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José Martí inicia sus “Escenas norteamericanas”

Foto de una calle de New York tomada en el año 1881. Autor desconocido Fuente: Mail Online

Por Pedro Pablo Rodríguez

El 5 de septiembre de 1881 el diario caraqueño La Opinión Nacional publicó un largo escrito titulado “Carta de Nueva York”, y dejaba en suspenso quién era el autor, oculto bajo la firma de “M. de: Z.”, nunca antes aparecida en esa publicación. Debajo del título se añadía “(De nuestro corresponsal)”, con lo cual se aclaraba que el redactor residía en la gran urbe estadounidense, identificada al inicio antes de señalar la fecha del 20 de agosto de aquel año. No fue hasta cuatro meses después, el 24 de diciembre, que la crónica de tal día, la décimo quinta que se publicaría en ese periódico el 7 de enero de 1882, estaba rubricada con el nombre de José Martí.

No sabemos el porqué del camuflaje del autor por tanto tiempo. ¿Estaría Martí preocupado porque su nombre podía desagradar al presidente Antonio Guzmán Blanco, quien había decretado en el mes de julio su salida inmediata de Venezuela? ¿O el receloso era Fausto Teodoro de Aldrey, el español que hizo carrera en el periodismo venezolano, propietario y director el diario? Lo que sí puede afirmarse es que aquellas extensas crónicas acerca de la vida estadounidense atrajeron de inmediato la atención de los lectores, como lo indicó más de un testimoniante.

En esos textos, el Maestro estudia y analiza la sociedad estadounidense en sus numerosas aristas e individualidades y al mismo tiempo pone de manifiesto su maduración literaria que lo convirtió en uno de los iniciadores de lo que después se llamaría el modernismo hispanoamericano. La riqueza expresiva, el peso de la imagen no solo descriptiva sino como base de su razonar, su sorprendente y abundante creatividad con la lengua española mediante centenares de neologismos, la capacidad de interrelacionar el discurso analítico con la descripción de sugerente exactitud, el balance entre la información de actualidad, la narración de sucesos y procesos sociales, el eficaz uso del diálogo son elementos que hacen de su original ejercicio del llamado periodismo moderno —justamente en la época en que nacía el diarismo de grandes tiradas y se aspiraba a que este abarcara a amplias capas sociales— un notable y singular ejemplo de unidad entre periodismo y literatura.

Esos rasgos que caracterizan desde esos inicios en La Opinión Nacional a las “Escenas norteamericanas” explican el tremendo alcance de esos textos en el mundo hispanoparlante y que su escritor haya sido ampliamente leído, admirado y continuado, aún en nuestra época cuando una elevado cantidad de los asuntos tratado en las dichas “Escenas” ya no son realidad existente y han cobrado valor en el plano histórico mientras han caducado respecto a su alance informativo de actualidad. Sin embargo, cuánto nos ayudan esas “Escenas” martianas para comprender a los Estados Unidos, sus costumbres, su psicología social, su personalidad colectiva hasta nuestros días.

Esos escritos de 1881 y 1882 se mueven durante los primeros meses en dos grandes temas íntimamente ligados: la muerte del presidente James A. Garfield y el largo proceso judicial de su asesino Charles J, Guiteau. Más también se refiere Martí a las luchas entre los poderes del estado, los festejos de fin de año y las fiestas pascuales, las muertes de dos escritores para él imprescindibles como Emerson y Longfellow, además del centenario de la batalla de Yorktown que dio la independencia a las Trece colonias de la América del Norte. Y no deja de hablar de desastres como el desbordamiento del río Mississippi, la temporada invernal, las competencias de caminadores, las luchas políticas, la visita del escritor inglés Oscar Wilde, un encuentro de boxeo por un premio, el rechazo a la inmigración china, huelgas obreras, mujeres sufragistas, y de personalidades como el industrial y reformador social Peter Cooper, el orador negro Henry Garnet y la cantante Adelina Patti.

Eso temas indican la anchura de la observación martiana sobre Estados Unidos y el proceso de su visión crítica acerca de ese país, que se ahondaría cada vez más a partir de 1884, cuando había abandona la colaboración con La Opinión Nacional y escribía para diarios de Buenos Aires y de México.

Tomado de: Cubarte

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Después de Kabul: ¿seguir muriendo por los EE.UU.?

Tropas estadounidenses de vuelta a casa Foto AA

Por Manolo Monereo

Las derrotas son propicias para la autocrítica y, a veces, hasta para decir la verdad. Porque se trata de eso, de una derrota de EEUU y de la OTAN de grandes proporciones. Hablar de Occidente me parece excesivo. Es el juego dominante de un gobierno norteamericano que quiere representar al conjunto de ese mundo complejo y plural que hemos venido llamando Occidente. Hay dos discursos que se solapan. El primero, masivo, viene a decir que el gobierno afgano derrotado era una democracia razonable, imperfecta pero que defendía los derechos humanos y, especialmente, el de las mujeres. Esto se repite una y mil veces en lo que es una lucha por el relato que pretende ocultar la naturaleza de la derrota y criminalizar aún más a los vencedores. El segundo se abre paso entre la desmoralización, la rabia contenida y la inmensa humillación que sienten los que han defendido, una y otra vez, las intervenciones militares de EEUU y que ha hecho del llamado vínculo atlántico -es decir, de la OTAN- el eje de la política de la Unión Europea y de España.

Ha sorprendido mucho las declaraciones del secretario general de la OTAN, Jens Stoltennberg, en las que ha afirmado, sin inmutarse, que “la misión era proteger a EEUU, no a Afganistán”. No es nada nuevo. El 16 de agosto de este año Biden afirmó que “nuestra misión en Afganistán nunca tuvo como objetivo construir una nación. Nunca apuntó a crear una democracia unificada y centralizada”. Obviamente se trata de una justificación a posteriori y una mentira consciente que quiere minorar daños. EEUU ha estado 20 años combatiendo en Afganistán, ha gastado en torno a 2’4 billones de dólares, han muerto 2.448 militares y 4.000 contratistas con más de 20 mil heridos. Ni que decir tiene que los costes humanos para el pueblo afgano han sido inmensos; como siempre, mal contados y rondando cifras, siempre opinables, de más de 240 mil muertos y heridos. En Afganistán ha fracasado un experimento militar y político minuciosamente diseñado y ferreamente ejecutado.

Antes indiqué que había un discurso duro, amargo, que se atrevía a decir cosas que, en otros tiempos y contextos, resultarían sorprendentes. Llama mucho la atención el artículo de Lluís Bassets en El País del pasado 22 de agosto; este periodista, subdirector del medio, hace cinco afirmaciones que merecen la pena destacar. La primera es que “Los talibanes tenían razón. Ashrf Ghani presidía un régimen títere, organizado y dirigido por los extranjeros occidentales”. La segunda, “En Afganistán ha fracasado el intento occidental -y especialmente de EEUU- de modelar el mundo a su imagen después de la victoria en la Guerra Fría”. Tercera, “La respuesta a la solidaridad europea ha sido la marginación y la unilateralidad en la toma de decisiones, convirtiendo el lema de ‘juntos dentro y juntos fuera’ en un chiste de mal gusto”. La cuarta, “La caída de Kabul es un momento culminante del desalojo occidental del continente y la inauguración de un orden regional organizado por los propios asiáticos”. La quinta y última es una destacada conclusión, “Las estampas del descalabro están ahí, significan lo que significan: la ignominia inevitable de una derrota. No hay derrotas buenas. Ni guerras que acaban ordenadamente. Tampoco hay victorias en las guerras de ahora, que son asimétricas. Ni guerras buenas y justas, como pretendía ser la que Washington declaró y organizó en Afganistán”.

El cuadro es veraz y las conclusiones obligarían a una redefinición radical de las políticas que ha venido defendiendo España en la UE y en la OTAN. No será así. Lo primero que hay que subrayar es que se está siguiendo la hoja de ruta diseñada en el acuerdo de Doha firmado en febrero del año pasado entre el gobierno de Donald Trump y los talibanes donde se fijaba el mes de mayo de este año como fecha de la salida de las fuerzas armadas norteamericanas. Hay que decir que, desde ese momento, al menos, hay relaciones fluidas entre la insurgencia afgana y el gobierno norteamericano. La imagen que querían evitar, tanto Trump como Biden, era la “fuga de Saigón” símbolo caótico y señal inequívoca de la derrota en  Vietnam. Al final no ha sido así. La razón última: la situación real de las estructuras gubernamentales, del ejército y de las fuerzas de seguridad era mucho peor de lo reconocido; que el arraigo y el dispositivo estratégico de los talibanes era mucho más fuerte y sofisticado de lo que pensaban las autoridades norteamericanas y de Kabul. Los talibanes han ido avanzando rápidamente, pactando, comprando voluntades y con una determinación que les hacía aparecer ante la población como los claros y nítidos vencedores. Cuando hablaron en Moscú o en Pekín de que controlaban la inmensa mayoría del territorio casi nadie los creyó; se ha demostrado que llevaban razón. La imagen de improvisación, de caos y de derrota perseguirá al gobierno de Biden y marcará, en muchos sentidos, las políticas de la OTAN.

La pregunta sigue siendo pertinente, ¿qué es lo que ha fracasado en Afganistán? Ha fracasado lo que se llamó “Proyecto para un nuevo siglo americano” (PNSA) incubado en el gobierno de Bush padre, organizado e impulsado por las grandes fundaciones conservadoras durante el mandato de Clinton y convertido en estrategia oficial del gobierno de Bush hijo después de los ataques del 11S. Pronto hará 20 años. La figura clave fue Dick Chaney, todopoderoso vicepresidente que impulsó la intervención militar en Oriente Próximo y Medio en un intento de remodelación radical de toda la zona. Los neocons tenían un objetivo preciso: impedir el surgimiento de una potencia o conjunto de potencias que cuestionaran la hegemonía norteamericana; para ello era necesario poner en pie un conjunto de políticas proactivas que lo hicieran viable, usando sin miedo unas FFAA que había que fortalecer y revitalizar. En el centro de este nuevo orden imperial indiscutido e indiscutible, la imposición de la democracia liberal, de las libertades económicas y políticas al modo americano. Afganistán e Irak fueron, insisto, el laboratorio de una gigantesca y dramática experimentación geopolítica.

Al final del mandato de Bush hijo se sabía que, en lo fundamental, dicha estrategia había fracasado. Un autor nada sospechoso como Zbigniew Brzezinski constataba en el 2007 -en un libro que no por casualidad se llamaba La segunda oportunidad: tres presidentes– las enormes dimensiones de la derrota y la urgente necesidad de una rectificación sustancial, poniendo en Obama sus esperanzas. Expectativas frustradas. El nuevo presidente no fue capaz de definir una estrategia más adecuada a los nuevos desafíos y siguió empantanado en todos los conflictos. El asesinato extrajudicial de Osama Bin Laden al modo norteamericano, es decir, televisado en directo para el Presidente y su equipo -entre ellos el vice Biden– violando la soberanía de Pakistan y matando a todos los que se encontraban en el lugar, escenificó la “victoria” y Afganistán fue desapareciendo de la agenda mediática. En 2014 se llegó a la brillante conclusión que la guerra había terminado y que lo tocaba ahora era (re)construir las estructuras estatales, fortaleciendo las fuerzas armadas y reforzando los distintos aparatos de seguridad; precisamente, dicho sea al paso, en el momento en que el movimiento talibán retomaba la iniciativa desde una estrategia que llevaría a la derrota del gobierno títere de Kabul y de la fuerzas de ocupación extranjeras.

Los que hoy critican al “amigo americano”, hacen sesudos análisis sobre las causas de la derrota de la OTAN y se preocupan dramáticamente de los derechos de la mujer ante la barbarie del talibán, son los mismos que defendieron a la civilizada Hilary Clinton frente al autoritario Donal Trump. Pocos quisieron ver que lo que estaba realmente en juego en aquella elección: intervencionismo político-militar humanitario desde la lógica del internacionalismo liberal o repliegue y definición de fase.

Tomado de: El Viejo Topo

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Catarina Vasconcelos: «Lo de Afganistán es un ‘déjà vu’ demoniaco» (+Video)

Catarina Vasconcelos, cineasta portuguesa Foto DAFilms

Por Begoña Piña @begonapina

«Los muertos no saben que están muertos. La muerte es una cuestión para los vivos». Por ello, la cineasta portuguesa Catarina Vasconcelos ha creado con su ópera prima, La metamorfosis de los pájaros, un refugio para sus fantasmas y los recuerdos de su familia, un espacio sorprendente y muy hermoso donde conviven varias generaciones, y desde el que se pregunta por la realidad de las mujeres portuguesa ahora y antes, insiste en la necesidad urgente de conservar la memoria y reivindica una intimidad perdida con la naturaleza.

Premio Zabaltegi-Tabakalera en el Festival de San Sebastián, la película es un diario autobiográfico y familiar escrito con imágenes y voces del pasado —fotografías y grabaciones antiguas—, con cartas y telegramas, recuerdos, bodegones que son un espejo de los que tuvo Vasconcelos en la casa de sus abuelos, de su padre…

Pavos reales, frutas, jacintos, árboles, un naranjo muy especial… la imagen del mar en el que pasó tantos años su abuelo, los retratos de su padre y de sus tíos, de su abuela, de Zulmira, que los cuidaba… van desgranando varias vidas, dejando al descubierto la ausencia del padre, el dolor por la muerte de la abuela y de la madre, la relación a distancia de los amantes…

Una película que culmina con la alegría de la recuperación de la memoria y la conexión con la naturaleza. De todo ello habla Catarina Vasconcelos con Público en esta entrevista.

¿Una película autobiográfica como ésta surge de la necesidad de recuperar la memoria familiar?

De esa necesidad y de la de comprender lo incomprensible, la muerte. Creo que es un trabajo sobre la identidad, sobre quiénes somos. Cuando alguien próximo se muere, también muere una parte de nosotros y de lo que somos. Sí, necesitaba dar sentido a mi propia identidad, además de trabajar con el luto.

A pesar de tener presente a su padre y la figura de su abuelo, ¿no es ésta una historia de mujeres?

Sí, una historia clásica de las mujeres de mi familia, que es como una tragedia griega que ha pasado de generación en generación. Al fin y al cabo, yo soy una mujer. Pero, además, es un intento por comprender no solo todo sobre mi familia, sino también sobre mi país y qué significaba ser mujer en Portugal durante la dictadura, cómo podían reaccionar a su sexualidad, a su día a día…

Las mujeres en esos años en Portugal perdieron sus derechos como en la dictadura en España.

Y hay que preguntarse muchas cosas. A las mujeres se las ha sacado de la historia, en mi país no existe una historia de las mujeres en Portugal. En 1973, un año antes de la Revolución, tres mujeres, a las que se conoce como ‘las tres Marías’, escribieron un libro con el punto de vista de la mujer y terminaron en los tribunales. Si no hubiera llegado la Revolución, hubieran terminado en la cárcel.

¿Ahí se comenzó a hablar de las mujeres o fue más tarde?

No, es ahora cuando se empieza a hablar de las mujeres y se empieza a hacer un trabajo por la justicia social. Creo que el #MeToo está llegando ahora a Portugal y siento que por fin se empieza a hablar de la mujer, de los puestos de poder que debe ocupar… Es muy importante porque Portugal es el país europeo con la brecha salarial más profunda, las mujeres cobran el 23% menos que los hombres. Hay muchísimo que hacer por la justicia social y la igualdad.

