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La necesidad de conquistar el color cubano

Fotografía Roberto Chile

Por Esther Barroso

La problemática racial en Cuba sigue despertando debates, algunos muy encendidos. Al menos en los últimos años no ha faltado la intención por parte de las autoridades políticas y gubernamentales cubanas de enfrentar ese flagelo de una manera más coordinada, científica y con acciones concretas.

Pero le cabe a la intelectualidad artística y literaria cubana el honor de haber colocado ese debate en la palestra pública a partir del Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, celebrado en 1998. Desde ese instante, muchos esfuerzos -no sin adversidades en el camino- comenzaron a tomar forma en el afán de denunciar, analizar y resolver las disímiles y dolorosas expresiones de discriminación racial y prejuicios raciales que aún sobreviven en Cuba.

En ese gremio nació la Comisión José Antonio Aponte en el año 2009, adscrita a la UNEAC. Con sus dos máximos representantes conversamos para Cubavisión Internacional, con el foco puesto en los antecedentes históricos que aún en el 2021 siguen influyendo en una realidad que debe ser transformada. También apuntamos en el diálogo a las dinámicas actuales en torno al tema, así como los desafíos y las reivindicaciones pendientes.

Al conmemorarse en 2021 los 60 años de la organización, consideramos que éste, uno de sus tópicos más interesantes y necesarios, es una excelente propuesta de reflexión para el público internacional que nos sigue y, a la vez, un homenaje a nuestro poeta nacional Nicolás Guillén, fundador y primer presidente de la UNEAC, un hombre mestizo que colocó ese tema en el centro mismo de toda su excepcional creación poética.

Rolando Julio Rensoli. Vicepresidente de la Comisión Aponte. Historiador, escritor y profesor auxiliar de la Universidad de La Habana.

Esther: En mi opinión no se conoce suficientemente la biografía de José Antonio Aponte entre los cubanos, sin embargo, fue una figura crucial que protagonizó la primera conspiración y sublevación nacional contra la esclavitud. ¿Cómo es posible eso a estas alturas? ¿Cuál es la relevancia de Aponte en la historia cubana?

Rensoli: En los últimos 8 años ha habido una transformación sobre el desconocimiento de esta figura. A partir de su bicentenario en 2012, promovido por nuestra Comisión, pero muy bien recepcionado por el Ministerio de Educación, en los programas educativos se introdujo la figura de Aponte que estaba invisibilizada. En el tercer perfeccionamiento de la enseñanza general y especial hasta el 2030 ya está Aponte.  De momento, las presentes y futuras generaciones van a conocerlo mejor, pero es verdad que antes no se conocía.

Entrevista a Rolando Julio Rensoli

Entrevista a Rolando Julio Rensoli

En la neo-colonia había una frase muy popular que decía: “Eres más malo que Aponte”, cuando se iba a regañar a un muchacho por ser indisciplinado o malcriado. Lo que quedaba de Aponte era una figura subversiva, tenebrosa. Martí sí estuvo claro, se hizo una interrogante que él mismo se respondió: “¿Qué se habla de Aponte? Aquel que fue el primero que en 1812 trató de romper las cadenas de esclavitud”. Para nada se hablaba de Aponte en textos escolares.  En un libro de historia local de Guanabacoa, de 1946, cuando se habla de la sublevación de Aponte, lo tratan como cabecilla y sin embargo al sanguinario que representaba en el lugar a la tiranía española, lo ponían de héroe.

José Luciano Franco, maestro de historiadores, fue el primero que desde las ciencias históricas lo puso en el lugar que merecía. De él es la expresión de que fue la primera conspiración de carácter nacional. No fue una conspiración racista- negrista, sino de cubanos blancos, pardos y negros, libres y esclavos, aunque las fuerzas motrices fundamentales eran los esclavos y los negros y mulatos libres.

Esther: Es decir que silenciar a Aponte también fue parte de los actos de discriminación racial en Cuba hasta el siglo 20. ¿Cuán profunda ha sido la desventaja social que ha limitado durante siglos el desarrollo individual y social de negros y mestizos, más allá de la esclavitud?

Rensoli: El origen de esa desventaja está en la propia esclavitud, que comenzó con las encomiendas a los aborígenes cubanos y cuando éstas se abolieron en 1553 ya estaban, desde 40 años antes, los esclavos africanos en Cuba. Pero a finales del siglo 18 y principios del 19, ya hay un estamento social de negros y mulatos libres y libertos con posiciones económicas importantes y fueron objeto de mucha discriminación porque no había intención de que se empoderaran económicamente.

