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(VIDEO) Cine Documental. ¿Sí o No?

El pueblo extremeño ha logrado una clara victoria. La declaración del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, donde se certifica que la Refinería Balboa es medioambientalmente inviable. Este pronunciamiento es consecuencia de la inteligencia y el empeño de los pobladores de esta región española, en particular de la Comarca de Villafranca de los Barros.

La noticia estimula a reflexionar sobre un asunto que -a mi criterio- está vigente. Es un tema medular en plena era donde la globalidad de los medios de comunicación han «minimizado» las distancias entre todos. Me refiero a la responsabilidad de los hacedores del arte y la cultura como impulsores y promotores de ideas en torno a los problemas que afectan a la humanidad. Sus “saberes” son claves en este flujo de “verdades” que persisten “como islas”, cuando deberían estar perfectamente imbricadas.

No voy a caer en la trampa de afirmar que un libro, una obra de arte, un tema musical u otra expresión artística –por si solos-, resuelven los problemas del mundo. Resulta una obviedad, un asunto superado. En la determinación y cauce de un problema deben participar y tomar partido las instituciones, los medios de comunicación y la sociedad en pleno. Todas deben apuntar a materializar y consensuar sobre los derroteros del futuro. Para que nuestro camino –el de todos-, sea un trazo de «escalones secos». Un mar de preguntas con respuestas. Un surco de voluntades y reencuentros.

Soy de los convencidos que al arte y a la cultura, les toca -por derecho propio- el rol de reinterpretar la sociedad, la historia y el pensamiento sin olvidar un «mandato dado», el de entretener. Los que nos sentimos parte de esa utopía nos asiste el deber de construir ese «otro mundo». Un mundo donde las metáforas, las estéticas, las historias y los empeños se junten, tomando como punto de partida la realidad.

Ese otro mundo lo dibujo como un escenario donde el dialogo y la reflexión, han de ser las “armas” de estos tiempos. Un mundo donde la equidad sea la base de todas las relaciones. Un mundo donde el hombre y la mujer sean el centro y el eje de todas nuestras voluntades. Un mundo donde la naturaleza sea nuestra casa y no el basurero o el “escaparate” del que podemos tomar lo que nos plazca. Un espacio vital -local y universal-, donde «el uno no quiera imponer su voluntad sobre el otro».

Esta metáfora no responde a una reflexión filosófica, ni aspira a descifrar los «interminables» problemas que afectan a nuestro herido planeta. Si no nos ponemos al servicio de todos con nuestra sensibilidad y nuestro talento, los desastres serán mayores.

No hago escritura del alarmismo. Tan solo me limito a tener en cuenta la historia de la humanidad de las dos últimas décadas, donde impera “la ley de la guerra». Los principios más elementales de respeto y convivencia están en franco desplome. La impunidad de la violencia de Estado como “formula” para “resolver los conflictos” que azotan a la contemporaneidad es el sello de esta verdad.

Por supuesto que la visión de cada persona en torno a “su realidad”, está «perfilada» desde las herencias familiares, religiosas, culturales y políticas que han «evolucionando» con el paso de la historia.

Esta construcción de «visiones y reciclados», son el resultado de un complejo proceso que transita en permanente flujo de movimiento. Somos seres que vamos adsorbiendo de nuestro entorno periférico y remoto. Son vivencias o puntos de vistas que parten de la lectura como fuente principal del conocimiento. En este inventario no podemos olvidar la tradición oral.

Nos pasamos buena parte de nuestra vida leyendo. Me refiero no solo a la lectura de un libro o publicación periódica. De una película o de una obra de arte. Somos lectores -muchas veces- inconscientes de nuestro entorno. El acto de viajar constituye un claro ejemplo de lectura sociológica. Los encuentros formales o atemporales en grupos o entre dos, son también esa otra forma de «leer» donde «aprendemos del otro».

Sobre el inconsciente cabe recordar el vasto arsenal teórico de lo subliminal en el mensaje. Este tema ha sido ampliamente estudiado como para tomarlo en cuenta. Es ese otro rol –no siempre positivo-, que juegan los “canales de comunicación” que pretenden “conducir” el comportamiento humano.

¿Dónde queda el Cine Documental en este complejo engranaje de ideas? ¿Qué lugar se le atribuye en medio de tanta “parcela cultural e informativa?

Vale recordar algunas reflexiones sobre este tema, escritas por un clásico de la teoría cinematográfica. «Los documentales toman forma en torno a una lógica informativa. La economía de esta lógica requiere una representación, razonamiento o argumento acerca del mundo histórico».

Bill Nichols, desenfunda esta idea que se justifica e interpreta desde la relación natural que tiene –y que nadie pone en dudas-, con la realidad que es su permanente fuente de contenidos. Para constituirse en un género que valoriza y jerarquiza el “sabor del conocimiento”.

Estamos ante un documento –el cine documental-, que supera toda amenaza de caducidad. Su auténtica construcción la desvía de transitar por la vacilación sobre la realidad inmediata. El cine documental tiene la capacidad de interpretar “su presente” y darlo como obra de arte para el futuro. También nos “dibuja” el pasado, por esa virtud que tiene el arte de llevarnos hacia otras latitudes y períodos remotos.

Nichols dejó en su libro: La representación de la realidad. Cuestiones y conceptos sobre el documental, dos citas de obligada referencia que resumen la esencia de este artículo: “El estatus del cine documental como prueba del mundo legitima su utilización como fuente de conocimiento». Esta reflexión escrita con certera exactitud, se contrapone a la realidad social y comunicacional que vive el género.

No me basta con que me digan que hay una veintena, treintena e incluso “infinita” cantidad de festivales dedicados a su difusión. No es suficiente cuando me apuntan que se editan no sé cuantas publicaciones que abordan –totalmente o en alguna sección-, el “cine verdad”. No me convence el hecho de que publiquen libros sobre corrientes estéticas o biografías de estos importantes gestores de opinión. No es suficiente cuando me demuestran que hay varias salas –en tiempos de crisis-, especializadas en este “Modus Cinematográfico”. La “Plaza Natural” del Cine Documental es la Televisión.

Si tomo como referencia el filme, Mientras el aire es nuestro, del realizador español José Camello Manzano, la respuesta sería: “Ausencia casi total en la pantalla de millones”. No reniego de la magia de la sala de cine. Defiendo su existencia como espacio para el disfrute con toda la atmosfera que esta tiene.

Permítanme tomar un fragmento de la reseña que hice sobre este filme presentado en nuestro programa La cámara lúcida de Tele K.

“En esta pieza cinematográfica por su naturaleza de denuncia, el rasgo emotivo del director se expresa claramente en el discurso paralelo entre la voz en off del narrador y -por resultante-, diálogo en matriz de monólogo. Se juzga y se comenta. Se juzga a las empresas implicadas en esta absurda intencionalidad que se vende como sentido de prosperidad y se comenta desde la aportación de datos, estadísticas, experiencias anteriores sobre similares acciones que buscan reforzar los planteamientos de mayor peso. El realizador da la palabra, pero también la toma”.

Cabe apuntar algo fundamental en la idea que les quiero trasmitir. El filme, Mientras el aire es nuestro, demuestra sin tanta parafernalia cinematográfica los desastres que podría haber causado esta refinería si se hubiera “sembrado” en tierra extremeña. La obra desvela antecedentes de patologías relacionadas con la emulsión de gases contaminantes presentes en otras comunidades de Estado Español. Por otra parte, puntualiza la falta de voluntad de los políticos de la región al no tener en cuenta los criterios del pueblo. Lo que impera es la “voluntad” del dinero.

Nichols en este mismo texto, apunta otra tesis bien relevante. «El documental, como otros discursos de lo real, conserva una responsabilidad residual de describir e interpretar el mundo de la experiencia colectiva, una responsabilidad que en modo alguno es una cuestión menor»

¿Qué hubiera pasado si Mientras el aire es nuestro o filmes de similar enfoque temático y punto de vista se hubiera presentado en las pantallas televisivas de Estado Español?

