Archives for

El cine de la devoción

Autora: Nathaniel Dorsky

Uno de los grandes retos del arte siempre fue transmitir lo inefable, lo que no puede describirse ni aprehenderse con el lenguaje, aquello que no se alcanza a través de las palabras. A veces éstas pueden funcionar como trampolín, como la pregunta de Benjamin Péret que recordaba Buñuel en sus memorias:

«“¿Verdad que la mortadela está fabricada por ciegos?” Para mí, esta afirmación, en forma de pregunta, es tan verdadera como una verdad del Evangelio. Por supuesto, algunos pueden encontrar absurda la relación entre los ciegos y la mortadela. Para mí, es el ejemplo mágico de una frase totalmente irracional que queda brusca y misteriosamente bañada por el destello de la verdad».

Toda su obra parece estar contenida en ese paisaje de relaciones, iluminado por una pregunta sin respuesta, que se abre para cada receptor. Su fuerza viene de la imposibilidad de ser descrito o explicado. Pero también puede suprimirse directamente toda relación con el lenguaje. El cine de Nathaniel Dorksy hablará así, con imágenes y tiempo, sin lenguaje ni sonido, sobre verdades inefables a las que jamás se hubiera pensado que existía un acceso, y que por lo tanto jamás podrían ser compartidas. Cerca del comienzo de El cine de la devoción, Dorsky narra una anécdota que nos resulta familiar y que adquiere una gran fuerza por su unión conceptual con lo religioso: a la salida de una proyección de Viaggio in Italia (Roberto Rosellini, 1954), todos los espectadores abandonaron la sala en absoluto silencio de modo que, en el ascensor que los llevaba a la calle, había desaparecido la típica incomodidad que se genera al compartir el espacio con extraños. La película actuó como una especie de comunión laica al mostrar que ciertas verdades íntimas e inexpresables eran vistas y comunicadas, puestas en común, por un cineasta.

En esta forma de contar, a través de lo que se ve en un ascensor, una especie de conexión espiritual, e incluso en el mismo estilo con el que está escrito el libro, vemos también hasta qué punto Dorsky forma parte de una tradición de pensamiento netamente estadounidense, iniciada a mediados del siglo XIX por R.W. Emerson al apadrinar un movimiento trascendentalista que buscaba centrarse en lo familiar y lo sencillo. Al igual que la prosa de El cine de la devoción no esconde en ningún momento su origen oral (la revisión de una conferencia en la Universidad de Princeton) y maneja conceptos elevados desde ese tono, su autor plantea que la búsqueda de lo espiritual ha de realizarse siempre desde lo común y lo más cercano. Estos elementos no pueden ser simplemente materiales para construir algo, sino que el armazón teórico debe construirse para aclarar o proteger esa materia.

Así, en su cine, todo lo filmado adquiere la condición de sagrado. Una camisa, un cristal o un puñado de arena, objetos que quizá hayan perdido su valor, deslucidos ya por las presiones impuestas por las costumbres sociales sobre aquello que debería parecernos importante. En otro de los momentos más memorables del libro se nos invita a mirarnos las manos y pensar en la complejidad y la variedad de las acciones que pueden llevar a cabo, en las particularidades de esta herramienta tan completa, también en su belleza estética. La relación con esas manos que estaban sujetando el libro en una acción inconsciente se reconfigura para el lector de la misma forma en que intenta hacerlo Dorsky con el cine, devolviendo a todo aquello que registra la cámara su valor real, obviando aquel de cambio que lo acompaña y adultera (en términos económicos dentro de la sociedad capitalista, pero también en lo cinematográfico cuando se trata de esos objetos colocados frente a la cámara sin ser realmente observados, sólo para servir de fondo de una narrativa verosímil). Lo sagrado es siempre intocable, inconmensurable por sí mismo. La necesidad de subrayarlo o mancharlo con ideas sería una profanación. Convertirlo en símbolo de algo más sería despreciarlo; aprovecharlo para construir un discurso ajeno, imponerle un sentido externo a sí mismo sería utilizarlo, reducirlo a una pobre posición de herramienta para un fin mayor.

En la introducción a su excelente entrevista con Nathaniel Dorsky, Scott MacDonald recuerda una interesante polémica:

«Hace algunos años, Stephen Holden declaró que para American Beauty (1999) Sam Mendes se había apropiado de “una imagen (y toda una estética de la belleza) de Variations (1998) de Nathaniel Dorsky, en la que la cámara admiraba una bolsa de plástico movida por el viento” (New York Times, 9 de octubre, 1999). Dorsky recuerda que recibió una llamada de alguien que trabajaba en la producción de American Beauty preguntando cómo podría ver la película, aunque no está convencido de que se hubieran “apropiado” de su plano; hay imágenes similares y anteriores en todas partes, tanto en la poesía como en el cine».

Más interesante que la enésima discusión sobre las deudas del cine comercial con la vanguardia estadounidense podría resultar fijarnos en cómo se presenta ese plano en su nueva vida. La escena llamó rápidamente la atención y se convirtió en la imagen más comentada de la película: el plano de la bolsa de plástico (cuyos movimientos, por supuesto, son mucho más marcados y espectaculares que en la película de Dorsky: sube, baja, hace volteretas) es presentado por un personaje con la frase: «¿Quieres ver lo más hermoso que he grabado?» y acompañado por una evocadora melodía en piano de Thomas Newman. El personaje continúa explicando el momento tan especial en el que se recogió la imagen, y comunicando a la chica lo que significa para él: «Es entonces cuando me di cuenta de que hay toda una vida detrás de las cosas…».

En la superficie el plano es el mismo, pero sólo ahí, no hay más relación; quizás por eso Dorsky niega rápidamente su filiación. A lo largo de su texto, Dorsky invoca una y otra vez imágenes que sí comparten, en todos los niveles señalados, sus mismos principios en el contexto de un cine narrativo. El sombrero de un oficinista filmado por Yasujiro Ozu, o el pañuelo de una esposa filmado por John Ford no son sublimados, ni son el símbolo de algo que los transfigura; en todo caso serán esos objetos, en sí mismos, los que tengan tanto poder como para cambiar algo, para conseguir despertar una emoción.

Es tal la claridad y firmeza de sus ideas que, tan sólo con la lista de películas mencionadas en su libro, el lector podría imaginarse todo aquello que se defiende y el tipo de cine que realiza; aunque puede que fuera con la misma certeza, resbaladiza e imposible de explicar, que aplaudía Buñuel. Al reunir y asociar comparativamente estas películas, Dorsky muestra las coordenadas de un cine de la devoción en el que se inscriben sus propias obras. En el paso final del montaje, los objetos sagrados de su cine se unen preservando ese misterio de una relación que no puede expresarse (y quizá para poder explicitar el mensaje, Mendes no pudo montar la bolsa de plástico junto a nada más) pero que hace sentir su efecto con la fuerza del salto de verso en un poema, o una pincelada y un cierto tipo de color en una pintura abstracta. Ozu filma a una madre y un hijo que se abrazan, y corta a una chimenea que expulsa humo negro. Lo hemos comprendido.

Miguel García en Cinema Comparat/ive Cinema

Tomado de: Lumière

Leer más

Los efectos psíquicos que provoca el abuso sexual en la infancia

Bettina Calvi. Psicóloga argentina

Por Oscar Ranzani

La doctora en Psicología Bettina Calvi indagó a lo largo de su extensa trayectoria como psicoanalista la grave problemática del abuso sexual contra niños y niñas. De hecho, su tesis de doctorado fue “Efectos psíquicos del abuso sexual en la infancia”. Como consecuencia de haber escuchado a niños, niñas y adolescentes, Calvi se ha formulado numerosas preguntas. Muchas de ellas intenta reflexionarlas en Los sonidos del silencio en el abuso. Lecturas clínicas con niñas y niños (Lugar Editorial), donde se permite repensar el traumatismo y el impacto que produce. ¿De qué manera se ve afectada la subjetividad ante el trauma de un abuso sexual en la infancia? “Es bien complicado explicar la magnitud del impacto en el psiquismo de una niña o un niño frente al abuso. La mejor forma de graficarlo es pensar en un tsunami o en un terremoto, cómo queda un espacio después de una catástrofe como esa. Así queda el psiquismo infantil luego del abuso”, grafica Calvi en una entrevista de Página/12.

Ese impacto traumático varía si la víctima es un niño de 2, 3 años o de 7 u 8?

El abuso es arrasador, fuertemente traumático a cualquier edad. No importa si ese niñe tiene 2, 3, 4, 6, 10 o 15. Siempre esta afectación de la que estamos hablando es singular; es decir, depende del momento en que encuentra esta catástrofe a ese chiquito, a esa chiquita o a esa adolescente. Es decir, en qué trabajo psíquico estaba esa persona en ese momento y, además, de la respuesta del entorno. De lo que no cabe duda es que siempre significa un impacto traumático grave.

¿Cómo impacta en la víctima ese espurio pacto de silencio al que lo obliga el agresor?

Esa es uno de los sesgos más particulares y más complejos de esta problemática que en sí misma es terrible y que, lamentablemente, tiene una incidencia altísima, mucho más de la que creemos. El tema es que por más que el abuso no salga a la luz en el momento en que se produce, ese profundo cataclismo en el psiquismo se hace escuchar de alguna manera.

¿Cómo se hace escuchar?

De múltiples formas de acuerdo a la singularidad subjetiva y a la historia de cada niño, cada niña y de los recursos de cada uno, pero aparecen marcas en el cuerpo, aparecen diferentes síntomas en cada una de las áreas de la subjetividad. Esos síntomas son totalmente diversos. Por supuesto que hay indicadores establecidos que permiten reconocer algunos de esos síntomas, como los que aparecen más frecuentemente en estos casos, pero no hay manuales estandarizados.

¿Por qué la mayoría de los abusos son intrafamiliares?

Porque le resulta mucho más fácil al abusador acercarse al niñe en una relación de confianza y en una relación —y esto es lo terrible— afectiva. Por eso destruye la lógica infantil porque aquel que debería protegerlo es quien lo está agrediendo. Además, ¿cómo desconfiar? Le cuesta al niñe caer en cuenta de que eso que le están haciendo está muy mal porque se lo está haciendo alguien con quien está unido afectivamente.

¿Por qué suele suceder que una madre cuyo hijo o hija ha sido abusado sexualmente por su pareja trate de desmentir el hecho?

Es muy interesante esto que pregunta. Muchas veces se sostiene que hay muchas falsas denuncias en relación al abuso sobre niños. Y, en realidad, muchas veces a las madres les resulta muy difícil creer que sus parejas, alguien a quien ellas quieren, pueda ser capaz de dañar de esta manera a su hije. Muchas veces es un mecanismo inconsciente; o sea, desmienten el hecho. Prefieren pensar que eso no puede ser. La cuesta porque realmente es enloquecedor. Entonces, les cuesta mucho caer en la cuenta de que eso es real, que su niño, o su niña está profundamente afectado por un acto de este adulto, que es su pareja, que no ha dudado en utilizar a ese niñe como objeto para obtener placer sexual.

