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Criminal de guerra recompensado, revelador de la verdad castigado

Foto Chicago Sun-Times

Por Vijay Prashad @vijayprashad

El 12 de julio de 2007, dos helicópteros estadounidenses AH-64 Apache dispararon balas de cañón de 30 milímetros contra un grupo de civiles iraquíes en Nueva Bagdad. Estos artilleros del ejército estadounidense asesinaron al menos a una docena de personas, entre ellas el fotógrafo de Reuters Namir Noor-Eldeen y su conductor Saeed Chmagh.

Reuters pidió inmediatamente que Estados Unidos realizara una investigación sobre el asesinato. En cambio, el gobierno de dicho país les dio la versión oficial de que los soldados de la compañía Bravo, 2-16 de infantería, habían sido atacados con armas ligeras en el marco de su operación Ilaaj en el barrio de al-Amin al-Thaniyah. Los soldados solicitaron ataques aéreos, que llegaron y limpiaron las calles de insurgentes. Reuters tenía información de que los helicópteros filmaron el ataque, por lo que el medio de comunicación solicitó el video a los militares estadounidenses. Estados Unidos se negó, alegando que no existía tal video.

Dos años después, el reportero del Washington Post David Finkel publicó The Good Soldiers [Los buenos soldados], un libro basado en el tiempo que pasó como miembro del batallón 2-16. Finkel estaba con los soldados en el barrio de al-Amin al-Thaniyah cuando escucharon a los helicópteros Apache en acción. Defendió a los militares estadounidenses, señalando que “la tripulación del Apache había seguido las reglas de combate” y que “todos habían actuado adecuadamente”. Los soldados, escribió Finkel, eran “buenos soldados, y había llegado la hora de la cena”. En su relato, Finkel dejó claro que había visto un video del incidente, aunque el gobierno estadounidense negó su existencia a Reuters y a las organizaciones de derechos humanos.

El 5 de enero de 2010, Chelsea Manning, soldado estadounidense en Irak, descargó en discos compactos una serie de documentos y videos relacionados con la guerra y se los llevó a Estados Unidos. El 21 de febrero de 2010, Manning entregó el material relacionado con Irak a la organización WikiLeaks, creada en 2006 por un grupo de personas comprometidas lideradas por el ciudadano australiano Julian Assange. WikiLeaks y Assange revisaron el material y publicaron el video completo de los helicópteros Apache en su sitio web bajo el título “Collateral Murder” [Asesinato colateral] el 5 de abril de 2010.

WikiLeaks, Collateral Murder (Asesinato colateral), 2007.

El vídeo es espeluznante. Muestra la espantosa inhumanidad de los pilotos. La gente en tierra no estaba disparando a nadie, pero los pilotos disparan indiscriminadamente. “Mira a esos bastardos muertos”, dice uno de ellos; “bonito”, dice otro después de disparar a los civiles. Saleh Mutashar Tuman, conductor de una furgoneta, llega al lugar de los hechos, se detiene y se baja para ayudar a los heridos, entre ellos Saeed Chmagh. Los pilotos solicitan permiso para disparar contra la furgoneta; rápidamente se les concede la autorización y comienzan a abrir fuego. Minutos más tarde, el especialista del ejército Ethan McCord —que forma parte del batallón 2-16 en que estaba Finkel— observa la escena desde el suelo. En 2010, McCord contó a Kim Zetter, de Wired, lo que había presenciado: “Nunca había visto a nadie ser disparado por una bala de 30 milímetros. No parecía real, en el sentido de que no parecían seres humanos. Estaban destruidos”.

En la furgoneta, McCord y los demás soldados encontraron a Sajad Mutashar (10 años) y Doaha Mutashar (5 años) gravemente heridos; su padre, Saleh, estaba muerto en el suelo. En el video, el piloto vio que había niñxs en la furgoneta: “Bueno”, dijo insensiblemente, “es su culpa por llevar niñxs a una batalla”. Cuando WikiLeaks hizo público el video, Sajad Mutashar, que entonces tenía doce años, dijo: “Quiero recuperar nuestros derechos de los estadounidenses que nos dañaron”. Su madre, Ahlam Abdelhussein Tuman, dijo: “Me gustaría que el pueblo estadounidense y el mundo entero entendieran lo que ocurrió aquí en Irak. Perdimos nuestro país y nuestras vidas fueron destruidas”. Se les respondió con el silencio. Sajad, que se recuperó parcialmente de sus heridas, fue asesinado por un coche bomba en Bagdad en marzo de 2021.

Robert Gibbs, secretario de prensa del expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo en abril de 2010 que los hechos mostrados en el video eran “extremadamente trágicos”. Pero la verdad ya había salido a la luz. Este video mostró al mundo el carácter real de la guerra de Estados Unidos contra Irak, que el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, calificó de ilegal. Ni el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ni el primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, han tenido que responder a la acusación de la ilegalidad de su guerra contra Irak, aunque el periodista iraquí Muntadhar al-Zaidi lanzó sus zapatos a Bush en Bagdad en 2008 mientras decía: “Este es un beso de despedida del pueblo iraquí, perro”, y el cineasta David Lawley-Wakelin interrumpió el testimonio de Blair en la investigación Leveson en 2012 para llamarlo criminal de guerra.

Cuando WikiLeaks y Assange publicaron ese video, avergonzaron al gobierno de Estados Unidos. Todas sus afirmaciones sobre la guerra humanitaria perdieron credibilidad. A partir de ese momento el gobierno de EE. UU. —ya sea bajo el mando de Obama, Trump o Biden— buscó castigar a Assange. Había que llevar a Assange a Estados Unidos y meterlo en prisión. No se iba a permitir que nadie se saliera con la suya al revelar la verdad del belicismo estadounidense.

En 2019, el gobierno de Ecuador le retiró el asilo diplomático en su embajada de Londres y lo entregó a las autoridades británicas. Pocos días después, el gobierno británico explicó por qué el fundador de WikiLeaks estaba en la prisión de Belmarsh: “Podemos confirmar que Julian Assange fue detenido en relación con una solicitud de extradición provisional de Estados Unidos, donde está acusado de delitos informáticos”. El Departamento de Justicia de EE. UU. dijo que Assange era buscado por una “conspiración de hackeo informático”. Pero Assange no hackeó ningún computador. El material fue recogido por Chelsea Manning, que lo entregó a WikiLeaks, que a su vez lo publicó junto con una serie de medios de comunicación. Assange es un periodista y un editor, no un hacker. Lo que se castiga aquí es el periodismo.

Es por eso que ocho medios de comunicación de todo el mundo se unieron para publicar una declaración sobre la reciente decisión del tribunal británico de que Assange puede ser extraditado a Estados Unidos. A continuación se encuentra la declaración:

El 10/12 un tribunal británico emitió un veredicto que despeja el camino para la extradición del periodista y editor Julian Assange a EE. UU. Si la extradición se lleva a cabo, Assange enfrentará un proceso penal, y si es condenado, podría pasar el resto de su vida en la cárcel.

Julian Assange y su organización WikiLeaks publicaron información vital recibida de denunciantes como Chelsea Manning, que describe los crímenes de guerra y las atrocidades de Estados Unidos en Irak y Afganistán. Entre ellos, “Asesinato colateral”, el espeluznante video que mostraba al personal militar estadounidense matando a civiles iraquíes, incluidos dos periodistas. Las revelaciones de WikiLeaks también sacaron a la luz la corrupción y las violaciones de los derechos humanos por parte de gobiernos de todo el mundo, y estos informes han sido asumidos y citados por organizaciones de medios de comunicación de todo el mundo.

