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A 150 años del fusilamiento de los 8 estudiantes de Medicina

Fotograma del filme cubano Inocencia (Alejandro Gil, 2018) que aborda este dramático pasaje

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

En la tarde habanera del 27 de noviembre de 1871, voluntarios españoles se agolpaban en La Habana, a la entrada del canal de la Bahía, para contemplar el fusilamiento de ocho jóvenes cubanos estudiantes de Medicina, ejecutados por un presunto delito.

Nada parecía augurar la tragedia tres días antes, el 24 de noviembre, entre los alumnos del primer curso de Medicina que esperaban una clase en el Anfiteatro Anatómico próximo al cementerio de Espada. Al demorarse el profesor, algunos deambularon por la zona y otros entraron en el cementerio, pasearon por su interior, montaron en un carro utilizado para trasladar cadáveres y uno de ellos, de 16 años, llamado Alonso Álvarez de la Campa, tomó una flor que estaba delante de las oficinas del campo santo.

Esos insignificantes acontecimientos fueron suficientes para que un vigilante o jardinero del lugar, molesto por la afectación de sus siembras, hiciera una falsa acusación al gobernador político Dionisio López Roberts, por la conjeturada profanación de la tumba del periodista Gonzalo Castañón, acérrimo integrista y recientemente muerto en un encuentro a tiros con un patriota en EE.UU.

Tamaña mentira provocó el brutal sentimiento anticubano de los sectores integristas habaneros más reaccionarios, representados en las fuerzas de voluntarios que solo necesitaban el menor pretexto para imponer el terror y la muerte en la capital, como venganza por las victorias del Ejército Libertador en los territorios orientales y centrales del país, a pesar de la ofensiva colonial.

En consecuencia, fueron detenidos 45 implicados, juzgados en las primeras horas del 27 y solo fueron condenados a benignas penas, lo que produjo prácticamente un alzamiento del cuerpo de voluntarios de la ciudad que se agruparon frente al Palacio de los Capitanes Generales y exigieron que corriera la sangre de los jóvenes, lo cual conllevó a un segundo Consejo de Guerra el propio día 27.

El Consejo estableció la cifra de ocho jóvenes a ejecutar: Alonso Álvarez de la Campa y Gamba, 16 años; Anacleto Bermúdez y Piñera, 20 años; José de Marcos y Medina, 20 años; Ángel Laborde y Perera, 17 años; y Juan Pascual Rodríguez y Pérez, 21 años.

Para mancha eterna de la justicia colonial española, los tres restantes condenados a la pena de muerte se escogieron al azar entre el resto de los presos, Carlos de la Torre y Madrigal, 20 años; Eladio González y Toledo, 20 años; y Carlos Verdugo y Martínez, 17 años, quien el día de los hechos se encontraba en su hogar en Matanzas, y otros fueron condenados a penas de cárcel.

A pesar de los 150 años transcurridos todavía impresiona el ensañamiento que el colonialismo español demostró en el crimen contra los ocho estudiantes, que eran inocentes a los cargos que se les imputaron como el de supuesta profanación que no conllevaba la pena capital, como demostró en la propia década de 1880, Fermín Valdés Domínguez sobreviviente de estos hechos que obtuvo el reconocimiento del hijo de Gonzalo Castañón de que la tumba de su padre nunca fue profanada.

José Martí, quien se enfrentó a esos mismos bárbaros que lo enviaron al presidio político por sus convicciones patrióticas, ese mismo año de 1871 salió de La Habana hacia España, como deportado cerca de cumplir 18 años y al conocer del horrendo crimen escribió su poema ¨A mis hermanos muertos el 27 de noviembre de 1871 ¨ en el que en una de sus estrofas proclama el fracaso de la tiranía contra la inmortalidad de sus víctimas.

¡Déspota, mira aquí cómo tu ciego,

anhelo ansioso contra ti conspira:

mira tu afán y tu impotencia, y luego

ese cadáver que venciste mira,

que murió con un himno en la garganta,

que entre tus brazos mutilado expira

y en brazos de la gloria se levanta!

Tomado de: Agencia Cubana de Noticias

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Máximo Gómez, dominicano de nacimiento, y cubano de corazón

Máximo Gómez Báez (Baní, República Dominicana, 18 de noviembre de 1836 – La Habana, Cuba, 17 de junio de 1905) fue general en la Guerra de los Diez Años y el General en Jefe de las tropas revolucionarias cubanas en la Guerra del 95.

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

Máximo Gómez se calificaba a sí mismo como “dominicano de nacimiento, y cubano de corazón”, palabras que fueron ratificadas durante más de la mitad de su vida dedicada a la causa independentista en la Isla, desde que arribó junto a su familia en 1865. Cuando no llegaba a los 30 años y como oficial de la reserva militar española, tuvo que exiliarse, al ser derrotada su causa en la convulsa situación de su país.

Tenía experiencia militar por haber combatido junto a las milicias dominicanas contra las incursiones haitianas y en las propias contiendas civiles, en las que participó activamente.

El futuro Generalísimo del Ejército Libertador Cubano nació en el poblado rural de Baní, Santo Domingo, el 18 de noviembre de 1836, hace 185 años, y en su hogar le dieron una formación basada en la honorabilidad, la severidad y el virtuosismo, cualidades que serían el derrotero de su vida.

Tras llegar a Cuba se estableció con su familia en la finca El Dátil, cerca de Bayamo. En 1866 fue dado de baja del ejército español y al parecer su vida estaba predestinada a transcurrir en su proyecto de mejorar la situación económica de los suyos, incrementando la explotación de sus fértiles tierras, pero su gran sensibilidad ante la injusticia y la inhumana esclavitud lo llevaron a involucrarse en el movimiento independentista y fue de los primeros en seguir a Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868.

El joven dominicano se destacó dentro de las inexpertas tropas mambisas, al utilizar tácticas de combate diferentes a las tradicionales aplicadas por el ejército peninsular que también conocía, al concebir las acciones guerrilleras de emboscadas, de rehuir los enfrentamientos en grandes batallas en las cuales los colonialistas podrían desplegar su superioridad de fuerzas con la utilización de la caballería y artillería a sus anchas.

La gran lección sería el 26 de octubre de 1868, en que Gómez con unos 40 infantes armados en su mayoría solo con machetes se escondieron entre la tupida vegetación a ambos lados de la Tienda del Pino de Baire, aproximadamente a un kilómetro por el camino vecinal al oeste del poblado, y a su orden se lanzaron contra una columna hispana de más de 500 hombres y le hicieron más de 200 bajas en la que sería la primera carga al machete.

Ese fue solo el comienzo de la extraordinaria trayectoria militar de quien sería considerado por renombrados militares extranjeros como el primer guerrillero de América, y que le valieran fuera ascendido a General por Carlos Manuel de Céspedes.

Después vendría el Pacto del Zanjón y el destierro de 17 años afrontando vicisitudes en la pobreza y enfermedades de su familia, pero sin que dejara de pensar en la independencia de Cuba cuando intentó un nuevo estallido junto a Antonio Maceo.

En esas condiciones le escribió Martí en 1892 para integrarlo a la preparación de la Guerra Necesaria: […] Yo ofrezco a usted sin temor a negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres” y Gómez le responde: “Desde ahora puede Ud. disponer de mis servicios”.

En la nueva contienda reverdecerá su excepcional talento militar y junto con el Titán de Bronce llevará en la invasión la guerra a todo el país para en batallas memorables derrotar a las más selectas tropas colonialistas.

Pero después de la muerte de Martí y Maceo, fue la única máxima figura de la Revolución y tendría que sufrir la intervención yanqui en la guerra y el establecimiento de la neocolonia en 1902, facilitada por la división y la traición del anexionista y primer presidente cubano Tomas Estrada Palma y su grupo.

Al final de la guerra expresó: “La situación pues, que se le ha creado a este pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día más aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía.”

Años después cuando Estrada Palma, antes de culminar su período presidencial en 1906, decidió reelegirse de forma fraudulenta el invicto jefe del Ejército Libertador se opuso decididamente.

