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Un abrazo desde Cuba

José Manzaneda. Periodista y cineasta vasco. Coordinador de Cubainformación

Por Octavio Fraga Guerra @cinereverso

Este 15 de febrero se celebrará en Madrid un juicio criminal demandado por la organización Prisoners Defenders, una organización servil a la política del gobierno de los Estados Unidos que apuesta por destruir la obra humanista de la Revolución cubana.

Prisoners Defenders ha interpuesto una querella contra el coordinador de Cubainformación José Manzaneda, y también contra Euskadi-Cuba, organización que por más de veinte años ha desarrollado una sustantiva labor por el bienestar y el desarrollo del pueblo cubano que sufre los impactos que genera el criminal bloqueo económico, comercial y financiero, una política instrumentada por sucesivas administraciones del gobierno estadounidense desde hace más de sesenta años.

La acusación particular solicita una condena de seis años de cárcel para cada uno de los responsables y una indemnización de 50 mil euros. Esta demanda es una burda y cobarde acción que apuesta por anular el ideario revolucionario e internacionalista, la solidaridad y la hermandad que caracterizan a José Manzaneda y la organización Euskadi-Cuba con nuestra isla. Ellos son protagonistas, en el Estado Español, de una probada entrega con la obra de la Revolución cubana.

Con este burdo zarpazo vestido de empaque jurídico, apuntan a cercenar la voz erguida y limpia del coordinador de Cubainformación José Manzaneda, quién por más de dos décadas materializa una ejemplar labor de periodismo, cuyos relatos desarman las acciones de desestabilización y las manipulaciones mediáticas que se gestan desde los Estados Unidos contra el proyecto martiano y marxista que el Comandante Fidel nos legó y que el soberano ratificó en el año 2019.

Para Manzaneda y Euskadi-Cuba, un abrazo desde esta isla insumisa.

Octavio Fraga Guerra

Periodista, crítico y ensayista cubano.

Editor del blog cinereverso.org

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Un disparo contra Cubainformación. Entrevista a su coordinador, José Manzaneda

José Manzaneda. Coordinador de Cubainformación

Por Octavio Fraga Guerra @CineReverso

Mi primer “encuentro” con José Manzaneda, si cabe esta palabra, fue cuando estrené en Tele K, una televisora sin ánimo de lucro radicada en Madrid, el programa La cámara lúcida, espacio dedicado a promover el cine documental Iberoamericano.

Lo llamé para que viniera al estudio —él reside en Bilbao— pero por razones de agenda declinó la invitación. En su lugar, estuvo el coordinador del Observatorio de Multinacionales en América Latina, una de las ONGs que financió su filme El segundo desembarco. Multinacionales españolas en América Latina. Con este documental se dio el pistoletazo a un espacio que fundé y dirigí, por más de un año, donde presenté más de sesenta piezas cinematográficas. El proyecto fue truncado tiempo después por la lideresa de la Comunidad de Madrid en aquel entonces, Esperanza Aguirre, quien logró cerrar la televisora con una escalada de multas contra la empresa que ponía en el aire la señal de Tele K.

Manzaneda y yo nos vimos un tiempo después en Alcalá de Henares. En esa localidad de Madrid se desarrolló un amplio encuentro de la Plataforma de la solidaridad con Cuba en España. Fue la oportunidad de conocernos y establecer una relación que hasta hoy, es de hermandad, de diálogos permanentes, de absoluto respeto, sustentado en los sueños que nos unen, la existencia Revolución cubana.

El medio Cubainformación, del que soy un activo colaborador, y José Manzaneda, su coordinador, son dos de los protagonistas más descollantes del vasto movimiento de la solidaridad con Cuba en España. Esta publicación materializa un periodismo crítico de empaque intelectual, de aguda escritura y certeros abordajes sobre la manipulación que se gesta desde los sectores reaccionarios contra el proyecto socialista de Cuba.

Su permanencia está amenazada por las embestidas de la organización Prisoners Defenders, asentada en Madrid, que opera al servicio de la política del gobierno de los Estados Unidos. Este grupo reaccionario ha interpuesto ante los tribunales de Madrid “una querella criminal por injurias, calumnias y delito de odio, presentada por el presidente de la organización ‘anticastrista’ Prisoners Defenders, que solicita una condena de seis años de cárcel y una indemnización de 50 mil euros, por el contenido del reportaje “Crear una crisis sanitaria en Cuba: objetivo de la guerra contra su cooperación médica”.

Sobre este nuevo capítulo que apuesta por truncar la erguida voz de la solidaridad con Cuba en España, hablé con José Manzaneda quién revela algunos tópicos y reflexiones de otro intento por anular el discurso y los principios de la solidaridad internacional a favor de nuestra nación.

¿Qué posición tiene Euskadi-Cuba —si cabe hacerte la pregunta— ante esta demanda?

La posición de la Asociación Euskadi-Cuba es exactamente igual que la de Cubainformación; además, compartimos el mismo abogado. Esta asociación fue la creadora de dicho medio, aunque hoy en día está apoyado y sostenido por decenas de organizaciones que colaboran con sus materiales y también con su poco dinero para el sostenimiento de Cubainformación. La posición es, por supuesto, de que hay que mantener la verdad de Cuba, la dignidad del periodismo crítico, la dignidad de la cooperación al desarrollo en Cuba y la dignidad del movimiento de solidaridad con Cuba frente a personas y organizaciones que tienen mucho poder, pero, finalmente, se impondrá la justicia.

¿Truncar la obra solidaria que desarrolla Euskadi-Cuba por el pueblo cubano que sufre un bloqueo económico, comercial y financiero, resulta un objetivo velado de la parte demandante?

La querella ataca a la Asociación Euskadi-Cuba porque la Asociación Euskadi-Cuba tiene más de treinta y cinco años de trabajo en el campo de la cooperación al desarrollo, por ejemplo, con decenas de proyectos que han beneficiado y benefician a comunidades campesinas, a cooperativas, etcétera. Indudablemente es una organización que tiene un local al que se podría embargar en caso de prosperar este disparate de juicio o de querella; estamos hablando de que es un disparo a la propia acción de cooperación al desarrollo, que mejora las condiciones de vida de personas o familias en Cuba.

Ellos apoyarán todo lo que sea cortar ingresos de cualquier tipo a Cuba, sea a través de la cooperación médica, sea a través de la inversión del turismo, o en este caso de la cooperación al desarrollo, y atacan cada uno de esos espacios o renglones. Se consiguen determinados ingresos para que el país solucione determinadas necesidades. Quien está apoyando al bloqueo, indudablemente intentan que desaparezcan todas estas fuentes económicas y de solución de problemas sociales en la isla.

Euskadi-Cuba es una organización, además, de solidaridad política, de apoyo a Cuba y a la Revolución cubana, y por eso, precisamente, hace su cooperación y su ayuda material. Por ejemplo, en la campaña internacional de jeringuillas fue una de las organizaciones que más aportó a través de las donaciones privadas de miles, de centenares de personas en el País Vasco para la campaña de vacunación contra la COVID en Cuba.

¿Esta querella se puede interpretar como otro paso para ahogar la creciente solidaridad internacional que opera a favor de la Revolución cubana?

Bueno, indudablemente, todo este conjunto de organizaciones del anticastrismo vinculadas al gobierno de Estados Unidos, a la ultraderecha de Miami, han cogido mucha fuerza, sobre todo a partir de la administración de Donald Trump y de la pandemia. La pandemia significó para Cuba, entre otras cosas, el cierre absoluto de una de las pocas fuentes grandes de ingresos que tenía el país, que era el turismo.

Si a eso le sumamos el conjunto de sanciones y disparos al resto de ingresos de la economía cubana, más la ruptura que consiguió el gobierno de Donad Trump en algunos países de los acuerdos o convenios médicos que servían para financiar parte del sistema de salud, pues todo ese conjunto es la tormenta perfecta.

La situación de Cuba transita por una crisis económica muy profunda. En este escenario han crecido, vamos a decir, las esperanzas de derrotar la Revolución cubana.

Se produjo el llamado 11-J, que fue la demostración de que cuando combinas la guerra económica intensísima con la guerra psicológica y mediática en redes sociales, pues consigues que una cierta parte de las personas, desesperadas por su situación económica, finalmente se pongan de tu lado.

En todo este escenario tan complejo hay que apoyar a Cuba en todos los sentidos. A través de las organizaciones de solidaridad y también de la información, hay que explicar el bloqueo, hay que explicar dónde está la raíz de todos los problemas que tiene Cuba, sin negar que pueda haber errores internos, contradicciones, elementos no deseados. Porque las cosas no son perfectas en ningún país y mucho menos en un escenario de guerra. La propia guerra económica es la que alimenta, además, los propios errores, y las propias injusticias domésticas, y la corrupción, más otros elementos.

Manifestación de solidaridad con Cuba en España

Manifestación de solidaridad con Cuba en España

Manifestación de solidaridad con Cuba en España

¿Cuáles son los objetivos que Prisoners Defenders aspira lograr con esta demanda?

En primer lugar, silenciar la voz de Cubainformación; les duele y les dolió ese trabajo que hice en su momento sobre su actividad. Recientemente he hecho un trabajo de análisis de otro informe que han presentado sobre la supuesta violación de la libertad religiosa en Cuba, con todo tipo de disparates amparados por el Departamento de Estado de Estados Unidos, y utilizados por este, precisamente para su política de sanciones y asfixia económica a la isla.

El objetivo es silenciarnos, porque lo que más le duele a esta persona y a esta organización es el contenido de ese trabajo, no la frase por la que se querellan con nosotros. El contenido, la explicación de qué es lo que hacen, cómo colaboran con el sufrimiento del pueblo cubano, la vinculación entre su actividad y la falta de medicamentos en Cuba. ¿Por qué? Porque Cuba, dentro de su amplia política de cooperación médica internacional es uno de los países que cubre todos los gastos.

El objetivo de esta organización que se querella contra mí, y del gobierno de Estados Unidos, es precisamente cortar los convenios médicos de Cuba, que le aportan algún tipo de ingreso. Esto lo presentan como si fuera un negocio del régimen cubano a través de la esclavitud de los médicos. Pero, ¿dónde tienen ellos una prueba, una sola prueba, de una cuenta bancaria de un funcionario, de un intermediario que se haya quedado con ese supuesto negocio?

Si el negocio es que esos fondos van a sostener el sistema público, la compra de medicamentos, la fabricación de medicamentos o la compra de materias primas, la reparación de hospitales o, incluso, el pago de salarios del personal interno del sistema público de salud de Cuba, que son cerca de medio millón de personas, entonces no estaríamos hablando de un negocio, estaríamos hablando de un fin social.

La explicación de todo eso, que es la que yo hago en el video, es la que les molesta. Pero ellos presentan una querella por otra cosa, por una pequeña anécdota, que además fue retirada del trabajo.

¿Qué persona les acusa de estos cargos?

La querella contra mi persona es de Javier Larrrondo, el presidente de la organización Prisoners Defenders, que tiene sede en Madrid. Él pertenece al entramado del llamado anticastrismo y tiene vínculos estrechos con congresistas del sur de la Florida, con el Departamento de Estado y con todo el conjunto de organizaciones contrarrevolucionarias a nivel internacional.

Prisoners Defenders está muy especializada en los temas jurídicos, en el sentido de que redacta informes sobre supuestas violaciones de derechos humanos, supuestos presos políticos en la isla e informes contra la cooperación médica cubana, como es el caso. Esto tiene que ver directamente con la querella; informes que después utiliza el gobierno de Estados Unidos en su política de agresión, sanciones y bloqueo contra Cuba.

La acusación se basa fundamentalmente, o casi diría de manera estricta, en una frase que yo utilizo en un video y artículo que se titula: “Crear una crisis sanitaria en Cuba, objetivo de la guerra contra la cooperación médica cubana”; es una frase en la que yo digo que esta persona, el querellante, es un criminal de guerra como Marco Rubio y Donald Trump; es una frase que en una revisión habitual de la redacción de los trabajos, como muchas veces hacemos, lo suprimimos.

Son expresiones, esta y otras —ha habido muchos casos—, que las consideramos innecesarias sin más para el entendimiento cabal de la información que damos, y muchas veces, incluso, pueden ser perjudiciales para este entendimiento. Porque de alguna manera aportan una carga de mayor subjetividad que no es necesaria.

Pues para nuestra sorpresa, a pesar de haberla retirado, recibimos un buró fax en que se anunciaba de la querella criminal contra mí como periodista, como autor del trabajo, por haber dicho algo que fue retirado, y además contra la organización Euskadi-Cuba, una asociación de amistad con Cuba que tiene más de treinta y cinco años de vida, que era la propietaria en aquel momento, ya no lo es, de la web Cubainformación, del dominio Cubainformación.tv

En un principio se nos pedía no solamente la retirada del material, sino una rectificación, disculpas públicas, una cantidad de dinero y nos negamos a ello, por supuesto. A partir de ahí se inicia un proceso que está en curso, se admite a trámite por parte de un juez, ahora nos va a enjuiciar otro juez, y la querella es por injurias, calumnias y delito de odio, supuestamente por esa expresión, esas tres palabras, “criminal de guerra”.

La interpretación jurídica preliminar de nuestra defensa es que todo esto indudablemente es un disparate, que no tiene lugar. Estamos hablando de una vulneración clara de la libertad de prensa y expresión de un periodista por parte de quienes dicen defender la libertad de expresión y de prensa en Cuba, donde supuestamente no habría, pero aquí sí.

Se trata de encarcelar a un periodista, cerrar un medio, porque con esa cantidad de dinero sería imposible mantenerlo, y cerrar las operaciones solidarias y de cooperación de una organización que quebraría con semejante pago. Se está pidiendo seis años de cárcel para mí y para la representación legal, una persona de la Asociación Euzkadi-Cuba, y cerca de setenta mil euros en multas e indemnización.

¿Qué interpretación harías de esta acción jurídica?

Bueno, el análisis jurídico inicial es que igual que la Fiscalía, el Ministerio fiscal avala la tesis de que no existe delito. Solamente estaría la acusación particular, sin que la apoye la fiscalía, acusándonos de este absoluto disparate.

Y estamos ante una expresión de libertad informativa que trata de ser cercenada a través de una estrategia de acoso judicial, de pena de banquillo, vamos a decir, de lawfare, de guerra judicial por parte de una organización especializada en todo esto, que además, colabora de una manera directísima con el gobierno de Estados Unidos en su política de guerra contra Cuba.

Contenedor de ayuda solidaria para Cuba desde Catalunya

Contenedor de ayuda solidaria para Cuba desde Canarias

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María Luisa Ortega: Hay una explosión de nuevas formas estéticas.

Foto cortesía de la entrevistada, intervenida como fotomontaje.

Por Octavio Fraga Guerra @CineReverso

Transcripción de la entrevista a María Luisa Ortega, escritora, académica e investigadora de cine española, en el espacio Diálogos en reverso de la Unión de Periodistas de Cuba, realizada el 1 de febrero de 2023 basado en su libro, Espejos rotos: Aproximaciones al documental norteamericano contemporáneo (Ayuntamiento de Madrid/Ocho y Medio, 2007)

Octavio Fraga: Buenas tardes, ya son la una de la tarde en La Habana, Cuba, y comenzamos otra jornada de Diálogos en reverso. Bienvenida María Luisa a este espacio, un placer tenerte por acá y gracias por aceptar nuestra invitación.

María Luisa Ortega: Buenos días o buenas tardes, y muchísimas gracias Octavio por la invitación, es un placer estar con vosotros.

Octavio Fraga: El libro que hoy nos convoca, aunque ha sido publicado hace algunos años (2007) tiene una absoluta vigencia e importancia por el peso temático y la envergadura de la investigación, resulta además un volumen enriquecedor para todos los que nos importa el cine.

Como ya es habitual en este espacio, hacemos una pequeña presentación de nuestra invitada, que he querido resumir en dos párrafos, lo cual ha sido una verdadera odisea, porque cuando le pedí su curriculum para ponerme al día de lo que había hecho, me tuve que enfrentar a sesenta y cinco cuartillas de una fructífera carrera profesional.

María Luisa es doctora en Filosofía y profesora de Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Madrid, los temas que distinguen su labor de investigación son: la mundialización de la ciencia y las culturas nacionales, la comunicación científica, imagen y divulgación, comunicación social y educación, epistemología audiovisual, historia y teoría del cine documental, así como cine latinoamericano y español. Es directora de una revista, que yo les recomiendo, Secuencias, que tranversaliza la historia de cine. Ha sido coautora, editora o autora de varios libros, cito algunos: Tierra en trance: el cine latinoamericano en 100 películas, del año ‘99, Cine documental en América Latina, de 2003, Dentro y fuera de Hollywood: la tradición independiente en el cine americano, Documental y vanguardia: lenguajes lenguaje fronterizos, en el 2005, De la foto al fotograma. Fotografía y cine documental, del 2006, Nada es lo que parece: falsos documentales, hibridación y mestizajes del documental en España. Desarrolla una intensa labor académica y de investigación, que reitero, sería imposible apuntar en este apartado de presentación.

Empiezo con la primera pregunta, ¿qué resortes te impulsaron a desarrollar la investigación de este libro, que sustantivas motivaciones tenías para hacer este libro tan interesante?

María Luisa Ortega: Pues, en el proyecto de Espejos rotos creo que convergen varias dinámicas, por una parte en aquel entonces yo era colaboradora de programación del Festival Documental Madrid y propuse a su director, Antonio Delgado, hacer un ciclo que diera a conocer al público madrileño, también internacional, que venía al festival algo de lo que se estaba haciendo en el cine documental contemporáneo en los Estados Unidos, que fuera un poco más allá de lo que se conocía, que eran básicamente las películas de Michael Moore, que se habían estrenado comercialmente, de ahí que el libro venga también asociado a un ciclo que se programó durante dos años, el 2006 y 2007, y en ese segundo año se publica el libro, que es una edición del Ayuntamiento de Madrid con 8 1/2 y el propio festival. Pero claro, esto venía de un poquito más atrás, tenía que ver básicamente con mis funciones docentes; desde finales de los años noventa yo comencé a impartir cursos de doctorado en historia y en teoría del documental en la Universidad Autónoma de Madrid, teníamos un programa de doctorado en historia del cine donde yo impartía esa asignatura, con muchas horas y con unos asistentes maravillosos que me hicieron pensar mucho —durante muchos años— que también se recoge de alguna forma este contexto en el prólogo del libro, y cuando yo tenía que comenzar a hablarles de cuáles identificaba como las corrientes que habría desde aproximadamente finales de los años ochenta y que se asentaban en los noventa para explosionar en los primeros años del siglo xxi, yo veía a tres directores norteamericanos que marcaban un poco tres líneas en un territorio. A veces hablaba de ellos como tres sismógrafos que comenzaban a trabajar con un conjunto de lenguajes, de preocupaciones distintas a las del documental de los años sesenta y los años setenta, y que nos permitían de alguna forma cartografiar lo que estaba pasando desde esos años hasta los principios del siglo xxi. Esos tres directores eran, básicamente, Michael Moore, Ross McElwee y Errol Morris, no por las cualidades de la autoría — podemos hablar sobre esto—, sino por sus modos de entender el documental diametralmente opuestos los unos respecto a los otros. Lo que me parecía que sí marcaban tres líneas: renovación de un cine sociopolítico, todo el documental enunciado en primera persona, que trabajaba sobre el diario, la autobiografía o la historia familiar, y el tercer punto que era Errol Morris, que estaba abriendo otros caminos que a mí también me interesaban mucho, y de ahí parte realmente el proyecto. También de comprender lo que constituía, un contexto más amplio de estas cinematografías.

Octavio Fraga: En las maneras de hacer el documental, en esos años que tú trabajas, ¿qué circunstancias políticas e históricas, propiciaron esa suma de riquezas culturales y estéticas?

María Luisa Ortega: Pues son varios los factores, y me parece que también se han reduplicado en otros países. Lo que veíamos de alguna manera en esos finales de los ochenta, y, sobre todo, en la década de los noventa, es una visibilidad del documental a nivel internacional ¿Dónde estábamos viendo eso? Pues en documentales que salían del ecosistema televisivo para ser estrenados en salas de cine. Y eso no pasaba en muchos países desde los años sesenta o los años setenta, cuando hubo otra fuerte renovación de los lenguajes y unos contextos políticos o sociales —luego podemos hablar de ellos— que también lo propiciaron. Es decir, la salida a las salas en un formato de largometraje. Por otra parte, la aparición de nuevas pantallas como los festivales especializados, también los festivales generalistas comenzaban a acoger, y haciendo a veces competir a las películas de ficción y los documentales en este proceso, un proceso de visibilización.