Por este delito de periodismo, Julian Assange ha sido perseguido durante más de una década. Es el primer editor acusado en virtud de la Ley de Espionaje. El gobierno de Estados Unidos y sus aliados en todo el mundo se han negado a aceptar el hecho de que Assange es un periodista. La persecución de Julian Assange es, por tanto, un ataque fundamental al periodismo, a la libertad de prensa y a la libertad de expresión.

Las organizaciones de medios que aquí firmamos rechazamos y denunciamos este ataque contra Julian Assange y el periodismo. La libertad de prensa seguirá siendo una frase vacía mientras se mantenga la persecución a Julian Assange y WikiLeaks.

ARG Medios, Brasil de Fato, BreakThrough News, Madaar, NewsClick, New Frame, Pan African TV, and Peoples Dispatch.

En 2004, la artista iraquí Nuha al-Radi murió de leucemia causada por el uranio empobrecido que Estados Unidos utilizó en Irak. Su cautivador libro, Los diarios de Bagdad. Crónica de una mujer sobre la guerra y el exilio (2003), nos habla del sufrimiento que padecieron todos los seres vivos de su Bagdad natal durante los bombardeos estadounidenses de 1991: “Los pájaros han recibido el peor golpe de todos. Tienen almas sensibles que no pueden soportar todo este horrible ruido y vibración. Todos los pájaros enjaulados han muerto por el impacto de las explosiones, mientras que los pájaros en libertad vuelan al revés y dan locas volteretas. Cientos, si no miles, han muerto en el huerto. Los solitarios supervivientes vuelan distraídos”.

El 28 de enero de 2007, unos meses antes de ser asesinado por el helicóptero Apache del ejército estadounidense, Namir Noor-Eldeen fue a una escuela secundaria del distrito de Adil, en Bagdad, donde un ataque con mortero había matado a cinco alumnas. Noor-Eldeen tomó una fotografía de un niño que pasaba junto a un charco de sangre con una pelota de fútbol bajo el brazo. Junto a la sangre roja y brillante hay unos cuantos libros de texto arrugados. Fue el ojo humano de Noor-Eldeen el que tomó esta impactante imagen de lo que se ha convertido en normal en Irak. Esto es lo que la guerra ilegal de Estados Unidos le ha hecho a su país.

Assange, que publicó la historia sobre la muerte de Noor-Eldeen, está sentado en su celda, esperando ser extraditado. Tras el veredicto del tribunal superior, el periodista John Pilger señaló: “Hace poco pasé por la mansión de 8 millones de libras de Tony Blair en la plaza Connaught de Londres. Está a una hora de viaje sombrío de la prisión de Belmarsh, donde Julian Assange “vive” en una pequeña celda. Esta es la Navidad de 2021 en Gran Bretaña: el criminal de guerra recompensado, el revelador de la verdad castigado, quizás hasta la muerte” (traducción libre).

Tomado de: Instituto Tricontinental de Investigación Social

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Assange: que cese la venganza

Por La Jornada

La jueza británica Vanessa Baraister deberá iniciar mañana (hoy) miércoles la revisión de la apelación presentada por Washington a la negativa judicial a extraditar a Julian Assange a Estados Unidos, emitida en enero pasado por esa misma magistrada. El informador australiano permanece en una prisión de Londres desde abril de 2019, luego de que el gobierno ecuatoriano de Lenín Moreno decidió expulsarlo de su embajada en la capital británica, en donde estuvo refugiado durante casi siete años.

La persecución contra Assange ha durado más de una década. Se inició con una investigación de la policía sueca por supuestos delitos sexuales tan insustanciales que nunca dieron lugar a una imputación formal, pero que fueron el pretexto para detenerlo en Londres, en respuesta a una petición de Estocolmo para someterlo a un interrogatorio. Temiendo que la demanda fuese una coartada para llevarlo a Suecia y extraditarlo de allí a Estados Unidos; Assange buscó refugio en la mencionada representación diplomática y ofreció comparecer allí ante representantes legales de Suecia. Su sospecha se vio confirmada por el hecho de que Estocolmo cerró definitivamente la pesquisa policial y desechó los cargos.

Sin embargo, para entonces el Departamento de Justicia ya había formulado imputaciones graves en su contra, una de ellas por “espionaje”, debido a que el fundador de Wikileaks divulgó en 2010 documentos secretos que demostraban la comisión de crímenes de lesa humanidad por parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos en Afganistán e Irak.

Posteriormente, al año siguiente, la organización de Assange distribuyó entre varios medios del mundo –entre ellos, La Jornada– cientos de miles de reportes enviados al Departamento de Estado desde las representaciones diplomáticas de Estados Unidos en el mundo. Tales documentos revelaron la falta de escrúpulos con la que las autoridades de Washington se conducían en otros países, pero también la supeditación y la corrupción, si no es que el carácter llanamente delictivo, de numerosos gobiernos.

Es claro, pues, que el informador australiano no puede considerarse espía, porque no entregó información alguna a un tercer gobierno sino que la divulgó para la opinión pública internacional. Es evidente también que ha sido víctima de una vasta venganza de Estado por haber dado a conocer a la sociedad la descomposición, la inmoralidad y hasta las facetas criminales de la superpotencia en su proyección diplomática, económica y militar en el ámbito internacional.

Con esas consideraciones en mente, es ineludible concluir que el encarnizado acoso judicial de tres presidentes estadunidenses contra Assange –Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden– reviste el carácter de escarmiento para cualquier informador que pretenda revelar documentación clasificada del gobierno estadunidense y es, en tal medida, un bárbaro e injustificable ataque a la libertad de expresión de los periodistas y al derecho a la información de las audiencias. Resulta desolador, por lo demás, que tres gobiernos que se presumen defensores de esa libertad y de ese derecho –Estados Unidos, Suecia y Reino Unido– se hayan conjurado para imponer un castigo ejemplar a un individuo que no cometió más delito que revelar la verdad.

Es exasperante, además, que se haya mantenido en prisión a una persona a todas luces inocente a pesar de su salud precaria y de los riesgos que corre en el encierro. Su encarcelamiento no es sólo una injusticia y un atropello inexcusable a los derechos humanos sino también una afrenta a los principios elementales de la democracia, la transparencia y la libertad de expresión.

Cabe esperar, en suma, que la jueza Baraister ratifique mañana su negativa a otorgar la extradición del fundador de Wikileaks, que con ello Washington se desista de buscar venganza contra Assange y que éste obtenga una pronta e incondicional liberación.

Tomado de: La Jornada

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Julian Assange y el colapso del Estado de derecho

Por Chris Hedges

Una sociedad que prohíbe la posibilidad de decir la verdad anula la posibilidad de vivir en la justicia.

Esa es la razón por la que esta noche estamos aquí. Todos los que conocemos y admiramos a Julian condenamos su prolongado sufrimiento y el de su familia. Exigimos que se ponga fin a los muchos errores e injusticias que se han cometido con su persona. Le respetamos por su valor y su integridad. Pero la batalla por la libertad de Julian nunca ha sido solo por la persecución a la que se sometía a un editor. Es la batalla por la libertad de prensa más importante de nuestra era. Y si perdemos esa batalla las consecuencias serán devastadoras, no solo para Julian y su familia sino para todos nosotros.