¿El abuso sexual en niños es siempre también un abuso de poder?

Siempre. Es un abuso de poder porque involucra a la asimetría. Siempre se trata de un adulto o de alguien que está en una posición de poder y de saber respecto a la sexualidad. Entonces, siempre hay asimetría.

¿Por qué es un error ubicar psicopatológicamente al agresor? ¿Es tal vez una manera de quitarle responsabilidad?

Sí. Ya no es tan frecuente pero todavía se escucha que los agresores son personas totalmente fuera de la realidad, o son psicópatas que andan seleccionando sus víctimas como en una película yanqui de suspenso. O que son adictos profundos. Y, en realidad, si nos fijamos un poquito simplemente en lo que aparece como noticias al respecto en el campo social encontramos que no hay un perfil del abusador. Hagamos memoria: por ejemplo, el cura Grassi, Darthés, más todos los que vemos a diario, personas dentro de nuestro propio campo psi que han sido muy reconocidas en el estudio de la violencia y demás, sin embargo, luego se han conocido sus historias como pedófilos. No hay un perfil. Son varones en un posicionamiento absolutamente patriarcal, perversos en el sentido de un concepto amplio de perversión, que conocen la ley, pero aun así la transgreden para lograr ese goce que están buscando en el cuerpo de les niñes. Usan a les niñes sin importar los efectos que provocan en ellos.

¿En qué difiere si el perpetrador es un adolescente y no un adulto?

Es bien problemático el tema. Yo creo que en lo que difiere es que cuando se trata de un adulto es un delito que debe ser castigado y debe tener una condena porque eso es parte del resarcimiento para las víctimas. Pero cuando se trata de un adolescente, si bien el abuso existe, el abordaje tiene que ser distinto porque estamos hablando de alguien que aún es un menor de edad también. Entonces, también le cabe la ley de protección integral de niños, niñas y adolescentes. Entonces, hay que hacer un doble abordaje para la víctima, sanción también para el agresor, pero ese adolescente también debe ser atendido en relación a lo que es: un adolescente que, por alguna razón, está en esa posición. Habrá que investigar y habrá que evaluar. Pero hay muchas más posibilidades de que haya un tratamiento y una modificación en la posición subjetiva de ese chico con tratamiento. Muchas veces se trata de pibes que han sufrido en sí mismos abusos anteriormente.

Tomado de: Página/12

Leer más

La fea verdad de Facebook

Mark Zuckerberg es presidente y director ejecutivo de Meta, empresa que fundó originalmente con el nombre de Facebook en 2004

Por Rosa Miriam Elizalde

Nadie duda de que Mark Zuckerberg hace grandes esfuerzos para reinventar su monopolio. Asediado desde hace años por especular con los datos de los usuarios de Facebook, permitir la circulación de teorías conspirativas, incentivar el genocidio, transmitir masacres en vivo y manipular a los adolescentes para que no puedan dejar la pantalla, aunque los afecte, el empresario intenta cambiar el eje de la polémica, sin tocar el modelo de negocios que inició hace 18 años y que lo transformó en uno de los hombres más ricos del mundo.

La corporación Facebook cambió su nombre por Meta y anunció con bombo y platillo una enorme inversión para construir el Metaverso, un espacio de realidad virtual en que se podría hacer todo, como si se estuviera físicamente en el lugar elegido.

¿Por qué este cambio? Sin que aluda directamente a ello, la respuesta puede encontrarse en un libro que acaba de salir en español, de las periodistas de The New York Times Sheera Frenkel y Cecilia Kang, Manipulados. La batalla de Facebook por la dominación mundial (Editorial Debate, 2021). En inglés: An Ugly Truth: Inside Facebook’s Battle for Domination.

En los océanos de tinta que se le han dedicado a la plataforma, es la primera vez que se documentan más de mil horas de entrevistas con ejecutivos, antiguos y actuales empleados y sus familiares, amigos y compañeros de clase de ­Zuckerberg, además de inversores y asesores de Facebook, y abogados y activistas que llevan mucho tiempo luchando contra la empresa. Las autoras tienen mejores fuentes que todos sus predecesores en el género y logran desmenuzar el modelo de negocio concebido deliberadamente para aniquilar la competencia y exprimir a una tercera parte de los habitantes del planeta, con unas ganancias de 85 mil 900 millones de dólares en 2020, y un valor de mercado de 800 mil millones.

Frenkel y Kang demuestran que “las megaganancias de la red social se han producido repetidamente a expensas de la privacidad y la seguridad del consumidor y la integridad de los sistemas democráticos. Sin embargo, eso nunca se interpuso en su camino hacia el éxito”. Su posición privilegiada se la deben a la visión de conjunto que les ofrece la plataforma a sus directivos, con un equipo de inteligencia contra amenazas que “ha trabajado anteriormente en la Agencia de Seguridad Nacional, en la FBI y en otros organismos gubernamentales, estudiando precisamente a los hackers y otros enemigos que ahora tienen bajo vigilancia”.

Una de las sorprendentes revelaciones del libro es que hay más crítica dentro de la empresa de lo que pensamos. Muchos empleados de Facebook han intentado alertar sin éxito a sus superiores sobre los desastres que provocan unos algoritmos obsesionados con el crecimiento de la plataforma y la ganancia. Algunos incluso advirtieron sobre la catástrofe de Myanmar.

Los ejecutivos de la compañía no sabían nada sobre ese país slavo que era un nuevo territorio por conquistar. Al entrar en Myanmar, Facebook “arrojó un fósforo encendido a décadas de tensión racial cocinadas a fuego lento y luego miró a otro lado cuando los activistas señalaron que el humo asfixiaba lentamente al país”, afirma el libro. Al final, la ONU declaró que las tensiones étnicas habían derivado en un genocidio en toda regla con la “contribución sustancial” de la compañía del pulgar azul. Estimó que 24 mil rohinyás fueron asesinados y 700 mil musulmanes huyeron a Bangladesh.

Mientras eso ocurría, subía de tono la retórica incendiaria de 18 millones de usuarios de la red social que eran monitoreados sólo por cinco hablantes nativos de Birmania, ninguno de los cuales vivía en Myanmar. (Hace dos semanas se supo que decenas de miles de refugiados rohinyás han demandado a Facebook –hoy Meta– en Estados Unidos y Reino Unido, por promoción del discurso de odio.)

El libro demuestra que este caso es quizás el ejemplo más extremo de cómo los algoritmos de la plataforma privilegian el extremismo, pero no el único. Más de 90 por ciento de los usuarios activos de Facebook viven fuera de Estados Unidos y Canadá, y la empresa suele hacerse de la vista gorda ante el discurso de odio, porque estimula el crecimiento de los usuarios sobre todo en las “zonas oscuras” del planeta que llegan tarde, y mal, a la Internet.

Pero el asalto al Capitolio de Washington hace un año ubicó el problema en casa, algo que hemos padecido también los cubanos por derivación de las políticas de línea dura hacia la isla que campean en Florida y las profundas brechas de seguridad de la plataforma social. El libro muestra la incapacidad lingüística de entender, y por ende moderar, millones de publicaciones de usuarios en comunidades de habla no inglesa; la incomprensión de sus propios algoritmos; la inacción a la hora de intervenir donde los programas de inteligencia artificial no llegan (la compañía sólo adopta medidas entre 3 por ciento y 5 por ciento de los casos de discursos de odio, y en 0.6 por ciento de las publicaciones de contenido violento); y un palpable descuido, desidia incluso, a la hora de responder a las denuncias de los usuarios.

De modo que la “fea verdad” de Facebook es el negocio tóxico de una empresa privada dispuesta a mantener a cualquier precio la hegemonía y el dominio sobre millones de súbditos digitales. Uno de los entrevistados por las periodistas comenta que “el problema de Facebook es Facebook”. Falso. El problema de Facebook es el sistema diseñado para que estos monopolios no sólo prosperen, sino que hasta cambien de nombre para perpetuarse. La pregunta que plantean Frenkel y Kang parece entonces pertinente: ¿qué vamos a hacer ante esta realidad?

Tomado de: La Jornada

Leer más

Recuerdo de los 265 niños que nacieron en Haití por abusos de Cascos Azules

Foto Desinformémonos

Por Victoria Korn

Si bien un demoledor estudio del Programa de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) reveló que 265 niños nacieron en Haití, conocidos como bebés-Minustah, tras la violación de mujeres locales por soldados de varias nacionalidades de las fuerzas de paz de Naciones Unidas, nada se ha hecho para resarcir los daños causados.

Más de 2.000 mujeres en Haití, muchas de ellas menores, han sufrido abusos sexuales por parte de las fuerzas de paz de desplegadas por Naciones Unidas. Los militares y otros funcionarios de las delegaciones de Naciones Unidos encargados de restablecer la paz en la zona mantuvieron encuentros sexuales con incluso niñas de once años, aprovechándose de la pobreza y miseria que varios años de guerra civil, injerencia extranjera  y catástrofes meteorológicas han provocado entre la población.

Cuando los cascos azules llegaron en 2004 supuestamente para ayudar a pacificar uno de los países más pobres del mundo, la esperanza era enorme. Cuando se fueron, 13 años después, la decepción era igualmente enorme, generalizada. Entre los que se fueron estaban los violadores, que abandonaron a los niños y sus madres,  y regresaron a sus países como si no hubiera pasado nada.

Las acusaciones de abusos sexuales son de larga data. Ya en 2013 cuatro soldados uruguayos fueron condenados por haber abusado de un joven haitiano. En 2012 la cantidad de denuncias era tan numerosa que la ONU adoptó algunas medidas. Y si esto fuera poco, el legado de Minustah incluye la epidemia de cólera que se desató en 2010: las investigaciones determinaron que había sido generada por soldados nepaleses que llegaron enfermos a Haití. Ese brote dejó más de ocho mil muertos.

Además, en 2011, cuatro marinos uruguayos fueron acusados de violar a un muchacho haitiano de 19 años en Port Salut. El asalto fue grabado con un teléfono móvil por los mismos efectivos y se filtró a Internet. El adolescente y su familia se tuvieron que ir de la ciudad después de que el vídeo se volviera viral. En noviembre de 2007, 114 miembros del contingente de Sri Lanka fueron acusados de conducta sexual inapropiada y abuso de al menos nueve niños. Los apartaron de la fuerza, pero no recibieron sentencia.

La nación más pobre del hemisferio occidental, que sufrió en 2010 el terremoto más mortífero del que se tenga registro, dejó de contar con la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) a partir de este 15 de octubre de 2017. Los miles de militares, policías y funcionarios que la ONU desplegó en 2004 abandonaron el territorio haitiano, tras sembrar la desgracia durante trece años.