¿En términos cinematográficos cuáles podrían ser las razones? Por una parte, esto lo discutíamos muchos en los años noventa y principios de los 2000, parecía que lo que denominábamos el cine independiente en general, incluida la ficción, había decaído, o no nos estaba ofreciendo cosas demasiado originales o interesantes, y donde parece que se estaban moviendo cosas era en el documental. De ahí un festival como Sundance, que en el libro tiene su importancia como lugar de legitimación de estas nuevas estéticas, en un momento en el que todas estas películas y estos cineastas no van a competir por los Oscar, por ejemplo. Hay muchas de estas películas diferentes que comienzan a pasar por Sundance, y este festival, en 2003, crea una sección específica de documental, y esto vamos a ver que se duplica o se reduplica también a nivel internacional. La crítica vuelve sus ojos al documental porque encuentra en ellos cosas interesantes en las listas de los críticos de las mejores películas del año. De repente comienzan a aparecer documentales, cuando no aparecían, durante una década y pico aproximadamente, y claro, también hay todo un sustrato también político, o si queremos sociopolítico y del propio ecosistema audiovisual, algo que pasa en Estados Unidos para quienes lo han estudiado bien. En el libro cito mucho un trabajo de Patricia Zimmerman, Estados de emergencia, ella estudió muy bien todo este proceso entre las industrias cinematográficas o audiovisuales y el estado de emergencia en términos políticos, pues en Estados Unidos las cadenas públicas de televisión se habían cerrado a lo que eran propuestas críticas en términos sociopolíticos, cosa que no había pasado en algunas de las décadas anteriores. También comienzan a ser más difícil de obtener algunos fondos públicos para la realización de nuevo de películas con una perspectiva crítica, y eso va creando que se generen salidas de una forma de producción, también de circulación y de exhibición del cine independiente, y esto me parece que en los años noventa pasa en otros lugares del mundo. En Europa son las televisiones privadas, llegan las televisiones privadas, eso hace que las televisiones públicas tengan que competir con las privadas, y algunos proyectos propios de la identidad de un servicio público pues dejan de lado estas funciones. Luego, claro, para algunos de los casos específicos pensemos que estamos en plena era Bush, siglo xxi, 2003, guerra de Irak, y luego, obviamente, todos los efectos perversos de la evolución abierta de un capitalismo salvaje, podríamos decir que son las temáticas que muchos de estos documentales abordan.

Octavio Fraga: Me hablas de los factores externos que han compulsado a ese resultado de conjunto, pero hay un elemento que me falta, que se me queda cojo, y es el estado de gracia de todo ese conjunto de realizadores, algunos los  has mencionado. Cuando transitas por el libro, te das cuenta que hay una diversidad de estéticas, de narrativas, de maneras de hacer. Estoy de acuerdo con tu reflexión, pero, ¿qué otro factor, o factores, pudieras aportar en términos creativos, de retroalimentación estética que hayan propiciado ese “boom” (no es la palabra que me gusta), en torno a ese conjunto de cineastas?

María Luisa Ortega: Claro, es verdad todo lo que estás diciendo, lo que hay es una implosión, una explosión de nuevas formas estéticas que entran, además, en diálogo con las formas estéticas del pasado, lo que ha sido fundamentalmente el cine directo, el cinema vérité de los años sesenta y de los años setenta. Entonces, lo que aparecen son un conjunto de cineastas, algunos vienen del cine, en el caso de Ross McElwee formado en el MIT, (Massachusetts Institute of Technology), que tiene un grupo de experimentación cinematográfica en torno a las formas del diario cinematográfico, las formas más intimistas, autobiográficas, etcétera, y desarrollan un conjunto de herramientas cinematográficas muy interesantes. Si pensamos en alguien como Michael Moore, un sujeto que viene del periodismo y de la televisión, que encuentra unas determinadas formas retóricas o unas nuevas retóricas audiovisuales para interpelar a nuevos públicos, y yo creo que esto es fundamental para entender algunos de los matices de las estéticas. Pero pasaba lo mismo en los años sesenta con la irrupción del cine directo, gente que venía, digamos, de las formas más cinematográficas, pero otros que venían del periodismo audiovisual y que terminan sumando para proponer nuevos lenguajes. También es verdad que esto lo vemos a nivel internacional, porque estas formas que identificamos en el documental norteamericano se están desarrollando también en otros sitios. Van a tardar más en visibilizarse de una forma tan clara, pero aparecen formas que retoman algunos elementos y estéticas que estaban en los cines experimentales, que estaban en determinadas corrientes de los cines feministas, por ejemplo, de los años setenta, o en formas de la videocreación. Todos los procesos de apropiación del archivo, del trabajo con el archivo, del trabajo con las home movies, con las películas domésticas, todo esto se estaba moviendo, desde antes, en otros espacios de creación cinematográfica. Lo que a mí quizás más me interesa es cómo toman un espacio público mucho más amplio, cómo esas mismas herramientas, de repente, llegan a unos públicos mucho más amplios que los públicos más circunscritos y, además, cómo las modulaciones más formales se ponen al servicio de pensar la realidad.

Octavio Fraga: Lo has bocetado de alguna manera. Este conjunto de realizadores que estudias, bebieron de escuelas que le antecedieron: cine directo, cinema vérité. ¿Qué les hace diferentes a este conjunto de cineastas que abordas en el libro, de los cineastas que le antecedieron?

María Luisa Ortega: De los tres que he citado, cada uno es un mundo completamente aparte, como novedades que irrumpen y que no irrumpen sólo con estos tres cineastas, aunque hay algunos otros que también contribuyen a ello. Espejos rotos, reproducimos una entrevista de Judith Helfand sobre la aparición del humor en el documental, de la sátira, de la ironía. Esto no era una herramienta que estuviera en el documental anterior, esto es radicalmente distinto, otro de los artefactos narrativos que se imponen, y que podemos encontrar tanto las formas más sociopolíticas de Michael Moore, pero también está Ross McElwee desde las formas más ensayísticas y del diario cinematográfico. Es la película en proceso, una película que desvela su proceso de realización y que da lugar a instrumentos autorreferenciales, autorreflexivos y que, además, consigue visibilizar cosas que el cine anterior no había conseguido hacer.

Para el caso de Michael Moore, también retomo algunos autores, y he venido pensando bastante cómo en el año ‘89 se presenta Roger and Me y en el 90 American Dream, de Bárbara Kopple, una cineasta que seguía trabajando dentro de los parámetros del cine directo y del cinema vérité norteamericano. Los dos van a abordar el mismo problema, que son las grandes corporaciones y la erosión del movimiento obrero. Barbara Kopple lo hace con los dispositivos clásicos: la lucha sindical, el estar con los trabajadores, el seguirlos en las manifestaciones, en la lucha, en la observación participante, pero no consigue visibilizar tan bien como lo va a hacer Michael Moore con estos nuevos artefactos. Otro de los problemas es la imposibilidad del acceso a las cúpulas directivas de las grandes multinacionales o de las corporaciones, y él con un dispositivo: voy a intentar entrevistar a Roger Smith, el presidente de la General Motors. Es un artefacto realmente porque él sabe que nunca va a poder acceder a él y consigue visibilizar en la pantalla con esta parte más performática de él mismo, cosas que los dispositivos tradicionales no conseguían hacer.

En el caso de todas estas películas, antes he citado a Ross McElwee, pero tenemos un ámbito muy amplio, tanto dentro del cine norteamericano como de otras cinematografías que comienzan a trabajar con dispositivos como el diario cinematográfico, la enunciación en primera persona, la utilización de las películas familiares, el recurso a la propia historia familiar para hablar del mundo, porque la diferencia que yo también señalo en el libro, es la diferencia entre estas formas documentales y las formas que proceden más de los cines experimentales, que son más autistas respecto al mundo. Y estos cineastas y estas cineastas quieren hablar del mundo, pero de cómo ellos experimentan el mundo, y ahí aparecen cosas que no estaban en el cine de los sesenta y de los setenta. Reaparece esa voice mover, esa voz de la narración, pero ahora ya no es una voz enunciativa en tercera persona del singular que todo lo sabe, que todo lo explica, sino aparecen voces dubitativas, aparece un trabajo tanto en la banda visual como en la banda sonora con muchas temporalidades superpuestas, el tiempo de la filmación, el tiempo de la edición, de la revisión, el tiempo de la enunciación de la propia voz y, además, hay muchísima heterogeneidad también de materiales, como vamos a ir viendo. Esto arranca en este momento, pero lo tenemos hasta nuestros días, que sigue siendo una de las pautas.

Y en el caso de Errol Morris, además de abrir toda la línea tan potente ahora mismo del True prime, encontramos de todo: cosas muy interesantes y cosas muy poco interesantes. Ahí, como dirá él, lo que inaugura es un cine documental que no confía o no recurre a la captura de lo real, como el cine directo, sino un cine controlado. Ricky Leacock, en los años sesenta, había escrito ese célebre manifiesto del cine directo norteamericano por un cine no controlado que captura lo real. Ahora Errol Morris impone el control absoluto: vuelvo al trípode, vuelvo a la entrevista casi entendida como un interrogatorio, construyo escenas que claramente se ve que están construidas con una iluminación perfecta, una calidad de imagen soberbia. Se esfuman todas las antiguas retóricas del documental, digamos del directo, y vamos a otro espacio de interrelación con el espectador; distinto porque también los recursos se agotan en los procesos de credibilidad o en los procesos que nos hacen, y porque hay toda una línea de todo este nuevo documental que arranca y que llega hasta nuestros días, que tiene una posición mucho más compleja en términos epistemológicos.

De eso hablo mucho en el libro, de hacernos pensar cómo se construye la realidad, cómo se construyen los discursos. Las películas no son una ventana transparente al mundo sino son constructos, y tanto el cine en proceso, como estos artefactos tan evidentes de Errol Morris, lo que construyen es un espectador complejo, un nuevo espectador, también para el siglo xxi.

Octavio Fraga: Tomando esta palabra que usas: el control ¿No crees que hay un trasvase, entre el ensayo clásico literario y el resultado de muchas de esas piezas documentales que están en el conjunto del libro?

María Luisa Ortega: Bueno, la cuestión de los parecidos y las diferencias del ensayo literario con el ensayo cinematográfico son complejas, porque dentro de lo que ha sido la teoría del cine-ensayo, que se ha desarrollado muchísimo en los últimos años, todos hemos escrito algo sobre cine-ensayo. Las primeras teorizaciones sobre el cine-ensayo, que también comienza a aparecer en los noventa, daban bastante predominio a la voz, a esa voz en el proceso de reflexión y de pensamiento, y quizás quedaba de una forma más marginal la capacidad de pensamiento a través de las propias imágenes. Entonces, en ese también muy amplio territorio cartografiado del cine-ensayo encontramos —yo no me atrevería a decir— tanto similitudes con el ensayo escrito, que también de muy diferente naturaleza. No podemos comparar, ese ensayo de Montaigne, donde se remonta el ensayo literario, con, por ejemplo, el ensayo político. De hecho, para este período del documental norteamericano es muy divertido o es muy interesante ver cómo se escribe sobre algunas de estas películas. Para los teóricos, los académicos y los críticos europeos, Michael Moore no es un ensayista, porque no entra dentro de nuestros parámetros europeos, incluso en la teoría del ensayo literario desde Teodoro Adorno hasta Lukács; sin embargo, dentro de la crítica norteamericana, para algunos, Michael Moore es un continuador del ensayo político norteamericano del siglo xix. Entonces, a mí me gusta un poco conectar la cuestión del ensayismo cinematográfico más que con las formas de escritura con las formas de pensamiento o con los estilos de pensamiento, y cómo eso se manifiesta cinematográficamente en diferentes latitudes de diferente manera.

Porque (por poner dos grandes ensayistas fílmicos) tenemos a Harun Farocki por una parte y, por la otra, a Chris Marker. Los dos son ensayistas, pero hay dos estilos de pensamiento detrás de ellos y hay algunas similitudes. Pero en la forma de escritura de los textos, sus propias formas de trabajar con las imágenes, se nota un estilo de pensamiento distinto que también tiene sus raíces en las propias culturas, en el contexto intelectual al que pertenecen.

Octavio Fraga: En tu libro en el apartado “El humo y la guerra” sentencias: “La historia familiar y las piezas cinematográficas alternativas para romper el silencio serán las protagonistas de ese otro libro «Cine político, un capítulo diferente y a contracorriente de la historia reciente del documental americano»”. ¿Puedes desgranar estas ideas, actualizarlas, contextualizarlas?

María Luisa Ortega: ¿Las que tienen que ver con las relaciones entre la historia en minúscula con la historia en mayúscula?

Octavio Fraga: Sí.

María Luisa Ortega: Ahora no recuerdo bien dónde está esa frase.

Octavio Fraga: Está, es el último párrafo.

María Luisa Ortega: Del primer capítulo, ¿no?…

Octavio Fraga: “El humo y la guerra”, cierra con esa idea.

María Luisa Ortega: Claro, la cuestión es que las formas en las que el documental se enfrenta al presente o al pasado inmediato, pueden tener formas enunciativas distintas, y el documental clásico, se ha enfrentado desde esa construcción enunciativa de lo real más en tercera persona, y lo que aparece en el documental contemporáneo en todas las latitudes es una forma de pensar la historia colectiva a través de la historia familiar o la historia personal.

Realmente en el libro abordo algunos de esos casos o esas líneas de trabajo, más en el tercer capítulo del libro cuando determinados sucesos del pasado como el internamiento de la población japonesa en campos de concentración en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial se aborda desde la propia historia familiar. Son las hijas de algunas de esas personas que sufrieron un internamiento en campos de concentración quienes desarrollan formas de aproximación a esa historia desde la intimidad, desde la experiencia y desde la historia familiar.

Quizás el documental latinoamericano ha dado piezas más interesantes que el documental norteamericano, de pensar la gran historia desde las historias minúsculas. Pensemos en toda la producción cinematográfica documental de Argentina y Chile sobre las dictaduras, donde aparecen las primeras personas. Patricio Guzmán en La memoria obstinada utiliza su primera persona, una primera persona que conecta con un nosotros como sujeto colectivo, y muchísimos de los documentales argentinos y chilenos contemporáneos han utilizado esa modulación de la historia con mayúscula y las historias con minúscula y, entre otras, las historias familiares.

Octavio Fraga: En el libro apuntas a Errol Morris, Michael Moore y Ross McElwee como cineastas que exhiben una impronta autoral. Quisiera que profundizaras en ese tópico.

María Luisa Ortega: Sí, ya sabía yo que esto igual aparecería. A mí no me gusta mucho hablar de la autoría porque creo que el cine es una forma de expresión colectiva, y sobre todo el cine de ficción. Quizás en el documental, porque el desarrollo de las nuevas tecnologías ha permitido potenciar grupos muy reducidos de trabajo, etcétera. Yo intento, siempre que me es posible, no adjudicar una autoría a una película, sobre todo si pensamos en el director o la directora. Pero es verdad que en el documental sí que podemos rastrear determinadas improntas. Los grupos de trabajo son más pequeños y para mí ellos tres manifiestan tres estilos absolutamente distintos.

Michael Moore es un personaje, se construye como un personaje, como una persona pública, de ahí que cuando él utiliza la primera persona realmente no es tanto su subjetividad, aunque hay momentos en el que sí aparece Michael Moore como sujeto individual, pero fundamentalmente es un artefacto retórico también.

Ross McElwee es ese intimismo autorreferencial, autorreflexivo que va pensando su propia historia y su historia familiar, al mismo tiempo que va pensando el mundo a través de las maneras en las que él experimenta el mundo; en esa línea hay otras cineastas y otros cineastas.

Octavio Fraga: Habías puesto también a Errol Morris en esa cita autoral.

María Luisa Ortega: Claro, y Errol Morris yo creo que tiene una impronta autoral que tiene que ver tanto con lo visual, aunque lo visual está muy cercano a los que van a asentarse como modelos televisivos, pero modelos televisivos que copian al propio Errol Morris. Para mí el elemento autoral de Errol Morris son sus preocupaciones epistemológicas, sus preocupaciones epistémicas, que son absolutamente particulares y que tienen que ver con las formas del autoengaño, las formas de la credibilidad y creo que nadie lo ha trabajado como él, y él se ha dotado de unas estrategias audiovisuales o cinematográficas para hacer eso. Hay una manera que tiene también de construir paisajes mentales de los sujetos a los que entrevista, a pesar de que luego hayan venido muchísimos documentales que en su factura son muy parecidos a los de Errol Morris. Esas preocupaciones epistemológicas o intelectuales que tiene su cine no las veo en otros, y él ha seguido trabajando eso, la película que hizo sobre los abusos y las torturas en Abu Ghraib sigue precisamente esa línea, a pesar de haber recibido muchísimas críticas que lo acusan de estar quitando responsabilidades. Y él dice: “No, yo estoy trabajando”. Y lo sigue haciendo con algunos de los libros. “Creer es ver, ver no es creer”, primero crees y luego ves, y trabaja sobre análisis forenses de las imágenes. Sobre todo piensa los parámetros de credibilidad en las sociedades contemporáneas: cómo creemos lo que creemos, cómo nos autoengañamos, cómo la memoria es débil, cómo construimos. Y tiene una forma también de construir a sus personajes. Hay una película que es muy menor en su cinematografía, que casi nadie la cita, pero que a mí me encanta, que es Fast, Cheap and Out of control, que dedico unos cuantos parrafitos en el libro a analizarla, me parece una pieza complejísima. Retrata un conjunto de seres extraños, aunque algunos tienen profesiones más comunes, y consigue a través de ellos, y con imágenes de archivo, con diferentes texturas, con muchísimos recursos, hablar de la vida, de la muerte, de los sueños. Entonces, simplemente, a través de entrevistas o interrogatorios a personajes muy diversos, crea un conjunto de asociaciones absolutamente sutiles, que van desde la vida a la muerte, lo natural, lo artificial; trabaja sobre conceptos abstractos. Y, nadie diría que a Errol Morris no se le considere un ensayista, porque no utiliza estas formas de escritura o estas formas de la voz; sin embargo, a mí, una película como esa me parece un ensayo, como a veces le digo a mis alumnos: “¿Cómo podemos reconocer un ensayo cinematográfico? Pues cuando uno va a hacer una sinopsis de lo que ha visto y sólo se le ocurren conceptos”. Hay relatos, no hay personajes, no hay temas. O sea, no hay temas que permitan describir la película porque la película está pensando. Y entonces si tenemos que hablar de ella en breves palabras nos van a salir grandes palabras o conceptos abstractos. Entonces, ahí hay un pozo también de ensayo.

Octavio Fraga: Coincidirás conmigo en que Michael Moore es un personaje muy mediático, muy polémico, controversial, no sólo por su obra cinematográfica y literaria, también por sus expresiones públicas ¿Cuál es tu valoración sobre el sujeto Michael Moore?

María Luisa Ortega: Bueno, en el libro digo algunas cosas sobre Michael Moore, sobre todo como persona cinematográfica, y sobre su modo de hacer el documental. Creo que sus películas fueron muy relevantes, abrió un espectro al hacer otro tipo de cine político para interpelar a grandes públicos. En cierta medida, su carácter polémico tenía también la virtualidad de hacer películas celebratorias para estos espectadores que, desde la izquierda, disfrutábamos viéndolas, pero con una reacción casi física o emocional. ¿Cuáles son los elementos que a mí no me gustan del cine de Michael Moore? Primero, que ante esa aparente disolución del discurso en formas, del cine en proceso, de las interacciones con los otros, de mayor apertura, a mí me parece que sus películas, cada vez, van cerrando más el discurso y siendo más parecidas a los documentales clásicos. No lo veo tanto en Roger and Me, igual tampoco en Bowling for Columbine, una película, junto con Roger and Me, que me siguen interesando mucho. Pero Fahrenheit 9/11, por ejemplo, me parece que es una película altamente expositiva, como lo eran los documentales clásicos, fueran políticos o de otra dimensión. Luego, hay otro problema, que tiene que ver con lo que siempre comentamos quienes nos dedicamos a pensar el documental, que es la posición ética o la relación de poder con los sujetos. Cuando empezaron a salir las películas de Michael Moore, nadie desde una posición de izquierdas se atrevía a criticar las películas. Me parece que la revista  Jump Cut: A Review of Contemporary Media, en Estados Unidos, hizo las primeras críticas, por ejemplo, de cómo Michael Moore interaccionaba con determinados personajes femeninos en sus películas, algo que yo también señalo en el análisis que hago de algunos de sus documentales. Él, en algunas de sus interacciones con los otros, a los que va encontrando, maneja una relación de poder que no deja lugar al otro, un espacio, porque esas interacciones él las va aprovechando en su propio beneficio, en su propio argumentario político, que es completamente legítimo. Pero a veces, hay un aprovechamiento de algunas de esas interacciones, y me parece que es especialmente hiriente para algunos personajes femeninos. Creo que en el libro comento, en el caso de Roger and Me, la entrevista con Miss Michigan, no hace falta reforzar con esa interacción o entrevista el estereotipo de la rubia tonta, o cuando va a caracterizar a unas señoras de clase alta jugando al golf, de nuevo es un estereotipo. No me hace falta que me refuerce ese estereotipo para entrar en el argumentario; incluso, esto no sé si lo llego a decir en el libro, pero en Bowling for Columbine entrevista a Charlton Heston y la película termina con Charlton Heston como presidente de la Asociación Nacional del Rifle. Para mí, es una entrevista y es una interacción que me genera problemas éticos, creo que Charlton Heston en ese momento no está con una lucidez suficiente como para defenderse.

Sé que me estoy metiendo en arenas movedizas, sé cómo han trabajado de bien los documentalistas a lo largo de la historia para enfrentarse a verdugos, a criminales de masas; también lo podríamos decir de Errol Morris con el caso de Robert McNamara en Rumores de guerra, un señor que fue el señor de la guerra de Vietnam, al que se ha intentado procesar muchas veces por crímenes de guerra, y me parece que a veces Errol Morris, por decirlo coloquialmente, se ceba con los débiles o con los que en ese momento están en una situación de debilidad. Y a mí eso —como espectadora— me molesta, me molesta que no deje un espacio para que el otro se construya, para que el otro, si es en términos políticos, pueda defenderse en condiciones, o si es en otros términos tenga un poder sobre su propia representación, sobre su propia imagen y sobre su propia voz.

Estos son los problemas éticos que vienen del documental desde los años sesenta y el cinema vérité, cuando se interacciona con un otro, cuando se cataliza la voz, el gesto de un otro, y las relaciones de poder del documentalista o la documentalista respecto a los sujetos en los que irrumpe en su vida, nunca están muy presentes. El documental contemporáneo —no es el caso de Michael Moore—  ha desarrollado también muchas estrategias para hacer esto: mostrar los procesos de negociación con ese otro, mostrar cuando un otro dice: “Para aquí, no quiero continuar con esta película”, es la negociación del poder, me parece.

