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Entrometidos políticos multimillonarios

Los multimillonarios Reid Hoffman y George Soros lanzaron Good Information

Por Alexander Rubinstein

El martes, los multimillonarios Reid Hoffman y George Soros lanzaron Good Information Inc., una «corporación de beneficio público» para servir como un conducto de fondos para las salas de redacción que «atraviesan las cámaras de eco con información basada en hechos». En su sitio web, Good Information se describe a sí misma como una «incubadora cívica» destinada a fomentar y respaldar financieramente proyectos que «contrarrestan la desinformación donde se propaga aumentando el flujo de buena información en línea».

Pero más que simplemente proporcionar una alternativa a la mala información a través de sus propios informes, la compañía sugiere que la censura también está en el menú: “Creemos que existe una necesidad urgente de regular las plataformas de redes sociales”, afirma su sitio web.

¿Y qué es exactamente «buena información»? La empresa proporciona otra pista; que la «buena información» reside exclusivamente en las páginas de los medios de comunicación establecidos con presupuestos de miles de millones de dólares, lamentando en su sitio web que «185 millones de estadounidenses no confían en los medios tradicionales».

El “filántropo” multimillonario George Soros ha armado su vasta riqueza en apoyo de la política exterior de Estados Unidos durante varias décadas. Tras el colapso de la Unión Soviética y más tarde el desmoronamiento del bloque socialista en Europa del Este, The Washington Post celebró a Soros como miembro de una «nueva red de operadores abiertos» que apoyan a los «activistas prodemocracia» y las operaciones de los medios en lugar de: y al lado – la CIA.

Continuando con su cruzada anticomunista en el siglo XXI, Soros ha patrocinado revoluciones de color y campañas de guerra de información contra enemigos estadounidenses designados desde Hong Kong hasta Siria y Rusia.

Este verano, el multimillonario entusiasta del cambio de régimen escribió que considera al presidente de China, Xi Xinping, «el enemigo más peligroso de las sociedades abiertas en el mundo». Anteriormente, Soros había declarado al presidente ruso Vladimir Putin como «una amenaza mayor para la existencia de Europa que ISIS».

Después de haber patrocinado las actividades de muchos miles de activistas pro estadounidenses en el extranjero, Soros se está asociando en Good Information Inc. con Reid Hoffman, un colega multimillonario con su propio historial de intromisión política, para entrenar a las miras de las operaciones de información en los Estados Unidos.

Hoffman era el hombre del dinero detrás del Proyecto Birmingham, una operación de desinformación encubierta ideada por una empresa de tecnología llamada New Knowledge que tenía como objetivo reducir la participación de votantes entre los republicanos durante las elecciones especiales al senado de Alabama de 2017. La operación creó una página de Facebook para un candidato republicano previamente desconocido y lo promovió a los medios de comunicación para dividir el voto republicano.

Además, se basó en tácticas clandestinas que incluían, en palabras de la compañía, «orquestar [ing] una elaborada operación de ‘bandera falsa’ que plantó la idea de que la campaña [de Roy] Moore fue amplificada en las redes sociales por una botnet rusa».

Un documento interno filtrado de la compañía afirmaba que las tácticas encubiertas del Proyecto Birmingham “movieron suficientes votos” para asegurar la victoria del candidato demócrata, Doug Jones.

Como informó el New York Times, «la financiación» para este «experimento en la carrera por el Senado de Alabama» provino «de Reid Hoffman».

Durante las elecciones primarias demócratas de 2020, Hoffman estuvo en el centro de otra operación de intromisión electoral escandalosa. Como editor zona gris Max Blumenthal reportó que Hoffman financió un dinero de oscura organización llamada Acrónimo (también financiado por Soros), que puso en marcha un sistema disfuncional digital de recuento de votos, la aplicación de la sombra, que ayudó a upend aparente victoria Bernie Sanders en el Caucus de Iowa.

Gracias al caos generado por la aplicación sospechosamente defectuosa, el favorito del establecimiento, Pete Buttigieg, logró una victoria sobre Sanders seis días después. El presidente del Partido Demócrata de Iowa, Troy Price, renunció después de supervisar el pago de $ 63,000 a Shadow Inc, el fabricante de la aplicación Shadow, solo unos meses antes.

Resultó que una joven agente del Partido Demócrata llamada Tara McGowan no solo había fundado el acrónimo PAC respaldado por Hoffman; estaba casada con un importante asesor de Buttigieg.

Y ahora, McGowan está listo para «liderar» la empresa Soros-Hoffman Good Information.

El sitio web de Good Information fue lanzado por Kyle Tharp, otro veterano de Acronym que se jacta de haber «dirigido todas las comunicaciones de ACRONYM y su comité de acción política afiliada PACRONYM durante las elecciones presidenciales de 2020» en su página de LinkedIn.

Tharp también trabajó como editor de FWIW Media, propiedad de Acronym, informó el periodista Lee Fang.

Si bien el sitio web Good Information se creó a fines de febrero, McGowan está capitalizando el rumor en torno a The Facebook Files filtrado por Frances Haugen, una ex empleada de Facebook expuesta por este reportero como una pseudo denunciante cultivada por un ex agente de la CIA y abogado acusado de informar sobre su cliente al FBI.

Al anunciar el lanzamiento de Good Information, McGowan tuiteó: “El ecosistema de información roto y divisivo en el que nos encontramos hoy es un desafío de manos a la obra para la democracia estadounidense. Emocionado por finalmente compartir lo que hemos estado construyendo durante los últimos meses para abordarlo».

“Una cosa que #FacebookPapers dejan muy claro es que la mala información que fluye en línea es una de las amenazas más graves que enfrentamos como sociedad”, agregó.

A pesar del patrocinio de McGowan por parte de Reid Hoffman en múltiples proyectos, el propio Hoffman ha invertido en Facebook.

Good Information «adquirirá Courier Newsroom de ACRONYM por una suma no revelada», informó Axios, describiéndolo como un «grupo de noticias local con una perspectiva progresista».

Courier Newsroom está especialmente equipada para cumplir con la declaración de misión de Good Information de «atravesar las cámaras de eco con información basada en hechos». En el momento de la publicación de este artículo, la noticia principal de la red presentada en su sitio web instruía a los lectores sobre «la forma correcta de comer maíz dulce».

La historia aparentemente banal fue de hecho parte de una estrategia cínica que McGowan ha perfeccionado en Facebook y otros sitios de redes sociales: crear medios de comunicación en estados cambiantes con un sabor aparentemente local, atraer a audiencias desprevenidas con artículos de clickbait y luego movilizar a los lectores antes de las elecciones con contenido político agresivo.

Good Information estará dirigida por una junta asesora que está compuesta en gran medida por ex alumnos de Obama y apparatchiks del Partido Demócrata unidos en su hambre de control sobre el ecosistema de información estadounidense y su celo por censurar a los oponentes ideológicos.

Los miembros de la junta incluyen a Dan Pfeiffer, un ex asesor principal del presidente Obama que es coanfitrión del popular podcast neoliberal Pod Save America; Jason Goldman, director digital de la Casa Blanca de Obama; Eli Pariser, ex director ejecutivo de MoveOn y cofundador del grupo activista en línea Avaaz , que promovió guerras de cambio de régimen en Libia y Siria; Nandini Jammi, ex cofundador de Sleeping Giants, un lobby demócrata a favor de la censura que presiona a los anunciantes para que corten los lazos con los medios de comunicación de derecha, y cofundador de Check My Ads, una organización sin fines de lucro que realiza verificaciones de antecedentes en empresas para ayudarles a evitar la publicidad en plataformas que promueven la “desinformación” y el discurso del odio; Stephanie Valencia, quien “sirvió al presidente Barack Obama en puestos de alto nivel a través de su campaña presidencial y ambos períodos en el cargo”, Michael Tubbs, ex alcalde y actual asesor del gobernador de California, Gavin Newsom; Tiffany Muller, presidenta de End Citizens United y Let America Vote; Nicole Gill, cofundadora y directora ejecutiva de Accountable Tech, una organización que dice que está «luchando» contra «los gigantes de las redes sociales … erosionando nuestra realidad de consenso y llevando la democracia al límite»; y Jennifer Gunter, ginecóloga y autora de «The Vagina Bible» y «Menopause Manifesto».

Al igual que McGowan, muchos de estos miembros de la junta han aprovechado la narrativa desarrollada por la pseudo denunciante de Facebook Frances Haugen para avanzar en su agenda.

A pesar de las obvias inclinaciones políticas de la junta asesora de Good Information, sus patrocinadores y su líder, Tara McGowan, McGowan ha insistido en que la iniciativa «podría realizar inversiones en entidades de todo el espectro político». Señaló a The Bulwark como un ejemplo del tipo de salida de derecha que podrían financiar.

Lanzado por el cofundador de Project for the New American Century y animador de la guerra de Irak impenitente Bill Kristol con el respaldo financiero del magnate de la información multimillonario Pierre Omidyar, The Bulwark es parte del cambio de marca de Kristol del belicista neoconservador que descubrió a Sarah Palin a la Resistencia anti-Trump figura celebrada en MSNBC como «Woke Bill Kristol».

Good Information es mucho más que otra operación partidista. Es un eco interno de las agresivas operaciones de guerra de información que activistas multimillonarios como Soros y Omidyar han patrocinado en el extranjero, generalmente junto con los recortes de inteligencia de Estados Unidos, al servicio de los objetivos imperiales. Y esta vez, el objetivo es el público estadounidense.

Alex Rubinstein es un reportero independiente de Substack. Puede suscribirse para recibir artículos gratuitos de él en su bandeja de entrada aquí. Si desea apoyar su periodismo, que nunca se pone detrás de un muro de pago, puede darle una donación única a través de PayPal  aquí  o mantener sus informes a través de Patreon  aquí.

Tomado de: The Grayzone

 

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“La blanquitud no es un color de piel, sino una forma de pensar”

Lilian Thuram

Por Iván Cadin @ivankdin

Si pronuncias el nombre de Lilian Thuram en Francia terminarás, invariablemente, ante dos situaciones:

Una, el recuerdo casi épico de la semifinal Francia-Croacia del Mundial de Futbol Francia 98, donde Thuram anotó los dos únicos goles que llevaron a la selección francesa a la ansiada final ante Brasil para, posteriormente, ganar el partido y alzarse con la Copa del Mundo, triunfo que marcó a una generación en el reconocimiento de una Francia multicultural, tal y como lo era -y es- su variopinta selección.

Y dos, la faceta política de Lilian, la del activista, la del exjugador que en el tema del racismo se ha ido hasta la cocina en Francia al tocar fibras sumamente frágiles que ponen sobre la mesa una dura interpelación hacia lo que llama “el pensamiento blanco”.

Y así, El pensamiento blanco, es como se titula su más reciente libro (Memoire d’encrier, 2020), un ensayo donde Thuram explica cómo el color de piel se ha convertido en una categoría política, una identidad creada con carga histórica y forma de pensamiento. Sobre estas reflexiones conversó para Pie de Página.

“No se nace blanco, se hace uno blanco”

En tu libro hablas de no confundir ser blanco con el pensamiento blanco, ¿por qué la distinción?

El pensamiento blanco no es el pensamiento de todas las personas blancas sino un pensamiento del mundo. Es decir, cuando hay dominación recibes una educación a través de la mirada de quien domina, terminas por asimilar su discurso. Es por eso que digo que el pensamiento blanco es poderoso, educa a las personas no blancas a pensarse inferiores, menos aptas.

Thuram, de 49 años, campeón del mundo con Les Bleus en 1998 y de la Eurocopa dos años después, en el 2000, destacó también como defensa, central y lateral en clubes europeos como el Barcelona, AS Monaco, Parme AC y la Juventus.

Como parte del seleccionado multiétnico que dio a Francia su primer título del mundo, Thuram experimentó el racismo que ciertos sectores de Francia expresaron durante ese certamen y que sigue repitiéndose en la actualidad: “hay demasiados negros” en el equipo nacional.

Con este tipo de señalamientos creció en Francia Thuram, quien nació en Guadalupe, una isla más próxima a República Dominicana que a la propia Francia, territorio al que pertenece desde fines del siglo XVII.

Luis XIV, el rey Sol, estaba al trono cuando Francia ocupó la isla caribeña, y llevó como esclavos a oleadas de personas africanas (lo que más tarde sería Senegal y Guinea) para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar y tabaco. Actualmente, la isla sigue perteneciendo a Francia en lo que administrativamente se le conoce como “departamentos de Ultramar” francesa, con representación política en el congreso.