Vale la pena descifrar algunas claves en torno a varios pronósticos. En primer lugar las conciencias medioambientales se hubieran multiplicado por cientos de miles. En segundo lugar –y esta derivada de la primera-, sería una eficaz herramienta de educación en torno a los peligros reales que sufre nuestro planeta. Cada ciudadano tomaría conciencia de su responsabilidad ante los peligros por la NO VOLUNTAD de las administraciones, que deben tomar decisiones urgentes y responsables sobre este inaplazable asunto.

Su difusión en todas las televisoras de las provincias españolas, habría contribuido a que un mayor número de habitantes entendería los problemas a los que nos enfrentamos y sus posibles soluciones. Hago esta acotación pues este filme, no solo denuncia lo aberrante de este engendro truncado. Aporta soluciones e ideas coherentes en relación con nuestra naturaleza.

El cine documental vive en un terreno de fragmentaciones. Sus espacios de maniobras para la promoción, distribución y comercialización están en una permanente carrera de obstáculos. El espectador-público es su principal razón de ser.

Este filme tiene todos los ingredientes que se le podría pedir al género, para llegar de manera acelerada y certera a un amplio espectro sociológico de “lectores”. Ante un “diagnóstico de peligro”, los políticos y burócratas “filtran esa cosa” que podría resultar incómoda. ¿Incomoda para quién? Dejo esta interrogante para otro texto que publicaré en próximas ediciones.

Este filme tendrá su “estreno” el próximo domingo 29 de abril en la Pantalla Fílmica de CineReverso.

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(VIDEO) El filme cubano “Sumbe” en el Yemaya

El jueves 26 de abril a las 20:30 presentación del filme “Sumbe” del cineasta cubano Eduardo Moya. La cita en la Asociación Cultural Yemayá. Calle Amparo 78, Lavapiés, Madrid). La premier se hará con la presencia de Juan Castillo, Coronel Retirado y Asesor principal de la película.

Sinopsis

El 25 de marzo de 1984 un reducido grupo de obreros, maestros, médicos, técnicos y asesores cubanos, con escaso armamento y parque, se unen a los angolanos para defender la ciudad de Sumbe de las fuerzas élites de la UNITA. El objetivo principal del ataque era causar un impacto internacional y capturar prisioneros extranjeros entre los colaboradores que allí se encontraban.

 

Equipo de realización

 

Guión y Dirección

Eduardo Moya

Dirección de Arte

José Manuel Villa

Diseño de Banda Sonora

Israel López

Música Original

José María Vitier

Montaje

Kenia Velázquez

Casting y  Dirección de doblajes

Raquel González

Producción Ejecutiva

Isabel Prendes

Dirección de Producción

Humberto Hernández

Asesor Principal

Coronel® Juan Castillo Vázquez


Reparto

Fernando Hechevarría

Roberto Perdomo

Jorge Martínez

Alden Knight

Oscar Bringas

Renecito de la Cruz

Jorge E. Caballero

Enrique Bueno

Haydeé Hart

Hugo Reyes

Yarlo Ruíz

Yaikenis Rojas

Giselle González

Kristell Almazán

Linette Hernández

Jorge Rivera

Bernardo Menéndez

Javier Guilarte

Jorge Ryan

Félix Beatón

Anita Rojas

Alfredo Pérez

Carlos Cruz

Raúl Hernández Moreira

Félix Soler

Ulyk Anello

Wilfredo Candebat

Rodolfo Faxas

Gerardo Montesinos

Alicia Hechevarría

Teresita López

Anniet Forte

Alina Molina

 

www.yemayacultural.com

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Los jóvenes en el cine: del (buen) decir y otras obsesiones. Por Esteban Insausti*

Pertenezco a una generación ventana, a una promoción de cineastas cubanos que abrió las puertas a muchos otros jóvenes que vinieron detrás. A partir de nuestra obra, vinculada o no a la institución, surgió la Muestra de Jóvenes Realizadores, un espacio ―prefiero llamarle así, antes que definirlo como un “festival”― para privilegiar el talento, con la misión de rejuvenecer la nómina del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) por una razón lógica: los directores que trabajaban en torno a una institución de 50 años, tenían una edad promedio de 70.

Sin embargo, en un país que no tiene una ley que proteja al cine ―aunque sea subvencionado―, un joven se enfrentaba a una cámara y a la realidad de la calle de manera improvisada, con todos los riesgos que implica: el desconocimiento de lo que se llama un “permiso de cine”, el desconocimiento de los derechos y de las posibles vías de distribución; pero siempre abrazamos la búsqueda de un decir diferente, de un lenguaje que se asome a nuestra realidad desde perspectivas renovadoras. Y eso es, justamente, esta generación: la mía y la que engloba a los más jóvenes cineastas de hoy. Más allá de los oportunismos y los reciclajes, es posible advertir en ellos un movimiento interesante: una corriente sin líder ni manifiestos ni instituciones que los respalden ―la Muestra dura apenas una semana y no repercute en la carrera de un realizador más que como un paso hacia adentro de la industria cubana.

Mi primer documental, Las manos y el ángel, fue también un resultado de los riesgos. Filmé con siete cámaras diferentes y el lenguaje con que hilvané el discurso, no era más que una manera de disfrazar el defecto de la realización misma; pero eso no frena a un cineasta que empieza. Su obsesión es expresarse y no conoce otra vía, a cambio de nada. Hablamos de un panorama hermoso pero desolador, donde el joven se curte lidiando en esas aguas. Y en Cuba, los primeros pasos de un cineasta tienen un sabor particular. Las relaciones económicas lo definen todo en una sociedad, y esos muchachos que hacen un documental pasan vicisitudes impensables solo por las ganas de hacer, de decir. Vienen de la música, del diseño gráfico, de la arquitectura, del periodismo, con miles de ideas dándoles vuelta en las mentes y en las gargantas.

Hablamos de un movimiento atendible desde muchos puntos de vista. Por ejemplo, desde Sara Gómez no se veía en el cine cubano una impronta tan fuerte de la mujer, con miradas no solo a la realidad cubana contemporánea, sino también centradas en los lenguajes. Las nuevas generaciones se están preocupando por el “qué” contar y por el “cómo”: una deuda con Sara, con Nicolás Guillén Landrián, con el propio Titón, con la escuela cubana del decir con una morfología, con un discurso cinematográfico propio.

Entre la nueva generación de cineastas en Cuba, se puede percibir una suerte de itinerario estético en relación con sus precedentes de todas partes del mundo. La promoción que sirvió de puerta a la actual, por ejemplo, es heredera de la Nueva Ola y del Neorrealismo, tanto como de Memorias del subdesarrollo o de Lucía. Para eso son las vanguardias: para enseñarnos a transgredir, a revisitar, a descomponer, a rehacer.

Con la tradición a cuestas y con perspectivas propias, las temáticas en el cine cubano hecho por jóvenes conforman un abanico amplio. Como ocurrió en la década de los años 70 en el teatro cubano “de la marginalidad” y, luego, con el cine “social”, prima hoy entre los jóvenes realizadores una mirada hacia “el otro” más desprotegido dentro de la sociedad: fenómenos raciales, conflictos de género, segregación, accesibilidad a determinados bienes, etcétera, son abordados desde una sensibilidad que convierte a esos sujetos en nuevos íconos, en puntos de referencia a los que la sociedad tiene que mirar. Es una apuesta valiente e importante, pues el cine es el documento visual que sirve de testimonio a una época.

A grandes rasgos, así puede describirse el panorama en relación con el “qué”. Las nuevas tecnologías han propiciado, en gran medida, ese despegue temático. Cualquier joven puede filmar un cortometraje con un celular y editarlo en su casa. Hace unos años, era un fenómeno impensable. No obstante, en relación con el “cómo” contar historias, la situación es más compleja. La vanguardia siempre tiene nombres y apellidos, nunca será una masa de 500 jóvenes. De cada Muestra, dos o tres trabajos son verdaderamente atendibles. Esa cifra ya constituye un éxito en un país con 11 millones de habitantes, bloqueada, con una economía que lo reduce todo a la dificultad.

Nunca he creído en los bajos presupuestos como justificación de un material con deficiencias dramáticas. Justamente, es ahí donde se define a un artista; pero esas obsesiones con decir las cosas de formas diferentes no es general: el experimento per se no es un valor, es jugar a ser contemporáneos sin cuidar la comunicación. A diferencia del “pastiche digital”, el arte cinematográfico requiere una formación para que sea verdadero.