Y en el cine, ¿cuál es la situación de la mujer?

La historia del cine de Portugal siempre se ha contado a través de los hombres, ello a pesar de tener cineastas extraordinarias, como Margarida Cordeiro, Teresa Villaverde y muchas otras. Sin el trabajo que han hecho ellas, yo no hubiera hecho nunca esta película.

Al final, ‘La metamorfosis de los pájaros’ es una película sobre la memoria. ¿Por qué siente que es tan importante?

Si no tuviéramos presente la memoria, habría muchas cosas que no podríamos conocer. Por ejemplo, hoy Afganistán ha dado un paso atrás, es como un déjà vu demoniaco. Esto ya ha pasado antes, hace cuarenta años, deberíamos aprovechar la memoria para evitar que sucediera. Sucede igual con la crisis de los refugiados. ¿Por qué estamos todavía hoy hablando de fronteras ilegales cuando Europa ha vivido el Holocausto? Hoy tenemos Internet, mucha información, pero estamos lejísimos de nuestro pasado histórico, y yo creo que debemos permanecer mucho más cerca de nuestra memoria histórica. El problema es el ser humano, que no tiene en cuenta la memoria. A veces parece tan irreal lo lejos que estamos de nuestro pasado. Por eso yo sigo trabajando en la memoria.

¿Su siguiente proyecto también tiene que ver con ello?

Sí, se llama Pintura inacabada, es un título provisional, y habla de la memoria y de la muerte, también otra vez. Me inquieta la relación con la muerte.

¿En qué sentido?

Quiero saber más sobre ella. Ahora es importante sacar adelante la Ley de Eutanasia en Portugal, hay que evitar el sufrimiento. La muerte siempre va a existir, pero evitemos el sufrimiento. Yo tenía once años cuando murió mi madre. No creo en Dios y no quiero hablar con él, pero quiero hablar con la muerte, ese ser misterioso que están en todos nosotros. En países de tradición católica, como Portugal y España, es importante hablar y discutir sobre todo esto.

En las distintas generaciones de su historia hay un punto en común, el dolor por la pérdida de la madre…

…porque es un dolor mayor que cualquier otro. Cuando hablo con mi psicólogo de ello, siento una especie de ansiedad. Es un sentimiento de dolor doble, porque también se muere una parte nuestra. Es un dolor imposible de comandar, siento que esa ausencia existe dentro de mí. La muerte de mi abuela y la muerte prematura de mi madre sirven para ver cómo cada uno trata el luto y la pérdida de modo diferente. Yo puedo hablar de estas cosas con mucha más facilidad que mi padre.

Hay una relación muy estrecha de las mujeres con la naturaleza en su película, ¿cree que es general a todas las mujeres?

Sí, mujer y naturaleza, porque las mujeres cuidamos más a todo lo que nos da vida. La memoria de mi madre y de mi abuela y su relación con la naturaleza me lleva a mejorar mi propia relación con ella.

Usted consigue una relación íntima entre la historia de su familia y el arte…

Es que yo vengo de Bellas Artes, no del cine, y estoy más próxima a esta imaginario de pinturas. Hay muchos bodegones en la película porque son tal cual a las imágenes con las que he crecido. Y hay otra cosa. Los bodegones intentan retratar la realidad tal cual, pero son ficciones, y eso mismo es lo que hago yo en mi película. Todo lo que hay en la película no ocurrió de esa manera, pero podría haber ocurrido así.

Tomado de: Público

Tráiler del filme La metamorfosis de los pájaros (Portugal, 2020) de Catarina Vasconcelos

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Cuando la que mira es una mujer: La reinterpretación simbólica de “las mujeres” en el cine latinoamericano contemporáneo

Fotograma del filme Las buenas hierbas (2010) de María Novaro.

Por Paulina Vázquez @_lina_libertad

Escribir sobre uno mismo, lejos de ser un acto narcisista,

es una actividad normal que, al igual que la ficción,

puede movilizar todas las fuentes del arte.

Y lo que une a la autobiografía escrita (el yo escrito)

y el yo visual (el yo fotográfico, cinematográfico)

es el deseo del trazo, de la inscripción sobre un soporte duradero,

y el deseo de constituir series a lo largo del tiempo.

Tienen en común también el deseo de recuperar

y de construir la mirada sobre uno mismo.

Philippe Lejeune[1]

Dentro del mundo en que vivimos existe una deuda histórica inconmensurable. Una de tantas formas de esa deuda es la invisibilización y tergiversación de aquellos infrahumanos llamados mujeres que se radicaliza según su raza, sexualidad, clase y localización geopolítica. Situémonos pues al inicio de esos cinco siglos de masacres e imposición de penuria que han vivido los países latinoamericanos. No fue lo mismo ser una mujer europea que una mujer del nuevo continente. Fue distinta la realidad que vivió una criolla a la de una mestiza, y menos aún la realidad fue la misma para una mujer sioux que para una mujer maya. Dentro del mismo continente e incluso dentro del mismo territorio, por ejemplo, el entonces llamado Nueva España, ahora México, el “ser mujer”[2] significaba y significa aún distintas cosas según las interseccionalidades que encarnemos, las cuales nos obligan a abrir y dirigir la mirada hacia un horizonte que nos permita re-definirnos desde nuestra propia perspectiva.

Hoy despertamos en un país que nos lee y nos valora dependiendo de qué significamos. Todas y todos somos juzgados bajo la mirada patriarcal que nos ha estigmatizado a lo largo del tiempo. Escribir sobre el otro siempre implica subjetividad y privilegios. La falta de análisis respecto a estos temas ha hecho surgir filmes como Roma (Alfonso Cuarón, 2018) o Chicuarotes (Gael García Bernal, 2019), donde la exotización del otro y su interpretación se plasma por sujetos masculinos que narran una historia pretendiendo ponerse en el lugar del otro, sin comprender lo que ellos mismos son dentro del contexto simbólico. Esto vuelve problemático el resultado fílmico, ya que su lectura general tiende a la romantización de sus personajes y, como consecuencia de sus privilegios, los directores amoldan la dolorosa realidad hasta convertirla en un producto más de consumo estigmatizado.

Sin embargo, dentro de la praxis cinematográfica contemporánea existen creadoras cuyos filmes permiten visibilizar este tipo de especificidades culturales teniendo en cuenta el origen de la mirada. Cuando la que mira es una mujer que conoce quién es y qué ha significado a lo largo de la historia, tiene una especial sensibilidad respecto a su contexto y por ende su interpretación surge a sabiendas de que está siendo vista: se interpreta a sí misma como en el acto de dibujarse mirándose al espejo.

Este análisis versa sobre mujeres que se han hecho cargo de enunciar y transmitir historias con todo el peso histórico y político de lo que son, y sobre cómo sus interpretaciones abren paso a narrativas frescas que permiten deslindarse de los estereotipos de lo femenino que desfilan desde hace tantos años por las salas de cine. Escribo sobre mujeres que entienden e interpretan existencias desde sus subjetividades, lo que significa en su especificidad ser mujer y no lo que otros sujetos, usualmente masculinos, creen que es serlo.

Me ocuparé de filmes que develan la identidad de sus creadoras y sus posicionamientos ante el mundo a través de sus personajes. Estas producciones, que son consumidas en mucho menor escala que películas comerciales dirigidas por sujetos masculinos, son la ventana que abre al mundo paisajes que siempre han estado ahí pero que no se han observado de la misma forma. Ángeles Cruz, María Novaro, Lucía Carreras, Olivia Luengas, Lucía Gajá Ferrer, Marta Hernaiz Pidal, Natalia Beristáin, Luciana Kaplan, Paola Villanueva Bidault, Dominga Sotomayor, Beatriz Seiger, Anahí Berneri y Susanna Lira, son algunas de las muchas creadoras latinoamericanas contemporáneas cuyas piezas cinematográficas permiten construir retóricas a partir de su propia episteme, así como re-configurar las perspectivas narrativas desde una óptica plural. En sus producciones, las mujeres no son personajes simples, ni sus cuerpos son el objeto de castigo y/o vulnerabilidad cliché que vemos desde el cine de terror hasta las sagas de superhéroes, sino que vemos entes complejos que a pesar de vivir desempeñando un rol de género y experimentar sus consecuencias, se muestran como seres humanos singulares propios de su contexto.

Definirnos a nosotras mismas como una clase específica es imposible, además de que asumirlo oblitera todo el espectro potencial de lo que es y puede ser la mujer, o las mujeres. Sin embargo, definirse a una misma a través de sus personajes nos demuestra que el género, como ya es bien sabido, es una construcción histórico-política que si bien surge como una categoría que atribuye un lugar a los cuerpos y como una de las herramientas de la dominación, esta categoría también compone una parte importante de la identidad de un ser humano la cual se enriquece con el pasar de los años, los entornos y las relaciones que entablamos con los otros. Precisamente el mostrar fragmentos de este gran abanico de signos identitarios que han influido en las creadoras, o incluso al mostrarse a ellas mismas a través de sus personajes, puede acercarnos a aquellas vidas que podrían resultarnos ajenas, pero en las cuales nos reflejamos.

Enumerar y desglosar cada uno de los proyectos de estas creadoras, así como de sus trayectorias es menester de un libro completo, o por lo menos un ensayo exhaustivo para cada una. Pero abordar específicamente algunos filmes de un par de creadoras en el desarrollo de este ensayo ayudará a puntualizar sobre el eje que se plantea en primer lugar: qué es eso que sucede cuando la que mira detrás de la cámara es una mujer. Con esto no pretendo generalizar la mirada de las mujeres cineastas de ninguna manera, sino comprender qué factores dentro de esta labor nos posibilitan mirarnos sin estigmas heteropatriarcales. Aunque esta labor podría parecer muy ardua y compleja, debemos creer que es posible pensar en una Latinoamérica que se reconozca en su complejidad, y progresivamente demuestre transformaciones gracias a la praxis anticolonial.

Lo decolonial es una moda, lo poscolonial es un deseo,

lo anticolonial es una lucha cotidiana y permanente.

Silvia Rivera Cusicanqui[3]

Cuando la que mira es una mujer, ¿qué proyecta de sí misma en su ejercicio cinematográfico y qué mensaje llega a aquellas que se identifican con ese género dentro del público?, ¿cómo se conciben las mujeres latinoamericanas? y ¿cómo cambia la concepción de sí mismas al ver personajes reales dentro de las narrativas cercanas a su contexto? Es importante puntualizar y volver a enfatizar que a pesar de que nos identifiquemos con el género femenino, eso no significa que todas seamos y vivamos en igualdad de condiciones. Las interseccionalidades, determinan nuestra manera de vida, conductas y la manera en cómo nos interpreta el mundo. El cuerpo, la raza, la clase e incluso nuestra situación de salud (entre otros factores) nos jerarquizan y estratifican dando como resultado desigualdad en derechos, discriminación y violencia. Este fenómeno se origina desde que se tiene noción de cuáles son órganos genitales que desarrolla un ser humano desde la gestación, lo que les asigna un género. Desde ese momento se dicta en gran medida la vida que “deberán llevar”, así como gran parte de la identidad de género que les corresponderá autopresentar.[4] La representación, en el caso del rol de género femenino, se observa a través de lo que vemos a través del bombardeo de mensajes en las películas, revistas, carteles publicitarios, etc. Estos constituyen un discurso cuyos signos establecen lo que se espera de ellas: cómo tienen que ser sus cuerpos, actitudes, obligaciones, pasatiempos e incluso sus pensamientos. De pies a cabeza se describe quién tienen que ser para encajar en dicho rol. Sin embargo, para las mujeres latinoamericanas que comparten múltiples y distintos fenotipos, generalmente distintos de los europeos, resulta imposible la identificación con estos estándares tanto de belleza, como aspiracionales. Si bien esto provoca en muchas ocasiones una reacción opresiva en la que se busca incansablemente satisfacer al ojo occidental, también ha hecho que surjan propuestas que confrontan los dogmas occidental-coloniales. Nacen de la necesidad de gritar y responder a estos signos impuestos y abren la oportunidad de conciliar y reconocer todo aquello que encarna la existencia verdadera de las mujeres latinoamericanas.

Pensemos ahora en Las buenas hierbas (2010), dirigida por María Novaro. Aquí observamos precisamente cómo la identidad se construye de factores variados como la herencia de creencias, tradiciones y/o costumbres que provienen de un linaje nutrido tanto de experiencias como de contexto histórico. No sólo son las hierbas y las palabras las que guían a una madre y una hija hasta la llegada de la muerte, sino todas aquellas amigas y compañeras que acompañan su andar por el desgastante sendero del Alzheimer. Todos estos signos se conjugan para comprender a sus personajes: nos cuentan quiénes son ellas, mostrando sus fortalezas y virtudes, hasta sus vulnerabilidades y mezquindades. No olvidemos que dentro del filme aparece el fantasma de una niña víctima de feminicidio y su abuela, quien la mantiene viva porque no olvida. ¿Suena conocido? La película no requiere generar un melodrama para comunicar el dolor e impotencia que se siente ante la pérdida e impunidad. Sentimos cada parte del filme porque cuenta lo que muchas personas viven cotidianamente.  En concordancia, las historias de estos personajes evidencian la manera en nos tejemos unas a otras así como nuestras relaciones. Sabemos que estamos observando a mujeres que cumplen con un estamento, viven la maternidad en su muy particular forma y se cuidan unas a otras, volviéndose de esta manera ecos de quienes fueron y de las que ya no están. Al mismo tiempo se apartan de los estigmas de los cuerpos y vidas perfectas, así como de los traumas que por tantos años nos han puesto como “rivales naturales”. Las buenas hierbas, nos exhorta a identificarnos y cuestionarnos libres de prejuicios “[…] quiénes somos, de dónde venimos, qué linajes podemos recuperar, qué historias interceptadas y obliteradas por la Historia podemos saturar con presente y promoverles futuro”.[5]

Fotograma del filme Arcángel (2017( de Ángeles Cruz

Las buenas hierbas.

El linaje, el nacimiento de cada uno definirá

el puesto que ocupará en la sociedad

y también cómo debe comportarse,

pues si quiere tomar posesión de ese puesto

ha de atenerse a las pautas que a él corresponden.

Sus antepasados explican su existencia,

su presencia en la sociedad,

y determinan el lugar que en ella

le corresponde ocupar.

Faustino Menéndez Pidal de Navascués[6]

Queda clara la relevancia de contar nuestras historias desde una perspectiva no falocéntrica,[7] donde a través de los personajes se logre destacar el valor de las mujeres no por su género, preferencias sexuales, raza o clase, sino simplemente por ser seres humanos que sólo por existir son valiosos. Para ejemplificar tales consideraciones abordemos las producciones fílmicas de Ángeles Cruz. Esta creadora oaxaqueña ha demostrado que se pueden generar proyectos potentes e impecables hablando de lo que a ella le atañe, y que así al hablar de especificidades logramos hablar de generalidades. Esta creadora es conocida por sus grandes y sensibles interpretaciones, como por ejemplo Tamara, en Tamara y la Catarina (2016). Sin embargo, también se ha posicionado como una íntegra cineasta con cada uno de sus cortometrajes: La tiricia o Cómo curar la tristeza (2012), La carta (2014) y Arcángel, (2017).

