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Ciberguerra cultural: Los videojuegos. Por: Javier Couso*

Confieso. He matado, atropellado, traficado, robado coches. Me he enfrentado a la policía con armas de guerra. He bombardeado, manejado VANT (Vehículo Aéreo No Tripulado), cañoneado y usado napalm. Pero también he combatido con la resistencia vietnamita, con La Nueve en Paris y he colocado la bandera roja en el Reichstag… y todo sin salir de casa, a través del ratón y el teclado o del mando de la videoconsola.

Sí, soy un jugón, desde que me alzaba de puntillas para llegar a los mandos de las famosas máquinas mata marcianos hasta que los ordenadores y las videoconsolas se abarataron y pudimos disfrutar en nuestras casas de las emociones virtuales sin gastarnos la paga de los domingos.

Por contra, no he cometido ninguno de esos actos delictivos, ni he participado en esas acciones heroicas contra el fascismo o el imperialismo, pero tampoco dejé de jugar al futbolín o al escondite ni de devorar todos los libros que caían en mis manos.

En el debate sobre los videojuegos hay muchos mitos, montones de mentiras y un mar de prejuicios. No niego que haya aspectos negativos: pueden desvirtuar la realidad, crear adicción y hasta ser detonante de trastornos. Pero no más que muchas otras cosas. No más que el fútbol, las películas, los programas de realidad sensacionalista o, incluso, un cuchillo en manos de una persona con una enfermedad mental agresiva.

Reducir todo a pontificar desde la simplicidad lleva a prohibir la herramienta sin solucionar los problemas, que no son de la herramienta, sino de las personas. Y el mal uso de esta herramienta de realidad virtual, por ejemplo, en manos de los adolescentes manifiesta una negligente actuación por parte de sus educadores, incapaces de contener o de hacer entender la necesidad del control sobre las pulsiones humanas.

Pero lo que me preocupa sobremanera es el uso de estos juegos para la transmisión del pensamiento dominante, tanto del hedonista como del que difunde los valores de la mafia o del imperialismo estadounidense. Ideales en la órbita de un mundo capitalista que desde el neoliberalismo busca una remozada vuelta al antiguo feudalismo.

La mayoría de las veces creemos que el secuestro de la información, por parte de las transnacionales y el poder financiero, son los que determinan y mantienen la hegemonía de éstos. Yo no pienso así. Creo que la mayor parte del control proviene de lo que en el mundo anglosajón se llama “entertainment”, el ocio o entretenimiento. La poderosa industria cultural estadounidense perfeccionada en el marco de la guerra fría y que junto con la carrera de armamentos acabó siendo determinante para derrotar al campo socialista.

Me estoy refiriendo a la Industria Cultural con mayúsculas, esa que produce música, literatura, cine y televisión que, además de entretener, es capaz de crear modelos sociales para imitar y que se introducen hasta en nuestros sueños, en nuestros más íntimos anhelos.

A toda esa poderosa arma de crear modos de vida se suma la gigante industria de los videojuegos, tan grande e importante, que hoy mueve más dinero que el cine y la televisión juntas.

Tanto por negocio, como por penetración, supone una poderosa arma creada para modelar y persuadir, sobre todo cuando la mayoría de los destinatarios son personas jóvenes con la personalidad a medio construir.

Cuando nos detenemos en la temática de los juegos populares, vemos que algunos se centran en el puro pasar el tiempo, los más en asumir diferentes roles (cantante, jugador de futbol, piloto, gánster, guerrero, habitante de mundos virtuales,…), unos pocos en la inteligencia o la cultura y a partir de la llegada de los sensores de movimiento, también en la práctica de la gimnasia o el deporte virtual. Pero donde se pone más énfasis a nivel ideológico es en los videojuegos de pura acción bélica, sea táctica, estratégica o solamente de “moverse y disparar”.

Los armazones sobre las que se construyen estas superproducciones virtuales, son tan actuales que llegan a basarse en los supuestos estratégicos que maneja el Pentágono y que por alguna razón se deciden a difundir, supongo que para testar.

Yo he jugado combatiendo con fuerzas especiales estadounidenses en un México desestabilizado por un “villano” que pretendía soberanía, en una Cuba “democrática” contra la amenaza de una vuelta al socialismo, contra la reconstrucción de los soviets en naciones de la extinta URSS, en Líbano y Palestina contra sus resistencias, en Asia contra lo que vendría a ser la Organización de Cooperación de Shangai, en Venezuela contra el proyecto revolucionario o en un área no definida de Sudamérica contra la futura organización de defensa del ALBA.

No solo son, como decía antes, supuestos tácticos conocidos, son supuestos estratégicos a futuro que se hacen con la intención de que los jóvenes de hoy vayan asumiendo quienes son los “malos” y quienes los “buenos”. Por supuesto los “malos” somos quienes queremos un mundo multipolar donde naciones soberanas puedan hacer uso de sus recursos y/o los que creemos en un justo reparto de la riqueza y los “buenos” son los que restauran el orden contra los “locos populistas dictadores” que pretenden acabar con la “democracia”.

Me queda fuera de toda duda que esas ideas permanecen en el subconsciente y que son semillas que germinarán en el marco de las guerras democratizadoras, con el abono de los grandes medios de información y el aderezo del barniz humanitario de sus oenegés.

Por eso me extraña que en el ámbito de las naciones que pelean por su soberanía y la verdadera independencia, como las que integran el ALBA, no exista un proyecto que asuma los videojuegos como parte del contraataque cultural. Al contrario que la resistencia libanesa que, con sus precarios medios, creó un juego donde se asumía el rol de guerrillero antisionista, no entiendo como los jóvenes de la América Latina emergente no pueden jugar a defender Girón, emular a Bolívar en su batalla por la independencia, combatir a Batista en Sierra Maestra, pilotar un Mig-23 contra los racistas de Pretoria en Cuito Cuanavale, participar en la insurrección popular sandinista contra Somoza, resistir la invasión gringa en Dominicana o alzarse junto a Tupac Amaru contra el colonialismo.

Que se deje en manos de los enemigos estas poderosas herramientas de ocio, formación y propaganda es una absoluta irresponsabilidad producto de un puritanismo forjado en base a miopes prejuicios morales.

Tomado del blog: www.hablandorepublica.blogspot.com.es

*Documentalista y camarógrafo. Activista social. Promotor de la justicia por la muerte de José Couso (su hermano), asesinado por las tropas genocidas norteamericanas en la guerra de Irak.

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(VIDEO) La emigración cubana y su manipulación política por Estados Unidos

Cartel del filme documental «Operación Peter Pan» de Estela Bravo (EE.UU.)

Las migraciones han sido parte del actuar humano prácticamente desde los inicios de la especie. Pero en el mundo globalizado y profundamente injusto de hoy, el creciente flujo migratorio internacional –alentado por las hondas desigualdades económicas y sociales, la inestabilidad política, los conflictos armados, los desastres naturales y otras causas–, se ha convertido en uno de los más serios problemas de la humanidad.

Miles de personas mueren todos los años intentando emigrar en precarias condiciones a través de fronteras terrestres y los mares. Otros miles, que llegan a las naciones más ricas del Norte buscando mejores condiciones de vida, son sometidos a abusivas y prolongadas detenciones y expulsados hacia sus países sin contemplaciones. Crecen las medidas restrictivas y xenófobas contra los inmigrantes en EEUU y Europa.

En este complejo y duro panorama hay una clara excepción: el tratamiento que el Gobierno de EE.UU le da a la emigración cubana con evidentes fines políticos, como parte de sus planes agresivos contra la Revolución.

Antes de 1959 eran contadas las visas que la Embajada de los Estados Unidos concedía a los ciudadanos cubanos para emigrar a ese país; lo que constituía una aspiración de millones de personas en el mundo, atraídos por el estándar de vida en la nación que emergió de la Segunda Guerra Mundial como la más rica y poderosa del planeta. Unos pocos humildes trabajadores dispuestos a asumir las duras labores que el estadounidense se rehusaba a hacer y componentes de la burguesía y de algunos sectores medios del país, eran los afortunados en esa ruleta migratoria.

