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El aguijonazo de la otra Red Avispa

La red Avispa, de Olivier Assayas

Por Enrique Ojito

El aguijonazo de la película La Red Avispa sigue ardiendo en Miami, Florida. Era de esperar. Ha picado, lógicamente, a lo más conservador de la ultraderecha de ese estado, que añora ver la Revolución cubana descabezada a sus pies. Para cumplir ese sueño, la mafia cubanoamericana miamense ha esgrimido un arma: el terrorismo en sus disímiles variantes.

Y tamaña verdad se las canta en la cara el director francés Olivier Assayas con esta propuesta cinematográfica. Sin subterfugios, el filme defiende el derecho de Cuba a velar por su seguridad y de contar con infiltrados en las organizaciones terroristas en Estados Unidos (Fundación Nacional Cubano Americana, Consejo por la Libertad de Cuba, Hermanos al Rescate, Movimiento Democracia, Alpha-66…), que han cobrado la vida a miles de cubanos.

Basado en el libro Los últimos soldados de la Guerra Fría, del brasileño Fernando Morais, el largometraje se inspira en la historia de Gerardo Hernández, René González, Antonio Guerrero, Fernando González y Ramón Labañino, integrantes de la llamada Red Avispa, desarticulada el 12 de septiembre de 1998 por el Buró Federal de Investigaciones.

Los Cinco, como se les conoce internacionalmente, no permanecían en la Florida por obra y gracia de la casualidad. Insertados en grupos de extrema derecha en territorio estadounidense en la década de los 90 del pasado siglo, andaban con los ojos y los oídos bien abiertos para alertar a Cuba sobre posibles ataques terroristas, organizados en suelo norteamericano.

Desde un inicio, la película deja bien claro quiénes son las víctimas y los victimarios. Y apegada a la realidad, muestra las caras de algunos de los personajes más connotados de las acciones hostiles contra la isla caribeña, entre ellos José Basulto León, líder del grupo Hermanos al Rescate, fundado en 1991.

Hasta hoy llega la cólera de este fanático a Donald Trump, por lo mal parado que queda en La Red Avispa, que revela sus coqueteos con el narcotráfico. El rostro del Basulto samaritano que rescata a cubanos en el estrecho de la Florida se desvanece ahora ante los espectadores.

Otro de los aludidos e igual de indignado por el filme es Ramón Saúl Sánchez, presidente del Movimiento Democracia. “Es un proyecto político más que una historia cinematográfica”, adujo el también miembro de los grupos Omega-7 y Alpha-66, luego de ver el largometraje, el cual lo desnuda por ser un parásito que ha encontrado en la contrarrevolución un filón para hacer fortuna.

A raíz de tanta verdad expuesta a la opinión pública, lo más rancio del mundo anticubano en Florida se desmandó contra La Red Avispa semanas atrás, actitud coherente con la mostrada desde que trascendió el proyecto del francés Assayas (Personal Shopper, Summer Hours). Hace un año, después de su exhibición en el Festival de Cine de Toronto, Canadá, esa comunidad miamense pedía a voz en cuello boicotear el filme, coproducido por Francia, España, Bélgica y Brasil.

Luego de recorrer otras citas cinematográficas en Venecia, Italia; San Sebastián, España; Nueva York, Estados Unidos, y La Habana, la película entró directamente a la cartelera de Netflix en junio pasado, debido al cierre de las salas cinematográficas por la COVID-19.

No sorprende en nada, la embestida contra la empresa de entretenimiento que adquirió los derechos de exhibición en Estados Unidos y en otras naciones. No sorprenden, tampoco, las amenazas de quemar cines, si el largometraje se presenta alguna vez en las salas de estreno de Florida.

“La comunidad cubana del exilio le exige a Netflix que la retire de su cartelera porque defiende a los espías castristas asesinos, sentenciados en Estados Unidos, y retrata como ‘un capo’ a Basulto, y como terroristas a los cubanos involucrados en la ayuda”, indica una petición contra la entidad estadounidense.

Enfocada hacia las figuras de René González y su compañera Olga Salanueva, interpretadas por el venezolano Édgar Ramírez y la española Penélope Cruz, la película cuenta con la actuación de otras celebridades como el mexicano Gael García Bernal, el brasileño Wagner Moura, el argentino Leonardo Sbaraglia y la cubana Ana de Armas.

De la voz de René González ha llegado una aclaración muy oportuna, sobre todo para los cinéfilos cubanos: “No es exactamente la película de los Cinco; es la historia de parte de nosotros, pero más que eso se centra en el enfrentamiento entre Cuba y Estados Unidos”.

A Gerardo Hernández le llamó la atención, particularmente, la osadía de colocar el tema del terrorismo en Hollywood, incluso por actores que han experimentado la presión de haber participado en el filme, el cual, independientemente de sus aciertos y deslices en el discurso dramatúrgico y artístico, en general, ha puesto a patalear a la extrema derecha de Miami. Al parecer, La Red Avispa fue más que un simple aguijonazo. Enhorabuena.