Octavio Fraga: En el libro le dedicas un análisis a Morgan Spurlock, que hizo ese exitoso documental: Super Size Me, ¿A qué le atribuirías el triunfo de esta película en particular, donde además él, como tú bien dices, se convierte en el objeto de experimento de lo que estaba abordando? ¿Crees que el documental puede influir en la sociedad hoy?

 María Luisa Ortega: Super Size Me tenía muchos elementos que también venimos desgranando: el humor, la complicidad, quizás una de las herencias de esta forma un poco guerrillera de trabajar en el documental. Hay una forma de interpelar al público de una manera cercana, me parece, a través de —y esto también está en Michael Moore— la capacidad de ponerse también en cuestión, que el propio cineasta no sólo esté experimentando con su propio cuerpo sino él mismo se pueda someter a situaciones ridículas o situaciones en las que no queda bien. Esto también está en otras películas, en las de Nick Broomfield, por ejemplo, que abordo en el libro en algún momento —él es británico pero hizo algunas en Estados Unidos— era una forma muy fresca de conectar con los nuevos públicos.

Y, obviamente, sí que creo en la capacidad del documental no sé si de transformar el mundo, pero sí de transformar nuestra mirada sobre el mundo y lo que de ello se pueda derivar. Cuando a Joris Ivens, allá por los años treinta, le preguntaban, ¿qué es lo que hace el documental?, cuando el documental estaba naciendo entre finales de los veinte y principios de los años treinta, y Joris Ivens decía: “Yo lo único que intento es que cuando el público salga de una sala vea la realidad transformada, transmutada, la vea de otra manera”, y ese es el poder del cine, el partir de imágenes de lo real. Joris Ivens también construía escenas, las planificaba, las recreaba, precisamente para mostrar a la gente aquello que a simple vista no se veía. Entonces, esa capacidad del documental de visibilizar lo que a simple vista no se ve, que es lo que trabajaron los artistas de la vanguardia en los años veinte, en toda esa vanguardia que se decanta hacia el cine de lo real, esa capacidad de ir más allá de la percepción, como decía Vértov, por ejemplo, creo que sigue siendo el valor del documental

La cuestión es que, de otra manera, se van utilizando estrategias o dispositivos distintos para que se opere en nosotros esa transformación de la mirada y también de la acción. Es verdad que vivimos unos tiempos en los que las acciones de movilización, mediatizadas por las formas audiovisuales quizás ya no están en el documental, entendido como el documental de largometraje, y además, con todo esto que nos viene proponiendo las últimas décadas: posiciones más reflexivas, posiciones más complejas, que ya no son llamamientos a la acción.

Me parece que los llamamientos a la acción ahora mismo están en otro lugar, que son las redes sociales y en otro tipo de piezas audiovisuales, mientras que el documental, si quieres cinematográfico, se decanta hacia perspectivas más sosegadas, aunque también pueda haber pelis más guerrilleras o activistas.

Octavio Fraga: En una parte de tu libro, donde abordas la película The Corporation, señalas: “Pone en ejercicio muy efectivos recursos que rehabilitan la imaginación sin los ociosos límites de la elegancia fílmica que rehúye la manipulación para trasladar de manera clara y en ocasiones divertidas el mensaje”, ¿el cine documental para que llegue a mayor público debe reinventarse, o tienes otra mirada sobre ese capítulo de la creación?

María Luisa Ortega: Yo creo que tiene que estar constantemente renovándose, porque algunas de las estrategias, como ha pasado también en el cine de ficción, que va sacando el documental de vanguardia en cada momento, vanguardia formal, vanguardia política si quieres, van siendo domesticadas por los medios de comunicación hegemónicos, de forma que en el momento en que quedan atrapadas en esas formas de contar en los discursos hegemónicos de los medios de comunicación perdemos nuestra capacidad de respuesta ante esas formas. El arte en general, y el cine documental en particular, es una forma artística y de creación que tiene la responsabilidad —o precisamente es eso lo que le agradecemos— de reinventar formas nuevas. En The Corporation aparecía un uso de las maquetas y, además, un estilo narrativo muy depurado para el tipo de temática que trabajaba. Y sí, tiene que seguir reinventándose para seguir conmocionándonos a nivel estético, en términos de percepción estética, y también, en términos de reflexión, de nuestra capacidad de pensar sobre lo real, y ahí es donde siempre los artistas han ido a la vanguardia de las sociedades, dándonos nuevas formas, distintas, y para eso hay que romper, por ejemplo, con todas estas formas de los documentales, más en primera persona. Sigue habiendo películas maravillosas, pero también hay algunas que ya no nos aportan nada, porque es un cine muy confesional. Ahora mismo tienes que estar pensando de nuevo en qué están haciendo internet o las redes sociales con la exhibición de la intimidad, entonces me parece que esa línea de un cine íntimo, intimista, tiene que estar dialogando y oponiéndose a esa exhibición que las redes sociales hacen del yo, esa construcción de avatares del yo. Ahí es donde van a estar, posiblemente, algunas de las rupturas que dialoguen con todo este nuevo ecosistema audiovisual en el que vivimos, de la inmediatez, etcétera.

Octavio Fraga: En algunas zonas de tu libro, utilizas el término “independientes” para hablar de esos documentalistas, de esas producciones, ¿realmente ese conjunto de cineastas que tú trabajas eran verdaderamente independientes?

María Luisa Ortega: Bueno, voy a decir algo antes, el cine documental, la tradición del cine documental no es la tradición de un cine independiente hasta los años sesenta. Las grandes películas de Alain Resnais, los documentales son documentales institucionales, pagados por instituciones; los de Joris Ivens y Flaherty lo mismo. Es decir, hasta los años sesenta lo que entendemos por documental no lo podemos asociar a un cine independiente. Es precisamente en los años sesenta cuando hay un conjunto de cineastas como los hermanos Maysles, por ejemplo, que salen de esta línea del cine directo, donde ellos crean su propia productora que sigue viva, y donde comienzan además a pensar sus películas en términos de un cine independiente, tanto en términos de producción como en el circuito de exhibición, para estos cineastas de los que hablo pues no me atrevería a tildarlos como tal. Lo que sí es cierto es que el primer largometraje de Michael Moore, se genera desde una productora muy chiquitita, cuando él sale de la televisión y tiene muy pocos recursos, ¿qué es lo que pasa? Es una película que tiene mucho éxito y la compra la Warner para su distribución, se ha pasado en tres sitios y ha sido un boom, y además, también hay algo que se cuenta en el libro, y ahí tomo datos de otros autores que lo tenían estudiado, lo que se empieza a ver a principios del siglo xxi es que tanto películas como documentales que se financian con muy pocos recursos, consiguen unos grandes réditos en taquilla y en el DVD, que entonces era un medio importante de ventas de casi todas las películas de las que hablo en el libro, en fin, que se podían comprar.

Claro, el problema es que en Estados Unidos siempre ha sido muy complicado hablar de cine independiente, por eso a veces se utilizan esas estratagemas de cine independiente pero dentro de la industria, autores dentro de la industria, etcétera. Tampoco me atrevería a, si cine independiente lo contraponemos a cine industrial. Estas películas no forman parte de un cine industrial, entonces claro, depende de qué sea el otro del cine independiente. O sea, qué entendemos por contraposición del cine independiente, si es el cine industrial. El cine documental siempre se ha movido en los márgenes de la producción industrial, pero algunos de los antecedentes de estos años, eran producciones para las televisiones públicas, pero la televisión pública en Estados Unidos es algo así como independiente, no sé si me estoy liando mucho en la pregunta.

Voy pensando sobre la marcha, pero ahí sí que utilizo esa etiqueta, porque sí la utilizaron algunos de los antecesores, algunos de los cineastas sobre los que trabajo, como Berlinger, por ejemplo, o Sinofsky, ellos se consideran herederos de los hermanos Maysles, de hecho. Hay cosas que trabajaron dentro de esta productora independiente, y reivindican un poco esa tradición que luego se ha difuminado. Obviamente, las películas que trabajaban estos dos cineastas, que son las dos partes de Paradise Lost, han terminado convertidas en series para plataformas, series documentales. Entonces, ahí ya estamos en otro universo donde la etiqueta independiente es muy difícil de aplicar. Pero pensemos de nuevo en el Festival de Sundance, el cine cuyo apellido es el del cine independiente, en ese momento, en estos años, un poco de los noventa y de los 2000, sí que se ve ahí un cine independiente porque es el que no premia la Academia de cine. Estas películas no son consideradas por la Academia, ni son nominadas a los Oscar ni los logran, mientras que la peli esta que citaba antes de America Dream, de Barbara Kopple, ella sí gana el Oscar, a pesar de ser un cine muy independiente en el sentido clásico de la palabra, y también crítico, quiero decir, una línea de cine social. Entonces bueno, para el caso del documental es una denominación muy interesante para pensar.

Octavio Fraga: Bueno, María Luisa. Primero, agradecido por tu libro, segundo, porque hayas aceptado esta conversación, este diálogo. Muchas gracias por tus palabras, ha sido enriquecedor, seguramente para la audiencia que nos ha podido escuchar, y seguimos en contacto.

María Luisa Ortega: Muchísimas gracias Octavio por este ratito de conversación tan agradable, y espero que quienes nos han escuchado o nos vayan a escuchar puedan disfrutar también un poco de esta conversación compartida.

Octavio Fraga: Bueno, como ya saben, esta entrevista ya está colgada en YouTube, en la página de Facebook de la Unión de Periodistas de Cuba, y próximamente será publicada, transcrita y editada en la página de la Unión de Periodistas de Cuba y en el blog cinereverso.org. Un abrazo desde Cuba.

María Luisa Ortega: Un abrazo para todos vosotros desde Madrid.

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El protagonismo de la comunidad en el documental etnográfico

Javier Expósito Martín, profesor de Antropología audiovisual y arqueólogo español

Por Octavio Fraga Guerra @CineReverso

Transcripción de la entrevista a Javier Expósito Martín, profesor de Antropología audiovisual y arqueólogo español, en el espacio Diálogos en reverso de la Unión de Periodistas de Cuba, realizada el 9 de febrero de 2022 en torno al tema: Del registro etnográfico al video antropológico compartido. Nuevos enfoques desde la antropología visual.

Octavio Fraga: Hola, buenas tardes, bienvenidos a otra edición de “Diálogos en reverso” como cada miércoles, a la una de la tarde hora de Cuba. Hoy estaremos conversando con Javier Expósito Martín, profesor de antropología audiovisual y arqueólogo español. Bienvenido Javier a este espacio de la Unión de Periodistas de Cuba. Es un honor y un placer tenerte acá, buenas tardes.

Javier Expósito Martín: Hola, buenas tardes, muchas gracias por la invitación, el placer es mío, es un honor para mi también estar con ustedes y compartir este rato.

Octavio Fraga: Bueno, como es ya dinámica de este espacio hacemos una breve presentación del invitado. Javier Expósito está desarrollando su doctorado en Historia, Antropología y Arqueología en la prestigiosa Universidad Complutense de Madrid. Pratica sistemáticamente la docencia y la investigación en temas propios de su labor profesional. Como creador audiovisual ha materializado más de veinte documentales etnográficos —que no es poco— y a la par, simultanea trabajos como arqueólogo en Chile, nación donde ahora desarrolla buena parte de su labor. Sus ensayos están incluidos en importantes revistas científicas de España, Chile y Perú. Bienvenido Javier una vez más.

 Javier Expósito Martín: Gracias.

Octavio Fraga: Nos hemos puesto de acuerdo en el tema, él lo ha querido titular “Del registro etnográfico al video antropológico compartido. Nuevos enfoques de la antropología audiovisual”. Un asunto que no envejece y que nos parece importante abordar. La primera, es una especie de pregunta base. ¿Cuál es tu visión sobre el uso de recursos audiovisuales desde una perspectiva funcional en la investigación antropológica?

Javier Expósito Martín: La historia de la antropología visual —también conocida como cine etnográfico— tuvo como principal objetivo el registro etnográfico. Los primeros antropólogos llevaron cámaras a diferentes lugares y registraron sobre todo bailes rituales, danzas, documentaron este tipo de comportamiento físico. Una vez que volvían a sus universidades —a sus centros de trabajo— estudiaban el registro que habían hecho. Para ellos esa labor era fundamental.

Estamos hablando de antropólogos de finales del siglo xix, así que la antropología audiovisual —como a mí me gusta llamarla, porque el audio sin dudas es muy importante también— empezó a desarrollarse hace mucho tiempo. No es de los últimos años con el boom de las imágenes o de la televisión. Los primeros antropólogos empezaron a utilizar las primeras cámaras Lumière recién se inventaron. Los hermanos Lumière inventaron, desarrollaron este tipo de cámaras cinematográficas, y algunos antropólogos empezaron a utilizarlas con este fin, sobre todo para el registro etnográfico.

Octavio Fraga: Se impone un paréntesis. Este Diálogo… está basado en un ensayo que escribió Javier titulado: “Antropología visual. Del registro etnográfico al cine compartido”. En una parte del texto afirmas: “Los antropólogos que incorporaron la cámara en su trabajo de campo a finales del siglo xix, lo hicieron con un propósito claro, documentar las pautas culturales de los pueblos que estaban extinguiéndose tras la colonización europea”. Pero ese ejercicio de documentar culturas, otras, se ha materializado también desde encuadres europeístas o anglosajonas. Yo te pregunto: ¿cómo resolver esa distorsión cultural, esa praxis en el trabajo de campo que nace en otras regiones y no siempre acierta en la investigación antropológica?

Javier Expósito Martín: Por ahí va en realidad el artículo, por hacer un repaso diacrónico de la historia de la antropología audiovisual, y ver cómo estos primeros antropólogos utilizaban las herramientas audiovisuales para el registro. Pero se quedaban en eso muchas veces, no había una relación con las comunidades porque básicamente lo que querían era tener el registro para posteriormente analizarlo. Por tanto, el trabajo antropológico con las herramientas visuales no se realizaba con las comunidades. Esto cambió, afortunadamente, con el paso del tiempo, y ahora lo que estamos proponiendo muchos antropólogos y antropólogas es trabajar con las comunidades de manera más horizontal, desarrollando talleres si en estas comunidades no se sabe utilizar las herramientas audiovisuales, para que aprendan a manejar las cámaras de video, las cámaras de fotos. No sólo para el trabajo antropológico que se está haciendo, sino que cuando el antropólogo o la antropóloga se vayan, ellos queden con ese saber y lo puedan poner en práctica por ellos mismos en las comunidades. Eso es lo que hicimos, por ejemplo, con unas comunidades quechuas en Cuzco, en los alrededores de la ciudad de Cuzco.

Octavio Fraga: Y de alguna manera, por tu experiencia, al hacer esas grabaciones o esas fotos estas quedan como memoria, congelas esos momentos que pueden perderse.

Javier Expósito Martín: Como decía Patricio Guzmán: Un país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotografías. Y los documentales sirven para hacer la memoria viva de una comunidad, de un país.

Octavio Fraga: Entonces, asumes al cine como un instrumento de comunicación audiovisual y como una forma de registro documental. ¿También desde otras miradas?

Javier Expósito Martín: Es increíble la cantidad de información que da; un simple fotograma o una simple fotografía es un elemento etnográfico de gran interés. Hay que tener en cuenta, siempre lo decimos, que la imagen, el frame, el cuadro, determina cuál es tu mirada. Porque estás eligiendo qué es lo que está dentro de ese encuadre y si encuadras algo es porque consideras que es más importante que lo que está fuera. Con lo cual, haces una interpretación cultural de tu trabajo de campo, seleccionas lo que crees que es más importante y crees que tienes que compartir y lo qué va a quedar reflejado en tu documental o en tu fotografía; entonces el registro es fundamental.

También hay que tener en cuenta que estas técnicas audiovisuales nos ayudan a conocer cómo viven, cómo sienten, cómo se relacionan los miembros de diferentes comunidades. Las tecnologías o las herramientas audiovisuales son perfectas, idóneas para registrar, para transmitir comportamientos, creencias y, sobre todo, para construir un conocimiento compartido. No es sólo que el antropólogo o la antropóloga aprendan de esa comunidad, sino que la comunidad también aprenda del antropólogo, del investigador que va allí y que el conocimiento sea compartido.

Estas herramientas audiovisuales, además, son perfectas para registrar el patrimonio tanto cultural como inmaterial. Para este último, son muy importantes. Por ejemplo, para una danza, un baile o un relato oral, ¿qué mejor que el audiovisual? Queda registrado y no dependemos de la memoria o del buen escribir del antropólogo o de la antropóloga que redacta lo que vio en su trabajo de campo. Con la herramienta audiovisual, con la cámara, lo tenemos ahí y vamos a poder compartirlo y difundirlo. Este es otro aspecto fundamental, el de difundir las culturas de otras comunidades. También, darles la posibilidad de mostrar cuáles son sus inquietudes, sus problemáticas, sus reivindicaciones. Todo eso lo podemos hacer con la herramienta audiovisual.

Octavio Fraga: Cuando te escuchaba me estaba acordando sobre un documental del que yo escribí hace unos meses: La sal de la tierra, de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado. Es un filme biográfico sobre el fotógrafo brasileño Sebastião Salgado.

Javier Expósito Martín: Sí.

Octavio Fraga: Que es un fotógrafo maravilloso.

Javier Expósito Martín: Sí.

Octavio Fraga: Y tú ves esas fotos de ese gran artista, que ha viajado el mundo entero. Lo que ha documentado Sebastião Salgado en toda su vida es excepcional y tiene que ver con eso sobre lo que tú estás reflexionando. No sé si conoces el documental.

Javier Expósito Martín: Sí, sí, conozco el documental, las fotografías son espectaculares. Hay que tener en cuenta también que cuando estamos registrando algo inmaterial como puede ser un canto o un relato oral, cuando lo grabamos y lo convertimos en un CD, este material lo estamos protegiendo, lo estamos conservando, lo estamos preservando, y lo podemos archivar. Son perfectos para conservar el patrimonio, y de alguna manera, este patrimonio inmaterial se convierte en algo material, en algo material en tu CD, que lo puedes difundir, lo puedes mover.

Octavio Fraga: Seguramente coincidirás conmigo en que el cine documental ha sido el mejor aliado, el mayor aliado, de la labor de los antropólogos. ¿Cuáles son las variables que apuntan a legitimar esa mirada?

Javier Expósito Martín: Claro. Hay que tener en cuenta cuándo se empiezan a hacer realmente documentales antropológicos. En los años treinta, Margaret Mead y Gregory Bateson, por ejemplo, hicieron el famoso documental Trance and Dance in Bali; ahí podemos empezar a hablar de un documental. Hay una estructura y un análisis de la imagen, pero hay que tener en cuenta que incluso Margaret Mead cuando hizo este documental, en realidad lo que estaba utilizando era las imágenes que filmó veinte años antes cuando solamente quería registrar. Fue veinte años después, ya en los años cincuenta, cuando recopiló ese material y le dio un sentido en el montaje y añadió su voz en off. Entonces ahí estamos, ya en los años cincuenta, y sobre todo antropólogos de Estados Unidos, se dieron cuenta del potencial que tenían estos documentales. Por una parte, para la difusión de sus documentales en la televisión de Estados Unidos, y, por otra, para sus clases en la universidad. Ellos utilizaban sus propios documentales para mostrarlos a sus alumnos, y servían como práctica para hacer trabajo de campo, o enseñar a hacer trabajo de campo desde las aulas. El valor del documental —a partir de ese momento— no ha parado de crecer, y lo que vamos viendo es la tendencia de hacer un documental con una mirada muy propia, centroeuropea también, muy positivista. Apuntaban hacia unas tendencias más colaborativas, de tener más en consideración la problemática o las demandas de las comunidades con las que se hacen los documentales. Para esto último el documental es muy valioso, tanto desde el punto de vista del antropólogo como para su investigación científica, como también desde el punto de vista de las comunidades.

Octavio Fraga: Como tú bien señalas en tu ensayo “Antropología visual. Del registro etnográfico al cine compartido”, el documental Nanook el esquimal de Robert Flaherty  —todo un clásico de la cinematografía universal—, el realizador de esta pieza pasa de la observación a la puesta en escena.

Javier Expósito Martín: Sí.

Octavio Fraga: Desde tu perspectiva como investigador ¿legitimarías ese segundo estadio, el de la puesta en escena?

Javier Expósito Martín: No, no. El gran acierto de Flaherty con este maravilloso documental —que es una pieza fundamental en la antropología audiovisual y que durante muchos años estuvo olvidado y de alguna manera marginado desde la mirada de la antropología—, fue que él se dio cuenta de que tenía que hacer puesta en escena. Pero, ¿qué significó en realidad la puesta en escena? Que pasó de hacer o intentar hacer un documental sobre Nanook a hacer un documental con Nanook, con su familia, y construyó cinematográficamente su vida. Lo que vemos en el documental de Nanook no es cómo era la vida de los inuit en ese momento en el que estaba Flaherty filmando, sino que con Nanook y con su familia hizo una reconstrucción de cómo era la vida de los inuit antes de la llegada del hombre blanco. Por ejemplo, ellos no cazaban con arpones, ya tenían rifles y cazaban la morsa con rifles; sin embargo, hay una secuencia famosa en la que vemos cómo Nanook y sus compañeros cazan una morsa con arpón. Evidentemente es mucho más trabajoso, pero eso se puede conseguir porque estás haciendo un trabajo colaborativo con los protagonistas del documental y porque saben el valor que va a tener el registro de esas antiguas costumbres, muchas de ellas ya desaparecidas.

