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Más sobre la actualidad cubana (Parte II)

Plaza de la Revolución. 1ro de mayo, día de los trabajadores Foto Radio Rebelde

Por Fabián Escalante

La contrarrevolución interna reorganiza sus fuerzas para pasar a la ofensiva. Primero convocando a un “paro nacional” el 11 de octubre, diz que para obtener la “liberación de presos políticos”. Después –según las redes sociales–, un grupo de “activistas”, evidentemente contrarrevolucionarios, visitaron la sede del Consejo de Administración de la capital para solicitar autorización y realizar una marcha pacífica contra la “violencia” en el mes de noviembre, por supuesto, después de la apertura del turismo internacional que planean las autoridades competentes.

Según un periodiquillo miamense, la marcha, es “contra la violencia, para exigir que se respeten los derechos de todos los cubanos, por la liberación de los presos políticos y la solución de las diferencias a través de vías democráticas y pacíficas”. Además “solicitan protección a las autoridades y el normal servicio de las telecomunicaciones”.

Uno de sus participantes ha puntualizado a los medios de prensa afines, entiéndase contrarrevolucionarios, que aspiran a que marchas similares se repliquen en todo el país. Para tal propósito, los líderes protestantes esgrimen los derechos otorgados por la Constitución cubana, que recoge la protesta pública como un derecho del pueblo.

En dos palabras, el plan –sin dudas estructurado por la CIA y sus asociados, generosos financieros de estos “líderes”– estriba en organizar una masiva actividad contrarrevolucionaria, precisamente en los días en que Cuba reabre sus puertas al turismo internacional.

Mientras, los bombardeos de mentiras y medias verdades pululan por las redes sociales contra los principales líderes del Gobierno, particularmente el presidente Díaz Canel, desmeritando las acciones que el Gobierno revolucionario realiza –sacando recursos de donde no hay– para mejorar las condiciones de vida de barrios desfavorecidos vulnerables.

En Miami, un sector de la comunidad cubana, manipulada por los congresistas fundamentalistas Marco Rubio, María Elvira Salazar y sus acólitos, alista sus armas, coordina y financia a sus peones locales, para que en estrecho contacto con sus pares de la Isla ayuden a crear un ambiente de desestabilización social.

Sin dudas esa es la ESTRATEGIA SUBVERSIVA.

En circunstancias como las actuales –pandemia, escalada del bloqueo, escaseces, etc– no podemos subestimar al enemigo, y si desean elevar la parada (como se decía en mi barrio), hay que aceptar el reto, con MÁS REVOLUCIÓN, como nos enseñó Fidel.

Acciones de masa para demostrar nuestra fuerza, movilizaciones políticas y patrióticas locales parecerían acertadas, aprovechando cada oportunidad. Al enemigo hay que darle de su mismo jarabe. Desean realizar una demostración de fuerza, pues hagamos lo que sabemos hacer, que es movilizar al pueblo.

También, insisto en ello, fortalecer las bases de nuestras organizaciones con “ideas nuevas”, pero con mayor urgencia, con conceptos que superen el reiterado “cambio de estilo y métodos de trabajo”, pues nada de ello se ha logrado a pesar del tiempo transcurrido tratando de implementarlo.

Los comunistas, que militan en la superestructura, deben bajar –en la medida posible– a las organizaciones de base, a los núcleos zonales, para desde allí y a la cabeza del resto de las fuerzas revolucionarias, además de dialogar y escuchar los conflictos y necesidades locales, pasar a la contraofensiva.

El enemigo de la humanidad, el Gobierno de Estados Unidos y sus agencias subversivas se aprestan para propinar el golpe final a la Revolución, en tanto nos suponen débiles. Eso es lo que quieren. Es probablemente a lo que Biden y su administración aspiran como premio de consolación ante las derrotas internacionales y locales sufridas. Entonces, actuemos como sabemos hacer, con el pueblo a la vanguardia. Y aunque a algunos no les guste: la calle es de los revolucionarios, como alertara Díaz-Canel. Entonces, ¡Al COMBATE!

Tomado de: Cubadebate

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Al borde del abismo y en sentido equivocado

Antonio Guterres, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU)

Periódico La Jornada

Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), lanzó una fuerte advertencia a los líderes mundiales al inaugurar el debate anual de alto nivel de la Asamblea General de ese organismo. Para el jefe de la diplomacia global, es necesario hacer sonar la alarma porque “estamos al borde del abismo y actuando en el sentido equivocado; el mundo nunca ha estado tan amenazado o tan dividido”.

Guterres sostuvo que “enfrentamos la cascada de crisis más grande de nuestras vidas” por la confluencia del cambio climático, la pandemia, así como las amenazas a la paz y a los derechos humanos. Para conjurar esta crisis multidimensional, dijo, es urgente un nuevo contrato social que permita superar seis brechas: la de la paz entre y dentro de los países, la del clima, la existente entre pobres y ricos, la brecha de género, la de confianza entre gobernantes y gobernados, y la generacional.

Los datos que sustentan la existencia y profundidad de tales brechas resultan demoledores. Por citar sólo dos casos, el abismo entre ricos y pobres es tal, que mientras los multimillonarios hacen turismo espacial –que para colmo, tiene un altísimo costo ambiental–, más de 800 millones de personas pasan hambre; por su parte, la doble división generacional y de confianza política es tal, que 60 por ciento de los jóvenes se sienten traicionados por quienes dicen representarlos.

Pero acaso la más lacerante de estas desigualdades es también la que sería más fácil de remediar con un mínimo de voluntad, sentido común y ética: aquella que ha marcado las posibilidades de supervivencia de los habitantes del planeta ante el Covid-19 de acuerdo con su riqueza personal y la del país en que viven. Por ello, Guterres no dudó en calificar de “obsceno” y de ser “una acusación moral del estado de nuestro mundo” el que una mayoría más rica ya esté vacunada –y, cabe agregar, ya esté recibiendo incluso terceras dosis, sin que haya comprobación científica de su utilidad– cuando más de 90 por ciento de la población africana sigue esperando por su primera dosis.