Tomado de: https://www.cubaperiodistas.cu

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Operación Peter Pan: expresión de guerra convencional contra Cuba

Operación Peter Pan, un documental de la cineasta estadounidense Estela Bravo

Por Jorge Wejebe Cobo

Un hecho propio de un pasaje de ciencia ficción ocurrió un día de 1960 en la playa de Guanabo, al este de La Habana, cuando una mujer al borde del paroxismo alertaba a sus vecinos sobre la inesperada llegada de camiones al poblado con el fin de recoger a los niños y embarcarlos en un carguero soviético para llevarlos a Rusia.

Al no conseguir seguidores que compartieran su desasosiego siguió en su fuga improvisada para salvar a sus hijos del supuesto adoctrinamiento allende los mares y dicen que, desde ese día, no se supo más del destino de ella y sus descendientes.

Más allá de la narración inspirada en un testimonio del documentado libro Operación Peter Pan. Un caso de guerra psicológica contra Cuba, de los cubanos Ramón Torreira y José Buajasán, en 1960 ocurrieron otros miles de hechos similares como consecuencia de una de las primeras campañas de guerra no convencional llevadas a cabo por Estados Unidos contra la Revolución cubana.

Esa maniobra tenía el nombre del personaje de la famosa obra infantil de James Matthew Barrie.

La Operación Peter Pan perseguía como objetivo principal sembrar la desconfianza hacia el nuevo poder y quebrar el apoyo mayoritario a la Revolución, al estimular los prejuicios sembrados por la propaganda anticomunista en el pueblo y que a menos de dos años del triunfo de la del primero de enero de 1959, todavía estaban muy presentes en la sociedad.

Esa manipulación promovía el mensaje de que el gobierno, en manos del comunismo internacional y la URSS, eliminaría la Patria Potestad de los padres y en su lugar el Estado tomaría a sus hijos bajo custodia en escuelas, separados de la familia.

La CIA adecuó a la situación cubana una doctrina de campañas subversivas o de la llamada guerra no convencional que llevaba adelante desde el inicio de los años de 1950 contra la URSS, la República Popular China y los países socialistas europeos.

En 1953, un grupo de prisioneros estadounidenses liberados por la República Popular Democrática de Corea (RPDC), después del armisticio que culminó la guerra, al regresar a EE.UU. expresaron críticas a su gobierno, y algunos inclusive se mostraron solidarios con esa nación asiática.

Esta situación motivó gran revuelo en Washington y originó una gran campaña mediática que explicaba los cambios de los ex prisioneros por haber sido víctimas de torturas mentales, con la utilización de drogas aplicadas por médicos chinos y rusos que les cambiaron la forma de pensar.

El líder de esa maniobra fue Edward Hunter (1902-1978), un escritor, periodista y propagandista anticomunista, quien colaboró con la inteligencia estadounidense y escribió varios textos fundamentales para dar cierta verosimilitud a esas hipótesis que acuñó con el término de “lavado de cerebro”, supuestamente realizado como método para tratar a los disconformes y prisioneros occidentales en la URSS, la China comunista y los estados socialistas.

Desde entonces, el término del “lavado de cerebro” pasó a reproducirse bajo los auspicios de la Casa Blanca de forma exponencial en materiales de prensa, filmes, investigaciones médicas por todo el mundo, receta que se aplicaría en el programa contra los niños cubanos.

Para el desarrollo de la Operación Peter Pan, las múltiples organizaciones contrarrevolucionarias dirigidas por la CIA en el archipiélago cubano durante el convulso 1960 divulgaron el embuste y llegaron al extremo de agregar que los menores, además de ser llevados a Rusia, corrían el peligro de ser convertidos en esa nación en carne en conserva, algo increíble de concebir pero que fue creído por muchos padres intoxicados por esa propaganda.

Para aportar mayor concreción a la mentira inclusive se reprodujo, en una imprenta controlada por la contrarrevolución, una falsa ley firmada por el Consejo de Ministros para derogar la Patria Potestad.

Como dato curioso vale recordar que al ser descubierto el lugar por las autoridades, junto con la ley se ocuparon fotos y textos pornográficos de bajo costo propios de las llamadas novelas de relajo de la época, negocio al que se dedicaban los dueños de la imprenta cuando no estaban ocupados en la impresión de propaganda contrarrevolucionaria.

Además, los medios de prensa de la Florida, y en especial la llamada Radio Swan, dirigida directamente por la Central de inteligencia yanqui, replicaron hasta el cansancio las matrices favorables para sembrar el terror y la desesperación en padres cubanos.

La otra parte de la operación fue la creación de condiciones por la embajada estadounidense en La Habana para los trámites de visas especiales y la salida de vuelos con los niños enviados a un destino incierto en los Estados Unidos, donde fueron ubicados en casas e instituciones de acogida organizadas por las autoridades con la complicidad de sectores reaccionarios del clero nacional y de Miami.

Como consecuencia, alrededor de 14 mil menores viajaron desde 1960 y hasta 1962, en que presuntamente culminó la Operación, según informaciones aportadas por participantes en ese programa.

Muchos de esos infantes pasaron largos años recluidos en centros de acogida, especie de orfanatos, sin reunirse con sus padres que, como aquella desesperada madre de la playa de Guanabo, fueron víctimas de una cruel manipulación de los sentimientos filiales con los que comenzó la política agresiva contra Cuba.

