He recibido una nota de Zaván el realizador del documental, «Del poder» que a continuación comparto:
Hola amigos:
Después de su estreno hace ya casi un año, y de su paso por salas comerciales y festivales, hemos decidido subir nuestro documental DEL PODER a internet para que podáis usarlo a vuestra voluntad.
Creemos que se trata de una buena excusa para reflexionar sobre el Poder, la democracia, los derechos humanos, las formas de lucha social y los límites de la violencia policial. Una reflexión necesaria en estos tiempos convulsos.
Un abrazo.
Zaván
CineReverso, desde la sección La otra mirada, se convierte en otra ventana para socializar y multiplicar este filme, avalado por casi una veintena de premios y participación en festivales que a continuación les relaciono.
Premios y Festivales
Premio «Fernando Quiñones» al mejor documental de contenido social (43o Festival Alcances 2011)
Mención de Honor Documental Social (28o Festival de Cine de Bogota 2011)
8o.DOCUMENTAMADRID Festival Internacional de Documentales de Madrid – España 2011.
6o.FIFI – Internacional de Films Independiente – Francia
43a.ALCANCES Muestra Cinematográfica del Atlántico – España 2011.
6o.DOCKANEMA, Festival do Filme Documentario, Mozambique
6o.DOCSDF Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México 2011.
14o.Istanbul International 1001 Documentary Film Festival, Turquía 2011
28o.FESTIVAL DE CINE DE BOGOTA – Colombia 2011.
11th VISCULT, Festival of Visual Culture – Finlandia 2011.
10o.EXILE, International Exile Film Festival – Suecia 2011.
18o.FICVALDIVIA, Festival Internacional de Cine – Chile.
DOCUMENT 9 – International Human Rights Documentary Film Festival – Reino Unido 2011.
35a.MOSTRA Internacional de Cinema Sao Paulo, Brasil.
ANUU-RU ABORO Festival Internacional de Cine de los Pueblos – Nouvelle-Caledonie 2011.
11o ESCALES DOCUMENTAIRES – Festival International du Documentaire de Creation de la Rochelle – France 2011.
Para la presentación de este filme del realizador italiano Flavio Signore, tuvimos como invitado en nuestro programa «La cámara lúcida» a Benito García Pedraza de la Plataforma NO A LA GUERRRA IMPERIALISTA.
Vivimos tiempos convulsos, momentos en los que estamos asistiendo al enquistamiento de guerras de agresión transformadas en conflictos de baja intensidad permanente y a la gestación de un conflicto que, desde proporciones regionales puede llegar a alcanzar, ojalá no, proporciones globales.
Parece que estoy exagerando, que soy uno de esos conspiranoicos que viven de profecías apocalípticas que nunca se cumplen ¿Quién soy yo para hacer tales análisis, cuando nuestros medios de comunicación muestran la absoluta normalidad de la anormalidad cotidiana de guerra y miseria permanente?
No sé si estos grandes medios permanecen en la inopia o si son sus redactores y redactoras los indigentes culturales. Me inclino por pensar que de redactor jefe hacia arriba, sí se maneja buena información, pero a veces lo dudo. Lo que es evidente es que el periodismo de hoy en día, por lo menos en lo que se refiere a la política internacional, se mueve dentro de una superficialidad que oculta la interconexión de los hechos. Es decir, es una fábrica de informaciones continuas que jamás se detiene para reflexionar. De esta manera jamás podremos tener una visión global de las cosas. No será posible entender nada.
Sirva como ejemplo una intervención que escuché recientemente en una radio. Hablaba una politóloga de origen iraní alertando del próximo inicio de una agresión a Irán por parte de EEUU e Israel, que puede llevar a un conflicto global, es decir, a una guerra mundial. La estupefacción del plantel de todólogos o la trivialización incrédula de un posible conflicto, ni siquiera regional, nos da la medida del nivel de desinformación, inherente o adquirida, que manejan.
La volatilidad estratégica que estamos viviendo no es la primera vez que es denunciada, de hecho, líderes históricos como Fidel Castro llevan meses alertando sobre la posibilidad de un conflicto en el que se emplearían armas nucleares y que puede afectar a las grandes potencias. Denuncias y análisis continuamente silenciados o contados como anécdotas por los grandes medios de comunicación.
Para un observador mínimamente informado el momento es extremadamente preocupante a todos los niveles. Tanto en el económico, con los ataques del poder financiero a las naciones, como en la pelea por los recursos energéticos y áreas de influencia comercial entre un poder imperial en el principio de la decadencia y los países que emergen como potencias regionales más sus aliados.
No nos puede pasar desapercibido, aunque nos lo presenten como anécdotas inconexas, el reordenamiento de Oriente Medio en una segunda fase tras la invasión de Irak y el aseguramiento del estratégico Afganistán. El nuevo acoso a Rusia para que no emerja otra vez como potencia, cuando con el «escudo antimisiles» se le lleva a una nueva carrera armamentística. La desestabilización continua de Pakistán, para evitar un demoledor eje China-India-Rusia. El debilitamiento del poder europeo no anglo, por medio de la guerra económica. La contención, a toda costa, recién reconocida por Obama en el reordenamiento de sus fuerzas armadas, de China. Acontecimientos que dibujan claramente un escenario de extrema tensión, que puede llevar a un conflicto a gran escala.
Con estos datos un profesional del periodismo bien formado debería estar analizando e informando a su población. Por el contrario, asistimos a la banalización permanente y al moldeamiento de la realidad según los intereses de los que pagan, verdaderos detentadores de la llamada «libertad de prensa».
El rol de los grandes medios de comunicación es, sin ningún género de dudas, la desinformación de la mayoría de la población y la creación de opinión al servicio de los poderosos, siempre en simbiosis con la industria de entretenimiento que forma las emociones.
Grandes emporios del empobrecimiento cultural histórico, que en vez de explicar el mundo lo dibujan a su antojo, para que solo podamos pasar de la ignorancia al shock cuando haga falta implementar medidas de excepción.
Decía Clausewitz que la guerra es la política por otros medios y nosotros podemos afirmar que la industria de la comunicación es la guerra por otros medios. Donde, en vez de misiles, se utiliza el bombardeo desinformativo, la inconexión y el empobrecimiento cultural para que las personas no alcancen los medios con los que puedan formar un pensamiento que explique el mundo en que viven.
Indudablemente se puede terminar afirmando que estos grandes medios de comunicación son una parte importante del «complejo industrial-militar» del que nos alertó Eisenhower y que hoy trabaja para vencer sin condiciones o llevarnos a un conflicto de dimensiones desconocidas.
Por eso, la necesaria insistencia en conseguir medios de comunicación que puedan empezar a revertir la hegemonía cultural de los mensajeros de la muerte.
Recibí un mensaje de una amiga y fiel colaboradora de “La cámara lúcida”, alertándome del documental, 100 % Libia Libre. El “detalle” es que este filme aborda un tema que supera la geografía del programa. Nuestro espacio televisivo nació para promover el cine documental iberoamericano o producciones de otras geografías que “toman nota” sobre nuestro hemisferio, sobre nuestras realidades.