Lo denunciado por el secretario general es nada menos que un extravío civilizatorio, a resultas del cual la humanidad se enfila a una catástrofe irreversible en material ambiental, al tiempo que se asfixia en una pandemia para la que no hay siquiera una fecha tentativa de solución. Paradójicamente, el mejor indicador de la exactitud de este diagnóstico, cuyo origen último se achacó a la ausencia de solidaridad, se halla en el vacío que el discurso de Guterres mereció en los medios, enfocados en resaltar la “nueva era” de la diplomacia anunciada por el presidente Joe Biden, y que no consiste sino en la enésima redición del intransigente imperialismo estadunidense.

Tomado de: La Jornada

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Días difíciles. Derrota en Lumeje

Tropas cubanas en Angola

Por René Rodríguez Rivera

Tuve una larga conversación con Robert y Olirio, donde intercambiamos nuestras experiencias en Angola. También revisamos y ordenamos el material médico para facilitar la atención a posibles heridos; organizamos un pequeño salón de operaciones. Luego del almuerzo con sardinas y arroz, nos sentamos a conversar en el portal del hospitalito, conversación que fue bruscamente interrumpida por el ruido de un avión a reacción. Corrimos hacia el terreno frente al hospital y nos «refugiamos»  debajo de una frondosa mata de mangos. El avión pasó muy alto, por lo que los compañeros de los cohetes no dispararon. Ellos se encontraban cubriendo el pueblo con un triángulo defensivo. Al día siguiente hicimos una trinchera en L debajo de la mata de mangos.

Tres largos y tediosos días pasamos entre aquella mata de mangos y el hospital. Olirio se negó a ir al «refugio» y dijo que él estaba seguro en el hospital. Robert y yo fuimos a la trinchera las dos veces que volvió a pasar el avión,  siempre muy alto, y no volvió a bombardear. Al cuarto día llegó la orden de «recoger» y embarcarnos en el ferrocarril hacia Luacano.

Después las tropas avanzaron y llegamos a Caifuche, donde llegó aquella mujer que no podía parir y que tuvimos que evacuar en nuestro nuevo avance hacia otro pueblito llamado Cassaigare y falleció en el camino. Esta historia ya la hice en SC; muy triste.

Días después nuestras tropas tomaron el pueblo de Lumeje con muy poca resistencia del enemigo. El puente sobre el río estaba semidestruido y nuestras tropas no podían continuar avanzando. Ocupamos una casa grande en el poblado y en ella establecimos el puesto médico. El día 4 de febrero de 1976 el Comandante Colas avanzó hacia el sureste por el camino a otro poblado nombrado Busaco. Al Capitán Pérez Isaac se le dio la orden de ocupar una cabeza de puente al otro lado del río y establecer una línea defensiva; fue con un pelotón mixto de angolanos y cubanos, sin artillería ni tanques, debido al puente que estaba en pésimas condiciones.

Nuestra casa quedaba en las afueras del poblado y detrás de nosotros, a unos 500 metros se encontraba la artillería reactiva y los tanques, en una espesa arboleda.

Esa noche del día 4 nos acostamos temprano y aproximadamente a la 1 de la madrugada nos despertó un grupo de compañeros que traían a Bárbaro (no recuerdo el apellido), un combatiente que en el acto nos dimos cuenta de que ya estaba muerto; era un explorador que había caído en una escaramuza del otro lado del rio. Aquello me impidió volver a conciliar el sueño y estuve despierto fumando en silencio hasta las 5am., en que Olirio comenzó a hacer café; me senté en el portal y allí me lo llevó Olirio en un jarrito metálico.

Transcurrieron unos minutos mientras saboreábamos el café; de pronto, en dirección al río que se encontraba a unos 500 metros, comenzó un intenso fuego de fusilaría con algunas explosiones. No había dudas de que las tropas de Pérez Isaac combatían allí.

No puedo decir exactamente cuánto tiempo duró el tiroteo; quizás 20 minutos, más o menos. Los disparos fueron disminuyendo y cesaron totalmente mientras nos preparábamos para las bajas que pudiéramos recibir. De pronto la artillería reactiva a nuestras espaldas comenzó a disparar y un ruido ensordecedor llenó el amanecer. Los cohetes pasaban sobre nosotros porque las BM21 estaban a nuestras espaldas. La tormenta de fuego duraría unos 10 minutos y ceso´ repentinamente. A nuestra casa llego el Oficial de la Contrainteligencia y nos dijo que nos preparáramos pues teníamos bajas en el río.

Sobre la 8 am comenzaron a llegar nuestras bajas; uno de los primeros en llegar fue Urquiza, un compañero que trabajaba aquí en el ICRT y se encargaba del ferrocarril por la parte cubana. Tenía una herida en la cabeza pero estaba vivo. Unos minutos después llegaron dos cadáveres: el del Capitán Alfonso Pérez Isaac y el de un joven rubio que en Cabinda se subía en las matas de coco; no recuerdo su nombre pero está recogido en la relación de nuestras bajas. A Pérez Isaac un disparo le había seccionado la arteria femoral derecha; le habían robado su pistola y el reloj. Y así fueron llegando hasta el número de 10 cubanos y 8 angolanos muertos; también sufrimos 28 heridos entre cubanos y angolanos. Tropas de refuerzo cruzaron el puente para mantener las posiciones. Según relataron algunos heridos, los atacaron más de 300 hombres y les hizo mucho daño una especie de escopeta lanzagranadas denominada M79. Dos horas después llegó un avión bimotor y se llevó a los heridos. Los muertos fueron enterrados en tumbas abiertas en la tierra, a un costado del aeropuerto. Se les enterró con su chapilla en la boca, para su posterior identificación. Fue un da muy triste. En la tarde llegó la orden de que trasladáramos el Puesto Médico nuevamente a Caifuche, varios kilómetros atrás. Tres días después avanzaríamos hacia al sureste por el camino a Busaco.

Tomado de: Segunda Cita

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Dune: Espectáculo visual listo para el consumo (+Video)

Por Gloria Benito

Según Denis Villeneuve, la adaptación de Dune fue un sueño aplazado para el que se preparó a los largo de su carrera, como si sus películas anteriores (Sicario, La llegada, Blade Runner 2049) hubieran sido una preparación para este proyecto, una afirmación que resulta sorprendente si se tiene en cuenta la trayectoria del director canadiense, entre el cine de autor y, muy ocasionalmente, el más comercial al servicio de los intereses de la industria.