Las tiranías invierten el Estado de derecho. Convierten la ley en un instrumento de injusticia. Esconden sus crímenes mediante una falsa legalidad. Utilizan la dignidad de tribunales y juicios para ocultar su criminalidad. Aquellos que, como Julian, exponen ante el público esa criminalidad son personas peligrosas, porque sin el pretexto de la legitimidad la tiranía pierde credibilidad y lo único que le queda es el miedo, la coacción y la violencia.

La prolongada campaña contra Julian y Wikileaks es una ventana hacia la demolición del Estado de derecho, un paso más hacia lo que el filósofo político Sheldon Wolin llama nuestro sistema de totalitarismo invertido, una forma de totalitarismo que mantiene la ficción de la antigua democracia capitalista, incluyendo sus instituciones, iconografía, símbolos patrióticos y retórica, pero que internamente ha entregado todo el control a los dictados de las corporaciones globales.

Yo estaba en la sala del tribunal cuando Julian Assange fue juzgado por la juez Vanessa Baraitser, una versión moderna de la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas, que exigía la sentencia antes de declarar el veredicto. Fue una farsa judicial. No existía base legal alguna para mantenerle en prisión. No había base legal alguna para juzgarle, siendo un ciudadano australiano, según la Ley de Espionaje de EE.UU. La CIA le estuvo espiando en la embajada ecuatoriana a través de una compañía española, UC Global, contratada para proporcionar la seguridad a la embajada. Este espionaje incluyó las conversaciones confidenciales entre Assange y sus abogados cuando discutían los términos de su defensa. Este mero hecho debería haber invalidado el juicio. Julian está prisionero en una cárcel de alta seguridad para que el Estado pueda continuar los abusos degradantes y la tortura que espera provoquen su desintegración psicológica o incluso física, tal y como ha testificado el relator Especial de la ONU para la Tortura, Nils Melzer.

El gobierno de Estados Unidos ha dado instrucciones al fiscal londinense James Lewis, tal y como ha documentado con elocuencia [el exdiplomático, periodista y defensor de derechos humanos británico] Craig Murray. Lewis presentó dichas directrices a la juez Baraitser, que las adoptó como su decisión legal. Todo el show fue una pantomima judicial. Lewis y la juez insistieron en que no estaban intentando criminalizar a los periodistas y amordazar a la prensa, al mismo tiempo que se afanaban en establecer un marco legal para criminalizar a los periodistas y amordazar a la prensa. Y esa es la razón por la que el tribunal se esforzó tanto por ocultar el proceso judicial a la opinión pública, limitando el acceso a la sala del tribunal a un puñado de observadores y poniendo todas las dificultades posibles para imposibilitar su visionado en línea. Fue un oscuro juicio amañado, más típico de la Lubianka que de la jurisprudencia británica.

Yo sé que muchos de los que estamos hoy aquí nos consideramos radicales, puede que hasta revolucionarios. Pero lo que estamos exigiendo tiene de hecho un tinte conservador, dentro del espectro político. Exigimos la restauración del Estado de derecho. Algo tan sencillo y básico que no debería resultar incendiario en una democracia en funcionamiento. Pero vivir en la verdad en un sistema despótico es un acto supremo de desafío. Esa verdad aterroriza a quienes detentan el poder.

Los arquitectos del imperialismo, los señores de la guerra, las ramas legislativa, judicial y ejecutiva del gobierno, controladas por las grandes empresas, y sus serviles cortesanos de los medios de comunicación son ilegítimos. Si pronuncias esta sencilla verdad quedas desterrado, como hemos estado muchos de nosotros, a los márgenes del panorama mediático. Si demuestras esa verdad, como han hecho Julian Assange, Chelsea Manning, Jeremy Hammond y Edward Snowden al permitirnos fisgar en las interioridades del poder, serás perseguido y procesado.

Poco después de que Wikileaks publicara los archivos de la Guerra de Irak en octubre de 2010, que documentaban numerosos crímenes de guerra de Estados Unidos –incluyendo imágenes del ametrallamiento de dos periodistas de Reuters y otros 10 civiles desarmados en el video Asesinato Colateral, la tortura sistemática de prisioneros iraquíes, el ocultamiento de miles de muertes de civiles y el asesinato de cerca de 700 civiles que se habían acercado demasiado a los puestos de control estadounidenses–, los destacados abogados de derechos civiles Len Weinglass y mi buen amigo Michael Ratner (a quien acompañaría posteriormente para reunirse con Julian en la embajada ecuatoriana) se reunieron con Julian en un apartamento de Londres Central. Las tarjetas bancarias personales de Assange habían sido bloqueadas. Tres ordenadores encriptados habían desaparecido de su equipaje durante su viaje a Londres. La policía sueca estaba fabricando un caso en su contra con la intención, le advirtió Ratner, de extraditarle a Estados Unidos.

“Wikileaks y tú personalmente os enfrentáis a una batalla que es tanto legal como política”, le dijo Weinglass a Assange. “Como aprendimos en el caso de los Papeles del Pentágono, al gobierno de Estados Unidos no le gusta que se haga pública la verdad. Y no le gusta que le humillen. No importa que sea Nixon, Bush u Obama, un Republicano o un Demócrata, quien ocupe la Casa Blanca. El gobierno de EE.UU. intentará evitar que publiques sus repugnantes secretos. Y si tienen que destruirte a ti, y destruir al mismo tiempo la Primera Enmienda y los derechos de los editores, están dispuestos a hacerlo. Creemos que van a perseguir a Wikileaks y a ti, Julian, por publicarlos”.

“Que van a perseguirme, ¿por qué razón?”, preguntó Julian.

“Por espionaje”, continuó Weinglass. “Van a acusar a Bradley Manning por traición, acogiéndose a la Ley de Espionaje de 1917. No creemos que se le pueda aplicar porque es un denunciante de conciencia, no un espía. Pero van a intentar obligar a Manning a que te implique a ti como colaborador”.

“Que van a perseguirme, ¿por qué razón?”

Esa es la cuestión.

Han perseguido a Julian por sus virtudes, no por sus defectos.

Han perseguido a Julian porque sacó a la luz más de 15.000 muertes no denunciadas de civiles iraquíes; porque hizo públicas la tortura y los malos tratos a unos 800 hombres y muchachos de entre 14 y 89 años en Guantánamo; porque publicó que Hillary Clinton ordenó en 2009 a los diplomáticos estadounidenses que espiaran al Secretario General de la ONU Ban Ki Moon y a otros representantes de China, Francia, Rusia y Reino Unido, un espionaje que incluía obtener su ADN, el escaneo de su iris, sus huellas dactilares y sus contraseñas personales, continuando métodos habituales de vigilancia ilegal como las escuchas ilegales al Secretario General de la ONU Kofi Annan las semanas previas a la invasión de Irak de 2003 dirigida por Estados Unidos; le han perseguido porque divulgó que Barack Obama, Hillary Clinton y la CIA orquestaron el golpe militar de 2009 en Honduras que derrocó al presidente elegido democráticamente, Manuel Zelaya, y lo reemplazó con un régimen militar corrupto y asesino; porque reveló que George Bush hijo, Barack Obama y el general Davis Petrous llevaron a cabo una guerra en Iraq que, según las leyes posteriores al proceso de Núremberg, se considera una guerra criminal de agresión, un crimen de guerra y porque autorizaron cientos de asesinatos selectivos, incluyendo los de ciudadanos estadounidenses en Yemen, donde también lanzaron secretamente misiles, bombas y ataques con drones que acabaron con la vida de decenas de civiles; porque reveló que Goldman Sachs pagó a Hillary Clinton 657.000 dólares por dar conferencias, una suma tan enorme que solo puede considerarse un soborno, y que Clinton aseguró en privado a los líderes empresariales que cumpliría sus órdenes, mientras prometía a la opinión pública una regulación y una reforma financiera; porque sacó a la luz la campaña interna para desacreditar y destruir a Jeremy Corbyn por parte de miembros de su propio Partido Laborista; porque mostró cómo la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad utilizan herramientas de hackeo que permiten al gobierno la vigilancia al por mayor a través de nuestros televisores, ordenadores, smartphones y programas antivirus, lo que permite al gobierno registrar y almacenar nuestras conversaciones, imágenes y mensajes de texto privados, incluso si están encriptados.

