
Foto Vozpópuli
Por Carlos Galiano
Hace año y medio, el 19 de junio de 2020, publiqué en esta misma sección de “Noticias” de Cubacine un artículo titulado Las salas de cine ante un nuevo e inquietante escenario, intento de reflexión sobre el futuro que deparaba a las salas de exhibición cinematográfica una pandemia que había transformado bruscamente su rol como lugar de esparcimiento de un auditorio y disfrute compartido de un espectáculo en mortal agente propagador de la COVID-19.
De entonces a acá, el “inquietante escenario”, todavía en ciernes, se convirtió en una desoladora realidad que durante 18 meses ha mantenido a la humanidad en vilo, en medio de una pesadilla de enclaustramiento que recién comienza a ser resquebrajada por hendijas de luz, distante aún el final del túnel. No teníamos conciencia en aquel momento, entusiasmados incluso por el espejismo de una ya cercana “nueva normalidad”, de que una pandemia tiene olas, y un virus, mutaciones.
Por su parte, también de entonces a acá las salas de cine hicieron de todo para sobrevivir. Incorporaron las medidas de prevención y distanciamiento establecidas por las autoridades sanitarias. Crearon ofertas especiales de reducción de precio de las entradas. Programaron ciclos temáticos en torno a las sagas de las películas más taquilleras. Alquilaron sus locales para la celebración de cumpleaños, peticiones de mano y despedidas de solteros; asimismo, para empresas que querían hacer presentaciones de sus nuevos productos, conferencias o convenciones.
Y no podía faltar una tentadora propuesta para los amantes de los videojuegos: el Pack Gaming, competiciones privadas para grupos de amigos que iban con sus PlayStation y Xbox personales, y se les conectaba para que pudieran visualizar sus aventuras y combates en una pantalla de 250 metros cuadrados. Con merienda incluida.
Así muchas salas llegaron a la hora actual, si bien otras quedaron en el camino. Las que sobrevivieron, sin embargo, no tienen un futuro garantizado. Su paulatina reapertura ha sacado a la luz las devastadoras huellas de la pandemia y el principal problema es, por supuesto, el de las recaudaciones en taquilla, cuyas cifras ni siquiera se acercan a las del mismo período de tiempo antes de la pandemia en la actual temporada.
Fuentes de los dueños de salas en España, por ejemplo, informan que se están vendiendo 44 por ciento de entradas menos que en las mismas fechas de antes del coronavirus.
La temporada de otoño-invierno-Navidades se perfila clave para esos empresarios en cuanto a tomar una decisión sobre el destino de sus negocios. “Si la cosa no mejora ―manifestó uno de ellos en el pasado Festival de San Sebastián―, cerramos de verdad”.
La desfavorable situación de la exhibición cinematográfica ha obligado a los gobiernos a tomar cartas en el asunto. Con la excepción de Francia, cuya tradicional política de apoyo oficial al cine le ha permitido a sus exhibidores sortear los efectos de la resaca de la pandemia y recuperar una considerable cifra de espectadores, el resto de Europa afronta una deserción similar de sus salas.
Seguimos en España, donde el gobierno ha autorizado una ayuda de 10 millones de euros para cubrir “tanto los costos que sean consecuencia de las medidas sanitarias de prevención adoptadas, como los destinados a favorecer la visibilidad de la reapertura de los cines”.
Al problema general de la falta de asistencia a los cines se suma otro de carácter más específico: la ausencia de público adulto. “Ha desparecido el público para películas “pequeñas” ―comenta otro exhibidor―. Puede que los hábitos se hayan transformado durante el confinamiento y el público adulto no ha recuperado el cine como actividad semanal. Hoy es muchísimo más selectivo”.
Esa preocupación es complementada por la de un productor, que expresa lo siguiente: “Si esto sigue así, acabamos con la diversidad del cine. Y peor le va a la distribución independiente, la de las películas de mediano tamaño. Como no haya un cambio radical, solo se estrenará el cine que quiere la gente joven”.
Por películas “pequeñas” o de “mediano tamaño” ambos se refieren a las obras del cine de autor y de las cinematografías nacionales, que en esta particular coyuntura ven amenazada como nunca antes su presencia en la pantalla grande.
Y es que ni siquiera Hollywood está confiado en obtener este año las jugosas ganancias que históricamente le proporciona su dominio hegemónico de las pantallas del mundo. Por ello el catálogo de estrenos recientes y atrasados con el que tiene previsto ocupar Europa este fin de año emula con el despliegue de tropas y medios bélicos con que los aliados la invadieron por Normandía durante la Segunda Guerra Mundial.
Tomado de: Cubacine
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