En junio de 1905 realizó un viaje acompañado de su familia a Santiago de Cuba, pero sobre todo para continuar con su campaña contra la reelección de Estrada Palma.

Fueron tantas las muestras de afecto y cariño del pueblo hacia él, que al recibir numerosos apretones de mano se le infectó una pequeña herida que se generalizó y le causaría la muerte el 17 de junio de 1905, como consecuencia de su campaña cívica de unidad contra el engendro reeleccionista del anexionista Estrada Palma.

Esa fue su última batalla librada por el amor hacia Cuba que mantuvo inalterable desde aquellos lejanos días de octubre de 1868, aunque esta vez la libraría contra los males de la falsa república que solo culminaría con los cambios definitivos de la alborada revolucionaria del primero de enero de 1959.

Tomado de: Agencia Cubana de Noticias

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La carga al machete, método de lucha mambí

Fotograma del filme cubano La primera carga al machete de Manuel Octavio Gómez

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

Aquellos primeros mambises, liderados por Carlos Manuel de Céspedes, se levantaron en La Demajagua el 10 de octubre de 1868, sin reparar en la desproporción frente a las fuerzas de la metrópoli, que llegó a encuadrar 100 mil soldados contra los cuales se alzaron pertrechados esencialmente con el machete utilizado en labores agrícolas.

El ejército español del siglo XIX tenía entre sus tradiciones guerreras la que les venía de los combatientes que diezmaron a las fuerzas invasoras de Napoleón Bonaparte en España (1808-1814), que incluyó ataques sorpresivos contra las columnas en marcha, utilizando esencialmente armas blancas, como las populares navajas e instrumentos de trabajo de los campesinos que nutrieron las filas de los soldados que libraron la contienda por la independencia en esa época.

Pero 60 años después, las tropas hispanas en su papel colonialista en Cuba enfrentaron tácticas de combate parecidas a las aplicadas durante la invasión napoleónica en la península.

A pocos días del alzamiento, el 26 de octubre de 1868 Máximo Gómez, en aquel entonces un joven dominicano de poco más de 30 y veterano de las guerras civiles en su patria, tomó una osada decisión y llevó a unos 40 combatientes armados en su mayoría solo con machetes a esconderse entre la tupida vegetación a ambos lados de la Tienda del Pino de Baire, aproximadamente a un kilómetro al oeste del poblado de igual nombre, para emboscar a una columna enemiga.

Esa fuerza, de 700 efectivos, estaba dirigida por el coronel Demetrio Quirós Weyler y venía de Santiago de Cuba hacia Bayamo. Cuando su vanguardia entró en la emboscada entonces Gómez salió al camino e inició el asalto al machete contra los espantados jinetes que sufrieron gran cantidad de muertos y los que se salvaron huyeron hacia Baire.

Fue así que por primera vez se utilizó la carga al machete contra el ejército colonialista, que tuvo más de 200 bajas al enfrentarse a ese tipo de ataque contra el cual las normas de combate no contaban con una defensa muy efectiva.

Los mambises no tardaron en asimilar e enriquecer las cargas al machete, enseñadas por Gómez, que se convirtieron en una forma de lucha muy utilizada por los cubanos, quienes generalmente iban a las batallas sin armas de fuego o con escasas municiones, lo cual hacía muy difícil los enfrentamientos tradicionales.

Antonio Maceo y su hermano José, Calixto García y otros futuros jefes militares fueron alumnos aventajados de Gómez. Mientras en el Camagüey, el Mayor Ignacio Agramonte organizó la caballería que hizo legendarias las cargas al machete.

El conocido toque a degüello desde entonces se convirtió en el terror de los contingentes españoles, ante lo cual la formación defensiva de los cuadros erizados de bayonetas resultaban incapaces de frenar el avance de la caballería insurrecta.

La carga al machete fue la base de la táctica de combate de los mambises durante las guerras de independencia y significó un ejemplo de la voluntad de lucha y de la creatividad de los cubanos, los cuales enfrentaron con éxito al ejército hispano que fue enviado a miles de kilómetros de su país a defender una causa muy diferente a su época de gloria cuando hizo historia por liberar a su patria del yugo extranjero.

Tomado de: Agencia Cubana de Noticias

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Segunda intervención yanqui o la consolidación del dominio imperialista

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

El 29 de septiembre de 1906, se inició la segunda intervención estadounidense en Cuba, a tenor de la Enmienda Platt solicitada por el presidente Tomás Estrada Palma ante la sublevación armada de sus adversarios del Partido Liberal, iniciada en agosto por el rechazo a su reelección fraudulenta y contraria a lo estipulado por la Constitución cubana.

Bajo la presidencia de Teodoro Roosevelt el gobierno de Estados Unidos, después de algunos intentos fracasados de mediar entre los contendientes, aceptó la solicitud y se nombró al Secretario de la Guerra de su administración, William H. Taft como Gobernador Provisional de Cuba y posteriormente se designó a Charles E. Magoon en ese cargo mientras durara la intervención.

En 1905 Estrada Palma, próximo a terminar su mandato, proclamó su decisión de postularse para un segundo período, apoyado por el Partido Moderado, que integraban los sectores más reaccionarios de la época, entre ellos los ex miembros del Partido Autonomista, organización que felicitó al Capitán General español Valeriano Weyler cuando la muerte de Antonio Maceo en 1896.

Para lograr sus fines no se detuvieron ante el crimen y fue el autor intelectual de la muerte del General de las tres guerras del Ejército Libertador Quintín Banderas, ultimado a traición por miembros del ejército en el mes de agosto en Arroyo Arenas, cerca de la capital, donde estaba alzado pero esperaba ese día un salvoconducto del presidente para rendirse y que debían entregarle esos militares.

También un año antes, en septiembre de 1905, fue asesinado en Cienfuegos por la policía en extrañas circunstancias, el joven coronel del Ejército Libertador Enrique Villuenda, destacado político liberal y duro oponente a los planes del mandatario.

José Antonio Frías, del partido gobernante se ufanó públicamente de ordenar el asesinato de Villuenda y pocos días después era recibido con honores por el presidente Estrada Palma.

Tras su apariencia de patriota desinteresado, Estrada Palma había realizado una activa labor ante el Congreso de EE.UU para que el ejército estadounidense interviniera en Cuba, y les aseguró a las grandes corporaciones yanquis seguridades para sus intereses en la nueva república.

Lea aquí: Segunda intervención yanqui: fortalecimiento del sistema neocolonial en Cuba

Con ese aval representaba el hombre providencial del naciente imperialismo para presidir la república mediatizada, inaugurada el 20 de mayo de 1902, apoyado por muchos cubanos por su conocido pasado e ignorantes de su callada traición.

Después de consumado el fraude electoral en diciembre de 1905, Estrada Palma no pudo contener la situación y solicitó la intervención estadounidense y renunció, al igual que sus principales colaboradores, a fin de que ocurriera un vacío de poderes que obligara a EE.UU a intervenir.

Durante la segunda intervención las autoridades estadounidenses repartieron por igual a los políticos corruptos de ambos bandos dinero y dádivas a costa del presupuesto nacional, fortalecieron el ejército y la penetración de los intereses de la Unión acabaron de controlar gran parte de la economía cubana.

La ocupación se extendió hasta el 28 de enero de 1909, cuando asumió la presidencia después de unas elecciones organizadas por las autoridades interventoras el general José Miguel Gómez, figura central del Partido Liberal opuesto a Estrada Palma, a quien el pueblo describiría años después por su escandaloso robo de las riquezas de la nación junto con su camarilla con la frase de: “Tiburón que se moja, pero salpica.”

Durante la intervención el imperio fortaleció las fuerzas armadas, la policía, e instituciones de control político y penetración cultural y sobre todo perfeccionó las bases de la corrupción desenfrenada de la clase politiquera pro yanqui que dirigían los partidos tradicionales, que robaban alternados en el poder gracias al sistema de la llamada “democracia representativa”.

Así se garantizó aún más el control de la Isla por Estados Unidos y se condenó al pueblo a una etapa de profunda frustración del ideal independentista del que solo saldrían las fuerzas progresistas a inicios de la década de 1920, lideradas por una nueva generación de revolucionarios encabezados por Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y otros que protagonizarían el llamado despertar de la conciencia nacional.