Fuente: http://www.acn.cu

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Relaciones Cuba-Estados Unidos en 2019: La confrontación acelerada

OSVAL (Cuba) 2

Por Rafael González Morales

Durante el año 2019, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos han experimentado un proceso de deterioro sustancial como resultado de la política hostil y agresiva del gobierno estadounidense contra la Isla. El empleo de medidas coercitivas unilaterales de amplio impacto para afectar el desarrollo socioeconómico del país combinado con la implementación de acciones subversivas ha generado un escenario que podría calificarse de confrontación acelerada.

El daño a los vínculos familiares, culturales, económicos, científicos y de diversa índole entre ambos pueblos ha sido una de las principales expresiones de esta política irracional y sin apoyo dentro de la mayoría de la sociedad estadounidense. Es una proyección política que solo responde a los intereses de un sector minoritario de la extrema derecha cubanoamericana que todavía continúan atrapados en un profundo odio y frustración.

A partir de enero del 2019, se abre una nueva etapa en las relaciones bilaterales que está determinada por los siguientes factores:

Consolidación del enfoque de la confrontación abierta y la hostilidad como la concepción prevaleciente en la proyección política hacia la Isla.

Posicionamiento de funcionarios anticubanos al más alto nivel político en la Casa Blanca y el Departamento de Estado con capacidad para controlar el proceso de toma de decisiones sobre Cuba e imponer su agenda sin prácticamente resistencia de la burocracia gubernamental.

Alianza sólida entre los funcionarios anticubanos y el sector de la extrema derecha cubanoamericana con mayor visibilidad para el senador Marco Rubio, lo que permitía la concertación y multiplicación de las acciones.

Percepción en los sectores que promovían la confrontación acelerada que la situación interna en Cuba transitaba por un escenario complejo marcado por la fragilidad de su economía y su impacto a nivel social, lo que consideraban constituía una oportunidad para forzar, en lo inmediato, pretendidos cambios internos.

Apreciación del gobierno de Trump que la crisis política en Venezuela sería insostenible en el tiempo y que el país colapsaría, lo que tendría un impacto muy negativo en las perspectivas de desarrollo de la Isla atendiendo a la dependencia energética con la nación suramericana.

Convicción del mandatario estadounidense que la política de línea dura contra Cuba le garantizaría el apoyo del electorado cubanoamericano del Sur de la Florida de cara a las elecciones presidenciales del 2020.

Derechización de las fuerzas políticas en América Latina y el debilitamiento de los mecanismos y procesos progresistas configuraron un escenario favorable para el despliegue de la política agresiva y monroísta de Washington en la región, lo que permitía promover el enfoque de la denominada «lucha contra el socialismo».

La conjugación de estos factores con el pretexto sobre la supuesta presencia militar de Cuba en Venezuela, dieron como resultado la adopción de un curso confrontacional que tuvo como principal prioridad el reforzamiento de las sanciones económicas contra la Isla que fueron orientadas a los siguientes objetivos:

Obstaculizar la inversión extranjera en la Isla. Con ese propósito activaron el Título III de la Ley Helms Burton dirigido a infundir temor, crear confusión y desestimular a los potenciales inversionistas extranjeros en Cuba.

Afectar las visitas al país de los estadounidenses. En violación de los derechos elementales de viajar, suspendieron los viajes de los cruceros, la modalidad pueblo a pueblo en grupo e individual, así como limitaron los vuelos regulares solamente a La Habana.

Limitar el envío de remesas. A partir de octubre, los cubanos que residen en Estados Unidos solo pueden enviar 1 000 dólares por trimestre a sus familiares en Cuba, se elimina la posibilidad de que ciudadanos estadounidenses envíen donaciones de dinero a través de las remesas, se prohíbe el envío de remesas a familiares de militantes del Partido Comunista de Cuba y se impide que los bancos estadounidenses procesen transacciones relacionadas con la Isla a través de terceros países.

Entorpecer las operaciones financieras del país y obstaculizar el ingreso de divisas. Se desata una ofensiva para perseguir las transacciones financieras de Cuba en el exterior y en una de las expresiones más crueles de esta política se realiza una intensa campaña mediática y de presiones internacionales para obstaculizar los programas de colaboración médica cubana en el exterior.

Neutralizar la importación de productos estratégicos, en especial, el petróleo proveniente de Venezuela. Se establece una especie de cacería sistemática sin escrúpulos a los buques que transportan combustible hacia Cuba que comienzan a formar parte de listas emitidas por el Departamento del Tesoro estadounidense en función de adoptar sanciones. Constituye una acción que evidencia la enraizada perversidad que caracteriza las proyecciones de la Administración Trump contra Cuba.

Con relación a los proyectos subversivos, durante el 2019 sobresalen dos iniciativas fundamentales: la convocatoria del Departamento de Estados para que las instituciones estadounidenses interesadas enviaran ideas sobre proyectos que podrían desarrollarse en la Isla y el programa para formar «líderes emergentes cubanos».