Sin embargo la llamada de esta estupenda compañera que tiene el buen ojo de sugerir filmes “urgentes”, me hizo obviar esta “camisa de fuerza” y buscar la copia que había pre gestionado para nuestra parrilla de programación.
El filme 100 % Libia Libre del realizador italiano Flavio Signore, entra dentro del espectro de temas urgentes. Nuestro proyecto televisivo no puede darse el lujo de cerrar los ojos a las prioridades de estos tiempos y accedimos gustosamente incluirlo con la mayor brevedad posible.
¿Qué razones me motivaron para obviar los principios fundacionales de “La Cámara lúcida”? ¿Cuáles son los ingredientes cinematográficos y de contenidos de este filme como para valorar su inmediata inclusión en nuestro programa?
Vivimos tiempos de guerra. Las “tropas de élites” comandadas por el Premio Nobel de la Paz” Barack Obama, y secundadas por la alianza militar de occidente -junto a los mercenarios de Oriente Medio-, forman ese “triángulo” oscuro, sombrío y lúgubre que da pasos acelerados para reordenar la geopolítica internacional.
La lucha acelerada por el control de los recursos energéticos de la región, hacen de esta furia belicista un asunto que la humanidad debe de tomar nota y partido. Somos “testigos” de la masacre y la impunidad de los “Gladiadores” del Siglo XXI. Permítanme decirlo también, somos responsables de esta ofensiva belicista, que a mí juicio no ha tenido –a nivel global- la enérgica respuesta de la Comunidad Internacional.
Permítame también precisar que para mí, ese término no está asociado a los dignatarios de Occidente que se reúnen para mandatar acciones hostiles en nombre de nosotros. La Comunidad Internacional es el pueblo que ha pronunciarse –de una vez y por toda-, contra esta escalada de guerra que debemos de “pararle los pies”.
Recuerdo los primeros síntomas previos a ofensiva militar contra el pueblo y el gobierno Libio. El predecible leguaje terminológico de la “Gran Prensa” y los mass media, avizoraba lo que ocurrió después. La intervención militar de la OTAN (Organización Terrorista Anti Natura) en territorio Libio.
Cumbres de jefes de estado. Resoluciones de la desprestigiada Naciones Unidas. Incursión de mercenarios venidos de varias naciones colindantes con las fronteras Libias y un sinfín de “síntomas” propios de la evolución de la historia pretérita. Hechos ocurridos en un pasado nada distante de nuestra memoria, estamos hablando del año 2011.
Ante estas “sabidas verdades”, ¿Qué aporta la obra de Flavio Signore? El cineasta parte de la estética del “road movie”. Su equipo toma carretera hacia varios destinos de Libia buscando –y esto es muy importante-, los testimonios ajenos a cualquier sospecha gubernamental. Algo que el documentalista podía haber realizado pues es su licencia creativa, es su responsabilidad y derecho ante la construcción de un Punto de Vista.
Su puesta audiovisual evoluciona, partiendo de la tesis de que la esencia discursiva ha de descansar en los testimonios de los civiles, que son las víctimas y parte fundamental de este “conflicto”.
Las cámaras que acompañan a Flavio Signore, toman rumbo hacia algunas ciudades que son los territorios esenciales de esta historia. Trípoli, Bengasi, Zawiya, Wazen. Son los destinos donde “toma” historias de vida, vivencias, alertas y manifestaciones ante la materialización de una intervención militar desproporcionada, inmoral e injustificada.
Cuando uno se “encuentra” con este texto audiovisual, nos ayuda a confirmar la urgente necesidad de “sacar de nuestro diccionario” la palabra GUERRA. Flavio Signore y su equipo de realización toman rumbo por la búsqueda de la verdad. No desde esa vapuleada objetividad que transita ajena al sentido común y la ética, que debe primar en tiempos de crisis de valores. Cuando hablo de ética, no solo me refiero a la que debe de distinguir a todos los hombres y mujeres de este mundo. Mi énfasis se apega más, para los que trabajamos en los medios de comunicación o con ellos.
Son varias, sustanciosas y suficientes las escenas que van dándole cuerpo a este filme. Un documental en el que prima la voz de hombres y mujeres dispuestos a legitimar su punto de vista ante la cámara. Voces que confluyen para hacer valer la paz y el sin sentido de actos belicista que tan solo mutilan o hieren la vida de hombres y mujeres. Sin dejar de nombrar el lógico efecto de exacerbar los odios. El odio de todos los ciudadanos que forman parte de esa convulsa región. Esa premeditada idea va convirtiendo a la zona –poco a poco-, en una “bomba de relojería”.
La cámara –con marcado acento periodístico-, hurga en los testimonios que rompen con el discurso de una “fauna mediática”. Unos medios que están dispuestos a seguir mintiendo y manipulando, para darle respuesta a los patrocinadores de siempre. Al final, depositan la ética periodística en el retrete.
No son pocos y sustanciosos las manifestaciones presentes en este filme a favor de Gadafi y su gobierno. Algunos confiesan que no eran del grupo de partidarios y con las bombas, reconvierten su rumbo a favor de su continuidad. Sin embargo –y hago un paréntesis sobre el filme-, hemos sido testigos de la impunidad con que fue asesinado el presidente de Libia, sin tan siquiera, recibir el más elemental derecho a ser juzgado ante los tribunales de su país.
La cámara absorbe acontecimientos y hechos que forman parte de la realidad que han sido ocultas. La tomas de heridos en los hospitales de Libia, víctimas de los “opositores” al gobierno de Gadafi son parte corpórea de este filme. Los heridos y mutilados son esa huella del intervencionismo militar. El realizador se apropia de estos hechos para conformar parte de un dibujo cinematográfico que ha sido obviado por los que pretenden construir una realidad fragmentada.
Otra singular secuencia, registra la gallardía y la entereza de personas de a pie, que se manifiestan –y estos es muy importante-, contra los medios de comunicación asentados en territorio Libio. Esa expresión popular denota dos apéndices fundamentales. La primera, el compromiso con la verdad. La segunda, el reconocimiento del pueblo del papel inmoral que no pocos medios de comunicación juegan el rol, -como ya había expresado en un principio-, de poblarnos de mentiras y tergiversaciones de la historia y los hechos.
No faltan en este recorrido cinematográfico, la participación de observadores internacionales que desarticulan esa tejida inoculación de las ONG y organizaciones internacionales de dudoso pronunciamiento, que secundan ese discurso oportunista, comprometido con la mentira para justificar la invasión, el genocidio, la matanza y –reitero-, la siembra de los odios.
