lo que a los chaebol respecta, el marco político establecido por la Ley de Seguridad Nacional y por el desarrollo histórico del país les ofrece la seguridad de un continuismo en las políticas de defensa de sus intereses. Con la izquierda política minorizada con el paso de las décadas a través de la violencia, la invisibilización, la resignación y la exclusión, el régimen de los chaebol en Corea del Sur parece lejos de estar amenazado. Por ahora, pues, en el país parece que seguirá siendo más probable imaginar distopías que dibujar horizontes de transformación.

Tomado de: El Salto

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Alfonsina Storni

Alfonsina Storni, escritora argentina (1892-1938)

Por Felipe Pigna

Cuando Alfonsina Storni dio a conocer el poema “La loba”, incluido en su primer libro, “La Inquietud del rosal” publicado en 1916, no tuvo gran repercusión inicial en el mundillo literario, pero sí en su actividad cotidiana: debió renunciar a su trabajo de oficina. Para sus patrones, que fuese madre soltera podía pasar, pero que lo proclamara desafiante en versos “escandalosos” era demasiado. Con el tiempo, la propia Alfonsina dirá “¡Dios te libre, amigo, de La inquietud del rosal! Pero lo escribí para no morir” en el encierro oficinesco, donde “el sol pasa por el techo pero no puedo verlo”.1 No obstante, en esa Argentina en proceso de cambio, mujeres  que  como Alfonsina rompían el molde tradicional, por momentos se sentían  como “lobas” frente al “rebaño de ovejas” que, al mismo tiempo, se burlaba de ellas y les temía.

Luego de perder su trabajo como oficinista, comenzó a ganarse la vida con sus colaboraciones en El Hogar, Mundo Argentino y La Nota y su columna “Bocetos Femeninos”, firmada como Tao Lao para La Nación.

Alfonsina había nacido en 1892, en el cantón suizo del Ticino, en una temporada en que sus padres (ítalo-suizos pero ya inmigrados a la Argentina) pasaron en su país de origen. Cuando tenía 4 años, la familia volvió a San Juan, donde comenzó la escuela primaria. Los negocios de su padre no iban bien y en 1901 se instalaron en Rosario. A los 13 años, como las “chicas del atado” de las que hablaba Roberto Arlt, tuvo que empezar a ayudar a su madre como “costurera para afuera”, para parar la olla. Al poco tiempo, al morir su padre, entró a trabajar en un taller que producía gorras, donde se vinculó al anarquismo. En 1907 probó suerte en el teatro; en la compañía de José Tallaví recorrió de gira buena parte del país, pero dos años después ingresó en la Escuela Normal Mixta de maestros rurales en Coronda y, para mantenerse, trabajó como celadora.

En 1911, ya recibida, mientras daba clases en Rosario comenzó a colaborar con revistas y se sumó al Comité Feminista santafesino, del que fue vicepresidenta. Pero ese mismo año dio “el mal paso”, quedó embarazada y decidió migrar a Buenos Aires, donde en abril de 1912, el año de la Ley Sáenz Peña, tuvo a su hijo, Alejandro. Nunca reveló quién fue el padre, pero la tradición oral (o la fábula) menciona a un político santafesino, diputado provincial, mayor que ella y, claro está, casado.

En Buenos Aires, Alfonsina, madre “natural” como dirían las leyes, se ganó la vida con los más diversos empleos: cajera de una farmacia, vendedora de la tienda Ciudad de México, empleada de una importadora de aceites, de la que tuvo que irse luego de publicar La inquietud del rosal.

Mientras por un tiempo fue celadora en una escuela en Parque Chacabuco, comenzó a desarrollar su carrera como periodista y escritora en El Hogar, Mundo Argentino, Atlántida, Nosotros, La Nota, hasta que en 1920 empezaron a aparecer sus columnas, firmadas Tao Lao, en La Nación. También dio clases en el Teatro Infantil Labardén y en el Conservatorio Nacional de Música y Declamación. Al mismo tiempo, mostraba una producción literaria que no muchos de sus colegas (masculinos o femeninos) podían igualar: El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919), Languidez (1920), Ocre (1925).

Según Roberto Giusti, militante socialista y director de Nosotros, Alfonsina fue la primera mujer que se integró al mundillo literario porteño, participando de los banquetes de escritores, entonces habituales. Eso, en un ambiente dominado por varones, posiblemente la hiciese parecer la “loba” fuera del “rebaño”, y también marcaba el tono de muchos de sus escritos, en los que tomaba en cuenta a un lector masculino. Sin embargo, su actitud estaba bastante lejos de querer apartarse de sus congéneres. Para fines de los años veinte, junto con la chilena Gabriela Mistral y la uruguaya Juana de Ibarbourou, Alfonsina integraba el trío de escritoras sudamericanas más reconocido. Era, además, ya un “personaje” de la vida literaria porteña, atacada desde los más diversos ángulos, el de los “patriarcas” literarios, como Leopoldo Lugones, y el de los “muchachos” de la vanguardia de entonces que se nucleaban en la revista Proa y luego en Martín Fierro. Así, Borges hablaba de “la chillonería de comadrita que suele inferirnos la Storni”. 2 No opinaban lo mismo, claro, sus amigos Roberto Giusti, Fermín Estrella Gutiérrez, Baldomero Fernández Moreno y Horacio Quiroga, ni algunos hombres “consagrados” como José Ingenieros o el ministro de Educación de Alvear, Antonio Sagarna, quien se encargó de que la nombraran profesora en la Escuela Normal de Lenguas Vivas.

Para entonces, su participación en las tertulias literarias, como la famosa “Peña” del Café Tortoni, sus artículos y libros habían comenzado a ganar nuevos públicos para las autoras y nuevos espacios para la presencia femenina. Incluso mujeres de su misma generación, como Victoria Ocampo (dos años mayor que Alfonsina), que cobrarán notoriedad en los años treinta, le deberán esa tarea de precursora.

El resto es historia conocida, el cáncer, los desengaños, el dolor inconmensurable y el suicidio en Mar del Plata. Es de lamentar que a Alfonsina muchos argentinos la conozcan más por su muerte que por su vida y su maravillosa obra, su exquisita poesía y su compromiso con su tiempo. Fue otra víctima de esos seres, con representantes en todas las épocas, que pusieron mucho más empeño en juzgarla que en comprenderla, valorarla y contenerla. No entendieron nada, ni su vida ni su muerte.

Referencias:

1 Citado en Félix Luna (dir.), Alfonsina Storni, Colección Grandes Protagonistas de la Historia Argentina, Planeta, Buenos Aires, 1999, pág. 30.

2 Revista Proa (segunda época), Año 2, Nº 14, diciembre de 1925.

Tomado de: El historiador

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Expresiones de un nuevo siglo

Por Blanca Felipe Rivero

Son diversos los caminos que encuentras cuando comienzas a indagar en la historia de la animación en la televisión, casi todos por organizar y jerarquizar, pero fascinantes y muy parecidos a los de las artes en Cuba. Aun cuando los espacios carentes de luz son posibles, siempre aparecen luciérnagas hermosas que coquetean y te sacuden en lo más hondo desde su existencia y voluntad artística. Al revisitar estos caminos, descubrimos los ciclos naturales de bríos desde el nacimiento de la animación: superaciones, exigencias del contexto y naturalezas del artista cubano, siempre indagador, creador osado y talentoso.

Tras la desarticulación provocada por el período especial, las dos primeras décadas del nuevo siglo generaron la necesidad de “habilitar”, sobre todo porque aún no hay una formación escolarizada dentro la especialidad. De esta manera se crearon dos cursos de stop motion (2002-2004) por el maestro David Jaime; enlace que permitió la sobrevivencia de esta especialidad tan relevante dentro de la Televisión Cubana. Nuevos capítulos de El profesor (el primer animado didáctico de la animación cubana), a la manera de Hugo Alea y Reinaldo Alfonso en la década del 60, se convirtieron en trabajos de clases, junto a Piófilo y Cascarón, de David Jaime. Otros resultados de clases, como La semilla, de Niels del Rosario, y La última gota, de Ivette Ávila, en 2008, fueron premiados nacional e internacionalmente. En 2D se realizaron más de una decena de superaciones que generaron personal de trabajo y se unieron a los formados por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, donde se insertan nociones básicas y tecnologías contemporáneas. Al menos en la televisión se estuvo trabajando “a mano” hasta el 2017. La introducción del trabajo digital trajo nuevas formas de hacer y mayor riqueza expresiva, y aceleró la producción.

A finales de los 90 los Estudios de Animación pasaron al Departamento de Infantiles, lo cual propició el sostenimiento de presentación de programas, efectos visuales y cuentos o enlaces dentro de programas para niños. Se destacan los “lilibíes” (familia de duendes en stop motion) en Claro, Clarita, de Pepe Cabrera, los Para la vida, y la Calabacita, tan querida por la población. Vale señalar algunos productos artísticos que marcan a creadores del nuevo siglo, como Un lugar posible, de Jean Alex; El mulatico santiaguero, de Dany de León; Ernestico, de Niels del Rosario; Pepe, de Raúl González; Ladrón de paisajes, de Dany de León y Eisman Sánchez; Los ninjas, de Dany de León y René Martínez; Reducto, de Ermitis Blanco, y Los novios de la abuela Rosa, de Abel Álvarez. Martí contra dos imperios, de René Martínez, enlaza la desarticulación que llega al nuevo siglo. No obstante los ejemplos anteriores, en esta etapa se hacen visibles la vulnerabilidad de los guiones y las actitudes cuestionadoras que mutilaron proyectos y libertades expresivas.

No es hasta el año 2020, coincidiendo con el inicio de la pandemia, que se produce una reanimación después de casi un quinquenio de inactividad. Bajo la tutela de Rafael Pérez Insúa, se toma la decisión de unir la producción de títeres a los Estudios, y devolver así una mirada contemporánea a la figura animada en su amplio espectro. Se arma un grupo creativo con asesores, un especialista en archivos y un consejo artístico que comienza a recibir y seleccionar alrededor de 50 proyectos hasta la fecha, de los cuales solo 20 están hoy en ejecución, con pocas salidas al aire.

Un pensamiento de gestión cultural, investigación y balance en la programación direcciona los modos de hacer ya respetados por los animadores que van a nuestro encuentro. Propuestas de disímiles poéticas y públicos llegan hasta nosotros, algunas con años de existencia. Nuevamente la fuerza del stop motion hace su entrada. Se reitera con ímpetu la presencia de El profesor, con guiones y dirección general de David Jaime junto a creadores formados por él y colegas con una saga que no se detiene. El escaparate de Patricia —proyecto que refleja el lenguaje de los niños, la curiosidad y la exploración desde el universo del hogar y mundos de fantasía, hoy más ideales que nunca— solo tuvo dos capítulos en 2013, con dirección de arte y artesanía del maestro Jesús Ruiz, y ahora con una propuesta de mayor alcance artístico y cinematográfico con la dirección de arte del joven Yordy Amiot (recreación de cuatro espacios, maquetas escenográficas, cajas de luces, etc.); nuevamente la dirección de Niels del Rosario, y la animación madura y magistral de Yoandra Reyes, asistida por Yasser Janet. Estos animadores participan también en Manita y Manota, de Ivette Ávila, donde dos manoplas y la mascota Tuti desde una mesa de animación crean un mundo de personajes y dibujos en homenaje a protagonistas de la animación cubana.

Lo raro, una propuesta también perteneciente a Ávila, hace entrada con una mirada osada de experimentación, continuadora de las pesquisas de Alea y Alfonso, con una suerte de videoclips con música de diferentes regiones del mundo; material lúdico que cuenta, danza o sencillamente toca con su aro sensible (papel recortado, plastilina, arroz, madera, tejidos).[1] Estas dos últimas propuestas son parte de la revista Bim Bam Muñes, con animación y dirección de Jean Alex en 2D y 3D en combinación con imágenes reales, cuestión inédita en nuestras producciones. Dentro de ella también figuran Pin Pon, un trabajo de bien público de Rafael Collantes, y otro de interacción con niños, muy original y sabichoso, dirigido por Elaine del Valle y titulado ¿Y tú qué crees? También cuenta con Películas hechas por niños, resultado de talleres infantiles realizados por Cucurucho Producciones.

A lo largo de la historia de la animación en la televisión ha existido un vínculo habitual con el teatro de títeres en la obra de determinados autores, así como en diversas temáticas y diseños. De las propuestas digitales de la pandemia llega La salamandra, por el Consejo de las Artes Escénicas y con dirección de Mario Cárdenas. Su predilección por las arcas, la maquetería y el teatro de papel y de objeto se imbrica al dominio de la composición y la belleza visual y da como resultado en El teatrino de Diego, una fortaleza de identidad que ofrece a la infancia y a la familia la poesía para niños contenida en Soñar despierto, de Eliseo Diego. Aquí el descubrimiento de “las cosas” del mundo, los sentimientos y sus naturalezas están presentes como motivaciones. Desde el teatro también nace Retablo de sueños, dirigido por María de los Ángeles Jauma. Se trata de cinco agrupaciones profesionales de las Artes Escénicas (Retablo, Teatro La Proa, Adalett y sus títeres, Polichinela de La Habana y Los Cuenteros) en nueve espectáculos y un capítulo de presentación con multiplicidad de técnicas y un show divertido y peculiar: una presentadora entre títeres, una constante dentro de los espectáculos que llegan a la pantalla con recursos del audiovisual. También para la televisión llega Entre el naranjal y el cielo, un hermoso trabajo de títeres parlantes dirigido por José Antonio López e inspirado en El cochero azul, de Dora Alonso.

Para las primeras edades se estrenó en semianimación Por el mar de las Antillas, de Nicolás Guillén; la voz de un niño referencia la lectura con el uso de las ilustraciones de Raúl Martínez para el volumen de Ediciones Sensemayá, bajo la dirección de Maricel Acosta. Actualmente se trabaja en El valle de Cubanosauria, de Nelson Serrano, Mira y aprende, de Raúl González, y Fábulas de papel, de Niels del Rosario; entretenimiento, enseñanza y tradición cubana con el influjo del campo socialista, que muy bien orientó nuestra labor con el universo infantil desde los 60.

Desde la propuesta para jóvenes, adultos y la familia nace Educlip, de Jesús García, herencia de Los gazapos de antaño; una propuesta en la línea costumbrista que orienta sobre el lenguaje. También llega, con Acuarelas de Cuba, de Jesús Rubio, un contundente proyecto de las queridas estampas cubanas en la voz y la expresión de la poesía antillana de Luis Carbonell, garantía de gracia, colorido y cubanía.