Julian sacó a la luz la verdad. La desveló una y otra y otra vez, hasta que no quedó la menor duda de la ilegalidad, corrupción y mendacidad endémicas que definen a la élite gobernante global. Y por descubrir esas verdades es por lo que han perseguido a Assange, como han perseguido a todos aquellos que se atrevieron a rasgar el velo que cubre al poder. “La Rosa Roja ahora también ha desaparecido…”, escribió Bertolt Bretch cuando la socialista alemana Rosa Luxemburgo fue asesinada. “Porque ella a los pobres la verdad ha dicho, los ricos del mundo la han extinguido”.

Hemos experimentado un golpe de Estado empresarial, mediante el cual los pobres y los hombres y mujeres trabajadores se ven reducidos al desempleo y el hambre; la guerra, la especulación financiera y la vigilancia interna son las únicas ocupaciones del Estado; por el cual ya ni siquiera existe el habeas corpus; por el que los ciudadanos no somos más que mercancías que se usan, se despluman y se descartan para los sistemas corporativos del poder. Negarse a contraatacar, a tender lazos y ayudar al débil, al oprimido y al que sufre, a salvar el planeta del ecocidio, a denunciar los crímenes internos e internacionales de la clase dominante, exigir justicia, a vivir en la verdad es llevar la marca de Caín. Quienes detentan el poder deben sentir nuestra ira, y eso significa realizar actos constantes de desobediencia civil, significa acciones constantes de protesta social y política, porque este poder organizado desde abajo es el único que nos salvará y el único poder que liberará a Julian. La política es un juego de temor. Es nuestro deber moral y cívico hacer sentir miedo a los que están en el poder, mucho miedo.

La clase dominante criminal nos tiene a todos sujetos por el miedo. No puede reformarse. Ha abolido el Estado de derecho. Oscurece y falsea la verdad. Busca la consolidación de su obsceno poder y su obscena riqueza. Por tanto, citando a la Reina de Corazones, metafóricamente, claro, yo digo: “¡Que les corten la cabeza!”.

Tomado de: Resumen Latinoamericano

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Juan Passarelli: “El mundo de hoy tiene la memoria muy corta”

Juan Passarelli, documentalista

Transcribimos la videoentrevista a Juan Passarelli, —periodista de investigación guatemalteco y realizador del documental La guerra contra el periodismo. El caso de Julian Assange—, para la primera edición del espacio Diálogos en reverso, de la Unión de Periodistas de Cuba, celebrada el 8 de enero de 2021.

Octavio Fraga: Buenas tardes desde Cuba, desde la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). Hoy inauguramos un espacio de conversación, de cruce de palabras a través de la videoconferencia: Diálogos en reverso. En este espacio serán invitados documentalistas, periodistas, ensayistas, críticos de cine, y todos los que tienen un protagonismo, articulación o relación entre el cine documental y el periodismo.

Quiero agradecerle al presidente de la UPEC, Ricardo Ronquillo, a Rosa Miriam Elizalde, Vicepresidenta Primera de la organización quién nos acompaña, su acogida para materializar esta cita que será cada miércoles a la una de la tarde. También a la directora de comunicación de la UPEC, Flor de Paz, que también está junto a nosotros.

El entrevistado de hoy es un invitado de lujo, Juan Passarelli, un guatemalteco radicado en el Reino Unido, periodista de investigación con una vasta experiencia en proyectos audiovisuales, que dirigió un fabuloso documental: La guerra contra el periodismo. El caso de Julian Assange. Bienvenido Juan a Diálogos en reverso, y comenzamos nuestra plática.

Juan Passarelli: Gracias, muchas gracias a la UPEC y a ti Octavio por invitarme. Me siento muy honrado de ser el primero de este espacio, y bueno, les deseo lo mejor, también en el futuro de esta apuesta, gracias.

Octavio Fraga: Juan está involucrado en todo el proceso de liberación de Assange, y su filme constituye un aporte esencial para el conocimiento y evolución del caso. Mi primera pregunta, ¿cómo se gestó este filme? ¿qué pretextos y razones tuviste para hacerlo?

Juan Passarelli: Yo llevo diez años de estar filmando a Julian Assange y al equipo de WikiLeaks. Comencé en octubre del 2010, en donde me invitaron a filmar detrás de escenas, detrás de cámaras, cómo se hacían las revelaciones sobre los papeles de la guerra de Irak.

Estos documentos básicamente mapeaban incidente por incidente, qué era la guerra de Irak, qué había pasado en cada suceso, donde estaba involucrado el gobierno de los Estados Unidos. Una revelación extremadamente importante donde se descubrió a quince mil personas civiles que no habían sido contabilizadas, y también se descubrió que el ochenta por ciento de las personas que habían muerto en esa guerra eran civiles, es algo desastroso. Esa fue una de las publicaciones por las cuales hoy Julian Assange está siendo imputado por espionaje. Los Estados Unidos están tratando de extraditarlo del Reino Unido para que enfrente una supuesta justicia en Virginia, por un jurado integrado por personal de la CIA, el FBI, etcétera.

¿Por qué hago el documental? Porque en septiembre de este año se celebró el primero de los juicios de extradición de Julian Assange, y me parecía muy importante recordarles a las personas que este caso no comenzó hace cinco meses, seis meses o un año. Comenzó hace diez años cuando se hicieron las revelaciones que se le atribuían a Chelsea Manning, una soldado estadounidense analista que tuvo un coraje increíble y que filtró unas de las revelaciones más grandes que se han hecho del Pentágono hasta el día de hoy, y del Departamento de Estado. Entonces quise quitar todo el ruido de los diez años y recordarles a la gente que lo que se expuso en esas revelaciones fueron crímenes de guerra, tortura, lo que pasaba dentro de la prisión de Guantánamo, allí en Cuba, y diferentes programas de tortura y asesinato que tenían los Estados Unidos, que constituyen crímenes de guerra y que las personas que hicieron esos crímenes están libres y felices de viajar y ser aplaudidos alrededor del mundo, como George Bush y Tony Blair, y la persona que está en la cárcel es Julian Assange, siendo torturado al igual que Chelsea Manning lo fue en su momento, torturada y encarcelada por exponer estos crímenes que cometieron los grandes gobernantes del mundo.

