Permítanme alertarles sobre los “nuevos lenguajes” en tiempos de crisis. Como era de esperar los “tecnócratas, voceros e ideólogos” asociados a la derecha española,-Partido Popular, Partido “Socialista Obrero” Español y otras fuerzas políticas de parecido color-, tienen como aliados a retrógrados de la lingüísticas, de la economía y de los mass media.
En esta “nueva etapa” de gobierno, los del PP se ocuparán de darle continuidad y profundización al trabajo de zapa y posicionamiento de su antecesor en materia de ajustes económicos, laborales y financieros, obviamente muy relacionados con todos los sectores de la sociedad.
Estos “nuevos gobernantes” asumen el rol de afianzar y justificar el paquete de medidas restrictivas de cara al “futuro”, apoyándose –también- en los canales del lenguaje.
“Les toca” anclar los cimientos de una “arquitectura” ya dibujada y cimentada, para apuntalar el capitalismo en su máxima expresión. Para legitimar un modelo imperialista que va “a paso despotricado” en materia de geopolítica, economía global y la reestructuración de los tejidos sociales que pululan en un claro vacío.
Si hacemos un rápido repaso desde la ocupación de Iraq por parte de las tropas genocidas de la OTAN, identificaremos esta práctica en países como Afganistán o Libia. En los últimos meses van labrando terrenos intervencionistas en países como Siria e Irán con claras acciones desestabilizadoras, que buscan justificar una escalada militar para lograr –en definitiva- el absoluto control de los recursos del petróleo y el gas en la región.
Toda esta ola de guerra pretende sostener un modelo de sociedad que es un atentado a la ecología, al medio ambiente y a la “Madre Naturaleza”. La humanidad está convocada a detener este “tsunami” guerrerista, desde el más elemental sentido de la ética y el compromiso con los principios que rigen en nuestra especie. El del respeto sobre el otro, sobre el “diferente”. El de no intervenir en los asuntos internos de otros países. El de dialogar como único camino posible para alcanzar la paz y el entendimiento entre todos. El de abrirnos a otras culturas sin pretender imponer la nuestra.
En este escenario de “debates” de ideas, las palabras tienen un peso y una importancia medular. Los mass medias son aliados y ejecutores de estas políticas. Es preciso apuntar que me refiero a los medios que subsisten por la voluntad de los grandes emporios empresariales, que forman parte de este gran conglomerado conocido como: “el Gran Capital”.
Somos testigos de inaceptables planes de ajustes para salvar de la hecatombe a los principales ejes de la sociedad capitalista del país ibérico y del mundo occidental. Este cúmulo de dianas se “lanzan” para apuntalar a los bancos, a las grandes transnacionales y a las empresas “punteras” de la economía.
Son los que controlan –en definitiva- de manera hegemónica, la “voluntad divina de los altares humanos”. Son los que cotizan en bolsa como parte del marketing “Made in Spain”. Son los de siempre, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Central Europeo entre otras entidades largamente conocidas. Son los que ponen en “aprietos” a los políticos que “votamos” en las elecciones para alcaldes, senadores, congresistas y presidentes de gobierno. Al final “descubrimos” que estos se pliegan de manera miserable a la voluntad de los verdaderos “jefes del mundo”, los mercados.
Desde la perspectiva del uso del lenguaje la lingüística se prostituye, para salvaguardar el esqueleto y el tejido económico de “esta locomotora” que anda soltando partes y piezas por el camino. Los “tiempos nuevos exigen palabras nuevas”, nos pretenden decir estos trasnochados adoradores de los “urgentes cambios”.
Esta idea ya tiene un vocablo “insigne” en España, lo “flexi”. Este prefijo no tiene ningún valor en sí mismo. Sin embargo cuando lo juntamos con otro vocablo la vestidura cambia. El más usado hoy es la conjugación “flexiempleo”.
Hace un tiempo oía en la “progresista” Cadena Ser a un “invitado”, precedido de una serie de halagos y adjetivaciones que –en pequeñas dosis- iban “endulzando” a los radios oyentes, o al menos esa parecía ser la intención del programa. “Experto en economía empresarial”. “Hombre informado y persona autorizada”. “Catedrático de no sé cuantas universidades”. “Consultor internacional de no sé cuántas empresas”. A este insulso repertorio le sumaban otras tonterías propias de estos medios, para “encajarnos” su currículum como un caramelo bien dosificado. Eso sí, con sacarina pues el azúcar –según dicen los expertos-, no es buena para la salud.