Los 30 años de guerra por la independencia tratan de paliar la situación.  Los negros y mulatos no tuvieron un propósito diferente durante la guerra, no hubo un proyecto racial en Cuba. El proyecto fue la independencia y la abolición de la esclavitud. Y aunque en Guáimaro no hubo ni un solo negro, ni mulato, ni indio, ni campesino ni obrero, sino que hacendados, abogados y médicos fueron los que firmaron la Constitución, allí todos abolieron la esclavitud. En la guerra del 68 el regionalismo y el racismo estuvieron presentes, pero los prejuicios raciales no evitaron que muchos negros y mulatos ascendieran hasta el grado de mayor -general.

Esther: Sin embargo, llegamos al siglo 20 arrastrando esas mismas consecuencias de la esclavitud…

Rensoli: Por lo mismo, en la guerra del 95 ya no hay esclavitud, no se disolvieron los problemas del racismo, pero se habían superado un poco. Llegamos a una república impuesta por una nación que pudiera ser la más racista, EE.UU., ocupando militarmente al país. Tendríamos un Constitución donde los pobres no tenían derecho a votar porque había que tener un mínimo de riqueza para hacerlo y la pobreza era multicolor pero la riqueza prácticamente fue blanca.

Una república que, a los 10 años, en 1912, reprime la protesta armada de los Independientes de color y aprovecha para masacrar a miles de personas que nada tenían que ver con ese Partido, como si hubiera sido un crimen ser pardo o negro. Llegamos a una década del 50 donde en esta misma barriada del Vedado, cuando comienzan a proliferar los edificios altos, ponían carteles que decían: “no se permiten perros ni negros”, como lo habían hecho los nazis. Teníamos una república muy cruel. Y tanto en la colonia como en la neo-colonia cada vez que los negros y mulatos se empoderaban, venían las represiones.

Hay toda una historia de 400 años de subordinación económica e intelectual: patrones estéticos eurocentristas y un mestizaje que se va tapando, es decir, el mestizo quiere ser blanco, el negro quiere “adelantar”, lo que quiere decir, blanquear la descendencia para ver si puede avanzar. Es una realidad social muy compleja.

Esther: La Revolución de 1959 significó un giro total a la sociedad cubana. ¿Cuáles prácticas discriminatorias y estructuras racistas fueron demolidas por la Revolución y cuáles no?

Rensoli: La Revolución cubana demolió lo viejo en un periodo históricamente muy breve. Entre 1959 y 1961 se destrozó el aparato estatal burgués y las instituciones sociales burguesas. La gran burguesía emigró y por lo tanto salió del contexto social cubano. Es un nuevo país el que se está construyendo y eso tiene un reflejo en la composición por el color de la piel y en los posicionamientos sociales.

Pero cuando se da la arrancada para esas transformaciones sociales, no están todos los cubanos y cubanas en igualdad de condiciones para alcanzar las nuevas metas. Batista cerró las universidades, la Revolución las abrió y dijo que todos los que eran bachilleres o estaban matriculados en una universidad, podían estudiar. ¿Cuántos negros y mulatos eran bachilleres o estaban ya matriculados? Por lo tanto, los primeros que acuden masivamente no son los negros.

Los negros no eran la mayoría de la población analfabeta en Cuba. Aunque había población analfabeta urbana, el analfabetismo estaba concentrado en los campos donde la población era mayoritariamente blanca. Pero entre los sub escolarizados, personas que no podían terminar la enseñanza primaria, gente pobre, muchos eran negros y mulatos. Para lograr esa universidad que quería el Che, coloreada de negros, mulatos, obreros y campesinos, ellos tuvieron que partir por terminar la primaria, pasar la secundaria y la facultad obrero -campesina. La cantidad de profesionales negros que comienza a graduarse masivamente es a partir de la segunda mitad de la década del 60.

Esther: María del Carmen Barcia, una experta en estos temas, publicó recientemente el artículo Cuba: racismo y discriminación, que recoge las esencias de esto mismo que usted ha dicho. Además escribe: “se estimó que al triunfo de la Revolución, la discriminación racial había cesado, pero en realidad el proceso de reivindicación solo estaba en sus inicios”. Pasaron demasiados años hasta que nació esta Comisión Aponte en 2009. Entonces, ¿por qué muchos de estos temas estuvieron pendientes por mucho tiempo?

Rensoli: Quizás la ingenuidad o el idealismo nos hizo pensar que las políticas públicas de equidad iban a resolver per se todo tipo de discriminación. Y las políticas públicas por sí solas no resuelven ni el machismo, ni el racismo ni el regionalismo, ni ningún tipo de discriminación, solamente porque sean aprobadas. Los constructos sociales son muy fuertes. En un estado de igualdad de oportunidades como el que se creó en Cuba, donde las clases sociales realmente a partir de 1965 eran la clase obrera y campesina, no podían verse claramente los vestigios de discriminación. Mi generación creció sin ver eso palpablemente.

