Archives for

Un antihéroe llamado Constantine (+Video)

Por Andrés Duarte

Fui dejando pasar los días para estar dispuesto a ver con ganas una película como El séptimo día (Justin P. Lange, 2021). No disimulo mi preferencia por Guy Pearce, quien me sigue pareciendo (y es) un actor maravilloso, le asignen el papel que sea. La sorpresa esta vez vino acompañada de contrariedad. El mayor problema de ese filme radica en el propio relato por su argumento demasiado previsible y trivial. Pearce, como siempre, está muy bien, aunque su personaje se asemeja a los villanos del llamado terror para adolescentes. Es mucho el terror que se ha hecho durante estos años. Me puse entonces a pensar en aquellas películas que sobre exorcismo habían llamado mi atención.

Recordé El exorcista (William Friedkin, 1973), que vine a verla después de los 20 años. La regular en su línea argumental, pero bien realizada en su puesta en escena Maleficio (Courtney Solomon, 2005), con el veterano Donald Sutherland; y El rito (Mikael Håfström, 2011), en la que se aprecia al señor Anthony Hopkins. En el terror, el exorcismo tiende a repetirse tal vez porque se quiere emular y superar con las ventajas de los efectos especiales generados por computadora el clásico de Friedkin. Aunque pasen los años y se mejoren o actualicen en posproducción los resultados en favor de los intervalos del sobresalto, El exorcista continúa marcando visualmente y por historia la diferencia.

Cuando en el 2005 los tráileres de Maleficio y otros terrores intentaban estimular a los espectadores para que asistieran a las salas oscuras, Francis Lawrence (Soy leyenda, Kings, Agua para elefantes, Los juegos del hambre…) propuso el suyo de Constantine, largometraje que exhibiera recientemente la televisión cubana. Reconocido por sus anuncios y videoclips, a Lawrence venía rondándole la idea de llevar a la pantalla la historia del personaje de comic books de terror para adultos John Constantine, de Hellblazer, creado por Alan Moore, Stephen Bissette y John Totleben, los cuales han estado asistidos por numerosos guionistas (Jamie Delano, Garth Ennis, Paul Jenkins, Peter Milligan…) e historietistas (Mark Buckingham, Tim Bradstreet, Steve Dillon, Leonardo Manco, Sean Phillips, Marcelo Frusin y John Ridgway).

Como personaje, Constantine es una suerte de detective nigromante muy solitario y hasta amargado que se encarga de exterminar toda entidad maligna que se le ponga en su camino. En tal sentido parece un héroe, pero como a él le es indiferente la especie humana común y corriente, no duda en sacrificar a aquellas personas que estén cerca de un demonio o criatura mítica sospechosa. Para colmo, no se cuida: fuma a más no poder y por lo general sale a trabajar a veces alcoholizado, lo que no le impide dar en el blanco. La profesión de purificación de este antihéroe posee un extendido historial de cadáveres ya olvidados.

En la película de Lawrence, el personaje ya no es inglés sino estadounidense. Mantiene cierta amargura y decepción, pero es, sin dudarlo, más humano. Keanu Reeves, que es un actor carismático si bien bastante sobrio en sus emociones, es Constantine en la adaptación cinematográfica. El rol le vino como anillo al dedo. Estaba muy arriba luego de haber protagonizado la trilogía de The Matrix. En el año 2005 estuvo también en la trama de Thumbsucker (Mike Mills), pero lo que sus fans esperaban era su Constantine.

Los seguidores del cómic estuvieron un tanto decepcionados. Sin embargo, quienes conocieron al personaje directamente por el cineasta, se quedaron encantados. De todas las entrevistas que en su momento dio Francis Lawrence expresaría en una:

“Constantine tiene este seguimiento de culto que ha sido grande. Se aceptó. Sería muy bueno realizar una secuela. Hemos tratado de hallar una. Sería estupendo hacerla muy oscura, de miedo. Nos quedamos atrapados en esa extraña PG-13 tierra de nadie, y debemos hacer la versión de miedo y dura que es la clasificación R y que me encantaría hacer”.

Y es que, como en la atmósfera de la adaptación, el mundo decadente del protagonista es opresivo y ambivalente. Constantine emerge del orbe gótico, donde ocurre el reemplazo del terror por el amor y también ―en la línea de Leslie Fiedler— prevalecen el sueño y la imaginación ante la razón. El personaje cinematográfico sobrevive en circunstancias caóticas, de ahí que no pueda creer en un sistema de valores puesto en entredicho. A diferencia del cómic, ahora es un ser más presto a autodestruirse que a destruir a otros. Lo atormentan los muertos ajenos y esos demonios familiares del presente. Su voz en off rememora cómo ha sido su pasado, que justifica su actual desconfianza y recelo con casi toda la humanidad.

Para rendirle a lo gótico, la atmósfera es asfixiante, fría, continuamente lluviosa y nocturna. A propósito de la oscuridad propagada que rarifica más la naturaleza confusa del antihéroe, pudiera traerse a colación lo siguiente: “El ‘misticismo de la Noche’ y el lado onírico de la psique son la esencia del goticismo, lo que revela los aspectos instintivos e inconscientes de la psique y abunda en la fantasía literal o figurativa de sueño pesadilla y sus efectos”1.

La complejidad del Constantine del cómic no está en la película. Mas no por ello deja de ser un cazador a ratos malogrado pero atractivo. Aquí se reconoce más en el bien que en el mal y hasta admite la compañía de la detective Angela Dodson (Rachel Weisz) y Chas Kramer (Shia LaBeouf). Además de la impactante visualidad que asoma en cada momento, junto a los intérpretes ya mencionados, le asisten además Peter Stormare en el papel de Lucifer y la excelsa Tilda Swuinton como el Arcángel Gabriel.

Referencia bibliográfica:

1 Kerr, E. M. (1979). El imperio gótico de William Faulkner. Editores, S. A.: México, p. 13.

Tomado de: Cubacine

Tráiler del filme Constantine (Estados Unidos, 2005) de Francis Lawrence

Leer más

Tarará: amor eficaz por la humanidad

Por Alejo Brignole

El 28 de octubre de 2018 el trovador cubano Silvio Rodríguez acudió a la cita que le hizo el intendente de Avellaneda –importante municipio del cordón urbano de Buenos Aires– y dio un recital público y gratuito ante 100.000 espectadores “la audiencia en vivo más grande de mi carrera” declararía más tarde el cantante. Y a pesar de que ese concierto fue un hito por las cifras de concurrencia y en la marca indeleble que dejaría para siempre en la psique colectiva de esa ciudad, la magia no concluyó al bajar el telón. Incluso podríamos decir que fue precisamente allí, tras la despedida, en donde lo más perenne y fecundo comenzó a nacer, pues fue entre esas bambalinas terminales del recital en donde fluyó una energía creadora de enormes consecuencias.

Junto a los integrantes del EFAC (Espacio de Fraternidad Argentino-Cubana) presidido por la militante colombo-argentina Paola Gallo Peláez y Atilio Boron, como presidente honorario, emergió una idea potente, poética, épica por donde se la mire y además llena de amor revolucionario, como todo lo relacionado con Cuba. Fue en esos momentos que Silvio Rodríguez mencionó uno de los episodios más emblemáticos de la medicina cubana en tiempos de la Revolución, cuando Fidel aceptó que 26.000 niños ucranianos afectados por la explosión de la central nuclear de Chernóbil fuesen trasladados y curados en la isla rebelde. Gesto sin duda gigante considerando que era 1992 y en Cuba faltaba todo lo imaginable mientras transitaba por el llamado período especial, tras la caída del campo socialista luego de la disolución de Unión Soviética.

El recital de Silvio Rodríguez en Avellaneda, organizado por el intendente Jorge Ferraresi en 2018, superó todas las expectativas y fue el inicio de algo incluso más grande, como Tarará.

Ese diálogo con Silvio Rodríguez pudo haber quedado en una simple anécdota, de las muchas que Cuba nos ofrece de manera siempre luminosa, pero resultó ser el germen de una singular obra cinematográfica estrenada en Avellaneda el pasado jueves 16 de septiembre, donde se presentó la película Tarará, dirigida y guionada por Ernesto Fontán.

El filme narra en clave documental la historia Alexandr y Vladimir, dos niños ucranianos radiados por el accidente nuclear más famoso de la historia –ocurrido el 26 de abril de 1986– y que dejó a la floreciente ciudad de Pripyat convertida en una urbe fantasma en apenas unos días. Muchos de esos afectados por radiaciones mortales llegarían más tarde a Cuba para sanarse, invitados por Fidel Castro.