Dentro de sus producciones encontramos personajes en contextos rurales, cuyo estilo de vida sencillo refleja a quienes viven impactados por un pasado y un presente profundamente colonizador y racista. Esto ha situado a muchas comunidades indígenas en una evidente desventaja de derechos, ya que desde la colonización y sus consecuentes procesos de adoctrinamiento se han ejercido una violencia sistemática, rechazo y discriminación; esto a causa de la manera específica de leer los cuerpos que por su no-blancura[8] han sido posicionados en desventaja. Justamente dentro de este escenario se vuelve tan importante la labor de Ángeles Cruz, ya que ella al ser originaria de Villa Guadalupe Victoria, San Miguel el Grande, Oaxaca, ha encontrado en sus raíces la fortaleza para visibilizar que en la diversidad está en la riqueza. Tanto sus personajes como sus narrativas están cuidadosamente construidos, dando como resultado cortometrajes emocionales, francos y contundentes. Mete el dedo en algunas de las llagas más profundas y dolorosas de la sociedad que dentro los pueblos originarios y sus comunidades se consideran tabúes, en particular: el abuso sexual infantil, la lesbiandad y el abandono de adultos mayores.

Su práctica fílmica parte de la incomodidad, de la necesidad de transmutar el dolor de historias que nacieron de acontecimientos reales pocas o nulas veces enunciados dentro de su propio contexto. No es un cine que victimice a sus personajes, por el contrario, muestra las heridas de sus personajes (de su comunidad) en todas sus vertientes. En La tiricia o Cómo curar la tristeza, pone sobre la mesa una de las más comunes aflicciones que viven las mujeres en la Sierra: las violaciones. El machismo y la misoginia son los síntomas de un sistema opresor y en cada comunidad, no sólo de la Sierra, sino de todo el continente y del mundo se observan sus secuelas. Este caso se plantea en los doce minutos de este filme que bastaron para referirse a las tantas generaciones de mujeres callando entre las milpas, la vergüenza y el tormento que les ha provocado ser abusadas. Un silencio humillante que se guarda durante tantos años que finalmente lleva a esas abuelas y madres que fueron hijas a la oportunidad de encontrar consuelo para comprenderse, apoyarse y elegir un destino distinto para las generaciones venideras.

Por otro lado, pero en el mismo tenor, se escribió y produjo La carta. Las preferencias sexuales son variadas e independientes del género, pero en algunas comunidades, se piensa que el amor entre hombres “puede llegar a suceder”, pero entre mujeres “eso no existe”.[9] No obstante, el amor sensual y sexual entre mujeres existe. En este corto, cuyos personajes principales se reencuentran después de muchos años para darse cuenta de que aún se guardan cariño, se plantea sin tapujos la lesbiandad indígena. Dentro de este orden de ideas se expone además el territorio social, cultural y económico que las engloba con todos sus matices. Es por esto que Lupe (Sonia Couoh) y Rosalía (Myriam Bravo) se alejan de su comunidad para permitirse vivir su relación en un ambiente donde sea posible estar juntas.  Es bien sabido que dentro de las comunidades las costumbres y tradiciones están fuertemente arraigadas a sus creencias, por lo que resulta complicado que nuevas formas de pensamiento se instauren para que amores lésbicos, homosexuales, bisexuales, etc. puedan vivir aceptados, adaptados y respetados dentro de sus propias comunidades. Los primeros pasos para transitar hacia el cambio es nombrar aquello que resulta extraño, señalar, comprender y normalizar a través de visualizar estas situaciones desde una postura empática. Por lo tanto, este filme también le responde a la industria comercial que reproduce la mirada hegemónica, occidentalizada y masculina situando como protagonistas a las que nunca lo fueron.

Así pues, resulta muy interesante cómo estas ficciones logran auténticas enunciaciones, que a veces parecería se lograrían con más facilidad a través de producciones documentales. Sin embargo, logran decodificar su lenguaje para alcanzar sus objetivos e incluso superarlos. Ante todo, su estructura narrativa, cronología y temporalidad dotan de veracidad las historias que vemos en pantalla. Un ejemplo es Arcángel (2017), escrito y dirigido también por Ángeles Cruz. Este corto surge de una realidad que les duele a los adultos mayores, a las mujeres que ya han desempeñado cada rol de su estamento y que ahora se encuentran viviendo los últimos años de sus vidas. El abandono de las y los adultos mayores es un problema latente dentro de una sociedad capitalista, que ignora y difícilmente se ocupa de estas vidas subvaloradas por considerarlas no productivas. Ver a una mujer indígena de 90 años participando de esta conmovedora ficción, apunta abiertamente a este escenario y hace una severa crítica a la desigualdad. Llama a la necesidad de hacer valer los derechos humanos e incluso el origen del mismo filme evidencia la responsabilidad ética que no sólo como cineastas, sino como seres humanos tenemos para que nuestra realidad se transforme. Patrocinia Aparicio manifiesta esta problemática generalizada en que las mujeres de edad avanzada que viven el abandono tras tener una vida de arduo trabajo, muy seguramente desde la infancia. Patrocinia nos conmociona con breves líneas, porque es un caso extraordinario de ver a través de la pantalla, pero lamentablemente no en la vida diaria. El hartazgo de vivir indignamente, no tener familia y contar únicamente con una persona que se ha apiadado de ella y está por perder la visión (personaje interpretado por Noé Hernández), articulan la reflexión de los espectadores hacia la empatía. El cine de Ángeles Cruz nos empuja a ver aquello que ignoramos porque es incómodo, pero que nos humaniza y nos conmueve.

El cine es una herramienta poderosísima con la que se puede entrar a múltiples estratos sociales para sensibilizar y generar conciencia al señalar aquellas situaciones que se callan o se ignoran deliberadamente y por ende permanecen obliteradas hasta que se nombran con todas sus letras. Al volverse tangibles, aquellas que no se veían reflejadas en los anuncios comerciales, encuentran en la mirada de las directoras iberoamericanas un espejo franco y libertador. Tienen a su alcance personajes que viven vidas similares, preocupaciones, sueños y cuerpos como los de ellas. Podríamos nombrar la filmografía de cada una de las directoras anteriormente mencionadas, así como la de muchas otras más para ilustrar aquellas identidades que se oponen a los estereotipos occidentalizados, a las interpretaciones masculinas que nos victimizan, violentan y sexualizan en las pantallas. Gritan fuerte y tratan los temas que sólo ellas pueden detonar de forma impactante, porque les corresponde, porque lo han vivido.

Las cineastas latinoamericanas han aprendido a entretejer tanto sus interpretaciones personales, como sus narrativas haciendo que se conviertan en lecturas históricas de la sociedad contemporánea. Nos enseñan que las mujeres son de todos tipos, tienen distintos cuerpos, edades, preferencias sexuales, ideas, pieles, costumbres, modos de vida, aspiraciones, etc. Crean personajes que nos pueden mirar a los ojos porque se encuentran dentro de nuestro mismo nivel epistémico, lo que vuelve a sus producciones emblemas de resistencia antisistémica, simplemente por el hecho de existir y mostrarnos a seres humanos reales viviendo sus vidas en una constante: ellas son las que cuidan entre ellas, las que alimentan la vida en su muy particular manera; son las que se retratan a sí mismas, y a su tiempo. Tanto ellas como sus producciones hacen frente al abandono, la deshumanización y la violencia. Son quienes aportan espejos desde sus trincheras creativas para que podamos vernos e identificarnos. Se proyectan en sus personajes, así como lo hacen las que miran la pantalla reconociéndose.

Paulina Abril Vázquez Reyes es artista visual, cinéfila y poetisa. Obtuvo la licenciatura con mención honorífica en Artes Visuales por la Escuela Nacional de Escultura, Pintura y Grabado “La Esmeralda”. Colabora enFilminLatino, Girls at Films y F.I.L.M.E. Sus exposiciones más recientes fueron Ella es de Tierra, Ella es su casa (individual, 2019) y Clímax: Entre lo sublime y el éxtasis (colectiva, 2020).

[1] Phillipe Lejeune citado por Anna Maria Guasch en Autobiografías visuales: Del archivo al índice (Madrid: Siruela, 2009), 17.

[2] Cfr. Simone de Beauvoir, El segundo sexo (Barcelona: Gedisa, 1984).

[3] Silvia Rivera Cusicanqui en conversatorio con Silvia Federici, Foro Movimiento de 1968, XVIII Feria Internacional del Libro en el Zócalo Capitalino (14 de octubre de 2018).

[4] Cfr. Judith Butler, El género en disputa: Feminismo y la subversión de la identidad (Barcelona: Paidós, 2007).

[5] Rita Segato, La crítica de la colonialidad en ocho ensayos y Una antropología por demanda (Buenos Aires: Prometeo, 2015), 29.

[6] Faustino Menéndez Pidal de Navascués, “El linaje y sus signos de identidad”, en En la España medieval n° extra 1 (2006): 15.

[7] Cfr. Geoffrey Bennington y Jacques Derrida, Jacques Derrida (Madrid: Cátedra, 1993).

[8] Cfr. Rita Segato, op. cit.

[9] Paulina Vázquez, “Women We Love: ‘Ángeles Cruz: La creadora que lo entendió todo’”, en Girls at Films (18 de marzo de 2020).

Tomado de: La rabia

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Andréi Tarkovski. Vida y obra

Autores: Rafael Llano, Víctor Erice, Erland Josephson, Michał Leszczyłowski

Andréi Tarkovski. Vida y obra, de R. Llano, con Prólogo y Estudio introductorio de Víctor Erice, fue publicada por la Filmoteca de la Generalidad de Valencia, en 2003; y reeditada en 2006. Ganó el Premio a la Mejor contribución Literaria al Cine, 2003, del Círculo de Escritores Cinematográficos. La nueva edición se ofrece con un texto dramático del actor sueco Erland Josephson, sobre las noches de rodaje de la película Sacrificio, en Suecia; y un texto de presentación de la misma, que el actor sueco pronunció en un Curso de Verano en El Escorial, en 2004. La edición se completa con un documental, en soporte DVD, sobre el rodaje de Sacrificio, dirigido por el montador polaco Michal Lesczcylovski.

Rafael Llano (Madrid, 1962). Profesor Titular de Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid), donde imparte Información Cultural y Crítica. Además de la presente obra, es autor de Paul Strand. En el principio fue Manhattan, Fundación Barrie de la Maza, 2009, Premio Nacional PhotoEspaña al mejor libro fotográfico del año 2009. La imagen-duende. García Lorca y Val del Omar, XIV Premio Internacional Gerardo Diego de Investigación Literaria, 2014). Picasso frente a Velázquez. Las Meninas en blanco y negro y color (2015); La burla. Weber, Tolstói y la civilización que condujo a la Gran Guerra (2016). Es autor de trabajos académicos como La especialización periodística (2008) y de Revistas culturales y de consumo (2012).

Víctor Erice (Carranza, Vizcaya, 1940): realizador cinematográfico y escritor. Director de los largometrajes El espíritu de la colmena (1973, Concha de Oro Fesitval de San Sebastián), El Sur (1983), El sol del membrillo (1992); y de los cortometrajes Alumbramiento (2002), La morte rouge  (2006), Correspondencia (2005-2007).

Erland Josephson (Estocolmo, 1925-2012): actor, escritor de novela, ensayo y de teatro; director de escena. Trabajó con Tarkovski en Nostalghia (1983) y Sacrificio (2003).

Michał Leszczyłowski (Varsovia, 1950) fue ayudante de dirección y montador de la película Sacrificio, de Andréi Tarkovski. Fue él quien le propuso a Tarkovski realizar un documental sobre el making-of de Sacrificio, y quien lo llevó a cabo, tras el estreno del largometraje.

Tomado de: Mishkin Ediciones

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Hilda Saladrigas Medina: “Cultivarnos como sociedad para el uso de las tecnologías de la información y la comunicación”

Hilda Saladrigas Medina. Decana Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana

Por Daily Pérez Guillén

A inicios de noviembre de 2020, la doctora Hilda Saladrigas Medina, decana de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, compareció en el set de grabación del programa de televisión Archivo.Cu para ofrecer sus valoraciones acerca de la guerra mediática contra Cuba. Meses después y ante la intensa operación política-comunicacional, le solicitamos volver a aquel intercambio para publicar íntegramente sus reflexiones. La profesora accedió y amplió aquella conversación inicial. El resultado: un texto extenso, pero en nuestra opinión, necesario para comprender, desde la ciencia, el escenario de confrontación mediática que vivimos los cubanos.

¿La subversión que está teniendo lugar en el escenario digital contra Cuba puede ser explicada desde teorías de la comunicación?

La subversión es una práctica que forma parte de la llamada “guerra de cuarta generación” y/o “guerra hibrida” que contempla junto a otras muchas más, acciones de comunicación como la propaganda y la desinformación por ocultamiento, tergiversación o falsificación de la información que ofrecen los medios de comunicación tradicionales y los que existen en el espacio digital, que incluyen a las redes sociales. Desde la Teoría de la Comunicación encuentra sustento en la Teoría de los Efectos —corto, mediano y largo plazo—, ya sean actitudinales —disposiciones mentales cognitivas, afectivas y de voluntades favorables y desfavorables—, opináticos —valoraciones positivas o negativas— y conductuales individuales y sociales. En el entorno digital también la Teoría de los Efectos tiene expresiones, asociadas al logro de mayores números de usuarios y seguidores de las noticias y estados que allí se sitúan.

Para el espacio digital surgió la Teoría del Actor —Red que explica la actividad de entrelazar elementos heterogéneos— humanos y no humanos, es decir máquinas y software) para como red ser capaz de redefinir y transformar aquello que la compone. Más centrada en lo social, la Teoría de las Redes de Manuel Castells plantea que una sociedad en red es la que cuenta con redes humanas activadas por tecnologías digitales de la comunicación y la información, basadas en la microelectrónica, pero sin cambios en el ejercicio del poder político, económico e ideológico global que controlan dichos consorcios.

Si bien, la Teoría de los Efectos ha recibido múltiples críticas y presenta limitaciones, continúa demostrado que no logra efectos mágicos, pero sí cognitivos, a largo plazo, y por lo tanto, una acumulación de información que aporta saberes o, al menos, una porción de la realidad de esos saberes que se van induciendo y repitiendo de alguna manera por diferentes vías. Es por eso que se insiste en la construcción de una realidad mediática, incluso informativa- noticiosa que mezcla porciones de la realidad con fragmentos construidos, que hacen perder los límites entre ficción y realidad para sus consumidores. De ahí que en la actualidad uno de los géneros más empleado en la comunicación periodística sea el story telling, se cuentan historias de vida que humanizan mucho más el producto comunicativo periodístico, una práctica profesional que ha sido por tradición y declaración, más objetiva y apegada a la verdad. También podemos referirnos a la espectacularidad, sensacionalismo banalización de los contenidos en pos de alcanzar mayores audiencias, al menos como efecto cuantitativo que abre puertas a otros más cualitativos como los emocionales. A ello agregaría la construcción y reproducción cada vez más creciente de las “noticias falsas”, las fake news.