Claro estaban muy naturalizados los chistes racistas, la gente creía que, si uno estaba presente, solo con decir: “Resoli, permiso, no te pongas bravo” y sin esperar a que yo reaccionara, hacían el chiste racista. Eso estaba en el orden psicológico, igual que el adelanto y el atraso, pero no producía efectos en el orden de los estatus sociales. ¿Qué pasa en los 90? La crisis económica trajo una crisis de valores. Si las microbrigadas llegaron a igualarnos a todos en la solución de la vivienda, de pronto eso se detuvo y se dice: “todo aquel que tenga un solar propio o una placa libre, pude construir”. No se venden materiales. ¿De dónde sale el dinero para construir?

Los años 90 ponen sobre el tapete la remesa como fuente de ingreso por encima del salario. Las remesas llegan para las familias que no tienen color púrpura. Pero además si se iba a poner un negocio privado en los años 90, el capital inicial no venía del salario sino de la remesa. Encontramos muchos emprendimientos donde los propietarios son personas blancas. El periodo especial profundiza las desigualdades que, con la Revolución, por lo menos en la superficie, se habían superado.  En la profundidad siempre estuvieron.

Esther: Quiere decir que el impacto económico ha sido fundamental, por encima del cultural o del psicológico…

Rensoli: Es un problema cultural, desde la economía. Yo no niego el principio económico. Lo que pasa es que tiene una preminencia en el caso cubano el aspecto psicológico, pero hay una herencia económica. Por muy mestizos que seamos lo cubanos, como se ha demostrado científicamente, realmente hay una herencia económica en familias que tienen el color de piel blanco. Aunque se hayan blanqueado a lo largo de 4 siglos, pueden tener en su árbol genealógico tainos, siboneyes, caribes, lucumíes, carabalíes, chinos, pero tienen la piel blanca. Estamos hablando del cubano que quedó en Cuba que no eran los dueños de grandes industrias sino pequeña burguesía y proletarios. Pero fundamentalmente las personas de piel blanca tienen un herencia cultural y económica superior a las de piel negra. Entonces tienen preminencia los valores psicológicos.

Si vamos a la antropología, nadie en Cuba tal vez pudiera decirse blanco, tal vez negro tampoco, porque somos una nación mestiza. Pero el color de la piel es lo que predomina como sinónimo de jerarquización. Con una cultura mestiza y con un mestizaje genético demostrado, en el orden psicológico siguen prevaleciendo factores que inferiorizan a unos y que tratan de jerarquizar a otros y eso es terrible para resolverlo.

Esther: ¿Esto forma parte entonces de aquello que Guillén definió como color cubano?

Rensoli: Esa expresión sintetiza lo que él llevo a la poesía en la Balada de los dos abuelos. Nosotros somos diversos por nuestras tonalidades de piel. Dicen los genetistas que existen 110 tonalidades en los seres humanos y en Cuba hay 105, fíjate si somos diversos. Somos pluri-étnicos por el origen, sin embargo, tenemos un etnos-nación único: todos somos cubanos sin el guion y sin el prefijo. Ni afrocubanos, ni hispanocubanos, ni indocubanos. El color cubano es una metáfora que se puede sintetizar en mestizaje genético y cultural.

Esther: Gracias Rensoli por describirnos estos antecedentes que son imprescindibles para comprender entonces los propósitos de la Comisión Aponte.

Entrevista a Pedro de la Hoz.

Pedro de la Hoz. Presidente de la Comisión Aponte. Periodista, crítico de arte y escritor.

Esther: El tema ha suscitado grandes debates en el seno de la UNEAC en las últimas décadas y pienso que en gran medida la Comisión Aponte nace gracias a eso. Artistas y escritores lideraron los debates sobre discriminación racial desde los años 90. Mi pregunta es si nace esta Comisión entonces como resultado de esos cuestionamientos tan profundos que en alguna medida habían sido soslayados, silenciados o incomprendidos.

Pedro: Efectivamente, esto es una cadena de acontecimientos en la cual artistas y escritores hemos tenido un papel protagónico pero el gran protagonista de esta batalla se llama Fidel Castro. Yo estaba en el Congreso de la UNEAC de 1998 en que algunas personalidades como Alden Knigth, Elvira Cervera, Tito Junco y Aseneth Rodríguez plantearon la subsistencia de prejuicios raciales y manifestaciones de racismo. En la TV en aquella época actores y actrices negros eran prácticamente para personajes de esclavos, no tenían protagonismo, ni estaba coloreada la pantalla, como ahora.

Entrevista a Pedro de la Hoz.