Creadores importantes de la literatura, la música y el teatro están presentes junto a los animadores. Hay mucho por andar, y ahí seguiremos a favor de nuestra cultura y nuestro país.

Notas:

[1] De Lo raro nace un videoclip con papel recortado bajo la dirección de Ivette Ávila y Ramiro Zardoya, titulado “Sinsonte”; un poema de Dora Alonso musicalizado en el espectáculo “Una niña con alas”, de Teatro las Estaciones, dirigido por Rubén Darío Salazar. Los dibujos son de Zenén Calero —Premio Nacional de Teatro (2020) junto a Salazar—, y unidos a los Estudios de Animación rinden homenaje a Pelusín del Monte, el títere nacional.

Tomado de: La Jiribilla

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“Es un milagro sacar adelante una película creada por una mujer y en euskera”

Lara Izaguirre, cineasta vasca

Por June Fernández @marikazetari

La cineasta Lara Izagirre (Amorebieta-Etxano, Bizkaia, 1985) nos escribió el siguiente mensaje con motivo del estreno de su segundo largometraje, Nora: “Quiero hablar con vosotras sobre lo que supone que una mujer haga una película en euskera”. El detonante fue el ciberacoso que recibió después de que el periódico más leído de Bizkaia manipulase sus palabras para poner un polémico titular a su entrevista, relativo al actor de Hollywood (denunciado públicamente como agresor machista) que ha obtenido el premio honorífico del Festival de Cine de Donostia, Zinemaldia. Izagirre es presidenta de la asociación de mujeres del sector audiovisual y de las artes escénicas de Euskadi, (H)emen, y lo vivido le ha servido para ver cómo se encarna la violencia patriarcal en la industria del cine. “Necesito periodismo feminista”, nos dice.

Nora es una chica vasca de 30 años que ha fracasado en su sueño de trabajar en revistas de viajes. La muerte de su abuelo, al que cuidaba, le anima a emprender un viaje a su medida, de pocos kilómetros, pero que le descubrirá el camino hacia una nueva vida. Después de Otoño sin Berlín, la directora y guionista vizcaína ha expresado su lado veraniego en esta segunda y deliciosa película. Aunque ligera, tiene muchas capas, que invitan a reflexionar sobre las responsabilidades de cuidado de las mujeres, la espinosa relación entre madres e hijas o la apuesta por desplazar el amor romántico del centro de nuestras decisiones vitales.

Has tenido que esperar seis años, pandemia mediante, para que Nora llegase a los cines. ¿Cómo valoras su acogida?

La presentamos en el Zinemaldia del año pasado, las críticas fueron muy buenas y el público la recibió muy bien, pero habíamos decidido de antemano retrasar el estreno en las salas de cine porque las medidas vinculadas a la pandemia no eran claras. Resulta novedoso que hayamos luchado contra el ritmo de la industria cinematográfica, dando prioridad a la situación social. Como cineasta, para mí ha sido un aprendizaje enorme ver que la promoción se puede hacer a otro ritmo. El verano pasado pusieron la canción de Izaro en la radio, grabamos un videoclip dirigido por Marina Palacio, organizamos un concierto en Lekeitio (en la misma ubicación de la película)… Llámame romántica, pero ha sido especial estrenar en septiembre en los autocines de Getxo. Preparar todos los detalles con tanto mimo ha sido posible porque hemos trabajado despacio. Ahora que ha llegado a las salas, estoy muy feliz. Me había quedado muy unida a la película anterior, pero he visto que Nora tiene una energía muy bonita y que eso es lo que más ha agradecido el público. Así que, al final, esta propuesta veraniega sienta muy bien en estos momentos.

Sí, a mí también me ha parecido que viajar con Nora y recrearnos en la belleza de la película alivia la resaca de la pandemia.

La presenté en los dosieres como “una película abrazo”. A la gente le daba risa, pero hace poco me dijeron eso mismo en una charla: “He sentido la película como si fuera un abrazo”. Ahora que los abrazos aún están medio prohibidos, me parece muy importante que la película cumpla esa función.

Y, sin embargo, en la película no hay apenas abrazos… ¿Será por el carácter vasco?

¡Es cierto! ¡No ha sido consciente!

La escritora Eider Rodríguez ha comentado que, a menudo, las creadoras tienden a escribir obras turbias y duras para ganarse el favor de la crítica patriarcal. Nora se podría considerar una película femenina. Es luminosa y encantadora como su protagonista, interpretada por Ane Pikaza. ¿Qué te parece?

Rodríguez tiene toda la razón. No sabes la lucha que ha sido defender una película sobre una chica normal. A la hora de solicitar las subvenciones, me ha ocurrido que, después de la reunión, se me acerque algún hombre y me proponga otra historia que, a su juicio, sí merece la pena ser contada. También ha habido hombres que me han dicho que la película no es suficientemente feminista. ¡Dejadme en paz! Nos quieren meter en una casilla para encajarnos en sus esquemas. Yo creo que las mujeres tenemos que ser libres para contar lo que queramos como queramos. Pero garantizar esa libertad es muy difícil. Cada vez veo con mayor claridad que ese encanto de Nora resulta revolucionario. Es más, teniendo en cuenta que es una obra creada en euskera por una mujer, ¡es un milagro! Al público le ha gustado, ha funcionado, pero a los que reparten las subvenciones no les gusta que nosotras contemos este tipo de cosas.

Se han realizado muchas road movies de mujeres que se conocen a sí mismas viajando. ¿Qué aporta Nora?

Es un género que me gusta mucho como espectadora. Me resulta atractivo ver a las mujeres en esa relación con el viaje y la naturaleza. Quería que eso estuviera también en nuestro cine, en euskera. Cuando presentamos Nora en el Zinemaldia, Nomaland [película estadounidense dirigida por Chloé Zhaok y protagonizada por Frances Mcdormand] acababa de estrenarse también. Así que las y los periodistas me decían: “¡Noraland!”. Mi objetivo no era muy ambicioso ni intelectual: quería mostrar a una mujer local haciendo un road trip a su medida. El euskera convive con otros idiomas (castellano, inglés, francés), porque esa es mi mirada sobre la lengua.

Varios grupos en defensa del euskera hemos denunciado que en algunos cines vascos se proyectó la versión doblada. ¿No te parece un claro signo de la falta de normalización del euskera? ¿Cómo se toman estas decisiones?

El artículo que publicaste en [la revista] ARGIA me dejó pensativa: en qué momento decidimos doblarla, para qué… Por un lado, Televisión Española ha adquirido los derechos de antena y de momento obligan a dar la traducción (creo que quieren cambiar la norma). Será emitida en euskera, en ETB1, y doblada, en TVE. Por otro lado, los distribuidores nos dijeron que las películas dobladas llegan a más salas de cine españolas que las subtituladas. Pero, ¿qué ha pasado? Justo lo contrario de lo que esperábamos: a nivel estatal se ha apostado por la versión original y unas pocas salas de cine han decidido proyectar la doblada ¡en Euskadi! Mi cabeza ha estallado, no entiendo nada. Tal y como han ido las cosas, puedo decir que doblar no ha valido la pena. Hicimos la película en euskera porque así lo queríamos, pero nuestra postura no fue la de defender el euskera, y quizá era necesario. A mí lo que me preocupa es que haya un público dispuesto a ver en castellano una película creada en euskera. Me pregunto qué tenemos que hacer para que las nuevas generaciones no compren esa entrada.

Tanto el reparto como el equipo técnico de Nora está formado mayoritariamente por mujeres. ¿Ha sido una apuesta feminista?

Cuando creé Un otoño sin Berlín, pensaba que la igualdad estaba conseguida. ¡Era bastante happy flower entonces! (Risas). Después me di cuenta de la situación en el mundo del cine. Entonces conté el número de mujeres y hombres contratados, y me dio mitad y mitad. En la mayoría de las películas, las mujeres suelen representar alrededor del 30 por ciento o menos del equipo. En Nora, el proceso ha sido más consciente, pero en el resultado no hay grandes cambios. Yo creo que las mujeres confiamos en las mujeres y que eso mejora la película.

Pero el patriarcado fomenta lo contrario, la rivalidad femenina…

Eso es lo que dice el patriarcado, pero el del cine es un trabajo muy intenso y cercano, y no es casualidad que la mayoría de las cineastas incluyamos a muchas mujeres en nuestros equipos. Hemos entendido que trabajamos en una industria poderosa y muy hostil, y que juntas somos más fuertes.

Por eso habéis creado la plataforma (H)emen. ¿Qué recorrido habéis hecho?

Creamos (H)emen en 2016, y el objetivo principal era la visibilidad. Siempre tenemos que escuchar que no hay directoras o sonidistas; fundamos la asociación para poder decir que estamos aquí y que somos muchas. Creamos una base de datos en la que puedes anunciarte como profesional para que te contraten. La red que se ha creado es hoy el corazón del proyecto, porque ha cambiado la relación con el trabajo de muchas de nosotras. Una guionista o una compositora musical se pueden sentir muy solas, por eso da mucha tranquilidad poder llamar a una compañera y preguntarle: “¿Tú cuánto vas a cobrar por hacer esta película? ¿Ah, sí? Entonces yo subiré mi tarifa”. Queremos que (H)emen sea una casa de las mujeres, un refugio y una fortaleza. En estos cinco años nos hemos empoderado gracias a, entre otras cosas, el apoyo de otras asociaciones de mujeres cineastas del Estado.

Como presidenta de (H)emen, el estreno de Nora se te ha mezclado con la polémica en torno al premio Donostia de este año. Has tenido que responder a discursos machistas y enfrentar ataques en línea de las y los seguidores del actor en cuestión.

He conseguido tomar distancia y disfrutar de la promoción, pero al principio no me lo podía creer. Estaba en Madrid en el preestreno, en un momento tan bonito, y todo estalló a raíz de un titular manipulado. Le pedí al periodista que lo cambiara, porque puso en mi boca palabras que no dije, y se negó. Entonces me di cuenta de qué es importante para la industria del cine. Las mujeres no somos importantes, las historias que contamos tampoco, nuestras películas tampoco. Ha sido la traca final. Hasta entonces, ante cada ataque a la película, me había cuestionado a mí misma: “Igual es que el guion no es tan bueno…”. Pero ahora me he dado cuenta de que no es eso, sino que vivimos en una sociedad con una estructura patriarcal en la que es casi imposible que exista una película como Nora. Por eso, me siento una superviviente. El año pasado hice el Master de Igualdad de la Universidad del País Vasco, y para mí ha sido interesante (a la vez que duro) ver cómo se encarnan todas estas agresiones contra las mujeres. Ahora admiro aún más a las mujeres que trabajan en el cine y a las que dan la cara.

¿Cómo valoras la actitud del director del Zinemaldia ante el debate que ha suscitado el premio Donostia?

Este año hemos tenido dos polémicas vinculadas al Zinemaldia. Por un lado, la eliminación de los premios de interpretación diferenciados para mujeres y hombres y la creación de uno único sin género. Nosotras respondimos que, si quieren reconocer el género no binario, es mejor crear un tercer premio. Desde Zinemaldia replicaron que han tenido en cuenta las reflexiones del movimiento feminista, pero nosotras desconocemos con quién tienen esa interlocución. En cualquier caso, ese puede ser un debate interesante. En cambio, el debate en torno a este actor es muy distinto, porque puede abrir el camino a las agresiones machistas. Yo ahí veo una línea roja.

Volviendo a Nora, su protagonista encuentra un posible amor, pero prefiere continuar su viaje sola, sin novio. Me parece interesante, ya que el amor romántico es uno de los sustratos de la violencia machista.

Ha sido el resultado de la transformación que he hecho en el camino. En el guion, el final era distinto, aparecían la madre y el chico. Yo quería dar a entender que no eran novios pero, lamentablemente, todavía interpretamos todas las relaciones entre hombres y mujeres desde el prisma del amor romántico. Igualmente, grabamos esa secuencia. Luego, en el montaje, me parecía que ese no era el final adecuado. Elegí entonces otra secuencia que teníamos grabada: la mujer de la librería, Nora trabajando en ella, y otra posible Nora. En Un otoño sin Berlín tomé la misma decisión, eliminar a los hombres de la última secuencia y ¡dejar tranquilas a las protagonistas! Me doy cuenta como creadora de que yo también soy víctima del amor romántico. ¡Menos mal que en ambas películas me di cuenta a tiempo! (Risas).

Te he leído en una entrevista que Nora está muy atravesada por tu maternidad, aunque la protagonista no sea madre. Te quiero contar que este verano me separé por primera vez de mi hija, para viajar sola a Galicia, precisamente al funeral de mi abuelo. ¿No estaría bien escribir una road movie en torno a la maternidad?

La actriz protagonista, Ane [Pikaza], me preguntó durante el rodaje: “¿Pero Nora quiere o no quiere ser madre?” Y fue importante saber que, aunque en la película no se explicita, Nora no quiere ser madre. Digo que la maternidad ha atravesado la película, porque mi hija pequeña era muy pequeña cuando yo me iba de rodaje. Tenía la atención dividida y eso explica varias imperfecciones que detecto en la película. Ahora me parecen un regalo, porque serán un recuerdo. Soy una madre muy heterodoxa y no sé si sería capaz de contar la maternidad a través de una película. Me parece muy difícil. Eso sí, en mis películas las relaciones madre e hija no son nada fáciles. ¡Debería mirármelo! (Risas). Necesitamos referentes, modelos diferentes, y sería tranquilizador verlos en la gran pantalla.

Tomado de: Pikara Magazine

Tráiler del filme Nora (España, 2020) de Lara Izaguirre

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La conciencia revolucionaria cubana

Por Jesús Arboleya

Para muchos jóvenes cubanos, la “conciencia revolucionaria” viene a ser como la fe que profesan sus padres y abuelos. Se puede o no creer en ella, pero pocas veces está planteado el interés por comprender en qué consiste y su aplicación al momento concreto que están viviendo. Vista de esta manera, la conciencia revolucionaria, con todo lo hermoso que sean sus propuestas, pierde los atributos que garantizan su vigencia, digamos su realismo y aplicación dialéctica.

En parte es el resultado de deficiencias y aberraciones ocurridas en el trabajo de formación política. Empaquetada en una simplista aproximación a sus contenidos, la ausencia de una eficaz cultura del debate y criterios dogmáticos en su difusión, la conciencia revolucionaria deja de ser una manera de pensar y se convierte en la repetición mimética de consignas y actuaciones “políticamente correctas” que acaban por adulterar sus esencias.

