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La violencia patriarcal como crimen de guerra

Foto: El Espectador

Por Diana Carolina Alfonso

A principios de la década del ochenta, empezaban a desgastarse gran parte de las puestas dictatoriales que se diseminaron por todo el continente tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959. En ese contexto, en 1981 se llevó adelante el Primer Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe (EFALC) en Bogotá. El Plan Cóndor, financiado y articulado por el Departamento de Estado norteamericano, había aplastado las salidas revolucionarias por medio de un inusitado ejercicio del terrorismo de estado, coordinado continentalmente. En ese tramo de nuestra historia reciente fueron creadas nuevas formas de guerra y sujeción poblacional. La bandera anticomunista, como fachada de la ideología neocolonial de los Estados Unidos, dio paso a un patriarcado de guerra adiestrado casi uniformemente en la Escuela de las Américas. Por sus aulas han pasado por lo menos 83.000 varones militares latinoamericanos.

El primer EFALC definió conmemorar la lucha de tres mujeres dominicanas asesinadas por una de esas dictaduras conducidas desde los Estados Unidos. Hablamos de las hermanas Mirabal, militantes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, y del siniestro Rafael Leónidas Trujillo, más conocido como “El Chivo”. Fue así como se estableció el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Recordemos que un año antes, en 1980, Colombia suscribió a la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). En lo tocante a los derechos de las mujeres y disidencias, el campo normativo latinoamericano aún se encontraba yermo, aunque el ambiente político, económico y militar, evidenciaba un agravamiento de las condiciones de las mujeres, infancias y disidencias que sobrevivían -y sobreviven- en las periferias de la región. El auge de la concentración agraria en lo que se ha denominado la “Revolución Verde”, no puede entenderse sino es a través de la escritura de la violencia sobre los cuerpos de las campesinas. La reprimarización de nuestras economías es la consecuencia de un proyecto imperialista específico, en el que el patriarcado de guerra ha jugado un papel primordial.

En el marco de la “Revolución Verde” que coincide con el Plan Cóndor, la violencia sexual hacia las infancias y cuerpos feminizados, tomó un cáliz abrumadoramente capitalista. Como en el caso de las hermanas Mirabal, la violencia política de ese patriarcado militarista fue tan sólo una cara del proyecto neocolonial en expansión. De hecho, para la fecha en que se desarrolló el EFALC en Bogotá, ya se había puesto en marcha el Estatuto de Seguridad de Turbay, sin cuya normativa nos sería imposible historizar el advenimiento del paramilitarismo contemporáneo colombiano. Sobre aquella trayectoria mercenaria, se insertaron las estructuras paraestatales que harían de la violencia sexual una fuente de pedagogía de masas, un botín de guerra, y una práctica social genocida tendiente a la rearticulación de las economías locales.

Apropiación y descartabilidad

Según el último informe de Human Right Watch, cerca de 8.5 millones de familias colombianas sufren el desplazamiento forzado. Eso, sin sumar los casi 8 millones más que viven fuera del país. Estamos hablando de alrededor de 17 millones de colombianes que viven en la trashumancia. Las causas estructurales de esa expulsión deben buscarse en la compulsión apropiativa del modelo hacendatario y oligárquico de nuestra república.

La ley de reforma agraria de 1961 propuso un amplio proceso de redistribución agraria con mecanismos como la titulación de tierras baldías a las familias colonizadoras. Hasta 1986 sólo 11,2 por ciento de los adjudicatarios eran mujeres. Recién con la ley de pseudo reforma agraria de 1988 se reconoció el derecho de la mujer a la tierra. En otras palabras, para la época en que se desarrolló el EFALC, el 90% de la titulación de las tierras colonizadas se encontraba en manos de varones campesinos. Si a la masculinización de la propiedad de la tierra sumamos el paramilitarismo contemporáneo, tendremos un panorama más preciso sobre las brechas de género fomentadas por el patriarcado de guerra, solamente en el entorno rural, quizás el más afectado.

En últimas, el desplazamiento forzado, la concentración agraria y el ejercicio masculino de la violencia, se sintetizan en una fórmula en la que ya no solamente se usan los cuerpos como escenarios de apropiación, sino como elementos de descartabilidad. De ahí la radicalización de las tácticas de tortura sobre los cuerpos feminizados. Por este motivo, las violencias contra las mujeres, infancias y disidencias, en los marcos de guerra que vivimos, deben asumirse como crímenes de guerra, nunca más como “crímenes pasionales”.

Normativas, ¿para qué?

Pese a su propia tragedia humanitaria, el Estado colombiano es un fiel firmante de cuanta normativa humanitaria internacional. En nuestro país existen varias leyes que apelan al resarcimiento de las desigualdades históricas entre géneros. La Ley 1257 de 2008 “dicta normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres”, y la promulgación de la Ley 1761 de 2015 o –Ley Rosa Elvira Cely– tipifica el feminicidio como un delito autónomo y dicta otras disposiciones. En medio de los Diálogos de Paz, se constituyó la Ley 1719, que “garantiza el acceso a la justicia de las víctimas de violencia sexual, en especial cuando se da con ocasión del conflicto armado”.

No obstante la normativa, es evidente que el Estado no presta ninguna garantía para su aplicabilidad.

El caso de la periodista Jineth Bedoya, en el que se responsabiliza a agentes del Estado por persecución, tortura y violación, dejó en evidencia la falta de pericia institucional, la complicidad y el talante revictimizador de los garantes del orden. Según la misma Corte IDH, en la que se llevaron adelante las audiencias del proceso, los protocolos y ordenamientos jurídicos expuestos por la representante de la Fiscalía, María Ospina, no son operativos ni conducentes.

La cohabitación entre el Estado y las estructuras militares y económicas al margen de la ley se expresa en la desconfianza de las víctimas hacia las instituciones estatales. Según la Unidad para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas, el conflicto armado ha dejado más de 27.000 mujeres y personas LGBT+ víctimas de violencia sexual. Empero, la Corte Constitucional reconoció, en el 2015, que la impunidad en el sistema de justicia ronda el 98 por ciento. Además de la desconfianza, el subregistro devela el efecto de la revictimización.

Un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica reveló que la Ley de Justicia y Paz, o Ley 975, para la desmovilización del paramilitarismo durante el gobierno Uribe, no brindó herramientas para la reparación integral de las víctimas. Por el contrario, la metodología de las salas penales puso en primera escena el relato de los victimarios.

En estas condiciones la salida sólo puede ser colectiva y feminista. Es decir, hermanada y activa.

Tomado de: América Latina en movimiento

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Juan Pasarelli: Los medios son cómplices de la desinformación para promover guerras

Juan Pasarelli, periodista y cineasta guatemalteco,

Por Octavio Fraga Guerra @CineReverso

El pasado 10 de diciembre el Tribunal Superior de Justicia de Londres autorizó la extradición del australiano Julian Assange, periodista y editor de WikiLeaks. Por la relevancia e impacto que esta noticia tiene para el ejercicio del periodismo, la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) convocó este diálogo con Juan Pasarelli, periodista y cineasta guatemalteco, quien ha seguido todo el proceso jurídico que se lleva a cabo contra el líder de esta organización internacional.

Octavio Fraga: Buenos días. Diez de la mañana, hora de Cuba, cuatro de la tarde, hora de Londres. Tenemos hoy, como invitado, a  Juan Passarelli, que el 8 de enero del año en curso abrió nuestro espacio “Diálogos en reverso”. Él es el director del documental La guerra contra el periodismo. El caso de Julian Assange. Le damos la bienvenida a Juan y las gracias por aceptar este encuentro.

Juan Passarelli: Gracias, Octavio, es realmente un privilegio que me inviten desde la Upec, yo tengo mucho cariño por Cuba, tengo familia en Cuba, familia del lado de mi mamá que viene de Cuba, los llevo cerca en mi corazón.

Octavio Fraga: Bienvenido. Quiero empezar con la pregunta de rigor sobre el tema de Julian Assange. Como sabes, el 10 de diciembre el Tribunal Superior de Justicia de Londres autorizó su extradición a los Estados Unidos, este ha sido reclamado por Washington ¿Cuál es tu interpretación primaria sobre esta decisión? ¿Qué apuntes compartirías al respecto?

Juan Passarelli: Mira, creo que ahorita lo que se ha visto es realmente una tragedia en términos de derechos humanos. El punto más importante que tenía que evaluar la Corte es si lo mandaba al país que planeó su asesinato o si protegía sus derechos humanos. La corte no lo mencionó una sola vez. A pesar de que sabía que la CIA planeó el asesinato de Julian Assange y su secuestro, y que llegaron hasta la Casa Blanca con esta información, se enfocó en unas supuestas garantías, que no son tales. Los jueces decidieron decir que sí, que no tienen ninguna razón por la cual dudar de estas garantías, y decidieron cambiar la decisión que tomó la primera corte, que era la de no extradición por términos de salud. También nos acabamos de enterar antes de ayer que Julian sufrió un derrame cerebral durante la audiencia de esta corte en octubre. Estamos comenzando a ver que físicamente él ya no puede más, porque lo han estado torturando durante once años.

Octavio Fraga: El caso Assange todavía tiene espacio para recurso, para seguir litigando su no extradición, ¿te aventurarías a pronosticar lo que va a pasar en los próximos meses? Sabemos que será un proceso dilatado.

Juan Passarelli: Sus abogados dijeron que iban a apelar a la Corte Suprema, esta es una apelación que esta instancia puede decidir tomar o no, y también dieron indicaciones que harán una segunda apelación a la Alta Corte para algunos temas que no se tocaron en la apelación estadounidense, que son la libertad de prensa, la obvia naturaleza política de los cargos y del caso en sí. Cabe señalar que en el tratado de extradición firmado entre los Estados Unidos y Reino Unido se prohíbe una extradición por causas políticas, y algunos otros temas de ese tipo. Entonces habrán dos cursos que creo se estarán tomando simultáneamente. En la Corte Suprema no se argumenta el caso, sino si hubo ilegalidades o no, y eso será interesante de ver.

Después hay un último recurso cuando se exhaustan los recursos nacionales, que es la Corte Europea de los derechos humanos. Es seguro que Julian seguirá sufriendo en la cárcel por cargos políticos por algún tiempo innecesario más.

Octavio Fraga: ¿Esta amenaza de Washington contra el periodismo de investigación, cómo lo interpretas? ¿Cómo dibujarías el futuro del periodismo que tú desarrollas como profesional de los medios?

Juan Passarelli: Este es el caso más importante que tenemos de libertad de expresión en la historia moderna, que el país más poderoso del mundo decida por primera vez en su historia darle cargos de espionaje a un periodista por lo mismo que hizo The New York Times, el The Guardian, El País, Le Monde, es algo inaudito. Sienta un precedente de que no nos podremos escapar. Los abogados de cada uno de estos periódicos estarán entonces mucho más atentos a los posibles reportajes de un nuevo Chelsea Manning, un nuevo Edward Snowden. Y esos abogados pondrán presión para que no se libere más información. Entonces veremos una autocensura como primer nivel, y si hay otra de estas grandes filtraciones, puede que también se persiga a los periodistas de estos medios.

Octavio Fraga: Y además, el que quiera aportar un testimonio revelador, necesario, de bien público, se lo pensará. Te pregunto.

Juan Passarelli: Eso es evidente. Hemos visto que desde la época de Obama se incrementó drásticamente el uso de la Ley de Espionaje contra periodistas, contra esta gente que decide liberar en bien común y en bien de la población, información que es de carácter criminal respecto al comportamiento de gobiernos e instituciones. Obama puso a más gente detrás de barras por liberar información a través de esta Acta de Espionaje, a más gente que todos los presidentes anteriores juntos. Lo hemos seguido viendo con Trump, y ahora otra vez con Biden.

Hablan mucho de la protección a los periodistas, y lo estamos viendo constantemente, incluso en esta Cumbre que hubo recientemente. No están realmente haciendo lo que están diciendo, son palabras vacías, y lo que estamos viendo es que a los propios disidentes que ellos tienen los están tratando con normas que son realmente abusivas y que llegan a ser consideradas como tortura, como en el caso de Julian. Esto no lo digo yo, lo dice el Relator Internacional de la Tortura de las Naciones Unidas, Nils Melzer.

Octavio Fraga: Discúlpame que me vaya un poco del tema. Si nos ubicamos en la invasión a Irak perpetrada por los Estados Unidos, el operador de cámara español José Couso fue asesinado por tres oficiales de las fuerzas armadas de este país, y nunca han sido juzgados en tribunal alguno, y fue un asesinato en toda regla.

Juan Passarelli: De hecho, ninguno de los tantos crímenes que se revelaron en las filtraciones de Wikileaks en 2010 y 2011 con respecto a la guerra de Irak, la guerra de Afganistán, o la base naval de Guantánamo, han sido procesados. El caso de la inaudita tortura de Jalid El-Masri, un ciudadano alemán que fue confundido con un supuesto terrorista, y miles de otros casos de tortura, ejecuciones extrajudiciales, etcétera. Todos estos criminales de guerra no han sido juzgados, no hay ni siquiera un proceso abierto en contra de ellos. Pero la persona que reveló estos crímenes, está amenazada de pasar ciento setenta y cinco años detrás de las barras.

Octavio Fraga: Al principio tocaste un tema que se impone abordar. Me refiero a la revelación de que la CIA pretendía secuestrar y asesinar a Assange en la embajada de Ecuador en Londres ¿Cuál es tu interpretación sobre eso? ¿Es ira, venganza, miedo a que se conozca la verdad? ¿Qué es?

Juan Passarelli: Bueno, sabemos que la CIA fue humillada fuertemente al levantarse las revelaciones sobre Vault 7, donde se mostró su armamento digital. Algunas de las armas que poseían tenían la posibilidad de prender y apagar cámaras, prender y apagar micrófonos de móviles y de ordenadores, también una herramienta que a mí me pareció muy interesante y que fue poco reportada: podían hackear automóviles modernos e incluso presionar el acelerador o los frenos, y uno se puede imaginar para qué quisieran hacer eso ¿verdad?, sabiendo que la CIA tiene un gran historial de asesinatos extrajudiciales. De esa forma, también planearon el secuestro de Julian y el asesinato dentro de la embajada ecuatoriana; tenemos suficiente evidencia para saber que esto es real, incluyendo testimonios de treinta ex-funcionarios de la CIA. Un caso que se está llevando a cabo ahorita en España, en donde los contratistas de seguridad que cuidaban la embajada estaban, según trabajadores de la empresa, trabajando para la CIA, mandando videos, mandando audio de micrófonos ocultos directamente a la CIA por años. Desde al menos el 2016, sabemos que hubo trato con ellos y se tenía guardada información. De 2014 es la información más vieja que he visto. Entonces casi todo el tiempo que estuvo Julian ahí estuvo espiado, y el espionaje subió de una manera increíble hasta el 2018, cuando realmente era inaguantable, así como también las condiciones que se le comenzaron a imponer dentro de la embajada. Él no podía casi salir de su cuarto, tenía a un embajador y a unos guardias de seguridad que le imponían reglas arbitrarias. Le quitaron el internet, y cualquier pequeña cosa que él pudiera hacer podía ser tomada en su contra como excusa para sacarlo, que fue lo que eventualmente hicieron. Invitaron a un tercer país a arrestarlo para extraditarlo al país del cual ellos lo estaban protegiendo. Es realmente una desgracia el gobierno de Lenin Moreno para Ecuador, un país que ha sido aliado con un pueblo realmente admirable, que tomaron la decisión de protegerlo. Sus élites fueron vendidas, así como la cabeza de Julian, por tres millones de dólares del Fondo Monetario Internacional.