Se entienden las expectativas ante esta esperada nueva versión del best seller de Frank Herbert (1965), cuyas secuelas se extendieron hasta el 2004 por mor de la abusiva gestión de los herederos del escritor que exprimieron al máximo  sus notas y apuntes, reales o no, para extender y mantener  un negocio editorial de notable éxito.

La película de David Lynch (1984) fue un proyecto fallido que no superaron las series televisivas de John Harrison y Greg Yaitanes (2000-2003). El reconocimiento y prestigio del director de El hombre elefante (1980), que deslumbró a Dino de Laurentiis, desembocó en el fiasco, más que esperable, de un proyecto donde director y productor partían de premisas opuestas y perseguían objetivos incompatibles:  libertad creadora versus dinero.

El plan de Lynch con la participación surrealista de Dalí, Jodorowski, Moebius y Sting, un presupuesto de 40 millones de dólares y una duración de cinco horas, reducida a 137 minutos por la producción, generó un conflicto de intereses agravado por el fracaso de taquilla y crítica, posteriores al estreno de la película. Se sabe que el director de Mulholland Drive (2001) se negó a reconocer su autoría hasta el punto de solicitar que su nombre no apareciera en los créditos, y si lo consintió fue obligado por las previsibles demandas judiciales que se le venían encima.

Todo ello desató, en el mundo del cine, cierta dosis de prevención y escepticismo ante nuevos intentos de adaptar la novela de Herbert, que algunos devotos de la hipérbole verbal han denominado como «la maldición de Dune». No es de extrañar la expectación provocada por la decisión de Villeneuve para enfrentarse al reto de transformar en cine un libro canónico para los fans del sci-fi. Y más aún si se trata de Dune, un libro cuya estructura dispersa y contenido complejo no facilitaron el trabajo en tiempos de Lynch ni lo han hecho ahora.

Herbert situó su historia diez mil años después de su tiempo, a mediados del siglo XX. Como señaló Philip K. Dick, unos de los modernos padres del género de la ciencia ficción, esta circunstancia —el desarrollo de un relato en el futuro— no garantiza su adscripción al género, pues para ello es necesario que se muestren, analicen o cuestionen los conflictos internos del ser humano en ese contexto, conforme a los avances de la ciencia y la tecnología. De acuerdo con este principio, la saga Dune pertenecería a lo que se ha denominado ciencia-ficción blanda o débil, en este caso algo cercano a una ficción fantástica revestida de matices filosófico-simbólicos.

La novela y sus adaptaciones cinematográficas y televisivas relatan las andanzas de la noble e influyente familia Atreides, una de las Grandes Casas que conforman al Imperio galáctico que gobierna el universo. La orden imperial de abandonar Caladam, el húmedo y fértil planeta que administran y habitan, para regir el desértico Arrakis, único lugar donde se extrae la codiciada «especia-melange», imprescindible para los desplazamientos espaciales mediante plegamientos del tiempo, esconde una trampa política: debilitar el creciente poder de los Atreides enfrentándoles con los Harkonnen, furiosos por sentirse desplazados.

En el proceso de ocupación de Arrakis, los Atreides y su ejército, además de defenderse de los ataques Harkonnen, intentarán someter a los habitantes del planeta, los Fremen, los verdaderos dueños y conocedores del peligroso desierto habitado por mortales y gigantescos gusanos.

En el desarrollo de este argumento, largo y con numerosas derivaciones y subtramas cuyo progreso avanzará en las posteriores secuelas de la saga novelesca, se infiltran frecuentes reflexiones filosófico-religiosas relativas al mesianismo de un hipotético salvador de los oprimidos, aderezadas con referencias bíblicas o coránicas que se implementan con la aportación de las Bene-Gesserit, la secta femenina de extraordinarios poderes mentales capaces de manipular y transformar la realidad.

Hay que agradecer a Villeneuve que haya ofrecido una historia coherente y   comprensible, poniendo orden en el caos estructural de la novela y del filme de David Lynch. El guión, escrito por el oscarizado Eric Roth (Forrest Gump, Munich) y el menos afortunado Jon Spaiths (Passengers, Prometheus), funciona con notable eficacia, aportando claridad a un relato que, como la novela, se desenvuelve en el territorio de lo fantástico y la fábula moral.

La síntesis narrativa propia del cine es fruto tanto del guión como del excelente montaje de Joe Walker, el habitual colaborador de Villeneuve. El resultado es espectacular desde el punto de vista visual, con una planificación y puesta en escena  exquisitas. El director canadiense ha puesto su talento al servicio de un proyecto impecable desde el punto de vista formal, donde la magnífica fotografía del australiano Greig Fraser contribuye a la brillantez visual del conjunto en el que se integran a la perfección los equipos de arte y vestuario (Jacqueline West y Bob Morgan). El color y diseño de los trajes se adapta perfectamente a las necesidades argumentales: un verde oscuro, elegante y sobrio para los trajes militares de los Atreides, los personajes destinados al papel más heroico de la historia.

Como Menelao y Agamenón, los hijos de Atreus, serán arrastrados por el destino hacia conflictos bélicos de carácter mítico. Víctimas de las intrigas imperiales, se verán destinados a grandes hazañas  para ordenar el caos del mundo y salvar a la humanidad de la codiciosa garra del poder. Como se ve, nada nuevo en esta película que reproduce los más  antiguos y conocidos relatos fabulosos de la literatura y el cine.

No hay sorpresas en el cuero negro que visten los malvados Harkonnen, entre los que destaca el trabajo del sueco Stellan Skarsgard (Chernobil) como barón de la Casa y el de su hijo y heredero representado por Dave Bautista; ni en los ocres y negros de los arabizados pseudobeduinos habitantes del desierto, ni tampoco en los velos y sedas cargadas de pedrería de las ostentosas Bene-Gesserit, especialmente importantes en el vestido de la Reverenda Madre Mohian, encarnada por una Charlotte Rampling tan tapada que apenas se la ve, aunque su actuación como personaje de poder y fuerza es deliberadamente dramático.