Lilian se asume orgulloso nieto de aquellos esclavos y una hechura política del racismo que vivió pero que supo afrontar, cuestionar y desarmar para la construcción de su propia identidad.

A los nueve años el pequeño Thuram dejó Guadalupe para mudarse a París, Francia, junto a sus hermanos y su madre, quien trabajó limpiando casas. Sobre esos primeros días en Francia, Thuram recuerda notar las diferencias entre ser blanco y no serlo: “Veía unos dibujos animados en los que aparecían dos vacas. Una negra, muy estúpida, y una blanca, muy inteligente.” Igual, sus amigos de la escuela lo encajaban en la categoría de “negro”. “Le pregunté sobre ello a mi madre y me dijo: ‘Es así, son racistas’.”

¿Por qué la piel deviene una categoría política?

Hemos sido educados con la idea de que hay supuestas razas y que hay jerarquías entre estas. Y sin importar que esté en África, Asia, América, hay pensamientos que crean identidades vinculadas al color de la piel. Esté en Francia, México o Guadalupe, está la idea de que ser blanco es mejor. No es justo tener privilegios por cuestiones de la piel.

Un retiro político

A diferencia de tantos jugadores de futbol que optan por el apoliticismo, Thuram ha fijado su postura política y social desde que estaba en la cancha, convicción que se ha mantenido y reforzado desde 2008, cuando decidió retirarse justo cuando aseguraban que entraría al club Paris Saint-Germain.

En vez de convertirse en director técnico o comentarista deportivo de algún canal televisivo, donde habitualmente terminan muchos de sus compañeros de campo, Lilian optó por el activismo y creó su fundación, llamada “Educación contra el racismo”.

Para él, la importancia de la educación sobre los orígenes es una herramienta invaluable. En 2007, aún como jugador, fue invitado a una escuela primaria del sur francés en el marco de una jornada de defensa de la lengua catalana: “Para que los niños sean adultos responsables y abiertos a otras culturas, hay que enseñarles primero a amar la suya. Es importante que puedan defender su cultura y hablar la lengua de sus abuelos”.

El futbol es una plataforma de proyección sin igual. Y Thuram lo sabe y lo aprovecha. Su persona, su discurso y sus interpelaciones no pasan desatendidas en Francia. Levanta adhesiones, polémicas, molestias.

Por el momento no milita en partido alguno ni ha aceptado cargos públicos, aunque acepta que quizá algún día lo haga pues para él hacer política significa un acto noble.

Durante su presidencia, Nicolas Sarkozy lo invitó a ser su ministro de la Diversidad, pero Thuram rechazó la invitación por las evidentes diferencias políticas que tuvo y aún tiene con el expresidente francés.

El “descubrimiento” de América

Durante la entrevista con Pie de Página es imposible no hablar con Thuram sobre la construcción del relato del “descubrimiento” del “Nuevo Mundo”, América, por parte del “Viejo Mundo”, Europa, y de sus actuales significados.

“El ejemplo de Cristóbal Colón habla por sí mismo. Desafortunadamente no sólo es Francia: en África y Asia también dicen que Colón descubrió América. Es muy importante deconstruir esta narrativa. Decir ‘¿Ustedes escucharon el discurso de las personas que estaban en la playa cuando desembarcó Cristóbal Colón? Porque ellos no dicen que Colón descubrió América’. Es importante para combatir el eurocentrismo”, dice enfático Lilian.

“Vemos que durante siglos se ha construido un discurso legitimador de la violencia de la colonización, que es normal que España haya colonizado, que es normal que se haya esclavizado gente nativa y se haya esclavizado negros (…) Por eso es importante comprender que cuando se dice ‘eres blanco’, ‘eres negro’, atrás hay un discurso histórico que lleva a esta racialización y jerarquización del color de la piel.”

La plática con Thuram se dio antes de anunciarse el retiro de la estatua de Cristóbal Colón sobre Paseo de la Reforma en la Ciudad de México. Lo que sí pudimos comentar fue sobre la obsesión de cierta parte de la sociedad a querer blanquearse, ya sea física o culturalmente, donde México no es la excepción. Cuando le explico a Lilian el término whitexican, la carcajada le brota de manera natural…

Para que este pensamiento blanco que analizas en tu libro exista, se necesita la contraparte, un pensamiento dominado, adecuado al dominante. ¿Cómo funciona este otro pensamiento?

Nunca he ido a México pero estoy convencido de que en México también existe la idea de que mientras más blancos, mejor. Y eso está por todo el mundo, eh. Yo soy de Guadalupe, una isla que conoció la esclavitud y es exactamente la misma cosa. Los de las Antillas integraron este discurso: entre más oscura la piel, menos bien visto eres. Entonces, lo que me dices no me sorprende. En libros escolares, en películas, está este modo de pensar que Europa es superior, que los blancos son superiores, que las mujeres entre más blancas más bellas, que entre más te pareces a un europeo más se te respeta. Es la historia del mundo. Reproducimos esquemas de pensamiento sin reflexionar. ¿Tú sabías que en Francia hasta 1950 aprendíamos en las escuelas que había razas superiores y que la mejor era la blanca?

“Sus camiones van más rápido que nuestros pies”

Lilian se refiere al folleto escolar El Tour de Francia por dos niños, un breve texto escrito en 1877 por la pedagoga Augustine Fouillée y cuya meta era incentivar en las nuevas generaciones (se leía en quinto año de primaria) el respeto a la identidad francesa.

Hojear este manual, a la distancia de los años, es una inmersión en la propaganda colonial abiertamente racista de la época:

En algún momento del cuaderno escolar, Julien y André, los niños que hacen la gira por Francia, visitan el Jardín de Plantas de París, símbolo de las conquistas coloniales de entonces. Observan las plantas y animales extraños que se exhiben, “feroces” y “exóticos”, muchos incomprensibles para ese par de niños franceses. Explica el folleto: “Nos esforzamos por transportar y traer a casa plantas y animales que sean útiles o agradables. Tomamos prestada de países extranjeros su riqueza para embellecer la patria”.

En otro de sus pasajes se lee, literal, que “la raza blanca es la más perfecta”, argumentando su dicho bajo los criterios racistas típicos del darwinismo social.

Este folleto se imprimió de manera continua hasta 1950, aunque la verdadera última edición se dio en 1977, cuando se le hizo una “edición de centenario”. En total tuvo 400 reediciones y sólo una modificación considerable en su contenido: a partir de 1906 eliminaron toda referencia religiosa pues Francia había separado oficialmente la religión del Estado en 1905. Pero lo concerniente a las razas siguió inamovible.

A la par, Francia también “educaba” a los niños de los territorios ocupados. Ahí tenemos como ejemplo los cuadernillos escolares dedicados a escuelas de primaria de África del norte.

Moussa y Gi-gla, historia de dos pequeños negros, de 1916, o Mi amigo Koffi, de 1932, son otro par de folletos escolares que a la distancia provocan sudor frío.

Koffi se muestra en las páginas como “un gentil niño de diez años, amigable, respetuoso y siempre listo para hacer favores”, donde la “Mère-Patrie”, la “Madre Patria”, Francia, a pesar de su lejanía “es un gran país” pues los franceses han llevado paz y aportado civilización. “A pesar de la distancia, Francia vela por nuestro país”.

Según el texto escolar, los colonos franceses “aman mucho su país pero también al nuestro. A veces parten a descansar a sus casas del otro lado del mar pero regresan. Saben hacer más cosas que nosotros. Les compramos bellas telas, jabones, linternas. Somos alegres de subir en sus camiones, que van más rápido que nuestros pies.”

Y en cierto momento aparece una frase que podría ser una joya del echaleganismo de los tiempos actuales:

“Hay blancos y negros pero hay algo más que el color. (…) Lo que importa son nuestras cualidades. Y hay que decirlo: los negros tenemos muchas. Seamos honestos y trabajadores, no mintamos: eso es más bello que el color de nuestra frente”.

La fascinación por Europa

Estos tres folletos escolares surgieron durante la Tercera República francesa, el periodo político que más ha durado hasta el momento en esa nación y que comprende la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del XX.

Fueron los tiempos en que Francia vivió un esplendor interno, cuando era el ejército más poderoso del mundo, la Torre Eiffel se levantaba y se convocaban las Exposiciones Universales, la ciencia francesa vivía un fuerte impulso, la Belle Époque atraía y embriagaba a cientos de artistas e intelectuales… Un periodo histórico que a la distancia vemos con un filtro vintage y con música de acordeón suele minimizar el Lado B de esa bonanza: fueron también los años en que Europa se expandía intensamente bajo un colonialismo sustentado en la presunta misión civilizadora eurocéntrica de fines del siglo XIX.

Francia ocupaba bajo abiertas colonias o bajo el eufemismo de “protectorados” Argelia, Túnez, Marruecos, Madagascar, Mauritania, Senegal, Guinea, Malí, Costa de Marfil, Benín, Níger, Chad, República Centroafricana, República del Congo, Gabón, Camerún, Nueva Caledonia, Tahití, Indochina, Siria, Líbano, Guayana, Guadalupe, entre otros, ya sea de manera total o parcial (algunas zonas eran compartidas con otros países europeos).

México fue un intento de esa expansión francesa, intervención que fracasó. El escritor francés Víctor Hugo fue un entusiasta defensor de las banderas republicanas de Benito Juárez y un acérrimo crítico de la ocupación auspiciada por Napoleón III.

Pero mientras el autor de Los Miserables respondía así ante el intento de ocupar México, con la ocupación francesa en África era muy distinta su opinión: “En el siglo XIX el blanco ha hecho del negro un hombre. Para el XX, Europa hará de África un mundo”, escribió en un texto sobre el tema el también autor de Nuestra Señora de París. Frase que Lilian Thuram escogió, por cierto, para abrir su libro.

Esta misión civilizatoria europea, tan decimonónica pero que aún rige hasta nuestros días en múltiples discursos, no escapó ni a autores clave del universalismo francés como Víctor Hugo.

El actual debate en torno al colonialismo, ¿qué reacción suscita en Francia, país que desde hace dos siglos defiende su lema de “Libertad, Igualdad, Fraternidad” bajo el marco del universalismo?

Cuando tú dices que Francia se ha construido desde hace siglos sobre el universalismo, ¿es un verdadero universalismo? ¿Ese universalismo construido y defendido por Francia no será ante todo un universalismo occidental? “Nosotros representamos el universalismo y los otros deben asemejarse a nosotros”. Hasta que se pruebe lo contrario, si hablamos de universalismo hablaríamos de diferentes puntos de vista. No olvidemos que, efectivamente, Francia, la de la Revolución, la que firmó la Declaración de los Derechos del Hombre, es la misma Francia que ejerció la esclavitud y que en 1944 colonizaba todavía otros países. Si vemos bien, históricamente el universalismo francés es un universalismo sumamente blanco. Es la realidad. Aquellos que detentan el poder económico son quienes construyen el discurso de una sociedad. Desgraciadamente en el mundo Occidental hay un discurso muy potente pero las cosas están cambiando.”

Educación como arma

Lilian ha escrito hasta el momento cuatro libros: 8 de julio de 1998, donde expone reflexiones sobre ser jugador profesional; Mis estrellas negras, una revisión de 40 personalidades negras que él admira; Manifiesto por la igualdad, su primer ensayo donde comienza a problematizar el imaginario en torno al racismo, y El pensamiento blanco, su más reciente obra, donde afina más el ojo y dice que la blanquitud no es un color de piel en sí sino una forma de pensar. Además, Thuram escribió el prefacio para la edición francesa de El fútbol, a sol y sombra, de Eduardo Galeano. (Hasta el momento, ninguna de sus obras ha sido traducida al español.)

En el ramo musical también ha incursionado, ya sea de manera directa o indirecta. En su tierra natal ha organizado anualmente un festival de léwoz, género musical y dancístico que se acompaña de la lírica en créole de la región. Igualmente, junto a la Filarmónica de París, participó de un proyecto para incentivar la música clásica en jóvenes de las periferias de la capital francesa. De manera indirecta, la narrativa del rap político francés se nutre mucho del discurso de Lilian, llegando a aparecer él mismo en videoclips de varios artistas.