Octavio Fraga: En tu documental edificas una especie de mapa por capítulos, por períodos, digamos, de la niñez de Assange hasta lo que estamos viviendo hoy ¿Lo construiste de esa manera por una mejor comprensión del personaje, para hacer un recuento de toda su historia?

Juan Passarelli: Bueno, comencé primero con lo más importante para mí, que son las revelaciones de Afganistán e Irak, los cables diplomáticos de los Estados Unidos y los documentos de los prisioneros en Guantánamo, de los cuales el noventa y ocho por ciento son personas que no son terroristas y todavía hoy se mantienen en esa desgracia de prisión que ha hecho los Estados Unidos y no han querido cerrar hasta el día de hoy.

Entonces comienzo con lo más importante, que es el nombramiento a las víctimas,  que fue expuesto hace diez años, que cambió el mundo a tal punto que uno de los cables que se expuso terminó la ocupación de Irak o la masiva ocupación de Irak en la época de Obama, cuando se descubrió que un grupo de soldados entró a la casa de un granjero, donde estaban él y su familia extendida, incluyendo cinco niños, y los esposaron y ejecutaron a sangre fría. Luego mandaron a un avión a que bombardeara la casa para quitar la evidencia. Eso causó que el primer ministro de Irak en ese tiempo dijera que ya los soldados no iban a tener inmunidad, lo cual hizo que Obama retirara las tropas; ese es el nivel de importancia que han tenido estas filtraciones.

Y quería recordarle al mundo que eso era lo que había pasado, porque fueron hace diez años, uno ya no se acuerda qué pasó en la política. El mundo de hoy en día tiene una memoria muy corta con respecto a lo que pasa, a nuestra historia reciente; y segundo, hay una nueva generación que está siendo políticamente muy activa, especialmente en lugares como Estados Unidos, el Reino Unido y Europa, que no vivieron estas revelaciones, que probablemente nunca las habían escuchado.

Y luego, exactamente después paso a hablar sobre las repercusiones de esta acusación que ha hecho los Estados Unidos: diecisiete cargos por espionaje. Es la primera vez que los Estados Unidos acusa a un periodista, y sí, hay muchas personas que niegan que es periodista, pero es innegable que es un editor, es alguien que publica, y es la primera vez que a un editor se le ponen cargos de espionaje en los Estados Unidos, que choca totalmente contra la Primera Enmienda, algo que realmente se le debe aplaudir a los Estados Unidos, la libertad de expresión como el primer punto de la Constitución, y que reglamenta que el Congreso no podrá legislar algo en contra de la capacidad de comunicación de los individuos, de la libertad de religión, etcétera.

El Acta de Espionaje hace exactamente eso, es una legislación que está en contra de la libre expresión, y cuando es usada para un periodista en la forma en que está siendo usada, lo que se sienta es un precedente que quiere decir que cualquier periodista alrededor del mundo, en los Estados Unidos y fuera, que publique un documento que los Estados Unidos considera como secreto se le puede acusar y extraditar por espionaje. Esto es algo que nunca se había dado antes y que podría, poco a poco, erosionar, la democracia de Occidente y la libertad de expresión a un punto donde llegaremos a un autoritarismo al que realmente no se debe llegar porque nos quita los derechos humanos.

Octavio Fraga: Assange fue víctima de la manipulación, de ataques, y hay un capítulo en el documental que le da un tratamiento biográfico ¿Responde a tu intención de intentar bloquear esa manipulación que hay contra él?

Juan Passarelli: Bueno, quería enseñar que él es una persona normal. Hay cinco países con aparatos muy sofisticados de propaganda para convertir a una persona en un monstruo, lo cual se puede hacer con los suficientes medios a cualquier persona.

Julian Assange es una persona normal, aunque cuando se le menciona a mucha gente dirán cosas como violador, narcisista, que es sucio, etcétera. Son propagandas que se han hecho y que realmente lo que se ha tratado de hacer es enfocar la atención en él y no en las revelaciones, que son los más importante. La tortura de una niña de seis años por las fuerzas iraquíes, la tortura y captura de una persona inocente en Macedonia, donde fue torturado por meses y después cuando se dieron cuenta que tenían a la persona equivocada lo fueron a tirar a una montaña de Albania, a un ciudadano alemán, y que gracias a esos cables logró una victoria en la corte europea de derechos humanos.

Lo que he tratado de hacer es enfocar nuevamente la luz en los crímenes y tratar de quitársela a él, porque él como figura puede ser cualquier otra persona, puede ser cualquier otro periodista, pero lo importante es el papel que él jugó, y el papel que va a jugar el próximo periodista. Porque esta filtración no fue la última, verán, habrá muchas más, y la pregunta es si tendrán las agallas los periodistas después de un precedente como este para publicar, o si estaremos condenados a ser ignorantes por legislaciones draconianas que nos quitan la habilidad de saber qué es lo que hacen los gobiernos en nuestro nombre.

Octavio Fraga: Yo percibo en tu documental que no te apropias de las llamadas estéticas postmodernas, sino más bien lo resuelves con imágenes limpias, sobrias, no te apropias de ningún elemento contemporáneo en el tratamiento de la imagen de tu documental ¿Me podías comentar sobre eso?

Cartel La guerra contra el periodismo. El caso de Julian Assange. (Juan Passarelli, 2020)

Juan Passarelli: Estás entrando en el lado artístico. Yo soy un documentalista con poco sentido de la estética, a mí lo que me apasiona es la historia. Entiendo muy bien que para el mundo moderno hay que enfocarse mucho en la estética y en ese tipo de cosas. Yo escribo la historia y le pongo las imágenes, después se la paso a mi hermano, que es realmente un artista visual, para que me la ponga bonita. Yo no tengo paciencia para eso, aunque el cine es algo que se hace con muchas personas, ¿verdad?

Al principio yo comencé siendo un camarógrafo, comencé siendo un pequeño editor, ahora prefiero no ser el editor principal, no ser el camarógrafo principal, sino más bien enfocarme en cómo se cuenta una historia. Si miras los documentales que he hecho en el pasado, es una estética de lo que está pasando en el momento. Cuando yo agarro una cámara no trato de hacer que la luz, que las sombras; no, yo agarro la cámara, me pongo hasta atrás y trato de captar la vida real porque eso es lo que me interesa, no me interesa una vida real construida, me interesa la vida real como es.

Octavio Fraga: Tú te defines como periodista de investigación, ¿qué componentes tiene ese oficio tuyo en el arte final de tu documental? ¿cómo está incidiendo eso en el documental?

Juan Passarelli: Bueno, llevo diez años siguiendo el caso; para entender un caso tan complejo, con tantas sub-historias, realmente hay que pasar horas de horas investigando documentos. Por ejemplo, sólo en el caso de US Global yo podría hacer dos películas. Es el caso del espionaje que se le hace a Julian Assange en la embajada de Ecuador en el Reino Unido, y que se está celebrando ahorita en las cortes de España, donde hay una clara conexión entre los servicios de inteligencia de Estados Unidos y esta compañía que proveía seguridad a la embajada de Ecuador, y se grababan conversaciones de los abogados, se grababan todas las visitas de Julian Assange tanto en audio como en video.