Como vemos, Villeneuve ha efectuado todo un despliegue de medios en consonancia con el alto presupuesto del filme y su objetivo de inmersión total del espectador en la historia, que se acentúa hasta el exceso mediante las extradiegéticas estridencias musicales de Hans Zimmer (Gladiator, Interestellar) y su reiterativa percusión de raíces árabes y étnicas, asociadas al pueblo subyugado. El desierto Fremen resuena y vibra al ritmo de la narración cinematográfica enfatizando los momentos de tensión con sobresaltos sonoros que hacen saltar en su butaca al complacido espectador.

En cuanto al contenido argumental, Villeneuve no aporta casi nada a una historia que, en la novela, no da más de sí, por lo que, en este sentido, podemos afirmar que el director ha realizado una adaptación absolutamente fiel en lo esencial. Con un elenco actoral de primera fila, el director ha seleccionado el perfil más idóneo para cada personaje con el fin de aportar verosimilitud a la historia.

El triángulo evocador de los ambientes medievales y legendarios que tanto éxito tuvieron en Juego de tronos está formado por Oscar Isaac, encarnando al duque Leto Atreides, Jason Momoa (Aquaman), al maestro de espadas Duncan Idaho, y Josh Brolin, al jefe de guerra Gurney Halleck.  Este grupo de personajes representa la lealtad a unos ideales y valores morales que se identifican con la defensa del Bien al que sirven con valor y convicción. Ellos son los soportes ideológicos y la fuerza guerrera de la Casa Atreides.

Rebeca Ferguson interpreta con brillantez a Lady Jessica, la amante de Leto y madre de Paul Atreides, el heredero. Su pertenencia a las Bene-Gesserit, que la observan con dureza por haber alumbrado un varón, y el adiestramiento de su hijo en el dominio de la mente personifican la parte más fantástica de la historia. Sharon Duncan-Brewster incorpora a la Doctora Lyet Kines, que en la novela y en la película de David Lynch era un personaje masculino. La presencia de Javier Bardem como líder de los Fremen es insignificante, apenas un esbozo, una sombra al final de la película.

La elección de la celebrity Zendaya para el papel de Chani, la líder femenina y juvenil de los Fremen, confirma las intenciones de Villeneuve de entregar una superproducción cinematográfica destinada al gran público. Si la recaudación de taquilla es satisfactoria, habrá una segunda parte, en la que el director trabajaría el próximo año para ser estrenada en 2023. Villeneuve ha optado por dividir la historia en dos partes, por lo que este Dune es en realidad una introducción donde se presentan la trama y los personajes sin profundizar en su singularidad ni en su evolución.

Es posible que el estreno en streaming en HBO Max influya negativamente en la recaudación de los cines, restando posibilidades a futuras realizaciones e incrementando la tensión entre el director y la Warner Bros. El tiempo dirá. De momento las palabras de Chani («Esto no es el final») que cierran el filme trasmiten el deseo del director y la esperanza de un nuevo comienzo.

El único que se aleja muy levemente de esta propuesta es Paul Atreides, interpretado con gran acierto por la joven estrella ascendente Timothee Chalamet, el adolescente enamoradizo que se dio a conocer como prometedor actor en Call me by your name. Su tópico rol de héroe destinado a realizar grandes hazañas, educado y adiestrado en las artes de la política y la guerra para defender los ideales de la Casa Atreides se desvía sutilmente del prototipo.

Se trata de un héroe más humanizado, con dudas sobre un destino predestinado contra el que se rebela y que acepta en un proceso de crecimiento personal desde la adolescencia a la madurez. Su carismático encanto se incrementa con cierta tristeza que le confiere un aire melancólico muy atractivo para los postmillennials de la generación Z. Todo está muy pensado.

Es capaz de sentir miedo ante el futuro y ante las posibilidades de sobrevivir y tomar decisiones. Es capaz de pensar por sí mismo y prevenirse contra el fanatismo religioso como forma de manipulación de las masas, por lo que contempla con desconfianza las esperanzas mesiánicas depositadas en su persona por los Fremen. Sin duda, Villeneuve ha actualizado el personaje para acercarlo a la realidad política y social del siglo XXI aunque el resto de temas son recurrentes, como las connotaciones ecologistas de los valores Fremen en relación con el futuro del planeta y la preocupación sobre el medio ambiente.

Veremos si llega la secuela y llena los vacíos de esta incompleta versión del libro. Aún no sabemos si Villeneuve ha abierto la puerta a una nueva saga que haga la competencia a la desgastada Star Trek y a la proliferación de adaptaciones de best-sellersci-fi (La materia oscura, Dark).

De momento sólo decimos que hemos visto una película de acción fantástica que se desarrolla en un futuro lejano. Lo que sigue siendo un enigma es lo que pintan las esculturas y trofeos taurinos que decoran la casa y las paredes del palacio de los Atreides. ¿Humor o referencia mítica?

No hay duda sobre el ingrediente esencial del filme: emoción y dramatismo bien administrados para construir una narración clásica de magnífica envoltura formal, una fiesta visual y envolvente, que atrapa al espectador y le entretiene durante las dos horas y media de la proyección. Si se está favorablemente predispuesto y con saludable curiosidad, claro. Y lista para consumir.

Tomado de: Encadenados

Tráiler del filme Dune (Estados Unidos, 2021) de Denis Villeneuve

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Cine judicial: de lo mejor a lo peor

American Traitor: The Trial of Axis Sally de Michael Polish.

Por Antonio Mazón Robau

Puede afirmarse de manera rotunda que el cine judicial, importante variante del drama, es una vía popular de comunicación entre espectadores y directores, y su atractivo esencial radica en poner al público en el rol del juez, la defensa, el fiscal o el jurado en pro de contar historias cargadas de intriga y misterio, que en muchas ocasiones se convierten en thrillers.