Tarará cuenta una historia de salvación colectiva y fraternidad entre los pueblos, incluso en tan terribles circunstancias para Cuba, sometida a su más dura prueba desde el inicio de la Revolución en 1959. Tras la caída del muro de Berlín se pregonaba “el fin de la Historia” y Estados Unidos parecía tener pleno poder para someter a todo el pueblo cubano al hambre y la escasez material más criminal que tenga la memoria humana.

La realización de Ernesto Fontán, Tarará, toma su nombre de la zona residencial próxima a La Habana en donde solía pasar sus meses de vacaciones la pequeña y mediana burguesía cubana en tiempos de la dictadura de Fulgencio Batista, luego expropiada por la Revolución y convertida en una colonia infanto-juvenil para los pioneros cubanos. Un lugar de playas perfectas y clima suave que Fidel, en su perpetua vocación de incentivar y cultivar la infancia, dotó de instalaciones para el disfrute y la formación fecunda de los ciudadanos futuros. Y fue allí que a partir de 1992 fueron alojados a los niños ucranianos y sus familias, con escuelas y hospitales en medio de un entorno sanador en donde las leucemias, los tumores surgidos de la radiación y los traumas psicológicos de aquellos niños y niñas hallaron cura y consuelo.

26.000 niños y niñas ucranianos no solo hallaron la cura en Tarará, sino también una infancia feliz y plena que muchos ya daban por perdida.

Sobre este particular, el director argentino, Ernesto Fontán, señaló que “Tuve la suerte de viajar cuatro veces a Cuba. Tengo una pasión por el tratamiento de Cuba a las infancias y la importancia que se le da a la educación, las universidades que tiene y la formación de los médicos. En la película Tarará señalamos que Cuba tiene la mayor cantidad de médicos cada 1000 habitantes. Y es de los países que más cantidad de médicos envía a zonas de riesgo de cualquier parte del mundo. Entonces, contar una historia que tenga que ver con la niñez, con la educación, con la salud me pareció maravilloso para que la gente lo sepa. Poder contarlo con una película y que tenga esa difusión y que llegue a oídos de personas que no están acostumbradas a escuchar estas cosas, para mí no es sólo un trabajo cinematográfico sino también militante”.

El director de cine argentino, Ernesto Fontán, realizó un trabajo de impecable factura, destinado a convertirse en un clásico para comprender los alcances y la filosofía profunda de la Revloución cubana.

Esta realización hecha con mucha vocación y pocos recursos, pero de factura impecable, muestra al mundo las grandezas que Cuba ejerce bajo el manto de un silencio fabricado por la hegemonía comunicacional del orden capitalista. Un silencio sucio que impide al mundo apreciar el profundo humanismo cubano plagado de dimensiones variadas y siempre maravillosas. Vaya de ejemplo esta casi exótica historia de lazos fraternos entre pueblos tan cultural y geográficamente alejados como los de Ucrania y Cuba.

Sin dudas, a lo largo de este documental lleno de testimonios conmovedores pero sin golpes bajos ni edulcoraciones vacuas, el espectador transitará por emociones profundas. Siempre la contemplación de la belleza en estado puro es movilizadora y Tarará derrama belleza de principio a fin. Y además en su forma más excelsa, que es la belleza de la mejor condición humana.

Inevitablemente la sombra de ese portento de la humanidad que fue Fidel, sobrevuela todo este filme sin siquiera el menor atisbo panfletario, pues la contundencia de los hechos es por demás elocuente. Allí se ve –como diría el sacerdote y guerrillero colombiano, Camilo Torres Restrepo– “el amor eficaz” por el otro. Un amor eficaz que Fidel y Cuba siempre derramaron sin medir costos ni beneficios.

Tarará es un canto, casi un himno visual que deberíamos ver dos, diez, cien veces a lo largo de la existencia, porque sus valores son eternamente docentes y esenciales para este mundo que parece haber perdido toda capacidad de engendrar la belleza. Belleza a la que jamás Fidel renunció, allí donde hubiera una necesidad, una injusticia, un anhelo constructivo. Un dolor.

Tarará resulta, indudablemente, una perfecta estación para la reflexión y una prueba irrefutable de que no todo está perdido y que otros imaginarios pueden volverse realidad.

Tomado de: Red en Defensa de la Humanidad – Capítulo Argentina

Leer más

Louis Malle

Autor: Enric Alberich Grau

Prematuramente juzgado por ciertos sectores como un diletante gustoso de suscitar escándalos, el paso del tiempo ha resituado a Louis Malle como uno de los grandes cineastas de su época, responsable de una obra consistente y cuestionadora marcada por la solvencia narrativa y por su tendencia a desbordar los clichés y a desmarcarse de lo convencional. Amante del jazz, deudor de Albert Camus y de la literatura del absurdo, fue un cineasta versátil, capaz de abordar los géneros tradicionales de forma innovadora («Ascensor para el cadalso»), de explorar los límites del documental («Calcuta»), de desnudar los mitos de la Historia («Lacombe Lucien»), de afrontar sin extravíos la aventura americana («La pequeña», «Atlantic City») o de recurrir a lo autobiográfico para ofrecer lo mejor de sí mismo («El soplo al corazón» o «Adiós, muchachos»). Temas y obsesiones se repiten a lo largo de una filmografía de apariencia variable pero sustentada por la personalidad de un auténtico autor, de un individualista acérrimo que entendía el cine como un constante desafío.

Tomado de: Cátedra

Leer más

La CELAC y los cambios en América Latina

AMLO y Díaz-Canel Foto La silla rota

Por Jesús Arboleya

Cuando el 23 de febrero de 2010, en la Riviera Maya mexicana, tomaba cuerpo la idea de crear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y un año después se consolidaba en Caracas, Venezuela, bajo la presidencia de Hugo Chávez, parecía haberse alcanzado el sueño integrador de Simón Bolívar, al convocar al Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826.

A fin, los 33 países del subcontinente americano parecían ser capaces de reunirse para zanjar disputas, conjugar intereses y proyectar planes de futuro, sin la tutela hegemónica de Estados Unidos. El acuerdo de declarar a América Latina y el Caribe como “Zona de Paz”, suscrito en la II Cumbre de La Habana, en 2014, así como el peso que tuvo el consenso latinoamericano y caribeño en el proceso que condujo al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, en 2015, reflejaban la validez del emprendimiento y el predominio de las posiciones más progresistas e independientes, en el actuar de los países de la región.

Pero la reacción de la derecha no se hizo esperar, los golpes de Estado a Manuel Zelaya, en Honduras; Fernando Lugo, en Paraguay y, sobre todo, a Dilma Rousseff, en Brasil, así como las victorias electorales de Mauricio Macri, en Argentina; Sebastián Piñera, en Chile; Jair Bolsonaro, en Brasil; Iván Duque, en Colombia y Luis Lacalle, en Uruguay, unido a la escandalosa traición de Lenin Moreno, en Ecuador, cambiaron radicalmente el panorama político latinoamericano.

En 2011, para contrarrestar el modelo integracionista de la CELAC, los gobiernos neoliberales de Colombia, Chile, México y Perú proyectaron la creación de la Alianza del Pacífico y, en agosto de 2017, específicamente para actuar contra Venezuela, fue creado el llamado Grupo de Lima, compuesto por nueve países latinoamericanos, cuatro caribeños y Canadá. Estados Unidos no aparece formalmente en estas iniciativas, pero se siente su presencia, en especial cuando Donald Trump asumió la presidencia y se desbordaron las políticas más reaccionarias.

La OEA, bajo la secretaría de otro renegado de la izquierda, el uruguayo Luis Almagro, retomó el rol protagónico que había perdido como resultado del avance de los gobiernos progresistas y con la promoción, en 2019, del golpe de Estado contra Evo Morales, en Bolivia, asumió el perfil de sus peores momentos. La CELAC aparece desarticulada en esos momentos, hasta el punto de la incapacidad para convocar a sus reuniones durante varios años, pero no desapareció, se mantuvo en hibernación y ello constituyó un respiro en la desgracia.

Cuando parecía que América Latina y el Caribe estaban destinados a volver a vivir décadas de gobiernos de derecha, subordinados en cuerpo y alma a Estados Unidos, las cosas volvieron a cambiar. En especial, Venezuela ha resistido los embates de la agresión y el aislamiento, llevados a niveles solo comparables con lo sufrido por Cuba, que nuevamente también ha sobrevivido a las políticas más destructivas de Estados Unidos.

Las protestas sociales no pudieron ser detenidas por la brutal represión policial y se extendieron por Chile, Argentina, Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia y otros países gobernados por la derecha. Alberto Fernández ganó las elecciones argentinas, el MAS de Bolivia se recuperó del golpe de Estado y ganó las nuevas elecciones convocadas en su país, Pedro Castillo obtuvo una cerrada victoria en Perú y su primera decisión, en política exterior, fue retirar la sede del Grupo de Lima, que finalmente se ha declarado disuelto.

