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El cine del diablo

Autor: Jean Epstein

Quien tal vez haya sido el más filósofo de los cineastas, Jean Epstein, asume el riesgo de hipotetizar, en este libro de 1947, sobre el carácter demoníaco de la invención cinematográfica. Con prudente distancia del momento fundacional, del que fuera parte, Epstein saca cuentas de la deriva del cine en sus últimos-primeros cincuenta años, y lo ve como un monstruo de novedad, de creación, cargado de toda la herejía transformista del continuo devenir. Colocándolo en la zaga de las grandes invenciones y con un peso tal como el descubrimiento del mundo macróscopico y microscópico de lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño, sitúa al cine en un linaje anti dogmático, revolucionario y libertario, en una palabra, diabólico. Pronunciadas todas las acusaciones, el cine se declara culpable: culpable de disolver la forma en el movimiento, la permanencia en el devenir, culpable de dislocar el espacio, que ya no podrá ser pensado como euclidiano, culpable de acelerar, de ralentizar, de invertir el tiempo, de sacarlo de quicio, culpable de atentar contra la razón, y privilegiar la fantasía, el sueño y una sentimentalidad intensa y directa, culpable de destruir todos los dualismos, conformando su propia herejía monista y panteísta a la vez, profundamente pluralista, culpable en fin de disolver la persona, o ponerla en duda, relegando el yo en tanto ser matemático y estadístico, simple figura mental, abstracción de personalizaciones locales, dinámicas, momentáneas. Abramos el proceso entonces, el cine se declara culpable, culpable sin culpa, alegre culpable.

Jean Epstein (1897–1953). De origen polaco/francés, Epstein es reconocido como uno de los precursores del cine experimental o de vanguardia, pero fue además novelista, crítico literario y uno de los primeros realizadores en escribir y teorizar sobre el cine. Se acercó al movimiento surrealista y las vanguardias artísticas de entreguerras e influenció a grandes cineastas como Luis Buñuel. De su extensa obra fílmica se destacan El hundimiento de la casa Usher (1927), Finis Terrae (1930) y El domador de tempestades (1947).

Tomado de: Editorial Cactus

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Jean Epstein. Cine, poesía, filosofía

Coordinadora: Pasión Rivière

Un jovencísimo Jean Epstein fue asistente de Auguste Lumière. Auguste Lumière no creía en el futuro del cine. Epstein, sí. Epstein creía en los poderes del cine como un instrumento superior al ojo humano, dotado de su propia inteligencia. Un invento del mismísimo diablo, capaz de dominar el tiempo.

Epstein hizo del cine su objeto de devoción y el objeto de su filosofía. Mientras hacía cine, le auscultaba las entrañas. Había estudiado medicina. Encontró en el cine un escalpelo para fragmentar y potenciar la imagen, para hacerla durar mientras la sumergía en el agua, y un antídoto contra la finitud: un cuerpo filmado es la modalidad espectral y deslumbrante de la supervivencia, se mueve todo el tiempo y para siempre, vibra y persiste como una piedra, y una piedra puede ser nube, ola y alucinación. Epstein pertenece a la estirpe del matemático y el mago, aúna la fórmula y la cábala, la precisión de los cronómetros y las tempestades inasibles desatadas en la bola de cristal de los videntes. Es ecuación, tránsito y trance. Pocos, muy pocos, vieron las cosas como las vio Epstein. Y muchas, muchas de las cosas que se han visto, Epstein las vio primero.

Este libro reúne una colección de ensayos que intentan descifrar las claves de su mundo, unidos por la convicción de que toda clave está desplazada del centro y hace de la periferia y el borde su lugar. Son ensayos que ofician de caja de herramientas-Epstein: lirosofía y fotogenia, vanguardia, primer plano y encadenamiento, figuración y transmigración queer, neurastenia deseable del espectador, vacilación y síntoma, corteza y lava volcánica en una modestísima cinta de celuloide, montaje riguroso y trastornado de una constelación.

Epstein, en sus propias palabras, trazaba un horóscopo que aún no estaba hecho, buscaba los signos de su zodíaco. Se asomaba a la boca del Etna para besar su conmoción y registrarla en una película perdida. Escuchaba el flujo y el reflujo de las mareas. Por eso supo, y escribió, que el amor por la pantalla tenía lo que ningún amor había tenido: paciencia y revelación, la dosis exacta de temblor ultravioleta.

Sumario

Jean Epstein, de la vanguardia narrativa al filme de naturaleza

Joël Daire

Jean Epstein: imágenes de un mundo flotante

Alberto Ruiz de Samaniego

Ultra-moderno. Jean Epstein: el cine «Al servicio de las fuerzas de transgresión y de revuelta»

Nicole Brenez

Una biología de los regímenes de conciencia.

Jean Epstein y el futuro del cine

Josep M. Català Domènech

Jean Epstein: un sentimiento oceánico

Roberto Amaba

La photogénie de Epstein como visión corpórea, sensación interior, encarnación queer y ética

Christophe Wall-Romana

Fotogenia plástica

Érik Bullot

Infinitamente futuro.