Tomado de: ACN

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Fake news contra los mambises

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

Ofrecer una imagen de los revolucionarios cubanos que no corresponde con la realidad ha sido práctica de quienes gobiernan en EE.UU. implementada desde el siglo XIX, cuando tras finalizar la guerra de 1895-98 adujeron que el Ejército Libertador no podía entrar en Santiago de Cuba porque se temía que atacaran a los españoles.

En la actualidad, ya con tecnología de avanzada para echar a correr rumores falsos, vuelven a usar métodos similares mediante las fakes news o noticias falsas, con la pretensión de ofrecer una realidad falseada ante el mundo de que en Cuba reina un caos total.

Vale remontarnos al verano de 1898, cuando se inició la etapa decisiva de la guerra hispano-cubano-americana con el desembarco de los militares estadounidenses en las playas de Daiquirí  y Siboney, en Santiago de Cuba, entre los que se encontraba el  teniente coronel Teodoro Roossevelt, más diestro en  matar indios en el oeste que en dirigir operaciones militares, aunque fue muy exitoso en denigrar a las tropas cubanas.

La improvisación y la falta de experiencia del mando del vecino del Norte no causó el fracaso total del desembarco por el apoyo del Ejército Libertador al mando del General Calixto García, que previamente ocupó las zonas de la costa e impidió que los peninsulares pudieran enviar su artillería y batallones armados para diezmar a los expedicionarios que arribaron a las orillas sin orden ni concierto.

El general William Shafter, jefe de las tropas invasoras, tuvo que admitir la derrota en combates contra las fortificaciones españolas en Santiago de Cuba que sumaron alrededor de mil 650 bajas, con 200 muertos, y envió un cable  a Washington informando su decisión de retirarse a la costa, a pesar de los más de 10 mil soldados que duplicaban  las fuerzas del enemigo.

Los cubanos tuvieron más de 100 bajas fatales, quizás la mayor que sufrieron en un solo combate durante  toda la guerra y en proporción a sus fuerzas involucradas, mucho menos que las norteamericanas.

La desmoralización también fue compartida por Roossevelt,  quien el 3 de julio escribió a un amigo senador para que implorara al presidente y le pidiera (…)  ” por amor del cielo, nos envíe cada regimiento y, sobre todo, cada batería que sea posible. Hasta ahora hemos ganado con un alto coste, pero los españoles luchan muy duramente y estamos muy cerca de un terrible desastre militar; debemos recibir ayuda, miles de hombres, baterías y comida y munición.”

El desaliento en el mando estadounidense hizo que algunos de sus generales visitaran a Calixto García y le pidieran su valoración sobre el curso de la guerra e, inclusive, le  propusieron que aceptara sustituir al general Shafter mientras este se encontrara enfermo e incapacitado para dirigir, lo que el jefe mambí declinó, no obstante el plan de batalla adoptado en lo adelante fue el propuesto por él. Probablemente ese fue el único caso  en que en una guerra, generales estadounidenses proponen la dirección de sus fuerzas a un militar extranjero ante una crisis de mando.

La destrucción de la flota hispana del Almirante Cervera, ocurrida el  3 de julio al salir a presentar combate desventajoso en cantidad y calidad de las naves contra los barcos norteamericanos, aceleró la derrota de España en la contienda.

Sin embargo, el General Shafter impidió al General Calixto García y a sus fuerzas entrar en la ciudad y asistir a la rendición del mando ibérico, bajo la falsa presunción de que tomarían represalias contra los hispanos.

Calixto García, en una histórica carta al jefe estadounidense, dejó muy en alto la dignidad y el patriotismo de los cubanos ante esa afrenta cuando escribió:

(…)  no somos un pueblo salvaje, que desconoce los principios de la guerra civilizada; formamos un ejército pobre y harapiento, tan pobre y harapiento como lo fue el ejército de sus antepasados en su guerra noble por la independencia de los Estados Unidos de América; pero a semejanza de los héroes de Saratoga y Yorktown, respetamos demasiado nuestra causa para mancharla con la barbarie y la cobardía”…

Tampoco Theodore Roosevelt  escondió su desprecio y racismo  por el pueblo cubano y le escribió a un amigo en EE.UU. : “Los soldados cubanos eran casi todos negros y mulatos y estaban vestidos con harapos y armados con toda clase de fusiles antiguos (…) Ellos no desempeñaban literalmente ningún papel, mientras que se volvían una fuente de problemas e impedimentos, y consumían muchas provisiones”.

Por supuesto, esas opiniones no quedaron solamente en la correspondencia del jefe imperialista y fueron muy divulgadas por él mismo y los medios de la época.

Esa guerra fue el lanzamiento de la carrera política de Roosevelt, quien llegaría a la Casa Blanca con la imagen del cowboy valiente y duro de los combates de Santiago de Cuba. Muy poco o nada se habló de aquella ocasión en el que el terror le hizo clamar por ayuda desesperada, apuro del que solo pudo salir junto con sus tropas por la ayuda de los mambises.

La intervención de los Estados Unidos en Cuba fue la primera guerra cubierta por corresponsales  que utilizaron las cámaras de cine y que, junto con la prensa escrita auxiliada por el telégrafo y el cable submarino, reportaron al mundo hasta el cansancio, la matriz mentirosa de que los vencedores fueron solamente el ejército y la marina estadounidenses, y silenciaron el papel del Ejército Libertador cubano, a la vez que trataron de  presentarlo como hordas salvajes.

Hoy se utilizan pródigamente los adelantos de las  tecnologías de la información y las comunicaciones, y mediante las redes sociales hay quienes atacan a la Isla bajo la misma vana estrategia imperialista –a la que solo espera la derrota– de restaurar el sistema neocolonial.

Imagen: Viñeta sobre la guerra hispano-estadounidense de 1898. Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst, caracterizados como ‘The Yellow Kid’, se disputan la propiedad del conflicto. Antes de las ‘fake news’ fueron las ‘yellow news’. Una tira publicada por los diarios estrella de Hearst y Pulitzer sirvió para acuñar la expresión “periodismo amarillo”.

Tomado de: Cultura y Resistencia

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Las lecciones no aprendidas de la Operación Pluto

Kennedy junto a miembros de la derrotada Brigada mercenaria 2506

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

La aplastante victoria de Playa Girón y las irrefutables pruebas presentadas por Cuba sobre la participación de EE.UU. en la invasión, no dejó a la Casa Blanca más opción que emitir una declaración el 24 de abril de 1961, hace 60 años, en la que expresaba: “El Presidente ha declarado desde el primer momento que, como Presidente, asume la responsabilidad de los acontecimientos de los últimos días.”

Ese conocimiento contrastaba con las anteriores afirmaciones del mandatario, quien  inclusive el 20 de abril, al otro día de la derrota, en un discurso público aseguró: “He insistido anteriormente que esta era una lucha de patriotas cubanos contra un dictador cubano.

“Aunque no se puede esperar que ocultemos nuestras simpatías, aclaramos repetidamente que las fuerzas armadas de este país no intervendrían en forma alguna”.

El asesor Arthur M. Schlesinger fue más a fondo  de las causas que llevaron a las cuerdas a Kennedy  y dijo: “Porque la realidad fue que Fidel Castro resultó ser un enemigo mucho más formidable y estar al mando de un régimen mucho mejor organizado de lo que nadie había supuesto. Sus patrullas localizaron la invasión casi en el primer momento. Sus aviones reaccionaron con rapidez y vigor. Su policía eliminó cualquier probabilidad de rebelión o sabotaje detrás de las líneas. Sus soldados permanecieron leales y combatieron bravamente. Él mismo nunca fue presa del pánico…. la forma en que se desenvolvió fue impresionante.

Muchos años después, el Comandante en Jefe al analizar la conducta del presidente estadounidense tras la agresión señaló: ” De manera que nosotros le reconocemos a Kennedy que tuvo el valor de reconocer el error, y tuvo además el valor moral de asumir la responsabilidad de lo que se había hecho, cuando dijo aquella frase de que la victoria tiene mil padres, y la derrota es huérfana”.