En el espacio digital también se está actuando, tanto en la producción
—que incluye las construcciones algorítmicas y el manejo del big data mediante inteligencia artificial que soporta y articula el flujo de la información— como en la investigación, bajo lógicas de las teorías de la comunicación mediática que sirvieron para explicar el comportamiento de los medios tradicionales en su momento, pero ahora más actualizadas. Tal es el caso de la hipótesis de la construcción de agendas (agenda setting) por la que se explica que las personas tiendan a incluir o a excluir de sus conocimientos aquellos contenidos que los medios incluyan o excluyan; la teoría de los usos por las gratificaciones que estos espacios ofrecen, sobre todo la interactividad, la socialización y lo lúdico; de prestigio y liderazgo para los influencers; y económica-rentables para ciertos medios del ecosistema digital que pactan con la publicidad y la política.

Ahí es donde aparece el rostro de la subversión de comportamientos mercantiles y políticos. Estos últimos en función del descredito de líderes y sistemas políticos no convenientes a la dominación hegemónica global. A ello se suman las teorías liberales sobre el papel de los medios de comunicación como representantes de la libre expresión que poseen las “sociedades democráticas”, arista desde la cual se defiende “el derecho a la información y la comunicación pública” con una transparencia exigida para algunos y obviadas libremente por otros. Se trata de un rejuego que apela a la teoría del rumor/desinformación en extremo nociva para horadar la credibilidad en comportamientos políticos legítimos.

Importante señalar que la subversión política de la que está siendo objeto Cuba ahora mismo en el espacio digital puede explicarse desde estas teorías de la comunicación y de otras disciplinas como la psicología, la sociología, la antropología, las neurociencias, la cibernética. No de manera aislada, sino combinadas. Destacar además el respaldo en investigación científica y labor de inteligencia militar de estas operaciones.

¿Qué influencia ejercen hoy en la sociedad cubana las estrategias de comunicación digital diseñadas para subvertir el pensamiento, las conductas, la creación y la cultura en su acepción más amplia desde las redes sociales?

Esta pregunta es muy oportuna para explicar algo que los públicos en general, y los cubanos en particular, pierden de vista y se considera muy especializado, pero forma parte de un conocimiento hoy necesario.

Toda comunicación pública, tanto en espacios físicos, como mediáticos, incluyendo los digitales tiene un sentido otorgado de antemano por sus productores, es decir, quienes elaboran los contenidos, los productos comunicativos en diferentes soportes y concebidos estos como los canales a través de los cuales llegan a sus consumidores finales. Hablamos de amplificadores, distribuidores de publicaciones impresas y operadores de telecomunicaciones: señales analógicas y digitales en general portadoras de contenidos que resultan, conglomerados mediáticos bien concentrados en pocas manos (monopolios transnacionales) que financian a los grupos y subgrupos especializados en diferentes prácticas comunicativas, y hasta ubicados en diversos lugares geográficos, pero que funcionan metafóricamente como instrumentos de una gran orquesta. De ello da fe una vasta literatura producida desde occidente y que forma parte de los denominados “Estudios de Emisores”, “Estudios de las Industrias Culturales” que engrosan la Teoría de la Comunicación Mediática.

Como tales actúan en la selección de temas más convenientes y apegados a la agenda de interés a mover por dinero, por ideología. Importante: la verdad, objetividad y actualidad de la realidad “construida” sobre cualquier país o problemática es un mito. Mucho se oculta, simplemente no forma parte de lo que hay que decir, sin importar dejar fuera el interés y voces de las mayorías. Luego, la dramaturgia que estructura las narrativas sobre esos temas escogidos, ya sean informativas, políticas, comerciales, educativas, científicas, estéticas, artísticas, lúdicas, entre las más socorridas. Le sigue y en orden, el montaje que da forma a los relatos- géneros que se traducen en códigos como los informativos- periodísticos, ficcionales- dramatizados, propagandísticos o comerciales y políticos, cada vez más híbridos en su factura en busca de mover las fibras de las emociones, opiniones, actitudes y las conductas individuales y colectivas. A continuación la producción y la postproducción, técnicamente cada vez más sofisticada por software que las “maquillan y adaptan” según objetivos comunicativos muy bien pensados.

Una vez más la relación entre lo estratégico y lo operativo, el pensamiento racional y el accionar de operadores especializados se deja sentir. Por último, la circulación hacia la sociedad- mercado de las audiencias, ineludible filtro para que todo encaje y funcione como el mecanismo de un reloj de alta calidad. Todo ello meticulosamente pensado, organizado, dirigido y evaluado en los diferentes niveles de ejecución desde el emisor institucionalizado y su aparato industrial, incluidos los centros de investigación de audiencias y opinión pública.

En resumen hablamos de una Industria Cultural que ofrece sustitutos convenientes a las necesidades simbólicas de los públicos, convirtiéndose en operadora funcional de los modos de vida capitalistas, hoy globalizados. Entonces, existen políticas, estrategias y planes de comunicación que se plantean el logro de fines y objetivos, no tan altruistas como muchas veces se presentan. En este terreno la ingenuidad y la espontaneidad no existen.

En cuanto a la pregunta, la influencia fundamental, no la única, que ejercen las estrategias de comunicación diseñadas para subvertir el pensamiento, las conductas, la creación y la cultura en Cuba desde las redes sociales está relacionada con la desinformación, tanto para el plano nacional cubano como para el internacional donde también tienen alcance. La Teoría de la Comunicación a lo largo de su historia ha demostrado que ante cada nuevo medio de comunicación y su tecnología ocurre primero un deslumbramiento que le atribuye más bondades que maldades, y demora en constatarse el necesario balance para el uso y apropiación de los contenidos difundidos. Para los cubanos se trata de un nuevo medio de información, comunicación y entretenimiento que dada sus características de interactividad (en palabras del investigador Manuel Castell “establece una comunicación horizontal de muchos a muchos”) también les facilita la socialización con terceros que no quedan fuera de todo el entramado que a diario construyen las industrias culturales, para las cuales el tema Cuba es todo un negocio muy bien pagado, de ahí la profusión de nuestra “precaria realidad”, no solamente en los grandes medios, lo cual es histórico, sino también en las nuevas modalidades que facilita la Internet. O sea, formatos más pequeños aparentemente diversos, pero con una matriz temática e ideológica única.

Como sociedad nos estamos adentrando en sus prácticas, pero con pocos conocimientos sobre lo apuntado anteriormente, que no necesariamente está asociado a lo puramente técnico y artefactual, pero que le resulta consustancial. Hay incultura en torno al modo de funcionar de estas “redes sociales”, su uso y lo que realmente representan, en positivo y negativo. Y me refiero al conocimiento de que las redes sociales se constituyen en plataformas, y como los medios tradicionales, manejan la información con tintes falsos (las denominadas fake news), verdaderos o en términos medios (el peor de todos por la confusión que genera intencionalmente), donde la construcción de la realidad se hace con mucha facilidad y el “sistema relacional” es un manejo algorítmico muy bien calculado mediante la inteligencia artificial.

Cuando hablo de desinformación me refiero a crear disonancias en torno a la realidad que se vive y a la necesaria contrastación de fuentes de información y conocimiento que pueden y deben hacer las personas que navegan en esas plataformas, las cuales también llegan a los excesos (denominado infoxicación) también desinformador. No se puede olvidar la interacción con la realidad vivida y al mismo tiempo, con la plataforma informativa nacional. Esta última no siempre eficaz, pero también sometida a un descrédito feroz como todo lo que represente institucionalidad nacional, no así con la de los “prestigiosos grupos mediáticos” portadores de toda la pluralidad, la libertad de expresión y la verdad, pues así es como se presentan, imponiendo agendas “incuestionables”, ocultando todo el tiempo que responden a lógicas de producción institucionalizadas desde sus consorcios y aceptadas mediante contratos que no se pueden violar. No siempre hay claridad del amplio espectro de informaciones y sitios que tienen las plataformas en Internet para la obligada y necesaria contrastación responsable. Tampoco se divulga, ni orienta. Acción garante y ética que le asiste a todo comunicador individual e institucional que se respete.

Parte de esas estrategias radica en poner a disposición del público cubano una variada oferta de espacios, programas e influencers en formatos únicos y mixtos, cuyo mensaje es reproductor de un modo de vida de ensueños, éxitos y oportunidades que solo existe en el exterior de Cuba, fundamentalmente los Estados Unidos, y particularmente en Miami, siempre y cuando se rechace el Estado y Gobierno cubano, el cual está “fracasado, no ofrece oportunidades”. Eso por un lado, y por otro, espacios más agresivos, manipuladores e instigadores a la violencia y la subversión con amenazas y acciones de bullying directo que sin pudor alguno dan órdenes pagadas para agredir, vandalizar y matar con la total libertad que a otros sitios le quitan por censuras ante “contenidos inadecuados”. Sin dudas están muy bien diseñadas para acercarse al público cubano y sumarlo a sus propósitos, tanto con contenidos más seductores que desagradables, más emocionales que racionales, más inductivos que deductivos, apoyados en las operaciones de los algoritmos bien nutridos por la información que empresas dedicadas a ello facilitan con la venta de los datos personales que ya acumulan de nuestros públicos.

Generar estados emotivos asociados con el desaliento, la inconformidad, la crítica irracional, parece ser un denominador común en muchas de las producciones de estos medios ¿cuál es la explicación científica del uso de estas expresiones?

El actuar de todos los medios de información, – que no de comunicación, pues la interacción apenas se logra ahora con la web 2.0 en Internet, y además no es totalmente plena como ya se ha demostrado-, se sustentan en una escuela de pensamiento e investigación norteamericana que pone énfasis en los efectos a corto, mediano y largo plazo que puede producir esa información, esa comunicación en los públicos, denominada Teoría de los Efectos. Ella con sus disimiles hipótesis funcionalistas ha servido de sustento a la producción publicitaria comercial y propagandística política desde el primer tercio del siglo XX hasta la actualidad. Conocer psicosociológica, cultural y demográficamente a los destinatarios, sus necesidades, intereses, comportamientos, así como sus contextos de desempeño, sistemas de relaciones humanas y sociales (incluyendo los líderes de opinión a los que siguen) y medios que emplean para informarse-relacionarse, es vital. La pregunta sería para qué. Una respuesta, no la única, pues sobre ello se han proyectado entre otras, la Escuela Crítica de Frankfurt en Alemania, los pioneros Estudios Culturales Ingleses, la semiótica social europea y latinoamericana, la encontramos en los modernos estudios de la Economía Política Crítica de la Información, la Comunicación y la Cultura que explica la producción comunicativa capitalista como forma social propia del capital, a fin de dar cuenta de la realización de la mercancía (producto informativo, comunicativo y cultural) intercambiable y rentable económica e ideológicamente. La adecuación de la oferta de la Industria Cultural a las necesidades simbólicas del público, no significa que ella cumpla exactamente tales necesidades, sino que las sustituye de un modo conveniente a los intereses específicos del capital, en una apariencia de satisfacción que sigue estando muy controlada desde centros de poder tecnocomerciales e ideopolíticos, o de inteligencia militar.

Es una teoría que ha demostrado evolución en su comportamiento a través de los estudios empíricos en todos estos años y que continua refinando sus métodos y técnicas de investigar y producir a la luz de los últimos aportes de todas las ciencias, por ejemplo la neurociencia, una de las más usada en la actualidad. No se limita entonces, solo a generar conocimiento científico, sino también información de primera mano para la producción comunicativa intencionada como ya hemos explicado. Sobre esa base han trabajado siempre toda su comunicación –informativo- periodística, publicitaria- comercial, propagandístico- política, instructiva- educativa, lúdica, simbólica- buscando un efecto en las personas, en los grupos y en las sociedades que comprenda su pensamiento y sus conductas. Se trata de un esquema clásico que apuesta por la capacidad de generar a través de los medios de comunicación que actúan en sistema, y sus diferentes formas productivas combinadas, a veces con sutileza, otras veces más descarnado, como los estados de ánimo, de opinión y de comportamiento. Debe quedar claro que se trabaja con fórmulas que se prueban una y otra vez en la realidad social, la cual se modela, y con ella los medios de información- comunicación, mayoritariamente privados, incluyendo los “alternativos/independientes bien pagados”, los de mayor cobertura y alcance, de forma tal que las percepciones que construyen y difunden sean más importantes y creíbles que la realidad misma.

No obstante, la ciencia también ha demostrado que los efectos deseados por los emisores no siempre son logrados. Pero eso ocurre cuando se les conoce y sitúa en su justo lugar como fuente de información, para lo cual hay que tener conocimientos sobre el sistema de propiedad que los sustenta económicamente, la ideología que representa, las posiciones políticas que los alimentan; contara además con las capacidades para su interpretación, la realización de múltiples lecturas, la contrastación de fuentes de diversos orígenes, la triangulación de sentidos circulantes en la sociedad; y una cultura en general que permita el discernimiento propio, equilibrado, la apropiación consciente del discurso propuesto. Muchos teóricos de la comunicación – Martín- Serrano, Martín- Barbero, Mario Kaplún, Armand Mattelart, Eliseo Verón, y otros- lo han denominado pensamiento crítico, reflexivo y dialógico con lo que los medios ofrecen a sus públicos y estamos dispuestos a creer, si conocemos su modo de operar y la realidad que nos rodea con sus problemáticas socioeconómicas, políticas, tecnológica, pero también con sus oportunidades en todas estas dimensiones.

¿Los ataques o “linchamientos” contra periodistas, artistas, intelectuales, activistas, funcionarios del gobierno tienen algún sustento desde el punto de vista teórico?

Una mirada a este fenómeno se puede encontrar en la Teoría de la Opinión Pública y el reconocimiento de los líderes de opinión y su papel de influencia sobre los indecisos y hasta los opuestos a las ideas y acciones que se desean imponer desde el poder en pos de lograr la dominación cultural y política. Indiscutiblemente, estas son figuras que se reconocen así en las sociedades por sus aptitudes, actitudes, habilidades y capacidades, o sea, son “los seguidos” por la población en general y como es lógico por las juventudes.

Como líderes naturales y/o construidos tienen muchos seguidores y se trata de ejercer presión sobre ese liderazgo para situarlo donde convenga a determinados intereses. En nuestro caso, contra el proceso revolucionario en el que desarrollan su accionar simbólico que a decir de Pierre Bourdieu cuenta con un “capital simbólico” cuyo efecto es el prestigio. Se trata con el líder de atraer a quienes les ofrecen su admiración y afecto. Se incentiva, a partir de lo que representen -el arte, la palabra, la política, la intelectualidad, la ciencia- para subvertir la figura y con ella la de sus seguidores.

Se ejerce una presión muy fuerte que tiene como sustento, dentro de la Teoría de la Opinión Pública, supuestos de la Teoría de la Espiral del Silencio, cuyo sustento radica en “estar con todos o quedarte aislado”, “la mayoría no puede estar equivocada”, “el líder sabe lo que hace y lo que es mejor para todos”, es carismático, inteligente, por eso “hay que seguirlo”. Ello, incluso tiene una hipótesis denominada “comunicación de doble flujo” que explica cómo los líderes de opinión pueden influir específicamente en los consumos mediáticos de aquellos que no lo hacen, o no creen en sus discursos y narrativas. Lo que el líder marca pues el resto lo acata. Ello tampoco es tan exacto y nuevamente hay que visitar a la Economía Política de la Información y la Comunicación que nos explica el funcionamiento de las Industrias Culturales, las cuales a través del manejo del mercado establecen las pautas económicas e ideológicas de los comportamientos del “sistema de estrellas”.