En el caso del primero, forma parte de la estrategia de influencia subversiva hacia amplios sectores de la sociedad cubana. Los aspirantes debían presentar un documento de tres páginas, que explicara la propuesta con sus objetivos que debían estar dirigidos a «fortalecer a la sociedad civil cubana». Se alertaba que las actividades que tradicionalmente reciben financiamiento han estado vinculadas a:

Asistencia organizacional a la sociedad civil cubana para mejorar la administración, la planeación estratégica, la sostenibilidad y la colaboración entre grupos locales como: organizaciones que promuevan los derechos civiles y políticos, agrupaciones juveniles, instituciones que abogan por la libertad religiosa y las que promuevan la participación de los grupos marginados.

Asistencia a las organizaciones de la sociedad civil independiente para facilitar proyectos a nivel comunitario, participar en la solución de problemas locales con el objetivo de crear una alternativa democrática a la dependencia del estado.

Establecimiento de mecanismos para proveer a la sociedad civil cubana de herramientas, oportunidades y entrenamiento a través del contacto con otras organizaciones de la sociedad civil de terceros países.

Incorporar a la sociedad civil cubana en iniciativas, fotos y coaliciones dirigidas por instituciones de la sociedad civil a nivel regional y global.

En el segundo caso, el propósito declarado fue formar una nueva generación de líderes en Cuba que tengan la capacidad de trabajar a nivel comunitario para crear una sociedad civil independiente. Según la convocatoria, este «grupo de líderes profesionales modelarán el liderazgo efectivo de las organizaciones de la sociedad civil y abogarán efectivamente por el interés público, promoverán el acercamiento con la comunidad, apoyarán la diversidad y promoverán las prácticas democráticas».

Según el documento del gobierno estadounidense, deben seleccionarse ciudadanos cubanos entre 20 y 35 años que cumplan los requisitos de ser estudiantes universitarios o jóvenes profesionales que demuestren interés en asumir roles de liderazgo y que estén motivados por la comunicación social. Los aspirantes deben demostrar actitudes como madurez, independencia y autoconfianza. El documento es muy enfático en destacar que los jóvenes deben tener un deseo claro de implementar el programa en Cuba debido a que de otra manera no le sirven para sus propósitos subversivos.

Con relación a la concepción de este proyecto y los aspectos organizativos, el Departamento de Estado a partir del presupuesto destinado para este programa tiene previsto reclutar y entrenar entre 25 y 40 jóvenes en un período de tres años. Con ese propósito, el gobierno estadounidense le está exigiendo a las organizaciones que realizarán el trabajo en el terreno que deben garantizar que en la selección de los candidatos exista diversidad de género, racial, socioeconómica y geográfica. También fueron explícitos en establecer que «deben reclutarse mujeres y representantes de minorías». Por lo tanto, se trata de un diseño abarcador que está tratando de contar con un perfil diverso para abarcar varios sectores y regiones del país.

En esencia, las relaciones Cuba-Estados Unidos durante el 2019 transitan por un proceso de profundo deterioro que tiene como elemento fundamental el fuerte régimen de sanciones económicas que despliega el gobierno de Trump. Si bien estamos presenciando una convivencia basada en la confrontación y no existen condiciones para que esta tendencia se modifique, al menos en el corto plazo, los fuertes vínculos entre ambos pueblos constituyen un pilar fundamental que hacia el futuro determinará el tránsito necesario hacia una convivencia civilizada basada en intereses mutuos. Ese será el destino final de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Tomado de: http://www.contextolatinoamericano.com

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Sopa de ganso y macartismo en Miami

Alex Otaola, no solo llama a suspender cualquier relación de los emigrados cubanos con sus orígenes: cero viajes, cero remesas, cero recargas; sino también a que Estados Unidos intervenga militarmente en Cuba.

Por Antonio Rodríguez Salvador

El macartismo, como práctica de control social, está de regreso en Miami. Nuevamente, por esos lares, asistimos a la actualización de una cruzada que de vez en cuando se ocupa de exacerbar el miedo al comunismo. Tanto como ocurrió en los años cincuenta del pasado siglo en Estados Unidos, otra vez se fomenta la intolerancia, la censura y la estigmatización de personas por sus ideas.

Tratando de hallarle referentes artísticos al caso, lo primero que viene a la mente no es la icónica obra de Arthur Miller, Las brujas de Salem —excelente metáfora de la histeria vivida entonces—, sino la frase con que Carlos Marx arranca El 18 Brumario de Luis Bonaparte: “La historia ocurre dos veces: la primera como tragedia; la segunda, como farsa”.

Quiero decir, si a la politiquería endémica de esa ciudad, se le suman los modos esperpénticos y la neurastenia mediática que exhiben algunos de sus más señalados protagonistas, tenemos que — ¡vaya albures de un apellido! — el caso también nos recuerda determinada obra del otro Marx: o sea, a Groucho y su película Sopa de ganso.

Ciertamente, son muchos los puntos de contacto de ese filme con la flamante versión macartista en Miami. El papel del nuevo Firefly (cocuyo en español), ahora es representado por un tal Alex Otaola que, redes sociales mediante, se nos dibuja como una mala copia del estrafalario presidente de Freedonia en Sopa de ganso. Desde su retablo en You Tube, sobreactuando a todo vapor, no solo llama a suspender cualquier relación de los emigrados cubanos con sus orígenes: cero viajes, cero remesas, cero recargas; sino también a que Estados Unidos intervenga militarmente en Cuba.