Y no sólo en la literatura y la música ha promovido su mensaje. Su fundación participó en 2011 en la exposición Exhibiciones. La invención del salvaje, sobre los zoológicos humanos que se presentaron en Francia a fines del siglo XIX e inicios del XX. “La exposición se centró en mostrar cómo estos espectáculos, a la vez que eran una herramienta de propaganda colonial y un medio de entretenimiento, moldearon la mirada de Occidente sobre el Otro”.

“Debería mejor dedicarse al futbol”

Lilian Thuram es una figura no fácil de digerir en Francia por la manera directa en que aborda los resortes del racismo. Y no sólo para los sectores de derecha o conservadores de este país. También gente de izquierdas en ocasiones se molesta por el corte transversal que hace de la lógica del pensamiento dominante.

“Debería dedicarse al futbol y dejar lo político para los políticos”, “se la vive dando sermones de moral”, “estigmatiza a los blancos”, “hace apología de un supremacismo negro”, “promueve la lucha antirracista mediante una cruzada contra los blancos” son sólo un puñado de los rechazos que habitualmente genera cuando habla de blanquitud.

¿Cuestionar las dinámicas del pensamiento blanco es hacer “racismo a la inversa”?

Cuando se habla de racismo se habla de las personas discriminadas y muy poco de quienes discriminan. Hablar de la categoría blanca es tabú. El significado de la blanquitud no se cuestiona y el miedo de la blanquitud cuestionada es el mismo miedo del machismo: la resistencia del hombre ante la lucha de las mujeres es similar a la resistencia de la blanquitud ante el cuestionamiento.

Thuram señala que el discurso dominante encasilla lo que considera ajeno, creando arquetipos. Es así que tenemos “la literatura negra”, “el arte indígena”, “la música o poesía negra”, por citar ciertos ejemplos, pero ¿cuándo vemos las representaciones de lo “blanco” en la música, la literatura o en el pensamiento?

“Muchas personas blancas no están acostumbradas a que se les recuerde su color de piel, no tienen la costumbre. Pienso que es tiempo de ocuparnos de la gente que es discriminada pero también de las personas que se han aprovechado de esta discriminación porque si históricamente el racismo perdura es porque las personas que se han aprovechado de él no quieren que las cosas cambien”, detalla Lilian Thuram. “Es decir, estamos obligados a comprender cómo se categoriza el color de la piel, cómo se construye históricamente y cómo hay gente que no quiere discutir eso. Y hay que obligarlos a discutir…”

“Por todo el mundo se cuestiona la dominación del discurso occidental. Analizar esta violencia es analizar también la violencia de hoy. Ahí radica la importancia de cuestionar el eurocentrismo.”

Para Thuram, decir que la crítica al pensamiento blanco es “racismo antiblanco” es una trampa que busca escapar y negar el debate: “Cuando hablan de ‘racismo antiblanco’ lo hacen para detener el debate. Te dicen que eres amenazante. No, el verdadero amenazante es aquel que no quiere igualdad, el que se cree superior. Cuestionar la blanquitud es cuestionar un sistema de dominación. Entonces van a intentar descalificarte. Los dominantes tienen el hábito de ver a los otros, de juzgar al otro, pero no quieren ser observados o juzgados. Es por eso que es necesario cuestionar esta dominación. Y cuando cuestiona usted esta dominación no está cuestionando a todas las personas blancas, cuestiona usted el concepto de blanquitud.”

“Es la misma situación de la relación hombre-mujer: se ha construido por siglos la idea de que el hombre es superior a la mujer”, refiere Lilian. “Hay gente que no quiere cuestionar la masculinidad. Se ha construido una dominación del hombre sobre la mujer y cuando hablamos de dominación hablamos de violencia.”

Cierra Thuram: “¿Por qué las cosas no avanzan cómo deberían? Porque hay mucha gente que tiene miedo. Si el racismo, el sexismo, la homofobia perduran en la sociedad es porque para que existan es necesario violentar a la gente. No hay sistema racista que perdure sin violencia y, créeme, hay gente que fue educada en pensar que la violencia es normal, que el mundo les pertenece, creer que los otros y el mundo están a su servicio”.

Para Lilian, quien se considera francés pero consciente de su historia (la propia y la del país) y por ello crítico de los discursos dominantes, los actuales procesos de descolonización que se viven en todo el mundo no deben verse como derrotas o amenazas para las potencias sino como victorias para la humanidad.

Tomado de: Pie de página

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Clima de infierno y el agua que desaparece

Represa Cantareira a un nivel muy bajo, en el estado de Sao Paulo, Brasil Foto: Nelson Antoine

Por Sergio Ferrari

La Tierra se inflama y en muchas regiones del planeta el agua se convierte, de más en más, en un artículo de lujo. El cambio climático interpela a fondo a la sociedad civil internacional que identifica responsables políticos.

Entre ellos Jair Bolsonaro, a quien acaban de denunciar ante la Corte Penal Internacional (CPI). Por sexta vez en sus escasos 34 meses de gestión, el presidente de Brasil fue acusado ante la CPl, con sede en La Haya, Países Bajos. En esta ocasión, en la segunda semana de octubre, la ONG austríaca All Rise, lo denuncia por genocidio ecológico y crímenes de lesa humanidad.

Apenas siete días antes, el martes 5 de octubre, la profunda crisis del agua volvía a ser noticia de primera plana a raíz de un nuevo informe publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en Ginebra, Suiza.

Calentamiento global, catástrofe amazónica —con el Gobierno Bolsonaro como uno de los principales responsables— y crisis del agua, se entremezclan en un laberinto que parece no tener salida. El cual hace aún más actual las previsiones de los científicos y analistas que desde ya hace algunos años vaticinan que las próximas guerras serán por la disputa del vital líquido en un planeta donde el agua dulce aprovechable constituye solo el 0.5% de los recursos hídricos disponibles.

Radiografía del espanto

En 2020, 3.600 millones de personas carecieron de un servicio de saneamiento gestionado de forma segura y 2.300 millones no contaron con servicios básicos de higiene.

En 2018, fueron 3.600 millones las personas que al menos durante un mes al año no tuvieron acceso adecuado al agua potable. Según el Informe sobre el estado de los servicios climáticos en 2021: agua (https://public.wmo.int/es/media/comunicados-de-prensa/se-advierte-que-ur…) que acaba de publicarse en Ginebra, se prevé que de aquí a 2050 esta cifra superará los 5.000 millones.

En las últimas dos décadas, los depósitos continentales del agua, los cuales incluyen todas las reservas sobre y debajo de la superficie terrestre (tanto en forma líquida, como de humedad del suelo, nieve y hielo) se han reducido a un ritmo de 1 centímetro por año. Las mayores pérdidas se contabilizan en la Antártida y en Groenlandia. No obstante, otros lugares en diversas latitudes, con alta densidad de población, también registran reducciones considerables aun cuando se trata de zonas que, tradicionalmente, han sido fuentes de abastecimiento.

En este mismo período explotó la frecuencia de los peligros hidrológicos. Así, por ejemplo, a partir del año 2000 se registra un aumento de un 134% en los desastres causados por las crecidas, en comparación con los decenios anteriores. Y, en paralelo, el número de sequías y la duración de las mismas también creció un 29%.

A pesar de algunos avances logrados, la OMM considera que 107 países están lejos de cumplir el objetivo de gestión sostenible de sus recursos hídricos. Y concluye que, en términos generales, el mundo se encuentra considerablemente atrasado en lo que respecta a la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6 —de los 17 aprobados en 2015 por las Naciones Unidas—, el cual consiste en “garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos”.

En 75 países se registraron niveles de aprovechamiento eficiente de los recursos hídricos inferiores a la media, y en 10 de ellos los niveles fueron sumamente bajos. El ritmo de progreso actual debería cuadruplicarse para lograr las metas mundiales propuestas para el 2030.

Nada es casual

Según la OMM, el aumento de las temperaturas está generando cambios en las precipitaciones a nivel general, lo que provoca variaciones violentas en la distribución de las lluvias y las estaciones agrícolas. Calentamiento global e irregularidades meteorológicas con repercusiones directas y nefastas tanto para la seguridad alimentaria como para la salud y el bienestar general de los seres humanos.

Por ejemplo, durante el 2020, se han registrado numerosos fenómenos extremos, todos ellos relacionados entre sí. En Asia, lluvias extraordinarias causaron inundaciones masivas en Japón, China, Indonesia, Nepal, Pakistán e India. Millones de personas se vieron obligadas a desplazarse y centenares de seres humanos perdieron la vida. Sin embargo, las graves perturbaciones provocadas por las inundaciones no se limitaron a los países en desarrollo. También en Europa ocasionaron muertes y daños generalizados.

En contraposición, el cambio climático acelerado en otras regiones ha provocado sequías. La falta de agua continúa siendo uno de los principales motivos de preocupación para muchas naciones, especialmente en África. Según ese mismo informe, más de 2.000 millones de personas viven en países que sufren estrés hídrico y carecen de un suministro de agua potable y servicios de saneamiento.

Caso emblemático

A fines de septiembre, el nivel de las reservas de agua en las centrales hidroeléctricas de Brasil, las cuales generan lo esencial de la energía del país, había descendido a un 23 %, según datos del Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS) de ese país. Las previsiones son aún más preocupantes: para fin de año ese nivel podría llegar al 12 %. A modo de comparación, en 2001, cuando Brasil atravesó un grave periodo de restricción energética, las reservas bajaron a un 34%. La energía hidroeléctrica abastece más del 63% del consumo de esa nación sudamericana.

En agosto pasado la plataforma brasilera MAPBIOMAS —universidades y especialistas medioambientales— publicó un informe nacional en el que constata la reducción de casi un 16% de las superficies de agua dulce. Dicho informe subraya que la actual crisis hídrica es la peor de las que Brasil ha atravesado en los últimos 90 años. El impacto de la misma tiene consecuencias regionales, dada la importancia de la Cuenca del Amazonas compartida con otros siete países, y la Cuenca del Paraná, común con Argentina. Este mismo informe insiste en que los períodos de lluvias e inundaciones no compensan más los de profunda sequía. Hecho trascendente para un país que concentra el 53% de la reserva de agua dulce del continente sudamericano y el 12% de las reservas planetarias.

Según especialistas medioambientales, las causas de esta crisis se encuentran en el cambio climático el cual provoca más sequías con el inevitable aumento de la temperatura y temporadas de lluvias más breves. También inciden significativamente la deforestación amazónica para facilitar la ganadería extensiva, ciertos monocultivos de agroexportación y la extracción ilegal de madera y minerales.

El calentamiento global indetenible y las distorsiones pronunciadas del agua dulce a nivel planetario estarán en el centro de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se celebrará en Glasgow, Escocia, entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre. Para diversos analistas, es la última oportunidad para evitar un incremento irreversible del calentamiento global. Para las voces ecologistas más críticas, ya es demasiado tarde y poco de nuevo habrá bajo el sol después de concluida la COP26.

Tomado de: Alainet

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Raúl Perrone: «El poder de crear mundos me fascina»

Raúl Perrone:, cineasta argentino. Foto: CTA

Por Lucía Malandro & Daniel Delgado Saucedo 

Descubrir las películas de Raúl Perrone, es como adentrarse en un cauce secreto y alucinante de la historia del cine. En el universo de Perrone no hay imposibles, la cámara y la imaginación lo pueden todo, por eso sus películas viajan de Argentina, a Rusia, de Asia a la selva africana; del pasado al futuro, sin que su autor sienta la necesidad de salir de su casa. Perrone no espera por el dinero de nadie para hacer sus películas, por eso nadie puede decirle cómo hacerlas. La libertad con la que vive y construye sus universos, es una filosofía guerrillera que ha inspirado, e inspira, a generaciones de cineastas de todo el mundo. Sentarse una noche a conversar con él, es un placer y a la vez una lección de vida que estamos felices de compartir.

Nosotros empezamos a ver tus películas, fascinados por los universos que creabas, sin saber que había una serie de obstrucciones constantes en tu obra, como el hecho de filmar siempre en Ituzaingó, tu pueblo natal, el uso del cine digital, y la continua experimentación con la imagen. ¿En qué momento esa serie de obstrucciones productivas, se convirtieron en el dispositivo de tus películas, en tu sello, en tu marca?