«Niñas de 11 años fueron abusadas sexualmente y embarazadas por los cascos azules y dejadas en la miseria, donde tuvieron que criar solas a sus hijos”, dice el informe, en el que se entrevistó a hombres y mujeres que vivían en torno a las bases militares. Los soldados destruyeron el futuro de estas niñas al embarazarlas. Esto ha tenido un impacto negativo en la sociedad, porque esas chicas pudieron ser abogadas, doctoras o cualquier cosa que pudiera ayudar a Haití. Ahora, en cambio, vagan por las calles o por los mercadillos cargando frutas para mantener a los hijos que tuvieron con los soldados de Minustah”, señala otro entrevistado.

La investigación remarca que hay tres elementos que, en una primera mirada, se pueden sacar en limpio de todo esto: que la pobreza se convierte en un factor que facilita el abuso por parte de los cascos azules, que los soldados que dejaron mujeres embarazadas solían ser repatriados sin ser castigados y que en muchos casos algunas chicas veían con buenos ojos la posibilidad de tener hijos con hombres de piel más clara.

«Cuando estuve con el brasileño, yo tenía 14 años. Iba al colegio en la Escuela cristiana. Me quedé embarazada y mi padre me echó de casa. Ahora trabajo para que alguien me dé 25 gourdes con los que mi hijo y yo podamos comer». Este es el testimonio de una joven de Puerto Príncipe, madre soltera de un niño de cuatro años, una más de 2.000 personas entrevistadas para un estudio sobre la explotación sexual y los abusos cometidos por los “cascos azules” en Haití, publicado por Internation Paecekeeping.

Las denuncias involucran directamente a soldados de distintos países, pero los más mencionados por las víctimas son efectivos de Uruguay, Brasil, Chile y Argentina, en ese mismo orden. Ellos, junto a uniformados de Asia, África, Canadá y Francia, participaron en la fuerza Minustah.

En Haití se han acuñado términos como «bebés cascos azules» o «pequeños Minustah» para referirse a los niños fruto de estas relaciones con miembros de la misión de la ONU (2004-2017), diferenciados de los hijos de haitianos. «Abusaron de muchas de nuestras familias. Podía parecer que te querían, te dejaban unas pocas monedas en tus manos tras acostarse contigo y dejarte un bebé. Entonces, el niño está en tus brazos y tu familia no tiene nada», relató otra de las denunciantes.

De hecho, el estudio se llama «Ponían unas monedas en tus manos y te metían un bebé”. El mismo señala la pobreza como factor clave en la explotación sexual y los abusos por los «cascos azules». De hecho, la repatriación del personal implicado a menudo agravaba las penurias de las mujeres y los niños, añade.

El informe de Unicef explica que tener hijos de piel clara con «cascos azules» se percibía como algo deseable por algunas mujeres para mejorar su estatus económico y social, algo que luego no se cumplía. Sin embargo, impelidas a buscar una nueva relación cuando el padre del niño se marchaba, las madres caían en un círculo vicioso. «Él se va y la deja en la miseria, y entonces ahora tiene que rehacer el mismo proceso para dar de comer a su niño», explica otro de los testimonios.

«Hay multitud de casos, multitud de escenarios diferentes, en los que estos niños son concebidos y nacen», explica la autora del estudio, Sabine Lee, profesora de la británica Universidad de Birmingham. «Está bastante claro que se aprovecharon de estas chicas, que se veía claramente que eran menores», asegura.

Un portavoz de la Fuerza de Paz de la ONU asegura que esta organización se toma en serio el asunto y que está dando apoyo a 29 víctimas y 32 niños nacidos a consecuencia del abuso y la explotación sexual por parte del personal de la Minustah.

En Haití nacieron 256 niños de padres soldados en la supuesta «Misión de paz». El menor tiene ya cuatro años. Entre las madres había niñas de 11 años. Los soldados uruguayos tienen el primer lugar de paternidad, seguidos por los brasileños, el tercero es de padres ‘desconocidos’ y los chilenos ocupan el cuarto lugar entre los países que más embarazaron y abandonaron mujeres e hijos. Y nada se ha hecho para resarcir los daños.

Victoria Korn. Periodista venezolana, analista de temas de Centroamérica y el Caribe, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Tomado de: Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico

Leer más

Matrix Resurrections: La píldora roja de la decepción

Por Mailen Aguilera Rivas

¿Qué es lo que convierte un filme en único y memorable? ¿Acaso basta con la nostalgia para rescatarlo en una nueva entrega? Dichas respuestas representan para todos los realizadores el Santo Grial de la consagración, pues hasta aquellos elegidos que han logrado mostrar producciones significativas, no pocas veces caen en la tentación de repetir sus grandes éxitos. Ya sea para probarse que aún no han perdido la magia de hacer buenas películas, añadir los adelantos tecnológicos del presente a historias del pasado o simplemente por presiones de las grandes compañías, varios directores se han atrevido a dar este paso. Por supuesto, solo dos o tres salen airosos y Lana Wachowski no ha sido la excepción.

“- ¿Volveremos a ver a Neo?”- pregunta la niña Sati al Oráculo, a lo que esta responde que podría ser probable. Y ello resultó suficiente para que la Warner Bros tomara como inconcluso el asunto, pese a la desfavorable acogida de crítica y público a las dos últimas partes. Si “The Matrix” constituyó un hito en la historia del cine, sus continuaciones pecaron de la grandilocuencia sin límites de una trama ya de por sí enrevesada y sin necesidad de nuevos personajes o giros argumentales. Por ello, casi dos décadas después, la predicción del Oráculo pasó de probable a seguro, impulsado por la presión de la gran productora y su ultimátum a las Wachowski de que haría la cuarta entrega con o sin ellas.

“Matrix Resurrections” se posicionó entre los estrenos más esperados del pasado 2021 para millones de seguidores con la esperanza de que, al contar con una de las dos directoras originales y varios actores de las partes anteriores, se lograra revitalizar la historia en momentos verdaderamente difíciles para la industria del cine. La interrogante de muchos consistía en saber si Lana Wachowski lograría complacer a los nostálgicos seguidores de la saga, o corroborar la creciente ola de escépticos que afirmaban que la pandemia también había afectado de manera irreparable cualquier intento de trascendencia en todo blockbuster. El resultado: un producto difícil de calificar y adorar, pero que exige análisis exhaustivo.

Neo no solo sigue respirando, sino que además vive como su alter ego Thomas Anderson, exitoso diseñador de videojuegos entre los que sobresale precisamente “Matrix”. Su jefe viste como el entrañable agente Smith y se hace llamar de la misma forma (más que casualidad aquí se emplea la obviedad) y su terapeuta intenta demostrarle la lógica de lo que le rodea. Es decir, una existencia que muestra la alternativa del primer filme si el protagonista hubiera optado por la píldora azul. Pero su destino inevitable es no pertenecer a ese mundo, y cada vez se convence más de que el juego que creó proviene de recuerdos sepultados y no de su fértil imaginación. Solo hace falta el tatuaje del conejo blanco en otra piel, al ritmo de la canción homónima de Jefferson Airplane y la renovada imagen de Morfeo para hacer regresar la roja alternativa de la verdad. Pero esta vez no serán solo sus decisiones los que le posibiliten la victoria. Tendrá que buscar y convencer a su amor del pasado para vencer la tiranía de las máquinas.

Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss repiten en los roles principales, al igual que Jada Pinkett Smith con su personaje de Niobe, ahora gobernadora de la rebelde Zion. Yahya Abdul-Mateen II y Jonathan Groff tuvieron la misión de retomar a Morfeo y el agente Smith respectivamente, ante la imposibilidad de los actores Lawrence Fishburne y Hugo Weaving de regresar al proyecto. Se suman nuevos caracteres como el enigmático terapeuta que interpreta Neil Patrick Harris, Priyanka Chopra encarna la adulta Sati y Jessica Henwick es Bugs, joven integrante de la Resistencia que asumirá el regreso de Neo como obsesiva misión personal.

La principal tarea de Lana Wachowski con los guionistas David Mitchell y Aleksandar Hemon (colaboración ya vista en la serie Sense8 junto con parte de los actores secundarios del filme) no se presentó fácil. Tenían que revivir la historia sellada por el sacrificio del Mesías en aras de la paz. ¿De qué forma podrían justificar otra entrega sin perder el espíritu de las anteriores y la vez aportar algo diferente? Lo que llegó a los ojos de miles de espectadores fue una creación en lucha por mantener el imposible equilibrio entre nostalgia y novedad, pero también la muestra sobre los sentimientos encontrados de su directora. “Matrix Resurrections” carga sobre sus hombros el castigo de todo hijo no deseado que termina rebelándose contra sus creadores.

En la película resultan indudables las ingentes dosis de meta cine y el humor autodestructivo que trae consigo. Desde el momento en que Smith y Thomas Anderson debaten sobre la necesidad de agregar a instancias de la Warner una cuarta parte a la trilogía, suenan las alarmas advirtiendo de que esta no será otra secuela más. Neo se sacrificó por lograr el libre albedrío de la humanidad, pero las máquinas (léase la compañía productora) triunfan nuevamente. Y es este hecho lo que detona el despertar del protagonista en la cinta, que vendría a ser como la sólida respuesta de la Wachowski de que lo que bien terminó, cuando es forzado a repetirse, puede acarrear consecuencias imprevistas.

¿Se califica entonces “Matrix Resurrections” como solo un sofisticado y costoso manual sobre el despecho? No, por supuesto que no. Ante todo, es más divertida que todas las partes anteriores juntas, aunque la burla sea contra sí misma. Los amantes del detalle encontrarán incontables referencias a características típicas de la franquicia como el “bullet-time”, o la supuesta elección personal sobre qué píldora escoger cuando realmente la decisión se toma desde mucho antes. Se agregan actualizaciones: la dinámica de los portales de entrada y salida, los bots construidos para controlar y vigilar a los rebeldes, las mascotas robots que reestructura la nueva relación hombre-máquina de la trilogía original. Y no olvidemos a los jóvenes de la Resistencia, con ropa y peinados de colores que representan no solo la diferencia de la habitual monocromía del traje negro, sino además a esa generación que se crio adorando la mítica cascada de letras verdes y ahora también forma parte del equipo que salvará el mundo. En ese sentido se agradece la frescura del vestuario que aporta Lindsay Pugh (“Juliet”) unida a la veteranía del diseñador Tom Davies, creador de las famosas gafas de Morfeo.

Sin embargo, la contribución que más se reconoce en el filme es quizás el énfasis del amor entre Neo y Trinity. Si en las entregas anteriores solo se muestra brevemente la relación física, aquí se confirma la existencia de un vínculo espiritual lo bastante poderoso como para estremecer los cimientos de la Matrix. Para los que rechazan esta nueva fuerza motriz por considerarla alejada de la esencia central de toda la historia, solo habría que recordarles que, gracias al amor del protagonista por su compañera, se evitó el infinito ciclo de “Únicos” retando y luego recargando la Matrix. Neo representa el último salvador y el que logró finalmente la paz. Wachowski aprovecha además la empatía natural existente entre los actores Reeves y Moss para mostrar que a pesar de los años, existen sentimientos que no envejecen.