Ninguna escuela le va a aportar a un realizador el talento que no tiene. Estudiar cine es una posibilidad para las elites, en cualquier lugar del mundo. El hecho de que en Cuba esté al alcance del talento, provenga de donde provenga, es una suerte innegable. El tiempo ha nutrido a los jóvenes de posibilidades que otras generaciones nunca conocieron. Hasta hace menos de una década, para ver buen cine había que acudir religiosamente a la Cinemateca o al espacio de televisión Toma 1. Hoy, cualquiera intercambia memorias flash o discos cargados de películas de todas partes del mundo. No obstante, esas capacidades no definen a un cineasta en el mundo contemporáneo: esta profesión requiere una competencia cultural que contenga lenguajes de las artes plásticas, del teatro, de la música y de la literatura, que solo se alcanza con incorporarlas a la vida misma.

Todo el que tiene sensibilidad cinematográfica, no se convierte en cineasta; como nación, el desafío pasa por darnos cuenta de hacia dónde podemos orientar el arte contemporáneo cubano, más allá de cifras y nóminas. Tenemos que encontrar sistemas de producción realmente alternativos y ponerlos a operar en función del talento; revolucionar nuestras leyes y nuestras concepciones. La sala de cine está en crisis en todo el mundo; pero tenemos una ventaja: la carencia de opciones de recreación suele orientar los rumbos de los cubanos hacia el cine. Aun cuando se exhiban en ellas DVD y no películas en 35 mm, el encanto de la sala oscura sigue cautivándonos. El cine cubano todo, el de los más jóvenes y el que le precede, tiene en esa fidelidad del público una fortaleza. Convertir las salas en sitios para conciertos, aun cuando pueda tener un cometido loable, demerita el rol cultural y social del cine como manifestación del arte.  

Existe el criterio de que casi todo el cine cubano de los últimos años se parece y ese hecho no tiene nada que deberles a los presupuestos económicos. Tiene que ver con presupuestos estéticos que los jóvenes están asumiendo de una forma más creativa. Cuando mi generación irrumpió en el ICAIC, el paradigma era el cine que se había hecho desde esa institución, más que la institución en sí misma. Fuimos convocados con una idea: “es importante que el ICAIC tiemble, otra vez”. Y tembló.

La Muestra ha sido el proyecto más hermoso y sabio que ha tenido cabida allí en la última década. Le permitió hacer cine a una generación que ni soñaba con eso. Caminábamos por los pasillos, orgullosos de estar pisando el suelo donde también anduvo Titón; pero los que vinieron después, lo hicieron desde un contexto económico, social y cultural muy diferente: los hijos del período especial no sueñan con pisar el suelo de nadie, sueñan con construir su propio piso. Quienes no estén atentos a eso, lo perderán todo, incluyendo el propio cine.

*La Habana, 1971. Licenciado en Artes de los medios de Comunicación audiovisual, en la especialidad de Dirección para cine, radio y televisión de la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte. Devenido además, guionista, productor ejecutivo, fotógrafo, así como productor musical de las mayoría de sus trabajos fílmicos. Ha realizado varios postgrados en marketing, dramaturgia, estética y semiótica.

Comienza a trabajar con el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos con su primer cortometraje de ficción Más de lo Mismo, convirtiéndose en uno de los jóvenes talentos de la generación más novel dentro de la industria cubana del cine. Su obra (Las Manos y el Ángel, Tres Veces Dos, Existen…) ha sido premiada y exhibida en los más importantes festivales nacionales e internacionales de EAU, Canadá, España, México, Holanda, Italia, Alemania…

Es el primer joven cineasta cubano invitado al Latin American Studies Association, o congreso de LASA para impartir una conferencia sobre el más joven cine cubano. Ha impartido Seminarios, Talleres y Conferencias en varias Universidades y escuelas de arte y ha sido jurado de varios eventos cinematográficos tanto dentro como fuera del país.

Como cineasta, es miembro de la Unión de Escritores y artistas de Cuba, UNEAC y de la Sociedad General de Autores de España, SGAE. Miembro del comité ejecutivo del Festival Internacional de Cine Alternativo de México.

Nota biográfica tomada de www.cubacine.cult.cu

Texto tomado de la Revista La Jiribilla www.lajiribilla.cu

Del realizador Esteban Insausti reseñaré en próximas ediciones su documental, Las Manos y el Ángel.

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(VIDEO) Posada Carriles: El terrorista predilecto de la CIA

Reseña del documental: Ruta del terror (Primera Parte) de la serie, “Las Razones de Cuba”.

 

En cada lugar, lo que se pedía era ‘más objetividad’. Me preguntaban

por qué no habíamos ido también al otro bando para ser objetivos.

Mi respuesta era que un documentalista debe tener una opinión formada en

cuestiones tan vitales como el fascismo o el antifascismo, debe tener

sentimientos sobre ello si su trabajo aspira a tener valor…

Joris Ivens

 

Cuando meditaba en como comentar la serie documental: Las Razones de Cuba, el principal escollo que avizoraba era el “público”, el lector. Muchos años de manipulación informativa, de tergiversación de la historia y de los principales hechos vinculados al terrorismo contra Cuba, son como una “página en blanco”.

El manejo distorsionado de la noticia.  La transfiguración de la realidad o el sobredimensionamiento de los acontecimientos, se incorporan como fases que transitan en un permanente reciclado. Estos ejes están materializados en los grandes medios de comunicación que no son instrumento –como apuntan algunos-, son parte protagónica de la ejecución de esa política. De esa estrategia que aspira a nublar la esencia y el rumbo de la Revolución Cubana.

Vivimos HOY en una cultura de la virtualidad informativa. Asentado en la integración de la comunicación electrónica, el fin de la audiencia de masas y el desarrollo de las redes interactivas. Son estrategias para construir espacios divisorios entra las naciones, las culturas y las sociedades. “Nos desarrollamos” en un escenario tejido por la fragmentación de las ideas donde lo esencial se diluye. Los valores se reconducen o se encubren de manera burda hacia otros derroteros. Pululan inventados o tomados de la realidad, expuestos con otras vestiduras.

La aportación que hace el dueto Gotari-Barbáchano en su libro: El Cine, es oportuna en este sentido: “Un filme no es un islote aislado de la realidad, es obra de un equipo inmerso en una problemática, en unas circunstancias estéticas y sociales precisas. Quien esté al tanto de todo lo anterior, no será manipulado y se integrará mejor con la obra”.

Estos teóricos del cine documental plantean una idea que desde la lógica tiene sentido. Afirman que como espectadores, reconocemos y diferenciamos la realidad de la no ficción y al mismo tiempo, recapitulamos un conocimiento ya adquirido. Somos espectadores con historia.

Objetivamente esta tesis obvia un debate dentro del campo de la historiografía, en la que engarzan otras disciplinas relacionadas o afines a esta ciencia. Todas ellas, muy necesarias en tiempos donde la verdad se tambalea sobre una gran sartén en aceite caliente.

No se puede obviar que en los últimos años, la visión que se tiene en torno a Cuba está subrayada por una fuerte y sostenida construcción de una supuesta disidencia interna -ejecutada por los grandes medios de comunicación-, que debe de ser calificada como: “Mercenarios al servicio de una potencia extrajera”. Al servicio de la primera potencia del mundo: el gobierno de los Estados Unidos. Estas acciones cuentan con la complicidad activa o silente de los gobiernos occidentales.

Nombres como Luis Posada Carriles, Orlando Boch, Ernesto Cruz León, Francisco Chávez Abarca, Otto René Rodríguez, Nader Kamal Musallan, María Elena González o Jazid Iván Fernández –entre otros-, forman parte de la lista de algunos de los terroristas cubanos, salvadoreños y guatemaltecos que han desarrollado o planeado actos hostiles contra Cuba.

Estos terroristas han quedado en la memoria pasada y reciente de los cubanos que -para buena parte del mundo- le son ajenos. Pero los nombres no son nada sin los hechos que les define, que les hacen visibles. La cronología criminal de estos asalariados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), está perfectamente documentada por los anales de la historia.

