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Editorial: La inocenCIA imposible del Festival Clic

Los patrocinadores de los patrocinadores del Festival Clic.

Cocinan en La Habana un engendro subversivo, aparentemente no politizado, de “promoción” del uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).  Las mismas personas que en la Isla se benefician de los millonarios fondos provistos por las agencias gubernamentales de EEUU, como la NED y la USAID, para el “cambio de régimen” en Cuba, intentan ahora presentarse como promotores de la extensión del uso de Internet.

La provocación tiene el nombre de “Festival Clic”, evento asociado a una empresa española que cuenta con el apoyo de transnacionales, como Microsoft e IBM. Estos dos emporios que implementan disciplinadamente el bloqueo de EEUU a Cuba en Internet, son patrocinadores de la organización española que se presenta como promotora de voces independientes y, sin ningún pudor, se beneficia del financiamiento, además, del Banco BBVA, contra el que hoy protestan a través de las redes sociales movimientos como el #15M.

Evento Blog España (EBE) admite en su sitio web que en los últimos meses ha estado trabajando “de manera muy intensa” con ciertos contrarrevolucionarios para celebrar un gran evento dedicado a promover el uso de Internet en la sociedad cubana”.  En su nota, EBE asegura que siempre hacen esto con “una premisa en mente: la web y las tecnologías no entienden de ideologías”, pero sus aliados en Cuba lo desmienten alegremente.

Yoani Sánchez, una de las convocantes del evento, ha confesado abiertamente promover el capitalismo en Cuba –”un capitalismo sui géneris”, ha dicho-. Tiene probados y sistemáticos vínculos con el gobierno de los Estados Unidos y sus agentes en Cuba. La bloguera imperial posee el recórd de ser la persona que colabora con una embajada de EEUU más citada en los cables de Wikileaks -aparece en 11 despachos no censurados y en otros, con nombre tachado, se aluden con toda certeza a esta mujer.

La casa donde se realizará el Festival Clic es sitio de encuentro de miembros de la contrarrevolución que brillan por su mediocridad y que no disimulan las intenciones de convertir este escenario en punta de lanza para la añorada construcción de una “sociedad civil” cubana al servicio de Washington.

No por gusto sitios alentados desde Estados Unidos, como Havana Times, se han adherido con entusiasmo a la convocatoria.

Esta maniobra tiene claros antecedentes en la red que construyera en Siria un funcionario del Departamento de Estado de EEUU, utilizada hoy para alentar el terrorismo y la intervención extranjera y que Estados Unidos enmascaró como un servicio para denunciar el maltrato escolar. En Libia los celulares “Thuraya”, especialmente promovidos por EEUU, permitieron establecer coordenadas y ubicar blancos civiles y militares, que ocasionaron incalculables pérdidas a las fuerzas leales al gobierno de entonces.

La intención del Festival Clic es evidente: avanzar en la estrategia de construir redes previas a una agresión, como hicieron en Libia, Siria y antes en Yugoslavia, y fortalecer la idea de la contrarrevolución aliada a Estados Unidos como promotora de la libertad en la Red.

El gobierno norteamericano no se ha desviado, ni se desviará un milímetro de su política, clara e implacable frente a la Internet cubana: el acceso a la red y los instrumentos los tendrán los obedientes, los que ayuden a darle cuerpo a la retórica que sirve también para imponer sanciones en organismos internacionales e impedir el acceso a tecnologías y a recursos. En otras palabras, para ejecutar, sin demasiados tropiezos, el aislamiento económico del país y negarnos el acceso a recursos que son claves para el crecimiento cultural y la eficiencia de la economía, la investigación científica, la participación en las decisiones de gobierno y la expresión política.

La escandalosa sanción financiera contra la compañía sueca Ericsson viene a confirmarlo. Por reparar viejos equipos para las redes de telefonía móvil en la Isla, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos impuso a la transnacional una multa de 1,75 millones de dólares y la expulsión de los empleados de la filial en Panamá que supuestamente facilitaron el servicio a los cubanos.

Para los promotores del Festival Clic el bloqueo no existe. En su declaración para internautas desinformados, dicen: “En Cuba bajarse un archivo de 2 ó 3MB resulta una odisea”. No explican por qué. No les conviene. Ellos y sus amigos trabajan para blindar el bloqueo y justificar una agresión.

Tomado de: www.cubadebate.cu

 

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(VIDEO) Javier Couso sobre EBE y Festival Clic: “Hay que llamarles mercenarios”. Por: Iroel Sánchez*

Esta es la transcripción del diálogo que sostuvimos con el prestigioso activista social español Javier Couso sobre el denominado Festival Clic evento patrocinado por entidades españolas y transnacionales norteamericanas, que se ha estado promocionando en los últimos días.

Javier es muy conocido en España y gran parte del mundo por la lucha que sostiene para que se haga justicia en el caso de su hermano José Couso, camarógrafo asesinado por las tropas norteamericanas en Iraq.

-Tú que eres un activista digital muy conocido, ¿tenías noticias de la existencia de Evento Blog España (EBE), que patrocina este Festival Clic en Cuba?

-Me he quedado muy sorprendido, EBE es una organización de la que yo no tenía noticias. Dentro de lo que es el activismo o la gente que estamos en Facebook o, en Twitter, o que participan de una manera activa en lo social no teníamos noticias de esta organización. Por lo que he visto en su página, incluso han hecho grandes eventos en el País Vasco, con una línea además un poco diseminada. Es curioso que tiene un patrocinio que no deja lugar a dudas de quién está detrás de una organización de este tipo.

Si detrás esta Coca Cola, están grandes bancos y grandes empresas me parece que de activismo social tiene bastante poco. Que una organización prácticamente desconocida a nivel por lo menos de impacto en las redes sociales realice algo como esto, yo lo calificaría de un acto provocador en Cuba, pues me parece que si hilamos  y miramos, buscamos el recorrido del dinero, vemos quién está patrocinando y quién va a hospedar esta reunión, pues queda todo claro. Yo lo definiría con una sola palabra: injerencia.

O sea, otra de las agresiones que se realizan contra Cuba con fachada democrática para poder intervenir en un país independiente.

-¿Qué opinión te merece que en la situación económica existente en España esta organización, con el apoyo de un banco como el BBVA, dedique recursos a la injerencia en Cuba?

-Resulta absolutamente una paradoja (que ocurra esto) en una situación económica en mi país que es terrible y que cada día se va a poner peor por todas las medidas que están tomando -lo llaman eufemísticamente “el rescate”. Eso, y, bueno, todas las palabras que ellos se inventan para no contar la verdad. Realmente es un ataque a los estados nación, incluso al modelo de estado social que surge a partir de la Segunda Guerra Mundial.

En mi país hay miles de personas que van todos los meses a la calle, les quitan sus viviendas. Tenemos el nivel de desempleo de los más altos del mundo y los jóvenes y chicos y chicas perfectamente preparados, no van a encontrar trabajo.

Estamos viviendo en un modelo neoliberal que lleva al 60% de la población a la precariedad, a la miseria o la pobreza. Entonces, que una organización de este país con el patrocinio de estos mismos que nos están robando al pueblo español pretenda salvar a no sé que del pueblo cubano, me parece una absoluta provocación,  no solo contra Cuba, país soberano, sino también  para los ciudadanos y ciudadanas  de este país que nos están robando esos mismo que dicen que van a salvar a los cubanos.

Por lo tanto, expreso mi total repulsa, mi absoluta repulsa. Y es más, yo creo que la mayoría de la gente que estamos manifestándonos lo rechazamos. Hoy hay manifestaciones, ayer hubo manifestaciones apoyando a los mineros, hoy de los sindicatos, la movilización permanente del 15-M o de los profesores, sobre todo el 15-M.

El pretendido activismo que se intenta coptar por estas organizaciones, si se dieran cuenta la gente que está en la Asamblea de mi barrio, aquí al lado en la Asamblea de Vallecas o las Asambleas Populares del 15-M de cualquier barrio de este país. Detrás estas organizaciones como EBE están los mismos bancos que desahucian.

Hay que recordar el valor del 15-M, para mí el mayor valor son las plataformas  contra desahucios, esa gente que se movilizan todas las mañanas para intentar impedir esos desahucios. Si se enteran que esos mismos bancos pretenden ir a salvar a Cuba, pues yo creo que estarían muy enfadados. Por eso yo, por lo menos desde mi activismo, creo que hay desenmascarar a esta gentuza.

El verdadero activismo es contra los bancos con una banca pública o juzgar a estos señores que nos están robando el dinero y por recuperar nuestra soberanía nacional para que nuestros gobernantes defiendan mi país y que no defiendan los intereses bancarios, y todo eso que es absolutamente asqueroso.