Desde luego, ya sabemos que este cocuyo no será de los que, en zafarrancho de combate, desembarque alguna vez por el oriente cubano, camino de la Sierra Maestra. Como epígono del Rufus Firefly marxiano, en todo caso se limitará a gritar: ¡Qué vamos a cavar trincheras! ¡Las queremos prefabricadas!

Es patético, pero también hace daño. Abanderado de la difamación y el cotilleo, la emprende contra músicos cubanos —residentes en Estados Unidos— que no manifiesten actitudes hostiles contra la Revolución cubana. Así, por ejemplo, ha sucedido recientemente con Descemer Bueno y los integrantes del dúo Gente de Zona, contra los cuales se promovió una recogida de firmas con el objetivo de expulsarlos del país. Otra víctima de ese fanguero fue la cantante Haila María Mompié, a quien se le canceló su concierto programado en Miami, tras la grosera campaña de descrédito a que fue sometida.

Emprenderla contra artistas famosos es una forma de propaganda muy efectiva y, sobre todo, barata. No es algo nuevo. Recordemos que la campaña liderada por el senador McCarthy particularmente se cebó con el mundillo artístico. Grandes figuras como Bertolt Brecht y Charles Chaplin debieron escapar a Europa. Otros como el guionista Dalton Trumbo y el director de cine Edward Dmytryk fueron largamente censurados. Mediante la difamación, la sospecha y la acusación infundada se destruyó las carreras de muchas personas. Asimismo, con tal práctica se procura que al concierto de delaciones e ignominias se sumen más voces mediáticas o simplemente “ladrones de cámara”, tal como en su momento hicieron los actores John Wayne y Ronald Reagan, entre otros.

El mensaje que se le transmite al público es fácil de decodificar. De manera clara se está diciendo: si esto hacemos con los famosos, con aquellos que usted considera dioses terrenales y supuestamente intocables, que no pudiéramos hacer contigo.

Es obvio que los hilos del tal Otaola son manejados por gente poderosa. De hecho, este sujeto resulta anticipado vocero de las medidas de recrudecimiento del bloqueo que metódicamente el gobierno estadounidense aplica contra la Isla en su afán de rendirla por hambre. Parece obvio también que su verdadera función es contribuir a que la comunidad cubana en los Estados Unidos calle, o sea cómplice, de lo que daña y provoca sufrimientos a los de su propia sangre. Si no estás conmigo, entonces estás en mi contra, así que atente a las consecuencias, parece ser el eslogan del ventrílocuo a través de Otaola.

Mucho ayuda el contexto donde la actual administración promueve una dura política antinmigrantes. Entre la comunidad cubana de Miami se ufanan de que sus votos pesan mucho en la política nacional. A veces da la impresión de que se sienten herederos de los padres fundadores de la nación. Sin embargo, Trump mediante, ahora parecen comprender que tan solo son gente prestada en esas tierras.

Por ejemplo, tres o cuatro años atrás las redes bullían de indignación por los cubanos emigrantes retenidos en Panamá y Costa Rica. Todos hablaban de eso. La narrativa del momento los mostraba como héroes escapados del infierno. El “mundo libre” los reclamaba con “amor”. De acuerdo con lo que vimos entonces: recaudaciones, crowdfundings, comités pro esto y lo otro, etc.; ahora deberíamos ver gigantescas manifestaciones en las calles de Miami. Pero no es así.

Porque de pronto no son uno ni dos, sino casi cuarenta mil los cubanos que han recibido carta final de deportación de los Estados Unidos. ¡Horrible que se trate así a los héroes escapados del infierno, ¿no?! ¿Y cuál es la narrativa para esos casos? Bueno, que se trata de unos vándalos “marielitos” que el gobierno cubano no quiere recibir.

Ya sabemos: Cuba siempre será la culpable. También sabemos que los llamados “marielitos” se han convertido en tópico de “badman”, el “coco” de la emigración cubana; pero resulta que ahora esa narrativa es fácilmente desmontable. Según el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, la cifra inicial de “marielitos” señalados a deportar en su momento ascendía a 2 746; de ellos, permanecen en Estados Unidos solamente 478.

En días recientes fueron deportados 120 cubanos a la Isla. Uno solo de estos tenía antecedentes criminales por secuestro a mano armada y tráfico de drogas; 39 no cumplieron la orden de presentarse a las autoridades y anteriormente evadieron la deportación, mientras que el resto aprobó las llamadas “entrevistas de temor creíble” pero resulta no estaban representados por abogados.

O sea, no había ni un abogadito solidario en Miami que los representara. ¿No pudo hacerse una colecta para evitar que estos compatriotas fueran regresados al “infierno”? La moraleja es obvia. Groucho Marx les diría a quienes manejan la trama política en Miami: “Disculpen si les llamo caballeros, pero todavía no les conozco bien”.

Por la pantalla de mi monitor, Facebook mediante, puedo ver los efectos del temor que se instala. En el “país de la libre expresión” noto que cada vez cuesta más trabajo expresarse si eres cubano. Antes de emitir la menor crítica a la política local, muchos suelen hacer una larga aclaratoria, en la que se definen anticomunista, y contra el castrismo y la dictadura. Una suerte de mea culpa para exorcizar demonios y evitar malentendidos.