Desde aquella experiencia creció en Kennedy un profundo resentimiento hacia la CIA, a la que criticó duramente e inclusive destituyó a importantes cargos implicados en el fracaso, y a su vez como reacción hacia lo interno creció entre los implicados en el espionaje y los mercenarios cubanos un rencor hacia al mandatario, a quien acusaron de cobardía por no enviar los marines para evitar el descalabro.

Esa facción fue identificada precisamente con  Allan Dulles, ex director de la Agencia y su equipo, separados de sus cargos por ser los máximos responsables del descalabro y los cuales esperaban su momento de desquite que no tardaría en llegar.

Poco después de Girón, Kennedy ordenó crear una comisión dirigida por el general Maxwell Taylor, asesor especial para Asuntos Militares, para investigar y analizar las causas de la derrota de la Operación Pluto.

Entre las conclusiones de la comisión se afirmó que era imposible coexistir con la Revolución cubana, por lo cual se hacía imprescindible la elaboración de un programa integral capaz de revertir el proceso revolucionario, lo que empujó a la dirección estadounidense a reincidir el camino que no difería mucho de los principios de la fracasada Operación Pluto y la invasión de Playa Girón.

Para finales de 1961, el presidente estadounidense hizo responsable a su hermano Robert, Fiscal General, de supervisar directamente a  la CIA para desarrollar junto al Pentágono un nuevo programa de agresiones contra Cuba, denominado Operación Mangosta.

Los hermanos Kennedy no aprendieron las lecciones de la Operación Pluto y reprodujeron casi el mismo esquema agresivo de aquella en la Operación Mangosta, que además de ir acompañada con la puesta en práctica del bloqueo económico, comercial y financiero, pretendía para el mes de octubre de 1962 vengarse por la derrota de Girón al provocar una sublevación de las fuerzas contrarrevolucionarias que serviría como pretexto para una intervención militar estadounidense.

Para estos fines en los meses previos se desarrolló un extenso programa de introducción por mar de espías, saboteadores, cargamento de armas y explosivos para las bandas de alzados y organizaciones contrarrevolucionarias, además de ponerse a punto varios planes de asesinato del Comandante en Jefe Fidel Castro como principal prioridad.

Esa vez la Casa Blanca no pudo culpar a nadie de sus fracasos. En Cuba las Fuerzas Armadas, la Seguridad del Estado, junto al pueblo, propinaría una derrota a cada acción y planes, pero el golpe definitivo de la Operación Mangosta de los Kennedy ocurrió en octubre de 1962,  cuando los Estados Unidos tuvieron que enfrentar la Crisis de Octubre.

La situación  cambió radicalmente al instalarse en Cuba cohetes atómicos soviéticos de alcance medio, acordados entre ambos gobiernos y que también estaban para la defensa del país frente a la planificada intervención directa de EE.UU. que se esperaba.

Al parecer posteriormente a la solución de la crisis, se impuso una política más pragmática de Washington y el mismo día en que fue asesinado el presidente Kennedy en Dallas Texas, el 23 de noviembre de 1963, un enviado del mandatario -el periodista francés Jean Daniel-, se entrevistaba en Varadero con el máximo líder de la Revolución en lo que pudiera haber sido el comienzo de un proceso de cierta normalización de las relaciones entre ambas naciones.

Desde entonces, dentro de los misterios sin aclarar sobre el magnicidio de Dallas toma fuerza la sospecha de la participación en este de mercenarios cubanos, junto a la mafia y la CIA, que no le perdonaron a Kennedy, a pesar de sus intentos de repetir una nueva agresión a Cuba, que no enviara a los marines a Girón.

Tomado de: Cuba Sí

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Fracaso de los Kennedy, como «oficiales de casos» de la CIA

Robert y John F. Kennedy

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

En marzo de 1961, el presidente John F. Kennedy y su hermano Robert, fiscal general, comenzaron la leyenda negra como “oficiales de caso” de la CIA, así denominados por el investigador estadounidense Josepth J.Tetro en su texto La Historia Secreta de la CIA, cuando ambos aprobaron la invasión mercenaria contra Cuba y se embarcaron en los próximos dos años en la tarea de controlar directamente las operaciones encubiertas contra la Isla.

Ya instalado en la Casa Blanca el 20 de enero de 1961 Kennedy aprobó su propio plan de invasión que sería por Playa Girón y Playa Larga e incluyó asestar golpes aéreos previamente a los aeropuertos de Santiago de Cuba, Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños para aniquilar la pequeña Fuerza Aérea Revolucionaria.

También puso como condición a los militares y la CIA que no autorizaría participar en el conflicto a las fuerzas armadas estadounidenses bajo ningún concepto, lo que fue un cubo de agua fría a los entusiastas organizadores de la invasión que veían toda la acción previa como un pretexto para la invasión directa.

No obstante, bajo esas profundas contradicciones de estrategia se consolidó la Operación Pluto, la cual conllevó al conocido desastre de Playa Girón que afectó el prestigio de Estados Unidos y en especial el de su joven presidente, el cual apareció muy lejos de la imagen del fuerte e inteligente líder del mundo occidental anunciado por la propaganda oficial de Washington.

Después de Girón, los Kennedy pasaron a un enfermizo resentimiento con la Agencia y de venganza contra Cuba y organizaron la Operación Mangosta para derrocar la Revolución mediante una gigantesca campaña de guerra encubierta, que no se apartó demasiado de la matriz de la derrotada invasión.

Allan Dulles, director de la Agencia Central de Inteligencia y su equipo, responsabilizados por los Kennedy con el desastre, fueron defenestrados y partieron con una gran carga de odio hacia el mandatario que consideraban poco menos que traidor por no enviar los marines a apoyar a los invasores, e hicieron causa común con la extrema derecha cubana y esperaron su momento de venganza que no tardaría en llegar.

La obsesión de John y su hermano Robert de acabar con el gobierno cubano también estuvo muy condicionada con la estrategia política  del nuevo mandatario expuesta en su discurso de toma de posesión el 20 de enero de 1961, en el que reconoció la pobreza y la explotación predominante en Latinoamérica como causa principal de los procesos insurreccionales y anunció su programa de la Alianza para el Progreso, que establecía la ayuda económica como especie de “poder suave”, según la terminología actual,  para evitar la revolución social en la región.

Para entonces era indispensable eliminar el peligroso ejemplo de la Revolución Cubana a como diera lugar, sin detenerse ante planes de asesinatos de su máximo líder Fidel Castro, además de instrumentar el bloqueo económico, comercial y financiero, fomentar campañas terroristas, acciones de espionaje y la invasión de mercenarios y del propio ejército estadounidense si fuera necesario.

Según investigadores, el mandatario le propuso a su hermano Robert el cargo de director de la CIA, lo que fue rechazado por éste, aunque se puso al frente de la supervisión y dirección de la Operación Mangosta y se conoce que solía pasar largas jornadas en la sede central de la Agencia supervisando las acciones de los espías en el terreno y con los cuales despachaba directamente en ocasiones.

La Casa Blanca no pudo culpar a nadie de sus fracasos en la ejecución de la Operación Mangosta, cuando en la Isla la Seguridad cubana derrotaba uno tras otro las acciones y planes. Pero el golpe definitivo de esos intentos de los Kennedy ocurrió en octubre de 1962, plazo fijado para las acciones coordinadas de toda la contrarrevolución en todo el país.

En ese mes los estadounidenses comprobaron con sus aviones que en la región occidental se habían instalados cohetes nucleares soviéticos de mediano alcance para proteger el territorio nacional de una agresión directa, de acuerdo con un convenio firmado entre Cuba y la URSS.

Se inició la llamada Crisis del Caribe, en la que toda la estrategia estadounidense para liquidar la Revolución Cubana se vino abajo y el Jefe de la Casa Blanca tuvo que resistir grandes presiones de los militares que exigían un ataque en toda línea contra Cuba, lo cual conllevaría a una guerra nuclear a escala planetaria contra los soviéticos.