El oportunismo se anida en estas conductas y el extremismo es la manera más sencilla de hacerse de un “crédito revolucionario”, que sirve para escalar posiciones. El resultado es que algunos llegan a la conclusión de que los postulados de la conciencia revolucionaria constituyen una quimera y, cuando más, la asumen como un fardo de buenas intenciones sin asideros en la práctica cotidiana. La falta de un enfoque dialéctico también limita la capacidad de la conciencia revolucionaria para adaptarse a los cambios que han tenido lugar en el escenario y en el sujeto político cubano.

La conciencia revolucionaria cubana está fundada en el anticolonialismo primero y el antimperialismo, después. Quien no satisfaga esta condición nunca ha sido considerado revolucionario en Cuba. La contraparte se resume en la subordinación al poder extranjero y la sacralización de sus supuestas superioridades. No han existido términos medios, porque el modelo de dominación no lo permite, ni tampoco su rechazo.

Gracias a las reformas sociales y económicas emprendidas, así como por el crédito político heredado de la lucha contra la tiranía batistiana, la Revolución de 1959 contó con un extendido respaldo popular desde los primeros momentos. Pero el núcleo duro de la conciencia revolucionaria y el factor de unidad más importante, incluso entre fuerzas muy diversas, fue la consumación de este histórico movimiento antimperialista, cuyo fundamento teórico autóctono ha sido la prédica martiana.

Imbuido por este objetivo primario, se movilizó el pueblo cubano bajo la dirección de Fidel Castro. Pero la conciencia revolucionaria también se ha desenvuelto en medio de grandes contradicciones internas relacionadas con la diversidad de una sociedad sujeta a enormes transformaciones, generadoras de inconformidades y disensos. En la historia de la Revolución Cubana no han existido momentos exentos de luchas endógenas, en ocasiones muy violentas, ni de agresiones por parte de Estados Unidos, inspirador fundamental de estos conflictos.

En los inicios, fue una conciencia revolucionaria forjada en la práctica mediante tareas monumentales y movilizaciones militares constantes, formadora de fuertes lazos sociales y políticos que involucraban a casi todo el pueblo, especialmente a los jóvenes. Ello confirió un sentido heroico al esfuerzo cotidiano y propició una voluntad capaz de convivir con la abnegación que implicaba enfrentar a los más grandes desafíos. Eran los tiempos en que “convocar al sacrificio por los demás” no resultaba anacrónico.

La expansión del movimiento antimperialista en el Tercer Mundo, especialmente en América Latina, fue otro factor de estímulo a la conciencia revolucionaria en Cuba. Muchos jóvenes soñaban con ser guerrilleros, como el Che, y esta idea acompañó a las luchas internacionalistas cubanas en diversos países. La derrota o degeneración de la mayoría de estos movimientos, los cambios en el péndulo político internacional y, sobre todo, la debacle del campo socialista europeo y la desaparición de Unión Soviética, fueron golpes muy sensibles para la conciencia revolucionaria cubana. Pero haber resistido en las nuevas condiciones, fue un éxito solo posible por la validez y fortaleza alcanzada por esta conciencia.

La crisis económica que acompañó a este momento, eufemísticamente llamada “período especial”, desarticuló el proyecto igualitario cubano y, entre otras consecuencias, debilitó tanto el patrón de enfrentamiento colectivo a los problemas, como la credibilidad del modelo socialista para resolverlos. Opciones individualistas, hasta entonces poco comunes y escasamente aceptadas, como los negocios privados, se vieron entonces validadas como un recurso legítimo de salida a la crisis. Ello obligó a un replanteo del modelo cubano, pero se intentó solo de manera limitada sin las adecuadas clarificaciones en el discurso político, lo que introdujo significativas divisiones entre los propios revolucionarios. Estas divisiones perduran, y a veces son un obstáculo para el avance de las reformas, aunque se nota un mayor interés gubernamental por superarlas.

También cambió la naturaleza de la emigración. Identificada como la base social de la contrarrevolución, condición que aún perdura en ciertos sectores. A partir de las circunstancias generadas por el Período Especial, la emigración fue percibida como un resultado natural de la crisis y asumida de esta manera por la mayoría de la población. Ello facilitó los contactos y la puesta en marcha de políticas más flexibles e inclusivas por parte del gobierno, aunque siguen presentes incomprensiones y prejuicios que limitan la integración de los emigrados a la vida nacional.

En la situación impuesta por la crisis y la persistencia del acoso norteamericano, se debilitó la pasión que había despertado la lucha revolucionaria para centrar la atención de muchos en acciones de supervivencia personal, que a veces contradecían el modelo socialista vigente. Esto incrementó la corrupción y otros males sociales, generó apatía política en sectores de la población y aceleró el desgaste de las organizaciones que habían canalizado la participación y el compromiso popular, entre ellas el propio Partido Comunista, ya afectadas como resultado del avance del burocratismo, el dogmatismo y otros defectos en el ejercicio de sus funciones.

Por iniciativa de Fidel Castro se impulsaron acciones que atenuaron el impacto negativo del momento y convocaron a la población alrededor de lo que se llamó la “batalla de ideas”, pero su retirada del gobierno por razones de salud, así como su posterior desaparición física, privaron a las fuerzas revolucionarias de un extraordinario recurso de cohesión política y condicionaron la emergencia de un nuevo escenario en el debate político nacional.

Más allá de cualquier deficiencia achacable al modelo o a su conducción por parte del gobierno, la construcción del socialismo en Cuba ha sido una empresa titánica, no solo por las dificultades endógenas que ha tenido que superar, sino porque Estados Unidos ha hecho todo lo posible por impedir el despliegue de sus potencialidades. No sin razón, si tenemos en cuenta la dimensión de su ejemplo, la existencia de la Revolución Cubana ha sido percibida como una amenaza para el sistema imperialista y una ofensa a la prepotencia norteamericana, lo que explica que ese país haya actuado sin límites legales ni remilgos éticos en su contra por más de medio siglo.

Si se compara con los primeros años cuando el conflicto clasista resultaba evidente, ahora son menos diáfanas las razones que impulsan a la oposición, pero es innegable que el daño a escala social que origina la política norteamericana es una de ellas. Mucho más en tiempos de pandemia, cuando la situación se torna desesperante y ningún gobierno se salva de la insatisfacción política que genera la coyuntura. Mezclado con la crítica en ocasiones justificada a la gestión gubernamental, en muchos casos la confusión consigue que se culpe a la Revolución del sufrimiento infligido por sus enemigos y las víctimas justifiquen a los victimarios, lo que coloca el debate político con estas personas en situaciones a veces carentes de toda lógica.

El enfrentamiento a la hegemonía de Estados Unidos, cualquiera sea la modalidad que adopte su política, es consustancial al proyecto antimperialista cubano, por lo que la conciencia revolucionaria no tiene otra opción que partir de este presupuesto. No obstante, debe desplegar toda su capacidad dialéctica y ser capaz de evolucionar en correspondencia con las condiciones que imponga este conflicto. La radicalidad del proyecto estriba en sus objetivos, no en los métodos que con justicia y ética se utilicen para alcanzarlos.

Quedar paralizado en los esquemas del pasado es un síntoma de decadencia, por mucho que parezca que todo es igual y basta hacer o decir lo mismo. Por eso, para actuar en consecuencia, también se impone una lectura culta de la realidad doméstica y el sujeto político que se desempeña en ella. Desplegar el potencial científico de las ciencias sociales, así como liberar de ataduras a los mecanismos de información y debate de la sociedad, constituyen necesidades urgentes para la formación de una conciencia revolucionaria adecuada a la nueva realidad.

Hoy día la conciencia revolucionaria en Cuba se concreta en garantizar la eficacia para enfrentar la guerra económica y potenciar la capacidad productiva del país, en el desarrollo de una cultura política capaz de comprender la complejidad de las coyunturas por las que atraviesa la nación, así como contribuir en la construcción de mecanismos de participación popular, orientados a incitar un amplio sentido de libertad y construir nuevos consensos. También en la estimulación a la crítica contra males que actúan como un cáncer de la Revolución, dígase el burocratismo, el dogmatismo, el oportunismo, la corrupción y la mediocridad en la gestión pública.

Nada de esto es ajeno a la prédica del partido y el gobierno. Se han emitido varios documentos programáticos sobre estos asuntos y se han discutido con toda la población, incluso han sido aprobados en referendo nacional, como fue el caso de la nueva Constitución en 2019. El problema radica en lograr que las ideas doctrinarias que orientan el trabajo político, resumidas en un llamado al “cambio de mentalidad”, se concreten en la práctica y formen parte de la cultura de las personas, especialmente de los dirigentes y funcionarios gubernamentales.

La conciencia revolucionaria debe difundirse teniendo en cuenta los avances de las tecnologías de la información y los métodos más modernos de investigación y comunicación social, lo que excluye el lenguaje panfletario, exento de capacidad de convencimiento. Pero también debe construirse a través de la práctica concreta mediante tareas que desechen los formalismos y sean realmente relevantes para el país, donde los jóvenes no sean percibidos como simples participantes, sino como sus propiciadores y realizadores en muchas ocasiones. La conciencia revolucionaria debe educarse en el debate permanente, primero entre los que no lo son, pero incluso con los enemigos.

Haber resistido a las agresiones norteamericanas ha sido un mérito extraordinario, pero la conciencia revolucionaria no está diseñada solo para resistir, sino para transformar la realidad. En propiciar la inteligencia colectiva y aprovechar cualquier oportunidad, estriba el éxito del proyecto revolucionario cubano. En definitiva, solo los inteligentes, dicho en el sentido más amplio de la palabra, pueden ser portadores de una verdadera conciencia revolucionaria.

Tomado de: Progreso Semanal

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Consejo de Kari Krenn para Yunior García: “Más vale permanecer callado y que sospechen tu necedad que hablar y quitarles toda duda de ello”

Por Karina Silvina Krenn

Te leí Yunior.

Te leí con detenimiento, tratando de descubrir detrás de tus palabras, tus motivaciones, tus mensajes implícitos…

Tal vez esto de navegar a diario entre océanos de letras, nos vuelve de algún modo dúctiles en descifrar las cosas que trascienden, al solo amontonamiento de las mismas…

¡De verdad que son inmensas las contradicciones que transmites!

Eres un hombre formado, con estudios académicos según cuentas, colijo que siendo dramaturgo posees una elevada comprensión de textos, por lo cual que expreses que “no conocemos el motivo de las citaciones”, es algo que un niño de 5 años en etapa preescolar, sería capaz de inferir con solo haber escuchado las noticias…Mmm… Primera mentira…

Insistes en tu “derecho a tener derechos”. Sí, toda persona nace con el instinto de procurar lo mejor para sí y, en la evolución de nuestra especie, estas ansias nos impulsaron a intentar alcanzar esa meta.

Donde hay una necesidad, nace un derecho… algo que todo ser humano lleva intrínseco. Pero a veces, puede producirse una superposición de derechos, entre tanta gente que habita el mundo, imagina.

Frente a eso, los consensos civilizatorios indican que se procure beneficiar a la mayoría; por ello se limitan nuestros propios derechos, hasta donde comienzan los derechos de los otros…

Tienes razón en que descalificar al otro no está bueno… y no te hablo solo de expresiones verbales sino de acciones: ¿Acaso tú no has descalificado a tu propio pueblo con tu accionar temerario?

Insistes en pedir por democracia: ¿Qué parte de la democracia no estarías aceptando, cuando más del 80% de tus coterráneos, eligió este tipo de vida político-social?

Hablas de pluralismo… pero arremetes contra la decisión de la mayoría solo porque tú no acuerdas con ello.

¡Sí!, es cierto que las guaguas y las colas para comprar pollo son un problema en Cuba y asocias esa circunstancia con “la muela oficialista de continuismos obedientes y dogmas irrevocables”.

O sea que, en tu elemental análisis, el bloqueo y la guerra disfrazada del imperialismo contra Cuba, ¿Es algo inexistente e inocuo?

¿Acaso desconoces Yunior, hombre estudiado gracias a la Revolución, que la vida de cualquier sociedad lleva implícita la obediencia a las leyes que las fundan?

El enemigo número uno de cualquier sociedad humana, es el individualismo.

Y tú y el resto del accidente geográfico archipié-lo-qué, patalean como individuos:

MI DERECHO… MI CRITERIO… MI IDEA… MI… MI… MI…

(Esta necesidad constante de la afirmación de tu yo, le haría un picnic a Freud y sus amigos…)

Usas la palabra “Cambio”… palabra que ya conocemos en América latina, pues ha sido usada como eslogan por todos aquellos que vinieron a avasallar a nuestros pueblos.

Como pasó acá en mi patria cuando el neoliberalismo vino para destruirnos, tras el disfraz de globos amarillos y la misma perorata…

De seguro ya conoces esas cosas que acontecieron en mi Argentina. Estuviste aquí, así que de primera mano lo sabes.

Hablando de eso…

Esperaba encontrar en tu escrito algo sobre tu cursada en la Universidad Torcuato Di Tella…

Sácame de una duda: ¿Cómo cubriste los costos, tú cubano de a pie, dramaturgo manipulador de mejoras sociales, emancipador en la lucha contra el arroz moro y el boniato, que te quejas de lo difícil que es hasta comprar pollo en Cuba?

Te lo pregunto porque a mí, escritora de nivel internacional, ampliamente viajada y reconocida, se me dificultaría abonar la costosísima cuota mensual en ese bastión de los ricos…

Suenas como una paradoja entonces: O no existe tal carencia material en Cuba y tú puedes asumir los costos…

O alguien paga por ti…

Sé sincero Yunior:

¿Quién te lo paga?

¿Le has contado eso a tus hermanos cubanos, a los cuales dices defender?

Con la mano en el corazón todos sabemos que en el mundo capitalista se cobran precios.

Nadie regala nada.

Pueden facilitarte algo, a cambio de…

Si no pagaste con dinero Yunior…

¿Cómo pagaste?

¿Qué debes?

¿Qué diste a cambio en esta selva de ofertas y demandas?

No me digas que por lindo te lo obsequiaron. Como dices tú:

¡A otro con esa muela!…

Te identificas también en tu escrito con una película yankee: “Matrix”.

Yo podría haberte sugerido el cine francés al caso, pero hasta en tu elección para proyectarte, implicas una mirada hacia algún lado.