Eso no pasa, o al menos no es fenómeno notable, en grupos de emigrados cubanos residentes en otras naciones; pero creo que ya los tienen en remojo. Ahora no ocurre una manifestación o protesta en el resto del mundo, sin que no se culpe a los cubanos del caso. Según hemos visto en Chile y Ecuador, esto pone en riesgo de encarcelamiento y deportación a cualquier simple cubano que aparezca por casualidad en el momento y lugar equivocado. Nada, que visto el caso y comprobado el hecho, tanto Groucho Marx como el senador McCarthy estarían sonriendo en sus tumbas.

Tomado de: http://www.lajiribilla.cu

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Itinerario de una obsesión

Moro (Cuba)

Por Rosa Miriam Elizalde

El archipiélago cubano cabe 90 veces en Estados Unidos.  No tiene litio, ni grandes reservas minerales y hasta ahora no se ha encontrado, como en México, un pozo que despierte el voraz apetito de la industria petrolera. Cuba es “un palmar en medio del océano”, dijo José Fornaris, poeta romántico del siglo XIX.  “Una isla atrapada en el ciclo infernal de la caña de azúcar”, la describió Jean Paul Sartre en su libro Huracán sobre el azúcar (1961), donde intentó explicar por qué se produjo la Revolución de 1959.

Sin riquezas como las de Bolivia, Venezuela o México, y sin que Cuba sea amenaza para EEUU, aun así, la obsesión histórica del gobierno estadounidense por controlar al país caribeño ha tomado un cariz que sobrepasa el sentido común.

La administración Trump escogió el Día de los Derechos Humanos, este 10 de diciembre, para la entrada en vigor de la prohibición de todos los vuelos desde EEUU hacia Cuba -salvo a La Habana-, medida calificada como un “estúpido truco político” por el congresista demócrata James McGovern. Como si no hubieran apretado suficientemente, en una reunión ultrasecreta en el que el Vicepresidente Mike Pence abordaba el fracaso de las políticas estadounidenses para Venezuela, trascendió que aumentarían la presión sobre la Isla, a la que responsabilizaron de la fortaleza que exhibe Nicolás Maduro, mientras el autoproclamado Juan Guaidó se desinfla. El Embajador de EEUU ante la OEA, Carlos Trujillo, ofreció una entrevista a la Voz de las Américas para culpar a La Habana de lo humano y lo divino, incluidos los estallidos sociales en Chile, Colombia y Bolivia. Y todo esto ha ocurrido en una sola semana.

Con los truenos del impeachment a Trump y el escandalazo de casi 20 años de mentiras de la Casa Blanca sobre Afganistán, es difícil enterarse de esta escalada contra Cuba, que ha ido remontando vertiginosamente desde junio de 2017 hasta ahora y que ha desbaratado los tímidos pasos que inició Barack Obama para acercarse a la Isla, quizás con la fantasía de doblegarla por otros métodos.

Es agobiante en Cuba despertarse todas las mañanas con amenazas y sanciones del Norte, pero nadie aquí se sorprende. Fidel Castro, el cubano que mejor conoció a los Estados Unidos, nunca creyó que la mejor versión de Obama podría actuar contra la naturaleza instintiva de unas relaciones que nacieron, en el siglo XVIII, bajo lógicas imperiales. “Muchos sueñan que, con un simple cambio de mando en la jefatura del imperio, este sería más tolerante y menos belicoso. (…) Sería sumamente ingenuo creer que las buenas intenciones de una persona inteligente podrían cambiar lo que siglos de intereses y egoísmo han creado”, escribió Fidel en una de sus Reflexiones, el 14 noviembre de 2008.

El líder cubano debió tener en mente que, pocos años después de proclamar su independencia en 1776, los gobernantes estadounidenses fijaron sus intereses en la isla caribeña a la que veían como un apéndice natural de la Florida. John Quincy Adams, sexto presidente de EU, llegó a decir: “Hay leyes de gravitación política, así como las hay de gravitación física (…) así Cuba, separada por la fuerza de su conexión no natural con España, tendrá que caer hacia la Unión Norteamericana…”. Las ofertas de compra a España para que cediera la perla de su corona en el Caribe, no tardaron en llegar antes de la Guerra de Secesión.

En 1960, el ex embajador norteamericano en La Habana, Earl E. T. Smith, declaró ante una subcomisión del Senado: “Hasta el arribo de Castro al poder, los Estados Unidos tenían en Cuba una influencia de tal manera irresistible que el embajador norteamericano era el segundo personaje del país, a veces aún más importante que el presidente cubano”. Pocos analistas apreciaron un alarde de inmodestia en esta declaración que recoge Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina, y que expresa el desprecio y la dependencia que caracterizaron los años que van desde la derrota militar de la antigua metrópoli española en 1898 hasta la Revolución cubana, en 1959.

Estados Unidos nunca se ha recuperado de lo que significó una revolución a 90 millas de sus costas, una “cura de caballo” al decir de Sartre en su antológico ensayo de 1961, en la que la sociedad “se quiebra los huesos a golpe de martillo, demuele sus estructuras, revuelve sus instituciones, transforma el régimen de la propiedad y redistribuye sus bienes, orienta su producción siguiendo otros principios, trata de aumentar lo más rápidamente posible su tasa de crecimiento y, en el momento de destrucción más radical, busca reconstruir, procurarse, mediante injertos óseos, un esqueleto nuevo”.