Posteriormente, una política más pragmática de La Unión vino a sustituir la práctica de los Kennedy de involucrarse directamente en planes agresivos contra La Habana.

El mismo día en que fue asesinado el presidente Kennedy en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963, el periodista francés Jean Daniel enviado por el mandatario se entrevistaba en Varadero con Fidel Castro, en lo que pudiera haber sido el comienzo de un proceso de cierta normalización de las relaciones entre ambas naciones.

Muchos hoy en EE.UU. discrepan de la versión oficial sobre un asesino solitario y relacionan el crimen con una conspiración de la ultraderecha cubana, la mafia y la CIA, quienes desde los días de Playa Girón no le perdonaron a Kennedy su decisión de no intervenir directamente en el conflicto y rechazaron cualquier entendimiento y negociaciones con La Habana.

Tomado de: Cuba Sí

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Contextos y coincidencias de Tania Brugueras

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

En el presente debate sobre la posición política de artista de la plástica Tania Brugueras se suelen manejar dos enfoques que parten de los que consideran que la creadora asume el enfrentamiento a la Revolución desde propias concepciones éticas, profesadas con independencia, punto de partida que es cuando menos una ingenuidad que desmienten los propios padres fundadores de la CIA, quienes sustentaron como principio para sus campañas de manipulación que “el tipo de propaganda más efectiva”, aquella en la que “el sujeto se mueve en la dirección que uno quiere por razones que piensa que son propias” contra Cuba. (La CIA y la Guerra Fría Cultural. Frances Stonor Saunders. Editora Política, Pag. 17 y 18.)

Es improbable que la artista que comparte el mismo adversario —el socialismo cubano con la nación norteña— escape de esa fuerza de gravedad hacia el control y hegemonismo que ejercen las poderosas agencias oficiales estadounidenses en sus campañas de guerra cultural contra Cuba desde el propio triunfo de la Revolución en 1959.

Por otro lado, juzgar a la artista y etiquetarla, sin más, como el Frankestein creado por las agencias oficiales de Estados Unidos, es una simplificación que no contribuye al análisis y denuncia de la compleja operatoria de las acciones contra la cultura nacional que realizan los órganos de subversión estadounidenses contra la Isla.

Formación en Cuba y EE.UU.

Tania Brugueras egresó de la Academia San Alejandro y del Instituto Superior del Arte (ISA) y transitó con éxito por el sistema institucional, también creado por la Revolución, que le facilitó su proyección internacional, básicamente en los espacios de la Bienal de La Habana, que la dio a conocer en los circuitos internacionales del arte contemporáneo desde la década de 1990.

Mientras, en el país se convirtió en una figura del perfomance y especialista en sus orígenes, tendencias y aplicación renovadoras, conocimientos que impartió como profesora en el ISA al frente de la Cátedra de la Conducta, creada bajo su iniciativa, e inclusive fue laureada con la Distinción por la Cultura Nacional que entrega el Ministerio de Cultura de Cuba en 2001.

Su proyecto de vida lo dividió entre largas estancias en Estados Unidos y la continuación de su vida artística en la Isla y sus clases en el ISA, sin ser afectada por las limitaciones impuestas por Estados Unidos al intercambio cultural entre ambas naciones, sobre todo durante las administraciones del presidente George Bush.

En ese contexto de inicios de este siglo, sus performances críticos, al margen de algunas incomprensiones puntuales, no fueron enfrentados por campañas de persecución institucionales, que rememoraran una especie de resurrección del realismo socialista sepultado años atrás junto con los restos de la URSS, como hubieran querido algunos veteranos de las victoriosas cruzadas culturales contra el socialismo real europeo.

Para entonces, en su país la artista tendría garantizada una larga carrera hasta la madurez y más allá divulgando y ejerciendo el arte conceptual. Aunque como se demostró ese destino no estaban dentro de sus planes.

¿Rompimiento inducido?

Tania participó durante la Décima Bienal de La Habana (2009), en el Centro Wifredo Lam, con la obra El susurro de Tatlin y como era habitual la institución apoyó la producción que incluyó el préstamo o contratación de una tribuna oficial de las utilizadas en los grandes actos en el país, que sería el centro del simbolismo inverso que la artista imprimió al proyecto.

Esta vez, no se embarcó en exposiciones de metáforas más o menos implícitas y convirtió literalmente el espacio del Wifredo Lam en retablo para que miembros de organizaciones contrarrevolucionarias atacaran el proceso revolucionario como oradores desde el estrado alegórico, con la complacencia de un grupo de estudiantes y jóvenes artistas que participaron en la acción, en un hecho que anticipó el plantón frente al MINCULT once años después el 27 de noviembre de 2020.

Bruguera realizó su intervención enmarcada en un período muy sensible que empezó el 30 de julio de 2006, al anunciarse la grave enfermedad del máximo líder cubano Fidel Castro y su alejamiento del poder, lo que puso a prueba el corolario de la política de Estados Unidos contra Cuba que aseguraba que en esas condiciones era inevitable que comenzará la cuenta regresiva de la Revolución, lo cual fue un desafío a la comunidad de inteligencia de Estados Unidos a no esperar con los brazos cruzados.

Las provocaciones se comenzaron a forzar el mismo 30 de Julio, cuando unos diplomáticos espías de la embajada estadounidense en La Habana, recurrieron al líder de un grupo de jóvenes intelectuales, el escritor y profesor Raúl Capote, en realidad agente de la seguridad cubana, para que se lanzara a la calle a mover su organización junto a los grupúsculos hacia la confrontación en el sector cultural, estudiantil y profesional para desestabilizar la sociedad por medio de una línea de actuación tomada al pie de la letra de los manuales de las llamadas “revoluciones de colores”.

Revolución de colores en Jibacoa

Mientras que el “susurro” terminaba en escándalo mediático, otra alucinante operación avanzaba secretamente desde el 2006 bajo la dirección de la USAID, instrumento de la CIA, montada sobre un festival musical anual realizado en la zona de Playa Jibacoa, denominado La Rotilla, que implicaría a sectores de la juventud, en una sublevación anti socialista con la colaboración directa de activistas serbios, enviados estadounidenses y latinoamericanos quienes en el terreno intentaron incitar otra movida contrarrevolucionaria desde el evento para lo cual compraron, reclutaron, confundieron y manipularon a jóvenes y artistas, incluyendo al propio líder del proyecto  el productor Michel Matos.

Los detalles de este intento fueron publicados extensamente en el 2014 por una investigación de la agencia de noticias AP, de fácil consulta en Google, que se fundamentó como una crítica al mal manejo de la USAID respecto a la operación.

Permanece la incógnita sobre esta denuncia: ¿Acaso se permitió hacer pública la investigación para que se aplicaran acciones penales contra los implicados y sirvieran como víctimas propiciatorias, tan necesarias para escalar las campañas mediáticas y operaciones agresivas? Aunque las autoridades cubanas no se dejaron provocar y el asunto solo fue expuesto en los medios cubanos como ejemplo de los métodos de subversión estadounidenses contra la juventud cubana.

No obstante, ese legado de acciones encubiertas no se perdió del todo y Michel Matos repitió la experiencia como uno de los líderes fundadores del llamado Movimiento San Isidro, junto a Tania Brugueras, y ambos trasladaron a sus seguidores las prácticas de cuando el primero colaboraba con la USAID y la CIA y fue dejado colgado de la brocha por la AP, y la segunda fungió como dama de ceremonia en aquel escándalo con tribuna incluida.

Estos tres ejemplos de intentos provocadores: El susurro… protagonizado por Tania, la organización del profesor Capote, y el Festival La Rotilla, de Matos, resultaron réplicas de una misma estrategia que adoptaron las agencias oficiales estadounidenses y sus subordinados de siempre, la derecha anticubana y la contrarrevolución interna.

Desde entonces, las acciones subversivas principalmente en el sector de la cultura no parecen regirse por planes de largo aliento y son inspiradas en un febril síndrome de actuación para fomentar desafíos al Estado cubano, a como diera lugar, para obtener resultados en tiempo real y vía Internet para contribuir al supuesto desmontaje del sistema cubano.

