Archives for

Exposición “El miedo es el mensaje”. Medios de comunicación y crisis

El proyecto creado por Juan José Martín Andrés estará del 13 de julio al 16 de septiembre de 2012 en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València

El miedo es el mensaje es un proyecto de investigación, documentación y reflexión creado por Juan José Martín Andrés que se materializa en una intervención site specific de vinilo sobre el muro que envuelve, actualmente, la planta baja del Claustro del Centre Cultural La Nau, desde el 13 de julio hasta el 16 de septiembre. Además este proyecto se complementa con cuatro encuentros entre artista, comisaria y público que culminan con la proyección de una película en cada uno de ellos, programa denominado Exposición más allá de un muro.

La instalación reúne más de un centenar de titulares de prensa que informaron sobre procesos clave en diferentes crisis económicas sucedidas en varios países durante los últimos veinte años.

Para la elaboración del proyecto se ha tomado como premisa la investigación en fuentes primarias a modo de estrategia, para posteriormente plantear mediante dicha instalación de qué forma los medios de comunicación transmiten las noticias en situación de crisis económica.

El equipo de investigación ha acotado la consulta de los periódicos de mayor tirada publicados durante cuatro grandes crisis económicas: 1992-1993 España, 1994-1995 México 2001, Argentina 2008 y la Actual crisis económica mundial. Y ha consultado en hemerotecas, archivos públicos y privados recopilados por el mismo artista y bases de datos digitales de los países implicados. Los fondos documentales seleccionados han sido La Vanguardia, ABC, El País, El Mundo, Público y El Temps, para la crisis española; El Economista, Proceso, La Jornada, Universal, Excelsior y Reforma para la crisis mexicana; y Ámbito Financiero, El Cronista, La Nación, Bae, Diario Popular, Página 12, La Prensa y El Diario para la argentina.

El miedo es el mensaje aúna la trayectoria de Martín Andrés con dos influencias decisivas; la teoría del filósofo canadiense Herbert Marshal McLuhan cuyas hipótesis a cerca del poder de los medios de comunicación partían del reconocimiento de su potencialidad para modificar el curso y el funcionamiento de las relaciones y las actividades humanas, conocido por su célebre frase “el medio es el mensaje”. Por otra parte, hace también referencia a …en tiempos de crisis, obra de Rogelio López Cuenca y Antoni Muntadas presentada en el año 2009 en art.es en el ámbito de ARCO. En ella se reunían diferentes titulares de medios españoles en los que aparecía la palabra crisis completa pero sin referirse a una concreta.

Partiendo de estas premisas, Martín Andrés da un giro más, jugando con las palabras y alejándose de ambos puntos de vista para facilitar una visión más global, fundamentada en la experiencia vivida de períodos de crisis ya superados y así, ahora puestos en paralelo, se puedan identificar las diversas herramientas empleadas para contener mediante la información la opinión y reacción de los ciudadanos.

Exposición más allá de un muro

El proyecto de exposición se expande más allá del espacio expositivo, completándose los contenidos con una selección de películas que hacen referencia a cada uno de los períodos de crisis referidos, que desde diferentes puntos de vista y géneros cinematográficos, muestran las particularidades de cada una de las crisis tratadas en los titulares seleccionados.

Referente a la crisis económica de Argentina de 2001: Memoria del saqueo. Argentina, Francia, Suiza 2004. Género: Documental. Dirección: Pino Solanas.

Referente a la crisis económica de México 1994: Efecto Tequila. México, 2010. Género: Comedia / Drama. Dirección: León Serment.

Referente a la actual crisis económica: Margin Call. EEUU, 2011. Género: Drama. Dirección: J.C. Chando.

Referente a la crisis española de 1993: Todos a la carcel. España, 1993. Género: Comedia. Dirección: Luis García Berlanga.

Este ciclo tendrá lugar los días 16, 17, 20 y 24 de julio en el Aula Magna del Centre Cultural La Nau. Cada encuentro contará con la presencia del artista y de la comisaria de la exposición que presentarán la película y la pondrán en relación con la exposición, siendo a su vez un encuentro que abogará por la difusión didáctica de la obra expuesta y la creación de un espacio de discusión plural.

Tomado de la publicación: www.tercerainformación.es

Leer más

La conmovedora historia de un corazón helado Por: Laidi Fernández de Juan*

Almudena Grandes, narradora madrileña de 52 años, conocida internacionalmente por sus novelas Las edades de Lulú, Te llamaré viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana e Inés y la alegría, con la cual obtuvo el Premio de la Crítica de Madrid en el año 2010,  escribió hace un lustro el libro que hoy nos disponemos a presentar, publicado cuidadosamente por la editorial Arte y Literatura. Esta novela, que nos llega precedida por las distinciones  Fundación Manuel Lara y la del Gremio de Libreros de Madrid que alcanzara en el año 2008, puede considerarse, como hizo la propia autora, una obra de ficción en la cual los episodios más inverosímiles y dramáticos, se inspiran en hechos reales.

Al contrario de muchos escritores y escritoras que utilizan la Historia como telón de fondo o apoyatura para sus narraciones centrales, en esta novela Almudena le otorga vida autónoma a los acontecimientos que se refieren a dos momentos concretos de España: los años inmediatos al zarpazo franquista, con toda la carga de angustia, decepciones y espantos a que condujo, y la actualidad, vistos ambos períodos a través  de sendas familias, que, al estilo de los Montescos y los Capuletos, parecen estar  irremediablemente enemistadas.

Antes de adentrarme en la motivación literaria del mundo familiar, que resulta imprescindible para el agarre que esta novela consigue, permítanseme algunas consideraciones acerca del primero de los momentos históricos al cual hace referencia. En el valiosísimo libro Ve y cuenta lo que pasó en España , antología de documentos realizada en el año 2000 por la catedrática Aránzazu Usandizaga, ésta refiere en la introducción que “las generaciones españolas posteriores a la guerra tenemos un sentimiento ambivalente hacia el conflicto porque hemos crecido a la sombra del recuerdo privado y público de la tragedia, en la conciencia cultural común de un pasado reciente a menudo silenciado, de un punto de la historia intencionadamente olvidado que determinó un final y un principio para tantos. Aunque sean ya pocos los combatientes que sobreviven, la guerra civil sigue siendo parte íntima de nuestra historia, una experiencia remota y próxima, una vivencia reconstruida entre silencios y palabras entrecortadas [….] pero, aunque profundamente enraizada en la historia de España, cultural e históricamente, la guerra civil, es además de española, propiedad internacional”.

Precisamente el carácter definitorio que encierra la división de España en dos profundas franjas ideológicas donde coexiste la sensación de lejanía  y de proximidad en los hijos y en los nietos de quienes protagonizaron dicha incisión, determina el lecho palpitante que borbotea por debajo de la trama de esta novela, de modo que el público lector percibe el peligro de una tragedia causada por heridas cerradas en falso. Muy a propósito he evadido hasta aquí el título de esta ambiciosa y apasionante obra. Ello se debe a que antes, he de señalar que nunca han sido más explícitos los endeudamientos que un autor o autora reconoce haber contraído, que en el caso de El corazón helado. Once cuartillas dedica Almudena Grandes a sus agradecimientos, con lo cual no solo da muestras de su honestidad como escritora, sino, sobre todo, como ser humano. Además de encontrar allí nombres conocidos por los cubanos como el cantautor Joaquín Sabina, el editor Chus Visor, el poeta Luis García Montero, la señora María Teresa León, madre de nuestra querida Aitana Alberti, aparecen otros personajes, como esos dos inmensos maestros que son Benito Pérez Galdós ( a quien la autora agradece por haber escrito), y Antonio Machado, por todo y por el título.

Fue asi que me di a la tarea de buscar el último poema de “Proverbios y Cantares”  donde aparecen los versos que, como exergo, dan inicio a las casi 900 páginas de la novela:

Ya hay un español que quiere

Vivir y a vivir empieza,

Entre una España que muere

Y otra España que bosteza.

Españolito que vienes

Al mundo, te guarde Dios.

Una de las dos Españas

Ha de helarte el corazón.

Luego de la agudeza de mostrarnos la amarga advertencia que hiciera el poeta, Almudena nos deja en la disyuntiva de escoger cuál de sus dos países ha de helarnos a todos, porque, como bien señalara Aránzazu, aquella guerra fue y sigue siendo internacional, y en lo que nos atañe a los cubanos, España es tan cercana a nosotros para bien y para mal, que nada de ella nos puede resultar ajeno. Baste señalar cuando Pablo de la Torriente Brau se incorporó a la guerra y allí perdió la vida en 1936, los mil combatientes cubanos que integraron las Brigadas Internacionales, y los lazos familiares que nos han unido desde siempre.

Así como la novela El hombre que amaba los perros, de Leonardo Padura ofrece un panorama del terror estalinista, El corazón helado descubre, quizás por primera vez, los turbios telones tras los cuales se esconde un elenco macabro integrado por quienes robaron, delataron, contribuyeron al desfalco material de muchas familias españolas y a la ruina física y moral de un considerable número de víctimas.

Inevitablemente existen puntos comunes entre estas dos novelas, dado el hecho de que abordan similares épocas. Invito a los lectores y a las lectoras al encuentro de dichas coincidencias, aunque me permito el siguiente adelanto, de la boca de la propia Almudena: “Es verdad que, al final de la Segunda Guerra Mundial, los aliados volvieron a traicionar de una manera vergonzosa, por segunda y definitiva vez, a la democracia española en general, y, en particular, a las decenas de miles de antifascistas españoles que habían combatido contra los nazis y que  se encontraron con que su lucha, y su sacrificio, solo habían servido para afianzar a Francisco Franco en el poder”. A través de la descripción objetiva de las condiciones en que vivieron los refugiados españoles que habían apoyado a la República o sido ellos mismos militantes rojos, la escritora ofrece el panorama desolador de esas sobrevivencias, donde la añoranza por el país  natal  y la rabia de la derrota actuaron como fantasmas aniquiladores.

La otra España, la actual, es mostrada según el buen vivir de que lo pudiera calificarse “una familia pija”, utilizando términos que nos llegan en seriales españoles de última hora. La habilidad de esta autora para tejer la complicada urdimbre donde llegan a entrelazarse los rencores del pasado con las pasiones del presente, representadas ambas emociones por cada clan familiar, desborda todo intento de encasillamiento. Con elementos de un buen melodrama, de un cuidadoso suspense, y también con recursos de la novela negra, elabora un complicadísimo argumento que atrapa a los lectores de principio a fin. No solo es su capacidad de fabular respetando  la Historia dentro de su versión novelada en el sentido más clásico del término lo que nos atrae, sino su hábil modo para regresar a la narración inicial sin que nos percatemos de este juego literario hasta que no hemos concluido la lectura. Sucede un raro dejá vu  que lejos de incomodarnos, nos complace sobremanera, ya que es fácil comprender que en 900 páginas, hasta el más acucioso espectador  puede sentirse extraviado en algún momento de la lectura. El corazón helado no permite semejante pérdida. Si alguna duda nos asalta cuando vamos llegando al final, Almudena Grandes, hace honor a su apellido y nos conduce tierna, discretamente al punto de partida, vuelve a repasarnos su narración, hasta que llegamos satisfechos al punto del desenlace definitivo. Para concluir esta aproximación que espero motive la lectura de tan abarcadora novela, quisiera citar de nuevo a Machado, en estos otros versos que resumen lo que padecí cuando no supe si sentir pena por lo que se ha perdido, o entusiasmo por lo que debemos alcanzar:

Que el mismo albo lino

Que te vista, sea

Tu traje de duelo,

Tu traje de fiesta.