Otro ejemplo clásico de puesta en escena es la construcción del iglú. Vemos una secuencia en la que Nanook junto a su familia están construyendo un iglú —la vivienda típica de los inuit— y es muy interesante porque lo que vemos en ella no es una secuencia clásica de antropología, en la que el antropólogo pone la cámara encima del trípode a una distancia prudencial y filma en tiempo real la construcción del iglú. Lo que vemos es un montaje paralelo, porque no sólo vemos cómo se construye el iglú, vemos cómo juegan los niños, vemos a la compañera de Nanook. Son diferentes secuencias que están ocurriendo a la vez que se construye el iglú, entonces nos está dando mucha más información, eso es puesta en escena.

También es muy famosa esta parte final en la que vemos a Nanook y a su familia desde dentro del iglú y cómo se están despertando a la mañana siguiente. Sabemos que esa secuencia se pudo filmar porque el iglú no se construyó entero, sino que se dejó a la mitad, porque si se construía de manera completa Flaherty no tenía luz suficiente para filmar dentro.

Entonces lo que estamos viendo ahí es claramente una puesta en escena, pero a mi modo de ver ofrece muchísima información, y muy rica. De otra manera, no podríamos tenerla guardada y verla. Sabemos que esto se le criticó mucho a Flaherty, y de hecho fueron olvidados de alguna manera sus trabajos durante mucho tiempo, hasta que cineastas franceses como Jean Rouch, por ejemplo, gente de la Nouvelle Vague, recuperó el trabajo de Flaherty y de Dziga Vértov.

Octavio Fraga: En tu trabajo hablas del método de colaboración participativa, sin dudas es algo diferente a lo que las anteriores escuelas de antropología han cimentado. Sé que es tu manera de abordar tu labor científica. Desde el punto de vista del resultado del trabajo audiovisual, del corte final, ¿qué le distingue de las anteriores experiencias en términos de estudios de campo del trabajo antropológico?

Javier Expósito Martín: Este tipo de cine etnográfico compartido lleva mucho tiempo haciéndose. Tú mismo me comentabas antes acerca de una experiencia que han tenido en Cuba hace unos años, como veinte años. En Brasil ha habido experiencias como Video nas Aldeias, de Vincent Carelli, como Terence Turner con los kayapo. En Chiapas, también ha habido a partir de los años noventa trabajos compartidos en los que se ha enseñado a las comunidades cómo utilizar las herramientas audiovisuales, las cámaras; se les ha enseñado cómo editar, y se ha hecho un trabajo compartido con ellos. Lo que estamos entonces proponiendo es precisamente ahondar un poco en ese trabajo, porque creemos que todo el mundo va a salir beneficiado, porque creemos que el trabajo antropológico va a ser más profundo y que las comunidades también van a salir ganando algo con este trabajo compartido. Aprenden a utilizar las cámaras, a hacer documentales, porque ahora mismo, hay muchísimas comunidades indígenas que saben utilizar las herramientas audiovisuales, pero igualmente se puede hacer ese trabajo compartido. Lo interesante es tener una estructura más horizontal de la que hemos tenido, en la que siempre el antropólogo o la antropóloga estaba arriba y las comunidades abajo; entonces se trata de democratizar un poco todo este proceso de investigación. Además, el resultado va a ser, como decía antes, más rico antropológica y visualmente.

Es interesante, por ejemplo, el trabajo de Pablo Mora en Colombia. De su investigación salieron tres documentales. Uno con la visión más de las comunidades indígenas: dura seis horas, un trabajo compartido de cincuenta y dos minutos, que es el tiempo más o menos que se usa para televisión, y otro con una visión más antropológica, por parte suya. Entonces ese trabajo compartido ya se está haciendo y yo creo que es en el que hay que seguir ahondando, siempre lo digo, teniendo en cuenta la opinión de la comunidad. O sea, la comunidad tiene que ser la que dé el visto bueno de manera consensuada a querer hacer un trabajo compartido con el antropólogo o con la antropóloga. Si la comunidad no quiere que se haga un documental sobre ellos, o no quiere hacer un documental etnográfico compartido evidentemente no se hace.

Octavio Fraga: Javier, ¿cuáles son los temas predominantes, reiterados, importantes, que distinguen a estos grupos de creación que me has citado? ¿De alguna manera están conectados entre ellos, hay intercambio de experiencias, de retroalimentación, de asesoría?

Javier Expósito Martín: ¿Desde el punto de vista antropológico?

Octavio Fraga: Sí.

Javier Expósito Martín: Dentro de la antropología son trabajos de campo para analizar diferentes comportamientos en comunidades; esto se tiene más claro en América o en Latinoamérica, que para hacer trabajo de campo no necesitas irte a un lugar remoto ni a una comunidad olvidada, sino que el trabajo de campo y la antropología audiovisual se pueden hacer aquí a la vuelta de la esquina.

Desde Europa, en ciertos lugares, aun se piensa que para hacer el trabajo de campo hay que ir a un sitio lejano. Los temas no varían, son claramente la investigación cultural, las tradiciones culturales, la cosmovisión, los modos de organización de diferentes tipos de comunidades. Lo que cambia es la perspectiva de cómo hacer este tipo de investigación

Octavio Fraga: Tú me hablas de una democratización de las decisiones, de la participación creativa, pero ¿cómo se resuelve esa pluralidad y esa horizontalidad en el proceso de la creación de los trabajos antropológicos en que tú has participado, cómo se desarrolla?

Javier Expósito Martín: ¿Te refieres a la etapa de edición y montaje o a todo el proceso?

Octavio Fraga: A todo el proceso, porque ahí tú nos cuentas que hay una horizontalidad, una democratización de los procesos, supongo que en las diferentes etapas de realización, de investigación de campo incluida, pero ¿quién decide, si es que alguien decide?

Javier Expósito Martín: Claro, ese es el reto en realidad, el cómo llevar eso a la práctica. Creo que, por así decirlo, si tuviéramos que seguir unos pasos lo primero sería llegar a la comunidad, plantear, debatir, consensuar la realización de un audiovisual etnográfico con la comunidad o con los grupos humanos indígenas o no indígenas, o de la ciudad con los que quieras realizar la investigación, mediante este procedimiento de cine compartido.

Puede ser que ellos se reúnan y consulten a sus autoridades ancestrales de diferente manera, pero creo que lo primero es plantear esa posibilidad a la comunidad y que ellos decidan. A partir de ahí, si se llega a un acuerdo, elaborar con la comunidad un plan de investigación acerca de qué temas podemos investigar. Ellos seguramente van a tener unos temas que para ellos son muy importantes y les gustaría trabajar en ese sentido. El antropólogo a lo mejor tiene otros. Igual, llegar a un punto de acuerdo y poner sobre la mesa los diferentes temas para elegir un plan de investigación y un diseño de pre-producción del audiovisual. Evidentemente todo esto requiere un trabajo de campo intensivo, tienes que estar trabajando con la comunidad un tiempo, que te conozcan, que tú les conozcas, que haya un proceso de empatía también. Si la comunidad no sabe utilizar las herramientas audiovisuales, que el antropólogo o la antropóloga dé talleres de manera gratuita, para enseñarle cómo se utilizan las cámaras, cómo se edita y, claro, cuando estamos hablando de cómo se edita no sólo se trata de qué teclas tienes que tocar, sino de cómo mentalmente te imaginas el guion de tu documental. Ahí empieza a haber diferencias, se van viendo más diferencias entre la mirada del investigador, que seguramente va a tener una mirada de cine, vamos a decir tradicional, o más europea, o más estadounidense, y la mirada que tiene cada pueblo de cómo cuenta las historias.

Octavio Fraga: Has llegado a un punto que me interesa; es decir, ese es un punto muy importante porque ahí puede haber un choque de trenes, por decir una frase típica.

Javier Expósito Martín: Claro.

Octavio Fraga: ¿Cómo resolver eso?, porque de alguna manera te pregunté al principio sobre esa mirada anglosajona, europea, y ahora estamos en otra fase que tú nos explicas que me parece maravillosa, pero eso tiene una concreción práctica.

Javier Expósito Martín: Claro, yo creo que puede ser complicado, pero lo bonito en realidad, que como antropólogo llegues a entender cuál es la forma de mirar y cuál es la forma de contar historias de esa comunidad. Si lo consigues, es que realmente estás haciendo un buen trabajo de campo, porque lo que no puedes hacer es ir con tu mirada occidental con la que a lo mejor sólo ves cuadrados y ellos tienen círculos. Así no va a encajar.

Octavio Fraga: Claro.

Javier Expósito Martín: Entonces ahí está el trabajo de campo y ahí está también el reto de entender, de intentar entender cómo es la cosmovisión de esa comunidad. Ellos también, con el contacto que van a tener con el antropólogo, van a aprender cuál es la mirada, y entonces se puede llegar a un acuerdo. Pero lo que planteo es intentar entrar en ese juego, como decía Jean Rouch cuando metía la cámara en pleno ritual, como vemos en Los maestros locos. Se trata de entrar en el juego, plantearlo y ver qué pasa. Lo hacemos con la cámara porque es nuestra herramienta; como antropólogo audiovisual mi herramienta de trabajo es la cámara. Entonces vamos a plantear que entramos en un juego en el que vamos a utilizar la cámara para contar diferentes historias, y esto se puede resolver llegando a un acuerdo, o haciendo diferentes documentales, como decía antes de Pablo Mora. Pero yo creo que cuanto más entendamos cuál es la cosmovisión del otro, más fácil va ser el trabajo audiovisual compartido. Ese es el reto también.

Octavio Fraga: Sin dudas. Hay una pregunta que te tenía guardada, que me interesa subrayar referente al tema de los contextos. Cuando se hace un trabajo de campo, una investigación etnográfica audiovisual, a veces los realizadores de documentales, que no son necesariamente antropólogos, obvian el contexto ¿Qué importancia le das y cómo resuelves este capítulo en tu labor científica?

Javier Expósito Martín: El contexto siempre es fundamental, porque no puedes analizar un tema, o es totalmente erróneo intentar investigar un tema sin tener en cuenta el contexto, todo el contexto en realidad, sea cultural, político o de dominación; siempre hay que tener en cuenta el contexto. Si no tienes claro qué es lo que te vas a encontrar o qué te puedes encontrar, seguramente vas a fracasar o va a ser más complicado hacer tu trabajo, entonces lo importante no es sólo decir: “Vengo a investigar cómo es la tradición del ritual”, sino enmarcar dónde, cómo, cuándo se celebra ese ritual, si antes se realizaba de una manera y ahora de otra, por qué; si lo utilizan, si lo desarrollan hombres, mujeres, quién puede participar, todo el contexto: si antes se podía hacer libremente y ahora por un tema político no se permite y se tiene que hacer de forma clandestina, entonces todos estos elementos hay que tenerlos en cuenta. Sin dudas, son super importantes.

Octavio Fraga: Tú y yo, que somos profesionales del audiovisual, sabemos que el proceso de edición, como ya dijimos al principio del diálogo, implica editar, discriminar, obviar imágenes, ¿tienes algún principio, alguna regla intocable en el proceso del montaje?

Javier Expósito Martín: Sí, como dices, el momento de la edición es un momento fundamental, se puede comparar con el momento de la escritura. Tienes que plasmar tus investigaciones. Para mí también es un momento mágico. Jean Rouch hablaba del cine trance, de este cine en el que tanto el etnocineasta, el investigador que lleva la cámara en la mano, como los participantes de un ritual o de cualquier actividad pueden entrar en trance, y este trance es compartido. El que lleva la cámara, como los participantes de un ritual en la comunidad, puede llegar a entrar en ese trance mientras está mirando.

Cada vez lo tengo más claro, se podría hablar de una edición trance, cuando en el momento en el que estás editando entras en una especie de trance y las imágenes empiezan a fluir por tu cabeza y empiezas a plasmarlas en el time-line del programa de edición. Claro, para esto ya sabemos que hay que tener un mínimo guion estructurado —aunque sea por partes— de cómo vas a construir el documental. Pero dentro de esas partes, sí creo que se puede dar esta especie de trance en el que de alguna manera las imágenes fluyen y te van llegando, y vas construyendo el documental gracias a estas imágenes que te surgen.

También me estoy acordando ahora de algún documentalista que hacía una semejanza entre el documental final y una talla en madera terminada. El escultor tiene la figura final que ha tallado, pero al principio tenía un tronco, y en su imaginación la imagen de la figura final de esa talla. Lo que tiene que hacer es ir quitando trozos del madero para dejar la talla final. Este documentalista me decía que algunas veces veía el documental ya en su cabeza, entonces lo que tenía es que ir haciendo como el escultor, ir eliminando las imágenes que no le servían para dejarlo en ese documental que ya tenía en su cabeza. Y esto también le pasaba un poco a Jean Rouch, porque cuando él dice que mientras estaba filmando ya estaba construyendo el documental en su cabeza, así estaba adelantándose a la etapa de montaje o de edición. Aunque sabemos que esta etapa es totalmente creativa, y dicha magia y puede cambiar lo que en principio tenías planeado.

Octavio Fraga: Citas en tu texto sobre esta experiencia de colaboración participativa que el resultado final del trabajo va a la comunidad “fotografiada”, ¿qué pasa en ese momento? ¿hay pluralidad de opiniones, divergencias, puestas de acuerdo? ¿cómo es ese colofón? Es muy importante saberlo.

Javier Expósito Martín: En realidad volvemos nuevamente a Flaherty y a Nanook, a lo que hizo Flaherty con Nanook, quien inició esta antropología compartida (un documental con Nanook no sobre él) que recuperó Jean Rouch,  y que también puso en práctica Jean Rouch. Se trata de crear un fill back con la comunidad a través de las proyecciones. Entonces Flaherty mostraba las proyecciones a Nanook y allí se iban consensuando y se iban viendo los posibles cambios o las siguientes secuencias. Lo mismo hizo Jean Rouch. Es famosa aquella secuencia de la cacería de hipopótamos en el documental sobre el Gran Río, en Níger, en la que Jean Rouch estaba filmando una cacería de hipopótamos y va en su barquito, en su kayak junto con gente de la comunidad, les acompañaba mientras les filmaba esta cacería de hipopótamos. Él montó esa secuencia y, como hacía en otras ocasiones, se la mostró una noche a todos reunidos, a la comunidad. Normalmente a la comunidad le gustaban estas secuencias ya montadas por Jean Rouch, pero en este caso no fue así. Cuando volvía a ponerla y escuchaba murmullos, que preguntó qué pasaba, por qué no les gustaba. La gente de la comunidad se lo explicó. El problema estaba en la música. Cuando Jean Rouch hizo el montaje de la cacería de hipopótamos, le añadió una pista de audio, una música que él había filmado unos días antes con esa misma comunidad. Pero resultó que los participantes dijeron que cuando se va a cazar hipopótamos tiene que haber completo silencio porque si no los hipopótamos escuchan la canción, la música, y huyen.

Octavio Fraga: Qué bien.

Javier Expósito Martín: Y por eso no les estaba gustando. Jean Rouch les dijo: “No se preocupen”. Y en el documental se escucha un poquito de la música, pero en el momento que van a cazar al hipopótamo la elimina, para que el hipopótamo no pueda escuchar la música y huir. Posteriormente vuelve con música. Esa es la importancia del fill back, de esta antropología compartida a través del audiovisual, de crear un documental teniendo en cuenta la opinión de la comunidad y de crear esos lazos que tan importantes son, siempre que vamos a hacer un trabajo etnográfico.

Octavio Fraga: Estos trabajos que tú has hecho, Javier, vamos a pensar que los hayas podido llevar más allá del espacio de filmación, de la presentación en la comunidad, a otros escenarios, digamos, académicos, universitarios, o de televisiones públicas o privadas ¿Qué recepción ha tenido, qué mirada ha habido sobre esos trabajos desde el punto de vista crítico, de reflexiones científicas? ¿cuál ha sido el resultado de tu labor?

Javier Expósito Martín: Para mí son relevantes los que puedan aportar a las comunidades, como los trabajos que hicimos con el Museo Afroperuano en Zaña, en el norte del Perú. Zaña es un pueblo con raíces afro; los colonizadores españoles llevaron esclavos africanos allí para trabajar la caña de azúcar y ha quedado una herencia afro. Entonces con este museo comunal afroperuano estuvimos registrando cómo recuperaban instrumentos musicales que habían utilizado estos descendientes de esclavos africanos.

Fue muy interesante, hicimos pequeños videos de cada uno de los instrumentos cuando los estaban reconstruyendo, los editábamos y los subíamos a YouTube para compartirlos rápidamente. Entonces cuando volvíamos a la comunidad y hablábamos con los jóvenes —porque sobre todo eran jóvenes zañeros los que participaban de estos talleres de reconstrucción de instrumentos—, veíamos cómo su orgullo y recuperación de su identidad afro iba subiendo. Cada vez que íbamos sentíamos que ellos tenían más autoestima, que no se sentían inferiores al criollo o al limeño, y que cada vez más estaban con más ganas y más orgullosos de su herencia y de su música, y querían aprender a tocar los instrumentos, y querían bailar con la música de esos instrumentos, y querían compartir estos videos que subíamos a YouTube, y les hacía mucha ilusión cuando sus familiares de Lima o de otras partes del Perú les decían: “Os hemos visto, y qué contentos estamos de que os hemos visto en estos videos, y que vemos que estáis haciendo instrumentos”. Ellos seguían las visitas que tenían los videos en YouTube.

Ese fue un proceso que nos pilló un poco por sorpresa, fue muy bonito ver en la realidad —no que alguien te lo cuente— cómo la autoestima, la recuperación de la identidad opacada, oprimida, olvidada, sale a relucir, y ese es un aspecto muy bonito al hacer documentales etnográficos. Y yo valoro más que un documental lo pasen en una televisión o un espacio así.

Octavio Fraga: Lo que me estás contando me parece maravilloso, fíjate, y no me había percatado de ese efecto en la propia comunidad, pero insisto: ¿estos materiales que tú has realizado han tenido algún tipo de presencia en los llamados espacios de cultura occidental? ¿cuál ha sido su impacto? Porque tú y yo coincidimos que hay una mirada —en Cuba decimos colonizadora— de la cultura, otra. ¿Estos materiales han tenido alguna contribución a ese cambio de mirada?

Javier Expósito Martín: El impacto en grandes medios, o en televisiones, o mediales es nulo o prácticamente nulo, teniendo en cuenta que, por ejemplo, en España, este tipo de documentales no interesa. Allí lo que interesa es otro tipo de programas de televisión basura, básicamente. Entonces, intentar hacer un tipo de cine etnográfico o antropológico aspirando o teniendo ese afán de que los grandes medios o cines lo pongan es perder el tiempo. Yo voy por otro lado, no me interesa tampoco mucho eso, doy por perdida esa batalla. Lo que me interesa es el otro lado. Por ejemplo, cuando estaba en Madrid hicimos un documental sobre un centro social ocupado, sabíamos que un documental en el que un grupo de jóvenes están ocupando una casa que está vacía, y lo hacen para denunciar el sistema criminal capitalista, evidentemente no iba a tener una repercusión dentro de las estructuras mediáticas de España. Pero eso nos daba un poco igual; lo que sí nos interesaba es hacer proyecciones por diferentes centros sociales ocupados de Madrid u otras partes del estado y generar debates, e intentar que la gente entendiera porqué se estaba ocupando.

La gente que no ocupaba no entendía mucho por qué se ocupaba, y entre los que ya estaban dentro de ese mundo se generaban debates y otras posibilidades de cómo organizarse y cómo ir tejiendo redes para que el movimiento siguiera avanzando. En Madrid, desde el punto de vista más de América, de ir haciendo un trabajo con las comunidades, y apoyarlas a preservar su cultura y a que su identidad se vea reforzada también con la ayuda de las herramientas audiovisuales.

Octavio Fraga: Bueno, Javier, yo te agradezco tu presencia aquí en “Diálogos en reverso”, reitero, un espacio de la Unión de Periodistas de Cuba, todos los que estamos acá te agradecemos mucho lo que nos has aportado, y te impulsamos a continuar tu labor, que nos parece muy importante.

Javier Expósito Martín: Como les comenté anteriormente, para mí es un placer, es un honor estar con ustedes, y sobre todo estar con gente como es la cubana, a la que respeto y admiro desde hace mucho tiempo. Realmente espero poder ir algún día allí, para mí es un referente, siempre lo ha sido Cuba, agradecerles y darles ánimo también en su lucha, y a continuar.

Octavio Fraga: Bueno, ha sido Javier Expósito Martín, realizador audiovisual y antropólogo español. Gracias reiteradas para ti, y los esperamos el próximo miércoles a la una de la tarde, como siempre, en otra emisión de “Diálogos en reverso”. Gracias, Javier.

Javier Expósito Martín: Gracias a ustedes, cuídense, que estén muy bien, y saludos a todos, chao.

Octavio Fraga: Un abrazo grande.

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Las multinacionales tienen un camino más fácil en países con gobiernos neoliberales

José Manzaneda. Periodista y cineasta vasco

Por Octavio Fraga Guerra @CineReverso

 Transcripción de la entrevista a José Manzaneda, periodista y cineasta vasco, en el espacio Diálogos en reverso de la Unión de Periodistas de Cuba, realizada el 26 de enero de 2022 en torno a su documental El segundo desembarco. Multinacionales españolas en América Latina.

Octavio Fraga: Hola, bienvenidos a otra edición de Diálogos en reverso, un espacio de la Unión de Periodistas de cuba. Como habíamos anunciado previamente tenemos a otro gran invitado esta semana, José Manzaneda, periodista y cineasta vasco. Bienvenido José, buenas tardes desde La Habana, Cuba.