En la época que yo empecé, en los 90, si no hacías 35 mm no te daban pelota, eras ignorado y a mí me daba mucha bronca eso, porque el cine es una manera de expresarte, no tiene por qué tener ningún formato. Y tal es así, que un día me entero que, en el Lorca, un cine muy conocido acá en Argentina, los dueños se habían comprado un proyector VHS, ya se había empezado a trabajar mucho en VHS, y se estrenaban películas como Maldito policía, la trilogía de Kieślowski y demás. Entonces, un día me le planté al tipo y le dije: “Bueno loco, yo hice una película, pásamela, soy argentino”, una pelotudés; pero el tipo de alguna manera dijo: “Bueno a ver, ¿qué hacés?” Era Labios de churrasco mi primera película. El tipo me hizo pagarle la función, porque tenía que sacar una película para que yo pudiera pasar esa y se programó a la medianoche, pleno año 93. Y explotó, aparecieron de golpe mil gentes a ver la película. No pasa más eso ahora. Los estudiantes de cine tenían mucha hambre de cine, no existía nada de esto de Netflix. Ahora los pibes no ven películas, estudian cine para gastar guita, y eso me preocupa bastante.

Pero así empezó un poco la cosa, y posibilitó también que otra gente pudiera empezar a estrenar. Cuando estrené Graciadió, la pasaban en las madrugadas de los viernes, sábados y domingos y también explotó, la vieron casi 5000 personas en dos meses. Salían críticas de la película en los diarios, al lado de películas importantes y yo en ese momento me reía mucho, todos esos críticos de diarios importantes, que de alguna manera rechazaban lo que yo hacía en video, se veían obligados a hacer críticas de mis películas porque no les quedaba otra. Fue muy gratificante para mí mandarlos a la mierda en ese momento a todos.

Nos lo imaginamos, pero desde entonces no te para nadie. No hemos podido ver todas tus películas, sos una fuente inagotable…

Nadie las va a poder ver, son más de sesenta…

Hay algo que llama la atención en esa producción tan extensa. Sentimos que a medida que avanza la tecnología, tú retrocedes. Al principio, la exploración de tu cine era tecnológicamente revolucionaria, fuiste pionero del video, de los primeros en pasarte al cine digital, que fue la gran revolución del cine contemporáneo, y ahora tu búsqueda se puede asociar fácilmente a las búsquedas de los primeros cineastas, esa búsqueda del efecto, de la magia, de la artesanía, de la película como máquina de asombros.

Es cierto, y me pasaba también con el dibujo, yo me aburro de las mismas fórmulas. Mis películas siempre son de alguna forma distintas. Casualmente ahora estoy trabajando en una película que se llama Melodrama y está hecha como si fuera una película del año 30. Viste que ahora la tecnología te permite que el celular tenga VHS y todas esas boludeces. A mí no me gusta nada de eso, a mí me interesa la artesanía, la austeridad de lo artístico, lo amateur. Yo tengo una cámara Super 8 y hago mis propias texturas y después las monto. Siempre he tratado que mis películas tengan un aire cinematográfico.

Por eso me enojaba bastante cuando los críticos decían que yo encuadraba mal, no entendían que era una manera de romper con todo ese cine pedorro argentino de los 80 que es horrible. Pero a mí me gusta seguir investigando el cine y me gusta seguir haciendo cosas. Ya conozco la fórmula, entonces no dejo nunca de intentar renovarme, de seguir siendo yo, a pesar de que voy cambiando.

A principios del siglo pasado, Meyerhold llamó convención consciente, al pacto que establece el espectador con la obra de arte, y resumió de esa manera el momento maravilloso donde uno puede llegar a creer que una mesa, puede ser en un momento determinado una cama y en otro puede ser un tren.

El cine es un arte que en ese sentido está muy atrasado, porque por regla general siempre tiende a filmar el tren, a poner el auto en movimiento, a intentar esa sensación de realismo que ya en el resto de las artes está más que superada, pero tu cine es muy avanzado en ese aspecto, crea convenciones con el espectador muy propias. En Fauna, por ejemplo, hay una escena de auto maravillosa, que es evidentemente un artificio desnudo, y ese simple juego con la convención cinematográfica le da la oportunidad al espectador de participar del juego de la película, es una apuesta muy radical y a la vez muy lúdica.

Dijiste algo en lo que casualmente estuve pensando estos días: el artificio. Con el artificio llega un momento en donde el espectador se olvida del artificio. Recuerdo que en los 80 había hecho un corto, este que les contaba con Charly García, que se llamaba No me verás en el subte y acá en mi casa yo tenía un garaje grande y en ese garaje, le saqué todos los caños a una pileta pelopincho y armé como un subte.

En la pared, como tenía 7 metros, dibujé las ventanas y las puertas, y los actores se movían como si estuvieran en el subte. Fue muy gracioso porque mostré la película en el teatro San Martín y uno de los personajes, dice: “¿Por qué no abrís la ventana?” y el otro personaje le dice: “No puedo, porque está dibujada.” El artificio del artificio. Les puedo asegurar que nadie en la charla después de la función habló de eso, porque después los actores bajaban en el subte de verdad. Cuando el artificio forma parte del arte, forma parte de la estética de lo que estás contando, deja de serlo, porque no es un artificio que se hace para que pase inadvertido, uno lo hace sabiendo que es un artificio.

Yo creo personajes de los años 30 y pongo a minas con aritos en la nariz, o tatuajes, y me gusta que se vean. Y me pueden decir: “Che, pero eso no se usaba”, y qué me importa a mí si no se usaban, lo pongo igual, no me calientan esas cosas. Me parece muy honesto que la gente lo entienda de esa manera.

Hay una colisión muy interesante entre los tiempos dentro de tus películas, eso mismo que dices de los aritos, los cortes de pelo, les dan a tus personajes la sensación de viajeros del tiempo…

Sí, eso es algo que empecé a hacer por no tener presupuesto y ya después se transformó en algo propio… Cump4rsit4 es una película como de origen ruso, hice componer la banda sonora y la presenté con música en vivo en el Festival de Mar del Plata. Son todos primeros planos, una lucha entre campesinos y militares. No me fui a filmar a una casa quinta; la construcción del sonido fuera de campo hace que vos entiendas que está pasando todo eso.

Lo importante es creer uno en lo que está haciendo. Cuando yo filmo no pienso, si pensara no lo haría. Es el impulso que me lleva a hacerlo y como creo tanto en lo que hago, te hago creer en lo que ves. Si te gusta o no, es otra historia.

Tus películas son una gran sinfonía. A medida que vas evolucionando en la construcción sonora vas renunciando al diálogo, a las palabras. Como en el principio del cine cuando las películas dependían mucho más de la orquestación, de los efectos, que de las palabras.

Eso no lo entendí yo, hasta antes de P3nd3j05. Yo tenía una editora, y era como medio enfermizo tratar de decirle corta acá, corta allá. Yo no quería ponerme a editar porque me iba a volver loco. De hecho, ahora lo estoy, son muchas horas editando y llegué a un grado de obsesión tan grande que ahora hago todo. Mientras voy editando hago el sonido. Y como tengo un microcine, exporto y enseguida voy y lo miro en grande, es una obsesión que tengo desde chiquito, le robaba las sábanas a mi vieja para proyectar en Super 8 porque sabía que mis encuadres tenía que verlos en grande. No entiendo cómo alguien puede ver una película en un celular, es un suicidio a los ojos, pero bueno, son las generaciones.

Volviendo al tema: después de P3nd3j05 empecé a editar, y filmar se ha vuelto un pretexto para venir a editar. Editar es algo muy groso, yo suelo decir que es un polvo galáctico, donde te transportas mentalmente a otro espacio y eso que filmaste ya no tiene el mismo sentido, porque vas cambiando las cosas, es muy fascinante el mundo del montaje y me parece que es mi propio hijo y no puedo dárselo a otro. No puedo entender a alguien que no edite sus propias películas, no son creadores, son gente que hace cine porque quieren viajar.

¿Eres uno de esos directores a lo Orson Welles, que tiene toda la película montada en la cabeza?

Es así. Yo ya no repito tomas, porque ya sé que siempre termino eligiendo la primera; es la más virgen y filmo muy pocas horas: arranco a las diez de la mañana y a las cinco vuelvo. Mi equipo son todos muy chicos, no sé por qué, pero siempre me siguen los pibes. Debe ser por mi manera de ser. En el taller tengo 120 alumnos y el promedio son 20 años. Y no hablo con tipos de mi edad, me aburro. Por eso tampoco hago películas de tipos de mi edad.

Hay como una obsesión por retratar el pensamiento de la juventud, el cuerpo joven, el estilo de vida. ¿Por eso son tan espontáneas tus películas? ¿Crees que tienen ese impulso de la juventud?

Ayer justo me decía Roger Koza, que es muy fan y le mandé 20 minutos de esto que estoy haciendo y me dijo: “Sos el director más joven que conozco, no tenés la edad que tenés.” Y yo me creo así, sino no podría hacer todo lo que hago. Tengo mucha vitalidad y tengo una cabeza que puedo llegar a entender muchas cosas y eso me ayuda.

Lo de los pibes es una preocupación que tengo, porque yo fui pibe y padecí la injusticia de los boludos grandes, entonces me gusta darles una voz. Pero eso no está pensado, hago lo que tengo ganas de hacer. Roger me dice que tengo una libertad que no tenían ni los Rolling en los 60. Es muy difícil filmar con la libertad que yo filmo, de poder hacer lo que yo quiero cuando yo quiero. No dependo de tipos que te dicen, “…acá tenés que poner esto, tenés que sacar aquello”. Hago realmente lo que quiero y eso es impagable.

Es que el tipo de cine que tú haces depende de esa libertad, el día que no la tengas, muere…

Sí. Yo me he cruzado en el camino de mi vida con mucha gente, tipos que hacen cine y me dicen: “Perro, la próxima peli la voy a hacer como vos” y yo lo miro y digo: “No creo. Porque a los dos meses vas a salir a buscar guita, y entonces no lo vas a hacer como yo.” ¡Esa es la historia de siempre, quisieran hacerla como yo, pero después empiezan a buscar guita, y con la primera guita ponen una oficina y después un teléfono y una secretaria… “¡Andá a filmar boludo!” Ahí está realmente el potencial y el cambio. Yo no necesito nada de eso. Yo agarro mi cámara y le digo a los pibes, nos juntamos a tal hora en la estación, y voy y filmo.  Así es mi vida, así vivo y tengo suerte de que existen tres, cuatro o cinco tipos que siguen mi locura, los puedo llamar a las dos de la mañana y ellos vienen, eso es maravilloso.

Es que parte del mérito de tus películas consiste en haber encontrado la manera de hacerlas, no es una cosa de un día, es una cosa de años. Parecería fácil, pero esos tres o cuatro tipos que te siguen no aparecen de un día para el otro.

Eso es lo que te inculca la industria. En el 98-99, filmé mucho, épocas muy gloriosas y tuve la oportunidad de hacer un corto en 16 mm que se llamó Chamuyando, dos tipos en una estación de servicio que quieren robar un auto, pero ninguno de los dos sabe manejar. Tres planos con grúas. “Pero mira Perro que filmar en 16 mm no es como el video” me dijo el tipo que me hacía la cámara. “¿Y cuál es la diferencia?” “Tenemos que planificar más” “¡No! ¿Qué planificar más?” y lo hice como si fuera video. Eran unos planos larguísimos y una sola toma de cada uno y salieron perfectos.  Le dije: “Viste tarado. Es lo mismo, que me venís a llenar la cabeza”

El problema está ahí. Los jóvenes no filman porque todavía no consiguieron el catering, buscan la guita antes que contar una historia, ese es el problema.

Yo he tenido la suerte de estar en festivales internacionales sin moverme de mi casa porque yo no viajo. En 2015 me dedicaron un tributo El último independiente, 12 películas en la Viennalle y yo no fui. El director se quería morir: “¿Cómo no vas a venir a Viena que te dedica un homenaje?” “Y si yo no viajo.” Entonces fue Roger Koza con un productor mío, mientras yo filmaba una película acá. Yo quería filmar; contás eso y te dicen: “pero es un tipo que está loco, se pierde 15 días en Viena.” Y sí, estoy loco.

Esa falta de movilidad, sin embargo, se contrapone con tu cine. ¿Usas tus películas como portal para trasladarte a otras ciudades, a otros mundos?

