Crónicas de un instante: La verdad y la trampa

Un hombre se lleva a un palestino muerto en un ataque aéreo israelí en el cruce de Erez entre Israel y el norte de la Franja de Gaza, el 7 de octubre de 2023. (AFP)

Por Octavio Fraga Guerra @CineReverso

Esta foto se antoja cada vez “más común” en los altares de nuestras agrietadas pupilas: lo dantesco de la escena, los “elementos escenográficos” que la contornean, la gestualidad que singulariza a los personajes, los signos incólumes que la arropan. Todo este arsenal de significados converge para ser repetido, bocetado una vez más, como una imagen reciclada.

En verdad, ha sido vuelta a poner en los ardores de nuestras vidas con total desparpajo, violentando espacios domésticos cual si nada. Irrumpe toda ella, en los contornos de nuestras metáforas, en las respuestas de nuestros sueños, en las agendas de nuestras personales urgencias. Todo un inventario para truncar los cerros de amaneceres apacibles, que destronan los letargos de nuestras existencias.

La barbarie, el genocidio, la guerra fratricida, una suma de derrotas de la humanidad, asoman en los anaqueles de nuestra realidad, dibujadas por las texturas de un blanco negro lacerante, incisivo, mordaz. Estos signos campean como ciclos amotinados en imaginarios pretéritos y en “ilesos” presentes.

El cuadro se nos impone sin obstáculos a la vista, por los cercos que secundan las tecnologías, por esa praxis de lo “renovado”, lo “diferente” que se agolpa impostergable por esa pasión de hacerle culto al objeto.

Se produce la digestión del signo fotográfico, los reportajes de ocasión resuelven contar “los cursos y los pretextos de todas las partes implicadas”, los editoriales le toman el pulso a los “nuevos acontecimientos”. Articulistas de opinión se apertrechan con sus mejores sustantivos para calibrar lo sucedido.

Mientras las palabras se exacerban en los altares de la geopolítica, una galería de fotos y videos se confabula con las rutas de argumentos desembolsados, secundados por los trazos de podcast de eruditos opinadores, dispuestos a dar la última mirada a un “conflicto” interminable.

Tras sucesivas arremetidas de las fuerzas genocidas del ejército israelí, se desatan los pilares de un guion armado de antemano, dibujado al milímetro, desarrollado con las mismas pautas y, tan solo algunas variaciones.

En los próximos días la escalada del horror “decrecerá” con calculadas palabras trabajadas en los laboratorios de la semántica. Otras arrojadizas fotografías resolverán dibujar los cercos de metrallas sobre paredes masacradas. Los adjetivos de titulares insulsos le tomaran el pulso a un tiempo pactado.

La “puesta en escena” será resuelta con otros acentos, con los metrajes de sustantivos puestos en los programas informáticos —los mismos que construyeron el escenario de sus primeras percepciones— creados para sembrar la desmemoria, la ruptura de los argumentos, reforzados por los trazos de palabras repetidas. Todas ellas nos parecerán nuevas, frescas, acabadas de sacar del diccionario de las ignominias y la cómplice culpa de no “saber nada”.

Las agencias noticiosas, “empeñadas en dar el sonado titular”, con el paso de los días, tan solo unos pocos días, descafeína esta imagen de portada en modo líquido. Otras, colmaran nuestro tiempo protagonizado por tecnócratas, voceros arrojadizos, más perturbados protagonistas de cuello y corbata que “cerraran” otro ciclo de una historia que humilla el sentido de la justicia, el más elemental argumento que sostiene los pilares de los derechos humanos.

Mientras usted lee estas palabras apuradas, seguirán matando vidas, historias, tradiciones y culturas. La foto es una verdad y es también una trampa. La escenografía que acompaña a estos personajes desolados quedará como un performance. Se resolverá como un nudo de aceros y concreto desprovisto de verdad, contextos e historias.

Los algoritmos lucharan contra su voluntad de indignarse, de saberse parte de un escenario global donde el horror pone a prueba sus mejores lanzas, y su capacidad de olvidar lo que el ciberespacio decidió mostrarle ahora, que podría ser un segundo de nada para su agitada vida de modernidades plomizas.

Mañana, en los próximos días, será el titular la pasarela de algún modisto histérico y lustroso o, tal vez, las infidelidades de algún monarca que nadie eligió. Los millonarios contratos de los deportistas mejor pagados del mundo, serán encumbrados por “periodistas” dispuestos a ser parte de la tajada. A fin de cuentas la verdad, los hechos, nos lo cuentan a pedazos, en calculadas dosis. Son los poderes de la fragmentación que se nos agolpan.

Entonces usted dejará de indignarse, su verdad será otra y su tiempo lo desarticulará hacia otros estados de neutralidad complaciente, o a un estado de nostalgia que trasmuta hacia la felicidad plena de su éxito personal. Y en ese “nuevo” estadio, su mejor virtud será la capacidad de olvidar, de adulterar la historia que nos cuenta la foto.

Según una nota de Telesur, de hoy 7 de octubre de 2023, la cifra de palestinos muertos por la agresión israelí a Gaza asciende a 232 y a 1.697 los heridos.

Octavio Fraga Guerra

Licenciado en Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte, (Universidad de las Artes de Cuba). Especialista de la Cinemateca de Cuba. Articulista de cine. Colaborador de las publicaciones Cubaperiodistas, El Periódico Cubarte y La Jiribilla. Miembro de la Unión de Periodistas de Cuba y de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica. Sus textos son incluidos también en otros medios de Cuba, España y América Latina. Fue presentador, guionista y director de La cámara lúcida, de Tele K, en Madrid, espacio televisivo dedicado a promover el cine documental Iberoamericano. Como cineasta ha producido varios documentales. Fue director de las publicaciones Jazz Plaza y Cubadisco. Editor del blog CineReverso.

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