A la derecha del Chevrolet de Obama

En el 2014, Tania Bruguera subió nuevamente a la cresta de la ola mediática con otra versión del susurro de Tatlin, pero esta vez en la Plaza de la Revolución el 30 de diciembre de ese año, fecha para la que conminó a tomar las calles para sublevarse contra el sistema a pocos días después de hacerse público el 17 de diciembre de 2014 los acuerdos del dialogo secreto entre Cuba y EEUU para normalizar las relaciones bilaterales.

Fue otro proyecto de la artista que coincidió con la ultraderecha de Miami y la interna, que tildaron las conversaciones poco menos que de una traición y ratificaron su filiación a la línea de la confrontación y el apoyo al bloqueo económico, comercial y financiero para provocar la desesperación y el hambre en el país, que condujeran a los disturbios sociales.

Es conocido que el presidente Barack Obama consideró obsoleta esa política y para ese cambio de estrategia invocó a todos los métodos del llamado soft power, que se basan esencialmente en el terreno de lo cultural, la propaganda y lo simbólico, donde eran actores importantes los artistas e intelectuales afines, cambio que sorprendió a Tania Brugueras muy comprometida con la vieja escuela.

Durante el corto deshielo en las relaciones Cuba-EE.UU. se llegó en tiempo récord a la reapertura de las respectivas embajadas en Washington y La Habana. En la capital cubana se alardeó con el uso de los símbolos en la ceremonia de la sede estadounidense, con elementos del performance al incluir vistosos Chevrolet de los últimos años del período pre revolucionario, colocados en lugares de privilegios para las cámaras, para enaltecer la nostalgia por los “buenos tiempos” que acabaron con la Revolución.

El espectáculo era completado con la presencia del anciano marine, portador de la bandera estadounidense en la sede, la cual custodió en el momento del rompimiento y que devolvió con sus manos a su lugar original en el asta del edificio.

Pero no hubo tiempo para muchos conflictos de intereses para Tania Bruguera, porque el sucesor de Obama en la Casa Blanca en 2017, Donald Trump, lo simplificó todo al ratificar la línea dura que llevó a niveles sin precedentes, para satisfacción de los fósiles de Miami y sus extensiones en la Isla.

En ese contexto, Brugueras continuó con sus acciones de influencia y promoción de organizaciones y agrupamientos llamados independientes entre jóvenes creadores para debilitar la influencia del sistema institucional en la cultura.

En el 2016, inauguró INSTAR (Instituto de Artivismo Hannah Arendt) con consignas relativas a la restauración del sistema burgués en Cuba y con el fin de cerrar fila en el espacio de la tradicional contrarrevolución organizada, atendida y dirigida por los diplomáticos estadounidenses en La Habana, aunque ella se auto denomina de izquierda.

Sin embargo, mantiene como su principal campo de acción los sectores de la joven creación cultural, donde a pesar de su radicalización logra espacios de influencia gracias a su capacidad de manipulación de problemáticas del sector a partir de su condición de artista.

La triangulación de la NED, Tania y la conexión colombiana

En 2018, la National Endowment for Democracy (NED), otra extensión de la CIA para repartir apoyos de todo tipo a las operaciones encubiertas, destinó 55 mil dólares para promover el cine independiente en Cuba y Tania Brugueras poco después tomó su cheque de rebote y ese mismo año convocó a un concurso de cortometrajes, con el objetivo de promover también a jóvenes cineastas opuestos al sistema cubano, con 15 mil CUC de fondo.

En consecuencia, realizó un concurso el 7 de marzo 2019 y entregó por primera vez los premios para el Audiovisual Cubano 2019, consistente en 5 mil CUC destinados a las obras contra el sistema cubano y anunció la celebración de eventos similares de forma anual.

Coincidentemente, en octubre de 2018 se creó el Programa Cuba de la Universidad Sergio Arboleda de Colombia, de tradición derechista y según la página digital de esa institución se dirigió una solicitud de colaboración a la National Endowment for Democracy NED “para la creación de un programa que defendiera y promoviera la libertad y la democracia en Cuba” que fue apoyada por esa institución con 85,000 dólares.

También en 2019, la “Sergio Arboleda” llevó adelante por primera vez un Festival de Cine por la Democracia, para el desarrollo de los cineastas independientes en Cuba.

En noviembre de 2020 se realizó de forma virtual, a causa de la pandemia, la segunda edición del evento con la participación de Ricardo Figueredo, Carlos Lechuga, Miguel Coyula y José Luis Aparicio, quienes también integran el proyecto de Tania Brugueras.

Sobre el sector de la joven cinematografía se desarrolla un sistema de influencia para que algunos de sus integrantes asuman posiciones de liderazgo cada vez más alejadas de la política cultural de la nación, que en el terreno son apoyados por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt y su promotora, mientras que la Universidad Sergio Arboleda los promueve y estimula, todo bajo la atenta supervisión de la NED que con su dinero es el factor principal de este circuito, sin contar otras instituciones acopladas al gran aparato de guerra cultural estadounidense empleado contra la cultura cubana.

El decreto Ley más insólito del mundo

Para 2018, resulta algo dificultoso actualizar como matriz de las campañas contra la política institucional la bandera del llamado quinquenio gris tratado hasta el cansancio en debates, publicaciones y rectificado durante cerca de medio siglo de trabajo institucional.

Pero ese fantasma volvería a sobrevolar el entorno ahora ejemplificado por las campañas mediáticas cuando se da a conocer el Decreto Ley 349, que buscaba enfrentar la ofensiva de mal gusto, indecencia y corrupción que se manifestaban en algunas expresiones artísticas especialmente en la música, con regulaciones y ciertas prohibiciones, lo cual fue suficiente para que de una mal intencionada interpretación del texto se generalizara la aviesa versión que esa iniciativa legal perseguía poner una mordaza a la creación intelectual inspirada en un tardío realismo socialista.

Para Tania Brugueras fue el momento oportuno para asumir la denuncia del supuesto programa represivo y convertirse en el centro de la campaña mediática que se levantó con fuerza de ciclón para desacreditar al país.

No bastó para amainar aquel vendaval de mentiras que la dirección del MINCULT explicara, prácticamente de forma personalizada a todo el gremio, la verdadera intención del decreto ley y se reconocieran evidentes imperfecciones en su elaboración y que inclusive la iniciativa terminara en un letargo jurídico para su aplicación, algo insólito de concebir si realmente se tratara de una voluntad estatal centralizada para imponer una política represiva, según presentaba la propaganda que aireaba a los cuatro vientos Tania y su equipo.

Aquella corriente anti decreto 349 sirvió como uno de los pretextos para la creación del llamado movimiento San Isidro, formado por algunos creadores y muchos elementos anti sociales, todos bajo la batuta de Tania Brugueras.

El capitán araña de la “tormenta perfecta”

Durante el 2020, se incrementó el bloqueo a Cuba afectando los planes de desarrollo y fue soporte de una ofensiva subversiva sobre el medio cultural en un contexto de sensibles procesos de transformaciones del Estado Cubano y de renovación de los máximos cargos del Estado y el Gobierno y nuevamente, como en el difícil 2006, el viejo fundamento de la imposibilidad de la existencia del proyecto socialista cubano más allá de la vida de sus fundadores movilizaba las esperanzas del imperio de una restauración capitalista en la Isla.

Además, un aliado inesperado: la pandemia de la Covid-19, se sumó a esos planes y paralizó por causas obvias la principal entrada de divisas al país por el cierre del turismo y de otras fuentes esenciales, mientras el Estado debía asumir grandes gastos y esfuerzos para hacer lo posible y lo imposible para salvar al país de la terrible enfermedad.

Ese fue el momento de lanzar todas las fuerzas de la contrarrevolución al escenario de la cultura y conformar un frente amplio para avanzar en la vieja aspiración de extender los tradicionales grupúsculos al medio intelectual, como primer paso a su generalización en la sociedad.

De Miami vinieron los mensajes y convocatorias de personajes impresentables que claman por la violencia, el ultraje a símbolos patrios y los actos vandálicos por una paga mercenaria, consigna reproducida entre integrantes del llamado movimiento San Isidro, que públicamente apoya una invasión de Estados Unidos.