Al leerte pienso antes, en el concepto de la Modernidad Líquida, tan bien elaborado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Cuando plantea cómo se han desvanecido las realidades sólidas de nuestros abuelos y se han dado paso a un mundo más precario, provisional, ansioso de novedades y, con frecuencia, agotador. Esa necesidad de cambio constante, transitorio… la liquidez como el agua escurriéndose entre los dedos… el consumismo… la globalización… el mundo descartable… donde “todas las cosas fluyen, se desplazan, se desbordan, se filtran y gotean, siempre por un periodo de tiempo limitado y sin ocupar un espacio concreto y definido”.

Bauman plantea la disolución del sentido de pertenencia social y la primacía del individualismo y es como si te describiera a tí:

Tus derechos Yunior… Tus derechos…. Y otra vez… Tus derechos…

Y la idea de que alcanzar a comprar cosas materiales exorciza tus fantasmas, en una sociedad sinóptica de la cual te piensas e imaginas el paladín de la justicia… en esos lugares émicos, fágicos o los no lugares, donde se comienza a situar la gente que razona como tú.

Te preguntaras a estas alturas, por qué yo siendo extranjera opino sobre ti…

Opino, porque observo que tu lucha no te es propia.

Opino, porque es evidente de que has recibido apoyo desde el imperio, el mismo que amenaza con recrudecer la sanciones contra la patria que dices defender…

Opino, porque la gente que recorre el mundo como yo, advertimos la mentira y el engaño a varios cientos de miles de kilómetros de distancia.

Si esta lucha te perteneciera realmente, si tú no tuvieras obligadas servidumbres con nadie, en el acto y frente a la inminencia de esa acción foránea que asfixiaría más a tu pueblo, tú como persona con códigos y ética (si los tuvieras), habrías detenido la marcha del 15N ¡¡¡De inmediato!!!

Habrías evaluado que el enemigo se intenta asir de tu reclamo para perjudicar aún más a tu gente.

Tu connivencia e inercia frente a ello, corrobora que tú eres un títere más de su dominio.

Y no lo haces. No te les opones a los buitres que sobrevuelan ávidos por la soberanía de tu patria, deseosos de carroñar hasta el último vestigio de cubanía.

Esperas ese apoyo extranjero.

Eso me habilita a mí entonces, extranjera, a salir al cruce para defender a mis amigos y a los seres que amo allí.

Si tú permites extranjeros de tu lado, se bien hombre y con las gónadas bien puestas de dejar que del otro lado pase lo mismo.

Eso es jugar un juego limpio y justo: ¿No te parece?

La diferencia entre tus amigos extranjeros y yo, son las motivaciones: a mí me mueve el amor hacia esa Patria que habita mi corazón.

Nada pido de Cuba.

Nada espero de ella.

Solo el amor engendra la maravilla… como dice la canción.

Y aquí estoy yo, defendiendo a la Cuba que amo, a la que elijo como mía, donde están los cubanos que se mantienen fieles a sus principios y ganan mi admiración y respeto.

Tú… tú elegiste mal a tus amigos extranjeros… es una pena que por ellos, hayas arrojado tu trayectoria por el abismo de la traición.

¿Te has puesto a pensar cuando ya no les seas de utilidad a los carroñeros del norte, que pedregoso será el camino del escarnio y el rechazo de tu pueblo?

Mira que Roma paga a los traidores, pero los aborrece luego.

Hablas de que en Cuba no se respetan los derechos humanos y te apichonas bajo las alas del imperio. Justo los indicados…para adolecer de respeto a cualquier derecho humano que se nombre.

Explícame Yunior… ¿Por qué EEUU no ratificó el Pacto de San José de Costa Rica? ¿O pensabas decir que solo eso pasaba en Cuba?

Cuéntame Yunior… ¿Cómo me explicas el caso de Russell Bucklew? Cuando EEUU lo ejecutó a pesar de la intervención de la CIDH y según la

Comisión Interamericana, cometiendo una grave violación a los derechos fundamentales de vida. Protegidos por los artículos I y XXVI de la Declaración Americana y violando las obligaciones internacionales que tiene EEUU como miembro de la OEA.

De hecho, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, concluyó en que no tenía derecho a una muerte sin dolor, desestimando los recursos interpuestos y con un accionar de castigo cruel el estado de Missouri ejecutó a un preso que tenía una enfermedad terminal y que había sido un prisionero modelo durante 23 años, con un historial ejemplar de prisión.

¿A dónde fue el respeto de la vida humana, de nuestra sociedad, si no se le dio el derecho de vivir su vida en prisión? ¿Qué diferencia hay entonces entre el propio EEUU y Russel Bucklew?

¿Ese es tu modelo de país a imitar Yunior?

De hecho, la misma Comisión Americana de Derechos Humanos, nota que EEUU es actualmente el único país de la región que lleva a cabo ejecuciones con la pena de muerte, no lo digo yo… lo dicen ellos…

Háblame Yunior… sobre los niños migrantes detenidos en el centro de detención de Donna en USA… ¿Qué opinas?

¿Sabes por qué te lo pregunto?

Porque si permites el apoyo yankee a tus luchas, cuando ellos cometen a diario estos atropellos a los derechos humanos, voy a pensar Yunior que a ti te “lobotomizaron” la moral y el intelecto, que eres un zombi funcional, un alma en pena disfuncional y un analfabeto disidente hasta del lenguaje oral y el balbuceo…

O lo más probable y evidente: te cargaron muy bien los bolsillos…

Si yo estuviera equivocada en mi apreciación podrías demostrármelo:

EXIGIÉNDOLE A USA QUE NO SE SUME A TU MARCHA CON SANCIONES PARA TU PUEBLO.

No lo harás… no puedes…

¿Ves que es tan simple como eso, para derribar tu máscara y mostrar tu indignidad?

¿Sabes algo? Cuando uno que se dice defensor de los derechos humanos, lo es en verdad, los defiende en cualquier rincón del planeta.

Mírame si no a mí: salto de defender a Cuba, a Mozambique, a India, a Nyanmar, a Bosnia o a donde vea que la dignidad humana así me lo pide.

¿Qué en Cuba no se respetan los derechos humanos? ¿Qué voz autorizada tienes? Los que dicen eso ¿A qué intereses ocultos responden?

He viajado a lugares de la tierra donde es flagrante el irrespeto a los derechos humanos.

No es el caso de Cuba.

Sería extenso en este texto mencionar los sitios de los que hablo o escribir mi extenso CV, o mi trabajo durante casi 30 años defendiéndolos y que me da la autoridad para aseverar esto.

No entiendo tu capacidad selectiva y tu doble vara Yunior…

Te sugeriría leer sobre la Conferencia de Yalta, aprender sobre Rooselvet y Churchill, para que entiendas eso de las raíces del injerencismo yankee… Truman y su decisión de arrojar las bombas en Hiroshima y Nagasaki… la Doctrina Truman… el plan Marshall…

De verdad Yunior: ¿Desconoces sobre eso? Tus amigos del norte son los vecinos mal llevados del planeta tierra. Los violadores compulsivos de los derechos humanos. Los generadores de guerras, hambre, muerte, desolación y destrucción.

Ya oí tus audios pergeñando tu «marchita marchanta» junto a algunas joyas de la corona del mercenarismo.

¿Tanto pesa tu angurria material, que pones en la cuerda floja la paz de tu pueblo?

¿No te gusta lo que eligió la mayoría?…

¡¡¡¡Pues bienvenido a la democracia!!!!

Así funciona: vale lo que quiere la mayoría y créeme que si en Cuba, la mayoría hubiera elegido por NO, al sistema de gobierno que tienen, yo sería la primera en apoyar al pueblo.

Hay un dicho que reza: Si usted no da una solución al problema, usted es parte del problema.

¿Qué modelo de país imaginas tú?

Disneyworld es fantasía y Narnia no existe… recorre el mundo y mira la otra cara de la moneda neoliberal.

¿Qué te hace pensar que tú y los tuyos, quedarán del lado de los ricos, en esta cara y cruz del capitalismo?

Sí que eres ignorante.

¡¡¡Sueña Yunior… sueña!!!

Sueña pertenecer a esa élite que te miente tanto.

Mientras, tú hueles: hueles a traición…

Esto que te digo no es un agravio, sino es la evidencia que tus propias acciones sacan a la luz; es lo que tú exudas, como la adrenalina con el miedo.

Se te nota: tú sabes sobre derechos humanos como yo sobre la constante de Planck y la física cuántica…

En derechos humanos te aventajo: sé, de hecho me diplomo en ellos, en Seguridad Ciudadana.

Así que ve a otro huerto a sembrar cizaña, que mientras esta amiga de Cuba esté en pie, alzará la voz para desenmascarar a farsantes como tú.

Ojalá tuvieras argumentos para debatir…

Ojalá no funcionaras con el chip de la conveniencia…

Ojalá lograras la Green Card, ya que todas tus acciones nos muestran tus aspiraciones.

Ejercer derechos es saber en primer lugar respetar las obligaciones.

RESPETO.

RES-PE-TO.

Algo que no aprendiste.

El 15 N-Cuba, será tu versión local de la payasada de Otaola en el 24 O-Vaticano.

Al igual que tus amos del norte, llegarás al punto en que están los yankees: que no pueden ganar, no quieren perder y no saben negociar…

Si amas a tu pueblo, en verdad, esa marcha del 15 N deberías abortarla; recoge las migajas de dignidad que te quedan, y entiende que ser digno muchas veces implica retrocesos y ajustes.

Antes bien construye y elévate con la altivez de los hombres justos y muestra que sí eres capaz de hacer cosas grandes, realmente grandes.

La humildad de reconocer los desaciertos, es una de ellas.

¡¡Si marchas, ir preso por contravencionar la ley, sería el menor de tus problemas!!

¿El peor?

Que inscribirás tu nombre, para toda la eternidad en el inconsciente colectivo de tu pueblo como un triste fantoche y traidor más que pasó con pena… y sin gloria…

A estas alturas… Se te nota mucho que eres como el felpudo de la puerta de entrada, donde los yankees limpian sus pies…

Ningún Robin Hood de nada eres.

¡¡¡¡Ya no fantasees tanto dramaturgo, que a gente como tú en mi barrio le llamamos traidores!!!!

Recuerda: UNO ES AMO DE SUS SILENCIOS Y ESCLAVO DE SUS PALABRAS.

El mundo te observa

Yo entre ellos,

Karina Silvina Krenn (Kari Krenn) escritora argentina,  especializada en poesía contemporánea, autora del libro Poémame, entre angustias y esperanzas, publicado en 2019, también  doctora Honoris Causa en Creatividad, Humanidad y Cultura Internacional, título otorgado por IFCH y Mil Mentes por México en su perfil de Facebook, compartió con sus lectores palabras dirigidas a Yunior García, quien se presenta como un “patriota preocupado” por los derechos de todos los cubanos, utilizando un discurso cargado de hipocresía y de mensajes dirigidos a confundir y movilizar sentimientos de solidaridad con sus posiciones, pretendiendo ocultar los sórdidos intereses que lo mueven.

Tomado de: Cuba en Resumen

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Barcelona en pantalla. Una ciudad en el cine

Autora: Sara Antoniazzi

Barcelona retratada a través del cine muestra sus transformaciones en diversas películas rodadas desde mediados del siglo XX hasta la actualidad.

El cine, como la literatura o la fotografía, tienen la capacidad de reflejar las transformaciones sufridas por una ciudad a lo largo de su historia, y al mismo tiempo participa en la construcción del imaginario asociado a ella, influyendo en nuestra manera de percibirla y recordarla. Este libro realiza un recorrido a través de diversas películas rodadas en Barcelona desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, un lapso de tiempo en el que tanto la fisionomía como la imagen de la ciudad han sufrido grandes cambios. Así, la autora toma el cine como una fuente histórica para investigar la evolución sufrida por la ciudad en las últimas décadas, a la vez que lo caracteriza como un instrumento capaz de influir en la percepción del espacio urbano y en la construcción de su imagen, lo que contribuye, de forma más o menos voluntaria, a su promoción y comercialización en el mercado turístico global.

Sara Antoniazzi. Doctora en Lenguas, Culturas y Sociedades Modernas por la Università Ca’ Foscari de Venecia, donde actualmente enseña literatura y cultura catalana, y doctora en Humanidades por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Sus principales campos de investigación son la literatura española y catalana del siglo XX, el cine europeo y las representaciones literarias y cinematográficas de la ciudad de Barcelona. Barcelona en pantalla es su primer libro.

Tomado de: Editorial Catarata

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La teoría de la dependencia desde el mirador de Galeano

Eduardo Galeano, escritor uruguayo (1940-2015)

Por Claudio Katz

Las Venas Abiertas de América Latina comienza con una frase que resume la esencia de la Teoría de la Dependencia. “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos”1. Esta breve oración ofrece una imagen concentrada y altamente ilustrativa de la dinámica de la dependencia. Por esa razón ha sido citada en infinidad de oportunidades para retratar el status histórico de nuestra región.

El libro de Galeano es un texto clave del pensamiento social latinoamericano, que confluyó con la gestación de la Teoría de la Dependencia y contribuyó a popularizar esa concepción. La primera edición de ese trabajo coincidió con el auge general del enfoque dependentista. Pero en todas sus páginas exhibió una especial afinidad con la vertiente marxista de esa teoría, que desenvolvieron Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos y Vania Bambirra. Esa mirada postuló que el subdesarrollo latinoamericano obedece a la pérdida de recursos que genera la inserción internacional subordinada de la región.

Galeano difundió precozmente ese enfoque en Uruguay y su libro repasa la historia latinoamericana en clave dependentista. Ilustra en forma muy acabada cómo el “modo de producción y la estructura de clases han sido sucesivamente determinados desde fuera, mediante una infinita cadena de dependencias sucesivas…que nos llevaron a perder incluso el derecho de llamarnos americanos”. Recuerda que “como parte del vasto universo del capitalismo periférico”, la región “quedó sometida al saqueo y a los mecanismos del despojo”2.

Esa caracterización del desenvolvimiento frustrado de América Latina empalmaba en los años 70 con una amplia producción historiográfica de mismo signo. Esos estudios detallaban los impedimentos que impuso la dependencia a la repetición de la expansión lograda por la economía estadounidense. Galeano retomó una óptica muy semejante a la expuesta por las investigaciones de Agustín Cueva y Luis Vitale3.