Sobre todo, en 2018, triunfó Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México y ese país volvió a mostrar su vocación histórica de liderazgo latinoamericano y caribeño, abandonado por los últimos gobiernos del PAN y el PRI, que adoptaron una política de subordinación vergonzante a los dictados norteamericanos.

Aunque formaba parte del Grupo de Lima, el gobierno de AMLO se negó a sumarse a la política contra Venezuela. A costa de un riesgo político extraordinario, tomó medidas para el rescate de Evo Morales de los golpistas bolivianos y ofreció refugio a muchos dirigentes del MAS en su embajada en La Paz. México brindó su territorio para las conversaciones entre el gobierno venezolano y la oposición, así como, junto con Argentina, propuso la recuperación de la CELAC y la sustitución de la OEA, por una institucionalidad de nuevo tipo, libre de subordinaciones a Estados Unidos.

La convocatoria a la VI Cumbre de la CELAC, celebrada el pasado 18 de septiembre en Ciudad México, debe ser entendida como una necesidad para reducir la asimetría de México en sus relaciones con Estados Unidos y poder encararlas bajo los principios de soberanía y autodeterminación, tan valorados en las tradiciones de la política exterior mexicana.

Esto explica el interés de AMLO por resaltar la presencia de Cuba, lo que se concretó con una invitación especial al presidente Miguel Díaz Canel, para ser honrado en las celebraciones por el Grito de Dolores, donde AMLO reafirmó su propuesta, a todas luces simbólica, de declarar a la resistencia cubana frente a los ataques de Estados Unidos, como patrimonio de la humanidad.

Ningún interés doméstico justifica esta actitud, precisamente en uno de los momentos más complejos de la situación cubana, cuando mayor capital político se arriesga al defenderla. Si acaso, aparte de las razones de Estado, AMLO se dio el gusto de mostrar toda su dimensión de hombre de izquierda, porque eso es lo que representa apoyar a Cuba, sobre todo para los mexicanos.

Más allá de sus resultados concretos y la anécdota de las trifulcas de Lacalle con Maduro y Díaz Canel, la importancia de esta cumbre es que pudo celebrarse en medio de la pandemia, con la presencia de 16 jefes de Estado y representantes de todos los países, salvo el Brasil de Bolsonaro, gracias a la capacidad de convocatoria demostrada por México y al interés subyacente en la mayoría de los gobiernos latinoamericanos y caribeños de mantener viva la CELAC, a contrapelo del gusto de Estados Unidos.

Tomado de: Progreso Semanal

Leer más

Europa proyecta sobre Cuba su propia represión (+Video)

Policía de Catalunya, España reprimiendo una manifestación

Por José Manzaneda

El Parlamento europeo ha aprobado una condena a Cuba por “la violencia y represión extrema contra manifestantes” pacíficos, en las protestas ocurridas en Julio (1).

“Brutal represión” en la Isla, nos dice la prensa europea (2). Pero si visionamos con detalle las decenas de videos publicados sobre aquellos incidentes (3) (4) (5), y desconectamos el sonido de la narración, ¿qué vemos en realidad? Una policía cubana poco entrenada que da una respuesta tibia ante las agresiones (6), y cuyas expresiones más violentas son casi infantiles al lado de la actuación de muchas policías del mundo. Para empezar, las de la propia Europa (7).

La verdadera brutalidad policial la ha practicado, en no pocos escenarios de protesta, la policía española, por ejemplo (8). Su intervención contra el referéndum en Catalunya, en 2017, causó heridas a cerca de 800 personas (9). El Tribunal de Estrasburgo de Derechos Humanos ha emitido diez condenas contra España por no investigar las denuncias –más de cinco mil casos documentados- de torturas y malos tratos policiales (10). ¿Dónde están las condenas del Parlamento europeo?

Nos hablan de detenciones en Cuba por “manifestar pacíficamente su libertad de expresión” (11). Falso. Nadie niega que hubiera excesos o actuaciones irregulares –investigadas varias de ellas por la Fiscalía Militar-, pero en general los operativos policiales respondieron no a las protestas pacíficas, sino a los ataques con piedras y cócteles molotov (12), y a los asaltos y robos a tiendas de propiedad pública (13).

El Parlamento europeo jamás ha condenado al gobierno de Colombia (70 muertes por represión en las protestas de abril) (14), al de Chile (34 muertes en las de 2019) (15), o al gobierno golpista interino de Bolivia, causante de 32 muertes (16). En este último caso, el Parlamento europeo reconoció al golpista como gobierno legítimo y, meses después, denunció la detención de la presidenta impuesta por «arbitraria e ilegal» (17). La Eurocámara tampoco condenó, en 2020, la acción policial en EEUU, durante las protestas del Black Lives Matter, cuyo saldo fue de 30 muertes y 14 mil detenciones (18).

Con todos los países citados hay amplios acuerdos comerciales y de cooperación de la Unión Europea. Pero ahora, su Parlamento –en mano de las derechas aliadas de Washington- pide destruir el Acuerdo de Diálogo y Cooperación Unión Europea-Cuba por una práctica policial claramente menos represiva que la de todos esos países (19).

Nos hablan del acoso en Cuba a “personalidades galardonadas con el premio Sájarov” como Guillermo Fariñas (20). Pero, ¿qué le ocurriría a este último si, siendo europeo, confesara en la prensa que gestiona con el gobierno de EEUU una intervención militar en su país (21)? Hace tiempo que estaría ya en la cárcel. Pero en Cuba, salvo el arresto por unas horas, no le pasa absolutamente nada (22).

Las protestas en Cuba fueron el resultado previsible de una situación muy prolongada de penurias materiales, apagones, falta de medicamentos y alimentos, escasez de transporte y largas colas. Pero ni el Parlamento ni los medios europeos explican sus causas. Por un lado, una brutal guerra económica desde EEUU, con 243 sanciones en los últimos cuatro años, que han dinamitado todas y cada una de las fuentes de ingreso del país (los acuerdos médicos internacionales, los viajes desde EEUU, las remesas de la emigración…) y que han dejado a la Isla sin apenas combustible, mediante las sanciones a su principal proveedor, Venezuela, y a las empresas navieras de terceros países (23). Por otro, el cierre, debido a la pandemia, de la única vía de ingresos que le quedaba al país, el turismo. Y, por último, una millonaria campaña de redes sociales, financiada desde agencias federales de EEUU, para movilizar contra el gobierno cubano a un sector –aún pequeño, pero ya visible- de la población de la Isla (24). Una campaña en la que, para inflar la imagen de represión, se emplearon incontables fake news, para convertir en imágenes de Cuba las actuaciones policiales en Brasil (25), Sudáfrica (26), o República Dominicana (27).

En todo caso, el balance no puede ser más “pírrico, vil y canallesco”, como denunciaba hace unos días el presidente de México, con cuyas magistrales palabras nos despedimos: “Se ve mal que el gobierno de Estados Unidos utilice el bloqueo para impedir el bienestar del pueblo de Cuba con el propósito de que éste, obligado por la necesidad, tenga que enfrentar a su propio gobierno. Si esta perversa estrategia lograse tener éxito –algo que no parece probable por la dignidad a que nos hemos referido–, repito, si tuviera éxito, se convertiría en un triunfo pírrico, vil y canallesco. En una mancha de esas que no se borran ni con toda el agua de los océanos” (28).