Desde los muy lejanos tiempos del cine silente comenzaron a narrarse estas historias, cuyo primer ejemplo, por lo demás paradigmático, fue La pasión de Juana de Arco (La Passion de Jeanne d’Arc, 1927), de Dreyer. A partir de entonces se han sucedido numerosos y sobresalientes ejemplos de esta modalidad fílmica, tales como Heredarás el viento (Inherit the Wind, 1960), de Stanley Kramer; El hombre equivocado (The Wrong Man, 1956), de Alfred Hitchcock; la excelente Anatomía de un asesinato (Anatomy of a Murder, 1959), de Otto Preminger; La caldera del diablo (Peyton Place, 1957), de Mark Robson; Testigo de cargo (Witness for the Prosecution, 1957), de Billy Wilder; El veredicto (The Verdict, 1982), de Sidney Lumet; Compulsión (Compulsion, 1959), de Richard Fleischer, y muchas otras.

Desde hace tiempo, apenas circulan entre nosotros películas sobre el tema —que parecía haber encontrado su refugio ideal en la televisión—, y que ha vuelto a ser tratado con el reciente estreno de Historia de una traición (American Traitor: The Trial of Axis Sally, 2021), del director Michael Polish.

El caso que presenta este filme es interesante y poco conocido. Cuenta la historia de una norteamericana llamada Mildred Guillars (1900-1988), quien fuera locutora y propagandista de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial y que fue apresada poco tiempo después de concluida la guerra. Por su complicidad con el enemigo, Guillars (conocida en los Estados Unidos como Axis Sally), fue trasladada a Norteamérica y se le celebró un juicio en el que se le imputaron ocho cargos de traición. En el filme, la actriz Meadow Williams tiene a su cargo el rol de Guillars y el conocido Al Pacino es su abogado defensor.

La película, a nivel artístico, no despega. Su realización deja bastante que desear en varios niveles, sobre todo por la pobreza de su guion y por una convencional actuación de Williams. Pacino, con un maquillaje que luce falso, tampoco puede hacer mucho con su personaje. Pero lo peor no es nada de eso. Donde el filme ingresa en el hall de la chapucería es cuando se anuncia el veredicto del jurado, pero sin informar de cuál es la sentencia, algo insólito en la historia del cine judicial. Obligar al espectador a buscar por sus medios cuál fue la pena aplicada a Mildred Guillars es una de las cosas más absurdas que he visto en este campo.

¿Qué pensaron los guionistas? ¿Que con informar al público respecto a la culpabilidad o no de Guillars ya era suficiente? De veras que hay productores que no conocen a las audiencias: los filmes judiciales no son tales sin veredicto y sentencia. Esta norma es inviolable, porque de lo contrario se despoja de todo sentido la historia que se cuenta. Además, se requiere de más talento, es incuestionable, para cambiar o alterar una estructura clásica.

Tomado de: Cubacine

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Camarógrafo de “La batalla de Chile” es un detenido desaparecido

Camarógrafo chileno Jorge Müller Silva

Por Hugo Guzmán

El documental “La batalla de Chile”, exhibido en estos días por el Canal La Red, en una meritoria pauta informativa, permitió a las nuevas generaciones encontrarse con un material documental elocuente y robusto sobre el proceso que se vivió en Chile entre 1970 y 1973. Y a las generaciones más antiguas les debe haber evocado aquellos mil días de movilizaciones, debates, confrontaciones, donde se constató con nitidez cuáles son los proyectos e intereses que se juegan en Chile.

El trabajo de “La batalla de Chile” es uno de los más enriquecedores en cuanto a información y documentación en cuanto al período del Gobierno Popular que lideró el Presidente Salvador Allende, sobre todo por el testimonio de protagonistas sociales, es decir, mujeres, trabajadores, pobladores, dirigentes sindicales, y también por la voz de empresarios, conservadores, militares y dirigentes de gremios. Se pueden ver y escuchar intervenciones del Presidente Allende que son claves respecto al proceso 1970-1973. Fue el trabajo de un equipo excepcional y el material es vigente y necesario a casi mitad de siglo de aquellos acontecimientos.

En el equipo estaba el destacado y sensible camarógrafo Jorge Müller Silva. Es probable que muchas y muchos jóvenes, que pudieron ver el documental en estos días, no sepan que él es un detenido desaparecido. Los de su generación lo saben y no lo olvidan. Es otro dramático ejemplo de cómo oficiales de las Fuerzas Armadas y Carabineros, y militantes de la derecha, actuaron con saña, odio e irracionalidad en contra de miles de compatriotas, sólo por su forma de pensar y su ejercicio profesional.

En la mañana de un día de noviembre de 1974, Müller, junto a su compañera y cineasta, Carmen Bueno, fue detenido en Bilbao con Los Leones, por un grupo de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina). Ambos fueron llevados, primero, al centro de detención y tortura de Villa Grimaldi, y luego a un centro similar, Cuatro Álamos. Los dos fueron torturados, incomunicados y mantenidos ilegalmente presos hasta mediados diciembre de 1974. Fueron sacados de Cuatro Álamos, de acuerdo al testimonio de varias y varios detenidos, y nunca más se supo de ellos. Pasaron a formar parte de la lista de detenidos desaparecidos, seguramente ejecutados por militares y carabineros.

Como ocurrió durante el periódico dictatorial, la Corte Suprema y otras instancias del Poder Judicial, rechazaron los recursos de amparo y peticiones de investigación sobre la detención, secuestro y desaparición de Jorge Müller y Carmen Bueno. La Fiscalía Militar, entidad sobre la cual todavía no se investiga cuántos delitos e irregularidades cometió durante la dictadura, cerró el caso. La insistencia de familiares, amigos y abogados de derechos humanos, permitió que finalmente se efectuara un proceso judicial, que llevó a cabo el magistrado  Hernán Crisosto. Se acreditó el delito de detención ilegal, de torturas y desaparición. Fue procesada una cincuentena de agentes de la Dina, la mayoría del Ejército, culpables de la acción criminal contra Jorge Müller y Carmen Bueno. Entre ellos, fueron condenados César Martínez, Pedro Espinosa, Raúl Iturriaga y Miguel Krassnoff.

Los dos cineastas tuvieron participación en varios documentales y obras de cine, trabajaron en Chile Films y fueron militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Müller trabajó en “Reportaje a Lota”, “La tierra prometida”, “La Expropiación” y “Realismo Socialista”.

Hoy, con la decisión editorial y periodística del Canal La Red, se logró volver a admirar la labor de Jorge Müller como camarógrafo, con un magistral manejo de la cámara en “La batalla de Chile”. Y se volvió a recordar que fue una de las víctimas de la dictadura.