Entendí que el cine es maravilloso en ese sentido, si yo acá en esta pared pongo a una pareja hablando en francés y lo filmo, ¿vos me vas a discutir que no estoy en Francia? Recuerdo uno de mis primeros cortos, una especie de road movie, tenía 17 o 18 años. Había un cine acá, con un viejo proyeccionista que pasaba películas de Wenders, de Fassbinder, y yo fui con un casete de VHS, con mi película que transcurre en un descampado que ahí muy cerca de Ituzaingó. Había conseguido un auto de los años 50 y dos tipos vestidos de época. Y fue gracioso porque el proyeccionista, que veía muchísimo cine me dijo “Claro, esto es Mendoza” y “Por supuesto” le dije yo, y ahí entendí que muestro una carretera y ¿quién me va a discutir que no estoy en la ruta 66?

El poder de crear mundos, eso me fascina. Cuando hice Favula, puse el sonido al revés y fue alucinante, parecía polaco, no me importaba lo que decían, me importaba la cadencia de esa sonoridad. La selva de Favula mide 1 metro. Yo había soñado armar un bosque en un galpón, si hubiera podido lo hubiera hecho, pero después pensé: “Si no tengo un peso, ¿cómo voy a hacer eso?” Entonces una alumna que hacía escenografías, me armó una maqueta de un metro y pico. La filmé de diferentes lugares y funcionó. Fue alucinante meter a los tipos ahí adentro. Me gusta inventarme cosas que no sean fáciles… porque si uno tuviera plata, todo eso sería muy fácil de hacer. Yo comparo mucho al cine con el amor de una mujer, que hay que estar atrás, hay que cultivarlo.

Debe haber una relación entre Ituzaingó, que en guaraní significa cascada, o rio, y el hecho de que uno nunca se baña dos veces en el mismo río. Quizá por eso nunca filmaste dos veces en el mismo Ituzaingó. ¿Nunca has pensado filmar en otro lugar?

Bueno, yo cuando estuve en Montevideo aluciné. Es una ciudad muy cinematográfica.

Vos has influenciado muchísimo el cine uruguayo, 25 watts por ejemplo….

Sí, 25 watts está dedicada a Jim Jarmusch y a mí. De hecho, cuando los pibes la presentaron acá en Buenos Aires en el Bafici, pidieron conocerme y yo fui a ver la película y me recalenté y me fui del cine. Porque era como estar viendo algo mío. Fue muy raro: lo de la abuela en off, los pibes sentados en el cordón de la vereda… Había muchas similitudes y entonces me dio bronca. Después los conocí y eran amorosos, hermosos los dos y los entrevisté: estaban muy felices. También hay otra película uruguaya que me dedicaron Ana [refiere a Los Días con Ana] que nunca la llegué a ver.

Con el decálogo que escribí, en toda Latinoamérica lo tomaron como un manual de guerrilla y salieron a hacer películas. En Perú hay un lugar muy grande que se llama Polvos Blancos, que es un videoclub actualmente, y las películas pirateadas son muy buenas, y no sé cómo carajo hacen, que mis películas están ahí, e iba mucha gente de Argentina a comprarlas. De hecho, Apichatpong cuando premió P3ND3JO5 fue a Polvos Blancos a buscar películas mías. Yo les prometí ir, pero no fui.  Iría únicamente en auto.

¿Nunca viajaste en tu vida?

No, llegué a ir a Montevideo en barco y casi rompo todo. A la vuelta tuve que copetearme con whisky porque estaba enloquecido.

¿Es una fobia?

Sí, es una fobia, pero llega un momento en el cual, por todo lo que venimos hablando, que ya no tengo interés de conocer ciertos lugares, creo que el único lugar que me protege es este y si desde este lugar llegué a todos los lugares que llegué, para qué voy a moverme si yo estoy acá feliz haciendo películas, estoy muy bien conmigo y ahora mismo me voy a editar.

Lucía Malandro y Daniel D. Saucedo conforman una dupla creativa dedicada a la investigación y la experimentación con nuevas formas narrativas cinematográficas. Han realizado varios cortometrajes indagando en historias y formas de representación no convencionales. Colaboran con Revista FILM desde 2019.

Tomado de: Revista Film

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La decadencia del cine

Por Susan Sontag

Los cien años del cine parecen asemejarse a un ciclo vital: el inevitable nacimiento, la firme acumulación de glorias, y el comienzo, en la última década, de un declive ignominioso e irreversible. No es que ya no puedan esperarse nuevas películas a las cuales admirar. Pero dichas películas no sólo deben ser excepciones –eso ocurre con los grandes logros en cualquier disciplina artística. Deben ser verdaderas violaciones de las normas y prácticas que hoy en día gobiernan la realización cinematográfica en cualquier lugar del mundo capitalista (y del aspirante a serlo), es decir, en todas partes. Y las películas ordinarias, hechas puramente con fines de entretenimiento (es decir, comerciales) son increíblemente tontas; la gran mayoría fracasa estruendosamente en seducir a la audiencia a la que están cínicamente dirigidas. Como la finalidad de una película es ahora, más que nunca, convertirse en un logro único, el cine comercial ha establecido una política de realización cinematográfica carente de originalidad; un descarado arte combinatorio o recombinatorio, con la esperanza de reproducir éxitos del pasado. El cine, alguna vez anunciado como el arte del siglo XX, parece ser ahora, cuando el siglo cierra numéricamente, un arte decadente.

Tal vez no sea el cine el que se terminó, sino sólo la cinefilia –que es el nombre de ese tipo de amor específico que el cine inspiraba. Cada arte cría sus fanáticos. El amor que inspiraba el cine, sin embargo, era especial. Había nacido de la convicción de que el cine era un arte como ningún otro: quintaesencialmente moderno; particularmente accesible; poético y misterioso y erótico y moral, todo al mismo tiempo. El cine tenía apóstoles. (Era como la religión). El cine era una cruzada. Para los cinéfilos, las películas lo contenían todo. El cine era tanto el libro del arte como el libro de la vida.

Como muchos han notado, el comienzo de la realización cinematográfica hace cien años fue, convenientemente, un doble comienzo. Alrededor del año 1895 se hacían dos tipos de películas, dos modos de lo que el cine podría ser parecían emerger: el cine como transcripción de la vida real no escenificada (los hermanos Lumière), y el cine como invención, artificio, ilusión, fantasía (Méliès). Pero esta oposición no es verdadera. El punto es que, para esas primeras audiencias, la transcripción de la realidad más banal –los hermanos Lumière filmando La llegada de un tren a la estación de la Ciotat– era una experiencia fantástica. El cine comenzó como un asombro, el asombro de que la realidad podía ser transcripta con tanta inmediatez. Todo el cine es un intento de perpetuar y reinventar esa sensación de asombro.

Todo el cine comienza con ese momento, hace cien años, cuando el tren llegó a la estación. La gente se apropió de las películas, en el preciso instante en que el público gritó de excitación, en realidad subyugado, mientras el tren parecía moverse hacia ellos. Hasta que el advenimiento de la televisión vació las salas cinematográficas, era con una visita semanal al cine que aprendías (o intentabas aprender) cómo caminar, fumar, besar, pelear, entristecerte. Las películas te daban pistas sobre cómo ser atractivo. Por ejemplo: luce bien vestir un impermeable incluso cuando no llueve.

Pero lo que sea que te llevaras a casa era sólo parte de la experiencia mayor de sumergirte en vidas que no eran la tuya; el deseo de perderte en las vidas… rostros, de otras personas. Es esta una forma del deseo mayor y más inclusiva encarnada en la experiencia cinematográfica. Aún mayor que aquello de lo que pudieras apropiarte para vos mismo, era la experiencia de rendirte, de ser transportado por lo que estaba en la pantalla. Querías ser raptado por la película – y ser raptado era ser abrumado por la presencia física de la imagen. La experiencia de “ir al cine” era parte de eso. Ver una gran película en televisión no es haber visto realmente esa película. No es sólo la cuestión de las dimensiones de la imagen: la disparidad entre una imagen más-grande-que-vos en el cine y la pequeña imagen en una caja, en tu casa. Las condiciones en que se presta atención en un espacio doméstico son radicalmente irrespetuosas con el cine. Ahora que una película ya no tiene un tamaño estándar, las pantallas caseras pueden ser tan grandes como las paredes de un living o un dormitorio. Pero seguís estando en un living o un dormitorio. Para ser raptado, tenés que estar en una sala cinematográfica, sentado en la oscuridad entre extraños anónimos.

Ningún período de duelo podrá revivir los desaparecidos rituales –eróticos, ruminativos– de la sala oscurecida. La reducción del cine a imágenes agresivas, y la manipulación sin principios de las imágenes para que atrapen más la atención (montaje más y más veloz), produjo un cine desencarnado y liviano, que no demanda la atención total de nadie. Las imágenes aparecen ahora en cualquier tamaño y en una variedad de superficies: en la pantalla de un cine, en las paredes de una discoteca y en megapantallas colgantes en estadios deportivos. La pura ubicuidad de las imágenes en movimiento ha socavado sin cesar los estándares que la gente tenía tanto para el cine como arte, como para el cine como entretenimiento popular.

En los primeros años no había, esencialmente, ninguna diferencia entre estas dos formas. Y todas las películas del período mudo –desde las obras maestras de Feuillade, D. W. Griffith, Dziga Vertov, Pabst, Murnau y King Vidor, hasta los melodramas y comedias más formulaicos– tienen un nivel artístico muy alto, comparadas con casi todo lo que estaba por venir. Con la llegada del sonido, la creación de la imagen perdió mucho de su brillo y poesía, y los estándares comerciales se estrecharon.

Esta manera de hacer películas –el sistema de Hollywood– dominó la realización cinematográfica por alrededor de 25 años (aproximadamente desde 1930 hasta 1955). Los directores más originales, como Erich von Stroheim y Orson Welles, fueron derrotados por el sistema y eventualmente terminaron exiliados artísticamente en Europa –donde estaba llevándose a cabo más o menos el mismo sistema destructor-de-calidad, con presupuestos más bajos; sólo en Francia se produjo, durante este período, un gran número de películas magníficas. Luego, a mediados de los cincuenta, ideas vanguardistas arraigaron nuevamente, enraizadas en la idea del cine como un oficio, de la cual fueron pioneras las películas italianas del período de posguerra. Se realizó una cantidad deslumbrante de películas originales y apasionadas, de la más alta seriedad.

Fue en este momento específico de los cien años de historia del cine que ir a ver películas, pensar en las películas y hablar de las películas, se convirtió en una pasión entre estudiantes universitarios y otros jóvenes. Te enamorabas no sólo de los actores sino del cine en sí mismo. La cinefilia se hizo visible primero en la Francia de los cincuenta: su foro fue la legendaria revista de cine Cahiers du Cinema (seguida por revistas similarmente fervientes en Alemania, Italia, Gran Bretaña, Suecia, los Estados Unidos y Canadá). Sus templos, a medida que la cinefilia se expandía por Europa y las Américas, eran las muchas cinematecas y clubs especializados en películas del pasado y retrospectivas de directores que surgieron de pronto. Los sesenta y primeros setenta fueron la era febril de ir al cine, con el cinéfilo de tiempo completo esperando siempre encontrar un asiento lo más cercano posible a la gran pantalla, idealmente en la tercera fila al centro. “Uno no puede vivir sin Rossellini”, declara un personaje de Antes de la revolución (1964), de Bertolucci –y lo dice en serio.

Durante alrededor de quince años aparecían obras maestras todos los meses. Qué lejana parece ahora esa era. Claro que siempre hubo un conflicto entre el cine como industria y el cine como arte, el cine como rutina y el cine como experimento. Pero el conflicto no era tan grande como para hacer imposible la realización de películas maravillosas, a veces dentro y a veces fuera del cine mainstream. Ahora la balanza se ha inclinado decisivamente a favor del cine como industria. El gran cine de los sesenta y los setenta ha sido meticulosamente repudiado. Ya en los setenta Hollywood estaba plagiando e interpretando banalmente las innovaciones narrativas y de montaje de nuevas películas europeas exitosas y de las siempre-marginales películas americanas independientes.

Después llegó el aumento catastrófico de los costos de producción de los ochenta, que aseguró la reimposición mundial de los estándares industriales de realización y distribución de películas de manera mucho más coercitiva, esta vez a una escala realmente global. Costos de producción elevados significaban que una película tenía que hacer mucho dinero de inmediato, en el mes de su estreno, si quería ser rentable –una tendencia que favorecía a las superproducciones respecto de las películas de bajo presupuesto, aunque la mayoría de las superproducciones eran fracasos y siempre había un par de películas “pequeñas” que sorprendían a todo el mundo por su encanto. La duración de las películas en cartelera se hizo más y más corta (como la vida en los estantes de los libros en las librerías); muchas películas fueron diseñadas para estrenarse directamente en video. Los cines continuaron cerrándose –muchas ciudades ya ni siquiera tienen uno– a medida que las películas se convirtieron, principalmente, en uno de los muchos entretenimientos caseros creadores de hábitos.