OCTAVIO FRAGA: En el 2012 el cineasta estadounidense Oliver Stone afirmó en el Festival de Cine de San Sebastián que el ex presidente del gobierno José María Aznar debía ser juzgado por el Tribunal de la Haya por su complicidad con George W. Bush en la invasión de Irak. Yo agregaría al ex Primer Ministro del Reino Unido Tony Blair. ¿Cuál es la paradoja de esta legítima demanda aun no cumplida puesta en el contexto del caso Assange?

Juan Passarelli: Lo que es muy importante ver es el papel que juegan los medios en la forma, en la desinformación, y en contribuir con lo que es claramente una guerra psicológica que originan departamentos de inteligencia del Pentágono, del MI-6, entre otras agencias. Hubo un ataque en 2010 cuando Wikileaks comenzó a lanzar los papeles de Afganistán, y luego los de Irak, y luego otra vez con los cablegate, con los cables diplomáticos, que decía: “Wikileaks podría tener sangre en sus manos”, los medios quitaron el podría y dijeron: “Wikileaks tiene sangre en sus manos”.

Lo que Wikileaks reveló fueron quince mil muertes nuevas de civiles en esa guerra, la gente que estaba causando esas muertes: el presidente George Bush, Tony Blair, y todos esos operadores de guerra, quienes fueron realmente lastimados por estas filtraciones y nombrados con nombres y apellidos. Por eso es que es una gran amenaza para los Estados Unidos y otros países que siguen promoviendo la guerra como un método para incrementar sus capacidades económicas y seguir robando los recursos naturales de otros países soberanos. Esto es algo muy importante, el papel de los medios en desinformar a la población sobre quiénes son realmente los que cometen los homicidios en estas guerras.

Alguien que liberó información sobre crímenes, sobre tortura, sobre cómo a una niña de seis años la torturaron hasta la muerte con un taladro en la cabeza, sobre cómo ejecutaron a sangre fría a una familia iraquí, en donde había dos abuelos, una abuela y dos o tres personas adultas, incluyendo dos mujeres y cinco niños, uno de ellos de seis meses, que fueron literalmente ejecutados después de haber sido esposados. Y luego, los Estados Unidos mandó a tirar una bomba en la casa para eliminar la evidencia. Esa es la información que Wikileaks liberó. Wikileaks nunca puso a nadie en peligro, fueron los estados los que estaban asesinando a millones de gente durante los últimos veinte años de la supuesta guerra contra el terrorismo, son millones de muertos, el ochenta por ciento civiles, y decenas de millones de personas migrantes que han sido afectadas por estos conflictos.

Los medios realmente han mordido el anzuelo que le han puesto los gobiernos y no los han cuestionado, por lo cual, como dice Julian, son complicitos en estas guerras, porque su trabajo es enseñarle a la población lo que está haciendo realmente el estado por el cual ellos votaron, y lo que hemos visto en general es que estos medios son complicitos en desinformar a la población para promover guerras.

OCTAVIO FRAGA: El Tribunal Superior de Justicia de Londres anunciaba la autorización para extraditar a Assange hacia los EE.UU. el mismo día que el gobierno de Biden hacia pública la iniciativa de destinar 30 millones de dólares para: “fomentar la independencia, el desarrollo y la sostenibilidad de los medios independientes”. ¿Tienes idea de a cuales medios se refiere esta iniciativa? ¿No te parece un chiste de mal gusto este anuncio?

Juan Passarelli: Pues me parece un chiste que los medios decidieron reportar eso sin darle ningún contrapeso a lo que estaban diciendo. En parte, el trabajo del gobierno es hacer pensar, un gobierno partidista, hacer pensar a la población lo que ellos quieren transmitir. El trabajo de la prensa es desmentir cuando ellos están hablando barrabasadas como esas ¿Treinta millones para apoyar a periodistas de dónde? Periodistas disidentes de regímenes contra los que ellos están en contra; periodistas probablemente de Rusia, de China, de Venezuela, y otros enemigos de los Estados Unidos. Pero los disidentes del occidente, los disidentes de los Estados Unidos, los disidentes en Inglaterra y en Europa, a ellos los persiguen, y los persiguen con las mismas técnicas crueles de los peores dictadores de la historia. Entonces es realmente risible ese tipo de propaganda, pero es más risible, es más espeluznante, que los medios no le den ese contrapeso necesario para que la población entienda esto.

Octavio Fraga: Desde tu perspectiva esa noticia no ha tenido un enfoque crítico de los medios ¿Esa es la mirada que tú le das a esa noticia?

Juan Passarelli: Ni esa ni la mayor cantidad de decisiones más importantes que han tomado los gobiernos del occidente en los últimos sesenta años.

Hay algo que te quería comentar y lo he tenido en mente desde que comenzamos a conversar. Wikileaks ha hecho las revelaciones más importantes de la era moderna,  con excepción tal vez de las de Snowden y algunas como los Panamá Papers, que realmente no han tenido el impacto que deberían. Porque se han liberado alrededor del tres al cinco por ciento de todos los documentos que tienen, y esto es porque los periodistas que trabajan en eso tienen en esos papeles, tienen esta filosofía que a mí me parece detestable, de que ellos saben lo que la población debe de saber, en vez de dar el material al público y entender que realmente ellos tienen una comprensión muy limitada de cómo funciona el mundo, y de que la población en general debería poder educarse con este tipo de material.

Cuando comenzó la guerra de Irak los grandes medios como CNN, NCBC, BBC y otros que estuvieron reportando estos acontecimientos, tenían como deber reportar que no había armas de destrucción masiva. Lo que hicieron fue, simplemente, ser portavoces de estos gobernantes que pretendían iniciar una guerra pensada para responder a sus propios intereses. Esto se ve en la guerra muy claramente, pero se ve en todas las decisiones que son reportadas, la COVID, cualquier tema. Si ves las noticias del día a día, realmente lo que tienes que pensar —especialmente en televisión— es qué de todo lo que te están diciendo es verdad, no al revés.

Octavio Fraga: Juan, me lo comentaste al principio, pero quiero señalarlo. Me refiero a que Assange, en plena audiencia, tuvo un derrame cerebral, lo cual es una evidencia de su deterioro físico como persona recluida ¿De qué prisma están hechos los jueces del Reino Unido? ¿Qué mirada tienen ellos para aún así justificar la extradición hacia Estados Unidos? Tenemos el ejemplo de la Base Naval de Guantánamo, asentada en nuestro país contra de la voluntad del pueblo cubano, donde sabemos que se torturó, se humilló a muchas personas, y aun así aprueban su extradición.

Juan Passarelli: Mira, la primera juez tuvo la moral de decidir, al menos, no extraditarlo por salud. El caso es cien por ciento político, hasta un niño lo puede ver. Nils Melzer, el Relator de la Tortura de la ONU, no sólo ha hecho declaraciones diciendo que Julian está siendo torturado en la prisión británica en donde está, que por cierto, le dicen el British Guantánamo, sino que también ha declarado que no hay forma de que en el Reino Unido ni en los Estados Unidos Julian reciba un juicio justo, por alguna razón este caso está fuera de control del aparato judicial. Pareciera como que las carreras de esta gente están tan apegadas a cómo funciona el sistema político estadounidense y británico que no hay voluntad para ser independientes, por eso estamos dependiendo —casi de manera exclusiva— del público y de una presión política de la población y de los periódicos.

The Guardian, un periódico que ha sido crítico de Assange, también un periódico al cual Julian le dio las más grandes revelaciones de la historia, tanto diplomáticas como militarmente, publicó por segunda vez un editorial que dice que no, que están extremadamente en contra, unilateralmente en contra de una extradición, que lo que se está cometiendo es un abuso de los derechos humanos y la libertad de prensa sin precedentes, y que debe ser liberado inmediatamente.

Vuelvo y te repito: ¿cómo un juez, en este caso dos, deciden enviar a una persona al país que planificó su homicidio? Esto es ridículo, hay una excepción para cada norma, y se llama Assange. En este caso hemos visto el caso amañado en cada parte de los once años que lleva luchando por su libertad, algo de corrupción; en cada pedacito ha habido movidas políticas para tratar de alargar el caso y de dejarlo en prisión el mayor tiempo posible, tanto que muchos expertos lo llaman: punishment by process. Es una forma de lastimarlo con el proceso antes de que sea procesado injustamente.

Octavio Fraga: Cierro este dialogo con una pregunta sobre alguien que conoces muy bien, que es muy cercano a ti. Se trata de John Pilger, el cineasta y periodista australiano radicado en el Reino Unido, que fue parte de los testimoniantes de tu documental, y además, activo defensor de la causa por la liberación de Assange. Te pregunto, ¿cuál es la implicación del gremio de cineastas del Reino Unido con el caso Assange, y en qué medida crees que pueda tener un peso el gremio de los artistas, de los periodistas, de los intelectuales, en torno a la liberación de Assange?

Juan Passarelli: Pues tenemos mucha gente detrás. Creo que del lado de los cineastas, y cuando hablo de cineastas me refiero más a los documentalistas que a los de ficción. Porque pareciera que la ficción está viviendo también una ficción en la vida diaria, donde las películas que salen de Hollywood y de otros lados, apoyan a la guerra y a los departamentos de inteligencia.

Vemos un gran apoyo para Julian en muchísimos gremios, en gremios de derechos humanos, en gremios de leyes, hasta hay un grupo que se llama Doctores por Assange, y los cineastas no son excepción, gente como John Pilger han sido luchadores durante una década por la libertad de Julian. Él hizo una película que se llama La guerra que usted no ve, en la cual enseña a Wikileaks como una de las soluciones para el siglo xxi ya que hay una complicidad, como te hablé antes, entre los medios y los estados del occidente para difundir al público información que no es verdadera.

Octavio Fraga: Bueno, muchas gracias a Juan por tus palabras. Por sus testimonios y valoraciones, y bueno, que tengas un estupendo día.

Juan Passarelli: Hasta la victoria siempre, mis amigos cubanos.

Octavio Fraga: Gracias, un abrazo para ti en nombre de la Unión de Periodistas de Cuba.

Juan Passarelli: Un abrazo.

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Entrevista a Juan José Campanella

Juan José Campanella, cineasta argentino. Foto MDZ

Por Ricardo Jimeno

El cineasta argentino Juan José Campanella ha recibido en esta edición la Espiga de Honor de la Seminci de Valladolid. No es un hecho extraño, sino muy coherente, teniendo en cuenta que cuando apenas rondaba los treinta años, su ópera prima, la arriesgada El niño que gritó puta (1991), tuvo su estreno en la sección oficial del festival, que puntualmente ha ido acogiendo casi todas sus películas posteriores.

Campanella es, quizá con sordina, uno de los narradores más notables de la actualidad, todoterreno en cuanto a géneros se refiere, capaz de equilibrar tonos, de ajustar a la perfección la puesta en escena a lo que desea contar y de dirigir brillantemente a un elenco recurrente de inmensos actores argentinos como Ricardo Darín, protagonista de cuatro de sus largometrajes. Su carrera heterogénea, que se inicia realmente en Estados Unidos, donde llevó a cabo sus estudios justo al término de la dictadura argentina, contempla una filmografía breve compuesta apenas por media docena de películas, pero también por innumerables series de televisión, algunas creadas y producidas por él y otras, tan populares como House o Ley y orden, en las que ha trabajado como director de capítulos.

Su carrera cinematográfica, tras el film independiente Ni el tiro del final (Love Walked in, 1997), rodado en Estados Unidos, toma un giro radical con El mismo amor, la misma lluvia (1999), que supone un retorno costumbrista a Argentina, sin olvidar las claves narrativas típicas del cine americano, siguiendo la definición ya clásica de Douglas Sirk: “las películas (motion pictures) deben ser sobre todo emotion pictures”. A este notable resurgir le sigue la excepcional El hijo de la novia (2001), prodigio de sensibilidad con un elenco impresionante, y la apreciable Luna de Avellaneda (2004), que vuelve a condensar sus constantes: la fábula melodramática y costumbrista elevada por unas interpretaciones asombrosas. No obstante, su indiscutible obra maestra es El secreto de sus ojos (2009), thriller porteño con atmósfera política, que no evita tampoco la ironía costumbrista, con una subtrama sentimental que incorpora una de las historias de amor más bellas del cine reciente, y la demostración de una capacidad técnica insuperable, condensada en el famoso y sorprendente plano secuencia del estadio. El film logra el Oscar y abre nuevas posibilidades para el cineasta que se aventura en el terreno de la animación con trasfondo futbolero en Metegol (2013), traducida en España como Futbolín, o cambiando de registro con el gran guiñol de humor negro El cuento de las comadrejas (2019).

Campanella se siente cómodo en la Seminci donde ha pasado buena parte del festival. Su carácter es afable y muy templado. Responde de modo preciso, sin muchos rodeos, demostrando la profesionalidad adquirida en el engranaje americano, pero también la calidez del tipo humanista, que parece añorar un tipo de cine que ya no se hace.

Al observar su filmografía de modo general destaca la combinación de géneros y de tonos, entre el drama, la comedia o incluso el thriller, en el caso de El secreto de sus ojos, siempre de modo muy equilibrado. ¿Cómo se logra ese equilibrio?

La verdad es que ahí está la clave. No es difícil hacerlo, pero es muy difícil explicarlo. Tiene que ver con la sensibilidad de cada uno. No te sabría decir qué es lo que hace en la filmación, cuando el actor pone el texto de pie, que el tono no se vaya demasiado a una cosa o a otra. Es una cuestión de instinto. Ese es el elemento que hace que todos los directores sean distintos o hagan distintas obras. La verdad es que me es muy difícil decírtelo. Lo que sí que te puedo decir es que lo que se ve en pantalla no es exactamente lo que estaba en el guion. A veces se hacen cambios o cortes justamente para mantener ese equilibrio.

Por ejemplo, pienso en una escena de El secreto de sus ojos, justo antes de que se descubra el cadáver, en donde venimos de una escena en el juzgado que es prácticamente una comedia sofisticada que de repente sufre un cambio total, a partir del shock que se produce… No sé si es algo que se trabaja a partir de la puesta en escena, o del montaje.