Los trámites legales para que un cubano emigrara a Estados Unidos entre 1945 y 1959 eran prolongados y rigurosos. Al que ingresaba ilegalmente le esperaba sin remedio la expulsión o la prisión. Eran tan perseguidos por la “migra” como lo son ahora muchos emigrados latinoamericanos. Ahí está el testimonio de Camilo Cienfuegos en sus cartas a la familia durante el tiempo que debió permanecer en territorio norteamericano, en la década del 50, ante la persecución de la dictadura batistiana.

Todo cambió con el Triunfo de la Revolución en 1959. Desde el primer día de la victoria de nuestro pueblo, Estados Unidos se convirtió en seguro refugio para los esbirros, torturadores, asesinos, malversadores y ladrones de la derrocada tiranía de Fulgencio Batista. El ingreso sin obstáculo al suelo estadounidense de cualquier persona que saliera ilegalmente de Cuba pasó a ser la norma. La visa dejó de ser un trámite necesario para ser recibido. La categoría de emigrante desapareció para los cubanos que salían del país, que pasaron sin excepción al tratamiento de exiliados, gracias a la política implantada por Washington.

El gobierno norteamericano, consciente de que en Cuba había una verdadera Revolución, se planteó una estrategia de hostilidad permanente hacia nuestra Patria sustentada en un feroz bloqueo económico y comercial y que tenía también al tema migratorio como uno de sus componentes esenciales para la desestabilización. Cuba pasó a formar parte de la política implementada por la Casa Blanca en los años 50 para beneficiar con el estatus de “refugiado” a los migrantes del entonces campo socialista.

Nació así el Programa de Refugiados Cubanos, a inicios de los 60, y se ejecutó la inescrupulosa Operación Peter Pan mediante la cual fueron virtualmente secuestrados hacia EE.UU más de 14 mil niños, arrancados a sus padres atemorizados por la propagación de la falsa e infame noticia de que sería suprimida la Patria Potestad en Cuba.

Tras la derrota sufrida en Playa Girón, el escalamiento de la guerra sucia contra Cuba y las tensiones de la Crisis de Octubre, el Gobierno norteamericano suprimió abruptamente, a fines de 1962, los vuelos normales y salidas legales desde nuestro país a esa nación, cortando de facto los vínculos de miles de cubanos con sus familiares en EE.UU, entre ellos la de los padres que habían enviado a sus hijos durante la Operación Peter Pan. Solo quedó el camino de las salidas ilegales.

En febrero de 1963, la administración Kennedy dio un poderoso estímulo a esas salidas al anunciar que los cubanos que llegaran a EE.UU directamente desde nuestro país serían recibidos como refugiados; mientras, quienes lo hicieran desde terceros países serían considerados extranjeros y quedarían sujetos a las restricciones migratorias norteamericanas.

Se buscaba el show político y mediático. El intento de pintar una Revolución que naufragaba. El propósito de mostrar una sociedad supuestamente quebrada y fracasada que obligaba a sus ciudadanos a lanzarse desesperadamente a la aventura migratoria.

El Congreso estadounidense dio un espaldarazo final a la perversa política al aprobar la llamada Ley de Ajuste Cubano, firmada por el presidente Johnson el 2 de noviembre de 1966. Con ella se concedía el derecho inmediato al permiso de residencia a cualquier emigrante ilegal cubano que llegara a territorio norteamericano, y al año se le otorgaba automáticamente la residencia permanente.

Esa aviesa legislación –aplicada desde entonces invariablemente y actualizada varias veces para promover aún más la emigración ilegal–, unida a la intencionada denegación de cuantiosas solicitudes de visas para la emigración legal, al endurecimiento del bloqueo y a las miles de horas de incesante propaganda subversiva y de guerra política y sicológica desde EE.UU llamando a la indisciplina social, al delito y a las salidas ilegales del país, han provocado sucesivas y graves crisis migratorias como las de Boca de Camarioca (1965) , el Mariel (1980) y la de 1994.

Impunidad, violencia y robo de cerebros

La impunidad total y los estímulos con que se ha recibido en EE.UU a todas las personas salidas ilegalmente de Cuba en estas cinco décadas, han dado lugar al robo y secuestro de embarcaciones, la piratería aérea, la violencia, el empleo de armas y hasta a asesinatos. Autores de crímenes atroces como Leonel Macías, el asesino del guardamarina Roberto Aguilar Reyes, viven hoy en la Florida al amparo de esta política.

A sectores de esa estimulada emigración han acudido el gobierno estadounidense, la extrema derecha, los servicios especiales y la mafia cubano americano para ejecutar sus planes agresivos y terroristas contra nuestra Patria.

Esa mafia y sus representantes en el Congreso han utilizado a su antojo el tema migratorio en su agenda anticubana. Estimulan por un lado la emigración a través de declaraciones y acciones precisas como el programa Éxodo manejado por la Fundación Nacional Cubano Americana en la década de los 90, y por el otro, presionan al Gobierno norteamericano a actuar en el supuesto interés de la Seguridad Nacional de EE.UU si se produjera una nueva crisis migratoria. Sueñan con provocar un conflicto armado entre Estados Unidos y Cuba.

En todos estos años, las autoridades norteamericanas y los sectores anticubanos han alentado y priorizado la salida del país de médicos, enfermeros, profesores, ingenieros y otros profesionales universitarios o técnicos de nivel medio, en un descarado robo de cerebros. Miles de millones de dólares le han costado a la nación la pérdida de ese personal calificado formado gratuitamente en nuestras universidades y escuelas politécnicas.

No satisfechos con extraerlos del país, los persiguen por diversas partes del mundo. Vigente está el programa ideado por la administración Bush para captar médicos y otros especialistas de salud cubanos que prestan importantes servicios en decenas de países.

Permanente es también el asedio a nuestros deportistas, reconocidos en los escenarios mundiales y forjados gracias al sudor de nuestro pueblo y la capacidad de nuestro sistema de formación deportiva.

El objetivo es apropiarse desvergonzadamente del talento de la nación, e intentar desmoralizar, obstruir nuestro desarrollo, generar desaliento.
Pese a los acuerdos migratorios logrados entre Cuba y EE.UU, el gobierno norteamericano continúa aplicando para nuestra nación los esquemas de la Guerra Fría y el anticomunismo que caracterizaron la política inmigratoria de ese país en décadas pasadas.

Una y otra vez han violado esos acuerdos en diferentes administraciones, mantienen en vigencia la Ley de Ajuste Cubano que estimula la emigración ilegal y ha provocado numerosas muertes en el estrecho de la Florida, y sostienen las campañas de aliento a esa emigración y la manipulación mediática sobre este sensible tema.

Mientras más de 429 mil indocumentados fueron detenidos y más de 397 mil inmigrantes fueron expulsados de Estados Unidos en el 2011, según reconoció hace unos días el Departamento de Seguridad Interior, los inmigrantes cubanos continúan recibiendo un tratamiento privilegiado a tono con los intereses subversivos de la política norteamericana hacia nuestro país.

Cuba ha cumplido rigurosa y estrictamente sus compromisos en los acuerdos migratorios, sostiene la necesidad de garantizar una emigración legal, ordenada y segura hacia la nación norteña, mantiene una relación respetuosa con el creciente y mayoritario sector de la emigración cubana en Estados Unidos y otras partes del mundo que profesa amor a su Patria, promueve los vínculos familiares, condena el bloqueo y otras políticas agresivas contra su pueblo y defiende el derecho de nuestra nación a vivir y desarrollarse en paz, y ha dado pasos en todos estos años para hacer más fluida esa relación entre la Nación y su emigración.

Tomado de la publicación: www.cubadebate.cu

Fragmento del filme «Operación Peter Pan»

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El rey desnudo. Por: Julio David Rojas*

En un mundo como el nuestro, practicar la ciencia social es, ante todo, practicar la política de la verdad.

C. Wright Mills

El debate por la verdad es el más importante asunto intelectual.

Carlo Ginzburg

Cuentan los cuentacuentos (no confundir con los historiadores) que el rey quería un traje nuevo y deslumbrante, así que le encargó la tarea a unos sastres. Estos le pidieron todo tipo de metales preciosos y joyas para hacerlo, pero en vez de ello se quedaron con todo mientras le hacían creer al monarca que no veía la vestimenta que supuestamente cosían, porque todo aquel que tuviese padre ladrón no podría verla.