En un tercer nivel dramatúrgico, Flavio se apropia de grabaciones “caseras”, tomadas con los móviles y cámaras fotográficas domésticas. En estas esenciales escenas, se expresa cinematográficamente el comportamiento de los “separatistas” y los mercenarios venidos de muchas partes. Son –en resumidas cuentas-, los verdaderos terroristas que han tenido el aval de esa otra comunidad internacional. La de los mandatarios de occidentes que visten sus mejores galas en Cumbres y Convenciones, bajo la mampara de una larga lista de medios que siguen inoculando mentiras bien pagadas. Son los que detentan el poder desde la violencia y la gradual inoculación del terror.
Este bloque de secuencias está acompañado de clarificadores testimonios de libios que fueron testigos de estas atrocidades, que cierran el círculo de información oportuna ante una obra de calado documental y periodístico. Este es el tipo de documental, que nunca llegará a surcar los límites de la gran pantalla. Quedará para hacer la ruta entre las organizaciones sociales, los grupos alternativos y progresistas. Se multiplicará de mano en mano, para hacer valer la verdad sobre la mentira.
La obra de Flavio Signore, entra dentro del espectro de documentales críticos, oportunos, necesarios, ante un edulcoramiento que se disfraza de otras vestiduras, ajenas a su naturaleza creativa, periodística y comprometida con los preceptos de sus iniciadores.
Calibrar el filme 100 % Libia Libre, significa, darle oportunidad a la verdad, a la lucha por la paz y al futuro de la humanidad sin armas y sin mentiras calculadas. La obra de este realizador italiano forma parte de la tradición de los Corresponsales de Guerra, aunque Signore en una breve entrevista que publicaré próximamente se define como un “Corresponsal de la Paz”.
Ficha técnica:
Duración: 30 min.
Formado: HDV
Versión original: árabe, español, inglés y otros idiomas.
Subtítulos disponibles en: español, inglés o italiano.
Dirección, imagen y montaje: Flavio Signore
Imagen adicional: Jordi Gonzales y varios
Postproducción: Yamila Fernández
Foto fija: Alex Zapico
Coordinación traducción y subtítulos: Olga Fajardo
Producción de campo y localización: Jamal Al Rishi, Leonor Massanet y Fact Find Mission
Sinopsis:
Libia Freedom Mia Mia es la historia de la Libia bajo las bombas de la OTAN y el ataque de los rebeldes, la guerra narrada desde el lado de la sociedad civil y los olvidados de este conflicto.
El retrato de Un país que lucha para sobrevivir y que ya no existe: la Libia de Gadafi y de su resistencia. Es también el intento de retratar el conflicto con los matices y contradicciones que le caracterizan, una encuesta periodística y rigurosa de los hechos que se dieron por ciertos al principio del conflicto sin la posibilidad de contrastar las noticias y sus fuentes.
Protagonistas de este documental son los civiles, en cuantos a víctimas por todos los lados y en cuantos actores positivos capaces de encontrar la fuerza, bajo las bombas y los ataques de tierra, de resistir, solidarizar y Impulsar iniciativas de paz.
Encontramos unos grupos de escudos humanos que ofrecen sus cuerpos para parar los bombardeos de la OTAN Cerca de objetivos civiles.
Entre ellos voluntarios de todo el continente africano que rechazan las acusaciones de ser mercenarios. Refugiados y desplazados internos cuentan los horrores vividos, la huida desde los hogares y el peligroso desplazamiento en un país partido en dos por una guerra civil.
Los sobrevivientes de las ciudades tomadas por los rebeldes y después liberadas cuentan las atrocidades y presiones subidas. Vemos los hospitales, los escenarios de los bombardeos nocturnos en Tripoli, encontramos ONG y delegaciones extranjeras de solidaridad y por la paz.
El trabajo de los reporteros de guerra y sus medios, que en este conflicto han jugado un rol determinante para orientar la opinión pública mundial y respaldar la intervención militar.
Este filme se presentó en La cámara lúcida de Tele K el 9 de febrero, teniendo como invitado a Benito García, miembro de la plataforma, NO A LA GUERRA IMPERIALISTA. www.noalaguerraimperialista-madrid.blogspot.com
El realizador de este filme manifiesta su disposición a presentar su documental en todos los “escenarios posibles”. Los interesados pueden contactar con el documentalista a través del correo: flaviosignore@gmail.com
¡Bienvenidos los textos fílmicos de “estructura ausente”! ¡Adelante los documentales que ahogan los anclados convencionalismos del género! Es hora de dimensionar los avatares sociológicos y estéticos de discursos “irreverentes y esquivos”.
El cine documental necesita de ese oxígeno para continuar dialogando con su público y con aquel, que –aún- anda cautivo en otras latitudes sociales. Ese que va de letargo por las carrileras de las nuevas tecnologías, que no siempre son sinónimo de cultura y educación. Estas han de ser, -definitivamente- apoyaturas educacionales y resuelto empeño para reconstruir la humanidad. Para crear otro planeta donde NOSOTROS seamos el centro y el eje de todas las voluntades.
Cuando un documentalistas “te pone” ante un filme edificado con señales de múltiples recorridos y formas “inconexas” me parece fantástico. Me obliga a sacar de los anaqueles de casa los clásicos de todas las humanidades posibles o la suma de artículos “vinculados” al género. Tan solo para “encontrar” respuestas ante los derroteros que nos despliega un cineasta.
Jesús Armesto, un realizador andaluz radicado en Catalunya del que ya escribí hace un tiempo sobre su filme: Cuentos de las dos orillas (2007), está fuera de todas las listas posibles. Esas que construyen algunos “críticos” para resolver sus carencias con el público –con el que hacen concesiones-, o para entrar en el estatus de los “periodistas del año”. Para formar parte de alguna lista de éxitos, cuando en realidad lo que nos toca hacer es sugerir y construir ideas para el debate social. El mismo público y el urgente debate que el cine y sus autores hacen o deben hacer, desde sus auténticos oficios.
Antes de entrar en las “honduras” de esta obra cinematográfica presentada bajo el sugerente título de: ¿A dónde miran las estatuas? (2011), cabe una reflexión de paralelismos. El autor y su equipo de realización nos presentan un documental, permeado de poesía donde las metáforas van “increcento”. Desatado desde el lirismo activo ante las claras cimientes del punto de vista.
¿Está construyendo este cineasta un “sello” cinematográfico? Es pronto para responder a esta interrogante. De cualquier manera los estilos pueden ser un boomerang. Este término suele ser un catalizador para las etiquetas, para los aferrados estereotipos culturales.
En todo caso tiene que ver –me arriesgo a la aventura de equivocarme-, con una clara intención del autor de alejarse de los documentales clonados. Me refiero a esos filmes que se producen como productos enlatados, salidos de “alguna fábrica de embutidos”, para responder a las “urgencias de la sociedad, la humanidad y el futuro”.
Está claro que el cine tiene el deber de ser una herramienta integradora para incentivar las opiniones y los debates -sobre todo-, en torno a los temas más acuciantes que ahogan nuestros tiempos. A no pocos documentales, les falta voluptuosidad, maestría, sello artístico y acento personal.