La palabra flexi aspira a ser “la salvadora” de los ajustes económicos que ya sufre el pueblo español. Son cambios aprobados y ejecutados por el ejecutivo del actual gobierno –con la previa del anterior ejecutivo- que ya hizo parte del trabajo sucio-, sin tan quisiera tomar en cuenta la opinión del pueblo. Sin molestarse en hacer –al menos-, algún tipo de consulta popular o debates de barrio en torno a los cambios que debería asumir España en los próximos años.
Lo flexi “en perfecto castellano”, significa despido rápido e improcedente. Se traduce en mayor poder y autoridad para el empresariado, poniendo al margen o anulando los más elementales derechos de los trabajadores, para materializar “sin contratiempos” las políticas de ajuste económicas.
Son planes diseñados no para fomentar la economía. El guión “está bien escrito”. Responde a la clara intención de mantener las estructuras económicas, políticas y sociales que imperan en la sociedad española de este convulso siglo.
La crisis no es por causa del azar. Tampoco es el resultado de los “inevitables ciclos” de la economía o por la “voluntad divina” de algún Dios descarriado.
Los responsables de este “berenjenal” tienen nombre y apellidos. Las sillas que soportan sus partes traseras, están “atadas y bien atadas”. Esta metáfora desvela la imposibilidad real de la sociedad española de acometer cambios sustanciales participativos. De tomar parte real y concreta en el timón de este barco que debe ser socializado y multiplicado. Es visible en muchos sectores y grupos sociales de España, un claro malestar en torno a estos ajustes económicos. Las manifestaciones de los últimos meses y semanas, son una lúcida señal de esta idea.
Pero volvamos a lo “flexi”. ¿Cómo encajaría esta palabra aplicada a la cultura? ¿Qué conjugación práctica podría tener este prefijo en un contexto tan importante como los medios de comunicación?
Las respuestas podrían ser muchas. Las posibilidades de pronósticos son muy variadas. El arte y la cultura son -por naturaleza- críticas en cualquier sociedad. Obviamente están bien claras dos tendencias.
Por una parte, son fundamentales los que practican este derecho desde la perspectiva renovadora, constructiva y aleccionadora para la sociedad y para el estado. Y por la otra, los que hacen del arte pasto de la mediocridad o la suma de espectadores, buscando el mayor dividendo económico para complacer a los patrocinadores que suelen ser empresas distantes de los preceptos del arte humanista, cuando –en verdad- la humanidad es y ha de ser, el eje de toda labor creativa.
En este “segundo núcleo” se debe incluir los que practican el rol de manipular, desinformar o anular lo esencial de la información para no entrar en temas medulares, para no buscarse “problemas”, dejando la ética y la responsabilidad en el retrete de su autocomplacencia.
Conozco -en el caso del Cine Documental Español- de no pocos filmes, que soportan una censura solapada o explícita que abordan temas que requieren de un amplio conocimiento de la sociedad. Memoria Histórica, Guerra Civil Española, Multinacionales que desbastan las riquezas de otros países en nombre del “desarrollo y el bienestar de otras naciones”, la marginalidad y lo seudocultural, la “fiesta de los toros” o el fascismo de los últimos 30 años y un sinfín de temas más. Son algunos de los “pliegos fílmicos”, que reposan engavetados.
Otros asuntos que no son “propios de la nación ibérica”, son anulados de los medios de comunicación. Por citar tan solo un ejemplo, las políticas y las relaciones internacionales de España con el estado genocida de Israel, ha “conducido” a que casi la totalidad de filmes producidos en este género –más de veinte-, donde sus creadores abordan desde una clara solidaridad la realidad y la historia del pueblo palestino, “pernocta” ausente de la gran pantalla. De esta antología, tan solo ha sido presentada por TVE el documental “To Shoot an Elephant”, del realizador Alberto Arce.