Hay mucho que investigar detrás de cada una de las historias que destilé en treinta y ocho minutos. Pero si miras cada una de las publicaciones, es una película cada una; si miras sólo el juicio —uff— hay una cantidad de información que hay que destilar para entender realmente la gran imagen y poder darles a las personas en el audiovisual, ese poquito de información que les deja ver esa gran imagen con pocos detalles ¿verdad? Detrás de cada pieza que hago, hay rimeros de papeles de este tamaño, guías de guías de guías de información que me paso leyendo para poder construir la historia.

Octavio Fraga: ¿Cómo retratarías en pocas palabras a Julian Assange?

Juan Passarelli: Julian Assange es una persona con principios, con más principios que yo conozco en esta tierra. Tengo el privilegio de considerarlo un amigo, algunas personas dirían que eso no me hace apto para hacer un documental, pero lo he vivido yo de tan cerca que creo que soy una de las pocas personas que puede contar la historia de una manera verídica, porque he sido testigo de todo esto.

Julian Assange está donde está por sus valores, por su ética, por sus principios. Trump le ofreció un indulto en el 2017 a cambio de la fuente de los documentos del Partido Demócrata, de los correos electrónicos del Partido Demócrata y del líder de campaña de Hillary Clinton, John Podesta, y Julian Assange se negó. Pocos meses después se hizo público el primer cargo en contra de él y la orden de extradición.

 Octavio Fraga: En tu documental incorporas como un elemento simbólico, y también de recordatorio, el video Asesinato colateral. Para los que no lo recuerdan, fue aquella imagen reveladora de unos soldados estadounidenses en un helicóptero Apache que mutilaron a una docena de civiles incluidos dos periodistas de Reuters. Partiendo de esa escena, que es simbólica, te pregunto ¿cómo aborda el documental la memoria pretérita de la historia?

Juan Passarelli: Bueno, ese acto, esa filtración fue clave —y creo que llegará a ser tan conocida en la historia como la imagen de la niña napalm en la guerra de Vietnam. Hay dos helicópteros viendo a once civiles y hay un civil que tiene un arma en el hombro, cosa que no era ilegal en ese tiempo en Bagdad, y confunden la cámara de video del periodista de Reuters con un lanzamisiles, un RPG. Ellos están dando vueltas, viéndolos, y comienzan a pedir permiso para dispararles. Las balas que ellos usan son calibre treinta de uranio y tienen tal potencial que se destrozan en miles de pedacitos cuando caen. En el audio que se escucha desde el Apache los soldados están muy dispuestos, quieren disparar. Al final les dan permiso, y se ve una lluvia de balas que despedaza a muchas personas que estaban ahí, y dejan a uno de los periodistas de Reuters herido. En ese momento dan una vuelta y se escucha a uno de ellos decir: “Miren a esos, a todos esos bastardos muertos”. Y el otro se ríe, porque cuando están en ese helicóptero realmente lo que parece es que están en un videojuego, lo que miran ellos es blanco y negro. Después de eso se ve que el periodista está caminando, está gateando, tratando de salvarse, y se acerca una VAM. En esa VAM iban dos hombres y dos niños, los niños iban a la escuela. El papá mira a un hombre en la calle herido y lo comienzan a levantar para meterlo a la VAM. Los helicópteros piden permiso para volver a disparar, el cual se les da por el simple hecho de que estaban recogiendo a alguien que estaba lastimado. Y aquí es donde realmente se puede decir que fue homicidio, que fue asesinato, porque no había ninguna razón lógica para dispararle a una persona que ya estaba herida y no tenía absolutamente nada que pudiera hacerle daño a los Estados Unidos.

En ese momento se ve mucho más claro. Todos son asesinados. Las únicas dos personas que sobreviven, fuertemente heridas, son los niños, y sólo porque su papá se tiró encima y logró salvarles la vida. Los niños fueron retirados y el ejército le preguntó al centro de operaciones que, si podían llevarlos al hospital estadounidense, que tiene el mejor equipo en medicina. El permiso fue denegado porque los niños eran iraquíes. Entonces es un milagro que sobrevivieran. El editor de WikiLeaks ahora, Kristinn Hrafnsson, fue a conocer a la familia, y conoció a los niños, que ahora estarán en sus veinte. También a la esposa y al esposo de una de las víctimas de un misil que pasa más adelante en el video, donde hay otro incidente: dentro de una casa abandonada matan a una familia entera. El señor sobrevive y cuenta su historia también. Ese video cambió la percepción de qué era la guerra de Irak, pero creo yo que ahora no nos acordamos qué era la guerra, ahora después de eso fue Siria, fue ISIS ¿me entiendes? Ha sido una temporada de guerra perpetua desde el principio de los 2000, desde el 2001. Después del ataque de las Torres Gemelas no ha parado la guerra, ha sido una constante.

Y creo que sí, que tenemos muy poca memoria de la historia reciente; tanto, que para nosotros es normal pasar veinte años en guerra constante. O sea, Afganistán es la guerra más larga que ha tenido los Estados Unidos y para nosotros, pues ya está fuera de los medios todos los días, ya básicamente es una cuestión que ahí se están matando, pero no nos interesa.

Octavio Fraga: ¿Tu documental se ha puesto en el circuito comercial, o en un algún espacio público del Reino Unido, o en algún otro lugar fuera del Reino Unido?

Juan Passarelli: El documental estuvo nominado a mejor película para el Festival de Barcelona, pero para mí no era importante meterlo en algún circuito comercial. Cuando uno hace un documental para que sea distribuido en festivales y que gane premios y que después sea distribuido en televisiones o en cine, lo que uno genera es que el público en general no lo pueda ver hasta el momento en que el documental pierde su valor financiero. Para mí esto no era importante. Para mí lo importante era que todo el mundo tuviera acceso a esa información desde un mes antes de que fuera el juicio de Julian Assange. Es más, ahorita ya está perdiendo su relevancia el final del documental ¿Por qué? Porque ya ha habido varias cosas que han pasado que no están escritas. Si hablamos, por ejemplo, del trato inhumano que se le ha tenido y la cantidad de irregularidades que ha tenido este caso, eso sigue vigente, y sigue vigente hasta el día de antes de ayer cuando se le negó la fianza nuevamente a Julian Assange, aunque el lunes se le exoneró y la corte ordenó que no va a ser extraditado.

Octavio Fraga: A mí me resulta muy importante la presencia de John Pilger, documentalista y periodista australiano quien también radica en el Reino Unido, quien aporta testimonios, valoraciones importantes. ¿Cómo ha sido desde tu percepción la visión del gremio del cine británico en torno al tema de Julian Assange, el caso Julian Assange?

Juan Passarelli: El gremio del cine es un gremio que apoya a Julian. Cuando estrené el documental el cineasta británico Ken Loach estuvo conmigo en el lanzamiento. John Pilger es para mí un dios del periodismo y del documentalismo en el mundo. Tengo la suerte, el honor de poder decirle amigo. John lleva también diez años de estar apoyando a Julian constantemente, al punto que es una de las personas que maneja el fondo de defensa de Julian Assange.