José Manzaneda: Un honor estar con todos vosotros y vosotras, con la gente de Cuba, con la buena gente.

Octavio Fraga: El Diálogos de hoy es un mestizaje entre el título del documental, y a la vez el tema. Vamos a platicar sobre un documental que realizó Manzaneda en el año 2010, que mantiene total vigencia. Se titula El segundo desembarco: Multinacionales españolas en América Latina.

Se impone presentar —más al detalle— a Manzaneda. Además de periodista y realizador audiovisual, es coordinador de Cubainformación, una web que apuesta por la defensa de la Revolución cubana, bien conocida entre nosotros en la isla. Por supuesto, les estamos muy agradecidos por su permanente labor en defensa de nuestro proyecto social y político. Nuestro invitado es autor del libro Cuba, verdades y mentiras, del que ya circula una segunda edición. Es autor de decenas de guiones acerca del tratamiento informativo sobre Cuba. Y, además, colabora como analista internacional en los informativos de los canales televisivos internacionales Russia Today e Hispan TV. Como realizador y guionista cuenta además con un sustantivo currículo enfocado en el campo de la sensibilización y la educación para el desarrollo materializado en organizaciones como Paz con Dignidad, Reas, Unicef, Ekologistak Martxan o Alboan. En su abultada labor como creativo audiovisual se incluyen series educativas sobre cooperación, voluntariado, derechos humanos y medios de comunicación.

José Manzaneda: Muchas gracias, Octavio.

Octavio Fraga: ¿Qué te inspiró hacer esta pieza cinematográfica?

José Manzaneda: El segundo desembarco. Multinacionales españolas en América Latina, realmente fue un encargo de la Organización Paz con Dignidad. Es una ONG de izquierda española que tiene un lugar, un proyecto —de muchos años— que se llama OMAL, es el Observatorio de Multinacionales en América Latina. Se dedica, básicamente, a monitorear los impactos que tienen en la economía, en la soberanía, en el medio ambiente, en la salud de los pueblos de América Latina, la presencia de multinacionales no solamente españolas, también las canadienses, las estadounidenses, las inglesas, las de otras naciones.

En aquel momento, Paz con Dignidad habló conmigo, pues llevo muchos años haciendo documentales de temáticas sociales y políticas, y realmente yo también tenía muchas ganas de abordar el asunto de los impactos de las multinacionales tras un proceso de neoliberalismo intenso, puro —o casi puro— en América Latina en los años noventa, y transmitirlo de la manera más sencilla y pedagógica posible. Para que este documental fuera una especie de herramienta educativa y utilizarlo en proyecciones de pequeño formato, en las escuelas, en los festivales y en las salas cines.

El documental trata de reflejar qué produce en las sociedades latinoamericanas la presencia de multinacionales, sus efectos negativos. Una inversión extranjera sin respeto a la soberanía de los pueblos y de los países y sus consecuencias. Porque la inversión extranjera no tiene por qué ser mala, al contrario, yo diría que es muy necesaria para los países del sur global, como es el caso de Cuba, por ejemplo, que está tratando de acercar la inversión porque es una forma de sobrevivir su economía, de tener un poco de motor. Pero no es lo mismo hacerlo de una manera neoliberal, abriendo las puertas de tu casa para que hagan lo que quieran, que hacerlo con las normas soberanas de un país —como es el caso de Cuba—. Esto, por supuesto, tiene una gran complejidad y no lo voy a resolver en un análisis sencillo y corto, pero, de alguna manera lo que tratamos era de mostrar ese contraste, entre una vía abierta libre al mercado, y las posibilidades de ponerle ciertas cortapisas soberanas a ese capital.

Octavio Fraga: Para la realización del documental apelas, como recursos cinematográficos distintivos —en primer lugar— al testimonio. Muchos e importantes testimonios de mucha gente que le da riqueza al filme. En segundo lugar, te apropias de materiales de archivo y elementos simbólicos asociados a las multinacionales. No menos importante resulta la ficcionalización como herramienta para distinguir el tema de la desinformación. ¿Apelaste a estos recursos porque pensabas, o piensas, que había un desconocimiento del tema en España y en buena parte del mundo?

José Manzaneda: Hay un desconocimiento absoluto del tema y todos los materiales que se hagan en este sentido son buenos, en cualquiera de sus formatos. Es cierto que hay que utilizar los formatos de pegada más rápida, o formatos más sencillos explicando las cosas como un abc, porque existe muy poca cultura política en general y existe muy poca información sobre la penetración del capital —en este caso del capital español— en los años noventa en América Latina. Incluso existen grandes mitos, como existían en aquel momento en esos países de América Latina donde se implantó ese capital —desde Argentina hasta Colombia— como que todo es bueno. Esto tuvo graves consecuencias en materia de soberanía, en materia de medioambiente y de derechos laborales; incluso en materia de derecho a la vida. En el caso de Colombia es claro, donde hay una relación directa en algunos casos, y no pocos, entre las masacres y los asesinatos de líderes sindicales con la implantación de determinadas multinacionales o capital extranjero en ciertas zonas del país. Eso ocurría en aquel momento y sigue ocurriendo ahora ¿Por qué? Entre otras cosas porque Colombia sigue con un modelo neoliberal que capta mucho capital extranjero. Este capital extranjero, indudablemente, a nivel macro, tiene una incidencia positiva en la economía, crea crecimiento en algún aspecto, pero también crea enormes desigualdades e impactos en la vida social, económica, política, y en los derechos humanos de una parte importante de la población de este país.

Octavio Fraga: Hablemos del recurso de la ficción. Hay dos actores que utilizas en el filme documental que recrean el mundo interior de los grandes medios de comunicación y su mirada sobre el tema, no voy a decir distanciada, más bien crítica, revelándose como un destaque muy importante en el documental. ¿Existe una complicidad entre los medios de comunicación y las multinacionales en torno a ese discurso del éxito que supuestamente tienen?

José Manzaneda: El guion es mío. Paz con Dignidad y la OMAL me dieron libertad plena en la escritura del guion, y además coincidimos en los objetivos. Yo quería resaltar, sobre todo, el papel de los medios de comunicación. No solamente porque esos medios de comunicación son otra multinacional más que entra en juego en los países de América Latina con una incidencia notable, sino porque sirve también de factor de justificación y legitimación ideológica de esa penetración del capital tanto en España como en los países que la implantaron. Estamos hablando de grupos como Prisa, ligados a lo que han llamado socialdemocracia y a otros grupos más vinculados a la derecha clásica española. Pero en cualquier caso son grupos mediáticos que se implantan en países como Colombia o Argentina ligados a veces a otras estructuras empresariales. Puede ser la telefonía, que se privatiza en esos países, u otros sectores empresariales que actúan como arietes justificativos. Desarrollan una actividad empresarial sin freno del capital español, y también como justificación del origen. Cuando hablamos de origen, tenemos que remontarnos precisamente a de dónde viene ese proceso de implantación de estas multinacionales españolas en los años noventa. Viene de un proceso de privatización en España donde empresas como Telefónica, que eran estatales, son privatizadas y se convierten en empresas expandidas en los países de América Latina. Son ganadores de ese proceso de privatización en la telefonía de determinados países y se quedan con la concesión de esos sectores estratégicos. Reitero esto porque a partir del control de dichos sectores estratégicos se controlan las decisiones políticas, las propias relaciones internacionales y el papel que tienen los gobiernos en decisiones frente a terceros países. Esos gobiernos, que han permitido la entrada de un capital sin freno y sin leyes prácticamente y con una legislación fiscal absolutamente laxa, flexible, es lógico que luego se plieguen a los intereses políticos y a las decisiones que se toman en los países más poderosos. En aquel momento, plegados a las decisiones y a los intereses del gobierno español, pero también —y sobre todo— a las decisiones y a los intereses del gobierno de los Estados Unidos, que también tiene su propio proceso de implantación de sus multinacionales en América Latina.

Octavio Fraga: Tú eres un experto en desmontar desinformación. Bien sabes que estamos en la era de las fake news, de los bulos. Volviendo al tema de las multinacionales, ¿cómo se articulan las Multinacionales españolas y los medios de comunicación en este terreno?

José Manzaneda: Yo creo que hay un elemento común, y es que estos medios de comunicación que acabamos de mencionar no solamente son parte de ese entramado empresarial que comparte intereses con esas empresas que se implantan en los países de América Latina, sino que también dependen económicamente de la publicidad de esos sectores o de esas empresas. Medios de comunicación y grandes sectores económicos, desde la banca hasta la telefonía, consultoras y otra serie de empresas de sectores que comparten intereses y por supuesto una ideología capitalista, liberal. Esta sirve precisamente para legitimar toda su actuación, para legitimar además la lucha permanente contra cualquier intervención del estado en esos países, que pueda lesionar, entre comillas, sus intereses. Que les pongan más impuestos, que les pongan determinadas medidas medioambientales que en sus países de origen tienen que cumplir, pero no en los países en los que se implantan. Eso lo hemos visto en momentos muy concretos de una manera salvaje. Es el caso, por ejemplo, cuando el gobierno de Bolivia decidió nacionalizar sus recursos naturales, pues hubo una feroz campaña de desinformación por parte de toda la estructura de medios de comunicación españoles en defensa de los intereses de Repsol (aunque no lo decían así) que ganaba, por ejemplo, un cuarenta por ciento o lo que fuera. Resulta que de la noche a la mañana dejó de ganar tanto y empezó a ganar la mitad o una tercera parte. Esa fue una decisión trascendental y soberana de un gobierno. Años después consideraron que era el momento y dieron el zarpazo —el golpe de estado de 2019— que no fue más que un ajuste de cuentas o un intentar revertir las cosas para ir hacia el momento anterior, a 2006, que es cuando se produce aquella nacionalización. Pues los medios de comunicación han jugado un papel esencial en generar fake news, o simplemente silenciar las cosas y potenciar determinadas realidades que igual son anecdóticas y las convierten nuevamente en el motivo principal de una noticia, de un reportaje, o de toda una campaña de desinformación en el tiempo.

Y hoy en día sigue un poco la misma tónica. Todo lo que un gobierno de América Latina tome o apruebe leyes y medidas que afecten un poquito los intereses de una empresa española, pues automáticamente se generan noticias que demonizan a ese gobierno en relación con esa empresa. La opinión pública española se lleva a su mente que ese gobierno es muy malo y por lo tanto lo que hace en materia de legislación frente a los intereses de esas empresas españolas también es malo.

Octavio Fraga: En tu documental se avista una fortaleza, la riqueza de expertos que protagonizan. Todos convergen en un punto —a mi criterio es el tema—, la privatización como pilar inviolable que legitima el discurso de las multinacionales ¿Crees que es el único?

José Manzaneda: Es el punto digamos, de inicio, de todo un proceso neoliberal. El neoliberalismo lo legitima a comienzos de los años noventa, incluso un poquito antes en algunos países. Lo deciden gobiernos autoritarios. Por ejemplo, en la etapa previa a la explosión del neoliberalismo, el país vanguardia fue Chile con la dictadura sangrienta de Augusto Pinochet. Pues el primer elemento fue privatizarlo todo o casi todo, excepto el ejército y la policía. La represión y el poder del monopolio de la fuerza era del estado, todo lo demás debía ser privatizado salvo aquello que no podían hacerlo porque la contestación popular era demasiado fuerte. Esa privatización fue la manera en que los funcionarios de esos gobiernos —muchos de ellos también vivían del sector privado, hay que recordarlo— tenían fuertes intereses ligados a empresas de sus países, y para eso están además las puertas giratorias, que siempre funcionan. Hablo de los funcionarios que después acaban en los consejos de administración de las empresas privadas de sus países o de los países inversores. Digamos, deciden privatizar un montón de empresas, y curiosamente en esos momentos algunas empresas que habían sido privatizadas en España son las que se implantan y recogen las cenizas de la destrucción de esas empresas públicas ahora privatizadas y las convierten en una sucursal de sus empresas matrices, la privatización no solamente de las empresas sino de todo. La privatización de todos los elementos de la vida, como ha sido la privatización del agua, incluso de los ríos. Todo eso lo hemos visto y lo seguimos viendo en muchos países de América Latina donde se nos dice que al pasar al sector privado absolutamente todo va a funcionar mucho mejor.

Desgraciadamente, o afortunadamente, algunos pueblos de América Latina se han dado cuenta de que todo esto era una absoluta mentira y que el sector privado indudablemente tiene algunas ventajas en algunos aspectos y bajo determinadas normas, pero realmente en el contexto general se produce un enorme desastre tras un proceso integral de privatización. Todo eso tuvo después una vuelta, vamos a decir de péndulo, vino luego el ciclo progresista en América Latina que es una respuesta precisamente a toda esa década neoliberal.

Octavio Fraga: Te pongo en la piel de esta pregunta ¿Atacar a una multinacional, denunciarla, encararla de muchas maneras, es atacar un capital simbólico del estado español?

José Manzaneda: Sí lo es, porque detrás de estas empresas, o defendiendo la imagen de estas empresas, no solamente están sus departamentos de imagen, de relaciones públicas, de marketing, está también todo el complejo de medios de comunicación españoles que viven de la publicidad de esas empresas. Algunos de estos medios son del accionariado de esas empresas o al revés y en cualquier caso comparten una misma visión del mundo y una misma visión de lo que tiene que ser la marca España. América Latina es, digamos, la región de influencia, o ha sido una región de influencia del capital español durante varias décadas por motivos históricos evidentes.

Criticar a las multinacionales es peligroso siempre y cuando tengas un cierto altavoz para hacerlo, pero el problema es que no lo hay. Hacer un documental, hacer cuatro mil videos sobre los impactos de las empresas españolas en América Latina no te garantiza que te lo van a poner en una televisión, jamás vas a llegar al gran público. Entonces, ellos están cómodos con la crítica, el elefante está muy cómodo cuando el ratón le está tratando de morder el pie, porque realmente no hay una posibilidad de hacer una crítica pública y este documental jamás se va a poner en los grandes medios de comunicación, ni tampoco en la televisión pública española, donde supuestamente tiene que haber un poquito más de libertad o de pluralidad.

Cuando tú me preguntabas por el guion y la ficción que utilizamos en el documental, en él aparecen una periodista y su jefe de redacción. Ella, con una cierta ingenuidad, le dice que por qué no van a poner este documental que le ha llegado. Fíjate lo que pasa en América Latina con las multinacionales, es un desastre y realmente es un tema de derechos humanos, y creo que el público nuestro debe conocerlo. Él automáticamente le dice: “nosotros vivimos de la publicidad, vivimos de estos señores tan malos, entonces no lo vamos a poner de ninguna manera”. Y esto, que puede parecer un poco bufonesco, es la puñetera realidad. Así son las cosas, quizás con periodistas menos ingenuos, los periodistas contratados, pues son contratados porque piensan igual que sus jefes y si no piensan igual pues se callan, actúan con una gigantesca autocensura en cualquiera. En los grandes medios de comunicación españoles jamás verás un trabajo crítico, verdaderamente crítico, sobre las empresas y los impactos que ha tenido la inversión extranjera española, en este caso, en América Latina.

Octavio Fraga: De alguna manera ya me respondiste una de las preguntas que tenía, pero igual la abordo. ¿OMAL, que es la productora de tu documental, intentó ponerlo en alguna televisora nacional, regional o local de España? ¿Qué pasó con tu documental en este sentido?

José Manzaneda: Soy consciente de que se intentó. Por mi parte, también hice intentos de que se pusiera en algunas televisoras, a toda se les ofreció, no hubo respuesta. Tampoco te dicen que no, simplemente te dicen que no callando la respuesta. Este documental puede ser televisado en un pequeño local, una pequeña emisora local, como fue el caso de Tele K, en Vallecas, pero no dejan de ser canales alternativos. Son espacios importantes, igual que poner hoy un video que producimos en YouTube, pero sabemos que ese en el conjunto del maremágnum de la desinformación y del control que tienen de las producciones informativas, los grandes medios de comunicación. Aunque, tenemos que seguir haciéndolo y tenemos un papel que cumplir ahí. Sobre todo, buscando un público que ya es crítico, un público que a lo mejor no está del todo informado, pero tiene una alta desconfianza en torno a los medios de comunicación. A ese público hay que servirle materiales, información, documentales. En este caso, que les formen y que les informen sobre lo que ocurre para que precisamente sea una especie de correa de transmisión de esa información. Pero los grandes medios de comunicación jamás van a poner un trabajo de este corte.

Octavio Fraga: Al principio me hablaste —me parece importante tocarlo— sobre el vínculo de las multinacionales con el paramilitarismo, sobre todo en Colombia. Me interesa que profundices un poco sobre cómo es esa relación ¿Cómo se articula el vínculo de las multinacionales con el paramilitarismo, y por supuesto, los gobiernos?

José Manzaneda: El caso de Colombia es emblemático, por muchas razones. Uno no sabe si reír o llorar cuando escucha que en países como Cuba hay represión, que en Colombia fueron asesinados ciento cuarenta y cinco líderes sociales el pasado año. Setenta y dos mil personas desplazadas de sus hogares por violencia. Han habido sesenta muertes, aproximadamente, desde el inicio de las protestas sociales en abril, sesenta muertes por represión policial la inmensa mayoría.

Colombia es un país violento porque hay una estructura social violenta o violentada por factores sociales, por enormes desigualdades y, precisamente, por una estructura neoliberal que le ha dado un poder desmedido al capital interno, al capital nacional, a la oligarquía colombiana y también al capital transnacional, en algunos casos muy ligados unos con otros. En algunos lugares del país, donde caen líderes sociales, donde son asesinados, ¿son asesinados por quién?, pues por terratenientes, por paramilitares a los que les pagan los terratenientes o les pagan directa o indirectamente determinadas empresas, algunas de las cuales son empresas multinacionales muy ligadas al capital transnacional. Hay lugares donde ha habido una resistencia activa, durante muchos años, para que determinadas tierras no sean tomadas por el capital internacional, y de alguna manera sean expropiadas. En las comunidades campesinas ha habido una alta resistencia, y precisamente en esos lugares es donde ha habido una presencia paramilitar que ha desplazado al campesinado, que ha asesinado a mucha gente para que venga la multinacional e invierta en determinados cultivos o en otras industrias o en sectores extractivos, fundamentalmente en este país.

Hay una ligazón importante, una ligazón absoluta con el poder político. En la época en que gobernó Álvaro Uribe Vélez, que es como si fuera el actual presidente de Colombia o es el jefe político del actual presidente de Colombia quien no ha cambiado absolutamente nada, este señor pues no solamente dio vía libre a los paramilitares, sino que fue uno de sus padrinos. La justificación era precisamente esa, que el capital llegue al país de cualquier manera, que haya mucha más inversión de cualquier manera, porque al final quien se beneficia de todo eso, fundamentalmente, no es solo el capital foráneo sino también las oligarquías locales, muy ligadas precisamente a la política.

Octavio Fraga: Nuestros países, por ejemplo, Bolivia, Honduras, Venezuela, han sido escenarios de golpes de estado o acciones de desestabilización —bien conocido el tema de las guarimbas—. ¿Se puede afirmar que, de alguna manera, se perciben nexos de las multinacionales en esas acciones?

José Manzaneda: Absolutamente. Las multinacionales, sean españolas, sean norteamericanas —las de Estados Unidos todavía mucho más— han tenido un papel de alianza clara con movimientos políticos vinculados al golpismo, a la derecha en estos países. Puede ser el caso de Bolivia, de Venezuela, vinculados también al poder mediático del sector privado como justificador de estas acciones irregulares o de desestabilización política y justificadores de los propios intereses de estas empresas. ¿Cómo? Demonizando, por ejemplo, cualquier iniciativa legal o fiscal que grave con más impuestos a la inversión o que apruebe determinada legislación medioambiental mucho más estricta con las inversiones extranjeras.

Es absolutamente evidente. Además, estas empresas tendrían muchos más beneficios, sus intereses se verían mucho más reforzados —lo hemos visto— con gobiernos de derecha que con gobiernos más a la izquierda. Las multinacionales tienen un camino mucho más fácil, ganan mucho más dinero en países con gobiernos neoliberales.

Son los que les cobran menos impuestos, son los que ponen menos problemas legales y menos leyes que regulen su actividad. No solamente en la cuestión de la ecología, sino en los derechos laborales y los derechos humanos en general. Existe un plan global neoliberal que es la privatización y la entrada del capital sin freno. Este es el sueño del capitalismo, y dentro de este sueño, está que un día eso pase en Cuba.

Tenemos que llegar a un pacto para que esto realmente sirva a los intereses del país, tribute de manera adecuada al presupuesto y sirva para mejorar las escuelas y los hospitales, y no sea para que se lo queden una gran parte el inversor extranjero y otra parte un empresario nacional. Ese es el gran sueño que tienen y es lo que hay detrás de todas las acciones de desestabilización contra Cuba en estos momentos.

Lo mismo ha habido en otros momentos, en otros países. Ahora mismo hay un péndulo de, digamos, política en América Latina que está girando más hacia la izquierda. Se están viendo reacciones, un tanto viscerales, en algunos países. Es el caso del Perú y es el caso de Honduras. Hay entonces resistencia absoluta a ese tipo de cambio, porque indudablemente va a suponer que esas multinacionales y ese capital privado van a tener un poquito más enmarcado su quehacer y su actividad económica.

Octavio Fraga: Una de las banderas que engallan las multinacionales es que son respetuosas con el medioambiente. Hace unos días fue noticia el derrame de petróleo provocado por Repsol en las zonas costeras del Perú que ha impactado en 24 playas de esa nación. ¿Qué interpretación podemos hacer de estos hechos?