  1. https://www.abc.es/internacional/abci-eurocamara-pide-borrell-suspender-acuerdo-cuba-represion-tras-protestas-11-j-202109170043_noticia.html
  2. https://www.larazon.es/internacional/20210714/jdygpk4pxbgqplpqvhamust5gm.html
  3. https://www.youtube.com/watch?v=ZrkAfU64hXg
  4. https://www.youtube.com/watch?v=N_UChBQZihY
  5. https://www.youtube.com/watch?v=BGZx1LEBRdg
  6. https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article252726983.html
  7. https://www.youtube.com/watch?v=UwwEGV5HZvE
  8. https://www.davidnoticias.cl/la-brutal-represion-la-policia-nacional-guardia-civil-espanola/
  9. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-41453357
  10. https://www.elsaltodiario.com/tortura/estrasburgo-vuelve-condenar-espana-por-torturas-instruccion-ministro-interior-fernando-grande-marlaska
  11. https://www.efe.com/efe/espana/mundo/el-parlamento-europeo-pide-sancionar-a-cuba-por-la-represion-de-las-protestas/10001-4631043
  12. https://www.youtube.com/watch?v=HNJri-uWmUs
  13. https://www.youtube.com/watch?v=CzKCRKpc9og
  14. https://heraldocubano.wordpress.com/2021/05/25/en-8-anos-la-union-europea-perdio-la-memoria/
  15. https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Fallecidos_durante_el_estallido_social_en_Chile
  16. https://www.publico.es/internacional/muertos-bolivia-escalada-violencia-golpe-bolivia-suma-32-muertos.html
  17. https://www.europapress.es/internacional/noticia-senado-bolivia-rechaza-resolucion-parlamento-europeo-pide-liberacion-anez-20210506183625.html
  18. https://es.wikipedia.org/wiki/Protestas_por_la_muerte_de_George_Floyd
  19. https://lasillarota.com/mundo/parlamento-europeo-pide-sancionar-a-cuba-por-la-represion-de-las-protestas/561139
  20. https://www.abc.es/internacional/abci-eurocamara-pide-borrell-suspender-acuerdo-cuba-represion-tras-protestas-11-j-202109170043_noticia.html
  21. https://www.cubainformacion.tv/especiales/20201123/88784/88784-premio-sajarov-pide-la-invasion-de-cuba-que-dice-el-parlamento-europeo-italianoh-francais-deutsch-english
  22. https://www.efe.com/efe/america/politica/liberan-al-disidente-cubano-guillermo-farinas-tras-una-breve-detencion/20000035-4626402
  23. https://www.cubainformacion.tv/opinion/20210809/92699/92699-sos-bloqueo-cuba-italiano
  24. https://www.jornada.com.mx/notas/2021/07/13/mundo/se-crearon-bots-y-cuentas-en-twitter-para-atacar-a-cuba-especialista/
  25. http://www.cuba.cu/politica/2021-07-24/en-video-represores-cubanos-golpean-a-manifestantes-en-brasil-/56834
  26. https://t.co/v6ISJoHXyk
  27. https://t.co/ZJ6stMOmkN
  28. https://www.youtube.com/watch?v=wLUFtuZDc50&t=294s

José Manzaneda. Periodista y documentalista vasco. Coordinador de Cubainformación

Tomado de: Cubainformación

Europa proyecta sobre Cuba su propia represión (Video)

Leer más

El capitalismo no está muerto

Por Marcelo Colussi

Algunas décadas atrás, cuando a nivel mundial se conjugaron una serie de elementos que presentaban un panorama favorable a las fuerzas progresistas (avance del pensamiento de izquierda, movimientos populares en alza, guerrillas de orientación marxista, mística guevarista, mayo francés, teología de la liberación), era pensable que la toma del poder y la construcción de un mundo nuevo concebido desde ideales socialistas de justicia estaban a la vuelta de la esquina. Las décadas del 60 y 70 del siglo pasado, quizá con un aire excesivamente triunfalista –pero honesto, saludable, para echar de menos y reivindicar hoy día– lo permitían deducir: las causas populares y de justicia avanzaban impetuosas.

En estos momentos, bien entrado ya el siglo XXI, aquella marea de cambio que se mostraba imparable no existe. No sólo eso: muchos de los avances sociales conseguidos durante los primeros años del siglo XX hoy día se han revertido, en tanto que el ambiente dominante a escala planetaria se pretende que sea, al menos desde los poderes centrales que dictan las políticas globales, despolitizado, desideologizado, light. La pandemia actual viene a reforzar esa situación de postración para las grandes mayorías populares.

El sistema capitalista, de quien se anunciaba victorioso estaba por caer –eso se creía con profunda honestidad– no cayó. Lejos de ello, se muestra muy vivo, activo, vigoroso. De la Guerra Fría que marcó a sangre y fuego por largos años la historia global, fue el capitalismo quien salió airoso, y no la propuesta socialista. El muro de Berlín, símbolo de esa confrontación justamente, se terminó vendiendo por trocitos como recuerdo turístico. Y de las posiciones ideológicas de izquierda que definieron buena parte de los acontecimientos del siglo XX hoy parecieran quedar sólo algunos sobrevivientes, pero no son las que marcan el ritmo de los acontecimientos.

Vistas así las cosas, el panorama pareciera sombrío. En un sentido, lo es. Las represiones brutales que siguieron a esos años de crecimiento de las propuestas contestatarias, los miles y miles de muertos, desaparecidos y torturados que se sucedieron en cataratas durante las últimas décadas del siglo XX en los países del Sur con la declaración de la emblemática Margaret Tatcher “no hay alternativas” como telón de fondo, el miedo que todo ello dejó impregnado, son los elementos que configuran nuestro actual estado de cosas, que sin ninguna duda es de desmovilización, de desorganización en términos de lucha de clases. Lo cual no quiere decir que la historia está terminada. La historia continúa, y la reacción ante el estado de injusticia de base (que por cierto no ha cambiado) sigue presente. Ahí están nuevas protestas y movilizaciones sociales recorriendo el mundo, quizá no con idénticos referentes a los que se levantaban décadas atrás, pero siempre en pie de lucha reaccionando a las mismas injusticias históricas, con la aparición incluso de nuevos frentes: las reivindicaciones étnicas, de género, de identidad sexual, la lucha por el medio ambiente.

De todos modos, aunque es cierto que las luchas reivindicativas no terminaron –ni es posible que terminen, porque son el motor de la historia precisamente–, están adormecidas. En términos generales lo que se ha inoculado en la cultura política de la población planetaria es el conformismo, la cultura “light”, la mansedumbre. Eso marca el momento actual. Las políticas neoliberales de estas últimas décadas sirven para acallar protestas: se trabaja cada vez más sin prestaciones sociales, sin sindicatos, en condiciones de mayor pauperización, y no hay que protestar porque se puede perder el escaso trabajo. En ese sentido, el capitalismo no está muerto. Las ganancias capitalistas, pese a la pandemia, siguen creciendo.

El sistema, que sin ningún lugar a dudas no puede solucionar todos los problemas humanos que hoy día ya son solucionables gracias al desarrollo científico-técnico, no está agotado. Con varios siglos de existencia, sabe arreglárselas muy bien para permanecer de pie. En la guerra contra el socialismo, hoy por hoy va ganando. Pero eso no es una buena noticia para la humanidad, porque la prosperidad de unos pocos asienta en las penurias de las grandes mayorías planetarias. Después de la pandemia no se ve, al menos en principio, un horizonte post capitalista. Al contrario, todo augura más capitalismo, con una super potencia en declive disputando la hegemonía mundial con otras dos super potencias (con capitalismo de Estado y capitalismo mafioso una, con socialismo de mercado la otra). Las guerras no han desaparecido de la historia, sino que siguen siendo una cruda realidad, y la posibilidad de un holocausto termonuclear está siempre abierta. Ante este mundo y la nueva normalidad que se avecina, con este “Gran Reinicio” que los capitales occidentales propician, la clase trabajadora mundial no puede sentir ninguna alegría. Si nuevas pandemias podrán venir, y la salud seguirá siendo un bien comercializable, el camino capitalista es un callejón sin salida. Por tanto, como gran tarea pendiente, estamos llamados a construir algo distinto, una alternativa a este modo de producción basado solo en el lucro, que prescinde tanto del ser humano –a quien transforma en esclavo asalariado, o lo desecha producto de la robotización– o se lleva por delante la naturaleza, olvidando que hay un solo planeta, que nuestra casa común no es una infinita cantera para explotar. Entonces: el sistema no está en fase de agonía, sino que se ha transformado en un “viejo mañoso”, aún con mucha energía.

¿Por qué “viejo mañoso”? Porque está dando renovadas muestras que “se las sabe todas”, y con aire mafioso no sólo sobrevive como sistema, sino que aún no se le ve final a la vista. Y peor aún: que para seguir sobreviviendo apela a cuanto juego sucio podamos imaginarnos, de lo más deleznable, bajo y ruin, pero siempre presentado como políticamente correcto.

Es un dato muy importante, y que en términos estratégicos de mediano plazo marca un escenario desconocido años atrás: el capitalismo de las que hasta hoy son las potencias, Estados Unidos y Europa, ya no está creciendo más, sino que se recicla. La potencia juvenil de los primeros burgueses de las ciudades medievales europeas, la potencia de los primeros cuáqueros llegando en el Mayflower a la tierra de promisión americana, todo eso ya no existe. En todo caso el nuevo capitalismo chino está dando muestras de una vitalidad ya perdida en los puntos históricos de desarrollo. Aún es un misterio cómo se seguirá comportando este nuevo capitalismo (o socialismo de mercado), si seguirá los mismos pasos seguidos por las potencias tradicionales (incluyendo a Japón), transformándose en un nuevo imperialismo guerrerista, tal como todos los crecimientos capitalistas considerables terminaron dando como resultado, o es una variante digna de ser observada con detenimiento. ¿Espejo donde pueda mirarse la gran masa de trabajadores y empobrecidos del mundo? Quizá no por ahora. Lo cierto es que en los países históricos del sistema (y en Estados Unidos más aún, líder de ese arrollador crecimiento de la empresa privada por más de un siglo), todo indicaría que se está involucionando. Pero no desapareciendo.