Eso se planteó allí y Fidel subió la parada como acostumbraba. Habló de cómo aparentemente por las leyes y políticas públicas muchos pensaron que se habían eliminado los vestigios de discriminación racial. Y en el Congreso de Pedagogía del año siguiente, da una categoría que él definió como racismo objetivo y tenía que ver con las desventajas sociales acumuladas.

Fidel fue quien estimuló a que se estudiara el problema y que como parte de la batalla de ideas que él estaba planteando había que incluir la batalla contra el racismo y prejuicios raciales.

Esther: Sin embargo, la Comisión nace más de 10 años después de aquel Congreso.

Pedro: Porque los procesos tienen que ir madurando. Hubo un momento en que el mismo seno de la UNEAC nace un proyecto que se llamó Color cubano, como la frase de Guillén en el prólogo a uno de sus primeros poemarios. Después fueron trabajando otras organizaciones, como la Fundación Nicolás Guillén, muy asociada a la UNEAC, pero se necesitaba dar un salto de calidad en el debate.

Al principio hubo mucha catarsis, quejas, denuncias, diagnóstico, pero sin relacionar causas y efectos con soluciones. Démosle el mérito a quien lo merece: el poeta y antropólogo Miguel Barnet, autor de esa extraordinaria obra que es Biografía de un cimarrón, muy sensibilizado con el tema. Blanco, rubio de ojos azules pero negro, mestizo, cubano de pies a cabeza, siendo presidente de la UNEAC plantea darle un vuelco al tratamiento del tema y nace la Comisión Aponte.

Una Comisión contra la discriminación racial y el racismo y por la promoción de los valores del legado africano. El primer presidente de la Comisión, el diplomático y escritor Heriberto Feraudy fue el que tuvo la feliz idea de recordar a Aponte nombrando así a esta Comisión.

Esther: Usted ha dicho anteriormente que en Cuba no existe discriminación racial como sistema, pero que hay factores estructurales, coyunturales y subjetivos que hacen que los prejuicios sigan aflorando. ¿Cuáles serían esos factores?

Pedro: En Cuba no existe el racismo institucionalizado. Con las leyes y el soporte legal de la Revolución, en esos dos primeros años de la Revolución, en que Fidel habló repetidas veces de que nuestra Revolución tenía que ser antirracista por naturaleza, se pensó entonces que se le había dado un tiro de muerte al racismo institucional. Lo cual fue verdad. Ejemplos: las playas abiertas, los clubes exclusivos quedaron atrás. Había ciudades en Cuba en que los negros iban por fuera y los blancos por dentro del parque, pocos negros tenían acceso a las instituciones privadas de educación, pero se universalizó la enseñanza y fue para todos. En un hospital ya no te preguntaban si eras mestizo o mulato, todos con las mismas oportunidades, legalmente.

Sin embargo, como es una construcción cultural, algo que va dentro de la cabeza de la gente, eso estaba alimentándose subterráneamente hasta que se reprodujeron. Factores objetivos: desventajas sociales y económicas acumuladas. Ejemplo claro de ellas, la situación de la vivienda. ¿Quiénes son los que viven en los barrios marginales? Ahí tienes una prueba palpable de que negros y mulatos, aunque hay blancos en esa condición, son estadísticamente sobre- representados, cuando vas a ver vulnerabilidades económicas, a partir del factor de la vivienda.

En el acceso a la educación superior, en Cuba apareció una figura en los últimos años que no crítico, el repasador para las pruebas de ingreso a la universidad. ¿Quiénes pueden contratar a repasadores? Las familias blancas, que han tenido una ventaja acumulada. A un muchacho negro o mulato le cuesta más trabajo acceder a la universidad.

Esther: Ventajas que son entonces a la par intelectuales y económicas…

Pedro: Por supuesto, intelectuales, incluso porque hasta la alimentación tiene que ver con la formación del cerebro, con el desarrollo de las capacidades cognitivas. Pero esos factores con políticas públicas bien orientadas se pueden ir paliando. Pero las subjetivas son de otra naturaleza.

El problema del racismo y el prejuicio no es que exista solamente por las condiciones objetivas, sino que al materializarse en la subjetividad, ésta las va reproduciendo. El prejuicio queda dentro: frases que se dicen, conceptos que se repiten, perspectivas erradas acerca de los seres humanos.

Rensoli habló de cómo las familias blancas están en mejores condiciones de insertarse en el sector no estatal y está estadísticamente demostrado. Cuando vas a un restaurante privado, por ejemplo, te encuentras que el dueño es blanco o pasa por blanco. Pero ¿dónde están los negros? Ni siquiera las camareras, porque hay un criterio sexista y racista que se ha exteriorizado en anuncios de trabajo: “se solicitan muchachas blancas, jóvenes y de buen aspecto”.  Los negros están en la cocina o en la puerta como porteros, los que fueron deportistas, en la security, palabreja que hemos asumido como parte del colonialismo cultural.