A lo largo de 60 años, esta “cura de caballo” algunos la han visto como un espectáculo; otros, como un misterio, o un suicidio, o un escándalo, o como un hermoso desafío. Pero ello no explica del todo la obsesión del Norte, ni el carrusel de mentiras y sanciones con el que amanecemos cada día en la isla.  La clave es el ejemplo que ha dado a los demás esa pequeñísima Isla, ese palmar en medio del océano: si Cuba puede crear una nación independiente, los otros también pueden.

Tomado de: https://www.jornada.com.mx

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Más allá de los “13 días” de la Crisis de Octubre

Crisis de Octubre. Milicianos en el Malecón. Foto: Granma

Por Elier Ramírez Cañedo

Aún existen enfoques que, al referirse a la Crisis de Octubre, reducen los análisis a los conocidos «13 Días» –del 16 al 28 de octubre–, desconociendo que, si para Estados Unidos la crisis había comenzado en octubre de 1962, ya Cuba vivía una crisis que amenazaba su supervivencia como nación independiente y soberana desde mucho antes, enfrentada a las más disímiles formas de agresión del Gobierno de Estados Unidos, incluyendo la invasión mercenaria por Playa Girón en abril de 1961. Tampoco se puede entender lo sucedido en octubre de 1962 sin hacer mención a la Operación Mangosta, la más amplia operación de guerra encubierta diseñada e implementada por Estados Unidos contra otro país en esa década, aprobada por el presidente Kennedy desde noviembre de 1961. El propósito fundamental de esta operación era crear el escenario ideal que facilitara una invasión directa de las fuerzas armadas estadounidenses.

Pero tampoco la crisis concluyó definitivamente luego de que el 28 de octubre se hiciera pública la carta de Jrushchov a Kennedy, donde el premier soviético se comprometía a retirar los cohetes de la Isla, decisión que no había sido consultada al liderazgo cubano. Solo la posición valiente e intransigente de la dirección cubana, al negarse a cualquier tipo de inspección del territorio cubano y plantear los Cinco Puntos, fue lo que salvó el prestigio moral y político de la Revolución en aquella coyuntura.

Después del 28 de octubre de 1962 comenzó a ceder la escalada de confrontación, pero ello no significó que en los meses de noviembre y diciembre de 1962 desaparecieran la tensión y el peligro de una guerra termonuclear. En esos dos meses Cuba continuaría desarrollando una intensa batalla política y diplomática, siendo Fidel su principal artífice.

El lunes 29 de octubre, en Naciones Unidas, la delegación soviética anunció la designación del viceministro de Relaciones Exteriores, Vasilievich Kuznetzov, para encabezar las negociaciones con Estados Unidos. Por la parte estadounidense participarían Adlai Stevenson y John McCloy, y por Cuba, Carlos Lechuga. Otra noticia dada a conocer ese día fue la aceptación de U Thant, secretario general de la onu, de la invitación del Gobierno revolucionario para que visitara la Isla. En sus conversaciones con la alta dirección del país quedaron delineadas las posturas firmes de Cuba en cuanto al necesario cumplimiento de los Cinco Puntos. Se planteó que no se permitiría ninguna inspección de control en territorio cubano con pretensiones de verificar la verdadera retirada de los cohetes, pues Cuba no había violado ninguna ley internacional, y Estados Unidos sí, pero nadie controlaría el cumplimiento de su palabra de no invadir a la Isla.

U Thant coincidió con Fidel respecto a la ilegalidad del bloqueo y con otros muchos argumentos planteados por el líder de la Revolución, ello explica el por qué Washington evitó luego una discusión amplia en Naciones Unidas sobre la crisis y la participación directa de U Thant en las negociaciones.

Desde el regreso de U Thant a New York, los negociadores soviéticos y cubanos venían confeccionando un proyecto de Protocolo Tripartito para ser sometido al Consejo de Seguridad, en el que quedaban recogidos los intereses de Cuba planteados por Fidel en los Cinco Puntos.

El 6 de noviembre el Gobierno de Estados Unidos solicitó oficialmente, como solución de la crisis, la retirada de los IL-28 convertidos de pronto en armas «ofensivas». El bloqueo naval y las violaciones al espacio aéreo cubano continuarían todavía por varios días, al tiempo que Kennedy amenazaba con tomar nuevas medidas agresivas a partir del 20 de noviembre. Precisamente ese día, los soviéticos terminaron cediendo cuando llegó a la Casa Blanca un mensaje de Jruschov, en el cual se anunciaba que los IL-28 también serían retirados en un plazo de 30 días. El presidente estadounidense inmediatamente realizó una conferencia de prensa, donde declaró que se habían reducido significativamente los peligros, con la decisión soviética de retirar las «armas ofensivas», y que habría paz en el Caribe si estas se mantenían fuera del hemisferio y si no se usaba a Cuba.