Julio, 2012.

Tomado del blog: www.segundacita.blogspot.com.es

*Una de las narradoras cubanas contemporáneas de obra más significativa. Nació en Ciudad de La Habana en 1961. Se graduó de Medicina en 1985 y desde 1996 pertenece a la UNEAC. Pensó dedicarse por entero a su profesión hasta que un día el duende de la escritura llegara para salvarla de la soledad mientras cumplía misión internacionalista en África. Desde entonces ha publicado tres libros de cuentos y la novela Nadie es profeta. Ha formado parte de varias antologías en Cuba y en el extranjero. En 2004 escribió el catálogo Nani, que formó parte del proyecto Bridge, entre artistas norteamericanos y cubanos.

Sus ficciones refieren el mundo de lo femenino, lo cotidiano, la maternidad y de la cubanía, matizados con la ingeniosa utilización del humor.

Bibliografía

Dolly y otros cuentos africanos, traducida al inglés y publicada en Canadá. Se reeditó en Cuba, en una edición para bibliómanos, que prologó Eliseo Diego (Premio Pinos Nuevos, 1994). Oh vida (Premio Luís Felipe Rodríguez de la UNEAC 1998). La Hija de Darío (Premio Alejo Carpentier 2005). Nadie es profeta, Ediciones Unión (2006). Prologó y seleccionó las Estampas de Eladio Secades 1943-1958.

Notas biogáficas tomada de: www.ecured.cu

Leer más

Del reencuentro de Marx con América Latina. Por: José Ramón Martín Largo*

Nuevo Premio Libertador al pensamiento crítico

El día 2 de julio se hizo público en Caracas el fallo de la séptima edición del Premio Libertador al pensamiento crítico, que fue otorgado al ensayista y pedagogo mexicano Jorge Veraza por su obra Del reencuentro de Marx con América Latina en la época de la degradación civilizatoria mundial. Entre los miembros del jurado figuraban la escritora brasileña Mónica Bruckmann e Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique. En su edición anterior el Premio Libertador fue concedido a los autores españoles Carlos Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero por su obra El orden de El capital (Akal, 2010).

El escritor Jorge Veraza es licenciado de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la que ha cursado estudios de economía y ciencias políticas. Actualmente es profesor de psicología social en la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa. Es autor de obras de gran relevancia en el pensamiento marxista actual como Subvirtiendo a Bataille (1987), introducción crítica al pensamiento del antropólogo francés; La subsunción real del consumo bajo el capital (1994), ensayo en el que se estudia la relación entre El Capital y los Manuscritos económico-filosóficos del joven Marx; Los peligros de comer en el capitalismo (2007), que ofrece un amplio panorama del sistema alimentario actual y de las enfermedades a él asociadas; Economía y política del agua (2007), obra en la que se trata de la privatización del agua y de su uso como mercancía; y de la novela Como aroma de orquídeas (1987), narración de carácter autobiográfico acerca de la cual el propio Veraza ha escrito: “La vida cotidiana del capitalismo es necesariamente trágica. De esta tragedia no podemos liberarnos sino al formar de modo antitrágico nuestra propia vida cotidiana”. Todas sus obras han sido publicadas por la editorial mexicana Ítaca.

Al emitir su fallo, el jurado del Premio Libertador, uno de los más importantes dedicados al ensayo en lengua castellana, afirmó que la obra de Veraza “constituye una contribución original y rigurosa al análisis del capitalismo contemporáneo y a su forma de acumulación, y postula una crítica teórica y una praxis emancipadora planetaria que partiendo de la relectura del marxismo enriquece el instrumental teórico para comprender la realidad caribeña, latinoamericana y mundial”. Según el autor, el libro surgió como texto polémico en respuesta a El desencuentro de Marx con América Latina, obra del argentino José María Aricó, frente a la que Veraza ha querido formular una interpretación de los conceptos de Marx aplicados a la realidad actual en América y el mundo.

El libro es una antología de textos ya conocidos de Veraza y se compone de cuatro partes. En la primera, titulada La historia del capitalismo hasta hoy: como si lo viera Marx, el autor parte de la revolución de 1848 para ilustrar el significado histórico del Manifiesto Comunista, extendiendo su análisis hasta el siglo XX, “el siglo de la hegemonía de Estados Unidos”. Se completa con una de las más interesantes y personales aportaciones de Veraza a la crítica del capitalismo, referida a la subordinación real del consumo bajo el capital. Esta primera parte concluye con cuatro observaciones críticas acerca de la interpretación de la historia en las obras de Giovanni Arrighi, Paul Johnson, Erik Hobsbawm y Toni Negri.

La subsunción real del consumo bajo el capital o el capitalismo contemporáneo es el título de la segunda parte. En ella Veraza explica la génesis estructural del concepto ya enunciado en la sección anterior, centrándose en el papel desempeñado en tal fenómeno por factores económicos, sociales y científicos como el automóvil, la televisión, internet y la biotecnología. Un capítulo aparte está dedicado a la economía y la política del agua, e incluye un repertorio de los argumentos que suelen emplearse para su privatización.

La tercera parte, El Capital, el mercado mundial y la nación, es una guía de lectura de la obra de Marx en el siglo XXI. Veraza consagra esta sección a lo que él llama “la lucha por la nación en la globalización”, elaborando una original definición del nacionalismo frente a la hoy muy de actualidad entre nosotros cesión de la hegemonía nacional. Como alternativa, el autor caracteriza en detalle la forma y el fondo de la idea de nación en el socialismo. El último capítulo es un comentario al prefacio de Engels a El origen de la familia, la propiedad privada y el estado.

La cuarta parte constituye una propuesta de reconstrucción del marxismo en el siglo XXI a la luz de las doctrinas de Hegel y Freud, lo que permite al autor reinterpretar la obra de Marx en el contexto del malestar en la humanidad, reivindicando al joven Marx filósofo autor de los llamados Manuscritos de 1844.

De las más de quinientas páginas que componen la obra cabe destacar por su novedad y su relevancia en el mundo contemporáneo dos temas: el de la subsunción del consumo bajo el capital y el de la conflictiva relación entre el estado nación y la globalización. “Subsunción”, escribe Veraza, “es un término latino que originalmente es sinónimo de sometimiento. Lo que denuncio no es entonces una mera ‘manipulación’ del consumo sino el sojuzgamiento del consumo por parte del capital”. A la subsunción formal y real del trabajo bajo el capitalismo ya se había referido Marx en El capital, empleando dicha palabra en lugar de la más común de “dominación” para ilustrar de manera específica la condición de esclavo bajo ciertas condiciones económicas, una condición que hoy se extiende al individuo en tanto que consumidor pasivo de objetos que se le imponen y que en su mayor parte no necesita. Veraza conforma esta teoría desde cuatro puntos de vista: como alternativa de explicación del capitalismo actual, como crítica a la justificación que de éste da el imperialismo, como intento de recuperar “en continuidad” las ideas de Marx y como descripción epocal de la contracultura y su comportamiento dual respecto del consumo contemporáneo.

Veraza analiza extensamente la irrupción de lo político en el estado nación y el carácter de éste en tiempos de soberanía limitada: “La economización de la sociedad (en particular de la política) abre paso salvajemente a los intereses privados de maximización de la ganancia no sólo en la sociedad civil, sino también en la sociedad política”. Aquí Veraza escoge el ejemplo de México para ilustrar cómo la política se convierte en narcopolítica, o sea, “feliz cumplimiento de una degradación estructural”. Que el caso de México es fácilmente extrapolable queda patente en el siguiente párrafo: “La vida política se encuentra crecientemente dominada por la manipulación mediática al servicio de la clase dominante. (…) La magra modernización alcanzada hoy no ha removido la brutalidad, sólo la ha sofisticado. Subsisten correlativas herencias autoritarias (y) el Estado de derecho no prevalece según la justicia sino que se usa a discreción de los más oscuros intereses de camarilla, que se implementan con toda la fuerza del Estado simplemente porque para la camarilla la justicia coincide con sus intereses”. Y añade: “El sistema capitalista no es nacional, sino internacional, y uno de sus mecanismos autodefensivos consiste precisamente en duplicar la opresión de clase por sobre la explotación del plusvalor mediante la opresión colonialista”. En el debate sobre el sentido de un nacionalismo revolucionario proletario, Veraza escribe que éste “alude fundamentalmente no al Estado, sino al sistema de valores mediante los cuales la clase obrera logra autorreproducirse para que este sujeto social se conserve y se desarrolle. (…) Se trata de contenidos más propios de la sociedad civil que alusivos al Estado o a la propiedad capitalista del territorio y los recursos naturales, pero que llegan a poner en cuestión dicha propiedad si ésta atenta contra la configuración cualitativa de los valores de uso referidos, entre ellos el aire, el agua, etc”.

La obra de Veraza constituye un certero análisis del capitalismo contemporáneo, así como de las propuestas que ofrece hoy un socialismo del siglo XXI dedicado a actualizar el pensamiento de Marx, tarea en la que tiene especial protagonismo Latinoamérica y a la que Veraza viene contribuyendo de manera decisiva desde hace varias décadas. El carácter de antología que posee el libro lo convierte en idóneo para introducirse en el pensamiento integral de este autor, el cual es parte influyente en las actuales transformaciones que experimenta Latinoamérica, continente que hoy atesora una fresca y rigurosa reflexión para una alternativa emancipadora.

Tomado de la publicación: www.larepublicacultural.cu

* Nació en Toledo en 1960. Ha impartido clases de guión cinematográfico en institutos y es autor de guiones para documentales de televisión, entre otros, Piedras del recuerdo, sobre el legado judío, y El taller del Greco. Ha escrito las novelas El momento de la luna (Alfaguara, 1995), El añil (Alfaguara, 1997), La noche y la niebla (Alfaguara, 2000) y Campo de tiro (451 Editores, 2009). Igualmente, es autor de los ensayos La judía de Toledo desde Lope de Vega hasta Franz Grillparzer (Editorial Brand, 2000) y El escritor con la cámara. Max Aub, la novela moderna y el cine (Biblioteca Valenciana, 2003). Sus relatos han sido publicados en distintos medios y en antologías. Es colaborador de la revista Filomusica. Actualmente trabaja en una nueva novela.

Leer más

Cuba. Premio Nacional del Humor 2012

El Premio Nacional del Humor 2012 le fue conferido hoy al destacado actor y creador Osvaldo Doimeadios, en reconocimiento a su relevante trayectoria en las artes escénicas.

Doimedios, aplaudido por el público cubano gracias a personajes como Margot, del show televisivo Sabadazo, expresó que el reconocimiento constituye un lujo por incluirlo en una lista donde figuran primerísimas figuras de la cultura nacional.

La distinción la han merecido en entregas anteriores importantes personalidades como Héctor Zumbado, Faustino Oramas El Guayabero, Juan Padrón, Luis Carbonell, Carlos Ruiz de la Tejera y René de la Nuez, entre otros.

Doimeadios señaló que el galardón además constituye un reconocimiento a su trayectoria en otros géneros de las artes escénicas.