En comunicación es muy difícil explicar todo cuanto acontece y puede suceder, por su carácter mediador y mediado, pero lo cierto es que se investiga mucho con rigor e intencionalidad. La historia de las teorías y referentes conceptuales que existen sobre ella lo reafirma y con todo ello se trabaja en busca de lograr propósitos políticos, económicos y de inteligencia militar. En este campo hay un pensamiento estratégico de larga data que evidencia un tratamiento alejado de la improvisación y voluntarismo.

¿Coincide usted con otros estudiosos del tema en cuanto a que estas estrategias han visualizado a las generaciones más jóvenes de Cuba como su público priorizado?

Apuntan al segmento juvenil, que incluye a los adolescentes, pues son en primer lugar los nativos digitales, y por tanto los más adaptados al uso de las tecnologías y quienes más buscan esos espacios por su novedad y atractivo, dado por los ambientes que aparentan mayor libertad para sus expresiones y deseos. En esos espacios pueden incluso cambiar su identidad y ser otros sin ninguna dificultad, experimentar formas discursivas ligeras, frescas, seductoras, emocionales, sensacionalistas, lúdicas y hasta enajenantes de su cotidianidad- y el lenguaje hipermedial que emplean dinámico, agradable, cada vez más gráfico visual que escritural, interactivo. También responde a ciertos grados de esnobismo.

Es un segmento poblacional que no ha vivido otro contexto histórico, económico y sociopolítico que le permita contrastar realidades. Estas les llegan como relatos de abuelos y padres, quienes no son sus ídolos como regla, por la edad; o por los libros de historia no siempre atractivos, al menos como esa hipermedialidad a la que están acostumbrados.

Además, es un sector al que les interesa llegar y “conquistar” de modo estratégico porque es el relevo en la conducción de un proceso revolucionario con una larga y sólida historia a la que desgasta el tiempo, los errores en su devenir y los constantes ataques de todo tipo, incluyendo los simbólicos que obviamente calan a una generación que ha crecido en tiempos de altas cargas de signos y símbolos que van en sentido del consumo, el individualismo, el egoísmo, el vacío espiritual, los clásicos antivalores que incentiva un capitalismo que con la falsa democracia objetivada en las expresiones y manifestaciones, rapta la práctica y accionar necesario para modificar las relaciones fundamentales de propiedad del capitalismo, ahora neoliberalismo atroz.

Todo ello está en la base de las estrategias de comunicación para trabajar contra Cuba: buscar un cambio de generación o la generación de cambio al proceso revolucionario histórico que este país ha marcado consciente de “cambiar siempre todo cuanto deba ser cambiado”, pero apegado a sus principios de independencia, humanismo, solidaridad. Por lo tanto, apelan a ese segmento y trabajan con las herramientas y con los medios que esta generación emplea en su comunicación cotidiana y con la producción simbólica cercana a ellos.

Desde un análisis biopsicosocial y cultural podríamos apuntar que son grupos etarios inquietos, que tienden a ser irreverentes, a disentir por su propia formación y crecimiento, con avidez de nuevos conocimientos, inconformes con lo que se les dice, necesitan vivirlo, y muchas veces con abundante adrenalina. Entonces, ahí hay un nicho fértil para ofrecer promesas y también generar dudas sobre aquello que me corresponde y el país no me ofrece porque lo que hace hoy ya es un derecho y una obligación naturalizado, por tanto hay que incentivar reclamos, incluso desde zonas de exploración tecnológica también. En las plataformas hay diferentes formas de expresión -fotografía, imágenes clásicas, memes- que el adolescente y/o el joven van a buscar, explorar y reproducir, muchas veces de manera acrítica, porque está en la esencia de su edad, de su tiempo de vida que es el de sus grupos de referencia y líderes de opinión (influencers en el espacio digital).

Lo que no sabe ese adolescente y/o joven es que, la mayor parte de las veces, todo eso tiene una intencionalidad política, económica e ideológica muy bien pensada que hace uso de herramientas que él desconoce pues son invisibles para sus experiencias y conocimientos, pero que están diseñadas para generar la percepción de la necesidad de cambios, los que sean necesarios para intereses a los que sirven dichas plataformas: el capitalismo global y su mayor representante, los Estados Unidos de Norteamérica.

Este comportamiento es de alcance universal toda vez que le resulta consustancial a la reproducción capitalista con su accionar sistémico que apuesta por lo que el alemán Herbert Marcuse calificaba como el “hombre unidimensional”. Ese que se integra al sistema de producción y consumo existente impuesto por formas de represión novedosas que en términos del francés Pierre Bourdieu resulta en “violencia simbólica” pensada y ejercida, entre otros por los medios de comunicación y en la actualidad, las denominadas “redes sociales”. Otro producto del rapto del sentido de las palabras y conceptos, del cual también estamos siendo víctimas como forma paulatina de renombrar las cosas, los hechos, la realidad a conveniencia, pues las redes sociales son humanas, y a lo que los jóvenes asisten es a plataformas digitales cuyos diseños con base en la inteligencia artificial y el big data, entre otros avances científicos, le facilitan la interacción con otros, pero para nada espontánea, ni carente de intencionalidad. Y como sabemos tampoco de “libre expresión” pues lo no conveniente es censurado, borrado, obstaculizado, mientras lo que interesa es viralizado. Importante es que el hecho de que sea universal, no lo hace menos irrelevante para una sociedad que apuesta a ser diferente con aciertos y desaciertos; una sociedad que obligada a convivir con lo global tiene cotidianamente que convivir con estas prácticas corriendo el riesgo de naturalizarlas cuando para nada está en sus esencias.

¿Es ilimitado el poder y alcance de las redes sociales digitales?

Las investigaciones han demostrado que la comunicación no es un proceso lineal en su rebote hacia los públicos que participan en ella. Existe un empleo científico y bien calculado del componente psico-socio- cultural individual y colectivo, se apela a iconos con diferentes formas expresivas – desde las palabras hasta las imágenes y colores claves, objetos que se mitifican y se convierten en sentidos en pos de ser símbolos- pero hay un proceso de decodificación, interpretación, asimilación y resemantización en las personas en lo individual y como sujeto social que pone límites a las ofertas mediáticas. No se reacciona a la simple transmisión de información, de alguna manera compartimos códigos comunes como grupos etarios, sociales, culturales, geográficos, pero también nuestras propias interpretaciones individuales y colectivas. Pero para que ello ocurra tienen que existir de manera colectiva- social, conocimientos suficientes para el discernimiento, habilidad para la interpretación y la duda, así como capacidad de reflexión sobre la oferta comunicativa.

Cuando esto no sucede, entonces asistimos a procesos -ya cotidianos y no por ello rechazados con fuerza y eficacia- de construcción de una opinión mediática que se erige representante de la opinión pública, otro concepto trastocado muchas veces, pues no es la de los medios de comunicación. Ella resulta la de los públicos, los ciudadanos, el pueblo que se conforma como un gran ajiaco a partir de las vivencias, experiencias, propuestas y demandas, donde lo político tiene peso, pero también obran las agendas cotidianas que se expresan por diferentes causes y múltiples maneras, muchas veces distorsionadas y otras maquilladas. Su reproducción por los medios de comunicación tradicionales y modernos resulta, la mayor parte de las veces un empaquetado conveniente a estos emisores, incluso con el empleo de la “investigación científica” que llevan a cabo los “estudios de opinión” para un consumo más creíble con un empleo espurio de la ciencia para el refuerzo del prestigio, y a la vez tratar de atraer a quienes quedan en los márgenes del asunto. De ello ha escrito en abundancia la escuela funcionalista occidental, fundamentalmente la norteamericana.

Así se han acompañado con meticulosidad procesos de mayor calado como pueden ser los grandes conflictos bélicos con todos sus incalculables estragos. Se ha hecho ver que esos procesos no son tan lastimosos, ni tan caóticos, ni tan agresivos porque se han construido de una manera visual diferente. Y cuando los tratan abiertamente siempre existe la sutileza de la justificación de turno que los libra de toda culpa. Quien no los vive, no tiene referente alguno del que asirse para pensar otra cosa que no sea la oferta- construcción mediática trasnacional. Ahí es donde se fortalece el poder de los medios, dado en su extraordinario alcance espacio- temporal, que desborda la geografía física, cultural y política. La concentración de medios ha hecho que cada vez más, quienes producen, tengan mayor alcance en transmisión, en difusión de una misma ideología, aunque aparenten lo contrario con la tan cacareada y falsa, en términos marxistas, “libertad de expresión” a través de diferentes formas expresivas que han buscado y logrado empacar sus contenidos en distintos soportes, diversos formatos y narrativas, pero al final con un mismo objetivo y pensamiento que no da cabida a la contrahegemonía que existe, pero cuya voz constantemente trata de ser dividida, ocultada, apagada. Ese acompañamiento también trata de mitigar reacciones adversas.

Esa es una de las razones por la que en las guerras no convencionales se considera a los medios de comunicación, incluyendo los digitales como “fuentes del poder político” que deben ser neutralizadas y puestas al servicio del opositor o fuerza de cambio del sistema político.

¿Hay antídotos para contrarrestar estos efectos?

El tratamiento mediático en busca de determinados efectos tiene formas de ser contrarrestado. Estas pasan por los procesos de enseñanza–aprendizaje, fundamentalmente por los aprendizajes individuales y colectivos. Tenemos que cultivarnos como sociedad ante las nuevas tecnologías, sus usos, sus bondades y sus perversidades. Algunos hablan de alfabetización informática, informacional, digital y mediática, otros de educomunicación o de consolidar la cultura en general para generar conocimientos críticos, habilidades y destrezas. Son diferentes formas de enfocar el asunto. Es casi imposible hoy que no tengamos acceso por alguna vía a informaciones no deseadas, a discursos de odio, a posturas sexistas o discriminatorias en general porque se manifiestan en el ecosistema mediático mundial que se interconecta por muchas vías, incluyendo a nuestro pueblo. Para estar preparados hay que formar una cultura, un conocimiento y una capacidad crítica lo suficientemente amplia e inclusiva de toda la sociedad con el propósito de disfrutar lo simbólico de los productos comunicativos con conciencia para reconocer una mentira, la construcción falsa de la historia, un ataque racial, la discriminación hacia la mujer o una violación de los derechos humanos en general y a la información y comunicación en particular. Tener la lucidez de desmotar las manipulaciones, los discursos falsos o a medio camino entre la realidad y su construcción; cimentar otras propuestas. Se trata de forjar un sujeto crítico que pueda interactuar con el ecosistema mediático tradicional y con el ecosistema digital. Un proceso que debe concebirse aparejado a la formación que se recibe en los sistemas educativos y culturales institucionalizados, pero también en la familia y en otros espacios de relaciones que tiene la sociedad.

Audiovisuales producidos por realizadores cubanos han abordado este escenario comunicativo, el más reciente “La Dictadura del Algoritmo”. Como experta en estos temas ¿cuál es su valoración?

En Cuba tenemos el deber de concebir no la alfabetización, sino la educación y el aprendizaje de la realidad toda como una constante si aspiramos a un desarrollo integral y coherente. A ello no puede escapar esta porción de la realidad, me refiero a la mediática, incluida la digital porque forma parte de nuestras prácticas cotidianas y de nuestra vida personal, grupal y social. Van con nosotros a todas partes en nuestros celulares que nos son en extremo útiles para la organización de la vida, la necesaria socialización, el esparcimiento, en fin, un conjunto de bondades que nos puede dar solo una dimensión de un asunto mucho más complejo.

De ahí la importancia del abordaje de estos temas en todos los espacios, institucionalizados o no, educativos y lúdicos. Hacerlo mediante el empleo del audiovisual como producto comunicativo, para el caso en soporte audiovisual y género documental es muy importante por varias razones. La primera, actualmente suelen ser más empleados para la información y el conocimiento; segundo puede situarse en diferentes espacios y emplearse en distintos momentos en tanto su contenido no envejezca y su formato estético se lo permita. La cuarta, muestra el lado bondadoso de la producción comunicativa de calidad al constituirse en un material educativo que muestra la otra cara de una realidad que no se va a estar promocionando en sus verdaderas esencias. La quinta, es una apuesta nacional que desde el compromiso y el saber hacer audiovisual sitúa la voz cubana sobre un tema que, no por ser abordado en otros soportes y formatos, haya calado lo suficiente en los públicos cubanos. Máxime en momentos en que el país está siendo sometido a una agresiva y peligrosa operación comunicacional que emplea estos espacios.

Todo eso lo encontramos en el documental “La Dictadura del Algoritmo” en un balance acertado de contenidos esclarecedores y forma expresiva con una estética de alta factura. En el contenido muestra la gama de opiniones que existen sobre la arista nociva del comportamiento de las redes sociales en general y particularmente hacia Cuba desde el punto de vista de diferentes actores: expertos y consumidores con un apoyo informativo gráfico que en calidad de evidencia respalda e ilustra cuanto se dice, lo cual lo hace creíble. Muestra de un riguroso estudio del problema, muy bien articulado dramatúrgicamente. Desde la realización asistimos a un producto que hace galas de una excelente factura en la fotografía, el diseño, la música, la edición y el montaje.

Ahora corresponde su empleo oportuno en espacios mediáticos y físicos para informar y educar, equivalente a luchar con las mismas herramientas contra un enemigo que domina la producción simbólica, pero hacerlo con sentidos más humanistas y anti hegemónicos, a la vez que con lenguajes más autóctonos. Constituye un reto continuar sobre esta línea, y otras que desde las industrias culturales hegemónicas y el accionar subversivo del enemigo más poderoso en la guerra simbólica permitan la denuncia, la crítica, la cultura infocomunicacional de nuestro pueblo. En tiempos de pandemia e infodemia “La Dictadura del Algoritmo” resulta una vacuna contra la ingenuidad.

Tomado de: Cubadebate

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Libros viejos, vidas nuevas

Librería de barrio en Madrid

Por Diego Salgado @diegos_lgado Elisa McCausland @reinohueco

Nos comentaba la dueña de una librería de ocasión recién abierta en el barrio madrileño de Argüelles que uno de los efectos colaterales de la pandemia ha sido un boom triste del libro usado. La muerte se lleva por delante las vidas y se lleva por delante las bibliotecas personales, que los descendientes no saben valorar o no pueden acomodar en sus propios domicilios.

Las palabras de la librera confirmaban, por lo demás, las impresiones que nos han causado durante muchos meses los contenedores de papel dispuestos en las calles. Frente al residuo habitual que los colma —cartones que protegían botellas de vino y artilugios electrónicos— los contenedores del centro de Madrid están llenos a rebosar desde hace un tiempo de viejas revistas, folletos de electrodomésticos hoy en desuso, libros que fueron best sellers y libros que jamás tuvieron lectores.

El papel desborda en ocasiones la capacidad del contenedor, y páginas y portadas se arremolinan en torno a desechos de otro tipo, que redoblan las sospechas en torno a las desapariciones en el vecindario. Ese sofá de orejas que aguarda inútilmente en el bordillo a que regrese su ocupante. Ese armario de caoba diríase que desvencijado a golpe de ensañamiento filial. Ese espejo quebrado que nos devuelve mil y un fragmentos de nuestro rostro embozado.

Quien ama de verdad la letra impresa comparte el afán de llegarse hasta las costas de estos naufragios de papel; el anhelo de rebuscar en las tinieblas de los contenedores y entre los volúmenes arrojados sin más al alcorque más cercano, para salvar del reciclaje títulos interesantes, títulos que ya habían tasado otros ojos antes que los nuestros, títulos con nombres propios, dedicatorias y valoraciones apuntadas en sus páginas de cortesía con caligrafía esmerada. Palabras escritas a mano también en los márgenes del libro viejo, que hacen de él un ser vivo, al que remuerde la conciencia abandonar.