Tomado de: El Siglo

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El papel de las ciencias sociales

La Habana Foto Agencia EFE

Por Graziella Pogolotti

En su acción y su palabra, el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez insiste en la necesidad de vincular el enorme potencial de saber acumulado con la toma de decisiones para encontrar respuestas eficaces a los desafíos que hoy afrontamos.

Su prédica se sustenta en los resultados tangibles alcanzados en el campo de la biotecnología con la producción de vacunas, conquista impensable en cualquier país del tercer mundo sometido a un implacable y prolongado acoso económico. Disponemos ahora de los beneficios de una estrategia diseñada por Fidel desde el triunfo de la Revolución, cuando se emprendió, a un mismo tiempo, la Campaña de Alfabetización, la Reforma Universitaria, la creación de avanzadísimas instituciones de investigación científica y se implementó un sistema de becas para rescatar talentos diseminados por todo el país.

El impulso a la biotecnología se traduce en el enfrentamiento a la pandemia, en el fomento de empleos altamente calificados y en la producción de bienes con significativo valor agregado. Similar conducta puede aplicarse también a otros sectores, como la agricultura, apremiante para el bienestar requerido por nuestro pueblo y para la apertura hacia mercados externos.

Reconocer el papel de la alta tecnología no implica soslayar el peso decisivo de quienes, atrás de la tierra y en la base de la pirámide, construyen con el paciente laboreo cotidiano de sus manos y sus mentes. Por ese motivo, resulta imprescindible mantener actualizado el diagnóstico de los entresijos de una realidad social compleja y en constante mutación, razón por la cual, sin menoscabo de la inversión necesaria, habrá de llevarse a cabo en el curso del próximo año un nuevo Censo de Población y Viviendas.

El análisis demográfico no se limita a una simple recopilación estadística. Para entender lo que somos y las circunstancias que presiden nuestra existencia en lo material y en lo espiritual, la información habrá de someterse al examen por parte de otras disciplinas de las ciencias sociales. Así nos lo enseñó el historiador y demógrafo Juan Pérez de la Riva, singular personalidad que merece rescatarse del olvido con la relectura de trabajos fundadores, como el ineludible sobre el barracón, indispensable para valorar la dramática consecuencia de un legado histórico, conformador de mentalidades y de expresiones de una cultura de la pobreza.

Juan Pérez de la Riva había nacido en cuna de oro. Los cinco miembros de su escasa familia se perdían en el inmenso espacio del palacio hoy destinado al Museo de la Música. Espíritu sensible, se unió a la causa de los humildes. Se introdujo en el conocimiento del marxismo y se opuso a la dictadura de Machado. Nacido por casualidad en Francia, el hecho sirvió de pretexto para su expulsión de Cuba en tanto extranjero indeseable.

Su estancia en Europa le abrió el horizonte hacia las tendencias modernas de la demografía y la historia. De regreso a la Isla, se refugió en la administración de su finca en los alrededores de la Sierra del Rosario. Conoció de cerca la dura condición del campesino. Al triunfar la Revolución, antes de que se produjera la Reforma Agraria entregó su tierra y vino a La Habana en procura de trabajo. Desde entonces, se dedicó a la investigación y a la formación de las nuevas generaciones. Con sus alumnos, realizó trabajos de campo en las zonas más agrestes del país.

Lengua, acriollamiento, mestizaje cultural y tradición histórica compartida aseguran la unidad de la nación. Pero soslayar el peso de las diferencias territoriales constituiría un error de perspectiva. Juan Pérez de la Riva analizó esa realidad.

Favorecida por el paso de las flotas, La Habana se enriqueció con los beneficios de una temprana economía de servicios. Luego, la trata negrera devino fuente de acumulación de capitales que impulsaron la industria azucarera en la zona occidental del país. La región oriental, en cambio, sobrevivió con la precaria producción de frutos menores y el comercio de contrabando con el área del Caribe, hasta su suplantación por los extensos latifundios cañeros y ganaderos que sometieron a extrema explotación a los pobladores. De ahí el origen de una emigración interna, animada por el espejismo que ofrecía la apariencia rutilante de la capital. En el transcurso de los 60 del pasado siglo, afirmaba el historiador y demógrafo, se implementaron políticas de desarrollo urbano con vistas a mejorar el entorno de las provincias preteridas.

Referente necesario para la toma de decisiones, la demografía ofrece una síntesis del comportamiento de la sociedad en un momento dado. Conviven en ella el hoy y el ayer, así como factores objetivos y subjetivos. Para la cabal interpretación de los datos se requiere la aproximación multidisciplinaria y transdisciplinaria del conjunto de las ciencias sociales, desde la historia, la economía, la sociología, hasta la sicología social y la antropología. Similar perspectiva integradora de saberes habrá de resultar de extrema utilidad para el diseño de las acciones que ahora se emprenden en nuestros territorios más vulnerables.

La solución de los problemas más apremiantes exige la adopción de medidas que conduzcan a favorecer, a mediano plazo, transformaciones sustantivas en las mentalidades de los pobladores, en tanto protagonistas conscientes de la modificación de su realidad.

Tomado de: Juventud Rebelde

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La sociopatía, fase superior del capitalismo

La erupción volcánica en La Palma que se inició el pasado domingo ha ocasionado el desalojo de miles de personas de sus hogares. Foto El País

Por Carmen Romero @carmenrogo10

Con diecisiete años me fui de mi pueblo para estudiar periodismo en la Universidad de Sevilla. Gracias a las becas públicas, pude permitirme alquilar un piso sin suponerle una carga económica a mis padres. La casera al principio fue muy amable. Tras varios meses, empezó a hacer lo que se viene conociendo como “putearme” para que dejara el piso y convertirlo en un AirBnb, es decir, convertirlo en un sacaperras de guiris. Ahora, por culpa del coronavirus y la crisis del turismo tiene un anuncio colgado en Facebook en el cual alquila aquel piso por un precio incluso más barato de lo que me lo alquilaba a mí, porque ya no hay tantos guiris en Sevilla para tanto cara dura.