Los ensayos sobre cine de Jean Epstein

Daniel Pitarch

Un acuario infinito

Mariel Manrique

Un recorrido biográfico

Daniel Pitarch

Autores de los textos

Tomado de: Shagrila Ediciones

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Escritos sobre cine

Para Jean Epstein, el cine es “esa última reserva de lo féerico, de parque internacional de la maravilla”, donde el espacio y el tiempo se entrelazan, se disuelven para fluir y se hacen uno. La cámara cinematográfica, diabólica por su capacidad de derrumbar la lógica en la que han sido entrenadas nuestras vidas, detecta y ofrenda el milagro en lo banal. El cine, para Jean Epstein, es el lugar donde el hombre “preserva de la extinción total a la especie envejecida del prodigio”. El cine dinamita el hábito, hace de la mera duración una experiencia, desorganiza la normalidad. Es un bendito veneno que corroe, sin pausa y sin piedad, y sin siquiera saberlo, la hegemonía rígida y cruel de lo binario. No instaura jerarquías, no favorece divisiones, no pone al elemento a competir. Provisto de su técnica, nos devuelve a un mundo anterior a todas las técnicas. Armado de su conocimiento, nos libera del concepto y el número para restituirnos el reino de la sensación. No pretende enseñarnos nada, no se dedica a señalarnos un camino, no tiene mandamientos ni moral.

En el cine no hay Papas ni rey ni parlamentos. No hay saberes expertos ni tablas de la ley. Ni siquiera se necesitan las palabras (por eso Epstein amó el cine mudo). Pero hay un ojo que todo lo ve y es ese el don, el acontecimiento imperdonable. La escritura de Epstein es la casa de la poesía y la física cuántica, donde se anudan y se aúnan espíritu y materia. Es surrealista y queer, es rigurosa y tiembla, desencadenada.

Este libro reúne los escritos fundamentales de Jean Epstein, tal como fueran publicados en dos volúmenes, en francés, en la mítica e inhallable edición de la editorial Seghers, en 1974-1975. Pueden leerse como el testimonio de un precursor y un vidente, un teórico estricto y un empirista enamorado. Un hombre honrado y solo, definitivamente solo en el centro del viento. El viento duradero de sus visiones.

SUMARIO

PRÓLOGO

Jean Epstein: La obra fílmica, por Henri Langlois

Jean Epstein: La obra escrita, por Pierre Leprohon

La lirosofía (extractos), por Jean Epstein (1922)

ESCRITOS SOBRE CINE (1921-1947)

Memorias inconclusas

Las películas de Jean Epstein, vistas por él mismo

El cine y las letras modernas (1921)

Buenos días, cine (1921)

Artículos, conferencias, declaraciones (1922-1925)

El cinematógrafo visto desde el Etna (1926)

Artículos, conferencias, declaraciones (1927-1935)

Fotogenía de lo imponderable (1935)

La inteligencia de una máquina (1946)

El cine del diablo (1947)

Artículos, conferencias, declaraciones (1946-1947)

ESCRITOS SOBRE CINE (1947-1953)

Espíritu de cine (1946-1949)

Artículos (1948-1951)

Alcohol y cine

Tornada

Apéndice. La caída de la casa Usher

Proyecto de versión sonora  (découpage)

Filmografía / Bibliografía

JEAN EPSTEIN (Varsovia, 1897- París, 1953). Figura emblemática del cine de vanguardia, Jean Epstein fue también novelista, crítico literario y teórico del cine. Cursó estudios de medicina en la Universidad de Lyon y fue asistente de Auguste Lumière. Llegó al cine de la mano de Blaise Cendrars e integró, durante la segunda década del S. XX, la segunda generación de “nuevos cineastas franceses”, posterior a la generación de Marcel L’Herbier, Germaine Dulac y Abel Gance. Reivindicó el cine como un dominio autónomo e independiente de la literatura y el teatro, dotado de recursos propios. Persiguió durante toda su vida la independencia dentro de la industria cinematográfica y la alcanzó con la fundación, en 1926, de su productora Les Films Jean Epstein.

Filmó con la misma audacia y sutileza ficciones en decorados de estudio y en paisajes naturales, con actores profesionales y no profesionales. Entre las obras claves del período mudo de su filmografía se encuentran Cœur fidèle (Corazón fiel, 1923), Six et demi onze (Seis y medio por once, 1927), La Glace à trois faces (El espejo de tres caras, 1927), La Chute de la maison Usher (La caída de la casa Usher, 1928) y Finis Terrae (1929). En el período sonoro, se destacan Mor’vran – La Mer des corbeaux (Mor’vran – El mar de los cuervos, 1930), L’Or des mers (El oro de los mares, 1932), Chanson d’Ar-mor (Canción de Amor, 1934) y Le Tempestaire (El domador de tempestades, 1947).

Tomado de: Shangrila Textos Aparte

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