El humor me ha servido para oxigenar el trabajo en otras manifestaciones, es un equipaje que uno carga a todas partes y de alguna manera los personajes que he interpretado en el teatro, la televisión y el cine llevan ese componente lúdico, destacó.

Graduado de la Facultad de Artes Escénicas del Instituto Superior de Arte en 1987, Doimeadios ha desarrollado una importante trayectoria que le ha valido las palmas del público y la crítica especializada..

Su trabajo, solo en el humor en un inicio, le llevó a incursionar en otras manifestaciones de la actuación materializadas en películas como Habana Blues, Operación Fangio y Amor Vertical, por solo mencionar algunas.

En la televisión se pudo disfrutar de su trabajo en el humorístico Sabadazo y el actual Deja que yo te cuente, en los dramatizados Pipepa y Aspirina para dos, y los programas infantiles La Sombrilla Amarilla y El camino de los juglares.

Las tablas han sido testigo de sus actuaciones en las obras Fedra, Ceremonia para actores desesperados y Tartufo, mientras su trabajo en el humor ha sido apreciado en los espectáculos Aquí cualquier@, La divina moneda y Hablando en cubano.

Sobre sus proyectos inmediatos Doimeadios dijo a la AIN que los más inmediato es su trabajo junto al director Carlos Díaz en el montaje de la obra Calígula, de Albert Camus, que será estrenada en septiembre próximo.

Tomado del blog: www.miradasencontradas.wordpress.com

Leer más

Las grandes novelas que las editoriales rechazaron. Por: Rubén Díaz Caviedes

«Pueden impedirte ser un autor publicado, pero nadie puede impedirte ser un escritor». Lo dijo Katherine Neville, una ingeniera y exmodelo de Missouri que recurrió al aforismo después de pasar varios años enviando a editoriales y agentes literarios su manuscrito, un raro thriller entre histórico y esotérico con 64 personajes y una trama que emulaba la táctica del ajedrez. Tras haber esquivado los portazos de todos, probó suerte en 1987 en Ballantine Books, y alguien allí pensó que la novela podría salir al mercado. El ocho eclosionó automáticamente en bestseller en 12 lenguas, requirió decenas de ediciones y vendió millones de ejemplares.

Y no ha sido la única vez que ha ocurrido. Desde el Ulises de James Joyce hasta el Harry Potter de J.K. Rowling –pasando por obras tan reconocibles como Cien años de soledad, El señor de los anillos o La conjura de los necios– son muchos los ejemplos en libros clásicos, superventas editoriales y hasta obras maestras que estuvieron a punto de no ver la luz. La censura y la ceguera editorial, en muchos casos, se confabularon en su contra. En otros, fueron sus propios autores quienes no quisieron publicar.

La odisea del Ulises

Uno de los casos más extremos es quizás el del Ulises del irlandés James Joyce –calificado con frecuencia como el mejor libro del siglo XX–, cuya azarosa publicación tuvo que sortear rechazos tan dispares como el de Virginia y Leonard Woolf, que la consideraron falta de calidad e impublicable, o el de la terrible Sociedad para la Prevención del Vicio de Estados Unidos, que la juzgó corrupta. Incluso cientos de ejemplares de The Little Review, la revista donde Joyce empezó a publicar el Ulises por entregas, fueron denunciados, confiscados y quemados en 1921. Las autoridades antivicio no quisieron, sencillamente, que el Ulises pisara suelo estadounidense.

Por suerte, algunos capítulos de la obra –que en 1920 seguía inconclusa– caen en manos Sylvia Beach, propietaria en París de la legendaria librería Shakespeare & Co. Fue ella quien publicó, en 1922, la primera edición del Ulises. Pese a que Beach recurrió en su distribución a argucias de contrabandismo, como forrar los ejemplares con cubiertas de poemarios de Shakespeare, una cuarta parte de la segunda edición –500 ejemplares– fueron localizados en las oficinas de correos de la aduana estadounidense y quemados inmediatamente. De la tercera edición, que fue enviada íntegramente al Reino Unido, sólo sobrevivió un ejemplar.

Habrá que esperar hasta 1932 para que el libro sea publicado oficialmente en Estados Unidos –aunque circulaba, desde 1929, una versión pirata– y a 1936 en Reino Unido. La primera edición en castellano fue en Buenos Aires en 1946. Al contrario de lo que reza la leyenda popular, el Ulises nunca estuvo prohibido en Irlanda.

La piedra filosofal

Hasta 12 editores creyeron, cuando cayó por sus manos, que el primer manuscrito de Harry Potter y la piedra filosofal no les ofrecía oportunidad de negocio. Después de haber sido rechazado por todos ellos, el agente de J.K. Rowling lo envió a Bloomsbury Publishings –por aquel entonces una pequeña editorial londinense– y su editor jefe, Nigel Newton, no se molestó siquiera en pasar de la primera página. Fue su hija Alice, una niña de ocho años, quien cogió el original despreocupadamente y lo subió a su habitación. «Bajó corriendo un poco más tarde y me dijo que era lo mejor que había leído», confesó Newton años después en una entrevista en The Independent.

Aun así, Newton no tenía demasiada fe en el joven aprendiz de mago, así que se limitó a extenderle a su autora un cheque de 2.500 libras –un mero trámite– y a publicar una escasísima primera edición de 500 ejemplares. Hoy, gracias a Potter, la editorial tiene unos ingresos anuales medios de 100 millones de dólares y sedes en Londres, Nueva York y Sydney. La marca Harry Potter, mientras tanto, se ha valorado en más de 15 billones de dólares y Rowling es hoy la escritora más adinerada del mundo.

Cuestión de moda

Las modas literarias, sin duda uno de los fenómenos que mantiene vivas y con salud a las grandes editoriales, también son uno de sus mayores problemas. Con frecuencia, muchas de las grandes casas de edición se muestran tan obcecadas por subirse al carro del boom vigente que rechazan por sistema cualquier otra historia. Y por supuesto, alguna de esas historias será la que desate el siguiente boom.

Es lo que le ocurrió a la estadounidense Amanda Hocking, autora del superventas El viaje, cuyos originales sobre romances paranormales no llegaron a cruzar siquiera el umbral de editorial alguna. «Llevaba intentando conseguir agente literario desde los 17 años», explica. «No quería seguir haciendo lo mismo una y otra vez, así que me decidí por la autoedición, para ver cómo funcionaba, ya que no tenía nada que perder». Hocking editó sus novelas en soporte digital y las publicó a través de Amazon en 2010. En 2012 lleva recaudados más de dos millones de dólares –la cifra más alta jamás conseguida por un autor a través de internet–, las editoriales ofrecen sumas millonarias por los derechos de su obra y St. Martin Press ha pagado otros dos millones por ficharla en exclusiva.

Superventas, pero póstumas

El tesón, en todo caso, está muy bien como axioma del triunfalismo, pero en la vida real no siempre resulta. Algunos autores de talento no sólo no tuvieron la suerte de ser descubiertos jóvenes, sino que de hecho vieron llegar el día de su muerte sin haber publicado un libro pese a haber llamado a todas las puertas.

Antes de quitarse la vida, John Kennedy Toole recibió la negativa de todas las editoriales a las que envió el manuscrito de La conjura de los necios, una de las cuales llegó a aducir que el libro no trataba de nada en concreto. Años después de su muerte, la madre de Toole encontró el original olvidado en el trastero de su hijo –fechado en 1962– y se empeñó en su publicación. Tras cosechar de nuevo el rechazo de las editoriales, se lo remitió al escritor Walker Percy, que aceptó leerla sólo después de mucha insistencia. En 1980, La conjura de los necios fue publicada y se convertía en un inmediato éxito de ventas. El siguiente año recibió el premio Pulitzer.

El gatopardo, de Lampedusa, o la reciente y célebre trilogía Millenium, de Stieg Larsson, son otros ejemplos de obras póstumas que serían rechazadas por las editoriales. El de Larsson sería un caso particularmente dramático, ya que llegó a fichar por una editorial –gracias a las influencias de un amigo, un prominente editor sueco– pero no a ver su obra publicada. Murió a los cincuenta años, sólo tres días después de entregar el manuscrito del tercer volumen –La reina en el palacio de las corrientes de aire– y pocos días antes del lanzamiento editorial del primero –La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina–.

Cien años de soledad… y de dificultades

Pablo Neruda la llamó «el Quijote de nuestro tiempo» y hasta Mario Vargas Llosa, que con el tiempo se convertiría en el más acérrimo adversario ideológico de Gabriel García Márquez, consagró a Cien años de soledad un ensayo de más de 600 páginas y dijo de ella que es «una de las obras narrativas más importantes en nuestra lengua». Pocos saben, no obstante, que para escribirla, García Márquez y su mujer, Mercedes Barcha, tuvieron que empeñar las joyas de ella, y que además el primer borrador acabó parcialmente arruinado después de que se le cayese de las manos a su mecanógrafa en pleno aguacero.

A veces no hay malos en esta historia, sino mala fortuna. El propio Gabo ha explicado el rosario de vicisitudes que estuvo a punto de dar al traste con Cien años de soledad antes de que viera la luz: «A principios de agosto de 1966, Mercedes y yo fuimos a la oficina de correos de México para enviar a Buenos Aires la versión terminada de Cien años de soledad, un paquete de 590 cuartillas escritas a máquina a doble espacio […]. El empleado del correo puso el paquete en la balanza, hizo sus cálculos mentales y dijo: son 82 pesos. Mercedes contó los billetes y las monedas sueltas que le quedaban en la cartera y se enfrentó a la realidad: sólo tenemos 53». Así que hicieron entonces lo único que podían, aunque tampoco en el remedio les acompañó la suerte: «Abrimos el paquete, lo dividimos en dos partes iguales y mandamos una a Buenos Aires […]. Sólo después caímos en la cuenta de que no habíamos mandado la primera sino la última parte». Por suerte el director literario de Editorial Sudamericana, Paco Porrúa, quedó fascinado por la prosa de García Márquez y le envió el dinero para que le remitiera la primera parte. A los 15 días de publicada, la primera edición de la novela estaba agotada. A cuarenta años de su publicación ha vendido 30 millones de copias y ha sido traducida a más de 40 lenguas.

Catastróficas desdichas

Y por supuesto, no siempre son las editoriales, los agentes literarios o el simple infortunio quienes conspiran contra una obra. En algunas –y sonadas– ocasiones, han sido los propios autores quienes no quisieron publicar su libro, por considerarlo controvertido, menor o simplemente aburrido.

Es lo que le ocurrió a El tercer policía, la obra maestra que Brian O’Nolan escribió en 1940 y difundió entre sus amigos con el pseudónimo de Flann O’Brien. Después de no encontrar editor, O’Nolan cambió de opinión y pensó que El tercer policía era una mala novela. Retiró de circulación todos los ejemplares salvo uno, que le sobrevivió. En 1967, un año después de su muerte, el «incunable» llegó a manos de McGibbon&Kee, que lo publicó de inmediato. Personalidades como Jorge Luis Borges, Anthony Burgess o Harold Bloom acabarían elogiando a O’Brien y poniéndolo entre los mejores autores del siglo XX.

La experiencia es similar a la de J.R.R. Tolkien, seguramente uno de los escritores más inseguros de la moderna literatura. Escribió su primer libro, El hobbit, en 1932 y sólo para sus hijos, pero algunos ejemplares de su pequeña tirada doméstica circularon de mano en mano hasta llegar en 1936 a Susan Dagnall, una empleada editorial que se lo entregaría al presidente de la compañía, Stanley Unwin.

