Cuba, entre avatares del pasado y urgencias del presente. Por: Juan Nicolás Padrón*

Con la excelente factura editorial que ya se va haciendo tradición en sus producciones, Ediciones Boloña, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, acaba de presentar, por su Colección Raíces, el libro de Ernesto Limia Díaz Cuba entre tres imperios: perla, llave y antemural, un texto que sintetiza la historia de la Isla desde la invasión europea a América en 1492 hasta el momento en que los ingleses, luego de once meses de ocupación, abandonan La Habana, y el imperio español, después de recuperar la capital de la colonia, emprende en 1763 imprescindibles reformas encabezadas por el conde de Ricla. Cuando en mi juventud aprendía Historia de Cuba, este período, que abarca casi tres siglos, apenas se estudiaba; con un breve comentario se pasaban por alto casi todas las contradicciones imperiales que giraban en torno al territorio cubano, y la etapa fundacional de nuestra cultura y nacionalidad se resumía en una frase: se trataba de “siglos oscuros”.

Hasta hace apenas cincuenta años, había poca información para abrir un estudio más a fondo de la historia, la sociedad y la cultura de esta etapa, sin desconocer los significativos aportes de Ramiro Guerra, Emilio Roig de Leuchsenring, Emilio Portell Vilá y Don Fernando Ortiz, entre otros. Hoy disponemos de una bibliografía mucho más amplia que la de entonces y, sobre todo, de un mayor acceso a fuentes para obtener datos y comparar enfoques; independientemente de las extranjeras, que son considerables y muy valiosas, como la de Heinrich Friedlaender, por citar solo una, el autor pudo manejar libros, artículos y otros textos de autores cubanos editados en el país como los de César García del Pino y Alicia Melis Cappa; Eduardo Torres-Cuevas, Edelberto Leiva Lajara y Oscar Loyola Vega; Gustavo Placer Cervera, Hortensia Pichardo, Fernando Portuondo, Manuel Moreno Fraginals, Julio Le Riverend, Juan Pérez de la Riva, Mercedes García Rodríguez, Áurea Matilde Fernández, Gustavo Eguren, Olga Portuondo, María Teresa Cornide, Roberto Fernández Retamar, Ambrosio Fornet, Luisa Campuzano, Salvador Bueno, Luis Suárez, Francisco Mota, Gregorio Ortega, Rolando Álvarez Estévez y Martha Guzmán Pascual…

En Cuba entre tres imperios… se presentan muy diversos temas que siguen paso a paso la continuidad de una historia que comienza en Europa y continúa en Cuba y América, a través de un apasionante y bien escrito relato, armado a partir de las apetencias de los imperios más fuertes del mundo por apoderarse de la Isla, no siempre por las mismas razones. En este empeño, se agradece la prosa fluida de Limia, su capacidad para eludir la excesiva densidad que ha lastrado algunos textos de brillantes investigadores, su precisión para ubicar la cita oportuna y su habilidad para sintetizar una voluminosa información consultada y entrecruzar fuentes muy disímiles hasta arribar a conclusiones propias.

El autor no cede a la tentación de hacer gala del impresionante volumen de lecturas acumuladas. No hay información “adiposa”, para usar un término que le escuché al doctor Roberto Fernández Retamar refiriéndose a esos “hallazgos” investigativos que a veces se incorporan a los textos de historia y poco contribuyen al resultado general o a la tesis central, sino que más bien satisfacen la vanidad del autor, más preocupado por epatar que por el rendimiento cultural de su trabajo. Esta falta de “adiposidad” en la precisa estructura de Cuba entre tres imperios… contribuye a dejar abiertas otras líneas de investigación derivadas del derrotero principal del texto.

El lector se dará cuenta de inmediato de que el autor no desconoce ni minimiza los procesos sociales y culturales implicados en el relato histórico, con lo cual logra una integralidad sustanciosa que hace coherente y creíble cada episodio narrado, además de humanizarlo y darle vida, siempre de acuerdo con el tiempo histórico de los protagonistas. En esta incorporación de materias a la columna central del discurso, se van potenciando las que resultan decisivas en las continuidades o virajes de la historia, por lo cual algunas veces puede tener más peso un hecho comercial, o los criterios personales de un rey, o los manejos de la Iglesia, o el conveniente y oportuno discernimiento jurídico, o un pacto administrativo, o una inevitable confrontación, inclusive aquellas que pudieran parecer desvinculadas del acontecer de la Isla…