El pensador uruguayo desarrolló una sintética historia de la región focalizada en los cuatro componentes del marxismo latinoamericano de la época. Denunció el despojo de los recursos naturales, criticó la explotación de la fuerza de trabajo, remarcó la resistencia de los pueblos y adscribió a un proyecto socialista de emancipación.

Galeano desenvolvió su texto combinando varias disciplinas y alumbró un relato que impacta por su belleza literaria. Su calidez conmociona al lector y genera un efecto explícitamente buscado por el libro.

El escritor oriental decidió difundir un “manual de divulgación que hable de economía política con el estilo de una novela de amor”. Y logró un éxito arrollador para esa sorprendente empresa. Galeano comentó que siguió el camino de “un autor no especializado”, que se ha embarcado en la aventura de desentrañar los “hechos que la historia oficial esconde”4. Abordó ese objetivo con un lenguaje alejado de las “frases hechas” y distanciado de “las fórmulas declamatorias”. Consiguió consumar en un impactante ejemplar ese ambicioso propósito.

Galeano dejó atrás el acartonamiento, el academicismo y el discurso frío. Utilizó un lenguaje que sacudió a millones de lectores e inauguró un nuevo código para visibilizar la dramática realidad latinoamericana. La Venas Abiertas inspiró a una legión de escritores que adoptaron, desarrollaron y enriquecieron esa forma de retratar el despojo y la opresión que sufre nuestra región.

Afinidades conceptuales y teóricas

Galeano se alineó con la corriente radical de la dependencia liderada por Marini y Dos Santos, en franca contraposición con la vertiente ecléctica y descriptiva que encabezó Fernando Henrique Cardoso. La afinidad de las Venas Abiertas con la primera concepción se verifica en todos los enunciados del libro.

En ese trabajo no se limitó a describir retrasos económicos resultantes de modelos políticos desacertados, ni observó a la dependencia como un rasgo ocasional o meramente negativo. Tampoco auspició las asociaciones con el capital extranjero que Cardoso promovía como solución al atraso de la región. Cuando ese intelectual asumió la presidencia de Brasil se desdijo de sus viejos textos, repudió su pasado y objetó sus propios escritos. Pero la semilla de su involución neoliberal estaba presente en el abordaje de la dependencia que postuló polemizando con Marini y Dos Santos.

La visión de Galeano fue también distante de la CEPAL. En ninguna parte del libro se esbozan ilusiones heterodoxas en la superación del subdesarrollo regional, mediante una industrialización capitalista comandada por la burguesía nacional. El proteccionismo y la regulación estatal no son ponderados como los caminos a transitar, para erradicar los padecimientos económicos de América Latina.

La oposición a ese curso se verifica también en las incontables críticas a la impotencia de las clases dominantes locales, para encarrillar alguna modalidad efectiva de desenvolvimiento regional. Se resalta esa incapacidad para comandar un crecimiento industrial semejante al conseguido por las poderosas economías centrales.

Ese cuestionamiento era el eje del programa político inaugurado por la revolución cubana, y conceptualizado por la teoría marxista de la dependencia. Este enfoque propiciaba un tránsito directo y sin interrupciones hacia el socialismo, soslayando cualquier etapa intermedia de capitalismo nacional.

Las Venas Abiertas se inscribe en esa corriente de pensamiento y comparte el entusiasmo generado por el éxito inicial de la revolución cubana. En numerosos párrafos irrumpe el espíritu del Che, la tónica romántica y la esperanza en el triunfo de los proyectos radicalizados. También enfatiza las raíces históricas de las luchas populares en toda la región.

Galeano no olvida en ningún momento el cimiento económico estructural de la dependencia que remarcaban los estudios Gunder Frank. Pero a diferencia de esos trabajos subraya la gravitación de las resistencias populares. No habla sólo de estaño, minería, latifundio y plantaciones. Remarca la gesta de Louverture en Haití, la rebelión de Tupac Amaru en Perú y la acción de Hidalgo en México.

El libro rescata esas tradiciones de lucha popular destacando cómo la historia oficial diluye la visibilidad de esas resistencias. Recuerda que ese operativo de ocultamiento, frecuentemente empuja al propio oprimido a asumir como suya “una memoria fabricada por el opresor”.

Galeano no sólo detalla de qué forma América Latina se estructuró durante siglos a partir de la explotación de los indios y la esclavitud de los negros. También resalta que los sujetos afectados por esa expoliación reaccionaron con revoluciones y levantamientos. Esas sublevaciones abrieron un horizonte alternativo de liberación.

Las Venas Abiertas recuerda, además, el nexo de esas rebeliones con la asignatura pendiente de la integración regional, que legó el proyecto inconcluso de Bolívar. Ese énfasis en el papel insurgente de los pueblos ilustra la afinidad de Galeano con el proyecto político revolucionario de la Teoría de la Dependencia.

Primarización y extractivismo

La sintonía de un libro escrito hace cincuenta años, con una concepción marxista en boga en esa época no constituye ninguna sorpresa. Pero resulta más problemático desentrañar la actualidad de ambas miradas. ¿En qué terrenos se verifica la vigencia de las Venas Abiertas y del dependentismo?

Hay muchos fragmentos de un libro escrito en 1971 que parecen aludir a situaciones del 2021. Esos aspectos perdurables del texto (y de la teoría que lo inspiró) obedecen a la condición dependiente de América Latina y se corroboran ante todo en el extractivismo.

La especialización exportadora de la región en productos básicos -que bloqueó su desenvolvimiento en el pasado- continúa obstruyendo el despegue de la zona. Ese impedimento confluye, además, con un inédito agravamiento del deterioro del medio ambiente. La minería a cielo abierto concentra gran parte de esas calamidades y se ha convertido en el epicentro de numerosos conflictos en todos los países.

Primarización y extractivismo son los dos términos actualmente utilizados, para denunciar la obstrucción al crecimiento productivo e inclusivo, que Galeano destacaba hace cinco décadas. En las Venas Abiertas se describe cómo la sumisión de la región al mandato externo de los precios de las commodities genera ese ahogo.

Pero esa vulnerabilidad ya no es vista en la actualidad como un simple efecto de inexorables procesos de desvalorización de las exportaciones básicas. Muchos economistas han desentrañado la dinámica cíclica de esos precios en el mercado mundial y han estudiado el complejo proceso de sucesivos encarecimientos y abaratamientos de las materias primas. El gran problema radica en que esas fluctuaciones siempre obstruyen el desenvolvimiento por la condición dependiente de toda la región.

América Latina nunca aprovecha los momentos de valorización de las exportaciones e invariablemente padece los períodos opuestos de depreciación. En la coyuntura actual de altos precios, esas adversidades se verifican por ejemplo en el encarecimiento de los alimentos. La exportación de trigo y carne se ha tornado una desgracia para adquisición cotidiana de pan y el consumo de proteínas.

Galeano describió una desventura económica resultante del adverso manejo de la renta agraria, minera y energética en toda la región. La gravitación de esa remuneración a la propiedad de los recursos naturales se acentuó en las últimas décadas. Las grandes potencias disputan -con la misma intensidad que en el pasado- el apreciado botín de las riquezas latinoamericanas. La región continúa sufriendo la confiscación sistemática de ese excedente, en una dinámica que combina la erosión de la renta con su expropiación.

Actualmente Estados Unidos disputa con China (y en menor medida con Europa) la apropiación de los recursos naturales de la región. Los colosos mundiales ya no acaparan sólo excedentes de granos o carne. También capturan minerales estratégicos como el litio y depredan sin ninguna freno la fauna marina.

A diferencia de otras economías no metropolitanas (como Australia o Noruega) que aprovechan la renta para su desenvolvimiento, América Latina sufre el drenaje de ese excedente. No logra transformarlo en inversión productiva por el lugar subordinado que ocupa en la división global del trabajo. Ese sometimiento explica también el comercio desfavorable con los grandes adquirientes de las exportaciones de la zona.

América Latina no negocia en bloque sus intercambios con China y los resultados de las tratativas país por país son invariablemente adversos. Las desventuras que retrató Galeano hace cincuenta años vuelven a reciclarse en la actualidad.

Repliegues de la industria

En las Venas Abiertas se describe cómo los procesos históricos de industrialización quedaron obstruidos en América Latina por las políticas librecambistas. Ese “industricidio” aniquiló las manufacturas del interior en Argentina y destruyó el incipiente desenvolvimiento de Paraguay, que buscaba introducir los cimientos de una estructura fabril independiente. Posteriormente las redes ferroviarias gestadas en torno a los embudos portuarios afianzaron el ahogo industrial. La mano visible del estado no intervino -como en Estados Unidos- para asegurar el despunte de un poderoso tejido fabril.

Ese ahogo industrial fue parcialmente modificado en la segunda mitad del siglo XX por los procesos de sustitución de importaciones. Ese modelo alumbró el surgimiento de estructuras industriales frágiles, pero ilustrativas de la potencial expansión manufacturera. Galeano escribió su libro en el ocaso de ese esquema y al cabo de cincuenta años, el panorama industrial es nuevamente desolador en el grueso de América Latina.

La actividad fabril se ha replegado en Sudamérica y tiende a especializarse en Centroamérica en los eslabones básicos de la cadena global de valor. Este adverso escenario es frecuentemente descripto con retratos de una “desindustrialización precoz” de la región, que difiere por su mayor nocividad de las deslocalizaciones prevalecientes en las economías avanzadas. En todos los rincones de América Latina se ha profundizado el distanciamiento con la industria asiática y muchos emprendimientos fabriles desaparecen antes de alcanzar su madurez.

En los países medianos ese deterioro afecta al modelo forjado para abastecer el mercado local. En Brasil el aparato industrial perdió la dimensión de los años 80, la productividad se ha estancado, el déficit externo se expande y los costos aumentan al compás de una creciente obsolescencia de la infraestructura. En Argentina el declive es mucho mayor.

También el modelo de las maquilas mexicanas afronta graves problemas. Continúa ensamblando partes de las grandes fábricas estadounidenses, pero ha perdido gravitación frente a los competidores asiáticos. La renegociación del tratado de libre comercio con Estados Unidos dio simplemente lugar a otro convenio (T-MEC), que renueva la adaptación de las fábricas fronterizas a las necesidades de las compañías del Norte.

El grueso de los países de la región continúa negociando (y aprobando) convenios de libre comercio que erosionan el tejido económico local. En todos los casos se afianza la desprotección interna frente a la incontrolable invasión de importaciones. Esa adversidad no ha frenado las tratativas del MERCOSUR para suscribir un convenio de libre-comercio con la Unión Europea, ni tampoco las negociaciones de acuerdos unilaterales con China.

La regresión industrial que afecta a la región actualiza todos los desequilibrios del ciclo dependiente que estudiaron los teóricos de la dependencia. En los años 70 resaltaban el sistemático drenaje de recursos que afectaba al sector manufacturero, a través del giro de utilidades. El mayor predominio de los capitales foráneos acentuó en las últimas décadas esa obstrucción al proceso local de acumulación.

Pero a diferencia de los años 70 el retroceso actual de la industria latinoamericana coexiste con el gran despunte de sus equivalentes asiáticos. Basta observar el ensanchamiento de la brecha que separa a Corea del Sur con Brasil o Argentina para notar la magnitud de ese cambio. Mientras que América Latina era funcional al viejo modelo de mercados internos del capitalismo de posguerra, el Sudeste Asiático tiende a optimizar el salto registrado en la internacionalización de la producción.

Muchos autores heterodoxos suponen que la divergencia entre ambas zonas sólo obedece a la implementación de políticas económicas contrapuestas. Estiman que los asiáticos optaron por el camino acertado que desecharon por sus pares de América Latina. Pero esa mirada olvida todos los condicionamientos estructurales que impone la maximización de la ganancia en la división mundial del trabajo.

Las tesis dependentistas resaltan ese condicionamiento que el libro de Galeano también detalla. Allí se explican las adversidades históricas estructurales que afronta la región.

Desposesión y explotación

Las Venas Abiertas denuncia los sufrimientos de la población explotada en todos los rincones de América Latina. No habla sólo de la esclavitud y el servilismo del pasado. Describe las condiciones inhumanas de trabajo que imperaban hace cinco décadas. La actualidad de esas observaciones es particularmente impactante en el dramático contexto actual de deterioro social.

El neoliberalismo no sólo agravó el desempleo y la informalidad laboral. Afianzó además un terrible ensanchamiento de las brechas de ingresos, en la región más desigual del planeta. Esa polarización explica la aterradora escala de la violencia que impera en las grandes ciudades. De las 50 urbes más peligrosas del planeta 43 se localizan en América Latina.

La degradación social que afecta a la región, en gran medida obedece a la renovada expulsión de campesinos que impuso la transformación capitalista del agro. Esa mutación potenció la descontrolada expansión de una masa de excluidos que arriba a las ciudades para ensanchar el ejército de los desocupados. La carencia de trabajo en las grandes urbes y la bajísima remuneración de los empleos existentes explican el enorme acrecentamiento de la informalidad. En este marco se ha masificado la narco-economía como refugio de supervivencia.

La especialización latinoamericana en exportaciones básicas es complementada en algunas economías de Centroamérica por el desarticulado crecimiento del turismo. Es la única actividad creadora de empleos en muchas localidades de esa región. En todos los casos, la ausencia de puestos de trabajo multiplica la emigración y la consiguiente dependencia familiar de las remesas. Enormes contingentes de jóvenes desempleados tienen simultáneamente vedado el arraigo y la emigración. No encuentran ocupación en sus localidades de origen y son perseguidos al ingresar en Estados Unidos

Los promedios regionales de pobreza continúan desbordando en América Latina al segmento precarizado y afectan a una enorme porción de los trabajadores estables. Esos datos no han cambiado desde la aparición del libro de Galeano.

También persiste la fragilidad de la clase media, en una región con reducida presencia de ese estrato. En comparación a los países avanzados, los sectores intermedios aportan un colchón muy exiguo, al abismo que separa a los acaudalados de los empobrecidos. Ese segmento está mayoritariamente integrado por pequeños comerciantes (o cuentapropistas) y no por profesionales o técnicos calificados.

Este adverso escenario se agravó en forma dramática durante la pandemia del último bienio. En términos porcentuales, América Latina fue la región con más contagios y fallecidos del planeta y sufrió también el mayor impacto económico-social de la infección.