Unwin convenció a Tolkien de publicar El hobbit –que él consideraba demasiado infantil– y le animó a que produjera una secuela, que sería El señor de los anillos. Tolkien tardó diez años en escribirla y estuvo a punto de abortar su publicación en varias ocasiones. Y cuando por fin quiso publicar una obra motu propio, el inglés presentó a las editoriales el Quenta Silmarillion, que éstas rechazarían por su densidad, lo que acabó de arruinar la propia –y poca– confianza que Tolkien tenía en su obra. Sólo después de su muerte, su hijo Christopher Tolkien publicaría las restantes obras del considerado gran maestro de la fantasía, entre las que están el propio Silmarillion, Roverandom y los Cuentos Inconclusos.

Un compatriota suyo, E.M. Forster, escribió Maurice para guardar seguidamente el manuscrito en un cajón durante casi sesenta años. De ella dijo, en una nota en el original, que era «publicable, pero ¿merece la pena?». Una pregunta retórica que se entiende al contrastar la historia contada en Maurice –la de un triángulo amoroso entre hombres, que además son de distinta extracción social– con la temprana fecha de 1913, en que fue escrita. Forster no quiso que su familia y amigos dedujeran de ella su propia homosexualidad en vida, por lo que la novela se publicó en 1971, después de morir, y se convirtió de la noche a la mañana en el gran clásico de la literatura de temática gay.

Tomado de El Confidencial

Leer más

«Quino» y los 80: Como el desconcierto de un arquero

El humorista gráfico argentino “Quino”, festeja hoy en su Mendoza natal 80 años de vida, que “han transcurrido sin saber cómo”

Buenos Aires, 17 jul (PL) Considerado el más universal de los humoristas gráficos argentinos, Joaquín Salvador Lavado, “Quino”, festeja hoy en su Mendoza natal 80 años de vida, aún cuando en los registros oficiales conste como nacido un mes después. Las ocho décadas, reconoce el creador de la célebre Mafalda, han transcurrido sin saber cómo. Es ―comparó en entrevista con el diario Clarín― “como un arquero que no sabe por dónde entró la pelota”.

No pasan los años, se te quedan en el cuerpo; y eso es lo grave, porque uno va sintiendo el peso y las limitaciones físicas, admitió el autor de otros muchos personajes y a quien “un glaucoma muy perverso” y numerosas operaciones de la vista le impiden hoy seguir dibujando.

“Por lo único que la edad no te resulta una porquería es porque vas entendiendo mejor la música que escuchas desde toda la vida. No es lo mismo escuchar a Beethoven ahora que a los 40 o los 20. Le vas descubriendo cosas que antes no se las descubrían”, manifestó.

“De hecho ―comentó alguna vez―, a The Beatles los oigo más por nostalgia, de la alegría de aquella época que es irrepetible ―como hacer Mafalda―, que por inspiración. Además, me encanta la música y no puedo trabajar oyéndola. Tampoco puedo comer con música porque o la oigo, o como”.

Hijo de inmigrantes andaluces, según precisa su sitio web, “Quino” descubrió su vocación desde la temprana edad de tres años al acercarse al quehacer de su tío Joaquín Tejón, un pintor y dibujante publicitario.

En 1945 termina la enseñanza primaria y decide inscribirse en la Escuela de Bellas Artes de Mendoza y cinco años más tarde logra vender su primera historieta; aunque no es hasta 1957 cuando alcanza uno de sus objetivos como dibujante: publicar regularmente en Rico Tipo, Dr. Merengue y Tía Vicenta.

Su primer libro, Mundo Quino, una recopilación de dibujos de humor gráfico mudo, aparece en 1963 y al año siguiente, el 29 de septiembre de 1964, hace su primera aparición pública el más célebre de sus personajes: Mafalda.

“Mafalda fue una etapa, pero toda mi otra producción son 50 años. Para mí, cualquier ‘monito’ me gusta tanto como ella”, aclaró “Quino” y recordó que en una ocasión le preguntaron si no pensaba en resucitarla.

“Resucitarla significaría que está muerta, cuando nadie duda que está bien viva, afortunadamente”, respondió entonces quien representa, al decir de la agencia de especialistas aquí, uno de los últimos exponentes de un humor en extinción, el humanista y no contaminado por la sátira política del momento.

Tomado de la publicación: www.laventana.casa.cult.cu

Leer más

Premio de Posproducción del ALBA Cultural Nuestra América Primera Copia

El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y el ALBA Cultural han creado el Premio de Posproducción del ALBA Cultural Nuestra América Primera Copia, auspiciado por el ALBA y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), con el objetivo de contribuir a la finalización de obras audiovisuales realizadas en Latinoamérica y el Caribe que requieran recursos financieros o técnicos en la etapa de posproducción.

Este Premio será convocado anualmente en el marco del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Los proyectos inscritos serán evaluados por un Comité de Selección, el que determinará los proyectos finalistas que optarán por el premio.

El premio será otorgado por un Jurado Internacional integrado por personalidades de reconocido prestigio en el medio artístico y la industria audiovisual, que luego de visionar las películas y examinar la situación de cada uno de los proyectos, seleccionará aquellas obras que serán beneficiarias del mismo. Este consistirá en un apoyo en recursos financieros o en prestación de servicios, de forma que aquellas puedan ser efectivamente terminadas y presentadas al público. Se otorgarán tantas ayudas como sea posible para ser ejecutadas en procesos de posproducción, conjugando las necesidades de cada película y la disponibilidad del fondo que nutre el premio, de forma que las obras puedan ser efectivamente concluidas. De igual manera, se invitará a participar en este premio y a colaborar en la aportación de procesos y apoyos industriales dentro del mismo, a instituciones de reconocido prestigio en la industria y el entorno audiovisual.

Las películas premiadas asumirán los siguientes compromisos:
1. Suscribir un acuerdo con los patrocinadores del premio, donde se establezcan los plazos, formas y condiciones de ejecución de la ayuda otorgada. En todo caso, el plazo máximo para la finalización de los procesos de postproducción comprendidos dentro del premio no deberá exceder los 18 meses posteriores a la concesión del mismo.

2. Incluir en los créditos iniciales del filme la siguiente mención: “Esta película ha sido concluida con el auspicio del Premio de Posproducción del ALBA Cultural Nuestra América Primera Copia, del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, 2012”. Asimismo, deberá incluir en los créditos iniciales el correspondiente al Banco del ALBA, mediante texto y diseño que serán suministrados oportunamente.

3. Una vez finalizadas, las películas acreedoras del premio se programarán en alguna de las secciones que integran el programa del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

Tomado de: www.cinelatinoamericano.org

Leer más

(VIDEO) Cantar en la Cuba de hoy. Por: Mónica Rivero*

EL próximo septiembre se cumplirán dos años de una presentación del trovador Silvio Rodríguez en el barrio La Corbata, una comunidad periférica de la capital aquejada de complejas problemáticas sociales. Fue el paso que inició la Gira por los barrios, que ha llevado a Silvio y sus invitados a la puerta de quienes viven en más de 30 lugares de los más humildes del país.

Con este pretexto, y en ocasión del aniversario 40 del nacimiento del Movimiento de la Nueva Trova, convidamos al artista a ofrecer su visión sobre qué ha sido de la canción trovadoresca y de su propia obra, entretejida siempre con la realidad cubana.

La Nueva Trova se ha descrito como un movimiento, un lenguaje, una manera de ver la vida, una postura política en el sentido amplio de la palabra. ¿Qué fue en lo relativo a una cultura revolucionaria, o una manera revolucionaria de entender la cultura, particularmente la artística?

No me corresponde hablar por todos los que fuimos parte de aquella Nueva Trova. Pero puedo decir que a mí me marcaron la Campaña de Alfabetización y la creación de la Editora Nacional, el peso de estos dos hechos en la vida cubana. Por el proyecto de educación masiva que se llevaba a cabo, consideré que no se podía seguir cantando igual, que el país adquiría una instrucción creciente y que la canción debía corresponder al reto. Esa fue la filosofía básica que me guió, al menos en mis comienzos.

“Por otra parte, se ha dicho que la Nueva Trova tuvo de continuidad y también de ruptura. Lo innovador, la propuesta, suele identificarse con lo revolucionario. Pero en la Nueva Trova esto podría abarcar, además de una posible renovación musical y literaria, algunas maneras de hacer -y puede que hasta de ser- eso que se suele llamar “lo cubano”. La ética del trabajador de la cultura fue parte de las motivaciones de mi generación, porque nos tocó emerger en medio de un proceso revolucionario que aspiraba a una humanidad plena. Eso nos llevó a un cuestionamiento de nosotros mismos, como personas, además de como artistas.

“A nivel participante, ser de aquel grupo fue, sobre todo, una gran experiencia humana; y claro que también cultural, entendiendo la cultura como ese todo vivo, diverso y complejo que, si bien es consecuencia, a veces también puede ser incidencia”.

¿Qué actualidad consideras que tienen el discurso y el espíritu de la Nueva Trova en la sociedad cubana?

La Nueva Trova, como cada etapa de la trova cubana, surgió porque personas que tuvieron la vocación de hacer canciones se fueron encontrando. El espíritu generacional, como siempre, tuvo mucho que ver con los tiempos que se vivían. En nuestro caso éramos un país en revolución, en rebeldía, y eso despertaba el compromiso social, la conciencia de lo que era el mundo y las aspiraciones de mejorarlo. Por esto la Nueva Trova apareció cantándole con mucha naturalidad a su tiempo.

“Al principio, algunos no entendieron nuestra franqueza juvenil. No solo políticamente, aunque también. Nuestra libertad formal bastaba para provocar rechazo, porque por entonces se decía que una canción debía tener 32 compases. Completaba el “escándalo” que planteáramos asuntos que nunca se habían cantado. Y mucho más que opináramos sobre una realidad que solo era cuestionada por los más altos dirigentes. Por estos y otros desenfados, aquel grupo inicial llegó a ser calificado de conflictivo.

“Por suerte mentes abiertas (Haydée Santamaría, Alfredo Guevara y otros) nos dieron la oportunidad de continuar trabajando, de estudiar, y con ello de mostrar lo que valíamos.

“Por nuestra parte, en vez de acatar las prohibiciones, empezamos a presentarnos dondequiera que nos escucharan. Desde el inicio habíamos tenido buena recepción entre la gente, los estudiantes y algunos intelectuales. Lo normal era que cada día cantáramos en muchos lugares y así fuimos realizando un extenso trabajo de base. El trabajo con el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC y la difusión de nuestra música a través del cine nos acabó de sacar de la oscuridad. Gracias a colegas latinoamericanos nuestras canciones llegaron a otros países, donde, por supuesto, fueron recibidas como voces de la Revolución.

“Ante esto el establishment cultural -que poco antes nos había pedido la cabeza- se reconcilió con nosotros y empezó a difundirnos. Tanto fue así, que se llegó a decir que “primero estuvimos prohibidos y después fuimos obligatorios”. Pero ni aquello empañó nuestras canciones. Por eso puede decirse que la Nueva Trova pasó por la prueba suprema, que no es la del estigma, sino la de la oficialización.

“Tampoco es una hazaña excepcional. En muchos tiempos y lugares lo que una vez sufrió marginación después fue aceptado. Pasó con la contradanza, con el tango, con el blues y con otros estilos musicales. Falsos milagros que en realidad fueron logros artísticos.