Por otra parte, no puede evitarse la consabida pregunta ¿Qué hubiera pasado si…? El conjunto perfecto lo es por la unión de sus partes y se resiente la ausencia de roles secundarios pero medulares como los actores que originalmente dieron vida a Morfeo y el agente Smith. Abdul Mateen II no luce mal, pero le sobra jovialidad al personaje que en la historia original se convierte en guía espiritual y la vez ferviente seguidor de El Único. A Jonathan Groff, pese a exagerados gestos faciales y juegos de palabras, le quedan grandes los zapatos calzados por Hugo Weaving con su icónico “Míster Anderson” a flor de labios.

“Nada cura la ansiedad como algo de nostalgia”, sentencia Morfeo y el filme se sirve excesivamente de ello. Los constantes flashbacks a la primera película se emplean con la intención de guiar a Neo (y al espectador no familiarizado con la trilogía) por los antecedentes y recuerdos de la trama que se cuenta. Innecesarios a mi entender pues se vuelven insuficientes para explicar la historia y agobian al espectador que está listo para seguir adelante pero no avanza. Wachowski pretende revitalizar los grandes éxitos (la escena inicial de Trinity con la policía, el combate en el dojo) y solo consigue reforzar la imagen de esta última entrega como un enorme déjà vu. El Merovingio ahora convertido en mendigo grita a los cuatro vientos lo falso que suena la secuela de una franquicia. Y, en cierta forma, tiene razón. No se evidencia el verdadero esfuerzo creativo por superar el fenómeno de 1999, solo recrear el débil eco de lo que fue. Ahora se escucha la banda neoyorquina Brass Against cantando “Wake up” de Rage Against The Machine en los créditos finales. Parecido, pero no es lo mismo.

Para ser justos, el filme no puede competir con la emoción de lo desconocido, la novedad del primero. También existen otros atenuantes como el retiro de Yuen Woo Ping, el coreógrafo del cine Wuxia que colaboró en varias películas de Jet Li y el memorable “Tigre y dragón”, por lo que fue contratado por las hermanas Wachowski para la trilogía. Las escenas de combate se revelan entonces confusas y no tan espectaculares reafirmadas además por la mala edición. Cierto es también que los protagonistas acusan el peso de la edad, pero Reeves sigue enfrascado en perpetuar la secuela de John Wick y luce como si todo su esfuerzo (y aspecto) estuvieran encaminados a favorecer solo una de las dos cuartas partes.

La coreografía de las peleas puede que para algunos represente el aspecto superficial del conjunto, aunque también contribuye a la leyenda que fue “The Matrix”. La primera película de 1999, que tomó parte de su inspiración de la desconocida “Dark City” de Alex Proyas, creó un antes y un después en la forma de hacer cine. Entre sus aportes está el reconocido “bullet time”, efecto visual donde la cámara puede captar a baja velocidad movimientos normalmente imperceptibles como la trayectoria de una bala y además desplazarse por la escena mientras los demás objetos están detenidos, lo que posibilita la recreación de las famosas secuencias de 180 grados. Por ello mereció numerosos premios incluido cuatro de la Academia de Hollywood, así como incontables referencias en filmes y obras posteriores. Pero además está la revolución cultural que produjo, la crítica a la enajenación del presente, la nueva forma de entender y aprender de la tecnología sin dejarnos dominar por ella. “The Matrix” fue algo más que la combinación fulgurante del ciberpunk con el cine de artes marciales. Contiene influencias sobre el concepto de realidad que van desde la “República” de Platón, las “Meditaciones metafísicas” de Descartes, “Los principios del conocimiento humano” de George Berkeley y hasta el más cercano “Simulacra and simulation” de Jean Baudrillard, al cual cita Morfeo en la primera parte para ilustrar a Neo sobre el “desierto de lo real”.

La necesidad de dedicarse a nuevas aspiraciones más la presión de llevar la historia nuevamente al cine, fue suficiente para la otra hermana Wachowski. Lana quedó entonces sola al frente del proyecto, sin la energía y confianza de antes. Renunció a seguir cargando el peso de su propio legado y trató de aligerarlo al costo de convertir esta entrega en un producto que recuerda a “The Matrix”. A su favor queda el intento de romper lanzas contra el sistema de secuelas sin sentido, pero termina cayendo en su propia trampa. Los pretendidos diálogos sobre la inclusión, la fe, la política, la identidad o la percepción binaria del mundo no logran llenar los agujeros en el casco de un barco que se hunde sin remedio. Intentó adoptar la trama desde la vertiente espiritual, aunque apenas deja espacio para el desarrollo actoral de los protagonistas entre tanto intento de parodia y nostalgia mal concebida.

Algunos aplauden que esta versión no haya sido solo un refrito de las anteriores, sin embargo, tampoco se percibe el nuevo capítulo que hubiera sido necesario para revitalizar la franquicia. No hay duda, el filme es entretenido, no obstante, en la mente del espectador continuamente se erige la pregunta de que si sigue en la Matrix o en otra película de regulares proporciones. Cuando ello pasa, significa que la píldora azul está fallando, o en este caso, la roja que intentaron vendernos con el título del filme.

Como constante reflejo de toda la trayectoria creativa que pasó Lana Wachowski para llevar adelante el proyecto, se muestra en el filme la tormenta de ideas que realiza el equipo de trabajo de Thomas Anderson para justificar la cuarta entrega con la premisa: ¿por qué “The Matrix” fue diferente? Y esa fue la única pregunta que no pudieron (o quisieron) contestar en la realidad.

Tomado de: Cubadebate

Tráiler del filme The Matrix Resurrections (Estados Unidos, 2021) de Lana Wachowski

Leer más

Balance 2021: Buscando el reajuste

El Gran Movimiento (Kiro Russo, 2021)

¿Qué es el “aquí” y “ahora” de una película? ¿Cuándo podemos decir que ella “acontece” para un público determinado en un tiempo específico? ¿Qué mediaciones se suceden para que un determinado estreno llegue a la mayor cantidad de gente posible y abogar por un “tiempo común” a ese público? Si antes de la pandemia, esta situación, siempre en crisis para festivales y distribuidoras independientes, encontraba un precario equilibrio que permitía respirar con algunas ventanas de diversidad, actualmente en Chile circuitos que se encontraban en plena conquista del público de forma presencial —como Miradoc, la Red de Salas, Alameda, Cine UC— hoy desaparecen, se han reformulado o se encuentran buscando nuevas formas de subsistir en un escenario que no les favorece.

Un tiempo extraño este mirado desde esta pequeña vereda al sur del mundo, donde nos hemos acostumbrado a ir atajando los estrenos, con algún link pirata, una función festivalera, algún estreno de plataforma y alguno que otro estreno presencial que, en la mayoría de los casos, sucede con retraso. Así y todo, vale la pena el ejercicio, absolutamente ficticio y arbitrario, de volver a recoger y recomponer lo que puede haber identificado el criterio de gusto a lo largo de un año, fruto de un resultado de votación, dando como resultado un híbrido — diría casi único— entre diversos circuitos de estreno. Una vez más la pregunta por la recomposición, nos afronta a una experiencia algo precaria, dispersa donde no todos vemos lo mismo ni accedemos de igual modo poniendo como ejemplo a alguien que asistió a un festival del primer mundo versus a alguien que estuvo intentando ver películas desde su casa con las plataformas festivaleras. Una nueva y desigual experiencia no solo para espectadores cinéfilos situados en estos contextos, sino también para las propias películas que buscan llegar a su público y no son de la línea editorial para tal o cual plataforma. Ni espectadores ni obras tienen fácil el encuentro, mientras, entre medio, consumimos la “oferta oficial” que, siempre con disparidad, algunas veces ofrece alguna sorpresa.

¿Hacia dónde vamos y hasta donde podemos sostener un tiempo “común” del cine? ¿Quién establece las mediaciones y como dar cuenta de la diversidad de producciones en un mundo dispar, desigual y a la vez interconectado, cuyos circuitos de estreno funcionan de igual forma? Son algunas preguntas que nos hacemos este año en el balance 2021.

Al igual que el año 2020, abrimos las votaciones internas para elegir películas que hayan formado parte del “circuito local” o que hayan tenido estreno vía alguna plataforma. Nos referimos a: estrenos nacionales, estrenos internacionales, estrenos de plataformas, estrenos de festivales. El resultado combina estos cuatro niveles, dejando espacio también para algunas películas aún no “oficialmente” estrenadas pero que algunos se adelantaron a ver. Pero así también para películas cuyo “estreno formal” recién fue este año en este país. Todo esto da para pensar sobre el “aquí” y “ahora”. Un círculo ampliado que da como resultado una lista singular, diversa y seguro que diferente a otra lista que vayas a ver. Los dejamos invitados, entonces, a nuestro balance 2021.

Participaron

Nicolas Ried, Miguel Gutierrez, Alvaro García, Camila Rioseco, Mikaela Leal, Vanja Munjin, Nicolás Bello, Sebastián González Itier, Héctor Oyarzún, Marisol Aguila, Alvaro Guerrero, Jose Parra, Franco Abello, Nina Satt, Leyla Manzur, Luis Valenzuela, Alejandra Pinto, Marco Allende, Iván Pinto, Eduardo Nabal, Ivana Peric, Karen Glavic, Cesar Castillo Vega, Karina Solórzano.

Fotograma First Cow (Kelly Reichardt, 2019)

25.- First Cow (Kelly Reichardt, 2019)

«La directora Kelly Reichardt se interna en una historia sobre conquistadores y conquistados, colonizadores de baja monta y hombres que buscan hacerse de un lugar. Sin embargo, la tierra está por descubrirse y, por lo mismo, todo se mantiene desdibujado y en ciernes. Tal vez por eso los protagonistas se escapan del estereotipo planteado en historias similares; nos alejamos del aparente heroísmo que se espera en estos casos para acercarnos a una historia simple que nos recuerda que el afecto no sólo es valioso, también es necesario. En tiempos turbulentos, First Cow nos acerca a una ternura que funciona como forma de resistencia, para hacer frente a un sistema que nos exige otras maneras de convivir. Nada mal para resumir los aprendizajes a los que nos hemos enfrentado en este periodo». Marisol Aguila en Por una cinefilia feminista.