¿Qué significa esto? Que el capitalismo, como sistema desarrollado hasta niveles descomunales en cuanto a lo técnico, encontró un límite y se ha comenzado a dedicar cada vez más a sobrevivir, permítasenos decirlo así: en la holgazanería. La creatividad industrial, que por supuesto no ha muerto, se va trocando hacia formas de parasitismo social, fabulosas para los grandes poderes, pero inservibles para la población, y para el sistema mismo. La savia productiva se va viendo reemplazada por la especulación financiera, y entre los negocios más redituables van consolidándose los ligados a la destrucción: las armas, la guerra, el narcotráfico. En ese sentido, entonces, el capitalismo no está muerto, pero sí severamente enfermo, aunque pueda sobrevivir por mucho tiempo más aún.

La crisis financiera actual viene a resaltar los límites infranqueables del sistema: desde un esquema capitalista, que se basa sólo en la obtención de ganancia empresarial a cualquier costo y nada más, la inercia misma del sistema hace prescindible a la gente y lo único que interesa es la acumulación. Esta lógica se independiza y se mueve sola, casi con la lógica de una máquina automatizada. El sistema no puede reparar en la gente de carne y hueso; eso no importa, es prescindible, no cuenta al final del proceso. La acumulación capitalista llega a tal nivel de autonomización que lo más importante puede llegar a ser la muerte, si es que eso “da ganancia”. Tan es así que el actual modelo capitalista lo demuestra con creces: la guerra, la muerte, los negocios sucios como el trasiego de estupefacientes, son su energía vital. Y cada vez más. Uno de los pocos negocios que creció durante la pandemia fue, justamente, la industria militar (junto a la banca, las farmacéuticas y los ligados a inteligencia artificial).

El capitalismo chino, segunda economía a escala planetaria y siempre en ascenso, aún en plena crisis financiera de los grandes centros capitalistas históricos, de momento no muestra estas características mafiosas. Seríamos quizá algo ilusos si pensamos que ello se debe a una ética socialista que aún perduraría en el dominante Partido Comunista que sigue manejando los hilos políticos del país. En todo caso responde a momentos históricos: la revolución industrial de la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX China recién ahora la está pasando, al modo chino por supuesto, con sus peculiaridades tan propias (la sabiduría y la prudencia, ante todo). Queda entonces el interrogante de hacia dónde se dirigirá ese proyecto. Pero lo que es descarnadamente evidente es que el capitalismo ya envejecido se mueve cada vez más como un capo mafioso, como un “viejo mañoso”, pleno de ardides y tretas sucias. Entre las actividades comerciales más dinámicas hoy día a nivel mundial se encuentran la producción de armas y el tráfico de drogas ilícitas. Y los dineros que todo eso genera alimentan las respetables bolsas de comercio que marcan el rumbo de la economía mundial al tiempo que se esconden en mafiosos paraísos fiscales intocables. En ese sentido, la enfermedad estructural define al capitalismo actual.

Si el negocio de la muerte se ha entronizado de esa manera, si lo que duplica fortunas inconmensurables a velocidad de nanotecnología es la constante en los circuitos financieros internacionales, si en una simple operación bursátil se fabrican cantidades astronómicas de dinero que no tienen luego un sustento material real, si el capitalismo en su fase de hiper desarrollo del siglo XXI se representa con paraísos fiscales donde lo único que cuenta son números en una cuenta de banco sin correspondencia con una producción tangible, si destruir países para posteriormente reconstruirlos está pasando a ser uno de los grandes negocios, si lo que más se encuentra a la vuelta de cada esquina son drogas ilegales como un nuevo producto de consumo masivo mercadeado con los mismos criterios y tecnologías con que se ofrece cualquier otra mercadería legal, todo esto demuestra que como sistema el capitalismo no tiene salida.

Por supuesto que al sistema eso no le molesta especialmente. “Si da dinero, eso es lo que cuenta”, es la macabra sentencia. Así nació, creció y se globalizó el sistema. Así arrasó buena parte de la naturaleza y diezmó culturas ancestrales, arrollando a su paso todo lo que le significaba un obstáculo en su loca carrera por acumular. Pero hoy se ha entrado en una nueva fase donde al sistema ya no le interesa sólo la producción de bienes y servicios útiles para sus consumidores, pues lo único que lo mueve es la continuación de esa acumulación. Y como el capitalismo tiene un tope en tanto sistema en la producción de esos bienes, para seguir manteniéndose debe generar nuevos espacios donde desarrollarse, donde seguir reproduciéndose. Es así que va perfilándose este capitalismo de corte mafioso, este “viejo mañoso” interesado en promover nuevos campos de consumo como las guerras y el uso masivo de drogas ilegales.

Esto no es un simple hecho anecdótico, una transgresión, una travesura. La producción de guerras y la distribución planetaria de drogas ilícitas pasaron a ser parte de una estrategia de sobrevivencia del sistema, tanto porque genera las mayores cantidades de dinero que alimentan la economía global como por los mecanismos de control políticosocial y cultural que permiten. Esta nueva fase mafiosa que empieza a atravesar el sistema, que ya viene perfilándose desde las últimas décadas del siglo pasado, es la tónica dominante. China, con un capitalismo joven aún, no requiere de estos mecanismos. Los grandes bancos europeos, y más aún, los estadounidenses, ya han comenzado a hacer de ellos los engranajes que mantienen vivo el sistema.

El capitalismo no está en crisis terminal. Convive estructuralmente con crisis de superproducción, desde siempre, y hasta ahora ha podido sortearlas todas. Estos nuevos negocios de la muerte son una buena salida para darle más aire fresco. Lo trágico, lo terriblemente patético es que el sistema cada vez más se independiza de la gente y cobra vida propia, terminando por premiar el que las cuentas cierren, sin importar para ello la vida de millones y millones de “prescindibles”, de “población sobrante”, población “no viable”. Ello es lo que autoriza, una vez más, a ver en el capitalismo el principal problema para la humanidad. Esto es definitorio: si un sistema puede llegar a eliminar gente porque “no son negocio”, porque consumen demasiados recursos naturales (comida y agua dulce, por ejemplo) y no así bienes industriales (es lo que sucede con toda la población del Sur), si es concebible que se haya inventado el virus de inmunodeficiencia humana –tal como se ha denunciado insistentemente– como un modo de “limpiar” el continente africano para dejar el campo expedito a las grandes compañías que necesitan los recursos naturales allí existentes, si un sistema puede necesitar siempre una cantidad de guerras y de consumidores cautivos de tóxicos innecesarios, ello no hace sino reforzar la lucha contra ese sistema mismo, por injusto, inhumano, inservible, por atroz, por sanguinario. Porque, lisa y llanamente, ese sistema es el gran problema de la humanidad, pues no permite solucionar cuestiones básicas que hoy día sí son posibles de solucionar con la tecnología que disponemos, tales como el hambre, la salud, la educación básica. Como dijo Fidel Castro: “Las bombas podrán terminar con los hambrientos, con los enfermos y con los ignorantes, pero no con el hambre, con las enfermedades y con la ignorancia”.

El “viejo mañoso” en que se ha transformado el capitalismo, en definitiva, no es sino la expresión actualizada de algo que desde hace 200 años sabemos que no tiene salida. Que se salven algunos grupos elitescos en presumibles instalaciones fuera de este planeta (la ciencia ficción ya no nos sorprende) no significa salida alguna. En ese sentido es cada vez más claro, como dijera la revolucionaria Rosa Luxemburgo, que “socialismo o barbarie”. Si la salida para el capitalismo son guerras, consumidores pasivos de drogas y población “light” despolitizada, eso no es sino la más elemental justificación para seguir peleando denodadamente por cambiarlo. Este “viejo mañoso” no es sino la patética expresión de la barbarie, la negación de la civilización, la porquería más radical. ¿Cómo es posible haber llegado a esta locura en la que vale más la propiedad privada sobre un bien material que una vida humana? ¿Cómo es posible que para mantener esto se apele a la muerte programada, fría y calculada? Eso es la barbarie, y eso nos tiene que seguir convocando a su transformación.

Tomado de: Alainet

Leer más

El significado cultural de los selfies

Por Susana Gómez Nuño @susanagonu

A diferencia de la fotografía tradicional, los selfies o autorretratos adquieren un nuevo significado cultural, fruto de la necesidad de visualizar nuestra presencia en el paisaje, de ser sujetos que colonizan el espacio y lo proyectan. El selfie como expresión cultural puede ser interpretado de diversas formas por diferentes autores y dar respuesta a esa necesidad de representarnos en imágenes que, a su vez, fomenta la conformación de nuestra identidad.