Lo cierto es que Jesús Armesto lo tiene claro. En una conversación que tuvimos –en pleno corazón del barrio obrero de Vallecas-, me confesó que su manera y sus tiempos para el proceso creativo emparentan con lo artesanal. Sin dudas, entronca con su particular discurso narrativo sin dejarse llevar por los ritmos de las “estrepitosas agendas” que imponen los imprescindibles “personajes” de la producción.
El debate pasa por la necesidad de hacer arte cinematográfico desde los ingredientes más trabajados y lingüísticos. Esta última palabra la veo aplicada a la necesidad de convertir al texto fílmico en una obra de mayor calado. Se impone esquivar la impronta de construir el “texto final”, evitando los trillados caminos del discurso primario. Alejándose de los manuales y cursillos de última hora concebidos para el género. O de las estéticas “ya probadas” para –en verdad-, cimentar o al menos sembrar nuevas formas de hacer cine pensante y pensado
Obviamente es necesario comunicar bien. Es imprescindible entretener al espectador que está saturado de porquería mediática, nociva para el pensamiento crítico y reflexivo. Estamos rodeados de una fauna seudocultural de profunda estructura banal -eso sí-, con envoltura de “opereta y comparsa”. No es de extrañar que esta pieza de autor se haga de “otra manera”. El “tablado audiovisual” está -incluso- contaminado, en cierto panorama europeo y latinoamericano.
Pero ¿es posible la poesía y la metáfora en un documental que aborda la realidad? Obviamente la respuesta es demoledoramente afirmativa. Los “pliegues” de los que se apropia el realizador para ir construyendo su obra, parte de una mirada crítica en torno a un tema que subyace en los debates de la sociedad contemporánea. Un debate que está discurriendo en la España profunda, cuyo tema ha sido “heredado” de las tradiciones que hoy están en revisión en cierto sector social.
En este conglomerado sociológico, los jóvenes llevan la batuta y la fuerza de ese otro discurso. Es un discurso ajeno al panfleto y al consumo pasivo del “arte y la cultura”. El creador de este filme, pone “ante la mesa” un asunto que requiere eliminar las telarañas que aún le cubren.
¿Cuál o cuáles son los planteamientos de contenido y estéticos presentes en esta obra documental? Tomo como ejes para el debate, varias de las ideas que el realizador a “dejado” como premisas para el desarrollo de esta obra. Las he tomado de su texto: “Tratamiento breve sobre el documental”. La desglosaré en el mismo orden en la que este “poeta audiovisual” las ha escrito.
En una primera parte del texto Jesús afirma: “¿A dónde miran las estatuas? es un documental de autor que representa la semana santa andaluza desde un prisma personal y artístico, atravesando los límites de la realidad y penetrando en el espacio de emociones y contradicciones que rodean a esta celebración centenaria”.
Sobre esta primera idea, debo de enfatizar que es un documental de autor en toda regla. No voy a entrar en el debate de este tema pues se haría mucho más extensa esta reseña. Me interesa más la afirmación que pone ante el tintero en dos claves: “… límites de la realidad… ” y en segundo lugar, “… el espacio de emociones y contradicciones…”.
Esta idea de los límites es muy importante. Estamos ante un tema que tiene mucha relación con la subjetividad, con la visión que cada quien tiene sobre estas fiestas. Los puntos de vistas son muy encontrados y se impone un equilibrio entre ellos. Por un lado están los devotos de estas fiestas. Por el otro los irremediables ateos de los que me siento parte.
Sobre estos dos claros polos del pensamiento el documental se atrinchera, presentando todo un abanico de reflexiones ante un asunto que persiste tras siglos de presencia. El realizador no pretende “meter balas en estas dianas”. La idea es otra, pero es oportuno y necesario visibilizar ante el espectador estos dos cauces y sus variables de trayectorias.
Más importante es el dueto entre las emociones y las contradicciones que estás festividades tienen. Es una costumbre anclada por motivos religiosos. Sin dudas las personas que son devotas de estas fiestas marcan el pulso de su existencia. Pero el documental se adentra en el debate implícito, apelando a las entrevistas desde el primer plano de los testimoniantes. Desde las carrilera de los devotos, la obra documental deja en entre dicho las lagunas de estos interlocutores que siguen con esa fe de cegueras. Siguen obviando la naturaleza y el origen de una religión que debe servir a la humanidad.
La manera –desde la fotografía-, en que resuelve el director este capital asunto parte de la sobriedad de los encuadres. Va enfatizando en primerísimos planos para centrar a los “personajes” en el “verdadero” dialogo de cara al espectador. Obviamente no revelaré los contenidos de estas declaraciones pues son fundamentales en este texto fílmico.
En una segunda idea, Jesús Armesto esboza la línea de lo estético. “La propuesta cinematográfica está basada en un desarrollo poético compuesto por paisajes sonoros y visuales, que no huyen de la crítica social ni de la observación «contemplativa» de personas, acciones y espacios”.
En este apartado el filme: ¿A dónde miran las estatuas? brota toda una dimensión en la que es muy importante profundizar. Cuando expresa la idea de “paisajes sonoros”, realmente lo es todo.
En un primer nivel del discurso está la voz en off del equipo de realización, que como “sombras” cuestionan ciertos y determinados preceptos de estas festividades. La dosis es la adecuada, se marcan trazos de palabras –a veces fantasmagóricas-, para subvertir y aleccionar al espectador sobre las ideas que está defendiendo este filme. Pero este paisaje sonoro no solo son las voces de los creativos. Son también los transeúntes presentados desde el silencio, o los que hacen esas reflexiones ante la cámara. También son los personajes claves de esta puesta cinematográfica, “ubicados” para subvertir y polemizar ante un juego de preguntas-respuestas. Son esos “actores” que remueven algunas ideas dentro de las muchas que entroncan en este andamio social.
Claramente estos paisajes sonoros no son nada sin su contraparte visual. La conjugación de estas dos icónicas herramientas del audiovisual son el cerco estético de un filme hecho –por sobre todas las cosas-, para hacernos meditar ante un capítulo de la historia de España, que sigue literalmente aferrada en el tiempo.
Vale la pena significar los tipos de paisajes visuales que nos muestra esta obra. Son oportunos recursos para la defensa de la tesis y punto de vista. En esta simbiosis de planos y encuadres no solo destacan los diversos procesos de preparación de las festividades, que han sido utilizados en otros documentales de este tema. Se atisba con clara intención los iconos que son propios de estos “ruedos religiosos”. La manera en que están compuestos dentro del filme en franco y abierto contrapunteo con los ya mencionados “paisajes sonoros”, son –sin dudas- uno de los grandes aciertos de este documental. Las cuotas son mesuradas, los excesos en este tipo de filmes saturan y alejan al espectador de la intencionalidad reflexiva del autor. El realizador está acompañado por un equipo creativo, comprometido y emparentado con la puesta para la cual han sido convocados y esto es esencial para reverdecer el resultado en pantalla.