La caída del PBI duplicó en la zona los promedios internacionales y ese deterioro profundizó la desigualdad. El 50% de la masa laboral (que sobrevive en la informalidad) fue severamente afectado por la retracción económica que impuso el coronavirus. Esos sectores debieron acrecentar sus deudas familiares para contrarrestar la brutal caída de ingresos.

También la brecha digital se acentuó en toda la región e impactó con gran dureza a los niños empobrecidos que perdieron un año de escolaridad. Ese deterioro de la educación genera efectos explosivos por su entrelazamiento con la creciente precarización laboral. Las grandes empresas aprovechan el nuevo escenario para reducir costos laborales, con nuevas formas de teletrabajo que multiplican la explotación de los asalariados.

En las últimas cinco décadas los capitalistas recurrieron a numerosos mecanismos, para compensar su debilidad internacional con mayor explotación de la fuerza de trabajo. Por esa razón la brecha de salarios que separa a la región con las economías centrales se expandió en forma muy significativa. La tendencia mundial a la segmentación laboral -entre un sector formal-estable y otro informal-precarizado- presenta en América Latina una escala pavorosa.

Esa disparidad corrobora la vigencia del diagnóstico dependentista y confirma la continuidad de los mismos problemas que Galeano observó en el mundo trabajo. Cincuenta años después todas sus observaciones se corroboran a otra escala.

La vieja pesadilla del endeudamiento

En las Venas Abiertas se denunciaba la triplicación de la deuda externa entre 1969 y 1975 y el consiguiente afianzamiento de un círculo vicioso que ahoga a la economía de la región. Ese encadenamiento obliga a Latinoamérica a seguir un libreto de aumento de las exportaciones, extranjerización industrial y auditoría de los banqueros que impone el FMI. Galeano señalaba que esas exigencias consolidan a su vez la acción de los capitalistas estadounidenses, que controlan gran parte de la región mediante el manejo de las finanzas.

En los últimos cincuenta años esa pesadilla se mantuvo sin cambios estructurales y acentuó los desequilibrios fiscales y los déficits externos, que engrosan los pasivos y precipitan nuevas crisis.

Durante la era neoliberal se registraron períodos de distinta gravedad de ese vasallaje financiero. En la década pasada la apreciación de las materias primas y el ingreso de dólares permitieron cierto alivio, pero cuando el respiro comercial desapareció el endeudamiento resurgió con gran intensidad. En la actualidad el FMI (y los fondos de inversión) intervienen nuevamente en forma protagónica, en la administración de una deuda inmanejable.

En los momentos más dramáticos de la pandemia el FMI emitió hipócritas mensajes de colaboración. Pero en los hechos se limitó a convalidar un irrisorio alivio del pasivo entre un grupo minúsculo naciones ultra-empobrecidas. Repitió la actitud asumida frente a la crisis del 2008-2009, cuando combinó convocatorias formales a la regulación internacional de las finanzas con mayores exigencias de ajuste para todos los deudores.

La tradición dependentista ha evitado el análisis del endeudamiento en simple clave de especulación financiera. Destaca que el creciente peso de los pasivos expresa la fragilidad productiva y comercial del capitalismo dependiente. La vulnerabilidad financiera de América Latina sólo complementa esas inconsistencias.

Hay agobio con el pago de intereses, con refinanciaciones compulsivas y con cesaciones de pagos por el perfil subdesarrollado de economías primarizadas, signadas por la flaqueza de la industria y la elevada especialización en servicios básicos. El endeudamiento no se dispara sólo por el “saqueo de los financistas”. Refleja la creciente debilidad estructural de los procesos de acumulación.

La región no está exenta del proceso de financiarización que caracteriza a todas las clases dominantes del planeta. Pero la mutación central que se ha verificado en América Latina ha sido la transformación de las viejas burguesías nacionales en nuevas burguesías locales.

El texto de Galeano estaba aún inscripto en el primer período. Desde ese momento han perdido gravitación los grupos capitalistas que privilegian la expansión de la demanda con producciones orientadas al mercado interno. Ganaron peso los sectores que priorizan la exportación y prefieren la reducción de costos a la ampliación del consumo.

Ese giro confirmó también todos los diagnósticos dependentistas sobre el entrelazamiento del gran capital latinoamericano con sus pares del exterior. La localización de grandes fortunas locales en los paraísos fiscales y la estrecha asociación gestada por las principales compañías de la región con empresas transnacionales, ilustran esa simbiosis. El endeudamiento que denunciaba Galeano apuntaló esa mutación de las clases dominantes.

Crisis tormentosas

El libro del escritor uruguayo conmueve por el desgarrador retrato que presenta de la realidad cotidiana de América Latina. Ese escenario está condicionado por la sistemática irrupción de las agobiantes crisis que impone el capitalismo dependiente. Estas convulsiones derivan, a su vez, del estrangulamiento externo y del periódico recorte interno del poder adquisitivo.

La era neoliberal que sucedió a la aparición de las Venas Abiertas estuvo signada por crisis económicas más frecuentes e intensas, que precipitaron mayores recesiones e indujeron gigantescos socorros de los bancos. Esas turbulencias fueron invariablemente desencadenadas por los estrangulamientos del sector externo, que generan los desequilibrios comerciales y la pérdida de recursos financieros.

Como las economías latinoamericanas dependen del vaivén de precios de las materias primas, en los períodos de valorización exportadora afluyen las divisas, se aprecian las monedas y se expanden los gastos. En las fases opuestas los capitales emigran, decrece el consumo y se deterioran las cuentas fiscales. En el pico de esa adversidad irrumpen las crisis.

Esas fluctuaciones magnifican a su vez el endeudamiento. En los momentos de valorización financiera los capitales ingresan para lucrar con operaciones de alto rendimiento y en los períodos inversos se generaliza la emigración de los capitales. Estas operaciones se consuman engrosando los pasivos del sector público y privado.

Otro determinante de las crisis regionales son los periódicos recortes del poder adquisitivo. Esas amputaciones agravan la ausencia estructural de una norma de consumo masivo. La debilidad del mercado interno y el bajo nivel de ingreso de la población explican esa carencia. La expansión de la informalidad laboral, los bajos salarios y la estrechez de la clase media acentúan la fragilidad del poder de compra.

Las dos modalidades de la crisis -por desequilibrio externo y por retracción del consumo- se han verificado en todos los modelos de las últimas décadas. Irrumpieron en forma inicial durante la sustitución de importaciones (1935-1970) y reaparecieron con mayor virulencia en la “década perdida” de estancamiento e inflación (años 80). Alcanzaron una mayor intensidad en el posterior debut del neoliberalismo, como consecuencia de la desregulación financiera, la apertura comercial y la flexibilidad laboral.

La teoría de la dependencia siempre estudió esas tensiones con criterios multicausales y subrayó la ausencia de un sólo determinante de la crisis. Las convulsiones que padece la región son desencadenadas por fuerzas diversas, que combinan los desequilibrios externos con las restricciones del poder de compra.

Esa combinación de determinantes externos e internos tuvo un impacto demoledor en los últimos dos años de pandemia. América Latina padeció la mayor contracción planetaria de horas de trabajo, en consonancia con retrocesos del mismo porte de los ingresos populares. Al cabo de un quinquenio de estancamiento, el Covid acentuó un descomunal deterioro de la estructura productiva. Para colmo de males los indicios de recuperación son tenues y los pronósticos de crecimiento son inferiores al promedio mundial. Otro capítulo de las Venas Abiertas ha padecido la región en el “Gran Confinamiento” del último bienio.

El escenario político

La afinidad de las Venas Abiertas con la Teoría de la Dependencia no se limita al estrecho ámbito de la economía. En la tradición expositiva de esta última concepción, el libro evita abrumar al lector con meras cifras e intrincadas estadísticas. Subraya con ejemplos la incidencia de la dominación imperialista sobre el subdesarrollo regional. Denuncia especialmente los golpes de estado, que siempre han manejado las embajadas estadounidenses para instalar gobiernos favorables a las grandes empresas del Norte.

Al cabo de 50 años esa intromisión de Washington persiste con más disfraces, pero con el mismo descaro del pasado. Estados Unidos intenta actualmente recuperar su deteriorada hegemonía mundial reforzando su control de América Latina, a fin de contener la creciente gravitación de China. La primera potencia está embarcada en utilizar su enorme poder geopolítico-militar para recuperar las posiciones económicas perdidas. Por esa razón la región es nuevamente tratada como un “patio trasero”, sujeto a las normas de sometimiento que estableció la doctrina Monroe.

Estados Unidos busca reducir el margen de autonomía de los tres países medianos de la región. Exige que Brasil entregue la supervisión del Amazonas, que México refuerce la penetración de la DEA y que Argentina acepte los mandatos del FMI. Como las invasiones directas (tipo Granada o Panamá) ya no son factibles, el Pentágono refuerza sus bases en Colombia y auspicia incontables conspiraciones contra Venezuela.

Trump implementó ese libreto con brutalidad y Biden se apresta a continuarlo con buenos modales. Necesita recomponer la deteriorada dominación de Norte y reduce los excesos verbales de su antecesor para rearmar alianzas con el establishment latinoamericano. Pero al igual que Trump prioriza la disminución de la presencia de China en la región. Todas las iniciativas de la Casa Blanca desmienten la ingenua percepción “que a Estados Unidos ya no le interesa América Latina”. Recuperar la dominación plena del hemisferio es la gran prioridad de Washington.

Por esa razón sostiene a los gobiernos derechistas que actúan como herederos de las dictaduras que denunciaba Galeano. Al igual que los teóricos dependentistas, el pensador oriental indagaba en los años 70 el pilar coercitivo de todos los sistemas políticos latinoamericanos. Retrataba cómo las tiranías implementaban distintos modelos de totalitarismo y remarcaba la primacía ejercida por las burocracias militares en la gestión del estado.

En el período pos-dictatorial de las décadas siguientes ese esquema fue sustituido por diversas modalidades de constitucionalismo, que combinaron políticas económicas neoliberales con la forzada aceptación de las conquistas democráticas.

Pero al cabo de varias décadas, los regímenes derechistas intentan recuperar nuevamente predominio al compás de una restauración conservadora. Actúan a través de gobiernos reaccionarios continuados, novedosas capturas electorales y reiterados golpes institucionales. En el último bienio de pandemia militarizaron sus gestiones e instauraron estados de excepción con creciente protagonismo de las fuerzas armadas.

La derecha regional opera actualmente en forma coordinada para establecer regímenes autoritarios. No promueve las tiranías militares explícitas de los años 70, sino formas disfrazadas de dictadura civil. Entre sus exponentes persiste una visible división entre personajes extremistas y moderados, pero todos unifican fuerzas en los momentos decisivos.

Los derechistas implementan una estrategia común de proscripción de los principales dirigentes del progresismo. Recurren a imaginativos mecanismos para inhabilitar opositores e instrumentan golpes parlamentarios, judiciales y mediáticos. Aspiran a lograr el brutal control de los gobiernos que retrataba el texto de Galeano. Han recreado, además, los discursos primitivos de la guerra fría y las campañas delirantes contra el comunismo que propagaban cuando se publicó la primera edición de las Venas Abiertas.

Pero todas las figuras de la derecha regional afrontan una gran erosión política por su responsabilidad en las desastrosas gestiones del estado. Deben lidiar además con el gran resurgimiento de la movilización popular.

En tres bastiones del neoliberalismo (Colombia, Perú y Chile) se han verificado revueltas callejeras de enorme masividad y en otros casos, las protestas permitieron reinstalar el gobierno progresista desplazado por un golpe militar (Bolivia). En distintos rincones del hemisferio despunta una tendencia convergente al reinicio de las rebeliones, que convulsionaron a Latinoamérica a principio del milenio.

Un símbolo de nuestras luchas

En las Venas Abiertas hay una repetida convocatoria a construir una sociedad no capitalista de igualdad, justicia y democracia. Ese mensaje está presente en varios pasajes del texto. Galeano compartía con los teóricos de la dependencia el objetivo de apuntalar un proyecto socialista para la región.

En los años 60-70 se esperaba avanzar hacia meta al cabo de victoriosas revoluciones populares. Esa expectativa tuvo corroboración en las rebeliones anticoloniales, el protagonismo del Tercer Mundo y los triunfos de Vietnam y Cuba.

Posteriormente predominó una etapa inversa de expansión del neoliberalismo, desaparición del denominado “campo socialista” y reconfiguración de la dominación global. Pero en América Latina resurgieron las esperanzas con las rebeliones que singaron el inicio del nuevo siglo, facilitando el despunte del ciclo progresista y la aparición de varios gobiernos radicales. El contexto actual está signado por una disputa irresuelta y por la persistente confrontación entre desposeídos y privilegiados.

Ese choque incluye revueltas populares y reacciones de los opresores. En un polo aflora la esperanza colectiva y en el otro el conservadurismo de las elites. Las victorias significativas coexisten con preocupantes retrocesos, en un marco signado por la indefinición de los resultados. Está pendiente el resultado de la batalla que opone los anhelos de los pueblos con los privilegios de las minorías.

Las Venas Abiertas es texto representativo de esa lucha y por esa razón es periódicamente redescubierto por la juventud latinoamericana. Lo mismo ocurre con la Teoría Marxista de la Dependencia. Ese instrumento teórico recobra auditorio por la explicación que aporta para entender la dinámica contemporánea de la región. Suscita el interés de todos los interesados en cambiar la agobiante realidad de la región.

Chávez le regala a Obama un ejemplar de Las venas abiertas de América Latina

El libro de Galeano y el dependentismo comparten la misma recepción entre las nuevas generaciones que recuperan los ideales de la izquierda. Las Venas Abiertas es un verdadero emblema de los ideales transformadores. Por esa razón en abril del 2009 durante la Quinta Cumbre de las Américas, el presidente Chávez le regaló públicamente un ejemplar del libro a Barak Obama. Con ese gesto subrayó cuál es el texto que sintetiza los sufrimientos, los proyectos y las esperanzas de toda la región.

Galeano personificaba esos ideales y también generaba una inigualable fascinación entre el público. Transmitía calidez, sinceridad y convicción. Sus palabras convocaban a forjar un futuro de hermandad e igualdad y la renovación de ese compromiso es el mejor homenaje a su obra.

1 Galeano, Eduardo. Las venas abiertas de América Latina, Siglo XXI. 1971, México (pag 15)

2 Galeano Eduardo. Las venas abiertas de América Latina, Siglo XXI. 1971, México (pag 16-23)

3 En nuestro libro sobre el tema analizamos todos los autores y concepciones mencionados en este artículo. La teoría de la dependencia, 50 años después, Batalla de Ideas Ediciones, Buenos Aires, 2018.