Tradicionalmente, la fotografía ha estado guiada por un afán de recoger un instante solemne, un momento único inmortalizado en un documento de memoria, pero esta obsesión de evocación se ha visto menoscabada por el nuevo uso de la fotografía, en la actualidad, como acto de comunicación, de relación, en detrimento de la idea clásica de recuerdo. El valor de la imagen ha cambiado y ha dejado paso a las marcas biográficas, a un énfasis en la manifestación de nuestra presencia, en un acontecimiento más que el acontecimiento en sí.

La producción de fotografías ya no se limita a un reducido grupo, sino que, ahora, todos somos productores de imágenes. Aparece, así, un nuevo género: las fotografías a nosotros mismos o selfies, que pueden tomarse en cualquier circunstancia y lugar, y circulan por la red. El hecho de autofotografiarnos obedece a la necesidad de autoafirmación, de autoexploración, de autorebeldía o de creación de avatares virtuales. Según el fotógrafo, Joan Fontcuberta, la fotografía seguirá ocupando los huecos vacíos que nos produce la falta de afectividad, de relaciones y de explicaciones relativas o de relato.

Nietzsche, Freud y Marx se erigieron como los maestros de la sospecha, criticando la falsedad escondida en los valores ilustrados de racionalidad y verdad del siglo XIX, y desenmascarando la cultura en un intento por descubrir el origen de los valores y la moral. Todos ellos, aun en sus particulares perspectivas, coincidirán en la búsqueda de una nueva conciencia que genere una sociedad mejor.

Inspirados por Marx, Weber y Simmel reformularon la relación de las condiciones materiales de vida y producción, y la esfera de la cultura, señalando que esta última podía ser vista como la producción material de la existencia y que las formas de organización de la producción y el avance de la tecnología dependían también de las ideas y la cultura de cada momento.

La siguiente generación de sociólogos, representada por Horkheimer y Adorno, reunidos en la Escuela de Fráncfort, siguió una línea de investigación acerca del análisis de la sociedad influenciada por el materialismo histórico desarrollado por Marx. Estos pensadores concluyeron que el proletariado no se alzaría como el agente revolucionario, como había pronosticado Marx, sino que este grupo social quedaría seducido por el consumismo y por un fuerte sentido de identidad nacional, más que de clase, es decir, los trabajadores del siglo XX estarían más interesados en disfrutar del materialismo inducido por el capitalismo que por llevar a la sociedad a un nuevo sistema de producción y de pensamiento.

Nobert Elias nos habla de su concepto de cultura entendida como civilización que conlleva un proceso continuo, es decir, la cultura no se restringe a la producción cultural, sino que engloba la forma en que las personas se relacionan. Por su parte, Pierre Bourdieu se centra en los productos culturales, la construcción social del gusto y de la «alta cultura» desde la perspectiva del habitus y las disposiciones que lo forman, esto es, la manera como nos relacionamos, muchas veces de forma desigual, con los diferentes productos culturales.

Lyotard introdujo el estudio de la posmodernidad, que para él representaba un cambio en el estatus de la cultura, especificado por una legitimidad conseguida mediante los grandes relatos o metarrelatos. Así pues, la transformación de la cultura pasa por tres estadios que corresponden a la sociedad premoderna, moderna y posmoderna. Esta última describe la cultura singular, del todo vale, valorizada por el dinero y, por tanto, capitalizada. El estilo, la estética, la forma de presentar los objetos se valoriza en detrimento del propio valor del objeto en un rentable fast-food cultural.

Jameson, en la línea analítica de Adorno y Horkheimer sobre la industria cultural, considera que «los cambios formales en la cultura del posmodernismo son un síntoma de los cambios estructurales más profundos producidos por la reestructuración social del capitalismo tardío como sistema.» Esta nueva forma de percibir el espacio y el tiempo origina el pastiche y la esquizofrenia o fragmentación del sujeto, en una manifestación del sistema social caracterizada por la pérdida del sentido de la historia, la transformación de la realidad en imágenes y un vivir en estado de constante cambio que invalida las tradiciones de los anteriores sistemas sociales. De esta manera, la cultura posmoderna reproduce y consolida la lógica del capitalismo consumista.

Para Baudrillard, representante del posmodernismo y postestructuralismo, economía y cultura van de la mano, hecho explicado por el desplazamiento histórico de Occidente  desde una sociedad productora de cosas a otra productora de información. Asimismo, interpreta la cultura como una cultura de simulacro, basada en copias idénticas sin un original. La simulación, que no hace distinción entre copia y original, genera modelos de algo real sin orígenes o realidad, la llamada hiperrealidad.

En definitiva, Baudrillard, alineado con Lyotard respecto a la posmodernidad, postula que Dios, la naturaleza, la ciencia, la clase trabajadora… «todos han perdido su autoridad como centros de autenticidad y verdad […] y el resultado es el derrumbamiento de lo real en el hiperrealismo.»

Hasta aquí, hemos visto todas las posibles interpretaciones de la expresión cultural por parte de los autores más representativos de la modernidad y la posmodernidad. A modo de síntesis, podemos concluir que un selfie para Marx estaría ligado a los modos de producción social; para Simmel estaría relacionado con un proceso de retroalimentación entre cultura objetiva y subjetiva; para Horkheimer y Adorno sería una experiencia derivada de la cultura de masas y sus prácticas de consumo; Benjamin lo dotaría de un valor exhibicionista en detrimento de la originalidad; Elies lo vería como un proceso civilizatorio relacionado con las costumbres y las formas de relacionarnos con otros que definen nuestra identidad; Bourdieu lo relacionaría con el habitus y sus disposiciones, así como con el capital; Lyotard, en su visión posmoderna, lo consideraría una forma de rápido consumo cultural donde la estética se alza como protagonista; para Jameson los selfies evidenciarían la nueva estructura social capitalista y posmoderna, y reflejarían los cambios producidos en las nociones de espacio y tiempo en forma de un pastiche transformador de la realidad cambiante en imágenes; y, finalmente, Baudrillard los vincularía con la economía y con el simulacro o  hiperrealidad.

Así pues, situados en el posmodernismo, podemos considerar los selfies como un simulacro, dada la evanescente condición de la realidad, que ha sido relevada por la representación, por lo que ocurre en las pantallas. En este contexto, el selfie se alza como el gran protagonista que satisface nuestra necesidad de representación, porque esa hiperrealidad baudrillardiana, es ahora más real que la propia realidad, «nos relacionamos ya no con lo real sino con las simulaciones.»

El selfie ayuda a explicar quiénes somos, a configurar nuestra identidad, mostrando una narración en imagen, diciendo algo de nosotros, en un mundo donde «las esferas de lo público y lo privado se entremezclan en esas imágenes que entran en el ámbito privado para transformarlo en un espectáculo: performance y vida real, simulacro y vida real en un cóctel». Exponemos, pues, nuestra intimidad, nuestro estado de ánimo, nos apropiamos del paisaje o de la identidad de nuestro acompañante, en una constante exposición, exaltación y saturación de esa representación de nosotros mismos, de ese yo hiperreal, que la mirada del otro acabará de constituir en un entorno virtual que parece más cómodo y atractivo que la propia realidad.

Tomado de: Nueva Revolución

Leer más

El mapa 2021 del cine argentino federal

Por Horacio Bernades

La cabeza de Goliat. Ésa es la metáfora a la que el ensayista Ezequiel Martínez Estrada acudió a fines de los años 50 para definir la hipertrofia política, económica, social, cultural y administrativa que la ciudad de Buenos Aires tuvo históricamente en relación con el llamado “interior”. No tuvo: tiene. Obviamente que esa desproporción se manifiesta también en el campo del cine. Y se manifiesta exactamente en las mismas esferas en que lo hace a nivel global. Producir cine en la Capital Federal o sus inmediaciones resulta mucho más fácil, más accesible, más rápido que hacerlo desde una capital provincial. Ni qué hablar de lo que cuesta acceder a concursos, a fondos de fomento, a créditos, a inversores, desde cualquier localidad ubicada a algunos cientos de kilómetros de cualquiera de esas capitales.