Claro. Es por ejemplo estaba desde el guion. Es un diálogo, entre Darín y el policía, sobre los tipos de boludos que hay. En definitiva es una idea que tiene que ver con la vida. A veces los shocks se miden en función de si se estaba preparado o no se estaba preparado. Así parecía mucho más efectivo… Pero veamos, vamos a proponer una tangente: en El secreto de sus ojos era muy importante y había una premisa, en el estilo también, de involucrar al espectador como un personaje más de la trama. Entonces no había solamente que informarle de lo que pasaba sino de hacerle sentir lo que pasaba de acuerdo a lo que sentía nuestro personaje principal. En esa escena, me parecía justamente que el impacto de ver ese cadáver iba a ser mucho más fuerte si no estaba preparado para verlo. Todo lo contrario, si lo agarran en medio de una risa incluso. Eso estaba desde el principio. Pero ahí en El secreto de sus ojos hay muchas cosas incluso de cámara. La cámara es siempre como la subjetiva de una persona que estuviera escondida en la habitación y para que el espectador sienta lo que está sintiendo el personaje principal.

Precisamente, en cuanto a la puesta en escena, parece bastante heterogénea en sus películas, más libre o más elaborada, en cada caso. No sé si es algo previsto sobre el papel o si se va variando mientras filma.

En realidad, en los primeros guiones, en las primeras cosas que yo he dirigido, primero me ponía la gorra de guionista y escribía el guion y pensaba: “que el director se arregle”, y después me ponía la gorra de director y lo que escribió el guionista me importaba un pepino. Pero ahora no, ahora se van mezclando las cosas. Incluso hay escenas que están escritas pensando de forma precisa en la manera en que van a ser filmadas. Por ejemplo, en El hijo de la novia, cuando el protagonista está en el hospital y le cuenta al personaje de Natalia Verbeke que él se quiere ir a vivir a México, quiere estar solo, y eso en el guion era un monólogo enorme, y aclaraba con mayúsculas esto se va a escuchar prácticamente entero en off porque lo importante es la reacción de ella al escuchar esto. Eso son cosas que ya están puestas en el guion, que un guionista que no fuera director no la habría puesto. Así que hay cosas que ya surgen en el guion.

Hay un tema recurrente en su filmografía que es el interés en el pasado, una especie de nostalgia que está siempre presente, de modo más traumático o más dulce, desde El mismo amor, la misma lluvia hasta El cuento de las comadrejas, por otros motivos. ¿De dónde le viene ese interés?

No es tanto una mirada nostálgica como unos personajes que están atrapados en ese pasado y que no pueden salir al futuro. La historia trata de cómo se ubica ese pasado en el pasado y como se supera. Tanto en El hijo de la novia, como en El secreto de sus ojos, en esta última muy claramente, como en El cuento de las comadrejas, en todas se trata de personajes que viven de acuerdo a una dinámica del pasado, atrapados en una jaula. Ese es el punto de partida, no como lugar de encasillamiento, sino de impulso.

No sé si responde a algún punto de melancolía personal…

Justamente se trata de salir de esa melancolía. Cómo salir de una actitud en la que se extraña el pasado, en que se echa de menos, y tomarlo simplemente como un lugar de aprendizaje, de disfrute, si es que uno tuvo un pasado lindo —en mi caso para mí es de disfrute—, pero mirando sobre todo al futuro.

Otro tema que me interesa en sus películas es la importancia de la representación, de la teatralización o de la ficción, en relación con la realidad. En El mismo amor, la misma lluvia o en El secreto de sus ojos tenemos un escritor, o un aspirante a escritor, la resolución del conflicto en El hijo de la novia, o el bellísimo momento de la muerte de José Luis López Vázquez en Luna de Avellaneda. No sé si algún tipo de metáfora consciente…

Mira, me estoy dando cuenta ahora de esos puntos en común entre las películas. No es algo consciente, desde luego. Así como era más consciente de lo que hablamos de la memoria, de esto no era consciente, así que ya lo empezaré a mirar a ver que hice [se ríe].

Pero, por ejemplo, en El cuento de las comadrejas es evidente. Los personajes llevan a cabo una representación para los especuladores… pero en El hijo de la novia el final es una representación teatral, no sé si puede ser una metáfora de que la salvación está en el cine, en el teatro, en la ficción.

Pues puede ser, puede ser. Yo creo que en nuestras vidas, en muchas ocasiones estamos actuando. Estamos representando algo que no sentimos en ese momento. No lo digo esto negativamente. A veces puede ser cuando uno tiene miedo y actúa de tener coraje para poder seguir adelante. O para no lastimar a alguien, viste. Me parece que gran parte de nuestras vidas termina siendo actuar. Pero es que la verdad es que nunca había hecho esta reflexión sobre mis películas. Mira, en realidad, por ejemplo, El cuento de las comadrejas, ante todos los guiones de las películas argentinas que hice es el primero, porque lo escribí antes que El mismo amor, la misma lluvia, y después, conscientemente, no lo rodé porque me parece que la gente de nuestro ambiente no es interesante para el resto de la gente. Entonces, siempre había tratado de presentar personajes que fuesen gente común, como en las otras películas. El cuento de las comadrejas es un poco atípico en el sentido de que es mi única película que sí que tiene reflexiones conscientes sobre la representación. Por eso tiene la palabra “cuento” en el título. Es más un cuento que un intento de representar la vida como son las otras.

Hablando en concreto de esta película, más allá del original del que es un remake [Los muchachos de antes no usaban arsénico, 1976, José A. Martínez Suárez], no sé si pululaba por su imaginario cinematográfico el tipo de películas americanas de gran guiñol como las de Aldrich…

No, no, no esas. Pero sí muy claramente las comedias inglesas como The Ladykillers [El quinteto de la muerte, Alexander Mackendrick, 1955], las de los estudios Ealing. Y bueno, soy fanático de las comedias de Lubitsch, en cuanto al diálogo, el estilo. Son cosas que se ríen algunos y otros saborean. Es un tipo de diálogo que me gusta mucho.  Es algo muy estilizado y El cuento de las comadrejas es como la más estilizada de todas mis películas.

Le quería preguntar también por los actores. Usted ha trabajado con actores argentinos, españoles, también norteamericanos. A menudo grandes estrellas, ¿Cómo dirige a los actores?

Parto de la base de que si repito con un actor, si trabajo con él varias veces, es porque el actor tiene mi misma sensibilidad entonces el trabajo se me hace más fácil. O sea, es bueno y además tenemos el mismo objetivo. Muy pocas veces te diría, me sobran los dedos de una mano, para decir los momentos en que trabajé con actores que no nos encontrábamos. Generalmente, fueron trabajos de televisión en los que el elenco ya estaba formado cuando yo entré. Me fijo en que el actor piense al menos el setenta y cinco por ciento lo mismo que yo el personaje, o bien que diga: “No tengo idea. Decime vos que queréis que haga”. Si me viene con una idea que está muy distanciada, prefiero no trabajar con él. Entonces, con esto en mente el trabajo se hace más fácil porque no hay que extraer una actuación. No hay que hacer jugo de ladrillo. Simplemente hay que ir guiando por dónde va la cosa y generalmente tiene que ver con la verdad. Aunque la situación sea más delirante o no real hay que actuarla con verdad. Esa es la premisa en mis películas y siempre ha salido bien.

En este sentido, por precisar un poco, no sé si realiza ensayos, donde se puede modificar la puesta en escena según cómo funcionan, o si se ciñe a lo que traía pensado de forma más cuadriculada.

Generalmente en las películas, distinto que en televisión, hacemos ensayos de mesa con los actores desde un par de semanas antes. No duran todo el día porque uno tiene mil cosas para hacer dos semanas antes de empezar a filmar, pero nos reservamos un bloque de dos o tres horas y leemos el guion. Entonces, el día de filmación yo vengo con un plan, lo presento y a ver si sale. Cada vez sale más parecido a lo que traigo pensado, porque uno va teniendo experiencia, pero también se corrige si no vale la pena o si hay un movimiento planeado que no se justifique o que el actor no sienta. Pero, si voy con un plan, que se puede corregir, pero nunca voy a ver que va a pasar de forma improvisada.

Hablaba ahora de televisión, no sé si usted se considera más un director de televisión que hace puntualmente películas, o un director de cine que trabaja puntualmente en televisión…

Yo dirijo audiovisuales. El medio es poco lo que cambia. Algunas cosas de puesta de cámara, nada más. En cuanto a los actores es exactamente igual. Lo que puede llegar a cambiar es que en televisión uno no puede planificar un plano secuencia de lejos, como en el cine, porque pensando en que alguien lo va a ver en el teléfono, no le puedes hacer eso. Generalmente uno va a los primeros planos, situándose más cerca de los actores y un poco más rápido. Pero quitando eso, en el resto son las dos cosas iguales. Hoy en día son iguales, antes era distinto.

Cambiando de tema, teniendo en cuenta su película de animación Futbolín, pero también algunos elementos de El secreto de sus ojos, quería preguntarle cómo ve la relación del cine con el fútbol.

¡Pero qué cosa! Vos sabés que yo no soy futbolero para nada, pero para nada. No sé ni cuando juega nadie. Solamente veo partidos del mundial, o alguna jugada que se viraliza. Las buenas jugadas me gustan porque son coreográficas. Pero seguir a un equipo y aguantarme un partido malo, nunca lo he hecho ni lo haré. Obviamente el fútbol es el tema de Metegol, pero que lo tomé más como una coreografía, como un musical. Y esa escena de El secreto de sus ojos, pero después no hay nada de fútbol en mis películas. Sí que me gusta el fútbol bien jugado y como lugar de contienda, como espacio de conflicto, me puede interesar.

Para finalizar, he leído opiniones suyas algo pesimistas sobre el futuro del cine, en las que manifiesta que ya no se hacen películas como las que a usted le llevaron a amar el cine… ¿Qué es lo que echa en falta?

No, no se hacen. Era un cine donde se ven cosas de la vida, pero estas se ven coladas por los ojos de un buen escritor, de un artista. Aprecio mucho el ingenio, y el cine que veo ahora tiene en general muy poco ingenio. En algunas cosas de televisión veo más ingenio que en el cine. A veces me pregunto, ¿pero cómo si van a hacer una comedia no agarran a un buen escritor en vez de hacer estos diálogos pedestres que no hacen reír absolutamente a nadie? Extraño ese ir al cine y ver que hay una mente detrás de la película que es más inteligente que yo. Me gusta eso, me gusta que me manipulen. Veo ahora muy pocas películas que me sorprendan.

En este sentido, ¿Qué películas o directores concretos le han marcado especialmente?

Pues ¡Qué bello es vivir! [It’s a Wonderful Life, Frank Capra, 1946], All that Jazz [Empieza el espectáculo, Bob Fosse, 1979] y Nos habíamos amado tanto [C’eravamo tanto amati, Ettore Scola, 1974], esta película italiana, mucho, y también toda la comedia de Lubitsch principalmente.

Tomado de: Miradas de cine

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‘Luz por todas partes’, un ensayo audiovisual para demoler con estilo la sociedad de la videovigilancia total

Por Ignasi Franch @ignasifranch

Hace unas semanas, Luz por todas partes se alzó con el premio del jurado a la mejor película internacional en el festival Documenta Madrid. Después de participar también en el Festival Internacional de Cine Independiente L’Alternativa, la obra está disponible por un tiempo limitadísimo (entre los días 3 y 5 de diciembre) en la extensión virtual de este último certamen a través de la plataforma Filmin.

Se trata de una nueva oportunidad de acercarse a esta demolición —marcada por un tono sobrio y meditativo que se envuelve de un bello dispositivo estético— de los sueños-pesadillas de la sociedad de la videovigilancia total y la correspondiente extracción masiva de datos.

Luz por todas partes cuestiona la supuesta objetividad de la tecnología y nos habla de la omnipresencia de ojos mecánicos. A la vez, es una de esas películas que encarnan implícitamente, y quizá involuntariamente, algunos efectos colaterales.

El tsunami constante de imágenes que se graban no implica un acceso a ellas. Las horas y horas de metraje capturado por las cámaras de los cuerpos policiales estadounidenses que pasan a los archivos de la empresa Axon, fabricante de las pistolas eléctricas Taser y muchos gadgets más, no son accesibles para el público. Y la película del documentalista (¿o ensayista de la imagen?) Theo Anthony parece condenada a tener una difusión muy restringida dentro del competitivo mercado del contenido audiovisual. Un mercado que tiende, como tantas esferas de la vida contemporánea, a estar dominado por los productos corporativos. Por desgracia, parece difícil concebir que Luz por todas partes pueda conseguir un espacio más allá de ser uno de los muchos estrenos semanales que se pierden entre el flujo de contenidos de las plataformas de vídeo por streaming, o de un estreno limitado en unas pocas salas comerciales de la geografía española.

El acercamiento de Anthony puede recordar a otro gran documental de especial utilidad pública que ha quedado sepultado por el torrente de imágenes. Oeconomia era una contundente confrontación con los idearios y los falsos dogmas dominantes en materia económica, pero se alejaba de las maneras del audiovisual protesta. Su indagación era insistente, pero no escenificaba ninguna indignación (aunque pudiese generarla). Su realizadora, Carmen Losmann, destacaba el mal funcionamiento del sistema, o el desencaje entre lo enunciado y lo que acontece verdaderamente, pero sin atender especialmente a la ética de la economía. Devenía una especie de nerd que buscaba las incongruencias de los discursos superficiales del neoliberalismo económico, y hacía emerger su lógica profunda real, sin explicitar unos principios que la situasen a la contra.

Quizá Anthony lanza unos ciertos hilos de conexión con la sensibilidad comunitaria de los movimientos sociales, pero su empeño sigue resultando de ejemplo de un cine político que es contrario a la gesticulación. Y que no resulta menos penetrante por ello.

Sobre los ojos electrónicos y sus sesgos

Luz por todas partes incluye varios relatos. Por una parte, tenemos al documentalista que visita la sede de Axon, que graba a un curso para policías de iniciación al uso de los productos Axon o que documenta los intentos de un empresario de reflotar un polémico proyecto de vigilancia de la ciudad de Baltimore a través de cámaras aéreas. Entre los fragmentos de estos relatos, aparece el Anthony ensayista (en quien podemos ver varios referentes: desde la divulgación estéticamente cuidada de la historia de la brujería en Häxan hasta las películas de Chris Marker) que ofrece un recorrido histórico: se detiene en diversos intentos humanos de objetivar el visionado y la interpretación del mundo a través de la tecnología. Caben desde las observaciones astronómicas hasta la implantación estandarizada de fichas policiales con diversos retratos, huellas dactilares y mediciones, que inspiraría los estudios sobre supuestos fenotipos criminales y sus correspondientes derivados en forma de ensoñaciones eugenésicas.