Esther: El tema se lleva por primera vez ante el Parlamento cubano en el año 2011 y lo lleva la Comisión Aponte. Ustedes presentaron allí un informe sobre la problemática racial de Cuba en ese momento. ¿Qué impacto tuvo frente a los diputados que los artistas e intelectuales cubanos fueran quienes plantearan ese tema en ese contexto y qué resultados tuvo?

Pedro: Fue un descubrimiento porque factores objetivos y subjetivos quedaron expuestos por primera vez ante ese órgano legislativo. Era una labor de sensibilización y concientización. No se pretendía la formulación de leyes porque además en el Código Penal cubano está contemplado el racismo y es condenado. En Cuba nadie te dice: “yo soy racista”. Hay que ser muy desvergonzado para reconocerlo, pero existen esos prejuicios.

Fue muy importante que en el Parlamento se tratara.  A partir de ese encuentro, en todas las provincias la Comisión Aponte, junto a factores de la sociedad civil y de los gobiernos locales, hicieron rondas con los primeros diagnósticos de la situación que fueron útiles para lo que vino después. Se conmemoraba el centenario de la masacre de 1912 y el bicentenario de la sublevación de Aponte, factores históricos que se conjugaron para dar mayor visibilidad al tema.

Esther: Tendrían que pasar 10 años desde el surgimiento de la Comisión Aponte, para que le Consejo de Ministros aprobara el Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial. ¿Podría considerarse un resultado de los empeños de la UNEAC en este sentido y cuáles son las acciones del mismo?

Pedro: En buena medida sí es una consecuencia y el tiempo parece largo pero en realidad es corto, porque otro de los efectos que tuvo aquella jornada en el Parlamento fue que como sistema de trabajo el entonces vicepresidente Miguel Díaz-Canel comenzó a sostener encuentros periódicos con el ejecutivo de la Comisión Aponte. Y esos encuentros comenzaron a hacer ver que era necesario dar otro salto cualitativo en la atención al tema y buscar las maneras para solucionarlo. Y es por eso que ya siendo presidente de la república, ya existiendo una sensibilización en los diversos estamentos del gobierno cubano acerca de la importancia de abordar integralmente y sistemáticamente el problema, es que se crea en noviembre de 2019 ese Programa.

Está ahí el compromiso de los escritores y artistas, pero también está la voluntad del gobierno que fue madurando a lo largo de esos años.

Esther: Cuando se fue a crear el Programa, se presentó un Diagnóstico de la situación racial en Cuba, en cuya elaboración participaron científicos y especialistas en estos temas. ¿Cuáles fueron los señalamientos fundamentales?

Pedro: Se elaboró a partir de  resultados de las ciencias sociales y  de las bilógicas, porque ahí se incorporó el Mapa genético cubano, que ha hecho el Centro nacional de Genética Clínica dirigido por la Doctora Beatriz Marcheco y de las  consideraciones de las organizaciones que forman parte de un Grupo nacional, del cual forma parte nuestra Comisión, grupo que está presidido por el Presidente Miguel Díaz-Canel e integrado por 36 organismos de la administración central del estado y organizaciones sociales y de la sociedad civil cubana.  Todos tributaron a ese diagnóstico que no es acabado, es una primera visión.

Esther: Y los señalamientos más importantes fueron…

Pedro: La necesidad de atacar los factores objetivos junto con los subjetivos; de integrar la solución de problemas históricamente acumulados; de  revisar las políticas públicas existentes y formular las que sean necesarias;  el fomento de una nueva subjetividad en el cubano, en la cual el racismo sea visto como una lacra del pasado y como algo inadmisible; la necesidad de llevar a la práctica el postulado de que el socialismo tiene que ser antirracista y que la sociedad cubana tiene que ser diversa pero inclusiva. La necesidad de conquistar el color cubano.

Esther: Pero esos son planteamientos. ¿Cuáles son las acciones que permitirían que esos planteamientos se conviertan en realidad?

Pedro: Esas son acciones que se van dando paso a paso.

Esther: ¿Por ejemplo?

Pedro: Hemos tenido una larga sesión de trabajo conclusiva de un proceso que hemos llevado a pesar de la pandemia, con los programas de organismos formadores que son los Ministerios de Educación, Educación Superior, Salud Pública, Cultura y el INDER. ¿Cómo introducir en la enseñanza los valores antirracistas, como incorporarlos desde la enseñanza de la historia y como parte de la educación de las nuevas generaciones? ¿Cómo formar al maestro?, porque un formador no debe tener prejuicios racistas porque, si los tiene, los reproduce o lo evidencia en su contacto con el educando. Hay programas que tienen formulaciones precisas y plazos de seguimiento. Los problemas acumulados son muchos y la subjetividad se construye de forma lenta. El programa está estructurado hasta 2030.