El ejercicio que hace la cámara ante la tarea dejada es indagatorio, sin embargo apunta su lente desde el detalle, desde los primeros planos. Son encuadres cautivadores edificados desde una sobria “escritura”. Sin dudas para no distorsionar la lógica mirada del autor. Esos planos tomados desde lo “contemplativos”, son en verdad las pautas semióticas para resolver y dar las respuestas, sacadas de ese escenario social del que hacía alusión en una parte inicial de este texto.
En la continuidad de este Tratamiento, Armesto plantea dos ideas separadas-, que están muy relacionadas- y prefiero editarlas como un todo: “Esta pieza es un largometraje que habita entre los ojos de madera de las estatuas de Jesús de Nazaret, y los ojos humanos que los contemplan. Miles de personas acuden cada año a la cita con estas estatuas de madera, que sorprendentemente para muchos, e ineludiblemente para otros, levantan pasiones que atraviesan todos los sentidos, incluso el de la lógica”.
Aquí el realizador confirma una tesis que tiene mucho peso en el documental. Está dilucidando –por una parte- la materialidad del objeto venerado -en este caso- “Jesús de Nazaret”. Por la otra, nos adentra en el mundo subjetivo de la apoteosis de los creyentes ante un objeto construido por el propio hombre. En este trazo argumental confronta estas dos vertientes utilizando una gama de recursos y personajes “traídos para la ocasión”. Sin dudas “el capitán de este barco” se cuestiona ese sesgo de religiosidad, apertrechando su palabra con todas las respuestas posibles.
La multiplicidad de ideas creativas empastadas en el filme, lejos de descalificarle lo engrandece. Intuyo que el realizador sabe que este asunto es polémico y escurridizo. Toca por tanto “tirar” de todas las apuestas posibles para salir airoso de este debate.
Desde mi perspectiva lo logra con creces. La singularidad de las escenas parte de los testimonios y las argumentaciones de “todas las partes y fuentes posibles”, en la que el creador también toma partido. En la historia del cine documental y en los preceptos que le caracterizan, están bien legitimados e identificados como parte de un discurso y una estructura narrativa circular.
En este apartado hay un claro cuestionamiento en tono de pregunta, ante un proceso de siglos que la “modernidad” o la contemporaneidad no ha diluido. Se mantiene con la misma fuerza para los que creen en estas festividades, aunque en España hay una visión descafeinada de esta herencia, sobre todo en los jóvenes. Sin embargo las instituciones religiosas se aferran a defender la fuerza de “su iglesia” con datos irreales y sacados de contexto.
El hecho de que la cámara se adentre en la etapa de creación de estas estatuas de madera. O en como son construidas y “amoldadas” es una idea inteligente. Estamos asistiendo a dos escenas contrapuestas: “el mundo de la realidad y el de la subjetividad”. El filme confronta esa parte idílica, venerada, de masas, que ha sido estudiada por la sociología contemporánea, con los antecedentes de una fiesta que se repite cada año como un ritual revisable.
Jesús Armesto no se queda quieto. No se conforma con desdibujar la “tradición” con la realidad que es la materia prima de este género. Pone en posiciones encontradas ciertos tópicos que persisten en toda la gama que caracteriza estas recurrentes festividades. En el texto al que hago alusión su autor lo expresa de esta manera: “Paradojas y más paradojas. Dolor versus Amor. Sencillez versus opulencia. Luz versus sombra. Razón versus sentidos. Leyenda versus verdad”.
Al final quedan tan solo dos párrafos para completar los personales apuntes de este realizador que una vez más me permito editar como un todo. “En la semana santa, los ojos de Jesús de Nazaret son de madera y hablan de dolor. Mas, miles de personas lo claman y lo lloran, y lo estampan contra sus pechos. Las estatuas visten doradas, brillantes, en pasos caros, y lloran lágrimas de cristal tallado con brillantes. Mientras tanto, los comedores sociales y los refugios nocturnos están repletos de personas necesitadas. Algunas decenas de voluntarios, religiosos y laicos, alargan sus manos de carne y hueso, entregando su Amor”.
Esta idea es vital. Quizás por mí condición de hombre ateo y mi visión del papel de la iglesia en la sociedad me resulta significativa dentro del conglomerado de apuntes que nos deja este documental.
El filme en este trazo de “preguntas” no tiene desperdicio. Nuevamente el director de esta puesta cinematográfica se “quita la camisa” –yo lo haría también-, para arremeter contra ciertos preceptos y dogmas que sobreviven en las instituciones religiosas y en sus líderes. Que “transitan” alejados de la realidad económica, social y cultural de estos tiempos.
La cámara vuelve a ocupar ese rol predominante que le caracteriza. Congela en planos distantes pero reveladores, los mundos sombríos y marginales de la España del siglo XXI. Ese “descubrir” de esta obra documental no es gratuito. Pone ante nuestros ojos y nuestros sentidos las preguntas esenciales de la labor que debería hacer la iglesia y sin embargo, persiste alejada de su responsabilidad –según sus propios “manuales”-, haciendo labor proselitista desde un discurso anquilosado y antiguo. Son una elite edulcorada, frívola y “venerada” con adornos.
El filme arremete contra la opulencia y el derroche de una institución que debería –desde mi punto de vista- hacer un giro de 360 grados para estar a tono con el entramado social que ellos vocean representar.
En este contrapunteo de la cámara se toma nota de un plano superior. De los iconos que son excesos y derroches de una tradición que debería acompañar al hombre y a la mujer. A los humildes y desposeídos de esta tierra y que Armesto no los presenta sin tapujos, sin vestiduras audiovisuales. Los exhibe sin los recursos trucados de este arte glorioso e impostergable.
Vuelven la entrevista utilizada en pequeñas dosis para completar ese techo de ideas y críticas que legítimamente le son dadas al género y que el autor de este filme hace suyos.
Sus apuntes cierran otro estado de cosas. Nos anticipa otro surco en su filme que no es nada despreciable dada la complejidad y persistencia del tema. El creador deja claro su idea sobre las mezcolanzas tejidas en estas fiestas: “Pero la semana santa, es también Belleza. Tanta, que roza lo sobrenatural. La armonía entre arte, azahar, luna, llanto, saeta, luz, música, infancia,…, es irresistible. Perseguimos a la Belleza, nos embriaga, nos confunde con su efímero rastro de felicidad, nos cambia ese instante de vida, transformándolo en algo sublime, eterno. Lo que empezó con una mirada de madera, es ahora una sensación inexplicable. Y no hay ser humano al que no le guste sentir, Sentir, SENTIR”.
Al final de estas notas clarifica lo esencial de su trazado cinematográfico. “Toda una gran metáfora del Hombre y su condición, con su humanidad y sus contradicciones, se exhiben a lo largo de una semana que llaman santa: ¿a dónde miran las estatuas?”
Debo enfatizar en la idea de lo que puede “representar” el icono de Jesús de Nazaret. Es claro el consenso entre los semióticos que un signo es algo que representa. Así, lo que el signo logra es volver a hacer presente algo a alguien. A darle carácter de “contemporaneidad” a un recurso pretérito que cierto sector predominante utiliza para sus fines ideológicos. El ser humano necesita de respuestas terrenales, de soluciones más cercanas a su entorno para no caer en la “tentación” de construirse falsas imágenes o referentes distantes.