El cine de ficción nos ha hablado muchas veces sobre la indeterminación de las percepciones y los posibles fallos en la interpretación de estas. El thriller de terror italiano llegó a convertirlos en un cliché narrativo. Véase, por ejemplo, buena parte de la filmografía de Dario Argento, comenzando por El pájaro de las plumas de cristal o Rojo oscuro. En algunas elaboraciones narrativas, el ojo mecánico desplazaba al ojo humano. El giallo de autor Blow up, de Michelangelo Antonioni, y su derivado Impacto, de Brian de Palma, son otros ejemplos de ello. Anthony opta por un cierto ensayismo audiovisual para dimensionar estos fallos en la captura y decodificación de las imágenes del mundo, y por afirmar reiteradamente la imposibilidad de la objetividad. Los sesgos que siempre condicionan, sea por el mismo funcionamiento de la visión humana, por el diseño de los dispositivos electrónicos orientados al uso policial…

El autor invita al espectador a malpensar, porque la adopción de las tecnologías suele estar promovida por unos poderes con sus propios intereses y cosmovisiones. Los tecnooptimistas de la película, siempre con intereses económicos, llegan a poner en palabras verdaderas distopías de sociedades panópticas bajo vigilancia permanente. En su papel de emisor de autobombo empresarial, un portavoz de Axon parece inconsciente de las connotaciones inquietantes de sus palabras. Afirma que una cámara y un arma condicionan de manera similar la conducta de la persona observada-apuntada, sin pensar en cómo sus palabras explicitan la coacción y la violencia implícitas en su mundo de ojos electrónicos omnipresentes.

Luz por todas partes también recoge voces a la contra. Un anónimo asistente a una reunión en un centro comunitario de Pittsburgh lanza unas precisas cargas de profundidad contra el securitarismo, sus asimetrías y sus negocios derivados, antes de que la discusión se disperse y encone. El cineasta, a través de una voz en off, ensaya una enmienda calmosa a la totalidad del tecnooptimismo pro-vigilancia. Una voz en off femenina habla de las distorsiones derivadas del gran angular de las cámaras corporales que usa la policía, y de las connotaciones de estas: la perspectiva subjetivizada no muestra qué hace la persona que porta el dispositivo, y las posibles amenazas a las que esta se puede enfrentar parecen más cercanas. La voz nos recuerda que estas grabaciones, especialmente cuando pueden ser consultadas por los agentes participantes antes de prestar testimonio, facilitan la producción retroactiva de una narrativa que justifique el uso de la fuerza.

Luz por todas partes evidencia que la crítica de la brutalidad institucional y de los sistemas que favorecen su impunidad puede ser sobria, distante. A pesar de que el recorrido que propone su autor es desasosegante y transmite inquietud respecto al presente y el futuro, el resultado es una película extrañamente bella. Puede tener su lógica que el filme tenga algo de experiencia sensorial, dado que atiende al fenómeno de la percepción. Las meditaciones sobre (im)posibilidad de ver, registrar e interpretar objetivamente la realidad llegan al espectador a través de un montaje poético y una sugerente banda sonora. Porque nos podemos confrontar estilosamente a la distopía cotidiana.

Tomado de: El Salto

Tráiler Luz por todas partes (Estados Unidos, 2021) de Theo Anthony

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De las tablas a la pantalla

Fotograma de María Antonia (1967) de Sergio Giral

Por Luciano Castillo @LucioC812

Encuadramos dos de las adaptaciones de la dramaturgia nacional en la producción fílmica del ICAIC, en este caso realizadas por el cineasta Sergio Giral, obras que, por la solidez de su estructura y el delineado de sus personajes, superan en considerable medida cierto endeble e intrascendente «cine de autor».

En 1986, Giral halló en Plácido, galardonada pieza en doce cuadros de Gerardo Fulleda León —aporte esencial a la literatura dramática cubana—, la oportunidad de realizar una aproximación estética a un artista ubicado en su momento histórico. Emprendió el rodaje de su versión como un intento por incursionar en el mundo de las ideas y las pasiones de un poeta. “Muchos pasajes que aparecen en el filme y no en la obra —advierte el cineasta— son producto de las necesidades expresivas propias del cine. Mi película es una reinterpretación y no una adaptación”.

A criterio de Fulleda, en el trabajo conjunto que acometieron, Giral no desvalorizó ninguna de las posibles lecturas planteadas por su obra, y enfatizó en la que define como fundamental: el artista y su tiempo. Para el realizador, Plácido es una película más personal a la que concede especial sitio en su quehacer, sin relación o continuidad con su trilogía sobre el tema de la esclavitud: El otro Francisco, Rancheador y Maluala.

Desde el momento climático del ajusticiamiento de Plácido, el filme eslabona flashbacks evocadores de distintas etapas en la breve vida del poeta matancero para aportar elementos de juicio sobre su conducta. La cuidada fotografía de Raúl Rodríguez captó el rigor en la reconstrucción ambiental y la selección cromática. El argumento fluye gracias a la eficaz edición de Nelson Rodríguez. El acercamiento físico y caracterológico al contradictorio bardo por el actor Jorge Villazón (1947-1994) sobresale en medio de un reparto con desequilibrios. Sin alcanzar el aliento y vigor de su antecedente teatral, Plácido queda como un fresco abocetado con personajes carentes de precisión.

No denota su procedencia escénica en ningún momento el guion concebido por Armando Dorrego para la adaptación asumida en 1990 por Sergio Giral del clásico María Antonia (1967), que convierte a Eugenio Hernández Espinosa en el dramaturgo cubano más filmado. El propósito de la adaptación fue respetar al autor sin desvirtuar la obra homónima en un prólogo y once cuadros, estrenada en septiembre de 1967 por el grupo Taller Dramático. De ese proceso surgieron tres guiones, desde el más religioso, mágico y esotérico, hasta uno actual, que no funcionó porque al transmutar la trama de los años cincuenta, los conflictos y la realidad social eran distintos. Finalmente, se escogió para el cine una variante fiel al espíritu del original y consigue, a tono con los criterios expuestos por el realizador en conferencia de prensa, “una película universal que desbordara los límites de la época en una operación más de índole cultural y estética que histórica”.

Que Giral se hallaba en el clímax de su plenitud creadora y en evidente ruptura con su filmografía anterior, es percibido a lo largo de este filme. La fotografía preciosista de Ángel Alderete propicia el estallido de las imágenes de La Habana en todo su dramatismo, como entorno para el avatar de esa mujer intransigente y rebelde que reniega de los dioses a los cuales desafía, pero cuya protección implora su Madrina, tras el acto cometido por María Antonia. La religión es el elemento decisivo en la conducta de los personajes en la obra, toda una tragedia moderna, en opinión de Giral. Plantea que este elemento está dado por un hecho de índole dramático, que conserva sus valores sin dejar de gravitar en los caracteres y el medio social donde se desenvuelven. En su versión libre para el cine se acercó más a un género tan vapuleado, pero que defiende, como el melodrama, sin pérdida de su esencial aliento trágico.

Quienes dudaron que existiera otra actriz capaz de ofrecer una imagen diferente o aproximada a la antológica caracterización teatral de Hilda Oates, ignoraban la osadía de Alina Rodríguez (1951-2015), realmente descubierta para el cine cubano en este protagónico. Ella solo conocía la exitosa reposición de la obra por Roberto Blanco en 1984 con el grupo Ocuje y se propuso encarnar ese personaje monumental apenas supo del proyecto, para el cual aprovechó sus vivencias en Santa Camila de La Habana Vieja. Su temperamento artístico disipó toda incertidumbre y convenció al cineasta. La entrega a María Antonia fue tal que delineó —como la imaginara el autor— una potente actuación como esta hija de Oshún y de la candela, sedienta de hombre, pletórica de amor, con su risa cascabelera y el viento que arremolina su cintura, su piel llena de movimientos, segura de lograr todo lo que se propone y de poder moldear el mundo a la medida de sus deseos.

Tomado de: Cubacine

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La institucionalidad cubana tiene una serie de graves desviaciones

Por Juan Valdés Paz

*Segunda parte de la intervención realizada el 15 de octubre de 2020 en el Centro Memorial Martin Luther King Jr. (Marianao, La Habana), en el marco de un análisis de coyuntura para la actualización estratégica de las proyecciones de trabajo de dicha Asociación y las redes que anima.

Para comentar lo interno, voy a usar la figura que estoy usando hace cierto tiempo en todos mis trabajos, que es una perspectiva sistémica.

La sociedad cubana es un sistema social, y dentro de él hay subsistemas: subsistema político, subsistema económico, subsistema civil, subsistema ideológico cultural y otros que se puedan identificar. La idea es que un tratamiento sistémico nos permite ver a estas dimensiones como totalidades, no solamente como pedacitos de medidas o de acontecimientos, sino como totalidades.

Hay una totalidad que es el sistema económico, una totalidad que es el sistema político, o lo político, etcétera. La perspectiva sistémica ayuda mucho a entender y ayuda mucho al análisis. Lo que voy a comentar en el marco de cada uno de esos subsistemas: el político, el económico, el civil, el ideológico cultural; son comentarios sobre una totalidad, la que no tengo ninguna pretensión de agotar. De cada una de estas cosas que voy a decir me he callado cien más y ustedes tienen otras cien, que a mí no se me ha ocurrido tener en cuenta. De manera que es, simplemente, una incitación a que retengamos esa visión sistémica porque tenemos que encontrar cuáles son todos los componentes del sistema, cómo está, cuál es la estructura de relaciones del sistema, cuál es la dinámica del sistema, etcétera, con todas las cosas que se dicen en la teoría de sistemas sobre un sistema.

Yo creo que nos ayuda un poco, y es una perspectiva que nos devuelve al marxismo. El marxismo es una visión de totalidad, también la teoría de sistemas es una visión de totalidad y es la visión de totalidad que preconizó siempre el marxismo.

Bueno, en esa perspectiva, lo primero que yo quisiera decir del escenario cubano es que, a pesar de los zigzags, los avances y retrocesos, los discursos que no cuajan, etcétera, lo más importante para mí —y para el centro Martin Luther King— es asumir que estamos en un escenario de reformas y que la primera potencialidad, como le suelen decir —se ha puesto de moda— «fortaleza» es que estamos en un escenario de reformas. Y, no solamente vamos a hacer un nuevo plan perspectivo, etcétera, sino que, a diferencia de 10 años atrás, nos vamos a colocar en un escenario de reformas, de cambios, de transformaciones, donde hay aspectos que se conservan, es decir, cambios y continuidades, para decirlo de una manera rápida, y esa es la primera perspectiva que tendríamos que asumir.

El país tendrá un escenario de reformas. Hay, por tanto, propuestas de reformas, unas en curso, otras prometidas, otras que se proponen —no están todavía en la agenda oficial—, hay sujetos y actores que están con las reformas y otros que no, y por tanto, son una traba, marcan el freno. Hay todas esas contradicciones que acompañan al proceso de reformas, y nosotros tenemos que poner, inevitablemente, una reforma sobre otra, proponiendo la nuestra, cobijando una u otra, acercándonos a unos actores más que a otros y asumir un discurso reformista también, porque parece ser, por suerte, que la Revolución está en esta etapa.

Entonces, ese es el primer problema. Ahora, la reforma que era, digamos, en esta conversación, aquí, yo mismo, en el 2010, cuando se hizo la primera discusión de los Lineamientos…, era una cosa abstracta, o estábamos discutiendo qué reforma, pero aunque podemos seguir discutiendo qué reforma, inclusive decir que las que se proponen son una mierda, o insuficientes, el hecho es que el proceso de reformas al que me estoy refiriendo transita bajo un conjunto de programas que ya están establecidos, consensuados, legitimados, etcétera.

Es decir, yo creo que lo políticamente saludable es, antes de inventar más y seguir discutiendo sobre las reformas que todavía no tienen consenso, centrarnos y ponernos bajo el paraguas de las reformas que ya tienen consenso y que, además, están legitimadas oficialmente. Eso es lo primero que yo quería decir. No tengo necesidad de recordar todos los documentos: los Lineamientos 1, 2; la Actualización; el Plan de desarrollo hasta el 2030, etcétera, porque están repartidas en todos esos documentos… una multitud de reformas… si aplican la mitad de lo que está prescrito, si aplican la mitad, estamos en otro país, y hay quien tiene que pensar qué hará en el otro país. Primero llegar a él y después qué hace.

Yo creo que esa es una cosa muy importante: asumir que estamos en un escenario de reformas, y ese escenario de reformas va a convivir con algo que dije antes, que es los niveles de normalización de las interrelaciones con los Estados Unidos.

Nosotros tenemos muchos problemas con el mundo y hasta con el vecino, pero nosotros tenemos un principal problema que se llama los Estados Unidos de Norteamérica, porque es el que tiene la capacidad de destruir a la Revolución, y con el que tenemos una contradicción fundamental que es de carácter geopolítico. Nos podemos poner de acuerdo, nos podemos normalizar y hasta podemos llegar hasta una serie de amoríos… pero, ellos serán siempre una gran potencia, ellos son el capitalismo, ellos son el imperio en este hemisferio, etcétera, y nosotros somos la piedra en el zapato… porque eso no tiene solución objetiva.

Nosotros podemos llegar a un nivel de acomodo, pero esto es importante que los cubanos lo retengamos porque, para decirlo de una manera poética, hubo muchas piernas flojas aquí durante el proceso de negociación del 2014, hubo mucha pierna floja. Entonces, hay que saber, no solamente tenemos anexionistas, sino también tenemos piernas flojas… tenemos muchos socialdemócratas: «al final el imperio no es tan malo, hay que resolver, eso es inevitable, hay que ser objetivos, hay que ser realistas…» y empieza a aparecer un discurso a nombre del «realismo» y aquí no hay nada realista y hay una cosa que es la nación cubana, que no tiene solución frente a Estados Unidos tal como la concebimos nosotros: independiente, soberana, que se autodetermina.

Esa nación, en los últimos 200 años no tiene solución frente a Estados Unidos, ni la tendrá. Bueno, ¿llega la revolución socialista a Estados Unidos? Ya veremos cómo es la cosa… Esto lo digo anticipándome a una de las cosas que tendré que decir cuando hable de lo ideológico cultural. Este es un gran telón de fondo del problema.

Además, el imperialismo no siempre se acerca a ti mordiéndote los calcañales… puede ser hermoso, puede ser bello, puede venir en colores y envuelto, viene con música… el imperialismo tiene dimensiones muy agradables, no todo es que te pisan los pies… tentadores, con una buena compañía.