Es la razón de que tantos de esos libros desechados acaben en nuestra casa. Aunque nos asalte la idea desalentadora de que, en unos años, apenas hayamos salido a nuestra vez por la puerta con los pies por delante, también estos libros volverán a la calle, y en muchos casos sin que hayamos tenido ocasión o voluntad de leerlos. Queremos engañarnos pensando que estamos salvando de la quema la materia de los libros viejos y el espíritu de sus poseedores anteriores, cuando somos presa en realidad de un pensamiento mágico: al prorrogar su vida útil, hacemos lo mismo con la nuestra. En palabras de Juan Bonilla, “quien rescata libros suele aducir razones para ello, pero a la hora de la verdad conviene no preguntarnos qué obtenemos de ello aparte una felicidad extraña y una innegable melancolía. Hacerse con libros abandonados no tiene ningún sentido, cae del lado irremediable de las enfermedades crónicas”.

Por fortuna, no todos los libros terminan en la recicladora de papel. Como decíamos al comienzo, en las grandes urbes españolas han florecido en los últimos años librerías de lance que acompañan a los incombustibles establecimientos de libro antiguo —que gozan todavía de una clientela culta y adinerada— y reemplazan a las librerías tradicionales de ocasión —cuyos dueños se marchitan entre enciclopedias descabaladas y novelitas de Estefanía—. Quien frecuenta este tipo de establecimientos, ubicados a veces en los rincones más insólitos de la ciudad, sabe de inmediato cuáles responden a la pulsión de un librero y las querencias de una comunidad; y cuáles juegan un papel ambiguo en los procesos de gentrificación urbana, llegando a constituirse en franquicias nacionales e internacionales.

Más aún, bajo la apariencia de cadenas de librerías de ocasión se ocultan ya negocios de tráfico de libros con vistas a la decoración de interiores, pues nada adorna con más estilo en nuestros tiempos que la cultura o, más bien, su simulación. No es casual que cada vez más hoteles, academias, restaurantes y estudios de diseño, en especial si se sitúan en zonas que han tomado por asalto el turismo y las clases creativas, apuesten por disponer pilas y estanterías de libros a fin de embellecer sus vestíbulos. Los han adquirido a razón de dos euros el volumen siempre que se haga un pedido mínimo de cincuenta. Durante un tiempo, el libro como trampantojo se basó en la reproducción de sus lomos en cartón o madera decorativa, o en la instalación en los comercios de libros con sus páginas en blanco o en idiomas no nativos. Hoy por hoy, los libros falsos son auténticos libros, despojados de su razón de ser y su genealogía como expresión cultural.

Por supuesto, siempre han existido circuitos de clase A, B y hasta Z para la compraventa de libros, con sus correspondientes tipologías de coleccionistas y/o lectores. Acudir al reclamo del libro antiguo nunca ha sido lo mismo que optar por el libro usado o, en el peldaño más bajo de la escala socioeconómica, el libro viejo. Acostumbrarse a leer en un determinado ecosistema u otro también es una cuestión de clase. Y, por otro lado, tampoco es nueva la instrumentalización del libro —o su réplica inanimada— como objeto decorativo, aunque haya sido más común entre las gentes pudientes y los parvenus. Lo sorprendente, o quizá no tanto, es que en una época en la que la superioridad cultural y de clase está puesta en tela de juicio, necesitemos de escenarios que otorguen un estatus ficticio a nuestro way of life en el que la lectura tiene cada vez menos importancia.

En este contexto, salvar libros de contenedores para ponerlos a resguardo en nuestras bibliotecas personales, hacerlos circular entre familiares y amigos que sabemos darán nueva vida a sus páginas o donarlos a bibliotecas y centros sociales, puede llegar a tener una connotación política: incluso si ese libro rescatado sucumbe después a nuestras neurosis como bibliófilos, será en virtud de su condición de libro. Consagrarlo en la actualidad a la vida pública tiene menos que ver con tejer comunidad que con su conversión en moneda de cambio mercantil y pseudocultural.

Tomado de: El Salto

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En respaldo de la declaración de La Habana

Ernesto Che Guevara y Fidel Castro Ruz, dos hombres excepcionales

Por Ernesto Che Guevara

En respaldo de la declaración de La Habana. Discurso pronunciado por el Che, el 18 de septiembre de 1960

Compañeros:

Estamos reunidos una vez más, el pueblo y el Gobierno Revolucionario de Cuba, para dialogar sobre los acontecimientos que últimamente se han sucedido en esta parte del mundo, en el Continente americano, y para poner a consideración de ustedes la ratificación del Acuerdo tomado por la Asamblea General del Pueblo en La Habana.

Bueno es recordar que la Declaración de La Habana, como se conocerá de ahora en adelante en la Historia, es la respuesta del pueblo cubano, reunido en Asamblea General, a las agresiones imperialistas fraguadas en San José de Costa Rica por el “amo” Herter y sus “lacayos” de América. (Gritos)

Bueno es recordar también que todo el avance revolucionario de este año y medio, plagado de acontecimientos importantísimos para la historia de América, constituye una respuesta constante del pueblo a las agresiones del extranjero, o de los latifundistas, o de cualquier tipo de contrarrevolucionario interno.

Empezamos en los días siguientes al primero de enero de 1959, ajusticiando a todos los criminales de guerra convictos de crímenes terribles contra la humanidad. Se desató entonces la primera campaña de los periódicos yanquis y de toda la prensa mercenaria en el Continente americano, condenando los fusilamientos en nombre de la humanidad, de esa misma humanidad a la cual no habían acudido aquí en Cuba, como en muchas partes de América, se asesinaba al pueblo inmisericordemente. Y la respuesta del Gobierno Revolucionario fue convocar a su pueblo entero frente al Palacio de gobierno, en La Habana, para que dijera de cuerpo presente si quería o no justicia revolucionaria. Y ustedes recuerdan como el pueblo entero se pronunció por esa justicia revolucionaria y contra la intromisión del extranjero en nuestras leyes y en nuestro desarrollo.

Cuando se aprobó la Ley de Reforma Agraria, inmediatamente empezó la campaña que no ha acabado hasta hoy contra todos los miembros del Gobierno, acusándonos de crímenes inicuos y acusándonos también de ser la “cabeza de playa” del comunismo internacional, entronizada aquí en América. Nos acusaban, entre otras cosas de que aquí en Camagüey había una base de cohetes, de que en el sur de nuestra Isla había una base de submarinos, de que de aquí partían todas las agresiones contra el coloso del Norte.

Y parece que nos consideran en verdad un peligroso adversario. Fíjense ustedes que ahora, al iniciarse en la Organización de Naciones Unidas una conferencia general más, solamente hay cuatro gobernantes del mundo entero que tienen el alto privilegio y el alto honor de ser execrados por la plutocracia yanqui, y uno de esos cuatro gobernantes es, precisamente, nuestro Primer Ministro Fidel Castro.

Precisamente, eso nosotros debemos preguntarnos: ¿qué tiene Fidel, que tanto le preocupa a los norteamericanos? ¿Qué tiene el pueblo de Cuba, pequeña isla subdesarrollada -como nos llaman ellos- de seis millones de habitantes apenas, que está comparada en el odio yanqui hoy con la Unión Soviética, de más de 200 millones de habitantes, dueña de los más poderosos elementos de destrucción de la tierra, dueña del más poderoso ejercito del mundo, y enemiga declarada de los Estados Unidos? ¿Qué tiene Cuba, que pueda compararse con la China Popular, de 650 millones de habitantes, la nación más poblada de la tierra, y la segunda potencia del mundo socialista? ¿Qué es lo que tiene Cuba?, ¿cuál es el peligro de la Revolución cubana? Y el peligro de la Revolución cubana, hombres y mujeres de Camagüey, el peligro son ustedes y somos nosotros; el peligro es que se riegue por América esto que estamos haciendo, que se riegue por América la costumbre de dialogar con el pueblo y pedirle consejo al pueblo, cada vez que sea necesario, porque cuando se le pregunta a cualquier pueblo de América que es lo que hay que hacer con los latifundistas, todos los pueblos contestarán igual que ustedes, ¡todos condenarán el latifundio!

Y cuando, pasando de lado las muchas veces mentirosa urna electoral, se pregunte directamente al pueblo de América quién es el enemigo de ese pueblo, quién ha atentado durante cincuenta años contra su desarrollo, quién ha puesto gobernantes que masacraban a su pueblo, como Trujillo o como Somoza, todo el pueblo de América contestará que el Gobierno de los Estados Unidos es el culpable del más terrible de los crímenes, de haber favorecido el genocidio de un inmenso Continente y de estar todavía manteniendo con sus fusiles, como aquí lo hizo con Batista, la opresión de unos pocos sobre el pueblo entero de América. Por eso nos temen, por eso quieren aislarnos y quieren destruirnos, porque tienen miedo de que este ejemplo cunda y de que por toda América florezcan las cooperativas, y por toda América se extinga el latifundio, y, antes que todo eso, por toda América empiecen a nacer las barbas guerrilleras y toda la Cordillera de los Andes se convierta en otra Sierra Maestra.

A eso le temen, a nuestro ejemplo. Ellos saben que es mentira lo de los cohetes de Camagüey, como lo saben todos ustedes; ellos saben que es mentira lo de la base de submarinos, como todos ustedes lo saben; ellos saben que este Gobierno no se ha vendido a ningún otro Gobierno de la tierra, y que si algún día, para prestarnos su ayuda, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o el Gobierno de China Popular, o cualquier potencia de la tierra, pusiera como condición entregar algo de nuestra soberanía o de nuestra dignidad, en ese mismo momento Cuba rompería con cualquier potencia que se animara a plantear eso. Porque si nosotros hemos aceptado la ayuda de la Unión Soviética y la mano fraterna que nos tendieran todas las potencias socialistas, es precisamente porque lo han hecho sin anteponer condición política alguna.

Ellos saben bien que nuestras condiciones no son similares, ellos saben bien que aquí no está establecido el socialismo; simplemente, ellos nos brindan su ayuda para que nosotros pudiéramos seguir nuestro camino libremente elegido, y por eso la aceptamos, porque ninguna condición manchó esa ayuda, porque esas armas que ustedes ven, esas armas que son vendidas por el gobierno de la República Checoslovaca, fueron entregadas sin ninguna condición; no hay pacto de ninguna especie que nos ate en el uso de esas armas; esas son nuestras, para defender nuestra soberanía, y no hay ninguna otra condición que las ate.

Y la historia de las armas es otro de los empleos que no les gusta a ellos, ¿por qué están esas armas aquí? ¿fuimos nosotros a buscarlas desde el primer momento a Checoslovaquia, o no recuerdan todos como estuvimos por todos los países de Europa, tratando de comprar armas y aviones, y cómo se realizó toda una colecta popular para poder comprar esos aviones y esas armas?

¿Pero cuál fue la respuesta del imperio? Presionar a todos los gobiernos de Europa, los sometidos a su esfera de influencia, para que no llegara ni una bala a Cuba y el último gobierno, que hasta hace poco había resistido las presiones imperiales, nos ha comunicado también que no nos enviarán más fusiles. Nosotros teníamos la gran disyuntiva: o nos atacan por comunistas, aceptando ayuda de los países socialistas, o nos liquidan por imbéciles, cruzándonos de brazos aquí.

Y el pueblo cubano, compañeros, hace tiempo que no se le puede engañar con palabras, con promesas, con actitudes vacías. Cuando se nos puso en ese dilema, nosotros aceptamos el reto y aquí están las armas checas y pronto volaran los cielos aviones de cualquier potencia que nos los vendan, y habrá tanques de otras potencias y habrá cañones, y habrá bazucas, y habrá ametralladoras, y habrá proyectiles de todo tipo para esas armas, compradas a quien nos las venda.

Y es un ejemplo, que no le gusta tampoco a los yanquis.

Hace tiempo pasó igual con la democracia guatemalteca.

Un buen día no le vendieron más armas, empezaron a ponerse viejos los fusiles y a acabarse los cartuchos, y aquella democracia empezó a buscar armas con que defenderse de una agresión que estaban preparándole, precisamente quienes no les vendían las armas. Y cuando al final, en el uso de su legítimo derecho, compró algún puñado de fusiles en un país socialista, entonces vino la agresión, porque no se podía permitir que tan cerca del Canal de Panamá hubiera una base comunista. Y entonces los aviones piratas, que sí podían, sin embargo, salir sin ninguna insignia de los aeropuertos de Panamá, bombardeaban inmisericordemente al pueblo guatemalteco hasta reducir al gobierno y sumirlo en la miseria, en el oprobio en que está hoy en día. Eso es lo que quieren y cuando ven el ejemplo de Cuba sufren y sufren mucho, porque esas reacciones bestiales son hijas del despecho, son hijas del sufrimiento de quien ve, de una vez y para siempre, disminuidos sus privilegios imperiales.

Ellos tratan de confinar a Fidel Castro en una parte mínima de su territorio, contra todo derecho; ellos tratan de asesinarlo también, si es posible; ellos tratan de destruir nuestra democracia, les gustaría pisotear a nuestro pueblo y masacrarlo. Y cuando le llegó de pronto la advertencia de los cohetes soviéticos tuvieron que reemplazar toda esa descarga que pensaban echar sobre nuestro pueblo, por palabras altisonantes, y tuvieron que guardarse su furia y por eso están así; son igual que las fieras, que cuando están acorraladas y heridas se vuelven más peligrosas y más agresivas. Así esta el imperialismo yanqui hoy, acorralado por las fuerzas que quieren su liberación en el mundo entero, azotados todos los gobiernos títeres por los pueblos que día a día claman por su libertad, en peligro de perder sus privilegios, en peligro de ver hundirse toda la riqueza que amasaron con el sudor y la sangre de los pueblos por eso están así, por eso rugen de impotencia, por eso atacan al que se le acerca, como los perros enfermos de rabia.

Conocido todo esto, conocida la importancia de la Declaración de La Habana, conocidos los antecedentes y el porqué de esa declaración, procederemos a leerla y si ustedes están de acuerdo al finalizar la lectura, la ratificarán levantando la mano.

DECLARACIÓN DE LA HABANA

Junto a la imagen y el recuerdo de José Martí, en Cuba, Territorio Libre de América, el pueblo, en uso de las potestades inalienables que dimanan del efectivo ejercicio de la soberanía expresada en el sufragio directo, universal y público, se ha constituido en Asamblea General Nacional.

En nombre propio y recogiendo el sentir de los pueblos de Nuestra América, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba:

1 – Condena en todos sus términos la denominada “Declaración de San José de Costa Rica” documento dictado por el imperialismo norteamericano y atentatorio a la autodeterminación nacional, la soberanía y la dignidad de los pueblos hermanos del Continente.

2 – La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, condena enérgicamente la intervención abierta y criminal que durante más de un siglo ha ejercido el imperialismo norteamericano sobre todos los pueblos de la América Latina, pueblos que más de una vez han visto invadido su suelo en México, Nicaragua, Haití, Santo Domingo o Cuba, que han perdido ante la voracidad de lo imperialistas yanquis, extensas y ricas zonas como Tejas, centros estratégicos vitales como el Canal de Panamá, países enteros como Puerto Rico convertido en territorio de ocupación; que han sufrido, además, el trato vejaminoso de los Infantes de Marina, lo mismo contra nuestras mujeres e hijas que contra los símbolos más altos de la historia patria como a efigie de José Martí.