La clave política e histórica de esta primera entrega cinematográfica, expone la perversa idea de la contrarrevolución cubana -asentada en Miami- en pretender sostener y fabricar una “oposición” dentro de la nación cubana. Una contrarrevolución, que es continuidad y heredera de los más viles y sanguinarios esbirros del dictador Fulgencio Batista. Han desarrollado en más de cincuenta años de Revolución Cubana, toda una escalada de actos terroristas que aspiran a desestabilizar a la nación cubana para justificar una intervención militar externa. El antecedente histórico, la fallida invasión a Playa Girón truncada en 72 horas en el año 1962.

En esta primera parte de la serie hay dos ejes argumentales que debemos tener en cuenta. La contratación de mercenarios de Centroamérica por parte del terrorista Internacional de origen cubano, Luis Clemente Posada Carriles para ejecutar planes criminales en Cuba.

La vinculación de la CIA y de los grupos cubanoamericanos asentados en Miami que apoyan estas acciones bajo el amparo de los gobiernos de la Casa Blanca. Estos son los acentos de esta puesta audiovisual.

Ruta del terror (Parte I), desdobla una suma de hechos vinculados con los actores de esta entrega. Retroalimentando el eje temático con los principales actos terroristas acaecidos en más de 50 años de Revolución. En el filme se despliega toda una retrospectiva, que está debidamente justificada para contextualizar los hechos más recientes.

La hoja de ruta cinematográfica está encaminada hacia finales de los años 90, período donde se produjeron una serie de atentados en los principales hoteles y centros turísticos de la capital de Cuba.

El testimonio es la principal fuente de información de este capítulo, pero no estamos hablando de testimonios secundarios o conexos con los hechos que se abordan en el filme.

Tenemos la oportunidad de conocer, -de primera mano-, las declaraciones de los terroristas que perpetraron esta cadena de sucesos, que se desarrollaron en lugares tan emblemáticos como, El Hotel Nacional de Cuba y La Bodeguita del Medio. O en instalaciones hoteleras como el Hotel Capri, la discoteca Aché de Hotel Meliá Cohíba o el ya célebre Hotel Copacabana. En este recinto murió el joven italiano Fabio Di Celmo víctima de uno de los artefactos colocados por estos asesinos a sueldo. Otras instalaciones como el Hotel Tritón y el Chateau Miramar se incluyeron en esta escalada de violencia.

La cámara se desdobla en la búsqueda del gesto, en la mano contenida de personajes execrables, que “hacían su trabajo” por 2.000 dólares por cada artefacto detonado. El sonido filtra el silencio para develar los tonos de voz. La cámara los acompaña para socializar la manera en que gestaron estos actos. Las particularidades y modos en que hacían su labor mercenaria, son parte esencial de un filme que refuerza su papel como obra documental. Como documento que contribuye a delinear la historia.

En este capítulo se incorporan las declaraciones del autor de estas acciones, -Luis Posada Carriles-, quién expresa ante la periodista contrarrevolucionaria María Elvira Salazar su acostumbrada verborrea desfachatada y cínica: “Yo de cualquier hecho dentro del territorio cubano en contra del régimen de La Habana me responsabilizo totalmente”. En otra parte de su palabrería expresa: “Se están gestando otro tipo de sabotajes dentro de Cuba”.

Sus palabras no tuvieron -por parte del gobierno de los Estados Unidos y las instituciones jurídicas- ninguna connotación legal. Estamos ante el retrato de la impunidad. Ante un terrorista con una hoja de servicio acta para tribunales penales.

Estas declaraciones son muy significativas pues la supuesta “disidencia” interna era en realidad la acción de ciudadanos centroamericanos, pagados para hacer el trabajo sucio. Para “exponer” ante el mundo la existencia de una “fuerte oposición al régimen castrista” -como suelen apuntar-, cuando se refieren a la mal llamada “oposición” de la Revolución Cubana.

El filme completa este capítulo con una declaración de la Fundación Nacional Cubano Americana radicada en Miami. Publicada en el diario The Miami Herald, al calor de estos acontecimientos, que cierra -de manera acertada- el triángulo de los actores de esta suma de acciones terroristas. “Incidentes de rebeldía que durante las últimas semanas se vienen sucediendo a través de la Isla y que la Fundación Nacional Cubano Americana respalda sin ambages ni reparos tales actos”.

Ruta del terror (Parte I), completa la “familia” asentada en Miami, con retratos periodísticos de otras organizaciones de perfil violento como Alfa 66 o Comando F4, que continúan activas y que desarrollan -con total impunidad- “su agenda” en el territorio de los Estados Unidos.

La presencia en el Estado Español de una “oficina” secreta de la organización criminal Alfa 66 -subsede de su Matriz en Miami-, tampoco tuvo efecto legal. Ni por el gobierno “socialista” del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, ni por el ejecutivo que preside el reaccionario Mariano Rajoy.

El documental tiene el acierto de construir retratos y conexiones entre estos personajes de deplorable catadura moral con las organizaciones afincadas en Miami y los Congresistas Cubanoamericanos. Estos desarrollan una intensa labor de lobby en los Estados Unidos y en otras naciones, para mantener una permanente política de hostilidad contra el gobierno y el pueblo cubano.

La voz en off del compañero Fidel, -que sobre estos hechos realizó un discurso para el pueblo cubano el 20 de mayo de 2005-, es parte de la plataforma narrativa de esta obra cinematográfica. Oportuna para conducir al espectador desconocedor de hechos de este calibre, que son reiteradamente anulados o simplificados por los mass media de Occidente.

La etnógrafa argentina Rosana Guber, en torno a la entrevista como instrumentación de investigación e interacción comunicativa apuntaba una idea que está materializada en este capítulo. “las preguntas y respuestas no son dos bloques separados sino partes de una misma reflexión y una misma lógica, que es la de quien interroga: el investigador”.

El arte de entrevistar es inherente del cine documental. Sus cualidades como parte de un todo son esenciales cuando se trata de dar a luz, hechos históricos pretéritos de connotación universal. Es obvio, pero cabe recordar que el terrorismo es una lacra que transciende las fronteras de un país.

Esta herramienta se integra en el filme, para lograr un resultado que busca un acabado cinematográfico donde no solo se aprecia el contenido que aborda el documental. La manera en que es tratado esta técnica investigativa en toda la serie contribuye a visualizar y moldear un sello en cada uno de los capítulos, tema que abordaré en otras partes de Las Razones de Cuba.

La coherencia en la red instrumental que mueve está pieza cinematográfica, parte de relaciones profundas que le dan un sentido a la película y está reflejada a diferentes niveles siendo los significantes: el grafismo cinematográfico, la entrevista en su papel testimonial, la cronología y la retrospectiva puntual en “complicidad” con la banda sonora que cubre esa zona de “huecos” propios del arte cinematográfico.

Para muchos de los que nos movemos en los territorios del cine documental, tomamos como referente conceptual la obra de Bill Nichols: La representación de la realidad. Cuestiones y conceptos sobre el documental. Su libro, reeditado en buena parte del mundo es considerado “la Biblia del género. En este texto, hay una idea que expresa el autor que los creadores no podemos olvidar: “El estatus del cine documental como prueba del mundo legitima su utilización como fuente de conocimiento«. Esta es una encomienda explícita de la serie. La verdad ha de ser “expresada” y multiplicada en cada rincón del mundo.

Dentro de una dimensión universal  mucho más amplia, registrar un mundo, un espacio y un tiempo en el que habitamos, exige la manifestación de un ideal en nuestra cultura, en nuestra sociedad: el territorio de la verdad. Las Razones de Cuba, se empeña en ese principio para ponerla en el lugar que le corresponde.

Este filme tendrá su estreno en la “Pantalla Fílmica” de CineReverso, el próximo sábado 28 de abril.

www.razonesdecuba.cubadebate.cu

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La bailarina española. Por José Martí*

El alma trémula y sola

Padece al anochecer:

Hay baile; vamos a ver

La bailarina española

 

Han hecho bien en quitar

El banderón de la acera;

Porque si está la bandera,

No sé, yo no puedo entrar.

 

Ya llega la bailarina:

Soberbia y pálida llega:

¿Cómo dicen que es gallega?

Pues dicen mal: es divina.

 

Lleva un sombrero torero

Y una capa carmesí:

¡Lo mismo que un alelí

Que se pusiese un sombrero!

 

Se ve, de paso, la ceja,

Ceja de mora traidora:

Y la mirada, de mora:

Y como nieve la oreja.