En los últimos tiempos, varios fotógrafos debidamente acreditados han sido objeto de brutales y burdas censuras. Su trabajo ha sido anulado de sus tarjetas fotográficas, resquebrajando los más elementales derechos a informar a la ciudadanía. Conocidas son las golpizas recibidas por algunos fotógrafos que han sido víctimas de “suculentos regalos” en el ejercicio de sus funciones por parte de las autoridades de estos cuerpos represivos.
Los hechos acaecidos en los últimos meses contra foto reporteros que han cubierto varios acontecimientos en la “Puerta del Sol” de Madrid o en las más importantes Plazas y calles de España, así lo confirman. Temas como los desahucios o las redadas contra inmigrantes, forma parte de las mirillas policiales contra los “fotógrafos de opinión”.
Cabe recordar los pronunciamientos del actor Willy Toledo, quién tuvo la valentía de hacer pública –una vez más-, su apoyo a la Revolución Cubana. Sus declaraciones fueron objeto de una descarnada furia mediática por “sus salidas”, ante un guión “bien atado”.
La televisora Cubainformación radicada en Bilbao, ha realizado varios reportajes de “alto contenido” y de relevancia informativa, que han sido “descolgados” de su página de youtube.
Las presiones de los sectores reaccionarios de los cubanos radicados en Miami han surtido efecto, sin que las autoridades del estado español hayan hecho absolutamente nada para defender lo que declara la Constitución Española de 1978 que en su artículo número 20 expresa: “Se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica. c) A la libertad de cátedra. d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades”.
Los actos culturales críticos o que se salen de la carrilera establecida, quedan replegados para la periferia, para lo alternativo o para los espacios institucionales de poca convocatoria o de controlada cobertura de prensa. Este calculado diseño de “política cultural”, permite esbozar un discurso público que responda a la “letra y el espíritu” de la Constitución Española vigente.
Esta “flexi” España, pronostica un duro camino para el arte y la cultura. Las voces inquietas o antisistema –como les gusta decir a los medios que secundan estos “nuevos conceptos”-, lo “tendrán crudo”. Este “marco laboral”, se presta para solapar o acallar a quienes pretenden compartir los trazos de otras verdades. Los que –desde el arte y la cultura-, aspiran a socializar “el otro discurso”, saben que el margen de maniobra y “toma de escenarios” está limitado a cierto tipo de inmuebles “construidos” para la ocasión.
En medio de este conglomerado de núcleos culturales, se visibiliza una elite artística que seguirá recibiendo los favores institucionales y de las empresas privadas, mientras no se salgan de la escritura de este folleto escrito para “los nuevos tiempos”. Ante una posible osadía de los artistas e intelectuales, cabe echar mano de la palabra “flexi”, para empezar a pulverizar ese discurso etiquetado como “incomodo”. Predeciblemente, los medios del empresariado español, rematarán cualquier voz altisonante.
A los artistas y hacedores del arte nos toca construir con urgencia, otros canales de comunicación y alternativas socioculturales en medio de esta apestada marea de ocultamientos y tropezones ejecutados desde el “arte empresarial”.
Los recortes en el sector de la cultura, materializados -en una primera etapa- en el período de gobierno del Partido “Socialista”, son parte de esa estrategia en la que tendrán prioridad de los “nuevos fondos”, los que respondan a la “Marca España”. Esta otra palabra o conjugación de ellas, es otra de las aportaciones en tiempos de “crisis”. Cuando se habla de esta “marca”, seguramente se refieren a lo tradicional, anquilosado, glamoroso y ajeno a todo “tufo” que provenga del pensamiento progresista.
Cabe recordar lo obvio. El arte y la cultura, es hoy –más que nunca-, una insuperable herramienta de superación humana. Navegamos en tiempos de ruptura y caída de valores. El arte y la cultura han de hacer labor para fortalecer el pensamiento, para meditar sobre los problemas que nos acechan y contribuir al urgente aporte de ideas para el bien del mejoramiento humano.
Reitero, este pensamiento encontrará serios obstáculos ante un discurso claramente reaccionario. Los “ideólogos” de este ajuste responden a una elite económica que en resumidas cuentas, son los que gobierna –tras bambalinas-, en el estado español. La cultura y los medios que apuestan por la ética y el compromiso social, han de tomar del ingenio y la constancia para crecer en medio de tanta pestilencia.