“Creo que muchas canciones de las que hicimos tienen vigencia. Aunque he dicho que hubiera preferido que, al menos algunas de las mías, envejecieran como señal de que la realidad las superaba. Haber cantado con cierta puntería tampoco parece bastar, al menos según ciertos patrones. Los nuevos tiempos también necesitan nuevas voces, nuevos protagonistas.

“Ahora mismo parece estarse gestando en Cuba algo prometedor. Está en el aire, para los que lo perciben, y está siendo traducido en canciones, en arte que, aunque parece nuevo, tiene antecedentes”.

El público espera de Silvio Rodríguez música y poesía, por supuesto, pero también criterios, puntos de vista. ¿Te concibes como un consejero que se maneja desde la experiencia, o como alguien que comparte inquietudes y plantea interrogantes?

Creo que por fortuna, me atreví a ir más allá de lo que esperaban de mí algunos públicos. Tampoco me esclavicé a los significados que connotaran o no mi forma de actuar.

“Me considero la consecuencia de una trayectoria en algunos sentidos exploratoria. Esto me deparó sorpresas, cuando no misterios. Sin embargo, nunca he sido desatento. Prestar atención hacia dentro y hacia afuera es fundamental para el que canta y cuenta cosas. Atentamente fui construyendo mi función. Y creo que esa vigilia es algo innato en mí, porque la tenía antes de elegir oficio. Es el imán que me hizo alfabetizador, y después pescador de alta mar e internacionalista, no por creer que tenía algo que enseñar, sino por las ganas que siempre he tenido de aprender”.

Has dicho que siempre te han acompañado “responsabilidad y compromiso”. ¿Con qué ánimo asumes esas compañías en la actualidad? ¿Qué es ser responsable y comprometido en Cuba hoy?

En mi caso, eso se pudiera traducir en seguir intentando canciones y acciones que valgan la pena.

¿Cómo discernir entre la coherencia consecuente con los principios y la rigidez o la petrificación?

Por el dolor. Pero eso supongo que lo experimenta cada cual “según su capacidad”, como decían los clásicos que debía ser el aporte del individuo al socialismo.

Se dice que la obra es independiente del artista, que es autónoma en su destino. Aun así, ¿qué trascendencia deseas para la tuya?

Algunos libros -palpables y virtuales- dicen que lo que canto ha trascendido “a pesar de sus ideas políticas”… Sinceramente, a mí me suena raro… En cualquier caso siempre puede pasar que alguna canción quede. Si así fuera, ojalá no la cambien… Solo muy al principio, influido por el romanticismo, tuve unos leves sueños de posteridad. Pero enseguida comprendí que solo se trataba de amor por un oficio.

Evocando al Che, en un texto te preguntas: “¿Qué diría el argentino de todo esto?”. Traigamos la pregunta a estos días: ¿Cómo se evaluaría desde la aspiración inicial de la Revolución lo que ha resultado o está resultando ser este país?

Creo que la idea primigenia de la Revolución es el afán de justicia social. Así que “el argentino” posiblemente hubiera hecho un análisis crudo de nuestra realidad y estuviera impulsando cambios, como trata de hacerlo nuestro Presidente que también es uno de los fundadores de la Revolución.

Por eso ahora se está pidiendo, desde el socialismo, otra mentalidad, una evolución que deje atrás conceptos obsoletos y prácticas erróneas. Ante esta autocrítica que, creo yo, se la está haciendo lo mejor del Gobierno (actitud muy guevariana por cierto), me crecen ganas de ayudar.

“En 1989 realicé una gira que llamé Por la Patria, que empecé en la cima del Turquino y llevé por todo el país con Afrocuba; hacía algunos años que la venía concibiendo. Y es que en los 80 se veían acercar sucesos que nos afectarían. Sin embargo, por entonces Cuba no estaba tan deprimida como ahora. Por eso esta Gira por los barrios me parece que no tiene fin; es la gira interminable. Acaso acabaría si regresara a La Corbata, que fue por donde la empecé, y viera que las condiciones de vida han mejorado. Quisiera tener esperanzas fundadas para pensar así, aunque la esencia de algunos de nuestros problemas yace bajo mucha basura acumulada.

“Esa basura traspasa el mal funcionamiento y llega a la indolencia. Y la indolencia es un profundo problema humano. Si la generosidad del socialismo (aun con sus errores) no ha podido con ella, cómo sería con las políticas liberales y su culto a los ricos. No es necesario defender una ideología, basta con ver el mundo”.

Nota: La presente entrevista es parte del libro Por todo espacio, por este tiempo. Con Silvio Rodríguez en barrios de La Habana, de próxima publicación.

Tomado del blog: www.aucaencayohueso.wordpress.com

* La Habana, 1989. Estudiante de Periodismo de la Universidad de La Habana. Cursa el 4to año de la especialidad y colabora con Cubadebate.

Leer más

A propósito de los principales cambios en la industria audiovisual por influencia de las nuevas tecnologías. Por: Rosa Sophía Rodríguez *

En 1987 Bill Warner, graduado de la prestigiosa MIT1, fundó Avid después de descubrir un modo de traducir en tiempo real, las señales analógicas de la cinta de video en señales digitales, dando origen a la edición no lineal por la que es posible manipular archivos audiovisuales contenidos en discos duros, de manera aleatoria, inmediata y sin pérdida de calidad2. Desde los tempranos setenta, los cineastas y técnicos exploraron diversas modalidades de automatización de los procesos de montaje y armado de pistas, procesos de características artesanales que requerían del uso de ruda maquinaria y prácticas repetitivas poco mutables desde los años treinta. El oscarizado montador Walter Murch fue testigo de cómo en 1968 George Lucas y Francis F. Coppola intentaron implementar un incipiente sistema CMX3 para la edición de El Padrino I, pero las posibilidades de almacenamiento del material rodado eran escasas, por lo que la edición se realizó en la tradicional moviola. Después de impulsar el desarrollo de un sistema lineal que acoplaba tomas de video según el código de tiempo y utilizado en Apocalipsis Now, llegaron la digitalización y la edición digital4. En general, la industria ha aprovechado los beneficios de las nuevas tecnologías en disminución de coste, de horas de trabajo y de portabilidad en las áreas de montaje y sonido, y desde hace algunos años en fotografía, gracias a los nuevos formatos de cine digital5. Desde el momento en el que los productos culturales o textos6 son transformados por un proceso de digitalización en un conjunto ordenado de bits, trocándose en inmateriales, los límites físicos establecidos por la contundencia de los repositorios analógicos desaparecen, generando nuevas dinámicas y forzando a un reajuste del equilibrio entre los diferentes actores del sector audiovisual y los usuarios. A pesar de este cambio radical, el verdadero punto de inflexión que hace del proceso de digitalización un hecho revolucionario se da por la conjunción de dos circunstancias: la “incursión de la digitalización en el ámbito doméstico”, en especial la popularización de los ordenadores personales y consolas en los hogares, que se inicia en los ochenta7 y en la última década; el sustancial incremento de la velocidad de los procesadores, de la capacidad de almacenamiento y del ancho de banda, necesarios para digitalizar archivos complejos8.
Para los grandes grupos de comunicaciones, la digitalización de los contenidos es un desafío que pone en duda sus propias estrategias de distribución y comercialización, y ante el riesgo de perder hegemonía, promueven el establecimiento de requisitos técnicos y normas legales que refuercen sus estrategias globales de producción y marketing multiplataforma; acciones que en conjunto retarden y entorpezcan el acceso de nuevos actores de la producción independiente, emergente y minoritaria a los espacios más rentables del ecosistema audiovisual9. Al mismo tiempo la digitalización es una oportunidad para el desarrollo de cinematografías débiles, ya que permite una disminución de costes en cadenas productivas-que evolucionan hacia un entorno completamente digital-debilitando las anacrónicas barreras de entrada de nuevos competidores a los mercados. Destacan las iniciativas de exploración tecnológica en formatos de exhibición digital desarrolladas al margen de las grandes corporaciones, como Guarango10 en Perú, que con un procedimiento patentado por la misma empresa, logra reducir los costes de transferencia de películas nacionales rodadas en digital a DCP (Digital Cinema Package), sistema que facilitaría la distribución y exhibición de títulos nacionales en las salas comerciales dotadas digitalmente para la exhibición en 3D11; como la película “El último guerrero chanka12”, representante de un cine vernáculo (Regional) que como el nuevo cine nigeriano o Nollywood son consecuencia del acceso mayoritario de los creadores a equipos digitales de bajo coste para la producción13. La digitalización de las redes también genera una coyuntura que facilita la adopción de mecanismos de autodistribución ya que los creadores/productores pueden entrar en contacto directo con los consumidores, eludiendo a los tradicionales intermediarios, en especial a las poderosas corporaciones multimediáticas. Destacamos las estrategias de comercialización de los productores de documentales desde páginas web que funcionan como tiendas on-line (Made in L.A. de Almudena Carracedo14) o que sirven de amplificadores de las rutas de exhibición de la película en festivales y circuitos no masivos (Faster)15. Peter Broderick, ideólogo y promotor de la Geografía del Nuevo Mundo de la Distribución, resume esta tendencia como una suma de nuevas prácticas que acentúan el control de la obra por parte del director, privilegian un enfoque híbrido en las estrategias de comercialización y de estreno y definen cualitativamente a sus públicos antes que como mera audiencia16. Dichas estrategias permitirían que las PYMES audiovisuales puedan amortizar en el tiempo los costes de la obra, sin hacer desproporcionados desembolsos en marketing y enfilando los esfuerzos a los nichos de mercado más favorables en la lógica de una economía de “cola larga”, tal como explica Gerry McGovern: “… los productos y servicios con un target muy definido pueden ser tan económicamente atractivos como los de consumo popular”17. Está claro que la madurez de la infraestructura de redes digitales, potencia a Internet como un nuevo canal de distribución redefiniendo tradicionales prácticas empresariales, pero al mismo tiempo, crea un entorno que pone en manos del usuario el poder de manipular archivos, transportarlos de manera casi instantánea, almacenarlos y compartirlos virtualmente con otros usuarios; poder que hace dos décadas sólo era detentado por las instituciones mediáticas tradicionales. El reconocimiento social de dichas prácticas es el giro que define el escenario actual y para el que, desde la perspectiva de mercado, es imperativo reinterpretar los rasgos distintivos de un consumidor que al mismo tiempo puede ser productor de contenidos, interactuar con éstos, hacer públicas determinadas prácticas o protocolos en las redes sociales y que como colofón podría emitir un discurso personal sobre los productos, servicios y las mismas prácticas empresariales desde la blogósfera u otros espacios de opinión.
La evolución de un público masivo-pasivo hacia un consumidor proactivo18 da origen a “nuevas identidades híbridas entre el consumo y la producción19” cuya expresión más desarrollada es la de un superusuario (“ciberciudadano consumidor intensivo de medios y experto usuario de tecnología”20). Este es uno de los principales factores que pone en riesgo el status quo de las instituciones mediáticas tradicionalmente asentadas, ya que se niegan a introducir en sus estrategias nuevas relaciones con la otrora audiencia. Dicha cultura participativa se manifiesta en el activismo de denuncia de los videos del portal Witness21 o los reportajes ciudadanos difundidos en la sección Observers22 de France24; en la participación de películas colaborativas como Life in a day23 por la que miles de personas subieron a YouTube videos de sus vidas durante el mismo día; en la apropiación, reelaboración e intercambio de contenidos “propietarios” que se funden en la película de fans Star Wars Uncut24. En este sentido, la intervención del usuario no tendría que ser considerada como “piratería”, tampoco se puede hablar de plagio sino de reciclaje, reinterpretación, reutilización y recreación de textos en la tradición de Godard25, Martin Patino26 y Norman Mac Laren27. A diferencia de la rigidez de los medios de comunicación tradicionales28 estas nuevas identidades sí han sido rentabilizadas por los publicistas con campañas participativas como el concurso Lola de Coca Cola29 o Pepsi da la cara30. También por medios innovadores, productores independientes y creadores que experimentan con las formas narrativas transmedia31, como Gone Gytmo32, documental realizado en Second Life, INSITU33, documental web interactivo de la cadena Arte o la película web de acceso aleatorio Meanwhile34.
Como hemos visto, los procesos de digitalización amplifican el potencial democratizador de los nuevos medios pero la tendencia a la concentración de las corporaciones multimedia durante la década de los noventa, acentuada por la desregulación progresiva y agresivos procesos privatizadores, sigue siendo la estrategia preferente seguida por las grandes empresas de comunicaciones, en especial, las estadounidenses; una combinación de capitales, política y lobbys que repercute finalmente en la normativa internacional y plantea desafíos legales como la pertinencia del concepto tradicional del copyright y la urgente redefinición de Internet como un espacio público: Si Internet partió de una iniciativa promovida y financiada por el gobierno estadounidense con el fin de potenciar el desarrollo científico (ARPANET), el derrotero comercial que ha convertido a la Red en un “commodity” de servicios centrado en el uso de información para potenciar otros intercambios comerciales35, no debería embozar su naturaleza de servicio público, en el sentido que le da J.M. Barbero a lo público, dimensión demarcada por “la reconstitución de los medios y las imágenes en espacio de reconocimiento social”, por las “nuevas formas de existencia y ejercicio de la ciudadanía” y al mismo tiempo, por el oportuno debate sobre la “reconstrucción conceptual de lo público”36.
En 1997, El presidente Bill Clinton propuso la creación de una «zona de libre comercio» en Internet, asunto que sería trabajado con la OMC37. Desde entonces, asume la circulación de mercancías a través de medios electrónicos como una “nueva esfera del comercio” siendo uno de sus ejemplos más evidentes la producción, publicidad, venta y distribución de videos a través de las redes de telecomunicaciones38. En la Declaración de Doha de 2001 la OMC ratificó la práctica de no imponer derechos de aduana a las transmisiones electrónicas, (compromiso asumido por los miembros en 1998) y estipula trabajar en las implicancias fiscales del comercio electrónico; la relación entre éste y las formas tradicionales de comercio, “la imposición de derechos de aduana a las transmisiones electrónicas, competencia…”39 entre otros temas que siguen en discusión. Si el comercio electrónico replicara las condiciones de los mercados audiovisuales actuales, considerando que las políticas cinematográficas de fomento se establecen incidiendo en los mercados geográficos (cuotas de pantalla, aranceles aduaneros, etc.), la inmaterialidad de las obras digitalizadas que circulan por Internet haría muy difícil el control de dicho comercio, quedando éstos mercados virtuales audiovisuales a merced de los agentes más poderosos, repercutiendo negativamente en las posibilidades de crecimiento de cinematografías y productores independientes. Asimismo, las películas, como productos culturales digitalizados en la red, quedarían subsumidos en la falsamente neutra nomenclatura de “productos digitales40” utilizada en los capítulos de comercio electrónico de los acuerdos de libre comercio, eliminando así cualquier alusión a excepciones o reservas culturales41. Desde la perspectiva del usuario, la anunciada Ley SOPA42 restringiría el uso por particulares de contenido con copyright ya que dicha ley tendría la facultad de bloquear cualquier sitio que haga uso de estos archivos, así se trate de redes sociales.
Si lo público se funda en el punto de encuentro del interés común, el espacio ciudadano y la ratificación de ciertas ideas y valores43, es urgente debatir y establecer las premisas de un nuevo contrato social entre el estado, la empresa y el ciudadano sobre temas como la propiedad intelectual, y los usos y la circulación de bienes y servicios culturales en Internet, para que la digitalización de las obras audiovisuales despliegue todo su potencial democratizador en el mercado global.