El término especular tiene varios significados. Entre ellos destaca el de “Comerciar, traficar”. Otro de ellos es el de “Procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil”. Pero mi favorito es el que proviene del latín, specularis; espejo, lo cual en este sentido significa: “Dicho de una cosa reflejada en un espejo”.

Si colocamos paralelamente dos espejos perfectos uno frente a otro y una canica entre ambos, estos supuestamente forman lo que se conoce como reflexiones infinitas. Es decir, se produce una especie de bucle infinito de las propias imágenes de los espejos y la canica, que no es real. Se multiplica el número de figuras de la canica, cuando realmente solo hay una colocada físicamente entre los dos espejos. Esto es lo que hacen los rentistas cuando especulan con el precio de la vivienda. Lo que multiplican son los beneficios, es decir, ese reflejo de la canica en un bucle infinito de espejos. Pero, realmente, físicamente solo tenemos una canica. Realmente, la especulación de un derecho básico como el de la vivienda, no es más que un bucle infinito donde los rentistas, que actúan como espejos colocados uno frente a otro, deciden inflar esos precios para crear ese bucle de beneficios.

La erupción volcánica en La Palma que se inició el pasado domingo ha ocasionado el desalojo de miles de personas de sus hogares. Agricultores han perdido sus casas, sus lugares de trabajo, sus medios de vida. Por no hablar de los daños en carreteras e infraestructuras. Muchos de esos evacuados pasan los días en casas de amigos o familiares.

En medio del caos, la tristeza y la lava, los buitres de siempre pretenden hacer dinero a través del turismo volcánico. Las carreteras se llenan de turistas que quieren acercarse a la lava. Instagram, la red social del exhibicionismo extremo, se llena de fotografías de esos turistas posando frente a las ruinas que deja la erupción del volcán. Mientras tanto, en la vida real, gente que lo ha perdido absolutamente todo. A su vez, esos rentistas especulan con el precio de la vivienda en los municipios cercanos al volcán.

En medio de una catástrofe natural donde la gente sufre, hay quien decide sacar tajada e inflarse el bolsillo. Que suba el precio de la vivienda en medio de una catástrofe natural no es el mercado, aquel mantra de los liberales, sino la sociopatía, la fase superior del capitalismo.

Durante el confinamiento, los debates relacionados con lo público tomaron más peso que nunca. Sin duda alguna, la crisis del coronavirus demostró una vez más que, sin la clase trabajadora que abre cada día las calles, los sanitarios que nos cuidan y la importancia del dinero público para financiar servicios básicos e infraestructuras, las consecuencias serían aún peores. La catástrofe de La Palma lo vuelve a demostrar. Sin el trabajo de bomberos, sanitarios, protección civil y policías, todos trabajadores públicos, las consecuencias del desastre hubieran sido de película de terror.

Cansa el mismo debate de siempre. Cansa tener que recordad que, el que los ricos paguen más impuestos, no es solo una cuestión moral, sino hacer política útil para afrontar riesgos como estos. Cansa ver cómo condecoran día sí y día también a Amancio Ortega y le pintan una áurea encima de la cabeza cuando no paga los impuestos que debe en nuestro país para una mejor financiación de lo público que nos salve. Cansa que los influencers creadores de opinión pública repitan cada día que los impuestos son un robo y que por eso se marchan a Andorra. Pero ojo, cuando en Andorra, donde pagan un 10% de impuestos, ocurre una catástrofe de este tipo, Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado español son las que realizan el trabajo a través del Convenio del 2 de septiembre de 2015 en materia de lucha contra la delincuencia y seguridad, ya que Andorra carece de ningún cuerpo de seguridad de este tipo debido a la baja recaudación de impuestos con la que cuenta.

Que las personas desalojadas de sus hogares tengan que recurrir a la ayuda de amigos y familiares porque el Estado no puede llegar a todos por igual, significa que tenemos un problema. Cuando la familia, eso que representa al Estado represor, tiene actuar como núcleo social de resistencia antineoliberal porque el Estado no te proporciona un marco de seguridad para vivir medianamente bien perteneciendo a una clase social determinada, significa que lo que hay ahí fuera es mucho peor. Y lo que hay ahí fuera es un modelo económico empeñado en hacer trizas lo público. Un sistema con una cartera adicta al dinero. Un sistema que especula en el caso de La Palma con el derecho a una vivienda digna convirtiéndolo en un bien de mercado.

Tomado de: Eulixe

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América desde el balcón afroasiático

Presencia de América Latina. Mural de Jorge González Camarena, 1965

Por Ernesto Che Guevara

Publicado en la revista Humanismo, correspondiente al número de septiembre-octubre de 1959.

Para los asiáticos, hablar de América (la nuestra, la irredenta) es hablar de un continente impreciso, tan desconocido para ellos como lo es para nosotros esa inmensa parte del mundo cuyas ansias libertarias encontraron el vehículo de expresión apropiado en el pacto de Bandung.

Nada se conocía de América, salvo, quizás, que era un gigantesco sector del mundo donde vivían nativos de piel oscura, taparrabos y lanzas, y donde una vez había arribado un tal Cristóbal Colón, más o menos en la misma época en que otro tal Vasco de Gama cruzara el Cabo de las Tormentas e inaugurara un terrible paréntesis de siglos en la vida cultural, económica y política de esos pueblos. Nada concreto se agrega a este conocimiento, excepto un hecho para ellos casi abstracto, que se llama «Revolución Cubana». Efectivamente, Cuba es para ese mundo lejano una abstracción que significa sólo despertar, apenas la base necesaria para que surgiera el ser mitológico llamado Fidel Castro. Barbas, cabello largo, uniforme verde olivo y unos montes sin localización precisa en un país del que apenas saben su nombre —y no todos saben que es isla― es la Revolución Cubana, es Fidel Castro; y esos hombres barbados son «los hombres de Castro» y esos hombres, provenientes de una isla indiferenciable en el mapa, movidos por el resorte mágico de un nombre mitológico, es América, la nueva América, la que despereza sus miembros entumidos de tanto estar de rodillas.