La corte cayó en el embuste de los sastres y nadie se atrevía a señalar la desnudez del rey; lo adulaban, no fuese que se pensara que tal cortesano tenía un padre ladrón. Así estaban las cosas hasta que el rey se decidió a dar un paseo por su reino. Los plebeyos, ni cortos ni perezosos, comenzaron a murmurar y a reírse al ver a su soberano tal y como vino al mundo. Entonces la mano de un niño se levantó de entre el populacho y gritó: ¡El rey está desnudo! Y lo que todos sospechaban se hizo evidente.

Vivimos en un mundo donde se hace imperante tomar partido. No es tiempo para el nihilismo y la ambigüedad de la corte. El mapa político cada vez se agrupa más en bloques de intereses; alianzas frágiles y coyunturales se anudan alrededor del mundo. Las transformaciones de todo tipo se suceden vertiginosamente por doquier, con tanta rapidez que a veces impiden su análisis. Nuestro país no escapa a la vorágine del cambio. Una mirada al barrio y otra a la aldea global bastarán para identificar serios problemas económicos, sociales, políticos, éticos, étnicos, nacionales, de género… En medio de esto, el rey (la sociedad) está desnudo (vestida de falacias por sastres oportunistas) en muchos sentidos y corresponde a los intelectuales señalarlo.

Frente a este paisaje poco halagüeño, me propongo desenterrar el hacha de la guerra y poner en discusión algunos temas tradicionalmente polémicos. ¿Qué función les corresponde a los historiadores (como arquitectos del conocimiento histórico e intelectuales) dentro de la gran empresa que llamamos sociedad? ¿Es de fiar el conocimiento histórico, o en definitiva son los historiadores literatos frustrados? ¿Debe el historiador pretender una imparcialidad fría ante su objeto de estudio? ¿Es esto más útil o más profesional? ¿Produce un conocimiento más científico, más verdadero? ¿Debemos comprometernos de manera consciente, hasta la pasión? ¿Con qué?

Para encender la llama que propicie el debate no seguiremos un hilo argumental estricto sino que analizaremos una serie de problemáticas, proponiendo a su vez algunas soluciones. Criticaremos las principales conclusiones del postmodernismo histórico (sastres burladores), más específicamente los postulados derivados de obra de Hayden White. Argumentaremos brevemente el por qué de la necesidad de producir una historia crítica y “objetivamente comprometida”.

ANTECEDENTES DEL POSMODERNISMO EN LA HISTORIA

El positivismo en la historia tiene sus raíces en uno de los cursos más recordados y citados: Curso de Filosofía Positiva (1830-1842) de Auguste Comte. Estas ideas fueron recibidas y luego popularizadas fundamentalmente en el gremio de los historiadores. Estos, en su afán de aprehender la realidad y no solo sus consideraciones abstractas, se abocaron a una adoración del documento en su búsqueda de los hechos “tal y como ocurrieron”. Como proclamaron los paladines del positivismo histórico, Charles Victor Langlois y Charles Seignobos:

“Los hechos pasados no son conocidos sino por los vestigios que de ellos se han conservado (…) La historia se hace con documentos (…) A falta de documentos, la historia de inmensos periodos del pasado de la humanidad es para siempre incognoscible. Porque nada suple a los documentos: sin documentos no hay historia”. (Birlán, 1954, citado en Bloch, 1971).

Un pequeño aparte: Aunque estas posiciones (al menos dentro de la teoría) han sido superadas, debemos evitar irnos a los extremos y renunciar a la importancia objetiva que tuvo el positivismo en su momento. Como no consideramos suficiente a ningún historiador que en el siglo XXI se quede en los marcos estrechos del documento y la supuesta “renuncia al yo” rankeana, también rechazamos las posturas hipercríticas que caricaturizan a “esos malos historiadores positivistas” (Aguirre Rojas, 2004), pasando por alto el hecho de que el trabajo de estos significó un giro de ciento ochenta grados en relación con la producción histórica que los antecedió, de ahí que todas la escuelas o corrientes historiográficas posteriores estén en deuda con el positivismo de Ranke, Seignobos, Langlois, Niebuhr, Meyer y otros. Dicho en palabras de Marc Bloch (1971):

“La persecución hasta el puntillismo de la descripción erudita, la ilusión de objetividad imparcial y fría, etc., no impidieron a la historia positivista aportar elementos valiosos a la integración gradual de la ciencia histórica. Puso en solfa entre varias cosas a la concepción teológica de la historia, a la utilización acrítica de las fuentes y a la historia especulacionista de corte romántico”.

Aun así, la época de esplendor del positivismo fue un período de corta duración. Frente al aislamiento disciplinario en que los positivistas mantuvieron a la historia y a la concepción “historizante” (Simiand) de la misma, durante los del siglo XX se alza la corriente historiográfica de los Annales y toman auge los análisis marxistas en la historia. Análisis tendentes en su base a emular al modelo metodológico de las ciencias naturales, a fin de darle a la historia la tan ansiada categoría de ciencia. La disciplina entra en un productivo maridaje con la demografía, la economía, la antropología, la etnografía, la estadística… Introduce numerosas técnicas de ordenamiento de datos e información masiva en función de hipótesis previamente elaboradas y se sumerge en la tarea de crear un aparato de categorías y conceptos propios de la ciencia histórica. Sin detenernos a analizar la superioridad cualitativa de esta etapa en la historia de la historia debemos recordar que:

“Por aquellos años (…) era hegemónica una historiografía basada en la fiabilidad de las investigaciones masivas, la credibilidad de una metodología cercana a las ciencias experimentales y el recurso a los “grandes relatos” del marxismo y del estructuralismo por encima de los “pequeños relatos” de la historia événementielle, del relato, de la narración, que habían quedado totalmente desacreditados”. (Morales Moya, 1992).

Contra estos análisis, mayormente estructurales, se levantó una reacción que, habiendo tenido sus antecedentes inmediatos en los años 70, cobró especial intensidad en la década del 80. Una reacción que se cuestionaba la posibilidad de la verdad en la historia y se levantaba en pie de guerra por el rescate del individuo y lo individual, del sentido humano en la historia frente a los planteamientos cientificistas. Hitos de esta reacción fueron recogidos por Paul Veyne (Comment on écrit l’histoire, 1971); Hayden White (Metahistory. The historical imagination in Nineteenth-Century Europe, 1973); Michel de Certeau (La escritura de la historia, 1975); Carlo Ginzburg (Signes, traces, pistes. Racines d’un paradigme de l’indice, 1979).

En el año 1979 el reconocido historiador inglés Lawrence Stone le tomaba el pulso al momento en su artículo “The Revival of Narrative”, valorando que la historia científica, expresada en sus tres corrientes representativas: el modelo económico marxista, el modelo ecológico-demográfico francés relacionado con los Annales y los métodos cliométricos americanos, estaba siendo seriamente revisada. Stone alertaba sobre “el retorno a la narración”. Un retorno que no solo se refería al reconocimiento de la narración como canalizadora idónea del discurso histórico sino que apuntaba a la degradación del mismo al rango de literatura, incapaz de producir un conocimiento verdadero.

Aunque que en la génesis de los debates que abrieron la era posmoderna estaba la defensa del individuo, sostengo que en los campos de las ciencias sociales fue este el más dañado a la larga. Las esperanzas de muchos intelectuales de izquierda en las posibilidades del posmodernismo (fin de los grandes relatos y renovación de la crítica marxista) pronto fueron frustradas.

HAYDEN WHITE. LA HISTORIA CÓMO POÉTICA

Dentro de toda lo producido dentro del campo de la historia y de la filosofía de la historia en el marco de este ataque arremetido por el postmodernismo, merece un aparte la obra del profesor norteamericano Hayden White. Su trabajo más representativo, Metahistory. The historical imagination in the Nineteenth-Century Europe, ha devenido un referente obligatorio dentro de la teoría de la historia, aunque es un libro que ha generado mucha discusión sobre él mismo y poca o ninguna solución de recambio a los paradigmas que deconstruye.