Y, entonces, hechas estas advertencias, que estando en un escenario de reformas, los Estados Unidos harán una política… ¿cómo lo veo yo? Yo creo que una de las coincidencias sustanciales entre la política de Obama y la política de Trump, antes de hablar de las diferencias, es que las dos ven en este escenario de reformas, perciben el escenario de reformas como un proceso en la Revolución cubana que la puede hacer viable…

(Lo de ellos) es hacer una política para que nosotros nos autoextingamos o nos destruyamos; pero cuando estamos hablando de reformas, quiere decir que nosotros somos flexibles, que estamos en una nueva situación, nos estamos adecuando, estamos tratando de superar nuestras contradicciones. Entonces, nos podríamos hacer viables para Estados Unidos —que está lleno de think tanks que estudian esto que estamos diciendo mejor que nosotros—.

Ese proceso de reformas… ¡un socialismo que se reforma!, que ninguno lo ha hecho… (bueno, el chino, ustedes me dirán si esa es la reforma que podríamos asumir nosotros). Es decir, ellos ven un peligro en el proceso de reformas en curso. Obama dijo: «bueno, el proceso de reformas va a permitir penetrar en la sociedad cubana como no hemos podido hacerlo hasta ahora, no los hemos podido vencer por la fuerza». Y Obama puede hacer esa política y declarar públicamente que hacen una política con los mismos objetivos, con otros medios, e inclusive decir que la política de ellos está orientada —tomen nota de esto por algo que voy a mencionar después— a los jóvenes, los negros, las mujeres y los cuentapropistas. Ellos han identificado ya sobre qué grupos sociales actuarían.

Llega Trump, unido a la derecha de Miami, como ya saben y dice: «no, no, no, si nosotros aceptamos esa política, aunque hagamos alguna ventaja, esto es para el siglo XXII y nosotros queremos resolver el problema cubano ya, porque Cuba es Venezuela, Venezuela es Cuba, América Latina»… y aparece una propuesta contraria, que es: hay que impedir las reformas, es decir, en una lectura de lo que parece salvaje, la lógica es impedir las reformas.

Yo creo que esta es una de las cosas que tendríamos que tener en cuenta. Y eso me permite, ahora, entrar a algunos comentarios por sistemas, de la sociedad cubana, al menos como yo lo veo.

Me voy a detener primero en lo que vamos a llamar un comentario sobre el sistema social. No voy a detenerme ahora en ningún subsistema, sino en el sistema social, las cosas que son de la estructura social, que la estudiamos poco porque (…) lo que producen (las ciencias sociales) lo engavetan, es clandestino, etcétera y algunas ciencias sociales, como las ciencias políticas son casi inexistentes. No me detengo en eso, que tiene que ver con lo que comentábamos. Si Gina (Georgina Alfonso) estuviera ahí le estaríamos tirando piedras a Gina, pero no iba a hacer nada Gina, sabemos que eso es política de Gobierno, política de Estado.

En lo societal está el primer problema, del cual hay muchos comentarios regados, porque lo que yo quiero presentar ahora de una manera central es el problema demográfico, el problema de la estructura demográfica del país, que tiene que ver con lo que nos pase de aquí al 2025, y peor, del 2025 en adelante: no crece la población cubana, crece la migración, las mujeres no quieren parir, o siguen pariendo, pero menos del 2,2 que necesitamos y, lo que es peor, envejece aceleradamente, tiene una estructura etaria como si fuéramos Alemania, pero no somos Alemania.

Todas las tendencias demográficas son desastrosas para la economía y la sociedad cubanas. Si estuviéramos en China estaríamos felices de tener tantos viejos, pero aquí «estorban» todos, y los que no estorban, es porque están en posiciones de poder, donde también estorban. Es un problema demográfico, pero entre los tantos problemas de las tendencias demográficas de aquí al 2025, el más grave es la disminución de la fuerza de trabajo.

El problema más grave que tenemos de las tendencias demográficas es la disminución relativa y absoluta de la fuerza de trabajo. Es decir, la fuerza de trabajo disminuye y disminuirá hasta el 2025 y después. ¿Qué quiere decir eso? ¿Cómo nosotros resolvemos ese problema?

¿Cómo lo resuelve el capitalismo? Con inmigración. Todos esos migrantes que están ahora ahogándose en el Mediterráneo, que no los quieren, estaban hasta el otro día trabajando en Europa: cinco millones de magrebíes en Francia, siete millones de turcos en Alemania, no tengo que decir que en Europa cuando entras en los campos de hortalizas todo eso es africano. Las aceitunas las recogen inmigrantes estacionales… en Europa, que tiene la tecnología para resolver una parte del problema con tecnología que nosotros no tenemos ni vamos a tener para ese plazo, para tú decir: «quita un tipo y pon una máquina en su lugar». Si tuviéramos la ciencia y la tecnología… no tenemos el capital para hacerlo.

Ahí hay un problema serio, que nos tendrá que volcar a dos tendencias que hoy no queremos. Yo me moriré y ustedes se acordarán de esta conversación. Una, es abrazar a la emigración cubana, que regrese, que vaya y venga, que sea un actor interno, primero económico y, si es económico, terminará siendo político. Dos, la inmigración caribeña, que ya nos sacó del aprieto en nuestra historia, como ustedes recordarán en los años veinte con la explotación azucarera, la inmigración haitiana. Sí, tenemos la otra solución que es la inmigración, pero, obviamente, es muy problemática. Todavía meterse en los cañaverales del norte de Camagüey y descubrir una aldea de haitianos, casi 100 años después da una idea de cómo es eso cuando metes una inmigración de otra cultura, cómo la integras, eso es muy, pero muy complicado, como todos sabemos, pero lo pongo ahí porque acuérdense que dijimos que íbamos a decir algunas cosas del escenario del 2025.

La otra cosa societal que quiero mencionar es la estructura ocupacional, las variaciones que va a tener la estructura ocupacional. Quiero recordar que hay un compromiso oficial declarado de que el empleo estatal, que llegó a ser el 95 por ciento del empleo en Cuba, está en el 75 por ciento y hay un compromiso del Estado de no emplear más del 60, es decir, ser el empleador de no más del 60 por ciento de la fuerza de trabajo del país.

Esto quiere decir que todavía se tiene que desprender de casi un millón más de trabajadores y que ese empleo, para ocuparlo, hay que crearlo en el sector privado: cuentapropistas, Pymes, economía familiar y cooperativas, todas las formas no estatales que ya están en el papel, pero como el mismo Marino Murillo ha reconocido en estos días, todo eso es un desastre, pero lo tenemos que ordenar, está decidido, es parte de la reformas ordenar eso, darle personalidad jurídica, convertirlos en agentes económicos normales del sistema económico, etcétera. Veremos cómo ordenan eso, pero lo concreto, para el punto que estoy tratando, es que hay que crear ese empleo en el sector, si queremos racionalizar al sector estatal.

La capacidad de crear empleo del Estado está bloqueada, porque el Estado… te lo voy a decir… en el año 2004 —fecha que a ti te interesa, porque tú (Joel Suárez) también estabas entusiasta con la Batalla de ideas— le dijeron a Fidel Castro: «tenemos un 12 por ciento de desempleo» y Fidel dijo «¿desempleo en el socialismo?»… te acuerdas de todo lo que apareció: los trabajadores sociales, los instructores de arte, el estudio-trabajo, etcétera. No te cuento todo eso de nuevo. Lo puso en menos del dos por ciento de desempleo, el lugar que menos desempleo tiene en el mundo. ¿Dónde está toda esa gente? En las plantillas de las empresas estatales o de los órganos presupuestados.

Cuando se tomó la decisión, a tanta insistencia probablemente de Raúl, no lo sé —eso transcurre en la caja negra— de que la experiencia de las Fuerzas Armadas pasara a ser adoptada en el sector civil bajo el término de Perfeccionamiento Empresarial… El perfeccionamiento empresarial lo primero que tenía era el ajuste de las plantillas, es decir, que para implementar el perfeccionamiento empresarial había que quitarse el superempleo de arriba, obviamente, el 25 por ciento que ya se quitaron. Les falta todavía un pedazo.

Mientras yo estoy escuchando a Marino Murillo hablando de la eficiencia y de la eficiencia de las fábricas y todo eso… la primera reacción de esos empresarios cuando sean autónomos —hasta ahora no, porque hasta ahora se lo dicen todo— pero cuando le digan: «tú decides…» será «No, no, aquí sobran 30, y aquí 40… y aquí 35 y allí…», y para eso, de pronto, inventarás subsidios de empleo, que es una cosa que no había mencionado, pero que van a tener que crear, y lo otro es que ¿quién crea el nuevo empleo? El empleo es, económicamente, una función de la inversión, ¿habrá inversión extranjera suficiente para expandir el empleo? ¿El sector privado nuestro crecerá a un ritmo que le permita crear el suficiente empleo? Y aunque eso sea así en grandes números, cuando tú te detienes a analizar el empleo que tú ofreces y termina siendo un empleo por ramas, sectores, oficios, etcétera… porque en la agricultura falta fuerza de trabajo, tú le puedes seguir ofreciendo a los 11 millones de cubanos que vayan a la agricultura que todos tienen trabajo… no va a ir nadie, porque el 18 por ciento de la población es lo único que queda en área rural en Cuba, es decir, que la ruralidad tiene miseria, atraso y… Palmas y Cañas. Por tanto, está claro cuál es la dinámica social aquí del empleo.

Lo que quiero señalar ahora es que tenemos una problemática de empleo que no será fácil resolver y no tengo claro cómo va a estar al nivel del 2025, pero creo que no estará resuelto y que esto dará lugar a un subsidio de empleo de considerable magnitud si queremos racionalizar la economía.

Naturalmente, como tú sabes, y como sabemos todos, esto pasa por luchas políticas, habrá sectores políticos que no quieren tijera blanda, o no quisieran, como no quiso Fidel Castro; y otros que sí, y otros «bueno, sí, pero hasta la mitad». Hay muchos cuentos prosaicos sobre eso. Ahí tenemos un problema de la sociedad en su conjunto, del sistema social.

Tenemos un problema también, que curiosamente no hablamos: nosotros somos marxistas nada más que para sacar la asignatura Marxismo-Leninismo, para más nada. Nunca nos preguntamos cómo evoluciona la estructura socioclasista de la sociedad cubana, aunque uno, rápidamente dice: «bueno, si hay propiedad privada y hay pequeñas y medianas empresas y hay empleadores, hay una pequeña burguesía, una mediana burguesía», incluso uno intuye que están creciendo, pero yo no quiero detenerme ahora en esa fenomenología, sino decir que la estructura socioclasista del país está evolucionando de una manera muy diferente a como la construyó el socialismo cubano hasta los años ochenta.

Hay dinámicas de estratificación que inciden en la cultura. Si la estructura socioclasista cambia, cambia la cultura de intereses y la estructura de estatus en la sociedad y, por tanto —cosa que a ustedes les interesa mucho— las valoraciones, los valores, las ideologías que están conexas con esos intereses.

Lo que quiero decir es que la estructura social se mueve a una mayor estratificación, diversidad, complejidad de intereses y dinámicas nuevas y diferentes a las que hemos conocido, con efectos políticos «X», en los que no me voy a detener ahora.

Pero, por ejemplo, voy a poner un ejemplo, ahora tenemos, visiblemente, una concentración del ingreso: hay una franja que tiene ingresos enormes comparados con el ingreso medio y el ingreso más pequeño. Esa franja va adquiriendo la capacidad de hacerse una vida, hacerse un país diferente, ellos se salen del socialismo, lo pueden comprar todo, comprar la salud pública, los servicios, los mejores productos, viajan, ellos se van creando un país que no es el socialismo cubano. Tienen esa capacidad, tienen la capacidad de corromper, y tienen una capacidad que se volverá política en algún momento. Estoy diciendo una cosa gruesa, pero para el 2025 vamos a ver expresiones políticas de eso.

Yo venía conversando con José Luis (Rodríguez) por el camino, me estaba explicando ahí su último trabajo, su investigación en curso, y le decía: «José Luis, de eso que tú estás estudiando, de los años sesenta, no te olvides que el centro, el núcleo duro de la política de la Revolución, de la estrategia de Fidel Castro y del Che Guevara y de todos los que nos creíamos aquello, era la igualdad, la igualación entre los cubanos». Nunca una igualdad total, porque eso no existe en la realidad, pero era una política de equidad muy fuerte y profunda, que minimizaba el patrón de desigualdad. Siempre hay desigualdades sociales, pero, minimizando el patrón de desigualdad. Es un factor.

Desde los noventa estamos transitando hacia un mayor patrón de desigualdad. Las políticas en curso, es decir, la dimensión económica de las reformas mueve hacia un mayor patrón de desigualdad a la sociedad cubana. Cuando lleguemos al 2025 tendremos una sociedad mucho más desigual que la que ahora tenemos, que la que hoy tenemos con coronavirus, entonces, si ustedes quieren, empiecen a sacar las implicaciones, pero esa es la tendencia.

Cuando yo hablo de este tema, a mí no me preocupa —a diferencia de otros compañeros, como José Luis, que está incluido en el igualitarismo y todo eso—, yo no tengo problemas con un mayor patrón de desigualdad porque reconozco que es una necesidad económica y tampoco es posible crear un mecanismo de incentivo económico sin algún grado de desigualdad. Eso lleva su discusión, no me detengo en eso.

Todos queremos la igualdad por su belleza, no se puede aspirar a más que la equidad. Siempre tendremos un patrón de desigualdad y estaremos discutiendo cuánta desigualdad, pero no es tan importante cuánta desigualdad como qué pasa con el término inferior de la desigualdad.

Yo siempre digo, o he dicho aquí en este salón: Usted tiene 1.000 cañas y yo tengo 500, Usted tiene más que yo, pero yo estoy bien; pero si Usted tiene 1.000 cañas y yo tengo siete, entonces sí hay un problema. El término inferior de la desigualdad está muy jodido.

Dicho eso, quiero decir, sin más comentarios, que en la estructura actual de la sociedad cubana hay un patrón de desigualdad cuyo término inferior contiene ya una considerable franja de pobreza.

Los estudios que se hicieron en los noventa en La Habana daban un 20 por ciento de pobreza, en La Habana, con los indicadores nuestros, podría calcularse para el país un por ciento no menor del 25, en los noventa. Ahora, el patrón de desigualdad, por ejemplo, la desigualdad del ingreso, que es lo que se puede medir con el índice limpio, era punto veinte en los ochenta, se puso en punto treinta y tantos en el Período especial, y está ahora en punto cuarenta y llegará en el 2025 a no menos de punto 45. Tú puedes decir, bueno, la desigualdad en América Latina es punto 70, punto 76… estamos lejos, pero estamos mucho más lejos del socialismo cubano que conocimos, y sobre gran parte del cual se ha construido el trabajo y el imaginario del (Centro) Luther King. Ustedes se han pasado todo el tiempo luchando por la igualdad, bueno, pues no luchen más por la igualdad, empiecen a luchar contra la pobreza.