Así, un vocinglero de la televisión de Miami, como capitán araña, la emprendió públicamente contra Tania Brugueras por que según él, romper con el acuerdo de seguir con la provocación el 27 de noviembre pasado y “mandar a la gente para la casa” después de dialogar en el MINCULT, sin ocultar en el responso el tono de la ultraderecha contra los que tildan de “dialoguero con el régimen comunista”, aunque al parecer la disciplinada artista no aportó más motivos para otro llamado a la atención quizás en aras de la “unidad” del movimiento.

La principal lección

Esta forma de evidente subordinación de esos reales o supuestos creadores con la línea terroristas hizo añicos la teoría que propugnaba una “tercera opción” equidistante de los extremos de Miami y de La Habana y protagonizada por componentes de la intelectualidad crítica y otros sectores capaces de servir como una “oposición leal” al sistema cubano.

Hasta el propio agente de la CIA, Carlos Alberto Montaner, en la década de 1990 promovió esa tesis siguiendo indicaciones de la estrategia del momento y trató de ganar espacio entre la intelectualidad para que jugara un supuesto papel de garante para la “transición civilizada” al capitalismo en la Isla que evitara los excesos de la ultraderecha de Miami, la cual clamaba por días de licencia para matar, cuando creía inminente la caída de la Revolución tras la desaparición de la URSS.

En pocos días el accionar de los nuevos intentos provocadores se hizo evidente que quien manda a la contrarrevolución que pretende establecerse en la cultura es la de siempre, la dirigida desde Washington y Miami y ante la que sus servidores instruidos se subordinan sin sonrojo por haber quedado reducido su papel al de marionetas segundonas.

En consecuencia, la lección más importante que arrojan los acontecimientos de protestas frente al MINCULT, es que solo existen dos campos: los que actúan para volver a Cuba a su condición de semi colonia del imperio a como dé lugar, y los que luchan  por mantener una patria libre e independiente de su adversario histórico, premisas únicas para definir la posición de cada quien, al margen del talento, formación académica y prestigio artístico que posean, cualidades con las que puedan defender a la Patria o ejercer con más eficiencia en el bando de sus enemigos, y que evidencian con demasiada elocuencia  a quien realmente sirve la artista de la plástica Tania Bruguera.

Tomado de: Red en Defensa de la Humanidad

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La funesta trayectoria de la Enmienda Platt

Tomado de Cuba Cien años de Humor Político.

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

Durante la mañana del 25 de febrero de 1901 el senador republicano Orville Platt, de 73 años, y miembro destacado del Comité de Asuntos Cubanos del Senado estadounidense, presidía la única iniciativa legislativa con que sería conocido más allá de su país.

Ese día dicho comité aprobó una enmienda con su nombre la cual le fue insertada a la Ley de Gastos del Ejército, para ser anexada como un apéndice a la Constitución de la futura república cubana, en la que el territorio norteño se abrogaba el derecho de intervenir y controlar el comercio y las relaciones exteriores, entre otras prerrogativas humillantes para la pequeña Isla.

La desde entonces conocida Enmienda Platt fue aprobada por el Senado el 27 de febrero de 1901; la Cámara, el 2 de marzo, y el presidente William McKinley le dio su visto bueno al día siguiente.

Así se consagraba la planeación para edificar la primera neocolonia del naciente imperialismo yanqui, que comenzó con la intervención estadounidense en 1898 en la Guerra de independencia en Cuba y siguió con la disolución de la República en Armas, de su Ejército Libertador y del Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí, todo con la aviesa colaboración de Tomás Estrada Palma y su equipo.

El general Leonard Wood, gobernador militar de Cuba en 1901, en su correspondencia privada dijo de este proceso (…) “Por supuesto, que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt y lo único indicado ahora es buscar la anexión (…).

Y agregó: (…) “La isla se norteamericanizará gradualmente y, a su debido tiempo, contaremos con una de las más ricas y deseables posesiones que haya en el mundo (…)”.

A Wood le correspondió poner en práctica las artimañas para imponerle a la Asamblea Constituyente que aceptara incluir la Enmienda Platt como apéndice constitucional y escogió la fecha del aniversario tercero de la voladura del acorazado estadounidense Maine, el 15 de febrero de 1901, para persuadir sobre la aceptación de esas condiciones a cinco importantes delegados a la Convención Constituyente cubana implicados en la elaboración del tipo de relaciones que se establecerían entre ambos países.

Manuel Sanguily Garrite, Salvador Cisneros Betancourt y Juan Gualberto Gómez, encabezaron el sector dentro de la Asamblea que se opuso más radicalmente a la Enmienda Platt.

El pueblo se manifestó contra la decisión del gobierno de EE.UU. que malograba la independencia. No obstante, en la Asamblea predominó la opinión de que era preferible aceptar la Enmienda Platt para que Estados Unidos se retirara de la ínsula y se lograra la independencia, aunque fuera mediatizada. De esa forma en 1901 el apéndice constitucional fue aprobado por 16 votos contra 11.

La Enmienda Platt quedó derogada en 1934, en el contexto de la nueva táctica imperialista de hacer más velado su dominio sobre la región, basado en la llamada “política del buen vecino” y el auge revolucionario y antiimperialista de la Revolución del 33 que derrocó a la dictadura de Gerardo Machado.

En años sucesivos, La Unión contaría en la política cubana con un nuevo aliado y su representante más fiel, el general Fulgencio Batista, personaje fundamental en la frustración del proceso popular de los años 30, en socavar la llamada Revolución del 33 y regir los destinos del país por su demagogia y ascendencia en las fuerzas armadas que lo llevó al poder nuevamente con el golpe militar del 10 de marzo de 1952.

Desde entonces se mantienen inalterables los propósitos del imperialismo yanqui contra Cuba y el triste legado de la Enmienda Platt está presente en las Leyes Torricelli y Helms Burton, de 1992 y 1996, respectivamente, que recurrieron más de un siglo después a usar las legislaciones promulgadas por Estados Unidos como arma para imponer sus intereses contra la nación cubana.

Tomado de: Cuba Sí

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Jruschov, el arte abstracto y la CIA

Por Jorge Wejebe Cobo @wejebecobo

En diciembre de 1962 se inauguró en Moscú la primera exposición de arte abstracto que, posiblemente, fue la de más corta duración en la historia del arte moderno.

Bastó para su cierre que Nikita Jruschov, jefe del estado soviético en la época y principal invitado, viera la primera muestra para que irritado dijera:” Obras como éstas son completamente ajenas al espíritu de nuestro pueblo. Deberían reflexionar sobre ellos los individuos que se dicen pintores, pero hacen cuadros que no se sabe si han sido realizados por la mano del hombre o por la cola de un asno”.

Los organizadores de la exposición, nerviosos, la clausuraron ese mismo día y los artistas abstractos no pudieron celebrar con champaña, ni posar para los fotógrafos y fueron excluidos de la vida cultural en el país por juzgar la realidad por el “olor de las letrinas”, como dijera también el mandatario soviético en un encuentro con creadores en 1963.

Durante esos años en la URSS, y en el campo socialista por lo general, el arte y la literatura que no se rigieran por los cánones del realismo socialista y no sirvieran de ilustración y propaganda, eran considerados expresión de la “cultura burguesa decadente del occidente” y en ese concepto fue encasillado el arte abstracto y sus diferentes tendencias.

Del otro lado del Atlántico, en EE.UU., el jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Allan Dulles, en su recién estrenada sede en Langley Virginia, seguramente leyó con deleite los informes del conflicto entre los artistas y las autoridades soviéticas, provenientes de su centro de inteligencia en Moscú. Debió sentirse satisfecho porque era el único ganador en esas contradicciones.

Pero la CIA no era una pasiva observadora de las deterioradas relaciones de los artistas abstractos con el poder soviético. Había hecho todo lo posible por lacerar esos conflictos durante más de 10 años desde la época de José Stalin y tuvo éxito. Aunque sus jefes debieron esforzase en su propio país para llevar adelante una de las más sofisticadas operaciones de guerra cultural, no comprendida tampoco por muchos en Washington.