Hay otro problema que es el de la familia y cómo trabajar el racismo por reacción, que sucede con muchos negros y mestizos quienes, producto de la discriminación largamente sufrida, se conviertan también en racistas. Eso lo estamos abordando a partir del análisis del activismo antirracial en Cuba en los últimos años.

Esther: Retomando las funciones de la Comisión Aponte, ustedes se pronunciaron públicamente sobre el asesinato del hombre negro George Floyd a manos de la policía en los EE.UU. con un Manifiesto donde incluían una denuncia al supremacismo blanco en ese país. ¿En qué medida la Comisión Aponte se identifica o no con determinadas líneas de pensamiento y acción relacionados con la lucha contra la discriminación racial a nivel internacional?

Pedro: La Comisión Aponte y la UNEAC como parte de sus fundamentos éticos tiene que pronunciarse contra el racismo en cualquier lugar del mundo. Tenemos alianzas con elementos muy identificados con las luchas antirracistas no solo en EE.UU., también en Venezuela, en Uruguay, en el Caribe. Apoyamos estas iniciativas y nos identificamos en la práctica con ellas, no solo a nivel de pronunciamientos sino también de relaciones culturales y de revelar la riqueza del legado de africano y sus descendientes en el entorno continental.

¿Qué no podemos compartir?  Que no somos lo mismo. La historia del negro cubano es diferente a la del negro estadounidense. Allá han tratado de resolver las cosas con acciones afirmativas, determinadas cuotas de acceso… Eso no vale para nosotros. Tenemos que construir una sociedad inclusiva a partir de la transformación de la subjetividad y de las condiciones objetivas para esa sociedad inclusiva a la que aspiramos.

Esther: ¿Cómo valora la forma en que ha sido utilizado este gran tema por parte de líderes de opinión, de figuras y organizaciones para acusar a Cuba en escenarios internacionales como violadora de derechos humanos?

Pedro: El tema ha sido muy manipulado por la subversión contra la Revolución cubana. Los organismos que financian en EE.UU. la subversión destinan dinero a buscar líderes supuestamente antirracistas. Lo que pretenden es el derrocamiento de la sociedad cubana y la subversión del orden. En eso hay organizaciones que les pagan viajes al Consejo de derechos humanos en Ginebra, desconociendo no solo la labor de la Comisión Aponte, sino todo lo que ha hecho la Revolución en 60 años que -aun con independencia de vestigios de actitudes discriminatorios- es incomparablemente superior a lo que nos queda por hacer.

Ventilar estas cuestiones como un elemento supuestamente probatorio de la violación de derechos humanos además de una infamia es un acto de mercenarismo, porque además está documentado que reciben dinero. Podemos decir que hay grupos, como el Comité ciudadano de integración racial, que reciben dinero de organizaciones subsidiarias del gobierno norteamericano. La Cofradía de la negritud, al menos sus líderes, han recibido dinero para que viajen y hagan denuncias internacionales y tratan de ser figuras influyentes en el Comité para la eliminación de la discriminación racial, en Ginebra.

Todo eso lo hemos denunciado sin que renunciemos a seguir combatiendo contra el racismo y la discriminación en Cuba. El verdadero sentido de esa lucha está entre nosotros, en la educación de las actuales y futuras generaciones es donde está el triunfo y en la medida en que haya políticas públicas coherentes que nos lleven a que la equidad del cubano sea una realidad y no una utopía

Esther: Usted es un mulato.  ¿Se ha sentido discriminado en lo personal?

Pedro: A nivel social no. Pero te cuento que mi primer matrimonio se acabó por prejuicios raciales.

Esther: ¿Por qué, era una mujer blanca?

Pedro: Era una blanca y los padres eran blancos de clase media de Camagüey y nunca me aceptaron. Ella no pudo con aquella presión y yo tampoco podía permitirlo. Revelo por primera vez esta historia personal.

Esther: Usted antes mencionó a la Doctora Beatriz Marcheco y la investigación genética que se ha realizado. Ella defiende desde la ciencia la idea de que somos una nación mestiza, idea que ha sido defendida también por intelectuales cubanos.  ¿Usted cree que se comprende ese concepto por parte de la población cubana?

Pedro: Todavía no, hay que difundir más estas cosas.

Esther: ¿Y auto-reconocernos como nación mestiza ayudaría a eliminar la discriminación racial?