Fotograma Un hombre y una cámara (Guido Hendrikx, 2021)

24.- Un hombre y una cámara (Guido Hendrikx, 2021)

«La película holandesa Un hombre y una cámara (A man and a camera, 2021) de Guido Hendrikx, hereda el título del clásico vanguardista Vertov para medir la distancia pasado-presente, con el cambio de lo que fue un atributo (de) que ahora da paso a la conjunción (y), resultando ante nuestros ojos algo a mundos de distancia. El día en la vida del camarógrafo vertoviano era el saludo glorioso a la tecnología que revolucionaba el mundo, superando el humanismo con un nuevo materialismo visual, algo que hoy es inseparable del sistema de vigilancia espectacular que ha hecho implosionar las fronteras entre sujeto y real-mediático. La propuesta de Hendrikx es sencilla y alocada: sin separarse de su cámara, va a tocar las puertas en casas de diversos barrios. No dice nada, solo se planta ante quienes abren la puerta y son registrados por este personaje». Álvaro García en Informe V AricaDoc (3): Jóvenes, Hombres y Posthumanos con cámaras.

Fotograma Druk (Thomas Vinterberg, 2020)

23.- Druk (Thomas Vinterberg, 2020)

“A pesar de que Vinterberg hoy esté completamente alejado del formalismo del Dogma 95, la influencia que ejerce sobre su obra es clara. El naturalismo que construye en sus películas, algo que ha ido perfeccionando (o tal vez regularizando) con el pasar de los años y el avance de su filmografía, se hace presente en Druk y permite una oscilación de emociones poco común que transita por instancias como la melancolía del pasado, el retorno a la juventud que se creía perdida, los problemas del amor y conflictos matrimoniales, la pérdida de uno consigo mismo y las repercusiones fatales que esto puede tener, sobre todo cuando la soledad es la única compañera, entre otras angustias que repercuten en nuestras vidas y se relacionan a algún momento histórico determinado”. Benito Puppo en Druk (2): Escape etílico del fracaso.

Fotograma Al amparo del cielo (Diego Acosta, 2021)

22.- Al amparo del cielo (Diego Acosta, 2021)

“Se podría decir que Al amparo del cielo toma parte de la experiencia del arriero para conseguir esas imágenes, pero la película nunca llega a una deriva del todo abstracta que olvida ese pie (a veces muy tenue) en el registro documental. El juego de Acosta tiene poco que ver con la descripción etnográfica, pero tampoco llega al punto de utilizar el seguimiento documental como una excusa para el trabajo de texturas y de aquello que ha sido llamado “cine sensorial”. Héctor Oyarzún en Informe XXVIII FICValdivia (4): Las películas chilenas de la Selección Oficial de Largometrajes.

Fotograma Sin señas particulares (Fernanda Valadez, 2020)

21.- Sin señas particulares (Fernanda Valadez, 2020)

El silencio presente en este relato es ensordecedor. La protagonista es una madre mexicana que está en busca de su hijo, que viajó en dirección a Estados Unidos para trabajar pero del cual no tiene noticias desde hace semanas. La reacción recurrente ante sus preguntas es la mirada reticente y sigilosa de quienes viven en el norte del país, quienes le advierten que no debe seguir escarbando ese tipo de temas. Es el reflejo de un peligro latente, de una violencia con raíces profundas, capaz de contaminar distintas áreas de la sociedad. El objetivo de la directora Fernanda Valadez consiste en guiarnos por un territorio que funciona con reglas propias, fuera de los márgenes a los que estamos acostumbrados, a través de una sensación opresiva que se vuelve agobiante a medida que nos acercamos al final. Su desenlace al mismo tiempo como un golpe narrativo que adquiere forma de una revelación sorpresiva y como la constatación de una situación pantanosa, que escapa de las soluciones simples y perpetúa el sufrimiento de las víctima. Nicolás Bello.

Fotograma Diarios de Otsoga (Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes, 2021)

20.- Diarios de Otsoga (Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes, 2021)

“Diarios de Otsoga mantiene el ánimo opuesto al de aquellas películas que ponen la reconstrucción y el “esfuerzo” mental implicado por sobre la película misma. De hecho, a pesar de anunciar su formato en reversa y explotar la puesta en abismo, se trató de uno de los ejercicios más desenfadados del festival. En gran parte esto ocurre porque Fazendeiro y Gomes no están del todo obsesionados con obedecer sus propias reglas. Si bien los primeros días en reversa se tratan, efectivamente, de ir reconstruyendo la narrativa del posible enredo amoroso inicial, de a poco la película empieza a soltar la fidelidad total a su dispositivo”. Héctor Oyarzún en Informe XXVIII FICValdivia (1): El círculo mágico.

Fotograma Judas y el mesías negro (Shaka Kin, 2021)

19.- Judas y el mesías negro (Shaka Kin, 2021)

“La película no duda en que hay justicia de un lado, los espectadores tampoco dudamos, Daniel Kaluuya en la piel de Fred Hampton es persuasivo, todos los demás lo son también, ¿era fácil ser un pantera negra? Tal vez no hubo camino más difícil y, más allá de la sensatez, justo. Judas, el asaltante de autos Bill O’Neill, sueña finalmente con haber formado parte realmente de aquello de lo que está siendo parte activa y comprometida, su corazón se ha decantado por una realidad, esta existe al menos. Cuando se le pregunta, a fines de los ochenta, acerca de qué le diría a su hijo, responde evasivo aún en un teatro: formé parte de la lucha, estuve ahí afuera. Ese puede ser el destino más patético del traidor frente al héroe, un actor que se va diluyendo cuando esa realidad que se ha entrevisto como existente en este mundo subsiste más que nada en su memoria”.  Álvaro Guerrero en: Judas y el mesías negro: Lo fugaz se torna más y más sólido.

Fotograma Small Axe (Steve Mcqueen, 2021)

18.- Small Axe (Steve Mcqueen, 2021)

“Small Axe explota la delgada frontera entre cine y televisión, y desde allí juega con el horizonte de expectativas. Muy en sintonía con el giro plataformista de los estrenos del último año, muestra un conjunto de historias individuales y colectivas, personajes ficticios y reales, locaciones organizadas bajo un criterio temático (y no cronológico) que recorren tres décadas de la diáspora antillana en cinco episodios. A veces con abstracción contextual y otras echando mano a referentes explícitos, que redundan en la transparencia icónica y el hito pop, cada episodio construye perfiles, roles, posiciones en que se desenvuelven los conflictos y deseos presentes en diversas esferas de la vida londinense”.  María Yaksic en Small Axe: Paradojas del gueto antillano.

Fotograma Dune (Denis Villeneuve, 2021)

17.- Dune (Denis Villeneuve, 2021)

“Ensamble de impersonalidad con monumentalidad cuya salida podría ser la dimensión del relato mítico, las constantes visiones metafísicas del héroe hacia un futuro de guerra santa, en el interés por impresionarnos a los humanos en la sala de cine con una visualidad oscura y profunda. Pero la auténtica tensión de Dune puede radicar en el hecho de tener que aceptar su carácter de artefacto visualmente deslumbrante aún hilado con momentos propios del blockbuster que seguramente los productores han instalado como forma de controlar un producto que no puede por ningún motivo, como ya pasó con Blade Runner 2049 (un filme harto más bello en su materialidad desnuda que este), volver a fracasar en taquillas”. Álvaro Guerrero en: Dune ¿Podrá la belleza hacerla vivir?

Fotograma Lamb (Ross Partridge, 2021)

16.- Lamb (Ross Partridge, 2021)

En una granja en las montañas de Islandia una pareja cría y pastorea ovejas mientras atraviesa el luto por su hija difunta. Un día ocurre algo muy extraño: una oveja da a luz a una niña cordero, un híbrido con cabeza animal y cuerpo humano, la pareja recoge a la pequeña nombrándola Ada; sin embargo, su crianza no será fácil. La ópera prima de Valdimar Johannsson introduce lo fantástico a través de una construcción visual y sonora bastante solemne, como si en su forma no cupiera duda de la plausibilidad de lo narrado, Ada existe y es parte de una familia. A veces lo fantástico más que una lectura didáctica suscita un salto de fe.  Karina Solórzano.

Fotograma Madres paralelas (Pedro Almódovar, 2021)

15.- Madres paralelas (Pedro Almódovar, 2021)

Cuando se politiza la memoria, se restauran las trayectorias patriarcales. Almódovar recorre el arquetipo más difícil –la madre– al mismo tiempo que abre la fosa de las abuelas y abuelos que no volvieron. La película termina por anular el peso hegemónico de la derrota, entregándonos una imagen de futuro, una imagen que alcanzará a todas las fosas que quedan. Nina Satt.

Fotograma DAU (Ilya Khrzhanovsky, 2019)

14.- DAU (Ilya Khrzhanovsky, 2019)

El proyecto DAU, de Ilya Khrzhanovsky, es monumental: la recreación de la vida en la Unión Soviética, en particular de la vida al interior del Instituto de Problemas Físicos que lideró el físico Lev Landau (cuyo diminutivo afectuoso era “Dau”). Lo monumental del proyecto de Khrzhanovsky radica en que no pretende utilizar el cine para caricaturizar la URSS, sino que tiene por intención traerla a la vida. Durante casi una década, coordinó a decenas de actores y actrices para recrear la vida rusa entre los años 1937 y 1962; produjo una inmensa puesta en escena capturada de manera simple por una sola cámara guiada por el laureado Jürgen Jürges. El resultado son 14 películas que, cultivando diversas formas fílmicas, dan lugar a una constelación de la experiencia comunista. Nicolás Ried

Fotograma Esquirlas (Natalia Garayalde, 2021)

13.- Esquirlas (Natalia Garayalde, 2021)

“Estos restos trágicos van dejando huellas imborrables en el archivo, el cual es trabajado de forma atmosférica y narrativa en la edición, adquiriendo por momentos un clima denso y pesadillesco. La película presenta una arista interesante para pensar una crítica a la violencia al considerar las consecuencias que trae para un pueblo tanto la fábrica de armas como la corrupción política, así como las consecuencias dolorosas que le trajo a su protagonista. En definitiva, un determinado “paisaje de la catástrofe” gana lugar en este potente y desgarrador documental”. Iván Pinto en Informe IV Frontera Sur (2): Restos trágicos

Fotograma Memoria (Apichaptong Weerasethakul, 2021)

 

12.-Memoria (Apichaptong Weerasethakul, 2021)

Desde La ciénaga (Lucrecia Martel, 2001) hasta fenómenos mainstream como Un lugar en silencio (John Krasinksi, 2018), se podría pensar en una lista no demasiado extensa de películas cuyo tratamiento obliga a hablar antes de su tratamiento sonoro que la imagen o del relato. En Memoria no solo el sonido se convierte en un tema argumental central (sonido en singular, específicamente un sonido que actúa casi como asesino de un slasher, persiguiendo e interrumpiendo la normalidad de una escena), sino que la experiencia misma del fenómeno acústico se pone en cuestión. La larga escena de la reconstrucción en el estudio de sonido se trata de, en partes iguales, reconstruir el sonido para el personaje de Swinton y el que tenemos el recuerdo de su primera aparición en el plano inicial. Muchas descripciones son del orden de lo visual (el sonido se describe como “metálico”, “más ancho”, “más grande”), pero son solo herramientas que sirven para acercarse al misterio del recuerdo sonoro, tan misterioso para Swinton como para nuestro “pum” mental. Solo por este juego, bastante menos sorpresivo que lo ocurre después, la película de Weerasethakul es un acontecimiento. Héctor Oyarzún