José Manzaneda: Al margen de la causa de este gran vertido, está la responsabilidad de la empresa. El gobierno de Perú es soberano, tiene que serlo, y tiene que pedirle las cuentas correspondientes a una empresa que ha provocado o que ha dejado que esto ocurra, sean cuales sean las circunstancias y las causas. No vamos a ser demagógicos, un vertido puede ocurrir también en un país donde la empresa sea controlada de manera soberana, pero indudablemente todas estas empresas han tenido, durante muchísimos años, el camino libre para no responder, es el caso emblemático de la Chevron en Ecuador.

Hubo una gran campaña en su momento cuando teníamos ese gobierno tan progresista y que consiguió tantas cosas en Ecuador, el de Rafael Correa. Una campaña precisamente para denunciar los vertidos de esta empresa petrolera estadounidense en Ecuador, precisamente para que no solamente esto cesara, sino que rindiera cuentas y pagara su deuda ecológica. En el caso de Perú yo entiendo que el gobierno tiene que actuar y así lo apoyaremos quienes estamos en los movimientos sociales en el mundo. Repsol tiene, en este caso, que responder por un hecho tan grave como este que tú acabas de mencionar.

Octavio Fraga: Las multinacionales, de alguna manera, tienen un nivel de impunidad, en buena medida porque el periodismo no está a la altura de las circunstancias. Tú eres un ejemplo de lo que debe ser el periodismo. ¿Cuáles son para ti, las claves que debe tener un periodista hoy, o un cineasta, para estar a tono con los tiempos y las realidades tan complejas que vivimos?

José Manzaneda: El periodismo que se hace, o que se puede hacer, con una cierta audiencia hoy en día en Europa —vamos a decir en el mundo occidental capitalista— tiene muy pocas posibilidades de reunir algunos de los elementos que yo creo que debe tener este periodismo. Porque ha de ser un periodismo crítico, que va al fondo de los problemas y los dramas sociales, que no se contenta con reflejarlos. Es cierto que los medios de comunicación, a veces mencionan los dramas sociales que ocurren en los distintos países del mundo, el problema es que muchas veces o culpabilizan a quienes luchan precisamente contra las causas que provocan esos dramas o esos males sociales, o sencillamente no las analizan, ponen el problema sobre el tapete pero nada más.

Un periodismo verdaderamente profesional y serio tiene que ir a la raíz y a las causas de los grandes problemas sociales. No sé si afortunada, o desgraciadamente, para los poderosos, no le queda otro remedio que hablar del conflicto de clases, de las enormes desigualdades sociales y económicas de este mundo, de las grandes injusticias. Eso es ir realmente al fondo y a la raíz de los problemas, y también hay que reflejar cuáles son los movimientos sociales, los gobiernos o las iniciativas que luchan o que van a la raíz de esos problemas sociales, las causas que generan esos problemas sociales. Eso es lo que no hacen los medios de comunicación y el periodismo contemporáneo, que se dedica solamente a la superficie de los problemas en una especie de ejercicio telegráfico. En muchos casos hacen una reproducción de las notas de prensa generadas por empresas privadas o públicas, pero con intereses políticos muy concretos y con una ideología neoliberal muy clara, y silencian absolutamente causas y actores sociales que luchan o que van a la raíz de esas problemáticas sociales. En muchos de los casos, lo único que hacen cuando mencionan a estos movimientos sociales que luchan, a estos gobiernos que tratan de legislar poniendo su mirada en las causas que provocan los problemas sociales, es demonizarlos, culpabilizarlos. Al final no se hace un análisis de las grandes catástrofes de este sistema capitalista. Y no solamente eso, sino que además se culpabiliza a quienes son alternativas de ese sistema capitalista.

Octavio Fraga: Cierro con una última pregunta personal. Sé que tu labor como coordinador y periodista de Cubainformación te toma mucho tiempo ¿Harás un documental en un futuro? Me gustaría.

José Manzaneda: Estoy, desde hace muchos años, dedicado en cuerpo y alma a la información alternativa en torno a Cuba, al análisis de la manipulación brutal y absoluta que sufre la realidad cubana, y al ataque constante desde los medios de comunicación. Y ahora también desde ese gran campo de batalla que son las redes sociales en contra de la Revolución cubana; eso no quiere decir que en el futuro no pueda combinar ambas cosas. No si dentro de unos años pudiera volver al campo de la creación cinematográfica, del guion y de la realización de documentales. Una de mis ideas también es hacer algún documental sobre Cuba. Yo veo los trabajos que se hacen sobre Cuba en el formato documental y hay filmes realmente brillantes y hermosos. Muchas veces digo, bueno, pero es que a mí me encantaría hacer un trabajo sobre este asunto, pero es que ya hay cosas tan buenas que prefiero dedicarme a otras temáticas.

Es tal la guerra comunicacional contra Cuba, y es tan importante Cuba como símbolo de resistencia y de futuro para la humanidad, que es importante que existan personas, profesionales en mi caso, que de alguna manera tengamos puesta nuestra mayor atención en el análisis y la defensa de la realidad de Cuba y de las verdades de Cuba, que tiene mucho que ver con el trabajo de desmentir las mentiras. Yo creo que son dos cosas en una. Por un lado, tienes que hablar de las verdades de un país, pero cuando es un país tan atacado no te queda otro remedio que empezar por desmenuzar, por sacar el machete y acabar con tantas mentiras que se dicen sobre ese país. Entonces en ese sentido yo creo que mi labor al menos en el corto plazo va a seguir centrándose en la información y en la producción audiovisual en torno al tema de Cuba.

Octavio Fraga: Manzaneda, agradecido en nombre de la Unión de Periodistas de Cuba por este espacio de diálogo, y nuestra gratitud por lo que haces por nuestro país, por nuestra Revolución. Un fuerte abrazo desde La Habana.

José Manzaneda: Muchísimas gracias a quienes nos han visto, y muchísimas gracias a ti Octavio. Tenemos una amistad desde hace muchos años, y por supuesto, un gran abrazo a toda la Upec, la Unión de Periodistas de Cuba, que es un gremio, un colectivo de personas entrañables muy demonizado por quienes tratan de darle lecciones de libertad de prensa todos los días, que luego no aplican en sus países y en sus redacciones. Mucho ánimo en todo ese proceso de cambios que está llevando a cabo la Upec y los periodistas de Cuba en su propio periodismo, pero de manera soberana, independiente, y tomando sus propias decisiones sin las lecciones de los supuestamente sabios del periodismo, algunos de los cuales, lo único que hacen, es repetir las gacetillas de agencias, y sobre todo obedecer a los amos imperiales y a quienes los mandan en el mundo.

Octavio Fraga: Hemos entrevistado a José Manzaneda, periodista y cineasta vasco en el espacio Diálogos en reverso, muy buenas tardes y gracias una vez más.

José Manzaneda: Muchas gracias.

Documental: El segundo desembarco. Multinacionales españolas en América Latina.

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Unamuno ha sido asesinado por un agente doble de Falange

En el entierro de Unamuno solo encontramos a un familiar de este, su hijo mayor Fernando, detrás del primer niño por la izquierda (“La doble muerte de Unamuno”, 2021, Capitán Swing)

Por Luis Miguel Barcenilla @BarcenillaLM & Jon Bernat Zubiri Rey @jonbernat

Ayer en Salamanca, último día del terrible año 1936, el escritor e intelectual bilbaíno Miguel de Unamuno fue presuntamente asesinado en su casa de la calle Bordadores por el falangista Bartolomé Aragón, jefe de Prensa y Propaganda en Huelva, que había llegado  poco antes de que se conociera la dolorosa muerte.

Esta versión se sobrepone a la solemnidad mostrada por las fuerzas de la reacción desde su cuartel general en Salamanca, que han manifestado que el fallecimiento se produjo de forma repentina y debido al deterioro propio de la edad. Periódicos salmantinos de distinto signo como La Gaceta o El Adelanto han certificado hoy mismo esa versión en sus ediciones matutinas. Sin embargo, personas cercanas al cesado Rector afirman que don Miguel no había dado señales de indisposición y, es más, había estado leyendo narraciones infantiles a su pequeño nieto Miguelín unas horas antes. Por la tarde había recibido en su despacho la, por fecha y naturaleza, inusual visita de Aragón, subalterno del fundador de la Legión José Millan-Astray. Con este último el bilbaíno había tenido fuertes desavenencias públicas que parecen haberle condenado a este terrible final.

Destacados falangistas y miembros de Prensa y Propaganda arrancaron este Año Nuevo por la mañana el cuerpo de Miguel de Unamuno de su hogar, como han podido contar, rotos y entre lágrimas, sus más próximos familiares, que no han podido estar cerca del féretro de su querido padre y abuelo, al estar custodiado por Falange hasta que ha sido cubierto de tierra. De 30 cabezas, en la foto que este periódico comparte con sus lectores y que ha sido distribuida desde las oficinas de Prensa y Propaganda, solo encontramos la de un pariente de sangre del bilbaíno. Situado detrás del primer niño por la izquierda, que porta un candelabro, ese familiar es Fernando, hijo mayor de Unamuno y padre de Miguelín, quién dará cuenta a lo largo de su vida de la crudeza con la que se perpetró el robo del cadáver de su abuelo.

Algunas fuentes apuntan que el fiel a Millán-Astray, Bartolomé Aragón, se encontraba allí para recibir clases, como alumno de Unamuno, patraña exacerbada por los medios afines al golpismo. Investigadores independientes han podido comprobar que Aragón nunca había acudido a la casa de Don Miguel ni poseía expediente alguno como alumno de la Universidad de Salamanca. La patraña se sustentaba así. El discípulo del que fuera Rector vitalicio de esa universidad era el cuñado de Aragón, Alfredo Malo Zarco, quien será represaliado por los sublevados próximamente, como demostrará la historia.

El final: ¿muerte o asesinato?

El jefe de Prensa y Propaganda de Huelva, Bartolomé Aragón, habría acudido a la casa de don Miguel entre las 16 y las 18h (las crónicas oficiales no vierten transparencia en este asunto, añadiendo rareza al episodio trágico). El encuentro se producía tras conocerse que apenas dos meses antes, y tras el encontronazo entre Unamuno y Millán-Astray, el propio Aragón había organizado una gran quema de libros para celebrar la conmemoración del tercer aniversario de la fundación de Falange. Entre los libros que ardieron en el fuego se encontraban algunos de Unamuno como La agonía del cristianismo o El sentimiento trágico de la vida. Narraremos en esta página, más adelante, algunos detalles sobre la disputa pública en el seno del Paraninfo de la Universidad de Salamanca, donde el legionario mutilado amenazó de muerte al pensador que hoy lloramos.

Don Miguel se desvaneció, según la versión oficial que emiten desde Salamanca. “¡Yo no le he matado! ¡Yo no le he matado!”, gritaba Aragón cuando Aurelia, empleada doméstica, llegó al salón donde estaban reunidos el escritor bilbaíno y el falangista. Eso lo sabemos gracias al trabajo de la escritora norteamericana Margaret Rudd, que publicará un libro dos décadas después y cuya traducción al castellano se ha hecho esperar, pero verá pronto la luz de la mano de la Universidad de Salamanca. En la versión oficial no se recoge la más que humana ansiedad del adicto al golpe de estado. Lo que sí explican los organismos militares que han tomado Salamanca y la prensa local es que Aragón supo que Unamuno se había muerto porque no reaccionó cuando su alpargata empezó a arder. Eso contradice el informe del alabado doctor Núñez, que certificó su muerte concluyendo una rara hemorragia bulbar que solo representa un 7% de las hemorragias intracraneales y que acaba con la vida de una forma mucho más visible y detectable: parálisis, convulsiones, desorden del habla y otras circunstancias.

Consultado Francisco ‘Paco’ Etxeberria Gabilondo, médico especialista en Medicina Legal y Forense y uno de los más prestigiosos y reconocidos de España, se concluye que no hay ningún signo exterior en el cadáver de que se haya producido dicha hemorragia, al menos ninguno “en los documentos conocidos del caso”. En cuanto a cómo se da este tipo de hemorragia, puede ser espontánea o provocada. En este supuesto, según el reputado forense, “se podría pensar en un traumatismo, o bien en una dislocación del cuello o una fractura de vértebras cervicales altas. Si existe sospecha de lo anterior, la autopsia judicial hubiera sido preceptiva”. Etxeberria afirma que “en nuestro país este tipo de muertes suele ser incluida en el concepto jurídico de muertes sospechosas de criminalidad, motivo por el cual se procede a la práctica de autopsia judicial. Cabe la posibilidad de traumatismos no presenciados, con escasos o nulos signos externos”.

Aunque la contradicción entre la versión que se ha hecho saber desde Prensa y Propaganda de Falange y lo recogido por testigos in situ es más que visible, los iniciados en medicina observan la falta garrafal del prestigioso cirujano como un guiño. No hubiera sido compatible con la vida propia del médico Adolfo Núñez haber solicitado una autopsia, pues se vería como una inculpación al falangista Bartolomé Aragón. Núñez ha plasmado en el informe médico un diagnóstico que provoca dudas a los expertos consultados. Si el cirujano hubiera solicitado ese examen del cuerpo, hoy contaríamos en esta noticia que eran dos los vecinos de Salamanca que habían perecido entre más que extrañas circunstancias.

Como se ha mencionado, el amigo del intelectual, el doctor Núñez, llegó a casa del ya fallecido y certificó su muerte. Los conocedores de la medicina han comunicado que sería imposible solicitar una autopsia, pues si solo se encontraba allí el mando falangista, sería poner en duda su honorabilidad. Por tanto, sin autopsia se declara en acta que la causa del fallecimiento es una hemorragia bulbar. La causa de muerte tal vez fuera, por tanto, imperceptible para los presentes, pero pudo deberse a una inyección de oxígeno por la vía de la aorta. Los rastros del hecho cometido pudieron pasar inadvertidos para la mayoría porque, además, destacados miembros falangistas exigieron tener listo el cuerpo de Unamuno cuanto antes, aun sabiéndose que por ley debían discurrir 24 horas entre la muerte y su sepultura.

La única razón para que la versión oficial no haya sido desmentida después de la muerte de don Miguel es el miedo a la represión. También la orquestada acción de Prensa y Propaganda, con todas las manchetas en fila y todas las redacciones tecleando al compás de Falange. Uno de ellos nos ha hecho saber desde el anonimato la orden del teórico del fascismo español Ernesto Giménez Caballero: “Las máquinas de escribir tienen que disparar toda la noche como ametralladoras”. Efectivamente, la tinta mató por segunda vez a Unamuno, haciéndolo pasar por un perecido entre honores falangistas. Esta muerte, tan inaudita como construida, proviene, si afinamos la vista, del principio del fin que supuso el enfrentamiento oral entre Millán-Astray y Unamuno el día 12 de octubre de 1936.

El 12 de octubre le sentenciaron

Este encontronazo tuvo lugar en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca en el denominado Día de la Raza, 12 de octubre del recién terminado año. En la celebración, ya antes criticada públicamente por Unamuno, tuvo que lidiar, entre catedráticos y una aburrida Carmen Polo, con un anfiteatro pidiendo su cabeza y un Millán-Astray azuzando a las masas con su ideario macabro. El Rector había pronunciado un discurso, garabateado en la carta de la mujer del cura protestante y cercano a don Miguel, Atilano Coco. En la carta, que imploraba la mediación del filósofo para evitar la ejecución de su marido, Unamuno había escrito la palabra “Rizal”. El reverso del papel contaba también lo que luego ordenaría el discurso, como la oposición entre vencer y convencer, el imperialismo o la guerra internacional.

En las obras posteriores, escritas decenas de años después, sigue borrándose la palabra “Rizal” de la documentación y la transcripción de lo contado. Autores de prestigio, como Salcedo (1964) o Trapiello (en su reedición de 2019), esconderán por desconocimiento o negligencia, la grafía y significado de la palabra “Rizal”, que pudo llevar a Unamuno a la muerte: “Para mí es tan español como nosotros el filipino Rizal, que se despidió del mundo en español”, diría Unamuno, recibiendo la reprimenda de Millán-Astray: “Los catalanistas morirán. Y ciertos profesores, los que pretendan enseñar teorías averiadas, morirán también”. Unamuno no solo había defendido ante los falangistas a Rizal, sentía devoción por su persona y admiración intelectual. Había incluso escrito el epílogo de su biografía.

Las notas del discurso de Unamuno en el Paraninfo de Salamanca, donde Millán-Astray amenzó de muerte al intelectual. De los documentos oficiales siempre se había borrado el nombre ‘Rizal’ (“La doble muerte de Unamuno”, 2021, Capitán Swing)

Don Miguel tuvo que salir de su propia Universidad escoltado por el fundador de la Legión y dando la mano, obligadamente, a la ilustre golpista consorte, Carmen Polo. Millán-Astray había enrarecido tanto el ambiente que llegaron a oírse ponerse a punto revólveres y escopetas, como han contado algunos testigos presenciales. Según se ha podido conocer, el líder falangista entendió que el asesinato público del intelectual hubiera sido perjudicial en el exterior para el Régimen que trataba de imponerse.

Tal fue el revuelo que el 13 de octubre el jefe Provincial de Falange escribiría un telégrafo urgente a Fernando, hijo mayor de Unamuno, donde reconocía el beligerante suceso: “Me he enterado de un grave incidente con ocasión del acto del Paraninfo. Tu padre dijo unas cosas que suscitaron protestas crudas y violentas de los asistentes con Millán-Astray a la cabeza. Sería doloroso que a tu padre pudiera sucederle algún incidente desagradable”.

Lejos de quedarse ahí el asunto, Unamuno fue inmediatamente destituido como “Alcalde honorario perpetuo de Salamanca”, cargo que ostentaba desde 1931. Dos días después, además, a iniciativa del exrector Loscertales, el Claustro retiró por unanimidad la confianza a Unamuno como Rector. Hecho que ha de ponerse sobre la mesa, pues Loscertales fue quien firmará, un par de semanas después de dar tierra a don Miguel, la historia oficial de lo ocurrido por medio de los escritos contradictorios de Bartolomé Aragón.

En la siguiente aparición pública de José Millán-Astray, que se producía ante los requetés, el legionario volvía, rencoroso, a la amenaza enquistada: “¡Ay de aquellos intelectuales que marchen por las sendas tenebrosas! Y los que empleen los caminos sutiles, los disfraces, los juegos de palabras desde los que se lanzan flechas ponzoñosas y se esconde el pecho. ¡Esos serán fulminados!”. Ese enquiste, como ha podido saber este medio, se debe a que Millán-Astray había ido a combatir a Filipinas ante la guerra de independencia que planteaba la entonces colonia. José Rizal era un héroe para la insurrección y se había dado la mala suerte de que había sido detenido y trasladado en el mismo barco en el que iba un joven Millán-Astray.

Reprimido hasta la muerte

Antes de perder su vida y desde el 12 de octubre, Unamuno perdió a sus buenos amigos, Santiago Vila y Atilano Coco, recibió nuevas amenazas y fue recluido, de facto, en su propia casa.

Un día después de que Francisco Franco cesara como rector a don Miguel, Vila sería ejecutado. A Coco los franquistas lo mataron esperando al 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, para tratar de hacer herida en la creencia protestante del cura. El padre Tusquets, preceptor de la hija de Franco y confesor de la familia, pronunció ante el micrófono el siguiente hostigamiento: “Yo acuso, sin retóricas y con pruebas, a Unamuno, en cuya ayuda intervino toda la Francmasonería liberal y socialista de Francia”.

Unamuno ya era consciente de que no saldría nunca más de casa. Una de sus hijas, nos cuenta, había escuchado decir a los militares que escoltaban la calle donde residían que si el exrector osaba montarse en un coche la orden era abrir fuego. En varias misivas del intelectual con la prensa y amigos reconocía estar esperando la muerte. Al director de ABC de Sevilla, veinte días antes de llegar la muerte, le confesó: “Le escribo esta carta desde mi casa donde estoy desde hace días encarcelado disfrazadamente. Me retienen en rehén no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a otros, será aquí en mi casa”. “Cárcel disfrazada” había también manifestado poco antes en su carta a Quintín de Torre, en la que se lamentaba del “suicidio moral de España, esta locura colectiva, esta epidemia frenopática”.

Igualmente, el diario francés L’Humanité dará voz en su edición del 7 de enero de 1937 a un periodista que pudo conversar con don Miguel en su casa dos semanas antes de su muerte, a quién el confinado Rector declaró: “Ya nunca más saldré a las calles de Salamanca. Me sacarán muerto de aquí, ya se lo he dicho al comisario encargado de mi vigilancia”. En la entrevista de dos horas, manifestó: “No quieren que me vaya para gritar al mundo entero las razones por las que me cazaron en la Universidad, que cuente cómo fusilan en la retaguardia a falta de éxitos en el frente. He escrito al extranjero para decir hasta qué punto este movimiento es inaudito, sádico, cruel, bestial”. Al despedirse del periodista, Unamuno concluyó con una petición expresa: “Le autorizo a decir por todas partes, en mi nombre, que vivo en un infierno, que estoy rodeado de una terrible locura colectiva”.

Como una película

Las fotos expedidas desde las oficinas de Prensa y Propaganda de Falange en Salamanca parecen pensadas con anterioridad desde un punto de vista sensible a la cinematografía. Expertos en el arte del cine han comentado que las imágenes que se conservan del sepelio de Unamuno “son claramente propagandísticas”. En ellas, los portadores del ataúd son Víctor de la Serna, escritor y periodista, Miguel Fleta, tenor, Antonio de Obregón, cineasta, y Salvador Díaz Ferrer, periodista. Todos reconocidos y en algunos casos, populares miembros del cuerpo de Prensa y Propaganda a las órdenes de Millán-Astray.