Pedro: Por supuesto, tenemos que reconocernos como pueblo mestizo y en la medida en que esto lo comprendamos, daremos un paso más hacia esa sociedad inclusiva que queremos, pero la auto representación es la que va a ganar la batalla. Un último ejemplo, el censo cubano se hace por auto representación. Uno pone: “blanco, negro o mestizo”. El día que en el censo se diga: “soy cubano” vamos a ganar la batalla.

Esther: Muchas gracias. El tema no se agota, pero el tiempo sí. Ha sido un diálogo muy provechoso, espero que para nuestra teleaudiencia también.

Tomado de: Cubaperiodistas

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Galeano… entre los espejos de La Habana (+Video)

Fotograma del documental: Espejos. Una historia en La Habana, de Esther Barroso (Cuba, 2012)

Por Octavio Fraga Guerra @cinereverso

“Uno escribe para tratar de responder a las preguntas que le zumban en la cabeza, moscas tenaces que perturban el sueño, y lo que uno escribe puede cobrar sentido colectivo cuando de alguna manera coincide con la necesidad social de respuesta”.

Eduardo Galeano

Testimoniar desde los resortes de una imagen en movimiento. Construir una huella necesaria, impostergable, definida. Desatar una crónica documental de altivas luces. Romper los cercos del silencio, del embuste edulcorado. Todas estas premisas entroncan con las habilidades y el talento de una virtuosa costurera fílmica.

Va tomando piezas enteras, emergentes retazos dejados en un cajón de tupidas trampas, o partes desechas de recortes ya trabajados. Entonces se edifica otra artesanía, un arte nuevo que destila organicidad, sello distintivo, vestidura nueva.

Es otro cuerpo de imágenes superpuestas, de dispares trazos o colores enteros, que afloran en los márgenes de nuestra cien como trazo erguido; nacido para ser contado, para ser narrado sin citas previas y silogismos. Ante la revelación visual se nos anidan dispares metáforas, analogías tercas o tupidos conceptos, a veces inamovibles, también sentencias.

Se escriben los primeros bocetos, emergen los apuntes de una idea mayor, y nace, como curvas de evoluciones, una obra “acabada”. Desde estos pilares estéticos y narrativos, trabajó la documentalista cubana Esther Barroso su filme, Espejos. Una historia en La Habana (2012).

La visita del intelectual uruguayo Eduardo Galeano a Cuba, en enero de 2012, invitado por Casa de las Américas a participar las actividades de la edición 53 de su Premio literario, le sirvió de punto de partida para hilvanar un documento que sella los vínculos del autor de El libro de los abrazos con nuestra isla.

El trazo narrativo de este documental evoluciona desde los estamentos del testimonio, la aguda entrevista y el uso de sobrias metáforas, superpuestas en pequeñas dosis, en pensados peldaños de icónicas soluciones.

Le sirve para revelarnos ventanas que exhiben apuntes de otros escenarios, o las ideas del escritor. Habita biografiado en un mapa de citas, de fragmentadas brechas fílmicas que, en su conjunto, consolidan el cuerpo del documental.

La presentación de su libro Espejos. Una historia casi universal, Premio de narrativa José María Arguedas que otorga la Casa de las Américas, materializado en la mítica Sala Che Guevara de esta institución, es resuelto por Esther Barroso como un entrecruzado capítulo del filme.

Transpiran emociones, lecciones de vida, sólidos argumentos jerarquizados como sustanciales verbos, despojados de toda puesta en escena, de encumbradas parafernalias estéticas. No hacen falta. La sobriedad de un mapa audiovisual facilita el dialogo con el personaje, con el sujeto.

La legitimidad de un cúmulo de palabras compartidas por el autor, narradas para un público ávido de absorber las partes de su todo, engrosa, en cuidados tempos, los estamentos de esta no ficción.

Tener el privilegio de asistir al dialogo de un hombre universal está debidamente justificado en los cimientos de la entrega documental, que despoja segundas lecturas, palabras no dichas o escondidas en las carreteras del embuste o la burda manipulación.

El escenario está debidamente filmado, resuelto con una gama de planos que conforman un prisma rico en hechuras, en ángulos versos, que atrapan al espectador sin margen para el agotamiento.

La unidad de esta puesta fotográfica está en la riqueza de sus encuadres, que son retratos, paisajes interiores, símbolos de ida y vuelta. También entrecruzados paneos, apuntes “biofotográficos”, crónicas de un espectador proactivo, de muchos.

Ellos son también actores legitimados, puestos en primeros planos, desprovistos de jerarquías, de distingos clasistas o intelectuales. Son parte sustantiva de un hecho, que en el filme está debidamente documentado.