A pesar de esto, como decía al principio, mi presentación es optimista (…) Si yo le digo al gobierno que tiene que hacer una política contra la pobreza, que no la hace. Tienen una concepción ya dejada atrás por las ciencias sociales de que son liberales; que va a progresar el país y va a haber un derrame, y en el derrame se van a beneficiar todos —cosa que está demostrada por las ciencias sociales que no ocurre— … tenemos cada vez más pobres. No hay política para la pobreza, es más, la palabra pobreza no aparece en un solo discurso oficial. No hay un funcionario cubano que se atreva a decir pobreza. Entonces, yo estoy aquí invitado para darle tareas posibles al (Centro) Luther King… No estoy en la pobreza de la Teología de la Liberación, no estoy en la pobreza espiritual, estoy en la pobreza concreta y material.

Hay que tener en cuenta las consecuencias de todo tipo de la pobreza para la sociedad. Por eso, yo he colocado el comentario en la sociedad, en el sistema social. Eso atañe a todo el sistema social.

Por último, quería mencionar (otro problema), porque es un problema que regresa y que, además, es una base del enemigo —y ha creado aquí muchas confusiones—. Es el problema racial, porque los negros y mulatos están sobrerrepresentados en esa franja de pobreza, están sobrerrepresentados en los peores indicadores: el menor ingreso, la pobreza, la falta de vivienda, los peores empleos, etcétera. Por tanto, hay tendencias objetivas para que el tema de la racialidad se nos vuelva un problema socialista a nosotros y una base al enemigo sobre la que está actuando con mucha energía.

Yo sé que en el (Centro) Luther King preferimos no hablar del problema racial, precisamente porque estamos contra eso, pero nos entra por la ventana, y tiene una dimensión ideológico cultural terrible. Por eso quiero mencionarlo como un problema del conjunto de la sociedad, porque es un tema transversal, que nos aparece en la economía, que nos aparece en la política, que nos aparece en la vida civil y en la esfera ideológico cultural cada vez con más fuerza, y sobre la cual los enemigos trabajan, y también los criollos trabajan. Los propios negros y mulatos sienten que tienen que reivindicar su situación de desventaja, y no está mal, yo estoy porque todos los grupos defiendan sus intereses. Eso de que hay un gran padre, un big brother que nos va a proteger a todos… descarten eso.

Hay que hacer los espacios para que los grupos defiendan sus intereses, sean las mujeres, sean los LGTBI, sean los negros, sea cualquiera. Si no empoderamos a los grupos de intereses, no podemos defender sus intereses y estarán siempre bloqueados.

Ahora bien, en el caso nuestro hay algo, me parece a mí, ideológicamente terrible, y es que muchos de los compañeros que están aquí en la lucha por el tema racial se han comprado un término que vino. Tiene otras razones, fue aceptado por las Naciones Unidas, y ha entrado en Cuba y hasta el discurso oficial lo ha aceptado —para mi sorpresa—: es el tema de los afrodescendientes.

Es decir, hemos entrado en un tema de identidades y la identidad de los negros y de los mulatos —ustedes me dirán que hay 16.000 variantes de la mulatez—, como también, por supuesto, hay un racismo negro, y mestizo… Es un problema de mucha complejidad este problema de la racialidad.

Y nosotros teníamos eso resuelto, creo yo, ideológicamente hablando, con Martí: «cubano es más que blanco y más que negro…». Es decir, la misma identidad, que era la del cubano, resolvía el problema y nos daba un techo ideológico para colocar esas contradicciones mientras las resolvían. Y resulta que hay que volver a África, hay que montar el barco en dirección contraria. A mí que reivindiquemos la cultura africana, como un componente, ¡un componente! del ajiaco… pero ¿volver ahora a la africanización?, y que somos afrodescendientes, yo creo que nos estamos metiendo en un callejón ideológico cultural que en vez de resolver, o ayudar a resolver, de crear un marco de solución ideológico cultural al problema de las contradicciones raciales —que son objetivas— lo que lo estamos es enquistando como un problema insoluble, porque cuando creemos o recreemos la identidad negra o mestiza, lo cubano no se sabe lo que quiere decir. ¿Qué quiere decir ser cubano con mi identidad? Tengo que poner la nacionalidad, en un pasaporte, en un carnet… y este es un problema que nosotros teníamos resuelto, ideológico, entonces llamo la atención sobre esta contradicción.

Hay dos problemitas más de carácter global que quiero mencionar ahora: uno es el problema generacional. Yo sí creo que a nosotros nos falta lo que se llamaba imaginación sociológica y hay una cantidad inmensa de problemas. Nosotros nunca los problemas los colocamos en una perspectiva sociológica, no digo ustedes —obviamente es parte de su oficio— sino digo la población, los cuadros, los cuadros políticos, los decisores. El compañero Marino Murillo puede hablar durante dos horas de cualquier cantidad de problemas sin mencionar ninguna implicación social. Lo social nunca aparece cuando los economistas hablan.

Bueno, el quid de lo que quiero explicar ahora es que la Revolución comenzó con dos generaciones y llegamos al Período especial con cuatro. Se formó en el Período especial una quinta generación. En los 2000, en los cuales llevamos ya 19 años, se creó una sexta generación y ahora, sobre todo de aquí al 2025, vamos a tener una séptima generación sociopolítica. Es decir, que la Revolución, que convivía con dos generaciones se las tiene que ver con siete, de las cuales yo siempre digo: las tres primeras vivieron mejor que sus padres, la cuarta vivió igual que sus padres, y todas las demás, peor que sus padres, para decirlo rápido. Pero no es esa la connotación única, no, las connotaciones de todo tipo: memoria histórica, experiencia revolucionaria, niveles de participación…

(Joel Suárez: Detente en esa variable que mencionaste al paso, en esas variables dentro de la Revolución, no solo la condición material…)

La condición material es importante. A ver, siempre hemos tenido necesidades, tenemos ahora un poco más de necesidades porque hemos salido de un Período especial —lo voy a describir— y estamos en otro, aunque se llame de otra manera. Es decir, tenemos más carencias materiales que las que tuvieron nuestros padres hasta los ochenta. Hay carencias materiales, hay una distribución más desigual de lo que hay en la sociedad, etcétera.

Estos son impactos, pero el problema es que lo que tenemos choca ahora con las expectativas. Las nuevas generaciones tienen otras expectativas. Mi generación quería educación, quería salud, quería cine, quería música, quería cultura. Ya todo eso se dio, más o menos, mejor o peor, ya son conquistas de la Revolución.

Ahora la nueva generación quiere otra cosa, yo me siento con mis nietos y no puedo… «no me hables más de la educación y la salud… si yo nací con eso, no hables más de eso». Pero oye, ¿tú sabes lo que es un país del Tercer mundo tener al 100 por ciento de los niños con uniforme, y en la escuela y reproducir eso? El problema es el último celular, quiero mayor conectividad, quiero viajar a conocer el mundo… el problema es que las expectativas que la Revolución le resolvió a las cuatro primeras generaciones están bloqueadas.

(Eso,) más nuestros errores, porque, por ejemplo, yo creo que en el tema de la conectividad cometimos un error estratégico con costos de todo tipo, no solamente generacionales, costos para los sectores científicos y académicos que estaban desinformados, etcétera. Y lo peor, es que no hemos ganado capacidad para combatir en las redes, que es un oficio. No hacemos más que quejarnos… que el enemigo, que el grupo, que no sé qué, que un blog que nos ataca, que no sé cuántas cuentas… bueno, ¿y nosotros? ¿Por qué no le piden al Martin Luther King que haga sus combates en un blog a nombre de la Revolución? Ustedes lo tienen, pero, quiero decir, publicar algo que se entendiera y tú y el otro. ¿Por qué Aurelio (Alonso) está en su casa ahí, esperando a morirse, en vez de estar defendiendo a la Revolución en la red? Y el otro, y el otro, y el otro… no nos preparamos para eso, no sabemos qué decir.

Y lo que es peor —y aquí voy a hacer una observación atrevida—, noto que la dirección política es muy influenciable por la red, están muy preocupados; muchas veces están contestando lo que uno sabe que está en ese momento circulando. Mi hermano, no. No me meto más en eso porque estoy hablando en chino. Lo que quiero decir es —porque voy a volver a esto en el desafío, más tarde, de la red—, lo que quiero decir es que, a tu pregunta, hay problemas generacionales. ¿Tú tienes alguna duda? Si no, te lo voy a decir (de otra manera). La biblioteca personal más importante de Cuba la tengo yo, ¿he logrado que mis nietos se lean un libro? ¿Uno? Hay un grupo generacional que está asociado al desarrollo de la informática, etcétera, que nosotros no acabamos de entender, y nos retrasamos mucho en entender eso. Habría que haber asumido —porque se sabía que iba a ocurrir— que era un desafío ideológico cultural en las redes y habernos preparado para eso, pero nada más que saben criticar, en fin…

Ya dejo eso, lo que quería era decir, que es lo que estoy diciendo ahora, que hay un problema generacional. Hay un corte generacional y hay que tener en cuenta que tiene implicaciones políticas muy fuertes. Todavía estas nuevas generaciones no son oposición, veremos si logramos evitar que lo sean, pero son cada vez más críticas. «Esto es un negocio de ustedes, esto es un negocio de los viejos, esto es un negocio de papá, que estuvo en el barco que dirigió mi abuelo, a lo sumo es un negocio de papá, pero esto no es un negocio mío». No pasan a ser la contrarrevolución y quizás ni la oposición, pero no les importa.

Luego, en grandes números —percibo yo—, cada cual tiene su visión de la realidad porque, por supuesto, una vez más, no está estudiado. Y los dirigentes cubanos creen que la información es lo que les informa la Seguridad del Estado y el aparato ideológico del Partido, y creen que así están enterados de cómo está Cuba. Entonces, este es un problema que está muy falto de estudio, todas son percepciones indirectas que tenemos todos, si somos padres, si somos abuelos, si tenemos vecinos pequeños o adolescentes, pero hay un corte y no hay política para eso. No tengo que decir que los dispositivos que hay para eso —Juventud Comunista, Pioneros, Federaciones estudiantiles, etcétera— no pueden mascotear ese problema todavía.

El último comentario que iba a hacer es lo que voy a llamar, sucintamente… otra cosa que no está… que no oigo al compañero Murillo… Déjenme decirlo de una manera un poco académica al principio… Nosotros nacemos, crecemos y morimos en el marco de instituciones, por tanto, la dimensión institucional, las instituciones que existen y el orden institucional que existe, y el funcionamiento de esas instituciones es el primer dato que tiene que ver con la vida social, porque la sociedad tiene, inevitablemente, instituciones.

La Revolución creó su cuerpo de instituciones. Hay un cierto orden institucional, por ejemplo, en el caso del socialismo las instituciones políticas predominan sobre las demás, etcétera. Hay un cierto orden, una cierta jerarquía, en fin, y todos vivimos en el marco de instituciones legales. Las instituciones nos norman la vida, nos la ordenan, nos dan, nos quitan, nos favorecen o nos estorban. Esta idea —antes dije imaginación sociológica— y ahora digo imaginación institucional.

Ustedes aquí están forzados a tener en cuenta al resto de las instituciones que los están limitando y jodiendo todo el tiempo, y no debe ser un tema muy raro para ustedes. Pero el hombre común, las personas, los individuos sociales, etcétera, nadie está suelto, la vida cotidiana transcurre en instituciones, desde que te levantas hasta que te acuestas. Entonces, estas redes institucionales, en las que no me voy a meter, es el núcleo duro de la sociedad. La sociedad se institucionaliza. La sociedad está siempre institucionalizada. Puedes concebirla como una suma de instituciones: instituciones jurídicas, instituciones políticas, instituciones económicas, instituciones civiles, instituciones ideológico culturales, etcétera, pero instituciones.

¿Qué quiere decir? ¿Qué cosa es una institución en Sociología? Un conjunto de relaciones sociales de carácter permanente y duradero que tiene, como núcleo constitutivo, una norma constitutiva que define las funciones, lo que hacen y los poderes que tiene esa institución. De ahí se desprende todo lo demás. Los estudios institucionalistas lo primero que aprenden es que, tal como está pintado, el pájaro es una cosa y cómo funciona el pájaro es otra; que nosotros, los sujetos y actores desviamos la Constitución, hacemos que la institución se comporte con cierta desviación respecto a lo previsto, a la norma constitutiva… A esto le llaman macro teoría, que les digo para explicar lo que quiero decir ahora: la institucionalidad cubana tiene una serie de graves desviaciones.

Toda sociedad tiene desviaciones. La desviación es un concepto sociológico. La desviación de la norma… pero las nuestras son muy graves. Y, de paso, voy a mencionarlas: el hecho de que el socialismo nuestro sea un socialismo de Estado, es decir, el dominio que tiene el Estado sobre toda la vida social; la alta desviación de las normas —que ya mencioné—; la alta centralización de las instituciones nuestras que ha derivado en burocratización, que —digamos— es un rasgo de la modernidad que el socialismo real ha multiplicado por 100; la corrupción como un componente socialistamente no previsto, pero que acompaña históricamente a todas las instituciones y que, en el caso nuestro, tiene muy bajo control democrático sobre ese proceso; y la baja eficiencia de las instituciones.

Eficiencia… La institución tiene prevista una serie de funciones, las nuestras las hacen, las ejercen con bastante ineficiencia. Es un grupo de rasgos que yo creo que el proceso de reformas irá mejorando —vamos a ser optimistas— de aquí al 2025, pero que, como no se habla de eso, como no está puesto en claro, como no se dice cuáles son las políticas para que se resuelva y que las instituciones mejoren… (Por ejemplo, el área de la burocracia, parece que hemos decidido resolver el problema de la burocracia con la computación)… Lo único que vamos a hacer es darle a los burócratas, además, una computadora. Bueno, lo dejo ahí como un problema macro de toda la sociedad que quería enunciar como una problemática a resolver en la reforma, pero que, a diferencia de otras problemáticas, no está suficientemente visibilizada. No aparece en el discurso oficial y no tenemos ciencias sociales que se ocupen de eso. Por tanto, Valdés Paz sigue hablando mierda cada vez que puede.

Tomado de: La Tizza

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La condición revolucionaria

Por Michel E. Torres Corona

La Revolución, en su dimensión objetiva, constituye un proceso político de cambio, que altera el curso de la historia y provoca conmociones radicales en el modo de vida de las personas. A la Revolución Cubana se le ha querido cantar su última estrofa muchas veces, pues hay personas que no entienden que un proceso revolucionario se prolongue por más de medio siglo. Tomada Santa Clara, un soldado le dijo al Che que la Revolución se había acabado, a lo que el Guerrillero Heroico le respondió: «Al contrario, ahora es que empieza».

La Revolución inserta a Cuba en una correlación de fuerzas a nivel mundial, a favor o en contra del statu quo; una colisión cotidiana (a veces callada, a veces ruidosa) entre dos proyectos civilizatorios: el que busca perpetuar la explotación del hombre por el hombre, como núcleo fundamental de la vida en sociedad, y el que busca alterar esa esencia en favor de construir un mundo donde primen la fraternidad, la libertad y la igualdad. En tanto Cuba abogue por ese proyecto alternativo de existencia social, la Revolución continuará.