Un breve análisis de su obra nos permitirá visualizar las características del posmodernismo que intentamos criticar.

White comienza explicándonos en el prefacio del libro su concepción de la infraestructura “metahistórica” de la obra histórica como “un contenido estructural profundo que es en general de naturaleza poética, y lingüística de manera específica, y que sirve como paradigma precríticamente aceptado de lo que debe ser una interpretación de especie histórica”.

Desde aquí comienza White a distanciarse de la mayoría de los teóricos de la historia, que comúnmente habían aceptado como la estructura metahistórica (es decir, lo que está más allá de la historia en el sentido de que es conocimiento y supuestos que anteceden a la escritura de la historia y subyacen en la obra histórica) los conceptos teóricos usados por el historiador. White desestima esto como con un manotazo impaciente al decir que: “tales conceptos (…) aparecen en la superficie del texto y en general se pueden identificar con relativa facilidad (…)” y aquí creemos que White se equivoca. Los paradigmas e ideas que se esconden en la conciencia del historiador son mucho menos perceptibles que las formas literarias sobre las cuales puede construir su discurso. Aún desde la apertura el autor va más lejos. La obra histórica es para él fundamentalmente “una estructura verbal en forma de discurso en prosa narrativa”. Si no nos dejamos subyugar por el palabreo teórico whiteano (algo bien difícil) podemos ver la diferencia nada sutil con la definición de Bloch que entiende la historia como la ciencia de los hombres en el tiempo. Criticar la pretensión de la historia de ser ciencia es una cosa, sacar “al hombre” del centro de la producción histórica tiene implicaciones mucho más profundas y peligrosas.

White desarrolla su teoría mediante el análisis de cuatro historiadores (Michelet, Ranke, Tocqueville y Buckahardt) y cuatro filósofos de la historia (Hegel, Marx, Nietzsche y Groce). En las obras de estos autores identifica tres tipos de estrategia que los historiadores pueden emplear para obtener distintos tipos de efecto explicatorio: Explicación por la argumentación formal, por la trama y por implicación ideológica.

Cada una de estas estrategias tiene, según White, cuatro modos posibles de articulación: Para la argumentación los modos de formismo, organicismo, mecanicismo y contextualismo; para la trama tenemos los modos de la novela, la comedia, la tragedia y la sátira; y para la implicación ideológica las tácticas del anarquismo, el conservadurismo el radicalismo y el liberalismo.

White continúa explicándonos que en un nivel profundo de la conciencia el historiador prefigura el campo histórico, un acto esencialmente poético. Esta prefiguración se caracteriza según los modos lingüísticos en que se expresa: metáfora, metonimia, sinécdoque e ironía. Más adelante dirá White que estos modos prefigurativos son la base de cuatro modos de conciencia histórica.

Cualquier estudiante esta es literatura “pesada”, más cuando nuestra licenciatura tiene un serio problema, y es que generalmente podemos cursarla plácidamente sin chocar con estos “bloques teóricos”. Por temor a disuadir a mis lectores de avanzar en el texto, y por cuestiones de espacio, propongo continuar resumiendo lo que más nos interesa de White. En su obra encontramos:

—Una caracterización del discurso histórico eminentemente tropológica y poética.

—Un enfoque formalista del discurso histórico en el cual considera el acto de prefiguración poética como determinante, convirtiendo el quehacer histórico en una elección, entre una serie de opciones de figuración.

—Una homologación de la teoría literaria a la epistemología de la historia.

—Un determinismo lingüístico.

—La implicación de que la historia como narración, al fin, pertenece al campo de las artes y no de las ciencias.

Al final todo esto nos lleva a un relativismo incapaz de dotar a un obra histórica de un valor de verdad por sobre otra obra que trate un mismo tema. Esto lo vemos claro en las consideraciones de White acerca de que palestinos e israelíes son ambos poseedores de historias reales de expoliación y humillación, evitando una explicación que de una forma u otra tome partido. Hacia aquí es hacia donde ha sido dirigida la mayor parte de la crítica de los historiadores, dado que aquí es donde yace el verdadero peligro de la obra whiteana y del posmodernismo en la historia de forma general.

Como diría Danto, el hecho de que la historia sea escrita bajo la forma de una narrativa no significa que abandone la empresa de la búsqueda de la verdad. White se pasa por alto magistralmente la esencia del discurso histórico: su carácter referencial. El historiador prefigura y acomoda los hechos en el fondo de una narración, pero antes ha realizado una laboriosa tarea de búsqueda, selección y entrecruzamiento de fuentes preexistentes que son ensambladas comprensivamente para dotarlas de inteligibilidad. Nada que ver con la tarea de crear (en el sentido de inventar, ficcionar) de la literatura.

“(…) los neoescépticos rechazan la otra vertiente del trabajo del historiador: la posibilidad de que la construcción de hipótesis y argumentos lleve a una reconstrucción, es decir, a la búsqueda de la verdad (…) Si el historiador sabe escribir con eficacia, tanto mejor, puesto que quien le lea evitará el aburrimiento. Pero las implicaciones cognitivas de la narración histórica son otra cosa. Sólo un ingenuo, o un falso ingenuo, creerían que la eficacia estilística (entendida como mero ornamento) pueda llegar hoy a sustituir en un libro de historia la solidez de los argumentos”. (Carlo Ginzburg, 2002).

No se debe rechazar la posibilidad de ser artistas, pero debemos ser artistas de lo necesario y verdadero.

SALVANDO AL REY

Los historiadores deberían dejar de pretender ser imparciales. Es más, deberían comprometerse con una causa. ¿Con qué causa? Con la de la búsqueda de la verdad. ¿Podemos alguna vez narrar sin moralizar? A la pregunta de White decimos: No.

Si alguien nos pregunta qué pasó en Auschwitz decimos: barbarie total, asesinato, genocidio… ¿en qué nos basamos? ¿En el número de muertos? No, la consideración es puramente ética. Han muerto más en otras circunstancias y hemos dicho: Ajusticiamiento. No son solamente los hechos. El lenguaje expresa nuestras concepciones éticas y desde ahí alguien puede definir Auschwitz como asesinato y el terror jacobino como justicia, diferenciando moralmente algo “incorrecto” de algo “correcto”. Y para pronunciar juicios de valor racionalmente no basta con estar dotados de los mejores recursos del oficio sino que tenemos que comprometernos éticamente. Útil será recordar la polémica de Aristóteles con los escépticos, donde el primero malgastó todos sus recursos dialécticos: los escépticos usaban el principio de la contradicción para negar el principio de la contradicción. Entonces, como luego haría Kant, Aristóteles se vio forzado a reconocer que la vida racional no puede prosperar a menos que la vida moral sea firme.

La necesidad de un hombre nuevo que tiene el mundo no se ha resuelto, y quizás jamás se resuelva si avanzamos por caminos que separan la utopía que se persigue de la praxis cotidiana, menospreciando hoy los valores éticos que se esperan en el hombre del mañana. Criticando la moral burguesa no se construye una moral revolucionaria y el hombre nuevo no nace (como si fénix fuese) de las cenizas del viejo. La revolución es por esencia incendiaria, pero el estado normal de la vida es la paz, no la revolución. Y en esta paz debemos construir valores, vidas moralmente fuertes, capaces luego de sostener una revolución final por los principios de la libertad y la razón.

Ya lo dijo en 1989 Jean-François Revel: La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira. Y esta mentira tiene hoy como componente importante la traición moral que el relativismo posmoderno le ha hecho a la sociedad. El historiador se engaña si cree que su tarea no está relacionada con la subversión de este orden. Parece más “científico” el aparente estado de indiferencia que adoptan muchos “cientistas sociales” hacia su objeto de estudio, pero deberíamos renunciar al oficio si todo lo que vamos a hacer es diseccionar fragmentos de la realidad para luego elaborar complejas teorías que no tienen otra utilidad que la de disfrutar cierto placer estético que algunos sienten al desenvolverse (o envolverse) con soltura entre la madeja de los conceptos abstractos, placer que disfrutan como si fuese la misma ambrosía de los dioses.