Es el hombre –en este filme-, el eje de la mirada de su realizador. Es la necesidad de revisar nuestra responsabilidad ante la humanidad de la que formamos parte. Las reflexiones, las críticas o las preguntas “dejadas”, forman parte de la intención del autor para sacudir nuestros anquilosados comportamientos. Las medulares esencias que deben caracterizar el comportamiento de los hombres y las mujeres en nuestros actos y rutas, están claramente expresados en cada una de “las partes” de esta pieza cinematográfica.
En el documental ¿A dónde miran las estatuas?, circulan –desde muchas envolturas- toda una suma de valores que son necesarios poner en la antesala de nuestras vidas. La vigencia de esta idea tiene que ver con esa verdad preocupante que aflora hoy en medio de una crisis que no solo es económica.
El miedo y el corrosivo individualismo. La “necesidad” de apertrecharnos de iconos que son impuestos por los círculos de poder. La jerarquización de la solidaridad como el “gran pasto” de nuestras vidas ante la opulencia y el derroche de unos pocos. Son algunos de los subtemas que completan la órbita de esta obra –reitero-, de Autor.
La manera en cómo ha sido construida. La singularidad de su estructura narrativa. El tratamiento fotográfico y de puesta en escena. O las entrevistas calibradas como parte de un puzzle de muchas notas, son algunos de los aciertos de este documental que requiere una mirada sobria y desprejuiciada. Sobre todo paras los que defienden y legitiman esa arraigada festividad, ajena a los orígenes y a los pilares de preceptos milenarios del cristianismo, que han sido reinterpretados –en todas su historia- de manera altiva y delirante.
Jesús Armesto y su equipo de realización nos dejan con una obra que ha de ser visionada en todos los escenarios posibles. Su visionaje traerá airadas polémicas, necesarias para vernos todos en medio de ese tropel de verdades ocultas.
Ante el vacío, la respuesta inteligente, agudo y sin cortapisas. Si la obra está construida desde las raíces de arte, el resultado será oportunamente demoledor. Eso creo.
Ficha técnica
Formato: HD
Duración: 55’
Año de Producción: 2011
Rodado en: Andalucía y Cataluña
Producción: Almutafilm S.L. y Mecenazgo popular en Verkami
Guión, Dirección, Montaje y Música Original: Jesús Armesto
J. Producción Andalucía: Enrique Martínez
J. Producción Cataluña: Sonia Rotger
Sonido Directo: Gina Merson, Enrique Martínez, J. Armesto
Sonorización: Francesc Sitges-Sardá
Colorimetría: Adrià Cillero
Voces en Off: Laura Bartolomé, Sonia Rotger, Lidia Lozano y Jesús Armesto
Con la Participación especial de: Paco Salas (Escultor) y Miguel Aguilar (Músico)
Hoy es un día hermoso para los cubanos, hoy es un día grande para los que amamos la paz y la solidaridad entre los hombres y mujeres de este mundo.
Cuba ha enfrentado varias guerras que han pretendido doblegarnos y hemos sabido conquistar la paz, la soberanía y la dignidad desde los principios.
Contra la prepotencia de un imperio que se cree dueño absoluto de esta tierra, Cuba ha sabido derrotarla con la unidad de los cubanos.
Hoy es un día hermoso, pues nuestro Fidel cumple 85 años, años de dura batalla, de audacia, de inteligencia contra la prepotencia de un imperio, sus aliados y los mercenarios que solo saben de dinero, que solo saben de monedas.
Cuba es una tierra de amor, de paz y de cultural. Ha sabido crecer y seguirá creciendo con la fuerza que nos da el Amor, la Paz y Fidel.
Las palabras se deshacen ante el reiterado intento de armar los sueños para todos. La verdad no está escrita en ninguna parte, se teje con los hilos del tiempo sin previo aviso. Ausentes de carreteras por donde transitar para esculpir el lecho de la vida.
Mientras esta aventura toma su cauce, he preferido andar por donde están los que aman el silencio de la noche y los que fundan para todos y no para el otro. La vida es un poquito de nada, un tropel de años, de historias y memorias repetidas. Al final nos vamos vacios de todo. En esa cabalgata, nos quedamos desnudos hacia algún lugar que en verdad no importa.
Ahora estamos aquí, todos, reunidos en un espacio pequeño, en una casa de mares, de torrentes y aguaceros. Estamos anclados ante una tierra tullida que nos pide a gritos compartir los abrazos. Pernoctamos en este minúsculo lugar, los que fundan y los que matan. Los que desamarran su ingenio para todos y los que guardan la mejor póliza para la ocasión de los aplausos, para firmar el “pacto por la posteridad”.
La tierra gime de dolor, sus faldas se van deshilachando por esa premura que tienen los de siempre. Van hurgando en sus vestiduras para venderla al mejor postor. Le van tomando cada centímetro de espesor sin importarle que la dejaran hueca.
Ahora «toco» un verso tardío para los desahuciados de la vida, para los excluidos de esta página estrecha –la tierra-, que nos exige una respuesta mayor. Recolectar panes y peces no basta. Hacer acto de caridad para contentar las palabras dadas, es engañar la inteligencia de esta tierra que nos ha querido abrazar a todos.
La libertad y la igualdad, se fundan y se forja, “Con todos y para el bien de todos”. No habrá paz de domingos mientras la voluntad de vivir con dignidad de los muchos, esté doblegada por el cinismo de los que sostienen la gran muralla para contener las palabras.
En esta tierra caben todos los abrazos, en este mar se ha de dejar todo nuestro ingenio. Para que toque cada puerto, para que encienda los aguaceros. No los devolverá con esa misma fuerza que nos vislumbra, pues ella ha sabido estar en todas partes.
Mientras redacto estas líneas de soliloquio, escribo versos vestidos de verdad, de ternura. Son estrofas tomadas de la voz de los que deambulan inversos por esta vida. Cada parte ha de ser intensa, real, comprometida. No habitaran los gerundios en sus portales, ni los adjetivos frívolos y mezquinos. Las palabras han de ser llanas, pues la urgencia de la dignidad por la vida, -de muchos- exige luz y silencio. Silvio escribió su canto para todos con Alas de colibrí.
Tema: Ala de colibrí
Autor: Silvio Rodríguez
Hoy me propongo fundar un partido de sueños,
talleres donde reparar alas de colibríes.
Se admiten tarados, enfermos, gordos sin amor,
tullidos, enanos, vampiros y días sin sol.
Hoy voy a patrocinar el candor desahuciado,
esa crítica masa de Dios que no es pos ni moderna.
Se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar,
desaparecidos, deudores del banco mundial.
Por una calle descascarada
por una mano bien apretada.
Hoy voy a hacer asamblea de flores marchitas,
de deshechos de fiesta infantil, de piñatas usadas,
de sombras en pena del reino de lo natural
que otorgan licencia a cualquier artefacto de amar.