BBVA además sirve para que la señora, no sé cómo llamarla, Yoani Sánchez, una persona pagada por toda la oligarquía occidental para subvertir a su propio país, pues resulta que tiene allí sus dineros de esos premios que le dan. Lo que antes se daba en sueldos ahora se da en premios,  para no vulnerar la ley, pues resulta que los tiene en el BBVA. Es muy sintomático las relaciones.

Como decía, no me acuerdo si era novela o película, pero aquello de “sigue la pista del dinero”, siempre resulta. La mayoría de la gente que colabora con el imperio, con las grandes corporaciones, ni siquiera lo hacen por un fundamento ideológico, sino por dinero. Por eso a muchos de ellos y de ellas hay que llamarles mercenarios, y no estamos mintiendo.

-¿Qué crees que sucedería si la gente que hoy está protestando en España se enteraran de esto?

-La gente, sobre todo la más concienciada, yo creo que pondría el grito en el cielo, ¿no?, de comprobar pues que el supuesto activismo está financiado por los mismos que están creando todas las condiciones de desigualdad y desequilibrio y este ataque total al movimiento ciudadano, al concepto ciudadano, incluso.

Esto debería trascender. Por desgracia a las redes sociales las han trabajado por mucho tiempo y están muy penetradas también ideológicamente. Este Festival Clic tendrá apoyo posiblemente de radios de mi país, de radios cercanas a lo que es Prisa, o incluso Radio Nacional, donde colabora semanalmente esta señora Yoani Sánchez.

Entonces nos cuesta muchísimo porque como sabéis lo único que nos queda es la movilización y algo del calzillo que nos dejan todavía en las Redes Sociales para contrarrestar. A veces es muy difícil y a veces gente de buena fe asume la consigna del enemigo, pero bueno, nuestro deber y nuestra tarea es desenmascarar a esta gente. Creo que además sería un mensaje bien recibido, ellos se enojarían mucho si saben quién es el que está financiando todo esto en Cuba.

-A propósito, ¿sabías que Yoani Sánchez ha sido contratada por El País con un salario de 24 000 euros?

-Ah pues no sabía, pero no me extraña. Muchos dicen que ha cambiado El País, porque ha cambiado Prisa. No, Prisa desde su  fundación ocupa ese lugar, el de ese Partido Socialista que abandona la socialdemocracia clásica y se echa en manos de los intereses de EE.UU.. Por lo tanto, no me extraña nada.

Antes estaba Mauricio Vicent, ahora está Yoani Sánchez y al final toda la información, o la mayor parte de la información que nos llega a través de El País sobre Cuba es una absoluta mentira, falaz e insultante. Entonces no nos extraña nada, o sea que le paguen a esta señora por mentir, por difamar sobre Cuba; ese es el periodismo que ellos mantienen, el antiperiodismo diría yo.

-¿Sería una manera de lavar el dinero y encubrir la subversión?

-Es típico de las organizaciones mafiosas, donde gente muy bien protegida y bien pagada -suele ser llamada “arquitectos financieros”-, esos son capaces de camuflar y de blanquear el dinero. Es lo mismo para los casos de injerencia y espionaje. Ven la manera -son gente inteligente, por desgracia-, de poder disimular la ley o rozar la ley, y todos los países del mundo tienen leyes para deshacerse de la subversión y del espionaje y entonces esa es la manera de impedir que se pueda actuar sobre gente que se disfraza de periodista o de activista y realmente  nada más que son agentes al servicio potencias extranjeras para subvertir el orden de un país.

Tomado del blog: www.lapupilainsomne.wordpress.com

*(Santa Clara, Cuba, 1964). Editor del blog «La pupila insomne».

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Cuba, entre avatares del pasado y urgencias del presente. Por: Juan Nicolás Padrón*

Con la excelente factura editorial que ya se va haciendo tradición en sus producciones, Ediciones Boloña, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, acaba de presentar, por su Colección Raíces, el libro de Ernesto Limia Díaz Cuba entre tres imperios: perla, llave y antemural, un texto que sintetiza la historia de la Isla desde la invasión europea a América en 1492 hasta el momento en que los ingleses, luego de once meses de ocupación, abandonan La Habana, y el imperio español, después de recuperar la capital de la colonia, emprende en 1763 imprescindibles reformas encabezadas por el conde de Ricla. Cuando en mi juventud aprendía Historia de Cuba, este período, que abarca casi tres siglos, apenas se estudiaba; con un breve comentario se pasaban por alto casi todas las contradicciones imperiales que giraban en torno al territorio cubano, y la etapa fundacional de nuestra cultura y nacionalidad se resumía en una frase: se trataba de “siglos oscuros”.

Hasta hace apenas cincuenta años, había poca información para abrir un estudio más a fondo de la historia, la sociedad y la cultura de esta etapa, sin desconocer los significativos aportes de Ramiro Guerra, Emilio Roig de Leuchsenring, Emilio Portell Vilá y Don Fernando Ortiz, entre otros. Hoy disponemos de una bibliografía mucho más amplia que la de entonces y, sobre todo, de un mayor acceso a fuentes para obtener datos y comparar enfoques; independientemente de las extranjeras, que son considerables y muy valiosas, como la de Heinrich Friedlaender, por citar solo una, el autor pudo manejar libros, artículos y otros textos de autores cubanos editados en el país como los de César García del Pino y Alicia Melis Cappa; Eduardo Torres-Cuevas, Edelberto Leiva Lajara y Oscar Loyola Vega; Gustavo Placer Cervera, Hortensia Pichardo, Fernando Portuondo, Manuel Moreno Fraginals, Julio Le Riverend, Juan Pérez de la Riva, Mercedes García Rodríguez, Áurea Matilde Fernández, Gustavo Eguren, Olga Portuondo, María Teresa Cornide, Roberto Fernández Retamar, Ambrosio Fornet, Luisa Campuzano, Salvador Bueno, Luis Suárez, Francisco Mota, Gregorio Ortega, Rolando Álvarez Estévez y Martha Guzmán Pascual…

En Cuba entre tres imperios… se presentan muy diversos temas que siguen paso a paso la continuidad de una historia que comienza en Europa y continúa en Cuba y América, a través de un apasionante y bien escrito relato, armado a partir de las apetencias de los imperios más fuertes del mundo por apoderarse de la Isla, no siempre por las mismas razones. En este empeño, se agradece la prosa fluida de Limia, su capacidad para eludir la excesiva densidad que ha lastrado algunos textos de brillantes investigadores, su precisión para ubicar la cita oportuna y su habilidad para sintetizar una voluminosa información consultada y entrecruzar fuentes muy disímiles hasta arribar a conclusiones propias.

El autor no cede a la tentación de hacer gala del impresionante volumen de lecturas acumuladas. No hay información “adiposa”, para usar un término que le escuché al doctor Roberto Fernández Retamar refiriéndose a esos “hallazgos” investigativos que a veces se incorporan a los textos de historia y poco contribuyen al resultado general o a la tesis central, sino que más bien satisfacen la vanidad del autor, más preocupado por epatar que por el rendimiento cultural de su trabajo. Esta falta de “adiposidad” en la precisa estructura de Cuba entre tres imperios… contribuye a dejar abiertas otras líneas de investigación derivadas del derrotero principal del texto.

El lector se dará cuenta de inmediato de que el autor no desconoce ni minimiza los procesos sociales y culturales implicados en el relato histórico, con lo cual logra una integralidad sustanciosa que hace coherente y creíble cada episodio narrado, además de humanizarlo y darle vida, siempre de acuerdo con el tiempo histórico de los protagonistas. En esta incorporación de materias a la columna central del discurso, se van potenciando las que resultan decisivas en las continuidades o virajes de la historia, por lo cual algunas veces puede tener más peso un hecho comercial, o los criterios personales de un rey, o los manejos de la Iglesia, o el conveniente y oportuno discernimiento jurídico, o un pacto administrativo, o una inevitable confrontación, inclusive aquellas que pudieran parecer desvinculadas del acontecer de la Isla…

No pocas veces la conciencia social y cultural interviene para catalizar o retardar procesos espontáneos o artificiales; sin embargo, uno de los aportes valiosos de este libro es que los hechos se explican mediante el exhaustivo análisis del ser social y de su sustrato económico. Este criterio marxista no es un simple acompañamiento enunciativo, sino que sustenta la profunda búsqueda indagatoria que logra desentrañar quién financia guerras, campañas, conquistas… es decir, de dónde salen “los dineros” para pagar la esclavitud implantada en América, la ruta de los capitales que financian “desarrollos” y arrasamientos. El criterio económico que subyace en cada hecho histórico constituye una contribución significativa al esclarecimiento de no pocas actuaciones y a la explicación de decisiones tomadas en estos siglos no solo por gobernadores y obispos en la Isla, sino por sus respectivos “jefes” en Europa.