1Massachussets Institute of Technology. En: http://web.mit.edu/

2AVID Corporate. Perfil corporativo. En: http://www.avid.com/ES/about-avid/corporate-profile
3CMX: Formato de compresión de archivos.
4MURCH, Walter. En el momento del parpadeo. Editorial Ocho y Medio. Colección Farenheit 451. Madrid, 2003. Pag. 41
5Cámaras Red One, Alexa de Arriflex, Cannon, Sony Alta, JVC 4K, etc.
6En el sentido que Marshall les da en su modelo de matriz intertextual. En ROIG, Toni. “Las industrias audiovisuales y los nuevos medios”. En: J. Duran; Lydia Sánchez. Industrias de la comunicación audiovisual. Barcelona: UB, 2008. Pag. 59.
7ROIG, Toni. Idem. Pag. 52
8MONACO, J. How to read a film (“From Analog to Digital”). Oxford University Press. 2009. “it’s only a question of storage capacity, processor speed, and communication bandwidth…”.Pag. 585
9ALVAREZ, J. M.“Cine: riesgos y oportunidades se equilibran ante el cambio”. En: E.Bustamante. Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación. Editorial Gedisa, SA. Barcelona. 2003. Pag. 89
10Guarango, cine y video. En: http://guarango.org/servicios.html
11“Si yo filmo en digital y quiero llegar a las salas de cine (…) tendría que haber hecho un transfer a 35 mm, eso significa 30 mil dolares. Y luego si quería estrenar en 4 salas como lo vamos a hacer ahora, hubiera tenido que pagar cuatro copias en 35 mm; estamos hablando de una inversión de 36 mil dólares. Nosotros hemos invertido 8 mil dólares, que es  básicamente tiempo invertdo en investigacion y desarrollo…” Entrevista al director peruano Ernesto Cabellos en “El placer de los ojos”, emitido por TVPerú, Lima-Perú. Min. 6:10. En: http://www.youtube.com/watch?v=OhDrHigjPto&feature=fvsr
12Estreno: «El Último Guerrero Chanka» en Lima / 11 de agosto. En Retablo Ayacuchano: http://retabloayacuchano.blogspot.com/2011/04/estreno-el-ultimo-guerrero-chanka-en.html. Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=PmYLhFyB8yQ
13“…las películas se ruedan cámara digital en mano, se venden en los mercadillos y se consumen en casa, en formato de DVD o de vcd disks”. PUNZANO, Israel. “¡Esto es… Nollywood!. La cinematografía nigeriana es la tercera del mundo en número de filmes”.El País 9 de mayo de 2008. En: http://www.elpais.com/articulo/cine/Nollywood/elpepuculcin/20080509elpepicin_8/Tes
14Documental Made in L.A. En: http://www.madeinla.com
15Documental Faster. En: http://fastermovie.com/events.html
16BRODERICK, Peter. Welcome to the New World of the Distribution. Revista IndieWIRE, 15 de septiembre de 2008. En: http://www.indiewire.com/article/first_person_peter_broderick_welcome_to_the_new_world_of_distribution_part1
17McGovern, Gerry. La teoría de la Larga Cola . EL País, Madrid, España. 28/02/2006. En: http://www.gerrymcgovern.com/
18Viewsers,  fusión de “viewer” y “user (espectador+usuario); prosumer, de “producer” y “consumer” (productor+consumer); produser, de “producer” y “user” (productor+usuario). ROIG, Toni. Idem. Pag. 65
19ROIG, Toni. Idem. Pag. 44
20DÍAZ ARIAS, Rafael. De la televisión clásica al videoblog I Congreso Int. Blogs y Periodismo en la Red – UCM – Madrid, 26 y 27 abril 2006. Pag. 28
21Cameras Everywhere Leadership Initiative. En Witness: http://witness.org/es/cameras-everywhere
22France24. Observers. En: http://observers.france24.com/
23Canal YouTube Life in a day. En:http://www.youtube.com/lifeinaday
24Web Star Wars Uncut. En: http://www.starwarsuncut.com/
25Trailer de la película La China (1967).  de J.L. Godard. En:http://www.youtube.com/watch?v=IfuFjA2NOx0&feature=related
26Canciones para después de una guerra (1971) de B.M. Patino. En: http://www.youtube.com/watch?v=lpPf6YH97-A&feature=related
27Puntos de Norman Mac Laren (1940) : http://www.youtube.com/watch?v=SK6gPI9woTM&feature=related
28Concepto multidisciplinario de Medio: Lisa Gitelman “estructuras socialmente realizadas de comunicación, donde las estructuras incluyen a la vez formas tecnológicas como sus protocolos asociados y donde la comunicación es una práctica cultural”. ROIG, Toni. Idem. Pag. 53
29Campaña Lola de Coca Cola. Sube tu versión de la canción Lola de Los Kinks. En: http://www.youtube.com/watch?v=nfu3XwOlAl8
30Pepsi da la cara, spot del concurso, que invita a los consumidores a subir sus fotografías; la ganadora sería imagen de las latas.
En: http://www.dalealplay.com/informaciondecontenido.php?con=87090
31“… técnica de contar historias a través de múltiples plataformas y formatos utilizando las actuales tecnologías digitales”. Transmedia storytelling. En: http://en.wikipedia.org/wiki/Transmedia_storytelling
32Blog Gone Gitmo. En: http://gonegitmo.blogspot.com/. El usuario puede escoger la “tortura diaria” de su avatar.
33Insitu. En Canal Arte http://insitu.arte.tv/en/#/home
34Meanwhile. En: http://insitu.arte.tv/en/#/home
35Brief History of the Internet. En Internet Society: http://www.internetsociety.org/internet/internet-51/history-internet/brief-history-internet
36MARTÍN BARBERO, Jesús. Claves de debate: Televisión pública, televisión cultural: Entre la renovación y la invención. En el libro “Televisión pública: del consumidor al ciudadano”. FES /Promefes, Convenio Andrés Bello. Bogotá, 2001
37EVANS, Robert. La propuesta de Clinton sobre el libre comercio en Internet beneficiaría sobre todo a EEUU, según los expertos. 2 de julio de 1997. En Navegante. El Mundo: http://www.elmundo.es/navegante/97/julio/02/jlibrecomercio.html
38ENTENDER LA OMC: Cuestiones transversales y cuestiones nuevas: Comercio electrónico. En: http://www.wto.org/spanish/thewto_s/whatis_s/tif_s/bey4_s.htm
39COMERCIO ELECTRÓNICO: NOTA INFORMATIVA. Se sigue trabajando en cuestiones deben ser aclaradas. En: http://www.wto.org/spanish/tratop_s/ecom_s/ecom_briefnote_s.htm
http://www.wto.org/spanish/tratop_s/ecom_s/mindec1_s.htm
40Capítulo de COMERCIO ELECTRÓNICO del TLC de Perú, México, Chile y Costa Rica con EEUU se dice que «ninguna Parte otorgará un trato menos favorable a algunos productos digitales que el otorgado a otros productos digitales similares” y se subraya que el trato a dichos productos y sus autores no podrá ser menos favorable que el que se otorga a los mismos de un país “no Parte”. Un producto digital se define dentro del mismo tratado como “…programas de cómputo, texto, video, imágenes, grabaciones de sonido y otros productos que estén codificados digitalmente independientemente de si están fijos en un medio portador o sean transmitidos Electrónicamente”.
Perú: http://www.acuerdoscomerciales.gob.pe/images/stories/eeuu/espanol/Comercio_Electronico.pdf Chile: http://www.sice.oas.org/Trade/CHL_COL_FTA/12%20Cap%C3%ADtulo.pdf;
México: http://www.economia.gob.mx/files/XV_%20Comercio%20Electr%C3%B3nico.pdf;
Costa Rica: http://www.iadb.org/intal/aplicaciones/uploads/instrumentos/Cafta14.pdf;
41Se reconoce “la índole específica de las actividades y los bienes y servicios culturales en su calidad de portadores de identidad, valores y significado”. CONVENCIÓN SOBRE LA PROTECCIÓN Y PROMOCIÓN DE LA DIVERSIDAD DE LAS EXPRESIONES CULTURALES (CPPDEC) del 2005. I. Objetivos y principios rectores. Artículo 1- Objetivos-g)
42MONTEZUMA Panez, Oscar. La SOPA que definiría el futuro de Internet. En Blawyer, 18 de noviembre de 2011: http://www.blawyer.org/2011/11/18/la-sopa-que-definiria-el-futuro-de-internet
43MARTÍN BARBERO, Jesús. Idem. 2001