Fotograma Adiós a la memoria (Nicolás Prividera, 2021)

11.- Adiós a la memoria (Nicolás Prividera, 2021)

“El director de M (2007) y Tierra de los padres (2011) aporta un nuevo ladrillo a una serie de problemáticas que han venido cruzando su obra en torno a la herencia histórica, el lugar generacional y la crítica al presente. Como si fuera la contraparte de M, documental donde Prividera buscaba reconstruir la historia de su madre desaparecida en la dictadura, aquí se centra más bien en la relación con su padre, quien sufre de alzheimer, y que además poseía una cantidad enorme de registros de super 8, en donde se registró la vida familiar, sus viajes y determinados paisajes sociales de la época que vivió. Con el telón de fondo de la dictadura, Prividera reflexiona sobre una relación que se fue quedando en silencio, los desvelos de la imagen y, particularmente, el olvido como forma sintomática y cultural”. Iván Pinto en Informe XXXIII FicViña (2): La mirada de la medusa

Fotograma Shiva Baby (Emma Seligman, 2020)

10.- Shiva Baby (Emma Seligman, 2020)

“Seligman decidió ambientar casi toda la historia en un solo lugar, la casa donde se realiza el shiva. Ese camino, a su vez, implica un desafío narrativo, ya que si no es ocupado de forma hábil la repetición del mismo espacio puede resultar monótono. Afortunadamente, la obra evita dicho problema con un ritmo fluido y un muy buen ojo para los detalles. Gran parte de la cinta gira en torno a interacciones sociales, costumbres, convenciones tácitas y apariencias, es decir, las texturas de los acontecimientos que dan forma a la trama. La directora maneja con destreza estas situaciones, creando un entorno lleno de personalidad, que brilla por sí mismo”.  Nicolás Bello en Shiva Baby: Buscando la risa en la ansiedad

Fotograma El último duelo (Ridley Scott, 2021)

9.- El último duelo (Ridley Scott, 2021)

“Si hay algo que Ridley Scott ha sabido hacer carne en su cinematografía es su certeza de que todo lo político conduce al conflicto. Por lo mismo, su labor de cineasta se reduce –si es que se puede reducir– a mostrar el mundo, poner los puntos donde corresponden y volver a su labor. Los matices deberán ser buscados por sus espectadores. El último duelo nos obliga a conversar sobre temas que ya llevan un tiempo sobre la mesa, pero tal vez algunos de nosotros tengamos que hacer algo más al respecto. No queremos que, en 600 años más, alguien nos recuerde que lo que vivimos no provocó ningún cambio”. Alejandra Pinto López en El último duelo: La verdad y las historias

Fotograma De repente, el paraíso (Elia Suleiman, 2019)

8.- De repente, el paraíso (Elia Suleiman, 2019)

“El sitio que Suleiman elige para describir cada situación es el de la observación accidental y su respuesta ante ellas es una actitud impertérrita y un silencio que atraviesa casi toda la película (el personaje no emite más que dos o tres palabras en todo el metraje), una mirada perpleja que es también una posición ética disconforme e irónica. En ese estoicismo mudo con que las observa -en parte por respeto, en parte también por el grado de absurdo con que se presentan- De Repente, El Paraíso, pareciera acercarse a la lógica física del cine mudo y establece un contrapunto -como en los filmes de Buster Keaton-, entre la irracionalidad de algunas de las situaciones y el relajo y parsimonia en la actitud contemplativa del director”. Felipe Blanco en De repente, el paraíso (2): Mudo estoicismo

Fotograma El poder del perro (Jane Campion, 2021)

7.- El poder del perro (Jane Campion, 2021)

“En El poder del perro, todas las relaciones están dadas por los condicionantes, por las posibilidades, por las cosas que los personajes están o no dispuestos a mostrar. Sus reacciones pueden estar apenas acompañadas de un rictus, una mirada furtiva, un gesto mínimo, que la directora está dispuesta a documentar como si ella no fuese parte de ello, como si la historia debiese ser mostrada por ella como una forma de exorcizar a este cuarteto de personajes que saben quiénes son, pero no saben cómo expresarlo”. Alejandra Pinto López en El poder del perro: Una sombra que se esconde

Fotograma Mis hermanos sueñan despiertos (Claudia Huaiquimilla, 2021)

6.- Mis hermanos sueñan despiertos (Claudia Huaiquimilla, 2021)

«Algo particular que tienen las películas de Claudia Huaiquimilla, incluyendo su cortometraje debut, es el uso del fuego como elemento narrativo, estético y simbólico en sus películas. Sin embargo, la relevancia del fuego en Mis hermanos sueñan despiertos es aún mayor. El fuego es el símbolo de los sueños de libertad. Aunque rápidamente esas llamas se transforman en el reflejo de la rabia contenida por un grupo de niños que han sido vulnerados por los gendármeres, por los jueces y abogados, por el Estado y por toda la sociedad. El fuego es el clamor por una justicia que nunca llegó y que nunca llegará, es el grito de auxilio de los que aún sobreviven y por los que han muerto en manos del SENAME». Sebastián González Itier en Mis hermanos sueñan despiertos: El fuego de Claudia Huaiquimilla

Fotograma Annette (Leos Carax, 2021)

5.- Annette (Leos Carax, 2021)

“Como en las óperas, en Annette las pasiones son más grandes que la vida, y lo desmedido no teme ser apreciado como recurso teatral (the world is a stage), una vez que director y compositores han dejado liberadas a sus criaturas, un mundo expresamente ficcional por donde se encaminan la imagen y las canciones con gran movilidad, fluidamente, por escenarios, habitaciones, exteriores, ciudades, paisajes campestres, noches y días (por sobre todo noches), siguiendo a los personajes, en dúos o solitarios, así como también va de lo externo a lo interno: desde el aspecto escultórico de los protagonistas a sus pensamientos cantados en arias, o en sus miradas dirigidas hacia su entorno y los demás como hacia sí mismos”. Álvaro García en Annette: La belleza de lo falso

Fotograma Los huesos (Joaquín Cociña y Cristóbal León, 2021)

4.- Los huesos (Joaquín Cociña y Cristóbal León, 2021)

“El cortometraje Los Huesos, de los artistas visuales Cristóbal León y Joaquín Cociña que se estrenó en FicValdivia, nuevamente echa mano de historias reales, en este caso del pasado, para cambiar la historia oficial a través de la animación en stop motion y su marcado sello autoral, que les valió el premio al Mejor Cortometraje en el festival de Cine de Venecia 2021. Mientras en La casa lobo se imaginaban cómo sería una película dirigida por el pedófilo Paul Schäfer, en Los Huesos son los propios realizadores los restauradores a los que se le entregaron los originales de una película animada -«Los Huesos»-, fechada en 1901 y encontrada durante las excavaciones para la construcción de un museo en 2023”. Marisol Aguila en Informe XXVIII FICValdivia (6): Movimientos que corren las cercas

Fotograma El cielo está rojo (Francina Carbonell, 2021)

3.- El cielo está rojo (Francina Carbonell, 2021)

“Narrando a partir de las filmaciones originales de la reconstrucción y de las voces de sus protagonistas, el documental, sin embargo, se aleja de toda forma de crónica o relato jurídico. En cambio, se trata de una experiencia profundamente cinematográfica, en la que vemos el desarrollo de todos los hechos que culminaron en la catástrofe. El relato se articula a partir de las voces de quienes fueron testigos directos del incendio y de los investigadores que tratan de explicarse, al igual que el espectador, qué tuvo que pasar para que se produjera esta tragedia”. Joaquín Zamorano en Informe XXVIII FICValdivia (2): Mirar la cárcel por dentro

Fotograma The Beatles: Get Back (Peter Jackson, 2021)

2.- The Beatles: Get Back (Peter Jackson, 2021)

“The Beatles: Get Back viene a sumar una nueva capa a este fenómeno, asumiendo el riesgo de la entrega de un material que, por un lado, vuelve a montar el proyecto fallido de un documental (el documental Let it Be de Michael Lindsay-Hogg), por otro, reescribe la historia del final de The Beatles, a la luz de nuevos antecedentes, derribando mitos y construyendo unos nuevos.  Se trata de una operación arriesgada por la naturaleza del documental: en rigor, se trata de un documental observacional de más de siete horas que sigue por tres semanas a la banda en el proceso de composición de parte del album Let it Be (1970), así como algunos temas de Abbey Road (1969)”. Iván Pinto en The Beatles: Get Back. Una estrella se apaga

Fotograma El Gran Movimiento (Kiro Russo, 2021)

1.- El Gran Movimiento (Kiro Russo, 2021)

“Si en Viejo calavera la muerte ronda en las profundidades de la mina, en este último largo filmado en 16mm, la figura cadavérica que nombraba a la ópera primera de los realizadores bolivianos sale a la superficie de una ciudad compleja, que no sólo tiene características propias de una agitada urbe que se muestran de forma sinfónica y con un energético sonido: las líneas del teleférico de la ciudad, la maraña de cables, los bocinazos histéricos o las construcciones permanentes. También tiene las particularidades de la ciudad de La Paz, donde la altura hace que falte el aire, lo que genera una segregación urbana (los menos acomodados viven en El Alto, donde el oxígeno es más escaso)”. Marisol Aguila en Informe XXVIII FICValdivia (6): Movimientos que corren las cercas.

Tomado de: El Agente. Críticas de cine

Leer más

Regresa “Enfoco”

Por Daniel Céspedes

La revista Enfoco llega a su número 54. Llega en un momento de crisis editorial y de pandemia, en el que para algunos leer ha devenido un analgésico, el estimulante ante mucha ruina emocional, física y ética. Pero, para otros, el hábito y placer de la lectura se perdió o desestimó. A las claras, nunca se tuvo. Las necesidades básicas, al menos en Cuba, relegaron la compra de letra impresa. Confiemos en que los lectores habituales releyeron y se salieron un tanto de las circunstancias fatales que todos estábamos y estamos padeciendo.

En rigor, no creo que se haya dejado de leer. Solo se abandonó una forma de hacerlo en virtud de los formatos digitales en las redes sociales. Las visitas a Facebook y otros sitios web se incrementaron y se leyeron las noticias del momento: curiosidades de lugares (re)descubiertos, especies de animales que se volvían a ver después de tanto tiempo…, mientras la COVID-19 se sacudía violentamente de la humanidad como si ella fuera un lastre. Es en este contexto cuando la lectura de libros y revistas de años nos devolvieron a muchos autores.