Otro aspecto que me inclina a recomendar el libro es el nivel de información manejado para adentrarse en los pormenores de la toma de La Habana por los ingleses, en especial los relacionados con el trabajo de espionaje previo al desencadenamiento de los conflictos. El autor evidencia la importancia de la actividad secreta o encubierta destinada a obtener información útil al ataque inglés a la capital cubana, y detalla además la aparente ineptitud española para preparar la defensa de ciudad, a pesar de contar con información suficiente como para prever la invasión y contrarrestarla quizás exitosamente. En un pasaje con aires de relato detectivesco, el análisis de la actuación del capitán general Prado Portocarrero ofrece posibles respuestas a viejas interrogantes. Sin embargo, más allá de las pugnas entre potencias dirimidas en la Isla en aquellos momentos cruciales, sobresale límpido el sentimiento criollo, capaz de impulsar a muchos hombres a defender la tierra que ya comenzaban a sentir como patria.

Cuba entre tres imperios… a pesar de sus 414 páginas y de su voluminosa bibliografía y profusión de notas, es un libro ameno y fácil de leer. La clave de ello es que reproduce el pasado como si lo estuviéramos viviendo otra vez, con pasión pedagógica y manejando un conjunto de razones que se trenzan como la vida misma. Se trata de una investigación cuyos frutos merecen ser introducidos de inmediato en la enseñanza general de la historia, pues por razones de sobrevivencia nacional estamos obligados a desterrar los viejos métodos que se reducen prácticamente  a memorizar, localizar, fijar… un relato unidimensional, verticalista, farragoso, propagandista, “tecoso” y “sinflictivo”, en resumen, aburrido, con el que las nuevas generaciones de cubanos no pueden sentirse identificados. La cercanía del águila cuya sombra amenazadora se proyecta en la bien lograda cubierta del libro de Ernesto Limia Díaz, nos recuerda la urgencia de pensar, interpretar, razonar, comparar, generalizar, aplicar las enseñanzas del pasado en una dimensión plural y dialéctica, para vivir este presente cambiante que necesita de ellas todos los días y avizorar, con un mínimo de certeza, el futuro.

Tomado de la web: www.cubarte.cult.cu

*(Pinar del Río/Cuba, 1950): Poeta y Licenciado en Filología y especializado en Lengua y Literatura Hispánica. Posee postgrados en Filosofía y Lingüística, además de Cursos de Pedagogía y Sicología. Actualmente es Investigador del Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas de Cuba. También ha sido Director de Literatura del Instituto Cubano del Libro; Director de la Editorial Letras Cubanas y Subdirector de la Editorial Casa. Su desempeño en el ámbito de las letras lo ha desarrollado como editor, profesor, jurado, poeta, ensayista, coordinador de encuentros literarios y artísticos, prologuista, articulista, antologador y conferencista en distintos países como Cuba, España, México, Argentina y Canadá. Ha participado en la Ferias Internacionales del Libro de Cuba, Ciudad de México, Guadalajara, Buenos Aires y Santiago de Chile. Su obra poética se encuentra en la edición de los siguientes libros: “El polvo finísimo del tiempo” 1983; “Desnudo en el camino” 1988; “Peregrinaciones” 1991; “Crónica de la noche” 1995. Su última publicación es el ensayo sobre la identidad cubana “La Palma en el Huracán” (Ediciones Rodriguistas, Santiago-Chile 2000).

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Dr. House… ¿The End? Por: Dr. Aldo M. Santos*

Tras ocho temporadas, la conocida serie televisiva Dr. House ha llegado a su fin. Estrenada por la cadena Fox en el 2004, durante todos estos años ha conquistado a decenas de miles de seguidores alrededor del mundo. Las historias de la serie se centran en el médico Gregory House, un sujeto misántropo, cínico y extremadamente antipático, pero en quién también se conjugan enormes conocimientos y habilidades médicas, así como unas dotes intelectuales sorprendentes para la observación, la síntesis y la abstracción. Tales aptitudes lo ubican como “as” del diagnóstico médico del también ficticio Princeton-Plainsboro Hospital. Ahora la serie se cierra, luego de unas últimas temporadas en las que su protagonista se sumerge más y más en una introspección psicológica con ribetes metafísicos que dieron lugar a capítulos de tema bastante sombrío.

Es notorio el éxito que pueden llegar a alcanzar las series de médicos y hospitales, algo que desde hace tiempo se ha convertido en todo un subgénero. Resulta que la práctica sanitaria desarrolla su acción en estrecha cercanía a la persona, y precisamente al servicio de algunos de sus bienes más preciados: la vida y la salud. Esto, en momentos tan cruciales de la existencia como son su jubiloso inicio, su siempre dramático fin, así como durante la enfermedad; situación esta última en la que el individuo sufre, además de los síntomas propios de su estado, grados variables de limitación, dependencia e incertidumbre.

Frente a esto tenemos la agobiante presión de trabajo y la enorme sobrecarga emocional de unos profesionales que disponen de estrecho margen para el error y se enfrentan a difíciles decisiones, en su continua carrera contrarreloj frente al dolor y la muerte. Todo ello convierte a este campo del ejercicio profesional en un complejo y rico ámbito de vivencias y relaciones interpersonales, que gira en torno a la precariedad de la condición humana en el reino de este mundo. Nada más apropiado para recrear situaciones que van desde el drama hasta el thriller, siempre con alguna que otra dosis de hilaridad.

Según cuentan, Paul Attanasio, David Shore y el resto de los creadores de la serie se inspiraron en una columna del New York Times que estaba a cargo de la Dra. Lisa Sanders profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale. Allí se mostraban casos médicos difíciles e inusuales. Pero como suele suceder en este subgénero, las historias médicas son solo un marco o instrumento para abordar el entramado de relaciones que dan pie a los conflictos humanos y profesionales entre médicos, directivos y pacientes.

Sin embargo, el centro de toda la serie ha sido la lucha interna de su protagonista. A pesar de su éxito profesional, House está lleno de defectos, carencias y limitaciones. Es un hombre atrapado, no tanto por el dolor físico de su pierna enferma (que apunta a ese “lado podrido” en cada uno de nosotros), como por un intenso sufrimiento psicológico y espiritual. No por gusto, el propio Hugh Laurie, ese actor que tan magistralmente le ha sabido encarnar, ha definido al Dr. House como un “náufrago emocional”.

House es un contradictorio mosaico: casi siempre es huraño, intempestivo y sarcástico, pero a ratos muestra un lado jocoso y hasta pueril. Algunas veces obra de un modo despiadadamente honesto y, muchísimas otras, es un hábil manipulador de colegas, pacientes y familiares, a quienes trata como meras piezas en un tablero. Precisamente, quizás este sea su rasgo más remarcable: un recio pragmatismo (tan vinculado al ámbito anglosajón) según el cual “el fin siempre justifica a los medios”, incluso aunque la dignidad humana con frecuencia quede rota y pisoteada al borde del camino.

Entonces, lo importante pasa a ser no tanto el paciente como el diagnóstico, no la persona sino la enfermedad, lo cual a todas luces resulta un enfoque extremadamente reduccionista. Su famosa frase “todos mienten” (everybody lies), redondea un arquetipo en el que predomina el escepticismo y el desdén hacia la naturaleza humana. Pero House no nos mira por encima del hombro, sino desde la lona y el polvo.

Hay muchas cosas de fondo que no me han gustado en esta serie y que desde hace tiempo hicieron menguar mi interés en ella. El asunto no es de “forma” sino de “contenido”. No se trata de las perceptibles “costuras” o desniveles entre uno y otro capítulo (o entre las diversas temporadas), comprensibles en un tipo de producción industrial en el que, a ritmo frenético, trabajan en paralelo varios equipos de guionistas y directores. Tampoco me refiero a los casos exagerados al extremo, o a las prácticas y situaciones inverosímiles o hasta disparatadas (eso sí, solo para el ojo avezado de un facultativo televidente), sino a ciertos aspectos de índole conceptual y bioética.

En toda la serie palpita un relativismo ético en el que “el bien” o “el mal” son apenas opciones intercambiables según el interés de los sujetos actuantes. Por otro lado, House constantemente indica estudios y tratamientos de forma impulsiva y temeraria, haciendo añicos aquel principio de primun non nocere (ante todo no hacer daño) que ha guiado a la Medicina desde los tiempos hipocráticos y que asume al enfermo en su excelsa dignidad personal.

Un asunto no menos importante es el descomunal protagonismo de la tecnología médica. No recuerdo haber visto nunca al irónico Dr. House palpando un abdomen o auscultando a un paciente. Muy pocas veces se presenta a alguno de los miembros de su equipo entrevistando y examinando exhaustivamente al caso. En su lugar, allanan su morada o le extorsionan de formas tan inimaginables como poco éticas para obtener algún dato relevante, en una práctica abiertamente transgresora que roza la frontera de lo delincuencial. Luego, todos prefieren sentarse alrededor de una mesa y adentrarse en una lluvia de ideas (con rayos incluidos) en el que cada uno trata de imponer a toda costa la suya. Más tarde, cada quien sale a ejecutar su función: aplicar tecnología y más tecnología. Claro que casi todo será en vano; al final solo bastará un detalle, para que en un rapto de iluminación, House consiga el necesario diagnóstico.