Estos sucumben bajo la dicotomía (falsa) de la discusión de altos vuelos (la empresa meramente teórica) y la aplicación comprometida de estos conocimientos, necesaria para enmarcar la producción histórica en un proyecto más “social” y menos academicista. ¿La promesa fundadora de las ciencias sociales fue constituir un gremio de gurúes, una casta de académicos confundidos con sus técnicas método-burocráticas que vulgarizan al hombre con su desatinado interés por problemas intrascendentes? Indudablemente eso es una “patraña del enemigo”. La Ciencia Social, que nos atañe a todos, puesto que atañe al Hombre, nació con una promesa de esperanza: La libertad del ser.

En búsqueda de la promesa incumplida de la Ciencia Social, nuestra propuesta es escribir una historia “objetivamente comprometida”. No esterilizada ni absentista. Que luche contra todas esas fuerzas que nos quieren convertir en animales vulgares, quitándonos el acceso libre al conocimiento y a la facultad de pensar. Una batalla consciente por la verdad y la libertad. No una historia ciega, patriotera o panfletaria: crítica, analítica, incisiva, transformadora, incendiaria, que anude alianzas con cualquier proyecto verdaderamente abocado a la obtención de mejorías y libertades sociales.

Todo cuerpo de conocimiento que no ayude a este fin es declarado conocimiento inútil.

REFERENCIAS

Bloch, Marc. (1971). Apología de la historia o El Oficio del Historiador. pp. 12-13

Ginzburg, Carlo. (2002). Entrevista a Carlo Ginzburg en revista Archipiélago, núm. 47 (2002)

Morales Moya, Antonio. (1992). Historia y postmodernidad. p.16

Tomado de la publicación: www.caimanbarbudo.cu

*Julio David Rojas es estudiante del cuarto año en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.

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De la magia y el engaño. El toro indultado. Por: Pepi Vegas*

Como si de una religión se tratase, la tauromaquia tiene fieles, seguidores y conversos que se convierten en “apóstoles de la verdad”.

No quise ver ni leer, no quise empaparme de ese aroma que inundaba los medios con insistencia obsesiva, pues para mí ese aroma solo olía a sangre.

Anoche antes de irme a dormir volví a escuchar en la televisión la “noticia”, el toro que José Tomás indultó en Nimes se recupera….

A desgana leí algo sobre el tema, un artículo de hace unos días en elmundo.es,  suficiente.

Como si de una religión se tratase, la tauromaquia tiene fieles, seguidores y conversos que se convierten en “apóstoles de la verdad”.

Según el artículo acudían los creyentes y los nuevos convencidos en tropel y había captación de adeptos a la “llamada del toreo celestial”.

Yo entiendo esa parte de un guión y  puesta en escena espectacular, del colorido brillante, esa mezcla de música, de valor, el revoloteo del capote como una danza de mujer, los movimientos y gestos teatrales masculinos, aunque entrelazados con estética y nombre  femenino, y unas dosis de masoquismo o aceptación del riesgo,  la parte del marketing, el arraigo…

Yo entiendo aunque no acepto, esa forma de expresar los taurinos la supuesta sublimidad del toreo, la gloria, el arte y la belleza con un argot propio, que roza lo espiritual, en ocasiones  incomprensible para el común y creado para describir el momento.

Entiendo a los espectadores en la plaza, ante la emoción, el morbo, lo impredecible, el miro pero no miro, el revuelo de la fiesta, el jolgorio, los amigos la tradición de los borregos… “me gusta  porque si”.

Y sobre todo entiendo el negocio que aglutina, envuelve y sumerge en esa  magia, a todo lo antes mencionado.

Pero me asombro de cómo el mundo taurino prescinde del animal, del individuo, del  bóvido aterrorizado  que se desangra poco a poco, que muge de dolor, cuyos gestos son de defensa ante una situación impuesta y sin sentido para él, que se ahoga en vómitos de sangre, que no quiere estar allí, nada más salir corre y gira en la plaza buscando la salida….que no quiere morir.

Me asombro de cómo en el mundo taurino lo interpretan con términos como nobleza, entrega, pasión, bravura, trapío, complacencia, colaboración, danza y placer del toro. ¿Los taurinos son memos, son ciegos, están locos o son unos grandísimos hipócritas?

José Tomas un gran actor, que todo esto se lo sabe, interpreta a la perfección el papel de protagonista absoluto que todos quieren ver. Conoce las verdaderas reacciones y motivos del animal. Cada movimiento, cada gesto es un engaño, al toro y al público, que enredado en la magia absorbe cada  acción ávido de emociones. Efectivamente, es un profesional  bien pagado, torturando y matando toros.

Hasta el toro que indultó tiene su razón en el juego de engaños y sensacionalismos de José Tomás. El gesto teatral de la estocada al final sin espada, levantó pasiones, tal vez lágrimas de complacencia ante la sublime misericordia del “maestro”.

El cuarto toro, el nombre no importa  ya que  sólo es un requisito en el trámite de su contrato de venta, fue indultado, devuelto a los corrales y cuatro días después a la dehesa, donde sigue siendo bandera y protagonista del toreo del gesto y la misericordia de José Tomás. El cuarto toro, que con dos profundas, tremendas heridas por lanza y siete heridas más por arpones, con 70 kilo menos al salir de la plaza, con su sistema nervioso y síquico destrozado y con dolores y secuelas de por vida, se recupera entre otros toros de su misma condición. Si sus secuelas le permiten cumplir como supuesto semental  vivirá unos años más que sus compañeros, asesinados  esa tarde en Nimes.

El indulto es la magnanimidad y la hipocresía del amor taurino.

Tomado de la publicación: www.kaosenlared.net

*Artista plástica.

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Comienza el próximo miércoles en la Casa de las Américas ciclo audiovisual sobre culturas originarias de América. Por Ana Laura Suárez Rivero

El miércoles 26 de septiembre a las 4:00 pm tendrá lugar en la sala Manuel Galich la primera presentación del ciclo audiovisual Miradas en Abya Yala, promovido por el Programa de Estudios sobre Culturas Originarias de América. La propuesta se iniciará con el documental La voz mapuche (Chi mapuche nütram), que realiza un recorrido por la extensa zona donde habitan diferentes comunidades de una cultura que ha sabido resistir, a través de su historia, los embates del colonialismo y las invasiones de las empresas multinacionales.

Su lucha constante les ha permitido salvaguardar su identidad como pueblo, y este continúa siendo su interés primordial. La relación de los mapuches (gente de la tierra) con su territorio constituye un pilar fundamental de su cultura. Aun en la actualidad, no reconocen la frontera entre los territorios chilenos y argentino, pues para ellos significa una ruptura de los puentes naturales de comunicación, que siempre existieron, entre las familias mapuches.

El documental fue realizado en el 2008 por Pablo Fernández y Andrea Henríquez, conocidos periodistas y documentalistas independientes cuya extensa trayectoria en el ámbito audiovisual contribuye con la defensa de los derechos humanos, el desarrollo sustentable y la protección del medio ambiente. Los documentalistas evaden barreras geográficas y políticas y ofrecen una panorámica actualizada de la cultura mapuche desde la Puelmapu (tierra donde sale el sol) a la Gulumapu (tierra donde se pone el sol), a través de testimonios que evidencian la pervivencia de la espiritualidad y los saberes ancestrales, así como una visión auténtica de su propia cultura en la actualidad.

Se evidencia, además, su activo quehacer político en la constante reclamación de sus derechos, y se abren canales de comunicación a través del testimonio de presos políticos. Hombres y mujeres de todas las generaciones, atestiguan la pervivencia de las tradiciones, las costumbres, las artes, la lengua, la fe en los antepasados y el sentido ritual de esta cultura admirable de nuestro continente.

Tomado de la publicación: www.laventana.cult.cu

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El “exclusivo Observatorio”, la NED y la derecha española. Por: Octavio Fraga Guerra

No me puedo sustraer –ni quiero-, del artículo titulado: “La NED sigue apostando al duro en la subversión contra Cuba” (1), publicado en varios medios de comunicación “alternativos” y blog, cuyo contenido desentraña la madeja de financiamiento materializado en el 2011 destinado hacia la “Gran Isla del Caribe”.