En este país (EE.UU.) la disminución de expectativas de calidad y la inflación de expectativas por el lucro hicieron virtualmente imposible que directores americanos artísticamente ambiciosos, como Francis Ford Coppola y Paul Schrader, trabajaran a su mejor nivel. En otros países, el resultado puede verse en el melancólico destino de algunos de los mayores directores de las últimas décadas. ¿Qué lugar hay hoy para un inconformista como Hans-Jürgen Syberberg, que directamente dejó de hacer películas, o para el gran Godard, que ahora hace películas sobre la historia del cine, en video? Consideremos otros casos. La internacionalización del financiamiento y por lo tanto de los elencos resultó desastrosa para Andrei Tarkovsky en las últimas dos películas de su estupenda (y trágicamente abreviada) carrera. ¿Y cómo va a encontrar Aleksandr Sokurov el dinero para continuar haciendo sus sublimes películas, bajo las rudas condiciones del capitalismo ruso?

Previsiblemente, el amor por el cine ha empalidecido. A la gente le sigue gustando ir al cine, y a algunas personas todavía les importa y esperan algo especial, necesario, de una película. Y todavía se siguen haciendo películas maravillosas: Naked, de Mike Leigh, L’america, de Gianni Amelio, Fate, de Fred Kelemen. Pero es difícil que vuelvas a encontrar, al menos entre los jóvenes, ese distintivo amor cinéfilo, que no es simplemente amor por las películas, sino un determinado gusto por el cine (basado en un vasto apetito por ver y rever todo lo que se pueda de su glorioso pasado).

La cinefilia en sí misma se encuentra bajo ataque, como algo extraño, anticuado, snob. Porque la cinefilia implica que las películas son experiencias únicas, irrepetibles, mágicas. La cinefilia nos dice que la remake hollywoodense de Al final de la escapada, de Godard, no puede ser tan buena como la original. La cinefilia no tiene lugar en la era de las películas híperindustriales. Porque la cinefilia no puede, por el amplio rango y eclecticismo de sus pasiones, dejar de patrocinar la idea de que una película es, antes que nada, un objeto poético; y no puede dejar de incitar a aquellos que se encuentran fuera de la industria cinematográfica, como pintores y escritores, para que también hagan películas. Es precisamente esta noción la que fue derrotada.

Si la cinefilia está muerta, entonces las películas también lo están… no importa cuántas películas, incluso muy buenas, se sigan haciendo. Si el cine puede ser resucitado, sólo será a través del nacimiento de un nuevo tipo de amor por él.

Tomado de: Cinéfagos

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Sana, sana, mi samaritana

Por Berta Carricarte

Dos adolescentes de unos trece años deciden montar un negocio de prostitución para reunir dinero y viajar a Europa. Lo que usted se atreva a imaginar de aquí en lo adelante probablemente no tenga nada que ver con lo que ocurrirá luego en la película. Por lo menos, fue lo que me pasó a mí. No sé si me sentí más frustrada que sorprendida por el curso que toma la narración. Yo quería saber más sobre la psicología de aquella niña que dice no limitarse al sexo, sino que pone su pizca de locuacidad y empatía en cada uno de sus encuentros íntimos con hombres de distinta procedencia. Lo que sí tengo muy claro es que en La samaritana (Samaritan Girl, 2004) se conjugan todos los factores para hacer de su visionaje una experiencia singular.

El director es archiconocido mundialmente: Kim Ki-duk, fallecido el pasado año, víctima de la COVID-19. Hacía poco se había establecido en Riga, Letonia, desde donde procuraba fondos para su próximo filme. Considerado pionero del nuevo cine coreano, aunque no tenía formación académica como cineasta, su talento se rebeló rápidamente y le permitió crear obras experimentales como Ficción real (2000) o la justipreciada Primavera, verano, otoño, invierno… primavera (2003).

Desde su primer filme, Cocodrilo (1996), su estilo se define en lo esencial como una combinación entre lirismo y violencia en el tratamiento dramático, así como a través de relatos de carácter escabroso que más bien parecen pesadillas kafkianas que hechos presumibles en la realidad, como es el caso de Hierro 3, cinta con la que obtuvo el León de Plata en Venecia en 2004, mientras ese mismo año, con Samaritan Girl, alcanzaba el Oso de Plata al mejor director en Berlín. En esta, como en casi todas sus producciones, se ocupó también del guion y la edición.

Hay un personaje que se repite en varios filmes de Kim Ki-duk y es el de la prostituta. Diríase que le asiste una especie de atracción morbosa por quienes se dedican al sexo remunerado. La mirada del cineasta sugiere que se trata de un mal impuesto por la propensión de ciertos hombres a las prácticas obscenas. Por lo demás, su visión del asunto parece corresponderse con la moral judeocristiana. Los giros argumentales del filme que nos ocupa se afincan en el hecho de que, desde el punto de vista legal, el comercio sexual es un delito perseguido en la nación; no obstante, representa el 1,6 % del producto interno bruto del país, según cifras que aporta el Instituto de Desarrollo de la Mujer de Corea.

Pero, por otra parte, la culpabilidad, la penitencia y la venganza no parecen ser suficiente moneda de cambio para atenuar las inequidades y depravaciones que brotan en la sociedad. El sujeto, cualquiera que sea su signo moral, positivo o negativo, en los filmes del coreano parece estar siempre en un laberinto pantanoso, a ciegas y con la salida tapiada.

Artificialmente dividida en tres actos, Samaritan Girl transcurre con imperturbable linealidad, y va progresando en los episodios de violencia hasta llegar al clímax que prefigura el desenlace. A estas alturas, en la breve fantasía onírica de la protagonista se revela un último momento de mortificación purificadora. Y yo me pregunto: ¿Por qué desde la perspectiva de una masculinidad virulenta, que vemos repetirse por todas partes, ya sea en discursos políticos o en deliberaciones domésticas, la solución más “fácil” es poner los testículos sobre la balanza? En este filme tan exquisito como punzante y de corazón hecho añicos, la mano justiciera vuelve a ser la serpiente que se muerde la cola.

En cuanto al título del filme, ya hice mis deducciones. El Nuevo Testamento recoge dos anécdotas que ejemplifican actos de buena voluntad en virtud de los samaritanos. En la primera, un samaritano auxilia a un judío caído en desgracia, lo que prueba que prójimo no es una categoría étnica, sino moral. Y en la segunda, Jesús pide agua a una samaritana, y esta se convierte en predicadora de su mensaje. Ergo, Kim Ki-duk lo tuvo muy claro: nos están faltando muchas samaritanas en este mundo.

Tomado de: Cubacine

Tráiler del filme La samaritana (Corea del Sur, 2004) de Kim Ki-duk

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La emboscada mambisa que salvó la guerra

Fotograma del filme cubano La primera carga al machete (Manuel Octavio Gómez, 1969 )

Por Dariel Pradas

Campesinos y antiguos esclavos de la zona se reunieron en la plaza del poblado de Jiguaní, en el oriente de Cuba. Ellos celebraban excitados sus quince días de rebeldía contra el régimen español, mediante un festín de terneras y lechones. Caía la noche del 25 de octubre de 1868, y nadie imaginaba que dos semanas efusivas se convertirían en una década de cansancio, terror y sangre.

En un caserón de tejas, varios oficiales disfrutaban aquel ánimo inicial. Algunos, como Calixto García, alcanzarían su notoriedad propia en años venideros, pero, de momento, todos se juntaban alrededor de su inexperto jefe Donato Mármol.

Ya a oscuras, este caudillo recibió una carta cuyo remitente había sido Carlos Manuel de Céspedes, el mismo que, con 37 hombres, encabezó días atrás el Grito de Yara y las gestas por la independencia cubana. El mensajero, de más o menos 30 años, saludó y se retiró a un sitio discreto, en espera de una respuesta de Donato, quien, al leer el documento, dijo:

«Para mandones, sobramos» y tras tal argumento, le cayeron a preguntas, ante las cuales explicó: «Nada, Carlos Manuel me manda este hombre, oficial retirado de las reservas dominicanas, para utilizar sus servicios como coronel, y… en verdad, con nosotros hay jefes de sobra».

«Chico, acéptalo», le aconsejó Toñito Milanés, su suegro: «Ya ves lo que dice Céspedes: el hombre sabe, y nosotros de guerra no conocemos ni jota. Deja que nos dirija».

Ante la insistencia del resto de los presentes, aceptó a regañadientes. Conversó un rato con el mensajero y le ordenó:

«La columna del coronel Quirós viene sobre Bayamo y ya está en Baire. Vamos a impedir su avance. Usted va a mandar nuestra vanguardia; escoja 200 hombres y disponga lo necesario».

Y hasta aquí la precuela de un acto esencial para la historia del país. Ahora dos spoilers: el enviado de Céspedes había sido Máximo Gómez y la batalla del día siguiente sería la de Pinos de Baire, la conocida como primera carga al machete del ejército libertador.

El camino marcial

Se estima que Máximo Gómez nació en Santo Domingo, en 1836. Por puro cálculo y sin absoluta certeza, pues nunca se encontró su partida de bautismo.

Por los archivos parroquiales de Baní, y una investigación publicada en 1929 por el fraile español Cipriano de Utrera, se conoce que la estirpe de estratega tenía fuertes raíces peninsulares y marciales: abuelos, bisabuelos y tatarabuelos sevillanos, malagueños y jerezanos, de Bilbao de Guipúzcoa, de Galicia… y además, soldados, sargentos, tenientes y hasta capitanes del rey.

Gómez se unió a ese legado ancestral cuando la invasión haitiana de 1856, liderada por Faustin Souluque. Entonces el joven veinteañero se alistó en el ejército y obtuvo su bautismo de fuego en la batalla de Santomé, el 22 de diciembre de ese mismo año. La caballería de Baní, a la que él pertenecía con el grado de alférez, decidió la victoria de los dominicanos a punta de lanza y machete. Después, más años belicosos terminaron curtiendo la piel del joven con la guerra, hasta que hazañas, derrotas, incendios y matanzas se volvieron habituales para el banilejo.

Al estallar la guerra de anexión de Santo Domingo a España, el ejército dominicano juró banderas a la antigua metrópoli bajo el nombre de Reservas Dominicanas. Máximo Gómez, capitán de caballería en esa época, como todos sus compañeros, también pasó a integrar esas Reservas.

Y como dictaba su deber, luchó para sofocar el estallido revolucionario que provocó aquel proceso anexionista, sobre todo al enfrentarse a las huestes del general insurrecto Pedro Florentino, quien, en un arrebato alcohólico, saqueó e incendió Baní, quemando a sus habitantes vivos y fusilando a más de 30 vecinos.

A la vista del incendio, el capitán Gómez fue al auxilio de su madre y hermanas y, al frente de soldados y lugareños, dispersó a tiros a los asaltantes. Este suceso provocó que, cuando España perdiera la contienda final, los banilejos se convirtieran en refugiados de guerra.

Según el procedimiento, los expatriados debían elegir entre Canarias, Baleares, África o Filipinas para su nuevo hogar. Cuba admitía raras excepciones, pero, eso sí, nunca a personas de raza negra.

Gómez pudo, junto a su madre y hermanas, embarcar en Santiago de Cuba, donde observó las marcas más crueles de la esclavitud. Según el historiador cubano Benigno Souza, en su libro Máximo Gómez, el Generalísimo (1936), en Santo Domingo no hubo nunca un conflicto de razas como el de su francófona colonia vecina, pues el trato en La Española «estaba organizado para la fusión de las dos razas». Nada parecido a la situación de la isla de Cuba, y así lo constató el líder mambí, en un dictado que hizo a Fermín Valdés Domínguez, en Minas de Camasán (expuesto en el mismo libro de Souza):

«Mis negocios de maderas y otros me llevaron a distintos ingenios y, en uno de ellos vi, por primera vez, cuando con un látigo se castigaba, sin compasión, a un pobre negro, atado a un poste, en el batey de la finca y delante de toda la dotación del ingenio. No pude dormir aquella noche y me parecía aquel negro uno de los muchos que aprendí a amar y respetar al lado de mis padres.