El viernes estuve en el -ya familiar- Ateneo Republicano de Vallecas, asentado en la Calle Arroyo del Olivar No 79. Un espacio pequeño que se hace grande cuando pone “ante la luz de todos”, propuestas culturales de alto vuelo que desdoblan en cultura, en canción, en ideas y compromisos.
Este es el espacio para hacer un mundo mejor. Esta es la casa de hombres y mujeres de estos tiempos. Hombres y mujeres comprometidos con la verdad, con la justicia. Es el escenario para la apremiante respuesta -de todos- ante los tiempos difíciles que se nos avecinan. La dignidad humana está a examen y urge la voluntad de los que quieren alimentarla con valores.
Gabriel Ortega y Salvador Amor –los cabezones de “Rojo Cancionero y Banderas Rotas”, fueron más que poetas. El escenario se quedó corto, las ganas de “regalar” palabras, sueños, preguntas y metáforas se salieron de aquel diminuto proscenio para electrizar a los cómplices de esa noche. Era un espacio permeado, no con verborrea vacía de fraseología sabor rancio y perfume glamoroso. El trazo de estos sustantivos cantores va más allá del arte banal que solo el cantautor sabe dar.
Hablo de un canto comprometido. Subrayo –en todo caso- las líneas de una trova urgente. De un arte que persiste estar y es definitivamente necesario para construir un pensamiento agudo. Ante tanta docilidad y mediocridad construida, la trova “esa señora que alarga los brazos para enmendar lo feo”, es vital pues transforma a los “los tercos”.
La verdadera conjugación de estos cantautores -que saben de poesía-, es la capacidad de asumir el precio de irritar a sus dianas, -aún estando ausentes- con textos certeros de apertrechadas comparaciones, símbolos y palabras construidas para la ocasión.
Los «honorables» bancos, los políticos corruptos «nacidos» en botellas descorchadas o las trampas del sistema capitalista, -que hace culto a una democracia que transita remendada-, son algunos de los «tiros» que dejaron esa noche, cargada por la vocación de un público deseoso de oír más.
No faltó en esa explicita velada de fugas y encuentros de claras complicidades, el merecido homenaje a nuestro Che Guevara, que no ha dejado de estar entre nosotros. Su sabia y su fuerza encumbran las calles y las vueltas de varias generaciones, en medio de una marea de indignados que reivindican, que «otro mundo es posible».
Las palabras, los poemas y las trovadas vertidas en tan poco espacio, andan por las calles, por los barrios, tras los puentes. Tocan puertas, ventanas o cerrojos para hacerse útiles y necesarios. No son papeles de imprenta “curtidos” para vender ilusiones a los que sueñan con vitrinas. El arte de estos sabios artistas no se presenta con mentiras para llenar las arcas del invierno.
Hay que acompañar a estos cantores genios en cada escenario donde se presenten, pues nos dejan apertrechados de poesía y verdad. Debemos compartir con ellos sus preguntas y sus respuestas claras. El verbo inteligente tejido de arte meridiano nació otra vez -esa noche-, tras los aciertos de una música que cuando se multiplica se convierte en «Voces de todos».
Sirva esta crónica como portada para “inaugurar” un ciclo de entrevistas con cantautores españoles que andan cultivando canciones y poemas. Para hacer de nuestras vidas un mundo donde las preguntas han de tener respuestas. Sea “Dialogar Trovando” la letra y la voz de estos hacedores del arte.
Un titán de pelotas y volantas surcó las frases del ingenio infantil a velocidades de nevadas. Destrabó hélices, acopio versos, recogió muñecos para el rincón de los sin nada.
Tenía soles en sus bolsillos y mantas en sus palabras. Su travesía de cada día, era recogerlo todo desde esa puerta para llegar al lugar donde todo se acaba. Era su pretexto para volver a empezar con la misma luz que le abrigó la sabia.
Un mensaje de amor, un poema sin trampas, un estuche de colores y una ventana donde encender el mito de las palabras. Frases tejidas de nubes, adjetivos para el aliento y un desván de preguntas para las sin respuesta de cada mañana. Esas que transitaron la noche abultando interrogaciones para el fin de semana.
Sus caóticos aplausos de versos y bardas despejaban la suerte y el intelecto de los sin palabras. Llevaba en su bolsillo derecho un cuento tejido, en el otro una verdad destronada, que nació disfrazada de intentos para el empeño de los que saben abrir la voz, en esa otra ventana.
No se esconda de la caracola, no le huya a sus palabras. Sepa usted apreciar lo bello que tienen sus mantas. Un aliño de luz, una mueca cerrada, un detalle sereno, un beso para su coraza. Usted será el intento para saber donde es que falta.
En la historia de la Revolución Cubana, han sido ejecutados centenares de actos terroristas por grupos contrarrevolucionarios que bajo el apoyo logístico y financiero de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), han pretendido desestabilizar la obra social, política y cultural, liderada por el Comandante Fidel Castro.
En esta meditación en torno al ejercicio del terror, un terrorífico hecho estremeció la vida de millones de cubanos: La voladura de un avión comercial de la línea Cubana de Aviación con 73 personas bordo, caído frente a las costas de Barbados en octubre de 1976, -entre los pasajeros-, el equipo juvenil de esgrima de la Isla que regresaba victorioso, luego de una brillante actuación en Caracas. La nación cubana, se vestía de dolor ante un acto bárbaro y criminal. Se inició un acelerado proceso de investigación que identificó a los responsables: la Agencia Central de Inteligencia (CIA), con la autoría y ejecutoria de cuatro de sus “alumnos más aventajados”, los terroristas cubanos Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, con la complicidad de los venezolanos Freddy Lugo y Hernán Ricardo, todos bajo el cobijo de la embajada del gobierno de los Estados Unidos en Caracas.
De estos cuatro asesinos a sueldo se impone algunos apuntes sobre Posada Carriles. Nació el 15 de febrero de 1928, en la ciudad de Cienfuegos. En 1954, se traslada a La Habana y establece relaciones con políticos afines al dictador Fulgencio Batista, es colaborador secreto de la policía de la dictadura batistiana. En 1959, se vincula a grupos contrarrevolucionarios que protagonizan diversos sabotajes en la Isla. Bajo el pretexto de ser un perseguido político, se asila en la embajada de Argentina y sale del país. En el año 1961, ingresa en la CIA para formar parte de los mercenarios que incursionaron en Playa de Girón, invasión desarticulada en 72 horas en la que Posada Carriles no llegó a participar.
Conocida es su labor como asesor y torturador de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) de Venezuela, reprimiendo a los movimientos progresistas venezolanos, bajo el seudónimo de: «Comisario Basilio». Bajo el manto de la “Operación Cóndor” -patrocinada la CIA-, extendió sus servicios a las dictaduras latinoamericanas de Argentina, Chile, El Salvador, Guatemala.