El programa de reactivación Renacer Audiovisual, lanzado semanas atrás por el Ministerio de Cultura de la Nación, destina un fondo extra de $ 2.400 millones de pesos para producciones televisivas, con el objetivo específico de generar nuevos puestos de trabajo en todas las regiones del país. El programa dará respiro a quienes hacen cine más allá de la General Paz, pero que para que pueda representar algo más que una ayuda puntual requeriría de sucesivas actualizaciones anuales. ¿Se produce cine en las provincias? Obviamente que sí. Para certificarlo basta pensar en las salteñas La ciénaga y Modelo 73, la tucumana Los dueños, la correntina Las mil y una, las entrerrianas Los labios y Nosotros nunca moriremos, las mendocinas Los salvajes y Muere, monstruo, muere, las cordobesas De caravana, Salsipuedes y la mismísima Esquirlas, actualmente en cartel en Buenos Aires. No sólo ésas y otras ya estrenadas: una buena cantidad de producciones, provenientes de distintas regiones, se halla en producción o lista para su estreno. Todas ellas contaron y cuentan con apoyo del Incaa.

¿Se puede hablar de industria cinematográfica, de polos de producción, o se trata de esfuerzos individuales, eventualmente grupales? Sobre todo esto último, algo de lo segundo, nada de lo primero. ¿La realidad actual es mejor que la de hace unos años? Ligeramente mejor, menos de lo deseable y por supuesto pandemia de por medio. ¿Cómo pinta el futuro? Necesitado de cambios, de mayores incentivos, de partidas más generosas, de políticas que tengan más en cuenta a las provincias. ¿Representa un avance el proyecto de nueva ley de cine, que se halla en plena construcción? En muchos aspectos sí. Pero muchos implicados, representantes de regiones diversas, señalan que ese proyecto también peca de centralismo.

Lejos de Buenos Aires

El cordobés Mario Bomheker, documentalista y docente, es una de las voces más críticas y articuladas en relación con el centralismo porteño. “La única sede del Incaa está en CABA, las solicitudes de créditos y subsidios hay que presentarlas en esa única sede, no tiene delegaciones oficiales en ninguna provincia. Hasta actividades de carácter nacional, como es la programación de las salas Incaa que están distribuidas por todo el país, dependen de la decisión de funcionarios de la sede central.” Nicolás Capola, Presidente de la Cámara de la Industria Audiovisual de Tucumán, opina parecido. “Es casi imposible pensar que desde una oficina en un Ministerio en CABA pueden entender que necesita un realizador en La Cocha en Tucumán. Por lo que creo que si realmente se quisiera ser federal tendría que haber una partida de fondos para las provincias”.

“Genera alarma estar aún regidos por un plan de fomento creado por la gestión anterior del Incaa, que resulta muy restrictivo por su sistema de puntajes y requisitos”, señala a su turno el Colectivo de Cineastas de Córdoba, que agrupa a realizadores y productores independientes de esa provincia. “Durante 2019, 2020 y lo que va del 2021 no se han realizado llamados de los concursos de largometrajes por convocatoria, que eran las vías pensadas para las producciones que tenían menos estructura y necesitaban mayor apoyo financiero”, detallan los representantes de esa agrupación. El entrerriano Maximiliano Schonfeld, cuya película más reciente, Jesús López, es una de las cuatro argentinas que participan por estos días de la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián -Piedra Noche, de su comprovinciano Iván Fund, es otra-, aporta un dato que considera imitable. “En la mayoría de los países desarrollados las películas se fomentan por regiones”, dice.

Capola abunda en detalles. “Cada región de Italia tiene su Film Commission que gestiona recursos propios, y en Francia y España sucede algo semejante. Sin ir tan lejos, nuestros hermanos uruguayos están aplicando una fuerte serie de beneficios, que los posicionó en la región. Chile tiene una red de salas que, si bien es privada, se organiza con una partida anual de fondos de Cultura. Con eso afrontan los gastos y pueden llevar adelante una política de exhibición del cine chileno, que viene creciendo tanto interna como externamente.”

¿Nueva ley, o cumplir con ésta?

A comienzos de julio el EAN, organismo constituido por varias de las asociaciones más representativas del medio, presentó un anteproyecto de ley para remplazar a la anterior, que permitió relanzar el cine argentino a mediados de los 90, pero en más de un aspecto “quedó vieja”. “La iniciativa de la EAN no puede menos que celebrarse”, opina Bomheker. Pero matiza: “Es necesario señalar que en esta instancia de debate, en la EAN no hay ninguna representación de las asociaciones provinciales, que puedan plantear las particularidades y problemas específicos de la actividad en las provincias. Las sedes de las asociaciones que participan de la EAN, la mayoría de las actividades que despliegan, las cuestiones a las que se abocan, atienden principalmente a lo que ocurre en la Capital.”

La guionista y realizadora mendocina Cristina Raschia, que acaba de ser confirmada en su carácter de miembro del Consejo Asesor del Incaa (esperó un año para entrar en funciones), coincide en un todo con Bomheker. “Soy de las que creen que no hace falta una nueva ley, bastaría con aplicar la que está vigente. Con eso ya avanzaríamos bastante. Hace más de dos años que estamos redactando múltiples versiones de un nuevo Plan de Fomento, más inclusivo y federal. El Consejo Asesor ha tomado activa participación en eso. La Asamblea Federal también. Se formaron grupos de trabajo. Se ha conversado hasta el cansancio. Y nada…”

La realizadora jujeña Hebe Estrabou, cuyo nombramiento también acaba de confirmarse con un año de atraso, también considera que bastaría con aplicar la ley sancionada en 1994. Con ajustes imprescindibles, como el de gravar a las plataformas internacionales de contenidos online, que hasta el momento no pagan impuestos por exhibir cine argentino. “Hemos participado junto a algunos compañeros del NOA y otras regiones para conocer en profundidad el borrador del proyecto de nueva ley de cine. Encontramos aciertos en algunas propuestas y otras nos llamaron la atención. Como por ejemplo pensar el apoyo solo a la producción y no al fomento en su conjunto.”

El ejemplo misionero

Pero no todas son pálidas. La provincia de Misiones fue una de las primeras en tener una ley propia y su cinematografía es, en este momento, una de las de crecimiento más notorio. La realizadora Ana Zanotti, una de las redactoras de esa ley, repasa lo que suena a pequeña épica. “Empezamos a escribirla en 2006, 2007, por ahí. Éramos tres personas. La ingresamos a la Legislatura provincial tres veces. Las dos primeras no prosperó. El tercer ingreso a la Cámara fue el que llevó a la sanción, en mayo de 2014, porque ya el contexto que instalado por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual le dio viabilidad. Se reglamentó el año siguiente, y comenzó a funcionar de inmediato”. No se trató, por cierto, de un mero papel que se firma y se guarda en el cajón. “Como consecuencia de la ley, a principios del 2016 se creó el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAviM)”, detalla Zanotti. “El IAAVIM apoya desde ese momento actividades de fomento, circulación, formación y preservación audiovisual”.

Una nota reciente publicada en la página Latamcinema asegura que el cine misionero es ya un nuevo polo cinematográfico. Y da cifras. En cuatro años el IAAviM aportó fondos para la producción o el rodaje de veintitrés largos, y la posproducción de otros cinco. Uno de ellos, Matar a la bestia, realizado por Agustina San Martín, se estrenó en el Festival de Toronto, uno de los más importantes del mundo. Ese fin de semana, de Marta Pescio y con Miss Bolivia en el elenco, lo hizo en San Sebastián, junto con los films de Schonfeld y Fund. Además de los largos Selva y Fantasma vuelve al pueblo -esta última recién desembarcada en el canal Construir TV- en lo que va del año se filmaron en Misiones tres films, todos de próximo estreno. Uno de ellos, Las fronteras del tiempo, es enteramente de producción local, mientras que Coto de caza y Una sola noche aprovechan las locaciones y servicios que brinda la provincia. Para lo que resta del año se prevé el rodaje de otros siete proyectos, entre cortos y largos, de producción provincial o en coproducción con capitales provenientes de otras geografías.

“La generación de inversiones, la creación de puestos de trabajo y el crecimiento de la producción han provocado el regreso a la provincia de creadores y técnicos, que habían emigrado en busca de trabajo”, remata Zanotti. Y apunta que el ejemplo misionero se irradió. “A partir de nuestra experiencia, varias provincias sancionaron sus leyes o están en proceso de hacerlo”.

¿Polos o sucursales?

Los casos de Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Río Negro corroboran lo que señala Zanotti. Las cuatro provincias cuentan con leyes propias, mientras que San Juan trabaja en la redacción de la suya. En Tucumán la legislatura aprobó una ley en 2018, pero el Ejecutivo de esa provincia parece no haberse enterado. De todos modos, el hecho de “tener una ley” tampoco es garantía de nada. La productora rionegrina Lorena Galán, miembro del Cluster Audiovisual Patagonia Norte, señala que “al día de la fecha, el sector no sabe cuál será el monto para desarrollar el plan de fomento ni en qué formatos o líneas se aplicará. Solo conocemos un borrador donde mencionaban videojuegos, televisión y plataformas.” Desde Mendoza, Cristina Raschia apunta que “tenemos una ley, pero no es mucho lo que ayuda por ahora. Sólo los concursos que se lanzaron hace un mes para desarrollo de proyectos, cortometrajes, postproducción y videojuegos. Son 200 mil pesos por proyecto premiado solamente, cuando el costo medio de una película se estima en 20 millones. O sea, el 1 %.”