De cualquier manera, también hay numerosos aciertos y verdades en muchos de los capítulos de la serie:

1. El proceso salud-enfermedad es una realidad compleja en la que intervienen numerosos factores contextuales de tipo sociológico, cultural y ambiental. Por tal motivo, no todo se soluciona solo con fármacos y operaciones.

2. La relación entre médico y paciente nunca tiene un solo sentido. No se trata de un facultativo “proveedor” y un necesitado paciente “receptor”, sino que juntos han de ser capaces de entretejer una relación donde ambos aportan y a la vez reciben.

3. Contrario al “cliente” convencional, el paciente no siempre tiene la razón. Por tanto el médico no es un mero proveedor de un servicio, que ha de estar dispuesto a complacer a toda costa los deseos del paciente.

4. Las tecnologías médicas no lo pueden todo ni siempre tienen la razón. Más bien, a veces aportan confusión y su empleo inadecuado puede provocar resultados desastrosos. La Medicina contemporánea es aún arte y ciencia que sigue necesitando del método clínico, del juicio lógico, de la experiencia y hasta de la intuición.

5. La Medicina dista mucho de ser una ciencia exacta. Aún haciéndolo todo bien y a la luz del más actualizado conocimiento, las cosas pueden salir muy mal. Por otro lado, los médicos se equivocan —incluso los mejores, aquellos más hábiles y motivados. Ellos sufren con sus fracasos, pero también tienen la oportunidad de crecer con cada error.

Otro innegable valor de la serie es que House no se presenta como un ogro que enseña todo el tiempo los dientes. Aunque se empeñe en ocultarlo, también por momentos muestra una elevada sensibilidad humana y, junto con él, todos terminamos siendo afectiva y efectivamente involucrados.

Así, es capaz de maravillarse ante la mano del feto que, en medio de una operación, sale del útero materno y toca la suya. Luego queda el resto del día mirándose el dedo al que se aferró la frágil manita, y en un instante, a todos se nos devela el valor de esa vida. O aquel episodio en el que logra que un niño autista sobreviva: Cuando por su mente pasa que no ha valido la pena salvar a alguien que luego seguirá “lastrado” por tal enfermedad, el niño, ante la mirada atónita de sus padres (y del propio House), se le acerca, le mira a los ojos y le regala su juguete. La conducta rompe su aislamiento y se aparta de la usual en un autista, pero el gesto de agradecimiento implica una comunicación con alguien que precisamente tiene por norma rechazar a todos. A House le hace reflexionar sobre sí mismo y quienes estamos del lado de acá de la pantalla apreciamos cada vida humana y la esperanza con que ha de ser asumida.

La teleserie llega a su fin, sin embargo, una vez más la realidad se entrelaza con la ficción. En nosotros puede haber mucha más oscuridad “a lo House” de lo que pensamos o estamos dispuestos a admitir. Tras algunas batas blancas se escuda bastante soberbia, mucho paternalismo autoritario y muy poca disposición a la empatía, la apertura y la comunicación. Desprovistos de la genialidad con que se representa al personaje televisivo, algunos facultativos de carne y hueso le aventajan ampliamente en arrogancia y egocentrismo. Así, tan victimarios como víctimas de un actuar deshumanizado, no es difícil forzar diagnósticos, mentir, manipular y, en fin, a cada paso violentar la dignidad de colegas y pacientes. En efecto, podemos llegar a ser peores que House, con los agravantes de la cotidianidad y de un escenario donde el sudor, las lágrimas y la sangre no son de maquillaje.

Publicado originalmente en el blog Ethos & Technos

*Médico. Especialista en: Cardiología y en Medicina Familiar. Servicio de Cardiología, Hospital Universitario V.I. Lenin, Holguín, Cuba. Categoría docente: Profesor Instructor. Máster en Ciencias. (Máster en Bioética por la Universidad Católica San Vicente Mártir, Valencia, España. Miembro de la Sociedad Cubana de Cardiología, Sociedad Cubana de Medicina Crítica y Emergencias, Sociedad Interamericana de Ecocardiografía (ECOSIAC), Claustro de la Universidad Virtual de la Salud Cubana www.uvs.sld.cu Cátedra de Ética del Centro Janssen y Movimiento Pro-Vida Cuba.

Tomado de la publicación: www.caimanbarbudo.cu

 

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VIDEO) Coca-Cola nos golea recordándonos lo españoles que somos. Por: Jon Juanma*

El lunes estuve viendo el partido de España contra Croacia en la Eurocopa. Corrijo: estuve viendo un partido repleto de jugadores millonarios que jugaron en nombre de un estado llamado España contra otros que lo hicieron en nombre de uno llamado Croacia. Confieso que lo vi porque me gusta el fútbol, pero sobre todo por inercia y como excusa para cenar con unos amigos. La aclaración al lector viene como antesala para hacerle otra de mayor calado: desde hace tiempo, al igual que procuro comer sano o hacer ejercicio, intento limpiarme el cuerpo de esa ideología cancerígena que nos separa y enfrenta a todos los que compartimos hogar en la Tierra: el nacionalismo.

¿Por qué digo todo esto? En el descanso del encuentro, mientras los jugadores relajaban sus músculos y los aficionados hacían lo mismo con sus nervios, en pleno primetime, Coca-Cola tuvo la poca amabilidad de obsequiarnos con un anuncio ciertamente obsceno1. El spot se dividía narrativamente en dos partes. En la primera, aparecían los medios de (des)información hablando de los desempleados, la prima de riesgo y la crisis, o sea, el pan de cada día para cualquier sufrido ciudadano que acostumbre a acompañar las noticias en los últimos tiempos. Mientras tanto, en la segunda parte (a partir del segundo 22), se narraba la historia de una cercana e ilusoria recuperación de la economía española en base al esfuerzo colectivo y la iniciativa empresarial de los españolitos, que con fuerza de voluntad y fe (en sí mismos), saldrían de este pozo negro en el que seguimos ahogándonos, llamado crisis. ¿Qué bonito no? El esfuerzo colectivo (acompañado de música de gladiadores increscendo) estaba representado por imágenes de pruebas históricas de solidaridad auténticas entre los habitantes del Estado español, como fue el caso de los voluntarios que marcharon a Galicia a limpiar las playas tiznadas de negro por el Prestige o de aquellos que ayudaron a sus vecinos tras el terremoto de Lorca. Pero lo más hiriente de los numerosos ejemplos es que se atrevieron a mezclar en este pastiche de oportunismo y subsunción simbólica una recreación de activistas indignados del 15M. Con este anuncio, la empresa transnacional Coca-Cola, dispara hacia un espectro amplio de la población (de derecha a izquierda) y ayuda a propagar la hegemonía de las dos ideologías dominantes de nuestro sistema-mundo: el individualismo y el nacionalismo-estatal.

La primera les sirve, como capitalistas, para atomizar e imposibilitar la temida unión de los trabajadores (véase los mineros), en tanto Coca-Cola forma parte de los Aparatos Privados de Hegemonía burguesa radicados en la sociedad civil2. Mientras que con la otra ideología dominante, el nacionalismo-estatal, generan la energía socializadora que necesitan para que los trabajadores sigan produciendo (y no se suiciden en masa) en una sociedad disociada regida por la Ley del Valor, la explotación, el egoísmo y la neurosis colectiva. En un entramado social como el actual donde el ser humano es más dependiente que nunca del resto, pero en el que continuamente se le azuza para que compita a muerte contra los demás, el Estado y su parafernalia anexa de marketing (banderitas, toritos, deportistas “nacionales”, etc) viene a ocupar el lugar espiritual-colectivo que la élite eclesiástica no consigue generar con la figura de Dios en la sociedad neoliberal, pues el dinero como fetiche universal no hace sino socavar su antiguo Reinado en la Tierra3. La nación, por su parte, es la Madre que lleva el amor al Padre (el Estado), y de este modo consagra la pretendida familia de todas las familias (el Estado-nación), aquella que finge amparar a sus hijos mientras ayuda a machacarlos legislando en favor del Capital transnacional. Una vez muerto Dios, para muchos, y Marx, para otros tantos, el nacionalismo es el amor del Padre perdido pero todavía anhelado en su imposible regreso (Estado keneysiano) sanador-redentor de las masas expropiadas (los hijos asalariados perdidos en la jungla neoliberal). Para no volver completamente locos a los proletarios, y mantenerlos en unos niveles de sociabilización mínimos que les permita emplearlos como fuerza de trabajo, las élites capitalistas, por medio de sus mandarines, necesitan crear esa falsa unión entre individuo disociado y colectivo mistificado. Justo en el preciso momento en que los magnates no tienen problemas para trasladar su capital e invertirlo (o atesorarlo) en cualquier lugar del mundo, tienen la poca vergüenza de vendernos la ideología que afirma que a lo mejor que podemos aspirar como asalariados, en este planeta interconectado, es a vivir separados por aduanas, permisos de trabajo y residencia, mientras ellos se limpian el culo con las banderas que nosotros, o algunos de nosotros, adoramos. Nuestros ojos clavados con orgullo en sus telas pintadas, provocan no pocas risas y satisfacciones entre aquellos que transitan tragando billetes y escupiendo primas de riesgo.