No pocas veces la conciencia social y cultural interviene para catalizar o retardar procesos espontáneos o artificiales; sin embargo, uno de los aportes valiosos de este libro es que los hechos se explican mediante el exhaustivo análisis del ser social y de su sustrato económico. Este criterio marxista no es un simple acompañamiento enunciativo, sino que sustenta la profunda búsqueda indagatoria que logra desentrañar quién financia guerras, campañas, conquistas… es decir, de dónde salen “los dineros” para pagar la esclavitud implantada en América, la ruta de los capitales que financian “desarrollos” y arrasamientos. El criterio económico que subyace en cada hecho histórico constituye una contribución significativa al esclarecimiento de no pocas actuaciones y a la explicación de decisiones tomadas en estos siglos no solo por gobernadores y obispos en la Isla, sino por sus respectivos “jefes” en Europa.

Otro aspecto que me inclina a recomendar el libro es el nivel de información manejado para adentrarse en los pormenores de la toma de La Habana por los ingleses, en especial los relacionados con el trabajo de espionaje previo al desencadenamiento de los conflictos. El autor evidencia la importancia de la actividad secreta o encubierta destinada a obtener información útil al ataque inglés a la capital cubana, y detalla además la aparente ineptitud española para preparar la defensa de ciudad, a pesar de contar con información suficiente como para prever la invasión y contrarrestarla quizás exitosamente. En un pasaje con aires de relato detectivesco, el análisis de la actuación del capitán general Prado Portocarrero ofrece posibles respuestas a viejas interrogantes. Sin embargo, más allá de las pugnas entre potencias dirimidas en la Isla en aquellos momentos cruciales, sobresale límpido el sentimiento criollo, capaz de impulsar a muchos hombres a defender la tierra que ya comenzaban a sentir como patria.

Cuba entre tres imperios… a pesar de sus 414 páginas y de su voluminosa bibliografía y profusión de notas, es un libro ameno y fácil de leer. La clave de ello es que reproduce el pasado como si lo estuviéramos viviendo otra vez, con pasión pedagógica y manejando un conjunto de razones que se trenzan como la vida misma. Se trata de una investigación cuyos frutos merecen ser introducidos de inmediato en la enseñanza general de la historia, pues por razones de sobrevivencia nacional estamos obligados a desterrar los viejos métodos que se reducen prácticamente  a memorizar, localizar, fijar… un relato unidimensional, verticalista, farragoso, propagandista, “tecoso” y “sinflictivo”, en resumen, aburrido, con el que las nuevas generaciones de cubanos no pueden sentirse identificados. La cercanía del águila cuya sombra amenazadora se proyecta en la bien lograda cubierta del libro de Ernesto Limia Díaz, nos recuerda la urgencia de pensar, interpretar, razonar, comparar, generalizar, aplicar las enseñanzas del pasado en una dimensión plural y dialéctica, para vivir este presente cambiante que necesita de ellas todos los días y avizorar, con un mínimo de certeza, el futuro.

Tomado de la web: www.cubarte.cult.cu

*(Pinar del Río/Cuba, 1950): Poeta y Licenciado en Filología y especializado en Lengua y Literatura Hispánica. Posee postgrados en Filosofía y Lingüística, además de Cursos de Pedagogía y Sicología. Actualmente es Investigador del Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas de Cuba. También ha sido Director de Literatura del Instituto Cubano del Libro; Director de la Editorial Letras Cubanas y Subdirector de la Editorial Casa. Su desempeño en el ámbito de las letras lo ha desarrollado como editor, profesor, jurado, poeta, ensayista, coordinador de encuentros literarios y artísticos, prologuista, articulista, antologador y conferencista en distintos países como Cuba, España, México, Argentina y Canadá. Ha participado en la Ferias Internacionales del Libro de Cuba, Ciudad de México, Guadalajara, Buenos Aires y Santiago de Chile. Su obra poética se encuentra en la edición de los siguientes libros: “El polvo finísimo del tiempo” 1983; “Desnudo en el camino” 1988; “Peregrinaciones” 1991; “Crónica de la noche” 1995. Su última publicación es el ensayo sobre la identidad cubana “La Palma en el Huracán” (Ediciones Rodriguistas, Santiago-Chile 2000).

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