Un autor revive no porque se le reedita o reimprime, sino porque se lee… Los libros y, en especial, las revistas cual habitus cultural devolvieron las coordenadas de qué leer porque, más que un afán de competencia de un artículo con otro en una revista, la idea es de conformación. Ello implica ajustar una armonía que no responde necesariamente a los propósitos centrados y memorativos de un dosier.

Enfoco, una vez más, confirma que un dosier pudiera ser importante, pero no imprescindible, para garantizar un número especial por muchas razones: se rescatan textos ya aparecidos, confluyen acaso por primera vez distintas voces que se alejaban de una Enfoco a otra. Es una Enfoco de enfocos. ¡Para qué negarlo! Se analiza la necesidad de concepción de hacer crítica según la manera de ver hoy cine y audiovisual en general (“Crítica de cine: algunos desafíos”, de Víctor Fowler). Aquí se lee:

A la misma vez que el crítico especializado en producciones cinematográficas, televisivas u otras (es de prever, en un momento no muy lejano del siglo que corre, la narración de ficción que, generada en computadora, consiga la ilusión realista que posibilite la sustitución del actor), la misma complejidad de los procesos demanda de un crítico nuevo, con conocimientos y entrenamiento para abarcar la totalidad de la audiovisualidad y poder mostrarnos los puntos de unificación.

Y cito a Fowler no porque sea el autor del mejor texto del volumen, sino porque sus planteamientos entroncan muy bien con los tiempos que corren. ¿Cuál es el cine que más se ve en la actualidad? ¿De qué otras herramientas nos debemos valer para apreciarlo, sin necesidad de ser especialistas de su hechura o interpretación? La mezcla genérica ante la cultura digital, las relaciones del cine y la televisión. ¿Ha sido la televisión el futuro del séptimo arte como predijo hace años George Lucas? Un filme no cambia el mundo pero, como confiesa en una entrevista Julio García Espinosa: “Ha de hacerse como si lo fuera a cambiar”.

Número compilatorio con sus apartados frecuentes (“Zoom in”, “Travelling”, “Flashback” y “Master Class”) es la Enfoco 54. Sin embargo, evidencia cómo se confecciona una revista de cine y cómo el proceso de edición supera las revisiones de contenidos escriturales. Editar entraña, además, aventurarse en la estructura de una publicación. Y eso lo ha hecho Suntyan Irigoyen Sánchez en su papel de coordinadora general. Ojalá signifique este encuentro de hoy la continuidad de tan necesaria y particular revista. Continuidad significa persistencia, de ahí la exhortación a que se vea cine y se lea, aunque con la cautela que recuerda Werner Herzog en “Master class”:

No lean libros sobre cómo se hace el cine, no sirven de nada, láncenlos por la ventana, aprendan a hacer películas, ahí, en la vida real, experimentando la vida. Pero sí, por supuesto, yo soy una persona que no veo muchas películas, quizás tres o cuatro películas al año, pero sí leo, y les insisto mucho a los estudiantes de cine que lean, lean y no paren de leer porque si no leen, puede que hagan películas pero van a ser, cuando más, mediocres.

Enfoco se hace por y desde la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Cuando muchos creían que existía solo la revista Cine Cubano, nuestra institución tenía Enfoco y Miradas.  Ambas publicaciones podían hacerse gracias al claustro de profesores, los permanentes o los invitados, por la propia Mediateca André Bazin. Se tenía (se tiene aún) la oportunidad de ser más abarcadores en criterios y referencias. ¿Qué ha cambiado? Mucho: el mundo y con él nosotros. Mas, tampoco ha sido la hecatombe. Enfoco es reflejo de cómo está la Escuela. De todos depende siga apareciendo. Enhorabuena su renacimiento.

Tomado de: Cubacine

Leer más

¿Fin o renacimiento?

Por David Brooks

“Por ahora, el fascismo no es una amenaza a la continuación de nuestra forma de gobierno… pero si la democracia estadunidense deja de moverse hacia adelante como fuerza viva… para mejorar la condición de nuestros ciudadanos, la fuerza del fascismo crecerá en nuestra tierra”, declaró Franklin Roosevelt en noviembre de 1938. Pero las palabras son igual de contemporáneas al inicio de 2022.

Roosevelt sabía del fascismo no sólo por su expresión europea, sino también por lo que ocurría en su propio país, incluido un complot para un golpe de Estado contra su gobierno a mediados de los años 30 para intentar frenar su New Deal.

Hoy día, la supervivencia de la democracia estadunidense es tema central en el debate nacional cotidiano.

La estadunidense siempre ha sido una democracia en la cual no necesariamente impera el principio fundamental de tal sistema: la voluntad de la mayoría. Ni en sus elecciones presidenciales –como fue el caso de las de 2016 y las de 2000– ni en las políticas nacionales. Por ejemplo, la mayoría del pueblo estadunidense, según encuestas, favorece acciones para combatir el cambio climático, elevar el salario mínimo, invertir en infraestructura, una reforma migratoria que incluya una ruta a la ciudadanía para indocumentados y la legalización de la mariguana, entre otras cosas. Pero la cúpula política, bajo el consenso bipartidista neoliberal de las últimas cuatro décadas, ha logrado frenar, diluir e ignorar estas expresiones mayoritarias.

Ante ello, no sorprende el continuo deterioro de la confianza pública en las llamadas instituciones de la democracia. Según encuestas de Gallup en 2021, sólo 39 por ciento confía en el gobierno federal para abordar problemas nacionales; sólo 37 por ciento confía en el Poder Legislativo, sólo 40 por ciento –el peor nivel registrado– aprueba el trabajo de la Suprema Corte, y sólo 36 por ciento expresaban confianza en los medios de noticias (el segundo nivel más bajo jamás registrado por la encuestadora).

En estos últimos años, fuerzas neofascistas que subieron al poder con Trump en 2016 se han aprovechado del desencanto, corrupción y desesperación resultado de cuatro décadas de neoliberalismo, para profundizar la polarización social y política cada vez más marcada en el país, entre otras cosas con la estrategia antigua de enfrentar a jodidos contra otros jodidos. Ahora se están preparando para retomarlo, cueste lo que cueste, incluidos intentos de golpe de Estado (el próximo 6 de enero se marca el primer aniversario de la intentona de golpe de Estado que culminó con el asalto al Capitolio).

Todo esto ha opacado al faro de la democracia. Según sondeos de Pew Research en 16 países el año pasado, sólo 17 por ciento opinaba que la democracia en Estados Unidos es un buen ejemplo a seguir para otros países, y 57 por ciento señaló que la democracia estadunidense antes lo era, pero ya no. Aún más sorprendente es que los estadunidenses están de acuerdo: sólo 19 por ciento cree que la democracia en su país es un buen ejemplo a seguir para otros países y 72 por ciento opina que la democracia estadunidense fue un buen ejemplo a seguir, pero que en los últimos años no ha sido así (https://www.pewresearch.org/global/2021/11/01/what-people-around-the-world-like-and-dislike-about-american-society-and-politics/pg_2021-11-01_soft-power_0-04/).

Pero mientras los expertos y los medios se enfocan en la polarización, resulta que existen algunos consensos democráticos sorprendentes: una encuesta el año pasado registró que 84 por ciento opina que entre lo que más ayudaría a resolver la polarización sería otorgar a la gente ordinaria mayor voz en las decisiones que afectan sus vidas, y 83 por ciento dice que también ayudaría una mejora de la oportunidad económica y seguridad para todos sin importar raza, etnia o dónde viven. De hecho, la mayoría de estadunidenses cree que las divisiones políticas son impulsadas más por políticos que por gente ordinaria.

O sea, para rescatar la democracia se requiere el retorno al poder del demos.

Tomado de: La Jornada

Leer más

¿Por qué Cuba no tiene un movimiento antivacunas?

Foto CECMED

Por Marc Vandepitte & Toon Danhieux

Cada vez más, amplios sectores de la población europea expresan abiertamente su desconfianza hacia las políticas para combatir la COVID-19. La reacción de la política tradicional es de pánico y se caracteriza por el paternalismo y la represión: obligación general de vacunarse y restringir la libertad de circulación. Esa no es la forma de crear apoyo en la población. Para ello será necesario, como mínimo, escuchar los temores y las preocupaciones de las personas no vacunadas. Pero también hay otros elementos en juego. La comparación con Cuba es interesante.

Desconfianza en el gobierno

Muchas personas no vacunadas dudan, con razón, de la competencia y/o de la buena fe de los gobiernos que ahora quieren vacunar lo antes posible. No es tan incomprensible.

Los países europeos están improvisando desde marzo de 2020. No existe ningún tipo de uniformidad o lógica en las políticas para atacar la pandemia de COVID-19. Con índices de contagio similares las medidas difieren mucho de un país a otro.

En Bélgica, donde yo vivo, como en otros países en Europa, la improvisación era incomprensible. El gobierno belga esperó hasta mediados de marzo antes de tomar medidas. Eso fue un mes y medio demasiado tarde. Si hubieran tomado medidas antes, la tasa de propagación habría sido mucho menor y se habrían evitado miles de muertes por COVID-19. Y parece que no aprenden de sus errores. La respuesta a cada nueva ola de COVID-19 llega tarde.

Aunque los expertos llevaban años advirtiéndolo, el gobierno belga no estaba preparado para una pandemia. Al principio decía que las mascarillas no servían, porque (todavía) no se disponía de ellas debido a una mala gestión. Luego, de repente, se convirtieron en obligatorias.

En septiembre de 2021 las medidas se relajaron en Bélgica con cifras peores, mientras que en los Países Bajos se endurecieron con mejores cifras. ¿Cómo explicar eso? En Bélgica se tienen que poner de acuerdo siete ministros de Sanidad para poder implementar una nueva política. Al mismo tiempo, los gobernadores y alcaldes introducen normas más estrictas o más permisivas y los presidentes de los partidos pulen su imagen a costa de la salud pública.

Cuando esa desconfianza llega a las calles y a las redes sociales, la extrema derecha solo tiene que meter el balón de cabeza. Atraen a su lado a quienes están legítimamente descontentos solo con mostrar empatía con su desconfianza en el gobierno. El objetivo, por supuesto, no es exigir más democracia para los que no tienen voz. La historia nos enseña por que el objetivo de la extrema derecha es apresurar la formación de un régimen autoritario que deje completamente fuera a estas personas y lleve al extremo la explotación de todo y de todos por parte del 1%.

Las medidas anti-COVID-19 en muchos países europeos fueron y siguen siendo un enorme caos. Pero, en realidad, la desconfianza es mucho más profunda. En la anterior gran crisis, la bancaria de 2008, los ciudadanos también fuimos los que pagamos el pato. Los bancos que habían especulado con nuestro dinero se salieron con la suya y fueron salvados. Y la gente común pagamos la factura. Es obvio que existe desconfianza en la capacidad de gestión de una crisis por parte del gobierno.

¿Y en Cuba?