El spot de Coca-Cola contiene un mensaje ideológico bicefálico muy poderoso que intenta convertir en sentido común lo que es una mentira fragante: “si todos colaboramos y trabajamos juntos codo con codo, podremos salir de esta crisis”. Para empezar la crisis es sólo “propiedad” de la gran mayoría, mientras una minoría pluripropietaria se está pegando un atracón de plusvalor viviendo una auténtica orgía de adquisiciones de activos a precio de saldo4. En este contexto, la empresa Coca-Cola nos anima a ser buenos españoles. Esto es: a creer que nadie “de los nuestros” nos explota y a abrazar la ideología nacionalista-estatal, para que si en algún momento las élites degeneradas que mueve la economía-mundo consideraran necesitan una guerra, igual que ahora nos animan a apoyar a “la roja” como “gladiadores” (bebiendo una cola fría, faltaría más), llegado el momento, nos animarían a luchar codo con codo, fusil contra fusil, contra los “malditos italianos”, “alemanes”, “chinos” o “los extranjeros” que sean dependiendo de la cobertura internacional. Pero la guerra sería entre los asalariados (como la I y la II GM)… ¡faltaría más! Nunca contra italianos o alemanes de cualquier tipo, ni mucho menos como ellos, porque recuerde: ellos no existen cuando hay problemas. Sólo existimos los tontos que todavía vivimos bajo la sombra de las banderas, la dureza de las aduanas y la carestía crónica de no tener suficientes papeles por ser “de fuera” de tal o cual tierra dividida por tal o cual jodida bandera. Recordemos a este respecto que en 1919 había solamente 23 estados en Europa, mientras que en 1994 ya eran 51, y en la actualidad son casi 200 en todo el mundo, mientras que en 1945 eran unos 60. ¿Por qué el capitalismo necesita crear más estados pese a todas las organizaciones supraestatales que se ha visto obligado a levantar por el desarrollo y la mundialización de los medios de producción y comunicación? Fácil: porque el sistema precisa de una libertad global para el capital y más barreras en las cuales encerrar/encapsular a los trabajadores para exprimirlos con más fuerza hasta que de ellos sólo quede la gelatina de la que hablaba Marx en “El Capital”. Simple división internacional del trabajo. El león corre libre (y mata más fácil) mientras los antílopes esperan su muerte en la charca vallada.

Coca-Cola junto a Rajoy, Rubalcaba y el Rey, al compás de Merkel, Obama y Barroso, nos recuerdan constantemente que somos españoles, pero todos ellos son títeres de apellidos que a penas logramos intuir y a los que el común de los mortales les damos absolutamente igual. Ante esto, por nuestra parte, no deberíamos olvidar que somos seres humanos, que el Capital no tiene patria y nosotros tampoco la tendremos hasta que la construyamos con nuestras propias manos. Esa patria se llamará socialismo mundial y no debiera alzar otra tela en su nombre que la coloreada por el internacionalismo, el mismo que late y bombea bajo las diferentes pieles que conforman la infinita belleza de nuestros millones de rostros. ¿Utópico hablar de socialismo mundial? Utópico es pensar que de este pozo nos van a sacar los mismos que día a día nos hunden más al fondo. Así que comencemos a hablar de socialismo sin miedo, porque después tocará construirlo. Ni patria ni banderas, o socialismo mundial o la muerte que nos acecha. Los tambores de guerra ya resuenan en el horizonte de un futuro cercano. No olvidemos que es una salida fácil para el sistema: bombas vendidas, bombas lanzadas, nuevas bombas, muchos muertos y reconstrucción. Resultado: eliminación del ejército de reserva excedente y creación de nuevos empleos. Se llama destrucción creativa made in Capitalismo “realmente existente”, no capitalismo vendido ni soñado.

Así que construir el socialismo mundial donde los trabajadores tengamos los mismos derechos y vivamos respetando la libertad de cada cual, es una premisa mínima que debemos cumplir si queremos vivir con la luz de la dignidad como especie4. Es la única alternativa para no continuar arrastrándonos como gusanos bajo las prolongadas sombras del terrorismo de los mercados, tras los que, como las grandes sociedades anónimas, se esconden los mayores explotadores del género humano: la élite capitalista más poderosa jamás parida gracias al peso de nuestra desidia hipotecariamente acumulada.

Notas:

1.Elspotesconceptualmenteyéticamentereprobable,paraserexactos,puesnadatengoquedecirdesufacturaaudiovisual.Eldinero,comomercancíaequivalentegeneral, tieneelpoderdeatraeralosmejoresprofesionalesmercenariosy/oconfundidos.Elvisionadodelanunciodemostraráqueuna(s)imagen(es)vale(n)másquemilpalabras:http://www.youtube.com/watch?v=C63ummLZ26A

2. Todo ello siguiendo el arsenal conceptual de Gramsci en sus “Cuadernos de la cárcel”.

3.ILLESCASMARTÍNEZ,JonE(2009),“Estetizaciónymistificacióndelavidaenelsistemapublicitario”.Ver:http://www.rebelion.org/docs/89506.pdf

4. La banca y la gran burguesía que controlan la gestión de los capitales financieros están destruyendo los negocios de los pequeños empresarios que deben entregar o malvender sus activos ante la imposibilidad o las dificultades de devolver la deuda con la que financiaban sus negocios.

5. E incluso, para muchos de nosotros, como individuos.

* Jon Juanma es el seudónimo de Jon E. Illescas Martínez, activista, artista e investigador FCM en la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Alicante. Recientemente ha publicado el libro “Nepal, la revolución desconocida. Crisis permanente en la tierra de Buda” (Editorial: La Caída).

Tomado del blog: www.jonjuanma.blogspot.com.es

 

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(VIDEO) Los pajarracos cantarán para el régimen de Israel. Por: Carlos Tena

Un grupo de activistas y cooperantes de varias nacionalidades ha hecho un vídeo en el que pide a los cantantes españoles Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina que boicoteen a Israel y no actúen el próximo jueves en Tel Aviv con su gira mundial: Dos pájaros contraatacan.

El vídeo, de 3 minutos de duración, expone las consecuencias de la ocupación israelí en Cisjordania y la realidad en la que viven los palestinos para pedirles que boicoteen a Israel porque “viola sistemáticamente el derecho internacional y los derechos del pueblo palestino”.

*Periodista. Comunicador. Responsable de numerosos programas de radio y televisión relacionados con la música. Es sin duda alguna uno de los periodistas musicales españoles más influyentes de las cuatro últimas décadas en España.

Tomado del blog: www.tenacarlos.wordpress.com

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Capitalismo y propiedad intelectual, trabajo y derechos de autor (I y II)

Primera parte de un trabajo de DGA (Comunes y Cultura Libre) para Nodo50

El autor plantea que «no es posible un discurso anticapitalista respecto a la propiedad intelectual, ya que los mismos capitalistas pueden estar, de manera esquizofrénica, planteando dos visiones antagónicas de la misma. Un gigante como Sony ganó en los tribunales una demanda histórica interpuesta por la industria de Hollywood, en la que se argumentaba el vídeo doméstico Betamax facilitaba a los usuarios vulnerar la propiedad intelectual y ponía en peligro la industria del cine. Años después Sony lanzaba con IBM campañas contra la piratería musical en Internet…»

Introducción

Vamos a hablar entre otras cosas de capitalismo. Me consta que hay una serie de términos que propician que la gente deje de leer un texto inmediatamente -proletariado o superestructura son dos buenos ejemplos, propiedad intelectual tampoco está nada mal…- pero aún así nos la vamos a jugar con esta terminología. ¿El objetivo de todo esto? intentar abordar la relación de capitalismo, propiedad intelectual, trabajo y derechos de autor en un sólo texto, y desde el punto de vista de la cultura libre y el copyleft. Dejamos para otro texto el profundizar sobre inventos, patentes y desarrollo de software, es decir, sobre la relación entre el capitalismo con la tecno-ciencia y la propiedad industrial, que es un campo amplísimo.

El capitalismo es un sistema político, social y económico basado en la libertad de los individuos y la propiedad privada. Este sistema se caracteriza por sufrir enormes y persistentes conflictos sociales en su seno, entre lo que algunas tradiciones como la marxista caracterizan con el nombre de clases sociales. Muy esquemáticamente, vamos a resumir aquí nuestra interpretación de algunas de las ideas clave de Marx, con el objetivo de intentar describir la relación entre el capitalismo y trabajo, para pasar luego a la ambivalente relación del capitalismo con la propiedad intelectual y los derechos de autor.