Tomado de la web: www.cinelatinoamericano.org

*Se desempeña en la Unidad Técnica del programa IBERMEDIA.  Licenciada en Comunicación en la Universidad de Lima y Especialista en Montaje graduada en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV).  Es Coordinadora de la Diplomatura de Montaje del Instituto del Cine de Madrid, NIC;  Coordinadora de la Red  Cinema Perú compuesta por más de 1700 profesionales del audiovisual de América Latina y otras regiones.  Integrante  de Cineastas en Red (Portal del Cine y el Audiovisual Latinoamericano y Caribeño), miembro del Consejo Superior de la FNCL.

Leer más

Crítica y ciudadanía. Por: Zaida Capote Cruz*

Centro Dulce María Loynaz (La Habana, Cuba)

Cuando Basilia Papastamatíu me invitó a integrar este panel sobre el “Estado de la crítica literaria actual en Cuba” acepté sin pensarlo mucho. Además del interés que suele despertar el tema, me gustaba la idea de compartir con ustedes el anuncio de la próxima publicación del primer tomo de un Diccionario de obras cubanas de ensayo y crítica que estamos redactando en el Instituto de Literatura y Lingüística. El Diccionario… ofrece la posibilidad de pensar la crítica y el ensayo cubanos como parte de un proceso histórico continuo, con líneas de cruce más o menos permanentes, e ilustra la convivencia de impulsos disímiles en el trayecto de nuestra historia literaria. Una muestra del Diccionario… se puede consultar en www.cubaliteraria.com, el sitio del ICL.

Así que no es solo por vicio de investigadora que voy a referirme de un modo oblicuo a la crítica actual: para reflexionar sobre el presente de la crítica, lo mismo que sobre su destino, es preciso recordar algunas claves de cómo se fue armando un código del género en Cuba. El ejercicio de la crítica puede entenderse como un modo de ejercer ciudadanía, como una posibilidad de intervención pública, es decir, política. Es frecuente en la literatura cubana la expresión política mediante el juicio crítico y es una cualidad que deberíamos atender si intentamos explicar el estado actual del género entre nosotros.

A menudo la discusión crítica ha intentado establecer opciones de interpretación de la identidad nacional; esa lucha por definir lo cubano, e incluso la declaración de que lo cubano es una entelequia inexistente, forjada por el desmedido amor propio o el interés público para saciar lectores crédulos, es también una opción política. Me interesa mucho explorar la historia de la crítica tomando nota de ciertas desavenencias que, aunque fueron expresadas como disidencias de perspectiva o incluso de estilo, enmascaran, cuando no muestran rotundamente, cómo tales desacuerdos provienen de discrepancias no siempre estrictamente literarias.

Leer la historia de la crítica literaria cubana en clave de ciudadanía nos descubre el lazo ineludible entre la acción política y la práctica crítica. Desde mediados del siglo XIX cuando Domingo del Monte y sus contertulios comenzaron a imaginar una literatura propiamente criolla, hasta los desencuentros entre autonomistas y separatistas, explícitos en “el pleito del estilo” que testimoniara con pluma maestra Manuel de la Cruz, y los sinsabores que su propia ejecutoria crítica le trajera en los sarcásticos juicios de su admirado Manuel Sanguily sobre sus desmesurados, coloridos y sincerísimos Cromitos cubanos, son apenas el inicio de un largo proceso de construcción del saber crítico y ensayístico en la literatura cubana, amasado con palabras y sensaciones, metáforas y colores,  pero a menudo significante como declaración de uso político.

Pero empecemos por el comienzo, es decir, por el Espejo de paciencia. Cuando José Antonio Echeverría declaró en El Plantel su hallazgo del poema, los críticos del momento, liderados por Domingo del Monte, le dieron carta de naturaleza instantánea a su declaración. La crítica posterior ha estimado posible, sin embargo, que al menos parte del poema haya sido escrito por el propio Echeverría o alguno de sus colegas; una de las razones que asisten la duda es, claro está, política: propugnadores del fin de la trata negrera, la inclusión de un héroe negro, Salvador Golomón, sería una estrategia de dignificación del personaje, de su humanización, de su equiparación con sus iguales blancos, en tiempos en que se escribían la Autobiografía de Juan Francisco Manzano, o Francisco, de Anselmo Suárez y Romero. La posibilidad de que el descubrimiento del poema fundacional de la literatura cubana no sea más que una superchería útil a sus propugnadores ha sido explorada también por Leonardo Padura en La novela de mi vida, aunque, más allá de una tesis cierta o falsa acerca de la condición apócrifa del Espejo… lo que importa aquí es cómo la crítica puede variar la percepción de un texto. Si la discusión carece de mucho sentido fuera del ámbito historiográfico, la tesis, sin embargo, puede sostenerse sin esfuerzo: por esos días, Del Monte y sus discípulos se empeñaban en encontrar una voz y un estilo propiamente cubanos, al mismo tiempo que intentaban versiones de romances populares españoles con temas del país y narraciones románticas ambientadas en Cuba. Los criollos ilustrados, interesados en la modernización industrial y el fin de la trata, se enfrentaron a España de mil modos; en aquellos años de forja de la nación el ejercicio de la crítica era una cuestión de supervivencia. Recuerden por ejemplo la sonada polémica entre Saco y La Sagra sobre la poesía de José María Heredia, que trascendió toda restricción estilística. A propósito de la poesía de Heredia el descontento español sobrevivió largamente: también Menéndez y Pelayo consideraba que la poesía patriótica de Heredia no valía la pena y que solo “un elemento político que vicia y tuerce la imparcialidad del juicio estético”1 podía apostar, comprometiendo la posteridad de la fama del poeta, por esa rama de su obra. Sus críticos cubanos, sin embargo, enaltecían el verbo herediano, sobre todo sus versos patrióticos, precisamente, con argumentos estéticos. Piénsese también en el destino de Gertrudis Gómez de Avellaneda ante la crítica —y en su tan llevada y traída “neutralidad”—, y se verá cuán influyente ha sido el juicio político en la evaluación de los méritos literarios de un autor.

Para fines del siglo XIX, la batalla por el dominio cultural se libraba, pluma en mano, con el mismo brío con que se combatía a machete limpio en la manigua. Quienes entendían los códigos al uso podían distinguir sin mayor esfuerzo un estilo autonomista (por su contención lingüística, su gusto por los clásicos y su reformismo político) de otro separatista (con imágenes y giros inusitados y coloridos, gusto por lo moderno y tan radical en el uso del lenguaje como en su anhelo de independencia: era, a fin de cuentas, el preámbulo del modernismo). Un notable discípulo de Luz, Antonio Angulo y Heredia, llegaba a preguntarse por entonces, mientras alababa la “libertad de espíritu” de países como Inglaterra, Francia y Alemania, “¿Qué se publica hoy en España, digno de leerse y estudiarse en la esfera de las ciencias y las letras?”. El afán de superación por la negación de la herencia española llegó a extremos tan tremendos, que en su La sensibilidad en la poesía castellana (1898), Nicolás Heredia declaraba sin reparos, desconociendo la calidad de la lírica española, a los poetas españoles incapaces de expresar las emociones individuales, una tesis que no por riesgosa e injusta dejó de merecer, en el encendido campo cultural del momento, elogio de notables críticos cubanos, como Enrique José Varona. La relación con España seguía siendo problemática aún en las primeras décadas del siglo XX y sobreviviría, como suele recordarse, en la discusión sobre el meridiano intelectual sostenida por los escritores del continente con La Gaceta Literaria, de Madrid.

La cruzada emprendida en los textos críticos de José Manuel Poveda y Regino E. Boti, con su interés por la renovación del verso, también solía manifestarse como revulsivo de la crisis nacional, y algunas de las apasionadas lecturas de Don Quijote que se hicieran con motivo del tercer centenario de su publicación —la de Esteban Borrero, por ejemplo— incorporaban sin máscaras la voluntad de rescatar lo español frente a la dolorosa realidad de la intervención norteamericana. Las discusiones sucesivas en el ámbito crítico a menudo llevaban el signo ineludible de un desacuerdo previo, muchas veces ajeno a lo propiamente literario, pero cuyas huellas podían seguirse sin esfuerzo en ensayos y reseñas.

Este año se cumplen 60 de la publicación de Cincuenta años de poesía cubana, de Cintio Vitier; hablar de la poesía suele ser algo así como un salvoconducto, un modo seguro de mantenerse al margen, pudiera pensar cualquiera. Pues bien, basta con leer la virulenta defensa de esa selección que se vio obligado a hacer José Lezama Lima frente a un comentario vulgar que acusaba al antólogo de “amiguismos y condescendencias de intereses creados”2 y amenazaba incluso con el fantasma de la violencia, si bien metafórica: anunciaba que el General Batista —se escribía en agosto de 1952— había propuesto imprimir un apéndice para incluir a su poeta favorito. La desmesura de la indignación lezamiana fue breve; luego de calificar a los críticos de “barbados letargíricos” y otras lindezas, se dedicó a exaltar la labor de Orígenes. Entre los origenistas, tantas veces acusados de permanecer de espaldas a la realidad, en su torre de marfil imaginaria, Fina García Marruz propondría, en un inspirado ensayo sobre el martirologio útil de Martí,  titulado sencillamente “José Martí”, y publicado también en 1952,  servirse de Martí como refugio, en tiempos de desazón espiritual, legible en tanto desazón política.

Varios años antes, la polémica que enfrentara a Rubén Martínez Villena con Jorge Mañach, podría ejemplificar claramente ese trasfondo político de muchas de las discusiones literarias de nuestra tradición. La calidad de unos versos, las formas del arte nuevo, encontraron margen para discutir cómo sería, cómo debía ser, el arte americano. Así, Marinello estudió a Martí como escritor continental y se negó a reducirlo —era la obsesión de la época— a ser un modernista más, en su condición de revolucionario; la discusión sobre la pertenencia de José Martí al modernismo seguiría soliviantando opiniones críticas por mucho tiempo.