Ya en enero de 2020, casi dos meses antes de que los políticos en Europa entraran en acción, el gobierno cubano puso en marcha un plan nacional para combatir el coronavirus. Se lanzaron campañas masivas de información en los barrios obreros y en la televisión. Ni gobiernos contradictorios ni siete ministros de sanidad que se tenían que poner de acuerdo ni discusiones sobre mascarillas obligatorias.

El gobierno actuó con decisión e hizo todo lo posible para cortar el virus de raíz. Nada de promesas fáciles diciendo que íbamos a recuperar el ‘reino de la libertad’ gracias a las vacunas, nada de soltar las riendas demasiado rápido, debido a motivos electorales o a la falta de coraje político, sino medidas firmes. Algunos ejemplos. El turismo, principal fuente de ingresos pero también de contagio, se detuvo inmediatamente. Los niños a partir de seis años están obligados a llevar mascarilla. Cuando quedó claro que las escuelas también eran importantes focos de contagio, se pasó a la educación en casa, con muy buen apoyo de la televisión escolar, entre otras cosas.

“Al informar adecuadamente a la población sobre los riesgos sanitarios, los cubanos comprenden la importancia de quedarse en casa. Saben cómo transmitir la enfermedad, y se responsabilizan de su propia salud y de la de sus familiares y vecinos”, dice Aissa Naranjo, médica en La Habana.

La asistencia sanitaria en Cuba se centra principalmente en la prevención y está muy descentralizada. Cada barrio tiene su policlínica y existe un fuerte vínculo de confianza entre la población local y el personal sanitario. Desde marzo de 2020 casi 30.000 ‘rastreadores de contactos’ han ido de puerta en puerta, hasta los rincones más alejados de la isla, para comprobar en cada familia si uno de sus miembros estaba infectado. Se movilizó a los estudiantes universitarios para ayudar en ese rastreo. En Bélgica la detección la realizaron personas anónimas en centros de llamadas, lo que no inspira precisamente confianza.

Mientras tanto, todo se centró en el desarrollo de vacunas contra el coronavirus. En marzo de 2021 tres vacunas estaban ya en fase de prueba. En la actualidad Cuba cuenta con cinco vacunas propias, una de ellas para niños de tan solo dos años.

Las diferencias en las políticas COVID-19 entre Cuba y Bélgica se reflejan también en las cifras. En Cuba hubo 146 muertes por COVID-19 a finales de 2020. En Bélgica, con el mismo número de habitantes, la cifra era de casi 20.000. Eso fue antes de la variante Delta. Cuba no llegó a tiempo. Las vacunas propias recién se terminaron tres meses después de que la variante Delta empezara a proliferar. La rápida vacunación en Bélgica, a partir de finales de 2020, ha permitido reducir significativamente el número de muertes causadas por la variante Delta, al menos en las fases iniciales.

En Cuba la variante Delta en realidad llegó demasiado pronto; no había vacunas en ese momento. El pico de infección se produjo en el mes de julio. Esto causó muchas muertes y sacudió el sistema sanitario. Esta precaria situación sanitaria se sumó a los graves problemas económicos derivados del bloqueo económico de Estados Unidos, la pérdida de turismo y el aumento del precio de los alimentos. Como resultado, hubo mucho descontento entre la gente. A través de las redes sociales se ha intentado desde Estados Unidos agitar ese descontento y canalizarlo en protestas. El intento acabó fracasando.

Una vez iniciada la campaña de vacunación en Cuba los resultados fueron espectaculares. El 20 de septiembre, al inicio de la campaña, todavía había diariamente más de 40.000 nuevas infecciones y 69 muertes. Hoy en día hay 120 nuevas infecciones y una muerte al día. En Cuba también se vacuna a los niños a partir de dos años. El 2 de diciembre el 90% de los cubanos había recibido su primera dosis. Es el segundo porcentaje más alto del mundo, después de los Emiratos Árabes Unidos, y el más alto de América Latina. En Bélgica estamos al 75%.

Desconfianza en las grandes farmacéuticas

A muchas personas no vacunadas en Europa les parece sospechoso que el gobierno proporcione vacunas gratuitamente. Hay que pagar cada vez más por otros medicamentos. La sanidad cuesta cada año más a los pacientes y ahora, de repente, todos “tenemos” que vacunarnos gratuitamente. ¿No hay nada detrás? ¿Se es un teórico de la conspiración si se hace esta pregunta?

La gente sabe que las grandes farmacéuticas sólo miran las ganancias y no siempre se toman en serio la seguridad de las personas. Entre 1940 y 1980 millones de futuras madres tomaron DES (dietilstilbestrol) contra los abortos espontáneos y en los años 60 se les recetó Softenon contra los mareos del embarazo. Esas decisiones produjeron miles de bebés deformes. En Estados Unidos Purdue Pharma, propiedad de la acaudalada familia Sackler, vendía hasta hace poco el potente analgésico OxyContin, sabiendo perfectamente que es altamente adictivo.

Purdue es responsable de la muerte de miles de estadounidenses y de la adicción de millones. El fentanilo, inventado por Paul Janssen, del gigante farmacéutico belga del mismo nombre (que ahora forma parte de Johnson & Johnson), es también un analgésico altamente adictivo que se podía adquirir libremente en Estados Unidos y que se promocionaba con fuerza. Johnson&Johnson fue condenada por su responsabilidad en este caso.

La gente también sabe que las compañías farmacéuticas están cobrando precios demasiado altos por sus vacunas contra el COVID-19 y que están muy subvencionados por el gobierno, pero se les permite quedarse con miles de millones de beneficios. Cuando estas mismas empresas dicen entonces que es necesaria otra inyección de refuerzo, esto despierta comprensiblemente la sospecha, aunque la necesidad sea científicamente correcta.

¿Y en Cuba?

En Cuba no existe una industria farmacéutica privada. Todas las vacunas contra el COVID-19 las fabrican laboratorios biomédicos de propiedad gubernamental. El 80% de las vacunas utilizadas en los programas de vacunación del país son de fabricación nacional. Aquí no encontrará precios escandalosos ni beneficios usureros.

Desde la infancia toda la población está vacunada contra una serie de enfermedades, al igual que en Europa. Este es uno de los principales factores del rapidísimo aumento de la esperanza de vida en Cuba en las últimas décadas. En Cuba la esperanza de vida es mayor que en Estados Unidos y la mortalidad infantil menor. En los últimos meses se ha demostrado que las vacunas también son muy eficaces. Por eso no es de extrañar que cualquier persona cubana no solo confíe en sus empresas farmacéuticas nacionales, sino que se sienta orgullosa de ellas.

Desconfianza en la ciencia

La ciencia real y la pseudociencia se utilizan a menudo para hacer publicidad de todo tipo de cosas aquí en Europa: suplementos alimenticios, pañales perfectos, productos para crecimiento de pelo, móviles supersónicos… A consecuencia de ello la ciencia ha perdido gran parte de su estatus para muchas personas. Los frecuentes fraudes de investigación y a gran escala (pensemos en el dieselgate) hacen que la gente sospeche aún más.

Además, muchas personas salen de la enseñanza secundaria o superior sin ser capaces de entender las estadísticas o su representación en los artículos. “Hay tantas personas vacunadas como no vacunadas en el hospital, ¿no?”. Todo esto explica que grandes grupos de personas se sientan atraídos por teorías oscuras o, al menos, quieran tomarlas en serio porque piensan que “ellos” están tratando de hacernos creer algo. Que “ellos” quieren obligarnos a cumplir con una serie de cosas: pasaporte COVID, vacunas, etc. “Ellos” es, entonces, una amalgama de políticos, expertos y medios de comunicación.

¿Y en Cuba?

En Cuba la gente se enfrenta a la publicidad profesional solo muy esporádicamente. La ciencia llega a la gente a través de la educación -de alta calidad- y de medios de comunicación no comerciales. Incluso antes de la primera infección se explicó a todos los cubanos en la televisión qué es el COVID-19, cómo se desarrolló la pandemia en todo el mundo, qué se puede hacer al respecto y, por consiguiente, qué medidas se iban a tomar.

La población cubana sabe que sus científicos trabajan por el bien común de su país. La población lo constata casi todos los años, por ejemplo, en las evacuaciones preventivas de los pueblos y ciudades que se encuentran en las rutas de los huracanes, trazadas por los mejores meteorólogos del mundo. Vió cómo el VIH se contuvo rápidamente con un fuerte compromiso de prevención, cómo el dengue y el zika (1) se tratan de forma científica, eficiente y transparente, lo que tienen como resultado un número mínimo de víctimas.

Desconfianza en la solidaridad

Una gestión eficaz de la pandemia presupone solidaridad. La mayoría de la población, que personalmente tiene poco que temer de la enfermedad, debe solidarizarse con las minorías de personas (muy) mayores y físicamente débiles. La vacunación es importante para un hombre o una mujer normal, y también para los niños, para reducir la circulación del virus en la comunidad lo antes posible en favor de los más débiles. La mayoría de la gente -también en Europa- considera que eso es una razón suficiente para participar. Esto también se aplica al cumplimiento de las medidas de seguridad.

Es realmente sorprendente que no haya más gente en Europa diciendo: “Estoy lo suficientemente sano y fuerte, no necesito una vacuna, el resto tiene que hacer lo suyo”. Toda la cultura comercial y neoliberal de aquí le recuerda a la gente a diario su deber de desarrollarse, de hacerlo cada vez mejor en la vida, entiéndase, ser más rico. El ideal es la autonomía absoluta, no depender de los demás, ni mucho menos del ‘Estado’, pues de lo contrario se es un aprovechado. Los sindicatos son entonces los protectores de esos ‘aprovechados’. Hay que desengrasar el Estado, recortar la asistencia social y sanitaria. Esa no es precisamente una cultura que fomente la solidaridad.

¿Y en Cuba?

Las y los cubanos no están en una situación de competencia o de ‘sálvese quien pueda’. La población cubana sabe por experiencia que solo juntos pueden afrontar los grandes retos del país. Superar los problemas juntos es a lo que están acostumbrados, desgraciadamente hoy más que nunca. Ayudar a los vecinos, limpiar el barrio juntos, celebrar reuniones y tomar decisiones juntos en el lugar de trabajo, etc., es su forma de vida.

La solidaridad forma parte de su ADN. Durante décadas han enviado médicos, enfermeros y profesores al resto del mundo. Un pequeño país de once millones de habitantes, con diez veces menos recursos que Bélgica, envió médicos a luchar contra el COVID en lugares tan lejanos como Italia.

Esta actitud y forma de vida es la cuarta razón por la que hay pocos o ningún antivacunas en Cuba.

Nota:

(1) El dengue o fiebre del dengue es una enfermedad infecciosa sistémica aguda causada por el virus del dengue y transmitida por mosquitos. El zika es un virus que provoca fiebre y puede tener graves consecuencias para los fetos.

Tomado de: Contexto Latinoamericano

Leer más
Page 8 of 544« First...«678910»203040...Last »