Es importante recordar que la NED, (National Endowment for Democracy) es una tapadera de la CIA, -como otras tantas-, que obviamente responde a la política exterior del gobierno de los Estados Unidos. Su accionar es -en toda regla- una intromisión en los asuntos internos de Cuba, violando los más elementales principios del derecho internacional y las normas de la política exterior vigente en buena parte del mundo.

El objetivo es claro, continuar apoyando las acciones de desestabilización en contra de la Revolución Cubana que buscan construir pretextos para intervenir con acciones directas en el país.

En una primera parte del artículo su autor Luis Miguel Rosales comenta: “En este sentido vale señalar que la NED reconoce que su trabajo contra Cuba se encaminó a trabajar con aquellos sectores insertados en el trabajo por cuenta propia, buscando utilizar este sector con fines contrarrevolucionarios, sin abandonar a los tradicionales receptores del apoyo financiero yanqui en Cuba. Asimismo, destinó cuantiosos recursos para utilizar el acceso a los últimos adelantos científico-técnicos y de comunicaciones a “periodistas” y a jóvenes que respondan a los intereses norteamericanos en la Isla”.

Esta reflexión es fundamental. En ella se desvela no solo la continuidad de los apoyos financieros a los mal llamados “disidentes”, que son bien conocidos por el pueblo cubano. La labor mercenaria de estos asalariados al servicio del gobierno de los Estados Unidos y en particular a la Oficina de Intereses de la nación norteña radicada en La Habana, está bien documentada como para no caer en sorpresas en tiempos donde el intervencionismo se acrecienta en nuestro planeta.

Las “mirillas” de la NED, amplían su espectro hacia otros sectores de la sociedad. El empeño de ingresar en territorio cubano tecnologías y recursos –muchas de ellas costosas y con fines de inteligencia-, forman parte de ese entramado que aspira a profundizar y calar en los diferentes sectores de la sociedad. Esta estrategia se articula en medio de los cambios económicos y sociales que avanzan en Cuba, bajo la expresa voluntad del pueblo.

Sobre este particular asunto su autor señala. “Otras líneas generales del trabajo contra Cuba desarrollado por la NED en el 2011 se relacionan con el abastecimiento a los denominados “actores emergentes” en Cuba (jóvenes, artistas, blogueros, mujeres e iglesias) y el apoyo brindado a los ex reclusos cubanos que salieron hacia España como parte de los acuerdos entre los gobiernos cubano y español y la Iglesia Católica Cubana. Con ese apoyo se ha financiado todo el trabajo que han desarrollado estos ex presos, en su mayoría delincuentes comunes, contra Cuba en otros países”.

El texto aporta una desglosada y detallada distribución del dinero en las diferentes líneas y objetivos de la NED, dibujando una panorámica del abanico al que van dirigidos estos fondos. Su lectura completa la cartografía de la idea que al principio de este artículo comento como algo esencial.

Sin embargo cabe apuntar algunas particularidades de este asunto, esbozado en el artículo. Su autor señala al “Observatorio Cubano de Derechos Humanos” radicado en Madrid. Como bien apunta Luis Miguel Rosales, esta pérfida “organización” y lo cito: “la integran ex reclusos cubanos que salieron hacia España como parte de los acuerdos antes mencionados y que ahora son utilizados para promover campañas contra Cuba en aquellos países donde están radicados, en especial en España, desarrollando talleres, dando conferencias, publicando artículos o desarrollando acciones hostiles y provocativas contra las representaciones diplomáticas cubanas”. La cifra de financiamiento para este engendro es de 67 434 dólares.

El “Observatorio” lo preside la contrarrevolucionaria cubana Elena Larrinaga y lo integra un grupo reducido y exclusivo de expresos radicados en España, -entre otros Raúl Rivero-, que cuentan no solo con el apoyo de las diferentes agencias y tapaderas del gobierno de los Estados Unidos. El Partido Popular y la Comunidad de Madrid, forman parte de los financiadores de esta “ONG”, desvelándose una clara participación e intromisión de la derecha española en la política interna de Cuba.

La labor de la NED es selectiva. No todas las tareas son publicadas y se desclasifican con el tiempo. Este exclusivo grupo se ha desentendido de los expresos radicados en España. El dinero de la NED les permite mantener un nivel de vida distante de la crisis que vive buena parte del pueblo español. Su trabajo de mercenarios se articula como parte de una labor que busca apoyos no solo en los gobiernos de occidente.

Con sus “giras internacionales, desayunos de buenas intenciones, comidas a la carta y cenas de trabajo”, pretenden “profundizar” en la realidad de Cuba, desde la mentira, la manipulación, y el servilismo.

Con esta “faena” certifican su labor mercenaria al servicio del gobierno de los Estados Unidos y las demás administraciones de los países donde están radicados. A estos “observadores”, -en definitiva-, les paga los contribuyentes de cada nación.

La voluntad y los principios de la Nación Cubana no se amedrentan con “Observatorios” de baja catadura moral. La unidad de los cubanos es la clave de la Revolución. Los asalariados del imperio lo saben, pero han apostado por el negocio de la contrarrevolución.

(1) https://cinereverso.org/?p=3490

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Los e-nanoperiodistas. Por: Luis Ernesto Ruiz Martínez*

Magnificar lo insignificante y sobredimensionar situaciones que en cualquier otra parte serían olvidadas en un par de horas son dos de las cualidades que les han inculcado a los e-nanoperiodistas en su “ardua” labor de mantener des-informados a los televidentes, radioyentes y lectores de otras regiones del planeta.

Todos ellos, sin excepción, han sido hábilmente construidos sobre la base de indicaciones muy precisas emitidas directamente desde la oficina oval, la misma que se turnan cada cuatro u ocho años los poderosos señores imperiales. Aunque mostrados en la “vitrina deslumbrante” que algunos todavía se aferran a creer como imparcial medio de prensa, no son otra cosa que fieles corderos al servicio de una potencia extranjera.

Las verdaderas intenciones de la muy promocionada cadena estadounidense CNN en Español fueron desnudadas, una vez más, a través de un documental transmitido el pasado viernes por la Televisión Cubana. Como bien señalan Salim Lamrani  y Jean-Guy Allard, lo que muestra la cadena son burdas manipulaciones de la realidad cubana vistas desde una sola parte, la que los mercenarios leen desde los guiones previamente elaborados en la SINA o Washington.

Mientras el dinero fluya libremente, el mundo estará condenado a recibir esta avalancha de mentiras y medias-verdades (siempre tergiversadas y descaradamente manipuladas) por intermedio de autoproclamados periodistas, cuyas “calificaciones” se fabricaron en una pequeña sala, en el mejor de los casos, de la “primaria contrarrevolucionaria” en que fue convertida la SINA.

Las voces, que según la CNN, claman desde Cuba por la “democracia negada” viven por encima del resto de los cubanos gracias a las enormes cifras enmascaradas detrás de premios de todo tipo. Casi desconocidos en la isla, salvo algunas excepciones que reciben a menudo el reconocimiento de perros, gatos y roedores de su barrio, son “dibujados” ante la opinión pública como “luchadores e incomprendidos opositores al régimen”.

Su estatura moral es cada vez más pequeña y quizás deberían buscar en el espacio exterior una herramienta para hacer que definitivamente sean escuchados o leídos en alguna parte. Llega a tal punto su desfachatez que ante las limitadas lecturas dentro de Cuba buscan alternativas desesperadas y hasta pretenden distribuir “paquetes informáticos” con sus incoherentes propuestas.

Las dos “figuras estrellas” construidas deliberadamente para protagonizar sus historias, con espacios asegurados en horarios estelares, seguirán siendo enanas ante la fuerza moral de mi pueblo. Ni las autotituladas Damas de Blanco, ni la embustera Yoanichance se ganaron por méritos propios el “tiempo de pantalla” que sus amos del norte les obsequian.  Ambas necesitan de incondicionales y serviles mercenarios como ellas para sobrevivir.

No importa si forman parte de las nóminas de la CNN, Radio o Tele Martí, El Nuevo Herald, El País o en cualquier otro medio al servicio de las transnacionales, los e-nanoperiodistas harán  lo impensable para mantenerse a flote y llevarse la “tajada” que garantice mantenerse “arriba de la bola”, de la bola de dólares que les muestra el Tío Sam. Aunque muestren orgullosos su título de periodista, apenas son minúsculas invenciones electrónicas diseñadas con complejos procedimientos de nanotecnología.