Esa intervención, afianzada en la superioridad militar, en tratados desiguales y en la sumisión miserable de gobernantes traidores, ha convertido a lo largo de más de cien años a Nuestra América, – la América que Bolívar, Hidalgo, Juárez, San Martín, O’Higgins, Sucre, Tiradentes y Martí quisieron libre – en zona de explotación, en traspatio del imperio financiero y político yanqui, en reserva de votos para los organismos internacionales en los cuales los países latinoamericanos hemos figurado como arrias de “el Norte revuelto y brutal que nos desprecia”

La Asamblea General Nacional del Pueblo declara, que la aceptación por parte de gobiernos que asumen oficialmente la representación de los países de América Latina de esa intervención continuada e históricamente irrefutable, traiciona los ideales independentistas de sus pueblos, borra su soberanía e impide la verdadera solidaridad entre nuestros países, lo que obliga a esta Asamblea a repudiarla a nombre del pueblo de Cuba y con voz que recoge la esperanza y la decisión de los pueblos latinoamericanos y el acento liberador de los próceres inmortales de Nuestra América.

3 – La Asamblea General Nacional del Pueblo rechaza asimismo el intento de preservar la Doctrina de Monroe, utilizada hasta ahora, como lo previera José Martí, “para extender el dominio en América” de los imperialistas voraces, para inyectar mejor el veneno también denunciado a tiempo por José Martí, “el veneno de los empréstitos, de los canales, de los ferrocarriles…” Por ello, frente al hipócrita panamericanismo que es solo predominio de los monopolios yanquis sobre los intereses de nuestros pueblos y manejo yanqui de gobiernos posternados ante Washington; la Asamblea del Pueblo de Cuba proclama el latinoamericanismo liberador que late en Martí y Benito Juárez.

Y, al extender la amistad hacia el pueblo norteamericano – el pueblo de los negros linchados, de los intelectuales perseguidos, de los obreros forzados a aceptar la dirección de gangsters – reafirma la voluntad de marchar “con todo el mundo y no con una parte de él”.

4 – La Asamblea General Nacional del Pueblo declara, que la ayuda espontáneamente ofrecida por la Unión Soviética a Cuba en caso de que nuestro país fuere atacado por fuerzas militares imperialistas, no podrá ser considerada jamás como un acto de intromisión, sino que constituye un evidente acto de solidaridad y que esa ayuda, brindada a Cuba ante un inminente ataque del Pentágono yanqui, honra tanto al gobierno de la Unión Soviética que la ofrece, como deshonran al gobierno de los Estados Unidos sus cobardes y criminales agresiones contra Cuba.

Por tanto, la Asamblea General del Pueblo declara ante América y el mundo, que acepta y agradece el apoyo de los cohetes de la Unión Soviética si su territorio fuere invadido por fuerzas militares de los Estados Unidos.

5 – La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba niega categóricamente que haya existido pretensión alguna por parte de la, Unión Soviética y la República Popular China de “utilizar la posición económica, política y social de Cuba para quebrantar la unidad continental y poner en peligro la unidad del hemisferio”. Desde el primero hasta el último disparo, desde el primero hasta el último de los veinte mil mártires que costó la lucha para derrocar la tiranía y conquistar el poder revolucionario, de la primera hasta la última ley revolucionaria, desde el primero hasta el último acto de la Revolución, el pueblo de Cuba ha actuado por libre y absoluta determinación propia, sin que, por tanto, se pueda culpar jamás a la Unión Soviética o a la República Popular China de la existencia de una Revolución que es la respuesta cabal de Cuba a los crímenes y las injusticias instauradas por imperialismo en América.

Por el contrario, la Asamblea General Nacional del Pueblo Cuba entiende que la política de aislamiento y hostilidad hacia la Unión Soviética y la República Popular China preconizada por el gobierno de los Estados Unidos e impuesta por éste a los gobiernos de la América Latina y la conducta guerrerista y agresiva del gobierno norteamericano y su negativa sistemática al ingreso de la República Popular China en las Naciones Unidas, pese a representar aquélla la casi totalidad de un país de más seiscientos millones de habitantes, sí ponen en peligro la paz y la seguridad del hemisferio y del mundo.

Por tanto, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba ratifica su política de amistad con todos los pueblos del mundo, reafirma su propósito de establecer relaciones diplomáticas también con todos los países socialistas y desde este instante, en uso de su soberana y libre voluntad, expresa al Gobierno de la República Popular China, que acuerda establecer relaciones diplomáticas entre ambos países y que, por tanto, quedan rescindidas las relaciones que hasta hoy Cuba había mantenido con el régimen títere que sostienen en Formosa los barcos de la Séptima Flota yanqui.

La Asamblea General Nacional del Pueblo reafirma – y está segura de hacerlo como expresión de un criterio común a los pueblos de la América Latina-, que la democracia no es compatible con la oligarquía financiera, con la existencia de la discriminación del negro y los desmanes del Ku-Kus- Klan, con la persecución que privó de sus cargos a científicos como Oppenheimer, que impidió durante años que el mundo escuchara la voz maravillosa de Paúl Robeson, preso en su propio país, y que llevó a la muerte, ante la protesta y el espanto del mundo entero y pese a la apelación de gobernantes de diversos países y del Papa Pío XII, a los esposos Rosemberg.

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba expresa la convicción cubana de que la democracia no puede consistir sólo en el ejercicio de un voto electoral que casi siempre es ficticio y esta manejado por latifundistas y políticos profesionales, sino en el derecho de los ciudadanos a decidir, como ahora lo hace esta Asamblea del Pueblo, sus propios destinos. La democracia, además, sólo existirá en América Latina cuando los pueblos sean realmente libres para escoger, cuando los humildes no estén reducidos – por el hambre, la desigualdad social, el analfabetismo y los5 sistemas jurídicos-, a la más ominosa impotencia.

Por eso, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba:

Condena el latifundio, fuente de miseria para el campesino y sistema de producción agrícola retrógrado e inhumano; condena los salarios de hambre y la explotación inicua del trabajo humano por bastardos y privilegiados intereses; condena el analfabetismo, la ausencia de maestros, de escuelas, de médicos y de hospitales; la falta de protección a la vejez que impera en los países de América; condena la discriminación del negro y del indio; condena la desigualdad y la explotación de la mujer; condena a las oligarquías militares y políticas que mantienen a nuestros pueblos en la miseria, impiden su desarrollo democrático y el pleno ejercicio de su soberanía; condena las concesiones de los recursos naturales de nuestros países a los monopolios extranjeros como política entreguista y traidora al interés de los pueblos; condena a los gobiernos que desoyen el sentimiento de sus pueblos para acatar los mandatos de Washington; condena el engaño sistemático a los pueblos por órganos de divulgación que responden al interés de las oligarquías y a la política del imperialismo opresor; condena al monopolio de las noticias por agencias yanquis, instrumentos de los trusts norteamericanos y agentes de Washington; condena las leyes represivas que impiden a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes y los intelectuales, a las grandes mayorías de cada país, organizarse y luchar por sus reivindicaciones sociales y patrióticas; condena a los monopolios y empresas imperialistas que saquean continuamente nuestras riquezas, explotan a nuestros obreros y campesinos, desangran y mantienen en retraso nuestras economías, y someten la política de la América Latina a sus designios e intereses.

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena, en fin, la explotación del hombre por el hombre y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista.

En consecuencia, la Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba proclama ante América: El derecho de los campesinos a la tierra; el derecho del obrero al fruto de su trabajo; el derecho de los niños a la educación; el derecho de los enfermos a la asistencia médica y hospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo; el derecho de los estudiantes a la enseñanza libre, experimental y científica; el derecho de los negros y los indios a la dignidad plena del hombre; el derecho de la mujer a la igualdad civil, social y política; el derecho del anciano a una vejez segura; el derecho de los intelectuales, artistas y científicos, a luchar con sus obras, por un mundo mejor; el derecho de los Estados a la nacionalización de los monopolios imperialistas, rescatando así las riquezas y recursos nacionales; el derecho de los países al comercio libre con todos los pueblos del mundo; el derecho de las naciones a su plena soberanía; el derecho de los pueblos a convertir sus fortalezas militares en escuelas, y a armar a sus obreros, a sus campesinos, estudiantes, intelectuales, al negro, al indio, a la mujer, al joven, al anciano, a todos los oprimidos y explotados, para que defiendan, por si mismos, sus derechos y sus destinos.

La Asamblea Nacional dcl Pueblo de Cuba postula:

El deber de los obreros, de los campesinos, de los estudiantes, de los intelectuales, de los negros, de los indios, de los jóvenes, de las mujeres, de los ancianos, a luchar por sus reivindicaciones económicas, políticas y sociales; el deber de las naciones oprimidas y explotadas a luchar por su liberación; el deber de cada pueblo a la solidaridad con todos los pueblos oprimidos, colonizados, explotados o agredidos, sea cual fuere el lugar del mundo en que estos se encuentren y la distancia geográfica que los separe.

¡Todos los pueblos del mundo son hermanos!

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba reafirma su fe en que la América Latina marchará pronto, unida y vencedora, libre de las ataduras que convierten sus economías en riqueza enajenada al imperialismo norteamericano y que le impiden hacer oír su verdadera voz, en las reuniones donde Cancilleres domesticados hacen de coro infamante al amo despótico. Ratifica, por ello, su decisión de trabajar por ese común destino latinoamericano que permitirá a nuestros países edificar una solidaridad verdadera, asentada en la libre voluntad de cada uno de ellos y en las aspiraciones conjuntas de todos.

En la lucha por esa América Latina liberada, frente a las voces obedientes de quienes usurpan su representación oficial, surge ahora, con potencia invencible, la voz genuina de los pueblos, voz que se abre paso des de las entrañas de sus minas de carbón y estaño; desde sus fábricas y centrales azucareros, desde sus tierras enfeudadas, donde rotos, cholos; gauchos, jíbaros, herederos de Zapata y de Sandino, empuñan las armas de su libertad, voz que resuena en sus poetas y en sus novelistas, en sus estudiantes, en sus mujeres y en sus niños, en sus ancianos develados.

A esa voz hermana, la Asamblea del Pueblo de Cuba le responde:

¡Presente! Cuba no fallará. Aquí está hoy Cuba para ratificar, ante América Latina y ante el mundo, como un compromiso histórico, su dilema irrenunciable: «Patria o Muerte»

Antes de proceder a la votación que ratifique esta Asamblea General del Pueblo, quisiera hacer algunas consideraciones sobre cada uno de los puntos más importantes de esta Declaración. Porque esta es una Declaración histórica que vivirá mientras haya historia en el mundo. Este es el primer grito de libertad autentica, razonada, que un pueblo de América da a los oídos del mundo entero. Aquí se desenmascara, y esto es lo importante, la verdadera esencia de la democracia norteamericana. Es la democracia donde un gran cantor negro Paúl Robeson porque era negro y porque luchaba por el derecho de los negros a ser tratados como seres humanos fue mantenido a veces directamente en prisión y otras veces fue mantenido en la gran prisión que es los Estados Unidos, para quienes no piensan como los opresores imperialistas.

La democracia norteamericana es la democracia que asesina a los esposos Rosemberg pero que antes de asesinarlos, condenándolos por espías, les planteó un dilema terrible: ese matrimonio, un par de intelectuales humildes, honrados, que se habían ganado su sustento trabajando día a día, estaban condenados a muerte pero podían salvarse, la única condición -la que siempre pide e imperio- era entregar su dignidad. Si ellos se confesaban agentes de una potencia extranjera, si ellos confesaban un delito que no habían cometido podían salvarse; pero si ellos proclamaban su inocencia ante el mundo, estaban irremisiblemente condenados, como lo estuvieron, porque fueron ejecutados.

Esa es la esencia de la democracia yanqui: la hipocresía como norma de acción. Y aquel matrimonio deja para el mundo un recuerdo sencillo y emocionante cuando dijeron, más o meno así: “Somos jóvenes, tenemos hijos, amamos la vida, y no queremos morir; pero el precio que se pide por nuestra vida es demasiado grande, y frente a eso preferimos morir”

Así fueron al suplicio los esposos Rosemberg, condenados en el momento en que el “macarthismo” se extendía por Estados Unidos, condenados por presuntos comunistas y por pertenecer a la religión o al pueblo hebreo.

También son ellos los que condenan al linchamiento a los negros del sur; son ellos los que linchan a algún muchacho negro que mirara demasiado a alguna mujer blanca; son ellos los que establecen en todo la división entre los hombres; son ellos los que golpean y masacran a todos los que se les oponen. Y esta bien claro que al aprobar esta resolución de la Asamblea General, el pueblo establece desde ya la misma disyuntiva que establecieron los esposos Rosemberg: la vida es muy linda, la vida vale la pena vivirla, pero si como precio de esa vida se exige la dignidad de un pueblo ¡entonces es preferible morir! Y ese es el dilema que se plantea en el final de la Declaración de La Habana, dicho simplemente en tres palabras: Patria o Muerte

Pero, además, la Declaración de La Habana toma posición frente a dos de las plagas más grandes que ha tenido la humanidad: frente al latifundio, explotador de por sí, condenándolo en todas sus formas, por lesivo a la dignidad humana; y además, establece, por primera vez en América y ante el mundo entero, apoyado por todo un pueblo, la afirmación que todos hubiéramos querido ver desde hace muchos años y haber nacido bajo su advocación: la Declaración de La Habana condena la explotación del hombre por el hombre y establece como aspiración fundamental de los pueblos el que desaparezca totalmente esta explotación, el que no se pueda decir que en un pueblo haya una sola persona que explota a uno solo de los ciudadanos de ese pueblo.

Esa es nuestra aspiración, es la aspiración por la que lucha lo mejor del mundo, durante años y años, y en la que han dejado sus huesos, sus cuerpos, muchos mártires en todos los países del mundo.

Si esta Asamblea del Pueblo de Camagüey está de acuerdo con todos los pronunciamientos establecidos en la Declaración de La Habana; si condena conscientemente el latifundio; condena a la sedicente democracia yanqui, como falsa y explotadora de los pueblos; si establece como aspiración fundamental de los pueblos la abolición de la explotación del hombre por el hombre; ¡que todos los que estén de acuerdo levanten la mano! (La totalidad de los presentes levanta sus manos y prorrumpen en gritos: “¡Ya votamos!, ¡Ya votamos!”)

Bien, compañeros: aprobada por aclamación la Declaración de La Habana, vamos a poner en consideración de ustedes el texto de un telegrama que enviamos a nuestro Primer Ministro, estableciendo precisamente las conclusiones a que hemos arribado hoy. El telegrama dirá, si ustedes lo aprueban:

“Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del Gobierno Revolucionario. En la misma Plaza en que hace más de un siglo Joaquín de Agüero, José Tomas Betancourt, Fernando de Zayas y Miguel Benavides ofrendaron sus vidas generosas, luchando por la libertad política y la justicia social de la Patria, el pueblo de Camagüey, constituido en Asamblea General Provincial, acuerda: Primero, ratificar en todos sus puntos la histórica Declaración de La Habana; segundo: respaldar su firme actitud en la denuncia de la explotación imperialista norteamericana a los pueblos subdesarrollados de la América Latina y del mundo; tercero: exhortar a la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas a la eliminación de los planes guerreristas del imperialismo yanqui, para facilitar así la conquista definitiva de la paz mundial; cuarto: jurar, con el ejemplo de Ignacio Agramonte y de todos los que cayeron por la felicidad de nuestro pueblo, mantenernos unidos y decididos para defender el suelo de la Patria de toda agresión proveniente del “norte revuelto y brutal que nos desprecia” Con las banderas de la patria desplegadas, Camagüey proclama que ¡Venceremos!, ¡Patria o Muerte! (Ovación y gritos de «Venceremos, Venceremos»)

Queda a consideración de ustedes el texto de esta comunicación, y los que la aprueben que levanten la mano. La totalidad de los presentes levanta la mano. (Gritos de ¡aprobamos, aprobamos!)