El funeral de Miguel de Unamuno fue un acto de propaganda de Falange (“La doble muerte de Unamuno”, 2021, Capitán Swing)

Además, un corresponsal de este medio ha acudido al lugar de la fotografía y no se ha encontrado ningún altillo desde donde tomar la instantánea. La hipótesis que se baraja es que en el momento del sepelio se erigió una estructura para facilitar una foto desde lo alto, elegante y saciadora para los informadores extranjeros.

También es perturbante que, ante la escasez de papel, se vaya a publicar en los próximos meses la obra de Bartolome Aragón donde Loscertales cuenta, de primera mano, el relato que quedará impreso en los libros de historia, poniendo la inverosímil proclama falangista en boca de don Miguel, “Dios no puede abandonar a España, España se salvará porque tiene que salvarse”. En esa cinematográfica versión se cuenta, además, que Aragón tenía en la habitación de su hotel el poema “Es de noche, en mi estudio”, autoeditado por Unamuno en 1906, donde hacía una premonición de su muerte, evidenciando este relato como la ficción macabra para encubrir el asesinato que es.

Como macabro es, también, que Aragón haya entregado su testimonio a periódicos como La Gaceta o El Adelanto durante la misma Nochevieja, dejando atada la versión oficial final para el mismo Año Nuevo de 1937: repentina fue la muerte del pensador y no ha lugar a suspicacias.

Este periódico ha sacado las máquinas de escribir, pero nunca ha osado usarlas como metralletas. Ha trabajado a contrarreloj desde que ayer se conociera el hecho trágico para contrastar las informaciones oficiales, pero no pretende ofrecer ninguna verdad absoluta. Podemos afirmar que el relato oficial es falso e incluso vislumbrar que fue un asesinato, pero estaríamos ficcionando a través de lo narrado por otros. Es nuestro trabajo periodístico, como todo relato, mitad memoria, mitad reconstrucción.

Don Miguel de Unamuno fue enterrado como un falangista, nuestra tarea aquí es incentivar la recuperación total de su honor y apelar al rigor y la justicia en la memoria del ilustre bilbaíno, para que su final triste no siga colgado impunemente en las estanterías de la ciencia ficción franquista que perpetró esta macabra operación.

Unamuno será enterrado hoy en el cementerio de Salamanca, pero murió, al menos, dos veces. Una como cuerpo y otra como pensamiento. Seguiremos informando.

ES DE NOCHE, EN MI ESTUDIO

(Poema de 1906 auto editado por Unamuno y que, según Bartolomé Aragón, tenía en su cuarto del hotel la última noche de 1936).

Es de noche, en mi estudio.

Profunda soledad; oigo el latido

de mi pecho agitado

es que se siente solo,

y es que se siente blanco de mi mente

y oigo a la sangre

cuyo leve susurro

llena el silencio.

Diríase que cae el hilo líquido

de la clepsidra al fondo.

Aquí, de noche, solo, este es mi estudio;

los libros callan;

mi lámpara de aceite

baña en lumbre de paz estas cuartillas,

lumbre cual de sagrario;

los libros callan;

de los poetas, pensadores, doctos,

los espíritus duermen;

y ello es como si en torno me rondase

cautelosa la muerte.

Me vuelvo a ratos para ver si acecha,

escudriño lo oscuro,

trato de descubrir entre las sombras

su sombra vaga,

pienso en la angina;

pienso en mi edad viril; de los cuarenta

pasé ha dos años.

Es una tentación dominadora

que aquí, en la soledad, es el silencio

quien me la asesta;

el silencio y los sombras.

Y me digo: “Tal vez cuando muy pronto

vengan para anunciarme

que me espera la cena,

encuentren aquí un cuerpo

pálido y frío

la cosa que fuí yo, éste que espera,

como esos libros silencioso y yerto,

parada ya la sangre,

yeldándose en las venas,

el pecho silencioso

bajo la dulce luz del blando aceite,

lámpara funeraria”.

Tiemblo de terminar estos renglones

que no parezcan

extraño testamento,

más bien presentimiento misterioso

del allende sombrío,

dictados por el ansia

de vida eterna.

Los terminé y aún vivo.

Tomado de: El Salto

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Manuel Menchón: “La muerte de Unamuno es un relato de Prensa y Propaganda de Falange para ocultar lo que pasó”

Manuel Menchón. Cineasta y escritor español Foto: Málaga hoy

Por Luis Miguel Barcenilla @BarcenillaLM & Jon Bernat Zubiri Rey @jonbernat

Miguel de Unamuno murió, repentinamente, como quedándose dormido, sin dolor, con una babucha chamuscada. Esa es la versión oficial que llega recubierta por palabras de presuntos grandes historiadores e intelectuales hasta nuestros días. Relato que cuestiona Manuel Menchón (Málaga, 1977), cineasta y ensayista, a través de Palabras para un fin del mundo  (2020) y La doble muerte de Unamuno (Capitán Swing, 2021), libro coescrito junto a Luis García Jambrina. “Podemos afirmar que la versión oficial de la muerte de Unamuno es falsa y por lo tanto, hay que seguir investigando. ¿Por qué se crea un relato si no es para sustituir a otro?”, enuncia Menchón.

El 31 de diciembre de 2021 se han cumplido 85 años desde que Miguel de Unamuno muriese en extrañas circunstancias en su casa de Salamanca. La posibilidad de que fuese asesinado cobra cada vez más fuerza.

No sabemos si asesinaron a Miguel de Unamuno, pero podemos asegurar que el relato de su muerte es propagandístico. Parte del órgano de Prensa y Propaganda de Falange, en concreto. Podemos afirmarlo porque el receptor de sus últimas palabras, y es algo que no se nos había contado, no era ni amigo ni alumno ni discípulo, sino el Jefe de Prensa y Propaganda de Falange en Huelva, el señor Bartolomé Aragón. Esto se había ocultado hasta ahora. Además es importante saber que quienes portan el cadáver de Unamuno son cuatro miembros destacados del mismo órgano falangista, a las órdenes de Millán-Astray: Víctor de la Serna (escritor y periodista), Miguel Fleta (tenor), Antonio de Obregón (cineasta) y Salvador Díaz Ferrer (periodista).

¿Y los vínculos entre Millán-Astray y Aragón?

Los hemos encontrado. Cuando Millán-Astray llega a la península para sumarse a los golpistas, participa en un acto multitudinario en Huelva cubierto por el periódico de Falange que dirigía Bartolomé Aragón. Además, se da la casualidad de que Millán-Astray firma la ficha de Falange en la ciudad de Huelva.

Un periódico nada amigable con don Miguel.

Este periódico que dirige Aragón manipula las declaraciones que hace Unamuno. Cuando, supuestamente, don Miguel hace una donación forzada al Movimiento de 5.000 pesetas, que no se ha demostrado que lo hiciera, Bartolomé Aragón pone que habían sido 50.000. Tanto en el titular como en el cuerpo, lo que nos dice que no es una errata. Y por si fuera poco, Aragón tenía formación como economista, por lo que podía discernir entre 5.000 y 50.000 pesetas de la época. No queda ahí la cosa. Es importante reseñar que Aragón, previamente al golpe militar, tenía amistad con Torres López, que durante la guerra será jefe de Prensa y Propaganda de Salamanca, y con Rodríguez Aniceto, que es censor y colaborador de prensa extranjera. Ambos bajo el mando de Millán Astray.

Prensa a la que Unamuno terminó, también, por dejar de lado.

Todos los periódicos que llegaban a Salamanca querían entrevistar a Unamuno. Escogen a periodistas de derechas de medios de derechas. Lo hacen porque luego han de pasar por la traducción que hace el propio equipo de Prensa y Propaganda de Falange. Ponen lo que les da la gana en boca de Unamuno. A partir de ese momento, cuando deja de dar entrevistas, solo podemos fiarnos de sus cartas.

Todo es un constructo casi cinematográfico, ¿no?

Si la muerte está en el centro y hay un paréntesis que lo abre y otro que lo cierra, lo abre el que lo ve morir y preserva sus últimas palabras y lo cierra un funeral falangista para la prensa. El relato oficial dice que Unamuno gritó “Dios no puede abandonar a España, España se salvará porque tiene que salvarse”. Alguien que muere por una hemorragia intracerebral no puede hablar. Y Aragón también dijo que le había visto quedarse dormido. Es contradictorio. La supuesta frase final es muy parecida al lema que utilizaban en los actos de Falange: “Dios por la salvación de España”. En definitiva, la muerte de Unamuno es un relato de Prensa y Propaganda de Falange. Pero ¿Para ocultar qué?

¿Sabemos qué pasó dentro de la casa cuando murió Unamuno? Llega un médico reputado, amigo suyo y dictaminó que, efectivamente, había muerto. Pero ahí todo vuelve a estar descuadrado.

Sabemos qué pasó dentro de la casa y no se ha tenido en cuenta hasta ahora. La primera biografía de don Miguel en español es la de Salcedo, escrita durante el franquismo, donde aparece un documento manipulado. Esta es la versión que llega, la más extendida. Pero un año antes, la investigadora norteamericana Margaret T. Rudd, había entrevistado a la sirvienta de Unamuno, que estaba en la casa cuando todo ocurrió. Ella narra qué pasa cuando Unamuno se queda a solas con Bartolomé Aragón. Es más, Rudd entrevistó al propio Aragón. Ya entonces la investigadora deja caer en el libro, que hasta hoy no ha sido publicado en español pero lo hará próximamente gracias a la Universidad de Salamanca, que la muerte de Unamuno es un relato propagandístico. También describe a Aragón como un hombre muy violento y muy fascista.

A día de hoy, entonces ¿Qué sabemos de lo que pasó aquella tarde de fin de año?

En primer lugar, sabemos que Bartolomé Aragón visitaba por primera vez a Unamuno. Nunca antes había estado allí. Llama la atención que elijas un 31 de diciembre por la tarde para hacer una primera visita a un intelectual. Aragón llevaba en Salamanca desde noviembre, así que podía haber elegido otro día. Segundo, no iba a ser él quien fuera a visitarlo, iba a ir el que en ese momento era Rector [Madruga Jiménez], que sustituía a Unamuno en la Universidad de Salamanca. Madruga finalmente no acude porque tiene que acudir a un funeral. Esto está cotejado. Lo curioso es que se pida cita para visitar a Unamuno dando el nombre de su amigo Madruga. En la casa no había nadie, los nietos y las hijas están viendo belenes. La sirvienta cocina en la planta de arriba y escucha gritos de Unamuno. Esto lo cotejó Rudd entrevistando a la propia Aurelia, la empleada doméstica. Cuando baja a ver qué ha pasado vuelve el silencio y cree que don Miguel simplemente se ha enfadado. La situación se repite pero ahora Bartolomé Aragón señala: “¡Yo no le he matado! ¡Yo no le he matado!”. Según Aragón, Unamuno se había levantado del sillón para gritar la famosa frase. Creo que el falangista pudo decir esto para justificar los chillidos que había oído la sirvienta.

O se quedó dormido como un tierno abuelo hasta la muerte o sufrió hemorragia bulbar, entonces.

Es incompatible. En caso de hemorragia intracerebra lo normal es que se te nuble la mirada, que fallases al intentar hablar y que quien está contigo se dé cuenta que algo no va bien. Desde luego no parece que te estés quedando dormido como afirma el relato de propaganda.

Extraño. Lo que escribe el médico es de muy alta extrañeza. El juez tenía que dar fe con el certificado del médico.

Y además desapareció el informe médico, como otros tantos documentos. Cualquier hemorragia intracerebral tiene que ser presenciada por el médico para ser dictaminada como tal. Si, como médico, no has presenciado la muerte, pero crees que es la razón, tanto hoy como en esa época, había que hacer una autopsia judicial. ¿Por qué? Porque es una hemorragia que puede causarse sin dejar señales externas a través de una fuerte contusión, una rotura de vértebras, una jeringuilla con oxígeno en la aorta…

Y no solo eso, es que señala una causa de poca frecuencia en pacientes con hemorragias intracraneales.

Las hemorragias bulbares representan un 7% de las hemorragias intracraneales. La cerebelosa representa un 52%, por ejemplo. Hubiera sido más sencillo que, teniendo hipertensión, pusiera que le había dado un infarto o ictus, sin tanto detalle. Esa es la clave. El doctor está intentando decir que hay que hacer una autopsia que no ha hecho y deja evidencia de que no la ha hecho diciendo algo que es imposible de hacer sin abrir el cráneo.

¿Un guiño? ¿Una falsa pista?

Unamuno tenía varios hijos que estudiaron medicina. Algo que hoy es extraordinario y en ese momento, más. Esto es de primero de medicina. Uno de ellos era oftalmólogo. Estudian todo el cerebro porque hay cegueras que son cerebrales. Un especialista en el tema está dando un veredicto imposible o errado. Algo quería decir con ello.

Y también, según Bartolomé Aragón, Adolfo Núñez le manda a por medicinas. Pero Unamuno ya no tenía vida.

Es que Aragón da muchas versiones. Si había muerto, ¿por qué iba a ir a por medicinas? Si le manda a por medicinas, ¿por qué luego nunca regresa a la casa?

Un médico muy cercano a Unamuno y al asesinado alcalde Casto Prieto.

El médico Adolfo Núñez no solo era amigo de Unamuno y del represaliado Casto Prieto, es que era concejal republicano. También era muy activo en la vida social de Salamanca. Los tres formaban parte de la institución cultural Casino de Salamanca. Uno era presidente, otro secretario y el último, tesorero. Estaban muy unidos. Con el golpe militar no fusilan a Núñez porque es incorporado al cuerpo médico militar. Cómo no iba a tener Franco a uno de los mejores cirujanos. A Adolfo Núñez le ponen una sanción de 75.000 pesetas en diciembre de 1936, una barbaridad. No se ha encontrado el porqué de la multa. Si ya está con los golpistas, ¿por qué se la ponen? El expediente del médico desapareció un año antes [1942] de que él muriese tras una larga enfermedad [1943]. Solo queda la carpetilla del archivo.

¿Y qué razón dan?

Que había humedades. Por supuestas riadas y humedades han desaparecido muchos documentos…

Entonces, ¿fue asesinado o no?

Una hemorragia intracraneal puede provocarse de muchas maneras. Pero el médico no podía saberlo. Sin dejar pistas físicas también está el envenenamiento, la asfixia… Sin análisis del cuerpo es imposible dictaminar. La clave es que sí se dictamina.

Miguel de Unamuno, desde el día 12 de octubre, había estado recluido en su casa, arrestado de facto, aunque no oficialmente. Más de dos meses encerrado y habiendo sufrido represión.

Le prohíben libros. El propio Bartolomé Aragón realiza una gran quema de libros en Huelva donde arden títulos del bilbaíno. A Unamuno le pasa de todo. Manipulan continuamente sus escritos en prensa y sus entrevistas. Dicho por él. El 13 de octubre, el Jefe Provincial de Falange, tras el acto en el Paraninfo de Salamanca, escribe a la familia Unamuno un telegrama urgente diciendo que se ha enterado de lo ocurrido: “Me he enterado de un grave incidente con ocasión del acto del Paraninfo. Tu padre dijo unas cosas que suscitaron protestas crudas y violentas de los asistentes con Millán-Astray a la cabeza. Sería doloroso que a tu padre pudiera sucederle algún incidente desagradable”. Se le retira el título de alcalde vitalicio sin aviso. El 14 de octubre todo el profesorado de la Universidad de Salamanca le retira su apoyo como Rector.

Y vuelve a la carga el fundador de la Legión, que ya le había amenazado de muerte unos días antes ante el público y Carmen Polo.

El 18 de octubre, en la primera aparición pública de Millán-Astray, este da un discurso amenazando a los intelectuales: “¡Ay de aquellos intelectuales que marchen por las sendas tenebrosas! Y los que empleen los caminos sutiles, los disfraces, los juegos de palabras desde los que se lanzan flechas ponzoñosas y se esconde el pecho. ¡Esos serán fulminados!”. Lo normal hubiera sido una arenga militar a los requetés a los que se dirigía…

Y Franco firma la definitiva destitución de Unamuno como Rector.

El 22 de octubre ya Unamuno no podía ir a la universidad. El 23 asesinan a Salvador Vila, discípulo de don Miguel y rector de la Universidad de Granada. Amigo íntimo por el que Unamuno había mediado para que lo liberasen. Solo un día después de la firma de Franco.

Contra Vila no había cargos de peso.

No. Es más, su biógrafa, Mercedes del Amo, siempre había apuntado al acto del 12 de octubre como hecho fundamental para asesinar a Salvador Vila.

Sigue, si quieres, con la cronología.

Esperan al 8 de diciembre para ejecutar a Atilano Coco porque es el Día de la Inmaculada Concepción y él era un pastor protestante.

Es terrorífico para Unamuno.

Lo hacen para que don Miguel se vaya enterando.

Pudo ser orquestado por fases. Primero, el miedo.

Una hija del propio intelectual oyó a los militares decir que si se montaba en algún coche debían abrir fuego. Legalmente no estaba en arresto domiciliario, pero no era posible que saliera. Además, el 1 de noviembre de 1936, el padre Tusquets, confesor de Carmen Polo y Franco, en abierto y en la radio le acusa de masón. “Yo acuso, y acuso sin retóricas, con pruebas a Unamuno, en cuya ayuda intervino toda la Francmasonería liberal y socialista de Francia”, dice. Si hasta los golpistas masones fueron asesinados… ¿cómo iba a salir a la calle Unamuno después de eso?

¿Por qué no lo mataron sin más miramientos? No les costaba hacerlo… como con Lorca.

No lo asesinan a todas luces porque el caso de Lorca se extendió internacionalmente. En ese momento Unamuno era candidato a premios como el Nobel y Franco no quería perder apoyos fuera. Por eso mismo el 12 de octubre, tras el tumulto que se forma por el discurso de Unamuno, tienen que protegerlo. Millán-Astray ordena a don Miguel dar la mano a Carmen Polo para que no le disparen los falangistas presentes. Una humillación para Unamuno, porque allí mandaba el rector. Se oían ruidos de armas. Hubiera sido un escándalo. Hay que dimensionar.

Y Unamuno no pisó nunca más Salamanca.

De hecho le envía una carta al director de ABC de Sevilla el 11 de diciembre donde explica que está disfrazadamente encerrado. De cara a la prensa, no podía aparecer que el intelectual estaba en contra de los golpistas. ¿Cómo iba a salir a la calle, si había sido acusado de masón? Lo hubiera matado cualquier fascista.

La represión no es solo la muerte.

Amputaron una parte de su persona. Mataron a sus amigos, prohibieron sus obras, fue recluido. Sí, Unamuno fue un intelectual represaliado hasta su muerte. Hicieron desaparecer toda su dimensión política. Parte de su persona fue borrada. Fue enterrado con honores falangistas, como uno de los suyos, pero prohibían sus libros. Se le consideraba hereje máximo por parte de la Iglesia. “Maestro de herejes”, llegan a decir.

¿Tenemos una foto fija del momento?

Exacto. Es un gran problema, porque debemos recordar que Salamanca tarda solo dos días en caer. Al día siguiente del golpe militar, tras un baño de sangre en la Plaza Mayor de la ciudad, siendo Unamuno alcalde honorario y tras haber sido capturado su amigo Casto Prieto, él se dirige a la población desde el balcón del propio Ayuntamiento para decir: “Estoy acá como elemento de continuidad. La República acá me trajo y aquí me tenéis con gesto de paz, como Fray Luis de León”. Para evitar más derramamiento de sangre.

Y como da ese discurso, parece que apoya el golpismo.

Pero no se ha contado que al día siguiente, con alcalde militar al frente, ya no acude. Pero claro, los sublevados habían empezado la guerra diciendo que iban a poner orden en la República. Decían que eran republicanos.

Le convierten en golpista

Le convierten en un misil contra el republicanismo. El propio Azaña ataca a Unamuno al creer que está contra ellos. Lo ven como una traición. Azaña destituye a Unamuno como Rector, pero este, que no se llevaba bien con el líder de la República, acude al día siguiente a su puesto en la Universidad de Salamanca. Franco lo restituirá legalmente. Unamuno había caído en la mentira. Considera que los golpistas le han tomado el pelo.

Y se refuerza la idea.

Es cierto que podría considerarse que, al estallar la guerra, Unamuno era equidistante porque estaba en contra del marxismo y el fascismo, pero no estaba en contra de la democracia.

¿Desapareció Bartolomé Aragón?

La versión oficial la escribe Bartolomé Aragón la misma noche en la que Unamuno falleció. Está tan en shock y está tan compungido que se recluye en su hotel a relatarlo por escrito. Loscertales, Rector que había impulsado la destitución de Unamuno, enemigo a nivel académico, va al hotel la noche del 31 de diciembre y le entrega el papel. Delirante.

Y hay un supuesto poema de don Miguel en la habitación. Un poema desconocido donde Unamuno parece saber cuándo va a morir.

Es un dato que añade más tarde en otra de sus contradictorias versiones. Bartolomé Aragón tenía ese poema, supuestamente, en la habitación del hotel siendo un libro de poemas que se había autoeditado Unamuno como 30 años antes (en 1906). Aragón nació en 1909. Era imposible. Un relato patético y cutre. El 10 de enero se va al frente. Un supuesto compungido amigo con una posición estable en la retaguardia de la Universidad, ¿se va al frente a pasar frío?

¿Y qué concluyes?

¿Qué es lo que sustenta la muerte oficial de Unamuno? Vemos la extraña dictaminación del médico, la ocultación de la identidad real de Bartolomé Aragón, cómo roban el cuerpo de Unamuno de casa para que falangistas del cuerpo de Prensa y Propaganda porten el ataúd, cómo organizan la foto… porque en Salamanca era imposible sacar esa foto sin haber erigido un dispositivo premeditadamente, no hay posibilidad de poner una cámara en esa altura. También es importante el cambio de horas en los documentos oficiales para que legalmente pudiera realizarse el entierro a plena luz del día y pudiesen hacer las fotos propagandísticas del funeral.