Una batalla política y diplomática

No obstante, para Cuba continuó la batalla política y diplomática. En la tarde del 25 de noviembre, la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ori) y el Consejo de Ministros de la República se reunieron, para tratar los problemas referentes a la solución de la crisis y discutir la respuesta a las palabras del presidente Kennedy. Allí se acordó hacer pública una declaración para dar a conocer al pueblo y al mundo la posición del Partido y el Gobierno cubanos, de condena a la violación flagrante del Derecho Internacional por parte del Gobierno de Estados Unidos.

El 26 de noviembre Carlos Lechuga, embajador cubano en Naciones Unidas, visitó a U Thant para expresarle que era muy importante que la onu no perdiera el control del proceso de negociaciones, pues ya a esas alturas los soviéticos y estadounidenses se reunían sin consultar a U Thant, a quien solo se le informaba después de los acuerdos tomados. Además, era de conocimiento público que U Thant, quien debía rendir cuentas de las gestiones como mediador, había manifestado en La Habana que los dos temas, el de la solución a corto plazo y el de la normalización de las relaciones internacionales en la zona del Caribe, estaban vinculados, por lo que las acciones subversivas y bélicas contra Cuba y el bloqueo económico también serían objeto de análisis, como aspectos esenciales de la solución de la crisis a la largo plazo. Por todo ello Estados Unidos evitó en todo momento verse en una posición tan incómoda en Naciones Unidas, y entrar en un debate con los cubanos. Incluso, en uno de los documentos desclasificados en Estados Unidos, que contiene las sugerencias que McCloy hizo a Kennedy antes de que éste último se reuniera el 29 de noviembre con el viceprimer ministro de la urss, Anastas Mikoyan, se recomendó al Presidente estadounidense que le expresara al dirigente soviético que si la urss mantenía la intención de incorporar a los cubanos en la discusión de los arreglos finales se examinaría la alternativa de interrumpir unilateralmente las negociaciones.

El 28 de noviembre, el Gobierno revolucionario cubano cursó instrucciones a su embajador en la onu, Carlos Lechuga, previendo una posible discusión en el Consejo de Seguridad de los proyectos independientes de declaración de Estados Unidos y la urss. Se le orientaba que, en caso de no arribarse a un acuerdo conforme a los puntos de vista de Cuba –que era lo más probable–, declarara que no existían garantías para Cuba y que fuese muy crítico frente a la posición estadounidense, denunciando ante la onu las consecuencias de esta, llamando la atención al Consejo de Seguridad Nacional sobre el descaro de entrar a discutir el derecho a la invasión, lo cual pugnaba con los principios de la Carta de las Naciones Unidas.

Al día siguiente, Lechuga volvió a recibir instrucciones desde La Habana, en las cuales se le indicaba que, si bien estaba excluida una declaración tripartita, tampoco Cuba estaba de acuerdo con el proyecto de declaración de los soviéticos. La única alternativa era una declaración independiente, que dejara al desnudo la infame conducta de Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad.

El 3 de diciembre la oficina del ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Roa, envió a Lechuga un mensaje cifrado, que era una versión de un memorando enviado por Dorticós a Roa, en el que se subrayaba que Cuba haría una sola declaración, de acuerdo con las instrucciones enviadas y que era «imposible ocultar en el Consejo de Seguridad las discrepancias entre la urss y Cuba», aunque no había que destacarlas expresamente, pero sí fijar la posición cubana de que la promesa de no invasión, sin las garantías mínimas contenidas en el proyecto de Protocolo, no constituían una seguridad para la Isla.

Una de las discrepancias fundamentales de Cuba con el proyecto de Declaración de la urss estuvo en la afirmación de que, en todo, el Gobierno soviético actuaba de acuerdo con el de la República de Cuba, lo cual no era cierto. Además, Cuba discrepaba con la declaración soviética cuando esta consideraba como compromisos algunos asuntos a los que nunca los estadounidenses se comprometieron, tales como el respeto a la soberanía de Cuba y la inviolabilidad de sus fronteras, así como la no interferencia en sus asuntos internos. En realidad, Kennedy no se comprometió oficialmente a nada. Todo quedó en palabras y letras de correspondencia. Además, Estados Unidos nunca se comprometió a dejar de seguir agrediendo a Cuba de las más disímiles maneras, sino a no invadirla directamente, sobre lo cual tampoco se establecieron garantías.

Finalmente, la crisis se liquidó de manera formal con dos cartas a U Thant, una muy breve firmada conjuntamente por Adlai Stevenson y V. Kuznetsov, y otra más extensa del Gobierno revolucionario cubano; ambas con fecha 7 de enero de 1963. Estados Unidos había logrado imposibilitar un amplio debate en las Naciones Unidas, y muy pronto reanudaron los planes de agresión abierta y encubierta contra la Isla. Los Cinco Puntos planteados por Fidel –que de haberse resuelto realmente hubieran permitido una solución justa y profunda más allá de la coyuntura– quedaron como constancia de que solo se había logrado una paz efímera y que aún el pueblo cubano tendría que seguir enfrentando por muchos años la política hostil de las distintas administraciones estadounidenses.

Los cinco puntos de Cuba

Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica de Estados Unidos contra nuestro país.

Cese de todas las actividades subversivas.

Cese de los ataques piratas.

Cese de las violaciones de nuestro espacio aéreo.

Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos.

Tomado de: http://www.granma.cu

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