La colocación de artefactos explosivos en oficinas diplomáticas cubanas en América Latina, así como de la Embajada de Cuba en Portugal, o el asesinato de Orlando Letelier, quien fuera embajador del presidente Salvador Allende en los Estados Unidos, en este magnicidio también murió su secretaria Ronni Moffit.
En la base aérea de Ilopango, organizó los suministros a la contrarrevolución nicaragüense e integró la red de tráfico de armas coordinada por el ex teniente coronel del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, Oliver North, quien era el asesor para la seguridad del entonces presidente Ronald Reagan, hecho conocido como: el escándalo Irán-Contra o Irangate.
El grupo armado de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) radicado en Miami, autodenominado: Frente Nacional Cubano, -bajo la coordinación de Posada Carriles-, se dedicó a reclutar mercenarios centroamericanos para ejecutar atentados terroristas contra diversos objetivos en Cuba, especialmente en el sector turístico. En esta nueva escalada de terror, desarrollada en La Habana muere el ciudadano italiano Fabio Di Celmo, acto ejecutado por el mercenario salvadoreño Ernesto Cruz León.
En su abultada labor criminal, se incluye varios planes para atentar contra el presidente Fidel Castro en naciones como Colombia y Panamá, en este último país, aprovechó el escenario de la X Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, donde pretendía poner bombas en el Paraninfo de la Universidad Nacional, y en el que podrían haber muerto más de dos mil estudiantes invitados al encuentro. Este acto criminal fue neutralizado, Posada Carriles y los tres terroristas que le acompañaban, fueron apresados de inmediato. Tras una breve estancia en cárceles panameñas, -en el 2004- la presidenta de aquel entonces, -Mireya Moscoso-, le concede un indulto y son liberados.
A día de hoy Posada Carriles reside en Miami, bajo un dilatado y amañado juicio, cuya causa nada tiene que ver con su historial criminal. El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, le ha solicitado al gobierno de los Estados Unidos la extradición por sus actos criminales organizados en territorio venezolano, negadas en reiteradas ocasiones.
Los hilos que unen al cine documental con la historia son pasto de permanente reconocimiento. Dos sustantivos argumentos abrigan esta inequívoca relación: la objetividad de la obra y la veracidad de los hechos que el género asume como “propios”. Partiendo de esta premisa ¿Bajo que presupuestos estéticos y de realización documental se ha “fotografiado” al terrorista Luis Posada Carriles? Para este análisis, tomo nota del trabajo del venezolano Ángel Palacios autor del filme; Posada Carriles: terrorismo Made in USA (2007).
La dramaturgia molar de esta obra fílmica es de vestidura versátil; tienen la virtud de aportarnos datos, vivencias, testimonios y conjugaciones icónicas que descansan, en todo su recorrido desde la puerta de los argumentos.
Recuerdo hace muchos años, cuando estudiaba el bachillerato, que el profesor de Historia nos había presentado una pieza fílmica que forma parte de los clásicos del cine documental y que construye de manera orgánica el proceso de ideologización de la Alemania nazi y el papel protagónico de Adolf Hitller y sus más cercanos colaboradores, me refiero al documental El fascismo corriente, del realizador soviético Mijail Room. Esta pieza simboliza el concepto del filme como documento histórico, no solo porque sus ciento treinta y ocho minutos transcurren por un abundante material de archivo, sino por el hecho -para mí el más relevante- de “construir una realidad” que forma parte del pasado y nos acerca a un “presente manifiesto”.
Robert Rosenstone destapa una singular idea en su libro: El pasado en imágenes, donde subraya, “las películas no muestran el pasado tal como fue. Lo que muestra la pantalla es solo una aproximación que apunta hacia los acontecimientos; pero no los describe. Por eso hay que conocer los códigos que la inventiva emplea en el cine para resumir muchos datos y relaciones enormemente complejas. La narración cinematográfica emplea imágenes que son –a un tiempo- inventadas y verídicas. Inventadas por que trasmiten un significado global que se puede verificar, documentar y argumentar de manera razonable. La comprobación de la veracidad tiene la misma exigencia que cualquier relato histórico escrito”.
El cine ha de ser una herramienta –como otras tantas- que permita contrastar la información obtenida mediante una suma de documentos. Cuantas más diversas fuentes se utilicen, mejor será el conocimiento del hecho histórico que se estudie, y mayor legitimidad argumental tomará su vertical cuerpo.
El terrorismo como temática, ha contado con los apuntes cinematográficos del cine documental, que constituyen esa suma de documentos de la que hacía mención en el anterior párrafo. La reconstrucción de los hechos amparados en múltiples recursos que son propios del género: los testimonios de víctimas y personas vinculadas al tema, la foto fija, que busca congelar la realidad ajena a los recursos tergiversadores de las nuevas tecnologías, sin que esta deferencia signifique desconocer los valores artísticos y expresivos de los nuevos modos de realización.
Las oportunas incorporaciones de imágenes de archivo, la voz en off que jerarquiza las esencias de la obra y el punto de vista del autor, son constantes de este trabajo documental y de esa clara pretensión de denunciar o dar a la luz un hecho, que por su abominable naturaleza, es pretexto de inspiración cinematográfica para un documento fílmico. Este prisma está presente en el trabajo del realizador Palacios, conjugando rigor y fuerza creativa para tocar al espectador ante los hechos, ante la realidad pasada, construida en un presente fílmico.
El realizador hurga en los pormenores de su personaje, legitimado por un exhaustivo trabajo de investigación. Visionar el documental, aún desconociendo poco o nada del tema, se ve compensado por la trayectoria construida en cada eje de investigación. Este apéndice temático, cabe con total legitimidad en esta obra fílmica. Los apellidos de este criminal asalariado que presume de defender la libertad y la democracia en Cuba, no está reflejado con exactitud periodística en el escenario global de los grandes medios de comunicación, por esa práctica de censurar el historial criminal de la CIA y sus más fervientes colaboradores. Seguramente esa fue la premisa y pretexto del realizador y su equipo, que despliega una orgánica cronología de uno de los terroristas -convicto y confeso-, más deplorables de la sociedad contemporánea.
Introducir esta obra con una narración en tono de noticia, secundada por música de clima duro y acompasado, constituye el principal vértice de una puesta medular que acierta en avisparnos ante la práctica de banalidades propias de las parrillas de programación televisiva. Para Documentos TV, -programa de la televisión pública de España, este documental es una excelente oportunidad de aportar conocimiento que entronca con su declarada intención: “Documentos TV nacía con vocación de ir más allá de la simple actualidad, de analizar la realidad con un tratamiento serio y riguroso, trascendiendo de los hechos tal y como parecen para buscar ese trasfondo que, muy a menudo, permanece oculto. Y todo esto a través de documentales sobre hechos reales de carácter monográfico y con una gran calidad”.
Como parada final para este texto cabe la reflexión de Bill Nichols en su antológico libro La representación de la realidad, cuando afirma: “Lo que el documentalista no puede controlar plenamente es su tema básico: la historia. Los verdaderos actores de esta pieza son los hechos, que esperan por un final”.