Sin embargo, y tal vez por aquello de la fuerza que los ponchazos siempre tuvieron en Argentina, en la región cuyana se ruedan en este momento dos documentales y dos series de televisión. Hay cinco que empiezan pronto. Una de ellas, Empieza el baile, cuenta en el elenco con Mercedes Morán, Darío Grandinetti, Jorge Marrale. Cuatro están en fase avanzada de posproducción. Entre ellas, Iosi, el espía arrepentido (serie dirigida por Daniel Burman para la plataforma Amazon), 1 %, protagonizada por Gustavo Garzón, e Historias invisibles, con Eleonora Wexler. Además, el cine cuyano cuenta con un estreno reciente, Todos tenemos un monstruo en el placard o un hijo en el closet) y un pequeño “tanque” en espera de estreno. Coproducción con Uruguay de la que participa la poderosa Patagonik, se llama Las rojas y es una suerte de western femenino-ecológico-cordillerano, con Natalia Oreiro y Mercedes Morán en los protagónicos y Matías Lucchessi a cargo de la realización, sobre guion de Mariano Llinás.

En Córdoba, dos realizadores con antecedentes tienen películas listas para estrenar. Rodrigo Guerrero (El invierno de los raros) aguarda con Siete Perros, y Nadir Medina (Instrucciones para flotar un muerto) se anota con Lxs desobedientes. Otras dos se hallan en posproducción: Paula, de Florencia Wehbe (Mañana tal vez) y El siervo inútil, de Fernando Lacolla. Tres provincias del NOA tienen cerca de una veintena de proyectos en distintas etapas de desarrollo, incluyendo un par de series. Por el lado de Entre Ríos están los casos mencionados. Pero casi todas estas producciones suelen requerir, para concretarse, de aportes de productoras pequeñas, medianas o grandes, con algo en común: todas están instaladas en Capital Federal.

“Para que haya verdadero federalismo es necesario que en este país se saquen las instituciones centrales de la ‘Cabeza de Goliat’”, vuelve a levantar la bandera federal Bomheker. “Suena a utopía, es algo a construir a largo plazo, pero hay cosas que se pueden ir haciendo mientras tanto, como ir creando delegaciones del INCAA en distintas ciudades. Pero no para que sean ventanillas del ente central a las que hay que enviar y responder, sino con verdadera autonomía.”

Tomado de: Página/12

Leer más

Palabra y utopía (+Video)

Por Fausto Cruchinho

Bajo el signo de la palabra

Palabra y utopía (Palavra e utopia, 2000) es una película densa y difícil en la que Manoel de Oliveira propone hacer una biografía del padre António Vieira (1608-1697) a través de su palabra, de su lucha contra la esclavitud y de su utopía del Quinto Imperio. En realidad, es la pronunciación de la palabra, el gusto por la dicción actoral en lengua portuguesa brasileña, el eco de esta palabra en las iglesias, las cortes y los tribunales, el efecto que tiene en los pueblos indios y negros, en reyes y reinas, lo que interesa a Oliveira, gran cultivador de la palabra, de la dimensión barroca de la palabra. Para lograrlo, Oliveira enmarca al personaje en tres edades: la juventud, con el actor Ricardo Trepa; la vida adulta, con Luís Miguel Cintra; y la madurez de Vieira, con Lima Duarte. Paradójicamente, la fuerza del personaje se afianza con el envejecimiento y el cambio de actor, del portugués al brasileño. El estilo de representación de Trepa y Cintra es contenido, en gestos y pronunciación; el de Lima Duarte es, al contrario, sanguíneo y sobreactuado. La violencia de las palabras va de la mano de la violencia de la dicción, a medida que avanza la ceguera, dolencia de algunos escritores oliveirianos (por ejemplo, Camilo Castelo Branco).

Oliveira elige deliberadamente los ambientes pictóricos de los interiores desnudos, ya sean iglesias, casas o castillos, para despojar el eco de la palabra vieiriana; esta, que es rica en adjetivos y parábolas, se encuentra con una arquitectura simétrica, plana, sin protuberancias, un entorno favorable para su degustación. Del oscuro entorno del Santo Oficio a su casa en el exilio en Quinta do Tanque, pasando por ese mar negro y tumultuoso que separa y une Lisboa con Maranhão, todo contribuye a un tono rembrandtiano de claroscuro, tonos sin luz y sombras marcadas.

No fue la primera vez que el padre António Vieira apareció en las películas de Oliveira, como personaje y como referencia: ya en No, o la vanagloria de mandar (Non, ou A Vã Glória de Mandar, 1990) el tema de la circularidad de la palabra servía para explicar la circularidad de la historia de Portugal contada en el filme. En 2004, Oliveira volvió a evocar el tema del pensamiento vieiriano sobre el destino de su país en O quinto império – Ontem como hoje (2004), a partir de la pieza teatral El-Rei Sebastião, de José Régio. Oliveira, de hecho, se nutre de este cruce entre Vieira, Luís de Camões, Régio y Gonçalo Annes Bandarra, muy ayudado por el padre profesor João Marques, su consejero histórico. Hay un pensamiento visionario que engarza a estos autores portugueses y que vincula Portugal con África y Brasil, siempre a través de lo colonial, lo interracial y lo místico, ligados a la derrota en Alcazarquivir y la llegada del Anticristo.

Manoel de Oliveira da plena importancia a contextualizar la historia del padre Vieira, su viaje a través de Brasil y Europa, fijando el marco pictórico de la época del siglo XVII, durante y después de la ocupación filipina, en la que algunos momentos del filme son de Goya, otros de Velázquez y muchos de El Greco, moldeando los ambientes mediante pintores españoles. Los momentos bahianos sugieren más bien la influencia de Gauguin. No hay acciones cinematográficas en la película, sino una única escena teatral sin entradas ni salidas, imperio de la palabra y el uso clásico de intertítulos y de sustituciones de los actores que marcan el paso del tiempo y del lugar. Oliveira es fiel a su doctrina de que el cine registra la palabra y el teatro, de que la película se ciñe a los textos y a las figuras históricas, a los lugares y a los tiempos. El lado petrificado de Palabra y utopía afirma aún más esta concepción de que el cine no inventa nada.

De alguna manera, la entrada de Oliveira en la última escena de la película —el lecho de muerte del padre António Vieira, donde trae la carta del Papa que lo libera de las acusaciones que recaen sobre él— refleja la convicción del cineasta de que su personaje se adelantó a su tiempo, pues el Papa lo confirmó, y ahora el cine también, al canonizarlo como gran predicador de la Compañía de Jesús. Por otro lado, la educación de Oliveira tuvo lugar en el colegio jesuita de La Guardia, Galicia. Uno podría creer que Oliveira también esperaba ser reconocido como un adelantado a su tiempo y que algún Papa religioso o civil lo liberase de las acusaciones de impopular.

Bajo el signo de la palabra, Oliveira escuchó al pueblo; escuchó las novelas de Camilo y Raul Brandão, el teatro de Régio, Vicente Sanches y Prista Monteiro, los diálogos de Agustina Bessa-Luís, los poemas de Camões, los sermones del padre Vieira. No es casual, desde luego, que su última ficción fuese O Velho do Restelo (2014), donde se juntan Teixeira de Pascoaes, Camilo, Camões y Don Quijote en un improbable encuentro de hombres de la palabra escrita.

Tomado de: Cinentransit

Tráiler del filme Palabra y utopía (Portugal, 2000) de Manoel de Oliveira

Leer más

Juan Rulfo en el cine: Los guiones de Pedro Páramo y El gallo de oro

Autor: Juan Rulfo

Las relaciones de Juan Rulfo con el cine fueron más extensas de lo que el público no especializado suele suponer. Douglas J. Weatherford ha estudiado todos los ángulos de esta vinculación entre Rulfo, su obra y la cinematografía a lo largo de los años, revisando archivos públicos y privados tanto en México como en los Estados Unidos; reuniendo documentos y testimonios desconocidos hasta hoy para ubicarlos en una gran obra de investigación que Editorial RM y la Fundación Juan Rulfo han editado y cuyo primer volumen presentan ahora. Incluye además los ensayos de José Carlos González Boixo, el gran especialista español en la obra de Juan Rulfo, y de Fernando Mino, investigador mexicano de la obra fílmica de Roberto Gavaldón.

Tomado de: Editorial RM

Leer más