 

Preludian, bajan la luz

Y sale en bata y mantón,

La virgen de la Asunción

Bailando un baile andaluz.

 

Alza, retando, la frente;

Crúzase al hombro la manta:

En arco el brazo levanta:

Mueve despacio el pie ardiente.

 

Repica con los tacones

El tablado zalamera,

Como si la tabla fuera

Tablado de corazones.

 

Y va el convite creciendo

En las llamas de los ojos,

Y el manto de flecos rojos

Se va en el aire meciendo.

 

Súbito, de un salto arranca:

Húrtase, se quiebra, gira:

Abre en dos la cachemira,

Ofrece la bata blanca.

 

El cuerpo cede y ondea;

La boca abierta provoca;

Es una rosa la boca:

Lentamente taconea.

 

Recoge, de un débil giro,

El manto de flecos rojos:

Se va, cerrando los ojos,

Se va, como en un suspiro…

 

Baila muy bien la española;

Es blanco y rojo el mantón:

¡Vuelve, fosca, a su rincón

El alma trémula y sola!

 

*José Julián Martí Pérez. La Habana, Cuba. (1853 –1895). Político, escritor, periodista y poeta. Perteneció al movimiento literario del Modernismo. Creador del Partido Revolucionario Cubano. Empeñado en lograr la independencia de Cuba de la Colonia Española, murió en combate en Dos Ríos (Santiago de Cuba).

Poema tomado de la web. www.josemarti.cu

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La “Compañía Marmara” por el Teatro Social. Por Rosa Puga Davila*

El Taller Permanente de Teatro de la Asociación Haydée Santamaría abre sus puertas a personas interesadas en una formación teatral regular para la representación y distribución de obras de teatro que recojan las propuestas e inquietudes sociales-personales de los integrantes.

La Asociación Cultura, Paz y Solidaridad Haydée Santamaría continúa con su activismo internacional en la nueva sede de Ágora Getafe y dentro de sus actividades regulares acoge al Teatro como medio de impulsar sus fines sociales.

En el marco de la asociación nace de este modo el taller de teatro permanente que pretende formar a sus integrantes de la mano de profesionales. El taller tiene un coste de 45 euros mensuales que incluyen la cuota de socio con el derecho al uso y disfrute del local; parte del dinero irá destinado, del mismo modo, a labores humanitarias. Dentro de las actividades regulares también se imparte Yoga, Voz y técnicas de comunicación oral.

El Taller de Teatro pretende aunar formación y representación para generar proyectos propios comprometidos con la sociedad en la que vivimos; las clases de Yoga serán otro lugar de encuentro para personas de diferentes ámbitos que deseen beneficiarse de esta disciplina.

Taller Permanente Marmara: ¿Para qué el teatro?

Para mí siempre  han sido un regalo las personas que son fuentes de inspiración para hacer, estudiar y/o enseñar teatro. Hablan de certezas individuales dignas de conocer y me han hecho ser más consciente de la importancia de tener algo que defender (y no imponer) en el terreno actoral; quizá en la vida en general. Me refiero a aquello único e intransferible que todos tenemos para dar de nosotros mismos desde una determinación original.

En muchos de los casos fueron personas que iniciaron un camino en “solitario” para la construcción de su identidad como personas- artistas en la sociedad en la que vivían, pero ¿Cuál es la identidad del artista hoy? ¿Quiénes somos? Teatro ¿Para qué?

Hay muchos terrenos para encontrarse y desarrollarse: métodos, sistemas, escuelas, tendencias, movimientos, la vida… Pero ¿Para qué? ¿Para que un gesto? ¿Para que la voz y la palabra? ¿Para qué la emoción? ¿Para qué el subtexto? ¿Para qué una imagen? ¿Para qué ir al teatro? ¿Para qué hacer teatro? Y es aquí donde no consigo separar la técnica de un compromiso moral y ético con la profesión y con el tiempo que nos ha tocado vivir. Y me pregunto qué nos desarrolla hoy.

Recojo las primeras líneas del libro de Piscator  El teatro político:

«Mi medida  del tiempo  empieza el  4  de agosto de 1914. En  ese punto  el  barómetro registró:

13 millones  de muertos.

11  millones de  tullidos o  discapacitados.

50 millones  de soldados  en pie de  guerra.

6  mil  millones de  bombas estalladas.

50 mil  millones de metros  cúbicos de  gas usados.

¿Dónde  está el  desarrollo personal en todo esto? “Nadie se  desarrolla en una forma  personal. Algo distinto desarrolla a la  persona». 

Hubo gente que creyó en el teatro y sus posibilidades, y con acierto o no, a gusto o disgusto de unos y otros, fueron personas comprometidas con su tiempo. Peter Brook se referiría a Brecht como figura clave de nuestro tiempo. Para Brecht el hombre tiene una imagen del mundo y de la sociedad en que le ha tocado vivir distorsionada y contradictoria, poco precisa, y por tanto no puede dominar ni manejar la realidad; se encuentra inmerso en un orden establecido que cree que no puede modificar.

Esta situación en la que los seres humanos aceptan lo dado en su orden social sin discutirlo ni tratar de cambiarlo (lo que él llama el “teatro aristotélico”) es lo que me preocupa y lo que queremos que nos ocupe en esta nueva andadura teatral. Nuestra intención es trabajar por un teatro que ofrezca una imagen del mundo y de la convivencia entre las personas que sea manejable y comprensible, y, sobre todo, que permita ser dominada y manejada por el pensamiento y la emoción.

El público disfruta del placer de observar el comportamiento humano y sus consecuencias con sentido crítico y constructivo; de esta manera interviene en el relato. La observación para Brecht es uno de los elementos fundamentales del arte teatral; nada que el actor no haya observado y confirmado debe ser ofrecido al público. Así lo expresa en este poema:

“Lo que tenéis que aprender/ es el arte de la observación. /Tú, como actor/ debes primeramente dominar/ el arte de la observación. /Ya que lo importante es, / no como te ves tú,/ sino lo que has visto/ y muestras a la gente./ A la gente le importa saber/ lo que sabes tú./ A ti te observarán/ para saber si has observado bien”.

Por ello Haydée Santamaría y su compromiso con la observación y con la injusticia observada me parece el marco más coherente para crear este grupo de trabajo. Creo que el teatro nos puede ayudar y enseñar a construir la sociedad futura ya que puede conseguir que el “otro” se convierta en alguien para nosotros. Nos brinda la posibilidad de generar cambios y creo en los cambios de conciencia, en el movimiento que provoca un gesto cuando existe un compromiso personal con la realidad de la que pretende hablar y un amor profundo al mundo del teatro, y a lo que éste permite vivenciar y transmitir.

El ser humano sustenta el acto creativo; gran parte de los artistas de nuestro tiempo fueron creadores comprometidos con lo que les había tocado vivir y no permanecieron ajenos al conflicto social. Plasmaron en su obra una realidad que, de este modo, trascendió y fue más allá de las páginas y del tiempo. Su genialidad radicó en parte, en tener la sensibilidad suficiente, en un mundo que invita a endurecerse, para afrontar, los temas de sus obras en profundidad dándoles, así, carácter universal.

Y decir universal no quiere decir general y aplicable, por ello, a todo el mundo. Cuando digo universal quiero decir que estos autores supieron extraer de la realidad en la que vivían los conflictos que vivía el hombre y habitaron con ellos a sus personajes. De este modo, desde la atención al ser humano y al mundo en el que vive, surgen historias susceptibles de ser entendidas por todo ser humano con voluntad de conocerse a si mismo y al mundo en el que vive.

Un mundo sin arte sería un mundo perfecto y por eso necesitamos a personas que cuestionen la sociedad del falso bienestar en la que vivimos. Nuestro cuerpo, nuestra voz, nuestro gesto, nuestra personalidad… nuestro ser, puede, con empeño, construir. Y el pensamiento crítico, lamento decir, no es patrimonio de los tristes, si no de los que miran al mundo con esperanza porque creer en el cambio no es más que eso.

Gracias por vuestra colaboración.