Vivimos en una sociedad donde tenemos libertad jurídica individual –se abolió la esclavitud, al menos formalmente– y donde existen las clases sociales. Una de ellas es la capitalista, que posee los medios de producción, y otra clase social es la trabajadora, que posee su fuerza de trabajo. El control de los medios de producción por parte de los capitalistas implica que la clase trabajadora, formalmente libre y con autonomía individual, comercie con su fuerza de trabajo. En el mercado de trabajo las capacidades humanas que son económicamente útiles se venden por parte del trabajador y se compran por parte del capitalista. Estamos ante la base de lo que para Marx era el origen del conflicto social en la modernidad: la mercantilización de algo inmaterial como son las capacidades físicas e intelectuales de una persona, lo que caracterizó en abstracto como fuerza de trabajo.

Mercancías ficticias

Podemos entender la fuerza de trabajo de la misma manera que autores como Polanyi, como una mercancía ficticia -”ficticia” en el sentido que no se rige por las mismas reglas que las mercancías físicas producidas a partir de materias primas-. Con la Revolución Industrial y hasta la aparición del copyright no es casual que se produzcan simultáneamente varios procesos, relacionados todos ellos con las llamadas mercancías ficticias.

En Europa a finales del XVIII y principios del XIX se expropian y cercan las tierras comunales, surgiendo la propiedad privada de la tierra. Esto empujó forzosamente al mercado de trabajo (a vender su fuerza de trabajo) a quienes antes practicaban una economía de subsistencia. Se empezó a popularizar el papel moneda, desplazando poco a poco a las monedas de oro y plata. Y finalmente, se apuntala la construcción del actual de sistema de propiedad intelectual -copyright en el mundo anglosajón-. Sucedió en el histórico fallo judicial de Donaldson vs Beckett, en el que se reconoció la propiedad intelectual sobre el producto del trabajo cultural, y que además esta propiedad no es eterna (el origen del copyright y lo que ahora entendemos por dominio público es común y simultáneo).

La propiedad de tierra, fuerza de trabajo y dinero son tres de los sólidos pilares desde los que se impulsó el capitalismo industrial, que paradójicamente son pilares totalmente inmateriales. Los capitalistas acumulan y especulan con la propiedad de la tierra y el dinero, y los trabajadores venden fuerza de trabajo (física e intelectual). En el seno del capitalismo también hacen también su aparición nuevas mercancias ficticias, relacionadas con el conocimiento, la información o el entretenimiento: son los productos culturales.

Productos Culturales

Estos productos son el resultado del trabajo inmaterial (o trabajo cultural, si se prefiere) de autores o músicos, que son vendidos a capitalistas que los compran y protegen con la propiedad intelectual. Los capitalistas extraen sus beneficios de la propiedad intelectual y mercantilización de productos culturales como son la literatura, el cine o la música.

En este punto queremos alertar sobre el error -muy habitual- de analizar al trabajo inmaterial desde el prisma de la producción de mercancías o bienes materiales de la era industrial. El trabajo inmaterial o cultural tiene una serie de peculiaridades que son el origen de extenuantes discusiones que llegan con enorme vigencia y vigor hasta nuestros días, relacionadas con las características de las mercancías ficticias en general y de los productos culturales en particular. En un delirante artículo para El País a finales del 2010 llamado “El botón mágico”, Javier Bardem argumentaba que: “Quiero comprar un tomate fresco. Voy a llamar a un verdulero para que me venda uno recién sacado de la huerta. Pero resulta que si doy a un botón en mi ordenador un tomate parecido en sabor y color se instala automáticamente en mi nevera”.

La producción y el comercio de productos culturales difiere totalmente del de los bienes materiales de la época industrial, porque -entre otras grandes diferencias- se da la reducción casi a cero del coste de reproducción. Sin entrar en conceptos económicos como el coste marginal -el incremento del coste cuando se incrementa la producción en una unidad, que con la digitalización tiende a cero-, podemos exponer la diferencia entre material e inmaterial de una manera sencilla. Una canción no se puede gastar o agotar, todos podemos interpretarla eternamente si sabemos la letra y la melodía. En cambio, el papel o el tóner de la impresora por desgracia sí que se agotan si imprimimos muchas partituras.

El diálogo de sordos que se da constantemente en los medios de comunicación en torno a la llamada “piratería” tiene su origen precisamente aquí, por la incapacidad (real o impostada) de comprender y acotar las evidentes e importantes diferencias entre las mercancías físicas e inmateriales. La regulación del comercio e intercambio del trabajo inmaterial relacionado con los productos culturales se hace a través de la propiedad intelectual y los derechos de autor, por lo que serán los temas del próximo apartado.

Propiedad intelectual y derechos de autor

La propiedad intelectual y los derechos de autor responden a la relación entre el capitalismo y el trabajo entendida desde la óptica de las industrias culturales.

Por propiedad intelectual entendemos a la propiedad del autor de una obra literaria, artística o científica por el solo hecho de su creación. La propiedad intelectual está integrada por los derechos de carácter personal (como la autoría) y los de carácter patrimonial.

Los derechos de autor son el conjunto de los derechos de carácter personal y patrimonial antes aludidos. Son derechos exclusivos concedidos por la ley al autor de una obra para divulgarla, reproducirla, transmitirla, distribuirla… y también para autorizar a que terceros lo hagan bajo determinadas condiciones. Son derechos de dos tipos: morales -la autoría de la obra, el derecho a que ésta no se deforme…- y patrimoniales -relacionados con los aspectos comerciales de las obras-. Los morales son irrenunciables, siempre pertenecen al autor y no son transferibles. Los derechos patrimoniales sobre los productos culturales son con los que comercia el autor.

Resumiendo: los trabajadores culturales tienen una serie de derechos respecto a los productos que crean. En el derecho europeo (y parcialmente en el anglosajón) hay una serie de derechos irrenunciables, los morales, además de derechos de otro tipo (que sí son transferibles) como los patrimoniales. Los derechos patrimoniales son, en definitiva, derechos de carácter comercial y que permiten a los capitalistas su adquisición como si fueran éstos una mercancía más. Que haya dos tipos derechos -morales y patrimoniales- trazan la línea divisoria entre el trabajo inmaterial o cultural y el trabajo “clásico” en la producción de bienes y servicios.

Haciendo una analogía algo forzada, que los trabajadores culturales tengan derechos morales y patrimoniales sería como si otros trabajadores -industriales o de empresas de servicios- fueran por ley asalariados y accionistas de las empresas en las que trabajaran. Los trabajadores culturales venden su obra y además pueden recibir en el futuro ingresos extra vía derechos de autor, recaudados por las entidades de gestión (hablaremos de ellas más adelante).

No es posible un discurso anticapitalista sobre la propiedad intelectual

Históricamente la propiedad intelectual se ha utilizado para acotar a los productos culturales bajo un régimen de “todos los derechos reservados”. Ya saben, el ubicuo aviso en libros, discos y DVDs de “queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento…”. Esta prohibición se plantea para generar una escasez artificial de los productos culturales, ya que éstos siempre han sido fáciles de copiar y reproducir, y ahora muchísimo más en el seno de internet.

En la escasez artificial de productos culturales subyace la ley de la oferta y la demanda: el poder comercializar productos culturales muy por encima de su valor -hasta un 300% en la época dorada de los CDs-. Si como hemos dicho en un apartado anterior, legalmente el nacimiento de la propiedad intelectual y el dominio público fue simultáneo, sucedió lo mismo con el copyright y la piratería, dos caras de la misma moneda. La piratería surge porque es posible extraer beneficios de la propiedad intelectual a costes muy bajos, ofreciendo los mismos productos culturales pero a precios más asequibles (en la actualidad gratis o vía tarifas premium), y asumiendo el riesgo legal de vulnerar la propiedad intelectual.

Por tanto, los capitalistas han estado desde el principio ubicados a ambos lados de la legalidad respecto a la propiedad intelectual. Adquieren los derechos patrimoniales de los trabajadores culturales para comerciar o especular con ellos. O bien se apropian y parasitan productos culturales para comercializarlos en ediciones piratas. Sintéticamente, entendemos aquí por ediciones piratas a las ediciones más baratas de las obras sobre las que no se detenta la propiedad intelectual, y de las que el trabajador cultural nunca obtiene ningún beneficio económico directo.