Los artistas en Inglaterra y Europa entienden el problema de Julian Assange, las organizaciones de derechos humanos y de libertad de expresión entienden muy bien el problema de Julian Assange; incluso, las organizaciones de periodismo de Europa, e internacionales, como la Federación Internacional de Periodistas, entienden muy bien el caso de Julian Assange. Los grandes periódicos del mundo como The Guardian, The New York Times, Der Spieger, entienden muy bien lo que le está pasando a Julian. El problema es que en sí los grandes medios no le dedican presupuesto a la investigación, a las irregularidades de este caso, no le dedican una campaña, que debería de haber, que este hombre debe ser liberado hasta que sea liberado, eso no lo hemos visto, y hace falta urgentemente ¿Por qué? Porque hoy, el martes por la mañana, amanecimos en una Gran Bretaña donde se ha sentado un precedente: cualquier periodista que publique secretos de un gobierno extranjero puede ser extraditado por cargos políticos. Eso es un precedente muy peligroso para el Reino Unido.

Octavio Fraga: Cuando se revelaron más de ciento cincuenta mil documentos, de ellos se beneficiaron The New York Times, El País, The Guardian, etcétera. Hoy, con el consenso que se está viviendo con Assange ¿cómo ha sido la posición de estos medios en torno al caso Assange, a su extradición, o no?

Julian Assange junto a Juan Passarelli y el vocalista René Pérez Joglar «Residente»

Juan Passarelli: Todos estos periódicos han lanzado al menos un editorial diciendo que el caso que se está desvelando ahorita en las cortes británicas es un riesgo a la libertad de expresión y a la libertad de prensa; lo que no hemos visto realmente es una campaña concertada de medios a favor de Julian, haciendo presión a los estados, al legislativo, al judicial, al ejecutivo, de estos países, tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido, que son las dos jurisdicciones más importantes ahorita para la libertad de prensa del mundo occidental. Este es el caso más importante de nuestras vidas en términos de libertad de expresión, y sé que Cuba tuvo en algún momento un rol en el que casi le dan asilo a Snowden, y el gobierno cubano ha tenido un papel importante. Yo conocí muy bien a la embajadora cubana en Londres, apoyaba a Julian Assange. Cuba mantiene esa independencia que los países latinoamericanos, no en su totalidad, han logrado mantener en contra de un imperio que trata de comérselos vivos.

Octavio Fraga: Yo quisiera citarte una declaración que hizo el Relator Especial de Naciones Unidas sobre el tema de la tortura, seguramente lo habrás oído. Nils Metzer ha dicho: “Si Julian Assange es condenado será una sentencia de muerte para la libertad de prensa” ¿Qué opinas tú sobre eso?

Juan Passarelli: Es totalmente cierto. Lo que más miedo me da es que hacemos estas advertencias, así como las hicimos hace diez años. Julian Assange hace diez años se ve en mi documental hablando sobre este mismo tema, cuando todavía hace diez años nadie imaginaba que había la posibilidad de que en el Reino Unido hubiera presos políticos, periodistas que simplemente denunciaron crímenes de guerra. Ahora lo vemos diez años más tarde. Como estas situaciones toman mucho tiempo, lo que Nils Metzer está diciendo ahorita no se verá en los próximos meses, no es algo que pasa de un día para otro, es algo que va progresivamente.

El problema es que hay dos salidas para esto. Si el caso sigue por donde va, hay dos formas en que vamos a sufrir. Una es un periodista muy valiente que se atreva a sacarlo y va a la cárcel, y repetir lo mismo que le está pasando con Julian. Otra, la más peligrosa, es que vienen todos los abogados del medio que sea, pongámosle The New York Times, y dicen: “Esto no lo podemos sacar, porque hay riesgo de que el gobierno nos persiga”. Entonces quienes sufren son las personas, los ciudadanos del mundo, nosotros nos volvemos más ignorantes cada vez que algo no es publicado, y eso es lo que más seguro va a pasar a través de este precedente, que cada vez va a ser más peligroso para los periodistas publicar en las grandes publicaciones, las grandes revelaciones, y si no las publican no nos damos cuenta que estamos perdiendo nuestra democracia, nuestra libertad de expresión, porque ellos están decidiendo no publicarlo.

No van a comenzar a meter a todos los periodistas presos, eso sería muy escandaloso. Están comenzando con la persona más débil, la persona que lograron hacer un monstruo por diez años, para sentar el precedente y dejarlo ahí, y después decir: “¿Quién se anima, ¿quién se anima a hacer lo mismo que hizo Julian Assange? Si hay otro que se anima, bueno, entonces lo agarramos”. Y lo que vamos a ver es, cada vez más, que hay una autocensura que nos va a afectar a todos nosotros, los ciudadanos del mundo. Lo veremos en diez años.

Octavio Fraga: La jueza Vanessa Baraitser, ya es sabido, decidió no dar el visto bueno a la extradición de Assange; sin embargo, hizo revelaciones que han conmocionado al mundo, quisiera tu opinión sobre esos capítulos temas, sobre esas revelaciones que ha hecho en torno a la legitimación del espionaje contra Assange, etcétera, etcétera.

Juan Passarelli: El lunes Julian Assange tuvo una victoria. Julian Assange no va a ser extraditado. Esto lo pone a él en una posición mucho más fuerte entrando a la siguiente corte ¿Y por qué digo que va a haber una siguiente corte? Porque los Estados Unidos ya dijo que van a apelar la decisión de la juez. Ahora, Julian Assange tuvo la victoria, el periodismo la perdió. Por eso dije que a partir del martes de esta semana que acaba de pasar nos encontramos en un país que está dispuesto a extraditar a los periodistas por cargos políticos, que son los cargos que se le ponen a alguien que revela secretos de estado, entonces ya el precedente está hecho. Ahora nos queda pelear en la próxima corte. Pero básicamente durante la hora de audiencia que hubo el lunes la señora Vanessa Baraitser estuvo de acuerdo con cada uno de los puntos de la fiscalía estadounidense. Y solo fue porque no logró encontrar una forma de no extraditar a Julian por su estado mental y físico, porque las condiciones en los Estados Unidos que enfrentaría en prisión no pueden ser llamadas más que tortura por cualquier país o persona que tiene la más mínima decencia de derechos y valores de derechos humanos.

Los Estados Unidos tienen un sistema carcelario que es espeluznante, entonces por la salud de Julian Assange y el riesgo de que él se suicide, fue que no lo extraditó. Pero incluso, cuando se habló sobre el espionaje que hubo en contra de él por años, ella estaba de acuerdo que tal vez los Estados Unidos tenían razones para espiarlo, incluyendo sus conversaciones privilegiadas con sus abogados y sus citas con los doctores. Cuando se habló sobre las publicaciones, pues dijo de plano: “Cometió un crimen porque les reveló secretos”; cuando hablaron sobre que no se puede extraditar a alguien por cargos políticos como espionaje, ella dijo: “sí”. Pues entonces es cierto que en el tratado de extradición no se puede extraditar a alguien por cargos políticos, pero en la legislación del 2003, donde se legisló este tratado de extradición no se legisló que no se puedan extraditar por cargos políticos, por consecuente voy a usar la legislación. Significa que Julian Assange está siendo extraditado a través de este convenio de extradición, pero no se puede defender usando el mismo convenio de extradición que se está usando para extraditarlo. Es algo totalmente increíble.

Octavio Fraga: ¿Piensas que pudiera ser liberado Assange en un corto plazo?