*Titulada en Interpretación por la Escuela de Cristina Rota y Licenciada en Periodismo por la Universidad de Salamanca, estudia  Canto, solfeo y Piano en el Conservatorio de Música. Hace unos cursos intensivos de Interpretación con Jorge Mateus, de Creación escénica con Anxeles Cuña y de creación audiovisual con Mariano Barroso. En Madrid asistirá a un curso sobre Interpretar Shakespeare de la mano de Will Keen, a clases de canto con Julio Pardo y de voz con Lidia García. Toma clases de danza contemporánea con Gustavo Ceglie y Mónica Runde, de danza africana con Eliane Capitone y de Jazz con Chevi Muraday.

En el Centro de Nuevos Creadores (Madrid) realiza un Seminario de guión cinematográfico con Pablo Álvarez. En Londres se forma en teatro físico con Uri Rodner (East 15 Acting School), en Técnica Alexander (The Constructive Teaching Center) con John Brown y Adan Philps, y asiste a clases de Danza contemporánea en The Place y de danza moderna en Pinneapple Dance Studios. En Nueva York realiza un curso intensivo de interpretación con John Strasberg y asiste a clases de danza africana y contemporánea a The Alvin Ailey American Dance Theater. En Estocolmo asiste a clases de técnica de suelo (Ballet Akademien) y en Santiago de Compostela adquiere conocimientos de Doblaje con Juan Diéguez (Estudios CTV).

Ha participado en decenas de cortometrajes y realizado incursiones en cine y televisión;  desde hace años trabaja regularmente en teatro en varios montajes al año entre los que destacamos dos de las que ha sido actriz y dramaturga: Expostas, dirigida por Carlos Álvarez-Ossorio y Sitio: un viaje a Palestina producida por su compañía Wolkenheim Producciones en colaboración con Haydée Santamaría. Ifigenia en Aulide de Eurípides, dirigida por Charo Amador, ha sido otro de sus trabajos destacados.

Como periodista ha trabajado en Prensa, Radio y Televisión en diferentes medios en los que ha realizando diferentes funciones (redacción, locución, producción, coordinación de contenidos, realización…). Ha trabajado también con varias empresas en la organización de eventos nacionales e internacionales, y como guionista y ayudante de dirección en diferentes proyectos audiovisuales.

En la actualidad Rosa Puga Davila estudia Teatro Musical en la RESAD y es alumna de Arnold Taraborrelli en su estudio de Danza para actores al que asiste regularmente desde hace cinco años. Esto lo compagina con su trabajo como actriz en la obra Nuestra señora de las Nubes de Arístides Vargas y con la producción de la obra Mi nombre es Rachel Corrie, de Rachel Corrie, Alan Rickman, Katharine Viner.

La persona encargada de llevar el grupo de trabajo es la actriz y periodista Rosa Puga Davila con la que os podéis poner en contacto. Para más información (rpugadavila@yahoo.es – 649 02 63 25).

www.culturaypaz.org

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Vivan las madres en pie Por Maribel Permuy*

Hoy quiero ceder el espacio de los lunes para que hablen las palabras que pronunció mi madre frente a la Embajada de EE.UU. en la concentración por el noveno aniversario del asesinato de José Couso, mi hermano.

Javier Couso

Estoy otra vez delante de esta embajada y aquí estaré cada año mientras no se juzgue a los militares que asesinaron a mi querido hijo. Yo, su madre, pido JUSTICIA para JOSÉ COUSO, exijo que reconozcáis que fue un claro crimen de guerra, que no disfracéis la verdad manipulándola y versionándola a vuestra conveniencia.

Tenéis impunidad para matar, porque este mundo es tan sucio y corrupto que sigue permitiendo: genocidios, matanza de civiles, torturas y violaciones de todos los derechos humanos. ¿Por qué no impide que sigáis haciéndolo? ¿A cuántos periodistas habéis matado?, ¿a cuántas familias habéis destrozado?

Han pasado nueve años desde aquel trágico ocho de abril y aunque intento llevar mi pena y mi dolor con dignidad, a veces siento que me faltan las fuerzas para seguir con esta lucha. Lloro con desesperación, con amargura y otras veces con rabia. Pero, ¿sabéis lo que me ayuda a continuar? la imagen de mi hijo desangrándose, con una cadera arrancada. Se estaba muriendo y no paraba de repetir “han sido los americanos, han sido los americanos, han sido los americanos”.

Su sangre, su dolor, su muerte están siempre conmigo y me acompañarán el resto de mi vida.

Por eso continuamos con nuestra lucha, a pesar de todas las trabas y zancadillas que nos han puesto los diferentes gobiernos de este país. Quiero decirles a todos aquellos que intentaban disuadirnos, que hemos conseguido muchas cosas, que es la única causa que continúa abierta contra militares estadounidenses; y a las madres que me daban consejos como, pasa página, olvídalo y vive, no pienses etc, etc ¿sabéis lo que les contesto? pues que al cuerpo sin vida de JOSÉ le pongan la cara de un hijo suyo.

Qué no daría yo, todo lo que soy, todo lo que tengo, por poder mirar de nuevo su sonrisa un solo instante, por recibir de él un solo abrazo, por poder escuchar su voz, por poder decirle que me hubiese gustado estar a su lado en sus últimos momentos.

Cuando asesinasteis a José sus hijos eran todavía unos niños, ahora son unos hombrecitos que han crecido preguntándose el porqué de esa muerte, por qué les habéis privado de un padre tan bueno, cariñoso y trabajador. No querría que mis nietos llevasen en su corazón odio o venganza, en cambio sí me gustaría que cuando fuesen mayores continuasen esta ardua pero digna lucha, gritando muy fuerte:

JOSÉ COUSO CRIMEN DE GUERRA

JOSÉ COUSO INVESTIGACIÓN Y JUSTICIA

*Madre del operador de cámara español José Couso, asesinado por las tropas genocidas del gobierno de los Estados Unidos en la guerra de Irak.

Tomado del blog: http://hablandorepublica.blogspot.com.es

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¿Qué es una crisis capitalista? Por Santiago Alba Rico*

Veamos en primer lugar lo que no es una crisis capitalista.

1. Que haya 950 millones de hambrientos en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.

2. Que haya 4.750 millones de pobres en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.

3. Que haya 1.000 millones de desempleados en todo el mundo, eso no es una crisis capitalista.

4. Que más del 50% de la población mundial activa esté subempleada o trabaje en precario, eso no es una crisis capitalista.

5. Que el 45% de la población mundial no tenga acceso directo a agua potable, eso no es una crisis capitalista.

5. Que el 45% de la población mundial no tenga acceso directo a agua potable, eso no es una crisis capitalista.

6. Que 3.000 millones de personas carezcan de acceso a servicios sanitarios mínimos, eso no es una crisis capitalista.

7. Que 113 millones de niños no tengan acceso a educación y 875 millones de adultos sigan siendo analfabetos, eso no es una crisis capitalista.

8. Que 12 millones de niños mueran todos los años a causa de enfermedades curables, eso no es una crisis capitalista.

9. Que 13 millones de personas mueran cada año en el mundo debido al deterioro del medio ambiente y al cambio climático, eso no es una crisis capitalista.

10. Que 16.306 especies están en peligro de extinción, entre ellas la cuarta parte de los mamíferos, no es una crisis capitalista.

Todo esto ocurría antes de la crisis.

¿Qué es, pues, una crisis capitalista?

¿Cuándo empieza una crisis capitalista?

Hablamos de crisis capitalista cuando matar de hambre a 950 millones de personas, mantener en la pobreza a 4700 millones, condenar al desempleo o la precariedad al 80% del planeta, dejar sin agua al 45% de la población mundial y al 50% sin servicios sanitarios, derretir los polos, denegar auxilio a los niños y acabar con los árboles y los osos, ya no es suficientemente rentable para 1.000 empresas multinacionales y 2.500.000 de millonarios…

*Escritor y Filósofo (Madrid, 1960). Entre sus libros cabe destacar: La ciudad intangible (2001), Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos (2006), Capitalismo y nihilismo (2007), Noticias (2010). Guionista del documental Bagdad Rap del realizador español Arturo Cisneros.

Tomado del blog de la poeta española Ana Pérez Cañamares http://elalmadisponible.blogspot.com.es

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España enferma de España Por Jesús Armesto*

Vivo en un país que es un disparate.