Es evidente que no es posible un discurso anticapitalista respecto a la propiedad intelectual, ya que los mismos capitalistas pueden estar, de manera esquizofrénica, planteando dos visiones antagónicas de la misma. Un gigante como Sony ganó en los tribunales una demanda histórica interpuesta por la industria de Hollywood, en la que se argumentaba el vídeo doméstico Betamax facilitaba a los usuarios vulnerar la propiedad intelectual y ponía en peligro la industria del cine. Años después, Sony lanzaba con IBM campañas contra la piratería musical en Internet, denunciando lo mismo que hacían los usuarios de su popular vídeo Beta, además de comercializar sus productos con protección anti-copia. Y ya en la actualidad, hay corporaciones como Google que demandan una flexibilización total (desaparición de facto) de la propiedad intelectual. Google no tiene en realidad ningún compromiso con la cultura libre: lo que subyace es que sin propiedad intelectual su modelo de negocio (Youtube, Google Books y Google News) se vería totalmente reforzado.

 

Segunda parte de un trabajo de DGA (Comunes y Cultura Libre) para Nodo50

La hipotética abolición de la propiedad intelectual y/o generalización del copyleft no sería en absoluto anticapitalista ni aseguraría la cultura libre (como sucedió durante la Revolución Francesa). Esta abolición sólo perjudicaría a las tradicionales industrias culturales y EEGG, beneficiando a nuevos capitalistas digitales que operan en internet. Están surgiendo nuevos monopolios en el seno de internet casi imposible de sortear: hablamos de Amazon, eBay, PayPal, Apple o Google.

Entidades de gestión

Las entidades de gestión de derechos de autor nunca han sido entes públicos; siempre han sido asociaciones privadas que empezaron a crearse a mediados del siglo XIX, al comenzar la explotación comercial de la música y el teatro. Las hagiografías de las entidades de gestión -EEGG a partir de ahora- marcan su origen en el litigio entre el local Les Ambassadeurs con los compositores Paul Henrion y Victor Parizoy junto al escritor Ernest Bourget. La versión oficial es que todo comenzó porque una noche se negaron a pagar su abultada cuenta, ya que en el local se escuchaban regularmente sus composiciones y no les llegaba ningún dinero por ello. Lo que no se suele contar es que estos tres autores estuvieron desde un principio azuzados por el editor Jules Colombier, quien sufragó todos los gastos legales del juicio que se hizo contra Les Ambassadeurs. Este conflicto propició el origen de la primera EEGG de la historia, la SACEM. Desde este momento las EEGG se convirtieron en intermediarios dentro de la industria cultural, acoplándose a la cadena de valor generada por los productos culturales. Las funciones más importantes de las EEGG han sido la defensa como lobby de la propiedad intelectual y la lucha contra las sucesivas formas de piratería de productos culturales.

Las industrias culturales y las EEGG históricamente han instrumentalizado figuras como la del autor romántico, el genio solitario, el bohemio, el intelectual, etc. con vistas a reforzar y extender las diferentes legislaciones sobre propiedad intelectual. La instrumentalización se da a través de un aparente discurso social: se argumenta la necesidad de que existan ingresos regulares para los creadores, quienes nunca tienen asegurado de antemano el éxito comercial de sus obras. Esos ingresos regulares (que, como luego veremos, los reciben sólo una minoría) se obtienen por el cobro de derechos de autor que las EEGG recaudan. Pero la clave del asunto es que, además de los autores, cobran por estos derechos las editoriales, ya que por contrato se suelen llevar hasta un 50% de los beneficios. La realidad, por tanto, es que las EEGG nacen impulsadas por los intereses económicos de las editoriales y así poder obtener mayores beneficios por derechos de autor, recompensando de paso a los autores de más éxito, que son la minoría que sí recibe cifras significativas por esos derechos. A estos derechos de autor habría que empezar a llamarlos por su nombre, derechos editoriales, ya que la propiedad intelectual sobre las obras dura hasta 70 años después de la muerte del autor, beneficiando esta duración únicamente a las industrias culturales.

Además de los ya comentados beneficios económicos vía derechos de autor, a las industrias culturales la propiedad intelectual le otorga control sobre sobre su capital y sobre el mercado. Al ostentar las editoriales la propiedad intelectual y los derechos sobre las obras, pueden comercializarlas de tal manera que se genere una escasez artificial de productos culturales, impidiendo que otras editoriales los comercialicen y compitan en precios. Todo este entramado de industria-EEGG legitima siempre su actividad en el interés que tienen en que a los autores se les remunere de manera justa aunque, como vemos, este discurso no se sostiene. Únicamente los autores que más interesan a las industrias culturales -evidentemente, los de más éxito o, con más precisión, los que más beneficios generan con sus ventas- son los que acceden a cantidades significativas en concepto de derechos de autor.

El caso español es la historia de una degradación constante, ya que el origen de las EEGG fue la búsqueda de la autogestión por parte de los autores frente al monopolio de los llamados copistas. Los copistas eran editores de partituras musicales y libretos teatrales que, en el XIX y principios del XX, decidían unilateralmente las cantidades que se pagaba a los autores por sus obras y la difusión de éstas, teniendo un control absoluto sobre el mercado. Tras múltiples vicisitudes [1], las llamadas Sociedades de Gestión (luego entidades de gestión) ganaron la batalla a los copistas. Posteriormente la SGAE sufrió una evolución convergente con el resto de EEGG a nivel europeo y mundial, sobre todo desde la Transición [2]. Las EEGG generalizaron un modelo que aparentemente tiene como objetivo remunerar a los creadores, pero que en la práctica a quien beneficia es a las editoriales y a los autores de éxito: sólo un 4% de los socios de la SGAE cobra más del salario mínimo interprofesional en concepto de derechos de autor.

Derechos de autor como derechos sociales vs abolición de la propiedad intelectual

La SGAE y resto de entidades de gestión han implantado un modelo que los anglosajones caracterizan como winner-take-all (el ganador se lleva todo, como en los casinos). Hemos visto el pequeño porcentaje de autores en la SGAE que se lleva cifras mínimamente relevantes en concepto de derechos. Y es que Teddy Bautista tenía claro su modelo especulativo de propiedad intelectual, cuando declaraba «la SGAE no es un sindicato, sino una entidad administrativa de representación proporcional en la que los votos son como acciones». Hay que contraponer a este nefasto modelo especulativo una visión de los derechos de autor como derechos sociales, una propiedad intelectual orientada a beneficiar sobre todo a los creadores y a su público, no a los capitalistas e intermediarios que extraen beneficios de la propiedad intelectual.

Un Estatuto de los Trabajadores en un tablón, sin sindicatos que lo hagan valer, es algo inútil. Pasaría algo análogo con el trabajo cultural: el logo de Creative Commons en una obra tampoco implica nada si no hay instancias colectivas que defiendan este tipo de licencias. En el nuevo contexto social el mundo del trabajo cultural tiene que aprender a organizarse en una manera análoga a como lo hicieron históricamente otros ámbitos: huir de las soluciones individuales a problemas colectivos.

Y si el entramado industria-EEGG instrumentalizó figuras como la del autor romántico o el intelectual (como apuntamos antes), desde el copyleft y la cultura libre se cae en las mismas mistificaciones. Iconos dentro del ideario de la cultura libre como la del hacker/desarrollador de software libre que deja sus programas gratis y vive del soporte, o los creadores a los que internet les habría permitido eliminar intermediarios y estar en contacto directo con su público (no hay demasiados ejemplos de esto último). El trabajo cultural ha salido del fuego del entramado clásico de industrias-EEGG para caer en las brasas del nuevo capitalismo digital y su extraña alianza con sectores hegemónicos dentro del copyleft. Estas posturas ciber-optimistas nos anuncian que, una vez liquidada la arcaica propiedad intelectual, una nueva Mano Invisible nos hará a todos (creadores y consumidores de productos culturales) ricos y felices en la red, gracias a las licencias libres. Asistimos al asalto final de los adeptos a la ideología californiana [3].

El movimiento copyleft y de cultura libre ha revolucionado el mundo del software y de las industrias culturales, diseñando licencias que superan el paradigma de “todos los derechos reservados”. Con estas licencias se ha posibilitado la aparición de creaciones (de todo tipo) en la forma de lo que economistas como Elinor Ostrom caracterizarían de bienes públicos: bienes que están disponible para todos y de los que el uso por una persona no impide el uso por otros. Pero este fácil acceso es tanto para la comunidad o comunidades de referencia del creador como para quienes los mercantilizan (fotos de Flickr en diarios, vídeos de Youtube en programas de TV). Hay que tener presente que una externalidad negativa de las licencias libres en el nuevo contexto digital podría ser el precarizar aún más las industrias culturales (el periodismo o el sector audiovisual son dos ejemplos claros al respecto), y que las licencias libres complejizan aún más el antagonismo entre trabajadores y los capitalistas de las industrias culturales.

Están por desarrollar herramientas que ayuden a extender una visión social de los derechos de autor, modelos que posibiliten ingresos dignos y estables no sólo a los autores de éxito y que en paralelo permita un acceso universal a la cultura.

