ALFABETO DE CICATRICES
Con pulso de artificiero
escojo las palabras.
Manejo con tacto
la nitroglicerina de cada sílaba.
Por culpa de palabras mal usadas
a mi corazón lo cruza
un alfabeto de cicatrices.
BUENAS INTENCIONES
Tú pones la comida
para los gatos callejeros;
pero no sabes si son las ratas
las que dejan el plato vacío.
BUEYES
Si supieras del dolor en mi cuello
no dudarías de que los yugos invisibles
también pesan, y que cada día
del trabajo a casa voy trazando surcos
en los que no habrá de crecer cosecha.
EN EL AVIÓN
El hombre avanza por el pasillo
se sienta entre la ventanilla y yo
mira un momento hacia fuera
y luego baja la persiana.
Es de esa gente que se conoce
las nubes de memoria.
SALVAR LA PRIMAVERA
Está la ciudad que estalla de brotes
y tulipanes. Pero los ojos de los adultos
se cierran con el mismo sueño.
Despiértame de esta madrugada
que no se acaba nunca.
Tenemos que correr delante
arrancar para ellos las cortinas:
los niños no se bastarán solos
para salvar la primavera.
ESTACIONES
Para la gente de Esferadeletras
Leo los poemas de Amijai en el tren
levanto la cabeza y ahí está:
la primavera estallando en los descampados
una gran bomba de la que el tren huye
porque los poemas que los árboles dictan
están escritos en un idioma exótico
que no entendemos los que vamos
a recluirnos en nuestras casas
la palabra estación ya sólo nos habla
de lugares en los que apearse
y el único sol que me calienta ahora
es el que apresaron las uvas
antes de hacerse vino.
LA ANTIGUA NIÑA PRODIGIO
Para Inma Luna
Cansada ya de ser el payaso
de todas las reuniones
dispuesta a no llenar más
el vacío con ingenio
decides dar tu última fiesta
No pedirás regalos ni trajes de gala.
Los invitados traerán razones
para quererte
sin enamorarlos.
Cuál de ellos será el primero en darse cuenta
de que no has pedido ayuda al maquillaje
de que como tu gata
-el último animal que adoptes-
has decidido ponerte de parte
de la elegancia de las estatuas rotas
Los recibirás sentada en el sillón
que heredaste de tus padres muertos.
El trono de niña prodigio te quedaba grande.
No es que empequeñezcas; es que,
como todos, te has ido erosionando
y sólo en tu pelo las canas tiesas
hablan de tu pasado como muñeca.
Para ser buena anfitriona te bastará
con callar que los juegos son algo muy serio
que en leer las instrucciones se pasa la vida.
Bastará con aceptar la inocente avidez
de los que sacan las cartas
y levantan casinos de la nada.
Sonríes. Nadie sabrá que esta fiesta
será el ensayo de tus próximos proyectos:
olvidar las trampas que aprendiste
y camuflar en los abrazos
una coquetería irrenunciable.
LA MADRE DE CLAUDIA
Agradezco que tu madre antes de morir
tuviera antojo de un plato de calamares;
así no me sorprendió tanto
que a la mía le diera por cantar coplas
dirigiendo con su mano asarmentada
su dispuesto coro de hijos.
Te agradezco que te emborracharas
con una botella de vino
junto a tu madre moribunda;
cuando yo me emborraché con ron
ya sabía que no había falta de respeto
o necesidad de huida
sino homenaje
casi –tú me entiendes- celebración
y una tristeza sin histerismos
que se parecía a la vida.
Así que aquella noche, cuando me contaste
todo esto mientras cenábamos tacos
recibí una lección magistral:
mira a los ojos de la muerte
y podrás ver lo que nunca viviste:
la infancia de tu madre
la borrachera del tiempo trastocado
la gran oportunidad de dar las gracias
sin pronunciarlas.
Porque para las madres
todas las palabras
están siempre dichas.
Sólo las risas de sus hijos
las impulsan a volar
hacia la muerte.
LA VERDAD DE LA MAGIA
En las manos de quienes me quieren
las opiniones son puñales
que se convierten en flores.
De ellos aprendo la generosa
naturaleza de los magos.
Lo que no acepto son las palabras
de los que sin piedad critican;
bajo sus chisteras se ocultan jueces
que blanden sus martillos y su ceguera.
Cuando maté a Dios perdí todos sus trucos:
con él se fueron la eternidad y el paraíso.
Pero desde entonces no acepto de nadie
omnipotencia ni trono ni dedo acusador.
LAS PIEDRAS
Durante las vacaciones
recogemos las piedras
que el mar nos regala.
Son las piedras con las que luego,
en el invierno, reconstruimos
las ruinas de nuestras guerras.
No sólo les pedimos
que resistan.
También que nos recuerden
que el mar existe.
MI PADRE SE LLAMABA DANIEL
Lo primero que pensé fue:
se ha muerto solo
(acompañar en la muerte
es el mejor bálsamo
para la culpa)
Lo segundo que pensé:
no me ha devuelto
mi última llamada
(nunca nos planteamos
que el deseo de independencia
también puede ser hereditario)
Lo tercero: ya no tengo padres
(y al mirar atrás descubrí
que hace ya mucho tiempo
que ninguna mano
sujeta la bici que monto)
Ahora no puedo dejar de pensar:
padre, yo no estoy muerta
pero también me pierdo muchas cosas.
Ya no estoy enfadada contigo.