Asentado sobre una alfombra bajo la que se acomodan cientos de miles de cadáveres. Un país que ha redactado su propia historia, a la carta, y que ha transformado sus mentiras en leyes universales.

Solo aquí, por ejemplo, puede entenderse que gobierne un partido político que no ha condenado el genocidio franquista. Es más, en la medida que puede, lo defiende, y lo luce en sus calles. Porque son suyas. O eso, al menos, es lo que decía su presidente de honor, o lo que sea.

Solo aquí, y puede que también en otros países en vías en desarrollo, podrá usted encontrar un ministro de economía que estuvo en Lehman Br. (icono de la codicia universal que ha propiciado una crisis universal),  un ministro de defensa con intereses privados en empresas de armas, o un ministro de «medio ambiente», -o lo que sea-, con intereses privados absolutamente directos con empresas petrolíferas.

¡Esto es España!

Este no es un lugar recomendable si quiere usted estar despierto. No debe usted temer por su vida, ni por sus bienes, pero si vive por aquí, no aspire a entender el cuento. Cierto es que no puede esperarse mucho del ser humano, pero abríguese y tráigase un buen libro porque va a encontrar tanta sensatez como agua en el desierto.

Eso sí, va usted a presenciar muchas procesiones.

El género por excelencia de este país es el teatro. El teatro atraviesa lo superfluo y lo santo, lo obvio y lo obtuso. El teatro brota como de la sangre, dejando atrás a las verdades que duermen acunadas bajo muros y cunetas.

Es evidente que aún no se ha podido curar España de España.

Encontrará que es muy común la habilidad de cubrir el vacío con una idea descabellada. Verá, si alguna vez aquí, su vida no encuentra profundidad, ni luz, ni camino, olvídese de todo, y encuentre su propio orgullo de ser español. Y sobre todo, cómprese una bandera.

Ah! Una última cosa. No se extrañe, alguien colocó un gran espejo en el cielo que no deja ver más allá de usted mismo.

*Guionista y director andaluz, nacido en Écija, y residente en Sant Cugat del Vallés. Diplomado en Dirección cinematográfica, y autor de varios cortometrajes y de los largometrajes  Cuento de las dos orillas, (2007) y ¿A dónde miran las estatuas? (2011)

Ha impartido diferentes seminarios y conferencias sobre el cine, la cultura y el ser humano, en la Universidad de Barcelona y “Alianza por la Paz”.

Profesionalmente, también ha escrito y dirigido cinco spots promocionales para una Asociación de discapacitados visuales, sobre la concienciación social de las discapacidades.

Tomado del blog:   www.elpluraldeyo.blogspot.com.es

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El documental cubano en “Siete Tramos”

 

Al maestro Julio García-Espinosa

La crítica y la promoción cinematográfica cubana han jugado y juegan un papel esencial dentro de la cultura cinéfila de los últimos cincuenta años, en la Isla Caribeña. Significativa es la contribución de la televisión denotando tres de los pilares –que no los únicos-, cuyos programas son de clara vocación didáctica, capaces de conjugar el necesario entretenimiento.

Empezaría por nombrar Historia del Cine, un espacio que conducía José Antonio Rodríguez. Un intelectual y promotor cultural venido del ICAIC (Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica). Hombre de carisma y talento con capacidad de síntesis. “Enfrentado” a un público ausente desde la sobriedad escenográfica, hacia delicias de monólogos sobre los valores del cine clásico de “necesaria lectura”. Ver esta oferta televisiva era una clara garantía de compartir filmes que han hecho historia.

24 X Segundos, bajo la conducción y dirección del cineasta Enrique Colina -que se emitía cada sábado-, incitaba a ver lo que estaba en cartelera cada semana. Colina despiezaba los filmes, hurgando en los entresijos y resortes más disimiles del audiovisual. En su espacio abordaba alguna corriente estética u oficio cinematográfico, permitiendo al televidente apropiarse de herramientas para una mejor lectura del cine.

Los domingos, el polémico y no siempre acompañado de la crítica cinematográfica cubana Mario Rodríguez Alemán, presentaba Tanda del Domingo. Hombre de vasta cultura, se aferraba en “dar a la luz” ese cine Soviético o de Europa del Este. Con el tiempo el televidente apreció y reconoció esa magistral “zona cinematográfica” en medio de tanto cine venido de todas las partes del mundo. Cuba es una “Gran Sala” que se llama: “Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana”.

Obviamente estos no son los únicos estudiosos, promotores o críticos del cine cubano y universal. Nombres como Ambrosio Fornet, Luciano Castillo, Alicia García, Rolando Pérez Betancourt, Mario Naito, Frank Padrón, Víctor Fowler, María Eulalia Douglas, Marta Díaz, Joel del Río, Rufo Caballero (fallecido en el 2011), Arturo Agramonte, Juan Antonio García Borrero, Reinaldo González o Sara Vega, -por cita unos pocos- forman parte de ese “arsenal” de especialistas dedicados al ejercicio de “hacer cine” detrás de la cámara.

La Cinemateca de Cuba, que persiste en mantener una “selecta” programación de Cine Cubano y Universal, forma parte de ese baluarte de instituciones culturales junto a la Revista Cine Cubano. Las publicaciones culturales generalistas, El Caimán Barbudo, Revolución y Cultura así como La Gaceta de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), son parte de ese “prisma” de textos que completan y fortalecen toda una tradición cultural que se “traduce” en “cine para todos”.

Los cineastas cubanos han hecho sustanciales contribuciones al conocimiento de la cultura cinematográfica. Desde la fundación de la Revista Cine Cubano en junio 1960, han formado parte del equipo de colaboradores de esta publicación. En sus diversas etapas han dejado “trazos de escrituras” importantes realizadores, fotógrafos, montadores y de otras especialidades, como parte de ese abanico teórico venido –en buena medida-, de la praxis de realización.

Los cineastas han hecho oficio de la escritura con obras antológicas que conducen hacia los otros derroteros del Cine Cubano, impulsado –sin dudas-, al calor del triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959 con la creación del ICAIC.

Títulos como, Un largo camino hacia la luz (Ediciones Unión, 2000), Algo de mi (Ediciones ICAIC, 2009) –ambos de Julio García-Espinosa-, sin dejar de nombrar A cuarenta años de Por Un cine Imperfecto (Cinemateca de Cuba, Ediciones ICIAC, 2009), que recoge varios ensayos de este imprescindible cineastas cubano copilado por el crítico Mario Naito. O la obra Dialéctica del espectador, del genio Tomás Gutiérrez Alea (Ediciones EICTV, 2009). Son algunos de los ejemplos a tener en cuenta como parte de ese reservorio cultural, donde confluyen abordajes estéticos y posicionamientos éticos con una clara pretensión educativa y de socialización del conocimiento. La polémica, la crítica, el análisis culto, son parte de los contenidos sustanciales de estos textos.

Antes de entrar en el abordaje del libro que me ocupa por esta vez, quisiera compartir “notas sobre recuerdos” que son un preámbulo del análisis. El joven –por aquel entonces-, cineasta Jorge Luis Sánchez lo conocí en la séptima planta del ICAIC, inmerso en un debate junto a noveles creadores. Eran los tiempos de las polémicas culturales y las de otro calibre con los directivos de una institución que se erige –sin lugar a dudas-, como referente y paradigma de la construcción y la fortaleza de la cultura cubana.

Por aquellos años trabajaba en los Laboratorios a Color del ICAIC, radicado en la Calle Tulipán. En aquel encuentro estaba en calidad de invitado. Presidía la mesa Julio García Espinosa que fundó una experiencia inédita y referencial como fórmula para el fortalecimiento de los proyectos cinematográficos en fase de preproducción, los “Grupos de Creación”. Esta conjugación de realizadores estaba coordinadas -por aquel entonces- por los cineastas Tomás (Titón) Gutiérrez Alea, Humberto Solás y Manolito Pérez.

Jorge Luis era -y creo que es-, un apasionado defensor de sus ideas. Sus percepciones sobre el cine y la arquitectura que le rodea, han sido blanco de sus valoraciones críticas. Seguramente su etapa como ex Presidente de la Asociación Hermanos Saíz, le sirvió como laboratorio para el debate sobre los problemas del arte, la cultura y la sociedad cubana. Esta práctica ha sido y es habitual dentro del “armazón” del “andamio cultural cubano”. Forma parte del insustituible ejercicio y la imprescindible praxis, para fortalecer la cultura y nuclear a los creadores con las instituciones que le representan.