Fin de la propiedad intelectual: ¿paraíso de la cultura libre o la distopía de Google?

Y es que no hay varitas mágicas ni soluciones perfectas en todo lo relacionado con el trabajo cultural. Es muy poco razonable la existencia de derechos de autor que duran hasta 70 años después de la muerte del creador, entre otros motivos porque pocos derechos tienen un autor que está muerto. Pero el experimento de la Revolución Francesa de pasar todas las creaciones a Dominio Público fue un fracaso rotundo [4]: las editoriales entraron en una loca carrera para inundar el mercado de las obras que sabían que eran populares. Esto supuso un rápido colapso económico de la mayoría de las editoriales, y el cierre a la publicación de nuevas obras, de las que no se sabía de antemano que éxito podrían tener, ya que las editoriales preferían publicar obras clásicas de las que pensaban que el éxito estaba asegurado.

Y es que el capitalismo se puede explicar sin propiedad intelectual, pero el trabajo cultural y las condiciones materiales en el que éste se desarrolla no pueden explicarse sin hablar de capitalismo. Hay que abandonar la centralidad que otorgamos a las licencias libres, y poner el foco en las condiciones en las que se desarrolla y cómo se remunera el trabajo cultural. A través del materialismo cultural podríamos analizar qué licencias permiten el mejor ajuste entre cultura libre e industrias culturales sostenibles.

La hipotética abolición de la propiedad intelectual y/o generalización del copyleft no sería en absoluto anticapitalista ni aseguraría la cultura libre (como vimos que ocurrió durante la Revolución Francesa). Esta abolición sólo perjudicaría a las tradicionales industrias culturales y EEGG, beneficiando a nuevos capitalistas digitales que operan en internet. Están surgiendo nuevos monopolios en el seno de internet casi imposibles de sortear: hablamos de Amazon, eBay, PayPal, Apple o Google, y en el seno de estos monopolios persiste la cuestión de la explotación capitalista de la fuerza de trabajo, con o sin compra-venta de propiedad intelectual y derechos patrimoniales.

La propiedad de los medios de producción culturales, el impulsar ámbitos colectivos de defensa de los autores y el uso generalizado de licencias libres deberían ser las herramientas para desarmar el circuito industria-EEGG, y ser además la defensa ante los habituales parásitos de los productos culturales como era la popular Megaupload. Hay que cortocircuitar la explotación capitalista del trabajo cultural, ya que la mano invisible de Adam Smith tampoco va a funcionar bien en una internet idílica, autoregulada dentro de un nuevo mercado sin propiedad intelectual. Parafraseando a César Rendueles, hay que acabar con la ficción de internet como un espacio neutro -sospechosamente parecido al mercado- de individuos autónomos sin otra relación que sus intereses comunes. Internet no es un espacio autónomo de la explotación y la voracidad capitalista.

[1] La sociedad de autores españoles (1899-1932) Raquel Sánchez García http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1036893

[2] CT o la Cultura de la Transición http://info.nodo50.org/CT-o-la-Cultura-de-la-Transicion.html

[3] La Ideología Californiana http://info.nodo50.org/La-Ideologia-Californiana.html

[4] Publishing and Cultural Politics in Revolutionary Paris, 1789-1810 http://publishing.cdlib.org/ucpressebooks/view?docId=ft0z09n7hf;brand=ucpress

Tomado de: www.nodo50.org

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Izquierda. Por: José Saramago*

“Nosotros tenemos razón, la razón que asiste a quien propone que se construya un mundo mejor antes de que sea demasiado tarde, pero o no sabemos transmitir a los demás lo que es substantivo en nuestras ideas, o chocamos con un muro de desconfianzas, de prejuicios ideológicos o de clase que, si no logran paralizarnos completamente, acaban, en el peor de los casos, por suscitar en muchos de nosotros dudas, perplejidades, esas sí paralizadoras. Si el mundo alguna vez consigue a ser mejor, solo habrá sido por nosotros y con nosotros. Seamos más consientes y estemos orgullosos de nuestro papel en la Historia. Hay casos en que la humildad no es buena consejera. Que se pronuncie alto la palabra Izquierda. Para que se oiga y para que conste”.

Tomado de: www.casa.cult.cu

*(Azinhaga, 1922-Tías, Lanzarote, 2010) es uno de los escritores portugueses más conocidos y apreciados en el mundo entero. En España, a partir de la primera publicación de El año de la muerte de Ricardo Reis, en 1985, su trabajo literario recibió la mejor acogida de los lectores y de la crítica. Otros títulos importantes son Manual de pintura y caligrafía, Levantado del suelo, Memorial del convento, Casi un objeto, La balsa de piedra, Historia del cerco de Lisboa, El Evangelio según Jesucristo, Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres, La caverna, El hombre duplicado, Ensayo sobre la lucidez, Las intermitencias de la muerte, El viaje del elefante y Caín.

Otros títulos, Poesía completa, Cuadernos de Lanzarote I y II, Viaje a Portugal, el relato breve El cuento de la isla desconocida, el cuento infantil La flor más grande del mundo, el libro autobiográfico Las pequeñas memorias, El Cuaderno y José Saramago en sus palabras, un repertorio de declaraciones del autor recogidas en la prensa escrita. Además del Premio Nobel de Literatura 1998, Saramago fue distinguido por su labor con numerosos galardones y doctorados honoris causa.

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Seminario de Cine por José Luis Guerin

“Nociones de puesta en escena”

Del 9 al 13 de Julio de 2012 en BARCELONA
Inscripciones e información en www.tercer-ojo.com

Tercer Ojo organiza este seminario con José Luis Guerin como una posibilidad cercana de dialogar y compartir el pensamiento de este director de cine, considerado por muchos como uno de los referentes del cine de autor europeo.

José Luis Guerin autor de obras singulares como; Innisfree (1990) / Tren de Sombras (1997) / En construcción (2001) / En la Ciudad de Sylvia (2007) /Guest (2010) – ha elaborado un seminario intensivo de cinco días donde se podrá tener un acercamiento real a sus planteamientos y criterios del lenguaje fílmico considerados en la puesta en escena de la ficción o el documental. Su investigación del espacio, sus pactos con la realidad y su experiencia personal, serán una parte de este seminario convocado a los estudiosos y amantes del cine.

PROGRAMA

[Eminentemente práctico y pensado desde la problemática del cineasta, este taller quiere acercarse a las cuestiones más físicas que se plantean al pensar en el diseño y desarrollo de una secuencia y en su materialización durante el rodaje]

[Criterios para distribuir a los personajes en el espacio, para agruparlos o a aislarlos, para componer el movimiento y la interacción tanto con el paisaje que rodea a los personajes como entre ellos mismos]

[La caracterización a través de movimientos, gestos y miradas y su coordinación con los posibles movimientos de cámara y del dispositivo cinematográfico –o videográfico- pertinente]
JOSE LUIS GUERIN

Organiza: TERCER OJO
Ciudad: Barcelona
Lugar: SALA DE ACTOS Casal de Joves del Palau Alós, St Pere més baix, 55.
Duración: 20 horas
Días: 9-10-11-12-13 de Julio de 2012
Horario: De 16 a 20 horas
Plazas: Limitadas
Valor del seminario: 200 €

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(VIDEO) Mujeres del carbón

Cuanta belleza y altruismo descubro al verlas luchar frente a los tecnócratas del Senado Español. Admiro vuestra entereza, vuestra voluntad de hacer del futuro de todos, un mundo mejor.

Son esposas, madres, novias, amigas. Han venido de tan lejos para ponerle cara a la verdad y a la injusticia. Son ustedes parte consustancial y referencia de una batalla que se anticipa larga.

El reclamo que defienden es justo, noble y necesario. La voluntad de sus compañeros se ha crecido con el fragor de vuestras palabras, de vuestro accionar. La honra se hará enorme, ante la unidad de mujeres y hombres que encaran el derecho y el deber de luchar por la dignidad y por la vida.

La batalla de los mineros en un ejemplo de la lucha de clases en el Estado Español y en el mundo. La decisión de truncar el futuro del sector, amparado por el voto de quienes se pliegan -sin más-, ante los mercados, es la clara expresión de ser títeres del dinero. Estos no son los verdaderos gobernantes del mundo. Son ustedes y nosotros.

Estamos viviendo en tiempos donde la crisis va truncando el futuro de generaciones enteras. La libertad y la dignidad humana anda secuestrada. El valor de la palabra y la batalla que ustedes hacen contra la complicidad y el silencio “de estos nadies”, son las rutas a seguir en tiempos donde las ideas se nublan y la historia de pulveriza.

Ustedes no son terroristas. Las palabras traídas por los medios de comunicación, -que son los mercenarios del mercado-, no puede hacer mella en el fragor de vuestra lucha que es también la mía. Hemos de andar en paso apretado. Hemos de estar juntos en esta “nueva” batalla por la humanidad.

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