4 Galeano, Eduardo. Las venas abiertas de América Latina, Siglo XXI. 1971, México (pag 339-363)

Tomado de: Alainet

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Retratos de Chinolope

Guillermo Fernando López Junqué «Chinolope» (1932- 2021)

Por Mario Luis Reyes

Chinolope es un gran fotógrafo y vive al final de un pasillo en Marianao. Chinolope tiene 84 años y, si lo miramos de cierto modo, ha sido olvidado. No le queda más esperanza que su esposa. Las condiciones de vida de Chinolope hoy en día son precarias.

Su casa se encuentra protegida por una reja metálica y una vieja puerta de madera. La cocina y la sala es lo primero que se distingue desde la entrada. Detrás de un refrigerador americano marca Hotpoint, desgastado por el tiempo como casi todo en la habitación, se adivina una puerta pequeña. El baño, supongo. Tres fotos de Víctor Manuel, una del Che y otra de Lezama Lima decoran la sala, junto a una mesa de madera, un librero y varias cajas sobre un estante.

Chinolope vive con Esperanza Rodríguez, su esposa. Esperanza es una mujer de gran cultura, adquirida en París, ciudad en la que vivió alrededor de diez años y de la cual trajo un título de Licenciatura de La Sorbona y una extraña forma de pronunciar la erre. Esperanza conoce la obra de Chino casi tanto como él.

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Isabel Junqué e Inochi Guendai fueron los padres de Fernando López Junque, Chinolope. Isabel fue una “mulata a peso completo”, muy bella, que se ganaba la vida cantando, me cuenta, aunque prefiere no hablar del tema, que le provoca tristeza. Inochi fue un japonés que llegó misteriosamente a Cuba en barco. Tras conocer a Isabel, se fueron a vivir juntos a Jesús María, barrio de la Habana Vieja, donde en una pequeña casa nació el Chino, en 1932, aunque apareció inscrito en 1937. Chino nació de pie y, dicen, estuvo aproximadamente dos horas muerto.

La estancia de Inochi en La Habana fue menos que breve.

–Mi padre logró abrir una bodega al lado de la casita donde vivíamos con dinero que había traído de Japón. Mi madre contaba que era un hombre bueno, tranquilo, aunque de carácter muy fuerte. Un día aparecieron dos japoneses, con sus moñitos amarrados y todo, agarraron a mi padre, quien no se pudo ni despedir de nosotros. Mi mamá me escondió, con miedo de que nos mataran. Cuando regresamos a la casa, mi padre no estaba, nunca lo volvimos a ver, yo prácticamente no lo conocí. A partir de este momento pasamos muchas dificultades, sobre todo económicas, nos mudamos tantas veces que creo que recorrimos toda La Habana.

Para combatir la miseria, y por su intranquilidad característica, desde los cinco años se dedicó a vender periódicos, y por ahí aprendió a escribir. En un inicio, al ser incapaz de leer los titulares, los demás muchachos se burlaban de él cambiándoselos por otros falsos, que inocentemente pregonaba. Nunca asistió a una escuela.

*****

La vida de Chinolope es digna de biografías, y quizá el momento que marca un punto de inflexión en esta ocurrió en Nueva York a fines de los cincuenta.

–Yo me fui a Estados Unidos en una avioneta –dice–. Salí desde la Casa del Helicóptero que estaba por la Habana Vieja, cerca del Sloppy Joe´s. Un amigo me ayudó. En esa época era muy sencillo, no hacía falta pasaporte ni visa ni nada. Te daban cualquier pasaporte (falso). Al principio pasé trabajo en Nueva York, deambulaba por las calles, hasta que conocí a Tatica, que era un músico descendiente de cubanos y puertorriqueños, con quien hice gran amistad. Cuando Tatica terminaba de tocar en los diferentes cabarets, bajaba al público y les hacía fotos a los allí presentes, para luego vendérselas. Un día me dijo: “Chino, hasta un niño tira una foto, lo único que tienes que tener es sensibilidad.”

El 25 de octubre de 1957, Chinolope sintió un tiroteo “de tres pares de cojones”. Acababan de asesinar en la barbería del Hotel Sheraton a Albert Anastasia, líder de la familia criminal Gambino, una de las cinco que controlaba la mafia neoyorquina.

–Empecé a apretar el obturador sin parar, no sé ni cuántas veces. En ese momento un tipo me agarró por el hombro, me montó en un carro y me llevó a un cuarto oscuro. Yo no sabía casi nada de fotografía y pensé que me había jodido. Pero el hombre me dijo: “mira, esta foto la hiciste tú. Tienes talento, cabrón. ¿Qué hacemos contigo?” Yo estaba en shock. Al hombre le parecía inaudito que yo hubiera hecho esa foto. Entonces sacó dos mil dólares del bolsillo y me los dio, eso en aquella época era una fortuna, de verdad.

Chinolope confiesa que le gustaría visitar el Sheraton en la actualidad, “para ver cómo está”. Es una de las pocas veces que lo veo entusiasmado.

–Me traumatizó aquel tiroteo. ¡Tú sabes lo que es ver a una persona baleada! –dice con las cejas arqueadas.

Pero el problema más grande fue cuando llegó a casa de Tatica, quien le dijo:

–Ahora sí tú no te puedes quedar más aquí, porque tú robaste, y eso sí nunca lo hemos hecho.

–Le decía que no, que no, que no había robado –dice Chinolope–, pero él seguía con la idea de que yo no podía haber ganado todo ese dinero, hasta que lo convencí de que encendiera la radio y escuchara la noticia.

Al otro día Life publicó la foto, lo que indirectamente le abrió una puerta a Chino en la famosa revista, donde seguirían apareciendo sus imágenes paulatinamente.

–Yo no viví en Nueva York a tiempo completo, nunca abandoné mi patria, en esa época iba y venía constantemente, era muy sencillo. Lo que marca mi regreso definitivo a La Habana es la muerte de Tatica. Yo creo que lo mató la droga.

Chinolope habla de forma electrizante, como si su generador parpadeara. Por momentos susurra, pero de repente puede despertar en un alarido que nos levante del susto.

*****

Por aquellos años, La Habana estaba llena de mafiosos. Chinolope –confiesa sentir tristeza al recordar esas cosas– le hizo una foto escondido a Santo Trafficante. La foto se publicó en Life a página completa, pero al régimen batistiano no le convenía que aparecieran esas imágenes, no querían documentos gráficos que los vincularan con el mundo del hampa.

–Yo estaba sentado en Sans Souci cuando me agarra Manaza Niño Valdés, que era el guardaespaldas de Ventura. En aquella época te mataban por cualquier cosa, casi te digo que te mataban por ser joven. Niño Valdés me dice: “al fin te encontré, tómate tu último whisky, que tú no regresas a este mundo,” y justo en ese momento aparece Santo y me saluda. Cuando se percata de la situación le chasquea los dedos a Manaza y le dice: “piérdete, piérdete”. Después me preguntó si con la camarita chiquitica que yo tenía le había hecho la famosa foto, le dije que sí, pero intentando convencerlo de que era para inmortalizarlo, y más o menos lo convencí. Trafficante me salvó la vida.

Esta última frase la repite varias veces.

*****

Chinolope, en La Habana de finales de los 50’, ya era un fotógrafo con cierto reconocimiento. Colaboraba asiduamente con Life, Times y Paris Match, revistas de primer nivel fotográficamente hablando. El destacado actor de Hollywood, Errol Flyn, quería subir a la Sierra Maestra acompañado por Chinolope como parte de un documental que estaba realizando, pero no lo lograron. Posteriormente, Andrew Saint George, importante fotógrafo norteamericano relacionado con la agencia Magnum, también empezó a trabajar con Chino.

Con Saint George sí subió finalmente a la Sierra. Ahí retrató a algunos de los barbudos, conoció a Fidel, Raúl, el Che. Todas las fotos fueron adjudicadas a Saint George, aunque Esperanza me cuenta que hace poco vio por casualidad algunas de ellas y fue capaz de reconocer cuáles eran de Chinolope. Además, estos dos fotógrafos estuvieron en la Batalla de Santa Clara, sobre el techo del hoy hotel Santa Clara Libre. Aleida March, en su libro de memorias Evocación, lo confirma. Fue otro momento en que Chinolope tuvo la muerte muy próxima.

Saint George lo alertó de francotiradores que podían hacer diana en el lugar que ellos se encontraban. Chino logró cubrirse, y escuchó muy cerca el impacto de los proyectiles. Saint George se convirtió en uno de sus mejores amigos por esos años. Tras subir a la Sierra, el norteamericano había descubierto cierta simpatía del Chino por Ernesto Guevara. Al triunfar la Revolución, Saint George le propuso a su compadre ir a trabajar juntos a New York, y al recibir la negativa le dijo: “te va a pesar irte con el argentino, vamos conmigo. Si te quedas, entierras tu ingreso a la Magnum”.

Después de la despedida, se perdió el contacto entre ambos.

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A la par de sus aventuras fotográficas, en 1961 Chino conoció quizá a la persona más influyente en su vida, José Lezama Lima. Chinolope ha sido calificado en ciertas ocasiones como “excelentísimo fotógrafo de escritores”, y aunque su obra es mucho más variada, le agradece a Lezama ser su puente más sólido al mundo de la literatura.

–¿Sabes cómo conocí a Lezama? –pregunta con picardía–: buscando libros en una librería de O’Reilly. En esos días estaba leyéndolo, y por su lenguaje tan cargado de símbolos se me hacía difícil entender; entonces aproveché para pedirle al librero que me explicara una de esas metáforas. Me dijo que Lezama Lima era una metáfora como persona, y señalando hacia la puerta añadió: “mira, ahí lo tienes, pregúntale a él.” Me acerqué con cierta timidez y le dije: “maestro, yo quiero que usted me explique esto”, a lo que me respondió: “eso no tiene explicación, solo el tiempo lo puede explicar.” Quedé estupefacto.

Lezama le tomó un cariño bárbaro. No lo agobió, al contrario, le regaló algunos libros y un diccionario.

–Me ponía párrafos completos para que yo memorizara, él consideraba la memoria como un elemento muy importante. Fue muy generoso conmigo, era un hombre de una profundidad y un humanismo enorme. Nunca más nos separamos, hasta su muerte. Yo lo visitaba siempre y él me preguntaba: “¿Chino, que tal de resonancia?”, para que yo lo pusiera al día de lo que estaba sucediendo en la calle. Me dijo algo que nunca olvidaré: “hay quien es culto y es analfabeto, hay quien es analfabeto y es culto, lo que determina es la sensibilidad”.

Chinolope junto a Cortázar y Lezama

Tras el triunfo de la Revolución, Chinolope colaboró con diversos medios de aquella, pero sus trabajos de más peso fueron los que realizó por encargo de Celia Sánchez para “plasmar la realidad y las figuras representativas de aquella época”, por lo que viajó por toda Cuba.

Estas fotos vienen a ser el principio de Estudios Revolución. Chinolope se molestó al tener que entregar siempre, además de las imágenes, los negativos de estas, lo que lo privaba de los derechos de las fotografías. Celia, en aquellos años en que el altruismo era más común de lo que hoy imaginamos, argumentaba que las fotos no le pertenecían a él, sino a la patria, explicación que el Chino nunca ha aceptado del todo. Como consecuencia, hoy gran parte de su obra no le pertenece, no recibe por ella remuneración alguna, y en muchas ocasiones, ni siquiera crédito.

Ante la negativa del fotógrafo a seguir trabajando en esas condiciones, tuvo que intervenir el Che, de quien el Chino presume haber sido amigo, aunque reconoce que tenía un carácter muy difícil, muy fuerte. A petición del Che, Chinolope hizo uno de sus trabajos más representativos. Guevara le solicitó ir a los ingenios azucareros, infiltrarse entre los trabajadores hasta convertirse en uno de ellos, buscando una empatía entre el fotógrafo y los obreros, alegando que esa era la única forma en que podría retratar con autenticidad la realidad de la industria.

De dicha experiencia, surgió el libro Temporada en el Ingenio, con prólogo de Lezama Lima. Según algunos críticos, es la obra que imbrica al Chino con la Revolución Cubana. A partir de Temporada… se empezó a evidenciar claramente una lucha que determinada burocracia ha sostenido en detrimento de la obra y la persona de Chinolope. El libro demoró 17 años en ser publicado, desde el año 70, cuando fue terminado, hasta 1987, fecha de la primera y única edición cubana que ha tenido, gracias a la persistencia de un amigo que lo buscó por cajones y gavetas de la editorial hasta encontrarlo y luego defender a capa y espada su publicación. Lezama, fallecido en 1976, no lo llegó a ver.

Esperanza Rodríguez, tras colocar el álbum sobre la mesa, me comenta:

–Siempre hemos tenido el nudo en la garganta de no tener un libro a la altura de las fotos y del hermoso texto que para él escribió Lezama. Los 17 años que estuvo engavetado no fueron la única afrenta realizada a esta obra, también lo es la inclusión de numerosos grabados para suavizar la presencia de las fotos de Chino. Hace unos años fue publicado en Argentina, pero en un pequeño formato que tampoco nos satisfizo del todo.

Chinolope ha sido un auténtico defensor de la cultura a lo largo de toda su vida, lo que le ha valido problemas en más de una ocasión con la burocracia cultural, muy fuerte en nuestro país y más en aquellos años 70. Todavía en el siglo XXI hay quien considera un acto de irreverencia el de exaltar su obra públicamente.

Al principio de la Revolución se emitieron criterios muy desacertados hacia el Ballet, del que se dijo que era para los burgueses y los homosexuales. Chinolope no estuvo de acuerdo con ello, por lo que le comentó a Lezama su descontento con esta situación y su intención de realizar una exposición fotográfica sobre la figura más deslumbrante del Ballet en aquellos años, Alicia Alonso. Con el apoyo de Haydee Santamaría –quien fuera su jefa gracias al vínculo de Chino con Casa de las Américas–, logró organizar una exposición en la Biblioteca Nacional llamada Espejo en la Plenitud. Figuras como José Antonio Portuondo, Alejo Carpentier, el Padre Ángel Gaztelu, Alicia Alonso y el propio Chino aparecen en la foto que cuelga de un discreto marco en la sala de su casa, tomada presumiblemente el día de la inauguración de la muestra. Esta exposición le valió nuevamente el recelo de algunos sectores.