«Por mis relaciones con cubanos entré en la conspiración, pero yo fui a la guerra, llevado por aquellos recuerdos, a pelear por la libertad del negro esclavo; luego fue mi unión contra lo que se puede llamar esclavitud blanca, y fundí en mi voluntad las dos ideas y a ellas consagré mi vida; pero, a pesar de los años que han pasado, no puedo olvidar que acepté al principio la revolución para buscar en ella la libertad del negro esclavo».

Gómez permaneció en Santiago hasta que, en una discusión con el gobernador de la ciudad —Juan José Villar—, fue insultado por la embriaguez de este (era apodado La Chupadera). De ahí, el excapitán de las Reservas Dominicanas se mudó con su familia en el ingenio Guanarrabí, de la jurisdicción de Bayamo. Allí, al mezclarse con los paisanos, se juntó además con conspiradores de Céspedes, al punto de comprometerse con Eduardo Bertot Miniet y su grupo de El Dátil.

El 16 de octubre, a unos días del alzamiento, recibe su primer grado en las filas mambisas —sargento—, a pocos meses de la muerte de su madre. Sobre este período, Souza acoge en su libro un comentario de Gómez:

«Para que la Revolución me encontrara más y mejor expedito, acababa de cubrir con el polvo de la tierra los restos mortales de mi anciana madre. Quién sabe, pensé yo, enjugándome las lágrimas, si su espíritu me proteja… y yo, que acababa de enterrarla a ella, me propuse tener otra: La Revolución».

¡Al machete!

Cuando ocurrieron los primeros alzamientos insurrectos, el Capitán General de la Isla, Francisco de Lersundi, ordenó la formación de dos columnas para recuperar Bayamo, la única localidad, aparte de Jiguaní (de mucha menor importancia) en posesión de los mambises.

Era crucial para ambos bandos ocupar la región, por el efecto moral que eso conllevaba. Los españoles no podían permitir que aquello inspirara a otras zonas a rebelarse, mientras que, para los cubanos, Bayamo y Jiguaní constituían los únicos enclaves que habían conquistado satisfactoriamente, debido a que Céspedes había fracasado en Yara, la insurrección en Las Tunas también había fallado, al igual que el ataque a Holguín. Además, las poblaciones costeras se habían mantenido leales a la corona.

Una de las columnas españolas, después de una breve escaramuza en el paso del río Babatuaba, retrocedió a Manzanillo. Pero todavía quedaba la del coronel Demetrio Quirós —veterano de la guerra en Santo Domingo —, formada por dos batallones, una sección de artillería y un total de 700 soldados. Esta dotación ya se hallaba en Baire, a poca distancia de Bayamo.

La orden dada por Donato Mármol a Máximo Gómez consistía en que defendiera Jiguaní; sin embargo, en vez de dirigir el combate en su propio territorio, este sagaz estratega decidió hacerlo cerca de Baire, donde estaba el campamento enemigo.

De madrugada, con su tropa de campesinos sin hábitos militares, vírgenes en el intercambio de balas y sin casi armas de fuego —solo tenían machetes y unos pocos fusiles, trabucos y escopetas— , preparó el recibimiento.

Prefirió sorprender a la columna justo al salir del caserío, que tras varias horas de marcha. Además, el camino de Jiguaní era ideal para una emboscada, por sus grandes recodos y por el bosque tupido que entonces alcanzaba, por ambos lados, hasta los bordes del sendero.

De hecho, escalonó varias emboscadas a lo largo de la Venta del Pino, a un kilómetro de Baire; muy próximas al camino, con hombres acostados en la espesura, a dos zancadas y un machetazo de los cuellos peninsulares. Sus orientaciones fueron claras: «Que nadie se levante, haga fuego y me siga, hasta que yo en persona salte al camino y grite: ¡Al machete!».

No había por todo aquello ni una luz del alba, ni siquiera alguna guerrera de azul de Prusia del conocido «rayadillo» (el uniforme de ultramar empleado por el Ejército Español en Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Gómez vigilaba en persona el camino, pero las horas pasaban y las tropas de Quirós seguían sin aparecer. A partir de las once de la mañana, los insurrectos empezaron a enviar dúos de jinetes con el objetivo de disparar a las casas en Baire y luego galopar de vuelta a Jiguaní, y así provocar a los españoles.

Mas Quirós, cauteloso, y con la sospecha de que al perseguirlos pudieran rodearlos por la espalda y tomar su campamento, dejó más de la mitad de sus tropas en el pueblo y envió dos compañías sobre el camino por donde huyeron los exploradores mambises. Por sus propios informantes sabía que los insurrectos se hallaban en Jiguaní. Por supuesto, no contaba con la marcha nocturna del enemigo.

Apenas se distanciaron del pueblo los soldados españoles, fueron emboscados por los insurrectos. Les saltaron de repente desde la espesura, desde atrás, por los flancos de la columna y en varios puntos a la vez. Distraídos, ensimismados, fueron tiroteados a bocajarro y, tras el humo de esos disparos, centenares de mambises aterrizaron sobre ellos a machete limpio.

Las dos compañías fueron aniquiladas. Más de 200 soldados muertos por armas blancas —según el historiador español Antonio Pirala—, con heridas impresionantes de 20 y más centímetros. Algunos pocos pudieron escapar de esa matanza y llegaron al campamento aterrados. Sin pensarlo dos veces, Quirós ordenó la retirada a Santiago de Cuba. Fue perseguido por las tropas principales de Donato Mármol, que no pudieron fustigar lo necesario.

En su reporte al capitán general de Cuba, Quirós escribió:

«Yo mismo he presenciado, Excelentísimo Señor, el terrible momento en que el enemigo, esa sección armada de machetes, salió al camino y atacó con feroz empeño, machete en mano, esas dos compañías… Siete cuartos de hora de ruda pelea al arma banca…», mintió, por supuesto: ni el general estuvo en aquella vanguardia emboscada, ni un combate al arma blanca dura tanto tiempo. Souza explica que este tipo de combates suele durar solo pocos minutos y son, en esencia, morales; «uno de los bandos huye y los bayonetazos y cuchilladas se dan por las espaldas».

Esta batalla alargó la vida útil del alzamiento. La noticia de una columna española, con artillería incluida, siendo derrotada por una panda de campesinos a medio armar, alertó a Lesurdi hasta el punto de suspender las operaciones proyectadas: el Conde de Valmaseda y su columna llegarían por mar a Manzanillo, pero reembarcarían al momento de retorno a Vertientes, en Camagüey.

La recuperación de Bayamo se aplazaría por cuatro meses. En ese tiempo, el efecto moral fue devastador para los peninsulares. Camagüey se sublevó, la emigración cubana en Estados Unidos preparó expediciones y se fraguó una fuerte conciencia independentista. Aquella llama no pudo sofocarse sino diez años después.

Probablemente, —opina Souza— si España, aun después de esa derrota, hubiera atacado Bayamo de inmediato con otras nuevas columnas, la hubiera recuperado en breves días, pero como quedó tan impactada por esa batalla de Pinos de Baire, sobreestimaron la fuerza militar de los insurgentes.

Después de los cuatro meses mencionados, con una columna de 4 000 veteranos, armados hasta los dientes y con piezas de artillería incluidas, Valmaseda marchó sobre Bayamo. Incluso, al atravesar Pinos de Baire y el camino de Jiguaní, lo hizo con perros de busca en sus flancos, atentos a cualquier tentativa de emboscada.

Por su parte, Máximo Gómez adquirió una fama sin precedentes y pronto alcanzaría la cúspide de los jefes mambises. Su grito « ¡Al machete!» quedaría, tras ese 26 de octubre de 1868, plasmado en la historia y la cultura cubanas.

Tomado de: Alma Mater

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Colin Powell va a Nuremberg

Colin Powell (1937-2021) Foto: El País

Por Maciek Wisniewski

Obsesionado de por sí con el tema de las comparaciones históricas y convencido de que −¡perdonen el cliché!−, sí hay algún espíritu del tiempo ( Zeitgeist) rondando por el mundo es el de hacer apresuradas analogías entre el pasado y el presente sobre todo respecto a la Segunda Guerra Mundial −la Ley de Godwin, según la cual mientras se alarga la discusión crece la posibilidad de que surja una comparación a un “Hitler” o un “nazi” nos iba a salvar de esto, pero acabó alentando confusiones (bit.ly/3BlDzuH)−, la sugerida en un lugar (bit.ly/3CkP8DJ) imagen de Colin Powell (1937-2021), el muerto hace una semana por complicaciones de Covid, general retirado y ex secretario de Estado estadunidense perseguido y juzgado como un criminal nazi, me resultó bastante irresistible. Con ciertos matices −en vez de los últimos juicios de los ex guardias y las ex secretarias de campos de concentración, el juicio de Powell debería haberse parecido más a los juicios de Nuremberg, donde a parte de la cúpula nazi estaban en el banquillo algunos generales de Hitler que alentando la guerra abrieron el camino a la muerte de millones− me resultó bastante atinada.

Powell pasó a la historia por aquel, lleno de mentiras y basado en manipulaciones, (in)famoso discurso en la ONU (2003) calculado a “venderle” al público estadunidense y a la comunidad internacional la guerra en Irak que la administración del Bush Jr. estaba determinada a librar “sí o sí”. Las supuestas “armas de destrucción masiva” (WMD, por sus siglas en inglés) −nucleares, químicas y biológicas− existieron sólo en el reino de sus palabras. Una mentira de proporciones hitlerianas −Powell igualmente abrazó otra, la de las conexiones entre Bagdad y Al Qaeda responsable por el 9/11− y una gran estafa en la que la imagen del estafador: un político afroestadounidense de padres jamaiquinos, fue crucial (“la colorización del imperio”). Si bien luego, cuando se cayó su narrativa, afirmó que “fue malinformado por la CIA” (sic), nunca criticó la guerra (véase: R. Draper, To start a war, 2020). Celebró la caída de Saddam −sátrapa pintado por Washington, cuando ya dejó de ser un útil contrapeso a Irán, ritualmente como “un nuevo Hitler” (sic)− a quien consideraba “una gran amenaza para el mundo entero” (“con o sin las WMD”). Según él, la invasión fue un “gran éxito” y “valió la pena”. Todo en tenor de las igualmente (in)famosas aseveraciones de la otra ex secretaria de Estado, Madelaine Albright, que, dicho sea de paso −y hablando de las comparaciones−, escribió no hace mucho un libro alertando sobre el retorno de “nuevos Hitlers” −“un eje Trump-Kim Jong-Il-Chávez/Maduro” (sic): no, no es broma…−, que dijo que las sanciones estadunidenses impuestas a Irak en los 90, a pesar de que trajeron la muerte de unos 500 mil niños iraquíes (millón y medio de personas en total), cifra que ella no cuestionó, “valieron la pena” (sic).

Yo digo que el banquillo del “nuevo Nuremberg” debería ser lo más amplio posible. El propio Powell fue responsable no sólo por las muertes en Irak −liberado de un dictador junto con 460 mil personas−, sino también por los crímenes de guerra en virtualmente todas las guerras desde Vietnam −3 millones de víctimas− donde ayudó a tapar la matanza de My Lai, pasando por Centroamérica −500 mil víctimas− donde desde su escritorio gestionó a los contras en Nicaragua, los escuadrones de la muerte en El Salvador, Honduras y Guatemala y preparó las invasiones a Granada y Panamá, la Guerra del Golfo −200 mil víctimas−, hasta Afganistán −250 mil víctimas−, y las campañas de asesinatos con drones libradas por Obama a quien apoyó. Más su papel en el esquema Irán- contras −fue edecán de Caspar Weinberger−, en autorizar y cubrir la tortura: parte de “pruebas” contra Irak provenían de ella (bit.ly/3pGQfKB) o en ir subvirtiendo a Cuba, siendo autor de un reporte para Bush Jr. (2004) sobre “diferentes maneras de derrocar al régimen de Castro”. Él −como Rumsfeld− ya murió. En la cama, rodeado de la familia, ensalzado por los medios por su “integridad” y “por siempre haber dicho la verdad” (…no, no es broma: Kafka, Orwell, ¡ustedes eligen!). Pero aún quedan otros. En fin.