El propio presidente Harry Truman también compartía con su homólogo soviético las críticas a los pintores, pero desde posiciones opuestas. En1948 consideraba a los artistas abstractos norteamericanos como “vagos, chiflados modernos”. Pensaba que al lado de los clásicos como Rubens y Rembrand las nuevas obras, si se comparaban con éstos, el resultado era confrontar a “Cristo con Lenin”.

Las razones de Dondero

Durante el macarthismo el congresista George Dondero declaró que el arte de vanguardia formaba parte, sencillamente, de una conspiración mundial para debilitar la moral americana. Todo el arte moderno es comunistoide. Los ataques de Dondero influyeron en medios políticos, culturales y de la prensa. En el congreso se llegó a afirmar que los artistas ultramodernos eran armas del Kremlin y se aseveró que, en ciertos casos, las pinturas abstractas servían para trasladar información de espionaje sobre los puntos débiles de las defensas norteamericanas.

A pesar de sus exageraciones, Dondero tenía en parte justificadas sus aprehensiones sobre el origen del arte moderno que fue rechazado por las autoridades soviéticas a partir de finales de la década de 1920 y principios de la siguiente, cuando el realismo socialista se estableció como tendencia única en la cultura, en la época de Stalin. De esa forma se fue apagando la coincidencia del arte moderno con la vanguardia revolucionaria de la época de Lenin, cuando Moscú, además de ser centro mundial del socialismo triunfante, era referente de todo lo nuevo que pintores como Cazimir Malaevich, Marc Chagall, Vasili Kandinski y Vladimir Tatlin, entre otros, defendían frente a las normas estéticas caducas y convenciones del “arte burgués”.

Tatlin legaría posiblemente la prueba más emblemática de compromiso de la vanguardia artística con el nuevo régimen al diseñar una torre inclinada, más alta que la parisina Eiffel. La denominó III Internacional para que albergara a esa organización con Lenin a la cabeza, quien, en la imaginación del artista desde una oficina futurista dirigiría la revolución mundial que parecía inminente.

Sin embargo, la mayoría de esos pintores emigraría posteriormente al exterior por la incomprensión de su arte en las URSS en los años siguientes. En Estados Unidos hasta el ocaso del macarthismo, a finales de la década de 1950, el arte abstracto fue eliminado del apoyo oficial para su promoción en el exterior por el Departamento de Estado. Se persiguieron a escritores y artistas y directores de cine considerados de izquierda o simpatizantes del comunismo.

A pesar de ese desfavorable contexto la CIA organizó de forma secreta el apoyo y promoción del arte abstracto para anteponerlo a la cerrada política cultural soviética, dentro de un concepto más amplio de guerra cultural que abarcaba todas las disciplinas del arte y la literatura. Allen Dulles era experto en acciones encubiertas y cruentos golpes de estado a gobiernos considerados enemigos de EE.UU., pero también constituía un sofisticado contrincante en la guerra sicológica y cultural que producía sus frutos a largo plazo.

Apoyaba las observaciones de intelectuales y académicos que tenían otras consideraciones interesantes sobre la utilidad del arte abstracto en la lucha contra el comunismo. Donald Jameson, miembro de la CIA, explicó la estrategia de forma práctica en relación con el nuevo arte: “Nos habíamos dado cuenta de que era el tipo de arte que menos tenía que ver con el realismo socialista y lo hacía parecer aún más amanerado y rígido y limitado de lo que en realidad era”. Y agregó que Moscú reaccionaba con violencia con todo lo que no se adaptara a su política oficial en la cultura, por lo que todo que fuera criticado por los soviéticos debía ser apoyado de una u otra forma.

Un arte para el mundo libre

La CIA aplicó el principio de influir de forma directa. Principalmente en los sectores de la cultura norteamericana y europea de supuestas o reales posiciones de izquierda e implicarlos en sus proyectos y eventos de propaganda antisoviética. Se llevó a la práctica estimulando la desilusión por la política cultural en el campo socialista, explotando al máximo sus errores y desviaciones. Con ese fin fundaron o promovieron una red de instituciones pantallas para sus operaciones. También apoyaron congresos internacionales y sufragaron la carrera o compraron a periodistas, medios, e intelectuales, aunque algunos ellos no eran conscientes de que estaban siendo utilizados.

A diferencia del espionaje, en que el ejecutor es consciente para quien roba información, en la guerra cultural un intelectual, un artista, o especialista, del que generalmente no se requiere aportes secretos, puede llegar a reflejar en sus obras opiniones de impacto social favorables a intereses políticos. Todo esto, sin saber que es objetivo de sofisticadas formas de influencias tan diferentes como valores, debilidades y características sicológicas pueda tener una persona para ser manipulada. En esa estrategia los estadounidenses fueron muy exitosos.

En una documentada investigación, la escritora inglesa Frances Stonor Saunders sobre la actividad de la CIA en el medio cultural, demuestra que en el Museo de Arte Moderno (MOMA) desde Nelson Rockefeller hasta importantes ejecutivos, galeristas, críticos y funcionarios de esa institución y otras como el Museo Whitney, así como diversas fundaciones en todo el mundo, colaboraron de forma entusiasta, conscientes o no, con los servicios especiales estadounidenses en la promoción del arte abstracto para ser utilizado en sus acciones de guerra cultural contra la URSS.

Los artistas modernos estadounidenses como Jackson Pollock, Ashile Gorky y David Smith, considerados por Truman también como desertores de los pintores de brocha gorda, se colocaron en la cresta de la fama, por derecho propio, pero también impulsado por la fuerte brisa de los intereses de Dulles y sus asesores artísticos.

Los estrategas de la CIA concibieron que, además del poder económico y político, EE.UU., requería de un arte apropiado que refleje el modo de vida norteamericano y la pujanza de los ideales democráticos para anteponerlos al realismo socialista y fue el la pintura abstracta y sus tendencias modernas el ariete utilizado con éxito en la guerra cultural en el arte contra el socialismo europeo.

La exportación de catálogos de arte moderno y su promoción por cualquier vía hacia la URSS y los países socialistas, se convirtió en un pasatiempo rutinario de las instituciones culturales vinculadas, o no con la CIA, mientras, las autoridades en esos países se desgastaban en defenderse de la intromisión de ese supuesto arte decadente capitalista que cada día les interesaba más a los jóvenes creadores del patio.

Otra parte de la tarea lo hizo la magia del mercado. Después de la guerra el comercio del arte, que tenía sus mayores circuitos en las ciudades de Europa Occidental, ahora destruidas o paralizadas por la crisis, se trasladó definitivamente a New York. Este era el centro de la economía capitalista mundial, lo cual terminó por consolidar la hegemonía norteamericana también en el mercado de las obras artísticas.

Durante decenios hasta finales de los años de 1980, con el inicio de la perestroika, preludio de la desaparición de la URSS, el arte abstracto se mantuvo fuera de la política oficial en ese país. Sus cultivadores tenían que conformarse con exponerlos en la semiclandestinidad, en buhardillas y casas particulares. Cuando intentaban hacerlo en público, todo terminaba en escándalos amplificados por la prensa internacional al ser reprimidos por su concepción estética por las autoridades.

De esa forma, además del empobrecimiento del panorama cultural en esos países, la persecución del arte moderno soviético puso también su grano de arena en las graves contradicciones internas y desviaciones que acabaron con el socialismo en el país y en el campo socialista.

Probablemente más de un veterano de la CIA debió sentirse satisfecho cuando las imágenes de la caída del muro de Berlín en 1989, eran acompañadas por las acciones de jóvenes pintores decorando los restos de la tapia utilizados además como escenarios o motivos para sus intervenciones plásticas que celebraban el acontecimiento. Solo que veinte años después, algo similar, pero de muy diferente sentido, se puede ver hoy en las marchas y protestas contra la guerra, la tortura en Irak, de los indignados en Europa o en los propios EE.UU., donde ya no son tan seguros y absolutos los controles y manipulaciones del arte establecidos por los servicios norteamericanos y aliados desde la etapa de la llamada Guerra Fría.

Tomado de: Cuba es surtidor

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