Cada vez que te pienso
es domingo por la mañana.
Me llevas sobre los hombros
y yo sé que vas a invitarme
a un batido de chocolate
en el bar de la barra de zinc.
Después tu mano grande se abrirá
frente a mis ojos, y me mostrará el tesoro:
una chapa de mirinda y otra de pepsi.
Cuarenta años para descubrir
que allí estaba todo ya dicho.
PERDONADME QUE AHORA JUEGUE
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa
Wislawa Szymborska
Cuando veo fútbol, tenis
carreras de fórmula 1
no olvido que en otras cadenas
siguen los telediarios.
Mientras gritamos gol
otro coche bomba explota
en un mercado; antes
de que acabe el set
habrá diez palestinos menos;
se apaga el semáforo
y una vida más en Guantánamo.
Mis padres llamaban
partes a los telediarios.
Ellos sabían que la guerra
no había terminado:
mientras en el salón la tele
vomitaba metralla,
la radio en la cocina
escupía recuentos de muertos.
Perdonadme que ahora juegue:
el dolor fue una institutriz severa.
EL CONTRATO
A todo me he entregado
como si fuera a durar.
Con cada persona
cada casa
cada ciudad
firmé un contrato
escrito sobre la piel.
Para decir adiós
he tenido que arrancarme
las cláusulas
a tiras.
Así ha sido
una y otra vez.
Con cada persona
cada casa
cada ciudad.
La letra pequeña
se esconde ya
entre cicatrices.
…………………………………………….
Entonces ¿tú también me ves así?
¿Tú también me ves fuerte?
Porque le echo cayena a la comida,
porque bebo como un hombre
(un hombre que bebe mucho)
porque me he horadado el cuerpo
– y el cerebro-
porque he parido a cuatro patas
como una hembra en su guarida
porque okupé en Londres
porque he hablado en público
y he lavado y vestido a mi madre muerta
porque me he rapado el pelo
y lo he teñido de amarillo
porque he dormido sola en el monte
y he puesto a conversar
mi oscuridad con la oscuridad de fuera.
Así que tú también me ves fuerte.
Serás de los que te sorprendas
el día que me desplome;
insistirás en que nunca me viste
dar una señal de debilidad
o de abatimiento.
Te equivocarás como todos
y no podré culparte:
toda la vida llevo apoyándome
en esta fama de fuerte.
GENERACIONES
Antes de morir, mi madre dijo mamá, ven
mientras me miraba sin verme;
yo dije mamá, quédate
abrazando su cuerpo diminuto
envuelto en pañales y olor a talco;
mi hija dijo mamá, no llores
y me acarició la cabeza consolándome.
Cuando mama murió, durante unos segundos
no tuvimos muy claros los lazos que nos unían
no supimos quién se había ido
y quién se había quedado
ni en qué momento de nuestras vidas
estábamos viviendo
o muriendo.
HIJO MÍO
Que soy libre, me dicen.
Pero si quisiera tener otro hijo
tendría que llevarlo al Banco de la esquina
porque suya es mi casa.
Mi niño llamaría padre al director
y madre a la cajera
aprendería a andar con una silla de oficinista
dormiría en un cajón del archivador
y yo sólo sería un pariente lejano
que le sonreiría desde mi puesto en la cola.
Me pasaría de vez en cuando con la excusa de ampliar la hipoteca
sólo para ver qué tal me lo crían
cómo le afecta el aire acondicionado
si sabe poner un fax
y si el director le regala un juego de sartenes
por su cumpleaños.
…………………………………………………
Hija, si en algún momento,
mientras estás ocupada en crecer
-dura y lícita tarea-
puedes mirarme a los ojos
hazlo.
No te dejes las preguntas
para cuando sea la misma voz
la que cuestione y la que responda.
Mira que en esta familia
tenemos la dolorosa costumbre
de conocernos mejor de muertos.
LA TRINCHERA
Lo malo de la trinchera
no es su húmeda estrechez.
El barro y la sangre abrigan
somos muchos aquí
y las fotos que nos mandaron desde casa
nunca se desgastan.
Siempre hay tiempo para una partida de cartas.
Para el momento íntimo y juguetón
de despiojarnos.
Alguien que baila al ritmo
de los tableteos lejanos
de las ametralladoras
o un buen imitador de generales
que nos hace reír.
Lo malo de la trinchera
es que no sabemos cuando
tendremos que abandonarla.
ORTODONCIA
A través de la alambrada
de mi boca
tus besos tienen el sabor
de la libertad.
Cortesía de la autora
Ana Pérez Cañamares (Santa Cruz de Tenerife, 1968). Es licenciada en Filología por la Universidad Complutense de Madrid. Varios de sus cuentos han sido publicados en obras colectivas como Por favor, sea breve: antología de relatos hiperbreves y Lavapiés. Ha ganado premios de poesía y relatos (fue finalista del premio La Sonrisa Vertical, dentro del colectivo Cori Ambó), y colabora asiduamente en revistas literarias, para las que escribe cuentos, artículos y reseñas.
Premios de Poesía de Radio Juventud, Gloria Fuertes y Pluma de Oro. Cursos de análisis y crítica cinematográfica (Film: an introductory course) en el Birbeck College, University of London. Profesora de talleres literarios (presénciales y a distancia). Redactora de materiales de enseñanza de literatura y correctora de estilo. Ha publicado los poemarios Alfabeto de cicatrices y Alambrada de mi boca, ambos de la Editorial Baile del Sol.