¿Crees que es posible que se reconozca o por lo menos se investigue?

Podemos afirmar que la versión oficial de la muerte de Unamuno es falsa y por lo tanto, hay que seguir investigando. ¿Por qué se crea un relato si no es para sustituir a otro? ¿Por qué ningún unamunólogo ha investigado a la última persona que estuvo con don Miguel? El 12 de octubre de 1936 conduce a la muerte de Miguel de Unamuno. ¿Por qué un apestado como Unamuno tras el encontronazo con Millán-Astray recibe honores falangistas?

Tomado de: El Salto

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Alfonso XIII, la guerra del Rif y el Expediente Picasso

Alfonso XIII de España (1886-1941)

Por Grupo Akal @AkalEditor

Al igual que otros borbones, Alfonso XIII no se caracterizó por la autocontención. Creció aislado en la Corte de Madrid, con preceptores muy conservadores, no fue a la escuela y menos a la universidad. Ya desde muy joven desarrolló una personalidad autoritaria y frívola. Se aficionó al deporte, a los automóviles de lujo, a las aventuras extramatrimoniales y se entusiasmó con la producción de películas pornográficas. Siempre se sintió más cómodo entre militares que entre intelectuales.

Nadie se sorprendió que durante la Semana Trágica apoyara la represión de los obreros o que, interpelado por la suerte de Ferrer i Guàrdia por el rotativo francés Le Journal, respondiera con indisimulado cinismo:

«Yo soy un monarca constitucional, tan constitucional que ni siquiera tengo iniciativa de indulto [..] ¿No habéis tenido en vuestra casa un caso Dreyfus? ¿Nos hemos mezclado nosotros con él?»

Tuvo más suerte, eso sí, que Carlos I de Portugal (1863-1908), que acosado por la corrupción de la Corona y por el desprestigio del turnismo entre progresistas y regeneradores, fue asesinado el 1 de febrero de 1908 por un grupo de republicanos y carbonarios. Así, la crisis de la monarquía dio paso en Portugal a la proclamación de la República en 1910, un hecho que intelectuales como Fernando Pessoa (1888-1935) vieron como un posible paso hacia una Confederación federal ibérica. Alfonso XIII, en cambio, intentaría sobrevivir dando apoyo a la dictadura militar de Primo de Rivera, y cuando se vio forzado a dejar el trono, poniéndose al servicio de Francisco Franco.

En el camino, el nuevo rey se dedicó desde muy temprano a engrosar su fortuna personal, que en pocos años pasó de 9 a 30 millones de pesetas. Viendo la disminución de la rentabilidad de fondos que tenía en bancos franceses e ingleses, invirtió en el Metro de Madrid, la Hispano-Suiza y la Compañía Transmediterránea. Para no ser descubierto, llevó a cabo muchas de sus inversiones con el seudónimo «Duque de Toledo».

Lo más oscuro de sus negocios provino de las inversiones que tenía en Marruecos. Concretamente, con la Compañía Española de Minas del Rif S.A., que explotaba unas minas de hierro en Nador siguiendo el modelo colonial. Un monopolio que, con mano de obra prácticamente esclava, pretendía rivalizar con la industria siderúrgica vasca y convertir Melilla en la Bilbao del norte de África. Alfonso XIII tenía acciones de la empresa y cuando los caudillos rifeños pusieron el negocio en peligro con sus acciones bélicas, no dudó en enviar tropas.

Lo hizo en 1909, impulsando un reclutamiento que indignaría a las clases populares, desencadenado huelgas y protestas –«¡Abajo la guerra! ¡Que vayan los ricos! ¡Todos o ninguno!»– que desembocarían en la Semana Trágica. Y volvió a hacerlo en 1921, encomendando al general Manuel Fernández Silvestre (1871-1921) que desembarcara en Marruecos e invadiera los territorios del caudillo rifeño Abd el-Krim (1882-1963). Esta última operación condujo al Desastre de Annual –nombre de la localidad marroquí situada entre Melilla y Alhucemas–, una derrota sin paliativos del Ejército español en la que murieron 8.000 hombres.

El Desastre de Annual y el Expediente Picasso

El Desastre de Annual fue uno de los capítulos más oscuros del reinado de Alfonso XIII. El general de división Juan Picasso González (1857-1935), tío del gran pintor malagueño, fue el encargado de realizar una investigación para depurar responsabilidades, pero el monarca decidió limitar su alcance desde el inicio.

El PSOE, que había sido fundado en Madrid en mayo de 1879 por Pablo Iglesias Posse (1850-1925), fue quien lideró las críticas más demoledoras contra el monarca, exigiendo que la investigación llegara hasta las últimas consecuencias. Julián Besteiro (1870-1940), Indalecio Prieto (1883-1962) y el socialista gallego Manuel Cordero Pérez (1885-1941) emprendieron una ofensiva implacable contra el «ejército inepto y corrupto» y contra el rey, «su gran valedor».

«La monarquía –escribió Cordero siendo diputado– inició esta guerra para entretener y sostener a un ejército superior a nuestras posibilidades económicas, por si llegaban momentos difíciles para ella [la monarquía] poder utilizarlo contra el pueblo. Y la guerra de África, que es la ruina material de España, se sostiene únicamente para no declarar a la monarquía fracasada y por no saber dónde colocar a los militares que sobran.»

Indalecio Prieto, por su parte, llegó a trasladarse a Melilla, al lugar de los hechos, y desde allí escribió una serie de «Crónicas de la Guerra». Estas crónicas se publicaron en el periódico El Liberal, de Bilbao, y luego fueron reproducidas asiduamente por El Socialista, un boletín del partido, entre agosto y octubre de aquel año. Más tarde, como diputado, Prieto intervino como miembro de la Comisión Parlamentaria constituida para estudiar el informe elaborado por Juan Picasso. En el debate sobre el «Expediente Picasso», Prieto apuntó directamente a la responsabilidad del rey, que comenzó a acusar las críticas vertidas en el Parlamento.

Para el PSOE, la actuación española en Marruecos venía determinada por los intereses económicos de la Corona y por la necesidad de apuntarse un éxito en el terreno internacional después de la pérdida de Cuba y Filipinas. Al igual que Prieto, el propio Besteiro señalaría al rey como responsable último de lo ocurrido:

«Por el camino que vamos –sostuvo en un célebre discurso en las Cortes– se va a la ruina y la deshonra ante el mundo entero; yo creo que si se ama a España ha llegado el momento de establecer una línea divisoria y decir lo que es verdad: que España no ha ido a Marruecos; a Marruecos ha ido la monarquía española, ha ido el rey; nosotros no».

La investigación del desastre de Annual hizo evidente que el oligárquico edificio canovista amenazaba ruina. Por ese entonces, todo el mundo comenzó a hablar sobre la reforma constitucional. El Partido Liberal del gaditano Segismundo Moret (1833-1913) y algunos otros partidos llegaron a preconizar la necesidad de modificar aspectos concretos, como el artículo 11, para introducir la libertad de cultos. Las resistencias a que las reformas específicas pudieran ser planteadas seriamente condujeron a un inmovilismo suicida que, a la larga, sería el que precipitaría el final del régimen.

(…) Asediado por una impopularidad creciente, Alfonso de Borbón decidió seguir el ejemplo de Victorio Emanuel III (1869-1947) con Benito Mussolini (1883-1945) en Italia. Así, haciendo oídos sordos a las fuerzas más dinámicas de la economía, incluidas las burguesías vascas y catalanas, apoyó la salida golpista perpetrada por Primo de Rivera en 1923.

Una vez más, el socialista Indalecio Prieto fue de los primeros en denunciar los motivos profundos del rey para avalar el nuevo gobierno dictatorial. En su opinión, una de las razones principales que había llevado a Alfonso XIII a sumarse al golpe de Primo de Rivera había sido sortear las responsabilidades por la hecatombe de Melilla y evitar sentarse ante una Comisión de investigación parlamentaria.

El texto de esta entrada es un fragmento de Dejar de ser súbditos. El fin de la restauración borbónica

Tomado de: No cierres los ojos

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Trauma y represión a seis años de la operación Pandora II

Foto Público

Por Quim Gimeno

En octubre se cumplieron seis años de la operación Pandora II, en la cual diez personas fuimos detenidas bajo la ley antiterrorista. Seis años pueden parecer poco, pero, a día de hoy, mi vida —así como seguramente la de muchos del resto de encausados— ha cambiado mucho y hay cosas que las miro ya con el regusto de boca de haber quedado atrás. En los últimos años he dedicado mucho de tiempo a entender lo que me ha pasado en relación a diferentes procesos personales, entre ellos la represión. Esta búsqueda me ha llevado a descubrir y entender el trauma y como actúa en diferentes esferas de nuestra vida.

Sin querer entrar mucho y utilizando una descripción poco precisa, cuando hablo aquí de trauma me refiero al estado en que se queda nuestro cuerpo —en concreto partes del cerebro y del sistema nervioso autónomo— al ser expuestos a situaciones que no podemos procesar. Cuando acontece la herida traumática, nuestra psique se fragmenta, aislando la parte en que queda la memoria traumática, manteniéndose los mecanismos de protección ante el peligro en alerta, e impidiéndonos, a pesar de que a menudo de forma inconsciente, volver al estado de reposo inicial. Las consecuencias de esto pueden ser hipervigilancia y reactividad, estados de depresión y ansiedad, revivir eternamente la situación traumática a partir de flashbacks o pesadillas, estados de ánimo alterados, etc.

La historia de lo que hoy en día denominamos trauma, a pesar de tener un largo recorrido, cambia drásticamente a partir de diferentes experiencias de guerra del siglo pasado. Al volver, los soldados (sobre todo norteamericanos) a casa, muchos de ellos llegaban con heridas psíquicas que les impedían retomar sus vidas con normalidad. Esto fue especialmente significativo en la guerra de Vietnam, la cual dejó una elevada tasa de suicidios entre los “veteranos”. Es en este momento cuando diferentes organismos e instituciones norteamericanas empiezan a invertir mucho en investigación. Gracias a esto la neurociencia pudo entender mucho sobre cómo funcionaba y qué impacto tenía el trauma.

Algo de lo que se dieron cuenta era que las mismas huellas cerebrales y neuronales que observaban en los soldados, quedaban en personas que habían sufrido otras vivencias: maltrato de diferente tipo, supervivientes a catástrofes naturales o de asesinatos, etc. De hecho, la evolución de estas investigaciones nos ha enseñado que el trauma no es algo que pase solo a partir de hechos tan impactantes como una guerra o en situaciones que podemos considerar como altamente dramáticas, sino que también con experiencias que vivimos cotidianamente. La realidad es que la mayoría de personas tenemos en mayor o menor medida nuestra propia huella traumática.

Volviendo al tema que nos ocupa, la represión, estas investigaciones aportan luz sobre factores interesantes a la hora de afrontarla. Cuando, durante las guerras mundiales, aparecieron masivamente casos de trauma, uno de los primeros debates médicos se centró en el carácter moral de los pacientes. Desde la ética marcial de la época, un soldado tenía que ser un guerrero glorioso y no tenía que mostrar ningún tipo de emoción. Por lo tanto, en muchos casos estos pacientes eran vistos como inferiores, o incluso como holgazanes o cobardes. Algunos médicos llegaron a describirlos como inválidos morales. Poco a poco las investigaciones fueron demostrando el contrario: este tipo de daños también se manifestaban en quienes tenían una personalidad moral muy alta. De hecho, salieron a la luz casos de soldados que, a pesar de haber destacado por su valentía en el combate, habían acabado sufriendo lo que entonces denominaron neurosis de guerra. Finalmente, las autoridades médicas acabaron asumiendo la evidencia: cualquier soldado expuesto al peligro durante cierto tiempo podía desarrollar las mismas heridas psíquicas.

Si extrapolamos esto a nuestro mundo, podemos observar analogías muy claras: todos y todas podemos salir heridos de experiencias traumáticas como la represión. De hecho, a veces también insistimos al mantener la imagen moral del guerrero revolucionario, el cual no tiene miedo y se enfrenta a la lucha con la verdad como espada y la conciencia social como escudo; pero lo cierto es que este guerrero, si existe, también es susceptible de ser herido cuando se expone a una situación traumática. Somos vulnerables y, cuanto antes lo aceptamos, antes lo podremos integrar. Esto es algo importante de nombrar, ya que existe un tipo de pacto de silencio que nos impide hablar públicamente de ciertas cosas, como si nos volviera débiles o se generalizara un estado de miedo, y no nos damos cuenta de que es precisamente esto lo que nos debilita. Muchas personas que afrontan la represión con fortaleza y dignidad, detrás de los comunicados políticos y de las declaraciones judiciales, sienten el peso emocional de la experiencia que están pasando y lo viven en silencio. Esto solo sirve para aislarnos y,  consecuentemente, es un factor que tiende a debilitar nuestras comunidades.

Enlazado con esto, otra cosa que descubrieron es que lo más efectivo a la hora de afrontar y superar la herida traumática no era ni la moral marcial, ni el patriotismo, ni el odio al enemigo; era nada más y nada menos que el amor que sentían los soldados entre ellos. Los lazos interpersonales les ayudaban a superar la situación. Esta es, sin duda, una información de mucha relevancia: a la hora de afrontar la represión, nuestra mejor salvaguardia son los vínculos comunitarios que establecemos. Si las relaciones interpersonales que tenemos están dañadas, somos más susceptibles de no poder afrontar ciertos procesos. Esto es más importante todavía cuando estalla la represión, momento en que la tensión y el miedo acostumbran a suponer que nuestras diferencias crezcan. Nos guste o no, la represión es capaz de romper incluso los grupos que aparentemente están más unidos. Es por ello que es vital que esta unión sea más efectiva —y afectiva— que aparente.

A día de hoy diría que los vínculos humanos lo son todo en un movimiento revolucionario: la base, la estructura y la finalidad. Una de las mayores derrotas políticas que podemos vivir es la ruptura y disgregación de nuestras comunidades, cosa que muchas hemos podido experimentar y de lo que a menudo nos damos cuenta cuando ya es tarde.

Aun así, la lógica del trauma puede llevar implícita una tendencia al aislamiento. El daño en las relaciones no es algo secundario, sino que los acontecimientos traumáticos tienen un efecto directo en el sistema de vinculación que une el individuo con el grupo. Además, el trauma empuja a las personas a rehuir las relaciones íntimas y, al mismo tiempo, a buscarlas desesperadamente. La ruptura en la confianza básica, los posibles sentimientos de vergüenza e inferioridad y la necesidad de evitar situaciones que recuerdan al trauma llevan a las personas a rehuir las relaciones próximas. A la vez, el miedo intensifica la necesidad de protección. Es por ello que la persona traumatizada puede tender a aislarse y aferrarse de forma ansiosa e incoherente. Si entendemos que, además, las situaciones traumáticas muchas veces afectan todo un grupo, podemos imaginar las dificultades que atravesará este para poder afrontarlas.

Es importante que aprendamos a dejar de escondernos en los discursos y análisis sociológicos, hay otros factores importantes a atender a la hora de afrontar procesos colectivos. Se trata de poner nuestros propios cuerpos en el centro de lo que denominamos política o, en todo caso, entender que cuando vivimos ciertas situaciones es difícilmente eludible. Para finalizar quiero aclarar que no todo lo que tiene que ver con la represión nos habla de fragilidad, ni mucho menos, también lo hace de fuerza, coraje y determinación. Tendemos a pensar que una cosa y una otra son excluyentes, pero de lo que realmente se trata es de aprender a integrar la relación entre ambas.

El autor, una de las personas represaliadas en aquella operación policial ordenada por la Audiencia Nacional de España, profundiza en las investigaciones sobre el trauma psicológico y la fuente de información que aportan a la hora de afrontar procesos represivos como el que ha vivido.

Tomado de: El Salto

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La muerte de Antonio Machado en un campo de concentración de Francia

Por Félix Población

España Democrática era el órgano en Montevideo (Uruguay) del Comité Nacional Pro Defensa de la República Democrática Española. En su número del 8 de marzo de 1939, semanas después del fallecimiento del poeta sevillano, da a conocer su muerte “en un campo de concentración en Francia”, no en el modesto hotel Bougnol-Quintana de Collioure donde encontró refugio gracias a las indicaciones del jefe de estación de la localidad, cuando don Antonio, su madre, su hermano José, la esposa de este y Matea Monedero, la asistenta de la familia, llegaron en tren el 28 de enero de 1939. Los acompañaba también el escritor Corpus Varga (Andrés García Corpus de la Varga, 1887-1975).

Fue en el citado hotel, como es sabido, donde con pocos días de diferencia fallecieron Antonio Machado y su madre, Ana Ruiz. El redactor de la información a la que aludo debió dejarse llevar por la gran tragedia humana que supuso para miles de republicanos españoles ser internados en los campos de concentración franceses,  una vez cruzada la frontera de los Pirineos. No estuvo don Antonio entre los muchos que perecieron en aquella invernal intemperie de miseria y hambre con la que obsequió aquella república a los republicanos españoles. El dolor de los vencidos que cabe imaginar en su ánimo y en el envejecido aspecto que presentaba en sus últimas fotografías influyó sin duda en que su vida se apagara 29 días después de su llegada a Francia, el 22 de febrero de 1939.

Se cuenta que, muy al contrario de lo que ocurrió con miles de sus compatriotas, internados en los campos de concentración franceses, las autoridades de aquel país pretendieron trasladar a París el cadáver de don Antonio para rendirle honores, pues se le consideraba a la misma altura que Paul Valery, pero su hermano José se negó a ello. El poeta español fue enterrado de prestado en el pequeño cementerio de Collioure, hasta donde acuden cada año miles de sus lectores.

Hasta 1958, los restos mortales de Machado ocuparon un nicho cedido por una amiga de la señora Quintana, dueña del hotel. Después pasaron al lugar que hoy ocupa, gracias a una colecta en la que colaboraron, entre otros,  Albert Camus, René Char, André Malraux y Pau Casals. El músico se ofreció a tocar en el segundo sepelio del poeta, pero por oposición de la familia a un acto público Casals tocó su violonchelo con el cementerio vacío. Nadie sabe, por lo tanto, si entonces se escuchó el conmovedor Cants del ocells (Canto de los pájaros), adaptación para el chelo de la popular canción catalana.

Según el periódico España Democrática, desconocedor de los últimos derroteros de la vida de don Antonio en esas cuatro semanas que duró su exilio, el poeta falleció “confundido entre la multitud de evacuados a raíz de la caída de Cataluña”. Tanto en el titular como en el texto de la noticia se une el nombre de Antonio Machado al de Federico García Lorca. Asesinado éste por los militares felones, para el redactor de la información no contrastada y solo supuesta a tantos kilómetros de distancia “era Machado la más alta expresión de la poesía lírica”.

La muerte de ambos poetas es glosada así por el periódico: “Federico, muerto a balazos, asesinado por la espalda, sobre la cinta blanca de una carretera bajo el cielo de Granada. Machado, confundido entre la multitud de hombres, mujeres y niños que desde hace casi tres años sufren la más dolorosa de las tragedias, puso punto final a su emocionante peregrinaje a través de los campos de su patria, muriendo de dolor y de pena, en un campo de concentración, bajo el cielo de Francia. Triste, doloroso destino el de estos dos grandes de las letras española. Triste y doloroso, pero heroico. Han muerto los dos, confundidos con los ideales de su pueblo; defendiendo su libertad y su derecho, en el terreno que les correspondía hacerlo; denunciando al mundo que la reacción fascista encarnaba fundamentalmente la negación de la cultura”.

No faltan en las dos páginas que España Democrática dedicó a la noticia ni el poema que don Antonio escribió con motivo del asesinato del autor de La casa de Bernarda Alba, ni los dos sonetos a la España vendida y al general comunista Enrique Líster. También se nos recuerda en la información que Antonio Machado no quería dejar Madrid cuando el gobierno del Frente Popular se trasladó a Valencia, ante el asedio de las tropas sublevadas a la capital de la República en el otoño de 1936. Encontramos igualmente en la misma página que ilustra este artículo un poema a la primavera y otro titulado Al otro conde don Julián, “que abrió las puertas de España a la invasión sarracena”. El que más me llama la atención quizá de todos los que se publican es el que el poeta escribió durante su estancia en Valencia en Villa Amparo, primera etapa de su camino hacia el exilio:

Otra vez el ayer. Tras la persiana,/ música y sol; en el jardín cercano,/ la fruta de oro; al levantar la mano,/ el puro azul dormido en la fontana./ Mi Sevilla infantil, ¡tan sevillana!,/ ¡cuál muerde el tiempo tu memoria en vano!/ ¡Tan nuestra! Aviva tu recuerdo, hermano./ No sabemos de quién va a ser mañana./ Alguien vendió la piedra de los lares/ al pesado teutón, al hambre mora,/ y al ítalo las puertas de los mares./ ¡Odio y miedo a la estirpe redentora/ que muele el fruto de los olivares,/ y ayuna y labra, y siembra y canta y llora!

El documento hemerográfico nos lo ha facilitado mi estimado amigo Manuel Álvarez Machado a través de su Revista machadiana, que siempre leo con sumo interés y en la que Manuel no deja de aportar de modo regular documentación muy valiosa sobre la vida y obra del poeta, a quien releo desde mi adolescencia con toda la frecuencia a la que me obliga mi temprana admiración por su persona y lo que dejó escrito.

Tomado de: El Salto

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