 Juan Passarelli: Este caso va a durar varios años antes de que él llegue a los Estados Unidos. Y estoy cien por ciento seguro de que lo lograremos liberar. El apoyo que teníamos hace un año exacto, comparado con el apoyo que tenemos hoy día es totalmente otra cosa. Hace un año a nadie le importaba, no había gobierno de Alemania detrás de esto, no había gobierno de Suiza atrás de esto, no estaban Reporteros sin Fronteras, Amnesty International, no estaban los grandes medios; apenas había un par de editoriales en los grandes medios. Graciosamente un medio que es muy populista y de carácter de derecha, que se llama el Daily Mail aquí en Inglaterra, ha sido uno de los grandes campeones defendiendo a Julian Assange. No había un Nils Metzer el año pasado, la ONU está a favor de Assange, y el Reino Unido actualmente está rompiendo leyes internacionales por este caso. Entonces estoy completamente seguro de que mientras vaya dando cada paso de las apelaciones y cortes que vendrán, habrá posibilidades de sacar a Julian; ahora, si será a principio o finales de este año, o si será hasta el año entrante, o si le dan una garantía de fianza mientras sigue luchando, pues eso todavía está un poco por decidirse, creo yo, ¿no? Es un caso tan importante que yo veo imposible que los Estados Unidos puedan llegar a extraditarlo.

Octavio Fraga: Cierro con una última pregunta, ¿podremos ver tu documental en Cuba?

Juan Passarelli: Está en YouTube ¿Cuba tiene acceso al YouTube? Y si no lo tienen yo se los pongo en cualquier plataforma donde lo puedan ver. Y si la televisión cubana lo quiere usar, pues ahorita les estoy diciendo que tienen mi total autorización de usarlo sin ningún problema. Yo no estoy pidiendo nada a cambio, yo no estoy reclamando derechos, los derechos para ese documental son para el mundo entero, no son míos.

Octavio Fraga: Pues te tomo la palabra porque seguramente lo vamos a poner en todos los lugares posibles para que se conozca ese valioso documento que tú has hecho y que ayudaría a la mejor comprensión del tema Assange.

Te agradecemos todos los que estamos aquí por tu presencia, tu participación, tus aportes hoy en este espacio Diálogos en reverso, y seguimos en contacto. Muchas gracias por estar con nosotros.

Juan Passarelli: Muchas gracias, Octavio. Un gran abrazo a todos los cubanos, yo los llevo muy cerca de mi corazón, y espero poder ir pronto a Cuba porque me muero por un buen arroz con pollo, un buen arroz congrí. Buenas noches.

Octavio Fraga: Yo te invito. Te va mi abrazo.

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Libertad para Julian Assange. Declaración de la Red en Defensa de la Humanidad

Libertad para Julian Assange

En un comunicado público del primero de noviembre último, el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura, Nils Melzer, expresó “su alarma por el continuo deterioro de la salud de Julian Assange desde su arresto y detención a principios de este año, al afirmar que su vida está ahora en peligro”.(1)

Melzer, en su informe de mayo, había expresado: “En 20 años de trabajo con víctimas de guerra, violencia y persecución política, nunca había visto a un grupo de Estados democráticos unirse para aislar, demonizar y abusar deliberadamente de un individuo durante tanto tiempo y sin respetar la dignidad humana ni el estado de derecho”. Él acababa de visitarlo con un equipo médico especializado en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, Londres.

Una de sus conclusiones es que el detenido “mostró todos los síntomas típicos de una exposición prolongada a tortura psicológica, estrés extremo, ansiedad crónica y trauma psicológico”.

Assange se refugió en junio del 2012 en la embajada de Ecuador en Londres. En agosto el gobierno del presidente Rafael Correa le concedió asilo político. El no poder salir de ahí, pues sería arrestado y seguramente extraditado a Estados Unidos, lo convirtió en un prisionero. “La nacionalidad ecuatoriana que se le otorgó en diciembre de 2017 no fue suficiente para cambiar su situación”

El 11 de abril de este año el nuevo presidente de Ecuador, Lenin Moreno, a pedido del gobierno estadounidense, le retiró el asilo y la nacionalidad. Entonces fue entregado a las autoridades británicas, quienes lo confinaron en Belmarsh. Aislado, y sin poder preparar su defensa, está a la espera de un juicio que decidirá su extradición a Estados Unidos donde bajo los cargos actuales podría ser condenado hasta a 175 años de cárcel.

Assange, editor de WikiLeaks, está acusado por Washington de “conspiración” y “espionaje”, al haber hecho partícipe a muchos medios de prensa en el mundo de los “Diarios de Guerra”. Estos son miles de documentos militares y diplomáticos sobre múltiples crímenes de guerra estadounidenses en Afganistán e Irak.

El Relator Melzer dijo sobre esto: “Mientras el gobierno de Estados Unidos procesa al Sr. Assange por publicar información sobre graves violaciones de derechos humanos, incluyendo tortura y asesinato, los funcionarios responsables de estos crímenes continúan gozando de impunidad”.

Entre otros, su trabajo fue reconocido en 2011 con el Premio Walkley por su Contribución Destacada al Periodismo; el Premio Martha Gellhorn de Periodismo; el Premio Índice de Censura; el New Media Award de The Economist; el New Media Award de Amnistía Internacional y el Premio Gavin MacFayden de 2019. WikiLeaks también fue nominado en 2015 para el Premio Mandela de la ONU y siete veces para el Premio Nobel de la Paz (de 2010 a 2015 y en 2019).

Hace unas semanas un grupo de periodistas y comunicadores iniciaron una campaña por su libertad. En ella se proclama: “Si el Gobierno de Estados Unidos puede procesar a Julian Assange por publicar documentos clasificados, despejará el camino para que los gobiernos enjuicien a periodistas en cualquier parte del mundo, lo cual sentaría un peligroso precedente para la libertad de prensa a nivel mundial […] En una democracia, se deben poder revelar crímenes de guerra y casos de tortura y abuso sin tener que ir a la cárcel. Ése es, precisamente, el papel de la prensa en una democracia”. (2)

A la fecha no han respondido ni mil periodistas a ese Llamado. Muy pocas organizaciones de derechos humanos han asumido seriamente la defensa de su caso.

¿Por qué esta actitud hacia Assange? El Relator Especial, Melzer, tiene una explicación: “Después de haber sido deshumanizado mediante el aislamiento, el ridículo y la vergüenza, fue muy fácil privarlo de sus derechos fundamentales sin provocar la indignación de la opinión pública mundial”.

El editorial de Le Monde diplomatique de diciembre 2018, dice: “La persecución al señor. Assange por parte de las autoridades estadounidenses se ve alentada por la cobardía de los periodistas que lo abandonan a su suerte, e incluso se deleitan con su desgracia”.

Por tanto, nosotros, integrantes de la Red en Defensa de la Humanidad y quienes tengan a bien sumarse a este llamado, exigimos el respeto al debido proceso, la no extradición y la liberación inmediata de Julian Assange. Instamos a los organismos nacionales e internacionales, a los intelectuales y a periodistas y sus medios a poner fin a la campaña emprendida contra este valiente ser humano por el delito de revelar crímenes de guerra contra la humanidad. Exigimos que se comunique verazmente a la opinión pública sobre esta terrible violación a sus derechos fundamentales.

Como dice el Llamado de los periodistas: “Los tiempos peligrosos exigen un periodismo valiente”.

Notas:

1) – https://www.ohchr.org/EN/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=25249&LangID=

–  https://news.un.org/es/story/2019/11/1464781

2) https://speak-up-for-assange.org/periodistas-alzan-la-voz-en-defensa-de-julian-assange/

Tomado de: https://culturayresistenciablog.wordpress.com

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