Mas la dimensión objetiva de toda Revolución solo existe en tanto vivan hombres y mujeres dispuestos a seguir luchando; y no cualquier lucha, sino una radical. «A la raíz va el hombre verdadero», diría Martí, y esos son los seres humanos que precisa cualquier movimiento revolucionario para trascender: personas que vayan a la raíz de los problemas, raíz que, desde la óptica marxista, yace en el modo en el que nos organizamos como sociedad para generar y distribuir la riqueza. Sin embargo, la radicalidad es condición necesaria, pero no suficiente.

Los revolucionarios debemos también obrar desde el más profundo compromiso con la ética, y no cualquier ética, sino aquella que muestre en su jerarquización un sistema de valores guiados por la justicia, ese «sol del mundo moral» como lo llamaría José de la Luz y Caballero. Los revolucionarios, y en específico, los revolucionarios cubanos, debemos estar a la altura de un legado ético que pudiéramos remontar a la época decimonónica.

Pocas naciones pueden enorgullecerse de padres fundadores que privilegiaran el pensar, como Varela; que defendieran la dignidad, como Céspedes; que tuvieran la vergüenza y el espíritu de sacrificio de Agramonte; que tuvieran la coherencia absoluta entre acción y pensamiento de Martí. Solo los individuos que han intentado emular a estos próceres, que han sido herederos de ese reservorio moral, han tenido éxito en sus propósitos de liderar al pueblo cubano en avatares revolucionarios. Los nacidos en esta Isla no seguimos ni a demagogos ni a cobardes.

A esa ética se le debe sumar la inteligencia, y no aquella que sea resultado de la lotería genética, sino la que es producto de la cultura. Si con Martí decimos: «Ser culto es el único modo de ser libre», también debemos decir hoy: «Ser culto es el único modo de ser verdaderamente revolucionario». La banalidad, la estupidez, la frivolidad, son atributos que reproducen de forma orgánica, vía «sentido común», los esquemas sociales de explotación.

Antes de cambiar el mundo, hay que entenderlo, o al menos intentar hacer ambas cosas a la par. Con el desconocimiento no solo lucharemos a oscuras, como «instrumentos ciegos de nuestra propia destrucción», sino que terminaremos apresados por prejuicios y temores pueriles. Séneca decía que la ignorancia era la causa del miedo y podemos afirmar que la cultura es plataforma imprescindible para todo ejercicio sostenido de coraje. La absurda temeridad solo es útil a corto plazo: la valentía, esa que persiste a través de los años y los desencantos, solo se obtiene con convicciones.

Y si cultura y ética son parámetros fundamentales, también es imprescindible entender que la condición revolucionaria se basa en la intersubjetividad: un hombre solo nunca podrá ser revolucionario, porque la Revolución precisa de que hallemos en el Otro al aliado para la lucha contra el enemigo común. Esa intersubjetividad, esa alianza con el Otro, precisa de organización.

Marx dixit: «En su lucha contra el poder colectivo de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase sino constituyéndose él mismo en partido político propio y opuesto a todos los antiguos partidos formados por las clases poseedoras. (…) [ello es] indispensable para asegurar el triunfo de la revolución social y el logro de su fin supremo: la abolición de clases».

Con esa organización, con esa ética, con esa cultura, los revolucionarios cubanos podremos seguir militando en el bando de los que «aman y fundan», en ese grupo de seres humanos que, como diría Claudio Magris, no habita un mundo acabado y agotado en sí mismo, sino que es incompleto y abierto a otras y mejores cosas.

Tomado de: Granma

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Poética del cinematógrafo

Autor: Eugène Green

Eugène Green escribió este libro como un libro de horas. Para contar cómo se cuenta el cine si uno quiere que le devuelva la mirada. Fuera del cine, te miro pero no te veo. Miro tu superficie, palpo tu contorno, rozo la forma de una exterioridad. Fuera del cine miro lo visible, como un ciego que ausculta el mundo material, recorre un tiempo cronológico, se desplaza en espacios mensurables. Fuera del cine gobierna la razón, se encienden todavía las viejas luces del Siglo de las Luces, el intelecto gobierna y administra los días y las noches, los códigos fulminan los misterios y el oído se aturde en la ciudad, o se despeña en un silencio sin vacío. Eugène Green adora caer en el vacío del sagrado presente continuo. Ese vacío que muestra el revés de todas las cosas de este mundo: árboles y rostros, peñascos y cascadas, piedras y pies. Pura disolución del cálculo, desvanecimiento de la geometría. Lugar donde caer hasta ver por fin y disolverse en ese espacio donde todo es Uno, singular y semejante, donde criaturas y cosas tiemblan atravesadas por el hilo de la misma energía espiritual.

El asno Balthazar filmado por Bresson es la criatura perfecta de esta poética de la exhumación y de la epifanía: no intenta colaborar, no se esfuerza en actuar, carece de estrategias. Se entrega porque es, su mera existencia es un acto de entrega. Balthazar con su corona de flores silvestres, como espinas; Balthazar con sus ojos inocentes, como remansos y termómetros de la fragilidad. Green recorre el espinel del cine, desde que la película es idea hasta que se proyecta en la pantalla, y despliega sus máximas, que son las mínimas pistas de quien ve-a-través, como quien abre una caja de herramientas. Pañuelos y palomas, varitas y naipes de un juego de magia.

Este libro hubiera podido llamarse “Cómo se hace una película”, es decir, cómo se filman, según un puñado de teorías, la tradición del género y los instrumentos disponibles, ciertos fragmentos del mundo, ciertos movimientos de los cuerpos. Pero se llama “Poética del cinematógrafo”. Lo que equivale a decir: cómo extraer, de cada uno de esos fragmentos de materia, esa presencia real que es la expresión del alma, la manifestación de la gracia en una modestísima cinta de celuloide.

Eugène Green. (Nueva York, 1947) Licenciado en letras y en historia del arte. Director teatral amante del barroco (fundador del Théâtre de la Sapience), entrenador de actores, cineasta de culto inclasificable y escritor en el cruce y en los márgenes. Nacido en Estados Unidos, peregrinó por Europa y finalmente se instaló en Francia, donde fundó su compañía teatral, filmó su primer largometraje (Toutes les nuits), aclamado por la crítica, e inició su trayectoria como ensayista, novelista y poeta.

Con Poética del cinematógrafo, Shangrila continúa la difusión en español de la obra de este autor fuera de cuadro, iniciada ya con Presencias. Ensayo sobre la naturaleza del cine (Shangrila, 2018).

Tomado de: Shangrila

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¿Guerra en Ucrania?: EEUU traspasa las líneas rojas

Por Eduardo Luque

Los actores: Estados Unidos, la OTAN y la UE.

El equipo de Biden muestra sus flaquezas. Al frente del país un presidente que no gobierna, un hombre anciano e incapaz, un individuo que se duerme en las reuniones de alto nivel y que acabará siendo, si no lo es ya, una figura decorativa. La presidencia está en manos, cada día más, de ese “estado profundo” que no puede  asumir que EEUU no es la potencia hegemónica que fue. Lo anunciamos en su momento, la administración demócrata sería incluso peor que la republicana de Trump en política internacional. Es bien sabido que el ex-presidente norteamericano no inició ninguna nueva guerra, el actual, cuando era vicepresidente, lo hizo en siete. Es posible que Biden no acabe su mandato, su sustituta, que ya lo ha sido durante hora y media, será Kamala Harris, considerada un halcón.

La situación de Biden tras la debacle de Afganistán es muy frágil. A los 9 meses de su elección tiene la popularidad por los suelos; sólo un 43% de la ciudadanía aprueba su gestión frente al 51% que la desaprueba. Es el tercer presidente más impopular de la historia. Acumula más rechazo que Trump o Gerald Ford. La presidencia necesita de algún logro en política internacional, ya que a nivel interno la situación se descontrola. Biden y sus consejeros son profundamente ignorantes. No saben que no podrán derrotar a Rusia porque, si hay conflicto, Moscú saldrá a ganar.

Los Neo-con estadounidenses, instalados en las inmediaciones del poder, calientan el escenario ucraniano; se busca un conflicto limitado con Rusia. Es una repetición de escenarios conocidos. Tanto en 2019 como en 2020 la firmeza de Moscú evitó la guerra. La movilización masiva y decidida del ejército ruso disuadió a las mentes más alocadas. La situación ahora es peor. EEUU ha sobrepasado las líneas rojas trazadas por Putin. Tropas de la OTAN aterrizan estos días en Ucrania. EEUU y sus aliados tienen bases en territorio ucraniano (supuestamente son campamentos provisionales). Miles de efectivos con la excusa de maniobras se acumulan en la zona. Desde finales de noviembre, de forma intermitente la artillería pesada ucraniana bombardea las zonas de contacto entre Ucrania y las repúblicas independientes de Lugansk y Donetsk, en especial la ciudad de Gorlovka. Los ataques con artillería se intensifican a la espera de la orden de Washington. Este armamento estaba específicamente prohibido en los acuerdos de Minsk que evidentemente Kiev no está dispuesto a cumplir.

Las Repúblicas independientes avisan que no podrán resistir el empujón del ejército ucraniano rearmado ahora por la OTAN (Turquía ha transferido drones de ataque a Kiev y EEUU artillería moderna, misiles anti-carro javelín, carros de combate….) Pero Moscú no puede permitir la caída de estas repúblicas porque perdería Crimea y por extensión se incrementarían las tensiones en el Cáucaso. Todo ello en medio de un silencio atronador en los medios de comunicación. La cortina de humo que se ha generado para ocultar el peligro de guerra, es la cuestión de los refugiados en la frontera de Polonia y Bielorrusia y también  la nueva variante del covid-19.

EEUU considera la opción de la guerra. Hay indicios enormemente preocupantes. William Burns, director de la CIA, realizaba una visita no programada a Moscú a finales de noviembre. Los diarios norteamericanos especularon con una idea: Burns quería garantías de que, en caso de guerra, las tropas norteamericanas desplegadas en la frontera se salvarían, en caso de respuesta rusa. Tenía en mente lo sucedido en la bolsa de Debaltsevo, en febrero de 2015, cuando las tropas norteamericanas y ucranianas fueron cercadas. Rusia negoció la salida de los soldados norteamericanos que fueron evacuados por un pasillo abierto ex profeso mientras las tropas ucranianas colapsaron y se rindieron. Esta vez la respuesta rusa no fue tan complaciente como hace 6 años. Se conoce que se han producido contactos directos entre altos jefes militares rusos y estadounidenses sobre “reducción de riesgos y desconflicto operativo”. No han trascendido sus conclusiones.

Evidentemente a Biden le importa poco el sufrimiento que conllevaría un conflicto armado. Los factores que ahora definen el momento político parecen confluir en este tiempo y este momento. Un enfrentamiento militar indirecto con Rusia, utilizando a Ucrania como “sparring”, daría argumentos a la OTAN para volver a ser; y justificaría su propia existencia. Por otra parte, debilitaría aún más a la Unión Europea (y las veleidades de construir un ejército europeo propio quedarían como mera ensoñación). Es cada vez más evidente que la UE es el componente civil de la OTAN. El uso histérico de la pandemia es la cortina de humo perfecta para ocultar los pasos hacia la guerra; justo ahora se cierran los países por una variante que ya se ha denunciado que no es más ni menos contagiosa que las que teníamos.

La guerra en Ucrania permitiría disciplinar a Europa sumando mayor proyección de fuerza en el escenario chino puesto que contaría con el apoyo cerrado de toda la UE y sus recursos militares. Esta es la perspectiva que analiza Biden. EEUU es adicta al éxito efímero. Los presidentes norteamericanos sólo ven el cortísimo plazo, carecen de una visión estratégica como la que poseen Pequín y Moscú. Pasó con Hong Kong cuando EEUU y Reino Unido incitaron las revueltas contra China. Tras la intervención de Pequín, EEUU abandonó a los estudiantes a su suerte. Trump y Pompeo lo vendieron como una victoria aunque Norteamérica perdiera la oportunidad de influir en China y la oposición china pro-yanqui quedara devastada. A medio y largo plazo el ganador fue China.

Posición de Ucrania

Ucrania camina, si no se ha transformado ya, en un Estado fallido. Está calificado como uno de los más corruptos del mundo; según los “papeles de Panamá, su anterior presidente, Petró Poroshenko”, evadía fondos (incluso estatales) a través de empresas en paraísos fiscales. El actual presidente Volodymyr Zelensky ha sido señalado como evasor en los papeles de “Pandora”. Este mediocre actor ganó las elecciones prometiendo la mejora de las relaciones con Rusia y el respeto a los acuerdos de Minsk. Zelensky es en realidad una marioneta en manos de EEUU que no tuvo intención de cumplir los acuerdos electorales. La pulsión fascista crece entre la clase dirigente bajo el amparo también de la UE. El gobierno ucraniano ha llegado oficialmente a reivindicar a un nazi (Stepan Bandera) como héroe nacional.

Ucrania vive en una ficción democrática. Zelensky acaba de cerrar televisiones y diarios favorables a sus enemigos políticos y ha detenido al jefe de la oposición por “alta traición”. El presidente ucraniano ha perdido la mayoría en el parlamento. Ha sufrido incluso una escisión en su propio partido. Su poder peligra, sabe que su integridad física está en juego: si abandona el poder, la tentación de una salida violenta se incrementa; lo arriesgará todo, si es preciso, para mantenerse; los elementos neofascistas en el parlamento como Sbovoda lo empujan a la guerra al igual que EEUU.

Washington, incapaz de detener la construcción del Gulf Stream 2 que proporcionará gas ruso a Europa, redobla la apuesta. El conflicto marroquí-argelino (incitado por Washington) y el corte de uno de los dos gaseoductos, aumentará la escasez energética en Europa. Europa podría tener un invierno muy frio y oscuro. Una guerra, utilizando a los medios para demonizar aún más a Putin, podría evitar que el Gulf Stream 2 se pusiera en marcha. Ucrania se enfrenta también a un invierno muy frío. Sin gas suficiente para autoabastecerse importa ahora carbón al alto precio, mientras en las repúblicas independientes existen importantes minas de carbón.

Zelensky está recibiendo mensajes equivocados de Washington y Bruselas que pueden hacerle creer que cuenta con su apoyo. La impunidad aparente de Kiev, cuyos bombardeos sobre población civil pasan desapercibidos para la prensa y los medio de comunicación occidentales, no hacen más que incrementar el peligro de conflicto. Es algo parecido a lo ocurrido en Georgia en 2008. Entonces M. Saakashvili atacó al personal de mantenimiento de la paz ruso y la población de Osetia del Sur. La lección que recibió fue muy dura.