Sobre ese mismo espíritu Jorge Luis Sánchez ha escrito el texto: Romper la tensión del arco. Movimiento cubano del cine documental, (Ediciones ICAIC, 2010). La primera novedad de este libro -y a la vez paradoja-, es el hecho de que no se hubiera escrito en Cuba ningún otro texto sobre el Cine Documental Cubano, etiquetado como, “Escuela Cubana de Cine Documental” y que el autor ha suscrito como “Movimiento”.

La obra la estructura por “Titulares y tramos”, que responden a los períodos que -según el autor-, debe de ser entendida su evolución y cuyos títulos explicitan una manera de abordar cada una de las etapas de esta filmografía, que sin dudas dan “nombre y trascendencia” –que no la única- al Cine Cubano.

FÁBULA. Primer tramo: 1987-1958 (La bruma y El matiz (dentro de la bruma. LEGITIMAR. Segundo tramo: 1959-1964 (Despeje (de la bruma), Tránsito (se separa, aunque todavía se parece), Certidumbres (en la mirada de otros). MOVIMIENTO. Tercer tramo: 1963-1995. Despegue (definitivamente). ARGUMENTOS. Cuatro tramo: 1964 1973. Ruptura (con búsqueda, riesgo y experimentación). COYUNTURAS Y DISTANCIAMIENTOS. Quinto tramo: 1969- 1992. Meseta (aunque con diversidad). OMISIONES. Sexto tramo: 1981-1992. (Discordancia temática y experimental). DSIQUISICIÓN. Séptimo tramo: 1998-? Reciclaje (del riesgo y de la diversidad).

Esta singular forma de componer el volumen deja entrever una primera lectura –obviamente primaria-, sobre los períodos de evolución, linealidad y estancamiento del género.

Pero vayamos al contenido de Romper la tensión del arco. Jorge Luis Sánchez reúne en un solo texto 92 ensayos que presumen –todos-, de una síntesis meritoria. El texto es culto y aleccionador. Las curvas por donde se enrola el autor son claras pretensiones de tocar ciertos recorridos olvidados y apuntar sobre otras piezas que –con el paso del tiempo-, sigue generando otras “dinámicas de la escritura”.

Expone de manera suigeneris los aspectos medulares de los filmes. Entronca con personal acierto, reflexiones sobre la realización, la fotografía, el montaje y toda una gama de especialidades, junto al anecdotario que “rodea” a cada pieza. Lo cierra con las cimas y las limitaciones en las que cada autor “se ha empantanado”, ligado no solo al proceso creativo. También a los factores externos (políticos, sociales y culturales) que permean o contaminan toda labor artística.

El autor no homogeniza sus reflexiones. Va moviendo la curvatura de su “dialogo escrito”, en dependencia de las carencias o fortalezas de cada obra. Es capaz de balancear, entre el cálido homenaje y el oportuno trazo crítico de obras que han sido subvaloradas o sobredimensionadas en tiempos vencidos. El texto viene a “poner en su lugar”, ciertas ideas y enfoques inéditos, que son necesarios tener en cuenta para futuras valoraciones sobre el “Movimiento o Escuela Cubana de Cine Documental”.

Jorge Luis Sánchez no desaprovecha la oportunidad, para desempolvar piezas “guardadas” y clarificar filmes o autores que han sido encajonados bajo los cimientos de la burocracia. Esas letras son parte del reconocimiento ante la nulidad o el olvido. Este capítulo se materializa en cineastas como: Sabá Cabrera Infante, Orlando Jiménez Leal, Sara Vega, Nicolás Guillén Landrián, quienes forman parte de esa “Escuela o Movimiento” y que han hecho historia.

Merecen unas líneas las reflexiones en torno a “los otro” dentro del Cine Documental Cubano. Las sustanciales aportaciones de Joris Ivens, Agnès Varda, Theodor Christensen y Joe Massot, están rubricadas en esta pieza literaria. Jorge Luis desenfunda su “grafito” y recoge en el texto ese laboratorio de culturas para un proyecto común.

El texto muestra las limitaciones de estas experiencias ante estos “llegados de otras partes” que, -desde mi punto de vista-, influenciaron en algunos directores cubanos, que en su posterior filmografía construyeron obras de calado intelectual. Esa relación entre “cineastas consagrados” con nóveles directores de cine, fueron parte de los cimientos de una obra mayor: la cultura cubana. Ediciones ICAIC, ha tenido el acierto de publicar este libro, que sirve como punto de partida para otros proyectos literarios sobre el género, que el Cine Cubano se merece.

Los clásicos los incluyen en todo el recorrido del libro. Santiago Álvarez, Julio García Espinosa, Octavio Cortázar, Enrique Colina, Luis Felipe Bernaza, Víctor Casaus, Pastor Vega, Rogelio París y muchos otros. Son revisitados por Jorge Luis reforzando criterios ya establecidos ante la obra de estos “autores de excepción”. Sus enfoques son novedosos escritos desde su cualidad de hombre del cine.

En el “Séptimo Tramo” del libro aporta valoraciones sobre los “más jóvenes” documentalistas, con una escritura de clara vocación de continuidad. Su cercanía con esa generación en su etapa como Presidente de la Muestra de Nuevos Realizadores organizado por el ICAIC, es fundamental para “alertar” sobre el futuro del Cine Cubano. Este vínculo “tangencial” le ha permitido solventar, hurgar y calibrar las inquietudes y percepciones estéticas de los documentalistas que han incorporado otros modos de realización y otras formulas de producción.

Quizás decir lo obvio. Echo en falta la reflexión y el análisis de otras piezas que podrían haber sido incluidas en este magnífico texto. Ese el riesgo que corre todo autor que hace de su trabajo un proceso de selección y antología. Obviamente, respeto los criterios manejados a la hora de componer, Romper la tensión del arco. Movimiento cubano del cine documental.

Los artistas e intelectuales cubanos hacen praxis permanente del dialogo con la sociedad, con la comunidad y con las instituciones. Esta realidad forma parte del proceso de retroalimentación de los creadores. El libro es –también- otra prueba material de esta idea.

El cineasta Jorge Luis Sánchez (La Habana, 1960) es graduado en Pedagogía. Cineasta aficionado a los 18 años y Fundador de la Federación Nacional de Cine Clubes de Cuba.

Su apertura profesional, se materializa en el año 1981 en el ICAIC como asistente de cámara, transitando como Asistente de Dirección y Primer Asistente de Dirección. Sus estudios de dramaturgia, estética e historia del cine, son claves para su posterior desarrollo profesional.

En el año 1987 gesta y organiza el Taller de Cine y Vídeo de la Asociación Hermanos Saíz, (AHS), “plataforma” donde se promueve el audiovisual cubano de la generación de los ochenta. En el 1992 fue presidente de esta agrupación.

Su vínculo con el documentalista Santiago Álvarez (1990-1991) en el Noticiero ICAIC Latinoamericano lo permea de sustanciales experiencias, desarrollando la función de subdirector artístico. Ha presidió durante varias ediciones la Muestra de Nuevos Realizadores de Cuba. Ha sido profesor de cine en el ICAIC y en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Sus artículos sobre un amplio espectro temático del arte y la cultura, han sido publicados en la Revista Cine Cubano.

Su notable filmografía discurre por los laberintos de la cultura y la sociedad cubana, que son los principales “ejes de su mirada”. De su vasta filmografía como realizador quiero llamar la atención de los filmes, Un pedazo de mí (Documental, 1988, El Fanguito (Documental, 1989), Dónde está Casal (Documental, 1989), Atrapando espacios (Documental, 1994), Y me gasto la vida (Documental,1997) Las sombras corrosivas de Fidelio Ponce, aún (Documental, 2000), El Benny (Ficción, 2006) y Benny Moré; la voz entera del Son (Serie Documental, 2009). Su obra está avalada por importantes premios tanto en Cuba como en otras partes del mundo.

De su filmografía documental reseñaré en próximas ediciones, los documentales: …Y me gasto la vida y Las sombras corrosivas de Fidelio Ponce, aún.

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