Tomado del blog: www.visiondesdecuba.com

*Licenciado en Matemática-Computación y Especialista en Docencia en Psicopedagogía. Profesor de la Universidad de Ciencias Pedagógicas «José de la Luz y Caballero» donde se desempeña como Director de Relaciones Internacionales.

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Disco «Chile Vencerá», un documento histórico del golpe de estado de 1973.

Este disco fue editado en 1977 y mezcla canciones revolucionarias con grabaciones de emisoras de radio chilenas el día del golpe. Se pueden escuchar fragmentos del último mensaje de Salvador Allende desde el Palacio de la Moneda sitiado, los bandos de los militares golpistas y llamamientos a resistir el golpe fascista. Es un documento histórico de primer nivel que afortunadamente puede, hoy en día, encontrarse en la red para su descarga libre.

Hay fragmentos de la emisión de Radio Magallanes durante el 11 de septiembre de 1973, antes del bombardeo de sus antenas realizadas por la Fuerza Aérea de Chile. Salvador Allende emitió su último mensaje a la Nación a través de esta emisora de radio. Después de ser silenciada, las dependencias e instalaciones de Radio Magallanes fueron destruidas por efectivos del Ejército de Chile que ingresaron a la caseta de transmisión, ametrallaron los equipos y arrestaron a los tres periodistas que se encontraban en el lugar.

Los comunicados militares transmiten toda la brutalidad fascista con que los golpistas arrollaron al pueblo chileno, con sus amenazas de juicios sumarísimos, los listados de personas que debían presentarse en el Ministerio de Defensa, o el absurdo de anunciar que la finalidad del ataque aéreo y terrestre contra el Palacio de la Moneda era «evitar derramamientos de sangre».

Reseña del disco en el blog «Canto nuevo para todos»

Este LP nos lo facilitó el amigo valenciano J.A.P. y tuvo la buena onda de ripearlo, en la misma Valencia, nuestra amiga Sara. Muchas gracias a los dos.

Poco es lo que, en justicia, podríamos agregar al modo en que sus editores presentaron este LP en su propia tapa: “Un testimonio histórico recogiendo grabaciones de las emisoras chilenas del mismo 11 de septiembre y el último mensaje de Salvador Allende”.

Ese es el contenido que realmente vale, además de algunos fragmentos de los Quila, Inti Illimani y el grande entre los grandes, Víctor Jara. Lo otro son las cretinadas dichas por los milicos en los primeros momentos de la traición… y valen lo que ellos valen: nada. Pero también las canalladas deben quedar para la historia.

En aquellos años ’70, la solidaridad con Chile era muy activa y dentro de ese marco debe considerarse este LP, que fue anunciado en “El País”, desde siempre uno de los principales diarios españoles. En su edición del 14 de Septiembre de 1977 puede leerse: “Acaba de aparecer un LP que recoge algunos de los momentos más dramáticos y significativos del golpe militar chileno de 1973.El álbum recoge canciones clásicas de la resistencia chilena, corno el Pueblo Unido, Venceremos o Te recuerdo, Amanda, de Víctor Jara. Engarzados con ellas aparecen parlamentos históricos: el último mensaje de Salvador Allende desde el palacio de la Moneda, las últimas emisiones de Radio Magallanes, los partes y requisitorias de ejército golpista y el diálogo en el Allende y Fidel Castro. Prácticamente, todos estos testimonios fueron recogidos por radioaficionados, y su recopilación fue, por tanto, laboriosa y difícil. El disco se haya penetrado por el dramatismo de aquellos momento que una voz en off va recalcando un poco enfáticamente”.

Independientemente de algunas inexactitudes (por ejemplo en cuanto al diálogo Allende-Fidel), la sola presencia de la noticia ya alcanza para darse una idea de la repercusión que tenían en Europa los crímenes que cometían los fascistas latinoamericanos.

Vale la pena bajarlo. Es muy posible que parte de los textos ya los tengamos, por haber ido apareciendo en otros registros… pero aquí no sólo están todos juntos sino que muestran el espíritu de la época. Y el LP, de origen español (Movieplay), no es tan sencillo de conseguir.

No está dividido por tracks, sino como lado 1 y 2, para respetar mejor la idea de la obra.

Tomado de la web: www.nodo50.org

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EL régimen Borbónico encarcelaría hoy a los cupletistas. Por: Carlos Tena*

No voy a entrar ahora en una valoración social y artística de ese fenómeno musical que desde finales del siglo XIX se dio en llamar el cuplé.

Habrá quien me tache de antiguo, anacrónico, pasado de moda y retrógrado, pero escuchando las monsergas que disparan los programas de las radios españolas (y no digamos la TV), reclamo urgentemente que salgan de las cuevas y antros de la península hetairas sicalípticas, mancebos volterianos, para iniciar un movimiento que pudiera retratar, con la gracia y el desparpajo de aquellas heroínas de comienzos de siglo XX, esta siniestra etapa de la España monárquico-franquista, en la que los millonarios son cada día más ricos y los pobres más numerosos e hipotecados hasta límites impensables hace solo cinco años.

El cuplé no sólo ayudaba a arrancar una sonrisa en los duros tiempos de las nefastas monarquías borbónicas de Alfonso XII y Alfonso XIII, sino que estableció un punto y aparte en la crítica social y política de la época.

LA CHELITO, LA ARGENTINITA, JULIA PONS… HEROÍNAS DE UNA ÉPOCA

El cuplé significó algo así como la canción social de los años sesenta, pero con la ventaja para el llamado injustamente “género ínfimo”, de estar entregado bajo un vestido atractivo y pícaro, sensual y provocador, del que carecían el 99% de los llamados cantautores.

A guisa de ejemplo, cito versos de algunos de estas obras, cuya interpretación, estoy seguro, llevaría hoy ante los tribunales a sus intérpretes, en aplicación de la ley antiterrorista, que tanto le agrada aventar a su señoría Grande Marlaska, como a Garzón o del Olmo.

Por eso, recomiendo a esos jueces escuchen atentamente y disfruten, si es que saben, con estas impagables obras que hace casi 100 años se cantaban en las txoznas y herriko tabernas de buena parte de la geografía española.

Leamos estos versos:

Yo quiero ver cien nobles

colgados de un farol,

racimo que en un día

vendimie la nación.*(1)

No hace falta mucha imaginación para colegir que, de cantarse hoy este tema, el solista o grupo responsable estaría ya en la Audiencia Nacional acusado de “apología del terrorismo”. Ahí es nada pedir públicamente, nada menos, que el ahorcamiento de cien nobles (innobles, por supuesto) o banqueros y estafadores, ministros y consejeros corruptos.

O recordemos este fragmento de “La Gran Vía”:

Van a la calle de Peligros

los que oprimen al país

y a la del Sordo va el Gobierno

que no quiere oír.

Me pregunto: ¿A quién aplicar hoy estos versos del cuplé titulado “El Mozo crúo”?:

Cuando Dios creó el cangrejo

dijo: “Por lo estrafalario,

tú serás siempre la pauta

del partido reaccionario”.

En cuplés y zarzuelas no se olvidan las reivindicaciones laborales. De “El Bateo”, surge un coro de organilleros que canta:

Que declaramos la huelga

por necesidad.

Nuestros amos nos explotan

y nos tiranizan tan sin compasión,

que por eso desde el gremio exigimos

más retribución *(2)

Menos mal que los sindicalistas Toxo y Méndez no estaban allí presentes, porque habrían aplicado al colectivo del manubrio un castigo desorbitado, algo así como lo que se hizo con los trabajadores de Iberia en el aeropuerto del Prat.

Incluso hoy sería demasiado atrevido interpretar lo que Salud Ruiz dejó para la posteridad a comienzos de 1920:

Yo me paso la vida en el Majestic,

en Regina, en el Palace o en el Rom,

y me bebo catorce o quince whiskies,

cuatro cocktails, diez sodas y un Pernot.

¡A la comisaría con ella, que es peor que los líderes de la litrona¡, exclamaría Don Baltasar en un ataque de abstemia.