La crítica siempre ha sido un ejercicio de discusión pública, y como estos ejemplos nos recuerdan, a menudo la disputa subyacente tenía raíces más profundas que la motivación expresada como pretexto. Con el triunfo de la Revolución en 1959, hubo tal explosión de la inserción civil del pueblo en el destino nacional que ese año fue el de mayor asociacionismo en toda la historia de Cuba —creo haberlo leído en un artículo de Temas—; mientras la práctica de discusión de temas de actualidad entre dirigentes y ciudadanos era habitual en lugares públicos, la crítica literaria y artística conoció un auge sin precedentes: todo era objeto de crítica: los espectáculos, las novedades editoriales, las exposiciones; la polémica era, consecuentemente, el pan del día. Con la creación de nuevas estructuras educativas, editoriales y de difusión cultural, tuvo lugar otro enfrentamiento en el que las fuerzas críticas en activo se disputaron, a veces agriamente, la creación de un nuevo canon. La crítica, baluarte del gusto literario de la época, no es solo manifestación de ese gusto o de la dirección estética dominante; de hecho, el gusto mismo conlleva una fuerte marca social e histórica, decisiva en su asentamiento y promoción. La elección estilística pronto se vio relacionada con las intenciones políticas, como ha sido estudiado ya, por ejemplo, en relación con “El Puente” o con la narrativa femenina de esos años. Cuando hablamos de la crítica no se vale fingir candidez.

Toda crítica parte del interés por establecer modelos o por negarlos. Los vaivenes del canon (perceptibles en la alternancia de esos modelos) responden con frecuencia  más que a cambios en la percepción del arte y la literatura a forcejeos bastante más terrenales, como las discusiones y enfrentamientos por el poder de decidir qué es bueno o malo y, consiguientemente, influir en la percepción de la realidad. En otro lugar he expresado cómo de las pugnas entre las posiciones intolerantes de quienes participaron en el debate formal (en la batalla cultural) de los primeros años de la década del 60 provenía el humus que fertilizó la dominación e imposición de un canon realista y muchas veces simplón en la literatura de los 70.  Entre intolerancia e intolerancia se fue debilitando la cohesión del campo intelectual mientras se forjaba, alimentándose de los miasmas de esas diferencias, la capacidad de intervención de ciertos funcionarios en los problemas de la creación artística y literaria que, en épocas anteriores, habían sido predominantemente de la incumbencia de los creadores. Lo cierto es que la creación de un canon amplio, representativo de valores disímiles, conlleva una educación para el debate y una cultura del respeto a la opinión ajena que no abunda hoy entre nosotros.

Con perplejidad advertía Mario Benedetti, en fecha tan temprana como 1968, la mutilación de uno de los rasgos más productivos de la cultura cubana: la del entrenamiento civil indispensable para vitalizar el ensayo y la crítica:

Este es quizá el único campo cultural en que la Revolución se encuentra en notoria desventaja con respecto a la época anterior a 1959 […]. En Cuba, las pocas veces en que alguien deja constancia pública de su violento desacuerdo con una obra cualquiera, el ambiente se escandaliza, la bóveda generacional se estremece. Es curioso comprobar que un país que ha hecho de la lucha armada poco menos que un evangelio, muestre sin embargo en los medios culturales una total falta de costumbre a la agresividad crítica3.

Si miráramos ahora mismo en derredor, podríamos, sin mucho esfuerzo, reconocer un paisaje similar.

No es por azar que la literatura de los años 80 —y hablo sobre todo de la narrativa, el género que mejor conozco— que dio a luz libros poderosos, trabajados, escarbadores en los males sociales y en la realidad del día a día de esos años, haya sido casi olvidada, borrada por el entusiasmo de una crítica que, en época de quiebre de modelos políticos y de incertidumbre económica, optó rápidamente por enaltecer la literatura “del cambio”, olvidando que ese cambio debía mucho más de lo que la propia crítica reconocía a los autores precedentes. ¿Quién piensa hoy, cuando se habla de narrativa cubana contemporánea, en Un tema para el griego, de Jorge Luis Hernández, Donjuanes, de Reinaldo Montero, Las iniciales de la tierra, de Jesús Díaz, o, ya a fines de la década, Habanecer, de Luis Manuel García? ¿Quién reconoce que en libros como esos —y otros que ahora no menciono— estaba el germen de lo que vino luego? Para la crítica de los 90, en un gesto que todavía dura, la juventud se convirtió de repente en un valor en sí misma y la literatura de los “novísimos” fue elevada al rango de modelo incluso para aquellos creadores que tenían una trayectoria consistente. El reconocimiento de la crisis de un modelo de sociedad, además de incidir en la eclosión de temas “problemáticos”, trajo consigo, por otra parte, como casi todos los grandes momentos de crisis y de transformación social, la floración de una narrativa femenina que aprovechó las grietas del discurso dominante para establecerse con una riqueza y diversidad hoy envidiables. ¿Cómo dudar que una cosa viniera aparejada con la otra, y que gracias a aquellas grietas pudiera hacerse visible la creación de tantas escritoras?

La debilidad de la crítica literaria, tan llevada y traída en foros diversos, responde, a menudo, más que a la carencia de estímulos, a la fragilidad de un modelo de cultura de la discusión, difícilmente aceptable por quienes detentan el dominio de los espacios literarios (institucionales o no, sean publicaciones, programas de enseñanza o la simple maledicencia cotidiana), muchas veces creadores ellos mismos y negados a escuchar disensiones de sus propios modelos o puntos de vista. También la carencia de espacios fijos en la prensa periódica (uno de los baluartes habituales de la difusión de reseñas críticas) ha incidido en el desamparo atribuido al género en los últimos tiempos.

Siguiendo con los 90, el rescate por esos años de dos “luciferinos” como Casal y Piñera tiene mucho que ver, además de con sus indiscutidas calidades literarias, con una sobresaturación previa de sus “opuestos” (Martí y los origenistas “buenos”) y se potencia el enfrentamiento, además, por ciertos usos políticos precedentes a la discusión, que en ambos casos provee de modelos de conducta discrepantes de la teleología revolucionaria con que llegó a identificarse tanto a Martí como a Orígenes. Con la crisis y la floración de incertidumbres se potencia lo irresuelto del proyecto nacional y emergen las disensiones, los conflictos, las fallas que ponen en entredicho una coherencia monolítica. La crítica participa del diálogo político, de las prácticas de la polis; y no hay imposición o dominio sin resistencia. A lo largo de la historia, la sucesión de rescates opera con idéntica lógica. La discusión, a mediados de los años 90, acerca del legado de Orígenes y su pertinencia a la cultura de la época posterior a 1959 es, además de una querella cultural, el hito de una crisis de credibilidad de un modelo social, la discusión sobre cuál sería el proyecto válido para la nación cubana, sobre cuáles bases debía asentarse nuestro ideal del futuro. Como ya dije, no existe la inocencia, y, como en toda guerra, se vale la trampa: la exclusión, en los arduos 70, de autores cuyos mundos, ajenos a lo entonces considerado digno de elogio e imitación, no cumplían las expectativas de quienes dictaban la política cultural o educativa, es tan engañosa como podría serlo una exclusión —idéntica en su radicalidad— de los autores considerados centrales en aquellos años. Lezama y Piñera vs. Guillén y Carpentier es una ecuación que, por más que se repita, no hace sino empobrecer la percepción de una tradición de tanto multiforme ingenio que puede acunar en su seno a autores de concepciones —y usos políticos, por supuesto— distantes e incluso contrarios; pero el afán de dominación, la ambición por dictar qué es bueno y qué no lo es, cuáles autores nos sirven y cuáles son inútiles, tiene que ver tanto, debo reiterarlo, con la afición política como con el juicio estético. Cuestionar, por ejemplo, la centralidad de Martí —ese infinito— en el canon cubano, presentándola como un capricho de Cintio Vitier, una imposición suya a despecho de presencias como las de Casal o Varona, parece más un ardid político que un juicio de cultura. Pretender una unanimidad engañosa sería tan falso como desconocer el impulso político de todo juicio literario, por elaborado o sutil que parezca. La historia literaria cubana abunda en muestras de este aserto, reconocer esa propensión de la crítica, ese limo oscuro en el que se asienta y del cual se alimenta, nos hará más libres en tanto lectores y críticos.

Para volver a la disputa sobre el Espejo de paciencia como obra primigenia de la literatura cubana; no es casual que tal calidad inaugural —como han notado algunos estudiosos— se discuta con más ahínco en momentos de crisis de identidad, de reacomodo social: en los años 40 —los mismos en que el lúcido Mañach penaba porque éramos “una patria sin nación”— y en los días actuales, cuando la pervivencia de tantas certidumbres está en riesgo. En tiempos de crisis de identidad, incluso el mito de fundación de la nacionalidad se  pone en solfa.

El ejercicio de la crítica es, pues, un acto político, una intervención en la vida pública, por eso es preciso defender la tradición crítica, e imprescindible reeducarnos en el respeto mutuo, en la práctica civil de la discusión abierta, y en la seriedad de nuestros juicios.

Intervención en el panel Ciclos en movimiento. Estado de la crítica literaria actual en Cuba. Sala Federico García Lorca, Centro Dulce María Loynaz. La Habana, 28 de junio de 2012.

Notas:

1- Citado por Anna Wayne Ashurst, La literatura hispanoamericana en la crítica española. Madrid, Gredos, 1980, p. 210.

2- Rafael Enrique Marrero, “Alrededor de una antología”, publicado en el periódico Mañana.

3- “Situación actual de la cultura cubana” (1968), en Cuaderno cubano. Schapine Editor S. R. L., Buenos Aires, 1974, pp.  105- 106.

Tomado de la publicación: www.lajiribilla.cu

* Ensayista y crítica literaria. Premio Alejo Carpentier y Premio de la Crítica 2005. Especialista en Estudios de la Mujer por El Colegio de México y doctora en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Trabaja como investigadora titular en el Instituto de Literatura y Lingüística, especializada en Literatura y feminismo.

Postgrados cursados. Literatura y cine en España (Instituto de Literatura y Lingüística, 2005). Seminario sobre Estudios Culturales (Fundación Ludwig-Casa de las Américas, 2003). El modernismo hispánico ante la modernidad: teoría y práctica (Universidad de La Habana, 2002). Introducción al análisis de textos narrativos (ILL, 1997-1998). La escritura poética de Miguel Hernández (ILL, 1996). Nuestra América: autorreflexiones y propuestas (Casa de las Américas, 1996). Género en comunicación social. Un nuevo enfoque (MAGIN-UNICEF, 1994). Literatura cubana. La colonia (desde sus orígenes a 1898) (ILL, 1990). Fuentes bibliográficas de la literatura cubana contemporánea (ILL, 1990).

Libros. La nación íntima (en prensa, Ediciones Unión).  Contra el silencio. Otra lectura de Dulce María Loynaz. Letras Cubanas (Premio Alejo Carpentier y Premio de la Crítica), La Habana, 2005. Con el lente oblicuo. Aproximaciones cubanas a los estudios de género. (Compiladora, con Susana Montero) Instituto de Literatura y Lingüística/Editorial de la Mujer, La Habana, 1999.Tres ensayos ajenos. Letras Cubanas, La Habana, 1994. Nación íntima, UNION, 2009.

Notas biográficas tomadas de la web: www.ecured.cu

Leer más