El futuro de Ucrania se anuncia complejo. En las actuales circunstancias el país puede colapsar por el peso de su propia disfuncionalidad, colapso económico y una corrupción endémica, o bien al iniciar una guerra que obligaría a intervenir a Rusia aunque fuera a regañadientes.

Posición rusa

Rusia no quiere la guerra. Si ha de intervenir lo hará, de forma rápida y decidida. Putin nunca ha cruzado la línea roja expresamente, excepto en Georgia, y solo por pocos días.

Las líneas de comunicación directas entre la OTAN y el Kremlin hace meses que están rotas. A comienzos de octubre, sin mediar ningún conflicto, la OTAN expulsó a los diplomáticos rusos de su oficina en Bruselas; Moscú respondió rompiendo relaciones. Vladimir Putin, en la reunión ampliada del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, dijo: “En lo que respecta al Mar Negro, los últimos acontecimientos van más allá de ciertos límites. Los bombarderos estratégicos vuelan a una distancia de 20 kilómetros de nuestra frontera estatal y portan, como ustedes saben, armas muy peligrosas”. Se refería a que en las maniobras de la OTAN se estaban ensayando ataques nucleares con armas auténticas (no con simulaciones). A comienzos de mes, el presidente bielorruso Alexander Lukashenko insistía en que los países occidentales buscaban empeorar la situación. El líder bielorruso sabe que en caso de conflicto su país se vería inmerso desde el primer momento. Bielorrusia tiene un ejército pequeño pero muy bien armado y entrenado. La acumulación de cazas bombarderos de la OTAN en países limítrofes como Rumania, Polonia, Letonia o Lituania: el aumento continuo de los vuelos de reconocimiento recogiendo información de inteligencia no auguran nada bueno. El embajador ruso en Londres, Andrei Kelin afirmó a la emisora británica Times Radio: “existe el riesgo de guerra por errores de cálculo en nuestra frontera oriental, y esto es lo último que queremos. Necesitamos prevenir este tipo de escalada, si ocurre”

Claramente Moscú ha de realizar una nueva demostración de fuerza. Será necesario mostrar nuevamente músculo militar para que se enfríen las mentes calenturientas. Las simulaciones de ataque a la flota inglesa encabezada por el portaaviones Queen Elizabeth (más de 30 en una semana) realizados por bombarderos SU-25 es una de las respuestas. La aviación inglesa intentando contrarrestar estas maniobras ha perdido su primer aparato. Otros planes se han acelerado e intensificado estos días: los acuerdos alcanzados con China parecen indicar que los sistemas de misiles balísticos de uno y otro país se coordinarán. Aun no podemos hablar de un tratado de ayuda mutua militar pero la torpeza norteamericana empuja en ese sentido. Por otra parte, teniendo en cuenta la perspectiva futura, Rusia ha de incrementar la interacción con el eje soberanista latinoamericano, apoyando a los países que Washington quiere desestabilizar y que considera como su patio trasero. A la más que probable instalación de misiles nucleares en Polonia, Rusia podría responder haciendo lo mismo en Venezuela. Las maniobras militares conjuntas con esos países cerca de las fronteras norteamericanas y en Alaska se hacen ahora imprescindibles.

Además, Moscú es consciente de que el otro escenario es el Pacífico. Las acciones hostiles contra China e indirectamente contra Rusia hacen que Irán entre también en esta ecuación. Nuevas maniobras a gran escala se anuncian entre estas tres naciones. La crisis en Ucrania, de producirse, podría acelerar la crisis en Taiwán; por otra parte Bielorrusia con el apoyo ruso podría recuperar la conexión con la zona rusa de Kaliningrado (el llamado “corredor de Suwalki” una franja de terreno que no tiene más de 96 Km de longitud y que aislaría a las repúblicas bálticas). Un conflicto serio implicaría a Lituania y Bielorrusia ya que las líneas de suministro del ejército bielorruso y de la OTAN confluirían en la ciudad lituana de Kalvarija. Rusia lo ha advertido: en caso de un conflicto en Crimea el estado ucraniano como tal desparecerá. Hay más de un millón de rusos en las repúblicas independientes que Moscú no abandonará.

La posición turca[1]

El presidente turco es un gran aficionado a chapotear en todos los charcos. Ahora se ofrece como mediador entre unos y otros, mientras vende armas a la parte ucraniana y fomenta la milicia turco-tártara que, llegado el caso, combatirá con Kiev contra Moscú. El objetivo turco es expandir la influencia de Ankara en territorio de las ex repúblicas soviéticas. Ankara ya se inmiscuyó en el Transcáucaso apoyando militarmente a Azerbaiyán contra Armenia. Intenta extenderse a través de las minorías turcas en Kirguistán enfrentándose a los intereses de Rusia y China en la zona. Además su posición, al no reconocer a Crimea como parte de Rusia, le hace chocar con Moscú  lo mismo que cuando da apoyo a los terroristas sirios en el Gran Idlib, en cambio compra carbón a las repúblicas independientes.

El derrumbamiento del viejo Orden Mundial proporciona nuevos espacios geoestratégicos vacíos que Erdogan quiere ocupar. Es por ello que actúa en múltiples frentes: Siria, Irak, Libia, Azerbaiyán, Somalia, en el Mar Mediterráneo…;  ahora intenta intervenir en Ucrania, en Afganistán, en Kirguistán…. Son bocados demasiado grandes para un país con tasas de inflación del más del 20% y una depreciación de su moneda superior al 230% que se calcula para los próximos meses. En estos momentos sus tropas se resienten. No es buena cosa en caso de guerra dejar de pagar a los soldados. Turquía se ofrece como mediador entre Rusia y EEUU, pero los dos países desconfían de Erdogan y rechazarán la propuesta. Occidente interpretaría la aceptación de una mediación como una debilidad rusa y buscaría nuevas concesiones.

La posición de España

Estamos inmersos en un conflicto donde sólo podemos perder. Rusia lo anunció hace muchos meses: las bases de procedencia de navíos o aviones de la OTAN serán tratadas como un objetivo legítimo. Ignoramos si en nuestro territorio se almacenan o sólo transitan armas nucleares, como se ha denunciado en Italia. Lo que sí sabemos es el despliegue de caza-bombarderos españoles en los aeródromos rumanos (en total participamos con dos escuadrillas y unos 150 efectivos) La operación iniciada este mismo año se denomina “Enhanced Air Policing” (una misión disuasoria en Rumanía). El gobierno de Pedro Sánchez ha decidido que tenemos que disuadir a Rusia para que no defienda sus intereses dentro de sus fronteras, mientras que nuestros aviones y barcos se desplazan a miles de km. de nuestro territorio. Así mientras que la situación militar escala, nuestros barcos penetran en el Mar Negro, violando la convención de Montreau, siendo perseguidos por navíos rusos  (como ocurrió hace pocas fechas con la fragata “Rayo”). Mientras la situación se tensa hasta el paroxismo la “izquierda española” enmudece. Mientras el país ignora el peligro que corre, la oposición, profundamente atlantista, callará; lo mismo que hace el PSOE, UP, IU o el PCE (que hace tiempo aceptó y acató las directrices de la OTAN).

Las provocaciones militares

La acumulación de tropas por parte de la OTAN y Ucrania está alcanzando el punto de no retorno. La “militarización” de Ucrania se acelera. La portavoz del Kremlin anuncia que Kiev ha desplazado la mitad de sus efectivos a la zona de contacto con las repúblicas independientes. Canadá anuncia su disposición a transferir efectivos blindados y aviones a Ucrania. Otros países de la OTAN ya lo han hecho con anterioridad, por ejemplo, España. Kiev ha recibido nuevas patrulleras norteamericanas adaptadas a las condiciones del mar Negro.

Para Moscú la instalación de tropas de la OTAN en Ucrania es una línea roja. EEUU tiene 9 bases en estos momentos. Los acuerdos de Minsk (prohibición de armas pesadas y aviones de guerra sobre Crimea) están siendo ignorados. Los bombardeos ucranianos contra las repúblicas independientes se mantienen. La OSCE, como observadores interpuestos, menciona que los combates se han extendido a toda la zona de contacto, no se limitan a un punto en concreto. La marina norteamericana, violando la convención de Montreau, envía más y más barcos de guerra al Mar Negro e intenta identificar los sumergibles y las defensas costeras rusas en el Mar Negro y el Báltico. La OTAN pretende demonizar a Moscú y quiere que el primer movimiento lo haga este país.

 ¿Cómo salir del atolladero?

Se esperaba una cumbre decisiva entre Biden y Putin, una del tipo que sostuvieron el presidente norteamericano y el chino hace pocas semanas. En realidad el tiempo para realizar esa cumbre antes de las vacaciones de Navidad se está reduciendo peligrosamente. A finales del mes de noviembre se daba como probable; tras la cumbre “por la democracia” organizada por EEUU a comienzos de diciembre la posibilidad de un encuentro bilateral se aleja.

En la práctica, prolongar la situación es dar alas a los sectores fascistas ucranianos para incrementar sus provocaciones. Para Biden sería una forma de demostrar que todavía tiene el control. Aunque habría que recordarle que un mal acuerdo es mejor que una buena guerra.

Nota:

[1] https://colonelcassad.livejournal.com/

Tomado de: El Viejo Topo

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El progresismo del Grupo Puebla

Por Marcos Roitman Rosenmann

Inaugurar un capitalismo con rostro humano, así podríamos sintetizar su ideario. Sus integrantes, a título individual han sido o son presidentes de gobiernos, jefes de Estado, dirigentes de partidos políticos, ministros, embajadores, etcétera, figuras cuyas opiniones y decisiones tienen peso en sus países y en el contexto internacional. De reciente creación, 2019, tienen en su haber, despertar la fobia de la ultraderecha latinoamericana y española. Pero ello no justifica otorgarles carta blanca, ni validar su argumentario, menos aún si entre sus miembros destacan figuras como Lula da Silva, Evo Morales, Dilma Rousseff, José Mujica o Rafael Correa. Ellos no lavan la cara ni limpian el pasado de muchos de sus integrantes. Lo cual no es contradictorio con señalar que sus propuestas suscitan la aprobación de todo bien nacido. Es imposible negar su humanismo cristiano. Se pide más democracia, un rol activo del Estado, reformas tributarias, combatir la desigualdad, salud universal o luchar contra el calentamiento global. Se podría aducir que en estos tiempos es la única opción posible. Pero en eso consiste la trampa del progresismo. De lo malo, lo menos malo. Y así nos va.

Reunidos en la Ciudad de México el reciente primero de diciembre, han elaborado una propuesta bajo el enunciado: Un modelo de desarrollo solidario, levantado sobre seis ejes, pretende: la superación de la desigualdad social, la búsqueda de valor, una nueva política económica, la transición ecológica, la integración como construcción de la región y una nueva institucionalidad democrática. Este modelo basado en un enfoque de género y diferenciado que proponemos como la hoja de ruta del progresismo latinoamericano y caribeño con miras al abandono definitivo del anacrónico modelo neoliberal. Este último con vocación extractivista ha dejado efectos difícilmente reversibles sobre el medioambiente, ha significado alarmantes niveles de concentración de la riqueza que nos convierten en la zona más desigual del planeta y ha atrofiado los circuitos de redistribución.

Nos sumamos a la declaración ¿Pero cómo se implementarán tales medidas, quiénes representan las fuerzas del cambio y dónde se ubican las resistencias? En todo el documento, no hay mención, aunque sólo sea de pasada, al espacio tiempo en el cual se desarrolla la propuesta: el capitalismo. Tampoco se alude al poder de las trasnacionales, el complejo industrial militar, financiero y digital, en concreto al imperialismo. ¿Será el lenguaje inclusivo? ¿Pero cómo luchar contra el neoliberalismo sin cuestionar las formas de explotación capitalista? Algunos dirán que no hace falta mencionarlo, se sobreentiende. La explicación no es suficiente, hay que hacerlo explícito, de lo contrario estaríamos ante el dilema ¿es conveniente mentir al pueblo? Luego vienen las frustraciones: donde dije digo, digo Diego.

El progresismo del Grupo de Puebla acaba por remozar al capitalismo. Y no puede ser de otra manera. Si miramos con atención el nombre de algunos de sus fundadores, hasta completar la media centena, aflora cierta desazón y perplejidad. Su diversidad podría ser un plus, pero cuando unos y otros están en las antípodas, la duda se abre camino. Entre otros, nos encontramos con el chileno José Miguel Insulza, ex secretario general de la OEA, el mismo que combatió y declaró la guerra a la República Bolivariana de Venezuela y su presidente Hugo Chávez, quien se opuso a la extradición de Pinochet a España, avaló las políticas estadunidenses para América Latina y como ministro del Interior del gobierno de Ricardo Lagos aplicó la ley antiterrorista de la dictadura para reprimir al pueblo mapuche. Otro chileno de pro, Carlos Ominami, coordinador del programa de gobierno de la Concertación, tuvo el mérito de blanquear el proyecto neoliberal de la dictadura como ministro de Economía y otro chileno, su ahijado, Marco Enrique Ominami, manchó su nombre al descubrirse que su partido recibió dinero del ex yerno de Pinochet para su campaña. En la lista figura el monárquico Luis Rodríguez Zapatero, quien siendo presidente de gobierno pactó en 2011 la reforma del artículo 135 de la Constitución para limitar el gasto social a la estabilidad presupuestaria. Un verdadero golpe de Estado judicial o lawfare. Además de ser artífice del acuerdo para la instalación en España del escudo antimisiles y los vuelos hacia Guantánamo. Pero también tenemos a Beatriz Paredes, ex presidenta del PRI, diputada y senadora, quien miró hacia otro lado ante la represión política en Chiapas y avaló las políticas neoliberales, las cuales hoy dice combatir. Destaca el ex presidente de Colombia, Ernesto Samper, poco hizo durante su gobierno para frenar a los paramilitares, enfrentarse a las políticas de la DEA o garantizar la vida y frenar los asesinatos de los dirigentes campesinos y sindicalistas. En Uruguay vemos a Rafael Michelini, defensor a ultranza de la reforma de las pensiones y su privatización en beneficio de los bancos. Junto a ellos, víctimas de golpes de Estado: Dilma Rousseff, Manuel Zelaya, Evo Morales o Fernando Lugo. La lista de neoliberales conversos es grande y genera desazón.

Por último, resulta significativo, la exclusión de cubanos y venezolanos en la lista fundacional del Grupo de Puebla, cuando sus proyectos coinciden con los objetivos demandados por sus creadores. Eso sí, el grupo de Puebla se vanagloria de tener el apoyo de la Internacional Socialista, quien reconoce al golpista Leopoldo López como líder de la oposición venezolana a la par que democracia para Cuba. La esquizofrenia de estar a bien con Dios y el diablo. Después de lo dicho, cabe preguntarse: ¿De qué progresismo hablamos?

Tomado de: La Jornada

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