GLORIA A LOLA MONTES, CANTANDO “EL PEQUEÑO BOLCHEVIQUE”

Y como colofón de este ramillete de cuplés protesta, que hoy no tienen parangón, traigo los versos de la obra “El pequeño bolchevique”, creación de Lola Montes en 1919:

A mí no hay nadie en casa

que me resista,

porque soy una nueva

bolcheviquista.

Si algún novio me sale,

me dura poco,

pues con las cosas mías

le vuelvo loco.

Y si conquistarme quiere

alguno, al fin,

tiene que decirme:

¡Viva Lenin¡

Pero ya es inútil pensar en que algo así se pudiera repetir, porque el ambiente no es precisamente tan inteligente, libre y democrático. Hoy, las cosas bien pudiera ser de otra manera.

El 26 de Mayo de 1891, la sicalíptica Luisa Campo provocó un auténtico revuelo, al salir al escenario montada en un burro (que se empalmó inopinadamente) y enseñando los tobillos.

De haber estado allí cualquiera de los jueces estrella de la Audiencia Nacional, la osada cantante hubiera dado con sus huesos y el animal en una celda de castigo, acusados de escándalo público y maquinación para el hundimiento de la moralidad pública.

Soldado de España,

sin tu querer ya no vivo.

Yo quiero ser muy cristiana

y que me lleves contigo.

 

Aunque el Borbón, prefiera, sin duda, este otro:

Pues los revolucionarios

son bastante sanguinarios,

y hay feroces bolcheviques,

creación de Lucifer,

que disfrutan atacando

el candor de una mujer

Me alegro muchísimo de tener a mano casi todos estos discos, como prueba evidente de que en España, sobre todo durante la I y II Repúblicas, hubo mucha más libertad que en el siglo XXI.

(1)      Del cuplé titulado “La Marsellesa”, original de Miguel Ramos Carrión, autor del libreto de la famosa zarzuela ·”Agua, azucarillos y aguardiente”

(2)      Zarzuela original de F.Chueca, A.Paso y A.Domínguez, en 1901

Tomado del blog: www.tenacarlos.wordpress.com

*Periodista. Comunicador. Responsable de numerosos programas de radio y televisión relacionados con la música. Es sin duda alguna uno de los periodistas musicales españoles más influyentes de las cuatro últimas décadas en España.

 

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(VIDEO) La música que nos preocupa. Por: José Luis Estrada Betancourt*

En tiempos de la Revolución Cubana, la música ha sido objeto de profunda preocupación por parte de quienes desean para nuestro pueblo una vida espiritual amplia, culta, con los valores éticos que le son inherentes, y digna de las tradiciones que han conformado nuestra identidad nacional.

De esa manera, y en presencia de Esteban Lazo Hernández, vicepresidente del Consejo de Estado, el director de la orquesta de cámara Música Eterna, Guido López Gavilán, al frente de la Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), inició este miércoles, en el Multicine Infanta, la presentación del informe que convidó a la reflexión en el último Consejo Nacional correspondiente a este 2012 de la organización de vanguardia de la intelectualidad del patio.

Porque «la música ha estado profundamente vinculada a la vida de los cubanos y está presente —directa o indirectamente— en gran parte de las expresiones del arte», es que se llamó la atención sobre esa que se escucha continuamente en espacios públicos, centros gastronómicos y nocturnos, festividades, escuelas, ómnibus…, carente de valores y que deriva en una amplia gama de vulgaridades. De ahí que sea imperiosa una efectiva supervisión colectiva.

Por ello la Doctora Graziella Pogolotti recomendó que se sometiera al reguetón, que con insistencia nos invade, a estudio multidisciplinario, para así determinar los factores sociales y cuáles son los elementos existentes en la sensibilidad y en la conciencia de sus escuchantes, y en base al diagnóstico incidir de una manera más efectiva sobre el todavía alarmante fenómeno.

«Hay mucho más que vulgaridad en el reguetón. Hay una profunda falta de respeto a la dignidad de la mujer. Con su carácter extremadamente machista coloca a la mujer como un objeto social y en una situación de violencia», enfatizó la notable intelectual, quien manifestó su convicción de que los gustos se fabrican  y de que, al mismo tiempo, poco se logra con las prohibiciones.

Cuando se habló del polémico tema introducido por la Pogolloti, el investigador Desiderio Navarro prefirió hacer una distinción entre la música y el texto. Si la primera es pobre, reiterativa, lo que se expresa por medio del segundo es realmente preocupante. La cuestión no es solo de vulgaridad y mal gusto, sino, sobre todo, de divulgación y la predicación de elementos que van en contra de nuestra ideología, afirmó.

Que tengan su público no es el problema, sino que con los medios del Estado se empiecen a imponer al resto de la sociedad de manera masiva, y con ello se estén naturalizando las ideas del capitalismo.

De ahí la gran significación de los medios de difusión, un asunto en el que el músico Ángel Bonne insistió: son decisivos pero no siempre encuentran espacio en ellos los grandes de la música del país, sino, y con marcada frecuencia, aquellos que quieren ser famosos pero con una obra desatendible. En nuestros medios, donde deberían estar claras las estrategias de promoción, se promueven propuestas banales, o se realizan programas que olvidan las jerarquías artísticas.

Todo lo anterior incide en la principal preocupación del destacado pianista Frank Fernández: «Me inquieta que hay dos o tres generaciones a las que costará salvar del mal gusto, al estar constantemente bombardeadas con textos divorciados de la literatura y con música de escasos valores estéticos. Mientras mayor vaya siendo el embrutecimiento, superior será la brecha que le dejaremos al enemigo para que nos penetre.

Ello explica que Fernández se cuestione cómo estos seudoartistas consiguen posicionarse, si no han sido categorizados ni evaluados por el Ministerio de Cultura. «Está imperando un sentido “mercantiflero” por encima de la seria mirada económica que exigen las condiciones actuales del país».

En medio de esta situación, en el informe presentado se recomendaba, por ejemplo, buscar fórmulas para disminuir los costos de producción y lograr que el disco cubano llegue al mercado a precios a los que pueda acceder la mayoría de la población y que le permita competir con la comercialización de discos con valores ajenos y no deseables que han proliferado en los últimos tiempos.

De cualquier manera, el artista de la plástica y crítico de arte Manuel López Oliva consideró que, en general, los problemas de la música no se manifiestan en lo profesional, sino en lo social. Por eso es tan esencial expandir valores culturales y éticos, porque lo que está en juego es el hombre, la cultura nacional y el futuro.

En medio del Consejo, el director de la orquesta de guitarras Sonantas Habaneras, Jesús Ortega, reconoció el notable esfuerzo realizado por el Ministerio de Cultura y el Estado en la remodelación de teatros, como La Caridad, de Santa Clara; y el Eddy Suñol, de Holguín (se criticó duramente la eterna inercia que impera en la sala José White, de Matanzas, y en la sede de la Orquesta Sinfónica de Camagüey). «Sin embargo, a pesar de que el movimiento de la música de concierto está más fuerte que nunca, las orquestas sinfónicas y de cámara, y los grandes jóvenes instrumentista con que contamos, apenas encuentran espacios donde presentarse.

«Hallamos provincias donde ni siquiera existe un piano de concierto. Conocemos que esto requiere de una inversión significativa, pero sin estas condiciones es imposible desarrollar la cultura de la nación».

La enseñanza artística, y especialmente de la música, también fue analizada, a pesar de la probada calidad mostrada por sus graduados en los últimos 50 años. Trascendió que los principales problemas se concentran en la actual insuficiente formación pedagógica de los egresados que se destinan a la docencia y su ubicación profesional, la superación de los claustros existentes y en la falta de estímulo para las investigaciones.

Como el resto de los participantes en el Consejo, Esteban Lazo está convencido de que en una Isla como la nuestra. Por eso es primordial que nuestros creadores lleven la cultura no solo en el estómago —señaló refiriéndose al interés económico que puede suscitar— sino, sobre todo, en el corazón, en la conciencia, en las ideas que se defienden.

Tomado del blog: www.aucaencayohueso.wordpress.com

*Periodista del Diario Juventud Rebelde

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