Galeano se siente en su Casa. Los allí presentes le corresponden con miradas absortas, con auténticas risas de sabias vestiduras. Posturas confabuladas que son los signos de un acto de retroalimentación entre un hombre universal y una multitud comprometida. Comprometida con la sabia de sus palabras, con la ternura de sus alientos, con lo sustantivo de sus poéticas verdades. Estas baldas del filme son páginas de un halo de narraciones entrecruzadas, de envolturas reversas.

La otra anchura del filme se solventa con paralelismos: Eduardo Galeano es sujeto interrogado. Exhibe los acertijos de una entrevista íntima, singularmente cercana, de encendidas sentencias que nos quedan impregnadas en los estamentos del tiempo, de nuestro personal tiempo.

Y claro, compartimos con otros sus virtuosas palabras; con los amigos, con los entrañables de siempre, y quedan guardadas también en un abultado block, en un cajón repleto de simbologías materiales, definitivamente tangibles.

El fondo del encuadre del diálogo en reverso no importa, los atrezos del salón tampoco. Lo esencial, desde el punto de vista cinematográfico son los argumentos de su prosa, el sentido de la coherencia, la lealtad y la solidaridad, que Galeano reitera, subrayado con legítima holgura. A fin de cuentas, tan solo hacen falta los hechos, las acciones, más que los adjetivos.

Entonces emerge su amor por Cuba en los telares de esta puesta fílmica, desmenuzado en los pasos de este prosista de Nuestra América. Se emociona, se inspira con sólidas argumentaciones desnudas de teatralidad, y defiende a nuestra isla, a sabiendas del precio de la herejía.

El escritor no elude a la hora de arremeter contra el Bloqueo, contra el sistemático acoso que persiste por más de sesenta años. Defiende nuestro derecho a ser diferentes, ajenos al discurso clonado y servil que impera en este torcido y hermoso planeta. Por pensar y actuar desde los estamentos de José martí, que tanto celebró y admiró este singular hombre de arada estatura. Un esencial uruguayo que también nos criticó, nos hizo preguntas, verticales interrogantes, como hacen los entrañables amigos, los verdaderos.

Todo el filme está escrito desde grietas delineadas, que son las raíces de su paralelismo discursivo. La cineasta, también realizadora de televisión, va colocando cúmulos de imágenes selladas en partes icónicas, o en curvas de descanso.

Todo está pensado para el entrecruzamiento entre el espectador y el texto documental. Se empeña, y lo logra, en ser parte de un suceso remoto, pretérito, que el arte de este documental no los hace cercano, presente.

La aguda voz, la mirada encendida, la economía de los gestos. Todo ello, es parte de la legitimidad de un retrato, explorado en el filme, que nos anima a beberlo como lo que es, un hombre de urgencias, de sagradas palabras, que son parte de la envoltura de sus acciones.

La coherencia y la lealtad de sus ideas están retratadas en esta puesta cinematográfica construida desde la singularidad de una nación, que sabe del precio de resistir. Y eso resulta singular, osado, irreverente.

Eduardo Galeano sabe en cual Casa habitó, habita. Asume el privilegio y el goce de sentirse parte de ella, de ser protagonista de su fecunda historia. El testimonio está hecho y la historia no podrá cambiarla.

Esta pieza cinematográfica es otro importante escalón de la obra de la periodista, realizadora de televisión y documentalista, Esther Barroso, que ostenta el Premio Nacional de Periodismo Cultural de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (1998), el Premio de reportaje del Primer Festival Nacional de la TV Cubana (2004), y una Mención Especial del Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez (1999), también de la Unión de Periodistas de Cuba. Su sistemática labor, en la realización del programa televisivo América en la Casa, es también, parte de su tesón por construir memoria e historia de la cultura de nuestro continente.

Cartel del documental

Espejos. Una historia en La Habana, de Esther Barroso

Ficha técnica

Edición: Gretell García Santomé

Dirección de fotografía: José Ernesto Guevara

Cámara: Mayangdi Inzaulgarat, Esteban Torres y Paul Mesa

Sonido: Maykel Pernia y José Luis Delgado

Luces: Jesús Armando Pérez y Ángel Luis Brito

Música: Adrián Berazaín

Voz y musicalización del texto Paradojas de El libro de los abrazos

Guitarra: Marcos Alonso

Grabación y masterización: José Enríquez Rodríguez Riverón

Foto fija: Abel Carmenate, Jeins Cordero y Archivo Casa de las Américas

Producción: Adis Álvarez

Guión y dirección: Esther Barroso

Productoras: Producciones América en La Casa y Cubavisión Internacional

País: Cuba

Duración: 42 min.

Año: 2012

Documental completo

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