La guerra de la burocracia contra el Chino fue fuerte. Esperanza cuenta que lo conoció pesando 80 libras, después de la muerte de Lezama, algo que también lo afectó sobremanera. Por ese entonces, trabajaba en Casa de las Américas, donde aún hay un archivo con algunas de sus fotografías.

–Haydee quiso y ayudó mucho al Chino –dice Esperanza–. Ella se preocupaba por su estado de salud, y más cuando él le dijo que comía cada 15 días como Gengis Kan.

*****

Los amigos son piedras angulares en su vida y su obra. Cortázar es uno de los que recuerda con más afecto. “Ese sí era un genio”, es lo primero que Chino dice al recordar su nombre.

El azar hizo coincidir a estos dos hombres horas antes de lo previsto. Ambos caminaban por El Vedado cuando se tropezaron. A Chino le llamó la atención la estatura del argentino.

–Julio anda buscando una dirección, que casualmente era la de María Rosa Almendros, quien trabajaba en Casa de Las Américas y yo la conocía, entonces lo acompañé hasta la puerta de la casa.

Lezama había citado a Chinolope a las seis de esa misma tarde en su casa de Trocadero 162 para darle una sorpresa. Al llegar Chino, Cortázar reaccionó: “pero si ya nos conocemos”. ¿Cómo puede ser?”, dijo Lezama. “Pues estamos en el terreno de lo fantástico”, contestó el argentino.

–Fue una gran amistad, aquí guardo las cartas que me enviaba, muchas veces también mandaba materiales para la fotografía porque sabía que podía ser difícil conseguirlos. Lezama y Cortázar fueron dos grandes amigos, y nuestra relación quedó inmortalizada en la foto que nos hicimos en el restaurante El Patio, de la Plaza de la Catedral. Ellos me dijeron: “ven, ponte con nosotros que si no después no te van a creer”.

Chinolope retrató varias veces a Cortázar, inclusive el libro dedicado al autor de Rayuela en los 100 años de su nacimiento lleva como portada la célebre imagen que Chino le hizo en el malecón habanero. Por su parte, se dice que el personaje del cuento Las babas del diablo está inspirado en el fotógrafo cubano. Cortázar fue un fiel defensor del Chino en los tiempos que la burocracia más se ensañó con este.

*****

Conversar con Chinolope sobre sus amigos lo angustia. Me llama la atención que no hay ni uno vivo entre los que mencionamos, y algunos, como Roque Dalton, fallecieron en dolorosas circunstancias. Chino tiene una foto de Roque comiendo en La Habana, cuando se despidieron en el Hotel Capri, el mismo día en que el poeta partió definitivamente para El Salvador.

–A este lo asesinaron allá, lo mataron sus propios compañeros –dice con amargura.

Mencionar a Severo Sarduy también provoca cierto abatimiento en el rostro del Chino. Esperanza cuenta que ellos intentaron convencerlo para que regresara a Cuba, pero Severo tenía miedo de ser mal recibido. Y luego dice que guardan sus cartas ahí, señalando un estante. Chinolope interrumpe a su esposa y le pide que no hable más del tema, visiblemente afectado. Ella, sin embargo, concluye:

–Es muy penoso todo, el murió en París de SIDA, no logramos que volviera, así es la vida, hay que conformarse.

También me hablan de Cabrera Infante, de quien Chino fue amigo en la época en que el autor de Tres tristes tigres vivía en un solar de La Habana Vieja. Las últimas fotos de Caín en La Habana fueron hechas por el Chino, a petición del mismísimo Carlos Barral, prestigioso editor. Cabrera también intentó convencer alguna vez al fotógrafo de irse de Cuba. Nunca le guardó rencor, pero por esa decisión, la de quedarse, lo consideró un ingenuo, un hombre que no sabía lo que hacía.

*****

Chinolope ya apenas sale de su casa. Aunque se ve ágil para su edad, prefiere evitar accidentes en las maltrechas calles y aceras de Marianao. Tras pasar tanto tiempo encerrado ha adoptado un carácter en ciertos momentos ermitaño, de rechazo al mundo exterior, paradójico en un hombre que basó su vida y obra en andar y desandar La Habana, capturando imágenes extraordinarias.

Chinolope es un fotógrafo de la era analógica, muchas de sus fotos ni siquiera han sido digitalizadas, la mayor parte de su obra, al menos de la que todavía le pertenece, se conserva en negativos, los que se han ido estropeando poco a poco por las condiciones de humedad en que se encuentra su vivienda, donde realmente no hay ningún tipo de ventilación. Una buena parte de sus archivos fotográficos están aún sin explorar. Se queja de la falta de consideración que se ha tenido con su persona y me señala la imagen del Che de más de un metro de largo que cuelga de una pared.

–Pero al Cristo de América nunca lo voy a quitar de aquí –dice.

Y luego:

–Esta casa la han visitado personalidades importantísimas, pero la verdad es que ya prefiero que no venga nadie, me da pena que vean esto.

Chinolope ha retratado a Tennessee Williams, en Estados Unidos y en Cuba, ha retratado a Virgilio Piñera, a Fidel Castro, a Jack Kerouac, a Allen Ginsberg, a Ernesto Guevara, a Víctor Manuel, a Wifredo Lam, a Sindo Garay, a Cesar Portillo de la Luz, a Carlos Fuentes, a René Portocarrero, a Celia Sánchez, a Julio Cortázar, a Albert Anastasia, a Lezama Lima, a El Chori, a Yuri Lotman, a Flora Fong, a Santo Trafficante, a Roque Dalton, a Raúl Castro, a El Caballero de París, a Cabrera Infante, a Severo Sarduy, a Alicia Alonso, a Eduardo Galeano, a Haydee Santamaría, a sí mismo.

Entre las últimas exposiciones que ha realizado se encuentra una dedicada a Virgilio Piñera, “porque mientras a Lezama le zumbaron cinco años de silencio a Virgilio le zumbaron un silencio mucho más largo”. También realizó otra a Cesar Portillo de la Luz, en Santo Ángel, meses antes de la muerte del compositor.

La última exposición de Chinolope fue en la galería Wifredo Lam, que es la galería de Marianao. Chino expuso esa vez las imágenes que conforman el álbum Temporada en el Ingenio, pero como no hubo presupuesto tuvo que recortar las fotos de uno de sus libros para colocarlas en los marcos. Varias personas asistieron a la inauguración. Ahora Chinolope se siente derrotado, no le interesa volver a exponer.

Su vida es una película, y varios cineastas han intentado filmarla, entre ellos Sydney Pollack.

Ya no hace fotos, ni siquiera tiene cámara fotográfica, tampoco camina las calles de La Habana y el Vedado como años atrás. Chinolope vive al final de un pasillo en Marianao. Chinolope tiene 84 años. A Chinolope no le queda más esperanza que su esposa.

Tomado de: El Caimán Barbudo

Nota del editor: El fotógrafo cubano Guillermo Fernando López Junqué conocido por su nombre artístico «Chinolope» falleció en La Habana el 26 de octubre de 2021.

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Nuestra América: La más desigual

Foto Al Mayadeen Español

Por Pasqualina Curcio @pasquicurcio

Entre el 28 de abril y el 31 de mayo se reportaron 3.789 casos de violencia policial contra los manifestantes del Paro Nacional, según la ONG Temblores. ¿Considera que el Gobierno colombiano ha tomado medidas para evitar que sigan ocurriendo estos hechos?

Se cumplen cinco años del asesinato de Berta Cáceres, luchadora social y defensora de pueblos indígenas en Honduras. ¿Consideras que se haga justicia en el caso cuando falta saber quiénes son los autores intelectuales del crimen?

La causa principal y determinante de la pobreza en este mundo es la desigualdad.

Dicen algunos que el socialismo es un fracaso, que genera hambre y miseria. En contraposición, y como parte del discurso hegemónico que ha logrado calar en el imaginario de miles de millones de personas, afirman que el capitalismo es el modelo a seguir. Según ellos, este último es exitoso.

Los hechos y los números muestran todo lo contrario, más del 95% de los países a nivel mundial son capitalistas, y sin embargo, la humanidad está plagada de hambre, pobreza y miseria a pesar de todo lo que se ha producido: desde 1800 hasta 2016, la producción mundial per cápita aumentó 1.234% (Maddison Project Database 2020), es decir, estos últimos dos siglos de capitalismo la producción aumentó en mayor proporción que la población, pero 2.300 millones de personas pasan hambre diariamente y 6 millones mueren todos los años por no tener qué comer. Quienes se encuentran mayoritariamente en estas condiciones son los de la clase trabajadora, los asalariados. ¿Y es que acaso no ha sido la clase obrera la que agregó valor y aumentó la producción con su fuerza de trabajo?

La causa principal y determinante de la pobreza en este mundo es la desigualdad, no es, como algunos dicen, porque se produce poco, mucho menos está asociado al discurso manipulador y malintencionado en el que se afirma que el pobre es pobre porque no es productivo, o porque es flojo, vago y de paso despilfarrador. El problema radica en la manera desigual cómo se ha distribuido dicha producción, la cual, en capitalismo, se concentra en pocas manos (la clase burguesa dueña del capital) dejando migajas para que sean repartidas entre las grandes mayorías (la clase obrera, dueña de la fuerza de trabajo y verdaderos productores). Según Oxfam, en 2018, el 1% de la población mundial se apropió del 80% de todo lo que se produjo, y el 20% restante fue lo que se repartió entre el 99% de la población.

En Nuestra América, a excepción de Cuba, todos los países son capitalistas, hay hambre y hay miseria, somos la región con mayor pobreza y la más desigual del mundo. En 2016, Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), dijo: “América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo. En 2014, el 10% más rico de la población de América Latina había amasado el 71% de la riqueza de la región. Según los cálculos de Oxfam, si esta tendencia continuara, dentro de solo seis años el 1% más rico de la región tendría más riqueza que el 99% restante”.

En pandemia, los pronósticos se quedaron cortos: en 2020, el número de multimillonarios en la región subió 41%, de 76 multimillonarios (personas con patrimonio superior a US$ 1.000 millones) pasaron a 107, y su fortuna acumulada aumentó 61%, pasó de US$284.000 millones a US$480.000 millones en un año. Los países con más multimillonarios son: Brasil (66), México (14), Chile (9), Perú (6), Colombia (5), Argentina (5) (BBC News Mundo, julio 2021).

Conocer dónde y cómo se originan estas desigualdades es fundamental. La distribución de lo producido se concreta en el propio proceso social de producción, es en ese momento en el que dicha producción se distribuye entre los trabajadores y los dueños del capital. El que se destine más o menos a cada uno depende del nivel de salario, si este es mayor, la ganancia será menor y viceversa. Esta distribución la miden y publican todos los países del mundo siguiendo los manuales del FMI, se conoce como distribución factorial del ingreso, y para ello usan dos categorías: 1) remuneración de los asalariados y 2) excedente bruto de explotación (así mismo como lo están leyendo, el mencionado organismo, que no es marxista, se refiere a la ganancia calificándola de explotación). Por lo tanto, dada una producción, en la medida en que la remuneración a los asalariados es menor, la explotación (o ganancia) será mayor.

En América Latina y el Caribe la producción se ha distribuido en promedio de la siguiente manera: por cada 100 dólares que se producen, 37 corresponden a la remuneración de los asalariados y 52 han ido a parar al excedente bruto de explotación, la diferencia, 11 dólares, se destina a impuestos y consumo de capital (Alarco Germán, “Ciclos distributivos y crecimiento económico en América Latina. 1950-2014”). Con el agravante de que, en promedio, por cada capitalista hay, por lo menos, 10 asalariados, por lo tanto, esos 37 dólares de salarios, a su vez, debían repartirse entre 10 veces más personas que los 52 de ganancia.

A mayor desigualdad, más pobreza, más hambre y más miseria

Según la Cepal, en 2020, de cada 100 habitantes de América latina y el Caribe, 34 se encontraban en pobreza, es decir, sus ingresos (en su gran mayoría provenientes del salario) no cubrían la canasta básica. De esos 34 habitantes, 13 se encontraban en pobreza extrema, es decir, no solo no podían cubrir la canasta básica, sino que ni siquiera les alcanzó para la canasta alimentaria. Estamos hablando de 209 millones de personas pobres en 2020 (22 millones más que el 2019) y 78 millones en situación de pobreza extrema (8 millones más que en 2019).

El hambre es una manifestación de la pobreza, como lo es la indigencia o la mortalidad por causas prevenibles o el analfabetismo o el hacinamiento. De acuerdo con datos de la Cepal, en 2020, la inseguridad alimentaria (grave y moderada) alcanzó el 40% de la población de Nuestra América, es decir, 249 millones de personas no tuvieron acceso regular y suficiente a alimentos (en 2019 la inseguridad alimentaria fue 33,8%). Simultáneamente, en este sistema capitalista que predomina en nuestra región, se desechan (se botan al basurero) 220 millones de toneladas de alimentos al año, el 11,6% de los alimentos que se producen, lo que equivale a US$ 150.000 millones (FAO, “El Estado de la Alimentación y la Agricultura de 2019”).

Mientras tanto, en 2020, la riqueza de los multimillonarios de la región aumentó 61%, en un escenario en el que, de paso, la producción cayó 6,8%. Entonces, si la torta a repartir es menor porque se produjo menos y los ricos se hicieron más ricos y los pobres se hicieron más pobres, es porque dicha torta se repartió de manera mucho más desigual que antes: lo que se destinó a salarios, en proporción fue mucho menor y lo que se destinó a la explotación/ganancia (parafraseando al FMI) fue mucho mayor. ¿Es o no la pobreza y sus manifestaciones (hambre y miseria) una consecuencia de la desigualdad de la distribución de lo que se produce?

Disminuir la pobreza es una bandera de lucha importante, por supuesto que lo es, así como lo es la lucha contra el hambre y la miseria, pero este problema no se resuelve con políticas asistencialistas y focalizadas hacia los pobres extremos, no es un asunto de subsidios puntuales o bolsas de comida al mejor estilo neoliberal, el problema va más allá, es un asunto de justicia en la repartición de la producción en el propio proceso social del trabajo, lo cual pasa por disminuir la brecha entre el salario y la explotación/ganancia, que solo es posible (en el marco de la propiedad privada de los medios de producción) mediante mayores niveles de salario para impedir que, el burgués, se apropie indebidamente del valor de la fuerza de trabajo del obrero que es quien, al final, agrega valor a la economía, o sea el que produce.

Tomado de: Telesurtv

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