La invasión de Hitler a Polonia ha sido basada, igual que la invasión de EU a Irak −acompañados de un… contingente militar polaco: ¡misteriosos son los senderos de la historia!− en mentiras. Desde pintarse como víctima de “ataques y provocaciones” de Polonia, pasando por falsos alegatos de “masacres” de la minoría alemana ( Volksdeutsche), hasta la operación false flag en Gleiwitz, donde la SS vistió a los asesinados prisioneros de un campo de concentración en uniformes polacos para pasarlos como “terroristas”, excusa usada ante la comunidad internacional sobre la cual la verdad completa salió años después −justamente− en los juicios de Nuremberg (bit.ly/2XOzIJ9). En 2003 Ariel Dorfman reprochándole la mentira iraquí a Powell −y la hipocresía a la ONU cuando se mandó tapar, para que nadie se incomodara, la réplica del Guernica, de Picasso−, estaba en lo cierto cuando comparó los bombardeos de Bagdad con la campaña aérea de las fuerzas alemanas nazis en apoyo a los sectores sublevados fascistas españoles que obliteró aquella ciudad vasca: “3 mil misiles Cruise durante la primera hora; cayendo sobre Bagdad; 10 mil Guernicas; cayendo sobre Bagdad” (bit.ly/3mh2kE7).

Tomado de: La Jornada

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Luz del Norte: Victor Sjöström y la edad de oro del cine sueco

Autor: José Andrés Dulce

Considerado por muchos el primer gran artista del cine, el director sueco Víctor Sjöström tiene una importancia no menor que Griffith en el desarrollo del lenguaje visual y las estructuras narrativas del llamado arte del siglo XX. En Luz del Norte: Victor Sjöström y la edad de oro del cine sueco asistimos a su revelación, pero también al surgimiento de una industria erigida en colaboración con el productor Charles Magnusson y sus compañeros, el también cineasta Mauritz Stiller y el operador Julius Jaenzon. Reunidos primero bajo la divisa de la productora Svenska Bio y luego bajo la de Svensk Filmindustri, este grupo irrepetible de talentos contribuyó de forma decisiva a la llamada edad de oro del cine sueco, que acabó trascendiendo las fronteras nórdicas hasta convertirse en un fenómeno internacional. Tal fue su impacto que, después de la Primera Guerra Mundial, Hollywood atrajo a sus principales valores, entre ellos el propio Sjöström, el malogrado Stiller y una joven actriz llamada Greta Gustfasson, convertida luego en Greta Garbo.

Por las páginas del libro desfilan otras personalidades de la cultura escandinava: el dramaturgo Henrik Ibsen, la primera ganadora del Nobel, Selma Lagerlöf, cuyos relatos inspiraron las obras más famosas del periodo, e Ingmar Bergman, quien dirigió a Sjöström en el que sería su último papel para el cine, el profesor Borg de Fresas salvajes.

El teatro social, la épica de Ibsen, las sagas islandesas o las rústicas leyendas de Lagerlöf inspiran las hechizantes imágenes de Ingeborg Holm, Terje Vigen, Los proscritos o La carreta fantasma, película de cabecera de numerosos directores, entre ellos Bergman, que la proyectaba regularmente en su casa de la isla de Fårö. Pero no solo las luchas atávicas, los problemas de conciencia y los deslumbrantes paisajes caracterizan la obra de este gran pionero: la máscara, la suplantación y la sombra son también motivos recurrentes en el cine de Sjöström, reveladores de su modernidad, al igual que la profunda y poética mirada vertida sobre cuestiones como el desarraigo, el maltrato o la exclusión social. Todo ello justifica la admiración de un artista –y espectador– tan exigente como Ingmar Bergman, convencido de hallarse, como nosotros, “al pie de la fuente de historia del cine”.

José Andrés Dulce ha permanecido en la memoria como el autor de Dreyer, estudio dedicado al maestro del cine danés, publicado en el año 2000 por la extinta editorial Nickelodeon. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, este escritor y crítico de cine nacido en La Rioja, en 1965, tiene en su haber más de tres mil artículos y entrevistas realizados a lo largo de veinticinco años de carrera periodística. Asimismo, es autor de los textos Henry King: el rey sin corona y La risa grave de Mario Monicelli, publicados en sendos libros editados por Filmoteca Española y el Festival de Cine de San Sebastián. Otro de sus ensayos, Cada mujer en su noche, apareció en 2009 en el único libro dedicado al productor y director norteamericano Monta Bell. Luz del Norte: Victor Sjöström y la edad de oro del cine sueco es su segundo libro, testimonio de su amor por la cultura escandinava. En la actualidad es responsable del blog Ultramontana, dedicado a las relaciones entre cine y literatura.

Tomado de: Shangrila Ediciones

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Argentina redefine la historia de España: “Toda la estructura represiva montada por el régimen franquista siguió funcionando”

Rodolfo Martín Villa ocupó una posición preponderante en esa estructura jerarquizada de poder a través de la cual se propagaron las órdenes hacia quienes resultaron ejecutores directos de los delitos. Foto Público

Por Gessamí Forner @GessamiForner

“Nunca aquí ha habido nadie que se sentara en ningún banquillo a pesar del tamaño del crimen cometido”, resume Sabino Cuadra, miembro de la asociación memorialista Sanfermines 78: Gogoan! Si la muerte no se lo lleva antes, por muchos recursos que interpongan sus abogados, el exministro de Relaciones Sindicales (1975-76) y del Interior entre 1976 y 1979, Rodolfo Martín Villa (87 años), previsiblemente se sentará ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal 1 de Argentina, donde la jueza María Servini de Cubría ha ordenado su procesamiento en un auto de 970 páginas que no dejan resquicio para la duda y que redefine la historia de España. Se le procesa por cuatro homicidios agravados en un contexto de crímenes contra la humanidad, cometidos con disparos de bala de armas reglamentarias de la Policía: tres asesinatos durante la huelga general del 3 de marzo de 1976 en Gasteiz y el de las fiestas de San Fermín el 8 de julio de 1978 (Iruñea).

“Toda la estructura represiva montada por el régimen franquista siguió funcionando bajo la dirección de la nueva dirigencia política a cargo del proceso de transición. […] Se mantuvieron las normas, estructura, agentes y las prácticas represivas propias de aquel, y se les aseguró a las fuerzas de orden público la impunidad de su actuación por todos los medios a su alcance. Martín Villa ocupó una posición preponderante en esa estructura jerarquizada de poder a través de la cual se propagaron las órdenes hacia quienes resultaron ejecutores directos de los delitos. Villa impartió las directivas generales y particulares en esta materia”, consigna el auto.

En una semana en la que la izquierda abertzale ha pedido disculpas a las víctimas de ETA y se ha reabierto el debate de quién, cómo y porqué debe o no solicitar perdón —el exgobernador civil en el País Vasco durante los años de guerra sucia, Ramón Jauregi, considera que el Estado no debe pedir perdón por el GAL—, ha pasado desapercibida la rueda de prensa ofrecida el miércoles por la Coordinadora estatal de Apoyo a la Querella Argentina (Ceaqua), que interpela claramente al Gobierno español actual y anteriores, tanto al PSOE como al PP, así como a la judicatura.

En España, las asociaciones memorialistas contra los crímenes del franquismo no han alcanzado ninguno de sus objetivos: que el Congreso de los Diputados derogue el artículo 2 de la Ley de Amnistía (punto E y F), que la futura Ley de Memoria Democrática permita juzgar a los responsables de crímenes del franquismo y de la transición, que la judicatura española favorezca, en vez de entorpecer, la investigación y posterior juicio de dichos crímenes según las leyes internacionales de lesa humanidad que España.

El ojo bueno, el ojo tuerto

Andoni Txasko está vivo, pero es prácticamente ciego. Cuando era niño, una pedrada le hizo perder casi toda la visión del globo ocular izquierdo —conserva entre el 2 y el 10%, dependiendo de la luz—. Cuando tenía 20 años, la Policía le apaleó en la represión posterior del 3 de marzo. Les rogó que no le pegaran en la cara, temía por su ojo sano. Los policías le hicieron extender los brazos, se los agarraron, los estiraron y le golpearon únicamente en rostro y cabeza. Un golpe alcanzó el ojo bueno. La visión se le nubló en blanco, recuerda Txasko. Y notó que un líquido resbalaba por la mejilla. No sabía si era lágrima o sangre. Tras múltiples operaciones, le vaciaron el ojo derecho. Es portavoz de la Asociación Víctimas 3 de marzo. Se considera un “superviviente” y se muestra satisfecho por el auto, e insatisfecho por España.

“En España, la Justicia se ha burlado de nosotros, nos ha tildado incluso de terroristas. Todos los intentos de abrir querellas han sido infructuosos, bien por el argumento de prescripción, bien por la Ley de Amnistía, cuando sabemos que los delitos y crímenes de lesa humanidad no pueden ser amnistiados”, recuerda  Txasko. La justicia española lo sabe bien, dado que ha juzgado a Guatemala, Argentina y Chile por crímenes de lesa humanidad, añade Josu Ibargutxi, impulsor de la Plataforma Vasca contra los crímenes del franquismo.

El 3 de marzo de 1976, agentes de la Policía mataron a tres hombres que secundaron la huelga general convocada por mejoras laborales (bajas cubiertas al 100%, descansos remunerados, etc.) y libertades (derecho de expresión, reunión y manifestación). Otras dos personas fallecieron en el hospital días después a consecuencia de heridas de balas. Hubo más de 150 heridos que requirieron atención médica, 52 de ellos por disparos de arma de fuego. Las manifestaciones solidarias posteriores también fueron reprimidas duramente. Hubo un asesinado en Tarragona y otro en Basauri. La jueza argentina ha solicitado diligencias a siete juzgados del Estado —Bilbao, Errenteria, Hondarribia, Gasteiz, Iruñea y Madrid— por ocho homicidios más relacionados con la matanza del 3 de marzo y manifestaciones pro Amnistía, como el asesinato del estudiante Arturo Ruiz García en Madrid.

Entre 1976 y 1979, “el trienio espeluznante,” según la definición de Josu Ibargutxi, fueron asesinadas en contextos de represión política 88 personas en el Estado español, 56 de ellas (el 66%), en Euskal Herria.

“No os importe matar”

Sabino Cuadra Lasarte se encontraba el 8 de julio de 1978 en la plaza de toros de Iruñea, donde entraron tres docenas de policías armados golpeando, disparando pelotas de goma y armas de fuego. La plaza es la segunda más grande del Estado, con capacidad para 20.000 personas. “Estaba llena”, recuerda. El parte médico de la enfermería indica que atendió a cinco personas con heridas de bala y a otras 50 por traumatismos. La brutalidad policial continuó en las calles de la ciudad. En la avenida Roscenvalles, a las 22h, cayó Germán Rodríguez herido de bala. La Policía negó que hubiera estado allí. Se encontraron más de 30 impactos de bala a una altura de entre 0,90 y 2,30 metros. “Evidentemente, se disparó a discreción, indiscriminadamente y a matar”, sostiene Cuadra.

“Disparad con todas vuestras energías, no os importe matar”, se escucha en el audio de la emisora policial al día siguiente, 9 de julio. Martín Villa declaró en RTVE que “lo nuestro son errores; lo de ellos, crímenes”. El auto impone un embargo de los bienes de Martín Villa hasta cubrir la suma de aproximadamente diez millones de euros (1.134 millones en pesos argentinos) y decreta su prisión preventiva, aunque no se hará efectiva porque tiene concedida la exención de cárcel.

La Querella Argentina

Tres argentinos descendientes de españoles interpusieron el 14 de abril de 2010 una querella denunciando los asesinatos de sus parientes en la Guerra del 36 y durante el franquismo. Un año después, aquella querella en Argentina llegó a oídos de dos presos del franquismo de Euskal Herria y otros dos de Madrid. “Nos conocíamos mucho y decidimos ir a Buenos Aires a ver si había suerte. Cada uno llevaba su propia querella, pero también las de otras 46 víctimas”, explica Josu Ibarguren. Hoy hay un millar de demandas dentro de lo que se conoce como Querella Argentina.

“La sensibilidad argentina es muy grande por todo lo que ellos mismos vivieron y en Buenos Aires encontramos una solidaridad impresionante que no esperábamos”, rememora Ibarguren, quien le gusta terminar una conversación citando a Fabián Salvioli, relator especial de la ONU para España. “En una reunión con las asociaciones nos dijo: Hay leyes suficientes para juzgarlo todo, lo único que no hay es voluntad política”.

Tomado de: El Salto

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