Con el firme convencimiento de que a esta Asamblea General Provincial de Camagüey seguirán otras, apoyadas por las manos puras de sus obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y pueblo en general, y por los fusiles de nuestro Ejército Revolucionario y de nuestras milicias, es que declaramos cerrada esta Primera Asamblea General del Pueblo de Camagüey.

Vamos a cantar todos nuestro glorioso Himno Nacional.

De pie. (Se entona el Himno Nacional, siendo cantado por todos los presentes)

Tomado de: Centro de Estudios Che Guevara

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Julio García Espinosa, el perpetuo provocador

Julio García Espinosa. (1926-2016) Premio Nacional de Cine 2004.

Por Luciano Castillo @LucioC812

Con esa incuestionable pertenencia a la estirpe de los fundadores, Julio García Espinosa cumpliría 95 años este 5 de septiembre de 2021. Una trilogía de piezas clave que trascendieron su filmografía, para ocupar un lugar prominente en la historia del nuevo cine cubano, iniciarían cualquier retrospectiva de su obra: El Mégano (1955), título precursor del movimiento del nuevo cine latinoamericano; La vivienda (1959), documental rodado por la Sección de Cine de la Dirección de Cultura del Ejército Rebelde en esos febriles meses iniciales y concluido en el ICAIC, así como Sexto aniversario (1959), uno de los dos primeros producidos por el ICAIC, cuyo núcleo fundacional él integró.

Cuba baila (1960), comedia costumbrista con la que debutó en el largometraje, era un viejo proyecto escrito con el influjo del guionista italiano Cesare Zavattini, esa “máquina de pensar argumentos”, al decir de Gabriel García Márquez, y quien fue profesor de ambos durante sus estudios en el Centro Sperimentale di Cinematografía de Roma (1951-1954). Insuflados por la impronta del neorrealismo italiano, movimiento seminal en la historia del séptimo arte, allí concurrieron no solo Julio y el Gabo, sino también Titón, Birri, Oscar Torres y otros creadores del continente. Cuando García Espinosa y Gutiérrez Alea regresaron a Cuba, el entusiasmo se desvaneció ante un panorama cinematográfico nada alentador que apenas se diferenciaba del que dejaron antes de su partida. Ingresaron en la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, donde confluían los intelectuales y artistas más progresistas, y Julio filma El Mégano con la colaboración de Titón, y la presencia en el equipo de Alfredo Guevara.

El aporte zavattiniano es extensivo a El joven rebelde (1961). Desmitificador por naturaleza, Julio disfrutó —y nos divirtió— versionando a Samuel Feijóo en Aventuras de Juan Quinquín (1967), clásico indiscutible del cine cubano. Medio siglo atrás, estrenaba Tercer mundo, tercera guerra, un ensayo cinematográfico filmado íntegramente en Vietnam.

Para él, “toda obra de arte es un riesgo y, como tal, es siempre un experimento”, lo cual lo condujo a concebir dos filmes “de culto”: Son o no son (1980), en el que saldó su vieja deuda con el teatro y el espectáculo de cabaret, y El plano (1993), vía para explorar, por primera vez en Cuba, las posibilidades del video como medio expresivo. Consiguió con creces la emoción, sin pérdida alguna de la reflexión, en Reina y Rey (1994), desgarrador tributo al Umberto D del dueto Zavattini-De Sica a través de una anciana y su perro inmersos en la cruenta situación económica del período especial. Cuánto de lo vivido por el cineasta en su adolescencia en el barrio de Cayo Hueso debe haber hallado en los personajes del dramaturgo Eugenio Hernández Espinosa en su obra Mi socio Manolo, para que decidiera filmarla en 1989 y legar a la filmografía cubana sobre el tema una de las más relevantes adaptaciones.

Al aproximarse a la obra de Julio García Espinosa, uno se percata de que no es demasiado extensa como realizador, por consagrarse en gran medida a funciones organizativas de la producción fílmica en el ICAIC, colaborar en los guiones de una buena cantidad de títulos cimeros y, con sus perennes preocupaciones, desarrollar una labor teórica en la cual descuella “Por un cine imperfecto” (1969), texto-manifiesto aún polémico. Presidió el ICAIC durante la etapa 1983-1990, fue uno de los fundadores del Comité de Cineastas de América Latina y encabezó el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, al que incorporó la televisión y el video en varias ediciones. Apenas al cabo de un año de gestar la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, presidida por Gabriel García Márquez, Julio se responsabilizó con la puesta en marcha de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, un viejo sueño colectivo —próximo a cumplir 35 años—, y llegó a ser el primer creador cubano en asumir su dirección (2002-2007).

Vivir bajo la lluvia es el título escogido por Dolores Calviño Valdés-Fauly, su compañera de tantos años, para el libro compilado por ella para Ediciones ICAIC, a partir de un texto pleno de provocaciones publicado por La Gaceta de Cuba en los años sesenta, que parece haberse escrito hoy mismo. Aún puede usted adquirirlo en la librería Gérard Philipe, abierta por la Cinemateca de Cuba en su sede, el cine 23 y 12, y adentrarse en las inquietudes que animaron a este imprescindible del cine iberoamericano.

(De Cartelera Cine y Video, nro. 190)

Tomado de: Cubacine

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Tres historias de amor en una noche habanera: nueva película de Gerardo Chijona

Gerardo Chijona, cineasta cubano

Por Antonio Mazón Robau

El nacimiento de una comedia negra

A raíz del estreno de La cosa humana en el Festival de Tribeca, en Nueva York, y su compra para distribución nacional por una importante compañía en Estados Unidos, surgió la idea de hacer otra comedia. Aproveché la ocasión y propuse hacer una comedia negra. En ese momento yo regresaba a La Habana a rodar Los buenos demonios, una película que sabía que iba a ser difícil, porque era el proyecto inconcluso que mi amigo Daniel Díaz Torres murió soñando con hacer, un guión escrito por él y Alejandro Hernández. Para mí era una gran responsabilidad, pues mi objetivo era hacer la película de Daniel, no la mía, y dudaba de poder ser el brazo ejecutor del proyecto. Cuando vi el primer corte con Alejandro en Madrid y, sobre todo, con los hijos de Daniel, Danielito y Laurita, que trabajaron conmigo en la película, fue que respiré. Ellos sintieron que la mirada de Daniel estaba ahí en pantalla.

Los referentes

Yo sabía que Francisco García, el guionista que ha trabajado conmigo en otras películas como Boleto al paraíso y La cosa humana, había escrito un par de cuentos que tenían que ver con el humor negro. Enseguida le escribí y, en lo que yo filmaba y editaba Los buenos demonios, él empezó a armar la historia de Oscuros amores. Rápidamente nos pusimos de acuerdo en que fuera una película coral, con siete u ocho personajes, y que todo pasara durante una noche habanera. Ahí tuvimos como referente la película de Martin Scorsese Después de hora (After Hours), que se ajustaba un poco al estilo de locura y de absurdo que iba a tener ese humor negro que queríamos reflejar, ya que la película está más cerca de la farsa que de la comedia de sonrisas, y el diseño de los personajes iba a estar bordeando el estereotipo.

Le propuse también a Francisco tomar como referencia el humor negro de Buñuel, sobre todo el de su etapa mexicana, y las películas clásicas de Titón La muerte de un burócrata y Guantanamera. De más está decir que cuando uno se pone a trabajar en un guión, el referente lo tiene ahí, en la parte de atrás del cerebro, pero a medida que el trabajo avanza, después se olvida, pues el proceso de escritura es más complejo que estar imitando cosas a las que no puedes llegar nunca, como es arrimarse al cine de Buñuel o de Titón.

Lo difícil de filmar una comedia

Lo que hicimos entonces de mutuo acuerdo fue empezar a armar tres historias de amor que transcurren paralelamente en una noche habanera y ver de qué manera lográbamos que empezaran a cruzarse en un momento determinado de la narración. Cuando hago comedia siempre recuerdo aquello que decía Truffaut, que todo el que hubiera pasado por la experiencia de escribir una comedia sabía que es el género más difícil, el que requiere más trabajo, más talento y, sobre todo, humildad. En el cine nunca hay apuestas seguras, pero cuando te metes a filmar una comedia hay más inseguridad todavía. Uno no sabe si la gente se va a entretener o se va a reír. Sabes que tienes una estructura, un diseño de personajes, un arco dramático, y tratas de ser lo más consecuente posible con el género. Pero no sabes cómo ni cuándo se va a reír la gente, si es que logras que se ría. Pasa muchas veces, durante la escritura, que en determinadas escenas apuestas por un momento de humor, pero no estás seguro de que funcione, y para asegurarlo tratas de tener un segundo momento, y a veces la inseguridad es tan grande que tratas de tener un tercero. Entonces es terrible muchas veces, porque cuando el primer momento funciona y la película está en su versión original, la gente se ríe y no oye el segundo momento, que a veces es mucho mejor. Solamente cuando las películas se exhiben con subtítulos escapas a esa tortura.

Complejidades del guion

El otro reto es que la farsa te obliga a diseñar personajes pegados al estereotipo. Esa experiencia ya la viví cuando hice Un paraíso bajo las estrellas, que era también una farsa con envoltura de musical, y que, para mi sorpresa, fue una película con más de dos millones de espectadores en Cuba, y tuvo un largo recorrido en festivales y múltiples ventas internacionales. Cuando trabajo con Francisco García en una comedia, casi siempre hacemos el doble de versiones que cuando hacemos un drama. Aclaro que estoy hablando de cine narrativo, con estructuras clásicas. En total, Francisco escribió unas dieciocho versiones del guión. Para mí es una delicia trabajar con él, pues es muy flexible, incansable, sabe escuchar y tiene un sentido del humor cínico como el mío, y rápidamente captó el tono de la película que yo tenía en la cabeza. En los dos proyectos anteriores desarrollamos los guiones a cuatro manos, pero en esta oportunidad él es el padre de la criatura. Él escribió todas las versiones del guión y yo solo fui una especie de asesor, sobre todo de la estructura, que es donde me siento más seguro. Una de las cosas que siempre agradeceré a mi experiencia en los talleres de Sundance es que aprendí a ser obsesivo con las estructuras, pues cuando esta funciona, la historia avanza con fluidez hasta el final.

Empezamos a trabajar las historias de amor, pero siempre había una tercera, esquiva, que sentíamos que no encajaba en el tono de humor negro, a veces macabro, que queríamos, y tampoco encontrábamos la forma de cruzarla con las demás. Optamos entonces, dentro de la locura que se forma esa noche, por una historia más humana, más cercana a la realidad. Algo similar al contrapunto que se logró en Adorables mentiras entre los normales, que eran Jorge Luis y Sissy, y la loca y marginal, que era Nancy, y que funcionó a las mil maravillas. De más está decir que el personaje de Nancy, interpretado magistralmente por Mirtha Ibarra, cobró tanta fuerza que brincó, por derecho propio, a Fresa y chocolate.

Dos de las historias de amor y muerte tienen su desenlace en la escena final, y para que la tercera historia también concluyera felizmente, a Francisco se le ocurrió un desenlace imprevisto a partir de la danza y un final de «cine dentro del cine», que aprovechamos para hacerle un homenaje a Juan Carlos Tabío, gran amigo y uno de los grandes nombres del cine cubano. Juanca se entusiasmó con la idea y salió de su aislamiento voluntario para interpretarse a sí mismo en una breve escena. Ese día en que lo tuvimos en el estudio de Cubanacán fue un momento muy feliz para todos los que estuvimos acompañándolo, y también para él, arropado por el cariño de toda la gente del staff.

Cuando estábamos filmando la película, nadie podía imaginar que iba ser la última de Raúl Pérez Ureta, otra pérdida muy grande para nuestro cine. La mayoría de mis películas las hice con Raúl como fotógrafo, y no solamente éramos compañeros de trabajo, sino buenos amigos, casi familia. Raúl enseguida captó la atmósfera y el look que yo quería, que no era la fotografía clásica del cine negro, porque estábamos filmando una comedia en la que no encajaba del todo la atmósfera opresiva y angustiosa del cine negro clásico.

La película está dedicada a Raúl y a Juan Carlos, dos pérdidas irreparables para el cine cubano.

Otras notas de producción

Fue una película agotadora. Unas pocas semanas de rodaje, un presupuesto reducido, muchos exteriores y el noventa por ciento de las escenas filmadas de noche. Gracias al estupendo plan de rodaje del productor Daniel Díaz Ravelo pude salir ileso de esa paliza.

Un reparto muy exigente

Para atenuar el carácter estereotipado de los personajes, yo sabía que tenía que contar con un elenco de primera, y convoqué a muchos de los que ya son asiduos en mis películas, aquellos con los que, después de discutir el personaje y ensayar, ya solo basta mirarnos en el set para saber por dónde van los tiros. Una de las historias la integran Isabel Santos, Osvaldo Doimeadiós, Yailene Sierra y Mario Guerra.

La otra la interpretan Luis Alberto García, Enrique Molina, Vladimir Cruz —quien caracteriza a un director de orquesta, para lo cual estuvo preparándose durante un mes en la prefilmación— y la actriz de Insumisas, Yeny Soria, que pasó un casting muy exigente. Yo nunca había trabajado con ella, y estoy muy contento con el resultado. La tercera estuvo a cargo de Carlos Enrique Almirante y Yailín Coppola, actriz con gran experiencia teatral, pero poca en el cine. Ella concibió y le dio vida a su personaje de manera auténtica y convincente.

Isabel Santos me sorprendió cuando, al terminar de leer el guión, me dijo que para ella Oscuros amores era una película sobre la soledad. Ojalá sea verdad. Es cierto que, en el mundo de locura y absurdo en que se mueven, los personajes están buscando compañía desesperadamente, por lo que llegan a extremos inimaginables. Yo me conformaría con que el público que vea la película, cuando llegue el momento del estreno, disfrute este divertimento, después de estos años duros y difíciles que nos ha tocado vivir.

Lo que resta para verla

La película se terminó de filmar en julio de 2019 y terminamos de editarla con Miriam Talavera, que ya es como mi brazo derecho, a finales de ese año. Con un corte ya cerrado, Sheyla Pool, que fue alumna mía, se encargó de diseñar la banda sonora. Trabajé por primera vez con Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galbán, que compusieron una música maravillosa para la película. En marzo de 2020 ya estábamos listos para viajar a España a hacer la mezcla de sonido y la corrección final de luz y color, pero la pandemia lo congeló todo. Aún estamos a la espera de poder terminar la película, que esperamos que se concluya en el último trimestre de este año.

Fuente Revista cine Cubano

Tomado de: Cubarte

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