Hoy va desvaneciéndose la otra América, la que tiene hombres desconocidos que trabajan miserablemente el estaño, por cuya causa, y en cuyo nombre, se explota hasta el martirio a los trabajadores del estaño indonesio; la América de los grandes cauchales amazónicos donde hombres palúdicos producen la goma que hace más ínfimo el salario de los caucheros de Indonesia, Ceilán, o Malaya; la América de los fabulosos yacimientos petrolíferos, por los cuales no se puede pagar más al obrero del Irak, la Arabia Saudita o el Irán; la del azúcar barato que hace que el trabajador de la India no pueda recibir mayor remuneración por el mismo trabajo bestial bajo el mismo sol inclemente de los trópicos.

Distintas, y sorprendidas, aún de su osadía de desear ser libres, el África y el Asia empiezan a mirar más allá de los mares. ¿No será que ese otro almacén de granos y materias primas tiene también una cultura detenida por la colonia y millones de seres con los mismos anhelos simples y profundos de la grey afroasiática? ¿No será que nuestra hermandad desafía el ancho de los mares, el rigor de idiomas diferentes y la ausencia de lazos culturales, para confundirnos en el abrazo del compañero de lucha? ¿Se deberá ser más hermano del peón argentino, el minero boliviano, el obrero de la United Fruit Company o el machetero de Cuba que del orgulloso descendiente de un samurai japonés, aunque quien esto analice sea un obrero japonés? ¿No será que Fidel Castro es, más que un hecho aislado, la vanguardia del pueblo americano en su lucha creciente por la libertad? ¿No será un hombre de carne y hueso? ¿Un Sukarno, un Nerhu o un Nasser?

Los pueblos liberados empiezan a darse cuenta del enorme fraude que se cometiera con ellos, convenciéndolos de una pretendida inferioridad racial, y saben ya que podían estar equivocados también en la valorización de pueblos de otro continente.

A la nueva conferencia de los pueblos afroasiáticos ha sido invitada Cuba. Un país americano expondrá las verdades y el dolor de América ante el augusto cónclave de los hermanos afroasiáticos. No irá por casualidad; va como resultado de la convergencia histórica de todos los pueblos oprimidos, en esta hora de liberación. Irá a decir que es cierto, que Cuba existe y que Fidel Castro es un hombre, un héroe popular, y no una abstracción mitológica; pero además, explicará que Cuba no es un hecho aislado sino signo primero del despertar de América.

Cuando cuente de todos los oscuros héroes populares, de todos los muertos sin nombre en el gran campo de batalla de un Continente; cuando hable de los «bandidos» colombianos que lucharon en su patria contra la alianza de la cruz y la espada; cuando hable de los «mensú» paraguayos que se mataron mutuamente con los mineros de Bolivia, representando, sin saberlo, a los petroleros de Inglaterra y Norteamérica, encontrará un brillo de estupor en las miradas; no es el asombro de escuchar algo inaudito, sino el de oír una nueva versión, idéntica en desarrollo y consecuencias a la vieja versión colonial que vivieron y padecieron durante siglos de ignominia.

América toma forma y se concreta. América, que quiere decir Cuba; Cuba, que quiere decir Fidel Castro (un hombre representando un Continente con el solo pedestal de sus barbas guerrilleras), adquiere la verosimilitud de lo vivo. El Continente se puebla, ante la imaginación afroasiática, de hombres reales que sufren y luchan por los mismos ideales.

Desde la nueva perspectiva de mi balcón, aprendo también a valorar esto de que fui copartícipe desde el momento sublime de los «doce», y veo diluirse las pequeñas contradicciones que agigantaba la perspectiva para darle su verdadera trascendencia de acontecer popular americano. Con esta perspectiva puedo valorar el gesto infantil, por lo ingenuo y espontáneo, del hombre lejano que acaricia mis barbas preguntando en lengua extraña: “¿Fidel Castro?», agregando: «¿Son ustedes los miembros del Ejército guerrillero que está encabezando la lucha por la libertad de América? ¿Son, entonces, nuestros aliados del otro lado del mar?» Y tengo que contestarle a él, y a todos los cientos de millones de afroasiáticos que como él marchan hacia la libertad en estos nuevos e inseguros tiempos atómicos, que sí; más aún: que soy otro hermano, otro entre la multitud de hermanos de esta parte del mundo que espera con ansiedad infinita el momento de consolidar el bloque que destruya, de una vez y para siempre, la presencia anacrónica de la dominación colonial…

Tomado de: Centro de Estudios Che Guevara

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Demandando a la vida su secreto de Cintio Vitier (+ PDF y Video)

Por La Ventana

En ocasión del centenario de Cintio Vitier, nuestro Fondo Editorial dedica su Cuaderno Casa número 64 a la obra ensayística de Cintio Vitier con una compilación de diez ensayos publicados en la revista Casa de las Américas entre 1977 y 2007. A continuación, publicamos la nota de presentación del volumen, descargable en formato PDF.

Con motivo del centenario de Cintio Vitier, la Casa de las Américas decidió publicar una selección de sus textos en la colección Cuadernos Casa. Ante la desmesura de la obra poética, ensayística y narrativa del autor de Lo cubano en la poesía, preferimos ceñirnos a una pequeña selección de su prosa reflexiva, apenas una muestra del quehacer de uno de los grandes pensadores cubanos.

Los diez ensayos que conforman este volumen aparecieron en la revista Casa de las Américas a partir de 1977 y a lo largo de treinta años. Ellos dan fe de intereses y pasiones, tanto como de una trayectoria intelectual. Pueden y deben ser leídos, de hecho, como parte del diálogo permanente de Vitier con el pasado y con su propio tiempo, con los clásicos y con sus contemporáneos.

Si bien la escritura de Vitier se expande hasta abarcar los temas y autores más disímiles, los ensayos reunidos aquí se centran en figuras como Bolívar, Lezama, Marinello, Alfonso Reyes, Vallejo, y en países como Haití y España. Pero la mayoría de dichos ensayos se entregan, sobre todo, a las dos grandes obsesiones de su autor, que son, en el fondo, una sola: Martí y Cuba.

Este cuaderno es, además de un tributo a su autor, una invitación a (re)leer la apasionada, brillante e inagotable obra de quien –cien años después de su nacimiento– aún tiene tanto que decirnos.

Tomado de: La Ventana

Demandando a la vida su secreto de Cintio Vitier en PDF

Presentación del cuaderno (Video)

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